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A LA REALIDAD LATINOAMERICANA1
JOSÉ PAULO NETTO*
RESUMEN
El autor parte de hacer una reflexión sobre el trabajo social como una profesión con un campo
de conocimientos y de prácticas que debe responder a demandas sociales reconocidas, en este
sentido es un espacio históricamente construido y por lo tanto continuamente revisado
dependiendo del contexto.
Para el caso de América Latina sugiere tener en cuenta toda la diversidad en términos culturales
para definir una acción profesional más próxima a esta pluralidad. Los desafíos que enfrenta el
Trabajo Social tienen que ver, entonces, con una mayor cualificación en la formación profesional
para ampliar la comprensión de estos procesos desde lo teórico, lo metodológico y desde lo
político.
ABSTRACT
The author of making a reflection on the social work as a profession with a field of
knowledge and of practices that should respond to grateful social demands, in this
sense is a historically built and therefore continually revised depending on the context.
For the case of Latin America suggests to keep in mind all the diversity in cultural
terms to define a professional action more near to this plurality. The challenges that
confront the Work Social have to see, then, with a bigger qualification in the professional
formation to enlarge the understanding of these processes from the theoretical, the
methodological and from the political.
1
Trabajo presentado en XII CONGRESO COLOMBIANO DE TRABAJO SOCIAL REALIDAD
SOCIAL, PRÁCTICA PROFESIONAL E IDENTIDAD DEL TRABAJADOR SOCIAL realizado en
Manizales del 19 al 22 de agosto de 2003.
* Docente Universidad de Brasil
L
a intervención se dividirá en tres momentos. En un primer momento quiero hacer una
aproximación a mi concepción de trabajo social. Esto me parece un supuesto necesario
para que nos pongamos de acuerdo, porque de la concepción de trabajo social que se
tenga es que se pueden hacer proyecciones, diagnósticos e incluso algunas verificaciones de
hechos.
En un segundo momento, quiero hacer algunas observaciones sobre América Latina, en un
intento de caracterizar su o mejor nuestra crisis contemporánea. Finalmente, quiero hacer, para
quedar de cara al trabajo social, alguna aproximación a los posibles desarrollos del trabajo social
en América Latina, más exactamente, puntualizar en los desafíos que la profesión tiene que
enfrentar en los días de hoy.
Empiezo por decirles, y esto puede parecer algo muy obvio, muy banal, pero tiene
implicaciones teóricas e interventivas muy serias. Empiezo por decirles que yo pienso en el
trabajo social como una profesión. O sea, yo no concuerdo con una fuerte corriente que existe en
el campo profesional, que imagina que el trabajo social sea o pueda ser en el futuro una ciencia. Yo
pienso que el trabajo social es una práctica profesional, más exactamente, una práctica social
institucionalizada, lo cual quiere decir que primero, ella supone una formación específica; segundo,
el ejercicio profesional es un ejercicio controlado, verificable, bajo control; y tercero, supone una
gratificación monetaria.
Hablar de plata o de dinero es algo que casi siempre causa en los trabajadores sociales una
especie de lo que los franceses llaman frisson (escalofrío). Esto se manifiesta incluso con la imagen
históricamente construida en el trabajo social como un profesional liberal, esta imagen ha sido y
es un mero mito. El trabajador social es masivamente un asalariado, es un trabajador asalariado.
Estos tres elementos, o sea, la formación específica; el trabajo profesional controlado, sometido
a aparatos; y la gratificación monetaria, es decir el instrumento salarial, son las cosas que caracterizan
a una profesión en la sociedad contemporánea.
Pero una profesión es mucho más que eso, es un cuerpo de conocimientos y de prácticas, de
intervenciones y de reflexiones que deben responder a demandas sociales reconocidas. Ninguno
de nosotros conoce, como profesión, algo cuyo trabajo sea hacer que los bananos o plátanos
sean rectos, eso no es una demanda social.
Una profesión tiene que contestar, tiene que responder a demandas sociales reconocidas y lo
hace de una forma cualificada. Quiero decir que no son solamente las prácticas sociales que
contestan a demandas las que se constituyen en profesiones, hay formas alternativas y distintas
de responder a demandas sociales. Una profesión sólo se constituye como tal, en la medida en
que tenga los tres rasgos que he mencionado y que sobretodo ofrece respuestas calificadas a
demandas sociales reconocidas.
Es importante señalar este último rasgo, porque el espacio profesional es siempre un espacio
históricamente construido, lo cual significa que los espacios profesionales pueden tanto ampliarse
como achicarse. Hay profesiones que pueden desaparecer, hay profesiones que pueden
metamorfosearse, cambiar y ampliar su espacio profesional.
RESUMEN
ABSTRACT
This article presents the análisis about the main influences that the “movimiento de
Reconceptualización” in Latin América had received. Moreover, it to sets up the contributions
and the restrictions of this process; for this it rescues the critic compression coreo f a new type
of social work. All of this was linking with the strategic interests of the vulnerable population.
