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El inconsciente colectivo
Pasaron varios minutos sin que nadie pudiera dar una respuesta, hasta
que finalmente el maestro se puso de pie, tomó un plumón y dibujó, junto
a la primera, una segunda línea mucho más grande, como se observa en
la gráfica 2. ¿Cuál es su significado? La primera línea, la pequeña, son
todos aquellos aspectos negativos de las sociedades, en ella está la
corrupción, la deshonestidad, los antivalores que dañan a toda sociedad;
la segunda línea, la mayor, significa una corriente nueva y vigorosa, de
tal fuerza que lo negativo, junto a ella, se verá mucho más pequeño.
En el fondo, esto quiere decir que es mucho más fácil crear hábitos de
Excelencia que erradicar los anti valores que existen en la sociedad. Nos
hemos desgastado durante muchísimo tiempo combatiendo lo malo que
tiene nuestro país y definitivamente hemos tenido la miopía de no
inculcar valores superiores que hagan que sea tal su grandeza y su fuerza
que lo malo se vea pequeño.
Si por otra parte recordamos que el hábito durante 300 años en nuestro
país fue trabajar sin cobrar, entonces, ¿qué significa hoy el trabajo en el
inconsciente colectivo del mexicano? Pues sencillamente que el trabajo es
una desgracia, una obligación, el trabajo es tan malo que hasta pagan por
realizarlo.
Otro ejemplo sembrado en el inconsciente colectivo durante 300 años
fue la circunstancia del indio que acudía al fraile para pedirle su consejo,
porque llegó el sarampión o la peste y de pronto acabó con toda una
familia y entonces el padrecito le respondía: “Espera, hijo, espera”; o
también llegaba el patrón, el señor de la encomienda, y lo despojaba de
su ganado o de su familia y el padre le volvía a aconsejar: “Espera, hijo,
espera, algún día tendrás tu recompensa”. Entonces, los mexicanos nos
hemos convertido en seres milagreros, inconscientemente esperamos que
algo suceda para que nos resuelva nuestra vida.
Hoy podríamos afirmar, en forma irónica, pero con mucho sentido, que
en nuestro país más que católicos adoramos a “Alá”, porque “a la” mejor
baja el dólar, “a la” mejor nos va bien, “a la” mejor nos sacamos la
lotería, “a la” mejor Dios nos ayuda... Y “a la” y “a la”, y nunca lo
logramos porque sencillamente estamos esperando un milagro, una
circunstancia que en un momento dado nos modifique toda nuestra
circunstancia existencial y ahí está el éxito de la Lotería Nacional, de
Pronósticos Deportivos y de otros sorteos, que constituyen la esperanza
de quienes sueñan con que el azar va a resolver su existencia.
Otro ejemplo es: ¿Por qué tiramos la basura en las calles?, porque las
calles “no le pertenecen a nadie”, es decir, son de nadie. Por eso
contaminamos los ríos, destruimos los bosques, envenenamos el aire,
porque inconscientemente sabemos que lo único mío es lo que tengo
debidamente escriturado, tenemos un complejo patrimonial como otro
hábito registrado en nuestro inconsciente colectivo.
México vivió hace pocos años un proceso de cambio monetario con los
nuevos pesos, que consistió en quitarle tres ceros a la moneda anterior, y
acostumbrar el inconsciente de la ciudadanía a las cifras de las nuevas
monedas tardó más de dos años, durante los cuales recurríamos
constantemente a las cifras expresadas de la manera anterior; sin
embargo, después de este tiempo los nuevos pesos ya están en el
inconsciente colectivo.
Nuestra propuesta:
cambiar el inconsciente colectivo del mexicano
Fondo y forma
Como lo dice nuestra amiga Ana María Rabatté: “En vida, hermano, en
vida...” En el fondo puedes haber sentido muchas cosas por alguien, pero
nunca tuviste la forma de demostrarlo. Cualquier mexicano puede decir:
“Es que yo en el fondo quiero mucho a México”, ¿y en qué forma se lo
demuestras? “Es que yo en el fondo amo a mi pareja”, ¿cómo se lo
expresas? “Es que en el fondo quiero a mis hijos”, ¿y qué haces por tus
hijos? Una persona puede tener un gran “fondo”, pero si no lo expresa en
acciones, si no le da “forma concreta”, está andado. Hay muchas
personas que me dicen: “Miguel Ángel, yo soy una persona muy capaz,
extraordinariamente capaz, súper capaz, pero nadie lo sabe”, más bien es
un asno conocido, eso sí que es una gran realidad.
