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Departamento de Filosofía

La relación del criterio de certeza cartesiano con el “si enim fallor, sum” de
Agustín: reflexiones sobre sus similitudes.

…y ansiaba con increíble ardor del corazón la


inmortalidad de la sabiduría (Agustín, Conf. III, IV, 7).

Si cualquier interesado en la filosofía revisa las páginas de la historia de ésta


disciplina, uno de los personajes más emblemáticos que, sin lugar a dudas, estará
presente es: René Descartes. La razón no es extraña, pues este hombre -tal cual lo
escribe J. Hirschberger en el tomo II de su Historia de la Filosofía- es considerado:
“el padre de la filosofía moderna”. Pues bien, este título no es gratuito, ya que
Descartes desarrolló su filosofía sobre una forma muy particular de reflexión ¿y
cuál fue esta forma particular de reflexión? La introspección motivada por la
duda o, si se quiere, la incertidumbre de conocer alguna verdad. Y es que, a
partir de este análisis interior, el filósofo francés llegó a la primera verdad de la que
no pudo dudar más, es decir, concluyó la certidumbre de su existir. Esto lo
expresó, por vez primera en su obra El “discurso del método”, del modo siguiente:
“cogito ergo, sum”, lo que quiere decir: “pienso luego, existo”. Sobre esto último,
mencionó Descartes:

… y observando que esta verdad: “yo pienso, luego soy”, eran tan
firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los
escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía
recibirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía
que andaba buscando (pág. 124).

Por otro lado, en el desarrollo del siglo IV, vivió San Agustín de Hipona quien, según
la afirmación de Mauricio Beuchot, “es el más representativo de los padres
latinos”1. Además, Mircea Eliade en su tercer tomo de Historia de las creencias y
las ideas religiosas destaca que Agustín “es considerado con justicia como el

1
Véase Historia de la Filosofía Medieval.
mayor y más influyente de todos los teólogos occidentales” (Pág. 68). Una vez
convertido al catolicismo, el hijo de Mónica combatió en contra de los escépticos
de la Nueva Academia y en aras de esto propugnó, años más tarde, la idea de
que la verdad sólo se puede llegar a conocer en el interior, pues, es allí donde
ésta habita. En relación a lo anterior, el hiponense declaró: “No quieras
derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la
verdad” (Agustín, De la verdadera Religión, XXXIX, 72).

En otras palabras, lo que el santo planteó, trece siglos antes que Descartes, fue la
introspección, esto es, el examen interno para conocer lo verdadero. Por lo
demás, considero importante hacer referencia a lo dicho por Carmelo Blanco en
su artículo tres momentos de la filosofía cartesiana:

En tiempos de Descartes, su amigo Mersenne le hizo notar la


coincidencia con expresiones de Agustín de Hipona: se pueden
encontrar hasta cinco formulaciones agustinianas de este principio;
la más conocida: "¿Quid si falleris?, si enim fallor sum" [¿qué si
te engañas? Si me engaño, existo] fue presente al pensamiento
medieval y renacentista. Se puede dudar de que Descartes, a pesar
de su vinculación al agustinismo, conociera dichas formulaciones
(Pág. 71).

En el caso del obispo de Hipona, éste esgrimió todo un arsenal de razonamientos


para refutar a los escépticos quienes sostenían la imposibilidad de cualquier
certeza, incluso de la existencia propia. En sus Confesiones alude:

…se me vino también a la mente la idea de que los filósofos que


llamaban académicos habían sido los más prudentes, por tener como
principio que se puede dudar de todas las cosas y que ninguna
verdad puede ser comprendida por el hombre (Conf. V, 10, 19).

Uno de los argumentos del presbítero consistía en sostener que, efectivamente,


existe la verdad; esta enunciación, sin duda, significaba para los escépticos una
proposición errada, equívoca, de modo que, para ellos asentir esto
sinónimamente significaba engañarse. En cambio, para el obispo de Hipona, lo
anterior fue de gran importancia, puesto que, teniendo en cuenta tal juicio,
proveniente de sus contrincantes, llegó a la siguiente conclusión:

… no hay motivo para temer argumento alguno de los académicos,


aunque digan: ¿qué, si te engañas? Porque si me engaño ya soy; pues
el que realmente no es, tampoco puede engañarse, y, por
consiguiente, ya soy si me engaño. Y si existo porque me engaño,
¿cómo me engaño que soy, siendo cierto que soy, si me engaño? Y
pues existiría si me engañase aun cuando me engañe, sin duda en lo
que conozco que soy no me engaño, siguiéndose, por consecuencia,
que también en lo que conozco que me conozco no me engaño; porque
así como me conozco que soy, así conozco igualmente esto mismo: que
me conozco. (De la ciudad de Dios XI, 26).

Tal como se observa, a partir de esta aseveración del epíscopo tagastiano: “si
enim fallor, sum”, o sea, “si me engaño, existo”; es posible argüir la existencia,
puesto que, sólo se puede engañar, necesariamente, aquel que es, esto es, aquel
que existe.

