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AA. VV. Nueva Constitución Política Del Estado PDF
AA. VV. Nueva Constitución Política Del Estado PDF
Algunos
de los capítulos fueron financiados por el Instituto Internacional para la Democracia y la
Asistencia Electoral (IDEA Internacional) en el marco de su proyecto de construcción
constitucional y no representan necesariamente los puntos de vista de dicha institución.
Edición de texto:
Patricia Montes
Diseño y diagramación:
Convergencia Comunicación Global.
Impreso en La Paz - Bolivia
Marzo 2010
DL.:
Idón Moisés Chivi Vargas (coordinador)
Félix Cárdenas
Rebeca Delgado
Bartolomé Clavero
Jörg Stippel
Sarela Paz
Fernando García
Raúl Prada
Índice de contenidos
Introducción.......................................................................................................... 9
Parte I
Mirando indio........................................................................................... 17
Félix Cárdenas Aguilar..............................................................................................
Introducción
1. El imperio.................................................................................................... 18
2. El continente nuestro de cada día........................................................... 19
3. Terrorismo mediático (I).......................................................................... 20
4. Terrorismo mediático (II)......................................................................... 20
5. Estado uninacional, Asamblea Constituyente y constituyencia
indígena......................................................................................................... 21
6. Educación, religión y leyes........................................................................ 22
7. Escuela......................................................................................................... 23
8. Religión........................................................................................................ 24
9. Las leyes....................................................................................................... 24
10. Descolonización......................................................................................... 25
11. Mundo occidental y mundo andino......................................................... 25
12. ¿Mundo andino o mundo occidental?..................................................... 26
13. Descolonizar, un imperativo..................................................................... 26
14. Perder el miedo, esa es la cuestión........................................................... 27
15. Aspectos prácticos de la constituyencia indígena para aspectos
prácticos constituyentes................................................................................... 28
16. ¿Qué tipo de sociedad buscamos?............................................................ 36
17. El debate constituyente y la visión de país............................................. 36
Bibliografía............................................................................................... 37
Introducción............................................................................................. 39
Primera parte........................................................................................... 41
1. Modelo de Estado............................................................................ 41
2. Principios, valores y fines del Estado................................................ 44
3. Sistema de gobierno......................................................................... 45
5
Segunda parte........................................................................................... 47
1. Derechos, deberes y garantías.................................................... 47
2. Estructura institucional del Estado............................................ 49
3. Estructura territorial del Estado................................................ 51
4. Estructura económica del Estado.............................................. 53
Conclusión................................................................................................. 54
Bibliografía................................................................................................. 55
Introducción al contexto.............................................................................. 57
1. Bases fundamentales del Estado............................................................... 59
2. Principios valores y fines del Estado......................................................... 63
3. Sistema de gobierno................................................................................ 65
4. Derechos fundamentales y garantías........................................................ 67
5. Estructura y organización funcional del Estado....................................... 69
6. Estructura y organización territorial del Estado.......................................
70
7. Estructura y organización económica del Estado.....................................
70
Bibliografía..................................................................................................
71
Parte II
Bolivia entre constitucionalismo colonial y constitucionalismo
emancipatorio............................................................................................ 97
Bartolomé Clavero
7
8
Introducción
En esta etapa, la lucha por la “verdad del derecho” se hace más compleja, más
intensa, menos visible a la ciudadanía y más dispersa por la enorme cantidad de
asuntos a resolverse, desde el desarrollo legislativo hasta las políticas públicas
concretas. Diversas voces opositoras intentarán la “desconstitución” de la
9
Constitución, pretenderán quitarle su fuerza epistemológica y, principalmente, su
potencial histórico, en el que sustenta su programa político que es, a la vez, un
proyecto nacional.
Desde esta perspectiva, Félix Cárdenas, con su mirada aguda, nos hace un
planteamiento renovado sobre lo político del colonialismo como experiencia previa
a los debates constituyentes, rematando con un rotundo mensaje como imperativo
ineluctable: la descolonización es el piso ineludible de toda revolución en América
Latina. Cárdenas señala con certeza:
El problema de Bolivia es el problema del indio. Si no se resuelve el problema del
indio no se resuelve el problema de Bolivia…
[…]
no se puede transitar de esta Bolivia colonial a una Bolivia plurinacional
como un acto de magia; será necesario, imperativo, un profundoproceso
de revolución social cuyo epicentro es la descolonización.
Por su parte, Rebeca Delgado nos introduce en un panorama general de
preocupaciones que reflejan una dura crítica contra el conformismo social y el
individualismo político, para señalarnos algunos senderos de descolonización social
e institucional, vale decir, caminos para construir el sujeto social comprometido con
la acción rebelde:
La nueva institucionalidad plurinacional que sustituya a la vieja y colonial
institucionalidad debe estar caracterizada por la consideración de la
pluralidad en todos los ámbitos, por la incorporación de la participación
y control social en los cuatro órganos de poder público, y por un
desarrollo normativo que recoja los siguientes temas transversales:
(i) plurinacionalidad; (ii) autonomías; (iii) equidad e igualdad de
oportunidades; y (iv) transparencia en la gestión pública, medio ambiente
y desarrollo productivo.
[…]
10
Ninguna norma debe emerger de gabinetes jurídicos, ni exclusivamente
de los órganos del poder público. El proceso constituyente ha devuelto
ese poder originario al pueblo.
Queda claro que la configuración del nuevo orden legal plurinacional no es cuestión
de gabinetes de abogados, ni exclusividad estatal, sino acción social comprometida
con la dignidad humana.
11
de él nos ofrece un panorama descriptivo sobre el funcionamiento del colonialismo
jurídico en ámbitos como el derecho ambiental y la lucha por la incorporación de
los derechos de la tierra, los animales y las “cosas” no humanas en el ámbito de los
derechos legales.
[…]
De este modo, Gaia, que entre nosotros se llama Pachamama y que no
llega de la mano de elaboraciones científicas sino como resurgimiento
de la cultura ancestral de convivencia en la naturaleza, se incorpora
al derecho constitucional como otro aporte del constitucionalismo
latinoamericano al universal, así como en Querétaro —en 1917— se
inauguró nada menos que el constitucionalismo social.
Desde otra vertiente, pero con el mismo sentido crítico, Jörg Stippel, ocupándose del
Órgano Judicial, es bastante incisivo al señalar que la única vía para la construcción
de un nuevo sistema judicial es su democratización interna, y que ello nos llevaría a
su “descolonización”. En sus términos:
Para lograr una verdadera refundación de la justicia primero es necesario
continuar y profundizar el proceso de democratización. Se habla
de la “descolonización de la justicia”, pero creo que el término más
apropiado es el de la democratización del derecho y de las instituciones
que lo administran.
[…]
Los abogados tendrán que enfrentar el desafío de conocer su propia
realidad. Su mercado laboral va a mutar. Tendrán que aprender algún
idioma originario para poder ofrecer sus servicios y asegurar su
mercado laboral; tendrán que bajar del mundo abstracto de los códigos
a ayudar a resolver conflictos en base a las costumbres locales; tendrán
que estudiar el derecho consuetudinario; no serán autoridades sino
personas al servicio de la gente.
Dejar en el pasado el Estado colonial y neoliberal puede implicar la
necesidad de destituir a la mayor parte de los funcionarios judiciales y
de la fiscalía actualmente en ejercicio.
12
y ojotas a la justicia, sustituir a la diosa Temis por una deidad aymara, u otras cosas por el
estilo.
Sarela Paz, en una perspectiva dialógica, abrirá su escenario discursivo asumiendo
el tema de las autonomías y el Estado Plurinacional como un desafío inédito en
la historia política, no sólo de América Latina —Ecuador se constituye en un
Estado plurinacional, pero no autonómico—, sino mundial —España es un Estado
autonómico pero no plurinacional—. La relación entre Estado Plurinacional y
Autonómico es bastante compleja; lo plurinacional es contexto de referencias que
exigen creatividad, invención política, normativa e institucional:
13
evolutivos de los derechos, deberes y garantías liberales con demandas
indígenas constitucionalizadas y formas jurídico-políticas que le dan un
marco constitucional al proceso de nacionalización y recuperación de
los recursos naturales.
Para Prada, “El carácter plurinacional tiene que ver con el eje descolonizador
como ruta deconstructora del Estado republicano, colonial y liberal”. Esa ruta
deconstructora no tiene límites, sino aquellos que deben ser parte de una larga
lista de deberes estatales para evitar, en su grado máximo, toda forma que pueda
conducirnos al genocidio.
Sin duda, los temas que se tratan en este volumen son variados, pero no agotan en
modo alguno las posibilidades abiertas por la nueva Constitución. De hecho, tratan
los temas que ha sido posible tocar en esta primera etapa, y que a modo de matrices
explican los horizontes de proyección en materia de desarrollo legislativo y políticas
públicas, temas que parten del Estado Plurinacional Autonómico como cerebro
creador, y la descolonización como corazón que bombea energías y dinamiza la
construcción de una sociedad de iguales y la puesta en práctica de la refundación del país.
Acabamos el documento con un glosario mínimo, cuya incorporación responde
a cuestiones de urgencias prácticas en un estado de emergencia constitucional,
porque los espíritus del pasado suelen esconderse en los recovecos del presente.
Han sido precisamente esos espíritus del pasado los que nos han dado la voz de
alerta para que hagamos el esfuerzo de evitar la “des-constitucionalización de la
Constitución”.
Para finalizar, nos gustaría mencionar también que esta publicación representa
además un sincero homenaje a los compañeros y compañeras asambleístas
constituyentes que hicieron posible la transformación de la realidad en un
escenario adverso y que le dieron al país la primera Constitución Política del Estado
verdaderamente boliviana.
14
Parte I
15
16
Mirando indio
Yo pienso que una persona que no tiene identidad no existe, que los pueblos que
no tienen identidad no existen, si un pueblo no conoce su verdadera historia, si un
pueblo no tiene pasado, no puede tener futuro.
Francisca Alvarado
Introducción
No es posible dimensionar el colonialismo1 y las tareas de la descolonización2 si no
nos explicamos el contexto en el que se desarrolla el comportamiento del imperio
como patrón mundial y el escenario del continente, ambos factores esenciales que
interactúan en el proceso.
1 El colonialismo es la sociedad en que unos se sienten más y otros piensan que son menos, en que unos tienen derecho
a mandar y otros sólo deben obedecer, en que unos deben hacer política y otros ser los destinatarios de esa política, en
que la mujer es menos y el hombre es más, en que ser indio es pecado y ser blanco es bendición para mandar, en que
blanquearse es un paso a la civilización y quedarse indio es ir hacia atrás, en que ser joven es ser un criminal en potencia
y ser adulto es ser responsable por definición.
El colonialismo es un sistema en el que lo que viene de Europa o Estados Unidos es mejor y lo que tenemos no sirve; el
colonialismo es creer que copiar es mejor que crear, que plagiar es mejor que crear, que robar es mejor que trabajar, que
mentir es mejor que decir la verdad, que vivir del esfuerzo ajeno es mejor que esforzarse uno mismo.
El colonialismo es una sociedad de acomplejados que creen que ese es el único destino posible.
Colonialismo es pensar que el Estado es un botín de guerra y no un lugar de servicio, que el derecho es un mecanismo de
conformismo social y no de acción rebelde. El colonialismo es eso y mucho más. Al colonialismo lo estamos comenzan-
do a conocer y nos damos cuenta que es el principal problema de sociedades que hemos padecido esta forma de invasión
genocida, en Abya Yala, África, la India o Australia.
2 La descolonización es pensar al revés del colonialismo, es construir la sociedad de iguales, de verdaderamente hermanos,
de trabajo y dignidad, de acción rebelde y solidaria con los pueblos, de autoestima por la identidad propia, de política con
ética y principios, de despliegue de todas las fuerzas de la sociedad para construir un mundo mejor
17
No es posible dimensionar el horizonte de proyección política que se viene
encima si no nos explicamos el presente político y su fuente histórica. Hoy como
ayer, los indios estamos en el centro de la tormenta, y una tormenta muy fuerte en
el país; es tiempo de la identidad.
No es posible establecer pautas generales de desarrollo legislativo y construcción
de políticas públicas si no se tiene el arsenal político que hace a la nueva Constitución,
y eso se hace mirando indio, un país que nació sin nosotros, que se hizo contra
nosotros.
Para tal emprendimiento no queda otra que mirar al imperialismo, al imperio y
al capitalismo globalizador, y de ahí plantear la lucha frontal contra el colonialismo,
que es la descolonización.
1. El imperio
EE. UU. tiene entre sus variadas actividades económicas tiene la de fabricar
armas, y para vender sus armas necesita que haya guerras, y si no hay guerras hay
que inventarlas.
Así, nos inventó la guerra contra el comunismo en defensa de la propiedad
privada en riesgo, del totalitarismo, etc. La caída del Muro de Berlín y de los
socialismos reales en Europa pone fin a esta su guerra.
Luego nos inventa la guerra contra el narcotráfico. Con este pretexto apertura
la presencia de marines norteamericanos en Colombia, Perú y Bolivia, básicamente,
que se amplia en acciones directas mediante la DEA y la CIA, mecanismos de
control político.
En esta guerra pierde EE. UU. porque en este caso el tema del narcotráfico
no es inherente solamente a los países productores de coca, en este caso, sino a
los países consumidores.
En Europa, pero principalmente en EE. UU., existen millones y millones de
consumidores de cocaína, hachís, marihuana, y así se va comprendiendo que este
flagelo es responsabilidad de productores y consumidores, es una cuestión de
oferta y de demanda. Si no existiera demanda, se acaba la oferta. Es un problema
de ellos, no nuestro.
Finalmente, el imperio se embarca en una guerra contra el terrorismo. Con el
pretexto de este terrorismo, invade Afganistán y últimamente Irak. En el fondo,
EE. UU. es una bestia insaciable de recursos naturales y lo que busca con este
pretexto, es solamente controlar el petróleo de estos y otros países.
Venezuela y Bolivia, ricos en gas y petróleo, no están lejos de estas aventuras
imperiales.
18
Pero mientras EE. UU. se divierte invadiendo países del Medio Oriente, descuida su
patio trasero, que ingresa en una efervescencia política inédita.
Tabaré Vásquez en Uruguay, que viene desde las guerrillas de los tupamaros
de Raúl Sendic.
19
Todo esto sería un accidente histórico si no vemos la cereza en la torta: Evo
Morales.
La forma de encarar este proceso desde un Presidente indio, que a todas luces
va por el camino de desmantelar el Estado neoliberal y colonial, es lo que hace
que EE. UU. nos vea como un mal ejemplo para el continente.
Las radios, de igual forma, buscan grabaciones del Presidente y transmiten sus
frases más incómodas o cuando tartamudea algo. Se trata de crear un imaginario
colectivo de que tenemos un Presidente poco ilustrado.
20
interregional: cambas contra collas. El objetivo desde el imperio era hacer
coincidir la confrontación interna con la confrontación internacional: el Ejército
colombiano invade territorio ecuatoriano en busca de una columna de las FARC.
Si el gobierno ecuatoriano reaccionaba como lo esperaban ellos, se daban las
condiciones para la presencia de cascos azules en el continente en defensa de la
democracia y la paz.
Es éste el escenario en el cual se desarrolla el proceso boliviano.
5. Estado uninacional, Asamblea Constituyente y constituyencia indígena
Para saber qué tipo de país queremos, primero tenemos que saber qué tipo de
país es Bolivia. ¿Cuál fue la visión de país de quienes la fundaron?
La historia oficial nos dice que para fundar Bolivia hubo 15 años de guerra
por la independencia. La historia verdadera habla de esta guerra como una
confrontación permanente entre diferentes grupos armados que se asaltaban
para apoderarse de riquezas que habían robado los otros.
Es por ello que Bolivia se ha fundado en base al saqueo, al robo, por lo tanto,
la corrupción. Estos son los elementos fundantes de la nueva República.
21
Por eso Bolivia sólo es una continuidad colonial, y hoy, en el proceso de
transición constitucional, tiene que aceptar las siguientes premisas de orden
político:
Bolivia, fue un país fundado sin nosotros, pero, además, Bolivia fue un país
fundado contra nosotros, los pueblos originarios indígenas y campesinos…
Bolivia es un Estado sin nación y nosotros somos naciones sin Estado…
El problema de Bolivia es el problema del indio. Si no se resuelve el problema
del indio no se resuelve el problema de Bolivia…
¿Cómo funcionan?
6. Educación, religión y leyes…
El niño, desde que nace, nace en un mundo propio, desde niño está junto al
papá, la mamá, los animales, las flores. Vive en un mundo propio hasta los seis
años pero después, como hay que “educarse”, entra a la escuela.
22
7. Escuela
Y en la escuela hay que marchar, marchar para entrar al curso, marchar para el
retiro, marchar para todo. El marchar tiene un objetivo, se trata de domesticar al
salvaje, educación militarizada.
En el himno a Santa Cruz: “[…] la España grandiosa con hado benigno, aquí
plantó el signo de la redención […]” Gracias, España.
23
quiénes son, por lo tanto no saben a dónde tienen que ir; les han extirpado la
identidad, se miran en el espejo y se ven morenitos, bajitos; abominan lo que son,
abominan a sus padres, sus raíces, no aceptan ser lo que son y desean ser lo que
jamás llegarán a ser.
8. Religión
9. Las leyes
Las leyes que tenemos, y de las cuales se sienten muy orgullosos los leguleyos,
son leyes “frankenstein”, ese abominable monstruo que, con la pretensión de
hacerlo humano, es producto del injerto de varios muertos: las piernas de un
muerto, los brazos de otro muerto, la cabeza de otro muerto.
24
Leyes romanas, códigos napoleónicos; sistema presidente-vicepresidente,
sistema norteamericano; sistema prefecto, subprefecto, corregidor, sistema
español, defensor del pueblo, sistema nórdico…
¿Qué es nuestro?
10.Descolonización
Educación, religión y leyes han sido las armas fundamentales para extirpar el
cerebro indio y en su lugar poner un cerebro colonial, occidental.
Está claro que por todos estos factores Bolivia es un país colonial, colonizante
y colonizado. Por tanto, no se puede transitar de esta Bolivia colonial a una
Bolivia plurinacional como un acto de magia. Será necesario, imperativo, un
profundo proceso de revolución social cuyo epicentro es la descolonización
En el mundo occidental la unidad es uno, todo vale por uno, todo es uno.
Por esta forma de ver las cosas es que existe el individualismo, la competencia
individual.
En el mundo andino la unidad no es uno, la unidad es dos, todo vale por dos,
todo es pareja, es el mundo de la dualidad, de la complementariedad, y desde esta
lógica se estructura nuestra sociedad.
25
En el mundo andino la condición para ser autoridad es ser pareja, tata jilakata
y su mama jilakata. La lógica es: ¿cómo una persona que no sabe qué es pareja,
familia, puede conducir una comunidad?
Cuando se tocan estos temas, las mentes colonizadas pretenden entender que
estamos planteando retornar al pasado. No se trata de retornar al pasado, se trata
de recuperar científicamente ese pasado y combinarlo con la modernidad para
desarrollar una sociedad postmoderna.
En este proceso de cambio que vivimos asoman voces timoratas que nos
dicen que estamos buscando la confrontación, la guerra. La guerra comenzó
con Atahuallpa, miles y miles de muertos en nuestro camino de resistencia. El
proceso de cambio comenzó con nuestros primeros mártires: Tupac Katari,
Bartolina Sisa, Zárate Willka, Jacinto Rodríguez en Oruro, mártires anónimos,
todos lucharon por un cambio, algunos lo gritaron, otros no lo gritaron pero lo
pensaron.
Todos estos factores hacen al colonialismo del poder; al ser coloniales, han
desarrollado en Bolivia un tipo de personalidad; Bolivia es una sociedad de
acomplejados, hay gentes que por el color de la piel piensan que son superiores
y habemos gentes que por lo mismo pensamos que somos inferiores.
Ellos dicen que tienen el verdadero arte y lo que nosotros hacemos, vasijas,
ollitas de barro, eso solamente es artesanía.
26
Ellos tienen la verdadera música y lo que nosotros tocamos, charangos, flautas,
eso es solamente folclore, nos dicen.
Nos dicen que ellos tienen la verdadera medicina, y lo que usamos como
hierbas, th’ola, tara tara, eso es brujería.
BLANCO negro
ARTE artesanía
MÚSICA folclore
MEDICINA brujería
CULTURA costumbres
RELIGIÓN superstición
IDIOMA dialecto
27
15. Aspectos prácticos de la constituyencia indígena para aspectos prácticos
constituyentes
Así lo reflejaban en ese entonces los que hacían seguimiento a estos eventos:
Esto se veía venir, pero la fuerza de los dogmas nublaba la mente y los
ojos para no observar lo que para el ciudadano más sencillo era evidente:
desde 1985 el país [entro] en un proceso acelerado de cambio, una
transformación que cuanto más nos neguemos a aceptarla más nos alejará
de ser protagonistas, de ser sujetos históricos. Y el octavo congreso de
la COB fue el escenario en donde, por primera vez, se habló de forma
descarnada y sincera de esos cambios y sus significaciones político-
sociales. Al momento de iniciarse la discusión y después de su formal
finalización, unos quedaron atónitos y otros sentían que el mundo se les
caía, que la supuesta tierra firme era pantanal y que se hundían.
4 Véase Arias, 1989. Este fragmento constituye el testimonio de cómo los cuestionamientos indígenas y campesinos al
movimiento obrero fueron trasladados de modo fructífero al cuestionamiento del Estado y de la nación.
28
Emergencia campesina, ocaso del obrerismo5
5 Op. cit.
6 Op. cit.
29
movimiento sindical y las tendencias políticas que actúan en su seno se
alejan cada vez más.
30
En referencia a los hombres que hacen a la COB el planteamiento de los
campesinos de Oruro señala que: “[…] uno de los errores que hemos
cometido ha sido fomentar el caudillismo. Tenemos dirigentes que
están en las direcciones 30 ó 40 años, esos dirigentes se han olvidado
de trabajar, se han olvidado de retornar a sus bases. Esto ha creado la
ruptura de la dialéctica masas-dirección. Las masas no se encuentran
representadas en sus dirigentes, los dirigentes no representan a sus bases
porque no viven su realidad. Para muchos dirigentes el sindicalismo
se ha convertido en una manera de vivir. Pero los culpables para que
esto ocurra somos nosotros mismos porque nos hacemos convencer
con ese argumento de que ‘son hombres de experiencia’ y que por lo
tanto, los necesitamos de dirigentes. Con el pretexto de la experiencia,
de ‘su experiencia’, nos han montado 40 años y nosotros los hemos
dejado. Y lo más doloroso ha sido comprobar, en algunos casos, que
esa ‘su experiencia’ sólo les había servido para traicionar al movimiento
popular. Ahí están Noel Vázquez, Daniel Ordóñez, Heriberto Mamani,
Alejandro Guzmán. Por eso decimos que la democracia obrera se ha
corrompido, que ahora se parece más a la democracia burguesa porque
al igual que en la burguesía existe una oligarquía que detenta el poder
por años y en turno, en el sindicalismo existe una especie de casta
sindical que detenta el poder de nuestras organizaciones. Hay una
oligarquía sindical”.
31
En anteriores eventos de este tipo el poder de la palabra para debatir los
documentos era exclusividad de sectores proletarios y de clase media.
La participación campesina en la ronda de intervenciones públicas
era muy esporádica y hasta inexistente. En este congreso, la comisión
política fue dominada por la palabra campesina. Ya en castellano, ya
en aymara, ya en quechua, un campesino hacía uso del don verbal
para decir su punto de vista. De 60 participantes en la comisión, pude
contabilizar que 35 eran campesinos.
32
Y el debate sigue. Nadie pestañea. La atención es total. Nadie se mueve
ni abandona la sala. Argumento contra argumento, idea contra idea.
33
española hasta ahora, cuántos muertos tenemos. Millones y millones,
¿y eso nos puede dar condición de vanguardia? Si es así, hace mucho
tiempo quo nos tocaba la Secretaría Ejecutiva de la COB. Nos han
hablado de condición de clase, como otro requisito. Las elecciones nos
pueden dar una pauta. Todos los sectores tienen avances y retrocesos.
Así como nos han hablado del pacto militar campesino, nosotros les
preguntamos ¿qué han hecho en las elecciones compañeros? En las
ciudades ha ganado la derecha, en los distritos mineros poco menos
que en todos también gana la derecha. En los únicos lugares que
ha ganado la izquierda es en el campo y por eso hay diputados de
izquierda, gracias al voto campesino. Entonces, ¿¿de qué conciencia
nos hablan??!! Hay que reconocer que hay una emergencia campesina,
hay una politización acelerada del campesinado”.
“Nos dicen que hay una lucha de clases, estamos de acuerdo. Pero junto
a la lucha de clases, hay una guerra cultural. Una guerra cultural que
se expresa en la reforma agraria y en la destrucción de la comunidad
andina; en el 21060 mediante su Ley General de Desarrollo Agrario,
que quiere convertirnos en campesinos norteamericanizados y, por
lo tanto, sin base cultural. El problema de la coca, antes que ser un
problema económico, es una guerra cultural. La COB debería expresar
la dimensión nacional y clasista de la lucha: un compañero obrero
portador de la lucha de clases y un compañero campesino portador de
la guerra cultural, expresados en el Comité Ejecutivo”.
34
se ganó a la mayoría. La fuerza de los argumentos rompió los esquemas
partidarios y sectoriales.
7 Op. cit.
35
Tanto la lucha cultural identitaria de los pueblos indígenas y los campesinos
como la lucha obrera de los sindicatos se funden en una sola fuerza junto a la
lucha de las ciudades. En las jornadas de Octubre comprendimos la potencia de
nuestra unidad, comprendimos que es posible cambiar el país uninacional por
otro plurinacional.
Buscamos construir una sociedad de iguales, pero para que dentro de esa igualdad
tengamos derecho a ejercer nuestra diferencia.
36
Ese accionar estuvo presente en la comisión Visión de País, y desde ahí
fracasaron y su fracaso fue, como dice una de las obras del Gabo, Crónica de
una muerte anunciada.
Bibliografía
37
38
Algunas reflexiones sobre la
Constitución Política del Estado
Introducción
La Asamblea Constituyente, como espacio de configuración de un marco
político fundacional, constituye el instrumento más democrático para la
elaboración de la Constitución Política del Estado de Bolivia. El complicado
proceso constituyente, emergente de la coyuntura socioeconómica que se vive
en los países latinoamericanos, dio como resultado de un año y cuatro meses de
obstaculización y de difícil avance una sola alternativa al pueblo boliviano: un solo
texto constitucional, que fue puesto a consideración para su aprobación o rechazo
mediante el voto.
8 Véase en esta misma publicación el texto de Clavero, “Bolivia entre constitucionalismo colonial y constitucionalismo
emancipatorio”.
39
En ese contexto, se aprueba la CONSTITUCIÓN luego de un difícil proceso
constituyente, venciendo acciones reaccionarias y terroristas de quienes todavía
manejan el aparato “institucional judicial”, económico y mediático del país.
