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INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia, los seres humanos hemos ido modificando nuestros


hábitos y costumbres, utilizando la fuerza y el conocimiento para tratar de satisfacer
nuestras necesidades y mejorar nuestra calidad de vida. Este intento de superación se
realizó a través del trabajo y el empleo de recursos y energía, de forma tal que a
medida que se desarrollaba el trabajo, inevitablemente, se realizaba un intercambio
tanto con el medioambiente como con otros seres humanos. Pero al trabajar, además
de modificar su entorno, un individuo también se modificaba a sí mismo, al
vincularse de forma solidaria o conflictiva con otros individuos o grupos, por
ejemplo.
Para ser realizado, todo trabajo requiere de una serie de esfuerzos físicos y
conocimientos, por más simple que parezca la tarea a realizar. Y además de un
esfuerzo individual, cada trabajo supone un esfuerzo colectivo ya que es necesario
para su realización algún tipo de ayuda o cooperación. Por otra parte, existen
innumerables cantidad de actividades, cada una de las cuales está organizada de
diferente manera en cuanto a su distribución de tareas, organización jerárquica,
tecnología utilizada, formas de gestión y mano de obra.
Los primeros humanos obtenían los medios necesarios para subsistir en base
a la recolección (frutos, raíces, miel, semillas, nueces, carroña). Inicialmente usaban
sólo sus manos para conseguir el alimento, posteriormente, palos, estacas y piedras.
A medida que fueron desarrollando sus conocimientos incorporaron herramientas,
palos y piedras con algún trabajo incorporado (cuchillos, raspadores, punzones,
armas de corto alcance), descubrieron el fuego.

Posteriormente surgen los primeros centros urbanos y ciudades, y aparece la


agricultura, aumentando notablemente la tecnología disponible. Se inventan
instrumentos para facilitar su labor, como hoces y arados, por ejemplo. Luego se
comienza a trabajar los metales. Con el trabajo del hierro, la agricultura y la
domesticación de los animales, cada vez era más necesario el dominio de
conocimientos más complejos y especializados. La división del trabajo se hizo más
compleja. De esta forma nació la diferenciación de grupos sociales según su oficio.
Como por ejemplo los campesinos y los comerciantes. Luego con la implementación
de maquinas y herramientas de trabajo, ya el trabajo en algunas áreas no era tan
afanoso de allí se fue consolidando una estructura laboral muy importante que fue de
allí donde surgieron las reglas de cómo se deberían establecer las relaciones de

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trabajo entre el patrono y el obrero, las horas en las cuales se trabajarían y el pago
oportuno por el trabajo realizado.

Cabe señalar que a medida que el tiempo pasa de igual forma el trabajo va se
va innovando y prueba de ello cada una de las leyes que han surgido desde tiempos
muy remotos, hasta nuestros días.

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CONTENIDO

DERECHO LABORAL

¿Qué es el Trabajo Humano?

El trabajo es: "aquella actividad humana física y/o intelectual que le permite a
las personas procurarse los bienes materiales o económicos que necesita para
subsistir." Por lo tanto, lo especial del trabajo, entendido como actividad productiva
del ser humano, es que tiene como causa final la subsistencia de quien trabaja. De
esta manera entonces, no tienen una relevancia directa para el Derecho y, en
particular, para el Derecho del Trabajo, aquellas actividades humanas no orientadas,
en último término a obtener medios de subsistencia, como podría ser por ejemplo un
pasatiempo como la jardinería, la repostería, o la ejecución de un instrumento
musical. El trabajo humano tiene 2 caracteres que lo singularizan y enaltecen:

a) ES PERSONAL: porque es efecto de la energía o fuerza de la persona que lo


ejecuta.

b) ES NECESARIO: porque, por regla general, toda persona debe realizarlo para
cumplir con la obligación primaria de sustentar la propia vida.

EVOLUCIÓN HISTORICA DEL TRABAJO HUMANO.

En el Mundo Antiguo (siglo VI a.C. hasta siglo V).

La esclavitud.

