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El
Cinturón
de Hipólita
(Vírgenes y Asteroides)
C. J. BOQUET
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© Segunda edición: Astrea Ediciones, C.B.
Apartado de Correos 289. 46080 Valencia
© Por el texto: Claudio Boquet Esplugues
© Por los dibujos: Enric Solbes Cabrera
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Isidi, seu Virgini ex quae Filius proditurus est
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Nuestro agradecimiento
a José Luís Bernabeu Amo,
Enrique Llobregat, Alfons Llorenç,
Michael Shearer y Edward Stanton.
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PRÓLOGO
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I. ASTRONOMIA
La Ley de Titius-Bode
El Planetoide Quirón
17
I. ASTRONOMIA
4 + 3·2n
r = 0’4 + 0’075·2n o bien, r=
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nuevo planeta; y como “Ceres” fue bautizado. Habiendo sido hecha
notar su presencia y expandido el conocimiento de ello, justo
entonces, el primer día siguiente a los cuarenta desde el
descubrimiento, Ceres desapareció sin dejar rastro y sin que nadie
pudiera localizarla. Tanto fue así que Gauss desarrolló su método de
cálculo de órbitas elípticas (correcciones sobre la primera órbita
hipotética por el sistema de mínimos cuadrados), con el que poder
completar unas efemérides para Diciembre de ese año, y fue von
Zach el que trajo, así, de nuevo, a Ceres con nosotros.
Nada más regresar Ceres, llegó Palas Atenea, el 28 de Marzo de
1802, de la mano de Olbers, pero su llegada, sobre todo, provocó
“escepticismo” y no regocijo, pues, según la costumbre o la ley, un
planeta, y no dos, era lo que allí debía haber; y Palas fue un cometa,
hasta que nuevos cálculos de Gauss pudieron confirmar su identidad
planetaria. Y si había dos ¿por qué no tres?, pues no hay dos sin tres.
Karl Harding confirmó esto, presentando a Juno, el 2 de Septiembre
de 1804, desde el observatorio de Schröter. Más adelante, tras
laboriosa y entregada búsqueda, y no en la forma sensacional de
Palas, ni en la consecuente de Juno, apareció Vesta, tres años más
tarde, el 29 de Marzo de 1807, de nuevo gracias a la dedicación de
Olbers, y con el fuego más brillante de todas ellas (Vesta es el único
asteroide que puede ser observado sin lentes). Y punto. Y seguido:
no más pequeños planetas por el momento pues ahí están los cuatro
que son cabeza y triple rostro visible de todo el conjunto.
Tuvieron que transcurrir 38 años para que Karl Henke
descubriese a Astrea, levantase otra vez el interés por los asteroides,
e inaugurase la, ya ininterrumpida hasta hoy, sucesión de apariciones
de vírgenes, de ninfas, doncellas y de planetas “en femenino”, pues,
hacia el año 48 decimonónico, se decidió que los planetas del
cinturón serían “las planetas”, por ello bautizados, perdón,
bautizadas, con nombres femeninos de la mitología grecorromana; si
bien, pronto se mostró insuficiente esta mitología (y no por pocas
diosas, precisamente) ante la avalancha de descubrimientos y
apariciones. Como si de vírgenes se tratase... Cada vez más pequeñas
y cada vez más... Se jugó a feminizar nombres masculinos y éstos no
tardaron en aparecer como tales, para designar a los asteroides que,
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en su recorrido, escapaban del cinturón, y a los que ya ni volvían a él.
La interminable colección de miniaturas planetarias fue calificada de
“chusma del cielo” y “basurero espacial”, y tildada de insignificante
y despreciable. Y, sin embargo, hoy en día, el cinturón de asteroides
es objeto de activísimas y atentas investigaciones, al pensarse de él, y
no muy desacertadamente, que puede encerrar valiosas claves sobre
nuestro origen.
En efecto, si bien se ha supuesto un remoto planeta que explotó,
también encaja (y mejor) la alternativa opuesta: el planeta no se llegó
a formar. (Además, ¿Cómo es eso de que explota un planeta? ¡Ni que
todos tuviesen los arsenales nucleares de la Tierra!). Según V.S.
Safronov, la descomunal masa (y, por tanto, descomunal fuerza
gravitatoria) de Júpiter impidió que se cohesionasen los elementos
que debían formar un planeta, tal como debieron formarse los demás.
Comprobado ha sido que “la superficie de los Asteroides conserva
con mayor fidelidad que los grandes planetas, las condiciones de
composición y circunstancias físicas que tenía la materia nebulosa
solar en la época en que se formó nuestro sistema planetario.” 8
Son, pues, “muestras de la materia primordial del sistema solar”,
“supervivientes de los elementos que formaron los primeros
planetas”, por lo que resulta “esencial comprender la naturaleza de
los asteroides para poder construir una imagen satisfactoria de la
formación de los planetas”, ya que “pueden facilitar información
sobre los procesos que impiden o permiten la existencia de un
planeta a partir de la nebulosa inicial.” 9
Para lo cual tan sólo hay que esperar que los asteroides bajen del
cielo, pues la práctica totalidad de los meteoritos que lograron
atravesar la atmósfera terrestre resultaron provenir del cinturón de
asteroides10. Las formas, tamaños, composición, brillos y
movimientos de los Asteroides son heterogéneos, lejos de la
uniformidad pero también del azar. Los cuatro Asteroides-cabeza (o
hebilla) del cinturón son, además de los cuatro más grandes (Ceres,
1.000 kms. de diámetro es el mayor, Palas se aproxima a los 700
kms., Vesta, a los 600 y Juno, el menor, ronda los 250), los únicos
con el suficiente brillo como para no presentar dificultades de
observación (Vesta es el más brillante, con un brillo relativo de 0’26;
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Juno le sigue, a la mitad, con 0’12 de brillo relativo, y Ceres y Palas
brillan con cifras de 0’06 y 0’07, respectivamente). Las variaciones
en un mismo asteroide son, así mismo, remarcables, llegando a pasar
de una fase brillante a una completa ocultación, lo que da idea de
formas casi impensables (alargadas, planas, erizadas,...) y de
sistemas binarios de asteroides, como el caso del asteroide Eros, por
poner un ejemplo (el más conocido) entre unos veinte más.
Llama la atención, especialmente, el hecho de que la mayoría de
los asteroides brillan mucho menos de lo que debieran, lo que hace
suponerles un color muy oscuro, casi negro. Esto, unido a las cifras
de sus densidades, los sitúa en la categoría de “condritos
carbonosos”11 y se calcula que las tres cuartas partes del total de
asteroides son carbonados y tienden a situarse hacia el interior del
cinturón, siendo el segundo bloque más abundante el de los silicatos
que tiende a constituir las zonas externas. Además de estos grupos, C
y S, respectivamente, hay otros como el M (metales), el basáltico,
etc.
Con las órbitas y posiciones ocurre algo similar. En principio, el
conjunto del cinturón presenta la apariencia de un maremagnum de
pedruscos distribuidos de forma caótica, con zonas vacías y zonas
superpobladas, y con movimientos que parecen no respetar, no ya la
propia órbita del cinturón, sino incluso las del resto de los planetas.
Hay asteroides que escapan, en su órbita, del cinturón, hacia el
corazón del Sistema Solar, o hacia el espacio exterior. Es el caso de
Ícaro, que llega a situarse más cerca del Sol que Mercurio; o el de
Apolo, que llega hasta la órbita de Venus, mientras que Adonis la
sobrepasa; Eros se desplaza casi hasta “rozar” la Tierra, como
Hermes. Todo ello en sus perihelios, quedando los afelios dentro del
cinturón. Hacia el otro extremo escapan, en sus afelios, asteroides
como Hidalgo, que llega casi hasta la órbita de Saturno, y que
mantiene su perihelio dentro del cinturón. Hay asteroides de órbitas
más equilibradas pero fuera del cinturón, como es el caso de la
“familia” Thule, que sitúa su órbita general (global) más cerca de la
de Júpiter que de la global del cinturón; incluso hay asteroides en la
misma órbita de Júpiter, como los grupos “Griego” y “Troyano”,
situados exactamente a 60 grados por delante y por detrás del
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planeta-rey y conformando, con él, un triángulo equilátero de órbitas
estables y resonancias equilibradas12. Y mención especial merecen
los asteroides que salen del cinturón y ya no regresan; la mayoría van
a incrustarse en la superficie de lo que encuentren a su paso (incluida
la Tierra), pero los hay que se instalan en una órbita propia e
“independiente”, como es el caso (¿único hasta el momento?) de
Quirón, orbitando entre Saturno y Urano, y sobre el que volveremos
más adelante.
De lo anteriormente dicho se desprende la atribución de una
importantísima influencia de Júpiter sobre los asteroides, dada la
masa y consecuente gravedad de este cuerpo. De hecho, fue
probablemente la fuerza gravitacional de Júpiter la que impidió la
cohesión del previsible planeta “asteroideo”. Pero, pese a esto, y pese
a que también cabe atribuir influencias importantes a las fuerzas de
atracción de Marte y, también, de Saturno, el hecho que vuelve a
llamar la atención, entre toda esta colección de órbitas desiguales,
excéntricas, aparentemente desordenadas, mezcladas con las sumas
alternantes de gravitaciones solar, jupiteriana, saturniana y marciana
que contribuyen a desviar órbitas y a eyectar asteroides fuera del
cinturón, el hecho remarcable, decimos, es que “todas las anomalías
de distribuciones de órbitas (lagunas, acumulaciones) corresponden a
unos valores extremadamente concretos del período” 13. Identificando
en las órbitas asteroidales “efectos de resonancia”, con Júpiter
principalmente, y con Marte y Saturno, se han agrupado las órbitas
en dos bloques: órbitas resonantes (con Júpiter), y órbitas no
resonantes. En principio, los períodos asteroidales comprendidos
entre 3 y 6 años son conmensurables con el período de 11’68 años de
Júpiter (Los movimientos medios de Palas y Júpiter, por ejemplo,
están en razón 18/7), pero resultan “resonancias vacías” (3/1, 5/2,
7/3, 2/1) y “resonancias llenas” (3/2, 4/3, 1/1), de tal modo que los
asteroides que, en zonas “vacías”, no son exactamente “resonantes”
con Júpiter, son expulsados por la gravitación de éste hacia fuera del
cinturón. Hasta tal punto es considerable la influencia jupiteriana
sobre los asteroides que las excentricidades e inclinaciones orbitales
de éstos presentan dos componentes básicos: uno, correspondiente al
propio del asteroide, y otro “forzado”, debido al campo gravitacional
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de Júpiter. Y, con todo, las órbitas “resonantes” pueden cambiar “de
improviso”, eyectándose o diversificándose, después de millares de
años de “regularidad”.
Y estos asteroides que son lanzados hacia fuera del cinturón y no
encuentran una órbita estable, al amparo de los violentos empujes
gravitacionales, vagan hasta desaparecer o hasta estrellarse contra
otro cuerpo. No sólo la familia crece en elementos a raíz de
colisiones entre asteroides dentro del cinturón, sino que también
podemos considerar a los meteoritos como, en su gran mayoría (por
evitar la “radicalidad totalitaria”), como provenientes del cinturón.
Las colisiones interasteroidales determinan otra clasificación de
asteroides, considerándose tres grupos: el primero, constituido por la
familia original, con asteroides de más de 200 kms. de diámetro; el
segundo, con dimensiones diametrales entre 100 y 200 kms., agrupa
asteroides de la familia original y fragmentos resultantes de
colisiones; y el tercer grupo reúne los fragmentos de colisiones de
menos de 100 kms. de diámetro.
Quirón puede ser el único ejemplo conocido de asteroide
“escapado” (si es que lo es) que se ha estabilizado en una órbita
propia, entre Saturno y Urano. Fue descubierto en el Hale
Observatory de Pasadena, California, el 1 de Noviembre de 1977 a
las 10.00 AM (PST). Pero, como para confirmar que no hay nada
nuevo bajo el Sol y que lo que se descubre es que antes sólo estaba
“cubierto”, Quirón apareció después en fotografías tomadas mucho
antes de esa fecha, la más vieja, del 24 de Abril de 1895, sin que
nadie se hubiese apercibido de la presencia del maestro centauro.
Aún habrá mucho que aprender de Quirón, que no en vano era
maestro, pero ya sabemos que con este diminuto y alejado planetoide
siempre es factible lo inesperado.
El descubrimiento de Quirón vino precedido, en el mismo año,
del de los anillos de Urano, y seguido, al verano siguiente, del de la
“luna” de Plutón, Caronte. La compleja órbita quironiana requirió
laboriosos y precisos cálculos, propiciados por la fotografía y la
informática, que permitieron la confección, para Junio de 1978, de
unas efemérides de Quirón, desde el año 1937 al 1976. Pero el hecho
más esperanzador ligado a la llegada de Quirón fue la factibilidad y
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realidad (¡al fin!) de una cooperación eficiente y efectiva entre
astrónomos y astrólogos que culminó con la constitución de la
“Asociación para el estudio de Quirón”, el 13 de Noviembre de
197814. Y decíamos “¡al fin!” porque si la tal cooperación hubiese
sido anterior, quizás Quirón hubiese llegado antes, ya que, en este
caso (también fue el caso con Kepler y otros muchos de los que
probablemente no se esté dispuesto a aceptar su condición de
astrólogos) podemos constatar que fueron los astrólogos los que
anticiparon a Quirón. Richard Nolle facilita, en su libro sobre el
planeta-centauro, los datos que lo confirman: 15
–En 1935, en su libro “The Wheel of Life. Vol. IV”, Maurice
Wemyss, seudónimo de Duncan McNaughton, menciona un
hipotético planeta entre Saturno y Urano, con un período de 45 años,
al que llamó Jasón (El período real de Quirón es de 50 años. Y Jasón
fue uno de los más conocidos alumnos de Quirón).
–En 1936, Dane Rudhyar, en “Astrology of Personality” habla de
una “higher moon” que conecta a Urano con el Sol, con un período
de unos 56 años.
–Y, en 1961, Charles Jayne, en la revista “In Search”, alude a un
supuesto planeta de un período de 50 ± 2 años, penetrando en la
órbita de Saturno. Además, Jayne se permitió predecir que ese
planeta se descubriría alrededor de 1975...
