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Democracia en Bolivia:

Entre memoria política e historia constitucional

En Bolivia, el 10 de octubre se celebra 30 años de la recuperación de la democracia. Mucha


agua ha corrido bajo el puente, mucha memoria se tiene para el presente. La clase obrera y
el movimiento campesino constituyen la memoria política de la resistencia y la victoria
popular.

Por ese tiempo, la política exterior estadounidense utilizaba las dictaduras, la doctrina de
seguridad nacional y el Plan Cóndor como los mecanismos de control militar en América
Latina, con visos a la implementación del neoliberalismo, tal como lo denuncia Noemi Klein
en “La doctrina del shock”.

Pinochet fue el primer gobierno que, después de asesinar a Salvador Allende, impuso las
políticas de ajuste con ferocidad genocida; Videla en Argentina no quedó atrás; Stroessner
en Paraguay fue la pesadilla más tenebrosa que ha conocido el pueblo hermano y duró 35
años.

Para Bolivia, el 10 de octubre no sólo representa la consolidación de las elecciones de 1980,


sino el cierre definitivo de un largo periodo de oscuridad militarista, autoritarismo,
corrupción y narcotráfico. Por ello la fiesta popular del 10 de octubre de 1982 contó con, al
menos, 20.000 obreros y campesinos en la Plaza de San Francisco de Chuquiawu Marka.

La recuperación de la democracia (1982), las jornadas de marzo (1985), la elección de Víctor


Paz Estenssoro (1985), la Marcha por la Vida (1986), el preludio indio en la Central Obrera
Boliviana (COB), el triple empate y el MIR (1989), la reforma del Estado (1991), la Marcha por
el Territorio y la Dignidad (1991), la guerrilla urbana (1991-92), Sánchez de Lozada
presidente, etc.
La guerra del agua (2001), las elecciones de 2002 y el Goni, febrero negro y la guerra del gas
(2003), los interinatos de Carlos Mesa (2003-2004) y Rodríguez Veltzé (2004-2005), el
referéndum del gas (2004), la elección de Evo Morales, primer presidente indígena con el
52% (2005), el referéndum aprobatorio y dirimitorio (2009), la promulgación de la nueva
constitución, etc.

Las elecciones 2009 y Evo Morales con el 64% y, finalmente, el anuncio del Plan Patriótico
2025 constituyen hitos que hablan por sí solos de los desplazamientos normativos,
narrativos, institucionales, económicos y culturales de la democracia en Bolivia.

Bolivia, América Latina toda, vive una hora histórica, son tiempos donde la dignidad se pone
por encima del desprecio, donde la solidaridad se pone por encima del sálvese quien pueda.
La democracia en Bolivia ha dejado de ser un asunto de elites para ser asunto de pueblos,
ya no es nacional, es plurinacional. Ya no es sólo para votar, sino para botar a los flojos,
mentirosos o racistas.

La democracia en Bolivia ya no es una pesadilla neoliberal, sino la realidad de un sueño


llamado gobierno del pueblo, desde el pueblo, con el pueblo. La democracia en Bolivia es
de los invisibles e invisibilizados; despreciados y depreciados entran en la historia y en la
revolucionan, a mano y sin permiso. La democracia en Bolivia ha decidido descolonizarse,
hacerse indígena y popular

“Todos somos pueblo”, dijo el presidente Evo Morales, lo dijo para la democracia. Pero la
democracia tiene alma colonial, nació colonial, nació sin los indios, nació contra los indios…

La democracia, como colonialidad republicana explicada desde Guiseppe de Vergotini, nos


señala que en la América Latina del siglo xix “la oleada de constituciones subsiguientes a la
adquisición de la independencia, por otra parte, no significa en absoluto, la adhesión al
modelo democrático, en efecto, es esta la demostración más evidente, en la mayoría de los
casos que se presentan, de la introducción de regímenes constitucionales puramente
teóricos. Para la mayor parte de las poblaciones antes sometidas a la dominación colonial,
no se produce otra cosa que una transición, de una subordinación pasiva a la potencia
extranjera, a una subordinación constitucionalmente asegurada, a un nuevo poder
autoritario, a menudo acompañado por una movilización y un consenso de masas. Hay que
agregar el fenómeno político no siempre perceptible, mediante la lectura de los textos
constitucionales de la subsistencia de los vínculos de control, por parte de las antiguas
potencias a través del control de los recursos económicos, formalizado incluso mediante
acuerdos de colaboración de asistencia técnica para el desarrollo”.

