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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL PERÚ

FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE
PSICOLOGÍA

“PREVENCION DE RECAIDAS”

INTEGRANTES:
MARAZA NINA KARINA
RAMOS LICLA FANNY
RODRIGUEZ GUILLÉN DALITSA
RIMACHE LÓPEZ MARIA
TINCO QUISPE MILAGROS

CURSO : INTERVENCIONES EN DROGODEPENDENCIAS


AULA : I - 406
PROFESOR : CRISTHIAN SOLANO

LIMA SUR- PERÚ

2018
DEDICATORIA

A Dios por su guía en su infinito amor y sabiduría. A nuestros padres, por su


apoyo incondicional y estímulo frente a las situaciones adversas, por su buen
sentido del humor y capacidad de salir adelante. Toda mi gran familia en extenso
que siempre me tienen presente y yo a ellos. Al profesor Cristhian Solano por el
gran esfuerzo y noble labor que realizan como profesional.
AGRADECIMIENTO

Doy gracias a la Universidad Autónoma Del Perú por acogernos en esta segunda
etapa de nuestra vida profesional; y, en particular, a la Unidad de Postgrado de
Psicología. Agradezco a los docentes de la maestría. Todos ellos dejaron una
huella muy personal a través de sus comentarios y debates que permitieron
aproximarme mejor en la labor como científico y profesional de Psicología desde
una visión más amplia y fortaleciendo gracias al avance de otras ciencias de la
salud. Gracias a mi profesor que estuvo presente en cada etapa del desarrollo
del presente curso. Sus apreciaciones claras y precisas permitieron enriquecer
y plasmar mejor mis ideas
INDICE

Caratula……………………………………………………………………………...…1
DEDICATORIA .............................................................................................................. 2
AGRADECIMIENTO ..................................................................................................... 3
INDICE............................................................................................................................. 4
INTRODUCCION ........................................................................................................... 5
MARCO TEORICO ...................................................................................................... 10
MODELOS TEORICOS DE PREVENCION DE RECAIDAS ............................... 10
MODELO COGNITIVO CONDUCTUAL DE MARLATT ....................................... 10
APROXIMACIÓN AL MODELO DE PREVENCIÓN DE RECAÍDAS DE
MARLATT ..................................................................................................................... 11
ESTRATEGIAS Y TÉCNICAS EN EL MODELO DE PREVENCIÓN DE
RECAÍDAS ................................................................................................................... 14
Reestructuración Cognitiva ............................................................................. 21
Reequilibrio Del Estilo De Vida....................................................................... 26
EVALUACIÓN DE SITUACIONES DE RIESGO PARA EL CONSUMO ..... 26
MODELO DE GORSKI Y MILLER ........................................................................... 27
Fases De La Prevención De Recaída ............................................................ 28
MODELO DE PREVENCIÓN DE RECAÍDAS DE WASHTON (1995) ............... 37
INVESTIGACIÓN SOBRE LA PREVENCIÓN DE RECAÍDA ............................. 38
ESTUDIO RELACIONADO CON EL TRATAMIENTO Y LAS RECAIDAS 38
INVESTIGACIÓN ACERCA DE LA EFICACIA Y DE LA EFECTIVIDAD
DEL PROGRAMA DE MARLATT PARA LA PREVENCIÓN DE
RECAÍDAS (RPT) ................................................................................................ 38
CONCLUSIONES ........................................................................................................ 40
BIBLIOGRAFICAS ...................................................................................................... 41
INTRODUCCION

Uno de los problemas más importantes en el tratamiento de las adicciones


es el de la recaída. Es un fenómeno relativamente reciente en la historia del
estudio y tratamiento de las drogodependencias.
El concepto de la recaída ha ido evolucionando en los años setenta cuando
se publicaron los primeros estudios informando de las tasas de recaída en
los fumadores. Este hecho provocó un importante impacto, pues suponía el
reconocimiento de que la recaída era habitual tras la abstinencia y, a su vez,
dio lugar a la adopción de dos tipos de medidas: por una parte, la exigencia
de hacer seguimientos a largo plazo en los estudios, es decir, dejamos de
centrarnos exclusivamente en los resultados al final del tratamiento; y por
otra, la exigencia de prolongar los tratamientos a lo largo del tiempo a través
de un mayor número de sesiones, con la idea de que a mayor dosis de
tratamiento, mejores resultados.
El objetivo principal en el ámbito de las recaídas es generar técnicas para su
prevención para afrontarla cuando se ocurra. Procura identificar situaciones
de alto riesgo en las cuales el individuo se presenta vulnerable y hay que usar
tanto estrategias cognitivas como conductuales para prevenir una futura
recaída en situaciones similares (Marlatt y Witkiewitz, 2005)
La teoría del aprendizaje social, la teoría del comportamiento y la terapia
cognitiva son las terapias cognitivo-conductuales que se utilizan para tratar
los problemas derivados del uso de sustancias. La filosofía de la intervención
está basada en la consideración del individuo como un científico, en el
sentido que se le anima a recurrir al método científico para contrastar
empíricamente sus ideas o creencias (Becoña Iglesias y Cortés Tomás,
2008).
De acuerdo con Quirke (2001) entre las técnicas cognitivo-conductuales
aplicadas a los problemas asociados al abuso de sustancias se incluyen:

- Entrenamiento en habilidades de afrontamiento.


- Prevención de recaídas.
- Entrenamiento en manejo del estrés.
- Entrenamiento en relajación.
- Entrenamiento en habilidades sociales.
- Entrenamiento en habilidades de comunicación.
- Entrenamiento en habilidades para la vida.
- Entrenamiento en manejo de la ira, et.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Abuso de Drogas (NIDA) (2001), la


prevención de las recaídas es una terapia de comportamiento cognitivo que
fue desarrollada para el tratamiento del alcoholismo y adaptada después para
adictos a la cocaína. Las estrategias de comportamiento cognitivo están
basadas en la teoría de que los procesos de aprendizaje desempeñan un
papel esencial en el desarrollo de patrones de comportamiento de
inadaptabilidad.
Este modelo se utiliza con individuos consumidores y participantes adictos
en una aproximación estructurada, orientada por metas y enfocada a
problemas inmediatos de aquellas personas que intentan controlar o eliminar
su uso. Se reconoce en la actualidad como la herramienta terapéutica más
importante e útil (Romero Reséndez, 2003)
Las personas con trastornos de uso de drogas tienen grandes posibilidades
de recaer una vez que hayan dejado de usar la droga aún después de haber
terminado un tratamiento con éxito. Esto ocurre con mucha frecuencia dentro
del primer año de tratamiento y más aún los primeros noventa días
(García,2003).
El craving, las ganas compulsivas, deseo intenso o compulsión irrefrenable
de consumir es uno de los síntomas centrales en el síndrome de dependencia
y tiene una gran importancia en las recaídas en el abuso de alcohol u otras
drogas. El deseo es intenso y puede originarse ante la presencia de la
sustancia, su olor o sabor, o ante otros estímulos que hayan estado
asociados a su consumo en el pasado (Blasco, Martínez-Raga, Carrasco y
Didia-Attas, 2008).
Hasta la aparición de los modelos cognitivos, el craving ha constituido un
elemento fundamental a la hora de explicar la pérdida de control y la
ejecución de la conducta de consumo, asumiendo la experimentación de
dicho fenómeno en los participantes drogodependientes antes de un primer
consumo o de una recaída, aunque con diferencia respecto a las distintas
sustancias tóxicas.
De acuerdo con Romero Reséndez (2003), el craving incluye situaciones
como las que se asocian con compañeros o parejas sexuales que impelen a
tomarse una dosis o a beber; a visitar un lugar donde previamente se han
utilizado droga, etc. Estas personas experimentan también el craving si se
sienten tristes, aburridos o ansiosos. Algunos individuos tienen un lapsus o
desliz cuando ocurre una situación estresante o inusual, por ejemplo, muerte
de un amigo o familiar, perdida de un trabajo, etc.
Un desliz suele provocar una recaída, como resultados de las creencias
subyacentes dicotómicas, del tipo todo-nada. Marlatt y Gordon llaman a este
proceso de pensamiento y la consiguiente recaída “efecto de la violación de
la abstinencia” (EVA). Por tanto, una estrategia importante para prevenir la
recaída es desafiar estos pensamientos dicotómicos acerca de los deslices,
de tal forma que no lleguen a ser recaídas. Cuando un adicto tiene un desliz,
las técnicas de imaginación se consideran útiles para reconstruir la secuencia
de estímulos, creencias básicas, pensamientos automáticos y conductas que
le han conducido al mismo (2003).
El EVA, de acuerdo con Díaz Salabert (1995), es una reacción cognitiva-
afectiva al consumo inicial, que influye en la probabilidad de que la caída vaya
seguida de un incremento del consumo o actividad adictiva. Más que una
reacción de todo o nada, el EVA es un constructo dimensional: cuanto mayor
sea este efecto, mayor es la probabilidad de recaída.
El hecho que la drogadicción tiene un componente biológico tan importante
puede ayudar a explicar la dificultad que las personas tienen para lograr
mantener la abstinencia si no reciben tratamiento. La presión psicológica del
trabajo o los problemas familiares, las señales sociales (como encontrarse
con individuos del pasado con los cuales usaba drogas), etc., pueden actuar
conjuntamente con los factores biológicos, obstaculizando el logro de una
abstinencia sostenida y esto hace que una recaída sea más probable. Los
individuos con adicción severa, según indican los estudios, pueden participar
en los tratamientos y tener resultados positivos (NIDA, 2001).
Una de las razones subyacentes del porqué los adictos que se están
recuperando reaccionan con impulsos tan intensos por consumir ante varios
estímulos y situaciones de alto riesgo, es porque sus creencias básicas en
relación con las ventajas o inconvenientes relativos a tomar drogas, no han
cambiado sustancialmente, es decir, no han modificado significativamente
sus actitudes, que son las que alimentan el craving. En consecuencia,
cuando sus controles se debilitan serán vulnerables a tener un lapsus o
desliz utilizando alguna droga o bebiendo, aunque sea poco o
moderadamente. Si vuelven a consumir, este pequeño desliz se convierte en
recaída (Romero Reséndez, 2003).

