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Para muchos, predicar un funeral es la tarea más difícil en el ministerio, pero no tiene
que ser así. En verdad es una oportunidad de ser una bendición profunda,
especialmente para los que sufren el duelo. Es la oportunidad de dar el consuelo
verdadero, de pronunciar la gran verdad de la resurrección en cuerpo, que distingue al
cristianismo de las religiones paganas, y la esperanza de ver a nuestros seres
queridos en el cielo.
Tenga mucho cuidado de lo que usted diga en un funeral, sobre todo si usted nunca
ha sufrido la muerte de un familiar, y no puede identificarse con los dolidos. Si usted
nunca ha asistido a un funeral, ni trate de hacerlo solo; llame a un ministro con mucha
experiencia y años para que lo asista.
Consejos prácticos:
1. Tan pronto como el ministro recibe noticia de la muerte visita el hogar del difunto
para ofrecer su ayuda y consuelo espiritual.
2. El ministro se informa, con mucho tacto, de los planes de la familia para el funeral, y
los cumple en todo que sea posible. Solo con cuidado, y si la familia pida, puede
ofrecer sugerencias.
8. El sermón debe ser corto, sencillo y fácil de comprender, con el objeto de consolar a
los dolientes y hacer a la gente meditar en su futuro encuentro con Dios.
2. Oración
5. Himnos
6. Sermón
7. Bendición
En el cementerio:
1. Se puede leer unos versículos sobre la vida: "Desnudo salí del vientre de mi madre,
y desnudo volveré allá. Jehová dio y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito"
(Job 1:21)
2. Luego el ministro echará un puñado de tierra sobre el ataúd, mientras pronuncia:
"Por cuanto le plugo a Dios todopoderoso en su sabia providencia, separar de este
mundo el alma de este hombre (mujer, niño) por tanto nosotros encomendamos su
cuerpo a la tierra, tierra a tierra: ceniza a ceniza, polvo a polvo, con la esperanza
segura y cierta de la resurrección a la vida eterna de todos los que durmieron en
Jesús."
3. Afirme la resurrección: "No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos
los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a
resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación."
(Juan 5:28,29)
4. Oración
El artículo citado arriba es una selección tomada del libro titulado "Anhelando
Obispado" escrito por el Rvdo. Gilberto Abels.
Eclesiastés 7:1 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la
muerte que el día del nacimiento.
Mateo 5:4 “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación …”
Juan 14:1-4 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera
dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para
que donde yo estoy, vosotros también estéis.
14:4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
1 Corintios 15:56-57 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del
pecado, la ley.
15:57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo.
1 Tesalonicenses 4:14-17 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también
traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
4:15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que
habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
4:16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta
de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
4:17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos
siempre con el Señor.
Romanos 8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros?
2 Corintios 1:3-4 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación,
1:4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también
nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación
con que nosotros somos consolados por Dios.
Romanos 14:7-9 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para
sí.14:8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos.
Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 14:9 Porque Cristo
para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de
los que viven.