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En junio, el REM firmó su primer acuerdo de cooperación con Ecuador, con fondos de
Alemania y Noruega, con un valor total de unos 50 millones de dólares en pagos por resultados
sobre emisiones reducidas provenientes de la deforestación. Es un programa internacional
creado por Alemania en 2011 e implementado por el Banco de Desarrollo Alemán KfW; cuenta
con recursos de Alemania y socios donantes como Noruega y Reino Unido.
Para ella, “con este primer pago Noruega y Alemania reconocen los esfuerzos del Gobierno
ecuatoriano en parar la deforestación” y resaltó “que una gran parte de estos recursos será
dirigida hacia actores a nivel local y beneficiando proyectos de organizaciones indígenas y
afroecuatorianas”.
Ambiente indicó que los fondos beneficiarán a actores locales del Programa Socio-Bosque, el
Programa Nacional de Restauración Forestal, del desarrollo de bioemprendimientos, del
manejo forestal comunitario, la promoción y comercialización de productos libres de
deforestación y otros. (I)
Las áreas protegidas, los bosques y vegetación protectores, las áreas delimitadas de
patrimonio forestal del Estado y los predios que son parte del programa Socio Bosque abarcan
el 53% de ese total.
El cambio de suelo para actividades agropecuarias es la principal amenaza que enfrentan los
bosques nativos, seguida por la tala para la comercialización de la madera.
Durante el 2017 y el 2018 la Autoridad Ambiental Nacional realizó encuestas a 1.200
industriales involucrados en la actividad forestal. El resultado es que 4 de cada 10 tenían algún
nivel de informalidad respecto a la compra de productos forestales o la falta de permisos para
la operación de los centros, indica Jéssica Coronel, directora nacional forestal del MAE.
Es decir, el 40% de la madera que se comercializa a nivel nacional tiene un origen ilegal y un
60% “no es que tienen todo en regla, pero por lo menos están haciendo un intento por tratar
de regularizar sus actividades y consumir madera de origen legal”, dice Coronel.
El primer paso para la legalización de la madera consiste en hacer la solicitud ante el MAE y
luego elaborar un plan de manejo que es la zonificación del predio, cómo el usuario quiere
manejar su territorio incluyendo las áreas donde está la chacra en el caso de los finqueros de la
Amazonía.
A ello se suma el plan de aprovechamiento que indica cómo se van a ir cortando los árboles y
en qué tiempo.
Tras las inspecciones técnicas se otorgan los permisos. Uno de los requisitos principales es que
la finca tenga el título de propiedad.
El 85% del recurso forestal que le queda al país está concentrado en las seis provincias de la
Amazonía, en Esmeraldas y una parte de Manabí.
Coronel afirma que se debe cambiar la visión de incentivar la expansión de cultivos como
cacao, café en zonas que tienen un potencial más forestal.
¿Cómo identificar que la madera o el producto final con ese material que compramos proviene
de un manejo sostenible?
Queremos promocionar niveles de certificación forestal para que un usuario común a nivel
nacional pueda identificar lo que es bueno y es malo. Como eso no pasa, un aserradero o
industria, a menos que tenga un interés de exportación, no pide un producto legal a nivel local.
El minorista vende al mismo valor del que comercializa una madera legal, entonces eso se
convierte en una competencia desleal. Queremos fomentar la certificación y niveles de
reconocimiento para pequeños productores, lo que les puede beneficiar a futuro con la
obtención de certificaciones internacionales y así puedan exportar sus productos.
En los bosques nativos, las maderas de mayor consumo son el laurel, el seique. tenemos una
lista de 20 especies de alto valor comercial, pero es necesario investigar para dar más
alternativas, por ello queremos involucrar a la academia en este pacto. Por ejemplo, la especie
de género cedrela que es muy apetecido en el país para hacer las artesanías, tenemos que
hacer más investigación porque hay otras alternativas y así no se ejerce tanta presión sobre
una sola especie determinada. (I)