En las antiguas civilizaciones griega y romana, el trabajo fue considerado una


actividad servil e indigna, en contraste con otras actividades, como la política, el
sacerdocio, la intelectual o la militar. En Grecia y Roma, en líneas generales, el
trabajo físico de esfuerzo fue despreciado y, en general, se consideraba oficio vil
estar al servicio de otro ya que ello implicaba una renuncia al pleno dominio de sí
mismo, una enajenación, hacerse de otro. Los grandes filósofos como PLATÓN
miran ordinariamente al trabajo físico como indigno del ciudadano. ARÍSTÓTELES
califica de vulgares “los trabajos mercenarios o asalariados porque privan a la mente
de todo ocio y la degradan”. En Grecia las personas que ocupaban una buena
posición despreciaban los oficios manuales. Los prejuicios aristocráticos de la
cultura helénica contra el esfuerzo físico fueron adoptados también por la clase alta
de la sociedad romana, como puede verse muy claramente en CICERÓN, quien
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siguiendo a ARISTÓTELES, piensa que “el hombre, casi un dios mortal, nació para
dos cosas: para comprender y para obrar.

El grueso de la labor necesaria para el mantenimiento de la comunidad recaía


sobre los hombros de los esclavos. El número de esclavos, considerable gracias a las
guerras como veremos seguidamente, absorbió el mercado de trabajo. La condición
de esclavo se adquiría, en primer lugar, por sojuzgamiento de los ocupantes
originarios de los territorios conquistados militarmente o por el cautiverio de los
enemigos apresados en el campo de batalla. En segundo término, agotada la fuente
de esclavos externa, se advenía a la condición de esclavo por el nacimiento de
padres esclavos o de madre esclava y padre libre. A estas dos especies aluden las
Institutas de JUSTINIANO, texto romano tardío, cuando dice: “los esclavos nacen o
se hacen”. En Roma también podía derivarse el status de esclavo de una condena
penal, de la falta de pago de impuestos, del incumplimiento de una deuda, y de la
deserción del ejército.

La esclavitud fue una institución universal en el mundo antiguo. Se ha dicho,


con acierto, que “la esclavitud fue tan característica de la economía de la polis como
el asalariado lo es de la nuestra”, y también que “Roma se edificó sobre el trabajo de
esclavos”. Tanto Roma como Grecia, pero sobre todo esta última, ofrecen el
panorama de una comunidad de hombres libres sostenida y desarrollada por el
trabajo de hombres no libres. En ambos mundos, griego y romano, en fin, el trabajo
esclavo era esencial para la economía siendo la “relación entre hombres libres y
esclavos rasgo relevante de las relaciones sociales del mundo antiguo”.

En suma, “ni la vida material de las civilizaciones greco-romanas, ni su


civilización misma, en lo que tiene de más exquisito, son concebibles sin el trabajo
forzoso”, o, para decirlo con HEGEL, “los griegos –como los romanos- tuvieron
esclavos, de los que dependió tanto su vida como su hermosa libertad”.

Naturaleza del trabajo esclavo.

El esclavo realizaba un trabajo socialmente productivo, es decir, un trabajo


dedicado a la producción de bienes y de servicios económicamente valiosos y
utilizables como tales. El trabajo del esclavo era su garantía de subsistencia, porque
del hecho de trabajar derivaba el interés de su dueño de que subsistiera físicamente e
imponía a este último la necesidad de alimentarlo. El esclavo era una propiedad
valiosa y había de ser tratada como tal desde el punto de vista de su conservación.

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a) Trabajo por cuenta ajena.

El trabajo del esclavo era, claro está, un trabajo por cuenta ajena, en el sentido de
que la titularidad de los frutos del trabajo del esclavo correspondía inmediatamente
al dueño, y no al esclavo que hacía la tarea. En este aspecto, la singularidad de la
esclavitud se encuentra en la relación jurídica de dominio que tiene el amo respecto
del esclavo: el amo hacía suyos los frutos del trabajo del esclavo no en virtud de
ninguna atribución o cesión voluntaria por parte de este, sino a título de propietario
o dueño del esclavo mismo. Así lo establecen las reglas del derecho de propiedad:
“todo lo que se adquiere mediante el esclavo, se adquiere para el dueño”. El esclavo
estaba privado del control sobre su persona o, si se quiere expresar la idea con
crudeza: estaba privado del control sobre su propio cuerpo. Tanto es así que la
potestad del dueño, su poder disciplinario, e incluso el derecho de vida y muerte
respecto del esclavo, son ilimitados. Así, el esclavo formaba parte del patrimonio del
dueño, y a este patrimonio se incorporaban directamente los productos del trabajo
del esclavo. Esto es precisamente lo que nos informa el jurisconsulto GAYO:
“adquirimos no sólo por nuestros propios actos…, sino a través de los esclavos, cuya
propiedad, posesión de buena fe o usufructo tenemos”.

