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ESTO NO ES UNA PIPA

Uno de los cuadros más significativos del pintor surrealista René Magritte
representa una pipa de fumar que lleva como título: “Esto no es una pipa”.

Para el pintor belga la mayor parte de las veces las cosas son inexplicables,
transformables, y con múltiples sentidos. Los objetos nunca tienen la misma
función que su nombre o su reproducción, y asimismo los nombres pueden
designar objetos determinados o al revés.

De acuerdo con lo indicado con anterioridad, este preámbulo trata de expresar


varias cosas: primero que el presente texto no es un prólogo, no lo podía ser habida
cuenta de la naturaleza de la obra; segundo, que la recopilación de prólogos que se
reproducen a continuación no constituyen un homenaje a su autor, sino la
expresión más visible del magisterio que Fernando Valdés ha ejercido en un grupo
de profesores universitarios de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social;
tercero, el ejemplar que tenemos en nuestras manos no es un libro, sino algo más:
el ejemplo de la generosa colaboración que de siempre ha venido mostrando
Fernando Valdés.

Si esto no es un prólogo, si no se trata de un homenaje, y si ni siquiera lo que


tenemos entre las manos es un libro, qué ha de ser este ordenado conjunto de
páginas que sostenemos, bien fácil: una evocación de sus discípulos y amigos.

Múltiples razones pueden fundamentar la realización de una sencilla


recopilación como la presente. Probablemente todas podrían ser alegadas
coherentemente, siendo dificil encontrar fundamentos irracionales que justificaran
la determinación de un acto como el presente, pero de entre ellos sólo uno
carecería de lógica: la casualidad temporal, justamente lo que lo motiva.

Así pues la bondad de la ocasión en este caso es la magia del tiempo:


veinticinco años. Años que no son los que Fernando Valdés lleva dedicándose a la
reflexión dogmática, sino el tiempo en que, coincidiendo con la obtención de la
condición de agregado de Universidad, el profesor comienza a ejercer como
maestro.

En el año 1977, es decir hace veinticinco años y coincidiendo con la


circunstancia personal indicada, se produjó el más significativo punto de inflexión
de la reciente historia española. Año posterior al fin de la dictadura personal, y
anterior a la aprobación del texto constitucional, se jugaba entonces una dificil
partida: la construcción, sin reservas mentales ni rupturas traumáticas, de unas
reglas de convivencia propias de un país democrático europeo, y válidas en todos
los escenarios de la vida social.

La cuestión no siendo sencilla, sobre todo en lo que afectaba al sistema de


relaciones laborales, supuso un importante esfuerzo de construcción, y Fernando
Valdés tuvo una valiente participación en ella a pesar de las conductas
amenazantes que hubo de sufrir.
Coincidencias temporales como la subrayada no suelen resultar ni triviales ni
gratuitas para nadie, sobre todo en personalidades dotadas de un apasionamiento
intelectual y un sentimiento de la justicia como es el caso de Fernando Valdés, y
cuyas huellas pueden mostrarse en su obra, pero también en sus prólogos.

Los prólogos a los libros seleccionados se inscriben todos ellos en esa dársena
jurídica que es el Derecho del Trabajo, abarcando tanto sus perspectivas
individuales y colectivas, como igualmente el derecho procesal laboral y la
seguridad social. En todos ellos se expresa una rica pluralidad de contenidos, pero
lo que es más importante muestran, como diría Goethe, las afinidades electivas de
los distintos autores.

Podría decirse utilizando el razonamiento al uso, que veinticinco años


distancian el presente del pasado, pero cabe mejor señalar que los cinco lustros
transcurridos son los que han unido una serie de biografias personales y
científicas. No son todos los protagonistas de tales biografías las que están incluidas
en los libros prologados y recopilados, pero con seguridad pronto se añadirán en
un futuro próximo, coincidiendo con un acto de amistad y respeto como el
presente.

No cabe añadir más so pena de navegar por los meandros de las palabras, para
acabar llegando al principio del camino: el habernos conocido.

Elías González-Posada Martínez

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