Esos mismos sect0res conservadores tuvieron que claudicar frente a la fuerte
demanda social expresada desde antiguas luchas sociales; tuvieron que claudicar
ante la voluntad política del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo
Morales Ayma.
En el tiempo presente, los desafíos para la implementación de la Constitución
Política del Estado pasan por la recuperación de la realidad frente a lo formal, por la
conformación constitucionalizada del Estado Plurinacional, que supera al Estado-
nación monocultural y monoétnico, supera al Estado hipócrita de leyes igualmente
hipócritas.
Pasar de una Constitución sujeta al colonialismo a una Constitución emancipatoria
y descolonizadora9 requiere organización, estructura y funcionalidad coherente, que
empieza por el cambio de conducta o comportamiento de todos los bolivianos,
hombres y mujeres, generado a través de una formación integral intra e intercultural
que impulse la transformación institucional horizontal.
La nueva institucionalidad plurinacional que sustituya a la vieja y colonial
institucionalidad debe estar caracterizada por la consideración de la pluralidad en
todos los ámbitos, por la incorporación de la participación y control social en los
cuatro órganos de poder público y por un desarrollo normativo que recoja los
siguientes temas transversales: (i) plurinacionalidad; (ii) autonomías; (iii) equidad
e igualdad de oportunidades; y (iv) transparencia en la gestión pública, medio
ambiente y desarrollo productivo.
Sin embargo, la inexistencia de disposiciones que determinen la ruta constitucional
de tránsito y la debilidad institucional generalizada para encarar y orientar esos
procesos de formación integral, transformación institucional y de desarrollo
normativo originan un grave riesgo por el que el principal instrumento legal del país,
producto de las luchas y reivindicaciones sociales, no sea aplicado, y que el pesado
aparato estructural estatal que entró en crisis por su falta de representatividad y su
carácter excluyente, se conserve intacto bajo el manto del colonialismo neoliberal.
Desde esa perspectiva, se requiere el fortalecimiento de los lineamientos políticos
y la construcción y el desarrollo reflexivo de la esencia de los contenidos y los
conceptos que integran la Constitución Política del Estado, la más boliviana de las
constituciones que tuvo el país.
9 Op. cit.
40
Primera parte
1. Modelo de Estado
41
conflicto entre indígenas y no indígenas, emergente del régimen colonial de
clases sociales— la renuncia de los sectores indígenas a su autodeterminación,
convirtiéndolos en campesinos subordinados al movimiento obrero-minero. Por
otra parte, los cambios introducidos en 1952, el intento de homogenización del
nacionalismo revolucionario, que inicia una nueva etapa con el modelo neoliberal
a través de una nueva política económica, no logran superar el error histórico en
la conformación del Estado.
42
logra la correspondencia entre Estado y su pluralidad en la configuración de los
órganos de poder público. Lo que, sin duda, implica que la caracterización del
Estado Plurinacional debe estar presente, debe cobrar vida en todos los órganos
de poder público —Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral— y en todas las
estructuras —funcional, territorial y económica— del país.
43
Política del Estado— complementan la caracterización de la plurinacionalidad, en
base al concepto esencial que define a la sociedad boliviana, ahora expresamente
señalada y visibilizada en el artículo 3 de la referida Constitución, como pueblo
y nación, y no como una clase social homogénea. Al respecto, Aureliano Turpo
manifiesta que:
44
una unidad dual entre la parcialidad occidental y la parcialidad indígena y entre
sistemas multicivilizatorios complementarios.
3. Sistema de gobierno
45
forma democrática participativa, representativa y comunitaria. La reforma de la
Constitución del año 200, durante la gestión de Carlos Mesa, había incorporado
la democracia participativa como parte del fortalecimiento de la participación
ciudadana en la toma de decisiones de los principales temas que atingen al país.
Con la aprobación de la nueva Constitución el 25 de enero de 2009 se
garantiza la incorporación de la democracia comunitaria como parte de la
reivindicación de las formas de gobierno de los pueblos indígenas y las naciones
originarias campesinas. En gran parte de las comunidades, las autoridades se
eligen mediante cabildos y asambleas; no hay una diferenciación rígida entre
los roles que cumplen, siendo en muchos de los casos autoridades ejecutivas,
normativas y judiciales que cumplen su mandato de manera integral y rotativa,
con competencias flexibles en los niveles de poca responsabilidad y rígidas en
los niveles mayores. El nombramiento honorífico de una autoridad implica,
esencialmente, servicio.
46
control social a la gestión pública en todos los niveles del Estado, participara en la construcción
colectiva de leyes, en promover revocatorias de mandato, solicitar informes sobre el uso de los
recursos en todos los espacios de la gestión pública, en coordinar la planificación y control con
los órganos y funciones del Estado, en la colaboración en los procedimientos de observación
pública para la designación de los cargos que correspondan, en apoyar al órgano electoral
en transparentar las postulaciones de los candidatos para los cargos públicos [el resaltado
es nuestro]. (Artículos 241 y 242 de la CPE.) Esto se convierte en el principio
esencial del ejercicio de todo poder.
Históricamente, el concepto de soberanía que era utilizado para justificar el poder absoluto
del monarca. Fue el pilar fundamental para exigir el reconocimiento del poder absoluto, pero
del pueblo, en vez del rey. A pesar de esa importante evolución histórica, se produjo
una distorsión intencionada de los grupos de poder que, aun encaramados en
los órganos de poder público, cercaron la soberanía del pueblo para mantener
el estatus quo con el objetivo de conservar sus privilegios minoritarios en
detrimento de la mayoría boliviana.
Segunda parte
1. Derechos, deberes y garantías
47
su ejercicio y las acciones que una persona puede interponer para reivindicarlos
jurídicamente. Así, la innovación legislativa que supone la Constitución prevé de
manera procedimental no usual las garantías jurisdiccionales para el ejercicio de
derechos, e incorpora nuevas formas jurídicas para su reivindicación, como la
acción de cumplimiento y la acción popular.
19 Op. cit.
20 Sentencia Constitucional 0295/2005 – R 11/03/05, Tribunal Constitucional de Bolivia.
48
En cuanto a los derechos políticos y la representación política, la Ley Electoral
Transitoria resuelve en gran medida la garantía de su ejercicio a través de nuevas
reglas que permitan la realización de elecciones generales y la participación
ciudadana. Sin embargo, no garantiza la conformación de una Asamblea
Legislativa Plurinacional acorde a la realidad.
21 Para un tratamiento académico de este tema en el ámbito del constitucionalismo continental, ver West, 2004.
49
departamento—. La Constitución establece que esa nueva correlación de fuerzas
deberá emitir en el plazo de 180 días como máximo, la Ley del Órgano Electoral
Plurinacional, la Ley del Régimen Electoral, la Ley del Órgano Judicial, la Ley
del Tribunal Constitucional Plurinacional y la Ley Marco de Autonomías y
Descentralización.
En cuanto a la Ley del Órgano Judicial, una vez establecida su nueva estructura
bajo el mandato de la soberanía del pueblo y el reconocimiento de un sistema
de justicia plural, deberá constituirse en el nuevo marco legal que articule en un
mismo nivel de jerarquía las jurisdicciones ordinaria, agroambiental e indígena
originaria campesina22. Deberá determinar la composición del Tribunal Supremo
de Justicia y, principalmente, los mecanismos que garanticen la accesibilidad y el
servicio judicial en base a los principios procesales que estuvieron ausentes en la
vieja Constitución.
22 Para un mayor debate sobre el pluralismo jurídico contemporáneo, ver Engle Merry, Griffiths y Tamaña, 2007.
50
Autonomías, de Transparencia Institucional y Lucha contra la Corrupción, y de
Culturas, cada uno con funciones específicas para garantizar la desconcentración
de poder, la transparencia en la gestión pública, la descolonización de las
políticas públicas estatales y la lucha contra el racismo y la discriminación. Es
la primera norma que incorpora en su estructura al Consejo de Participación y
Control Social según los mandatos de la Constitución y de acuerdo a contenidos
temáticos y niveles territoriales. Su transitoriedad exige que la próxima norma del
Órgano Ejecutivo avance en su estructuración y en la composición del gabinete
ministerial con criterios de plurinacionalidad y de equidad de género.
51
quedaba absolutamente claro que no existía ninguna reivindicación cierta de
autodeterminación propia de las naciones originarias.
Para dicho fin, será importante la consideración de los principios que rijan la
organización territorial y las entidades territoriales descentralizadas y autónomas:
unidad, voluntariedad, solidaridad, equidad, bien común, autogobierno,
igualdad, complementariedad, reciprocidad, equidad de género, subsidiariedad,
gradualidad, coordinación y lealtad institucional, transparencia, participación y
control social, provisión de recursos económicos y preexistencia de las naciones
y pueblos indígena originario campesinos. Cada uno de esos principios se
constituye en tema transversal para la elaboración de la Ley Marco de Autonomías
y Descentralización, Estatutos Departamentales y Cartas Orgánicas, debiendo
considerarse con prioridad la voluntad de las poblaciones y la gradualidad, en
correspondencia con las capacidades institucionales de cada entidad territorial.
23 Prada, 2005.
24 A inicios de agosto de 2009 se presentó en la ciudad de Camiri el Anteproyecto de Ley Marco de Autonomías y
Descentralización, con una impresionante movilización indígena originaria campesina. El autogobierno está en marcha.
52
4. Estructura económica del Estado
53
desarrollo: Bolivia Digna, Bolivia Soberana, Bolivia Democrática y Bolivia
Productiva.
Conclusión
El desarrollo normativo para la aplicación de la Constitución Política del Estado deberá
iniciarse, en mi opinión, con la selección priorizada de dos ámbitos de emisión de leyes. Por
una parte, leyes generales que implementen básicamente la estructura funcional del Estado
con su nueva caracterización, permitiendo la recuperación de la soberanía del pueblo y la
horizontalidad de las políticas públicas, tanto en su formulación como en su evaluación
participativa de la puesta en vigencia y en los resultados alcanzados. Algunas de esas leyes
están señaladas en las disposiciones transitorias del texto constitucional: la Ley del Órgano
Electoral Plurinacional, la Ley del Régimen Electoral, la Ley del Órgano Judicial, la Ley del
Tribunal Constitucional Plurinacional y la Ley Marco de Autonomías y Descentralización
deberán complementarse con leyes especiales, orgánicas y reglamentarias que determinen
coherencia en la aplicación de la CPE. En ese contexto se requiere, por ejemplo, un nuevo
marco normativo sobre recursos naturales, medio ambiente, tierra y territorio.
Por otra parte, ante la inexistencia de disposiciones que determinen el tránsito de la vieja
a la nueva institucionalidad o, dicho de otra forma, del Estado-nación al Estado
Plurinacional, la forma más democrática, tal como en la Asamblea Constituyente,
es la construcción colectiva y participativa de leyes.
Ninguna norma debe emerger de gabinetes jurídicos ni, exclusivamente, de los
órganos del poder público; no se hace leyes para los abogados sino para el pueblo, desde el
pueblo, con el pueblo.
26 Morales, op. cit.
54
El proceso constituyente ha devuelto ese poder originario al pueblo para
reconfigurar un nuevo marco político que dé origen al nuevo marco jurídico
tomando en consideración los principales ejes transversales: la concepción de un
nuevo modelo de desarrollo basado en el Vivir Bien como nuevo paradigma, la
plurinacionalidad, la desconcentración de poder (autonomías), la participación y el
control social, transparencia, equidad e igualdad de oportunidades, medio ambiente
y desarrollo productivo.
Esa forma, más allá de garantizar normas consensuadas, permitirá el ajuste
previo que parta de la realidad, de vivencias de los diferentes sectores que integran
la población boliviana, y no el resultado de construcciones teóricas.
El cumplimiento de los objetivos y las finalidades expresados en la Constitución
Política del Estado para formular proyectos de ley, para considerarlos y aprobarlos
en la Asamblea Legislativa Plurinacional, medirá el grado de implementación de los
preceptos de dicha norma fundamental.
La mayor dificultad en ese contexto será la articulación de enfoques, visiones,
experiencias y propuestas sobre cada tema en particular. Sin embargo, únicamente la
voluntad política para escribir la historia de la refundación del país, que desemboque
en proyectos concretos del pueblo boliviano, garantizará un efectivo avance y la
aplicación plena de la integralidad ideológica de la CPE.
Bibliografía
Chivi, Idón Moisés, Desarrollo normativo desde la NCPE en la Bolivia del siglo XXI
(Bolivia: 2009).
Engle Merry, Sally, John Griffiths y Brian Tamaña, Pluralismo jurídico (Bogotá:
Instituto Pensar / Siglo del Hombre Editores, 2007).
Martínez Dalmau, Rubén, El proceso constituyente boliviano (La Paz: Enlace, 2008).
Morales, Teresa, Organización económica del Estado en la nueva Constitución Política del
Estado (La Paz: Enlace, 2008).
Tapia, Luis, Una reflexión sobre la idea de Estado Plurinacional (La Paz: Enlace, 2008).
55
Turpo Choquehuanca, Aurelio, Estado Plurinacional: reto del siglo XXI (La Paz: Plural,
2006).
West, Robin Género y Teoría del Derecho (Bogotá: Instituto Pensar / Siglo del
Hombre Editores, 2004).
56
Aportes a la reflexión política de la Constitución
Introducción al contexto
Sin duda, no podemos realizar la exégesis del texto constitucional desde una
visión estrictamente jurídica porque seguramente nos quedaríamos con una
lectura meramente liberal y estrictamente dogmática de las condiciones de
constitucionalidad. Tenemos que referirnos necesariamente al contexto político
que ha generado la posibilidad de un proceso constituyente como el que vivimos.
La República boliviana tuvo en su proceso de independencia muchos pueblos
originarios que ofrendaron su vida, pero que no serán recordados como los
protomártires porque los nacientes libertadores soñaban con una república criolla,
sin indios… Eso se vio reflejado históricamente ya en la primera Constitución
Política del Estado de 1826, hasta el año 1956, cuando se instituyó el voto universal
en Bolivia.
A lo largo de esa historia republicana, encontramos que las constituciones
políticas del Estado, modificadas a gusto y capricho de caudillos y políticos
conservadores o liberales, mantuvieron la constitucionalización de la exclusión.
Los llamados ciudadanos no alcanzaban al 2% de la población en el país: nacidos
en el país, hombres, mayores de 21 años o casados, que sabían leer y escribir y “no
estaban sujetos a otro en calidad de servidumbre”.
Bajo argumentos que provenían de la Europa esclavista y que se habían
institucionalizado durante la Colonia, se negaba a los pueblos originarios su calidad
de ciudadanía y de personas, en la perspectiva de asumirlos como menores de
edad, que necesariamente debían estar bajo el tutelaje de un patrón que decida
por ellos. Las condiciones de ciudadanía sólo podían ser llenadas por el criollaje,
que consideró que únicamente la continuidad del régimen colonial respecto a los
pueblos originarios preservaría sus intereses como nuevos dueños de la República27.
Por tanto, en el pueblo más indio del continente, la lucha por la autodeterminación
de los pueblos indígenas y originarios ha sido una demanda permanente contra la
colonización, que se mantuvo más allá de la Colonia misma, se hizo parte de las
estructuras republicanas y definió la relación del Estado con el conjunto popular.
Las luchas, los levantamientos y las insurrecciones, pero también las masacres y la
estructural exclusión de la mayoría, se hizo parte de nuestra historia, que parecía
57
no tener retorno en el contexto liberal y la globalización, pero sí en la memoria
ancestral de los pueblos originarios de nuestro país.
No fue casual, por tanto, que cuando en los años 90 los pueblos indígenas del
oriente boliviano organizaron ese épico acontecimiento de marchar cientos de
kilómetros desde sus comunidades hasta La Paz, en realidad estaban detonando un
proceso acumulativo de abandono y explotación que ha sido una constante en la
vida republicana de este país.
La Asamblea Constituyente apareció como consigna y empezó a erigirse en
símbolo de cambio más allá de la comprensión técnica de su significado. Los
sectores dominantes del país, desde entonces y como siempre lo habían hecho a lo
largo de la vida republicana, se negaron a aceptar que la Asamblea Constituyente
fuese una posibilidad de mayor democratización para el país… ni siquiera tomando
en cuenta el contexto latinoamericano, pues casi todos los países vecinos habían
buscado la constitucionalización de este recurso como una manera de recuperar la
legitimidad del sistema sin perder el poder28.
Durante nuestra historia, las élites de nuestro país habían realizado más de 18
transformaciones constitucionales a través de asambleas o convenciones nacionales.
La ausencia fundamental estuvo en la representación del pueblo y la consulta con él,
que se constata en la suma de exclusiones y colonialismo que hasta ahora ha vivido
Bolivia.
A lo largo de este proceso, siempre cruzado por las luchas populares e indígenas,
los temas de Estado fueron un asunto exclusivo de los sectores dominantes que,
a través de gobiernos militares o de la naciente democracia liberal, instituida
constitucionalmente, sólo optaron por realizar la Reforma Constitucional de 1994,
propuesta por “notables”, pero que, más allá de frenar la creciente resistencia al
neoliberalismo, tuvo que institucionalizar formalmente demandas y reclamos que
hacen a la identidad profunda de la República.
La reivindicación de los pueblos originarios, presente a lo largo de nuestra
historia, toma forma política en los últimos cinco años, ante la crisis sin salida
del neoliberalismo como sistema económico y la crisis de representación política
de partidos y gobernantes que no gestaron un proceso democrático incluyente.
Nuevos liderazgos y movimientos sociales, que en algunos casos asumieron formas
institucionalizadas de participación política, fueron los nuevos recursos que de
forma convergente sitiaron al Estado, cuya única salida fue la represión y la muerte.
El 18 de diciembre de 2005, con la elección democrática de Evo Morales, se
concentran todas esas energías de cambio y descolonización y de construcción de
un nuevo país. Una de las primeras tareas, mientras se busca institucionalizar una
nueva forma de gobernar, fue la de definir las nuevas reglas de funcionamiento para
el Estado y el conjunto de la nación a través de la Asamblea Constituyente.
Por eso resulta tan importante empezar a definir el sentido del cambio contenido
en la nueva Constitución a través de los conceptos utilizados y del sentido que
éstos cobran en el contexto de la realidad y de la letra constitucional, tarea a la que
buscamos contribuir con el presente trabajo.
59
y alejamiento de las clases sociales, legitimó el poder de los sectores dominantes
en la sociedad.
61
forma de existencia, que se vuelca en el derecho de los pueblos a la autonomía y
al autogobierno en el marco del Estado Unitario. Es más, el reconocimiento de
naciones de los pueblos indígenas y originarios no es un mero reconocimiento
antropológico, sino un punto de partida político de la capacidad de esos pueblos
de recrear lo que fueron y de existir en nuevas condiciones que les permitan ser
lo que son y lo quieren llegar a ser dentro su propio imaginario.
Por eso la nación boliviana somos todos los que históricamente hemos
construido en este territorio y la forma en la que nos hemos relacionado con
nuestras culturas, ahora sí en igualdad de condiciones para desarrollarnos y
construir el nuevo Estado que haga posible un nuevo país. Junto al castellano,
que ha sido el puente de comunicación oficial del viejo Estado boliviano, están
los 36 idiomas indígena originarios campesinos, para poner de manifiesto que
este país plurinacional deberá asumir, en el reconocimiento de su identidad, la
existencia de todos.
62
2. Principios, valores y fines del Estado
63
Una cuarta interpelación se refiere a un horizonte de progresiva democratización
en la sociedad. La conquista de la democracia política parecía ser el prólogo de
una transformación mayor, que antes o después habría acabado alcanzando al
trabajo, la familia, la escuela, la cultura, la iglesia, etc. Se atribuía a la democracia
una fuerza expansiva propia, que ha permitido algunos avances. Sin embargo,
es notoria la forma en que la democracia y sus valores liberales son asumidos
como únicos en el contexto de la globalización, por tanto, como expresión ideal
de la modernización. Lo que en realidad resulta en el contexto de este mundo
pluriverbal es la construcción de una nueva colonización en nuestros países.
Una sexta tiene que ver con la promesa de educación y virtud. Se pensaba
que el hábito democrático terminaría moldeando el carácter de los ciudadanos.
Se supone que la práctica de la democracia enseña las virtudes de la convivencia
democrática y proporciona estímulos para que los ciudadanos puedan llegar a
ser más solidarios. Sin embargo, una vez más las prácticas democráticas, como
parte de un ceremonial que le da un sentido articulado al poder, se descargan
de sentido colectivo cuando no existen posibilidades reales de participación y
de acceso a mayores recursos para la mayoría. En definitiva, una vez más existe
la necesidad de que la realidad ligue la democracia política con la igualdad de
oportunidades en el acceso a recursos económicos.
64
Tanto los principios ético-morales como los valores asumidos son parte
de esta doble herencia —ancestral y republicana—, pero en definitiva están
permitiendo expresar que ambas visiones de país deberán aprender una de la
otra en este proceso de convivencia; no compartimos un encuentro casual sino
un destino común que tiene una utopía por construir. Así también los sueños, o
sobre todo ellos, tienen lugar en esta Constitución de la convivencia por cuanto,
más allá de la constatación de la realidad, el camino que emprendemos es de
construcción colectiva por rutas propias y bajo la promesa de su posibilidad.
3. Sistema de gobierno
65
la participativa, que ha sido apuntada en la participación popular de este país a
partir de las sucesivas demandas de participación y consulta del pueblo boliviano,
que fueron parte de la democracia liberal de consulta.
Sin embargo, es un debate que apenas empieza a partir del texto constitucional,
pues los que asumen un discurso monocultural y unigénico no asumen la
posibilidad de la alteridad y la convivencia, por cuanto ven la democracia como
una suma de requisitos a cumplir antes que un resultado que genera una mejor
vida para todos y todas. Un escenario adelantado del debate que sigue se produjo
precisamente en el ámbito del Congreso Nacional, donde, en cumplimiento de la
Constitución, se redactó el nuevo Régimen Electoral Transitorio31.
66
soberano, el pueblo, el que define y establece el mandato sobre quienes, en su
calidad de servidores públicos, son nombrados para ser parte de uno de los
órganos estatales.
Un punto de partida para reflexionar esta parte del texto constitucional es que
mientras la anterior Constitución dedicaba treinta artículos a los derechos y las
garantías, la actual cuenta con cerca de 150 artículos referidos a la temática. En
palabras del académico español Martínez Dalmau (2008):
[…] no sólo es uno de los catálogos de derechos más extenso del
mundo, sino también de los más exhaustivos para su cumplimiento. El
catálogo de derechos no incorpora únicamente los derechos clásicos,
civiles y políticos, sino que ofrece una dimensión de particular relevancia
a los derechos sociales y económicos, y a los derechos culturales, en el
mismo rango de aplicación. En muchos casos los derechos sociales son
de una novedad casi asombrosa [...].
En ese camino, es evidente que en el marco liberal constitucional, desde su
base declarativa, no era posible comprometer el cumplimiento de los derechos,
67
sobre todo si el marco de cumplimiento de los derechos se basa precisamente
en las fluctuaciones e intereses de mercado. En el caso boliviano, es de
dignidad elemental que las necesidades básicas del conjunto de la población se
presenten como “derechos fundamentales” y tengan al Estado como garante
de su cumplimiento. Todavía más, es el propio pueblo el que tiene mecanismos
de denuncia de incumplimiento cuando funcionarios o el mismo Estado no
cumplen el texto constitucional.
68
Para la participación de la ciudadanía en garantizar el cumplimiento por parte del
Estado de los derechos constitucionales, se instituyen también las acciones de defensa
que permitan el respeto de las libertades individuales (Acción de libertad), frente a
los actos u omisiones ilegales o indebidos de servidores públicos (Acción de amparo
constitucional), cuando se afecta el derecho fundamental a la intimidad y privacidad
personal o familiar, o a la propia imagen, honra y reputación (Acción de protección de
privacidad), cuando una norma jurídica afecta los derechos constitucionales (Acción de
inconstitucionalidad), en el incumplimiento de disposiciones constitucionales o de la ley
por servidores públicos (Acción de cumplimiento) y cuando un acto u omisión de las
autoridades o personas individuales o colectivas violen o amenacen con violar derechos
o intereses colectivos (Acción popular)33.
A pesar del peligro que implica el que sea la lógica liberal la que vaya fagocitando
la lógica comunitaria, esta Ley del Régimen Electoral Transitorio ha posibilitado
una salida política que resguarda los fundamentos del proceso de cambio. Sin
embargo, las organizaciones sociales y naciones indígena originarias tienen la
gran tarea estratégica de construir su propuesta a partir de la territorialidad
constitucionalizada.
69
La lucha no sólo será por ampliar la cantidad de circunscripciones especiales,
sino por el sentido diferente y alternativo que tendrán las mismas. El reto
fundamental consistirá en que sean sus propias normas las que el Estado imprima
en el proceso de tejer convivencia y de definir que la interculturalidad es posible
a partir de asumir un proyecto de país propio.
70
a la economía de mercado capitalista dominante. Es decir que en muchos países,
y sobre todo en el nuestro, los enclaves capitalistas no han transformado la lógica
de acumulación comunitaria; más bien se han servido de ella para ocuparse de la
actividad intensiva en determinados nichos productivos.
Bibliografía
Dahrendorf, Ralf, La cuadratura del círculo: bienestar económico, cohesión social y libertad
política (México: FCE, 1998).
Del Río, Eugenio, Poder político y participación popular (Madrid: Ed. Talasa, 2003).
35 El sociólogo mexicano Pablo González Casanova tiene unos excelentes ensayos sobre corrupción y capitalismo en la
era neoliberal.
71
Espinoza, Magaly, “Qué es la Autonomía?” Bolivia Autonómica Número 1 (marzo
2009), periódico del Ministerio de Autonomías.
Gobierno de Bolivia, Constitución Política del Estado, versión oficial (La Paz: REPAC,
octubre de 2008).
Martínez Dalmau, Rubén, El proceso constituyente boliviano (La Paz: Enlace, 2008).
Morales, Teresa y otros, Organización económica del Estado (La Paz: Enlace, 2008).
Pinto Quintanilla, Juan Carlos, Aportes reflexivos para un nuevo país (La Paz: REPAC,
2006).
Walsh, Catherine, en revista Cuarto Intermedio # 22, Educación ¿a dónde vas? (febrero
de 2009), Cochabamba.
72
Constitucionalismo emancipatorio, desarrollo normativo y
jurisdicción indígena
73
En un acto de rebelión y emancipación contra toda forma de pensamiento
homegeneizante, en un acto de comunión con la realidad real, conocimiento y
comprensión de la misma, Bolivia y Ecuador han dado pasos fundantes en eso
que algunos teóricos del derecho denominan constitucionalismo emancipatorio.
36 Tomo aquí la idea de Vergotini, pero en un sentido instrumental: “la transición constitucional como vehículo de la des
colonización”. Véase Vergotini, 2002.