b) Trabajo forzoso o involuntario.

El trabajo del esclavo, por otro lado, era un trabajo no libre; era un trabajo
forzoso o involuntario. Este segundo aspecto de la relación de esclavitud está
también cubierto por la forma como fue jurídicamente estructurada; y este aspecto
de privación de libertad fue uno de sus datos externos más salientes. No era
necesario contar con el consentimiento o con la voluntad del esclavo, por la sencilla
razón de que carecía de ella, en la medida en que era jurídicamente incapaz de
formular voliciones de ningún tipo y, por ello mismo, de la voluntad de trabajar o
dejar de hacerlo.

El trabajo del esclavo era forzado por los tipos de compulsión jurídica
admisibles que el dueño tenía a su disposición para lograr la efectividad de sus
prestaciones, los que incluían los derechos absolutos sobre la vida y la persona del
esclavo, el derecho a disfrutarlo y a destruirlo, propios de la relación de dominio.
Por lo demás, se hizo uso real y efectivo de estos derechos, sobre todo en Roma, en
donde la situación de hecho del esclavo se endureció respecto de la que había sido
habitual en Grecia.

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En la Edad Media (siglos V al XV).

La influencia del Cristianismo.

Como reacción al Imperio y a su estructura clasista, el cristianismo rechazó la


riqueza y el ahorro, pues el orden providencial no exige acumulación en la vida
terrena. Esta búsqueda en la interioridad y en la experiencia íntima y emocional
pareció minimizar el peso del trabajo en la vida terrena. En contraste con el reino
por venir, el trabajo poco podría aportar, pues lo decisivo es la fe, la claridad y el
amor. Pero esta primacía de la actitud contemplativa se vio a su vez negada por el
concepto de encarnación, por el rechazo a la fe sin obras y por la exigencia de
servicio y de caridad desde las fuentes mismas del cristianismo.

El cristianismo primitivo conservó, en lo que respecta a la noción de trabajo,


la ambivalencia hebrea y la visión del trabajo como castigo impuesto al hombre por
Dios a causa del pecado original. Pero le asignó un nuevo valor, aunque siempre en
tanto medio para un fin virtuoso: el trabajo, para el cristiano, no sólo se destinaba a
la subsistencia sino sobre todo a producir bienes que pudieran compartirse
fraternalmente. En el carácter moral atribuido al trabajo el cristianismo primitivo
difiere de la concepción hebrea, pero mantiene el rango de medio para un fin moral.

El universalismo del mensaje de Cristo era incompatible con la esclavitud,


que los filósofos griegos justificaron. La solidaridad genérica y la igualdad de todos
ante Dios exigen valorar indistintamente a todos los hombres y a todos los trabajos.

“La influencia del Cristianismo fue extraordinaria, impulsando la


manumisión de esclavos y, sobre todo, la humanización, espiritualización y
dulcificación de las relaciones de trabajo.” Lo anterior, en todo caso, no fue óbice
para que la esclavitud subsistiera por largos siglos más, al punto que, en la
actualidad, no pueda afirmarse su abolición real en el mundo.

Gracias a los Santos Padres y a la teología escolástica, el juicio de valor


relativo al trabajo tiende a mejorar en la civilización medieval. El principal valor que
se le asigna al trabajo es su aspecto penitencial y redentor. Para el Medioevo, el
trabajo es un instrumento providencial para huir del ocio. También se lo considera
un instrumento ascético para disciplinar la voluntad. Todavía la concepción
dominante durante esta época privilegia la contemplación –simbolizada en el
evangelio por María- sobre la acción –simbolizada por Marta-. Esta primacía queda
de manifiesto, por ejemplo, en el arte gótico.

