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La Obra de Jenkins. Isegoria PDF
La Obra de Jenkins. Isegoria PDF
RESUMEN. Keith Jenkins es uno de los pensa- ABSTRACT. Keith Jenkins is one of the most
dores postmodernos más conocidos en el ám- famous postmodern thinkers in the field of
bito de la reflexión historiográfica occidental. Western historiographical reflection. Without
Sin duda, junto con Hayden White y Frank R. doubt, along with Hayden White and Frank
Ankersmit, conforma el trío más influyente R. Ankersmit, constitute the most influential
de la corriente historiográfica postmoderna. trio of current postmodern historiography. We
Vamos a exponer en este trabajo la evolución will present in this paper the evolution of
de la obra de Jenkins desde lo que llamamos Jenkins’ work from what we may call a radi-
una crítica radical a la historiografía académi- cal critique of academic historiography to
ca hasta lo que podemos considerar una what we consider a real dislike to the form of
auténtica aversión a la forma de aprehensión thinking about the past, as it is conceived,
del pasado, tal y como es concebido, practica- practiced and used nowadays. We divided
do y usado en la actualidad. Hemos dividido this article in two sections to accommodate
en dos apartados nuestra exposición para dar our insight to these two key moments in the
cabida así a estos dos momentos clave en el development of his theory and his work: the
desarrollo de su teoría y de su obra: el mo- moment of the diffusion of postmodern cri-
mento difusor de la crítica postmoderna a la tique to historiography and the time of the ex-
historiografía y el momento de la expulsión pulsion of the historiography of any emanci-
de la historiografía de cualquier proyecto po- pated political project.
lítico emancipador.
Palabras clave: Keith Jenkins, Postmoderni- Key words: Keith Jenkins, Postmodernism,
dad, Historiografía, Crítica Política. Historiography, Political Criticism.
una reflexión que siempre ha sido desple- verdad» se considera parte de una ecua-
gada con un evidente propósito crítico y ción en la que también figura el poder.
emancipador, sobre la base de un radica- Así, el conocimiento sería un producto de
lismo que no esconde su inspiración mar- la relación entre la verdad y el poder, es
xista. decir, lo que el poder considera como
verdad. Contra esto, se proponen dos
1. Escepticismo: repensar la historia ideas: la idea de que la verdad es inacce-
criticando sus presupuestos, métodos sible y, además, relativa al contexto en
y resultados que se produce y la idea de la verdad
como consenso intersubjetivo: es verdad
Conviene registrar algunos puntos funda- lo que para «nosotros» es válido y útil
mentales en relación con el postmoder- como tal, y no vale para todos los indivi-
nismo para poder examinar la obra de duos ni para todas las sociedades. Por
Jenkins con más claridad. En los siguien- todo ello, el postmodernismo denuncia la
tes párrafos de este apartado ofreceremos supuesta y, a la postre, falsa imparcia-
una representación de las principales ca- lidad, objetividad y neutralidad de las
racterísticas de este fenómeno 19. ciencias, tanto naturales como sociales:
El postmodernismo es un conjunto el conocimiento siempre depende del
de tendencias intelectuales que denun- contexto social, de los intereses del pre-
cian la naturaleza constructiva e ideológi- sente, de sus deseos; siempre es hecho
ca de nuestros intentos por conocer «el por alguien y para alguien. Es, en el fon-
mundo», «la realidad». Ésta es la cone- do, una función del discurso, de la ideo-
xión fundamental de la postmodernidad logía y, por tanto, del poder, que es quien
con el llamado linguistic turn, que es uno decide qué es verdad y qué no. Por eso, el
de los componentes del fenómeno post- postmodernismo entiende que debemos
moderno 20, junto con el postestructura- ser conscientes y hacer públicos los inte-