37 Frases como “Descolonizar el derecho y nacionalizar la justicia”, “Descolonizar el Estado desde el Estado”, “Descolonizar
la economía”, “Descolonizar la ONU” son recurrentes en el planteamiento discursivo del Presidente, lo que por supuesto
no es una casualidad, sino esencialmente la concentración del programa político constitucional.
38 La democracia igualitaria consiste en la superación de la democracia representativa del siglo XIX y la participativa del siglo
XX, por una democracia en la que la igualdad material es el centro de la actividad estatal y la igualdad formal se echa en el
baúl de la historia hipócrita del constitucionalismo moderno.
39 Véase el artículo de Clavero en esta misma publicación.
74
En el Plan Nacional de Desarrollo (PND) se aborda el tema en cuestión, pero
con la experiencia adquirida hasta ese momento político (2006-2007). Veamos:
La propuesta de la nueva institucionalidad del Estado boliviano consiste
en asumir su descolonización desde sus mismas estructuras, prácticas
y discursos. La composición colonial del aparato estatal y la urgencia
de desmontar todos los mecanismos explícitos e implícitos que
connotan y denotan esta colonialidad se debe a que esta impregnada
en la estructura del Estado y en su funcionamiento cotidiano [...] La
Institucionalidad política y la constitución del poder ejecutivo tienen
base colonial, por lo tanto es necesario desmontar el colonialismo
cambiando la institucionalidad estatal por una nueva. (P. 20.)
Transitar (pasar) del Estado colonial y neoliberal al Estado Plurinacional
requiere un diseño estatal en función de su propia “descolonización”, es decir,
descolonizar el Estado desde el Estado.
3. Colonialismo constitucional o el constitucionalismo como máscara del
colonialismo
Aun si nos quedáramos con la vieja definición que hizo Ferdinand Lasalle
en 1860, “La Constitución es la suma de los factores de poder”, no haríamos
más que esclavizarnos ante un constitucionalismo en desprestigio, en crisis
epistemológica.
40 Cfr. Clavero, 2006. El mismo autor, haciendo referencia al constitucionalismo indigenista, nos dice lo siguiente: “Por
América Latina existe ya una larga historia de políticas indigenistas que han resultado tan fallidas desde el punto de vista de
los Estados como contraproducentes e incluso lesivas para los indígenas […]” (Clavero, 2008, p. 261). Cfr. también Berche,
García y Mantilla, 2006 y González Casanova, 1969.
41 Cfr. Brown y Williams, 2003. Para una reflexión sobre el lenguaje masculinizado del derecho, véase Ministerio de Desar-
rollo Sostenible, 2004. Para una visión del feminismo radical, véase Paredes, 2005.
42 Desde una critica a la colonialidad, Castro-Gómez nos señala que “La función jurídico-política de las constituciones es,
precisamente, inventar la ciudadanía, es decir, crear un campo de identidades homogéneas que hicieran viable el proyecto
moderno de la gubernamentabilidad. (2000, p. 149.)
75
(Foucaut 1986 y 2005), tomando en cuenta, además, su enorme poder sobre
los imaginarios colectivos contemporáneos43. Por si fuera poco, aquél vive y
se desarrolla entrampado en una miseria formalista perniciosa a la creatividad
política en nuestras tierras (Colomer Viadel, 1990, p. 76).
Por su parte, los científicos sociales critican ácidamente a los abogados, pero
no cuestionan a la Constitución Política del “Estado”, tanto así que la convierten
en el escenario preferido de sus batallas académicas.
Como en el principio, el final cuenta con los mismos actores, unos defendiendo
lo individual oligárquico y los otros tratando de salvar al país de la catástrofe
social, unos defendiendo la sociedad de privilegios y otros construyendo a mano
una sociedad de iguales, de verdaderamente hermanos.
43 Nino (1998) nos señala casi ingenuamente “[…] el constitucionalismo en su sentido más pleno es un fruto exótico que
florece sólo en escasos lugares y en condiciones verdaderamente excepcionales.”
76
4. La nueva Constitución Política del Estado
Artículo 1
Quién puede negar que Bolivia está conformada por 36 naciones indígenas
catalogadas como tales en los registros oficiales y particulares de ONG y agencias
de cooperación internacional (BID, BM. FMI). Nadie…
Quién puede negar que, debido a la inexistencia del Estado en las áreas
rurales, sus habitantes (indígenas, originarios o campesinos) tuvieron que dotarse
de mecanismos institucionales propios y efectivos. Tuvieron que mantener
mecanismos que, viniendo del periodo precolonial, se mezclaron con prácticas
coloniales de los españoles y que aún hoy persisten, aunque reconceptualizadas
por la propia visión de los pueblos indígenas o reconceptualizadas desde una
apreciación por la vida en común, en colectivo, porque sólo así era posible
sobrevivir a un Estado hostil, un Estado eurocéntrico o norteamericanizado...
77
De que se trata:
Para todo ello se han propuesto dos vías de transformación: desde el Estado
y desde la sociedad. Fernando García Yapur nos dice que52:
80
Así, en suma, el Estado plurinacional en lo que concierne a la estructura horizontal
del poder es la expresión de un Estado radicalmente democrático, ya que no
existe un fundamento último que de cuenta a la organización institucional del
Estado que no sea la voluntad plural de la sociedad para afirmar sus propias reglas
y procedimientos de gobierno...
81
o Democrático (se sustenta en el voto liberal)
o Intercultural (que se ejerce en calidad de iguales culturalmente
hablando)
o Descentralizado (un sistema de gobierno que descentraliza el poder
estatal, aunque bajo control del gobierno central)
o Con autonomías (delega facultades legislativas a gobiernos
departamentales de base popular e indígena)
Bolivia se funda en:
(a) La pluralidad (la forma en que nosotros vemos la diversidad).
(b) El pluralismo (la forma en que los ajenos ven nuestra diversidad):
(i) político (relaciones de poder político);
(ii) económico (relaciones económicas);
(iii) jurídico (estructuras judiciales y saberes jurídicos);
(iv) cultural (saberes culturales);
(v) lingüístico (manejo idiomático).
Esta estructura constituye el punto de partida para el desarrollo normativo, pero
a esto tiene que añadirse, tal como lo planteamos arriba, la constitucionalidad de
la descolonización como función estatal hacia adentro y hacia fuera del mismo
Estado.
Artículo 8.
82
2. Garantizar el bienestar, el desarrollo, la seguridad y la protección e igual
dignidad de las personas, las naciones, los pueblos y las comunidades,
y fomentar el respeto mutuo y el diálogo intracultural, intercultural y
plurilingüe.
54 Un desarrollo de estos conceptos puede verse en el reciente Decreto Supremo N° 29894 de 7 de febrero de 2009, Estruc-
tura Organizativa del Órgano Ejecutivo del Estado Plurinacional. 83
• transparencia,
• equilibrio,
• igualdad de oportunidades,
• equidad social y de género en la participación,
• bienestar común,
• responsabilidad,
• justicia social,
• distribución y redistribución de los productos y bienes sociales.
... para Vivir Bien
Para cerrar esta parte, se establece constitucionalmente que son fines “esenciales”
del Estado los establecidos en los seis puntos del artículo 9 ya citado.
Estos artículos constituyen el marco epistemológico general 55 para el desarrollo
normativo de lo institucional estatal, de la construcción de ciudadanía, de la
legislación ordinaria, de la legislación sustantiva y adjetiva, de las políticas
económicas, de las políticas públicas, de todo lo que implica construir país.
Las ruinas heredadas del modelo estatal neoliberal son todavía grandes
esclusas ideológicas que impiden ver con claridad los mensajes de la NCPE.
El derecho como saber y como tecnología discursiva de verdad y poder, está
recluido en un constitucionalismo tradicional que niega su realidad y evade su
posibilidad de transformación.
5. Lo plurinacional comunitario y los procesos emancipatorios en Bolivia
84
la regulación social y el punto de partida de la emancipación social, con la
construcción de la igualdad material o democracia igualitaria.
Para lograr esa democracia se requiere una visión general de las ciencias
sociales, y es que éstas fueron atrapadas, en la sola y exclusiva idea de “regulación
social”, que deviene directamente en la perpetuación del capitalismo y no en su
quiebre y/o superación política.
85
En este contexto, la descolonización es la misión fundamental de los
programas normativos, y ello es así porque:
86
Comunitaria con el objetivo de elaborar un Anteproyecto de Ley
para el reconocimiento del Derecho Consuetudinario vigente en
los pueblos indígenas y las comunidades campesinas del país [...] El
Proyecto Justicia Comunitaria tuvo dos fases: En la primera fase
el Proyecto se abocó a realizar cuatro estudios de caso basados en
trabajos de campo en distintas regiones del país, buscando obtener
con ellos ilustrar y comprender las prácticas de justicia comunitaria en
diferentes contextos socio culturales59.
El concepto acuñado pretendía contener elementos que atrapen la realidad y la
describan. Por ello el citado autor nos dice de modo explícito:
[…] en nuestros términos, “justicia comunitaria” […] tiene la ventaja de
remitir no sólo a las instituciones y prácticas de resolución de conflictos
sino también a los contextos socioculturales que los definen, haciendo
referencia fundamentalmente a la especificidad de la organización
sociopolítica comunitaria [...]60.
Sin embargo este concepto no es definitivo; puede ser tomado como punto de
partida en la comprensión de la justicia indígena o de sistemas interlegales. En
efecto, Ramiro Molina nos lo dice con toda claridad: “La justicia comunitaria
es un campo de acción específica que deberá ser inicialmente definido, aunque
solamente sea como referencia conceptual”61.
Sin duda, la mayor concentración del debate estuvo signada por las definiciones
que el Ministerio de Justicia y el Comité Nacional de Implementación del Nuevo
Código Procesal tuvieron en sus manos. La vacatio legis declarada para el Código
Procesal Penal tuvo como fin establecer un proceso de difusión y consolidación
del NCPP y con ello la difusión de la justicia comunitaria como concepto
homogeneizador62.
87
gran parte— todo el proceso de capacitación e implementación63. En el camino
se percataron de que la justicia comunitaria encuentra su contrapunto más alto
en los sucesos de Ayo Ayo, en los que esta figura antes benévola y benigna de la
justicia en pueblos indígenas adquiere nuevas connotaciones, perversas e ilegales,
que perduran hasta hoy, siendo lo de Sica Sica un contrapunto demasiado alto; sin
embargo, su análisis ya fue anunciado en un estudio coordinado por Elizabeth
Morató64.
Como se menciona más arriba, en todo este proceso se hace poco esfuerzo para
cuestionar los soportes epistemológicos del concepto de justicia comunitaria, y
menos todavía de sus soportes materiales. Las mismas instituciones encargadas
de su proceso de difusión no proponen cuestionamientos al concepto, hasta que
el concepto se cae. Los sucesos de Ayo Ayo en 2004 y de Sica Sica en 2008 ponen
en evidencia un malentendido de dimensiones que nos recuerdan al colonialismo
más radical, sólo comparable a lo dicho y establecido por los penalistas de la
primera mitad del siglo XX66.
88
así como la capacidad de inventar derecho y, con ello, de hacer jurisprudencia.
Por lo menos así lo testimonia la nueva Constitución Política del Estado.
II. La jurisdicción indígena originaria campesina respeta el derecho a la vida, el derecho a la defensa y
demás derechos y garantías establecidos en la presente Constitución67.
Artículo 191. I. La jurisdicción indígena originario campesina se fundamenta en
un vínculo particular de las personas que son miembros de la respectiva nación
o pueblo indígena originario campesino.
67 Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC-16/99. 1 de octubre de 1999, “El derecho a la
información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del debido proceso legal” párrafo 117. Citado en
Albanese, 2008, p. 19.
89
Si vemos con atención estos tres artículos, podemos concluir que la
jurisdicción indígena originaria campesina está sujeto al cumplimiento de
principios universales en materia de derechos humanos de los justiciables, como
señala Susana Albanese en relación al debido proceso legal: “Para que exista
debido proceso legal es preciso que un justiciable pueda hacer valer sus derechos
y defender sus intereses en forma efectiva y en condiciones de igualdad procesal
con otros justiciables […] El proceso es un medio para asegurar […] la solución
justa de una controversia”68.
Otro caso: ¿la jurisdicción indígena puede violentar los principios materiales de
legalidad y de irretroactividad? No, ni siquiera con una interpretación intercultural
de la jurisdiccionalidad pueden violentarse estos dos principios rectores del
ejercicio jurisdiccional. Además:
Las voces agoreras y detractoras de esta jurisdicción han sido voces de idiotas con
un micrófono al frente.
De este modo, llegamos a una primera aproximación.
68 Corte IDH. Caso Tibi c. Ecuador. 7 de septiembre de 2004, párr. 143; caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, párr. 112;
caso Maritza Urrutia, párr. 92. Citado en Albanese, op. cit., p. 20.
69 Corte IDH. Caso Baena Ricardo y otros. 2 de febrero de 2001, párr. 107. Asimismo. Corte EDH. Caso S.W. y C.R. c. Reino
Unido 22 de noviembre de 1995; Caso Kokkinakis c. Grecia, 25 de mayo de 1993; Caso Ecer y Zeyrec c. Turquía, 27 de
febrero de 2001. En este último se recuerda que el artículo 7 de la Convención (principio de legalidad e irretroactividad)
“[…] consagra de manera general el principio de legalidad de los delitos y de las penas y prohíbe, en particular, la aplicación
irretroactiva del derecho penal cuando opere en detrimento del acusado” (párr. 30). Citado en Albanese, op. cit., p. 22.
90
Si asumimos taxativamente los principios materiales y formales de un proceso
judicial, sea cual fuere éste, indígena o no indígena, sustentados en instrumentos
internacionales de derechos humanos, ¿puede la autoridad indígena violentarla
arguyendo derechos indígenas? No, simple y llanamente no.
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Berche, Anne Sophie, Alejandra María García y Alejandro Mantilla, Los derechos en
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de América Latina. Año III, N° 22 (septiembre de 2007).
93
94
95
96
Bolivia entre constitucionalismo colonial y
constitucionalismo emancipatorio
Bartolomé Clavero
Bolivia nace como Estado colonial y constitucional al mismo tiempo, dato que
no constituye ninguna originalidad pues es común entre los Estados todos de las
Américas. No resulta misterio alguno que las flamantes constituciones americanas
fueron ante todo la pantalla que ocultaba la continuidad del colonialismo. Quienes
formaban Estados no se liberaban de un yugo colonial que nunca habían sufrido
y del que se venían beneficiando. Bien al contrario, fortalecían el colonialismo
a través, entre otros medios, de constituciones estableciendo poderes oportunos
al efecto de dicho continuismo de fondo. Así procedía la minoría europea o de
cultura procedente de Europa. La mayoría indígena de América permanece bajo el
yugo colonial o es entonces cuando va a conocerlo, pues en buena parte se había
mantenido ya independiente, ya distante del colonialismo europeo. Es algo que no
ocurre a pesar de las constituciones, sino por medio de ellas.
Unas minorías establecían poderes para defenderse a sí mismas y para fortalecer
y ampliar el dominio que habían conseguido en los tiempos del colonialismo
europeo. Al primer efecto, los poderes se dividen y contrarrestan. Al segundo, no
hay división ni limitación que valga. Todos los poderes del Estado se hacen uno
cuando se trata de robustecer y emplear el dominio sobre los pueblos indígenas.
En relación a los mismos, no hay por parte del Estado cosas como el imperio del
derecho, la reserva de ley o el control de la justicia. Frente a los mismos, los poderes
constitucionales ya se ejercen al unísono, ya se reducen al ejecutivo más expedito
sin guía de ley ni contraste de justicia. Los poderes constitucionales habilitan a la
minoría no indígena ya apoderada por el colonialismo previo para la imposición
de sus intereses en la medida de sus posibilidades frente a la mayoría indígena
sometida pero resistente. También asisten a la continuación de la conquista con
mayor eficacia que el colonialismo precedente.
Desde 1826, con su primera Constitución, Bolivia establece la estructura
territorial que mejor se presta al objetivo colonial. Con terminología adoptada de
Francia, el territorio, tanto el que se domina como el que todavía no se controla,
se divide en departamentos encabezados por unos prefectos como delegados del
Gobierno sin responsabilidad ante sus gobernados, ni representatividad respecto
a ellos. El despliegue territorial de la justicia del Estado es mínimo y las leyes que
se hacen no miran a indígenas ni, de hecho, se les dirigen. En la prefectura se
concentra un poder que puede actuar sin límites ni chequeos frente a los pueblos
indígenas. De forma desde luego solapada, con la Constitución ante todo como
97
pantalla, lo que constitucionalmente rige es el empeño por fortalecerse y dilatarse,
consolidarse y enquistarse el dominio colonial sobre los pueblos indígenas.
98
Art. 2. Dada la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios, se
garantiza su libre determinación en el marco de la unidad del Estado,
que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su
cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de
sus entidades territoriales, conforme a esta Constitución y la ley.
Art. 8.1. El Estado asume y promueve como principios ético-morales
de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no
seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko
(vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y
qhapaj ñan (camino o vida noble).
Art. 9.1. Son fines y funciones esenciales del Estado, además de los
que establece la Constitución y la ley: Constituir una sociedad justa
y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni
explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades
plurinacionales.
Art. 14.2. El Estado prohíbe y sanciona toda forma de discriminación
fundada en razón de sexo, color, edad, orientación sexual, identidad
de género, origen, cultura, nacionalidad, ciudadanía, idioma, credo
religioso, ideología, filiación política o filosófica, estado civil, condición
económica o social, tipo de ocupación, grado de instrucción,
discapacidad, embarazo, u otras que tengan por objetivo o resultado
anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones
de igualdad, de los derechos de toda persona.
Art. 30.II.4. En el marco de la unidad del Estado y de acuerdo con esta
Constitución las naciones y pueblos indígena originario campesinos
gozan de los siguientes derechos: […] A la libre determinación y
territorialidad.
Art. 270. Los principios que rigen la organización territorial y
las entidades territoriales descentralizadas y autónomas son: […]
preexistencia de las naciones y pueblos indígena originario campesinos,
en los términos establecidos en esta Constitución.
A los pueblos indígenas se les reconoce el derecho a la libre determinación,
garantizándoseles el acceso a un estatus de autonomía como tales pueblos. Una
pieza tan esencial de la Constitución anticolonialista ya se había adelantado. A
continuación de la adopción, en septiembre de 2007, de la Declaración sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas por la Asamblea General de Naciones Unidas,
Bolivia la incorporó mediante ley a su ordenamiento interno. Aun sin mencionarla,
la Constitución ratifica esta incorporación. La misma sitúa como fuente superior,
incluso supraconstitucional, del ordenamiento boliviano el derecho internacional
de los derechos humanos sin reducirse a los tratados ratificados, pues también se
incluye todo instrumento al que Bolivia se haya adherido de cualquier otro modo:
“Los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos que
hayan sido firmados, ratificados o a los que se hubiera adherido el Estado, que
declaren derechos más favorables a los contenidos en la Constitución, se aplicarán
de manera preferente sobre ésta” (artículo 256.1).
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La Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas se incorpora
mediante ley, pero no tiene por ello el valor de ley, un valor subordinado a la
Constitución. Se sitúa por encima de ella, conforme a los propios términos de la
misma, de la Declaración (artículo 38: “Los Estados, en consulta y cooperación
con los pueblos indígenas, adoptarán las medidas apropiadas, incluidas medidas
legislativas, para alcanzar los fines de la presente Declaración”). Pues bien, esta
Declaración internacional de derechos humanos reconoce el derecho a la libre
determinación de los pueblos indígenas a ser ejercido a través de la autonomía.
Respondiendo a su incorporación al ordenamiento boliviano con el valor que le
corresponde ya por sí misma como norma de derechos humanos, la Constitución
viene a articular dicho derecho estableciendo un complejo sistema de autonomías
en el que encuentra cabida, y puede así desarrollarse, la autonomía de los pueblos
indígenas.
Según la nueva Constitución, toda Bolivia puede acceder a un estatus de
autonomía. Todos los pueblos, todas las comunidades, todos los grupos
significativos de población que constituyen Bolivia, inclusive los departamentos de
tradición antiautónoma, pueden hacerlo. El principio es dispositivo: “La creación,
modificación y delimitación de las unidades territoriales se hará por voluntad
democrática de sus habitantes, de acuerdo a las condiciones establecidas en la
Constitución y la ley” (artículo 269.2). La Constitución no define el nuevo mapa
de Bolivia. Entre el mantenimiento del mapa departamental y el establecimiento
de uno nuevo que mire ante todo el parámetro menos artificial de la pluralidad
de los pueblos, se ha optado por dejar a la iniciativa de los mismos y de otros
agrupamientos de la población el establecimiento de unas autonomías y, por lo
tanto, el mapa definitivo de Bolivia.
En este proceso los mismos departamentos cambian de naturaleza completamente.
Podrán dejar de ser instancias delegadas del Gobierno central para convertirse en
entidades autónomas con poderes Legislativo y Ejecutivo propios. Los pueblos
indígenas pueden tener los tres poderes, el Legislativo, el Ejecutivo y también el
Judicial. Las jurisdicciones indígenas se colocan en un pie de paridad con la justicia
del Estado: “La jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena originario campesina
gozarán de igual jerarquía” (artículo 179.2). El desempeño de cargos judiciales de
comunidades o pueblos indígenas cualifica para el acceso a las cortes o tribunales
de las jurisdicciones superiores del Estado (artículos 182.6, 187, 194.1, 197.1, 199 y
206.2), justamente así adjetivadas por la Constitución como plurinacionales.
La Constitución establece que “las entidades territoriales autónomas no estarán
subordinadas entre ellas y tendrán igual rango constitucional” (artículo 276). Es
un pronunciamiento importante porque la propia tradición del constitucionalismo
colonial de Bolivia hubiera fácilmente llevado al entendimiento supremacista
de que las autonomías indígenas se subordinan a los departamentos. No es así
claramente, pero tal ecuación de autonomías debe interpretarse a la luz de los
principios constitucionales y, más particularmente, del imperativo de la erradicación
del colonialismo mediante el reconocimiento del derecho de libre determinación de
los pueblos indígenas.
100
En la nueva Bolivia, en la Bolivia refundada, hay autonomías y autonomías. Hay
autonomías que son criaturas de la Constitución, de la determinación constituyente,
como las departamentales. Las hay también que responden a un derecho anterior
a la Constitución misma, un derecho que no queda a disposición del poder
constituyente, el derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación. La
autonomía representa en su caso el ejercicio de tal derecho propio, algo que en
absoluto se da en el supuesto de la autonomía departamental. Una Constitución
debe interpretarse de forma sistemática a la luz toda ella de sus principios. Los
principios que sustentan la autonomía indígena y la autonomía departamental son
de naturaleza radicalmente distinta.
La Constitución contempla unas autonomías regionales. Regionales pueden ser
por supuesto las autonomías indígenas que se concierten entre sí para reconstituir
el respectivo pueblo o para formar, digámoslo así, confederaciones entre pueblos.
Con otro lenguaje, la Constitución contiene la previsión:
Art. 291.2. Dos o más pueblos indígenas originarios campesinos
podrán conformar una sola autonomía indígena originaria
campesina.
Art. 304.1. Las autonomías indígena originario campesinas
podrán ejercer las siguientes competencias exclusivas: […] 17.
Promover y suscribir acuerdos de cooperación con otros pueblos
y entidades públicas y privadas.
Cuando la Constitución contempla las autonomías regionales como autonomías
supramunicipales distintas a las departamentales, establece que no podrán trascender
los límites de los departamentos (artículo 280.1: “La región, conformada por
varios municipios o provincias con continuidad geográfica y sin trascender límites
departamentales, que compartan cultura, lenguas, historia, economía y ecosistemas
en cada departamento, se constituirá como un espacio de planificación y gestión”).
Cuando la misma se ocupa de las autonomías indígenas, que también pueden ser
naturalmente supramunicipales, sólo considera este supuesto de que transcienda los
límites del municipio sin decir nada sobre la posibilidad de que lo propio hubiera de
ocurrir respecto a los departamentos (artículo 293). Puede ser supuesto el indígena
también de autonomía regional:
Artículo. 291.1: “Son autonomías indígena originario campesinas
los territorios indígena originario campesinos, y los municipios,
y regiones que adoptan tal cualidad de acuerdo a lo establecido
en esta Constitución y la ley”; artículo 295.2: “La agregación
de municipios, distritos municipales y/o autonomías indígena
originario campesinas para conformar una región indígena
originario campesina, se decidirá mediante referendo y/o de
acuerdo a sus normas y procedimientos de consulta según
corresponda y conforme a los requisitos y condiciones
establecidos por la Constitución y la Ley”, y artículo 303.2: “La
101
región indígena originario campesina, asumirá las competencias
que le sean transferidas o delegadas” por las entidades autónomas
que comprende). ¿Ha de aplicarse a las autonomías indígenas
supramunicipales dicho respeto de las fronteras departamentales?
Entre estos artículos se juega la posibilidad de la reconstitución efectiva de los
pueblos indígenas a partir de la autonomía de las comunidades. Es algo clave
para el objetivo constitucional de la erradicación definitiva del colonialismo. Una
interpretación aparente y falsamente sistemática entre los artículos 280.1, 291.1,
295.2 y 303.2 ya está postulando que las autonomías indígenas no pueden en caso
alguno trascender los límites de los departamentos, con lo cual se crearían las
condiciones para que un solapamiento entre autonomías, la indígena por debajo
de la departamental, diera pie a la subordinación proscrita por el citado artículo
276: “Las entidades territoriales autónomas no estarán subordinadas entre ellas y
tendrán igual rango constitucional”. El asunto es de la mayor trascendencia para
el objetivo anticolonialista tan fundamental para la Constitución, pues afecta a la
posibilidad de ejercicio del derecho de libre determinación de los pueblos indígenas.
Pongamos el ejemplo del pueblo guaraní. Si se acepta dicha interpretación
limitativa del ámbito de la autonomía indígena, el mismo no podría reconstituirse
dentro de Bolivia pues su presencia se extiende a los departamentos de Chuquisaca,
Santa Cruz y Tarija. Tendría así que haber entonces tres autonomías guaraníes
por separado, una en cada departamento. El pueblo guaraní quedaría escindido
no sólo por las fronteras de Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina, pues en todos
estos Estados tiene presencia, sino que incluso tendría que dividirse por los límites
departamentales internos de Bolivia. En lo que a Bolivia toca, esto chocaría
frontalmente con los principios de reconstitución, reintegración y determinación
de los pueblos indígenas, lo primero que ha de tenerse cuenta para la necesaria
interpretación sistemática de la Constitución. En resumidas cuentas, si no se
traiciona sus principios, las autonomías indígenas regionales no han de someterse al
artículo 280.1 a ningún efecto, y tampoco al que establece que deban como tales, en
cuanto que regionales, limitarse a “planificación y gestión”.