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El sistema feudal.

El fenómeno que sobrevino inmediatamente después de las civilizaciones


griegas y romana, que eran fundamentalmente urbanas, fue la ruralización. Esto es:
se forman pequeñas aglomeraciones de personas alrededor de la morada de un señor
feudal que era el dueño de la tierra, dando lugar a villas, autónomas respecto de las
ciudades, que constituían unidades económicas cerradas y autosuficientes.

El comienzo del período histórico al que denominamos Edad Media suele


fijarse en el año 476 (siglo V), y tuvo su origen próximo en el derrumbamiento del
poder político representado por el Imperio romano y sus gobernadores provinciales.
La conmoción causada por las sucesivas invasiones germánicas deshizo el marco
institucional de gobierno y generó una falta de medios para hacerse obedecer
políticamente. Los señoríos territoriales, poderes secundarios durante el Imperio, se
erigieron así en núcleos primarios de poder, culminando hacía el siglo IX en el
régimen feudal, que saca todas sus consecuencias de la profunda debilitación del
Estado, especialmente en su función de protección del súbdito. El feudalismo es el
sistema político que cobro plena vigencia en Europa en la Alta Edad Media (siglos
IX a XII) y es una consecuencia política del pluralismo y del aislamiento de
poblaciones escasas, a las que la inseguridad obliga a concentrarse en núcleos mal
comunicados entre sí, que carecen por ello de “medios institucionales y de fuerza
para dominar espacios relativamente amplios”.

La característica esencial de la Alta Edad Media es la inseguridad personal y


patrimonial, la anarquía y el terror generalizados; los movimientos emigratorios
masivos, sucediéndose sus oleadas unas a otras sin apenas solución de continuidad.
Había pueblos enteros dedicados sistemáticamente al pillaje y a la depredación, sin
perjuicio de destacar las peculiares formas de hacer la guerra propia de la época,
como la algarada y el saqueo, próximas al pillaje puro y simple. Todas estas
circunstancias exigieron y dieron lugar a un poder político local y fragmentario,
próximo e intenso, único y eficaz, apoyado sobre el castillo o la red de estos. Las
casas de los siervos y de los campesinos frecuentemente se ubicaban en las laderas
de los castillos, para que la población pudiera refugiarse en ellos en caso de peligro;
allí encontraban socorro y abastecimiento en caso de asedio. La villa o pueblo no
protegido por el castillo se exponía a ser saqueada o destruida por bandas de
salteadores o de soldados hasta incluso finales del siglo IX. El poder feudal era,
además, la garantía de la paz pública ya que cuando se debilitaba, automáticamente
surgían los brotes anárquicos. Todo ello exigió una estructura férrea de dominación
de la que, en parte, fueron beneficiarios los protegidos.

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El régimen feudal se caracteriza, en primer lugar, porque una sola y la misma
persona, el señor feudal, asume simultáneamente:

(i) Los poderes políticos o públicos sobre la población de su territorio, desde


la administración de justicia en pleitos civiles y penales, hasta la potestad
de reclutar y de mandar las tropas o militares, con la potestad de convocar
al campesinado a la defensa común ante una agresión externa;
(ii) Asume, también, la titularidad de la tierra en sentido jurídico, es decir, es
el propietario o titular de un derecho real de dominio y disfrute respecto
de la tierra; y, por último,
(iii) Asume, en parte como propietario pleno y en parte como propietario
eminente, el derecho a las prestaciones dinerarias o en especie y a los
servicios de los habitantes y cultivadores de la tierra misma.

Se confunden así en cabeza del señor el derecho a percibir tasas e impuestos


territoriales como gravamen público con el derecho a percibir las rentas de la tierra
como beneficio privado. Los hombres libres que habitan en el señorío son a la vez
renteros y súbditos del señor feudal, razón por la cual no es fácil distinguir en sus
prestaciones económicas lo que tenían de renta por la tierra cultivada de aquello que
tenía naturaleza de impuesto público.

