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La Cocina Cósmica

Desde que comenzamos con los trabajos de desposesión


espiritual, se han ido sucediendo casi de forma vertiginosa, los
encuentros con todo tipo de formas y entidades que comportan
la existencia…al menos de la existencia de la que somos capaces
de percibir.
Al principio las apariciones se limitaban a almas perdidas que,
por una razón u otra, se habían quedado atrapadas en la persona
viva que acudía a nosotros; con el tiempo han ido apareciendo
otras entidades con formas, características e intencionalidad
diferentes.
Desde luego que en este continuo ‘ir y venir’ o ‘salir y entrar’ en
estas realidades se va planteando la necesidad de saber… ¿Qué
está ocurriendo realmente en nuestras vidas, en nuestro
entorno?
Sin darnos cuenta hemos abandonado nuestro poder de pensar y
con ello nos hemos convertido en seres frágiles y manipulables.

Cuando por primera vez tomamos contacto con los seres que
llamamos ‘los grises’, el impacto fue enorme.
¿Podéis imaginaros que al igual que nosotros inoculamos todo
tipo de sustancias en distintos animales para estudiar sus
reacciones y aprovechar de ellas para nuestro beneficio, también
lo hagan con nosotros?
Establecer contacto con estas realidades nos conduce a cierta
desazón; no tanto por lo que representa el hecho en sí, que
incluso puede ser inquietante, sino por el replanteo profundo de
habernos considerado seres únicos, separados y en cierta forma
prepotentes.

¿Por qué hemos estado velados durante tanto tiempo?


Existen miles de casos documentados de abducciones, donde las
personas literalmente han sido llevadas a lugares específicos para
incluirles los denominados implantes físicos; que son pequeños
dispositivos, que en el mejor de los casos, sirven para
mantenernos en ‘observación’ por aquellos que los han colocado,
y otros más sofisticados, que se colocan en nuestros cuerpos
sutiles para producir impulsos que modifican nuestros estados de
ánimo, y por ello nuestra vibración.

A estas alturas, muchos se preguntaran el porqué de todo esto.


Los propósitos son variados, y desde una perspectiva
desagradable como seres humanos, en muchos casos, no somos
otra cosa que alimento para otros.

Como parte de la creación hemos encarnado en seres humanos


para vivir la experiencia humana, pero hay otros que encarnan en
formas y estructuras diferentes y, por supuesto, con distinta
consideración hacia otras formas de existencia.
Existen razas para las cuales somos lo mismo que para nosotros
son las gallinas o los cerdos que matamos, por poner algunos
ejemplos… Alguien mencionó el otro día que esto es horroroso
¿Nos hemos planteado alguna vez, qué sienten los animales que
nos comemos cuando los sacrificamos o de la manera en que los
tratamos?
Sin entrar en más detalles, en algunas épocas, nos hemos
permitido capturar y esclavizar a otros seres humanos con la
creencia de que eran seres inferiores o menos evolucionados, y
así lo hemos aprendido, reproducido y aceptado.
Hay seres de diferentes niveles evolutivos que nos consideran de
esta forma y esto es parte de su naturaleza. Si nosotros mismos
realizamos estas acciones diariamente, ¿Cómo podemos
escandalizarnos?
Hemos mencionado a ‘los grises’ que experimentan con nosotros
para la creación de entidades hibridas y para el uso de material
genético que les ayuda a mejorar su propia raza; otros que
trabajan psicológica y energéticamente con las emociones que
poseemos. Hemos encontrado incluso unos, que tienen dificultad
de respirar en sus planetas y por eso nos utilizan como sus
propios pulmones…
Parece ser que aun existiendo en los flecos de la galaxia, tenemos
unas cualidades que nos convierten en ingredientes
indispensables para la cocina cósmica.

A lo largo de esta era hemos corrido un tupido velo sobre nuestra


conciencia, que se ha incrustado en forma de miedo a vivir.
El despropósito y la desorientación nos han colonizado y así sin
darnos cuenta, hemos atraído energías negativas de otros
reinos…cuando digo negativas, no digo malo, sólo hago mención
a un estado de polaridad en la creación.
Estos espíritus de energías inferiores se alimentan de nuestro
miedo y son totalmente invisibles para nuestra capacidad
perceptiva. Por eso, es tan importante recuperar nuestra
autoridad, que viene dada por nuestra capacidad de sentir, sin
juicios, mientras avanzamos y comprendemos las incoherencias
que nos rodean y que implican nuestra decadencia como
posibilidad.
Todos estos aspectos escondidos que nos completan, nos
permiten recordar quienes somos. Cuando esto queda al
descubierto nos damos cuenta de que todas son facetas de un
mismo diamante.
Ya sabemos que primero está la energía, y luego la materia y la
forma. Como pensamos y comunicamos, es la forma en que
podemos conocernos y entender de qué manera llegamos a
nuestras creencias sobre nosotros mismos. Todo lo que nos
rodea es energía que contiene la historia de lo que somos.

El conectar con el cielo, y recordar que también nosotros somos


seres de las estrellas, nos devuelve la percepción para crear un
nuevo mundo.
El universo y todas nuestras experiencias se basan
fundamentalmente en la energía del amor, un amor tan grande,
que incluso concede al mal su propio reino, sabiendo que
también el mal tiene su razón de ser.

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