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El hombre en forma natural se relaciona con la realidad, entendida ésta como todo lo existente, todo lo que le
rodea; en esa relación trata de entenderla, comprenderla e interpretarla y al mismo tiempo busca su
transformación. En este proceso de relación con la realidad se da un conocimiento que puede provenir de la
experiencia empírica, o de procesos más complejos a través de la ciencia. La realidad, constantemente, está
interrogando al hombre, generando su admiración y éste permanentemente esta dando respuestas a estos
interrogantes no siempre en forma adecuada, pero tratando de buscar la verdad en sus respuestas.
El conocimiento genera un lenguaje con el cual comunica la verdad y las respuestas a sus interrogantes. El
conocimiento humano es fruto de un trabajo individual y colectivo; así, cuando los hombres en la antigüedad
se unieron para dar respuestas a los interrogantes que surgían de la naturaleza, expresaron un mayor avance
en los conocimientos.
El conocimiento implica un proceso muy complejo, mediante el cual el hombre organiza el saber y va
superando las simples experiencias espontáneas por un saber más sistemático, ordenado y coherente a través
de un método. A este saber es al que se denomina conocimiento científico.
Gorgias, desde la época de los presocráticos, afirmaba tres tesis que señalan directamente los problemas de
conocimiento :
1. nada existe;
2. Si existe algo, no lo podemos conocer; y
3. supuesto que existe algo y lo podemos conocer, no lo podemos explicar y comunicar a los demás. De una u
otra forma todos, en algún momento de nuestro reflexionar y de nuestra experiencia, nos hemos puesto ante
los interrogantes que están en el fondo de esta tesis : ¿Es posible tener algún conocimiento de la realidad?
¿De donde surge nuestro conocimiento? ¿De las facultades sensibles o de la razón? ¿Cuándo podemos estar
seguros de que tenemos la verdad o no?
Estos interrogantes son parte de los que plantea la filosofía y, más específicamente, la teoría del
conocimiento. Aquí vamos a tomar algunos de estos interrogantes para tratar de introducir la problemática
que surge a partir de una de las actividades que realiza el hombre en su relación con las cosas.
En este primer interrogante nos situamos ante la posibilidad del conocimiento; ante el problema de si al
enfrentarnos a las cosas, nuestras facultades nos permiten adquirir una representación adecuada de la
realidad, o si por el contrario el hombre no puede tener ninguna seguridad del conocimiento de su medio.
Las respuestas dadas a este problema varían : el dogmatismo considera que es posible el conocimiento; lo
dan como un hecho; creen firmemente en la capacidad cognoscitiva del hombre y suponen que la realidad
existe en forma evidente y se puede conocer a través de nuestra inteligencia.
La actitud escéptica no es una posición que se pueda aceptar, puesto que muy bien podemos equivocarnos
en algunas cosas por nuestros sentidos, pero no siempre. Puede existir una serie de limitaciones que hacen
que nuestro conocimiento sea relativo; esto sucede especialmente con los aspectos relacionados con los
valores humanos, pero no con los objetos que tienen su propio ser. Los objetos no son totalmente conocidos
por el hombre, pero la ciencia los aborda a través de un continuo proceso, en donde persistentemente va
ampliando la verdad sobre ellos.
Los relativistas y subjetivistas caen en la misma contradicción de los escépticos, pues la verdad
significa concordancia con la realidad objetiva. Si se acepta que la verdad es subjetiva, ya al
aceptar, ya al aceptar esta premisa estamos aceptando una verdad universal y se cae en la
contradicción.
El pragmatismo acepta, por otra parte, la posibilidad del conocimiento pero éste debe subordinarse
a la acción y en ella está el fundamento de su validez y la certeza de la verdad.
El hombre primero es un ser que se relaciona con los objetos para solucionar sus necesidades y problemas,
luego elabora teorías; por esta razón, primero es un ser práctico y luego teórico. Para el pragmatismo la
verdad consiste en lo útil y provechoso; la ciencia es válida en la medida que nos lleve a
conocimientos útiles y prácticos.
El pragmatismo olvida el valor de la teoría frente a la práctica o la acción; la acción sin la teoría se convierte
en un caos, en un activismo sin comprensión ni orientación. La teoría y nuestros razonamientos tienen valor
en sí mismos y están continuamente relacionándose con la acción; a su vez, la práctica le sirve a la teoría
para reorientarla evitando que se convierta en simple especulación.