En Estados Unidos, la recuperación de la drogadicción puede ser un proceso


a largo plazo y frecuentemente requiere múltiples rondas de tratamientos.
Como en otras enfermedades crónicas, la reincidencia en el uso de drogas
puede ocurrir durante o después de rondas exitosas de tratamiento (NIDA,
2001).
Existe una variedad de métodos con bases científicas para los tratamientos
de la drogadicción. Estos pueden incluir terapia de comportamiento, como
por ejemplo, asesoramiento, terapia cognitiva-conductual o psicoterapia,
medicamentos o combinación de varios. Las terapias de comportamiento
ofrecen estrategias para que los adictos puedan enfrentarse a su deseo de
consumir drogas, les enseñan estrategias para evitar las drogas y prevenir
las reincidencias, y les ayudan a manejar las recaídas en caso de que estas
llegasen a ocurrir.
Según Becoña Iglesias y Cortés Tomás (2008: 19-20), existen los siguientes
modelos de recaídas de naturaleza psicológica:
1. El modelo del alivio de la abstinencia condicionada (Wikler, 1973).

2. El modelo de la respuesta compensatoria condicionada (Siegel, 1983).

3. El modelo de la apetencia motivacional condicionada (Stewart, de Kit y


Eikelboom, 1984).

4. El modelo del aprendizaje social (Marlatt y Gordon, 1985).

Todos estos modelos tienen en común que ven la recaída como el resultado
de mecanismos psicológicos de aprendizaje y condicionamiento en los que
actúan distintos factores antecedentes y consecuentes que incluyen los
sucesos ambientales, cognitivos-afectivos, fisiológicos y conductuales.
Blasco, Martínez-Raga, Carrasco y Didia-Attas (2008), destacan que la
prevención de recaídas se puede encuadrar en cuatro grandes grupos:
tratamientos de sustitución, terapia con antagonistas, agentes aversivos y
fármacos que disminuyen el deseo o craving.
Las estrategias de evitación durante las fases iniciales de la abstinencia y
las estrategias cognitivas a más largo plazo parecen ser eficaces frente a la
recaída. Los programas cognitivos- conductuales, especialmente los
basados en entrenamiento de habilidades, son considerados como de
primera elección en el tratamiento de la dependencia alcohólica. El manejo
de contingencias asociado al tratamiento farmacológico se ha mostrado
como un abordaje eficacia.
MARCO TEORICO

MODELOS TEORICOS DE PREVENCION DE RECAIDAS

MODELO COGNITIVO CONDUCTUAL DE MARLATT


Para Marlatt (1993), la prevención de recaídas (PR) es un programa de
autocontrol diseñado con el fin de ayudar a los individuos a anticipar y a afrontar
los problemas de recaídas en el cambio de conductas adictivas. En este sentido
el trabajo de prevención de recaídas en general está relacionado con el aumento
de la capacidad individual para afrontar con éxito las situaciones de alto riesgo.
Para ello, la PR combina los procedimientos conductuales de entrenamiento de
habilidades, la terapia cognitiva y el re-equilibrio del estilo de vida. La integración
de estas estrategias terapéuticas debe, por tanto, capacitar a los individuos a
identificar primeramente el cuándo y dónde de las situaciones de riesgo, las
señales de alerta, reconstruyendo detalladamente los pensamientos, imágenes,
emociones y cómo ésto interactúa en el proceso de toma de decisiones
(evaluación ideográfica). Este primer paso en la prevención de recaídas, marca
una oportunidad de cambio, es decir, permite identificar claramente cuáles son
los elementos cognitivos, emocionales, conductuales y ambientales que ponen
en peligro su propósito de mantener la abstinencia, asimismo, permite ubicar los
recursos y los déficit en habilidades de afrontamiento, con los cuales será posible
establecer las estrategias particulares de entrenamiento. El segundo paso es el
entrenamiento o desarrollo de habilidades o capacidades de afrontamiento, que
abarcan tanto las respuestas conductuales como las cognitivas para afrontar las
situaciones de alto riesgo. Sin embargo, es necesario enfatizar y agregar
procedimientos específicos tendientes a la reestructuración cognitiva destinados
a proporcionar al individuo cogniciones alternativas relacionadas con los
cambios de hábitos (un proceso de aprendizaje). Asimismo, la PR como
estrategia de mantenimiento no se enfoca sólo a dar solución a un problema
específico, sino que va más allá; debe estar diseñada para fortalecer la
capacidad global de afrontamiento de la persona y para reducir la frecuencia e
intensidad de los deseos que a menudo son el producto de un estilo de vida
desequilibrado. Mediante el desarrollo de habilidades de autocontrol mejorará su
estilo general de vida, complementado con actividades que promuevan el
bienestar físico, mental y social del paciente; por ejemplo, actividades
gratificantes, de ocio, de relajación, físicas, deportivas, etc. y que de preferencia
se realicen en forma grupal, de tal modo que refuerce las relaciones y apoyos
sociales. Algunas investigaciones han mostrado que un programa de ejercicios
aeróbicos se asocia con una reducción significativa de la conducta alcohólica
(Murphy y col., 1986). En este sentido, el Entrenamiento en Habilidades Sociales
(EHS) es la piedra angular del programa de prevención de recaídas, de hecho
también existen estudios, en donde se observa que la diferencia entre los que
evitan la recaída y los que recaen, es porque los primeros aprenden a desarrollar
y utilizar diferentes habilidades de afrontamiento. Por ello, el contenido del
programa de PR debe ser variable dependiendo básicamente de las
necesidades de cada persona. Las posibles áreas de contenido pueden incluir
asertividad, toma de decisiones, solución de problemas, control del estrés,
entrenamiento en relajación, habilidades de comunicación y de habilidades
sociales en general, entre otras. La versatilidad del contenido del programa tiene
la finalidad de proporcionar al individuo un conjunto de habilidades bastante
flexibles, para que pueda generalizarse a diversas situaciones y áreas
problemáticas. A continuación se describen las técnicas cognitiva-conductuales
que se aplicarán en el programa de Prevención de Recaídas. No se tiene la
intención de agotar el tema, sólo se desea proporcionar mayores elementos de
apoyo en la implementación del presente proyecto.

APROXIMACIÓN AL MODELO DE PREVENCIÓN DE RECAÍDAS DE


MARLATT
La Prevención de Recaídas (en adelante PR) es un programa de autocontrol
diseñado con el objetivo de ayudar a las personas a anticipar y afrontar los
problemas de recaídas en el proceso de cambio de las conductas adictivas
(Marlatt, 1993). Fundamentada en la teoría del aprendizaje social de Bandura
(1971), la PR se presenta como un enfoque cognitivo-conductual al combinar el
entrenamiento en habilidades para modificar conductas, la terapia cognitiva y el
reequilibrio del estilo de vida.

Tal y como lo plantea Marlatt (1993), este programa parte de la idea de que el
individuo experimenta una sensación de control durante el tiempo que mantiene
la abstinencia. A medida que el tiempo de abstinencia sea mayor, esta sensación
de control también aumentará. Este concepto se ha relacionado con el de
autoeficacia de Bandura (1993), entendido como la creencia que tiene una
persona de poseer las capacidades para desempeñar las acciones necesarias
que le permitan obtener los resultados deseados. No obstante, este control
percibido puede tambalearse en el momento en que una persona se enfrente a
una situación de alto riesgo, es decir, a cualquier circunstancia (externa o
interna) que suponga una amenaza para la sensación de control del individuo.