Una vez presentados los asteroides, ya sabemos que están ahí y
llega, entonces, el momento de indagar su papel. La Física y la
Astronomía nos hablan de su “realidad material”, y la Historia y la
Mitología nos hablan de su “realidad inmaterial” y, además, lo que
estas últimas nos cuentan es lo más directamente experimentable a
nivel personal, a través del “archivo mitológico” almacenado en el
subconsciente humano, individual y colectivo. Y habrá que ir
tomando fechas y “realidades materiales”, para ir traduciendo a otros
niveles de realidad.
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“Tan largamente anduvieron Alabanza, Oración e Intención
hablando de tales cosas y de muchas otras, hasta que llegaron a un
hermoso lugar cerca de una fuente muy bella, donde había una
pequeña ermita. En aquella ermita había un hombre que era
ermitaño y que largo tiempo había servido en ella, y en aquella
iglesia había una hermosa imagen de Nuestra Señora, ante la cual
Alabanza, Oración e Intención hallaron al ermitaño, que estaba
arrodillado. Preguntó Alabanza al ermitaño de qué alababa a
Nuestra Señora, y Oración le preguntó por qué le rogaba; y el
ermitaño respondió y dijo estas palabras:
–Esta iglesia– dijo el ermitaño –es de Nuestra Señora Santa
María, y por su honor, un santo varón, que es muy sabio en todas las
ciencias y está cerca de aquí y ha escogido una vida eremítica, me
dio esta imagen de Nuestra Señora para que recordara la belleza de
Nuestra Señora y que me diese alegría y placer en mi espíritu. Por
esto, cuando vosotras entrasteis en la iglesia, meditaba yo en las
bellezas que tiene Nuestra Señora, según me las significa la imagen,
y éste es el mayor placer que tengo yo en esta ermita; luego, cuando
me son necesarias algunas cosas, ruego a Nuestra Señora ante esta
imagen que me las dé, como sucedió estos días, que había perdido
una gallina y rogué a Nuestra Señora que me la devolviera; y, ade-
más, ruego a Nuestra Señora que su hijo me perdone mis pecados y
me dé la gloria celestial.
–Señor –dijo Alabanza–, ¿Y no alabáis a Nuestra Señora por
otras cosas que por bellezas corporales? ¿Y no le rogáis más que
por vuestras gallinas y por vos mismo?
Respondió el ermitaño, y dijo:
–Yo no soy hombre letrado, sino soy hombre lego, y no sé hablar
con Nuestra Señora más que de las cosas corporales, y le ruego por
mi asno, y por mi gallo y por un perro que el lobo me ha herido para
que me lo cure, y lo mismo hago con mis pecados, que me los
perdone.
Alabanza Oración e Intención conocieron que aquel ermitaño
era un hombre simple y que si le hablaban sutilmente de Nuestra
Señora no las entendería, y le preguntaron por aquel otro ermitaño,
qué clase de hombre era y cuáles eran sus costumbres mientras vivía
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en el mundo; y el ermitaño les respondió, y dijo estas palabras:
–Señoras, aquel hombre sabio de que yo os hablo era en el
mundo hombre rico y favorecido en bienes temporales, conoce
muchas ciencias y ha dejado el mundo y ha dado todo cuanto tenía,
fuera de unos pocos dineros que me ha encomendado, por el amor de
Dios y de Nuestra Señora; y yo tengo aquí un asno suyo; y cerca de
este lugar hay una villa adonde voy una vez todas las semanas y le
compro pan y aquellas cosas que necesita; y él tiene sus libros y con
aquéllos y con la sabiduría que tiene está en oración, devoción y
llora sus pecados y los de los demás, y debéis saber que es hombre
bueno, y santo, y de muy estricta y alta vida.
Mucho agradaron a las damas las palabras que del santo varón
decía el ermitaño, y rogaron al ermitaño les enseñara el camino por
donde pudiesen ir a aquel lugar donde el santo varón estaba, y lo
hallaron cavando en un huerto que tenía, mientras las damas
llegaron a él; las cuales dijeron al santo varón estas palabras:
–Señor santo varón, según lo que un hombre nos ha dicho de
vuestro estado, sois sabio en muchas ciencias y habéis dejado el
mundo y venido a este lugar para poder mejor recordar, entender,
amar, alabar y rogar a Dios y a Nuestra Señora. Por lo cual, según
lo que de vos nos ha dicho un ermitaño, nos parecía natural que os
habíamos de encontrar adorando o leyendo en vuestros libros.
Respondió el ermitaño a las damas, y les dijo estas palabras:
–La naturaleza requiere ejercicio cuando está fatigada por
exceso de oración y de estudio. Por lo cual, para recrear y
descansar mi naturaleza corporal, que ha sido largamente fatigada
por las alabanzas y las oraciones que la naturaleza espiritual ha
tributado a Nuestra Señora, conviene que yo trabaje algunas horas
del día en las cosas temporales, pues aquel trabajo es remedio del
alma y del cuerpo, y es ocasión de que el alma no caiga en
tentaciones cuando se le ha separado de la oración.
Mucho agradaron a las damas las palabras del santo varón y
conocieron que era hombre sabio, y le preguntaron qué manera
tenía en alabar y rogar a Nuestra Señora; y el ermitaño les
respondió que alababa y rogaba a Nuestra Señora de dos maneras:
una corporal y espiritualmente, y la otra, tan sólo espiritualmente.
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Corporal y espiritualmente, en cuanto que leía en sus libros y
hablaba palabras con las que concordaba el pensamiento de su
alma, de manera que el alma y el cuerpo se avenían y se respondían
alabando y rogando a Nuestra Señora; la otra manera seguía
cuando tan sólo por vía de contemplación la alababa y le rogaba sin
mirar libro alguno ni pronunciar con la boca lo que meditaba sobre
Nuestra Señora, y en esta segunda manera hallaba más placer y
dulzura que en la primera.
–Señor –dijo Intención–, ¿Por qué intención más principalmente
alabáis y adoráis a Nuestra Señora?
El ermitaño respondió y dijo que principalmente alababa y
rogaba a Nuestra Señora porque era madre de Dios; luego, porque
era madre del hombre y de Dios, y luego, porque Nuestra Señora es
tan buena que merece ser alabada y rogada, y así, de grado en
grado, descendiendo hasta que llegaba al bien común y luego al
privado, según unas cosas son más nobles que las otras y de mayor
bien.
En las palabras que decía el buen hombre conocieron Alabanza,
Oración e Intención que era un hombre sabio, y le preguntaron por
qué intención había venido especialmente en aquel lugar y por qué
intención más especialmente alababa y rogaba a Nuestra Señora.
–Señoras –dijo el ermitaño–, yo soy hombre que largo tiempo ha
deseado el bien común, y por él he trabajado mucho y he estado en
muchos lugares; y sea por mis pecados o por los pecados de la
gente, todavía no he podido lograr aquellas cosas que he pedido por
el bien común, pues casi todos los hombres que existen estiman más
su propio bien que el común; por lo cual, porque con la gente no
pude conseguir nada de eso que pido, me he venido a este lugar a
hacer penitencia de mis pecados y a rogar y alabar a Nuestra
Señora por el bien común, pues si ella no ayuda, todo el mundo está
perdido.
–Señor ermitaño –dijeron las damas–, nosotras, según dan a
entender vuestras palabras, conocemos que vos sois hombre sabio y
que habéis venido a este lugar a hacer penitencia por buena
intención, y nos damos por bien pagadas con la respuesta que nos
habéis dado. Por lo cual, si os agradara nuestra compañía,
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estaríamos gustosamente en este lugar con vos algún tiempo, según
que os agradare y que nos pareciere razonable, y quisiéramos ha-
blar con vos del alabar y rogar a Nuestra Señora, y que vos vieseis
lo que de ello os diríamos y, si en alguna cosa erráramos, que vos
nos enmendarais, pues gustosamente recibiremos de vos arte y
doctrina y nos atendremos a vuestro conocimiento.
El ermitaño respondió a las damas y les preguntó su nombre, y
cada una se lo dijo, y dijo él que, si su nombre respondía a sus
palabras, se daba por bien pagado con su compañía y que podría
quedar tan satisfecho de sus palabras que todavía volviera al mundo
y anduviera de tierra en tierra diciendo a unos y a otros alabanzas
de Nuestra Señora. Por lo cual, sobre estas palabras, acordaron los
cuatro que en aquel lugar, a la sombra de un hermoso árbol, cerca
de una limpia fuente, hablarían de Nuestra Señora; y se estableció la
norma de que hablasen de ella según los treinta principios de este
libro, alabando Alabanza a Nuestra Señora y adorándola Oración, y
proponiendo el ermitaño cuestiones a Alabanza y a Oración y
contando Intención ejemplos en honor de Nuestra Señora.”
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II. LOS MITOS Y LA HISTORIA
1. LIBIA Y MESOPOTAMIA.
Las primeras Diosas Madre. Las primeras ciudades.
La primera agricultura. El área mediterránea
oriental.
3. GRECIA.
Los Misterios de Eleusis. Démeter. Palas Atenea.
Hera. Hestia. Ninfas y Amazonas.
4. MEDIEVO.
Druidas y Esenios. Catarismo. Peregrinaciones.
Vírgenes Negras y Vírgenes Blancas. El teatro
Asuncionista.
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II.1. LIBIA MESOPOTAMIA
38
II.2. FENICIA E IBERIA, CELTIA Y EGIPTO
40
FENICIA E IBERIA
43
Tanit, Artemisa (Dana) y Atenea fueron las diosas vírgenes de
las que más lejano rastro queda en la península ibérica, junto al
previo de la Triple Diosa Madre de los leones (A la que también
suelen acompañar toros, grifos y esfinges). Con la llegada de los
latinos, el culto de Tanit recogerá en él, los de Juno (se identifica a
Tanit con Juno en “L’Alcudia d’Elx”), Démeter e Isis, que son
hechas una con Tanit. El culto a Démeter, en su forma de Cibeles se
esparcirá por el área céltica, donde se integra con los de las Matres
celtogermánicas, divinidades de la naturaleza, de los bosques y de las
fuentes entre los pueblos nómadas, ganaderos y cazadores, y,
especialmente con el de Epona que es la diosa celta más claramente
reconocible entre las de esta península.
CELTIA
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(Más adelante recapitularemos sobre estos signos que van e irán apareciendo)
Los pueblos celtas (que hacen pan con centeno y no con trigo;
usan grasas animales, en vez de aceite; y beben cerveza, en lugar de
vino) mantienen una unidad idiomática, diversificada en una
pluralidad dialectal; a este nexo común, unen el de la institución
druídica en lo referente a cuestiones religiosas, sociopolíticas y
filosófico-científicas; sus pueblos vecinos alababan, de ellos, el alto
sentido de la moral y de la justicia, el aprecio por la libertad (que los
llevaba incluso al suicidio, como tantos tristes ejemplos deja la
Historia) y sus habilidades artísticas y artesanales (poesía, orfebrería,
tejidos, esmaltes, cerámica). Practicaban el sistema educativo del
“fosterage” (los niños se educaban en familias lejanas en la distancia
y, así, contaban siempre con sus padres “de sangre” y con sus
“foster-parents”); las mujeres estaban perfectamente equiparadas a
los hombres (las había “cabezas de familia”, propietarias, guerreras,
reinas y druidesas, en idénticas condiciones a los varones); y eran
especialmente aficionados a la emigración y a la peregrinación. Su
legado resistió, en Irlanda, los oscuros tiempos de las invasiones que
llevan hasta la Edad Media y más allá, y resurgirá, a la llegada del
Milenio, con una nueva marea de peregrinos y una revitalización-
recuperación de los viejos cultos a las vírgenes.
La Gran Diosa Madre cobra la identidad de Modron, llamada
“Mater Deorum Hibernensium”, Ceridwen en Gales, y Dana en
Irlanda. Los Tuatha de Danann (“El pueblo hijo de la diosa Dana”)
son los que afianzan en Irlanda los cimientos de la cultura celta de las
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islas. Cuando se convierten en genios y dioses, la diosa madre, Dana,
toma la forma de Brigit.
Brigit, (o “Las Brigids”), es la diosa triple de la Poesía y la
Adivinación, de la Curación, y de la Artesanía y Metalurgia; es
esposa de Bress, Balor y Tethra, una tríada masculina (Dis Pater),
paralela al Cronos helénico; y da a luz a Brian, Iuchar y Uar, la tríada
masculina del genio, la inspiración intelectual y la inspiración
artística, padres, a la vez los tres, de Ethné, la ciencia-literatura-
poesía (Ethné protagoniza una historia en casi todo paralela a la de la
Danae griega, recibiendo a su amante no en forma de lluvia de oro,
sino disfrazado de mujer, gracias a la druídica asistencia de un hada,
y da a luz no uno, sino tres hijos).
Brigit, que para los galos era Sulevia, reflejaba, para los latinos,
rasgos de Minerva, como artesana, inspiradora de artistas y venerada
por médicos, herreros y poetas. Igual que Ethné es hija (en la historia
de su parto) del que, en la genealogía, es su abuelo, Balor; Brigit se
conviene en esposa de Lugh, el dios solar, cuando éste sustituye a
Dis Pater, y refleja, por ello, rasgos de la Juno Latina; recogiendo,
por otro lado, reflejos, como diosa madre, de Ceres-Démeter. Su
recuerdo no se perderá, pues los monjes (¿ex druidas?) irlandeses
harán, de ella, a Santa Brígida, consiguiendo así, mantener viva la
llama de la tradición, del mismo modo que las monjas qué asistían a
la santa velaban un fuego perpetuo, rodeado de un anillo al que no
tenían acceso los varones, como si de vírgenes vestales del Medievo
se tratase.
