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Análisis del Libro “Delincuencia Organizada, Lavado de dinero y

Terrorismo. El Derecho Penal del enemigo y la restricción de los


Derechos Humanos en el Neoliberalismo Jurídico”

La autora, Dra. Lizbeth Xóchitl Padilla Sanabria en el libro “El derecho penal del
enemigo y la restricción de derechos humanos en el neoliberalismo jurídico
mexicano” tocando los temas de “Delincuencia organizada”, “Lavado de dinero” y
“Terrorismo”, permite comprender la idoneidad de publicar un texto con esos
temas tan importantes para los días actuales que vivimos en la globalización, ya
que como lo global se vive en lo local, por ello, es interesante como la autora nos
lleva mediante un hilo conductor desde los aspectos teóricos del funcionalismo
penal del derecho penal del enemigo, sus características globalizantes con los que
se trastoca el sentido del derecho penal mexicano y como nos lleva a una inclusión
acerca de mirar los problemas de la delincuencia organizada y el sentido de
dominación del entendimiento velado del lavado del dinero.

La interacción de la referencia del derecho penal del enemigo ve a la subjetividad


humana como el elemento principal, tal como es congruente con los paradigmas
de la sociedad del conocimiento, donde la persona pierde valor y únicamente se
considera la subjetividad como base del entendimiento de la vida social; por lo que
el segundo capítulo se refiere a otro elemento subjetivo: “Los derechos humanos”,
los cuales deben de entenderse a la par de las nuevas reformas estructurales de
México, los derechos humanos ya no son comprendidos en el sentido del derecho
mexicano moderno, sino que están directamente relacionados con el “Ejercicio del
poder económico” y por lo tanto, un modo como pueden utilizarse los derechos
humanos desde el realismo de derecha es como un instrumento de injerencia: “Ley
patriota de los Estados Unidos de América”, ello no implica que esa es la única
forma de comprender a los derechos humanos, sino que si los derechos humanos
se observan desde el realismo de derecha, pierden automáticamente su sentido
humanista, que siempre fue el criterio de México, más actualmente estamos frente
a una redeterminación funcionalista de esos derechos humanos, el realismo de
derecha nos habla de un Estado fuerte, el cual se caracteriza por el respeto a los
derechos humanos y eso se puede hacer mediante un estado altamente
tecnológico y vigilante, es decir, la tecnología de la vigilancia en cámaras,
tecnología hacendaría para que se paguen impuestos elevados en nombre del bien
social, exigiendo sacrificios de la clase media y clase baja, posicionándose el
Estado como un ente que puede fincar responsabilidad de lavado de dinero.

Lo opuesto al Estado fuerte es el estado débil, donde hay dos características,


autoritarismo y corrupción, es decir, son las dos formas violatorias de los derechos
humanos que resalta la OCDE así como la ONU, por lo cual, hay que ver el tema
de los derechos humanos a nivel regional y en su momento global, no a nivel
nacional, en donde se perdería toda capacidad de comprender el sentido que el
realismo de derecha le da a los derechos humanos

Si se observa América Latina desde el realismo de derecha, debemos remontarnos


a la escuela de las américas, la cual estuvo dirigida por el personal militar de
Estados Unidos de Norteamérica, lugar donde se enseñaron prácticas de tortura tal
como lo evidencia uno de sus manuales desclasificados: “Kubark”, en donde la
finalidad de la tortura no es solamente lastimar para obtener información, sino la
más importante, modificar la conducta de una persona a través de la presión
psicológica, es en la mente del sujeto o de la sociedad donde se dan los
verdaderos efectos del realismo de derecha, y es en ese plano donde debemos de
centrar la atención de que es lo que ocurre con la interacción de la cultura penal
del derecho penal del enemigo, están modificando nuestra cultura mexicana y en
forma definitiva, los efectos de modificación cultural o injerencia se dejan ver
claramente en la ley patriota.

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