La Constitución no contempla directamente el derecho a la reconstitución
transfronteriza y así integral de los pueblos indígenas, algo que no sólo interesa
al pueblo guaraní sino también a otros, como desde luego al aymara y al
quechua. Tampoco es que la Constitución lo impida. Ofrece incluso alguna vía:
“Las autonomías indígena originario campesinas podrán ejercer las siguientes
competencias compartidas: Intercambios internacionales en el marco de la política
exterior del Estado” (artículo 304.II.1); “La negociación, suscripción y ratificación
de tratados internacionales se regirá por los principios de: […] Respeto a los
derechos de los pueblos indígenas originarios campesinos (artículo 255.II.4); “El
Estado fortalecerá la integración de sus naciones y pueblos indígena originario
campesinos con los pueblos indígenas del mundo” (artículo 265.2).
También debe consignarse que la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, esta norma que se sitúa por encima de la Constitución, no deja de
contemplar el desafío:
102
Los pueblos indígenas, en particular los que están divididos por fronteras
internacionales, tienen derecho a mantener y desarrollar los contactos, las relaciones
y la cooperación, incluidas las actividades de carácter espiritual, cultural, político,
económico y social, con sus propios miembros así como con otros pueblos a través
de las fronteras. Los Estados, en consulta y cooperación con los pueblos indígenas,
adoptarán medidas eficaces para facilitar el ejercicio y garantizar la aplicación de
este derecho. (Artículo 36.1 y 2.)
Puede haber otra vía de reconstitución de pueblos por un espacio de América que
transcienda fronteras en virtud de la nueva Constitución de Bolivia. La misma
atribuye ahora a la Defensoría del Pueblo o, mejor, de los Pueblos “la promoción de la
defensa de los derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos,
de las comunidades urbanas e interculturales, y de las bolivianas y los bolivianos en
el exterior” (artículo 218.2). Por una parte, como sobre todos los derechos humanos
y todos los derechos constitucionales, la Defensoría tiene atribuciones de defensa y
promoción de los derechos de los pueblos indígenas. Por otra parte, se extiende su
cometido al caso de los bolivianos y bolivianas emigrantes. Aunque no se mencione
el supuesto, una vez que se le confiere tal competencia extraterritorial, la defensa
y promoción de los derechos de los pueblos indígenas podrá extenderse a los
derechos de personas y comunidades de pueblos con presencia en Bolivia, inclusive
entonces al derecho a la reconstitución del pueblo mismo. Quechuas del Perú,
quichuas del Ecuador, aymaras de Chile, guaraníes del Paraguay, etc., podrán acudir
a la Defensoría del Pueblo de Bolivia en reclamación de sus derechos. Difícilmente
podrá la misma actuar ante Estados extranjeros, pero cabrá instar a Bolivia a que
actúe por vía de política exterior conforme a los pronunciamientos constitucionales
recién referidos.
Puse adrede, con toda intención, el ejemplo del pueblo guaraní, pueblo con un
significativo número de personas y comunidades enteras sometidas a una condición
de servidumbre a través de trabajo forzoso y de reclusión de familias en haciendas.
Estamos hablando del derecho de libre determinación de los pueblos y resulta
que lo hay todavía en un estatus de servidumbre. La Constitución se muestra
consciente: “Ninguna persona podrá ser sometida a servidumbre ni esclavitud. Se
prohíbe la trata y tráfico de personas” (artículo 15.5); “Se prohíbe toda forma de
trabajo forzoso u otro modo análogo de explotación que obligue a una persona a
realizar labores sin su consentimiento y justa retribución” (artículo 46.3). Hay desde
hace décadas convenciones de derechos humanos y convenios de la Organización
Internacional del Trabajo, de los que Bolivia es signataria, con tales prohibiciones de
la esclavitud, el trabajo forzoso y las prácticas similares. Sólo ahora, a estas alturas,
Bolivia se toma la proscripción de servidumbre constitucionalmente en serio.
103
(artículo 398)”. Para estos casos, lo que la Constitución prevé es la reversión, esto es,
la pérdida de la propiedad sin indemnización alguna (artículo 401.1, que no cita la
casual de servidumbre, pero comprendiéndola en el concepto de contravención de
la función social de la propiedad: “El incumplimiento de la función económico social
o la tenencia latifundista de la tierra, serán causales de reversión y la tierra pasará a
dominio y propiedad del pueblo boliviano”).
El asunto no es sólo de la función de la propiedad que existe en el derecho
boliviano desde la Ley de Reforma Agraria de 1953. Lo es también, y sobre todo, de
emancipación de personas y comunidades por imperativo constitucional de signo
anticolonialista, tocando así al elemento nodal de la propia Constitución. La causal
de servidumbre como fundamento para la reversión de propiedades opera desde
la Ley de Reconducción de la Reforma Agraria de 2006, existiendo el problema
de que, pareciéndose a una confiscación, la medida pudiera ser inconstitucional.
Es una asimilación por supuesto inapropiada, pues la reversión por servidumbre
responde a la comprobación de la ilegitimidad del título de propiedad. La tierra
se adquirió con las comunidades dentro, unas comunidades que eran las legítimas
propietarias y que por ende la recuperan de manos del “pueblo boliviano” gracias a
la reconducción comunitaria de la reforma agraria. Es importante que ahora la reversión
se constitucionalice, pues así se disipa toda duda sobre su naturaleza, bien distinta a
la de la confiscación. Pese a esto, la jurisdicción competente en materia de reforma
agraria, el Tribunal Agrario Nacional, da todavía trámite a recursos que alegan el
carácter confiscatorio de la reversión. La Constitución contempla su sustitución por
un Tribunal Agroambiental de composición naturalmente plurinacional (artículo
187).
Hemos de detenernos en todo esto por su dimensión anticolonialista y también,
ante todo, de derechos humanos. Conviene apreciar el alcance constitucional de
la labor de saneamiento de títulos sobre la tierra por parte del Instituto Nacional de
Reforma Agraria (INRA) particularmente cuando interesa a indígenas. El asunto de
la reversión por servidumbre desborda abiertamente el ámbito de la reforma agraria,
pero sigue tratándoselo de esta forma. No sólo, además, es un asunto de política
social con inspiración ahora anticolonialista. Toca a la libertad más elemental, a
la libertad personal necesaria para el disfrute de todos los derechos humanos,
esta libertad de la que fueron privados y de la que aún carecen los guaraníes y las
guaraníes cautivos de la propiedad o sometidos de otro modo a prácticas de trabajo
forzoso, unas prácticas que el derecho internacional de derechos humanos asimila
justamente a la esclavitud.
Por esto, precisamente por esto, resulta un problema que, por inercia del derecho
anterior más que por imperativo de la Constitución, el asunto siga tratándose como
un capítulo de la reforma agraria. Casos que afectan a la servidumbre de seres
humanos penden ante el Tribunal Agrario Nacional por recursos de la propiedad
frente a la reversión, como unos de tantos casos judiciales en el ámbito de la reforma
agraria. Y son casos que se plantean entre la propiedad y la administración, entre
las haciendas y el INRA, como si no afectasen a quienes se encuentran bajo una
104
servidumbre que, según la Constitución y el derecho internacional de los derechos
humanos, habría de erradicarse con efecto inmediato. Éstos, siervos y siervas, no
tienen de hecho acceso a la justicia que trata de su libertad, otro rasgo propio de la
esclavitud.
Dicho todo esto de otra forma, no hay un habeas corpus indígena o una acción
de libertad, como dice ahora la Constitución (artículos 125-127), con carácter
específico para el caso de la servidumbre indígena. Se lo necesita por las mismas
particularidades del supuesto. La emancipación guaraní es un asunto de libertad
personal y de algo más que tampoco debe separarse. Cuando esta servidumbre de
la gleba se da es porque la tierra ha sido arrebatada a las comunidades indígenas,
constituyéndose la propiedad también sobre ellas. No se trata así tan solo de
emancipación personal, sino, de forma inescindible, de liberación comunitaria
mediante devolución de tierras y recursos más reparación de daños, que podrá
consistir en políticas de asistencia técnica y económica. Atiéndase la disposición
de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas: “Los pueblos
indígenas desposeídos de sus medios de subsistencia y desarrollo tienen derecho a
una reparación justa y equitativa” (artículo 22.2). La tienen por todo el daño sufrido
aunque se produzca la devolución de posesiones.
El habeas corpus indígena ha de abarcar todo eso, algo tampoco tan difícil de
ponerse en práctica con un carácter inmediato incluso por una vía judicial que
atendiese los imperativos de la Constitución. Cualquier jurisdicción, inclusive la
indígena, puede decretar la acción de libertad, una acción que, interpuesta por
indígenas, debiera conducir a la consideración de más aspectos que el mero de la
libertad personal. Para caso de controversia, la Constitución prevé con urgencia la
Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, que habrá de acordarse en el plazo
máximo de ciento ochenta días desde la instalación de la Asamblea Legislativa
Plurinacional, cuya elección se producirá hacia finales de año (Disposición
Transitoria Segunda).
El asunto de la acción de libertad indígena es más urgente todavía, el más urgente
en absoluto de todos los pendientes en el desarrollo de la nueva Constitución.
¿Cómo pueden estar demorándose judicialmente casos que ante todo interesan a la
libertad personal frente a la condición de servidumbre? Planteando recientemente
el problema en una reunión con miembros directivos y directivas de la Asamblea
del Pueblo Guaraní, recibí una respuesta rauda y categórica: la solución está en la
estricta aplicación de la ley, la de reconducción comunitaria de la reforma agraria,
dándosele efecto inmediato a la resolución de reversión. Es una interpretación
lógica cuando el caso es de evidencia de ilegitimidad de la propiedad por constancia
de servidumbre. Añado que tal carácter ejecutorio de una resolución administrativa
no atentaría contra el debido proceso pues la antigua propiedad puede siempre
recurrir ante la justicia pechando entonces con la carga de la prueba. Y adviértase
que el debido proceso es principio que ha de incluir también el de la corte debida.
¿Lo es el Tribunal Agrario Nacional cuando la cuestión es ante todo, no de reforma
agraria, sino de libertad personal? Reunido con el presidente del mismo, expresó su
105
preocupación por “las pobres familias a las que quiere expropiarse”. Las sometidas
a servidumbre ya sabemos que ni siquiera pueden presentarse a su vista en el
proceso.
106
su obligación de conservar la cultura y promover el desarrollo integral y autónomo
de los cinco pueblos indígenas oriundos del departamento: Chiquitano, Guaraní,
Guarayo, Ayoreo y Mojeño, de conformidad a lo establecido en este Estatuto”. La
aberración está a la vista. La retorsión es transparente. Se echa mano del derecho
internacional sobre pueblos indígenas para aplicar el correspondiente derecho de
libre determinación a la población no indígena de Santa Cruz a fin de mantener
su posición de dominio respecto a los pueblos indígenas. He aquí todavía el
colonialismo de tiempo constitucional, la posición absolutamente adversa a la nueva
Constitución. Por esto digo que la misma se juega su suerte no sólo en su desarrollo
legislativo inmediato, sino también en el necesario control de constitucionalidad de
unos textos presuntamente estatutarios.
El contraste de la Constitución de Bolivia con el presunto estatuto cruceño sirve
para resaltar toda la distancia que media entre un constitucionalismo emancipatorio
y el colonial, que ahora intenta renovarse y así reproducirse. El salto entre ellos es
de tal envergadura que, para efectuarse limpiamente, lo primero que necesita es un
cambio de mentalidad en el propio campo realmente constitucionalista. Para llevar
a la práctica su proyecto anticolonialista, se necesita ante todo la descolonización
mental. A partir de la Constitución, conforme a todo lo que hemos visto, los
derechos de los pueblos indígenas han de dejar de constituir materia de negociación
política. Y para las negociaciones políticas, en la Asamblea Legislativa Plurinacional
o fuera de ella, ya no ha de ser primariamente cuestión de mayorías y minorías, sino
de derechos de pueblos por muy minoritarios que algunos sean. Digo esto porque
resulta desde luego difícil de erradicar una cultura política hecha a dichos otros
procedimientos también por el valor positivo que han tenido en el mismo proceso
que ha conducido a la actual Constitución.
Un cambio de mentalidad no sólo lo necesita el sector dominante, sino también
el dominado, particularmente cuando el mismo se encuentra de tiempo en una
situación de servidumbre. Como también lo dijo un indígena en la referida reunión
con exponentes de la Asamblea del Pueblo Guaraní, quienes no han conocido otra
cosa que la servidumbre, pueden encontrarse en un estado de servidumbre mental.
No es fácil ciertamente adaptarse a una vida autónoma tanto personal como
comunitaria si no se conoce el ejercicio de la libertad en grado alguno. En el caso
guaraní este es un efecto constatado. Todo lo que he venido argumentando sobre
la necesidad de que el habeas corpus indígena tiene que ir por sí mismo bastante más
allá de la garantía de la libertad personal, creo que se refuerza con tal constatación
de la interiorización mental de la servidumbre.
Permítaseme una última indicación. El derecho penal internacional considera
que genocidio se comete no sólo derramándose sangre, sino también, siempre que
se responda al intento de eliminar a un grupo en cuanto tal, sea total o parcialmente,
por políticas o acciones que afecten a su salud tanto física como mental. He aquí la
definición coincidente de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de
Genocidio (artículo 2) y del Estatuto Penal Internacional (artículo 6):
107
Se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados
a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o
parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a)
Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física
o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del
grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción
física, total o parcial […].
¿No se está cometiendo genocidio en el departamento de Santa Cruz por las mismas
autoridades departamentales precisamente por la forma en que siguen oponiéndose
a la Constitución de Bolivia? La misma también procede a constitucionalizar
este delito de lesa humanidad como el más grave entre los graves: “Los delitos
de genocidio, de lesa humanidad, de traición a la patria, crímenes de guerra son
imprescriptibles” (artículo 111).
Concluyamos. Con todos los problemas a los que se enfrenta por agresiones
tanto interiores como exteriores, el nuevo constitucionalismo boliviano cuenta con
la ventaja del respaldo que tiene, como ha podido apreciarse, por parte del derecho
internacional, no digo por parte de las agencias internacionales pues, con alguna
contada excepción, no es el caso. La mayoría de las que operan en Bolivia se empeña
lastimosamente en ignorar el mandato de la Declaración sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas:
Las Naciones Unidas, sus órganos, incluido el Foro Permanente para
las Cuestiones Indígenas, y los organismos especializados, en particular
a nivel local, así como los Estados, promoverán el respeto y la plena
aplicación de las disposiciones de la presente Declaración y velarán por
su eficacia (artículo 42).
108
La naturaleza como persona: Pachamama y Gaia
109
que habían matado o comido a niños, juicios que unos justificaban pretendiendo
que los animales —por lo menos los superiores— tenían un poco de alma y
otros negándolo, pero insistiendo en ellos en razón de la necesidad de castigo
ejemplar. Sea como fuere, se ejecutaron animales y hasta se sometió a tortura y
se obtuvo la confesión de una cerda75.
La separación tajante entre cuerpo y alma y el desprecio al cuerpo prepararon
el capitalismo76 y, al mismo tiempo, relegaron al animal a la condición de puro
cuerpo y al humano atento al cuerpo a una condición cercana al animal. El
humano no debía preocuparse por el sufrimiento en la tierra porque su destino
estaba en su alma, que iría al Paraíso77.
Cuando se produjo en el siglo XIX la inversión materialista del planteo medieval
—todo es cuerpo— se extrajeron consecuencias contradictorias: por un lado, el
pragmatismo de Bentham, con su búsqueda de la mayor felicidad, reconocía que
los animales son seres sensibles y convocaba a su respeto y al reconocimiento de
sus derechos; por el otro, Spencer descubrió la justicia subhumana78 y, conforme
a la ley de la selección natural, concluyó que era menester hacer lo mismo entre
los humanos, aunque mejor, en razón del mayor grado evolutivo79. De allí se
derivan las consecuencias positivistas y los símiles con el hormiguero, el panal, y
la supresión de los inferiores, los zánganos, los diferentes.
En cuanto a consecuencias humanas, Bentham dedujo la necesidad de ajustar
los castigos a la sensibilidad y Spencer la de condicionarlos a la supervivencia de
los mejor dotados. Respecto de las consecuencias para los animales, Bentham
soñaba con llegar a considerarlos sujetos de derechos. Del spencerianismo se
sigue que sólo serían verdaderos titulares de derechos los humanos superiores
(legitimación del neocolonialismo), destinados a tutelar piadosamente a los
inferiores o colonizados.
La concepción teocrática según la cual el Creador puso como amo y señor
a un ser superior, por ser el único dotado de una verdadera alma, de un hábitat
previamente creado a su servicio, corresponde al antiguo régimen, mientras que
corresponde a la del industrialismo colonialista la del grosero biologismo organicista
spenceriano, según la cual se llegó a su ser superior por mayor complejidad, y
que tampoco es homogéneo dentro de su propia especie, sus mejores ejemplares
están destinados por la propia naturaleza a dominar al resto de los seres inferiores
(congéneres y animales).
Es sabido que la clase de los industriales y comerciantes adoptó el
reduccionismo biologista cuando logró la hegemonía social, pero durante la
etapa de lucha contra el antiguo régimen en procura del desplazamiento de la
80 Kant, 1977.
81 Kant, 1919; Hobbes, 1985, p. 28.
82 Quizá la obra que mejor compila y sintetiza la discusión en el siglo XIX sea la de Robert von Hippel (1891).
83 No podemos ocuparnos de ésta en detalle. Véase la mejor exposición en nuestra lengua en los últimos tiempos, con la
indicación bibliográfica completa, en José Luis Guzmán Dalbora, 2007, pp. 199 y ss.
84 La exposición y crítica, con la bibliografía correspondiente, en Guzmán Dalbora, op. cit.
111
el carácter de sujeto de derechos. El argumento de que esto no es admisible
porque no puede exigirlos (ejercer las acciones, hacerse oír judicialmente) no
se sostiene, porque son muchos los humanos que carecen de capacidad de
lenguaje (oligofrénicos profundos, fetos) o que nunca la tendrán (descerebrados,
dementes en los últimos estadios) y, sin embargo, a nadie se le ocurre negarles
este carácter, so pena de caer en la tesis de las vidas sin valor vital85. La ley positiva
argentina se lo reconoce al asignarle el carácter de víctima, lo cual, considerando
la fecha de esta ley —en la que no era aún materia de discusión tan viva como en
el presente— constituye una intuición sumamente interesante86.
La condición del animal como sujeto de derechos es materia de una bibliografía
nutridísima y creciente87, fundada en investigaciones de psicología animal
y comparada, por un lado88, y en replanteos éticos por otro89, de los que no
podemos ocuparnos aquí. Basta informar que en la biblioteca del Land de Baden
(Badischen Landesbibliothek) en Karlsruhe, la Fundación para “el animal en el derecho”
(Stiftung für das “Tier im Recht”) reúne más de cinco mil títulos bajo la dirección del
profesor Gotthard Teutsch en la sección Ethik im Tier- Natur- und Umweltschutz,
en tanto que el Internacional Institute for Animal Law ha creado en la John Marshall
Law School la National Research Library for Animal Advocacy.
La presión de la fortísima corriente animalista llegó decididamente al derecho
por la vía de su rama civil, y cunde hoy la tendencia europea a liberar a los animales
de la condición de cosas y concederles un lugar intermedio entre el humano y las
cosas, como entes capaces de sentir y de sufrir. Son ejemplares a este respecto
las nuevas disposiciones de los códigos civiles, como el artículo 641a del suizo
en la versión vigente desde el 1º de abril de 2003 o el parágrafo 90ª del Código
Civil Alemán. Este último dice expresamente: “Los animales no son cosas. Serán
tutelados mediante leyes especiales. Se les aplican los preceptos correspondientes
a las cosas sólo en la medida en que no se disponga lo contrario”.
Es incuestionable el paralelo entre la abolición jurídica de la esclavitud y este
avance animalista. Baste recordar que la sentencia de la Suprema Corte de los
Estados Unidos que desató la Guerra de Secesión privilegiaba la propiedad sobre
la libertad de los esclavos90 hace apenas un siglo y medio. El reconocimiento de
la personalidad jurídica de entes considerados cosas avanzó en el derecho a través
de los siglos y lo no pensable se fue volviendo pensable91.
Pese a la letra de la ley de muchos países y a las iniciativas internacionales,
particularmente en el campo europeo, es innegable que para el pensamiento
jurídico europeo continental —e incluso para los filósofos— esto se vuelve
112
notoriamente problemático92. Son muchos los juristas que prefieren seguir
concibiendo los derechos de los animales al estilo kantiano —es decir, como una
relación indirecta siempre con el humano, partiendo de que la ética está limitada
a la especie y la crueldad con los animales afecta a esta ética exclusivamente
humana93— por contraposición con el animalismo que considera a los humanos y
a los animales comprendidos en un mismo universo ético94.
Es sorprendente que —casi por vez primera— la doctrina y la ley civil
hayan avanzado más atrevidamente que la penal, siempre ávida de incorporar
novedades, pero reticente en este sentido95.
En el fondo —y aunque nadie lo dice— creemos que el problema que se
le plantea al penalista no es menor: Si el animal es sujeto de derechos, ¿podrá
también incurrir en infracciones?, ¿acaso debemos volver a los procesos a
animales?
En principio, son muchos los sujetos humanos de derecho que no tienen
capacidad para cometer infracciones, como los fetos o los oligofrénicos
profundos. Frente a ellos se reacciona con el derecho administrativo, es decir, si
protagonizan un proceso lesivo, se lo detiene con medidas de coacción directa
que, por cierto, deben respetar su dignidad de sujetos de derecho. No sería nada
diferente lo que debe plantearse frente al animal. Entre internar a una persona
incapaz de voluntad humana (un oligofrénico profundo que emite gruñidos o
gritos en la vía pública y que si no se actúa será víctima de cualquier accidente) y
encerrar a un puma que deambula por las calles en un zoológico, desde el punto
de vista jurídico no hay mucha diferencia. La diferencia radicaría en que si no
se le reconoce al puma su condición de sujeto de derechos podría considerarse
que, por razones de comodidad, sería más fácil darle muerte que atraparlo; por
el contrario, reconociéndole ese carácter, no debería sostenerse que operan puras
razones de piedad, sino que deberán considerarse razones de respeto a los sujetos,
y sólo se admitiría la muerte del puma ante un peligro cierto e inevitable de otro
modo para la vida o la integridad física de las personas.
113
La atención a los daños ambientales producidos en el último siglo y sus
consecuencias ha sido reclamada en todos los tonos96, dando lugar a reacciones
dispares concretadas en propuestas y movimientos también diferentes97 —
muchas veces conocidos como movimientos o ideologías verdes— y a la
postulación de un general y difuso reclamo de vida respetuosa de la naturaleza98.
En el campo del derecho —lo que podríamos llamar el ambientalismo
jurídico—, no avanzó hasta el presente el reconocimiento de sujetos de derecho
diferentes del ser humano. El ambientalismo pasó al campo jurídico dando lugar
al desarrollo de una nueva rama del derecho —el derecho ambiental— y, como
no podía ser de otra manera, inmediatamente pasó al derecho penal, como la
tutela penal del medio ambiente o derecho penal del medio ambiente, al tiempo
que se producía una considerable profusión de convenciones, declaraciones
y proyectos en el plano internacional, dando lugar al derecho ambiental
internacional, que permanece vinculado o cercano al derecho internacional de
los derechos humanos99.
El ambientalismo jurídico en general reconoce al medio ambiente la condición
de bien, y como tal lo asocia a lo humano por la vía de los bienes colectivos100
o de los derechos humanos101, no faltando autores que directamente dan por
presupuesto que se vincula a la protección de la vida humana102, lo que también
parece ser compartido por la mayoría de los penalistas103. La propia tutela del
medio ambiente, consagrada en las constituciones más recientes, lo considera
claramente como un derecho humano104.
No obstante, para algunos penalistas esta referencia humana presenta algunos
problemas, como el que la afectación al humano no es presente, sino que lo es
respecto de personas que aún no existen —las generaciones futuras—, lo que los
lleva a pensar en bienes jurídicos diferentes de los conocidos hasta la creación
de estos tipos penales, aunque nunca desvinculados de lo humano105. Aunque
el mismo vocablo ecología tiene su origen en la visión panteísta de Haeckel106, su
paso al derecho, hasta el presente, reitera que se trata de tutelar el derecho de los
seres humanos a un medio ambiente saludable.
No obstante, el ambientalismo no jurídico, es decir, el que llevan adelante
principalmente los científicos, tiende a moverse en otra dirección.
Las administraciones republicanas de los Estados Unidos han provocado
una considerable lesión al progreso de los derechos humanos en el mundo al
96 Es imposible abarcar la interminable literatura al respecto, responsable e irresponsable, ideológica y científica. A mero tí-
tulo de ejemplo, entre los primeros: Brown, 1988; Spedding, 1981; Garaudy, 1980; Laszlo, 1985; Roszak, 1978; Allen, 1981;
más cercanamente, Hill McKibben, 1990. Es interesante la implicación en los últimos años del ex-candidato a presidente
demócrata de los Estados Unidos y sus muy difundidos libro y filme.
97 Cfr. Paccino, 1972; Giovannini, 1991.
98 Por ejemplo, Dalle Nogare, 1983, p. 234.
99 La evolución internacional desde los primeros documentos en Cançado Trindade, 1993.
100 Cfr. Lorenzetti, 2008, p. 7.
101 Cfr. Pierini, Lorences y Comparatore, 2007, p. 35.
102 Así parece en Sánchez Gómez, 2004.
103 Cfr. Dotti, 1978.
104 Por ejemplo, acerca del artículo 225 de la Constitución brasileña, Cardozo Dias, 1999, p. 47.
105 Cfr. Triffterer, 1980, p. 33.
4. La hipótesis Gaia
107 Se ha considerado a las guerras modernas como delitos ecológicos: Skrotzky, 1991.
108 Así, por ejemplo, Myers, 1994; Kolbert, 2006; Rees, 2004.
109 Cfr. Ferrater Mora y Cohn, op. cit.
110 Su autobiografía: Lovelock (a) 2006.
111 Von Bertalanffy, 1993.
115
con la brutal lucha sangrienta en la que sobrevive el más cruel y despiadado, de
lo que Spencer deducía que no había que practicar ni siquiera la piedad hacia los
semejantes112.
116
la cual ésta sería algo muerto, una máquina, que tampoco es verdadera en el
sentido de que no seríamos los tripulantes, sino como máximo unos pasajeros o
polizontes desconcertados. Somos parte de esa vida planetaria, parte del planeta
y, como todas las demás partes, nos incumbe contribuir a la autorregulación y no
perturbar sus finos equilibrios y reequilibrios.
Teniendo en cuenta que aparecimos como parte de este planeta en tiempos
muy recientes, las consecuencias que de eso extrae Lovelock son bastante
estremecedoras. Para graficar nuestra presencia en el tiempo se ha simulado la
vida de la tierra, desde la formación del planeta en una semana, como en la Biblia,
pero nosotros parecemos once segundos antes de la medianoche del último día
y la historia escrita menos de un segundo antes de la medianoche118. La tesis de
Lovelock es que si perturbamos demasiado el equilibrio planetario, Gaia decidirá
toser o estornudar y prescindir de nosotros rápidamente, para permitir a la vida
recomponerse en otros seres complejos menos incómodos o más cooperadores,
lo que no deja de tener lógica si percibimos el fenómeno en dimensión temporal
geológica.