Marlatt (1993), junto con colaboradores de anteriores estudios, identificaron tres


categorías de alto riesgo asociadas con las tasas de recaídas, con
independencia de la drogadicción particular de cada persona:

1. Estados emocionales negativos: como por ejemplo ira, frustración, ansiedad,


depresión, aburrimiento, entre otras.
2. Conflictos interpersonales: como por ejemplo problemas matrimoniales, en el
grupo de pares, en el ámbito laboral, etc.
3. Presión social: directa o indirecta, relacionada con la conducta indeseada, es
decir, el consumo de sustancias o la repetición de la conducta adictiva.

Si se produce la situación en la que el sujeto no es capaz de afrontar con éxito


una situación de alto riesgo, la probabilidad de recaer en posteriores situaciones
aumentará debido a la disminución de su percepción de autoeficacia y, por su
patrón de conducta habitual, es decir, por la anticipación de expectativas
positivas en referencia al consumo de la sustancia más que la previsión de
consecuencias negativas derivadas de dicha acción (Becoña et al., 2008). Es
por esto que las expectativas desempeñan un papel determinante en la recaída
en el modelo de PR. Después de una experiencia de fallo las personas
experimentan, en la mayoría de los casos, emociones como desamparo, tristeza,
decepción, fracaso…, que ayudan a disminuir su percepción de autoeficacia.
Este proceso se denominó “efecto de la violación de la abstinencia”, o EVA
(Marlatt, 1993), planteando que se caracterizaba por dos elementos cognitivo-
afectivos: una disonancia cognitiva (conflicto y culpa) y un efecto de atribución
personal (culpar al yo como causa de la recaída).
Gráficamente, la secuencia de hechos que proponían los autores fue la
siguiente:

Por tanto, el programa de PR que Marlatt y colaboradores plantearon tenía como


objetivos generales enseñar a los pacientes:

• Cómo anticipar y afrontar la posibilidad de una recaída.


• Cómo reconocer y afrontar las situaciones de alto riesgo.
• Cómo modificar sus cogniciones y otras reacciones.
• Cómo prevenir que un lapso único no se convierta en una recaída absoluta.

Para ello, se identificaron tres estrategias específicas, citadas anteriormente:

1. Entrenamiento en habilidades.
2. Reestructuración cognitiva.
3. Reequilibrio del estilo de vida.

En cuanto al entrenamiento en habilidades, se vuelve fundamental el hecho de


aprender otras técnicas o competencias personales diferentes a la de evitación,
muy útil en numerosas ocasiones pero imposible de llevar a cabo en toda una
vida. Los autores planteaban como habilidades pertinentes para trabajar: la
asertividad, el control del estrés, relajación, control de la ira, comunicación,
habilidades para la resolución de conflictos y habilidades sociales en general.
Para ello, se propone como métodos eficaces la técnica de role-playing,
feedback evaluativo o modelamiento, entre otros.
En referencia a la reestructuración cognitiva, se proponía como recurso de
empoderamiento para los individuos con el fin de que les permitiera identificar y
anticipar situaciones de alto riesgo. Como herramienta práctica se planteaba un
autorregistro de su conducta que sirva de ayuda al profesional para identificar y
reconocer, junto con el paciente, las situaciones que vivencia la persona cada
día, durante períodos cortos acordados previamente de una o dos semanas,
susceptibles de propiciar un posible lapso o recaída.

Por último, los autores plantean el reequilibrio del estilo de vida, entendido como
la promoción del bienestar físico y mental. Aquí cobran especial relevancia las
técnicas de relajación, como la meditación, así como los ejercicios aeróbicos.

A todas estas propuestas no hay que obviar la posibilidad de que el individuo,


aun realizándolas, siga experimentando deseos irresistibles de consumo o
craving. Será fundamental enseñar a los individuos que dichos deseos son
naturales, ocurren en respuesta a estímulos ambientales y del estilo de vida,
pero que no tienen por qué ser señales de un futuro fracaso. Para trabajarlos,
se pondrán en marcha técnicas de control de estímulos y de evitación.

ESTRATEGIAS Y TÉCNICAS EN EL MODELO DE PREVENCIÓN DE


RECAÍDAS
Tras una revisión sobre el modelo tradicional de PR de Marlatt y su posterior
actualización hacia un modelo más complejo y dinámico, se presentan a
continuación las diferentes estrategias de corte cognitivo-conductual que el
modelo propone y cómo se pueden potenciar para lograr el objetivo que nos
ocupa: el mantenimiento de la abstinencia o la prevención de recaídas. Será
fundamental que la persona con la que trabajemos participe activamente en la
ejecución de estas técnicas, facilitada por la orientación del profesional de
referencia.

Entrenamiento En Habilidades

El entrenamiento en habilidades hace referencia al proceso por el cual los


individuos adquieren o aprenden a través de la comprensión de los conceptos y
de su puesta en práctica, conductas o capacidades que les permiten afrontar de
una manera adaptativa situaciones conflictivas para ellos como puede ser, por
ejemplo, situaciones de alto riesgo.

Los programas que utilizan las técnicas de entrenamiento en habilidades y


estrategias de afrontamiento parten generalmente del análisis funcional de la
conducta y, más concretamente, de la vulnerabilidad de cada sujeto y del
análisis de otras variables relacionadas con el cambio (diagnóstico
psicopatológico, factores intra e interpersonales, historia de vida y condiciones
de vida) con el objetivo de aprender y desarrollar recursos específicos para el
manejo adecuado de la gestión de su vida y, en este caso, con el fin de alcanzar
y mantener la abstinencia o la reducción de consumo de drogas (Becoña, et al.,
2008). Es por esto que será imprescindible realizar un diagnóstico o detección
de habilidades carentes junto con el individuo para ejecutar un entrenamiento
realmente útil y eficaz. Para ello, el o la profesional puede valerse de
instrumentos como la entrevista, el autorregistro de acciones y emociones del
paciente, observación real del paciente o autoobservación, así como de
cuestionarios pertinentes de evaluación como por ejemplo, la Escala de
Asertividad de Rathus (1973).

Según Caballo e Irurtia (2008), el entrenamiento en habilidades sociales se


emplea con individuos que tienen dificultades sociales o que se manejan de
forma socialmente inadaptada. En el caso que nos compete, el consumo de
sustancias es la conducta socialmente inadecuada. Pero, ¿por qué ocurre esto?,
¿cuáles son las razones de que algunas personas no logren resolver situaciones
de una forma socialmente aceptada? Estos dos autores proponían, entre otras
razones, que la persona no dispone de dichas habilidades debido a que jamás
las ha aprendido o a que las aprendió de forma inadecuada, a autoevaluaciones
negativas, por el miedo a las consecuencias de su conducta o por la falta de
motivación aunque disponga de las capacidades adecuadas.

Marlatt (1993) propuso como áreas de contenido pertinente: la asertividad,


control del estrés, entrenamiento en relajación, control de la ira, comunicación,
resolución de conflictos y resto de habilidades sociales en general. A
continuación se analizan cada una de estas habilidades proponiendo a su vez
diferentes técnicas a utilizar para cada una de ellas, con el objetivo de facilitar el
trabajo con cada paciente, siempre atendiendo a las características personales
de cada individuo:

 Asertividad o conductas asertivas: este término fue planteado por primera


vez por Wolpe en 1958. Caballo (1983: 55) la describe como “aquella
conducta que expresa los pensamientos y sentimientos de un individuo de
una manera honesta sin herir los de los demás, y que normalmente alcanza
su objetivo”. Este autor también se refiere a la asertividad como una habilidad
que a veces se manifiesta correctamente y otras veces no, es decir, una
persona puede comportarse asertivamente en una determinada situación y
comportarse de una manera no asertiva en otra; y no como un rasgo estable
de la personalidad de un individuo. Cuando un individuo es capaz de hacer
o recibir cumplidos, aceptar o rechazar ofertas o peticiones, expresar
molestia o desacuerdo, así como hacer y afrontar las críticas, se comporta
de forma asertiva.

Para trabajar esta habilidad con nuestro paciente podremos enseñarledistintas


técnicas asertivas. A continuación se proponen algunas que pueden resultar
útiles (Vallés, 2015):

• Disco rallado. Es un procedimiento que puede utilizarse al hacer


peticiones y también para decir “no”. Consiste en persistir en nuestro
objetivo, evitando responder a lo que no tenga que ver con el mismo.
Se repetirá la misma frase independientemente de lo que nos diga la
otra persona. Por ejemplo:

− He decidido que no voy a volver a consumir.

− Venga anda, si no va a pasar nada.

− No gracias, de verdad, he decidido que no voy a volver a consumir.

− Pero si por una copa no te pasa nada.