lismo, la deconstrucción o el pragmatis-
reses y los propósitos de nuestras accio-
mo 21. La premisa clave de esta posición
nes e investigaciones, tal y como deman-
consiste en que el lenguaje no solamente
dan autores como Kuhn, Feyerabend, La-
describe o explica la realidad sino que
katos o Hacking. El postmodernismo, al
también la construye: de hecho, urbaniza
«nuestra» realidad humana. Así, no «des- hacernos más conscientes y reflexivos,
cubrimos» el mundo, sino que lo «cons- nos conmina a ser más responsables e, in-
truimos» a través del lenguaje. El mundo cluso, a hacernos responsables de las
está ahí afuera, sin duda, pero no así la consecuencias no intencionadas —en el
verdad 22, que es un efecto de nuestros sentido hegeliano— de nuestras acciones
discursos en la medida en que los intenta- y, por supuesto, de nuestros discursos y
mos hacer corresponder con la realidad. textos. Por otro lado, no hay un único mé-
Por eso, autores como Nietzsche, Witt- todo válido, general y absoluto. Se apues-
genstein o Derrida consideran que «la ta por la fusión, la interdisciplinariedad,
verdad» es, en el mejor de los casos, un la transdisciplinariedad, la transversali-
producto de nuestro discurso y éste no se dad, la mezcla, el experimento; en contra
somete a los dictados de la realidad. Pre- de la rigidez de las disciplinas y de la or-
cisamente, Jenkins comparte la visión de ganización del conocimiento científico
Rorty de que mientras el mundo está «ahí moderno.
afuera» la verdad no, ya que el significa- Todas estas características tienen re-
do y la verdad están en los enunciados y lación con la crítica de las metanarrativas
éstos no están «ahí afuera». Además, «la y con la crítica de los puntales del pensa-
aceptación de la naturaleza estética de la mina por proponer una defensa del tipo
historiografía 46. Es este paso —de la fra- de historia reflexiva, postmoderna, que
se al texto, de la afirmación al discurso— denuncia los usos ideológicos de la —su-
el que ninguna teoría, empirista o no, ha puesta— objetividad e imparcialidad de
conseguido exponer y explicar convin- las viejas historias con «mayúscula» y
centemente, como han resaltado tanto de- con «minúscula» 52. Ésta es la posición
fensores de la postmodernidad como que ha mantenido en sus tres primeros li-
Rorty, como críticos de ella, como Geor- bros, desde Rethinking History hasta The
ge Steiner. Postmodern History Reader, pasando por
La conclusión de todo lo dicho hasta On «What is History?» 53. Conviene re-
aquí está expuesta con claridad en la in- cordar que la intención principal de esta
troducción de ¿Por qué la historia?: «el primera época en el pensamiento jen-
pasado, tal y como se constituye median- kinsiano fue desarrollar una reflexión
te sus huellas aún existentes, siempre es auto-consciente sobre la naturaleza de la
aprehendido y apropiado en forma tex- historiografía. Pero en el último capítulo
tual mediante capas sedimentadas del del libro Rethinking History —Doing
trabajo interpretativo anterior, así como History in the Post-Modern World—,
mediante los hábitos de lectura y las Jenkins presentó una declaración de in-
categorías/conceptos de nuestras prác- tenciones acerca de la posibilidad de una
ticas metodológicas anteriores/presen- historia postmoderna, más acorde con su
tes» 47. Como diría Ankersmit, la histo- espíritu crítico y emancipador. Sin em-
riografía —la clase de discurso textual bargo, en un punto entre estos años y la
que producen los historiadores— no es preparación y redacción de ¿Por qué la
más que el conjunto de representaciones historia?, Jenkins comenzó a considerar
sustitutivas 48 que ponemos en lugar del la posibilidad de deshacerse de cualquier
tipo de historias, incluidas las propuestas
pasado ausente para narrarlo e interpre-
historiográficas postmodernas 54. Ésta es
tarlo. «No hay representaciones: no hay
la materia que veremos en el siguiente
pasado», sentencia Ankersmit 49. Final-
apartado.