De la hipótesis Gaia se deriva una ética hacia Gaia, ensayada en alguna medida
por todos los autores que se ocupan del tema, como corolario final de sus obras
específicas. La perspectiva de una ética desde dentro de Gaia y como parte de
ella configura un nuevo paradigma —sin ánimo de abusar de la palabra—, pues
importa reconocer los derechos de todos los otros entes que comparten con
nosotros la tierra y reconocerles —al menos— su derecho a la existencia y al
pacífico desarrollo de sus vidas.
No se trata de un ambientalismo dirigido a proteger cotos de caza ni recursos
alimentarios escasos para el ser humano, ni de proteger especies por mero
sentimiento de piedad hacia seres menos desarrollados, sino de reconocer
obligaciones éticas respecto de ellos, que se derivan de la circunstancia de
componer conjuntamente un todo vivo, de cuya salud dependemos todos, humanos
y no humanos. No se trata tampoco de limitar esos derechos a los animales, sino
de reconocerlos para las plantas y los seres microscópicos en tanto formamos
parte de un continuo de vida, e incluso para la materia aparentemente inerte, que
no es tan inerte como parece.
La ética derivada de la hipótesis Gaia como culminación del reconocimiento
de obligaciones desde el ambientalismo incluye la del animalismo y la redondea,
pues le impide caer en contradicciones acerca de las que algunos animalistas se
ven en figurillas: ¿por qué no considerar que es contrario a la ética animalista
que un pescador ponga un gusano vivo como carnada o permita que el pez
la engulla y sufra muriendo con el anzuelo clavado?, ¿por qué no extremar las
cosas y caminar desnudos cuidando el paso para no pisar hormigas y con tules
en la boca para no engullir pequeñas vidas, al estilo jainista radical? La ética
117
derivada de Gaia no excluye la satisfacción de necesidades vitales, pues la vida
es un continuo en que todos sobrevivimos, pero excluye la crueldad por simple
comodidad y el abuso superfluo e innecesario. Explica que no es lo mismo
sacrificar animales para lucir costosos abrigos que pescar con carnada, y que es
preferible hacerlo con carnada que hacerlo con redes y desperdiciar la mitad de
los ejemplares recogidos para quedarse con los más valiosos en el mercado.
No puede llamar la atención que la hipótesis Gaia, tributaria de un
evolucionismo que retorna y reinterpreta a Darwin —y descarta a Spencer—, y
que se rige por la regla de constante y mayor complejidad creciente, haya llamado
la atención de autores teístas, precedidos por una fuerte corriente evolucionista,
en la que se destacan desde la primera mitad del siglo pasado Bergson y
Teilhard de Chardin119. Sin duda que esta recepción teológica de la ética de Gaia
reavivará viejas polémicas, como la de Jacques Monod y Teilhard de Chardin,
que no hicieron más que reproducir en el campo científico la disputa interna
del existencialismo (Sartre y Marcel, por ejemplo120). En definitiva esta disputa
—¿programa o azar?— nos lleva a un terreno filosófico y ontológico muy lejano
en el pensamiento occidental y que hunde sus raíces en el pensamiento de la
India y en su discutida influencia sobre la filosofía griega. Es obvio que el debate
queda abierto, y reconocemos nuestra incapacidad para emitir cualquier juicio
que no sea una mera opinión.
119 Bergson, 1985; Teilhard de Chardin, 1963; en una línea semejante, Delgaauw, 1968.
120 Véase al respecto Heinemann, 1963, pp. 112 y 146.
121 Cfr. Boff, 2002, 2003 y 2008.
122 Boff, 2002, pp. 79 y 80.
123 Op. cit., p. 91.
118
Más adelante, expresamente asume Gaia y precisa su concepto:
La Tierra es un organismo vivo, es la Pachamama de nuestros
indígenas, la Gaia de los cosmólogos contemporáneos. En una
perspectiva evolucionaria, nosotros, seres humanos, nacidos del
humus, somos la propia Tierra que llegó a sentir, a pensar, a
amar, a venerar y hoy a alarmarse. Tierra y ser humano, somos
una única realidad compleja, como bien lo vieron los astronautas
desde la Luna o desde sus naves espaciales124.
También lo hace en otra parte:
Nosotros no vivimos sobre la Tierra. Nosotros somos Tierra
(“adamah-adam, humus-homo-homem”), parte de la Tierra.
Entre los seres vivos e inertes, entre la atmósfera, los océanos,
las montañas, la superficie terrestre, la biósfera y la antropósfera,
rigen interrelaciones. No hay adición de todas estas partes, sino
organicidad entre ellas125.
Dejando entre paréntesis la interpretación teológica, creemos que en el futuro
será indispensable la cita de Boff por la precisión con que sintetiza a Gaia y la
situación de la humanidad en el momento actual y en la perspectiva del tiempo
geológico. También porque en dos palabras —y al pasar— resalta lo que de
modo muy particular y desde nuestra región abre el salto de Gaia al derecho, y
nada menos que al derecho constitucional: Gaia es la Pachamama.
119
ello parece inclinarse por la tendencia prevalente de considerarlo un derecho de
los humanos, en su texto no deja de referirse a otros seres vivos, lo que importa
reconocerles derechos.
En cuanto a sus consecuencias prácticas, habilita a cualquier persona, de modo
amplio, a ejercer las acciones judiciales de protección, sin el requisito de que se
trate de un damnificado, que es la consecuencia inevitable del reconocimiento
de personería a la propia naturaleza, conforme a la invocación de la Pachamama
entendida en su dimensión cultural de Madre Tierra.
Más expresa e incuestionable aún es la Constitución de la República del
Ecuador de 2008. En su preámbulo dice: “Celebrando a la naturaleza, la Pacha
Mama, de la que somos parte y que es vital para nuestra existencia, y después
señala que decide construir: Una nueva forma de convivencia ciudadana, en
diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak
kawsay”.
El capítulo VII se refiere a Derechos de la naturaleza, o sea que desde el título
reconoce la cuestión medioambiental como propia de la naturaleza y a ésta como
titular de derechos.
En consonancia con esta posición, el artículo 71º dispone:
120
regir la acción del Estado y conforme a la que también deben relacionarse las
personas entre sí y en especial con la naturaleza. No se trata del tradicional bien
común reducido o limitado a los humanos, sino del bien de todo lo viviente (si
se prefiere, hoy se diría respeto por la biodiversidad), incluyendo por supuesto a
los humanos, entre los que exige complementariedad y equilibrio, no siendo
alcanzable individualmente.
Entre el avance de una civilización depredatoria, en la que hace más de medio
siglo alguien detectó los signos de una neurosis civilizatoria como resultado de
su incapacidad para incorporar la muerte, traducida en la acumulación ilimitada
de bienes126, y un modelo de convivencia con todos los seres vivientes dentro
de la Tierra, el nuevo constitucionalismo latinoamericano opta por el segundo
camino, proclamando coyunturalmente el rechazo al fundamentalismo de
mercado de las últimas décadas del siglo pasado, aunque desde una perspectiva
mucho más amplia y universal.
De este modo Gaia, que entre nosotros se llama Pachamama y que no llega
de la mano de elaboraciones científicas sino como resurgimiento de la cultura
ancestral de convivencia en la naturaleza, se incorpora al derecho constitucional
como otro aporte del constitucionalismo latinoamericano al universal, así como
en Querétaro —en 1917— se inauguró nada menos que el constitucionalismo
social.
Más de quinientos años de colonialismo, neocolonialismo, genocidio y
dominación no pudieron borrar de las culturas de los pueblos andinos el culto
a la Tierra y el ideal de convivencia armoniosa del sumak kawsay, que hoy —
removidas las capas que lo oprimían— vuelve a la superficie como mensaje al
mundo y en especial a la especie humana en riesgo de colapso y extinción.
No caben muchas dudas acerca de la minimización —e incluso ridiculización—
que pretenderá hacerse respecto de estas incorporaciones, a las que seguramente
se tildará como mera expresión de folclorismo. No olvidemos que el cambio
de paradigma jurídico más importante del siglo pasado se estableció en un
instrumento con escaso valor positivo en su momento y con una fórmula
aparentemente simple y elemental: todo ser humano es persona. De ese modo, la
comunidad internacional archivó el paradigma racista en el artículo primero de
la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.
Por otra parte, cabe observar al respecto que la más creativa tendencia de
la doctrina del derecho constitucional europeo contemporáneo releva muy
particularmente la cultura constitucional y defiende la idea de la formación de
una cultura constitucional europea pero también universal, y de las recíprocas
influencias. El más lúcido sostenedor de esta tesis —y atento comparatista— es
Häberle, que sostiene que junto a los tres capítulos tradicionales de la teoría del
Estado (pueblo, poder y territorio) es menester incorporar la cultura, y con ella
incorpora nada menos que la Constitución. Claramente expresa que el poder del
126 Cfr. Norman O. Brown, 1986.
121
Estado debe entenderse como cultural y no como un factum brutum, que no se
trata de un fenómeno natural sino cultural127.
En esta circunstancia del mundo —con la supervivencia humana en
emergencia—, y en trance de sancionar constituciones para pueblos cuya cultura
ancestral sobrevivió en las más negativas contingencias, verificando con su
resistencia su potencial cultural, puestos a definir la posición del ser humano en
la naturaleza y a señalar el camino de convivencia y armonía, no es concebible
que se marginen del texto legal los elementos claves con que esas culturas rigen
esas relaciones. No se trata de una incorporación antojadiza y simbólica, de una
ocurrencia vernácula, sino de una definición que emerge de la cultura tradicional
del pueblo esencial a la idea moderna de Constitución.
Desde la perspectiva culturalista del más puro constitucionalismo europeo,
se ratificaría que una Constitución auténticamente andina —una expresión
cultural— no puede menos que aportar su cultura a los más acuciantes problemas
de la humanidad. Es más: si no lo hiciese, estaría negando uno de los elementos
que la doctrina postula como indispensables para la renovación de la teoría del
Estado.
127 Cfr. Häberle, 2003, p. 21. En castellano puede verse también: Häberle, 2004; Valadés 2006. También
Häberle, 1996, 1980 y 1979.
128 Cfr. Merlino y Rabey, 1983.
122
de lo que resulta que todo el espacio cósmico es viviente y está movido por una
espiritualidad que conduce a relaciones de cooperación recíproca entre todos
los integrantes de la totalidad cósmica129. Esta fuerza es Pacha, que es todo el
cosmos y también es todo el tiempo. Así como Pacha es la totalidad, también es
la poseedora del espíritu mayor: “Pacha y su espíritu son uno solo aunque todos
participamos de su espíritu”130.
No dudamos que se intentará desvalorar su invocación constitucional por otra
vía, o sea, subestimando a la propia Pachamama, reduciéndola a un arquetipo
nada original.
Es verdad que a lo largo y a lo ancho de nuestra América habitan entidades
sobrehumanas que representan el principio femenino y son parte de la naturaleza
y la defienden. La Madre Tierra es un eje cultural cordillerano, que arranca al norte
en México con Tonantzin. En el lugar de su templo en Tepeyac se le presenta
a Juan Diego —no por azar un indio— la Virgen de Guadalupe, con la que se
sincretizó asumiendo el carácter de un símbolo nacional, bajo cuyo estandarte
el cura Hidalgo proclamó la independencia y los soldados revolucionarios de
Emiliano Zapata entraron en la ciudad de México131. Al sur, la Pachamama entra
al territorio argentino por el noroeste y más al sur —en Cuyo— renace en el
culto de la Difunta Correa, en la que no es difícil reconocer a la Madre Tierra en
el relato de la mujer que, ya muerta de sed en el desierto, sigue amamantando a
su niño.
No existe un paralelo exacto en el panteón africano transplantado por el
genocidio esclavista, pero todas sus entidades son fuerzas de la naturaleza que
operan en el humano, lo que puede observarse en el Brasil132 y en el Caribe133, y
como cultos de posesión, al descender en el humano verifican su unidad con la
naturaleza, al tiempo que dignifican el cuerpo.
Es posible sostener que Pachamama sea un arquetipo en la forma en que
los conceptuó Jung, quien expresamente se refirió a la Gran Madre134 en un
sentido muy amplio y tan abarcativo como Gaia: para Jung, materia era una
versión racional o científica de Madre, la esencia del todo. Lejos de minimizar
su significación, la tesis de Jung le otorga la jerarquía universal de pertenencia al
inconsciente colectivo común a toda la humanidad.
De aceptarse la discutida tesis de Jung acerca del inconsciente colectivo —
sobre la que no abrimos juicio—, la Pachamama sería la manifestación concreta
de un vestigio de la evolución humana marcado en forma indeleble en todos
los humanos135, que por algo fundamental —como pueden ser las experiencias
elementales de supervivencia— habría quedado tan profundamente sellado en
129 Cfr. Roel Pineda, 2001, pp. 331-332.
130 Op. cit., p. 333.
131 Cfr. Lafaye, 1983.
132 Véase Gromiko, 1987; Bastide, 1971; Segato, 2005; Valente, 1977.
133 Véase Davis, 1987.
134 Cfr. Jung, 1967, pp. 79, 84, etc.
135 Véase una síntesis de la teoría de los arquetipos en Da Silveira, 1978.
123
todos nosotros. La incorporación de la Pachamama al derecho constitucional
sería nada menos que la incorporación de un arquetipo universal existente en
todo humano como resultado de las experiencias de supervivencia de la especie
a lo largo de la evolución.
124
tóxicos, etc.) o cuando con monocultivos perjudiquen la biodiversidad o pongan
en peligro especies. En el plano de la propiedad intelectual será menester
replantear las patentes sobre animales y plantas, porque éstos no pertenecen a
ningún humano, sino a la naturaleza.
No pocos serán los conflictos que deban definir los jueces para precisar los
límites del derecho de la naturaleza en cada caso concreto. ¿Tienen los ríos el
derecho de conservar sus cauces naturales o pueden ser desviados?, ¿tienen
las montañas el derecho a preservar sus laderas o pueden ser lesionadas con
extracciones ilimitadas o rasuradas extinguiendo la vegetación natural?
La necesidad —eterna Celestina de todas las matanzas y guerras— deberá
evaluarse conforme a las condiciones humanas de supervivencia y no a la
conveniencia de pura obtención de mayores réditos. La explotación artesanal no
tendrá problemas, pero la industrial será siempre un semillero de pleitos.
Una nueva jurisprudencia deberá iniciarse, cuyas consecuencias prácticas son
de momento difíciles de prever, pero lo cierto es que no responderá a los criterios
que hasta el presente se vienen manejando. La incorporación de la naturaleza al
derecho constitucional en carácter de sujeto de derecho abre un nuevo capítulo
en la historia del derecho.
Gaia llega de Europa y la Pachamama es nuestra, pero esos son sólo nombres de
la Tierra, en la que no sólo estamos, sino que formamos parte de ella. Se trata
de un encuentro entre una cultura científica que se alarma y otra tradicional que
ya conocía desde siglos el peligro que hoy le vienen a anunciar, y también su
remedio.
Europa corporativizó sus sociedades, aprovechó inventos chinos y árabes,
desarrolló una tecnología de navegación y guerra de punta y emprendió una
empresa de dominio planetario, llevando a cabo horribles crímenes contra la
humanidad en América y África, aniquilando poblaciones, reduciendo al mínimo
otras y transportando esclavos para obtener bienes que eran escasos en su
territorio, especialmente materias primas y medios de pago. De esta forma se
fue consolidando una civilización industrial, con centro dominante y periferia
dominada.
Sus pensadores le cantaron racionalizaciones en el entendimiento de que este
proceso indicaba sin ninguna duda su superioridad. Dos vertientes se despliegan
en este sentido: una idealista y otra materialista. La primera corresponde a Hegel
y la segunda, a Spencer.
Hegel fue sin duda el ideólogo más fino del dominio centronórdico europeo
del planeta. Para este filósofo el Geist —el espíritu—, lejos de estar en todo, es un
impulso que avanza sólo en la humanidad y lo lleva adelante una parte de ella.
125
La historia es una suerte de flecha que sube y, naturalmente, en la punta se halla
su propia cultura —es el máximo exponente del etnocentrismo— y parecen ser
un accidente (hoy se los llamaría efectos colaterales) los genocidios cometidos en el
camino del Geist.
En su ascenso imparable el fantasmagórico y criminal Geist hegeliano no sólo
mata a millones de personas, sino que también va dejando a su vera a todas las
culturas que somete o subestima. Por supuesto, nuestra América no tiene historia,
es inferior en todo —incluso geográfica y zoológicamente, hasta la carne vacuna
aquí es despreciable, nuestras montañas corren equivocadas, etc.— y nuestros
indios son estúpidos y fallecen al ponerse en contacto con el conquistador136 y los
que sobreviven deben ser tratados como niños. Los africanos están en estado
de naturaleza, no tienen moral y practican los peores crímenes137. Los árabes,
mestizos o aculturados musulmanes, son fanáticos, decadentes y sensuales sin
límites138. Los judíos tienen una religión que les impide alcanzar la auténtica
libertad, pues están sumergidos en el servicio riguroso139. Los asiáticos apenas están
un poco más avanzados que los negros140. Los latinos nunca alcanzaron el período
del mundo germánico, que es ese estadio que se sabe libre queriendo lo verdadero, eterno y
universal en sí y por sí141.
Por el lado del biologismo organicista se desplazó otra legitimación del dominio
europeo pocas décadas después de Hegel, que fue la de Herbert Spencer. Como
se ha visto, la visión del evolucionismo spenceriano era catastrofista: afirmaba
que se avanzaba merced a catástrofes —desde lo geológico a lo biológico y de éste
a lo social— y que sobrevivían los mejor dotados, es decir, los biológicamente
superiores. La ley del progreso indicaba una marcha constante de lo homogéneo
o lo heterogéneo, desde la cosmogénesis hasta los seres humanos, claramente
divididos en la raza blanca superior y las razas inferiores. Estas razas inferiores
podían evolucionar, pero para ello era necesaria la tutela de las razas biológicamente
más evolucionadas. La diferencia entre los individuos de las razas superiores, que
se separaban del tipo humano, mostraba su mayor heterogeneidad y, por ende,
su mayor evolución, en tanto que los inferiores se parecían muchísimo entre sí.
Los niños eran inferiores, y por eso se asemejaban más entre ellos y presentaban
algunos caracteres de las razas menos heterogéneas142.
Spencer y Hegel no dudaban de su posición en la punta de la evolución
biológica, que era la que legitimaba el neocolonialismo.
Dos caminos diferentes para la legitimación de una civilización que practicó
los peores crímenes de la historia y que promovió un sistema de producción que
depreda el planeta y que en menos de un siglo alteró las relaciones de equilibrio
de Gaia o Pachamama en mucha mayor medida que en todos los siglos anteriores.
Cabe observar que todas las culturas que, en el curso del avance de su dominio, fue
136 Hegel, 1980, p. 169.
137 Op. cit., p. 177.
138 Op. cit., p. 596.
139 Op. cit., p. 354.
140 Op. cit., p. 215.
141 Op. cit., p. 657.
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132
La “transición valórica” de la justicia: una tarea pendiente
Jörg Stippel
1. Momento fundacional
Hace casi 120 años José Martí redactó un artículo que resume parte del problema
que Bolivia tiene que enfrentar el día de hoy. En su famoso artículo “Nuestra
América” escribió que:
133
le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyès
no se desestanca la sangre cuajada de la raza india. A lo que es,
allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el
buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna
el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está
hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar,
por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado
apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan
todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el
pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas.
Hay que destacar que Martí no propone que los gobernantes ignoren otras
realidades. No escribe en contra de un decreto de Hamilton o del conocimiento de
las leyes de Francia. Su artículo critica a las élites “ilustradas” de América Latina.
Unas élites avergonzadas de su propia realidad. Gobernantes que, en vez de crear
un marco jurídico y social que recoja elementos propios —redactando una ley de
acuerdo a la realidad local—, copiaron modelos ajenos pero supuestamente más
modernos. Luego Martí expresa su esperanza, señalando:
Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia
acumulada de los libros, porque no se administra en acuerdos
con las necesidades patentes del país. Conocer es resolver.
Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento es el
único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha
de ceder a la universidad americana. La historia de América, de
los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe
la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la
Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos
nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese
en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de
nuestras repúblicas”143.
Este es el momento que Bolivia está viviendo después de la aprobación de la
nueva Constitución Política del Estado: finalmente el pueblo boliviano está
derrumbando la justicia acumulada en los libros, finalmente está creando algo
propio que refleja las necesidades del país y no las exigencias de una élite o
de embajadas extranjeras y organismos internacionales. Por esto, el próximo
decreto no va a ser de Hamilton sino de Morales. Es un momento que podría ser
fundacional también para la justicia y el poder judicial.
134
más importante resaltar lo propio e integrar lo ajeno si conviene. Es una tarea
aún pendiente.
Bolivia y su poder judicial se encuentran en una fase de transición. Como afirma
Ernesto Garzón Valdés: “desde el punto de vista de una concepción normativa
del poder judicial, puede afirmarse que su función es la de garantizar la estabilidad
del respectivo sistema político”. Continúa señalando que “la estabilidad es una
propiedad disposicional de un sistema político que consiste en el mantenimiento
de su identidad a través de la tendencia de quienes detentan el poder a guiar su
comportamiento de acuerdo con las normas básicas del sistema”145. Con la nueva
Constitución cambiaron las normas básicas del sistema y la identidad de sus
instituciones. Ya no se trata de un Estado neoliberal con una democracia formal;
según el preámbulo de la Constitución, se quiere “construir colectivamente el
Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario”. Ahora es tarea
del poder judicial garantizar la estabilidad de este nuevo sistema político. Cada
norma tendrá que ser interpretada en vista y consideración del nuevo orden
valórico representado por la Magna Carta. Es la transición valórica que enfrenta
la judicatura.
A su vez, existen muchas leyes que reflejan los valores del antiguo sistema y
que tendrán que ser derogadas. Conscientes de esta necesidad, los constituyentes
dispusieron (en la segunda disposición transitoria) que la Asamblea Legislativa
Plurinacional sancionará, en el plazo máximo de 180 días a partir de su instalación,
la Ley del Órgano Judicial y la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional.
De esta manera la antigua estructura del poder judicial quedó prácticamente
derogada. Bolivia ya se encuentra en una fase de transición estructural hacia otro
Poder Judicial.
No sucede lo mismo con otras normativas, como los códigos Civil, Penal,
Procesal, Ambiental, etc. Aún quedan vigentes las normas aprobadas en el
antiguo sistema neoliberal. A su vez, la Constitución dispone que “durante el
primer mandato de la Asamblea Legislativa Plurinacional se aprobarán las leyes
necesarias para el desarrollo de las disposiciones constitucionales”. (Quinta
disposición transitoria.) Uno podría entender esta disposición transitoria como
mandato que obliga al legislador a elaborar nuevos códigos en reemplazo de
las normas mencionadas o en reformas radicales de los mismos. Será difícil
imaginarse cómo se puede desarrollar un Estado social que tiene de base el
pluralismo jurídico con normas trasplantadas principalmente de modelos
europeos. Habrá que preguntarse si condicen con la realidad boliviana y los
mandatos constitucionales. Será necesario establecer comisiones plurinacionales
y comunitarias para evaluar si estos códigos y normas sirven a los intereses y
necesidades del país. Voy a fundamentar por qué veo necesario este proceso
integrador de creación de una normativa propia. A mi criterio, se trata del
verdadero reto de la democratización del derecho.
145 Garzón Valdés, 2003, pp. 129 ss.
135
Para explicar este punto, me apoyaré en un planteamiento expuesto por el
recién fallecido abogado y diputado chileno Juan Bustos Ramírez (1935-2008).
Bustos sostenía que el derecho y la ley en América Latina aparecían “como una
actividad desligada de la relación social concreta, como un ámbito propio ajeno a
una sociedad determinada, y más bien, como el esquema ideal de un determinado
sistema global: el de la sociedad burguesa”. Concluía que “es por eso, pues, por
lo que basta con un estudio puro o dogmático del mismo para poder, sin más,
trasladar las leyes y códigos desde aquellas sociedades burguesas desarrolladas a
las subdesarrolladas. En definitiva, el derecho se convierte en pura ideología [...],
la ley pasa a ser un juego de abalorios, sin efectividad, y más bien, nuevamente
una forma de dominación de determinados grupos de poder sobre la mayoría
de la población o, a lo más nuevamente, una especie, en el mejor de los casos, de
paternalismo ilustrado”146.
El análisis de Bustos coincide en parte con la línea de pensamiento de José
Martí, pero ofrece un elemento adicional: destaca la función ideológica del
derecho como instrumento de dominación.
La ley en este contexto cumple una función que va más allá de lo estipulado en
su texto. Los códigos y demás normas pueden ser instrumentalizados para hacer
prevalecer los intereses de un determinado grupo de poder por encima de los
intereses de la mayoría. A lo mejor, desde el punto de vista de la teoría marxista,
no se trata de una idea muy novedosa. Entonces, ¿por qué vale recordarlo? Creo
que hay varias razones que lo justifican.
Primero, recordarlo permite desconfiar de las normas aprobadas en los
anteriores gobiernos. Dudo que sea posible construir un Estado Unitario Social
de Derecho Plurinacional Comunitario usando estas leyes como base. El ejemplo
más claro del sentido ideológico de estas normas caducadas con la aprobación
de la Constitución es la Ley 1008147.
Pero hay muchos ejemplos más. Podemos explicar el punto analizando algunos
extractos de informes de Usaid. En un informe que resume sus alegados éxitos
en la promoción del estado de derecho en Bolivia, esta agencia de cooperación
nos explica que la extraordinaria producción de leyes en el marco de la reforma
procesal penal es difícilmente una coincidencia (is hardly coincidental). La
asistencia americana cooperó tanto en la investigación como en la redacción,
capacitación y difusión del programa “boliviano” de reforma. Especialmente
importante ha sido el financiamiento de los expertos requeridos por el Congreso.
De esta manera, los legisladores pudieron, según Usaid, perseguir sus esfuerzos
legislativos148.
149 Sorprende entonces cuando otra gente, que se dice periodista, alega que el Nuevo Código de Procedimiento Penal
(NCPP) haya sido un traje confeccionado a la medida del EGTK. La prueba sería que “varios amigos de Álvaro García
Linera” hayan participado en el diseño jurídico del NCPP. Interesante es que los acusados de la EGTK estaban en la cár-
cel. Pero tan todo poderosos como eran, según este autor, influyeron desde allí sobre USAID e hicieron que el Congreso
boliviano aprobará el NCPP. Entonces los que tenían el poder de hecho no trabajaban en la Embajada de EE UU. o en el
Congreso, sino que vivían en la cárcel. Estas ideas absurdas, imprecisiones y falsedades demuestran la poca seriedad con
la que ha trabajado Emilio Martínez Cardona. En su prólogo el autor afirma escribir “sin falsas neutralidades”, ¡pero si
escribe con información falsa! Me parece preocupante si se desempeña como vicepresidente de Human Rights Founda-
tion - Bolivia, tal como consta en la solapa de su libro (Martínez, 2008), pp. 30 y 8.