− Gracias, pero como te digo, he decidido que no voy a volver a


consumir.
Utilizando esta técnica es realmente probable que la otra persona desista en su
petición o insistencia si en tres o más veces recibe la misma respuesta.

• Banco de niebla. Esta técnica consiste, al igual que la anterior, en


mantener nuestro punto de vista, pero con la diferencia de que se
concede la posibilidad de darle la razón a la otra persona. Al otorgarle
el beneficio de la duda, la otra persona no siente que estemos
atacando su criterio de la misma manera que podría suceder si
comenzamos a argumentar nuestro punto de vista. Un ejemplo de esta
técnica podría ser:
− He decidido que no voy a volver a consumir.

− Venga anda, pero con lo bien que lo pasábamos.

− Puede que antes me pareciera que era una buena forma de pasarlo
bien pero he tomado una decisión con respecto al consumo.

• Acuerdo asertivo: con esta técnica la persona admite un error o fallo,


pero sin entrar en un juicio personal. Por ejemplo: “Tienes razón, ayer
y hoy he llegado tarde”.

• Pregunta asertiva: el procedimiento consiste en solicitar más


información sobre la conducta que hemos realizado para obtener
información concreta. Por ejemplo: “Lamento mucho que te sintieras
incómodo con lo que dije ayer, pero ¿qué es exactamente lo que te
molestó?”

• Ironía asertiva: consiste en responder de forma positiva a una crítica


hostil. Por ejemplo: “Gracias”.

• Aplazamiento asertivo: se trata de posponer la discusión o la respuesta


a otro momento en el que ambas personas se encuentren más
tranquilas. Por ejemplo: “Estoy un poco nerviosa, es preferible que
hablemos este tema en otro momento”.

 Control del estrés: según Lazarus y Folkman (1986), el estrés es una relación
entre la persona y su entorno, y se produce cuando se valora como
desbordante o cuando se cree que supera los recursos con los que la propia
persona cuenta, poniendo en peligro su bienestar. De esta definición se
desprende la idea de que el estrés se activa por la interacción entre el
individuo y el medio y, según los autores, distintos factores variarán la
intensidad de este: desde los compromisos y creencias del propio individuo,
hasta la ambigüedad y la incertidumbre que suponga una determinada
situación.

Algunas técnicas útiles para el control del estrés fueron planteadas por
Meichenbaum (1987) haciendo distinción según si el cambio conductual
empezaba por el cambio de uno mismo, como la relajación, el control
cognitivo y el control emocional; o por el cambio del entorno, con técnicas
como la solución de problemas o conductas asertivas.

 Relajación: cuando la persona aprende a relajarse de una forma sana y


segura es capaz de controlar mejor el craving o situaciones de estrés que
podrían terminar propiciando un lapso o recaída (Beck et al., 1999). Algunas
técnicas de relajación útiles que proponen Beck y colaboradores, (1999)
pueden ser: la relajación sistemática y progresiva de varios grupos
musculares y la respiración controlada.
La relajación progresiva fue planteada por Jacobson en 1938 como un
tratamiento de control de la ansiedad cuya finalidad era disminuir ese
malestar y provocar un estado de tranquilidad mental a la vez que se
suprimen todas las tensiones musculares asociadas a dicha ansiedad. Este
tipo de relajación fue planteada también por Bernstein y Brokovec (1973) y
consiste en tensar y relajar los grupos de músculos para conseguir una
relajación profunda. En una primera fase el paciente tensa y relaja 16 grupos
de músculos, en una fase intermedia 7 grupos de músculos y finalmente, en
una fase final, la práctica se reduce a 4 grupos musculares (mano y brazos;
cara y cuello; tórax, hombros, espalda y abdomen; pies y piernas).

En cuanto a la respiración controlada, es una técnica sencilla de aprender y


de poner en práctica. Habitualmente, la respiración es una respuesta
automática a pesar de que pueda controlarse voluntariamente. En
situaciones complicadas o de estrés se tiende a no prestar atención y a
respirar de forma rápida y superficial. Las técnicas de respiración controlada
ayudan a tomar el control sobre este proceso con el objetivo de reducir la
sensación de estrés (Labrador, 2008). Algunas formas de llevar a cabo esta
estrategia son:
− Respiración contando: consiste en inspirar mientras se
cuenta hasta 3, después contener el aire contando hasta
2 y finalmente espirar mientras se cuenta hasta 3,
repitiendo este ciclo varias veces durante dos o tres
minutos.
− Atención focalizada en la respiración: consiste en centrar
la atención en la propia respiración, permitiendo que
nazca de forma natural, lo que suele inducir a una
respiración más lenta y profunda.
− Respiración profunda: consiste en inspirar
profundamente y, a continuación, retener el aire durante
cinco o diez segundos, seguida de una lenta exhalación.
 Control de la ira: frecuentemente, la ira o la hostilidad se convierten en la
forma de respuesta que se adopta cuando se malinterpretan situaciones
sociales o se perciben actos o circunstancias como amenazas. Es por esto
que las intervenciones para controlar la ira se dirigen, en muchas ocasiones,
a la reestructuración de las percepciones y expectativas así como de las
auto-afirmaciones y creencias. Se utilizan procedimientos cognitivo-
conductuales para modificar los mediadores cognitivos que se cree que están
relacionados con la experiencia de la ira: procesos atribucionales, percepción
sesgada de las claves sociales y deficientes habilidades de solución de
problemas sociales. Esto se combina con técnicas de relajación que ayuden
a combatir la situación de ira y técnicas de ensayo como el role-playing, a
través de la cual el profesional expone al individuo a determinadas
situaciones que en un primer momento le provocaban o enfadaban
(González-Brignardello y Carrasco, 2006).
 Comunicación: el entrenamiento en habilidades de comunicación facilita el
empoderamiento de cualquier persona a la hora de relacionarse con los
demás y con el medio. La comunicación es una competencia básica que
servirá también a las personas en mantenimiento de la deshabituación de
drogodependencias como una herramienta clave en su inserción social y
laboral posterior, como por ejemplo, a la hora de enfrentarse a una entrevista
de trabajo.

En el plano de la comunicación verbal se trabajarán aspectos como: hacer


peticiones, recibir o hacer elogios, facilitar las conductas asertivas planteadas
anteriormente, aprender a expresar sentimientos o emociones personales y
el papel de la escucha activa en una conversación, entre otros (Martínez et
al., 2004). En el plano de la comunicación no verbal, será necesario enseñar
al paciente la importancia que tiene, por ejemplo: la mirada, el tono de voz,
el ritmo del diálogo o la postura corporal a la hora de intercambiar información
y de relacionarse con los demás.

Podrán utilizarse técnicas de ensayo conductual como el role-playing


además de técnicas de modelado como el visionado de películas o extractos
de ellas o la propia representación del profesional (Cruzado, 2008).

 Habilidades para la resolución de conflictos: para una persona, los problemas


o situaciones conflictivas pueden entenderse como “cualquier situación de la
vida, actividad o tarea, presente o anticipada por el individuo, que demanda
una respuesta para su funcionamiento adaptativo, pero que no se dispone en
ese momento de ninguna respuesta efectiva” (Becoña, 2008: 462). Es por
ello que el profesional puede ayudar a la persona en fase de mantenimiento
de deshabituación a empoderarle en estrategias o técnicas que le permitan
reaccionar o responder de una forma adaptativa a cualquier conflicto.

Un ejemplo de estrategia de solución de problemas podría ser el propuesto por


Becoña (2008). Que consta de cinco fases: orientación hacia el problema,
definición y formulación del problema, generación de soluciones alternativas,
toma de decisiones y puesta en práctica y verificación de la solución.

Por otro lado, Valero y Solbes (2012) plantean como estrategias y habilidades
necesarias para una adecuada resolución de conflictos la inteligencia
emocional, la empatía, la escucha activa y la asertividad, así como desde el
punto de vista comunicativo, el parafraseo y la reformulación.

 Habilidades sociales: o competencias sociales, son aquellas que permiten


aumentar la conducta adaptativa y prosocial con el fin de lograr una
interacción social e interpersonal satisfactoria (Caballo e Irurtia, 2008). El
entrenamiento en habilidades sociales es recomendado para hacer frente a
problemas o situaciones como por ejemplo: excesiva timidez, incapacidad de
mostrar ira o expresar quejas, para hablar en público, para trabajar en equipo
eficazmente, ante la falta de empatía hacia los demás o en situaciones de
conflicto. En este caso, se cuentan con diversas técnicas como: ensayo de
conducta, role-playing, dinámicas grupales, visionado de películas o series,
discusión en pequeños grupos y retroalimentación o feedback.

Una vez que se han analizado una por una las habilidades que proponía Marlatt
(1993) se hace necesario comentar que el entrenamiento en habilidades puede
realizarse en formato individual o en formato grupal, dependiendo de las
competencias o habilidades a trabajar, así como de la evolución del paciente.

