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Carl Menger (1840-1921)

Carl Meger hijo de un abogado, nació en Galicia estudio en las universidades de Viena
y Praga, y recibió su doctorado en la Universidad de Cracovia. Como profesor en la
Universidad de Viena. Meger público su tratado que abrió una brecha: Principles of
Economics. Este libro apareció en 1871, el mismo año en que se publico la principal
obra de Jevons. La meta a largo plazo de Menger era producir un trabajo sistemático en
economía y un tratado muy completo sobre la índole y los métodos de las ciencias
sociales. Su interés y el alcance de sus proyectos crecieron y en 1903 renuncio a su
profesorado para dedicarse por completo a su trabajo, Durante las tres últimas décadas
de su larga vida publico muy poco, debido a que se sentía insatisfecho con sus escritos.
A su muerte dejo voluminosos manuscritos fragmentados y desordenados.
Contribuciones mas significativas de Menger:
El concepto de Meger de la utilidad marginal decreciente
Grado de Satisfacción Marginal
Unidad (Alimentos) (Tabaco)
consumida I II III IV V VI VII VIII IX X
1a. 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
2a. 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0
3a. 8 7 6 5 4 3 2 1 0
4a. 7 6 5 4 3 2 1 0
5a. 6 5 4 3 2 1 0
6a. 5 4 3 2 1 0
7a. 4 3 2 1 0
8a. 3 2 1 0
9a. 2 1 0
10a. 1 0
11a. 0

La Teoría del Valor de Meger:


