Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cuando me alisto para manejar en un largo viaje, siempre checo un mapa. Pero
no busco un mapa que muestre caminos secundarios y calles residenciales.
Demasiados detalles al principio pueden ser demasiado confusos. En su lugar,
busco las carreteras principales que lleguen a mi destino y tengo una mejor
percepción de todo el viaje. Después saco los mapas que tienen más detalles.
En el capítulo anterior, vimos que aplicar las narrativas del Antiguo Testamento
al mundo moderno requiere ajustes a la época, cultura y personales. Estas
consideraciones son como mapas de varias escalas que guían nuestros
esfuerzos. Los ajustes de la época nos dan un panorama más amplio, las
consideraciones culturales se enfocan en más detalles, y las variaciones
personales tratan más específicamente las consideraciones individuales. En
este capítulo bosquejaremos los ajustes a gran escala que se deben de hacer
cuando aplicamos los motivos del Antiguo Testamento a través de las grandes
épocas de la historia de la redención. En los próximos dos capítulos pondremos
consideraciones culturales y personales dentro de este gran marco.
Las aplicaciones a través de los años abarcan un buen número de asuntos
importantes. Tomaremos tres: la estructura de la época de la historia de la
redención, las narrativas del Antiguo Testamento y Cristo y la teocracia
cristiana. ¿Cómo describe la Escritura las épocas de la historia de la
redención? ¿Qué lugar tiene Cristo en la aplicación moderna? ¿Cómo debemos
aplicar las historias del Antiguo Testamento a nuestra época?
Por esta razón toda la revelación anterior debe de ser reinterpretada a la luz
de los principios de la revelación postrera.
Pero ¿no es el adulterio siempre adulterio? ¿no es la blasfemia siempre
blasfemia? ¿no es robar lo mismo en todas las épocas? ¿no permanecen
simplemente iguales estos principios del Antiguo Testamento? En un sentido,
sí, pero en otro, no. Cuando resumimos el significado original de estos motivos
en términos generales – relativamente divorciados de sus connotaciones
específicas del Antiguo Testamento – necesitamos hacer algunos ajustes en
tanto nos movemos de una época a otra. Pero cuando definimos estos temas del
Antiguo Testamento en términos de las connotaciones específicas que tuvieron
en la época del Antiguo Testamento, podemos ver plenamente que aún las
aplicaciones de estos principios morales deben de pasar por ajustes a nuestra
época.
El adulterio siempre es malo, pero para los escritores del Antiguo Testamento
este principio no puede estar enteramente separado de los castigos prescritos
en la Ley de Moisés (Levítico 22:10). A la luz de la enseñanza del Nuevo
Testamento el adulterio dentro de la iglesia ya no debe de ser asociado con el
castigo capital, sino con la excomunión eclesiástica (1 Corintios 5:1-13). La
blasfemia en el Antiguo Testamento incluía la profanación de los rituales del
tabernáculo Mosaico (Levítico 19:5-8), pero no en nuestra época. Las
prohibiciones en contra del robo en el Antiguo Testamento incluían respeto
para la heredad permanente de la tierra de un prójimo Israelita (1 Reyes 21:1-
19), pero no en nuestro tiempo. Si resumimos los principios del Antiguo
Testamento en categorías, términos históricos, inconscientemente hemos
comenzado a hacer ajustes a la época. Pero si los definimos de acuerdo a su
situación original, la necesidad para los ajustes de la época en todos los
aspectos se vuelve evidente.
Para aplicar las historias del Antiguo Testamento a nuestros días, siempre
debemos ver el significado original en términos de los desarrollos orgánicos de
la historia de la redención. Todos los motivos de las historias del Antiguo
Testamento permanecen autoritativos para nosotros porque nuestra época se
edifica sobre la revelación de épocas anteriores. No desechamos o negamos la
autoridad de cualquier enseñanza en las historias del Antiguo Testamento. Pero
el árbol de la revelación divina ha madurado. Las variaciones de la época entre
las etapas inmadura y madura afectan la aplicación moderna de cada dimensión
de estas historias.
Profeta
Como nuestro Profeta, Jesús reveló a Dios a Su pueblo. El enseñó la Ley con
Sus palabras y obras (Mateo 5:17-20; 22:34-40; Marcos 1:44; 7:9-13). El
proclamó juicio en contra del pecado y llamó al arrepentimiento y fe (Mateo
5:21-22; 12:36-37; 4:17; Lucas 13:3, 5; Juan 3:16, 18, 36; 9:39). El fue más allá
que Moisés al dar una nueva revelación. Por medio de Su enseñanza Jesús
reveló más acerca de Dios que lo que jamás se había sabido antes (Lucas 10:22;
Juan 1:17-18).