¿Cómo puede una persona demostrar su grandeza? A través de sus
formas, pero ¿qué es más importante: el fondo o la forma? (Véase gráfica
4.) La esencia es que lo importante del fondo es la forma; una persona
con demasiadas formas, que tiene estilo, es muy cortés, diplomático,
etcétera, pero a quien en el fondo no le interesa su país, no le interesa
servir, lo que desea es servirse a sí mismo, obviamente es una persona
que tiene mucha forma, pero no tiene nada de fondo. Imaginemos una
mujer bellísima con unas formas increíbles, con un gran “hardware”, pero
nada de “software”, está vacía totalmente por dentro.
Para poder dar forma a una persona, primero hay que dotarla de un
fondo, de un contenido, después lo importante del fondo será la forma en
que lo exprese. Cuando una persona desea manifestar su grandeza la
única forma de demostrarlo es a través de sus acciones, de sus hechos,
“hechos son amores”, lo demás son solamente buenas intenciones.
Todos los seres humanos necesitamos tener una misión. Toda empresa
o institución debe tener una misión, la misión de servicio que se proponga
y que es su razón de existir, ¿para qué fue creada una empresa? El
primer gran cuestionamiento de toda empresa es entonces:
¿Cuál es la misión a cubrir dentro de la comunidad?
Como puede apreciarse, este modelo tiene dos ejes, el eje horizontal es
el material; es el ir y venir actuando y buscando un resultado, pero si sólo
tomamos en cuenta e1 actuar por un beneficio inmediato, corremos el
riesgo de perdernos en lo urgente sin tomar en cuenta lo importante. Aquí
es donde entra el eje vertical que podría llamarse la brújula, porque nos
indica de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos, hacia dónde nos
lleva nuestra manera de pensar.
Como país, lo más importante es tener una visión rectora a largo plazo,
ya que los cambios para el desarrollo necesitan tiempo de aceptación y
aprendizaje; presentan los problemas inherentes a la renunciaci6n de los
paradigmas y en los procesos evolutivos es en donde se busca, a través
de programas, mantener un ritmo y un camino definido, y los periodos de
gobierno deben ser en sí eslabones de procesos que engarcen los
esfuerzos, avances y aprendizajes logrados para que esto sirva de
peldaño al siguiente periodo, con bases sólidas para lograr continuidad,
pasando la estafeta prepositivamente, de tal manera que los resultados
sirvan para sumar y multiplicar logros y las fallas sean factor de
reconsideración o readecuación a la gran directriz, a la visión rectora de
largo plazo.
Sin duda que el nuestro es un país realmente joven y con una incipiente
cultura y filosofía política que todavía no alcanzamos a comprender.
Presenta como tal, todas las ventajas y desventajas que esta juventud
misma conlleva: mentalidad paternalista, cortoplacista, exige gratificación
inmediata a cualquier esfuerzo en lugar de pensar en ahorrar para el
futuro, jugamos a la simulación, intrépidos al actuar, arriesgamos por
impulso sin medir consecuencias, acostumbramos justificarnos frente a
nuestros errores o imprudencias, y postergamos las responsabilidades,
pensando que es obligación de los mayores el prestamos o apoyamos
para que salgamos adelante. Sin embargo, ante un entorno globalizado,
en un mercado abierto, como decidimos estar, la interacción internacional
nos obliga a jugar con las mismas reglas de juego que los países más
grandes, maduros y avanzados, sin excusa ni justificación. Esto nos hace
ver en el concierto de las naciones como inexpertos intrépidos, poco
confiables o víctimas fáciles de jugadores de primer nivel.
Una vez decidido el “macro objetivo” que diseñamos para el futuro del
país, el cual refleja el fondo de nuestra aspiración colectiva, vamos a
mantener con una disciplina consistente un sistema en donde se planee y
se convenga en forma integral, creando programas de peno-dos
gubernamentales que a su vez se subdividan en programas anuales y
sectoriales, para poder establecer metas a corto y mediano plazos.
Entonces los avances, logros y resultados se evalúen a través de un
sistema de meritocracia que priorice criterios a través del proyecto de
nación, antes que favorecer las ventajas personales, sectoriales o permitir
las luchas por el poder que tanto han dañado a nuestro país.