mente, lo que queda es que «la historia
con mayúsculas se halla en escombros y 2. Relativismo: reimaginar la historia
la historia con minúsculas es incapaz de criticando sus intereses, funciones
alcanzar un mayor desarrollo» 50. Poste- y usos
riormente, Jenkins afirmará que su creen-
cia y su argumento es «que no hay reglas Jenkins nos recuerda que en la actualidad
no problemáticas o normas de traducción son pocas las personas que defienden la
o de transcripción (tal y como se articu- historia metanarrativa —la historia con
lan a través de múltiples métodos, técni- «mayúsculas» o historia upper case—,
cas y prácticas) que permitan al pasado que ha demostrado ser tan increíble e
(todo lo que ha sucedido “antes de aho- ideológica que merece ser olvidada. Sin
ra”) ser la verdad total o ser objetiva o embargo, todavía podemos encontrar
imparcial o científicamente representado multitud de personas que defienden —y,
como “conocimiento histórico” en el ni- por lo tanto, practican o leen— el tipo de
vel del texto histórico, y que esta condi- historia con «minúsculas» —o historia
ción, más que ser deplorable, es, una vez lower case—, profesional y académica,
más, lo mejor que podemos esperar» 51. que los historiadores escriben. Además
Finalmente, en esta primera etapa de los propios historiadores postmoder-
de la obra de Jenkins, nuestro autor ter- nos, entre los cuales quiero citar a Hans
Kellner 55, Allan Megill 56, Robert A. nada parecido a los géneros históricos oc-
Rosenstone 57, H. U. Gumbrecht 58, Si- cidentales con mayúscula y con minúscula
mon Schama 59, etc. Sin embargo, en este de los siglos XIX y XX, en ningún otro
punto, el postmodernismo, según Keith tiempo y lugar. Porque nunca jamás ha ha-
Jenkins, «señala el fin de la historia tal y bido, en ninguna otra parte de la Tierra, en
como la conocemos, no sólo en su meta- ningún otro tiempo, un modo de historizar
narrativa modernista y en sus formas aca- el pasado en esa forma» 64. En definitiva,
démicas, profesionales, sino de la histo- todas las culturas tienen un pasado pero no
ria per se» 60. Después de analizar la obra todas tienen «historia» 65. Aquí, las críti-
de Hayden White, de Frank Ankersmit y cas que minaron los fundamentos metafí-
de otros autores postmodernos, Jenkins sicos, ontológicos y epistemológicos de la
llega a la conclusión de que, al igual que historia con «mayúsculas» pueden ser
la historia con «mayúscula» —las meta- aplicadas con la misma efectividad a la
narrativas—, la historia con «minúscula» historia con «minúsculas».
es, en la actualidad, un discurso moribun- A este conjunto de cuestiones Jen-
do, está comenzando a desaparecer de las kins pone la etiqueta de antifundamenta-
conversaciones, y debe ser contemplado lismo, es decir, de una clase de escepti-
con mucha incredulidad por su naturaleza cismo sobre la naturaleza, metodología y
epistemológica débil y por su carácter funciones de un tipo de discurso que,
fuertemente ideológico. De hecho, afir- como todos los demás, es accidental;
ma Jenkins, deberíamos abandonar y pero, por otro lado, Jenkins resalta tam-
cambiar este tipo de discursos historio- bién que, si existen diferentes formas de
gráficos por nuevos imaginarios —en el apropiarse del pasado —fundamental-
sentido en que concibe el término Casto- mente porque existen diversos intereses y
riadis—: nuevos imaginarios morales diversas condiciones que influyen en la
postmodernos, «más allá del fin de las investigación y en la escritura de la histo-
historias» 61, algo que es, si no revolucio- ria—, no nos queda sino reconocer que la
nario, por lo menos sí utópico 62. historia «propiamente dicha», la historia
Una vez analizada y estudiada la na- defendida por los historiadores, no es
turaleza constructiva, textual y ficcional más que algo relativo a dichas condicio-
de las obras historiográficas —estudiado nes y a dichos intereses 66. Tenemos, por
en el apartado anterior—, el argumento de tanto, un pasado pero muchas historias.