La dimensión profética del señorío de Cristo da luz a los pasajes del Antiguo
Testamento de dos formas. Primero, si un pasaje se refiere explícitamente a
un profeta del Antiguo Testamento, nos dirige hacia la obra profética de
Cristo. Por ejemplo, por todo el libro de Éxodo, Moisés actuó como un profeta
que instruía a los Israelitas. Debido a este enfoque del trabajo profético de
Moisés, podemos aplicar este libro al ministerio profético de Jesús. Él también
advierte contra la hipocresía e insiste en que Su pueblo viva fielmente ante
Dios. Como Cristianos vemos a Moisés como una figura histórica en el libro de
Éxodo así como prefigurando a Cristo, el gran Profeta.
En la historia de la viña de Nabot (1 Reyes 21:1-29), Dios llamó a Elías el
profeta para condena al rey Acab y a su esposa Jezabel (1 Reyes 21:17-29) por
maltratar a Nabot. Los Cristianos reconocen la autoridad de Elías como el
profeta de Dios, pero su ministerio también nos apunta al trabajo de Cristo. El
registro de Mateo del Monte de la Transfiguración ilustra que Cristo
permaneció en continuidad con Elías, aplicando la Ley de Dios a Sus días (Mateo
17:1-3). Al aplicar la historia de la viña de Nabot a nuestro tiempo, debemos de
dar atención al ministerio profético de Cristo.
Segundo, aún cuando un pasaje se refiera a la revelación divina a parte de un
profeta específico, debemos de relacionar el material al oficio profético de
Cristo. Muchas historias del Antiguo Testamento tocan la proclamación de la
Palabra de Dios. En cada caso debemos de dirigir nuestra atención a Cristo
como Profeta. Por ejemplo, en Génesis 12:1-3 Dios llama a Abram a la tierra
prometida. Ningún mediador humano se menciona; sin embargo, este evento
simboliza el llamamiento de Cristo para todos Sus seguidores para dejar este
mundo y seguirlo.
Las historias del Antiguo Testamento revelan el señorío de Cristo al enfocarse
en la revelación de Dios. A veces los profetas explícitamente estaban en
primer plano. Otras veces Dios habló por otros medios. En cualquier caso los
intérpretes Cristianos deben de trazar la conexión a Cristo como Profeta
cuando sea que aparezca la autoridad de la Palabra de Dios en los textos del
Antiguo Testamento.
Sacerdotes
Como nuestro Sacerdote, Jesús nos trae en comunión con Dios. El se ofreció a
Si mismo como un perfecto sacrificio en pago por nuestros pecados (Juan
1:29); Romanos 8:1-4; 2 Corintios 5:21; Hebreos 9:28). Nuestros pecados son
perdonados (Romanos 6:18); somos justificados (Romanos 3:24; 5:1; 8:30) y
santificados (1 Juan 1:7; 3:6-10) en el servicio de Dios por el trabajo
sacerdotal de Cristo.
Muchas historias del Antiguo Testamento revelan el señorío de Cristo en dos
maneras por lo menos. Primero, muchos textos se refieren explícitamente a los
sacerdotes. Por ejemplo, en 1 Samuel 2:12-17 los hijos de Elí profanaron los
rituales de adoración. Dios condenó su rebelión y proveyó un reemplazo por el
bien de Israel (1 Samuel 2:34-36). Los lectores originales de esta historia
aprendieron sobre los sacerdotes y los sacrificios del Antiguo Testamento. Al
aplicar este pasaje a nuestro tiempo, aprendemos de Cristo, nuestro
Sacerdotes. En los días de Jesús Dios rechazó la profanación de la adoración
de Israel, pero Jesús abrió el camino para las bendiciones de Dios a través de
su propio sacrificio e intercesión sacerdotal.
Similarmente, en Crónicas, Abías reprochó la reino del norte por rechazar la
orden sacerdotal en Jerusalén: “¿No habéis arrojado vosotros a los sacerdotes
de Jehová, a los hijos de Aarón y a los levitas, y os habéis designado
sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras” (2 Crónicas 13:9). Este
pasaje enseñó a la audiencia original de su necesidad de establecer el
sacerdocio del Antiguo Testamento en orden apropiado durante la restauración
post-exílica. Sin embargo, los intérpretes cristianos deben de ir más allá de
este entendimiento y aplicar el pasaje a Cristo como Profeta. Él es el
Sacerdote divinamente ordenado en nuestro tiempo. Para responder en
obediencia a este pasaje hoy en día, debemos de dirigirnos a Él como nuestro
mediador.