137
teórico que no se relaciona con la realidad local. Hace poco estaba consultando
un libro clásico de enseñanza de criminología en Bolivia (Cajías, 1997). Me
interesaba saber cómo se efectuaba el pronóstico criminal en Bolivia. Siempre
he desconfiado de la posibilidad de predecir la conducta futura de una persona;
quería tener otro punto de referencia. Ahora bien, la obra no contempla ni una
referencia a la respectiva realidad boliviana. En cambio, se explaya largamente
sobre el pronóstico criminal en Alemania. Este libro no es el único ejemplo ni el
más criticable, pero demuestra otro desafío que enfrenta la democratización del
derecho: el de generar una doctrina propia, de contar con libros de enseñanza que
analicen el funcionamiento y los valores, por ejemplo, de la justicia comunitaria.
Esto, además, contribuye a que las próximas leyes puedan tener como referente
la doctrina nacional150.
Existe, por ejemplo, un artículo de Antonio Peña Jumpa que analiza los
“Límites a la concepción universal de los derechos humanos en sociedades
pluriculturales: castigos de naturaleza y ajusticiamientos en los Aymaras del
Sur Andino”. Efectúa un análisis de los derechos humanos desde una doble
perspectiva: la perspectiva universal de los derechos humanos y la perspectiva del
derecho a la identidad cultural. Es un aporte que nos lleva a conocer otra realidad
jurídica y la analiza sin antes tomar posición a favor de un modelo preestablecido.
Concluye que se requiere una complementariedad que “consistiría en reconocer
un proceso de entendimiento y aceptación de la realidad (plural) por la teoría
(única). A partir de esta realidad la teoría puede construir, considerando el uso
de una metodología inductiva y circular-horizontal del Derecho a la Identidad
Cultural, un reconocimiento global de Derechos Humanos”151. Ya existen
algunos esfuerzos de generar una doctrina boliviana propia, pero debiera existir
un programa oficial para promover iniciativas de esta índole. Sólo así algún día el
tronco de la enseñanza podrá provenir de su República.
Algunos van a pensar que estoy abogando a favor del “provincianismo”,
y tienen razón en alguna medida. Pero el “provincianismo” no tiene una
connotación negativa; por el contrario, permite resaltar, observar y luego
analizar las diferencias. Como dice Peña Jumpa, “no se puede conseguir una real
dimensión de la universalidad de los Derechos Humanos si es que previamente
no se fortalece las identidades culturales de los diversos grupos humanos del
mundo152”. Lo que vale para los derechos humanos también tiene validez
para otros ámbitos del derecho. Cuando en Alemania se estaba discutiendo la
aprobación de un código civil a fines del siglo XIX, existía la opción de seguir
el modelo napoleónico, como lo hicieron tantos otros países, entre ellos Bolivia.
Pero Alemania optó por rescatar las normas de su cultura jurídica sin ignorar los
avances que representaban los otros Códigos Napoleónicos. Alemania buscó una
vía propia, quizás ante los ojos de una élite ilustrada con conocimiento universal,
un camino que correspondía más auténticamente a su realidad, pero —y esto
es lo que cuenta— exitoso. Luego otros países, como la China en la época de
150 Un esfuerzo interesante de construcción de una doctrina propia, en este caso colombiana, lo constituyen los trabajos de
Boaventura de Sousa Santos, entre ellos La Globalización del Derecho. Los nuevos caminos de la regulación y la eman-
cipación (De Sousa Santos, 1998).
151 Peña Jumpa, 2002, p. 226.
152 Cajías, op. cit., p. 224.
138
su último emperador, usaron la legislación alemana de referente. El ejemplo
demuestra que rescatar lo propio permite construir la base para exportar ideas.
En vez de seguir sólo importando normas de las sociedades foráneas, vale la pena
redactar las del Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario.
Estas normas pueden luego servir de referente a otros países.
Otros dirán que no puedo comparar a Alemania con Bolivia. Que en el
campo la justicia comunitaria es cruel, poco civilizada y retrasada. ¿Será cierto?
A mi criterio, es el clásico argumento racista. Para justificar mi planteamiento
puedo recurrir a algunos de los elementos expuestos por el antes aludido
criminalista. Es importante destacar que Huáscar Cajías se opone tajantemente
a los argumentos racistas. Analiza en su obra el tema de la “criminalidad de los
indígenas bolivianos”. Dice que:
En cuanto atañe a la explicación de la conducta del indígena
boliviano —en lo criminal o no— se han destacado dos
posiciones extremas: la de aquellos que ven en el indígena una
radical incapacidad para asimilar los modelos de una alta cultura
y a esa deficiencia individual atribuyen el atraso, el alcoholismo, la
criminalidad y el analfabetismo; y la de aquellos que encuentran
sólo en razones sociales la causa de los males que el indio sufre
y que él provoca. Ambas posiciones generalmente son asumidas
a priori y obedecen más a sentimientos e intereses que a la
observación de la realidad; los hechos que se citan son parciales,
deformados por los prejuicios y no resisten al menor intento de
una crítica seria153.
He tenido que escuchar muchas veces voces que sostenían la primera posición
descrita por Cajías. Especialmente cuando en 1993 estudiaba un semestre de
Derecho en una universidad privada ubicada en la zona sur de La Paz, eran
muy recurrentes. La posición que afirma el retraso de la justicia comunitaria
implícitamente o de manera explícita postula la superioridad de la justicia
occidental, capitalista, burguesa o como uno la quiera llamar. Aboga a favor de
lo que conoce y teme a lo desconocido. En vez de explorar y quizás recoger lo
desconocido, lo quiere anular. Son posiciones que reflejan, en las palabras de
Cajías, “sentimientos e intereses”.
¿Qué intereses? Poder: poder político, poder económico, poder social, etc. No
es coincidencia que hasta ahora los abogados hayan jugado un rol predominante
en la política boliviana. Carlos Mesa constata que de los presidentes civiles que
ha tenido Bolivia hasta 1990, “los abogados son mayoría abrumadora”. Según
su investigación, de los 23 civiles un total de 20 (86,95%) se han doctorado en
Derecho, uno (4,34%) era licenciado en Finanzas, uno (4,34%) médico y uno
(4,34%) licenciado en Ciencias Políticas y Sociales”. Cuando se incluye a los
miembros de juntas de gobierno, la proporción es como sigue: 25 abogados
(86,20%), dos médicos (6,89%), un licenciado en Finanzas (3,44 %) y un
licenciado en Ciencias Políticas (3,44%). A partir de este análisis, Mesa arriba a
153 Op. cit., p. 167.
139
la conclusión de que “las inclinaciones políticas, particularmente en el siglo XIX
y en la primera mitad del XX, se canalizaban a través de los estudios de leyes,
por ello este porcentaje tan alto y significativo de una concepción en torno a la
práctica de la política”154. No creo que sean sólo inclinaciones políticas que se
canalizaban a través de los estudios de derecho: eran las ansias de poder de una
oligarquía excluyente.
La justicia comunitaria hace que el conocimiento de los libros (de los
decretos de Hamilton y las leyes francesas) pierdan valor. ¿Qué sabe un abogado
adiestrado en la dogmática criminal de la justicia comunitaria? Aprendió a
distinguir entre el error de tipo y el error de prohibición, pero no sabe cómo
se juzga un robo de ganado en las comunidades quechuas de Raqaypampa o un
acoso en la comunidad de Rinconada. René Orellana Halkyer describe algunos
casos concretos de cómo funciona la justicia en las aludidas comunidades. Por
ejemplo, en el caso del robo de ganado, primero el subalcalde (de la CRSUCIR)
actuaba como autoridad a cargo de resolver el conflicto; sólo una vez fallados
sus intentos se involucró al corregidor, al agente cantonal y a dirigentes de la
subcentral Novillero como autoridades jurisdiccionales155. Es interesante estudiar
estos casos, ya que demuestran que no siempre se requiere de los tribunales y
de abogados para resolver conflictos. A menudo es más eficiente buscar una
solución primero a nivel local. Si los esfuerzos de resolución fracasan a este
primer nivel, se puede pensar en involucrar instancias superiores.
Me dirán que estoy abogando en contra de la división de poderes, que las
autoridades jurisdiccionales mencionadas no garantizan un juicio imparcial e
independiente. Contesto que la división de poderes es un mecanismo que debe
garantizar cierto equilibrio. Debe existir un control mutuo de los distintos poderes
estatales para evitar abusos contra los particulares y para evitar el autoritarismo
del Ejecutivo. ¿Será cierto que este equilibrio se ve afectado por el intento de
solucionar un conflicto local recurriendo primero a las autoridades locales? Lo
pongo en duda. No es que un conflicto local no pueda tener una trascendencia
mayor, pero usar el argumento de la división de poderes en un caso que tiene
implicaciones principalmente locales sirve únicamente de coartada para encubrir
otros intereses. Son los mismos intereses ya mencionados: abogados que temen
perder parte de su mercado laboral.
Ahora, si nos fijamos en las recetas que promueve la comunidad internacional
últimamente, podríamos afirmar que la forma en que resuelven conflictos en
Raqaypampa es muy moderna. Proponen desjudicializar los conflictos, aplicando
una especie de mediación, buscando acuerdos reparatorios; de repente, cuando
aplicamos conceptos conocidos y reconocidos por los abogados, lo que hace la
justicia comunitaria parece algo rescatable.
Lamentablemente, hasta ahora a casi nadie le interesaban las formas de
resolución de conflicto que no estaban en los códigos. El funcionamiento de la
justicia comunitaria era un tema huérfano en las facultades de Derecho. Como
140
mucho, algo para la antropología jurídica156, pero, ¿cómo se va a discutir este
tema en derecho civil, procesal, penal, constitucional etc.? Sí, ahora hay que
tratarlo en todas las áreas del derecho. Los abogados tendrán que enfrentar el
desafío de conocer su propia realidad. Su mercado laboral va a mutar. Podrán
aprender algún idioma originario para poder ofrecer sus servicios y mantener su
mercado laboral; tendrán que bajar del mundo abstracto de los códigos a ayudar
a resolver conflictos en base a las costumbres locales; tendrán que estudiar el
derecho consuetudinario; no serán autoridades sino personas al servicio de la
gente. La Constitución les quitó su juego de abalorios.
141
los últimos 20 años de historia republicana un juicio de prevaricato (artículo
173 del Código Penal) o negativa o retardo de justicia (artículo 177 del Código
Penal) en contra de algún juez. Lo dudo. En su momento denuncié, dentro de
un procedimiento tramitado ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, a algunos ministros de la Corte Suprema de Bolivia por retardación
de justicia. Exigí que se remitan los antecedentes correspondientes a la Fiscalía
Nacional161. En otro caso exigí lo mismo para que se inicie un juicio en contra
de varios jueces que no habían actuado ajustándose al Derecho. Se trataba de
casos claros de retardación de justicia. Por lo menos había más que suficientes
antecedentes para iniciar una causa penal. Nunca se abrió ningún proceso162.
Quizás la nueva Bolivia logre someter a todos, incluidos los jueces, al dominio
de la ley.
Espero que la nueva Bolivia asuma el reto que expresa el preámbulo de la
Constitución: “Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal.
Asumimos el reto histórico de construir colectivamente el Estado Unitario Social
de Derecho Plurinacional Comunitario”.
Esto de dejar en el pasado el Estado colonial y neoliberal quizás implica la
necesidad de destituir a la mayor parte de los funcionarios judiciales y de la
fiscalía actualmente en ejercicio. Como se quiere construir colectivamente el
nuevo Estado, pueden aportar desde otros ámbitos que no sean los públicos. Me
objetarán diciendo que destituir a los antiguos funcionarios sería el primer paso
para establecer un sistema totalitario. Es otro argumento equivocado que tan sólo
refleja los intereses de quienes lo utilizan.
Para fundamentar mi posición quiero recurrir primero a una distinción hecha
por Ernesto Garzón Valdés. Plantea que los que se adhieren a las normas básicas
del sistema jurídico (por ejemplo, la Constitución), adoptan frente a éstas un “punto
de vista interno” que, a diferencia del “punto de vista externo”, no se apoyaría en
razones prudenciales de coste-beneficio. Si se aceptara la usual distinción entre
razones prudenciales y razones morales, habría que concluir que la adopción de
un “punto de vista interno” tiene una connotación moral y puede ser interpretada
como expresión de la autonomía personal en el ámbito normativo163. Siguiendo
la distinción indicada por Garzón Valdés, habría que concluir que los funcionarios
que antes trabajaron en el sistema excluyente, implícitamente asumieron un punto
de vista interno favorable a él.
Aplicar y hacer prevalecer la norma no es una función que tiene un carácter
neutral, no es una actividad cuasi matemática que requiere tan sólo resumir los
hechos y aplicar la norma correspondiente. Hacer justicia y aplicar una norma es
161 Se trataba del caso de Jhonny Justino Peralta Espinoza. En el Internet está la decisión poco convincente de la Comisión
Interamericana. Véase: http://www.cidh.org/annualrep/2004sp/bolivia.554.01.htm
162 Quienes tengan interés en estudiar el funcionamiento práctico de la justicia boliviana en un caso concreto pueden ver
la decisión de admisibilidad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el caso "Raúl García Linera y
Otros". En Internet:
http://www.cidh.org/annualrep/2005sp/bolivia150.01sp.htm
163 Garzón Valdés se apoya en Herbert Hart; véase Hart, 2003, pp. 129 y ss.
142
una tarea que refleja valores. Los jueces son seres humanos sujetos a las mismas
influencias que cualquier otro ser humano. Al reconocerlo, se abre la posibilidad
de hacer transparente su actividad.
Lo que se requiere ahora son funcionarios que se identifiquen con los valores
consagrados en la nueva Constitución. ¿Habría que preguntarles con qué sistema
jurídico se identifican?, ¿tendrán una posición a favor del nuevo ordenamiento
Constitucional o quieren seguir en sus puestos porque les conviene? Pero una
mera declaración no es suficiente. Como se dice: “del dicho al hecho hay mucho
trecho”. Habría que evaluar el trabajo realizado por los funcionarios.
En el pasado ocurría en Bolivia lo que describe el abogado chileno Juan Bustos:
[…] Cuando la ley no es suficiente como vehículo de la
ideología del sistema, entonces la jurisprudencia, mediante
el vehículo de la meta legalidad, reafirma dicha ideología; en
definitiva, pura metafísica. El ciudadano queda, no formalmente
pero sí materialmente, ajeno a la relación jurídico-legal. Se
produce un divorcio entre realidad social y derecho; el derecho
y la ley surgen como factores claros de dominación y no como
vías de participación y discusión en las decisiones. El Estado de
derecho democrático aparece así por completo subvertido, aun
cuando aparentemente suenen las mismas voces de este lado del
océano y del otro, aunque aparentemente se hallen escritos los
mismos signos y se puedan leer las mismas frases164.
Los jueces usaban su “juego de abalorios” para dejar al ciudadano boliviano
desprotegido. Subvertían las garantías del Estado de derecho para ejercer su
dominación.
Me voy a permitir dar un ejemplo. Había jueces que se autootorgaban
plazos adicionales para decidir acerca de la duración máxima de la prisión
preventiva. La ya histórica Ley de Fianza Juratoria contra la retardación
de justicia penal (Ley Nº 1602 de 15 de diciembre de 1994) contemplaba
plazos taxativos. No obstante, había jueces que pensaban que bastaba
una resolución suya para prorrogar los plazos. Aplicaban una suerte de
metalegalidad que no correspondía a lo estipulado en las normas, sino a
los intereses de los gobiernos de turno o simplemente a los suyos. Es por
eso que creo que Bolivia puede atreverse a concretar un cambio radical.
¿Qué puede perder? Muchos funcionarios que respondían a una ideología
autoritaria de exclusión democrática, a funcionarios que subvertían los
principios del Estado de derecho. Para un cambio real se requiere de
otros funcionarios. Se necesitan jueces, fiscales y funcionarios judiciales
que se identifiquen y que lo demuestran en hechos concretos, con el
Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario.
143
¿Será una posición muy radical? Quizás, pero hay antecedentes que justifican
este proceder. Un ejemplo negativo es la experiencia histórica que vivió América
Latina tras obtener su independencia. La falta de un cambio del personal contribuyó a
que aún hoy estemos hablando de la descolonización del derecho.
Oro ejemplo negativo es la transición chilena. Tras recuperar la democracia
en 1990, los gobiernos democráticos nunca cambiaron al personal judicial.
Los mismos jueces que en la época de la dictadura rechazaron casi todos los
recursos de Habeas Corpus (en Chile se llama Amparo Constitucional) siguieron
“haciendo derecho” en democracia165. En consecuencia, la Corte Suprema, por
última vez tras publicarse el informe Rettig (noviembre de 2004), rechaza “una
suerte de connivencia con quienes cometieron los excesos y violaciones que se
han conocido”166. En las palabras de los ministros de la Corte Suprema, l0s
más de 2.200 muertos de la violencia estatal y los más que 30.000 torturados se
convierten en “excesos y violaciones”. Bolivia se merece otros jueces.
Un ejemplo diferente y positivo es el de Alemania tras la reunificación. En este
caso, Alemania Occidental sometió a un control a todos los funcionarios estatales
que habían trabajado en la antigua República Democrática Alemana (RDA).
Los que tenían altos puestos y una afinidad cercana al antiguo régimen, fueron
alejados de funciones públicas. Se puede discrepar acerca de los logros de la RDA,
pero se trataba de un sistema autoritario que desconfiaba de su propio pueblo.
Hoy el funcionamiento de la justicia corresponde a valores democráticos. Las
autoridades fundamentan sus decisiones, e incluso personas privadas de libertad
pueden acudir a la justicia en reclamo de sus derechos, cosa imposible en la RDA.
Otro ejemplo positivo y más cercano que el alemán es la experiencia chilena
tras la puesta en marcha de la Reforma Procesal Penal. Cuando se comenzó
con la implementación de la reforma, se partió prácticamente de cero. Antes
de su puesta en marcha no existía un Ministerio Público; tampoco había una
Defensoría Penal Pública, ni juzgados de garantía o tribunales orales en lo penal.
Todas estas instituciones fueron creadas para implementar los postulados de
la reforma. ¿A quiénes se recurrió para esto? En la gran mayoría, a personal
nuevo. En el caso de los fiscales y defensores, se recurrió sólo a profesionales
no “contagiados” de los hábitos y costumbres del antiguo sistema inquisitorial,
165 Para conocer más acerca del funcionamiento de la justicia durante la dictadura véase el informe de la Comisión Intera-
mericana de Derechos Humanos de 1985. En el Internet bajo: http://www.cidh.org/countryrep/Chile85eng/chap.8a.
htm#C (visitado el 26.02.09).
166 La cita dice: “[...] 2. Que enfrentados a esta situación, los miembros actuales de esta Corte Suprema, sin perjuicio de que
en su carácter de jueces de derecho y en el desempeño de su función jurisdiccional, en su oportunidad, si correspond-
iere, puedan adquirir sus propias convicciones de orden jurídico respecto de tales hechos, consideran que no es posible
sustraerse de la gravedad de esos sucesos y sus dolorosas secuelas y dejan constancia pública de su consternación ante
dichas situaciones, que se suman a otras que el Poder Judicial ha podido conocer, juzgar y sancionar en estos últimos
años; 3. Que muy distinto es el parecer de la Corte sobre los reproches genéricos que se vierten en el mismo informe en
relación con el Poder Judicial, en especial, cuando se afirma que en el periodo más crítico, inmediatamente posterior al
11 de septiembre de 1973, habría existido de parte de los tribunales o de los ministros de la Corte Suprema de la época,
una suerte de connivencia con quienes cometieron los excesos y violaciones que se han conocido. Esto importa un grave
cargo, que carece de sustento objetivo en el propio informe y que no es posible aceptar, ya que no existen antecedentes
fidedignos ni es verosímil sostener que distinguidos magistrados se hayan podido concertar con terceros para permitir
detenciones ilegitimas, torturas, secuestros y muertes; […]”. Véase para la cita Sierra I., 2005, p, 164, 157 y ss. En Internet
bajo: www.anuariocdh.uchile.cl
144
autoritario y secreto. También los jueces fueron nombrados mayormente entre
abogados que antes nunca se desempeñaron en esta función. Hoy, organismos
internacionales destacan la Reforma Procesal Penal chilena como un modelo a
seguir, un ejemplo. No ocurre lo mismo con la reforma procesal penal boliviana,
paraguaya o venezolana.
Algunos dirán que no se puede comparar la situación en Bolivia con la
que se dio en Chile. Que Chile ha tenido muchos recursos económicos para
implementar la reforma procesal penal y que el éxito de la reforma se debe más
bien a este hecho y no a los funcionarios nuevos. Mi respuesta sería que esta
posición sobrevalora la importancia del factor económico. Puede ser más fácil
cambiar la cara de la justicia cuando uno cuenta con los recursos adecuados, que
permiten construir nuevos edificios, comprar materiales y pagar mejores sueldos.
Pero lo decisivo es el cambio del “punto de vista interno”. Será difícil que un
funcionario acostumbrado a imponer su decisión sin dar mayores explicaciones
se acostumbre a justificar la aplicación de una norma tomando en consideración
las necesidades de los individuos que buscan resolver un conflicto. Tiene otra
formación, de base autoritaria e irrespetuosa hacia los derechos individuales. No
es imposible que cambie, pero es poco probable. Dicho de otra manera, lograr
un cambio de actitud es un desafío a superar, contratar a gente con otra actitud
es un acto administrativo. Ambas formas de cambio requieren de una voluntad
política convencida de la necesidad de reformar la justicia. Habrá que formar a
los nuevos actores de la justicia con los nuevos capitales y repertorios valóricos,
profesionales y de eficiencia requeridos.
Por último, podrá decirse que es imposible destituir a los funcionarios actuales
porque falta suficiente personal capacitado en Bolivia.
Discrepo con esta opinión. Gran parte del personal actual no está capacitado
para hacer justicia conforme a los valores de la nueva Constitución. El
conocimiento abstracto desligado de la realidad social ya no es suficiente para
administrar una justicia democrática. Los operadores judiciales a veces proclaman
ser “los esclavos de la ley”, pero se olvidan de que son servidores de la justicia.
No son autoridades que actúan con la legitimidad de un poder absoluto; tienen
que ganarse todos los días una legitimidad democrática.
Para ello se requiere más que la cita de una norma. La legitimidad democrática
exige una coherencia de las actuaciones con los valores básicos de la democracia.
Estos valores llevan relación con la dignidad de cada persona, con su igualdad, con
el respeto que se merece por el simple hecho de “ser” humano. Es por esto que
la legitimidad de las actuaciones judiciales requiere ir más allá de la constatación
de la norma aplicable.
El juez y la jueza tienen que fundamentar sus resoluciones y sentencias en vista
del ordenamiento valórico representado por la Constitución y los instrumentos
internacionales de protección de los derechos humanos. No pueden usar el texto de
una norma como escudo contra el reclamo de justicia.
145
Dudo que los jueces y funcionarios del antiguo sistema neoliberal y autoritario
tengan las habilidades requeridas. No están capacitados para administrar la justicia
para la gente; su experiencia se agota en el juego de abalorios. En cambio hay otros
ciudadanos que tienen experiencia en administrar una justicia democrática. No
tienen que ser abogados, pueden ser sindicalistas, dirigentes de juntas vecinales u
otras personas en cuyo juicio se tenga confianza. Hay que darles una chance, un
espacio dentro de este nuevo proceso.
No basta establecer la existencia de un nuevo Órgano Judicial en el texto de
la Constitución. No hay que contentarse con las formas. Wilfredo López Suárez
criticaba el antiguo sistema de “democracia formal”. Decía que:
4. Propuesta: transparencia
146
Para que la crítica sea constructiva, me permitiré proponer algo. Posiblemente
sea políticamente difícil destituir una gran parte de los funcionarios judiciales
para refundar el Órgano Judicial. La oposición alegaría que el gobierno quiere
crear un sistema totalitario, se hablaría de un peligro para el Estado de derecho
(que, dicho sea de paso, hasta ahora no existió); incluso los organismos
internacionales podrían percibir un peligro para el “buen gobierno”. ¿Cómo
evitarlo y crear la legitimidad necesaria para una refundación real y no sólo legal
del Órgano Judicial?
147
En base a los resultados de esta evaluación, se puede decidir si se inicia el proceso
de destitución o si el respectivo funcionario puede ser parte del desafío de
construir una nueva justicia para Bolivia. Sería el primer paso y evitaría que la
historia se repita. El gobierno tomaría el siguiente paso para derribar “la justicia
acumulada de los libros, porque no se administra en acuerdos con las necesidades
patentes del país”.
148
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Trigo, Ciro Félix, Las Constituciones de Bolivia, segunda edición (La Paz: Atenas, 2003).
Trigo, Ciro Félix, Las Constituciones de Bolivia, segunda edición (La Paz: Atenas, 2003).
150
Las autonomías indígenas en Bolivia: balance y
perspectivas
¿Qué debemos entender por autonomías indígenas y cuáles son las posiciones
discursivas y políticas que existen dentro del movimiento indígena, campesino y
originario en relación a este tema?
Permíteme hacer una definición más general de autonomía, para luego poder hacer
una definición, no más pequeña, pero tal vez más puntual, referida a la autonomía
indígena. Debemos reconocer que en la literatura el tema de autonomía se refiere,
en primer lugar, a cómo se reordena la estructura del Estado central y del Estado
único. En realidad la autonomía es una respuesta política o una salida política
para justamente encarar problemas relacionados con la estructuración del Estado
unitario. El término ‘unitario’ cobija formas de Estado profundamente centralistas.
Este es un tema central en el debate de autonomías, desde una perspectiva de
descentralización.
Algunos autores han definido la autonomía —sobre todo los de tradición
marxista, entre ellos Héctor Díaz Polanco— como la manera de resolver los
conflictos étnico-nacionales, cambios que se hacen en la estructura del Estado, de
gobierno, y que modifican el carácter unitario, homogéneo con que se ordena la
institucionalidad estatal. Se hacen cambios para encarar las diferencias culturales
que cobija el Estado, las diferencias que contiene la nación y, sobre todo, para
resolver aspectos étnicos originados por la estructuración del Estado-nación.
Esta tradición marxista es un poco antigua. Debemos recordar el debate de los
marxistas sobre el tema de la cuestión nacional y la autodeterminación, en que se
pone en juego el eje étnico nacional. Rosa Luxemburgo, Otto Bauer y Lenin son
autores que dedican tinta a la temática.