Jenkins para reprender a las micronarrati- Como escribe Jenkins, «el relativismo
vas y para imaginar y proponer un mundo sugiere que el pasado puede ser apropia-
futuro sin historia, es el siguiente: por un do de modo legítimo en una multiplici-
lado, critica la ideología inherente en di- dad de formas y para una multiplicidad
cha disciplina al hacer pasar por natural o de propósitos» 67. Y es que todo el mun-
científica una práctica que es manifiesta- do tiene derecho a estudiar el pasado y a
mente cultural. «La historia, escribe Jen- darle el uso que considere apropiado, ya
kins, no es en absoluto un fenómeno natu- que el pasado no es propiedad de nadie y
ral ni tiene nada de eterno», algo con lo tampoco hay que dar crédito a los llama-
que muchos historiadores están de acuer- dos «guardianes del pasado», quienes se
do 63. La historia —es decir, la forma en autolegitiman para decirnos qué ocurrió
que percibimos y escribimos sobre el realmente en el pasado y para qué pode-
tiempo en nuestras sociedades y cultu- mos usar ese conocimiento 68.
ras— es un discurso contingente, no abso- Entonces, la pregunta es: ¿cómo dis-
luto. «“Es obvio” que nunca hemos visto criminar entre la multiplicidad de relatos
que pueda ser incorporado en el mains- do sólo nos llega a través de dispositivos
tream cultural una vez que sus «excesos» de ficción —es decir, imaginados— que
sean pulidos. No. El postmodernismo seleccionan, jerarquizan y dotan de signi-
consiste, precisamente, en esos excesos, ficado al pasado, al servicio de intereses y
e implica alcanzar una actitud militante y poderes del presente, contemporáneos del
radical «que no sólo socava el contenido historiador. Es lo que George Steiner ha
sino las formas ficcionales y gramatica- llamado «imágenes del pasado» 111. «El
les de las historias modernas, sin una piz- pasado como historia siempre ha estado y
ca de disculpa o de nostalgia» para ofre- siempre estará necesariamente configu-
cer, en su lugar, nuevas gramáticas orien- rado, envuelto en tropos, figurado en tra-
tadas al futuro más que al pasado y, como mas, leído, mitificado e ideologizado en
consecuencia, nuevas estrategias de críti- formas que nos resulten convenien-
ca y emancipación políticas 105. tes» 112. El pasado siempre está sobre de-
Mientras que Deeds Ermarth consi- terminado, en última instancia, por lo esté-
dera que el lenguaje narrativo postmoder- tico, por el fenómeno estético, representa-
no ha socavado el tiempo histórico y lo tivo, que ensambla mecanismos retóricos
ha sustituido por una nueva construcción y figuras de estilo en una narración inter-
de la temporalidad —a la que llama pretativa que implica, invariablemente,
«tiempo rítmico», rhythmic time 106—,
una toma de posición ideológica, es decir,
Harlan afirma que el único objetivo del
política 113. En este sentido, la historia ha
estudio del pasado es «lo que pueda sig-
sido siempre —y siempre será— un pro-
nificar actualmente para nosotros» —y,
en este punto, Harlan no está solo, puesto ducto estético, como no se han cansado de
que le acompañan Ankersmit y White—. subrayar Hayden White, Ankersmit, Jen-
Como sugiere Jenkins, lo que propone kins y otros pensadores tan poco sospe-
Harlan implicaría una especie de «estu- chosos de ser postmodernos como Danto
dios de apropiación» o de «estudios tem- o Gombrich 114.