El régimen de servidumbre.

La situación del cultivador de la tierra, campesino o habitante del señorío es


la generalmente conocida como régimen de servidumbre. El acto de sometimiento y
las prestaciones correspondientes son la contraprestación que brinda el siervo como
consecuencia de la protección frente al exterior que le ofrece y le garantiza el señor
territorial. El campesino reconoce el dominio eminente del señor sobre el lote de
tierra que él mismo habita y paga el precio de esa protección bajo la forma de
cánones, generalmente en especie, que entrega al señor. El siervo tenía la obligación
de aportar su trabajo, sin remuneración ni contraprestación en dinero, para el cultivo
de las tierras de propiedad del señor, pudiendo el siervo retener para sí una porción
menor de la producción para su subsistencia y la de su familia como toda
retribución. De tal manera que el cultivador es privado de una parte importante de
los frutos de su trabajo.

El siervo está adscrito a la tierra (adscriptio terrae). No puede ser desposeído


de ella en virtud de un acto arbitrario del señor feudal, pero tampoco puede
abandonarla. De ahí que la tierra, en el supuesto de ser enajenable, se enajene
conjuntamente con el siervo a ella adscrito como algo que va anexado a la propiedad
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del terreno. En muchos casos, el siervo cultiva así la tierra del señor con obligación
irredimible a cambio de su subsistencia.

La condición de siervo es hereditaria, es decir, viene determinada por el


nacimiento, como antes había ocurrido con la esclavitud. El siervo nace para
obedecer a perpetuidad, para vivir su vida y para morir como siervo y transmite esa
condición a sus descendientes. La esencia de la condición servil está en su carácter
heredado y hereditario, para fortalecer el cual precisamente se prohíbe su
matrimonio con mujer libre.

La situación social y personal de los trabajadores rurales sometidos al


régimen de servidumbre fue extremadamente dura; el señor ostentaba el derecho de
maltratar (ius maletractandi) y encarcelar a sus siervos, de hacerse servir
gratuitamente por las mujeres e hijas de estos, e incluso de hacer “morir de hambre,
sed o frío” a los siervos, como permitió Pedro IV en las Cortes de Zaragoza en 1380.

Naturaleza jurídica del trabajo del siervo.

El trabajo del siervo realizado bajo las condiciones de vida características del
feudalismo era un trabajo productivo. En rigor de verdad, el trabajo del siervo era el
único trabajo productivo en la agricultura, en la industria rudimentaria derivada de la
misma y en la actividad de servicios personales. Era trabajo productivo en el sentido
de que de él salían los bienes y servicios necesarios para el sustento de la
comunidad, y era asimismo trabajo productivo en el sentido de que a través de él
obtenía el siervo lo necesario para su propia subsistencia. El señor feudal tenía el
deber de brindar protección y defensa a sus vasallos y, por tanto, recaían sobre él las
obligaciones bélicas, lo cual implicaba el deber de desarrollar cierta capacidad de
lucha en orden a defender su dominio contra posibles agresiones. Tras el
advenimiento de la caballería, todo ello exigía un largo y duro aprendizaje y un
entrenamiento continuo para poder desempeñarse con idoneidad en las lides
guerreras.

a) Trabajo forzoso o no libre.

El trabajo del siervo es forzoso o no libre. Los instrumentos de compulsión se


han debilitado, desde luego, si se los compara con los propios de la esclavitud,
aunque es de notar la extrema dureza de las normas penales respecto de los siervos
cuya vigencia se prolongó hasta la Edad Moderna. Es verdad que el siervo tenía un
estatuto jurídico distinto al del esclavo en la civilización antigua, en cuanto que se le
reconocía la naturaleza de persona y no de mera cosa . Sin embargo, parece evidente

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que el carácter de cultivador y el trabajo agrario consiguiente merecen calificarse
como no libre. Este aserto se funda en las siguientes circunstancias: la adscripción
del siervo a la tierra, el carácter hereditario de la servidumbre y, por tanto, de su
anexión a la propiedad de la tierra, y, fundamentalmente, su imposibilidad jurídica o
fáctica de escapar de las cargas feudales. El factor más relevante para considerar
forzoso el carácter de cultivador y el trabajo agrario bajo el sistema feudal radica en
que el siervo no podía dejar de trabajar para su señor. El siervo estaba obligado, con
independencia de su voluntad, a prestar servicios a su señor.

b) Acerca de la ajenidad del trabajo del siervo.

