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Los pueblos andinos que habitaban esta tierra antes de la posterior invasión europea,
vivían en armonía con bosques, selvas, prados, animales y plantas; manteniendo el
orden de la naturaleza, la pureza del agua y del aire, sin contaminar ni causar erosión.
Siempre supieron utilizar los recursos de la naturaleza, sin destruirla y sin producir
basura, ni mucho menos contaminar su hábitat.
Un país diverso El Perú está enclavado en una de las regiones geográficamente más
complejas del mundo, dominada por la presencia de los Andes. La Sierra es la segunda
región natural del Perú, está determinada por la presencia de la cordillera de los
Andes, la segunda cadena montañosa del planeta, que se extiende desde el nivel del
mar hasta los 6.800 metros de altitud, y la atraviesa longitudinalmente de norte a sur,
que corre paralela a la Costa dividiéndose en su recorrido en tres ramales: las
cordilleras Occidental, Central y Oriental. Los Andes encierran profundas quebradas,
macizos, llanuras, valles longitudinales y transversales donde prima la diversidad
geográfica y ecológica. Sus glaciares y altiplanos están considerados entre los más
elevados del mundo
Desde la visión de los pueblos y comunidades del Perú se declara que “entendemos
por territorio la totalidad del hábitat de un pueblo, es decir desde el punto de vista
geográfico comprende la superficie terrestre, las aguas y el subsuelo (con todos los
recursos naturales que se encuentren en el territorio); y desde el punto de vista
cultural, abarca el espacio en el cual nuestra cultura se asienta y reproduce. Además,
en ese espacio se expresa la espiritualidad y cosmovisión, música, danza, poesía,
literatura y muy especialmente, se recrea la riqueza y multiplicidad lingüística. Del
buen manejo material y espiritual del territorio derivan una serie de derechos (…)”.
(Propuesta concertada para incorporar los derechos de los Pueblos Indígenas y
Comunidades en la Constitución Política del Perú; abril de 2003 citado por Vittor,
2007).
Las razones por las cuales los pueblos andinos hasta el día de hoy cuidan la naturaleza
y no la convierten en desiertos son varias, pero esencialmente ellos percibían a las
plantas, los animales, el paisaje, la naturaleza toda –incluyendo al humano, como una
totalidad material y espiritual, no solo como « recursos naturales » para usar. En su
cultura, no existía separación entre la naturaleza y lo sagrado; por eso, la
reverenciaban.
El territorio y los recursos naturales constituyen la base del modo de vida especial de
los pueblos andinos y es el elemento central de su demanda histórica. El territorio
para los indígenas es fuente de identidad, de sustento material y espiritual, de
derechos y de vida. Los pueblos indígenas fueron constantemente desplazados de sus
territorios durante la colonia, y en la actualidad enfrentan nuevas formas de
colonización denominadas “concesiones” que, otorgadas por los Estados para la
extracción de los recursos naturales, amenazan los territorios indígenas.
En el Perú y otros países andinos la existencia milenaria de los pueblos indígenas está
unida a la ocupación de un determinado territorio, al uso colectivo de la tierra y los
recursos naturales que se encuentran bajo sus dominios. El espacio territorial que
ocupan ancestralmente las comunidades “campesinas” y “nativas” ha permitido que se
mantengan vigentes las prácticas culturales indígenas, expresándose de esta manera la
multicultural y plurilingüe del país.
“Sin territorio no hay pueblo”: Cuando los pueblos andinos e indígenas se refieren a su
territorio lo hacen desde una visión integral, su concepto del territorio incluye los
recursos naturales para los pueblos, y a su vez existe una prioridad para asumir la
defensa del territorio. (Vittor, 2007)
La gran biodiversidad que posee el Perú es causa de una enorme variedad de formas
de vida: “Considerando las especies de todos los órdenes de los reinos vegetal y
animal, el Perú está considerado como el quinto país más rico del mundo en número
de especies (…) (Brack Egg 2004). En los Andes los tres grandes horizontes civilizatorios
que marcaron el desarrollo de la historia andina (Chavín, Wari – Tiwanaku, Inca) se
originaron en pueblos enclavados por encima de los 3,000 m.s.n.m. Las tierras altas
son la cuna de las más importantes civilizaciones. El Perú es un país muy mal dotado de
tierras aptas para la agricultura pero, paradójicamente, aquí se desarrolló una de las
agriculturas más importantes de la historia mundial. De hecho, ninguna otra región del
planeta ha aportado tal cantidad y variedad de especies vegetales domesticadas al
patrimonio cultural de la humanidad. Gracias a la agricultura, en los Andes surgieron
grandes civilizaciones, organizadas en torno a sistemas estatales altamente
organizados y poderosos, grandes ciudades y centros ceremoniales. Periódicamente se
formaron imperios, que impulsaron la centralización de los reinos regionales y crearon
grandes sistemas hidráulicos, que se encuentran entre los más complejos de la historia
antigua.
