Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A diferencia del dióxido de carbono, el monóxido es un gas venenoso, incoloro e inodoro, según
explicó ayer la licenciada en química y máster en ciencias ambientales Carmen Sánchez Pujols.
Aunque ambos gases están compuestos por carbono y oxígeno, el dióxido contiene dos átomos de
oxígeno y el monóxido solo uno.
“Su toxicidad radica en su alta capacidad de unirse a la hemoglobina, molécula que transporta
el oxígeno en la sangre. Tanto el oxígeno como el monóxido se unen al hierro de la hemoglobina, o
sea, el hierro que tenemos en la sangre, pero ésta tiene una afinidad 250 veces mayor por el
monóxido que por el oxígeno provocando que las moléculas de hemoglobina que se encuentran
unidas al monóxido de carbono no pueden transportar el oxígeno necesario para los procesos
metabólicos”, explicó la coordinadora del Departamento de Química del Instituto Tecnológico de
Santo Domingo (Intec).
Afirmó que una pequeña cantidad de monóxido que se inhale produce letargo y dolor de
cabeza llegando a provocar la muerte cuando la mitad de las moléculas de hemoglobina forman
un compuesto con el monóxido de carbono llamado carboxihemoglobina en el cuerpo.
Todo esto puede ocurrir en cuestión de minutos cuando el monóxido ha sustituido todo el
oxígeno que hay en el ambiente, especialmente en espacios cerrados.
Según el director del Instituto Nacional de Patología Forense, Santo Jiménez Páez, la intoxicación
por químicos va precedida por una pérdida de la conciencia inicial en escasos minutos.
“Es como si fuera un sueño anestésico, y es considerado incluso, una muerte dulce, porque ese
gas, el monóxido, es una sustancia inodora, no se ve, entonces, usted lo inhala y lo que está sintiendo
es una especie de letargo, de sueño, que se considera dulce, es un sueño sin trastorno, y como todo
el que se duerme no se da cuenta que se duerme…”.
Si bien ninguna de las siguientes recomendaciones puede asegurarnos que no haya CO en los
ambientes, tener en cuenta estos puntos nos puede ayudar a evitar una intoxicación. Es necesario
observar el color de la llama, que debe ser azul, no amarilla ni anaranjada, mantener limpias las
salidas de los conductos de ventilación -por ejemplo, evitar que se hagan nidos de pájaros- y
monitorear que los conductos no estén fisurados o con corrosión. En el caso de no tener la posibilidad
de hacer un servicio de mantenimiento a los artefactos por un gasista matriculado, se recomienda
dejar abierta una ventana unos centímetros en cada ambiente para que el aire se pueda renovar.
De todas maneras, esto puede no ser suficiente para evitar combustiones incompletas. Esto
dependerá de la mezcla de aire puro y de aire contaminado y de su velocidad de renovación. De
ser posible, colocar detectores de gases metano y CO. Y tener especial atención cuando se
calefacciona con braseros, garrafas o incluso hogares, ya que es necesario asegurar que haya
renovación de aire dado que en estos casos estamos quitando oxígeno del ambiente. Si es posible,
evitar usar artefactos de tiro natural.
En primer lugar, se pueden presentar mareos y dolor de cabeza, luego, dolor estomacal y
adormecimiento. Estos son síntomas comunes a muchas enfermedades, y por lo tanto si se sospecha
de una intoxicación por monóxido de carbono lo que se recomienda es salir al exterior, si es posible
un ambiente abierto, y respirar profundamente durante unos minutos. Luego, pedir ayuda y al ingresar
nuevamente abrir las ventanas y apagar la fuente de emisión de gas. También, puede ser que la
intoxicación sea crónica, por lo tanto, es importante estar atentos a la repetición de estos síntomas
sin la presencia de un cuadro de enfermedad.