El formato individual permite al profesional trabajar de forma más concreta y


personalizada los problemas o carencias del individuo, modificando
progresivamente el contenido u objetivos del programa en función de los
avances de la persona. Sin embargo, el formato grupal resulta muy positivo en
cuanto a que ofrece una situación social a través de los diferentes miembros que
forman el grupo, permite tanto simular o entrenar determinadas conductas como
practicarlas de forma natural por la propia interacción grupal y ofrece un contexto
de apoyo a los individuos al compartir aprendizajes con personas que se
encuentran o se han encontrado en situaciones similares (Caballo e Irurtia,
2008).

Reestructuración Cognitiva
Según la teoría cognitiva de Beck (Beck et.al., 1999; Bados y García, 2010), la
reacción que cualquier persona tiene ante los acontecimientos que le suceden
está determinada principalmente por el modo en que los percibe y los interpreta,
así como por las atribuciones que hace y por las expectativas que tiene.

Según esta definición se puede afirmar que las cogniciones hacen referencia a
la percepción, la atención, la memoria y la interpretación. Los supuestos y
creencias de cada persona (o esquemas cognitivos) influyen directamente sobre
la información que la persona atiende, percibe, almacena y recupera, así como
en las interpretaciones, valoraciones y asociaciones que hace en un momento
dado. No obstante, la teoría cognitiva de Beck y colaboradores, (1999) dice que
estas cogniciones pueden identificarse y, por supuesto, modificarse; en esto
consiste precisamente la reestructuración cognitiva.

En su enfoque de PR, Marlatt (1993) planteó los procedimientos de


reestructuración cognitiva para satisfacer los siguientes objetivos:

1. Proporcionar al individuo cogniciones alternativas relacionadas con la


naturaleza del proceso de cambio de hábito con el fin de ayudarle a
entenderlo como un proceso de aprendizaje.
2. Facilitarle el reconocimiento de las primeras señales de una situación de alto
riesgo.
3. Controlar los deseos irresistibles.
4. Reestructurar el efecto de violación de abstinencia (EVA).
En cuanto al primer objetivo, la o el profesional será el encargado de ayudar al
individuo a:

a) Identificar sus cogniciones erróneas (como por ejemplo: “si consumo una vez
más habré fracasado”, “no soy capaz de mantenerme abstinente”, o “nunca
más volverán a querer contratarme”).
b) Comprender el impacto que estas tienen sobre sus reacciones emocionales
y conductuales (siguiendo los ejemplos anteriores, previsiblemente la
persona se sentirá triste y agobiada y sin duda, condicionada en sus actos
posteriores).
c) Considerar las cogniciones como hipótesis que pueden cuestionarse y no
como verdades absolutas (siguiendo el ejemplo de la inserción laboral,
¿dispone de algún hecho o dato real que avale que nunca más querrán volver
a contratarle? ¿conoce lo que piensan todos los empresarios de su barrio, de
su ciudad o incluso de su país?, ¿acaso otras veces no ha conseguido lo que
se ha propuesto por difícil que pudiese parecerle al principio?).
d) Modificar estas cogniciones y sustituirlas por otras más racionales para
ayudarle a conseguir el cambio deseado (como por ejemplo: “si llegara el
caso de que tuviera un consumo puntual, sólo sería eso, un consumo puntual
y aislado”, “por supuesto que soy capaz de mantenerme abstinente, de
hecho, llevo tres meses sin consumir, un hecho objetivo que desmonta la
idea de que no podría o no sería capaz” o “estoy seguro de que si me
esfuerzo en volver al mercado laboral y pongo en práctica las habilidades que
he aprendido estaré mucho más cerca de encontrar un puesto de trabajo”).

En cuanto al segundo objetivo, de cara al reconocimiento de señales o


situaciones de alto riesgo, se propone como técnica para llevar a cabo por parte
del paciente realizar su propio autorregistro, con el fin de resaltar influencias
situacionales, como pueden ser rodearse de personas que consumen o acudir
a los sitios donde antes el individuo podía adquirir la sustancia, así como déficits
de habilidades como por ejemplo, no saber decir no, no aceptar las críticas o no
controlar la ira.

Como propuesta, el autorregistro puede recoger: fecha y hora, situación a la que


se enfrenta la persona o vivencia, emoción que siente (y valorada del 0 al 10,
siendo 0 el valor más bajo y 10 el valor más alto y más intenso), qué piensa en
ese momento, qué hace ante esa situación o cómo reacciona y, por último, qué
consecuencia tiene su acción

Ejemplo de autorregistro

Emoció
Fecha Situación n Acción/Qué Consecuencia
Qué pienso
y Hora Vivencia sentida hago s de mi acción
(0 a 10)

8/11/1 Vuelvo del Nervios “Ay madre Le saludo, Me he


5 trabajo y (8). mía, ¿y ahora nos enfrentado a la
21:15h me qué hago si preguntamo situación de
Agobio
encuentr me dice de s qué tal encontrarme y
(7).
o con un irnos a tomar está y le hablar con él
antiguo algo? Sé que comento pero he optado
colega. si voy puedo que me por evitar un
acabar alegro de posible riesgo
verlo pero al decirle que
consumiendo” que ando un tenía prisa y
. poco debía irme. De
apurado y repente me
tengo que encuentro más
irme. aliviado.

De esta manera, se hace más visual y sencillo para la propia persona identificar
esas “alarmas”, que debe siempre tener en cuenta en un plano consciente para
poder prevenirlas o trabajarlas adecuadamente.

Respecto al tercer objetivo, para trabajar los deseos irrefrenables o el craving,


será importante enseñar y ayudar al paciente a detectar los diferentes
pensamientos o situaciones que pueden “dispararlo”.

Beck y colaboradores (1999) distinguieron cuatro tipos de craving:

1. Respuesta a los síntomas de abstinencia: el craving toma la forma de


“necesidad de sentirse bien de nuevo”, ante los efectos de haber dejado de
consumir la droga y el incremento de la sensación de malestar por la falta de
esta en el organismo.
2. Respuesta a la falta de placer: es decir, para dar respuesta a bajos estados
de ánimo como la tristeza o el aburrimiento. Las personas no encuentran
otras formas prosociales de divertirse y el consumo de la droga les calma de
una forma más rápida e intensa su deseo por la sustancia.
3. Respuesta “condicionada”, a las señales asociadas con drogas: en este caso,
el craving surge de forma espontánea al exponerse ante estímulos
condicionados como pueden ser, entre otros, la terraza de un determinado
bar, una persona en particular o una hora concreta del día.
4. Respuesta a los deseos hedónicos: el craving surge por el intenso deseo de
incrementar su sensación de placer, por ello, en ocasiones combinan drogas
y sexo, o drogas e interacciones sociales, pensando que de esta manera
ambas experiencias serán mejores.
Algunas técnicas concretas (Beck et al., 1999) que pueden favorecer el trabajo
y afrontamiento adecuado de los deseos irresistibles por la sustancia son:

− Técnicas de distracción: con el objetivo de centrar la atención


en el exterior y no en uno mismo (en las propias emociones,
pensamientos, recuerdos…). Podrá ser útil cuando se detecten
o vivencien estos deseos irrefrenables: cantar una canción,
contar desde 100 hacia atrás restando de 7 en 7, centrarse en
la descripción de lo que se ve alrededor (coches, la oficina, los
muebles de casa…), hacer puzzles, sopas de letras, sudokus…,
en resumen, se trata de buscar actividades que requieran de su
concentración.

− Técnicas de imaginación: la sustitución de pensamientos o


recuerdos negativos por imágenes positivas (por ejemplo, el
recuerdo de la última vez que consumió cocaína lo sustituye por
la imagen de él mismo abrazando a sus hijos y llegando feliz a
casa tras un largo día de trabajo), por imágenes negativas (es
decir, por situaciones a las que no querría llegar), por palabras
como “basta” o “stop”, etc.
− Tarjetas-flash: consiste en que el individuo lleve consigo una o
varias tarjetas recordatorias con instrucciones para leer y seguir
en el caso de que se produzca un fallo (Marlatt, 1993). Estas
tarjetas pueden contener el nombre y número de teléfono del
profesional, o el de algún miembro del grupo si la terapia es en
formato grupal, así como la relación entre pensamientos
negativos y pensamientos alternativos que dan respuesta a los
mismos; o bien, recoger por un lado de la tarjeta un pensamiento
reestructurado y, por el otro lado, datos o hechos que lo apoyan
(Bados y García, 2010).
− Entrenamiento en relajación: ya comentado en el apartado
anterior.
Respecto al cuarto objetivo, para trabajar las consecuencias del EVA, la
reestructuración cognitiva se vuelve imprescindible para enseñar al individuo a
que un consumo puntual se interprete como un error, un lapso, un
acontecimiento único. Esto es importante porque si no se correría el riesgo de
sucumbir a la culpa, a sentimientos de fracaso y a atribuciones personales
erróneas como reacciones posteriores al lapso. Para hacer frente también a
estos sentimientos y emociones negativas, será útil desmontar o reestructurar
los pensamientos dicotómicos del tipo todo-nada (“si consumo una vez más
perderé el control para siempre”, o “un desliz es un fracaso”) y la técnica de
“Tarjetas-flash”, comentada en el apartado anterior, que cobra mayor
importancia si además es escrita con hechos, frases y mensajes positivos del
propio paciente.

