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Jn 2,1-12

El pasaje evangélico de las bodas de Caná es quizá uno de los mejor conocidos.
Todos recordamos a la madre de Jesús que es la única en darse cuenta de que
se estaba acabando el vino.
No está preocupada por ella o por su imagen. Sus ojos y su corazón miran y se
preocupan de que todos sean felices, de que aquella fiesta no se vea turbada. La
preocupación por aquellos 2 jóvenes de la boda la empuja a dirigirse a su Hijo
para que intervenga: “No tienen vino” le dice María. Ella sentía también suya
aquella fiesta, sentía también suya la alegría de aquellos dos jóvenes esposos.
En Caná María indica el camino a los siervos: “haced lo que él os diga”. Es el
camino simple de la escucha del Evangelio que se nos indica también a nosotros.
Es un camino que todos estamos invitados a recorrer. El cristiano es el que
obedece al Evangelio, como hicieron aquellos siervos. Cuando María les dijo:
“haced lo que él os diga”. A partir de la obediencia al Evangelio empiezan los
signos del Señor, sus milagros en medio de los hombres.

¿Cuál es el vino que nos falta en nuestro mundo?


¿El vino de la paz, el de la ternura; el vino de la fe, de la esperanza y del amor; el
vino de la verdad...?
Cuando faltan estos vinos, la vida se "avinagra". Se vuelve triste y sin sentido.

El mandamiento que los siervos reciben de Jesús es singular: “Llenad


las tinajas de agua”. Es una invitación simple, tan simple que casi nos empuja a
no hacerla: ¿qué tiene que ver el agua en las tinajas con la falta de vino? Ellos
no comprenden hasta el fondo el sentido de aquellas palabras, pero obedecen.
Con frecuencia también a nosotros nos sucede que no comprendemos bien el
sentido de las palabras evangélicas. Lo que cuenta es la obediencia al Señor.

Él realizará el milagro. Después de haber llenado las seis tinajas, los siervos son
enviados a llevar el agua a la mesa. También este mandato resulta extraño. Pero
una vez más obedecen. Y la fiesta se salva.
El Evangelio nos relata como el Mayordomo dice: “Todos sirven primero el vino
bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno
hasta ahora”. Así comenzó Jesús sus milagros en Caná de Galilea.

Necesitamos milagros de "vino"; el mundo necesita ver que los vinagres sin sentido
se transformen en vino bueno y generoso, el vino del amor y la esperanza, el que
germina en fe.
Pidamole al señor esta noche que nos provea siempre de su vino, lleno de amor y
esperanza para poder compartirlo con los que mas lo necesitan.

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