Por otro lado, también hay una tradición más anglosajona: autonomía como
autogobierno, como la capacidad de autogobernarse a sí mismo, de poder elaborar el
estatuto político. En esa lectura, que está muy marcada por una mirada multicultural,
el eje de autogobierno —porque en la literatura encontraremos la denominación
1 * Esta entrevista fue realizada por Ramiro Valderrama, de la Fundación Gandhi, en septiembre de 2009.
151
de autonomía como autogobierno— se refiere no tanto a resolver el sistema de un
Estado que muestra su cara unitaria y centralista, sino a reconocer que han existido
sectores de la población, como los pueblos indígenas —el multiculturalismo por
supuesto no reconoce a “naciones” pero sí a “pueblos” y también a “sectores de la
población que se hacen pueblos”—, que fueron subsumidos en la estructuración del
Estado-nación en su vida institucional. Pueblos que fueron obligados a participar
de la vida política e institucional del Estado-nación, quedando subsumidos como
una “minoría nacional”. Entonces, en la lectura multicultural, el autogobierno
es justamente la posibilidad de poder resarcir la injusticia social que ha existido
respecto a las “minorías nacionales”, restituyéndoles su condición de sujetos de
derecho y sus derechos políticos. Además, considera el propio multiculturalismo
que, en el caso de los pueblos, estamos hablando de pueblos que han tenido vida
política e institucional antes de la formación del Estado-nación. Es el Estado-
nación el que debe restituirles el derecho político de autogobierno. Autores como
Will Kymlicka forman parte de dicha tradición.
152
observamos y reflexionamos sobre el núcleo discursivo de la tierra, por ejemplo,
vamos a encontrar la demanda de autogobierno bajo la siguiente enunciación:
“que se nos restituyan nuestras tierras porque en ellas queremos hacer gobierno, el
gobierno de nuestros abuelos, de nuestros amautas”. Es una manera de mostrarnos
que el núcleo discursivo tierra y su restitución se percibe como autodeterminación,
como capacidad de gobierno sobre sí mismos. En nuestra época el tema tierra-
territorio está vinculado a la demanda de gobierno, bajo la figura de restitución
territorial y reconfiguración de la nación boliviana.
Creo que para pensar en la tradición de autogobierno indígena, en la experiencia
indígena, en lo que está detrás de la mirada política de los pueblos indígenas, la
palabra correcta es ‘autodeterminación’. Esta es una palabra que encontramos
recurrentemente, por ejemplo, en los enunciados kataristas, e incluso muchísimo
antes, por ejemplo, en los años 40, cuando se produjeron movimientos indigenistas
fuertes en América Latina que constituyeron el congreso indígena de 1945 en
Páztcuaro, México. En Bolivia Villarroel promocionó uno. En esa década, el discurso
sobre autogestión indígena formaba parte de las luchas políticas. Colombres, un
viejo intelectual, escribió un texto llamado “La autogestión indígena en América
Latina”. Fausto Reynaga, otro pensador indígena boliviano, también plantea el
tema de autogestión como un asunto de resolución nacional. Él no hablaba de
“naciones oprimidas” pero sí de “pueblos oprimidos”. La figura de nación no
está clara en Fausto Reynaga. Detrás de los planteamientos de “autogestión de
los pueblos oprimidos” y de “pueblos dominados” está la idea de que los pueblos
puedan ejercer el derecho a la autodeterminación.
Entonces, las corrientes teóricas de las que he hablado al empezar esta entrevista
pueden estar articulando elementos de la gama amplia, y a la vez profunda, de la
apuesta indígena. Cuando se dice “gobierno propio” estamos muy cerca de la
idea anglosajona de self government: capacidad de poder elaborar el estatuto político
propio, de tener un gobierno bajo normas propias. O cuando, ante la idea de
redefinir el poder político territorial, nos acercamos al planteamiento de restitución
territorial, “ejercer nuestro gobierno como nuestros abuelos nos han enseñado
y en nuestros territorios”. Es entonces cuando vemos que la tradición indígena
se vincula al debate español de autonomías. “Gobierno en nuestros territorios”
hace referencia a un gobierno que se va a instaurar en un determinado espacio
geográfico. Cuando los pueblos indígenas demandan eso, apuntan de una manera
muy clara a la redefinición del poder político territorial. Detrás de esa figura está
la demanda de “redefinición territorial de Bolivia”, demanda que tiene que ver
con una definición política del territorio y los poderes que incorpora el orden
territorial.
La tradición de autodeterminación, acuñada por los pueblos indígenas, supone
también la resolución de los problemas étnico nacionales, planteados en el debate
marxista. Se trata de una agenda de transformación estructural del Estado, pero
en los marcos de una tradición política enraizada en una matriz civilizatoria de las
comunidades indígenas. Detrás de la demanda de “restitución territorial” hay un
planteamiento de modificación del Estado que es impulsado por sujetos políticos
étnicos, identidades políticas que no son regionales —como sería el caso de Santa
Cruz—, sino más bien identidades étnicas que, después de la emergencia katarista y
153
de todo el debate que hemos tenido en la década de los 80, son identidades políticas
reconocidas como “pueblos y naciones oprimidos” en el discurso anidado en los
90.
Es interesante ver cómo en las dos últimas décadas que nos tocó vivir —1990-
2000—, la clave autonómica se ha expresado de distinta manera. En los años 90,
por ejemplo, cuando la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB)
discutía la Ley Indígena, se planteó la figura de territorio como eje de su debate.
Este eje articulaba como unidad el sistema de propiedad de recursos naturales y
el gobierno; pero la propia discusión hecha por la CIDOB en esos años recibe el
límite que le da el Convenio 169. Se sabe que el Convenio siempre tuvo reparos
en aceptar los términos de “autodeterminación de los pueblos indígenas”, porque
en el debate de las Naciones Unidas se reconocía que este era un derecho para el
Estado-nación, no para los pueblos indígenas. Entonces, el propio debate de la
CIDOB expresa el límite del Convenio 169 al dividir el eje de la demanda territorial
del eje del autogobierno. No haber avanzado en la demanda de autodeterminación y
autonomía indígena, en palabras de los dirigentes de la CIDOB, se debe a que dicho
planteamiento suponía involucrarse con el Estado boliviano y cambiarlo. Era un
paso político con el cual no estaban dispuestos a comprometerse. Tenían problemas
más puntuales que resolver, como la invasión por madereros o ganaderos a áreas
comunales. La demanda de autogobierno quedó subsumida en la temática de
recursos naturales y tierra.
Tenemos un eje muy tenue de autogobierno planteado por la CIDOB en los años
90, y el eje de autodeterminación, que fue la bandera más fuerte de la Confederación
Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), como resultado
del legado de las reflexiones kataristas. Yo creo que eso es lo que hoy en día se está
expresando como autonomía indígena. Es una combinación de las dos tradiciones:
autogobierno y autodeterminación. Autogobierno en sentido de “que nos dejen
conducir nuestros territorios con nuestras autoridades”, pero más que autogobierno,
niveles de un Estado. La autodeterminación, por su parte, es una figura profunda y
a la vez dura; supone la restitución, la redefinición del poder político territorial, la
modificación del Estado neocolonial y su dinámica institucional. Yo destacaría esos
dos elementos para poder hablar de autonomía indígena.
Por tanto, estos dos elementos alimentan hoy el discurso de autonomía indígena
y movilizaron el debate dentro de la Asamblea Constituyente. No se los puede
considerar reactivos a la propuesta de autonomía departamental de los cívicos,
como muchos creen; estuvieron en el pasado y fueron acelerados, empujados
en su dinámica, porque la lucha política movilizada alrededor de la autonomía
departamental apunta a definir la organización político-administrativa del Estado.
Este es el contexto y las condiciones en que se ha discutido el tema de autonomía
indígena.
¿De qué manera durante el proceso constituyente —que es el escenario en que se discutieron con
mayor fuerza propuestas en relación a la autonomía indígena— se expresaron estas tendencias
discursivas y políticas que nos comentaste?
154
Efectivamente, al calor de la Asamblea Constituyente se vuelve a discutir este
tema, y estas dos tradiciones de la CIDOB y de la CSUTCB se juntan. En el caso
de la CIDOB, la agenda ya había avanzado; ya no tenía solamente como que se
“respeten a nuestras autoridades originarias, a estas autoridades que elegimos bajo un
sistema de usos y costumbres”, sino de que eso sea parte de una forma de gobierno.
Fíjate que este paso es importante. Una cosa es que yo demande que respetes a
mis autoridades y que me dejes con mi sistema de gobierno, y otra cosa es que te
diga que mis autoridades y mi sistema de gobierno tendrán que formar parte de la
organización del Estado; la autonomía implica eso. Es demandar al Estado que esto
que yo ejerzo como gobierno y que ha sido subalternizado por el Estado, sea parte
del Estado. Esa es la figura, y por ello se constituye en niveles de gobierno. Pero
la vida institucional que contienen es tan diferente a la del Estado, que éste mismo
es susceptible de transformarse en su contenido y forma. La autonomía indígena
madurada por la CIDOB, conectada al debate de autodeterminación y creación del
Estado Plurinacional, se presenta como una figura de autonomía radical. Esta es
una idea que la CIDOB empieza a discutir al comenzar el año 2005 y en la antesala
de la Asamblea Constituyente.
Por otro lado, la CSUTCB veía en el tema de autonomías indígenas una reducción
de su demanda política; por eso la palabra ‘autodeterminación’ es tan fuerte en sus
demandas. Pero, ¿cuál es el argumento —que creo que es bueno destacar y también
reflexionar sobre él— para rechazar la autonomía indígena? El argumento de la
CSUTCB y de sus intelectuales, por supuesto fue siempre que ellos no tenían que
reivindicar el tema político de autonomía, porque éste es una demanda política para
“minorías nacionales” y ellos no son minorías nacionales —quechuas y aymaras—.
Creo los sectores campesinos originarios de la CSUTCB fueron atinados en su
reflexión al respecto; era correcta, sobre todo si pensamos que el autogobierno,
desde el multiculturalismo, es para “minorías nacionales”, minorías dominadas por
las tendencias centrales de formación del Estado-nación.
La figura de autonomía para la CSUTCB estaba muy ligada a eso y, por tanto,
no la asumieron, insistiendo en el primer momento del debate constituyente en
que la autonomía no era para ellos porque era un diseño estatal que correspondía
a “minorías étnicas”, que no es su caso. La apuesta central para ellos era la apuesta
por el Estado Plurinacional; con ello se podía pensar en reorganizar el Estado.
Las posiciones del movimiento indígena originario, me parece, se han circunscrito
alrededor de la demanda de la CSUTCB, pero también se han circunscrito alrededor
de profundizar la propia demanda autonómica. Y es que el tema de autonomía
como autogobierno, es decir, como capacidad de legislarte a sí mismo y como
capacidad de gobernar sobre un territorio, puede ir desde el ítem de constituirse en
un nivel de gobierno, que significa que existe un Estado estructurado en distintos
niveles de gobierno —y el de la autonomía indígena es uno de ellos—, hasta el
ítem mas duro, que implica no solamente constituirse en un nivel de gobierno, sino
que en el ámbito de jurisdicción autonómica se reconozca el derecho y la decisión
sobre los recursos naturales. Esa es también una posición que se ha puesto en juego
en el debate autonómico, sobre todo al calor de la Asamblea Constituyente y en el
155
contexto del Pacto de la Unidad, espacio que ha permitido que confluyan distintas
fuerzas del movimiento indígena campesino originario.
Esta figura de restitución, sin embargo, hizo pensar a los propios pueblos
indígenas del oriente boliviano, sobre todo al pueblo guaraní, en el hecho de no
ceñirse solamente a la demanda de sus territorios comunitarios de origen (TCO),
sino a la posibilidad de avanzar más allá de sus territorios consolidados como TCO
y redefinir niveles territoriales que están en los municipios, en las provincias y en los
propios departamentos. En efecto, cuando se forma la Asamblea del Pueblo Guaraní
(APG) en 1986, ésta se articula en base a las capitanías. En principio la conforman
las capitanías ubicadas en la provincia Cordillera de Santa Cruz, luego ingresan las
de Chuquisaca y, finalmente, las de Tarija. Por los años 1992-1993 vemos una APG
con presencia en tres departamentos, es decir que expresa políticamente la idea de
ámbito territorial, lo que significa articulación de todas sus capitanías alrededor de
la APG.
156
conformando o rearmando las fichas en el ámbito del municipio desde la capitanía.
Todo eso les permitía hablar de la figura de territorio ancestral, pero en el marco
de la Ley de Participación Popular, es decir, en un marco de reorganización
territorial circunscrita al municipio. Por eso digo que habían cobijado una idea de
autogobierno ligada al marco de la Ley de Participación Popular y no al espíritu de
autodeterminación y restitución. Es el debate de la Asamblea Constituyente y la
confluencia de las distintas fuerzas del movimiento indígena campesino originario
lo que permite a los guaraníes avanzar en el planteamiento de autonomía como
restitución del territorio ancestral, un autogobierno ligado a la perspectiva de
autodeterminación, un gobierno que exprese las relaciones políticas que contiene
la APG.
Creo que esas son las posiciones que encontramos, reiterando que, sobre todo
en el caso de los sectores campesinos originarios quechuas y aymaras, el referente
era la demanda de autodeterminación como salida política, pero no para construir
autonomía sino para redefinir el Estado; por eso la figura de Estado Plurinacional
fue central en el debate autonómico. En términos generales, se puede decir que
a raíz de estas distintas posiciones discursivas, pero también políticas, dentro del
movimiento indígena, y pensando en la contienda política alrededor de la autonomía
en Bolivia, debemos destacar los dos horizontes políticos que la Constitución
aprobada en Oruro ha tratado de juntar. Buena o mala, altamente contradictoria o
poco contradictoria, hay que discutirlo, pero ha tratado de juntar el horizonte político
de descentralización instaurado en la década de los 90 y que está profundamente
inspirado en la idea de cómo crear niveles de gobierno subnacionales, gobiernos
que se acerquen más al ciudadano y que sean más eficientes. Ello se refleja en la
autonomía departamental. El otro horizonte es el de la restitución territorial, que
mira la autonomía como una redefinición territorial del poder político que lleva la
figura de la restitución, es decir, un rearme en el orden territorial estatal.
157
principios heterodoxos, miradas heterodoxas, horizontes políticos heterodoxos,
plurales, sobre el tema de autonomías en Bolivia.
Yo diría que la Constitución de Oruro retoma con mayor magnitud esta figura
de restitución, de reconfiguración territorial. En la Constitución aprobada se ha
bajado el perfil, pero continúa presente. ¿De qué manera? El eje de la restitución
territorial es que podamos abrir nuevos órdenes territoriales, o sea, que podamos
definir jurisdicciones territoriales que no han sido registradas por el Estado y que
pertenecen a la experiencia política indígena. No podemos perder ese espíritu para
evaluar la Constitución aprobada. Entonces, la pregunta es: ¿en qué medida esta
Constitución refleja eso? Si uno lee con cuidado, encontrará que eso se refleja en
la medida en que el orden de entidades autónomas indígenas en la Constitución
aprobada rige para los territorios indígenas ya consolidados y para los que van a
consolidarse más adelante, es decir, los que vienen en proceso.
Están las TCO, está el municipio indígena y está la figura —si seguimos con
la lectura— de que tanto la TCO como territorio indígena, como el municipio
indígena, pueden terminar articulando sus iniciativas políticas, conformando una
unidad autónoma. La Constitución dice: si lo que se quiere es redefinir, desde un
territorio indígena, desde una TCO, la jurisdicción del municipio, se lo puede hacer,
en tanto la organización indígena se ponga de acuerdo con el Concejo Municipal.
Se abre la puerta para la redefinición territorial, en el orden municipal, en un orden
local.
158
Leyendo de manera general, pienso que la Constitución expresa una perspectiva
centrada en la dimensión departamental. Está resguardando de una manera
importante el orden departamental. La figura autonómica de restitución se va
alimentar desde aspectos más puntuales, más locales, y está por verse cómo va
a ser el proceso. En todo caso, un proceso autonómico no puede definir todas
sus variables a priori, no puede decir que va a continuar así dentro de 20 años.
El proceso autonómico es un proceso político abierto porque depende en buena
medida del actuar del sujeto autonómico; para el caso, del sujeto indígena que va
abriendo la cancha política de su derecho a la autodeterminación.
Ahora, ¿por qué digo que en la Constitución de Oruro había más espacio para la
demanda de restitución? Porque la Constitución de Oruro no puso, para empezar, el
límite departamental y, para continuar, la posibilidad de articulación de las entidades
autónomas indígenas, daba lugar a que las TCO, como entidades territoriales
indígenas, y los municipios logren articular una región y que se constituyan en un
nivel de gobierno. La Constitución de Oruro abría más posibilidades a la figura
de restitución. A su vez, traía enormes problemas para quienes no compartían
el horizonte político de la restitución con los pueblos indígenas. Dichos sectores
—los cívicos, por ejemplo— vieron una enorme dificultad y un problema en la
idea de que la restitución sobrepase el ámbito departamental. Juan Carlos Urenda
—intelectual cívico cruceño que ha producido varios textos sobre el tema— hace
en su último libro un tratamiento mucho más amplio sobre el tema de autonomía
indígena, tratando de superar el conjunto de limitaciones con las que nació la
propuesta de autonomía departamental, pero al hablar del tema de restitución, de
redefinición, nos alerta sobre el peligro de enfrentamiento y guerra que conlleva.
Debemos reconocer que en el proyecto de Oruro hay un esfuerzo por ampliar
y equilibrar estas dos tradiciones de autonomía, tradiciones en el marco de un
contexto. ¿Cuál es ese contexto? La Asamblea Constituyente, porque hacia atrás
las tradiciones se han expresado de otra manera. En lo que tenemos ahora, que es
la Constitución aprobada, el ámbito de restitución será un orden local, municipal y
más allá del municipal, pero no podrá pasar del ámbito departamental. Y esto trae
grandes problemas para sectores como los guaraníes, que, habiendo justamente
madurado su debate de “territorio de nuestros ancestros, territorio de los abuelos”,
habiendo logrado imaginar salidas políticas de cómo podrían operar el conjunto
de las capitanías para constituirse en una unidad de gobierno, han visto rota su
expectativa. También la ha fracturado de una manera significativa para ciertos
sectores de ayllus que están entre Oruro y Potosí y que combinan su jurisdicción
de ayllu más allá de los departamentos mencionados. Esta es una de las limitaciones
que debemos destacar en la nueva Constitución.
Una de las características del reconocimiento de las autonomías indígenas en el marco de un
Estado Plurinacional es que, además de reconocer formas locales de autogobierno, gestión de la
tierra, territorio, justicia comunitaria, etc., el Estado tendría también que pluralizarse en su
propio armazón institucional y normativo. Sin embargo, se aprecia en la nueva Constitución que
el Estado está en su centro dominante, bajo una lógica predominantemente liberal, republicana.
159
Por ejemplo, el sistema de partidos se mantiene en el centro de las formas de representación
política. Lo mismo sucede con el ordenamiento territorial, que mantiene la figura de departamentos
inamovible ¿Cómo ves esta relación, sin duda conflictiva, entre Estado Plurinacional y autonomía
indígena?
160
Cuando digo que un Estado Plurinacional pluraliza sus instituciones y su vida
política, pienso que es un Estado que se inspira en varias tradiciones políticas, en
distintas doctrinas comprensivas, incluida la liberal. Pero además las promueve en
su desarrollo, porque por eso el Estado se reconoce a sí mismo como plurinacional.
Es decir, no se trata solamente de que mencione usos y costumbres, que es
interesante para un sistema de representación, sino que esos mecanismos de usos
y costumbres, que generan formas de representación, tendrán que ser promovidos
por el Estado. Entiendo por Estado Plurinacional una forma institucional que abre
sus instituciones a una cancha plural. Eso es una parte de nuestro problema.
161
La contribución de autodeterminación y Estado Plurinacional es una
contribución muy importante porque nos hace pensar el orden nacional; nos obliga
a reflexionar sobre cómo pluralizar el ámbito institucional. Pero, por otro lado, está
el orden territorial de organización del Estado, que tiene mucho que ver con las
autonomías, con la posibilidad de organizar gobiernos territoriales que expresen
las distintas formas de organización política de los pueblos indígenas originarios
—sindicato, ayllu, capitanía—. Es ahí donde nos podemos sorprender con salidas
nuevas, innovadoras, salidas políticas contemporáneas que empujen a modificar
las estructuras de poder regional/departamental. Por ejemplo, dependiendo de
cómo actúen los colonizadores, que son un componente importante del sujeto
campesino indígena originario, o la propia federación campesina que está en las
alturas —Arque, Bolívar, Tapacarí, Ayopaya—, puede darse la posibilidad de
modificar las formas de poder del departamento de Cochabamba, constituyendo
una forma de gobierno autonómico que establezca relaciones de poder distintas
entre las partes étnicas organizadas y la ciudad, que en buena parte se siente
quechua.
Para que esto sea posible, se requiere de articulación política, que no viene sola.
No hay un sujeto quechua preconstituido; lo que hay son comunidades, entidades,
sujetos políticos actuando en la arena política desde una posición constituida en
los últimos años por el sujeto indígena campesino originario. Constituir un nivel
de gobierno autónomo supone poner en juego los recursos y su administración,
la distribución de ingresos públicos, poner en juego decisiones. De ahí que el
sujeto autonómico se basa en la articulación política, en la posibilidad de integrar
intereses y representarlos. Esto mismo tiene un sentido de agregación que está
más allá de la lengua, y que se expresa en cierta medida en acciones políticas de la
CSUTCB o del CONAMAQ, pero ambas partes étnicas organizadas requieren de
una agenda política más delicada —equilibrios de contrapoderes— para avanzar
en una agenda de autogobierno territorial.
A manera de discutir con el CONAMAQ —porque creo que los que
vivimos en las ciudades también debemos sentarnos a discutir este tema con las
propias organizaciones indígenas campesinas originarias—, y estoy pensando
hipotéticamente, los ayllus del Norte de Potosí que atraviesan Oruro no van a
pasar por alto los centros mineros. Es imposible que no los consideren. Pero a
los mineros no los vas a articular a un nivel de gobierno diciéndoles que forman
parte de un ayllu o de una marka. ¿Por qué? Porque el minero es un sujeto que
tiene una raíz en el ámbito de la comunidad indígena, pero su otra raíz fuerte
es la mina y su relación con la forma productiva del capital. Es una relación
de mucha contradicción, pero que no puedes pasar por alto. Si lo haces —eso
lo sabe bien la gente de las comunidades—, el día de mañana los tienes en pie
de guerra con dinamita y con toda la vitalidad política que los caracteriza para
el combate, la contienda; los mineros no retroceden en eso, tienen una amplia
cultura política para enfrentar el conflicto. Ello requiere entrar al plano de la
articulación política, lo que implica negociar el tema del aprovechamiento de las
minas, sobre todo cómo se van a distribuir los beneficios de las minas. No es
tan sencillo, los mineros tendrán que encontrar ventajas y bondades para formar
parte de un gobierno indígena en sus zonas. Sobre todo Oruro y Potosí están
162
atravesados por estos temas, y creo que la articulación, que requiere un proceso
autonómico indígena, no puede pasar por alto esta temática.
Para continuar con Ayopaya, es muy interesante que las comunidades organizadas
en sindicatos campesinos se hayan preguntado sobre dicho asunto. Al demandar
la TCO de Ayopaya, el dilema fue pensar si eran o no indígenas. La gente decía:
“nosotros no somos indígenas, no queremos ser indígenas, nosotros somos
campesinos, pero somos campesinos quechuas, somos campesinos aymaras; por
tanto, somos originarios”. Algunos historiadores contribuyeron al debate, detallando
las partes étnicas que ocuparon Ayopaya. Los comunarios decían: “Habíamos sido
soras, habíamos sido ikayungas; ahora los de Raqaypampa dicen que habíamos sido
también chuis”. Cuando se analiza el proceso, se encuentra con la figura de mosaicos
étnicos soras e ikayungas. Soras/aymaras que venían por la parte de Oruro y que
recorren la ruta del Tambor Vargas. Los ikayungas traídos desde el Perú, quechuas
ocupando un ámbito territorial específico y que construyen lealtades políticas de
residencia. Soras e ikayungas conviviendo en una misma región y armando las
complejas relaciones del ayllu.
163
Es una matriz que permite pensar con lógicas distintas a las tradiciones políticas
hegemónicas, puede permitirle al de la ciudad, al intelectual, ya sea que venga o no
de un pueblo indígena, pensar en salidas complejas de acuerdos institucionales y
territoriales. Cuando escucho 36 nacionalidades, 36 gobiernos, de verdad sonrío
porque realmente es una simplificación de lo que en realidad va a suceder. Los
gobiernos se van a armar a un nivel local, mucho más ahora cuando la apuesta
autonómica de reconstitución puede desatarse en el municipio. Desde allí sí se
puede pensar la figura confederada, una figura que expresa equilibrios de poder.
La historia muestra que el sistema político andino basa los equilibrios de poder en
la ocupación y el control territorial. Sí, nos debemos alimentar de la restitución,
pero en el sentido anteriormente nombrado, no en el sentido de formas políticas
esenciales que pervivieron a través de la historia.
Si nosotros revisamos el origen del sistema federado en el caso de los EE. UU.,
observaremos que éste se basa en los pactos entre pueblos. El sistema federado
estadounidense se alimenta mucho de la figura de acuerdos realizados entre los
ingleses o franceses con los pueblos indígenas. Los mapuche también tuvieron
una experiencia de pacto de características federadas con el Estado chileno. Si
escuchamos la demanda política y territorial de los mapuche, observaremos que
ellos no quieren negociar su existencia con el Estado chileno; muchas veces no se
sienten parte de la Constitución. Ellos quieren hacer pactos como pueblo y algunas
veces como nación, mientras que el Estado chileno les quiere dar un tratamiento
de ciudadanos campesinos. Necesitamos explorar esas tradiciones sin miedo, sin el
peso político del Estado unitario.
¿Qué escenarios posibles, como perspectiva, visualizas en relación a las autonomías indígenas,
tomando en cuenta, por ejemplo, que también se consolidan las autonomías departamentales sobre
todo en el oriente boliviano, donde existe un reconocimiento limitado y, a veces, resistido, del derecho
a la autonomía de los pueblos indígenas?
164
por ejemplo, que cinco de los siete municipios de la provincia Cordillera tienen
un importante contingente de población guaraní —Lagunillas, Charagua, Cuevo,
Gutiérrez, Boyuibe—. Estos cinco municipios de la provincia Cordillera hasta ahora
no han podido ser ocupados por guaraníes. A veces uno tiene una expectativa muy
grande, a juzgar por la composición de la población; sin embargo, las relaciones de
fuerza en el ámbito local son otras.
