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Democracia en Bolivia
Democracia en Bolivia
Por ese tiempo, la política exterior estadounidense utilizaba las dictaduras, la doctrina de
seguridad nacional y el Plan Cóndor como los mecanismos de control militar en América
Latina, con visos a la implementación del neoliberalismo, tal como lo denuncia Noemi Klein
en “La doctrina del shock”.
Pinochet fue el primer gobierno que, después de asesinar a Salvador Allende, impuso las
políticas de ajuste con ferocidad genocida; Videla en Argentina no quedó atrás; Stroessner
en Paraguay fue la pesadilla más tenebrosa que ha conocido el pueblo hermano y duró 35
años.
Las elecciones 2009 y Evo Morales con el 64% y, finalmente, el anuncio del Plan Patriótico
2025 constituyen hitos que hablan por sí solos de los desplazamientos normativos,
narrativos, institucionales, económicos y culturales de la democracia en Bolivia.
Bolivia, América Latina toda, vive una hora histórica, son tiempos donde la dignidad se pone
por encima del desprecio, donde la solidaridad se pone por encima del sálvese quien pueda.
La democracia en Bolivia ha dejado de ser un asunto de elites para ser asunto de pueblos,
ya no es nacional, es plurinacional. Ya no es sólo para votar, sino para botar a los flojos,
mentirosos o racistas.
“Todos somos pueblo”, dijo el presidente Evo Morales, lo dijo para la democracia. Pero la
democracia tiene alma colonial, nació colonial, nació sin los indios, nació contra los indios…
En el siglo xix, Inglaterra y Francia hacían grandes negocios con la democracia, voto
censatario, sin mujeres ni indios, ayuda financiera y deuda externa fueron las formas
elementales del ninguneo nacional en América Latina. Parimos América Latina para ejemplo
europeo, ¿quién dice algo al respecto?
Europa, con sus estados-nación, existe porque antes nacieron las naciones latinoamericanas,
la independencia no sólo fue un gran negocio capitalista, sino también una fiesta oligárquica
enana y sin vocación histórica. Estados coloniales mendigos…
Si los europeos del siglo xix “promovían” constituciones, en el siglo xx Estados Unidos
“imponía” constituciones: “(…) en comunicación oficial (octubre de 1945) que el Secretario
de Estado norteamericano, James F. Byrnes, le dirigió al general Douglas Mac Arthur,
comandante supremo de las fuerzas aliadas en Japón, le decía: ‘hay que asegurarse que la
constitución de Japón sea reformada para constituir un gobierno responsable ante un
electorado de amplia representación. Se debe tomar medidas para que la rama ejecutiva del
gobierno derive su autoridad de un cuerpo legislativo de amplia representación ante el cual
debe ser responsable: si no se mantiene la institución del emperador, garantías
constitucionales contra tal institución no se requieren obviamente, pero se debe establecer:
1) completo control por un congreso elegido sobre asuntos presupuestales y financieros. 2)
garantía en materia de derechos civiles fundamentales para todas las personas dentro de la
jurisdicción japonesa, pero de ninguna manera solo para los japoneses. 3) actuación de un
jefe de Estado, sólo de acuerdo a autoridad que expresamente se la delegue.
Pero, ¿cómo descolonizar la democracia? Hacerla propia, combinar las formas indígenas con
lo mejor de la democracia convencional liberal, radicalizar los sueños de libertad, igualdad y
fraternidad de la Revolución Francesa y hacerla realidad real.