A través del tiempo, las comunidades agrícolas han siempre dependido de sus técnicas
para el manejo de los recursos naturales. La maximización del ambiente se traduce en
diferentes maneras: seguridad del alimento o una economía local activa. En el caso del
Altiplano Andino esta necesidad fue comprendida por primera vez por los Incas,
quienes desarrollaron una serie de estrategias para el manejo de recursos naturales
que garantizó, de manera sostenible el sustento de cientos de miles, sino millones de
personas. Dichas estrategias, combinadas con un tipo de sociedad recíproca y
redistributiva facilitó la consolidación y expansión del imperio, con la familia como
unidad social y base de la producción en la compleja organización jerárquica social. El
sistema agrícola se basaba en tres aspectos: desarrollo de infraestructura, propiedad
comunal de la tierra, y manejo colectivo de los recursos naturales. Estos tres aspectos,
a su vez, probaron ser exitosas estrategias para el manejo de riesgos, dado que las
familias trabajaban en cultivos a diferentes alturas simultáneamente, garantizando de
ese modo al menos un cultivo al año. Además, el constante proceso de migración que
las comunidades practicaban permitía la regeneración de los elementos naturales del
terreno, resultando en cobertura vegetal que evitaba la extenuación de la tierra: una
de las principales causas de la desertificación ambiental. (Lindeman & Morra, 2007)
Las razones que explican esta opción son dos, el primero permite la utilización más
eficiente de la fuerza de trabajo a lo largo del año. Las tareas que demanda la
agricultura se organizan en un patrón estacional, que está determinado por el clima.
En un territorio muy rugoso, las tierras tienen fuertes pendientes y eso supone una
extrema variabilidad en las condiciones de exposición a la luz solar, la temperatura, la
lluvia, la humedad, el viento. En un territorio tan accidentado no era posible conseguir
economías de escala incrementando la extensión de las parcelas en explotación, como
suele hacerse en las tierras llanas. Pero la explotación de una gran variedad de pisos
ecológicos brinda como compensación la posibilidad de cultivar una enorme variedad
de especies vegetales. La elevación de la productividad agrícola, que sentó las bases
materiales para el desarrollo de las altas civilizaciones andinas, se basó en el manejo
simultáneo de múltiples cultivos, con ciclos estacionales de desarrollo diversos y
alternados. Desarrollando la agricultura en distintos pisos ecológicos pudo utilizarse
más intensivamente la fuerza de trabajo distribuyendo su uso más uniformemente a lo
largo del año, sembrando y cosechando cuatro diversas especies vegetales y distintas
variedades de éstas, a lo largo de varios meses de una misma campaña agrícola, en
lugar de hacerlo durante una corta temporada. Esta lógica, válida a nivel macro social,
también preside hoy la explotación de las parcelas familiares campesinas (Golte 1981).
La segunda razón que hace deseable el manejo de varias parcelas dispersas deriva del
carácter marcadamente aleatorio de la actividad agrícola en los Andes. El crecimiento
de las plantas en un medio tan difícil está sujeto a múltiples contingencias: volumen y
oportunidad de las lluvias, presencia o no de las heladas, aparición de plagas, etc. La
distribución de los cultivos en parcelas separadas, que ocupan distintos pisos
ecológicos, reduce significativamente los riesgos. (Figueroa 1981).
Algo similar sucede con la ganadería andina, en que los pastores manejan rebaños
mixtos, lo que permite diversificar los riesgos producidos por las contingencias
naturales. El funcionamiento de un sistema social de esta naturaleza exige una
profunda disciplina. Para que la producción familiar campesina sea posible, es
imprescindible la existencia de instituciones capaces de coordinar la creación y el
mantenimiento de nuevas tierras, nuevos sistemas de riego, así como de asignar
equitativamente el agua. De allí la necesidad de una fuerte centralización estatal,
como la que imperó en los Andes.
http://www.comunidadandina.org/BDA/docs/CAN-INT-0057.pdf
http://movimientos.org/es/enlacei/iii-cumbre-
abyayala/show_text.php3%3Fkey%3D9590
http://www.pucp.edu.pe/aulamagna/2005/docs/manrique.pdf
http://www.fao.org/climatechange/27001-
0a8aaa7df373cbb9b691d6e3ba2712e14.pdf
http://www.leisa-al.org/web/index.php/volumen-20-numero-4/2074-las-
comunidades-campesinas-un-importante-reservorio-de-recursos-para-la-
humanidaactividades
http://revistaargumentos.iep.org.pe/articulos/la-participacion-como-mecanismo-
para-el-uso-y-manejo-de-los-recursos-naturales/
https://www.avsf.org/public/posts/553/gestion-social-de-los-recursos-naturales-y-
territorios-guia-metodologica.pdf
http://www.biodiversidadla.org/Portada_Principal/Documentos/Cartilla_Importancia_
de_la_titulacion_de_territorios_de_las_comunidades_campesinas_del_Peru