In adition, it argues about the important interrelationship between Social Work and the human
rights and the present challenges for the academia formation in this yield.
L
os procesos de cambio progresivo o de retroceso en las disciplinas no son un producto
meramente endógeno de cada profesión. Se generan y se articulan con la dinámica social
y política específica que se registra en un momento histórico determinado.
De ahí que el Trabajo Social, como cualquier otra disciplina, no constituye una categoría
abstracta que funciona independientemente de las determinaciones histórico-sociales, que se
registran en tal o cual país en un período particular. En virtud de ello -ayer y hoy- resulta
1
Profesor Titular Carrera de Trabajo Social, Universidad de Buenos Aires. Argentina. Ex-Vice-
Decano Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. Ex-Coordinador Académico del
CELATS.
2
Profesora Catedrática Escuela de Trabajo Social, Universidad de Costa Rica. Vice - Decana
Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Costa Rica. Ex-Presidenta de ALAETS- CELATS.
imprescindible analizar al Trabajo Social en el contexto de los procesos sociales, económicos y
políticos vigentes.
Hechas estas rápidas puntualizaciones, veamos, entonces, de precisar algunas cuestiones -no
todas- inherentes al llamado Proceso o Movimiento de Reconceptualización en nuestra profesión.
No vamos a abordar, en esta ocasión, el análisis detallado de los hechos políticos, económicos y
sociales que se registraron en América Latina en el período de gestación y consolidación de este
importante Movimiento, que podemos ubicar principalmente entre mediados de la década de
los 60 y mediados de la década de los 70.
Sí creemos oportuno destacar las grandes influencias teóricas y políticas que recibió el
movimiento. Los principales aportes provinieron de la teoría de la dominación y la dependencia,
del marxismo, de las propuestas “concientizadoras” del pedagogo brasileño Paulo Freire y
también de la teología de la liberación.
Nuestra profesión, en efecto, recibió en ese período un shock conceptual y político de enorme
oxigenación, pero -a la vez- de no tan fácil absorción de sus diversos y complejos componentes.
Esas contribuciones alteraron notable y favorablemente el campo profesional y generaron,
por cierto, un salto cualitativo en los inicios de la teorización al interior del Trabajo Social.
Convengamos, no obstante, para ser respetuosos de la historia, que en muchos casos se verificaba
una comprensión simplista y de mucho reduccionismo acerca de las variadas nociones y teorías
que “desembarcaban” en el ámbito de la profesión.
Las adscripciones ideológicas y políticas de los y las colegas que adherían a la emergencia de la
Reconceptualización eran bien disímiles: católicos, ateos, evangelistas; peronistas, frondizistas,
comunistas, socialistas, demócrata cristianos. Coincidíamos sí en un fuerte y creciente sentimiento
antinorteamericano, que nos generaba rechazo casi frontal a todo lo que proviniera de Estados
Unidos.
Nos sonaba tan cercano el presagio del Libertador Simón Bolívar -que sigue vigente hoy-
quien en 1829 había escrito en Guayaquil que “los Estados Unidos... parecen destinados por la
Providencia para plagar a la América de miserias a nombre de la libertad...”.
De todos modos, resulta necesario precisar -aunque sea obvio- que es incorrecto asociar las
aportaciones de los intelectuales norteamericanos, como si, en todos los casos, existiera un
correlato irreductible con las orientaciones que impulsa el modelo imperial de sojuzgamiento de
otros países, asumido permanentemente por los Estados Unidos.
Desde el propio vientre del “animal imperial”, desde el centro mismo del orden social
capitalista más brutalmente exitoso, surgen también voces y aportes profundamente contestatarios
y progresistas, con los cuales debemos ensamblarnos para sumar fuerzas en la perspectiva de
contribuir a la construcción de sociedades más equitativas y justas.
El revuelo y convulsión que habían ocasionado las nuevas ideas en los profesionales más
tradicionales, dio paso luego a las denuncias y estigmatizaciones hacia los sectores más activos
que adherían a las nuevas corrientes de la Reconceptualización. Hacia el año 1969 fueron
paradigmáticas las acusaciones de la asistente social argentina Marta Ezcurra, Vicepresidenta para
“Con el Movimiento de Reconceptualización los trabajadores sociales de esta corriente asumieron para
sí -de la manera más activa a lo largo de su historia- la tarea de conceptualizar tanto el objeto de su
intervención como su práctica. El marco general de la reconceptualización estuvo dado por: a) una
fuerte politización de la sociedad en general; b) el desarrollo de corrientes críticas en las ciencias
sociales, fundamentalmente de inspiración marxista o de lo que se denominó en nuestro país el
“pensamiento nacional” (en el que se hicieron confluir categorías marxistas con el ideario peronista);
y c) el establecimiento de una relación más estrecha de estas corrientes con la práctica política.
Paradójicamente, estas circunstancias -de hecho, movilizadoras de los cambios en el interior de la
profesión- al combinarse con aquella tradición de activismo, no dieron lugar a la consolidación de una
corriente crítica teóricamente sólida dentro de la profesión”.