Lo mismo que Jevons, Menger sustentó su teoría del valor en el concepto de la utili- dad. Sin
embargo, a diferencia de Jevons, deliberadamente no utilizó las matemáticas en la formulación
de su teoría y evitó desarrollarla sobre una base benthamita. Su exposición de la utilidad
marginal decreciente y del equilibrio de las utilidades mar- ginales incluía un ejemplo que se
reproduce aquí como la tabla 13-1, que muestra los valores hipotéticos de la utilidad marginal
para varios números de unidades de 10 bienes, o clases de bienes (I al X). Las cifras a lo largo
de cada columna representan las adiciones sucesivas a la satisfacción total que resulta del
creciente consumo del bien designado. Por ejemplo, el artículo de consumo más importante
es el alimento y se supone que la primera unidad de alimento consumido tiene una utilidad
de 10, como se muestra en la columna I. Si se consumió una segunda unidad de alimento el
mismo día, su utilidad sería nueve. Con 10 unidades de alimento disponible, la última unidad
proporcionaría una satisfacción de uno. Observe que en la columna I una undécima unidad
de alimento no le añade nada a la utilidad total de esta persona.
El tabaco, que se necesita con menos urgencia, se muestra en la columna V. La primera
unidad consumida proporciona una satisfacción de sólo 6 y, más allá de 6 unidades, niveles
de consumo más altos no incrementan la utilidad. Si un individuo obtuvo 4 unidades de
alimento, la utilidad por unidad de esa persona disminuiría de 10 a 7. Entonces se encontraría
con que una quinta unidad de alimento le ofrecería la misma satisfacción (6) que la primera
unidad de tabaco (también 6). Suponga que esta persona desea gastar $10 y que las unidades de
los bienes cuestan $1 por unidad.
¿Cómo se asignarían los $10? Debe recordar el análisis previo de la regla equimarginal para
confirmar que la respuesta es 4 unidades de I, 3 unidades de II, 2 unidades de III y una unidad
de IV. Con esta combinación se gastarán los 10 dólares y las razones de utilidad
marginal/precio para cada artículo será de 7⁄ $1.
Una suposición implícita en la tabla de Menger es que cada unidad de cada bien representa
el mismo gasto de dinero, de esfuerzo o de sacrificio ($1 en el ejemplo). De lo contrario, si
una unidad de tabaco se pudiera obtener con $0.10 o 5 minutos de trabajo, mientras que una
unidad de alimento requiriera $1 o 50 minutos de trabajo, la primera unidad de tabaco sería
más deseable (6⁄ $0.10) incluso que la primera unidad de alimento (10⁄ $1).
Otra suposición implícita de Menger es que el individuo que economiza califica la
satisfacción no sólo en dirección ordinal, sino también cardinal. La calificación ordinal
permite decir que el primer dólar gastado en alimento en cualquier día proporciona más
satisfacción que el segundo dólar gastado en alimento, o bien el primer dólar gastado en
cualquier otra cosa representada en la tabla. Ésta es una declaración relativa que indica que
un artículo tiene una calificación más o menos alta que otros en términos del valor.
Respecto de los valores cardinales, el primer dólar gastado en alimento proporciona
exactamente el doble de utilidad que el sexto dólar gastado en alimento, o bien, el segundo
dólar gastado en tabaco. La validez de esas comparaciones tan precisas es, por supuesto,
dudosa. Los economistas posteriores sustituían la utilidad ordinal por la cardinal en el
desarrollo de sus teorías de la elección racional del consumidor.
Menger obtuvo una conclusión interesante de su tabla. Suponga que un individuo sólo se
pudiera permitir 7 unidades de alimento. Entonces ese individuo sólo podría satisfacer
aquellos deseos de alimento cuya importancia varía de 10 a 4 unidades de utilidad marginal.
Los otros deseos de alimento, con una importancia variable de 3 a 1, seguirían insatisfechos.
¿Entonces cuál sería la utilidad de las 7 unidades de alimento para esa persona? Jevons sumaría
las utilidades marginales de cada unidad, desde la primera hasta la séptima para obtener una
respuesta de 49 (10 + 9 + 8 + 7 + 6 + 5 + 4).
Sin embargo, la respuesta de Menger sería 28 (4 × 7), la utilidad marginal de la última
unidad multiplicada por el número de unidades. ¿Por qué? Menger respondía que todas las
unidades son iguales; por tanto, cada una tiene la misma utilidad que la unidad marginal. Si
una persona sólo tuviera una unidad de alimento al día, su estado de casi inanición le atribuiría
una utilidad más alta a esa unidad. Pero si esa persona tuviera siete unidades, ninguna unidad
individual de alimento le proporcionaría más satisfacción de la que le proporcionaría la unidad
marginal.
De manera que Menger igualaba el valor de intercambio con la utilidad total, a diferencia
de Jevons, que igualaba el valor de intercambio con la utilidad marginal. Jevons habría dicho
que en la columna I de la tabla 13-1, 10 unidades de alimento tienen una utilidad total
mayor que 5 unidades, pero que la décima unidad tiene una utilidad marginal menor que la
quinta unidad. De manera similar, una cosecha grande de trigo ofrece más utilidad total que
una pequeña cosecha de trigo, incluso si la más grande se vende por menos dinero. Por otra
parte, según Menger, 5 unidades de alimento proporcionan más satisfacción para el
individuo (6 × 5 = 30) que 10 unidades (1 × 10 = 10). De manera que Menger diría que una
pequeña cosecha de trigo puede ser más satisfactoria para los consumidores que una grande.
Ése sería el caso cuando la más pequeña se vende por más dinero que la grande, debido a que
la utilidad marginal de la cosecha más grande es muy baja. De las dos formulaciones, los
economistas contemporáneos aceptan la perspectiva de Jevons sobre este tema.
La medida del valor, decía Menger, es totalmente subjetiva. Por consiguiente, un bien puede
tener un valor mayor para un individuo, poco valor para otro y ningún valor para un tercero;
depende de las preferencias de los tres individuos y de las cantidades de ingreso disponibles
para cada uno. De manera que, no sólo la naturaleza del valor, sino también la medida del
valor, son subjetivas. El valor no tiene nada que ver con el costo de producción.
El valor que un individuo que economiza le atribuye a un bien es igual a la importancia de la
satisfacción particular, que depende de que solicite el bien. No hay una conexión necesaria
ni directa entre el valor de un bien y si, o en qué cantidades, el trabajo y otros bienes de un
orden más alto se aplicaron a su producción. Un bien no económico (por ejemplo, una
cantidad de madera en una selva virgen) no tiene un valor para los hombres porque se hayan
aplicado grandes cantidades de trabajo o de otros bienes económicos en su producción. No
importa si un brillante se encontró accidentalmente o si se obtuvo de una mina de diamantes
con el empleo de mil días de trabajo; eso no tiene ninguna importancia para determinar su
valor. En general, en la vida práctica nadie quiere conocer la historia del origen de un bien
al estimar su valor, sino que sólo considera los servicios que le prestará ese bien y de lo que
tendría que prescindir si no lo tuviera a su disposición. Los bienes en los que se ha gastado
mucho trabajo a menudo no tienen ningún valor, mientras que otros, en los que se ha
gastado muy poco o ningún trabajo, tienen un valor muy alto. Los bienes en los cuales se
gastó mucho trabajo y otros en los que se gastó muy poco o ningún trabajo a menudo
tienen un valor igual para los hombres que economizan. Por consiguiente, las cantidades de
trabajo o de otros medios de producción aplicados a su producción no pueden ser los factores
determinantes en el valor de ese bien.6