Por último, encontramos el criticismo, para el que el hombre puede llegar a conocer y poseer la verdad,
pero es necesario justificar racionalmente la forma como llegamos a ese conocimiento, demostrando la forma
como conocemos y como los objetos se nos presentan para ser conocidos. Para ello es necesario asumir una
actitud crítica ante el conocimiento; no podemos aceptar todo conocimiento sin que medie un análisis de los
mismos, como también su justificación y explicación.
Al plantearnos este segundo interrogante, nos referimos a los problemas sobre las circunstancias que han
hecho posible que el hombre se preocupe constantemente por conocer el mundo que le rodea, sus leyes su
cambio y su sentido. Igualmente, nos situamos frente a la experiencia y la razón como fuente del
conocimiento humano o si, por el contrario, el hombre ya está dotado de ciertos conocimientos que le son
dados, o si necesita de las facultades sensitivas e intelectivas al mismo tiempo.
Desde una perspectiva histórica, podemos decir que el conocimiento se origina en la cultura,
cuando el hombre comienza a modificar su ambiente para poder sobrevivir y desarrollarse
satisfaciendo sus necesidades; para esto fue necesario que el hombre se preocupara por
comprender la naturaleza, y se entendiera a sí mismo. Las preocupaciones vitales exigieron un
conocimiento, pero, al mismo tiempo, exigió la comprensión del cosmos y su sentido.
Por otro lado, cuando hablamos del hombre concreto, del hombre individual, encontramos varias posturas
frente al problema del origen del conocimiento. En primer lugar, encontramos el racionalismo, para quienes
el conocimiento tiene su origen en la razón; la experiencia no tiene ningún valor en la adquisición del mismo.
Para ellos, los sentidos nos engañan y, por lo tanto, la razón es la única que puede alcanzarlo; además hay
una identificación entre el pensar y el ser, o las cosas mismas.
En los tiempos modernos, Descartes pretende buscar un método que sea similar al de las matemáticas, para
alcanzar una plena seguridad de su conocimiento y así dejar las verdades subjetivas; de esta forma,
Descartes pretende dudar de todo, de la experiencia, de los sentidos, hasta llegar a la convicción de no dudar
de su actitud de duda, de que esta dudando. De esto concluye que sin duda es porque piensa, y a partir del
pensar, de la razón comienza a conocer todo. Por lo tanto, la razón es la única que nos puede proporcionar
un criterio de verdad de nuestro conocimiento.
El valor del racionalismo radica en haber realzado el aspecto racional en el conocimiento humano, sin
embargo, desprecia otras fuentes como es la experiencia.
En el empirismo, para el que la única fuente del conocimiento humano es la experiencia, los
contenidos de la razón son sacados de la experiencia; el espíritu humano no tiene ideas preconcebidas, sino
que esta en blanco para ser escrita por medio de la experiencia diaria. La actitud racionalista quiere aplicar el
método matemático al conocimiento y los empiristas quieren aplicar el método de las ciencias naturales. Todo
conocimiento, en los empiristas, debe haber pasado por los sentidos. Los empiristas niegan las ideas innatas,
pues consideran que si éstas existieran en nuestra mente, todos tendríamos las misma ideas, cosa que es
falsa.
Los empiristas aportan a la teoría del conocimiento el haber resaltado la importancia de la experiencia, al
igual que los racionalistas, pero fallan en asumir una posición extrema.
El intelectualismo llamados por algunos criticismo o posición ecléctica surge como una postura conciliadora
ante los extremos del racionalismo y el empirismo. Para éstos, la experiencia y la razón aportan en la
producción de conocimiento. Nuestro conocimiento tiene, indudablemente, su punto de partida en los
sentidos; este conocimiento sensible nos permite formar las percepciones y, a partir de ellas, surge la
actividad intelectiva.
Las facultades sensibles nos proporcionan información sobre la realidad que luego es procesada
por la razón, la cual elabora los conceptos abstrayendo los elementos comunes, dejando los
accidentales.
Aristóteles es uno de los pensadores que aportaron, en este sentido, a la teoría del conocimiento.
Para él, el conocimiento científico debe ser necesario y universal, no se puede hacer ciencia de lo
accidental y particular; toda representación que se tiene en el intelecto debe tener un fundamento
en la realidad, pues ha sido adquirido por los sentidos que nos relacionan directamente con la
realidad.
Esta posición es asumida más tarde por Tomás de Aquino y, en general, es aceptada por la filosofía.