Segundo, muchas historias del Antiguo Testamento tocan temas asociados con
la función sacerdotal sin mencionar específicamente a los sacerdotes. Perdón
de pecados, sacrificios, adoración, oración y comunión con Dios toman el primer
plano en muchos pasajes. Cuando aparezcan estos motivos, debemos de hacer
conexiones con el oficio sacerdotal de Cristo.
Por ejemplo, la historia de Jacob en Bet-el (Génesis 28:10-22) tiene que ver
con la presencia especial de Dios en la vida de Jacob. Jacob responde a su
visión de la escalera hasta el cielo diciendo: “No es otra cosa que casa de Dios
y puerta del cielo” (v. 17). También adora y hace un voto de pagar el diezmo.
Los lectores originales de Moisés asociaron esta historia con su adoración en el
tabernáculo, pero también aprendemos de Cristo en este pasaje. El es nuestro
Mediador, nuestra escalera al cielo. Como Jesús mismo lo puso: “De cierto, de
cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios
que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. (Juan 1:51).
Las narrativas del Antiguo Testamento revelan el señorío de Cristo en tanto
que tocan motivos que anticipan Su oficio sacerdotal. Por medio de su enfoque
específico en sacerdotes e tratados generales de adoración, perdón y otras
funciones sacerdotales, podemos ver qué tan central debe de ser Cristo en
nuestra aplicación de las historias del Antiguo Testamento.
Rey
Nuestro Rey, Jesús reina sobre todas las cosas, llamando a Su pueblo a
someterse a Su gobierno (Salmo 2:10-12). Nos defiende y va delante de
nosotros a la batalla (Salmo72:4; Juan 10:28-29; Apocalipsis 19:11-14),
conquistando el mal y asegurando una herencia eterna para Su pueblo (Juan
14:2-3; Efesios 1:13-14, 18-19ª; Hebreos 2:14; 12:28; 1 Juan 3:8).
El reino de Cristo tiene que ver con las narrativas del Antiguo Testamento en
dos maneras. Primero, Cristo es el cumplimiento del reinado divino. A través de
todo el Antiguo Testamento, sólo Dios es el monarca absoluto en Israel (1
Samuel 12:12; Salmo 24:7-8; 29:10; 44:4, 47:2-8; 48:1-2; 89.18; Daniel 4:34;
6:26). Los reyes humanos gobernaron como Sus vice-regentes pero nunca como
Sus substitutos. Como la segunda persona de la Trinidad, Cristo es la expresión
suprema del gobierno divino sobre el pueblo de Dios.
El primer libro de Samuel 8:5 reporta que Israel pidió “un rey que nos juzgue,
como tienen todas las naciones”. Su deseo por la seguridad de un rey humano
con poder absoluto fue un rechazo a Dios como Rey. “No te han desechado a ti,
sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” le dijo el Señor a
Samuel (1 Samuel 8:7). Este pasaje recordó a los lectores originales del reino
de Dios sobre Israel. Para los intérpretes cristianos apunta hacia Cristo, el Rey
divino. La renunciación de Israel de confiar en Dios como Rey paralela nuestro
fracaso en confiar en Cristo. Cuando nos dirigimos a otras fuentes de
seguridad y fortaleza, repetimos su fracaso.
Segundo, Cristo es el Rey humano perfecto. Jesús nació como Hijo de David y
cumplió la esperanza de una dinastía Davídica permanente (Mateo 1:1; Marcos
11:10; Lucas 1:32-33). Consecuentemente, los registros del Antiguo Testamento
de reyes humanos en Israel también apuntan hacia el reinado de Cristo.
Por ejemplo, el registro del Cronista del reinado de Asa (2 Crónicas 14:1-16:14)
se enfoca en la obediencia y el fracaso del rey. Mientras Asa fue fiel a Dios,
experimentó gran victoria; pero cuando siguió su propio camino, fracasó
miserablemente. Estos pasajes captaron la atención de los lectores originales a
los reyes Davídicos, pero como intérpretes Cristianos, podemos también ver la
conexión con Cristo. Cristo fue completamente fiel en su llamado real,
asegurando una victoria eternal para Su pueblo. En donde todos los otros reyes
fallaron, El triunfó.