porales», no de estudios históricos per Pero esto es simplemente el comienzo
se 107, algo que, quizás, ha mencionado de la obra de Jenkins. Por su parte, los de-
Martin L. Davis al proponer, irónicamen- senlaces argumentales de Jenkins son ra-
te, la creación de unos auto-reflexivos dicales en la forma y polémicos en el con-
departamentos universitarios —llamados tenido; son a la vez lacónicos y desarrolla-
Historics 108—, que hagan explícitas, por dos, son a la vez comienzos y finales,
ejemplo, las paradójicas conexiones de la críticas y esperanzas. El principal de todos
academia con el capitalismo. Por su lado, ellos es que no necesitamos ninguna histo-
Cohen propone desburocratizar las uni- ria para ubicarnos en el presente pero tam-
versidades y los planes de estudio 109. Sin poco para imaginar posibles futuros; no lo
embargo, las propuestas de Jenkins no necesitamos para comprender los tiempos
son ni tan explícitas ni tan específicas en presentes ni para construir proyectos polí-
esta materia. ticos emancipadores, reflexivos pero anti-
fundacionalistas 115. El ejemplo de esto es
3. Conclusiones inconclusas que una parte muy importante de la labor
intelectual de los postistas es realizada sin
Como hemos visto, la tesis fundamental conciencia histórica ninguna y sin que
de Jenkins sería que «el-pasado-como-his- ninguno de ellos sea un historiador. Es
toria», the-past-as-history 110, no existe verdad que muy esporádicamente —sobre
fuera de las apropiaciones textuales que todo en la actualidad— han sido los histo-
los historiadores construyen. Así, el pasa- riadores los que han propuesto mapas po-
líticos emancipadores para sus comunida- ción entre ellas 122. Por otro lado, cuando
des 116 pero, sin embargo, la crítica de Jen- ésta última falla, el relativismo garantiza
kins no deja de ser más certera por este la tolerancia mejor que cualquier forma de
hecho. Rorty es, en este sentido, un autori- universalismo totalizador, como ya habían
zado paradigma: «el estudio del pasado afirmado Rorty y Lyotard 123. En este sen-
por sí mismo, en sí mismo y para sí mismo tido, Jenkins está de acuerdo con Alain
no tiene interés alguno para Rorty, y no Badiou, quien considera el ser mismo de
hay razón para que lo tenga para noso- la humanidad no desde un universalismo
tros» 117. Socorridos por la deconstrucción esencialista, sino como la misma multipli-
derridiana 118, por el différend de Lyo- cidad, como la misma diferencia, y ello
tard 119, por el antifundacionalismo de sin renunciar a la idea de la emancipación
Rorty, por los simulacros y la indiferencia humana 124. Frente al universalismo Jen-
de Baudrillard, por el textualismo y la kins plantea, por tanto, un relativismo que
sublimidad de White, por la historicidad insiste especialmente en el relativo valor
post-kantiana de Ankersmit, por los cro- cognoscitivo de la historia —la historia es
nopios de Ermarth y por el relativismo de interpretación, es decir, el conjunto de re-
Harlan, estamos ahora en disposición de presentaciones «fallidas», abiertas 125—,
decirle adiós a la historia y de abrazar otra en la riqueza del juego entre esas interpre-
moralidad y otra historicidad. Merece la taciones, en historizar la misma labor his-
pena citar en extenso un párrafo de la in- toriográfica y, en definitiva, en transfor-
troducción de Jenkins a su ¿Por qué la mar en acción crítica y emancipadora el
historia?: «el escepticismo y el relativis- escepticismo epistemológico. Así, ahora
mo parecen ser entonces simplemente co- podemos desarrollar un proyecto político
sas que podemos aceptar y con las que po- postmoderno —como el que sugiere Mi-
demos convivir con alegría, conscientes chael Walzer— conscientes de la violen-
de nosotros mismos, tal como lo hacían cia involucrada en la difusión de una iden-
los sofistas antiguos [y nos ha recordado tidad —esencial— común, que estandari-
recientemente, entre otros, Stanley za las conductas, y asentados en la
Fish 120] y lo hacen los sofistas retóricos convicción del valor de la diferencia 126.