Es imposible establecer con carácter general si el trabajo del siervo era por
cuenta propia o por cuenta ajena. Se ha considerado al cultivador como trabajador
por cuenta propia sujeto al pago de rentas o cánones en dinero o en especie, no
normalmente propietario pleno, pero si titular de derechos reales de disfrute sobre la
tierra, en virtud de los cuales no puede ser expulsado de ella. Sin embargo, en los
casos en que el señor originariamente adquiría la propiedad de los frutos del trabajo
del siervo, quien sólo se quedaba con una parte en forma de remuneración o de
prestación indiferenciada de mantenimiento, la relación bien podría calificarse como
de ajenidad.

El resurgimiento de las ciudades.

La ciudad medieval, como unidad administrativa y económica autónoma,


situada fuera del ámbito de poder del señor feudal o territorial, comenzó a
generalizarse en Occidente como institución a partir del siglo XI. Los historiadores
aceptan como válida la tesis según la cual el origen de la ciudad medieval está en el
mercado . El resurgimiento de la ciudad y su expansión y desarrollo se produce
como consecuencia de convertirse la urbe en centro de tráfico mercantil, con la lenta
reanudación de un sistema económico más abierto. La concausa probable del
resurgimiento de la ciudad hay que situarla en la recuperación demográfica de la que
hay signos claros e irrefutables en el siglo X, superados los efectos de las
catastróficas epidemias del siglo VIII.

Lo que distinguió la ciudad medieval de la villa y, en general, de los núcleos


de población urbanos sujetos a la jurisdicción económica y política del señor feudal
es la condición social y jurídica libre de quienes viven en su recinto. La ciudad
rompe con el derecho señorial y se constituye en un lugar de ascenso de la
servidumbre a la libertad.

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La ciudad, además de constituir un centro de intercambio mercantil, se va
constituyendo también en un núcleo de producción industrial, esto es, en un centro
de producción de bienes distintos de los agrarios. Lo crucial, en lo que importa a
nuestro cometido, es que el trabajo en la ciudad se organiza en régimen de libertad.
El morador de la ciudad es libre en el sentido estricto de que no se encuentra ligado
a otras personas por relaciones de esclavitud ni por relaciones de servidumbre . El
trabajo por cuenta ajena prestado en régimen de libertad en la ciudad, unido al
tráfico mercantil del que ésta es centro, desemboca en el régimen gremial. Hoy se
acepta la tesis según la cual los gremios han nacido en las ciudades.

Los gremios o corporaciones de artesanos.

A partir de los siglos XI y XII, se crearon y difundieron los gremios (métiers,


arti, mysteries, tilden) –llamados más adelante corporaciones- que, en cada localidad
o región, reunían a las personas que tenían un mismo oficio o ejercían una misma
actividad comercial o artesanal (sobre todo en las ciudades). El notable historiador
francés HENRI PIRENNE define, en general, el gremio como una “corporación
industrial que goza del privilegio exclusivo de practicar una profesión determinada,
según reglamentos aprobados por la autoridad pública”.

Por su parte, CALDERON BOUCHET las caracteriza acentuando sus


aspectos jurídicos: “son grupos económicos de derecho casi público que pueden
someter a sus miembros a una disciplina colectiva para el ejercicio de su profesión”.
La corporación estaba formada por los artesanos de un mismo oficio, residentes en
una misma localidad, y está investida del privilegio de la fabricación y venta de los
respectivos artículos o mercaderías de su especialidad. Sus estatutos u ordenanzas
son aprobados por los municipios o por la autoridad real. Estaban organizadas en
comunidades autónomas que tenían el monopolio de la producción de un
determinado producto, es decir, no tenían competencia externa dentro de su ámbito
territorial de actuación.