Más aún, este reinado de Cristo se anticipa donde sea que las historias del
Antiguo Testamento traten con paz y guerra, victoria y fracaso, castigo y
recompensa. Estos motivos siempre estuvieron muy asociados con el reinado y
apuntan hacia el trabajo de Cristo como Rey. Por ejemplo, cuando Abram
conquistó a sus enemigos y rescató a Lot (Génesis 14:1-16), la bendición de Dios
de victoria fue una demostración de Su poder real. Los lectores de Moisés
ganaron confianza para sus conquistas de Canaán de esta historia. Como
intérpretes cristianos se nos recuerda de la gran victoria sobre el pecado y la
muerte lograda por nuestro Rey, Jesucristo.
Siempre debemos de ver las narrativas del Antiguo Testamento a la luz del
señorío de Cristo. Para lograr este objetivo, podemos comenzar con una simple
pregunta. ¿Cómo se enfoca en las dimensiones profética, sacerdotal y real de la
vida del Antiguo Testamento el pasaje que está ante nosotros? Al tocar los
textos estos motivos, nos guían a considerar los tres oficios de Cristo (ver
figura 59).
La Teocracia Cristiana
Como hemos notado en varias ocasiones en este capítulo, los cambios entre las
épocas de la historia de redención han hecho del vivir fielmente ante Dios hoy
en día del vivir fielmente ante Dios en los tiempos del Antiguo Testamento.
Estas diferencias resultan del carácter de nuestra teocracia Cristiana. Para
darnos cuenta de estas variaciones, veremos el ideal teocrático y Cristo, fases
de la teocracia Cristiana, y ajustes a la teocracia Cristiana.
Otros libros. Los libros narrativos que quedan también hablan una palabra
relevante a nuestros deberes teocráticos. El libro de Rut apoya la legitimidad
de la línea de David a pesar de la presencia de una Moabita en sus ancestros;
como Cristianos seguimos a Cristo, cuyo derecho de reinar constantemente es
desafiado. El libro de Ester enseñó al pueblo de Israel cómo servir a Dios
fielmente en tierra extraña; debemos de aprender a servir a Dios en un mundo
pecaminoso. El libro de Josué puso en sus lectores originales la importancia de
llevar la Palabra de Dios a otras naciones. Hoy en día los Cristianos están
comisionados a llevar la Palabra de Cristo por todo el mundo también.
Estos comentarios apenas tocan la importancia de estos pasajes de la Escritura
para nuestra época. Aún así apuntan en dirección de los ajustes que debemos
de hacer al aplicar el significado original de estos libros a nuestra era
presente. Las narrativas del Antiguo Testamento son autoritativas para
nuestra época, pero debemos de responder a ellas como el pueblo de Dios que
vive entre la primera y segunda venida de Cristo. Dejando los ideales
nacionalistas de Israel atrás, viajamos por este mundo caído, esperando el
regreso de Cristo y la completa realización de la teocracia mundial en Él.
Conclusión
En este capítulo hemos bosquejado varios aspectos vitales al aplicar las
historias del Antiguo Testamento a nuestra época. La historia de la redención
consiste de muchas épocas, pero la venida de Cristo trajo el giro más
significativo en la religión Bíblica. Como resultado Cristo es el punto focal
hermenéutico de todos los intentos de traer estos pasajes a nuestra era.
Debemos de ver las narrativas del Antiguo Testamento a la luz de Sus oficios
profético, sacerdotal y real. Como pueblo de Dios viviendo entre la primera y la
segunda venida de Cristo, debemos también tomar en cuenta las diferencias
entre la teocracia del Antiguo Testamento y el estado presente de la sub-
cultura de la teocracia Cristiana. Con estas consideraciones a gran escala en
mente, podremos movernos hacia aplicaciones más efectivas de las historias
del Antiguo Testamento para nuestra época.
Preguntas de Repaso
Ejercicios de Estudio
1. Haz una lista de diez temas principales que aparecen en las historias del
Antiguo Testamento. Reflexiona en cómo fue modificado cada tema al
progresar la historia de la redención en el Antiguo Testamento y en
Cristo.
2. Examina 2 Crónicas 12:1-12. Enlista tres implicaciones originales de esta
historia. Haz conexiones de cada implicación a los oficios de Cristo en
las tres fases de la teocracia Cristiana.
3. Examina Génesis 11:1-9. repite los pasos en el ejercicio 2.