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Investigación:

Relación de los neurotransmisores con el comportamiento humano

Paola Liz Navarrete Benavides.


Octubre 2017- Febrero 2018.

Universidad Técnica Particular de Loja.


Carrera de Psicología.
Bases Biológicas
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Introducción

El cerebro humano sigue siendo uno de los enigmas más grandes para los científicos, su

constante investigación hace que, año a año, más información relevante salga a la luz pública.

En los neurotransmisores, sin embargo, se llega a un consenso, entre diversos autores, acerca de

su utilidad e importancia dentro del cuerpo humano. Siendo esta una sustancia con una

responsabilidad específica de dar continuidad a los mensajes generados por el cerebro para que

ciertas funciones se cumplan a cabalidad. Por esta razón, a grosso modo, su diversidad va desde

ser “capaz de estimular o inhibir rápida o lentamente (…), poder liberarse hacia la sangre (…) y

a distancia del sitio de liberación (…), puede permitir, facilitar los efectos de otros

neurotransmisores. O (…) puede activar otras sustancias (…) y todo para producir efectos

biológicos” (Brailowsky, 2008). A lo largo de este escrito se abordará, desde una perspectiva

diferente, la clasificación de los neurotransmisores, qué son, cómo influyen en nuestro

organismo, etc.
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Relación de los neurotransmisores con el comportamiento humano

Los neurotransmisores son “sustancias químicas que se encargan de la transmisión de las

señales desde una neurona hasta la siguiente a través de las sinapsis” (Boeree, 2012). Es decir,

son células nerviosas que podrían llegar a modificar el funcionamiento de otra, ya sea de una

forma rápida o prolongada, por medio de receptores específicos. La sinapsis funciona haciendo

que “entre el espacio de neurona y neurona, (…) que los iones no pueden cruzar; se requiera de

neurotransmisores, que den continuidad al mensaje” (Cárdenas, 2014, p. 27). Para esto, el

neurotransmisor nunca entra en la célula sino que roza los canales de la neurona postsináptica,

posibilitando la entrada de iones, generando un potencial de acción o una hiperpolarización. Y

aunque investigaciones recientes (según diversas fuentes) han encontrado neurotransmisores que

no se comportan así, todos cumplen una misma función, la de ser el medio de continuidad de

información entre las neuronas simulando una especie de cerradura, haciendo que cada

neurotransmisor funcione específicamente con una llave determinada.

El cerebro resulta complicado de entender, a pesar de ello, sabemos que los pensamientos

generan una respuesta electrobioquímica en nuestro cuerpo, que según Samper (2013), hace que

“las neuronas se comuniquen entre sí por medio de los neurotransmisores (…) dando paso a una

reacción del cuerpo y por tanto a la expresión de emociones”. La neuroquímica de estas

conexiones o sinapsis es, en última instancia, “la responsable de lo que hacemos, decimos,

recordamos, sentimos y pensamos. Así pues, resulta necesario comprender los mecanismos

bioquímicos responsables de las funciones de nuestro sistema nervioso y de nuestro

comportamiento” (Chamizo y Rivera, 2012). La serotonina, por ejemplo, es un neurotransmisor

que se encuentra relacionado “con el estado de ánimo, la regulación del deseo sexual, el apetito,

la vigilia, la agresividad o ansiedad” (Seelbach, 2012, p. 40). A su vez, su carencia podría


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provocar “depresión, (…) baja energía, exceso de sueño, pesadez corporal, disminución en el

apetito y deseo sexual y (…) un exceso (…), genera impulsos de ira, ansiedad, inquietud, que

pueden desembocar en trastornos como el obsesivo compulsivo” (Seelbach, 2012, p. 40).

Destacando cómo está influye directamente en el comportamiento. Sin embargo, hay que tomar

en cuenta que los neurotransmisores pueden tener un carácter excitatorio o inhibitorio

dependiendo de las circunstancias y de sus receptores, sean estos ionotrópicos o metabotrópicos.

La acetilcolina, por ejemplo, “es excitatorio en la unión neuromuscular del músculo esquelético

y hace que el músculo se contraiga. En cambio, es inhibitoria en el corazón, donde disminuye la

frecuencia cardíaca” (Khan Academy, 2016).