postmodernos: no parece haber ninguna Por último, una pregunta surge de inme-
alternativa fundacional: eso es lo que he- diato. Si Appleby, Hunt y Jacob tienen ra-
mos comprendido gracias a la “conciencia zón, y el escepticismo y el relativismo ac-
de uno mismo”. Por consiguiente, es por tuales provienen de la insistente democra-
este tipo de razones que creo que ahora tización de la sociedad 127, ¿defender la
empezamos realmente a vivir fuera de la objetividad y el esencialismo implica una
historia y de la ética y dentro del tiempo y defensa de la jerarquía y del statu quo y, a
la moralidad en formas más relajadas y, la postre, una crítica del poder emancipa-
espero, también emancipatorias» 121. dor de la democracia? El mismo Derrida
Ahora podemos imaginar un sistema planteaba que la democratización de una
político emancipador sin recurrir obsesi- sociedad se mide por la posibilidad que
vamente a la experiencia del pasado. En tienen las personas y los grupos de partici-
definitiva, Jenkins se declara —como par y acceder «al archivo, a su constitu-
Hayden White—, un relativista moral y un ción y a su interpretación» 128: es decir, a
escéptico reflexivo, ya que considera que construir su propia historia.
ambas posturas son la base del reconoci- Con las implicaciones políticas de
miento de las diferencias y de la diversi- esta cuestión centelleando de fondo, de-
dad y, en última instancia, de la coopera- jamos aquí la exposición e invitamos al
lector a que siga la obra del profesor Jen- BERTENS, H. y NATOLI, J. (2002): Post-
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NOTAS
brazos abiertos y con una generosidad ilimitada. En Historical Association, en 1997, en la estela de Jac-
segundo lugar, quiero agradecer a Vladimir López ques Derrida o de Sande Cohen.
Alcañiz, Marisa González de Oleaga, Ernesto Bohos- 10 Una escueta pero muy competente introducción
lavsky, Bárbara San Juan Sánchez y Arantxa Bolaños a White en: Jenkins (1994). Sobre el marxismo de
de Miguel por su apoyo y por su atenta y estimulante Jenkins, vid. Jenkins (2008a): 72.
lectura. 11 Domanska (2009). Sobre Danto, vid., entre
2 Ankersmit, F. R.; Domaska, E. y Kellner, H. otros, Ankersmit (2009).
(2009). 12 A sus intenciones didácticas podemos añadir
3 La influencia de Ankersmit en la obra de Jenkins una preocupación pedagógica por los problemas de la
es indudable. Jenkins ha dedicado multitud de capítu- enseñanza de la historia. Vid. un resumen de sus pri-
los, artículos y reseñas a desentrañar lo más importan- meras propuestas en: Jenkins (1991); Jenkins, K. y
te de la obra del filósofo holandés así como a destacar Brickley, P. (1990); Jenkins (1985); y Jenkins (1986).
13 Debates mantenidos con, por ejemplo, Marnie
su aportación a la filosofía de la historia en las últimas
décadas [uno de los últimos textos en: Jenkins Hughes, John Tosh, Arthur Marwick, Richard J.
(2006b)]. Sin embargo, progresivamente, Jenkins ha Evans, Michael Coleman o Pérez Zagorin. Vid. Jen-
venido desencantándose de la postura conservadora y kins (1996a). Vergara (2001) ha escrito una reseña ti-
pesimista de la obra del profesor de Groningen. Para tulada «¿Un futuro sin historia? El debate entre Pérez
esto último, vid. Bolaños de Miguel (2009): 98; y Jen- Zagorin y Keith Jenkins (1999-2000)». Otro de los
kins, K., «Cohen contra Ankersmit», copia particular, autores con el que Jenkins ha «debatido» más, aunque
pp. 2 y 7, ahora publicado en Jenkins (2008b). sea post mortem, ha sido con el historiador inglés
4 Jenkins (2006a): 193 y 221. Todas las traduccio- E. H. Carr: Jenkins (2000a).
14 Jenkins (1991a). Vid. una de las pocas reseñas
nes del inglés son nuestras, excepto donde hay traduc-
ción al castellano, que citamos oportunamente. sobre este libro, publicadas en España, en: Valdés Mi-
5 Vid. Bertens (2002).
yares (1999). Vid. también: González de Oleaga
(2003).