Reequilibrio Del Estilo De Vida


La última estrategia que planteó Marlatt en su modelo de PR es la de reequilibrio
del estilo de vida. Con esto, él hacía referencia a técnicas como la meditación o
el ejercicio aeróbico como herramientas útiles para lograr el objetivo principal:
ayudar y empoderar al paciente en su prevención de recaídas. Más adelante, en
últimas actualizaciones, diversos autores han propuesto el mindfulness o
meditación de la conciencia plena, como una opción adecuada para el manejo
del craving, para afrontar las situaciones de alto riesgo o para manejar sus
propios pensamientos (Bowen et al., 2006; Pérez y Botella, 2007). Bishop y
colaboradores, (2004: 232) definen mindfulness como “una forma de atención
no elaborativa, que no juzga, centrada en el presente, en la que cada
pensamiento, sentimiento o sensación que aparece en el campo atencional es
reconocida y aceptada tal como es”.

EVALUACIÓN DE SITUACIONES DE RIESGO PARA EL CONSUMO

Marlatt (1993) define la situación de alto riesgo como cualquier situación,


incluyendo las reacciones emocionales a la situación, que representa una
amenaza para la sensación de control del individuo y aumenta el riesgo de
recaída. Si partimos del supuesto de que la conducta pasada es el mejor
indicador para mejorar la conducta futura, se puede esperar que las situaciones
tanto externas como internas que han precipitado una recaída en el pasado,
provoquen actos tentativos de consumo en el futuro.
La evaluación de las situaciones de riesgo y la delimitación y caracterización
del patrón del consumo del paciente, deberían de constituir una de las etapas
previas al diseño de una intervención conductual en la prevención de recaídas.
MODELO DE GORSKI Y MILLER

Este modelo es uno de los más difundidos en el área de adicciones (Gorski,


1986). Dichos autores realizaron una investigación con 118 personas con
consumo problemático de drogas que habían pasado por recaídas múltiples.
A través de entrevistas clínicas detalladas encontraron 37 señales de alerta
de recaída para delinear un proceso temporal antes de retomar el consumo.
Señalan además que la recuperación es un proceso de desarrollo que
atraviesa diversas etapas: transición (caracterizado por 62 el cansancio de
sufrir y reconocimiento de la incapacidad de controlar las drogas),
estabilización (proceso de recuperación del síndrome de abstinencia),
recuperación temprana (aprender a sentirse cómodo con la abstinencia y
desarrollar habilidades de afrontamiento ante el consumo de drogas),
recuperación media (basado en la prioridad de fortalecer las relaciones
afectivas), recuperación tardía (sanar el pasado y aprender a resolver
dificultades cotidianas) y mantenimiento (sostener una vida balanceada de
crecimiento y desarrollo) (Gorski, 2013).
El modelo comprende la adicción como una enfermedad biopsicosocial, que
al ser desarrollada en el sujeto genera un síndrome post agudo ante la
interrupción del consumo. Se manifiesta por indicadores como inhabilidad
para pensar con claridad, problemas de memoria, reacciones emocionales
desproporcionadas, adormecimiento, problemas de sueño y estrés. El
modelo implica una comprensión del proceso de recuperación y analiza la
posibilidad de recaída (Martínez, 2009; Gorski, 2013). Gorski y Miller (1982)
citado por Álvarez (2011, párr. 43) encontraron una serie de síntomas de la
recaída luego de un estudio con sujetos alcohólicos observados antes del
primer trago, desde un consumo no problemático hasta un consumo
patológico. Los autores proponen que es muy probable que ninguna recaída
presente todos los síntomas, siendo algunos de ellos los más frecuentes.
Fases De La Prevención De Recaída
Gorski (2005) reconoce una serie de fases y señales de alerta de la recaída,
que forman parte del síndrome de la recaída. Al respecto señala: “Los
síntomas se desarrollan espontáneamente en la ausencia de un programa
sólido de recuperación. Una vez que usted abandona su programa de
recuperación es sólo cuestión de tiempo hasta que los síntomas del
síndrome de abstinencia post-agudo* aparezcan y, si no hace nada por
manejarlos, va a experimentar un período de pérdida de control del
comportamiento al que llamamos síndrome de la recaída o SDR”. El autor
postula “El proceso de recaída le provoca a la persona en recuperación un
sentimiento de dolor e incomodidad cuando no está bebiendo. Este dolor y
malestar se pueden volver tan serios que la persona en recuperación
parecerá incapaz de vivir normalmente “

Estas señales fueron divididas en una serie de fases que resumimos a


continuación

Fase I
Cambio interno: los síntomas de alerta de recaída más comunes son:
1. Aumento del estrés: comienza a sentirse más estresado de lo
normal.
2. Cambio en la forma de pensar: comienza a pensar que su
programa de recuperación no es tan importante como solía serlo.
3. Cambios en los sentimientos: comienza a tener sentimientos
displacenteros que no le agradan.
4. Cambios en la conducta: usted comienza a actuar diferente.

Fase II
Negación: durante esta fase usted deja de poner atención a los demás y
honestamente les dice lo que piensa y siente. Los síntomas de alerta de
recaída más comunes son:
1. Preocupación por sí mismo: usted se siente ansioso por los
cambios en su manera de pensar, sentir o su manera de conducirse.
2. Negación de que está preocupado.
3. Generalmente no se percatará de los momentos en los que está en
negación.

Fase III
Evasión y defensa: durante esta fase usted trata de evitar a cualquier
persona o situación que le obligue a ser honesto acerca de cómo ha
cambiado su conducta, así como sus formas de pensar y actuar. Si usted
es confrontado directamente se vuelve defensivo y no puede oír lo que los
demás le están tratando de decir. Los síntomas de alerta de recaída más
comunes son:
1. Creencia de que no volverá a usar alcohol y drogas jamás: usted
se convence de que en la actualidad no necesita dedicarle muchas
energías a su programa de recuperación ya que probablemente nunca
volverá a tomar alcohol o usar drogas. Usted tiene a guardarse esta
creencia para sí mismo.
2. Preocupación por los demás y no por sí mismo: usted deja de
enfocarse en sí mismo para preocuparse por las sobriedades de los
demás, en vez de su recuperación personal.
3. Defensa: usted se rehúsa a discutir sus problemas personales y de
lo que están haciendo en su recuperación porque teme ser criticado o
confrontado.
4. Conducta compulsiva: usted comienza a exhibir conductas
compulsivas, a mantener su mente apagada para no sentir tanta molesta.
Usted se estanca en formas de pensamiento y actuar que son antiguas,
rígidas y autodestructivas. Usted tiene a hacer lo mismo una y otra vez sin
ninguna buena razón.
5. Conducta impulsiva: usted comienza a crearse problemas al
mostrar un juicio y al incurrir en situaciones de manera impulsiva y no
pensada.
6. Tendencia hacia la soledad: usted comienza a sentirse molesto
alrededor de los demás y comienza a estar más tiempo solo.
Fase IV
Creando crisis: durante esta fase las personas en recuperación
experimentan una secuencia de problemas de la vida causados por la
negación de los sentimientos personales, de aislamiento y por el descuido
del programa de recuperación. Aun cuando trabajan fuertemente para
solucionarlos nuevos conflictos seguirán para remplazar cada uno de los
ya solucionados. Las señales de alerta de recaída más comunes son:
1. Visión de túnel: usted comienza a ver la vida como si estuviese
hecha de partes separadas y no relacionadas. Se enfoca en una pequeña
parte de su vida y deja afuera todo lo demás.
2. Depresión menor: los síntomas de la depresión empiezan a
aparecer y a persistir, pueden sentirse deprimidos, melancólicos,
apáticos, vacíos de sentimientos.
3. Perdida de la capacidad de planear constructivamente.
4. Los planes empiezan a fallar: debido a que no hacen planes
realistas y no prestan atención a los detalles, los planes empiezan a fallar.
Cada fracaso les causa nuevos problemas.