165
guaraníes, pero que comparten condiciones de subalternidad con los guaraníes —
campesinos chaqueños—. En una época como la que estamos viviendo, es posible
pensar en salidas de esta naturaleza. En mi criterio, Bolivia está viviendo un proceso
de mestización hacia lo indígena, y aunque a muchos les parezca imperdonable,
o tal vez imposible, el vector de la mestización no sólo es hacia lo criollo sino
también hacia lo indígena. La mestización es un desplazamiento cultural con
distintos sentidos, uno de ellos, el que más conocemos, ha sido el desplazamiento
de lo indígena a lo criollo o blanco, pero puede también presentarse en el sentido
contrario. La definición de los sentidos de mestización no está en las decisiones que
toma el sujeto que porta una identidad, sino más bien en los aspectos estructurales
de las relaciones sociales que vuelven estratégicos los desplazamientos.
La carga colonial que portamos como sociedad hace que a muchos les parezca
impensable mestizarse hacia lo indígena; sin embargo, en Bolivia estamos viviendo
un proceso de esa naturaleza. Volviendo a los guaraníes, la guaranización tiene
hoy en día condiciones sociales y políticas para actuar en la región del Chaco. Ello
dependerá, sin embargo, de la estrategia que logren armar los guaraníes en su
región y los otros sectores de un departamento tan complejo como Santa Cruz. A
diferencia de lo que la mayoría de la gente en el país cree, Santa Cruz puede mostrar
un proceso plural de autonomías complejo y con tensiones, pero plural.
En el caso de occidente, me parece que se presentan dos cosas. Por un lado, la
experiencia de restitución —hablamos de una probabilidad— que no va a empezar
en las ciudades, pero que puede irradiarse a éstas. Por otro lado, el reacomodo de
relaciones de poder en el orden departamental. Estamos hablando, en el caso de
Cochabamba, por ejemplo, de los colonizadores que pueden tomar la iniciativa.
Tienen todas las condiciones políticas; la federación de campesinos también, no
tanto en el Valle Alto, pero sí en la región andina. Creo que hay condiciones para
que esas articulaciones políticas de sectores campesinos originarios reacomoden
el escenario de relaciones de poder en el departamento de Cochabamba. En La
Paz, Oruro y Potosí el reacomodo encuentra también un doble tono: el orden
departamental y el orden de la restitución. Y lo más probable es que se expresen como
amalgama, lo cual puede darle un carácter innovador a la autonomía departamental.
La restitución, sin embargo, no ha madurado lo suficiente en el terreno político, y
por ello el proceso autonómico puede terminar mostrándose sólo como un asunto
departamental, aunque detrás de ello estén tensiones y disputas regionales, y varias
de ellas puedan estar expresando sentidos de restitución que empujarán a redefinir
relaciones de poder en los departamentos.
Ahora, es posible que el proceso autonómico en los departamentos mencionados
se quede con la estructura territorial del departamento, modificando internamente el
orden territorial y las relaciones de poder que alberga. Esa posibilidad va depender
mucho de cuánto espacio ganen, como forma de lucha, las formas de restitución de
ayllus y markas andinos.
166
Nuevo constitucionalismo y descolonización en
la Constitución Política de Bolivia
168
argumentativa que asumo en torno al objetivo de rastrear y/o escudriñar los
contenidos político-normativos del nuevo texto constitucional. Sostengo que la
Constitución, a partir de un complejo proceso político que no es el objeto de esta
intervención1, ha logrado fijar en su estructura normativa tres grandes tradiciones
político-culturales (liberalismo, republicanismo y comunitarismo), sin resolver
finalmente la primacía de alguna de ellas. Por ello, representa un campo de litigio
o de desacuerdo en el que se abre la posibilidad de múltiples interpretaciones e
interacciones políticas.
170
Asimismo, lo que es muy propio de la tradición republicana, consistente
en puntualizar la participación activa de la sociedad en los asuntos públicos,
también aparece con fuerza en la CPE: la idea de la soberanía popular como el
principio rector u origen de la organización del poder político y de la legitimidad
de las instituciones estatales. Esta idea permite incorporar, como un elemento
novedoso y que ciertamente va más allá del alcance del liberalismo clásico,
mecanismos de participación directa de la sociedad en los asuntos públicos: la
iniciativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea constituyente, las
asambleas y cabildos deliberativos, etc.; abriendo la concepción tradicional de la
democracia liberal a múltiples posibilidades de reinvención del orden político e
institucional.
172
vigencia, perfeccionamiento y reforma. En cambio, para la segunda tradición, que
pudiéramos clasificar de “nuevo constitucionalismo”, la rigidez viene vinculada
a principios reconocidos como un corpus de jurisprudencia política fijada en el
texto constitucional, ya que, más que cerrar el sistema normativo como definitivo
y autorreferente, abre posibilidades de desarrollo, validez e invención normativa.
Quizás un elemento central del “nuevo constitucionalismo” sea la referencia a
las determinaciones que devienen del contexto para la comprensión de la rigidez.
Veámoslo con mayor detalle.
173
Estos dos dispositivos permiten que el “neoconstitucionalismo”, en la versión
más cercana al liberalismo, sea un proyecto de reforma con tintes “democrático-
radicales” que se expresa en la nueva visión garantista del lenguaje de los
derechos y de la democracia como sistema de gobierno. Por su incidencia en la
Constitución, en particular respecto a la ampliación del lenguaje de los derechos
y su impacto en el modelo democrático, es importante detenerse brevemente en
este debate dentro del liberalismo5.
174
Sobre el modelo democrático, en el marco del desarrollo del nuevo
constitucionalismo, se abre la perspectiva minimalista o procedimental de la
tradición formalista a una concepción más “sustancialista”, que ciertamente no
es equiparable a una perspectiva particular o localista de la democracia, sino a
aquella preocupada por el establecimiento de los límites y/o fronteras del campo
de las acciones y decisiones políticas.
En suma, si leemos con cierto detalle las primeras páginas, o mejor la primera
parte de la Constitución (Bases Fundamentales del Estado, Derechos, Deberes y
Garantías), encontraremos e identificaremos varios de estos recursos y lenguajes;
aunque en muchos aspectos, claro está, la Constitución va más allá de la renovada
tradición comentada. En lo que sigue intentaremos descifrar las innovaciones
constitucionales que salen a la luz y que, ciertamente, proponen superar al viejo
paradigma e incorporar nuevas y particulares construcciones institucionales, así
como renovados desafíos para la interpretación normativa.
175
En ese sentido, la reivindicación de impulsar el proceso de descolonización e
instauración de un nuevo Estado en el que ciertamente los contornos y limites
no están totalmente definidos ni fijados, es el referente básico de una nueva
concepción de organización del poder político. Al respecto, la tensión que uno
puede identificar como un hecho y una tendencia dentro de la Constitución se
centra en la superación del viejo molde constitucional que ensambla la estructura
institucional y política del Estado boliviano desde hace más de 184 años, o bien
refuerza la matriz constitucional de inspiración liberal con renovados rasgos
igualitarios y multiculturales.
176
relaja las matrices que constituían otrora las únicas referencias para pensar y
organizar el Estado.
177
siempre abierto, donde los universales operan como principios y valores que no
definen nada, sino que operan como mecanismos de reinvención y recreación
constante de un orden imposible.
Bibliografía
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Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías La ley del más débil (Madrid: Trotta, 1999).
Fossas, E. y Ferrán Requejo (ed.), Asimetría federal y Estado plurinacional El debate sobre
la acomodación de la diversidad en Canadá, Bélgica y España (Barcelona: Trotta, 1999).
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Rawls, John, La justicia como equidad. Una reformulación (Barcelona: Editorial Paidós, 2002).
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(comp.) Demócratas, liberales y republicanos (México: Colegio de México, 2000).
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Internacional de Filosofía Política Nº 6, 1995, pp. 5-30.
Zavaleta, René, “Las masas en noviembre”, en René Zavaleta (comp.), Bolivia hoy (México:
Siglo XXI, 1983).
179
180
Análisis de la nueva
Constitución Política del Estado
2. La Constitución de transición
Puede decirse que la nueva Constitución Política del Estado es una Constitución
de transición. Se trata del tránsito de un Estado unitario y social a un Estado
plurinacional. De un Estado que ha renunciado al federalismo después de la
guerra de fines del siglo XIX y principios del siglo XX (la llamada Guerra
Federal) y que ha optado por el unitarismo. Un Estado que ha construido un
modelo de Estado populista después de la Guerra del Chaco, consolidándolo
como un Estado de bienestar, al estilo latinoamericano, puesto en escena
durante los doce años de la Revolución Nacional (1952-1964). Lo unitario y
lo social, entonces, son una herencia del pasado. Esta es la forma en que, en
Bolivia, se afrontó la modernidad.
181
Lo nuevo en la nueva Constitución es el carácter plurinacional y comunitario,
lo nuevo es la descentralización administrativa política y el sistema de
autonomías. El carácter plurinacional tiene que ver con el eje descolonizador
como ruta deconstructora del Estado republicano, colonial y liberal. Lo
plurinacional tiene que ver con el reconocimiento de la preexistencia colonial
de las naciones indígenas originarias, es decir, el reconocimiento de la matriz
poblacional del pueblo boliviano. El pueblo boliviano viene caracterizado
descriptivamente por su diversidad etnográfica y sociológica. Este pluralismo
estatal, que es además un pluralismo de naciones, es un avance sustantivo en el
pluralismo democrático, construido a partir del despliegue de las identidades
colectivas y el comunitarismo político.
Una primera conclusión podría ser la siguiente: se trata de una transición del
carácter unitario y social del Estado al carácter plural-nacional y comunitario.
También se trata de una transición constitucional debido a la composición
combinada de desarrollos evolutivos de los derechos, deberes y garantías
liberales con demandas indígenas constitucionalizadas y formas jurídico-
políticas que le dan un marco constitucional al proceso de nacionalización y
recuperación de los recursos naturales.
3. Estructura constitucional
182
funcional del Estado; (iii) estructura y organización territorial del Estado; (iv)
estructura y organización económica del Estado; y (v) jerarquía normativa y
reforma de la Constitución, en la que, además, se encuentran las Disposiciones
Transitorias.
183
y a la vivienda, y al acceso a los servicios básicos de agua potable, alcantarillado,
electricidad, gas domiciliario, postal y telecomunicaciones. Estos derechos no
pueden quedar en suspenso por ningún motivo, ni siquiera en un estado de
sitio.
Los derechos fundamentales son los civiles, los políticos, los de las naciones
y pueblos indígenas originarios, los campesinos, los sociales y los económicos
—entre los que se encuentran el derecho al medio ambiente saludable,
protegido y equilibrado, a la salud y a la seguridad social, al trabajo y al empleo,
a la propiedad—. Entre los derechos fundamentales figuran los derechos de la
niñez, adolescencia y juventud; también los de las personas adultas mayores,
las personas con discapacidad, las personas privadas de libertad, las usuarias y
usuarios, las consumidoras y consumidores. La educación está concebida como
intercultural y están desarrollados los derechos culturales. Se tiene una sección
(IV) dedicada a ciencia, tecnología e investigación. Se tiene un capítulo sobre
comunicación social. Los derechos no quedan como declaración, sino que, para
que se cumplan indefectiblemente, cuentan con recursos constitucionales.
184
Se dice que la lengua se ha creado para hablar con los otros, los distintos,
que hablan otras lenguas. La incorporación del plurilingüismo enriquece
sustantivamente la circulación de los saberes y la formación abierta a las
cosmovisiones. Estas nuevas experiencias en ámbitos alternativos formativos se
abren a campos de posibilidades constitutivas de nuevas subjetividades y a lecturas
a partir de dúctiles y novedosos paradigmas. Ya no se puede sustentar la educación
en un único paradigma —el constructivista, que ha sido el dominante—, sino que
se abren horizontes de “decibilidad” a partir de nuevas máquinas de expresión,
horizontes de visibilidad a partir de nuevos agenciamientos corporales. Resulta
indispensable, entonces, hacer girar los paradigmas inventados alrededor de
flexibles y abiertas experiencias educativas.
La segunda parte de la nueva Constitución Política del Estado tiene que ver
con la estructura y organización funcional del Estado, es decir, corresponde a la
estructura de los órganos del Estado. Podemos decir que esta estructura atañe
a la conformación de cuatro órganos: el Legislativo, el Ejecutivo, el Judicial y el
Electoral. Empero, si atendemos a la estructura de otros órganos del Estado,
nos encontramos con el control social, del que podríamos decir que se trata de
un “quinto poder”, además de los cuatro poderes anteriores. Se dice que cuando
se habla de órganos, nos referimos a la metáfora del cuerpo estatal desde una
perspectiva integral, en tanto que cuando hablamos de “poderes” desarrollamos
la perspectiva del equilibrio entre ellos.
Esto se inicia con la teoría de los límites y el control mutuo de los poderes,
evitando la concentración en alguno de ellos. Tanto la perspectiva integral de los
órganos como la perspectiva del equilibrio de los “poderes” forman parte del
paradigma liberal, sólo que una se asienta en un modelo organicista y la otra en
un modelo equilibrista. Con cierta exageración, puede decirse que la visión de
los “poderes” del Estado es más liberal que la visión organicista; sin embargo,
ambos discursos hablan de lo mismo: la organización y la estructura estatal.
La diferencia con el esquema estatal anterior, relativo a la antigua Constitución
Política del Estado, es que, además de aumentar el número de los “poderes”
del Estado —en vez de tres ahora son cuatro o cinco—, hay una composición
atravesada por la condición plurinacional y comunitaria.
185
representantes por departamento, elegidos por circunscripción plurinominal
departamental, asignados mediante un sistema de representación proporcional.
186
del Estado central, sino también a descentralizarse de otros centros —esta vez
departamentales—, las capitales de departamento, donde se asientan poderes
económicos, clases dominantes, monopolios de circuitos financieros, y se
congrega la administración de los latifundios.
La nueva Constitución Política del Estado propone una economía plural. En otras
palabras, espacios económicos diferenciales, entrelazados e integrados que se
articulan y complementan, que se distinguen por sus efectuaciones, sus prácticas
y sus estructuras diferentes. Empero, estos espacios se conectan en múltiples
intersecciones comerciales, financieras, distributivas, de consumo y productivas.
Sus circuitos se cruzan, manteniendo sus espacios diferenciales. Todas estas
estrategias económicas, la comunitaria, la estatal, la privada y la cooperativa, serán
conjugadas por el Plan de Desarrollo Nacional y monitoreadas por el Estado,
institución macro que intervendrá en toda la cadena económica, fortaleciendo la
economía comunitaria, ayudando en la economía cooperativa, promocionando
la economía estatal y garantizando a la economía privada.
Por otra parte, los espacios de la economía plural se hallan integrados por
un espesor ético y cultural, espesor que atraviesa esos espacios incorporando
sentidos que van más allá de la economía:
187
Artículo 306
Artículo 307
188
“Es deber del Estado y de la población conservar, proteger y aprovechar de
manera sustentable los recursos naturales y la biodiversidad, así como mantener
el equilibrio del medio ambiente” (artículo 342).
Y concluye:
Artículo 348.
I. Son recursos naturales los minerales en todos sus estados, los hidrocarburos,
el agua, el aire, el suelo y el subsuelo, los bosques, la biodiversidad, el espectro
electromagnético y todos aquellos elementos y fuerzas físicas susceptibles de
aprovechamiento.
II. Los recursos naturales son de carácter estratégico y de interés público para
el desarrollo del país.
Artículo 352.
189
previo e informado. Se garantiza la participación ciudadana en el proceso de gestión
ambiental y se promoverá la conservación de los ecosistemas, de acuerdo con la
Constitución y la ley. En las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, la
consulta tendrá lugar respetando sus normas y procedimientos propios.
9. Hidrocarburos
10. Agua
Artículo 373.
Artículo 374.
I. El Estado protegerá y garantizará el uso prioritario del agua para la vida. Es deber
del Estado gestionar, regular, proteger y planificar el uso adecuado y sustentable de
los recursos hídricos, con participación social, garantizando el acceso al agua a todos
sus habitantes. La ley establecerá las condiciones y limitaciones de todos los usos.
190
II. El Estado reconocerá, respetará y protegerá los usos y costumbres de las
comunidades, de sus autoridades locales y de las organizaciones indígenas
originarias campesinas sobre el derecho, el manejo y la gestión sustentable del
agua.
Artículo 375
III. Es deber del Estado realizar los estudios para la identificación de aguas fósiles
y su consiguiente protección, manejo y aprovechamiento sustentable.
191
naturales como recursos explotables indefinidamente, independientemente de
los ciclos ecológicos y de los equilibrios medioambientales.
Artículo 30
1. A existir libremente.
192
11. A la propiedad intelectual colectiva de sus saberes, ciencias y conocimientos,
así como a su valoración, uso, promoción y desarrollo.
193
194
Glosario de la Nueva
Constitución Política del Estado
195
superando así la democracia representativa del siglo XIX y la participacionista
del siglo XX. Un Estado obligado constitucionalmente a fijar no los “mínimos
razonables” (tal como lo pregonaba la lógica constitucional del Estado social
de derecho), sino los “mínimos sociales” que dignifiquen la calidad de vida a
través del trabajo; finalmente un Estado (v) Intercultural, porque toda relación de
construcción política y social se sustenta en la igualdad de culturas, tecnologías
sociales y saberes políticos, igualdad entre lo rural y lo urbano, lo indígena y lo
no indígena, a la vez que (vi) Autonómico, porque la distribución territorial del poder
público se enmarca en la descentralización de alta intensidad y la profundiza en clave de
autonomías con la perspectiva de lograr una articulación política igualitaria entre
la estructura gubernativa del nivel nacional y las estructuras gubernativas de los
departamentos, los pueblos indígena originario campesinos, los municipios y las
regiones.
2. República:
196
reconocimiento de sus instituciones, estructuras, normas y procedimientos
particulares.
4. Libre determinación:
197
Plurinacional reconoce y promueve. El concepto de autodeterminación en la
actualidad, en Bolivia y en América Latina, está ligado al de autonomía y libre
determinación.
5. Racismo y discriminación:
Concepto que fue desarrollado a lo largo de la historia como “una visión del
mundo”, como conglomerado de prejuicios que asumen las diferencias humanas
y comportamientos de grupo, como mitos de la diversidad que asignan estatus
de superioridad o de inferioridad y que justifican el acceso al privilegio, al poder
y la riqueza. De alguna manera, este fue el discurso organizador en las guerras de
conquistas, que justificaban el expansionismo de unos grupos sociales sobre el
territorio de otros. Los derrotados eran considerados inferiores y condenados a
la esclavitud, con la consiguiente pérdida de su propia identidad y la imposición
de la de los conquistadores. Esta acción colonial sobre nuestros territorios fue
asumida como discurso dominante para justificar la exclusión y la explotación
de las naciones y pueblos indígena originario campesinos. Hoy todavía continúa
siendo el factor ideológico preponderante de los sectores dominantes para
oponerse a la inclusión de las mayorías y al reconocimiento de un indígena como
Presidente de Bolivia.
198
rescata la reciprocidad entre los seres humanos, en que lo importante es la vida
de la gente y no la apropiación y el lucro exclusivamente personal. Son rasgos de
una sociedad comunitaria, que asumimos como el ajayu que debe guiar nuestro
proceder.
Ese valor del Vivir Bien, expresado en los idiomas propios de tierras altas y
bajas, refleja una filosofía que pregona: suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida
armoniosa), teko kavi (vida nueva), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino
o vida noble). Todo ello significa: mirar el pasado, vivir el presente para proyectar
al futuro como sueño de vida plena, siguiendo el camino (thakhi o ñan), en un
sendero del reencuentro, del pachakuti (volver a la tierra). Asimismo, los valores
liberales expresados en el texto constitucional se articulan con los valores propios
de la identidad boliviana, desde su origen precolonial.
199
reconocimiento oficial que la CPE realiza del castellano y de todos los idiomas
de las naciones y pueblos indígena originario campesinos (artículo 5); a partir
de este principio cultural, de su preservación y multiplicación, se hará posible
la intraculturalidad y la interculturalidad.
9. Autoidentificación cultural:
200
11. Derechos fundamentales:
14. Nación:
201
de corte subjetivista, como la de E. Renan, que dice que una nación “es un
plebiscito diario”, o la de Vizcaíno, “que es una parte de la humanidad con un
conjunto de imágenes y símbolos compartidos”. Sin embargo, para el contexto
constitucional al que nos referimos, debemos además considerar históricamente
la idea de Estado-nación que ha sido parte de la historia moderna en América,
y que también fue asumida como principio en la perspectiva de homogeneizar y
monoculturalizar a las sociedades diversas bajo la égida de los grupos de poder
que hegemonizaban la construcción de este tipo de Estado. Ante el fracaso del
proceso de integración de las minorías indígenas y, en el caso boliviano, de las
grandes mayorías, se generó un proceso de crisis de este modelo de Estado,
dándose lugar al concepto histórico del actual Estado Plurinacional que, bajo
la idea de la nación boliviana, es la imagen de las diversas naciones y pueblos
indígena originario campesinos, que en libre determinación se identifican con
un Estado único. En definitiva, las nociones objetivas de la definición de nación,
presente en la mayoría de los pueblos indígenas, se hacen explícitas en este
momento histórico.
15. Nacionalidad:
16. Ciudadanía:
202
17. Naciones y pueblos indígena originario campesinos:
203
19. Autonomías:
Son una forma de organización territorial del poder público, que se traduce en
la conformación de entidades territoriales autónomas, para que constituyan su
gobierno propio con la elección directa de sus autoridades, elaboren sus propias
normas y realicen actividades de administración de sus recursos económicos,
entre otras funciones establecidas por esta Constitución (artículo 272). Todo
este proceso, desarrollado en el marco de un Estado Unitario Plurinacional, que
busca en las autonomías departamentales, regionales, municipales e indígenas
sintetizar la respuesta a la demanda de dar fin al modelo centralista del ejercicio
del poder público y, además, poner en igualdad de condiciones dos visiones de la
descentralización del país: la departamental —que en el marco liberal demanda
el potenciamiento regional y de los grupos de poder regionales, en disputa con el
gobierno central—, y la indígena —que es la expresión de la autodeterminación
de los pueblos y naciones indígena originario campesinas—. Ambas expresiones
deberán desenvolverse en el que los bolivianos hemos definido como Estado
Unitario Plurinacional.
21. Latifundio:
204
condiciones, se abren las posibilidades para una repartición equitativa de la
tierra sin afectar a sectores agroindustriales productivos que hayan realizado una
explotación adecuada y sostenible de la misma.
24. Expropiación:
25. Reversión:
205
sin ninguna indemnización. La aplicación de la Constitución y su consiguiente
reglamentación en leyes, permitirá al Estado boliviano recuperar tierras que
han sido expropiadas al Estado y a las comunidades indígenas, bajo la acción
prebendalista de los gobiernos del pasado. Las tierras fiscales (artículo 395)
se dotarán preferentemente a indígena originario campesinos, comunidades
interculturales originarias, afrobolivianos y comunidades campesinas.
206
Esa nueva política económica, que recoge la base filosófica del Vivir Bien,
se expresa en la explotación de los recursos naturales en el marco del respeto
y protección del medio ambiente y de los derechos de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos y sus territorios.
35. Descolonización:
207
mentalidad sumisa que ha impedido nuestra autodeterminación. Descolonizar
significa empezar a pensar con cabeza propia, desde lo que somos y queremos
ser, reconociendo nuestro pasado diverso. Implica, por tanto, abandonar las
dependencias en todos los campos, pero principalmente en nuestra mentalidad,
que nos impide confiar en nosotros mismos y que, por el contrario, ha asentado
la posibilidad de futuro en las características del colonizador externo e interno,
que es el que ejerce el control y la dominación.
Es la acción que protege todos los demás derechos fuera de los de la vida y
la libertad (se trata, pues, de salud, educación, derechos laborales, derechos
colectivos, derechos de género, derechos de vivienda, etcétera, etcétera). Puede
ejercerla cualquier ciudadano de forma personal o mediante otra persona,
siempre que no exista otro medio, en un tiempo máximo de seis meses.
Conocida en el mundo jurídico como habeas data, es una acción que protege los
datos personales (edad, sexo, enfermedad, pertenencia política, etc.) de cada quien
y que figuran en centros de identificación, registro electoral, registros médicos,
sistemas bancarios, etc. Estos datos son de propiedad exclusiva de su titular; por
ello se establece que toda persona puede interponer esta acción cuando crea
que está impedida de conocer sus datos, objetada en su eliminación, negada en
la obtención de sus propios datos o, en su caso, impedida en la rectificación de
los mismos.
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40. Acción de inconstitucionalidad:
Esta es una acción que permite a una persona individual o colectiva presentar
una demanda de inconstitucionalidad por estar siendo afectada por una norma
jurídica contraria a la Constitución Política del Estado
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44. Iniciativa legislativa ciudadana:
Definidas en el artículo 297 para normar las relaciones entre las regiones
autonómicas y el Estado, se dice privativas a las que están reservadas para el
nivel central del Estado, exclusivas cuando se otorga la posibilidad de que las
facultades reglamentarias y ejecutivas puedan ser transferidas; concurrentes
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cuando la legislación establece que lo legislativo corresponde al nivel central
y lo reglamentario y ejecutivo a los otros niveles; compartidas cuando lo son
con una legislación de la Asamblea Plurinacional y con las entidades territoriales
autónomas, tanto en el desarrollo legislativo posterior como en la reglamentación
y ejecución.
Dice el artículo 348 que son los minerales en todos sus estados, los hidrocarburos,
el agua, el aire, el suelo y el subsuelo, los bosques la biodiversidad, el espectro
electromagnético y todos aquellos elementos y fuerzas físicas susceptibles
de aprovechamiento. Además, el artículo 249 subraya que todos los recursos
naturales son de propiedad y dominio directo, indivisible e imprescriptible del
pueblo boliviano y que corresponderá al Estado su administración en función
del interés colectivo.
El artículo 411 establece que la reforma total de la Constitución sólo podrá llevarse
a cabo a través de una Asamblea Constituyente Originaria, plenipotenciaria,
activada a través de referendo. Su convocatoria podrá realizarse con las firmas
de por lo menos el 20% del electorado, por mayoría absoluta de la Asamblea
Legislativa Plurinacional o por el Presidente del Estado. La reforma parcial podrá
iniciarse por iniciativa popular o por decisión de dos tercios de la Asamblea
Plurinacional. Además, su reforma deberá de contar con referendo aprobatorio
de la población.
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Los autores
Rebeca Delgado
Idón Chivi
Bartolomé Clavero
Miembro del Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas,
profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Sevilla. Autor de varios
libros relativos a los derechos de los pueblos indígenas y constitucionalismo
latinoamericano y pueblos indígenas.
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Jörg Sttipel
Abogado alemán. Fue consultor de la GTZ RPP en Bolivia. Autor de varios libros
en Derecho Procesal Penal y colabora con diversas revistas de análisis constitucional
sobre el sistema judicial latinoamericano.
Sarela Paz
Socióloga, autora de varios trabajos relacionados con las autonomías de los pueblos
indígenas. Actualmente es profesora de postgrado en varias universidades del país.
Ha sido consultora de la Asamblea Constituyente.
Fernando García
Raúl Prada
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