Volviendo a Descartes, es preciso mencionar la formación que obtuvo en el


colegio jesuita de la Flèche donde permaneció 7 años de su vida (a partir de 1607
hasta 1614) y donde estudió lógica, matemáticas y, por supuesto, filosofía. A
propósito de su estancia en la Flèche, allí cada año se practicaban meditaciones
similares a los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Sobre lo anterior,
Ramón Sánchez menciona que “Baladí2 da gran importancia a la influencia que
ejercieron en Descartes los ejercicios espirituales practicados en La Flèche, no sólo
en las Meditaciones [metafísicas] sino en muchos otros aspectos” (pág. 984).
Igualmente, escribe Sánchez, sobre la intervención de Martial Gueroult:

… la influencia ignaciana es muy limitada, mientras que parece


mucho mayor la de los soliloquios agustinianos. En su opinión, la
función de los Ejercicios espirituales es traducir en imágenes los
sentimientos religiosos para hacerlos vivir por el cuerpo. Por el

2
Naguib Baladi, fue un estudioso de la obra cartesiana, Ramón Sánchez cita su artículo Descartes.
contrario, el camino de interiorización y alejamiento cartesiano de
los sentidos sería agustiniano (pág.984).

Por su parte, Francisco Larroyo, en su estudio introductorio a la obra de Descartes


apela al filósofo y sostiene que: “si el hombre quiere conocer la verdad, debe
examinar, en primer término, su propio interior” (pág. 13). En efecto, se puede
afirmar que el punto de partida para Descartes, que le permita librarse de la duda
escéptica, será la reflexión de sí mismo, dicho de otro modo, la introspección.

Me resulta, pues, oportuno traer a colación el comienzo de la de la reflexión, de la


cavilación de René, descrita en la primera meditación metafísica:

He libertado mi espíritu de toda clase de preocupaciones; las


pasiones no han dejado en mí su huella profunda y funesta; me he
procurado un seguro reposo en esta apacible soledad.

[…] algunas veces he experimentado que los sentidos engañan; y como


del que nos engaña una vez no debemos fiarnos, yo no debo fiarme de
los sentidos (Descartes, Pág. 61).

Según se ha citado, para éste filósofo era de ingente relevancia la preparación


del espíritu, a fin de evitar ciertos obstáculos que pudieran inhibir cualquier
progreso. Además, resulta clara la intención de tener un conocimiento tal, que
esté libre de cualquier duda, por lo que hay un rechazo hacia los sentidos.
Igualmente San Agustín, propugnó rehusar del conocimiento proveniente de los
sentidos: “apartemos de nuestra consideración todos aquellos conocimientos que
nos vienen del exterior, por el conducto de los sentidos del cuerpo” (De la
Trinidad, X, 10, 14).

Otro punto fundamental e ineluctable al hablar de Descartes, es la duda; porque


esta desconfianza, este escepticismo, incita al filósofo a inquirirse por la verdad,
por la existencia de las cosas exteriores y, más a más, la existencia de sí mismo. En
su obra La ciencia española: polémicas, indicaciones y proyectos, Marcelino
Menéndez y Pelayo sostiene que:

…el principio de la filosofía para Descartes fué la duda: éste fué


todo su método; el porvenir de la filosofía estaba en este
principio. Ahora bien: esa famosa duda había sido proclamada como
principio de método por Vives, Fox Morcillo, Sánchez el escéptico,
Gómez Pereira, Valmelés y otros infinitos. En cuanto al famoso
entimema [cogito ergo, sum], está en San Agustín (Pág. 119).

Pese a no ser objeto de mi investigación evocaré, muy someramente, la


afirmación de Luis Vidart, sobre la similitud que se puede encontrar en el silogismo
agustiniano, con lo dicho por Gómez Pereira y, retomado por el francés, René
Descartes; pues, enfatiza que:

… [en la] obra que lleva por título: Margarita Antoniana3, donde se
halla el silogismo siguiente: lo que conoce es, yo conozco, luego
yo soy, repitiendo el hasta ha poco tiempo olvidado razonamiento de
San Agustín, un siglo antes de que Descartes escribiese su famoso
cogito, ergo sum (Pág. 67).

Pues bien, como se puede observar para ambos filósofos, la duda fue
pingüemente importante, para refutar los argumentos escépticos; y, por tanto,
para establecer la certeza de la existencia. El propio Descartes sostenía en su
Investigación de la verdad por medio de la luz natural que:

… no podeís negar que dudáis, pues es cierto que dudáis, y tan


cierto que no podeís dudar de ello, entonces también es verdad que
vos, que dudaís, soís; y esto es tan verdadero que no podeís dudar
de ello en absoluto (pág.85).

3
Obra de Gómez Pereira.
De aquí se sigue el argumento cartesiano que sostiene que, una vez que se
concibe como verdad el acto de dudar, se infiere esto como un modo del
pensamiento. Pero, no es posible admitir el pensamiento en un ente inexistente,
por lo que, se puede llegar, como corolario, a la aseveración del filósofo francés
“pienso luego, existo”.