En el siglo xix, Inglaterra y Francia hacían grandes negocios con la democracia, voto
censatario, sin mujeres ni indios, ayuda financiera y deuda externa fueron las formas
elementales del ninguneo nacional en América Latina. Parimos América Latina para ejemplo
europeo, ¿quién dice algo al respecto?

Europa, con sus estados-nación, existe porque antes nacieron las naciones latinoamericanas,
la independencia no sólo fue un gran negocio capitalista, sino también una fiesta oligárquica
enana y sin vocación histórica. Estados coloniales mendigos…

Las constituciones fueron el vehículo de la colonialidad del poder: “(…) en el caso


latinoamericano del siglo xix existía un régimen jurídico instaurado por España: mayorazgos,
resguardos, alcabalas, esclavismo. Pero en el mundo no había ambiente para que lo feudal
subsistiera y el nuevo orden jurídico se fue implantando por su propia fuerza. Esto no
significaba que por generación espontánea brotaran las nuevas instituciones en
Latinoamérica. Los estados europeos promovían sus intereses y las instituciones que les eran
propias por diferente medios”.

Si los europeos del siglo xix “promovían” constituciones, en el siglo xx Estados Unidos
“imponía” constituciones: “(…) en comunicación oficial (octubre de 1945) que el Secretario
de Estado norteamericano, James F. Byrnes, le dirigió al general Douglas Mac Arthur,
comandante supremo de las fuerzas aliadas en Japón, le decía: ‘hay que asegurarse que la
constitución de Japón sea reformada para constituir un gobierno responsable ante un
electorado de amplia representación. Se debe tomar medidas para que la rama ejecutiva del
gobierno derive su autoridad de un cuerpo legislativo de amplia representación ante el cual
debe ser responsable: si no se mantiene la institución del emperador, garantías
constitucionales contra tal institución no se requieren obviamente, pero se debe establecer:
1) completo control por un congreso elegido sobre asuntos presupuestales y financieros. 2)
garantía en materia de derechos civiles fundamentales para todas las personas dentro de la
jurisdicción japonesa, pero de ninguna manera solo para los japoneses. 3) actuación de un
jefe de Estado, sólo de acuerdo a autoridad que expresamente se la delegue.

Si el emperador se mantiene, es necesario añadir otras garantías a las enumeradas


anteriormente: 1) un gabinete que asesore y aconseje al emperador debe ser escogido
previo dictamen y consentimiento de un cuerpo legislativo responsable. 2) de ninguna
manera medidas legislativas pueden ser votadas por cuerpos como la cámara de nobles o
un consejo privado. 3) el emperador debe ser requerido para que reforme la Constitución
de acuerdo con lo que recomiende el gabinete y apruebe el legislativo. 4) el cuerpo
legislativo se reunirá a su voluntad. 5) y, si se permite en un futuro, un ministro de las fuerzas
armadas debe ser un civil, y privilegios especiales a los militares de acceso directo al trono
deben ser eliminados”.

Pero, ¿cómo descolonizar la democracia? Hacerla propia, combinar las formas indígenas con
lo mejor de la democracia convencional liberal, radicalizar los sueños de libertad, igualdad y
fraternidad de la Revolución Francesa y hacerla realidad real.

Descolonizar la democracia significa descolonizarse como representantes y representados.


Otra matriz democrática ha nacido en Bolivia.

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