Line Magudl
‘RES HOMBRES JUNTO AL RIO*
Mataréis af Dios del Miedo, y
slo entonces seréis libres.
RM
‘Vio la hormiga titubear un instante y al fin subir
ecidida por el l6bulo y desaparecer luego en el ofdo
el hombre. Como si hubiesen percibido el alerta
de un fotuto, para él inaudible, las otras empren-
dieron la misma ruta, sin vacilar siquiera, invadien-
do la oreja de un color tan absurdamente palido,
Odservaba en cuclllas, como un cacique en sti
dujo, inmévil, con la misma inexpresividad de un
cemf que hubiesen tallado en tronco de guayacin
en vez de labrado en piedra. Seguia sin pestafiear
la invasién de los insectos en la oreja del hombre.
No experimentaba ansiedad, ni alegria, ni odio.
Observaba, sencillamente, Un fenémeno ajeno a
4, fatal, inexorable.
El crepisculo tefila de achiote el azul del cielo
sobre vel claro junto al rio, Pro las sombras
empezaban a alongarse en el bosque cercano.
‘Yor humana callaba ante el misterio. Sélo las higua-
‘eas en la espesura ponfan una nota discordante en
fl mondtono areyto. del coqut.
‘Alz6 Ta vista y vio a sus dos compafieros. En
cuclillas también, inméviles como él, observando» RENE MARQUES
al hombre cuya piel tenia ese color absurdo del
ccasabe. Pens que la espera habla sido larga. Dos
‘veces el sol se habia alzado sobre Ia Tierra del
Altivo Sefior y otras tantas la habia abandonado,
‘Sintié una gran gratitud hacia ellos. No
ddemostrado. Ni siquiera por la pacienc
pera, sino por compartir su fe en el acto sacrilego.
Tenfa sed, pero m0 quiso mirar hacia el rio. El
rumor de las aguas posefa ahora un sentido nuevo:
‘vor agénica de un dios que musitara cosas de muer-
te. No pudo menos que estremecerse, El frio baja
‘ya de ta montafa. Pero en verdad no estaba seguro
de que asi fuese. Es el frio, repitié para sf terca.
‘mente. ¥ apret6 sus mandibulas con abla,
Era preciso estar seguro, seguro de algo en un
‘mundo que sibitamente habta perdido todo su sen-
tido, como si los dioses se hubiesen vuelto locos, y
‘el Hombre sélo fuese una flor de majagua lanzada
al torbellino de un rio, flotando apenas, a punto de
naufragio, girando, sin rumbo ni destino, sobre las
‘aguas. No como antes, cuando habia un orden en
las cosas de la tierra’ y de los dioses, Un orden
‘fclico para los hombres: Ia paz del yucayeke y ef
ardor de la guastbara, la bendicién de Yuquiyd y
la furia de Jurakén, ia vida siempre buena y la
muerte mala siempre. Y un orden inmutable para
los dioses: vida eternamente invisible en lo alto de
la Montafia. Todo en el universo habla tenido un
sentido, pues aquello que no lo tenfa era obra de
los dioses y habia en ello una sabiduria que no dis-
ccutian los hombres, pues los hombres no son dioses:
y su dinica responsabilidad es vivir Ia vida. buena,
‘en plena libertad. Y defenderla contra los earibes,
‘que son parte del orden ciclico, la parte que procede
de las tinieblas. Pero nunca las tinieblas prevalecio-
ron, Porque la vida libre es la luz. Y la luz ha de
poner en fuga a las tinieblas. Desde siempre. Desde
‘que del mar surgiera la Gran Montatia. Pero ocurrié
THES HOMBRES sURTO AL Rio a
Ja catéstrofe. ¥ los dioses vinieron a habitar entre
10s hombres. ¥ Ia tierra tuvo un nombre, un nue
‘vo nombre: Infierno, -
Desvi6 la vista de sus dos compafieros y dejé
cescurrir su mirada sobre el cuerpo tendido junto al
rio, Sus ojos se detuvieron en el vientre. Estaba
horriblemente hinchado. La presiéa habla desga-
rrado las ropas y un trozo'de piel quedaba al
descubierto. Penis que aquella carne era tan blan-
2 como la pulpa del guamé. Pero la imagen le pro-
dujo una sensacién de ndusea. Como. si hublese
inhalado Ja primera bocanada de humo sagrado en
cl ritual embriagante de la cojoba. Y, sin embargo,
xno podia apartar los ojos de aquella ‘protuberancia
‘que tenia la forma mistica de la Gran Montala. Y
a la luz crepuscular le parecié que el vientre cre
fa ante sus ojos. Monstruosamente creciendo, ame-
nazador, ocupando el claro junto al rio, invadiendo
Ia espesura, cretiendo sienipre, extendiéndose por
Ja ‘tierra, destruyendo, aplastando, arrollando ‘los
valles, absorbiendo dentro de sf los més altos plcos,
extinguiendo implacable y para siempre Ja vida...
ela vida?
Cerré los ojos bruscamente. No creo en su poder.
No creo. Volvié a mirar. Ya el mundo habia, reco-
bbrado su justa perspectiva. El vientre hinchado era
otra vez sélo eso, Sintié’ un gran alivio y pudo
sonreir. Pero no lo hizo. No permitié que @ su
rostro se asomara el minimo reflejo de Io que en
su interior pasaba, Habia aprendido con los dioses
Eos sonretan cuando odlaban: ‘Tras de su amis-
tad se agazapaba la iiuerte. Hbliban del amor ¥
esolavizaban al hombre. Tenian una religidn de co
Tidad y perdén, y flagelaban las espaldas de aque-
Mos que deseaban servirles libremente, Declan Ile-
var en sf{ la humildad del nifio misterioso nacido
fen un pesebre, y pisoteaban con furlosa soberbiaREN MARQUES
rostros de los vencios. Eran tan feroces como
Caribes. Excepto qui por el hecho de'no co.
er carne. de bombre. Eran dieses, sn enlargo,
‘eran por su aspect, dstinto 2 todo lo por el
hombre conocido. Y por el trueno que eacerraban
408 fotutos negros. Eran dloss, Mis eigen son
diss, habia dicho Ageybana el Velo.
Sintis sobre sla mirada de los otos, y ald sus
ojos hacia ells. Se miracon en ‘silencio, Greys que
ban a decir algo, a sugerir quizd que abandonatan
Jnvespera.Fero-en los Toate amigos 20° pudo. dis
emir inguietud o impacencia. Sus miradas eran
firmes, tranqulizadoras. Casi como si fuesen clos
Jos que trataran de nfundie énimo. Olra ver {wo
deseos de sonrele. Pero su Tostto permaneso. dure
tomo. una pled,
‘zd la cabeza para mirar a Jo alto. Las nubes
tenfan ahora el color de la terre, Mas sriba, no
Bott habia sesjosanavlon Yea juste que
st fest, Ge era el color del inetal gue
‘boraban los dloses miros, Yala, en foal is
sible lamado ‘Cielo, donde habitaba el dios supre
to de los extrafios sere, todo, sin dude, seria ama:
Tilo, Raro, inexplicable. dos cupremo, que se hao
hombre, y'habliS entre los hombres, por’ estos
fue sacrficado,
=zPero era hombre? ¢Hombre de carne 3 hueso,
como nosotros? "-sorprendié. con su. pregunta ef
onsejero blanco de naga part » cabecs monda,
como fruto de. higuero
St ho mio. Hombre.
ZY to matoron?
Si, 10 mataron
el murié de verdad?