Por su parte, el clérigo hiponense, en su obra “De la Trinidad” aseguraba algo


similar a lo dicho por Descartes:

Sin embargo, ¿quién duda que vive recuerda, entiende, piensa,


conoce, y juzga? Puesto que, si duda, vive; si duda, recuerda su
duda; si duda, entiende que duda; si duda, quiere estar cierto; si
duda, piensa; si duda, sabe que no sabe; si duda, juzga que no
conviene asentir temerariamente. Y aunque dude de todas las demás
cosas de éstas jamás debe dudar; porque si no existe, sería
imposible la duda (De la Trinidad, X, 10, 14).

Con lo escrito hasta ahora, no pretendo establecer, ni muchos menos, aseverar la


influencia directa de Agustín en Descartes, pues, hacer esto sería por demás
conflictivo y siguiendo la idea del historiador de filosofía, F. Coplestón, que dice:
“…aunque san Agustín se anticipara a Descartes al decir si [enim] fallor, sum, sería
un gran error tratar de meter a la fuerza su filosofía en el molde cartesiano” (pág.
10); Sin embargo, considero pertinente reflexionar sobre la pregunta ¿en qué
medida es posible confeccionar la relación entre el criterio de certeza cartesiano
con las afirmaciones de San Agustín de Hipona y su entimema “si enim fallor,
sum”?

Pues bien, mi objetivo principal, siguiendo la argumentación que hasta este


momento he presentado, es dilucidar las coincidencias existentes en las
afirmaciones sobre la verdad hechas por San Agustín en su “si enim fallor, sum” y
el “cogito ergo, sum” de René Descartes, así como en el criterio de certeza de
éste último pensador.
Hechas las consideraciones anteriores, se puede notar la relevancia que tiene
este tema para el campo filosófico, ya que, gira en torno a dos autores clásicos
que además de que ejercieron una copiosa influencia en el pensamiento de
algunos otros; el estudio de sus obras y aserciones son imprescindibles en la
formación de esta disciplina.

Me he propuesto demostrar la siguiente tesis: Partiendo de los planteamientos de


Agustín, y en específico, su proposición “si enim fallor, sum”; se puede establecer
una estrecha relación con la aserción “cogito ergo, sum” y el criterio de certeza
propugnado por René Descartes.

Para tal investigación, he de revisar las obras agustinianas que hacen alusión al
tema que he propuesto, tal como lo son: Enquiridión, Confesiones, De la
verdadera religión, Contra los escépticos y De la Trinidad. También, me dispondré
a hacer la correspondiente revisión de la obra cartesiana, para así localizar las
coincidencias existentes, entre ambos filósofos, en alusión a la manera en que
desarrollaron la búsqueda de algún criterio de certeza, y por consiguiente, de la
primera verdad de la que no se puede dudar, a saber: la existencia.

En base a este tema de tesis, he diseñado el capitulado tentativo a desarrollar,


que consta de tres partes centrales, a saber:

1. Agustín el santo de Hipona


1.1 Biografía y contexto
1.2 La preocupación por cocer la verdad.
1.3 Las disputas en contra de los académicos sobre la existencia.
1.4 La duda como principio y el “si enim fallor, sum”.
1.5 Las verdades eternas

2. René Descartes.
2.1 Biografía y contexto.
2.2 “Dudo de todo”: acercamiento al solipsismo cartesiano.
2.3 El principio de su filosofía.
2.4 El “cogito” y la res cogitans.
2.5 Las verdades eternas.

3. La relación entre San Agustín y René Descartes.


3.1 ¿Semejanzas entre estos pensadores anacrónicos?
3.2 La relación en el criterio de certeza cartesiano y el “si enim fallor,
sum” de Agustín.
3.3 Conclusiones

Bibliografía:

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2, 1996 pp. 357-373 U na antigua confrontación con el escepticismo y sus
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Beuchot, Mauricio. (2005). Historia de la Filosofía Medieval. México:


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Ramón Sánchez, Ramón. (2010). Las raíces ignacianas de Descartes.

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________. (1956) Tomo IV. Obras apologéticas. Enquiridión. Madrid:


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Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

(1956) Tomo IV. Obras apologéticas. Enquiridión. Madrid: Biblioteca de


Autores Cristianos.

Vidart Schuch, Luis. (1866) La filosofía española. Indicaciones


bibliográficas. Madrid: Imprenta Europea.

Cronograma de actividades
FECHA DE LA ACTIVIDAD ACTIVIDADES A REALIZAR
5 de diciembre del 2018 Presentación del protocolo en el trigésimo
sexto coloquio de avances de investigación
organizado por el Departamento de filosofía.

Semana del 10 al 14 de Registro del protocolo de tesis ante el Comité


diciembre del 2018 de Titulación
Semana del 17 al 21 de Búsqueda de bibliografía del primer capitulo
diciembre del 2018
Semana del 7 al 17 de Elaboración del primer capitulo
enero del 2019
Semana del 17 al 21 de Revisión y retroalimentación correspondiente
enero del 2019 de parte de mi asesor de tesis el Dr. José Luis
González Rojo

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