La base del valor de intercambio, decía Menger, es la diferencia en las valuaciones


subjetivas de los mismos bienes que hacen diferentes individuos. Negaba la máxima de Smith
de que el valor de intercambio se debe a la propensión al trueque, al comer- cio y al
intercambio de una cosa por otra, de que el comercio es un fin en sí debido a que es
agradable. En vez de eso, Menger argumentaba que el comercio se lleva a cabo para
incrementar las satisfacciones disfrutadas por las partes en el intercambio. El comercio
incrementa la utilidad total de ambos comerciantes. “El principio que lleva a los hombres al
intercambio es el mismo principio que los guía en su actividad económica como un todo; es
el esfuerzo para asegurar la máxima satisfacción posible de sus necesidades.”

La Teoría de la Imputación
Menger originó la idea de la imputación en los factores de fijación de precios de la
producción. Los marginalistas hacían hincapié en la importancia de la demanda del
consumidor, en especial en sus aspectos psicológicos subjetivos, para la fijación de
precios. Los conceptos de utilidad total y utilidad marginal se refieren a los deseos del
consumidor; por consiguiente, sólo aplican a los bienes y servicios para el consumidor.
¿Qué es lo que gobierna los precios de los bienes de “orden alto” utiliza- dos en la
producción, tales como maquinaria, materia prima, tierra, etcétera?
Menger, en su teoría de la imputación, afirmaba que esos bienes también les producen
satisfacción a los consumidores, aun cuando sólo sea indirectamente, al ayudarlos a
producir cosas que sí satisfacen directamente sus deseos. La utilidad marginal que
obtienen los consumidores de un trozo de hierro está gobernada por la utilidad marginal del
producto final que se hace con ese hierro, por ejemplo, un dedal; el hierro tiene una
utilidad imputada a él por la utilidad del dedal. De manera que el principio de la utilidad
marginal se extiende a toda el área de producción y distribución. Por ejemplo, la renta
recibida por los terratenientes está gobernada por la utilidad de los productos que se
cultivan en esa tierra. Los factores, o agentes de producción, son los valores de uso
asignados que gobiernan a sus valores de intercambio. El valor presente de los medios de
producción es igual al presunto valor (basado en la utilidad marginal) de los bienes para
el consumidor que producirán con dos deducciones: un margen restado “para el valor de
los servicios de capital” (interés) y una recompensa para la actividad empresarial
(utilidad).
La doctrina de la imputación fue un ataque a las teorías del trabajo y del costo real del
valor. Menger decía que es un error de lo más fundamental argumentar que los bienes
alcanzan un valor por nosotros porque en su producción se utilizaron bienes que tienen un
valor por nosotros. Esta falsa doctrina, decía, no puede explicar el valor de los servicios de la
tierra, el valor de los servicios del trabajo ni el valor de los servicios del capital. Por el
contrario, el valor de los bienes utilizados en la producción debe estar determinado, sin
excepción, por el presunto valor de los bienes para el consumidor que ayudan a producir.
Menger negaba que el precio del trabajo común esté determinado por el costo de la
subsistencia mínima para el trabajador y su familia. Los precios de los servicios de trabajo,
lo mismo que los precios de todos los bienes, están gobernados por su valor. Y sus valores
están gobernados “por la magnitud de la importancia de la satisfacción que se habría
quedado insatisfecha si fuéramos incapaces de disponer de los servicios del trabajo”.

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