Hay otra diosa celta que recoge afinidades más claras con Ceres;
la ya aludida Epona (“Fuente del Caballo”), llamada Rhiannon
(Rigantona, “Gran Reina Divina”) por los galeses y protagonista de
los ritos de fertilidad. Según la historia que narran las escenas del
“Caldero de Gundestrup”, Smertrius-Lugh-Belenos (con identidad
próxima a las de Hermes y Heracles), protector de Esus (dios de la
tierra y la vegetación), mata a Taranis (dios del cielo y del rayo) y
éste, Taranis, en venganza, transforma a la Diosa Madre y a sus dos
acompañantes en tres grullas. Smertrius sacrifica tres toros y las
grullas recuperan su forma anterior; a continuación, el dios solar
mata un ciervo y Cernunnos (dios del mundo subterráneo e
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identificable con Esus, según el par Apolo-Dionisos) regresa a la
tierra para desposar a la Diosa Madre. El ritual que rememoraba esta
historia suponía la elección de un rey “anual” (llamado “Tanist” por
los gaélicos), sacrificado el día de la fiesta de la Diosa. Acaso sea
cierto que un rey se elegía para ser sacrificado 28, pero del que sí nos
han llegado inequívocos recuerdos es del ritual de hierogamia en el
que se sacrificaba un caballo, en cuya sangre se bañaba el rey, el
cual, por cierto, estaba “obligado” a ejercer el “derecho de pernada”,
pudiendo dar lugar a graves conflictos si eludía su obligación, pues
siendo él quién se había bañado en la sangre del caballo de la diosa
de la fertilidad, no podía faltar al deber, inherente a su cargo, de
transmitir esa fertilidad a su tierra y a su gente.
La fiesta de Epona era celebrada el día de Lughnasad, en la
segunda semana de Agosto, instituida cuando el punto vernal estaba
en la constelación de Tauro (no en el signo) y, por tanto, el Sol, en
esa fecha, pasaba por la constelación de Virgo (no el signo). Esa y
siete más eran las principales fiestas de los celtas; cuatro a la entrada
del Sol en los signos (no las constelaciones) cardinales (Aries,
Cáncer, Libra y Capricornio), y cuatro cuando la luminaria estaba a
mitad de los signos (no constelaciones) fijos (Tauro, Leo, Escorpio y
Acuario); La fiesta de Samhain, al comienzo de Noviembre
(Escorpio, 15°) iniciaba el año y conmemoraba la muerte del héroe
solar; la de Yule (Capricornio 0°) era la del Solsticio de Invierno; a
principios de Febrero tenía lugar la Oimele (Acuario, 15°), la fiesta
de Santa Brígida; la entrada de la Primavera la marcaba la fiesta de
Eostra (Aries, 0°), hoy de San Patricio; al comienzo de Mayo era la
fiesta de Beltane (Tauro, 15°), conmemoración de la llegada de los
primeros gaélicos a las Islas del Oeste; y el Solsticio de Verano era la
fiesta de Dana o Litha (Cáncer, 0°), la fiesta de las hogueras y de las
plantas mágicas. Tras el Lughnasad (Leo, 15°), la fiesta de Epona ya
aludida, sucedía, a la entrada del Otoño, la fiesta de Modron (Libra,
0°), la Gran Madre celta.
También hay un lado oscuro en las triples diosas celtas y, a
través de Modron, podemos llegar hasta Morrighan y Morgana, que
dejaron recuerdo de los duendes y vampiros femeninos que persiguen
a los niños por las tierras celtas, y que personifican, según
48
interpretaciones “a posteriori”, las magas y guerreras, omnipresentes
en los mitos gaélicos. Hechiceras y guerreras eran las maestras que
iniciaban a los jóvenes en la guerra... y en el amor. La iniciación en
las armas iba indisolublemente unida a la iniciación en la “batalla del
lecho” y, junto a Morgana, la figura característica en este sentido es
Scatach, la maestra de Cuchulainn, el héroe del Ulster. Con la
experiencia Eros-Tánatos integrada, los celtas, ya en batalla,
enfrentaban la muerte decididos y hasta optimistas, pues sabían que
significaba el viaje hacía la Isla de los Bienaventurados, donde las
Hadas, las Matres, las Magas y las Guerreras les otorgarían la vida
imperecedera.
Pero los celtas no escribían. Los que sobre ellos escribieron
fueron sus vencedores y, a través de éstos, prevaleció la parte
sombría de las Druidesas-guerreras; el mismo recuerdo que el del
ídolo Crom Cruach (“Curva sangrienta”), al que se le sacrificaban los
primogénitos, en demanda de leche y trigo, y al que San Patricio
logró derrotar, tras un mágico duelo dialéctico. También es el terrible
recuerdo de los millares de primogénitos sacrificados a Tanit,
recogido en las leyendas de lamias y vampiros del sur europeo; como
igualmente es el recuerdo de los sanguinarios ritos de las bacantes
lunares que, según tradiciones, costaron la vida a Orfeo. Serán
precisamente estas brutales costumbres, propias de religiones
“establecidas”, las que constituirán el punto débil de los cultos
matriarcales, ante el empuje de los patriarcales, los que, a su vez,
aportarán otras costumbres propias, no menos brutales.
EGIPTO
52
II.3 GRECIA
53
ambas, y cazadora y guerrera, respectivamente. De los hijos
“legítimos” del matrimonio divino, es excluida Hebe (parece que)
por el hecho de ser hembra. Más adelante, Heracles y Dionisos son
recibidos en el círculo olímpico y, finalmente, el juicio a Orestes,
quien en venganza por su padre, ha matado a su madre, confirma la
definitiva hegemonía patriarcal, al quedar absuelto el matricida (lo
que ocurre por vez primera) con el decisivo voto de Palas Atenea, y
tras un discurso de Apolo en el que queda afirmada y asentada, como
dogma, la superioridad del principio patriarcal sobre el matriarcal, al
sentenciar, Apolo, que la madre es sólo depositaria y cuidadora de la
semilla masculina que es el verdadero germen de vida y principio
espiritual.
Los cambios vienen ilustrados por la introducción de los
Misterios Órficos, que recogen la herencia de los ritos lunares y dan,
a su vez a éstos, la forma de Misterios Dionisíacos; concebidos
ambos (órficos y dionisíacos) como una dualidad complementaria e
inseparable, ya que la obra básica de Orfeo fue la de equilibrar los
cultos báquicos con los apolíneos, traídos del norte. Y, junto a los
Misterios Órficos y los Dionisíacos, se celebran los Misterios de
Eleusis, recogiendo y manteniendo la tradición agrícola y matriarcal.
Pese a la institucionalización del principio patriarcal, la
coexistencia de ritos complementarios se mantiene en equilibrio
(armónico) durante el desarrollo de la civilización helénica, y las
causas, ya configuradas, del inminente desequilibrio comenzarán a
materializarse a partir del siglo IV, antes del año cero, coincidiendo,
aproximadamente, con la expansión de Roma.
Las iniciaciones solilunares eran fruto de los misterios
dionisíaco-apolíneos, pero las llevadas a cabo en Eleusis parecían ser
primordiales y hasta “vitales”. Sófocles dijo acerca de los que habían
sido iniciados en Eleusis: “Tres veces felices son aquellos mortales
que habiendo visto tales ritos parten al Hades; pues solamente para
ellos hay la seguridad de llevar allí una vida verdadera. Para el resto
todo es allí maligno”29. Para ellos la iniciación eleusina resultaba el
acto fundamental de sus vidas (exceptuando, claro está, el momento
de la muerte) y en no pocos casos supuso un cambio sustancial en
muchas de ellas; pues allí se tenían “visiones inefables” de algo
54
“nuevo, sorprendente, inaccesible a la cognición racional” (Elío
Erístides, S.II D.C.)29, y se veía “el fin de la vida así como su
principio, otorgado por gracia divina” (Píndaro) 29. Aristóteles decía
que los Misterios de Eleusis, más que una enseñanza, eran una
experiencia29.
Mil quinientos años antes de Cristo los misterios ya estaban
instituidos y siguieron desarrollándose hasta finales del siglo cuarto
de nuestra era. Dos mil años de actividad, para unas mil a tres mil
iniciaciones anuales, accesibles a cualquier persona, varón o hembra,
libre o no, con la sola excepción de aquellas que hubiesen cometido
“delitos de sangre”, es decir, hubiesen sido responsables de alguna
muerte, incluidas las “legales”.
El proceso completo podía, en ocasiones, suponer hasta un año
de duración. La primera fase, Myesis, era purificatoria y se sucedía
de otra, de varios meses de estancia en Agrai (Atenas) a partir de
Febrero, en la que se impartían los Misterios Menores y en la que
cobraba una especial relevancia la recolección de plantas,
especialmente enfatizada en los casos de la adormidera y del narciso.
Y, a la entrada del otoño tenían lugar los Misterios Mayores, que se
iniciaban con la marcha a pie por la Vía Sacra, desde Atenas hasta el
Telesterion de Eleusis, distante unos veinte kilómetros, en procesión
nocturna, encabezada por un “portador de antorcha”.
El primer día y la primera noche transcurrían en ayuno completo
y los asistentes, que permanecían ese tiempo fuera del recinto,
aliviaban la tensión emocional, con bromas obscenas rituales y con
cantos y lecturas de metros “yámbicos”.
Lo que ocurría en el interior del templo sólo puede ser deducido
o intuido, pues los iniciados, los que tras ser “mystes” pasaban a ser
“epoptes” (“el que ha visto”), guardaban riguroso secreto sobre lo
que allí acontecía.
Con toda seguridad se puede confirmar que, en el interior del
templo, se sucedían dos rituales; uno llamado “Teleté”, en el que se
consumía el “kikeón”, la pócima sagrada; y otro denominado
“Epopteia”, en el que se asistía a la “Deiknymena” (“lo que se
muestra”), a la “Drómena” (“lo que se hace”) y a la “Legómena” (“lo
que se dice”). Indudablemente esta segunda parte tendría mucho que
55
ver con el texto del “Himno Homérico a Démeter” que, a pesar del
título, no es original de Homero y narra los pormenores del rapto de
Proserpina por Hades y la acción subsiguiente. En cuanto a la pócima
sagrada, el “kikeón”, se sabe que consistía en una bebida, el propio
“kikeón”, mezcla de agua, harina de cebada y menta molida; y una
comida, el “pelanos”, una torta de harina de cereales, especialmente
cebada. Así mismo se sabe que, durante la “Epopteia”, los mystes ex-
perimentaban miedos, temblores, vértigos, náuseas y sudores fríos...
Gordon Wason, Carl Puck y Albert Hoffman, en su libro
“Camino de Eleusis”, arrojan luz sobre lo que acontecía en el interior
del Telesterion, a propósito del kikeón, precisamente. Y es que la
cebada, que era cultivada en huertos del mismo templo iniciático por
los propios sacerdotes que hacían de guías en los Misterios acusa, en
ocasiones, la acción de un hongo parásito llamado cornezuelo del
centeno o “Claviceps Purpurea”, rico en ergotamina y buen número
de alcaloides. La ergotamina fue causante del “fuego de San
Antonio” o ergotismo (con síntomas como temblores, sudores fríos,
náuseas, vértigos y hasta parálisis y muerte) en tiempos medievales,
cuando se consumía pan de centeno atacado por el hongo de color
púrpura. Y, de los alcaloides contenidos en el cornezuelo, la
ergonovina, rica en derivados del ácido lisérgico, es el único de ellos
soluble en agua, el único que pasa al agua si ésta se mezcla con
harina hecha del cereal atacado, siendo, además, inofensivo en las
proporciones requeridas para su efecto psicotrópico. Con lo que la
pista se despeja, para aproximarnos a la naturaleza de la vivencia
experimentada en los Misterios agrícolas de Démeter en Eleusis.
El estado de “conciencia ampliada” y “sensibilidad acrecentada”
se experimentaba, además, en un entorno propicio, al término de un
período de purificación, de una peregrinación y de un ayuno, a lo
largo de los cuales el ser del mystes se iba familiarizando con las
esencias del mito que él mismo iba a “vivir”. Como referencia actual
a la experiencia lisérgica, podríamos añadir el que dos activos
“profetas” del L.S.D., Timothy Leary y Richard Alpert “Ram
Dass”30, además de ritualizar con orientaciones psicoespirituales las
experiencias colectivas con ácido lisérgico, escribieron ambos un
libro estableciendo un puntual y detallado paralelismo entre las fases-
56
clave de la experiencia psicodélica personal y el “Libro Tibetano de
los Muertos”, que viene a ser una serie de instrucciones para el
moribundo a punto de emprender su viaje al “más allá”. También
éste era el cometido de la iniciación eleusina (recordemos la cita de
Sófocles), experiencia-vivencia que rememoraba la pugna entre
Démeter, “la de la túnica púrpura”, y Hades, “el del cabello púrpura”,
entre el reino de la vida y el de la muerte, y que comportaba la
“aprehensión” de la secuencia muerte-renacimiento, como
“enseñanza vital básica”, representada y contenida en el simbolismo
del grano de cereal.
El mito de Démeter y su hija Perséfone o Proserpina, ambas
llamadas “Las Diosas”, se articula con los de Isis y Adonis, toma
elementos de uno y otro (los cuales no son sino, a su vez, versiones
de un mismo mito) y los “reactualiza”, según lugar y tiempo, en uno
solo, aportando variantes particulares. Y, así, en el mito oriental se
enfatiza la relación Esposo-Esposa o Amado-Amada (Isis-Osiris,
Cibeles-Atis, Astarté-Tamuz, Afrodita-Adonis), mientras que en el
mito occidental es la relación Madre-Hija la que pasa a primer plano,
dejando en un segundo a la pareja Hades-Proserpina, con lo que la
protagonista pasa a ser “Mater Dolorosa”. Por otro lado, el
enfrentamiento que en oriente se ha resuelto de forma violenta, en
occidente se sanciona según las leyes del orden natural, a través de la
acción de intermediarios, llegando a un acuerdo más o menos
equilibrado. Y el mito griego respeta los puntos básicos del mismo:
A. La protagonista llora la pérdida del ser amado.
B. Busca al ser amado, dedicándose a ello por completo y
declinando sus funciones propias habituales.
C. Finalmente recupera al ser amado.
Resolviéndose el mito, en todos los casos, en ritos iniciáticos,
misterios y festivales, relativos al proceso muerte-resurrección o
renacimiento.
En el mito helénico se hace a Proserpina hija de Zeus, lo que
supone la “paternalización” del mismo, pero se insiste en indicar
Démeter no tiene un esposo propio y de esto no dejan duda los mitos
en los que interviene la diosa.
Las variadas versiones coinciden en que Proserpina recoge flores
57
(Rosas, Jacintos, Lirios, Violetas, Amapolas, Narcisos y Flores de
azafrán, según los casos), en compañía variable, según versiones, de
Ninfas o de diosas vírgenes, especialmente Artemis y Atenea, cuando
es violentamente raptada por Hades, Señor del reino de los muertos,
que ha surgido del interior de la tierra en su carro de caballos negros.
