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Melusina
Melusina
Fue por eso que al crecer, Melusina y sus hermanas decidieron encerrarlo en una montaña,
utilizando sus poderes. Pero esto no complació a su madre, quién decidió castigarla a ella por ser la
mayor, condenándola a transformarse en serpiente de cintura para abajo cada sábado.
Tiempo después, Melusina conoció al conde de Poitiers, Raimondín. Enamorados como estaban, no
tardaron en casarse, pero ella le hizo jurar que no estarían juntos los sábados; pues tenía que
mantener en secreto su maldición. Por muchos años él pudo cumplir con su juramento y tuvieron
varios hijos, que no obstante siempre nacían con algún defecto: una mancha en la nariz, orejas
grandes, un diente enorme…
Creyendo que Melusina le estaba siendo infiel, Raimondín decidió espiarla un sábado. Hizo un hoyo
en la puerta de su habitación y al acercarse a observar, grande fue su sorpresa. Ella se estaba
bañando en una tina hecha con mármol y su parte inferior, tenía la forma de una serpiente.
Cuando Melusina se dio cuenta de que había sido descubierta, se alejó para siempre de su esposo,
pues nunca más pudo recuperar su forma humana.
Desde entonces, se dice que ella se aparecía en distintos castillos de Francia cuando alguien estaba
a punto de morir y que escuchar su llanto, era un presagio de que se avecinaban las peores
desgracias.
Esta leyenda corta proviene de China, en donde es muy popular. Cuenta la historia que una joven
contrajó matrimonio y se fue a vivir a casa de su esposo, en donde aún habitaba la madre de este.
Es tradición en la cultura de aquel país, que las nueras cuiden de sus suegras como si fueran sus
propias madres y así mismo, tienen la obligación de obedecer en todo lo que ellas les indiquen.
Sin embargo, para la protagonista de esta
leyenda cada vez resultaba más difícil hacerlo.
Constantemente ambas tenían enfrentamientos y
en la casa, no había un solo día de tranquilidad
para la familia.
Con el tiempo, ambas se volvieron grandes amigas y las discusiones cesaron. Ahora se trataban con
cordialidad y llevaban una relación de madre e hija, por lo que la joven esposa empezó a sentir
arrepentimiento de sus propósitos iniciales. Y fue así como nuevamente acudió a hablar con el
hombre que le había dado las mágicas hierbas.
-No tienes nada de que preocuparte. En realidad esas hierbas no tienen ningún poder. Deje que
pensaras lo contrario, para que te acostumbraras a amar a tu suegra y pudieras recibir amor a
cambio. El único veneno era el que existía en su relación, antes de empezar a conocerse.
Refranes