Fase V
Inmovilización: durante esta fase se siente atrapado en una cantidad
inmanejable de problemas y se siente a punto de rendirse. Pareciera que
no puede comenzar nada o se le dificulta hacer lo que sabe que tiene que
le corresponde. Las señales de alerta de recaída más comunes son:
1. Soñar despierto y pensamientos fantasiosos: les cuesta más
trabajo concentrarse.
2. Sentimientos de que nada se puede resolver.
3. Deseo inmaduro de ser feliz.

Fase VI
Confusión y reacciones exageradas: durante este periodo las personas en
recuperación tienen problemas para pensar con claridad. Se molestan
consigo mismas y con los demás. Están irritables y reaccionan
exageradamente ante pequeñas circunstancias. Las señales de la alerta
de recaída más comunes son:
1. Dificultad para pensar con claridad: las personas en recuperación
a veces tienen dificultades para pensar con claridad o para solucionar los
problemas sencillos.
2. Dificultad en el manejo de sentimientos y emociones.
3. Dificultad para recordar: muchas personas en recuperación tienen
problemas de memoria que les impide aprender nueva información y
nuevas habilidades.
4. Periodos de confusión.
5. Dificultad en manejar el estrés.
6. Irritabilidad con los amigos: las relaciones con sus amigos, familia,
consejeros y miembros de AA se tornan forzadas.
7. Se enoja fácilmente: se siente irritable, frustrado y se enoja sin
razón aparente para después sentirse culpables.

Fase VII
Depresión: durante este periodo las personas en recuperación se
deprimen tanto que tienen dificultad en mantener una rutina normal.
Pueden pensar en el suicidio, en beber o consumir drogas como una
opción para terminar con la depresión. La depresión es severa,
persistente y es evidente para los demás. Las señales de alerta de recaída
más comunes son:
1. Hábitos alimenticios irregulares.
2. Falta de deseo para comenzar tareas.
3. Dificultad para dormir y descansar.
4. Perdida de la estructura diaria: se descuida la rutina diaria.
5. Periodos de profunda depresión: se sienten deprimidos con más
frecuencia.

Fase VIII
Pérdida de control del comportamiento: durante esta fase las personas en
recuperación se vuelven incapaces de controlarse o de regular sus
comportamientos y su estructura diaria, aún hay negación muy fuerte y no
tienen plena consciencia de estar fuera de control. Sus vidas se tornan
caóticas y se crean problemas en todas las áreas de la vida y de la
recuperación. Las señales de alerta más comunes son:
1. Asistencia irregular a AA y a reuniones de tratamiento.
2. Aparición de una actitud de “no me importa.
3. Rechazo abierto a la ayuda: debido a la crítica y al enojo, se alejan
por completan de las personas que los pueden ayudar.
4. Disgusto con la vida: las situaciones parecen ser tan malas que
empiezan a pensar que deberían regresar al uso adictivo porque estas no
podrían empeorar. Parece que la vida se ha vuelto inmanejable desde que
dejaron de beber.
5. Sentimientos de impotencia y vulnerabilidad.

Fase IX
Reconocimiento de la pérdida de control: se rompe la negación y de
repente reconocen la gravedad de los problemas, lo inmanejable que se
han vuelto sus vidas así como el poco poder que tienen para controlar y
resolver cualquier problema. Este descubrimiento es muy doloroso y da
miedo. Cuando esto pasa, se han vuelto tan aislados que parece que no
hay nadie a quien pedir ayuda. Las señales de alerta más comunes son:
1. Dificultad con la coordinación física y propensión a los accidentes.
2. Auto-compasión: empiezan a sentir lastima por sí mismos y pueden
usar la auto-compasión para atraer la atención de los miembros de AA o
de la familia.
3. Pensamiento del uso social del alcohol: empiezan a creer que el
usar alcohol o drogas los va a ayudar a sentirse mejor por lo que
comienzan a tener esperanza de que puedan beber o usar normalmente
otra vez y de ser capaces de controlarlo.
4. Mentir conscientemente: empiezan a reconocer sus mentiras, su
negación y excusas, pero son incompetentes para interrumpirlas.
5. Perdida completa de la auto-confianza.

Fase X
Reducción de las opciones: durante esta fase las personas en
recuperación se sienten atrapadas por el dolor y por la inhabilidad de
manejar la vida. Parece que hay solo tres salidas: la enfermedad mental,
el suicidio o el uso adictivo. Ya no creen que alguien o algo pueda
ayudarlos. Las señales de alerta de recaída más comunes son:
1. Resentimiento irracional: se sienten enojados por su incapacidad
de comportarse como quieren. Algunas veces ese enojo es con el mundo
en general, algunas otras con alguien o con algo en particular y otras
veces con ellos mismos.
2. Asistencia irregular a tratamiento o a AA: dejan de asistir a todas
las reuniones de AA.
3. Soledad abrumadora, frustración, enojo y tensión: se sienten
completamente abatidos.
4. Pérdida del control del comportamiento: cada vez experimentan
más y más dificultad para controlar sus pensamientos, emociones, juicios
y comportamientos.

Fase XI
Regreso al uso adictivo
1. Intentos de uso adictivo “controlado”: en este punto muchas
personas en recuperación están tan desesperadas que se convences de
que el uso controlado es posible. Planean intentar el consumo social por
poco tiempo o el tomar mucho de un solo golpe. Comienzan a pensar que
si usan de manera social o recreativa controlada podrían usar un poquito
de manera regular. Usted piensa que, si planea una tanda, será un solo
episodio por un tiempo limitado.
2. Vergüenza y culpabilidad: el uso inicial les produce sentimientos de
intensa culpabilidad y vergüenza.
3. Pérdida de control: el uso adictivo se sale de control. Algunas veces
esa pérdida de control ocurre lentamente. Otras veces la pérdida de
control es muy rápida. La persona empieza a usar iguales cantidades y
frecuencias como lo hacía anteriormente.
4. Problemas de vida y de salud: empiezan a experimentar problemas
graves con su vida y con su salud. El matrimonio, el trabajo y la capacidad
de mantener amistades están seriamente afectados. Eventualmente se
enferman al extremo de necesitar tratamiento profesional (Gorski y Miller,
pp. 115-128).

PAUTAS DE PENSAMIENTO Y ACTITUDES DE RECAÍDA (según quien?)

- Actitudes negativas: Durante la primera etapa de abstinencia


el/la drogodependiente experimenta una serie de consecuencias
positivas, cosa que le dificulta admitir que el consumo va a surgir
de nuevo. Este estado constituye un factor de alto riesgo para
volver a consumir ante el más mínimo problema. Existe también
una serie de pensamientos y actitudes negativas que de forma
fiable dan lugar a la recaída, como, por ejemplo: tener dudas
sobre el proceso de recuperación, autocompasión, impaciencia;
cuando el/la drogodependiente espera demasiado de los demás
para su recuperación, cuando mantiene una actitud negativa y
de insatisfacción crónica, cuando confía demasiado en uno
mismo, el hecho de que la vida no tenga sentido sin drogas y el
mantener actitudes y creencias rígidas.
- Sentimientos y estado de ánimo negativos: Se trata de
sentimientos crónicos no resueltos de aburrimiento, depresión,
soledad, infelicidad, tristeza, ira, ansiedad y culpa junto con
recuerdos dolorosos y/o traumáticos. La intervención durante el
tratamiento individual y/o grupal y la resolución de estos
sentimientos disminuyen la posibilidad de una recaída.
- Idealizar el efecto de la droga “estar colocado”: La situación
de recaída aumenta si el paciente continúa idealizando los
efectos que le producía la droga y, de forma selectiva, sólo
recuerda los agradables.
- Poner a prueba el control personal: El individuo después de
varios meses de abstinencia crea la impresión que puede
consumir de forma controlada. Tiene una percepción de control
personal mayor sobre su adicción y piensa que los problemas
relacionados con el consumo han desaparecido. Es importante
anticiparse y poner éste de manifiesto en las sesiones de
terapia.
- Deseo de gratificación: Suele ser el resultado de hacer frente
a todos los problemas y dificultades que lleva implícitos la
recuperación terapéutica.
- Estados de ánimo positivos: El sentirse bien o en un estado
de ánimo positivo un tanto exagerado, genera un sentido falso
de seguridad sobre su proceso de recuperación.
- Problemas sexuales o de relaciones: Los problemas sexuales
no resueltos pueden ser un desencadenante de las recaídas.
Para prevenir la recaída es importante que estos aprendan a
disfrutar los sentimientos relacionados con la sexualidad y la
intimidad sin necesidad de consumir drogas.
- Sueños relacionados con la recaída: Estos sueños llegan a
alterar el proceso de recuperación del sujeto, llegando a sentirse
decepcionado consigo mismo o que no está suficientemente
motivado para continuar con el tratamiento.

De acuerdo con los mismos autores existen también conductas de alto riesgo
que llevan los/las participantes al consumo de drogas. Las más importantes
son:
- Reaccionar de forma exagerada ante deslices y recaídas.