Démeter ha oído el grito proferido por su hija y la busca durante
nueve días, y no la encuentra. Al décimo día es informada por Hécate
o por Helios, del destino de Proserpina y, entonces, Démeter se viste
de luto, con una túnica de harapos, encubierta de tal modo que nadie
pudiera reconocerla y, portando una antorcha, marcha a recorrer los
caminos de la tierra dejando sin cuidado los campos y los huertos.
Al llegar a Eleusis (“Advenimiento”) se sienta junto a un pozo a
llorar y así la encuentra Yambe, la sirvienta de Celeo (o Disaules),
que consigue hacerla reír con bromas y chistes obscenos. La diosa se
ofrece a Metanira (o Baubo), la esposa de Celeo, como sirvienta, y
hace de nodriza del hijo de éstos, Triptólemo (o Demofonte) a quien
quiere purificar, para lo que procede a quemar las partes mortales del
niño. Sorprendida por la madre que grita horrorizada al ver a su hijo
entre las llamas, Démeter muestra entonces su verdadera identidad.
Allí la Diosa instituyó los Misterios y enseñó a Triptólemo a cultivar
el grano y a hacer pan, recibiendo, éste, de ella, un carro tirado por
serpientes y cargado con cereales y semillas de adormidera.
Mientras tanto, la esterilidad de los campos, que la ausencia de
Démeter ha provocado, llega al punto de requerir la intervención del
juez-padre Zeus; éste envía, con Iris, a su hermana, el encargo de que
vuelva a atender sus funciones, a lo que ella se niega en tanto no
tenga a su hija consigo. Zeus envía, pues, a Hermes, al reino de
Hades a pedirle a éste que deje volver a Proserpina; cosa que el Dios
de los muertos acepta de muy buen grado, ya que sabe que la hija de
Démeter ha comido una granada, ya en su reino, y esto le impedirá
romper nunca el lazo contraído así con él.
Cuando Proserpina regresa, la inicial alegría espontánea de su
madre deja paso al recelo, al sospechar lo ocurrido, y cuando su hija
le cuenta que ha comido la granada, Démeter grita y se lamenta y se
dispone a mantener su amenaza de huelga.
Y es Rea, la madre de Zeus y de Démeter, la que, finalmente,
58
zanja la cuestión con el reparto de Proserpina entre Hades, con quien
estará un tercio del año en su reino, y con Démeter, a la que
acompañará los dos tercios restantes, de nuevo en la tierra.
La relación Démeter-Proserpina simboliza tanto la relación
productor-producto, como la que une al grano viejo con el grano
nuevo. El rapto de Hades representa el ineludible encuentro de la
vida con la muerte, así como la necesidad de regeneración-
renovación, para que la vida progrese. Démeter busca hasta el límite
del tiempo (nueve días), y la inspiración (Hécate) o la iluminación
(Helios) le informan de su destino y, sobre todo, de que la vida ha
sido atrapada por la muerte. Con la antorcha que ilumina y guía, la
diosa vestida con túnica de harapos (las heridas en el alma),
peregrina en pos de la vida.
Su trabajo servicial, como criada y nodriza, y su deseo de
purificar al ahijado ocurren junto al pozo donde Yambe la hace
sonreír con obscenidades. Todo este conjunto, este “sub-episodio”,
sugiere otra relación entre Démeter-Virgo (servicio y purificación) y
Hades-Escorpio (el pozo y las obscenidades) que parece indicar una
vía de acceso al reino de Hades. Y es en ese momento cuando tienen
lugar entre los tres niveles (El superior, de Zeus; el medio, de
Démeter; y el inferior, de Hades) los contactos a través de los
intermediarios mercurianos (Iris y Hermes). La solución del conflicto
la dispone Rea, que es, a su vez, el nivel intermedio entre Gea (la
Tierra, el planeta) y Démeter (la naturaleza viva, incluyendo la
humana), siendo ella, Rea, la tierra como materia primordial y ley
natural.
Finalmente, Démeter recupera a Proserpina, aceptando el
sacrificio y la separación, y compensándolos con la seguridad de la
renovación y del retorno. Esta repartición de Proserpina es el
elemento principal tomado del mito Astarté-Tamuz, Afrodita-
Adonis, y, más tarde, Cibeles-Atis, en los que el varón es el que
simboliza al grano, como ya fuera el caso de Osiris en el mito isíaco.
A su vez, el mito cristiano, fundirá las parejas esposo-esposa y
madre-hija, oriental y occidental respectivamente, en la única pareja
madre-hijo, que, en según qué niveles, también funciona como
esposo-esposa.
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La etimología de Démeter insinúa los significados de “Madre
tierra”, “Madre de los terrenos o de los territorios”, “Madre de la
antorcha” y “Madre de la cebada”. Era nombrada con epítetos tales
como “Legisladora”, “Negra” (Démeter Melaina), “Oscura o
Eclipsada” (Démeter Maurospelva), “Verdeante”, “Dadora de frutos”
y “Señora”. Era considerada patrona de los oficios agrícolas, la
siembra y la cosecha, pues liberó a los humanos de la inseguridad del
sustento, enseñándoles, no sólo la agricultura, sino también, cómo
frenar sus impulsos con la ley y la moral. Sus atributos son la
adormidera, el narciso y la espiga; las serpientes y las antorchas; el
cerdo, la vaca, la trucha y el caballo; ella misma era, a veces,
representada con cabeza de yegua (ilustración, quizás, del episodio
en el que la diosa, en forma de yegua, se une a Poseidón, en forma de
caballo, dando luego a luz al caballo Arión). Era simbolizada por una
piedra negra o cúbica, como Cibeles, la pre-acepción oriental de
Démeter, y paralela a ésta, tanto como a su madre Rea. La Ceres
romana es exacta trasposición de la Démeter griega, con ligeras
variaciones o atribuciones de detalle (como el de que los “animales”
de Ceres sean las hormigas, o el de que ella sea convencida para
compartir a Proserpina, por el dios Pan).
Démeter forma parte, pues, de la tríada de diosas madres (Gea,
Rea, Démeter) y ella misma representa un nivel (el vivo, el humano)
de los tres. Pero la diosa triple, la triple Diosa Blanca inequívoca es
Atenea, la Neith libia que aún conserva en su nombre (Palas Atenea)
y en su escudo (con la imagen de Medusa) las dos identificaciones
que la completan. Atenea recoge, junto a la suya propia, las
identidades o principios de Diana y Venus o de Artemis y Afrodita, y
entre las tres conforman la triple diosa, hija de Anna:
DI-ANNA Diana
UR-ANNA Venus Urania
ATH-ANNA Atenea
“DI” sugiere la idea de “brillo”, de “movimiento”, de “división” y de
“dualidad”.
“UR” es una referencia a la tierra 31
“ATH” da, por su parte, la idea de “movimiento”, de “triplicidad”, de
“crecimiento” y de “negación”. En “Athena”, puede sugerir Ath-
60
eneos, siendo eneos “sin habla”, y ath, su negación. La raíz asiria
ATH indica la triple potencia divina, representada por:
Círculo (Lo Infinito)
Centro (Lo Absoluto)
Radio (La relación entre ambos)
A es el radio, y TH hace referencia al desdoblamiento del circulo 32 y
a su partición, según la letra griega TH:
61
de los dioses solicitó que el dios herrero, Hefaistos, le golpease con
su martillo en la cabeza y, haciéndolo, surgió Atenea, de la cabeza de
su padre, Zeus, completamente armada y profiriendo un desgarrador
alarido.
La diosa nacida del Padre era una virgen guerrera, cubierta con la
égida (la piel de la cabra Amaltea que también arropó a Zeus),
provista de casco, escudo (con la imagen de Medusa) y lanza y
dispuesta a defender su virginidad con esas armas, si fuera preciso.
Y, con todo, es el caso más claro y constatable en la mitología
helénica, de virgen y madre (si bien el paralelismo que pudiera
sugerir con la virgen cristiana lo detenta más claramente la figura de
Danae, fecundada por el espíritu divino en forma de lluvia de oro):
Hefaistos, artífice colaborador en su nacimiento, siendo, o no (según
versiones), esposo de Atenea, intentó poseerla a lo que la diosa se
resistió por todos los medios; en el forcejeo, el semen del dios
herrero se derramó sobre la pierna de la diosa, y ella, con expresivo
gesto de asco y repugnancia, se limpió con un trozo de lana, que
arrojó lejos de sí, pero del cual nació Erictonio, medio hombre,
medio serpiente, quien, pese a todo, recibió los amorosos cuidados
maternales de Atenea.
La que una vez fuera diosa triple Palas-Medusa-Neith también se
presentaba triplicada en Grecia. Y no solamente ella. El sistema
helénico resalta las parejas de dioses o, mejor, el principio solar con
su potencia femenina, pero no elimina las tríadas que, como debe ser,
son de diosas y no de dioses, sino sólo en contadísimos y
significativos casos (como el de los Cíclopes, por poner uno).
Además de tríos femeninos como las Cárites, las Horas, las Gracias,
las Furias, etc., las diosas que representan el principio femenino
también se destriplican en tres aspectos. Y así, el principio básico
lunar es Selene-Artemis-Hécate; el principio magnético-disolutivo,
Venus, es, tanto el trío helénico:
Afrodita-Urania (fertilidad)
Afrodita Pandemos (Castidad)
Afrodita Pontia-Apostrophia (Amor)
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como la tríada latina equivalente:
Venus Cloacina (Conciliación)
Venus Murcia (Castidad)
Venus Libitina (Espiritualidad)
Y la propia Atenea es concebida como:
Atenea Parthenos (Virgen), llamada “Unígera”, “Cránea” y
“Música”, diosa de la razón, la lógica, la inteligencia, la sabiduría y
la prudencia; protectora de las artes y las ciencias, en general
(mantiene estrechas relaciones con las Musas, sobre todo con la
Filosofía), y de las letras, la literatura y la artesanía, en particular;
patrona de herreros, de constructores de naves, de agricultores, de
trabajadoras y de todos los oficios y labores femeninas; como tal,
Atenea Parthenos es inventora de la cerámica y su decoración, de la
rueda de alfarero (las vasijas de cerámica eran las ideales para
guardar el grano), de la plomada; de la yunta, la brida, el carro, el
arado y el rastrillo; de la rueca y el huso de hilar; de la flauta; del
aceite de oliva, y del arte culinario.
Atenea Hygeia, llamada “Médica”, vela por la salud pública y
por la purificación del aire, y es impulsora de la higiene (en lo que el
aceite de oliva era un elemento de múltiples usos) y de lo que
llamaríamos medicina preventiva (conviene, a este respecto, hacer
notar que los médicos griegos –como en la antigua China– realmente
“velaban” por la salud de sus “pacientes”, que poco tenían de
“pacientes”, ya que el sueldo que éstos les pagaban regularmente,
dejaban aquéllos de percibirlo si algún miembro del grupo que el
médico tenía a su cuidado, caía enfermo; con lo que la higiene y la
medicina preventiva eran la preocupación fundamental de los físicos
helénicos).
Atenea Polias, en fin, es protectora de las ciudades, defensora de
la tierra y el país, así como del grupo, clan y familia, tanto como de
la justicia (es el más firme brazo de su padre, juez supremo), los
pactos y las soluciones inteligentes a las confrontaciones. Todo lo
cual hace de ella la “Servidora de la Humanidad”, por excelencia.
El carácter personal de Atenea es definido con rasgos que la
hacen ser severa, irritable y rencorosa, pero, así mismo, de gran
misericordia y piedad; es guerrera que prefiere soluciones pacíficas y
63
conciliadoras o, si llega el caso, estrategias prudentes e inteligentes;
ama el trabajo y se niega los placeres, quizás excepción hecha de los
intelectuales; es modesta, generosa y de un alto y estricto sentido
moral.
Naturalmente interviene en muchos episodios míticos. Es
vencedora de Ares y de Poseidón; es inspiradora, defensora,
protectora y asistente de héroes solares, sobre todo de Heracles,
Ulises y Prometeo, atribuyéndose, incluso, a la diosa, una unión con
este último, en alguna versión, pero coincidiendo la mayoría y en
cualquier caso, en que fue Atenea la que enseñó Arquitectura,
Astronomía, Matemáticas, Navegación, Medicina y Metalurgia a
Prometeo, y quien le ayudó a robar el fuego sagrado, por lo que
ambos son considerados los “Servidores de la Humanidad”.
Pero, de todos los episodios que protagoniza, o en los que
interviene Atenea, quizás el más destacable aquí sea el referente a
Tiresias, no tanto por la intervención de la diosa como por la propia
participación del adivino, siendo además un episodio que nos lleva al
encuentro de Hera.
Tiresias fue el adivino ciego (¿y cojo?) más famoso de la Grecia
antigua, padre de la adivina Manto, y abuelo de Mopso, igualmente
adivino; interviniendo en remarcables episodios mitológicos (¿o no?)
como el de Edipo en Tebas, o como el de la concepción de Heracles.
Pero aquí lo trae la causa de su ceguera y de su visión profética. Hay
dos versiones al respecto; en una de ellas, Tiresias sorprende
desnuda, accidentalmente, a Atenea y ésta lo castiga privándole de la
vista, pero otorgándole, en compensación, la visión del “tercer ojo”,
la visión interna. La segunda versión cuenta que Tiresias paseaba por
el monte Cilene y encontró dos serpientes apareándose; intentó
separarlas con una vara y, al interponerla entre los reptiles, quedó,
Tiresias, convertido en mujer. Siete años después, se repitió el hecho,
con la recuperación del sexo original. Dada la experiencia de
Tiresias, fue éste requerido por Zeus y Hera, para zanjar una
discusión que los enfrentaba, relativa a quién, si el hombre o la
mujer, obtenía más placer en el amor. Tiresias sentenció, con
inmediata convicción, que si el placer del amor pudiese fraccionarse
en diez partes, nueve serían para la mujer y tan sólo una, para el
64
hombre. Furiosa Hera, por ver descubierto su secreto ante Zeus, dejó,
en represalia, ciego a Tiresias, y fue Zeus el que le concedió, no sólo
el don de la visión interna, sino, además, una larga vida, de siete
generaciones humanas.