6 «Lo que el textualismo hace es prestar atención a 15 Jenkins, K. y Munslow, A. (2004); Munslow
las condiciones textuales bajo las cuales toda obra his- (2000); Munslow (2003).
tórica es hecha, bajo las cuales todo conocimiento his- 16 Jenkins (2003a): 1. Una perspectiva similar a la
tórico es producido», en Jenkins (1996c): 85. Vid. que se propone en este apartado en Lecker de Almei-
también Jenkins (1992). da, G., «Decoding Keith Jenkins’ Postmodern His-
7 En este sentido, Hayden White afirma que la his- tory», copia privada.
toria es construcción, «más específicamente un pro- 17 Tal y como aparece en la obra de Hayden Whi-
ducto del discurso y la discursivización», en White te o de Lyotard, por citar solamente dos influyentes
(2003): 43. autores.
8 Como ha mostrado Paul (2006). Le doy mis más 18 Vid. Clark (2004).
sinceras gracias al profesor Herman Paul por facilitar- 19 Vid. Megill (1989); y Connor (1996).
me una copia de esta —su todavía inédita— tesis doc- 20 Debemos distinguir entre «la postmodernidad»
toral. El mismo White confirma esta conexión: Jen- y «el postmodernismo», como fase cultural del capita-
kins (1998): 72 y 74. Por otro lado, Paul está elabo- lismo tardío (en la que vivimos) y como corriente (in-
rando una interesante obra sobre las implicaciones telectual y artística) que es crítica de la modernidad y
se esfuerzan por acortar esa distancia identificando, en 56 Megill (1985) y Megill (2007).
muchos momentos, al uno con la otra. Vid. también: 57 Rosenstone (1995); y Munslow, A. y Rosensto-
Jenkins (2003d): 2 y 3. ne, R. A. (2004).
33 Jenkins (2003b): 23. 58 Gumbrecht (2004); Gumbrecht (2005), y Gum-
34 Jenkins (2003b): 77. brecht (2006).
35 Kellner (1989): 12. 59 Schama (1993) y Schama (1989).
36 Cohen (1993): 62 y 152. Vid. también Davies 60 Jenkins (2004d): 134.
que fueron Peter Brickley y Philip Jenkins quienes le Ermarth (1992) y Harlan (1997).
convencieron de que el relativismo es la solución a los 89 Jenkins (2006a): 267.
raya que lo que diferencia a los historiadores como 22. Sobre el relativismo de White, vid. Baghramian
Maquiavelo, Michelet o Ranke de nuestros contempo- (2005): 86.
ráneos es que los primeros comprendieron los proble- 123 Vid. también White (2010): 61; y Connor
mas, con un sentimiento de urgencia que les falta a los 125 Jenkins (2009): 150, donde Jenkins habla de
bre la izquierda norteamericana es un texto «histori- 127 Appleby, J.; Hunt, L. y Jacob, M. (1998): 15 y
su posición liberal y relativista, Rorty (1999). «deconstrucción postmoderna» como «totalmente op-
118 Que tanta influencia ha tenido, incluso en la timista», en el sentido nietzscheano del término, en
crítica literaria y cultural, tan cara al propio Derrida: Jenkins (2005): 25.
vid., por ejemplo, VV.AA. (2003). 130 Algunas reflexiones en su última obra: Jenkins
119 Sobre Lyotard, vid. Jenkins (2004c). (2009a). La opinión de Cornel West sobre las relacio-
120 Fish (1989). nes entre una posición historicista, contextualista y, fi-
121 Jenkins (2006a): 56 y 339: «ahora podemos vi- nalmente, revisionista, y una defensa de la libertad y
vir fuera de la historia pero en el tiempo, fuera de la de la democracia radical, es muy interesante, vid.
ética pero en la moralidad, en formas emancipatorias Osborne (1996): 132.