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Manuel Torre
Afirma Pepe el de la Matrona: ‘Éstos llamados tarantos eran mineros cuando empezó el
auge de las minas, que eran de la provincia de Granada y Almería, de la Alpujarra. Los
tarantos empezaron a salir de las Alpujarras cuando se empezaron a descubrir las minas;
ellos iban allí, a las minas, a buscar trabajo y les decían tarantos. Al salir después las minas
de La Unión, se fueron introduciendo en Cartagena. Y luego se pasaron a Linares, a la
provincia de Jaén, que también se empezaron a descubrir allí minas. Y llevaban ellos sus
canciones, que eran fandangos’.
Lo que queda fuera de duda es que, empezando por Jaén, el nombre de tarantos se
aplicaba en las tierras mineras de la Andalucía Oriental y Levante, desde el siglo XIX, a las
cuadrillas fuertemente cohesionadas de alpujareños; que taranto acabará siendo un
gentilicio que se aplica a los naturales de la provincia de Almería.
Está considerado como una variante de la taranta, pero acompasada, una suerte de tientos
mineros. El aire binario (de tiento-zambra) se puede escuchar ya en las grabaciones que
realizó el jerezano Manuel Torre.
Es cante sobrio y de temática ajena a la mina frente a la taranta. Se canta en fragmentos de
cuatro compases cada uno, con mayor o menor libertad para el cantaor, manteniéndolo
hasta la cadencia donde vuelve a retomar. La melodía más habitual del taranto, que no
deja de ser un fandango, nos recuerda mucho a la del fandango de Lucena y no
descartamos que pueda tener, por tanto, una procedencia cordobesa. El cantaor y profesor
David Pino (sept. 2015) está indagando en las relaciones del repertorio lucentino con los
cantes de Levante, pronto tendremos noticias sobre el asunto.
Destacan en el repertorio jondo los que antaño impuso Manuel Torre, rotulados en el disco
como rondeña, con la letra, hoy clásica, ‘Ay, mi muchacho’.
El taranto es hoy por hoy uno de los bailes más apreciados que, en lógico sentido rítmico,
acostumbra a concluirse por tangos.