Hera y Hestia son las diosas que completan la composición
femenina del Olimpo, representando ambas, facetas específicas de la
figura triple de la Virgen Madre. Hera es la Madre, propiamente
dicha, como resultado de su primordial función de Esposa; su
“virginidad” es para el matrimonio, y ésta, la virginidad, es renovada
periódicamente, por Hera, con un baño ritual en la fuente de Cánatos.
Y, así, recibe una triple advocación como Virgen, Esposa y Viuda.
Su etimología remite a “Señora”, pero el mismo nombre de Hera
aparece en el de Heracles (“la gloria de Hera”), contrastando con el
proverbial rencor de la diosa hacia el héroe, que la lleva
continuamente a atacarlo e intentar perderlo; hecho paradójico,
además, ya que, para que Heracles fuese inmortal, como su padre,
Zeus, había dispuesto, tendría que ser amamantado por Hera, lo que
se consiguió gracias a la astuta colaboración de Atenea. Cuando esto
ocurrió, parte de la leche de Hera se derramó y, de ella, nació el lirio,
“planta de inmortalidad”, sellando la que, así, ya poseía el héroe. Y
“héroe” era el nombre que recibía el “rey anual” sacrificado a la
Diosa Madre, para prosperidad de su pueblo y su tierra.
La participación de Hera en los episodios mitológicos toma, casi
constantemente, la misma línea, la de perseguir a las amantes de su
marido y a los nacidos de esas uniones, lo que contribuye a conferirle
un carácter celoso, altivo, inflexible y vengativo, pero que, sin
embargo, responde a la función específica de Hera, como
representante, veladora y defensora del vínculo conyugal-maternal, y
como protectora de las doncellas, las casadas, las viudas, los recién
nacidos y los partos.
En dos casos se insinúa un alumbramiento de Hera sin
participación masculina, siendo uno el de Hefaistos, contrapartida en
todo, de Atenea; y, el otro, el de Ares, concebido gracias a una planta
fecundante (manzana, espino blanco, ...) suministrada por Chloris a
Hera. La trasposición latina, Juno, presentaba la triple acepción de:
65
Juno Lucretia (Iluminación)
Juno Moneta (Anticipación-Advertencia)
Juno Lucina (Nacimiento)
Hestia es el prototipo completo de Virgen; juró “por la cabeza de
Zeus”, permanecer siempre virgen, y así lo demostró cuando Príapo,
el hijo de Afrodita y Dionisos, de desmesurados órganos sexuales (y
protector, por ello, de huertos y jardines) intentó poseerla; Hestia
pudo esquivar a Príapo, advertida por los rebuznos de un asno.
Para los griegos, Hestia era más un principio abstracto que una
imagen personalizada; el principio de centro, de “centramiento”,
pues si Hestia es personificación de algo, lo es del hogar y del fuego
perpetuo; es la diosa que nunca abandona el Olimpo y que, por ello,
se convierte en el centro “cósmico” de referencia y por excelencia.
Según los rasgos personales que llegan a atribuírsele, Hestia es
limpia, casta y pura, benévola, recta y caritativa; rechaza la
participación en las guerras y disputas; favorece la seguridad,
felicidad y hospitalidad, y resulta ser la más apacible de todos los
dioses. A ella se debe el arte de construir casas.
En cuanto que “centro espacial” y “conservadora del fuego
sagrado”, Hestia era la diosa de los que se consagraban por entero a
una tarea, sobre todo religiosa, pero también social, pues la diosa era
igualmente, protectora de los valores culturales tradicionales y de la
propia ciudad y nación. Y, como tal, no es de extrañar que el
Paladión, la famosa estatua de Palas, caída del cielo, fuese
definitivamente puesta bajo la custodia de vírgenes vestales, por
encargo romano y tras haber viajado, desde Libia, a Troya, Arcadia,
Samotracia, Argos y Atenas. El Paladión no sólo era el símbolo de la
incolumidad de la ciudad, sino que además representaba, como
imagen de la Palas-Neith-Medusa libia, el triple principio femenino
de la Diosa Madre.
Los romanos fueron, quizás, los que más dieron a conocer (o
mayor relevancia otorgaron) a las vírgenes vestales, pero éstas sólo
mantenían una vieja tradición de los ritos y cultos matriarcales. Por
un lado, las vestales latinas vieron incrementado su prestigio social y,
sobre todo, su poder; pero, por otro lado, fueron obligadas a aceptar,
por voto, restricciones fundamentales e intrínsecas a su labor
66
tradicional; lo que con toda probabilidad motivó la compensación
anterior. Y es que una de las importantes funciones de las vírgenes
vestales era la de llevar a cabo, tanto iniciaciones “prácticas” en los
secretos conyugales, como rituales de hierogamia, incluyendo
uniones sexuales. Los hijos nacidos de estas uniones, considerados
semi-divinos en tanto que hijos de vestales, adquirían, por eso
mismo, la condición de herederos al trono, el cual ocuparían si el rey
no dejaba descendencia. Fue Tarquinio el Antiguo, el monarca que,
no sólo abolió esta costumbre que le suponía “rivales al trono” a los
miembros de su linaje, sino que también instituyó el voto de castidad
absoluta para las vírgenes vestales, obligadas a ello, también, bajo
pena de ser enterradas vivas si faltaban al voto. Como rúbrica al
hecho hay que contar que Sexto Tarquinio, nieto del Antiguo, e hijo
del hijo de éste, Tarquinio el Soberbio, violó a Lucrecia, esposa de
Tarquinio Colatino y ésta, tras relatar a su marido y a su padre lo
ocurrido, se suicidó ante ellos; el padre, Lucio Juno Bruto, con el
cuchillo ensangrentado de su hija en la mano, arengó al pueblo
contra la familia real y el episodio se resolvió en la definitiva
abolición de la monarquía en Roma.
Las compensaciones por el nuevo estado de las vestales vendrían
a continuación, así como un consiguiente aumento de su
participación social. Recibían castigo los que molestasen a las
vestales y todos debían apartarse a su paso, y cederles los lugares
privilegiados. Ellas detentaban la facultad de liberar a los presos y
condenados que encontrasen en su camino, y la Virgo Vestalis
Maxima era frecuentemente requerida por sus respetables consejos.
A la llegada de las Vestalia, la celebración de Vesta, los hombres
eran autorizados a visitar el templo de la diosa, pero debían hacerlo
descalzos y con el pelo suelto; durante estas fiestas, los asnos (el
“animal de trabajo” que ayudó a la diosa a salvaguardar su
virginidad) eran adornados con flores y dispensados de trabajar.
La asociación con el asno es (además de una relación con el
caballo, de Epona y de Démeter) también una asociación con las
cuestiones agrícolas, con las que Vesta está así mismo, directamente
conectada. Entre los patronazgos de Vesta están también los que la
diosa detenta sobre los molinos de cereales y sobre el aceite para la
67
iluminación de la casa. Y, además de que las vestales usasen cetros
con serpientes, semejantes a caduceos, y se sentasen en sillones
adornados con espigas de trigo; intervenían, según sus propias
funciones, en un singular rito agrícola, que relaciona de nuevo al
caballo con la fertilidad, y que tenía lugar a mediados de Octubre:
Tras una carrera de caballos en el Campo de Marte, el caballo
vencedor era sacrificado para fertilidad de los campos. Las vestales
guardaban su sangre hasta finales de Abril y, entonces, la mezclaban
con fetos de terneras y la entregaban a campesinos y pastores para
que éstos la esparciesen por los campos y los terrenos.
Junto a las vírgenes mediterráneas, se introducen en los mitos
helénicos, las vírgenes nórdicas que, para los pueblos cazadores y
ganaderos, cobran las formas de diosas de bosques, fuentes y
manantiales, como protectoras de la naturaleza; y la forma de diosas
guerreras, como defensoras de los valores culturales más
sustanciales; así como las de hechiceras y sabias, ya conocidas por
los pueblos del sur; para los helenos son, además de pitonisas, sibilas
y hechiceras, por un lado ninfas, náyades, sirenas, ... y, por otro, las
cazadoras y, sobre todo, amazonas; además de los tríos de diosas.
Las ninfas son, para los griegos, espíritus de los bosques y de la
naturaleza. Buen número de ellas son, en los mitos, convertidas en
fuentes y manantiales de inspiración (quizás sea, el de Castalia, el
caso más típico y representativo), las más de las veces huyendo del
acoso sexual de algún dios o de algún sátiro. A veces, integran, las
ninfas, el cortejo de alguna divinidad mayor y no es infrecuente que
entonces se vean acompañadas por algún trío de “diosas del destino”,
más allá del alcance humano y hasta del divino, como el de las
Erinias, o las Moiras.
En el modelo de las Amazonas se integra el modelo de diosa-
guerrera del sur, tipo Palas libia, y el de hechicera-guerrera, tipo
Scatach irlandesa. Se hacía a las Amazonas, hijas de Ares y de
Harmonía, y ellas eran fieles devotas de su marcial ancestro y de la
diosa Artemis, virgen y cazadora; los hombres eran proscritos en sus
tierras y, una vez al año, se unían a ellos para procrear, conservando
a las niñas nacidas y eliminando a los niños. De todas ellas, es
Hipólita la más conocida, por su intervención en el trabajo de
68
Heracles relativo al signo de la Virgen. En este episodio, el héroe
debe conseguir para Admete (¿una forma de Atenea?), hija de
Euristeo, el cinturón de la reina de las Amazonas que parece, ser,
según versiones, el mismo ceñidor de Afrodita; consecución saldada
con la muerte de la reina Hipólita, a manos de Heracles, como
resultado de las argucias de Hera, y por cuya expiación, el héroe tuvo
que liberar a Hesíone de las fauces de un monstruo marino.
Ya sabemos que “la cultura del imperio” romano no aportó
innovaciones sustanciales a los sistemas filosóficos-religiosos que
recogió; más que eso, el rápido deterioro religioso y cultural que
supuso la constitución de un gran imperio monolítico, centralizado y
“uniformado” llevó ineludiblemente, no sólo a la desintegración del
mismo imperio con el caos que arrastró, sino y en consecuencia, a la
necesidad de una acción-reforma religiosa que intentase contener el
rumbo que iba tomando la evolución humana; y ya antes de que el
colapso imperial diese paso al caos de los tiempos oscuros, esa
reforma fue llevada a cabo por la comunidad esenia, a la que estaba
ligado Jesús de Nazareth, en colaboración con la comunidad druídica
europea.
Pero, antes de llegar a los tiempos medievales, sellemos la
aportación griega con un mapa de la Hélade, de cuya civilización
clásica, habiendo sido tipificada como Virgo, sugerimos una relación
más estrecha con el par Virgo-Libra, a la vista, no sólo de sus tópicas
inquietudes relativas a la estética, la belleza y la armonía, sino
asimismo, del papel “equilibrador” y “conciliador” que, como
cultura, desempeñó.
El mapa en cuestión está basado en uno aportado por Georges de
Villefranche en su libro “La Astrología esotérica recobrada”.
Centrando el círculo zodiacal en Delfos, el “ombligo del mundo” de
los griegos, quedan, al Oeste geográfico (que no zodiacal), en la zona
Aries, las islas de Cefalonia (“de la cabeza”) e Itaca (la meta del viaje
resulta ser un inicio). El río Alfeo (Alef, en hebreo es “Buey”; en
griego, Alfesi es “suministrador de bueyes”; Alfestes es “trabajador”
y “comedor”, y Alfano es “dar en rescate”, “pagar en compen-
sación”) cierra la zona Tauro, y la ciudad de Olimpia (escenario,
cada cuatro años, de competiciones de “coordinación inteligente del
69
movimiento”, es decir, gimnásticas y deportivas, así como literarias)
abre la zona de Géminis. A la entrada de la zona Leo se encuentra la
ciudad de Argos, con el nombre del gigante del ojo (o los mil ojos)
“que todo lo ve” (como Helios), muerto por Hermes de una pedrada.
La línea del signo Virgo une Delfos con Eleusis y Atenas (ciudad
70
Virgo fundada al final del verano) y en esta zona se sitúa un buen
número de centros filosófico-científicos helénicos en la costa de Asia
Menor. En la zona Libra está Lesbos, la patria de Safo, poetisa
cantora de Afrodita y cabeza de un colegio femenino artístico y
literario. Troya queda en el límite entre Libra y Escorpio, dentro de
cuya zona está la isla de Lemnos, considerada el lugar de las fraguas
de Hefaistos y los Cíclopes. En la línea Sagitario queda el monte
Pelión, residencia del centauro-maestro Quirón, y en la línea de
Capricornio (“la puerta de los dioses”) se sitúa el monte Olimpo,
morada de los dioses. Finalmente, en la zona Piscis, está Leucadia,
escenario de saltos ordálicos al mar.
71
II.4 MEDIOEVO
79
la alusión con la atención que atrae Tomás (el apóstol
correspondiente al signo) en uno de los momentos cumbre de todo el
conjunto.
La Virgen da a Juan la palma, indicando una proyección de
Virgo sobre Acuario. Juan da la palma a Pedro, cabeza de la serie
zodiacal, haciendo efectivo el sextil (60 grados) que une Acuario con
Aries, y Pedro “vuelve a llevar la palma”, desde el inicio del ciclo
hasta Acuario, al decir-decidir que es Juan el que ha de llevarla.
María es acompañada y asistida por tres vírgenes, pero en Elche
el número de éstas se reduce a dos, prevaleciendo así (María, más
dos vírgenes) la referencia visual a la tríada. Entonces es la simbiosis
Jesús-María, sobre el recorrido del vía crucis. La figura del Hijo es
progresivamente diluida, conforme se va realzando la de la madre
hasta llegar a desaparecer, aquella, que en Elche es representada por
la del ángel principal que desciende a recoger a María. Cuando el
Hijo aparece al final está ya integrado en la Trinidad y, en las
versiones en las que aparece conduciendo a María, desempeña el
papel de intermediario entre ésta y el cielo.
En el Pseudo José de Arimatea, así como en la Cantiga 419 de
Alfonso X, el episodio de Tomás es descrito completamente, pero, en
Elche, suponemos que por exigencias de la unidad escénica, su
aparición se sintetiza en la interrupción final de la acción que
provoca con su retraso. La escena que interrumpe Tomás es,
precisamente, la escena culminante de la representación, cuando
María asciende hacia los cielos para ser coronada por la Trinidad.
