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Ancianos peligrosos

Por: Sarko Medina Hinojosa

El Fondo Monetario Internacional (FMI) le tiene miedo a los ancianos jubilados. Según su
presidenta Christine Lagarde, existe el riesgo que “la gente viva más de lo esperado” y que por
esa razón la economía colapse. Esto lo anuncia desde el 2012 pero, ante la presión de grupos
económicos en Europa, a España en los últimos días le han dado un ultimátum: Deben limitar
todo lo posible la revalorización de las pensiones y prolongar la vida laboral más allá de los 67
años.

El problema está en la baja natalidad y en el recambio poblacional, hechos de los cuales


diferentes grupos anunciaron desde hace más de dos décadas y a los cuales los trataron como
ignorantes. Países como Japón se enfrentan a la realidad de no tener una nueva generación que
asegure, en lo económico, las pensiones de los jubilados. Esto se debe a la cultura del “poseer
por poseer” y no pensar en el futuro o en formar una familia. Los Estados, cuando tratan de
motivar con beneficios la natalidad, se encuentran con personas que no cambiarían su estilo de
vida por conformar una familia. El destruir los valores de la familia le está constando caro a
Europa y lo pagarán los ancianos y los mismos jóvenes.

La eutanasia, si bien aún no está considerada como una solución al problema del FMI, tampoco
es desechada. En países como Suiza o Escandinavia, donde la autoeliminación es a pedido y
casi sin alguna restricción, el enfermarse para los ancianos es un terror. Una vez jubilado, los
símiles a nuestras AFP´s otorgan un monto que deberá agotarse en un tiempo determinado, si el
jubilado excede con la vida ese fondo y no se muere, se le corta el dinero y también la atención
de salud. A muchos ancianos esto les significa no tener acceso a una operación o medicación
especializada para determinadas enfermedades, es decir, se les condena a muerte.

El FMI presenta este problema como prioritario, no les gustan los ancianos que viven mucho.
Por aquí ya se ha entrado la idea del descarte de los mayores, trastocando nuestra tradición de
acompañarlos en su vejez, dado que nos dieron todo en su vida, como un justo homenaje a su
esfuerzo no solo para nuestras familias, sino por el aporte que dieron a la sociedad. Permitir que
esta forma de discriminación se popularice usted decide.

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