Los neurotransmisores pueden dividirse en “convencionales” y “no convencionales”. Los

convencionales son aquellos que “se almacenan en vesículas sinápticas, se liberan cuando entra

𝐶𝑎+2 en el axón terminal en respuesta a un potencial de acción y actúan uniéndose a receptores

en la membrana de la célula postsináptica” (Khan Academy, 2016) tal y cómo la definición

tradicional lo indica. Dentro de estas tenemos dos clases: neurotransmisores de molécula

pequeña y neuropéptidos. Entre los primeros podemos encontrar:

 Aminoácidos neurotrasnmisores como el glucamato (que es el principal transmisor

excitatorio en el sistema nervioso central), GABA (ácido γ-aminobutírico) (que es el

principal neurotransmisor inhibitorio en el cerebro vertebrado adulto) y glicina (que es

el principal neurotransmisor inhibitorio en la médula espinal)

 Animas biogénicas que se hacen a partir de otros aminoácidos (ejemplo: dopamina,

norepinefrina, epinefrina, serotonina e histamina)

 Los neurotransmisores purinérgicos (ATP y adenosina) que son nucleótidos y

nucleósidos.
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 La acetilcolina, que no encaja en ninguna de las otras categorías estructurales, pero es

un neurotransmisor clave en las uniones neuromusculares (donde se conectan los

nervios a los músculos), así como en algunas otras sinapsis.

(Khan Academy, 2016)

Los neuropéptidos, por otra parte, se componen de tres o más aminoácidos cada uno y

son más grandes que los neurotransmisores de molécula pequeña. Hay una gran diversidad de

neuropéptidos. “Algunos de ellos incluyen las endorfinas y las encefalinas, que inhiben el dolor

(..,) que transmite las señales dolorosas, que estimula a comer y puede actuar en la prevención

de convulsiones” (Khan Academy, 2016).

Por otra parte, hay neurotransmisores que no se ajustan a los conceptos básicos

explicados en el principio del trabajo y a ellos se los puede clasificar como “no tradicionales”

que son los endocanabinoides y los gasotransmisores. Estos “se almacenan en vesículas

sinápticas y pueden llevar mensajes de la neurona postsináptica hacia la neurona presináptica”.

(Khan Academy, 2016). Algo que normalmente los neurotranmisores de molécula pequeña y

neuropéptidos no hacen. Además “en lugar de interactuar con receptores en la membrana

plasmática (…), los gasotransmisores pueden cruzar la membrana celular y actuar directamente

sobre (…) dentro de la célula” (Khan Academy, 2016). Y en general, aunque suene

contradictorio con la definición tradicional, por ser relativamente nuevo su descubrimiento y que

su comportamiento no ha sido analizado a profundidad, aún existe cierto debate en cuanto a su

pertenencia. Sin embargo juegan el mismo papel de neurotransmisor en el cuerpo humano.


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Conclusión

En conclusión, un neurotransmisor, es una sustancia que provoca una respuesta

electrobioquímica (debido a que es la que permite la transmisión de mensajes a través de la

sinapsis) en nuestro organismo influyendo directamente sobre nuestro comportamiento, además

de regular ciertos procesos biológicos involuntarios dentro del mismo. Tienen carácter

excitatorio o inhibitorio, y deben necesariamente sintetizarse en la cantidad correcta para evitar

un desequilibrio, tal y como ocurre con la serotonina. También es importante tomar en cuenta el

tipo de receptor que tenga ya sea ionotrópico o metabotrópico.

La clasificación de los neurotransmisores que se utilizó, si bien no es la única existente

(porque existe otra clasificación a nivel químico), brinda la posibilidad de comprender a fondo la

diferencia entre los neurotransmisores clásicos, que tienen un comportamiento donde solo

pueden influir en la célula postsináptica, y los nuevos neurotransmisores, que son sustancias

relativamente ajenas al entendimiento común de las que aún hay mucho por investigar.
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Referencias

Brailowsky, S. (2008). Las sustancias de los sueños: neuropsicofarmacología. México:

Biblioteca digital ILCE. Recuperado de

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/130/html/sec_10.html

Boeree, G. C. (2012). Neurotransmisores. Cumberland, EEUU: Universidad de Shippenburg.

Recuperado de http://www.psicologia-online.com/ebooks/general/neurotransmisores.htm

Peña-Casanova, J. (2007). Neurología de la conducta y neuropsicología. Buenos Aires,

Argentina; Madrid, España: Editorial Médica Panamericana.

Cárdenas, L. D. (2014). Los neurotransmisores en el funcionamiento del cuerpo humano y las

emociones. Propuesta didáctica para estudiantes de ciclo IV. (Tesis de Maestría).

Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia

Chamizo, M. y Rivera, G. (Agosto 2012). Cerero y comportamiento: una revisión. Revista

Argentina de Ciencias del Comportamiento (RACC), 4 (2), 75-89.

Samper, S. (2013). Neuroquímica cerebral, las moléculas y la conducta. Biosalud. 201(1), 126-

132.

Seelbach, G. A. (2012). Bases biológicas de la conducta. Tlalnepantla, México: Red Tercer

Milenio

Khan Academy. (2016). Neurotransmisores y receptores. EEUU: AMGEN Foundation.

Recuperado de https://es.khanacademy.org/science/biology/human-biology/neuron-

nervous-system/a/neurotransmitters-their-receptors

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