Está en la página 1de 2

Una elipse es una curva cerrada, simétrica respecto de dos ejes perpendiculares entre sí, con dos

focos o puntos fijos (F1 y F2), cuyas distancias tomada desde la curva permanece constante.

SEGUNDA LEY:

El radio vector que une al Sol y el planeta barre áreas iguales en tiempos iguales.La segunda ley de
Kepler, conocida como ley de las áreas determina que la distancia en que se encuentre con
respecto al Sol un planeta genera cambios en la energías potencial y cinética de éste; o sea, un
planeta se mueve más rápidamente en su perihelio que en su afelio. Mientras más excéntrica sea
la órbita, o sea, con curvas más cerradas, mayor será la diferencia de velocidad en ambos
extremos de la órbita.

TERCERA LEY:

Kepler publica en 1619 su tercera ley del movimiento planetario que se puede enunciar de la
siguiente manera:Los cuadrados de los períodos de revolución en torno al Sol son proporcionales a
los cubos de los semiejes mayores de las órbitas.

Se llama eje mayor de una elipse a su mayor diámetro; semieje mayor a la mitad del eje mayor. La
tercera ley de Kepler, conocida como ley armónica, dice que la velocidad media con que un
planeta recorre su órbita disminuye a medida que el planeta está más y más lejos del Sol. La
tercera ley de Kepler muestra que la "influencia" que el Sol ejerce sobre los planetas disminuye
con la distancia.

Kepler, en el trabajo de sus tres leyes, demostró que todos los planetas se mueven en órbitas
elípticas, que pueden ser descritas con detalle mediante simples reglas matemáticas que pasaron
a ser llamadas las «leyes de Kepler». En sus famosas «Tablas Rudolfinas», compiló los resultados
obtenidos a partir de las observaciones de Tycho Brahe y sus propias teorías. Kepler también fue
acusado de herejía; sin embargo, con la perspectiva de los años, podemos apreciar que sus
planteamientos fueron los primeros en mostrar, científicamente, la grandeza y la ordenación
matemática y geométrica de la Creación. También, y pese a su ceguera, Kepler hizo importantes
contribuciones al desarrollo de la óptica.
Con las leyes keplerianas se empezó a circunscribir el universo en un marco científico que luego
ampliaría sus horizontes al comprobarse la existencia de movimientos relativos independientes del
Sol respecto a los demás cuerpos celestes.

Mientras Kepler desentrañaba los misterios del cosmos el genial Galileo Galilei, nuestro gran
conocido, más que todo por la tragedia que le correspondió vivir y por el símbolo que representa
en la lucha por el conocimiento científico, se preocupaba en Italia de construir una nueva física.
Con Galileo comienza la física como ciencia. Abandona los trabajos especulativos acerca de los por
qué, concentrándose en el cómo ocurren los fenómenos físicos. Galileo adhirió fervorosamente, y
según algunos amigos suyos con demasiada ostentación, a las ideas de Copérnico y agregó
pruebas irredargüibles a sus verdades. Sin embargo, no se tiene conocimiento de que Galileo haya
tenido la ocasión de conocer el trabajo de Digges, ya que en el siglo XVII, siguió subsistiendo la
creencia en que la bóveda celeste estaba constituida por un complicado e inexplicable sistema de
esferas giratorias.

Galileo Galilei, con un modesto telescopio de su propia invención y fabricación, en 1609 observó
las manchas solares y las fases de Venus, pruebas definitivas de la movilidad e «imperfección» de
los viandantes del espacio. La observación de las fases de Venus (estrella de la tarde) y de los
satélites de Júpiter destruyó la creencia aristotélica en la inmutabilidad de las esferas planetarias y
sus recorridos y señaló la existencia de otros sistemas semejantes a la Tierra y su Luna, con una
familia más numerosa que giraba alrededor de él. También Galileo realizó una serie de
trascendentales experimentos que demostraban que en ausencia de la resistencia del aire todos
los cuerpos que caen, independientemente de su tamaño o de su peso, se comportan de forma
idéntica. Aceleran, es decir, su velocidad cambia a un ritmo constante y estandarizado.

A pesar de que la teoría de Copérnico había sido proscrita oficialmente, Galileo publicó en 1632
sus diálogos, después de vencer múltiples dificultades y apelando siempre a su socorrida frase que
en muchas ocasiones con ella logró acallar a sus enemigos: "Decidnos cómo se va al cielo, y dejad
que os digamos como 'marcha' el cielo". No obstante haber ascendido al Solio Pontificio su muy
amigo y científico Urbano VIII, fue obligado por el Tribunal del Santo Oficio a retractarse y, aun
cuando salió con vida del proceso, debió permanecer en confinamiento solitario en su villa de
Arcetri, en las afueras de Florencia, hasta su muerte permanentemente vigilado. En los últimos
años de su vida escribió allí su genial tratado sobre física, en el cual establece las bases de la
ciencia moderna.

También podría gustarte