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“En el capítulo anterior se dijo que el hilozoísmo puede interpretarse a la luz de una especie de estética
‘energética’ que estaría relacionada con la capacidad de dar a la materia formas acordes con sus
propiedades internas, formas capaces, en cierto sentido, de desarrollarse y evolucionar.”
Arte y arquitectura: Estética energética. En este primer capítulo introductorio se definen tres
tipos de energías implicadas en el proceso de la estética. ‘Energía de configuración’: Por la
cual la materia se organiza espontáneamente (cristal cuarzo o granito). ‘Energía de
transformación’: Provoca el cambio de estado de la materia (agua-hielo, petróleo-plástico).
Esta se relaciona con la fabricación de materiales y su puesta en obra. Por último, la ‘energía
de degradación’, que explica como la materia se degrada y envejece, relacionada con su
opuesta, la ‘energía de mantenimiento’. Como el hormigón, que mantiene su núcleo, pero
deteriora su corteza. Cada una de estas energías tiene su dimensión estética, pero estos
procesos no son ciegos, se coordinan a través de una ‘energía’ complementaria llamada
‘energía de expresión’.
Estos tipos de energía ayudan en el entendimiento de los debates del siglo XX entre los
partidarios de la artesanía y los de la industria, debates que llegan a nuestros días cuando
hablamos de materiales y energía. No debemos olvidar otras naturalezas propias de los
materiales, como son su dimensión social, simbolismo, mecanización, parametrización,
inteligencia…
Cuando el tallista no es un artesano sino una máquina, esta priva a la madera de sus derechos,
mientras que con la gubia se mantienen, creando un compromiso material-artista. Aún con
todos estos argumentos, no todo el mundo apoyó la supremacía del artesano sobre la
máquina. Esta no solo sustituía la mano con mayor eficacia y torpeza, sino que además
reclamaba su propia estética.
F.L. Wright proponía que la arquitectura debía crear organismos en los que la piedra y el
mortero cobraran vida, y por ello la máquina estaba destinada a ser aliada de la materia.
Wright explicaba que a veces la madera tratada por el artesano perdía su belleza exquisita de
sus fibras, mientras que, con la precisión de la máquina la madera admitía hermosos
tratamientos de superficie y forma nítidas. Lo mismo pasaría con el mármol, desgatado en la
antigüedad con el cincel, pero perfecto y pulido con la máquina. Lo que hicieron tanto Wright
como los nostálgicos fue anticipar la preocupación por encontrar el ‘estilo’ adecuado para la
época, cuyas respuestas fueron tendencias muy dispares, como las teorías de la Bauhaus
sobre el diseño del material.
Uno de los objetivos de la institución era el de instruir el tacto de los estudiantes, con la
intención de penetrar en el conocimiento sobre los materiales (‘Fenomenología de la
Percepción’, capacidad de percibir nuestro entorno y aprender de él).
Moholy-Nagy creó una serie de principios con el fin de apoyar la composición artística. Estos
eran: ‘Estructura’, formada por las características de la superficie (vetas de la madera). La
‘textura’ tenía que ver con las características que expresaban la técnica aplicada al material
(pulido, martilleado…). Por último, ‘factura’, siendo esta la conjugación de la dos anteriores.
3.4¿Cuánto pesa su edificio, Sr. Albers?
El interés final de la Bauhaus recayó sobre los productos industriales en vez de los materiales
naturales. Estos mostraban potencialidades estéticas que aún estaban en gran parte sin
explorar. El objetivo era otorgar cualidades plásticas como superficie, color, luz a los
materiales para después poder combinarlos con la arquitectura. El reto era dotar de
expresividad estos materiales, para mostrar su origen sintético y su función de contenido
social.
Josef Albers introdujo la diferencia entre materia y material, de la que más tarde se hizo
cargo Moholy-Nagy. Ahora la investigación se centraba en la estabilidad, resistencia,
durabilidad…, conceptos que expresaban la energía interna. Si se conocía esta energía, se
lograría, según Albers, la economía del material, usando los recursos con pérdidas mínimas. El
artista del pasado se preocupaba poco de cuando pesa su obra exactamente, pero eso no
ocurría en la Bauhaus, ya que “cada gramo ahorrado era una pequeña victoria del creador”.
Con mucha frecuencia, esta economía tenía una relación directa con la ligereza. De ahí que la
economía de materiales bauhausiana se pueda asociar a otros movimientos posteriores. Pero
la dimensión económica de los materiales va más allá que el peso: implica una orientación
estética hacia lo ligero implicando un método específico para transformar los materiales en
formas arquitectónicas. Construcción objetiva, y a la vez artística del espacio.
El diseño computacional es una variante del parametricismo que saca partido de las
prestaciones de los materiales, sometiéndolos a la potencia del cálculo de los programas
informáticos y a la potencia de fabricación de los brazos robotizados para generar
configuraciones inéditas que teóricamente no tienen parangón a la hora de optimizar los
recursos. Este diseño respondía a la ‘forma económica’ de la Bauhaus y que tiene que ver con
las preocupaciones actuales de energía y ecologismo.
La síntesis entre material, forma y ejecución se puede expresar como una especie de
artesanía digital en la que los artesanos tradicionales quedan sustituidos, como se temía
Ruskin; aunque no por ello, se merme la capacidad singular de cada edificio. Bajo el poder de
las máquinas, construcción y producción acabarían formando parte de un mismo proceso,
dando cabida al diseño arquitectónico mediante algoritmos creando una nueva materialidad
digital.
No pueden faltar aquellos materiales dotados de capacidad para especializar sus partes como
si se tratara de un organismo vivo. Por ejemplo, los hormigones configurados en gradiente,
en los que se distribuye a voluntad sustancias o porosidad para atender a requisitos
espaciales específicos. Con ello se puede ahorrar material y cumplir la antigua ‘economía del
material’ de la Bauhaus, materiales y sustancias colocados solo allí donde se necesiten
‘Barba’ no deja de ser en este caso una materia sirviente, cuando no esclava. Esta utopía de
Maas expresa algunas de las ambiciones del nuevo materialismo, como la búsqueda de la
molecularización y la adaptabilidad. ¿Qué hacemos, a fin de cuentas, cuando indagamos en la
materia sino indagar en nosotros mismos?