- Conductas impulsivas (tomar decisiones inmediatas y sin pensar).

- Otras conductas adictivas y/o compulsivas: presencia de más de


una adicción y la intención eliminar una conducta sustituyéndola
por otra hace que la posibilidad de recuperación sea mínima.

- Cambios graduales en el estilo de vida, por ejemplo, llegar tarde


a las sesiones de terapia, dejar de hacer la programación de
actividades semanal, etc.
- Presencia de trastornos mentales, problemas físicos (VIH, hepatitis,
etc.).

- Permisividad familiar: cuando la familia del sujeto no le apoya e


ignora las posibles señales de recaída (Graña Gómez y García
Álvarez, 1994: 239-240).
La modificación del estilo de vida del drogodependiente es un objetivo muy
importante. Se trata de gestionar un estilo de vida que aleje lo más posible
al consumidor de las situaciones de riesgo. El cambio que debe realizarse
está basado en cada caso individual, y dependerá del análisis funcional y de
los objetivos de tratamiento.
La creación de nuevos hábitos en el estilo de vida se aborda en diferentes
áreas: familia, ocio y tiempo libre, formación académica, laboral y salud.
Cañán Díaz, Losada González, Navarro Leis y Martín del Moral (2009: 98)
proponen algunos de estos cambios:
 Familia: formas de comunicación adecuada, asunción de
responsabilidades, fomento de actividades gratificantes
compartidas.
 Ocio y tiempo libre: cambio de grupo de relación e inicio y
mantenimiento de actividades de ocio gratificantes
incompatibles con el consumo.
 Formación académica: instaurar hábitos de asistencia a clase
y estudio para aquellas personas que estén realizando una
actividad académica o para las que sea necesario iniciarla.
 Laboral: comienzo y/o mantenimiento de una actividad laboral
estable o cambios en la misma si están asociados al consumo.
 Salud: instaurar y mantener hábitos saludables y de tratamiento
y seguimiento de enfermedades si existen.

Estas estrategias generales, junto con otras intervenciones personalizadas,


se pueden organizar en los Programas Educativos Individuales (PEI) que
analizamos en el capítulo 3 y formar parte del tratamiento de cada sujeto
teniendo como objetivo la estabilidad en el mantenimiento de la abstinencia

MODELO DE PREVENCIÓN DE RECAÍDAS DE WASHTON (1995)


Las propuestas de Washton no tienen tanto sustento empírico como aquellas
que se han derivado del modelo de Marlatt, sin embargo, gozan de buena
aceptación en el ámbito clínico e incorporan elementos tradicionales del modelo
de Marlatt y de las terapias cognitivo-conductuales, focalizándose especialmente
en el trabajo de personas con adicción a la cocaína. Su propuesta implica la
comprensión de una serie de mitos asociados a la recaída:

1. La recaída es una señal de falta de motivación.

2. La recaída es una señal de fracaso en el tratamiento.

3. La recaída es impredecible e inevitable.

4. La recaída solo ocurre cuando los pacientes toman su droga de predilección.

5. La recaída es un hecho puntual que ocurre cuando el paciente usa de nuevo


drogas.

6. La recaída destruye cualquier cambio positivo que se haya alcanzado con la


recuperación.

Al igual que otros modelos en prevención de recaídas, Washton propone un


proceso de recaída particular, acompañado de una serie de factores y señales
de riesgo que incluyen las actitudes y patrones de pensamiento de recaída, los
estados emocionales y sentimientos negativos, la idealización de los efectos del
consumo, el propósito de control del consumo, el deseo de autocomplacencia,
las emociones positivas, los problemas relacionales, los sueños de recaídas, las
conductas de riesgo (caminos preestablecidos, reacciones negativas ante las
fallas, acciones impulsivas, conductas compulsivas, conductas codependientes
e indisciplina), trastornos psiquiátricos no tratados, acontecimientos vitales
importantes, enfermedad física y fatiga, así como condicionantes familiares o
terapéuticos.

Sus estrategias de prevención de recaídas se basan en: grupo de prevención de


recaídas ,psicoeducación en prevención de recaídas, trabajar la admisión frente
a la aceptación ,autocontrol, trabajo de emociones desagradables,
planteamiento de escenarios de recaídas ,desarrollo de planes para el manejo
de deseos de consumo, estrategias de reestructuración cognitiva, reducción del
estrés y control de la ira.

INVESTIGACIÓN SOBRE LA PREVENCIÓN DE RECAÍDA

ESTUDIO RELACIONADO CON EL TRATAMIENTO Y LAS RECAIDAS


Romero, Gómez-Fraguela y Villar (2011) analizan en un estudio las variables
que mejor sirven para predecir las recaídas durante y después del tratamiento
de adicción a las drogas en participantes que han sido sometidos a distintos
tipos de tratamiento. Asimismo, examinan la eficacia de distintas
modalidades de tratamiento, identificando las intervenciones que mayor
incidencia tienen sobre los factores precipitantes de las recaídas. Estos
autores llegaron a la conclusión de que las personas adictas a los opiáceos
que recaen empiezan a consumir con menos edad que el resto, presentan un
mayor número de intentos por abandonar las drogas, poseen un menor
número de amigos que les ayuden a superar este problema y en variables
como las relaciones de convivencia con la familia, la pareja y los amigos
(cuyos mejores niveles entre los recaídos podrían indicar que menores
problemas en el entorno del individuo) en la fase anterior al programa
(posiblemente relacionados con un menor nivel de exigencia) aparecen
relacionados con la probabilidad de recaída posterior.
INVESTIGACIÓN ACERCA DE LA EFICACIA Y DE LA EFECTIVIDAD DEL
PROGRAMA DE MARLATT PARA LA PREVENCIÓN DE RECAÍDAS (RPT)
La literatura de la investigación de resultados ha mostrado que el programa
cognitivo conductual de Marlatt es más efectivo en algunos comportamientos
adictivos, mientras que es menos efectivo en otros.

Por ejemplo, Irvin, Bowers, Dunn y Wang (1999) reportan un estudio de meta-
análisis de 26 estudios, con una muestra total de 9.504 clientes. El análisis
mostró que la RPT era generalmente efectiva, y particularmente efectiva en el
abuso de alcohol. La RPT fue particularmente efectiva cuando se aplicó a
policonsumidores y consumidores de alcohol, cuando se entregó en forma
combinada con medicamentos, y cuando su eficacia fue evaluada
inmediatamente después del tratamiento.

McCusker et al. (1995) compararon la efectividad de la RPT en tratamientos


residenciales de tres y seis meses, en un estudio clínico con asignación al azar
de los sujetos. Los dos tratamientos dieron como resultado una mejoría
significativa en el seguimiento. Los resultados también mostraron que el
tratamiento de más de tres meses fue beneficioso en términos de retrasar el
primer consumo de drogas

Wells, Peterson, Gainey, Hawkins y Catalano (1994) compararon a la RPT en


formato grupal con un grupo de apoyo de 12 Pasos de Alcohólicos Anónimos, en
un programa de tratamiento con consumidores de cocaína. Encontraron que los
participantes en ambos grupos redujeron el consumo de marihuana y cocaína,
sin que se hayan encontrado efectos diferenciales del tratamiento en los
resultados o en la retención de los consumidores de cocaína.

Schmitz et al. (1997) compararon la efectividad de la RPT entregada en formato


individual o grupal a consumidores dependientes de cocaína. Se encontraron
diferencias significativas y sostenidas en la severidad de la adicción, craving y
comportamientos de afrontamiento; pero no se encontraron diferencias en los
resultados entre el tratamiento individual y el grupal.

Carroll (1996) reportó, en base a la revisión de varios estudios, que la RPT es


efectiva al ser comparada con las condiciones de control sin tratamiento.
También encontró una efectividad comparable, pero no superior a otros
comportamientos activos.
CONCLUSIONES

 La evaluación de las situaciones de riesgo y de las habilidades de


afrontamiento y la delimitación de los posibles procesos de recaída,
debería constituir una de las etapas previas de una intervención
dentro de un contexto de prevención de recaídas.
 Se articula como una opción eficaz de intervención en la fase de
mantenimiento de una persona que ha experimentado una adicción.
Propone como estrategias a trabajar el entrenamiento en habilidades,
la reestructuración cognitiva y el restablecimiento de un estilo de vida
saludable.
 En este trabajo se exponen y analizan dichas estrategias, se
proporcionan diversas técnicas para utilizar en la intervención y se
propone el trabajo social como disciplina útil desde la que promover
la reinserción social atendiendo a diversos ámbitos como sanitario,
formativo, laboral, económico, ocio, familiar y grupal, entre otros.
BIBLIOGRAFICAS

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https://hera.ugr.es/tesisugr/21007020.pdf

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