Todo el conjunto visual (y, por tanto y así mismo, el espacio
escénico) ofrece en la construcción vertical su principal elemento
innovador que, además “visualiza” el mensaje de la obra. El teatro
medieval anterior familiariza la construcción teatral horizontal y,
aquí, se ve complementado y completado con la “ascención-
asunción” vertical, como si de articular una cruz se tratase. El
espacio queda dividido en tres niveles o planos, en sentido vertical:
El Superior del Cielo, el Inferior donde se sitúan los apóstoles y los
judíos, y el Medio, que es el lugar de la coronación (la
“trinitarización” de María), y sobre el que se lleva a efecto (en las
versiones desarrolladas literariamente, sobre todo) la intervención de
80
Santo Tomás, llamado Dídimo (en el Pseudo José de Arimatea).
En Elche, cuando la acción se centra sobre Tomás, éste sólo
puede excusarse de su tardanza (que sólo le permite asistir a la
asunción y no al tránsito de María) por estar predicando en la India.
Pero la historia del Pseudo José de Arimatea (y otras, como la de
Alfonso X) es más completa. Habiendo enterrado, los apóstoles, el
cuerpo de María, Tomás aún está de camino y, repentinamente se ve
transportado a Monteolivete, dónde ve cómo María está subiendo a
los cielos; el apóstol da gracias y la bendice y ella, como un don
celestial y también como una prueba de su asunción, le lanza desde el
cielo... su cinturón.
Cuando Tomás llega, por fin, al encuentro con los demás
apóstoles, éstos recriminan su retraso y ven en él, el castigo a la
proverbial incredulidad y escepticismo de Tomás (recordemos que
Tomás es el apóstol correspondiente a Virgo, el que no creía hasta
que no “ponía el dedo en la llaga”) y él, tras pedir perdón, pregunta
dónde está el cuerpo de María, y, de nuevo, manifiesta su
incredulidad ante la respuesta de los apóstoles. Con algo de sorna o
quizás de impaciencia, los apóstoles llevan al incrédulo hasta la
tumba en la que enterraron a María y la abren para que Tomás se
convenza de su desatino, encontrándose con el sepulcro vacío. La
sorna es entonces de Tomás, al mostrarles el cinturón con el que ellos
mismos ciñeron el cuerpo de María, prueba de la asunción de ésta; y
se hace patente que los incrédulos son los propios apóstoles y que
Tomás, como depositario de la gracia divina es, así mismo,
depositario de la verdad. En las representaciones gráficas del
episodio (hay una abultada lista de pinturas con este tema) Tomás es
situado en el nivel Medio (en sentido vertical), como “funcionario-
artífice colaborador” de la obra de intercesión y mediación de la
Virgen, entre la tierra y el cielo.
En la sucesión de “aparatos aéreos” que se utilizan en la
representación ilicitana, destaca uno llamado popularmente
“Mangrana” (“Granada”), que se abre y se “metamorfosea” en
palma. La “Mangrana” era originalmente una nube y así es aludida
(núvol) en los “papeles”. Fue la imaginación popular la que vio en el
aparato el fruto que tan familiar resultaba en esas tierras y la gente
81
comenzó a llamarlo “Mangrana”. Por ser atribución “popular” y
“reciente” no podrían llevarse a cabo (en según qué niveles o áreas)
divagaciones sobre la relación entre la granada y las historias
mitológicas (así como las atribuciones astrológicas) en las que
aparece este fruto. Pero, para una divagación astrológica el “dato
válido” es precisamente el que “la granada” haya sido, finalmente, la
que ha trascendido la denominación “oficial”, gracias a la acción
“popular”.
Hay todavía un episodio más en Elche (y en el teatro
asuncionista, en general) que no debemos olvidar, ya que, entre otras
cosas, nos permitirá retomar una de las claves que han ido
emparejadas a las vírgenes. Cuando el ataúd que contiene el cuerpo
de María es transportado hacia su lugar de sepultura, los apóstoles
son interceptados por un grupo de judíos que pretenden echar a tierra
la caja. En el momento de intentarlo, sus manos se les secan hasta el
codo (y quedan ciegos, según versiones) hasta que, tras arrepentirse,
pedir perdón y prometer su conversión, con un toque de la palma, las
manos recuperan su estado original.
El detalle de las manos hace que nos acordemos (además de
cojeras y cegueras) de Quirón (Chiron, de cheir, “mano” en griego),
de los centauros y de los caballos, pues ¿Qué fue del caballo de
Epona, o de la Démeter-yegua? Es curioso que los caballos que tan
asociados son con las vírgenes sean, astrológicamente, relativos a
Júpiter y Neptuno y a Sagitario y Piscis. Piscis es el signo que
anatómicamente corresponde a los pies, cuyo elemento es el agua y
que representa el mar abierto, el océano y las “aguas Primordiales”.
Lo que hace rememorar el hecho de que hubo también vírgenes que
eran blancas y que llegaron del mar, que “salen del mar”. Ya hemos
visto que la Virgen Blanca se “apoya” o tiene a sus “pies” la luna y la
serpiente, como símbolos de la Virgen Negra y como significativos
del tiempo (recordemos que Démeter buscó hasta el límite del
tiempo). Es al final del tiempo, o, mejor, del recorrido cíclico
zodiacal, donde está el signo de Piscis y donde se encuentran las
aguas primordiales de las que surgirá la vida (recordemos también
que Démeter, transformada en yegua, se unió a Poseidón, en forma de
caballo, y parió al caballo Arión). Los caballos también han vuelto
82
con las vírgenes, en los tiempos medievales, y en la forma de
Unicornios, pues el Unicornio es el símbolo de la Castidad y de la
Sublimación Sexual; de la fuerza proyectiva del Spiritus Mercurialis,
y sólo puede ser capturado y amansado por una virgen. Entonces,
dicen, se transforma en una paloma blanca...
83
84
III. LOS ASTEROIDES ASTROLÓGICOS
III.4. EFEMÉRIDES
85
III.1. HISTORIAS DE DESCUBRIMIENTOS
96
97
III.2. EL CINTURÓN DE VIRGO Y LOS ASTEROIDES
98
de los cuerpos más rápidos que él). Lo que, consecuentemente,
revirtió en un incremento del interés por los Asteroides.
Desde el comienzo de los trabajos astrológicos sobre Asteroides,
fueron, éstos, generalmente asociados al signo de Virgo (“The
mythological meanings of Vesta, Ceres, Juno and Pallas have to do
more with Virgo”, John Robert Hawkins, 1976)44; y, así mismo, fue
evidente su implicación en las relaciones, personales, sociales, de
cualquier tipo, es decir, en la comunicación del ego con su entorno,
como así lo explicaba Dane Rudhyar45, al considerar al Cinturón de
Asteroides como barrera entre los planetas personales (Sol, Luna,
Mercurio, Venus y Marte) y los socio-generacionales (Júpiter,
Saturno, Urano, Neptuno y Plutón). En su conjunto, el Cinturón de
Asteroides, ha sido también relacionado con las actividades
financieras, económicas e industriales (Rodney Collins) 44; pero,
básicamente, su principal función concierne a las relaciones; de he-
cho, la prominencia de los Asteroides en el tema natal suele ser
indicativa de un gran poder operativo, tanto en transformaciones
sociales, culturales, como personales (Demetra George)46.
La misma denominación de “Cinturón” ya le pone en conexión
con Virgo (Virgo corresponde a la zona del abdomen y a los
intestinos; la asociación, por otro lado, con el “cinturón de castidad”
es inmediata sólo con mentar el nombre “Virgo”), pero la imagen de
millares de piedras circulando por todas partes, en esa franja del
espacio, sugiere claramente la idea de las múltiples interrelaciones
que el ego vive con su entorno, relaciones cuyos resultados
determinan el nivel de progresión evolutiva de ese ego. Del mismo
modo que el Cinturón se presenta como una barrera (¿o mejor
“aduana”?) social en la escala planetaria, su relación con Virgo
también lo muestra como tal barrera en la escala zodiacal, pues el
signo de Virgo es el último de los seis primeros signos, los “perso-
nales”, que quedan bajo la línea-horizonte del eje Aries-Libra siendo
este último signo, el primero de los seis signos “sociales”. La misma
relación con Virgo, confirmada por los hechos sincrónicos con los
descubrimientos, sugiere, igualmente, influencias del conjunto de
Asteroides (en el caso astrológico, de los Cuatro Asteroides) en
cuestiones relacionadas con el proletariado y las relaciones laborales
99
y sindicales; con opresión y liberación; con la población y la
natalidad; con la agricultura y la alimentación; con la medicina y la
higiene; con cuestiones educativas, intelectuales y religiosas, y,
parcialmente, con cuestiones legales, especialmente las relativas a
matrimonio-divorcio, acuerdos, tratados, alianzas, sociedades y
asociaciones y marginación socio-jurídica.
Y si los Asteroides dicen “que nos relacionamos”, también dicen
“cómo nos relacionamos”. Si la función evidente del Cinturón, en el
marco zodiacal y planetario, es la concerniente al paso de la
dimensión personal a la dimensión social a través de las relaciones,
lo cierto es que la función “primaria” de los Asteroides, la función
específicamente “personal” y su puesta en práctica es lo que
determina el cauce de las relaciones. Habiendo sido observado el
papel de “agentes desencadenantes” que desempeñan los cuatro
Asteroides en tránsitos condicionados por los Planetas Mayores, y,
dada su relevancia en materia de relaciones, los Asteroides son, a
nivel personal, “concretadores” de las funciones esenciales de los
Planetas Menores o personales. Todos los planetas, en cuanto que
reflejan la luz solar, reflejan el impulso vital y propósito de vida
representados por el Sol, siendo las funciones planetarias, por tanto,
“reconversiones” del principio solar. Los Asteroides “reconvierten”,
así mismo, la luz solar, pero también hacen lo propio con la
planetaria y “personal”. Aparte pues, del Sol (cuyo principio
manifiestan, en última instancia, los planetas “a su modo”), los
planetas personales son la Luna y Venus (femeninos), Mercurio
(andrógino) y Marte (masculino); de ellos, son los femeninos los
“sujetos” básicos del trabajo de los Asteroides; dicho de otro modo,
los Asteroides representan las funciones femeninas de la psicología
humana.
La Luna es (para la Tierra) la principal fuente de luz solar
reflejada, y, como tal, la Luna es el principio de polaridad-dualidad,
el Dos, procedente del Sol, el Uno; Materia Prima, Naturaleza y
Subconsciente. Ese principio de polaridad, Venus lo expresa como
atracción magnética y disolutiva y como energía sexual, lo que hace
que el papel de este planeta, en las relaciones, atracciones y rechazos
(así como en las “escalas de valores”) sea astrológicamente
100
innegable. A su vez, cada uno de los Cuatro Asteroides expresa, de
una forma concreta, el principio polar-magnético que simboliza el
par Luna-Venus, adquiriendo los simbólicos papeles de Madre, Hija,
Esposa y Hermana (respectivamente, según número de orden), que se
van conformando, según la esencia de cada uno, en los múltiples y
variados niveles de realidad.
Y, así, con el auge feminista, la introducción de los Asteroides en
el campo astrológico, simboliza el comienzo del renacer femenino
desde el fondo del subconsciente humano, dónde había quedado
postergado; y representado, no sólo por el creciente grado de
autonomía conquistado por la mujer en relación al hombre (esto sólo
sería el 50% del asunto), sino, así mismo, y con no menor
importancia, por el progresivo reconocimiento en sí mismo, de
funciones consideradas como femeninas, por parte del varón. Pero,
también Marte y Mercurio son expresados por los Asteroides, si bien
en forma distinta a como lo es la función femenina básica. El caso de
Mercurio no incide directamente (pero sí incide) sobre la dualidad
sexual propia de la dialéctica, ya que la función de este ambivalente
planeta es la de interrelacionar el resto de funciones planetarias entre
sí (Mercurio “es” el sistema nervioso y el sistema respiratorio, y
también el intestinal); función perfectamente visualizada en el
cúmulo de asteroides que, del mismo modo, puede ser imagen de la
complejidad funcional del ser humano. Y, aún pese al carácter
“andrógino” de Mercurio, el principio sobre el que este planeta actúa
directamente es el lunar, animándolo con el impulso solar que él,
como cada planeta, refleja, y, así, Mercurio, como “agente espiritual”
permite que el principio básico natural vivo (la Luna), gracias al
impulso vital (el Sol), crezca, se reproduzca y se multiplique
incesantemente; lo cual traduce la imagen de la multitud de
asteroides (que, además “crecen” realmente por colisiones
interasteroidales). Hermes también es un asteroide, uno de los que se
“acerca” a la Tierra, y muchos más del Cinturón, son “mensajeras
mercurianas”, enviadas de los dioses e intercesoras entre uno y otro
mundo. Ése es, igualmente, el cometido que representa el símbolo de
la Virgen y el del signo de Virgo: intercesión entre el cielo y la tierra,
entre arriba y abajo, entre lo divino y lo humano, entre lo social y lo
101
personal...
Así mismo, la función de Marte es reelaborada y concretada por
los Asteroides, pero aquí llegamos a un punto clave de la propia
función del Cinturón, relativa a los objetivos y direcciones sobre los
que la energía marciana se ha de manifestar para que el pasaje a
través de la barrera de Asteroides sea exitoso y permita, así, el
desarrollo de la expansión jupiteriana, hasta los límites saturnianos;
punto clave que requerirá del desarrollo subsiguiente para su mejor
aprehensión. No obstante, antes de pasar a ello, remarcaremos la
mención a Júpiter (que tan prominente influencia física ejerce sobre
los asteroides) y a Saturno, diciendo que, también los Asteroides
conducen el desarrollo hasta los límites y aún más allá y que, en este
cometido, el papel primordial parece ser el de Quirón, al que, más
adelante le dedicaremos la atención que merece.
108
mientras que la cruz, con el círculo encerrando su centro, incorpora
el tercer elemento que conforma la tríada y que es, además,
correspondiente al “sendero de en medio” indicado así por Lao-Tsé,
como vía hacia el Tao, unidad, completación y eternidad. El símbolo
taoísta describe exactamente la realidad de la naturaleza dialéctica,
dual o polar, en la que nos desenvolvemos: cada una de las partes
lleva, en sí misma, el germen de la opuesta, y, si presionamos el YIN
sobre el YANG, éste, automática e irremediablemente, hace lo
propio, y viceversa. Tal es el continuo girar de la rueda de las
reencarnaciones, pues también muerte y vida son otro par de
opuestos más, al menos en lo que se refiere a la vida que conocemos.
