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Uno de los males psicológicos

que más aqueja a los hombres


y mujeres de nuestro tiempo
es la insatisfacción con el
propio cuerpo, la cual juega
un papel importante en la
aparición de diferentes
trastornos entre los que se
encuentran los alimentarios
(Jáuregui-Lobera, 2012),
como la anorexia o la bulimia.
Aunque hay diversos
elementos causantes, la
presión sociocultural ejercida
sobre el modelo estético de
delgadez quizá sea el más
sobresaliente. A dicha presión
se atribuye, en buena parte,
la responsabilidad de los
crecientes índices de
incidencia y prevalencia que
experimentan en nuestra
sociedad patologías asociadas
con las distorsiones y
alteraciones de la imagen
corporal (Esnaola, Rodríguez y
Goñi, 2010). Por esta razón,
hasta la fecha se ha venido
investigando la naturaleza de
estos influjos socioculturales y
la fuerza que ejercen sobre las
distorsiones de la imagen
corporal, una de las
dimensiones de autoconcepto
físico.

En la presión
sociocultural sobre la
imagen corporal suelen
diferenciarse tres grandes
tipos de factores (Cash y
Pruzinsky, 2004): el contexto
familiar, el círculo de
amistades y los medios de
comunicación. La familia
enseña a sus nuevos
miembros, desde muy
pequeños, modelos estéticos a
través del modelado
ejerciendo una función
decisiva en la explicación de la
autoaceptación global del
adolescente (Pons y Pinazo,
2000).
Por otro lado, los pares, las amistades o, en general,
las personas del entorno social más cercano
proporcionan feedback así como comparación social y
modelos a los que imitar (Neumark-Sztainer, Bauer,
Friend, Hannan, Story, & Berge, 2010) que condiciona
las autopercepciones físicas (Tantleff-Dunn y Gokke,
2004). Ha de destacarse, por último, la intensa presión
social proveniente de los medios de comunicación, más
precoz en las mujeres que en los hombres, que incide
sobre la autoestima (Ricciardelli y McCabe, 2003): la
publicidad icónica ejerce mucho poder sobre los
modelos estéticos dominantes de forma que, la
presentación de imágenes de mujeres delgadas es el
factor más influyente en la insatisfacción corporal y en
los trastornos de conducta alimentaria.

Nuevos avances en la investigación

Pero los medios de comunicación, además de


información icónica, también proporcionan información
y consejos sobre cómo alcanzar el ideal corporal a
través de artículos sobre dietas, hábitos de vida o el
ejercicio físico. Tiggemann (2003) comprobó que la
lectura de este tipo de información influye sobre la
insatisfacción corporal de forma diferente a como lo
hace la televisión, por lo que propone considerar la
información escrita como un factor de presión
sociocultural sobre la imagen corporal distinto de la
información icónica.

Partiendo de estas premisas,


este estudio va un poco más
allá y amplia el análisis de
forma que no sólo se realiza
sobre la imagen corporal, sino
sobre el autoconcepto físico
en su globalidad. Y para ello
se comprueba que tanto la
familia como las amistades, la
información escrita y los
formatos icónicos de
publicidad, son factores
socioculturales que además
de afectar a la imagen
corporal, inciden también en
la construcción propia de las
autopercepciones físicas.

Conclusiones

Los datos de este estudio


indican que las personas se
sienten vulnerables ante los
cuatro tipos de influjos
sociales y culturales que
inciden no sólo sobre la
imagen corporal, sino sobre el
autoconcepto físico en su
globalidad. Estos influjos
socioculturales son el entorno
social (dentro del cual se
consideran distintos los
influjos familiares y los de las
amistades) y los medios de
comunicación (con diferente
impacto de la información
icónica y de la información
escrita).

Esto equivale a decir que a unas personas puede


afectarles más o menos uno u otro de estos cuatro
influjos y que, a partir de ahora, se dispone del
Cuestionario de Influencia sobre el Autoconcepto Físico
(CIAF) para una primera identificación de la mayor o
menor influenciabilidad de cada persona por cada
factor, cuestionario válido tanto para hombres como
para mujeres desde los 12 hasta los 23 años.

En la aplicación de este cuestionario se encuentra que


las personas establecen diferenciación entre los cuatro
tipos de influjos, si bien no dan a cada uno de ellos la
misma importancia en distintos momentos de la
adolescencia. Y esta constatación lleva a sopesar lo que
este estudio ha resuelto y lo que queda por clarificar.

La conclusión fundamental respecto a la influencia


ejercida tanto por la familia como por las amistades es
que cuanto más se dejan influir las personas por estos
factores socioculturales, el riesgo de padecer
insatisfacción corporal y trastornos psicosomáticos va a
ser mayor. En cambio, respecto a la influencia ejercida
tanto por la información escrita como por las imágenes
publicitarias, cabe suponer que una alta sensibilidad a
la publicidad sobre modelos estéticos dominantes no
ayude precisamente a una buena percepción y
aceptación del yo-físico, pero pudiera suceder que la
búsqueda intencionada de información escrita no se
asocie negativamente con el autoconcepto físico y tiene
sentido proponer que dependerá de su calidad, el que
el contexto familiar y el contexto de amigos/conocidos
tenga incidencia positiva o negativa sobre las
autopercepciones físicas. Para clarificar cuestiones de
esta índole, el CIAF que se presenta en este estudio
resulta una herramienta necesaria y adecuada.

El artículo completo puede encontrarse en la


Revista Psicothema:
Rodríguez, A.; González, O; Goñi, A. (2013). Sources of
perceived sociocultural pressure on physical self-
concept.Psicothema 2013, vol. 25 (2), 192-198.

Esta investigación se ha realizado con la colaboración


de las ayudas del Gobierno Vasco para apoyar las
actividades de los grupos de investigación del sistema
universitario vasco (BOPV 27-VII-2012 Solicitud IT701-
13).

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