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QH 149 Fi
QH 149 Fi
La polifonía…
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caluroso, de pecado y salvación; pero cuando me remonto a lo
contemporáneo hablo de mis padres, de la culpa, del tedio de vivir
acá. Y hago esa comparación para dejar en claro lo aburrida que
me pareció esa época, al menos acá, en el Perú.
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que he recibido.
¿Tanto así?
¿Pero crees que esto sucede solo con los autores jóvenes?
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Marco Martos no entrega nada bueno, y viendo a Watanabe
cualquiera puede pensar que la poesía peruana va para arriba,
cuando no es así.
Claro, algo más allá que escribir libros a granel. Al poeta actual le
falta consolidación; en los noventa, ¿quién más allá de Miguel
Idelfonso o Alberto Valdivia tienen una obra continua, organizada?
Nadie. Idelfonso posee tres libros interesantes, algo excesivos,
pero con un valor inestimable para estos últimos años. Valdivia
puede ser ampuloso y desbordante pero en sus dos poemarios se
observa un proyecto muy coherente, con un lenguaje
sobresaliente para el pobre nivel de nuestra poesía actual.
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poesía de los noventa es su falta de conciencia ante la coyuntura.
Hubo muchos grupos que tuvieron cierta claridad, como Neón o
Noble Caterva, que dentro de todo lo deleznable fueron durante un
tiempo lo mejor de esta generación, que tiene poco valor y que
parece haber caído en un hoyo negro.
Es que la gente cree que digo esto por fregar, pero yo los invito a
revisar una antología de esa época y se darán cuenta de que si
ahora tenemos poetas malos, por aquellos tiempos batimos todos
los récords.
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Literatura desde 1977. Somos el único país en América Latina que
no lo tiene; es decir, no hay un incentivo mínimo del Estado ni de
las instituciones para el poeta.
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fracaso que se inició en los ochenta. Esta se mantiene en la
actualidad, con los poetas jóvenes.
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ella llegan a mucha gente que recibe un sueldo mínimo y no
puede adquirir un CD original. Aquí alguien que quiere leer a
Vargas Llosa no se va a gastar los setenta soles que te pide Peisa,
que para eso es una tremenda conchudez; no, tiene que recurrir
modestamente a comprar su edición pirata. Yo no le puedo exigir a
alguien que gane trescientos soles que compre mi libro de 15. Si
lo consigue a tres soles, pues bien.
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No, aún no puedo habituarme a ese tipo de lectura. Yo sigo
pegado al papel. Tengo un apego especial por el libro como objeto
físico, tanto así que la sola idea de quemar uno me irrita; no tiene
ningún sentido hacer eso con un libro, salvo los de Verástegui.
(Jajaja).
Por supuesto, y te digo con sinceridad que Orrillo debe estar entre
los cinco peores poetas peruanos, desde la época de la República
hasta ahora. Por ahí también andan José Beltrán Peña y Eduardo
Rada.
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¿Y los casos de Carmen Ollé, Rocío Silva Santisteban,
Giovanna Pollarollo y Rosella di Paolo?
Y de los consagrados…
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Y en el caso de cuentos…
Creo que nada. Lo que sí quiero dejar en claro es que todo libro
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que yo tengo es un proyecto conceptual, es un trabajo que va más
allá de la poesía. La poesía es experimentar, es buscar nuevas
perspectivas, y eso es lo que realmente el lector debe esperar, no
solo de mí, sino de cualquier poeta.
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