113
Si la cruz céltica simboliza también el punto de encuentro
personal consigo mismo y la ordenación y disposición del ego para el
servicio y el sacrificio por los demás, la A dentro del círculo
simbolizaría el punto de encuentro racial humano y el cénit de la
ordenación y armonía sociales. No es, por tanto, nada descabellado
conceptuar el anarquismo como “la más alta expresión del orden”, en
su punto final, y en el que el gobierno y dominación de unos
hombres sobre otros se hace inútil, puesto que cada hombre es dueño
de sí mismo y servidor de sus congéneres, por los que se ha
sacrificado y con los que constituye un solo cuerpo, un solo ser. Del
mismo modo y en función de todo esto, tampoco resulta descabellado
pensar en la complementación y hasta necesidad mutua, de
anarquismo y cristianismo, como ya la concibieron pensadores, ideó-
logos, artistas y figuras espirituales, desde el mismo comienzo de la
era Piscis (previamente anticipada) y a lo largo de toda ella. En ese
sentido, y por nombrar tres ejemplos en los extremos y centro de la
era Piscis, tan cristianos como anarquistas podrían considerarse el
movimiento anarcocristiano impulsado por León Tolstoi, como el
catarismo del Milenio, como las comunidades esenias de las que
surgió el primer cristianismo.
Es ilustrativo a este respecto el hecho de que haya cambiado la
identidad sexual del “hijo”, con el paso del mito de Démeter-
Proserpina al de María-Jesús. El cambio no es gratuito: en la historia
griega ha de existir aún, referencia a la pareja esposo y esposa
(Hades-Proserpina), puesto que ésta (como el Antiguo Testamento)
es una explicación de la ley del karma y de la naturaleza dual. El
Nuevo Testamento es, respecto a ello, un “manual práctico” para la
liberación de la Ley del Antiguo y, en él, Jesús es una figura que, por
un lado, se sitúa por encima de la dualidad sexual y es el primer
ejemplo claro de héroe solar-sin-compañera; y, por otro, adopta una
identidad masculina que ejerce sobre sí mismo la acción tipificada
como viril (marciana) –conquista, dominación, empuje–, y sobre
todos los demás, la acción tipificada como femenina –amor,
compasión, compartición, devoción, sacrificio, ternura, cuidado–,
convirtiéndose en luz-guía y conquistando (venciendo), en definitiva,
a la naturaleza, gracias a la renuncia y el sacrificio de ella misma. La
114
acción se completa definitivamente con la recuperación final de la
Trinidad, por parte de María, después de haberse remarcado
convenientemente el paralelismo María-Jesús, con creciente rele-
vancia de la figura de María sobre la de Jesús. Aquí Jesús es el
hombre; Cristo, el hombre nuevo; todo él, el nuevo dios; y María es
la humanidad en conjunto, el ser humano-divino.
Crucifixión-Amor-Muerte-y-Resurrección son, pues, fases de un
proceso fundamental que conduce a la dominación-vencimiento-
sometimiento-y-gobierno del ego a través de, y para, el sacrificio-
servicio por los demás. Y una vez el Hombre Nuevo ha nacido y ha
adquirido el gobierno de sí mismo, o, a otro nivel, una vez el hombre
pasa a la esfera social-y-espiritual y “sale de sí mismo”, gracias al
sacrificio de amor por los semejantes (la vida), ya no hay sobre él
más gobierno que el divino, cuya voz oye al otro lado del silencio, en
el fondo de sí mismo, sin más intermediario que la naturaleza. Y, así,
el despertar de la conciencia supone apercibirse, además de muchas
otras cosas, de que “Estado e Iglesia” (Juntos y por separado,
también), con su ejército, policía y clero, y demás, son absolutamente
incompatibles e irreconciliablemente opuestos al proceso cristiano y
al nacimiento del Hombre Nuevo, como así lo son la dominación,
opresión, violencia, engaño, abusos, etc, ejercidos sobre cualquiera
de nuestros semejantes, que son toda entidad viva, desde el átomo
hasta el conjunto del finito e ilimitado Universo.
En Virgo es donde la Virgen da a luz la semilla de Amor que
crece y se desarrolla en Libra, a través del amor a los semejantes y en
la cotidiana muerte del ego, para llegar a la Muerte-y-Resurrección
de Escorpio que dará lugar al hombre triple completo representado
por el Sagitario o por el Centauro-con-Lira que es Quirón. Y cuando
el ego se crucifica y muere en el amor a los demás, a la vida y al
propio amor, brota la flor en el centro de la cruz, y la rosa es el loto
que abre las puertas de la vida verdadera, sin muerte y sin tiempo.
Volvemos ahora, con la flor de loto en la mano, de nuevo a los
glifos y símbolos: El loto, Ankh o cruz de Isis (así como el lirio de
Juno, la planta de la inmortalidad) representa esa flor, surgiendo del
centro de la cruz (de una cruz en TAU):
115
Y si recordamos la cruz zodiacal con los signos YIN en la
horizontal, veremos que a la izquierda queda Tauro, y, a la derecha,
Piscis. Según esto, si añadimos al brazo izquierdo de la cruz ansada,
una media luna (la Luna tiene su exaltación en Tauro), y al brazo
derecho un símbolo de “infinito” (Piscis es el signo de la “disolución
cósmica”), estilizándolo convenientemente, llegaremos sin grandes
dificultades al signo de Virgo:
118
Tales correspondencias no son, desde luego, las normalmente
conocidas, pero no por ello dejan de ser significativas, sobre todo, si,
en lugar de buscar regencias, buscamos afinidades y hasta
enseñanzas ocultas de las fuerzas, arquetipos y símbolos puestos en
juego. El otro sistema aludido es el descrito por Marcus Manilius en
su “Astronomicon”, tal como sigue:
“430. De este modo, Aries es gobernado por Palas, Tauro por
Citerea (Venus), Apolo (Sol) rige a los bellos Gemelos, El Cileno
(Mercurio) gobierna Cáncer y tú, Padre (Júpiter), con la Madre de los
dioses, gobiernas Leo. Virgo con sus espigas pertenece a Ceres, la
Balanza a Vulcano, como construida por él mismo, el agresivo
Escorpio a Marte; Diana (Luna) al cazador Sagitario pero en su parte
equina; el contraído signo de Capricornio pertenece a Vesta;
119
Acuario, signo contrario a Júpiter, es regido por Juno y Neptuno
reconoce como suyos a los Peces en el cielo”.
En los dos sistemas de regencias coinciden Palas, regente de
Aries, Ceres, regente de Virgo, y Juno, regente de Acuario (de nuevo
el Yod Aries-Virgo-Acuario). En el sistema de la Tabla de Gabies,
los elementos simbólicos colaterales que acompañan a los dioses son
coincidentes con el sistema de Manilius:
120
ambos sistemas que no tiene, hasta hoy, su correspondiente cuerpo
físico en el espacio), pues ambos están indicando partes o límites de
un mismo proceso, el que va, desde Virgo, hasta Capricornio, y que
se desarrolla a través de Libra, Escorpio y Sagitario. La llama (Vesta)
que surge de Virgo, crece en amor en Libra y devora la vieja
personalidad en Escorpio, originándose el Hombre triple de Sagitario
que culminará su camino al atravesar la Puerta de los Dioses en
Capricornio. El papel de Vulcano, según el proceso descrito, es el
que corresponde exactamente al de Quirón, que, precisamente, por
los efectos en él observados, ha sido asociado a los signos de Virgo
(medicina, sabiduría, enseñanza, servicio), Libra (uniones,
separaciones, bellas artes), Escorpio (medicina, muerte-inmortalidad,
arte bélico) y Sagitario (Quirón, además de ser centauro, es sabio,
maestro y cazador).
De igual modo reseñamos relaciones apuntadas entre Ceres y el
signo de Cáncer (la madre, la nutrición); entre Ceres y el eje Tauro-
Escorpio (el enfrentamiento Ceres-Hades por la compañía de
Perséfone); entre Vesta y Escorpio (Vesta remarcable en el área
sexual, dedicación, tenacidad)56, entre Palas y el eje Géminis-
Sagitario (cuestiones intelectuales, comunicación, filosofía; Palas es
el más firme apoyo de Zeus); entre Vesta y Capricornio (las
regencias de los dos sistemas, la soledad, el retiro, la sublimación);
entre Palas y Juno, con Libra (asteroides concernientes a justicia y a
matrimonio-asociación, respectivamente), y entre el conjunto de
Asteroides y el par Virgo-Libra, especialmente. Ya sólo queda, pues,
antes de pasar al sistema de regencias, considerar la cuestión de la
exaltación-caída.
Tradicionalmente, Virgo ha sido el lugar de regencia YIN y, al
mismo tiempo, de exaltación de Mercurio, por lo que este planeta,
cuya esencia es claramente manifestada por Virgo y cuya
identificación más evidente es con el signo de Géminis, encuentra,
como siempre, su lugar de exaltación en el signo de Virgo; sin
dejarlo de considerar, según esa exaltación, como el “regente
masculino (?)” de Virgo. Y la exaltación de los Asteroides nos
llevaría hasta el signo de Acuario, el cual también ha sido
considerado lugar de exaltación de Mercurio, dado que este planeta
121
es “octava inferior” de Urano, el regente de Acuario; el paso de una a
otra octava es el que llevan a cabo los Asteroides en Acuario. Ya la
Mitología apunta afinidades entre estos signos (Atenea enseña, ayuda
y alienta a Prometeo, ambos considerados “servidores de la
humanidad”; Hebe, la criada escanciadora del Olimpo, sustituida por
Ganímedes y desposada por Heracles; San Juan apóstol, pasa a
sustituir a Jesús en la compañía a la Virgen y recibe, de ella y de
Pedro, la palma), que las regencias clásicas confirman con la
presencia de Juno en el trono de Acuario; y, al fin y al cabo, Acuario
es la sexta casa solar para el sexto signo, Virgo, siendo lugar o signo
clave para el eje Virgo-Piscis, como Aries lo es para el eje Aries
Libra57, y volvemos a encontrarnos de nuevo con el Yod que
“marca” el signo de Virgo y el grado 180° del Zodíaco. Con todo lo
cual el susodicho sistema de regencias quedaría como sigue:
123
Siendo Quirón un pasadizo o pórtico, y los Asteroides los
“servidores de la armonía planetaria” (D. Rudhyar), el Cinturón de
Asteroides se constituye en “pórtico de la conciencia” (Rudhyar),
que repasa y sumariza lo que ya ha sido, permite intuir lo venidero,
y, en definitiva, posibilita actuar en el presente.
124
LOS CUATRO ASTEROIDES Y SUS FUNCIONES PARTICULARES
(ASTEROIDES EN SIGNOS Y CASAS)
1. CERES
127
128
Ceres en los Signos
Ceres en Aries
Ceres en Tauro
Ceres en Géminis
Ceres en Cáncer
131
Ceres en Leo
Una posición más que idónea para el trato con los niños, así
como para disfrutar de una prolífica naturaleza. Puede ser, así
mismo, propia del artista creativo y, en cualquier caso, indica una
fuente de creatividad importante.
El papel paternal tiende a teñirse de rasgos maternales, hasta
incluso presentarse casos de padres (varones) que hacen de madre,
mientras la mujer ocupa otras actividades. Como, por otro lado,
puede ser el caso del artista-maestro y el del instructor deportivo,
preocupados por la higiene, alimentación y salud (material o
espiritual) de sus discípulos.
No es tampoco infrecuente el caso de “padrazo” (o “madraza”)
excesivamente consentidor, o “ciego” para ver los defectos de los
hijos, o los suyos propios respecto a ellos.
Ceres en Virgo
Ceres en Libra
Ceres en Escorpio
Ceres en Sagitario
Ceres en Capricornio
Ceres en Acuario
Ceres en Piscis
Ceres en Casa I
Ceres en Casa II
Buena posición (como con los otros tres Asteroides) para una
eficiente administración económica, así como para preocuparse por
la seguridad de los propios recursos y de los medios de subsistencia
básicos, y, así mismo, para promover tendencias a adquirir y
acumular.
Parece posición favorable para compra-ventas de terrenos.
Ceres en Casa IV
Ceres en Casa V
Ceres confiere aquí facilidades para el trato con los niños y gusto
por las diversiones al aire libre.
Algunos casos observados confirman la disposición para atender,
cuidar y sanar enfermos.
Las actividades creativas que esta posición puede propiciar,
tenderán a orientarse hacia la eficacia didáctica. Ceres suele ser más
artesana que artista.
Puede ser, ésta, posición indicativa de fertilidad.
137
Ceres en Casa VI
Ceres en Casa IX
Ceres en Casa X
Ceres en Casa XI
140
2. PALAS ATENEA
(Tomás, 5)
Palas en Aries
Palas en Tauro
Palas en Géminis
Palas en Cáncer
146
Palas en Leo
Palas en Virgo
Palas en Libra
148
Palas en Escorpio
Palas en Sagitario
Palas en Capricornio
Palas en Acuario
Palas en Piscis
151
Palas en las Casas
Palas en Casa I
Palas en Casa II
152
Palas en Casa III
Palas en Casa IV
Palas en Casa V
Palas en Casa VI
Palas en Casa IX
Palas en Casa X
No tanto como Palas en casa VI, pero también con incidencia re-
marcable, abundan, con esta posición, profesiones tipo Palas (Litera-
tura y arte, sobre todo, si identificamos profesión con vocación).
Pero, incluso los casos de profesiones impuestas circunstancial-
mente, denotaban facilidad para desempeñar responsabilidades y
gusto y eficiencia en el trabajo.
Puede ser, ésta, posición en la que la dedicación profesional, o
social, reduzca y hasta imposibilite la expresión sexual.
Palas en Casa XI
156
3. JUNO
(Tomás, 39)
159
160
Juno en Aries
Juno en Tauro
161
Juno en Géminis
Juno en Cáncer
Juno en Leo
Juno en Virgo
Juno en Libra
Juno en Escorpio
Juno en Sagitario
Juno en Capricornio
Juno en Acuario
Juno en Casa I
Juno en Casa II
Juno en Casa IV
168
Juno en Casa V
Juno en Casa VI
Juno en Casa IX
Juno en Casa X
Juno en Casa XI
171
4. VESTA
Tomás, 49
Vesta es la diosa que nunca sale del Olimpo, diosa del hogar y
del fuego sagrado, y centro espacial referencial, por excelencia.
Astrológicamente es el Principio de Focalización, Concentración y
Dedicación. Esto ya la relaciona, de entrada, con Saturno, o
Capricornio, así como con Escorpio y Virgo; de hecho puede
considerarse el par Saturno-Vesta, complementario.
Como diosa, Vesta es casta y pura, recta y de alto sentido moral,
caritativa y hospitalaria, y enemiga de guerras y disputas. Sus
relaciones astrológicas, además de los signos aludidos, se
manifiestan asimismo con el trío completo de signos de Agua
(Cáncer, Escorpio y Piscis), los signos interiorizadores y espirituales,
así como kármicos, más característicos. A través de estas relaciones,
Vesta adquiere un importante papel en cuestiones familiares,
domésticas, tradicionales y nacionales; en cuestiones sexuales y en
procesos regeneradores; y en cuestiones religiosas y humanitarias.
Como virgen, Vesta representa la independencia y la purificación
orientadas hacia una dedicación por encima de las consideraciones
personales que, normalmente suele ser una dedicación religiosa (o
similar, o equivalente); lo que indica, además de la dirección interior
que comporta, una aproximación a la relación social a través de una
especie de “código ritual”, y, en los casos más claros, una conexión
evidente con rituales y ceremonias, especialmente aquellos que
implican generación de campos de fuerzas sutiles de tipo no-racional
o emocional (cubriendo, Palas, los correspondientes a energías
sutiles de carácter intelectual-artístico). En esas y en similares
condiciones Vesta opera focalizando fuerzas y energías en una
dirección o manifestación unitaria, unidireccional, o vertida sobre un
punto preciso. Así hace con la energía sexual venusina, orientándola
hacia la unión interior y la regeneración (muerte-renacimiento) del
172
ego, constituyéndose en fuente generadora de energía para el servicio
a los demás, y para desarrollar capacidades psicoespirituales (visión
interna, poderes curativos, penetración psicológica, inspiración).
Vesta es un claro ejemplo de virgen, como lo es Palas Atenea, y
ambas son, de los cuatro Asteroides, las que más pueden originar una
sexualidad intensa y poderosa (... Parece como si resultase algo
paradójico...) que, por eso mismo, suele constituirse, tanto en centro
de atracción e interés, como de conflictos, pruebas y sacrificios para
el nativo, y que le lleva, de forma natural, a transcender la propia
sexualidad, gracias al “excedente” de la misma, o, en los casos
conflictivos, a angustiosos callejones sin salida (Vesta suele estar
muy presente en casos de violaciones, abusos sexuales, lujuria
desmedida, tanto por temas natales, como por tránsitos, como, así
mismo, se relaciona con la fertilidad física). En consecuencia, por
muchas y variadas causas o vías (transición, sublimación, miedo,
desinterés, traumas, ...), son Vesta y Palas las que mayormente
originan, tanto el rechazo al sexo, o simplemente, la asexualidad,
como, en los casos de aceptación, la exploración profunda y
transcendente de la sexualidad, que tiende a ser conceptuada y
considerada como “sagrada”, viniendo así, Vesta y Palas, a confirmar
la tradicional relación que Venus en Escorpio establecía entre
sexualidad intensa y fuerte impulso místico o espiritual. En la
Mitología, Dionisos, la figura escorpiana por excelencia, pasa a
ocupar el puesto de Hestia cuando entra a formar parte del “círculo
de los doce olímpicos”.
Los tránsitos de Vesta pueden indicar períodos de retiro, de
soledad, de separación en las relaciones (de cualquier tipo). Aun
cuando la disposición social de Vesta es la del servicio;
temporalmente hay que “renovar la virginidad” y los lapsos de
recogimiento e interiorización cobran una importancia “vital” para el
tipo Vesta, quien, en muchos casos, puede llegar a elegir
definitivamente, una vida de retiro, y que, en la mayoría de los casos,
supone una vía abierta a un espacio “fuera del mundo” que,
precisamente, se sitúa en su centro.
173
174
Vesta en los Signos
Vesta en Aries
Vesta en Tauro
Vesta en Géminis
Vesta en Cáncer
Vesta en Leo
177
Vesta en Virgo
Vesta en Libra
Vesta en Escorpio
Vesta en Sagitario
Vesta en Capricornio
180
Vesta en Acuario
Vesta en Piscis
Vesta en Casa I
Vesta en Casa II
Vesta en Casa IV
Vesta en Casa V
183
Vesta en Casa VI
184
Vesta en Casa VIII
Vesta en Casa IX
Vesta en Casa X
Vesta en Casa XI
186
5. QUIRÓN
(Tomás, 50)
192
193
Quirón en Casa y Signos
200
III.3. LOS ASTEROIDES DE LOS ESCRITORES
201
puede tener, pues, el valor de una orientación aproximativa a la
realidad, de la que las conclusiones a obtener son casi
exclusivamente las concernientes al efecto promovido por los
Asteroides sin que se especifique cómo es ese efecto, si bien sí
pueden obtenerse muchas otras conclusiones con valor de hipótesis a
demostrar o comprobar.
El total fue de mil doscientos treinta y cuatro (1234) temas;
doscientos cincuenta (250) de ellos, con hora natal, es decir, con
casas; y novecientos ochenta y cuatro (984) sólo con la fecha natal,
es decir, con posiciones de planetas y asteroides y sin casas
(Desechamos algunos al descubrir diferencias entre distintas fuentes,
por lo que es presumible que alguna fecha de las que quedaron pueda
ser errónea). Previo el seguimiento de los asteroides, intentamos
corroborar si íbamos por camino acertado, e indagamos si podía,
sobre el material a estudiar, considerarse el signo de Virgo como
especialmente significado con la literatura y la escritura, tal como
muchos astrólogos lo han apuntado; entre ellos, Marcus Manilius,
cuya descripción de Virgo (Erígone), en su “Astronomicon”, es como
sigue:
“Erígone preside la enseñanza. Otorga el talento de escribir...
Erígone, sujeta por uno de los cuatro nodos del círculo de signos,
preside la enseñanza, el magisterio; ella formará por el estudio las
costumbres de aquellos cuyo nacimiento iluminó; éstos
perfeccionarán su espíritu cultivando las Bellas Artes, se afanarán
menos por aumentar sus ingresos que por averiguar las causas
primeras y propiedades de las cosas naturales. Inducirá la facilidad
de palabra, la corrección en el discurso y el sujeto podrá contemplar
las cosas con los ojos del espíritu, aunque se trate de asuntos de
naturaleza oculta. Otorgará también el talento de escribir con la
mayor fama; también será un escritor rápido y la letra será lo mismo
para él que la palabra, la mano más rápida que la lengua y unas
cortas notas representarán las largas frases de un fecundo orador”.
Puestos a encontrar esa relación Virgo-escritura en los temas
recogidos, lo primero fue dejar a un lado aquellos que no tenían
casas, pues la distribución de éstas articula los hechos concretos del
destino, además de individualizar más que las posiciones planetarias
202
en los signos. La constatación de Virgo como significativo en la
escritura era antecedente necesario al estudio de los Asteroides,
como agentes del signo. Y, simplemente, lo que hicimos fue observar
la frecuencia de Ascendentes en Virgo que presentaba el grupo
seleccionado, sin entrar en más detalles, ya que esta primera prueba
(orientativa, insistimos), confirmó suficientemente las expectativas.
El resultado podemos visualizarlo en un gráfico que da cuenta del
número de Ascendentes por signo, y en el que destaca, tanto la
relevancia de Virgo, como la correspondiente irrelevancia del signo
opuesto, Piscis:
205
2. De los doscientos cincuenta (250) temas completos:
A. Ciento noventa y cinco (195) tienen asteroides
conjuntos a los ángulos (97, 1 asteroide / 61, 2 asteroides / 30,
3 asteroides / 7, 4 asteroides).
B. Ciento setenta (170), tienen asteroides conjuntos a las
luminarias (Sol, Luna) o al Ascendente (94, 1 asteroide / 53, 2
asteroides / 18, 3 asteroides / 7, 4 asteroides).
Del resto (80), sesenta y ocho (68) tienen asteroides focales
de figuras:
–39 asteroides focales de figuras del grupo 1 (Gran Cruz y
Semi-cruz) (25, 1 asteroide / 11, 2 asteroides / 3, 3 asteroi-
des).
–13 asteroides focales del grupo 2 (Yod y Dedo del Mundo)
(7, 1 asteroide / 4, 2 asteroides / 1, 3 asteroides / 1, 4 asteroi-
des).
–10 asteroides del grupo 3 (Gran Trígono y Rectángulo) (4, 1
asteroide / 3, 2 asteroides / 2, 3 asteroides / 1, 4 asteroides).
–6 asteroides del grupo 4.
206
4. Del total de mil doscientos treinta y cuatro (1234) temas:
A. Setecientos nueve (709) tienen asteroides conjuntos a
las luminarias o al Ascendente, los temas completos (469, 1
asteroide / 196, 2 asteroides / 39, 3 asteroides / 5, 4
asteroides).
B. Del resto (525), cuatrocientos setenta y seis (476)
tienen asteroides focales de figuras (209 del grupo 1 / 104 del
grupo 2 / 5 2 del grupo 3 / 3 0 del grupo 4).
C. Inversamente, de los mil doscientas treinta y cuatro
temas, mil setenta y siete (1077) tienen asteroides focales de
figuras:
–659 del grupo 1 (440, 1 asteroide / 165, 2 asteroides / 45, 3
asteroides / 9, 4 asteroides).
–221 del grupo 2 (174, 1 asteroide / 37, 2 asteroides / 8, 3
asteroides / 2, 4 asteroides).
–130 del grupo 3 (42, 1 asteroide / 42, 2 asteroides / 36, 3
asteroides / 9, 4 asteroides / 1, 5 asteroides).
–67 del grupo 4 (55, 1 asteroide / 10, 2 asteroides / 2, 3
asteroides).
D. Del resto (157), ciento diez (110) tienen asteroides
conjuntos a luminarias (53, 1 asteroide / 47, 2 asteroides / 9, 3
asteroides / 1, 4 asteroides).
Referencias:
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INDICE DE AUTORES
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EFEMÉRIDES 1925-2000
294
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296
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314
NOTAS
318
en “La simbología”.
55 Oswald Wirth. “El simbolismo astrológico”. Hemos integrado
los sentidos esquemáticos de los símbolos que acompañan a los
dioses, y de éstos también.
56 Estas primeras relaciones de Ceres y Vesta, tomadas de
Demetra George. “Asteroid Goddesses”.
a
57 Acuario es la 6.ª de Virgo y la 12. de Piscis
Aries es la 1.a de Aries y la 7.a de Libra
Géminis es la 2.a de Tauro y la 8.a de Escorpio
Leo es la 3.a de Géminis y la 9.a de Sagitario
Libra es la 4.a de Cáncer y la 10.a de Capricornio
Sagitario, la 5.a de Leo y la 11.a de Acuario
(Los signos YIN no presentan tales correspondencias dómales)
58 Es curioso que, cuando el asteroide Eros (uno do los
excéntricos) fue descubierto, todos los planetas se situaban en un
semicírculo zodiacal, exactamente como en el caso de Quirón, por lo
que podría no ser descabellado el pensar en papeles relevantes de los
asteroides excéntricos como regentes de procesos específicos que
agrupen franjas, fases o sucesiones, de varios signos.
59 Juan Eslava Galán: “Cinco Tratados Españoles de Alquimia”.
Ceres sería la negra; Palas, la blanca; Juno, la multicolor; y Vesta, la
resplandeciente.
60 Demetra George: “Asteroid Goddesses”.
61 Al Morrison y la Asociación para el estudio de Quirón no le
atribuyen regencia fija, señalándolo como indicativo de “pasaje”,
“camino”, “puerta de entrada”; Malcolm Dean y Tony Joseph, así
como Erminie Lantero, le atribuyen regencia o relación sobre los
signos de Escorpio y Sagitario; Gregg Castelluci y Barbara Hand
Clow le atribuyen la regencia de Virgo.
62 Robert Hand relaciona a Quirón con los procesos de expansión
de la conciencia, con la enseñanza y con las iniciaciones.
63 En realidad este planeta focal es más bien el punto hacia el
que se orienta el Yod, y el punto de focalización de esta figura, es el
punto medio del sextil, activado por tránsitos planetarios, o, más
claramente, si un planeta se encuentra en ese punto, “cerrando” el
Yod.
319
64 Las zonas de Máxima Intensidad, investigadas por M.
Gauquelin corresponden a las zonas de los Ángulos, pero con mayor
extensión sobre las casas anteriores a los mismos (XII, III, VI, IX)
que sobre las propias casas angulares. La presencia de un planeta en
una de estas zonas (sobre todo si las demás están vacías) convierte, a
ese planeta, en dominante o especialmente relevante, en el tema.
320
BIBLIOGRAFÍA
328
MUCHO agradaron a los cuatro el trabajo y el tiempo
compartidos, y tras alabar a Nuestra Señora y
agradecerle por el ánimo y la inspiración, las damas y
el ermitaño acordaron reunirse de nuevo, quizás a
componer otro libro que hablase de cómo el peregrino
anda el camino de la vida en pos de su liberación.
Y cuando las damas estaban prestas a partir, habló
Intención y dijo estas palabras:
–Señor santo varón, no acierto a dar ahora con
las palabras que tanto me agradaron para sellar este
encuentro y esta promesa ¿Acaso por ventura
recordáis vos aquellas que dijo Tomás al perdonar a
los otros apóstoles?
El ermitaño respondió y dijo estas palabras:
–Señoras, aquel hombre sabio dijo palabras para
recordar el nuevo mandamiento que nos dio Nuestro
Señor, y las palabras que dijo también las repitió el
docto y muy santo Simeón Ben Yojai, y fueron éstas:
329
330
INDICE
PROLOGO 7
INTRODUCCION …………………………………………….. 11
I. ASTRONOMIA …………………………………………. 17
331
332