Los gremios se regían por estatutos propios, gozaban de privilegios y


monopolios, reales o municipales, y podían asociarse entre sí, formando las
federaciones poderosas de carácter internacional, llamadas Universitate
Mercatorum.

El gremio alcanzó un gran éxito debido a que aseguraba el trabajo


permanente a sus asociados, ya que gracias a los monopolios y privilegios de que
gozaba podía regular el mercado en el cual colocaba sus productos, mercado que,
por lo demás, en la época de auge de los gremios, era reducidísimo.
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El sistema artesanal medieval tenía una base estrictamente familiar. Era la
casa hogareña el pequeño mundo en que el carpintero, el tejedor, el orfebre,
transcurrían su vida. En la planta baja de su propia casa se hallaba instalado el taller
que hacía las veces, al mismo tiempo, de tienda de venta al por menor de los mismos
productos que allí se fabricaban. Sus primeros auxiliares en su oficio o profesión
eran sus propios hijos, algún oficial, y uno o a lo sumo dos aprendices, quienes
prácticamente se incorporaban al grupo familiar y colaboraban no solo en el trabajo
del maestro, sino también en los menesteres domésticos de la casa. El artesanado
medieval puede entenderse, por lo tanto, como la organización familiar aplicada a la
profesión.

Organización jerárquica del gremio: maestros, oficiales y aprendices.

La organización corporativa es esencialmente piramidal y admite dentro de sí


tres grados o estamentos profesionales:

(i) maestros artesanos (dueño del taller y propietarios de los instrumentos de


producción),
(ii) valets u oficiales (asalariados de tiempo y completo) y
(iii) aprendices (no retribuidos en dinero).

Quien se incorporaba a un gremio, ingresaba como aprendiz, generalmente en la


adolescencia; alcanzada cierta madurez, podía obtener el grado de oficial. Se accedía
al status de maestro después de haber permanecido un cierto tiempo en el anterior y
luego de superar un examen de competencia profesional. La estructura corporativa
era especialmente adecuada para el tipo de actividad manual artesanal propia de la
época, que exigía una gran habilidad y un exhaustivo entrenamiento para adquirir la
técnica.

En el gremio se desarrolla un régimen de trabajo libre. El propio gremio proveyó


a su regulación, mediante los estatutos u ordenanzas gremiales. El gremio fue así un
ente asociativo dotado de un poder regulador de las condiciones de trabajo. En tal
sentido, el gremio fue, en sentido estricto, una fuente de derecho. Los estatutos
establecían las normas a las cuales habría de someterse el ejercicio de la profesión,
la calidad del producto, el respeto a las tradiciones, la ética profesional, el ingreso, y
los derechos y obligaciones de sus miembros. Los panaderos de París, por ejemplo,
examinaban el peso de los panes fabricados y establecían el precio y la cantidad de
acuerdo a las exigencias de mercado. En general, la observancia de la normativa
gremial estuvo reforzada por la sanción de las infracciones, a través de penas
pecuniarias y, en último término, por la expulsión del gremio.
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Se atribuye la decadencia de los gremios al hecho que desaparecen los principios
que los habían inspirado: se olvidan los sentimientos religiosos y de fraternidad; los
maestros pretenden conservar para su familia la dirección de la asociación;
comienzan las luchas entre gremios competidores y los gremios demuestran una
desmedida ambición política, así como otras causas externas locales o
internacionales de mayor gravedad, como el cercado de los campos libres y
comunales, la confiscación de las haciendas monásticas, la revolución comercial, la
política mercantilista de las potencias europeas, la revolución agrícola, la época de la
Ilustración, la creación de las primeras manufacturas reales, etc.

Con el tiempo, los gremios decayeron y se corrompieron. Las corporaciones se


trabaron entre sí en odiosas luchas por mantener sus monopolios y privilegios. Las
transformaciones y cambios internos evolucionaron hacía una situación de
preeminencia de los maestros o empresarios, en virtud de la cual los trabajadores y
oficiales tienden a ser excluidos de la participación en el ejercicio de la potestad
normativa, y las regulaciones traducen esa situación de poder, favoreciendo a los
empresarios, a punto tal de que todos los oficios y actividades terminaron siendo
controlados y dominados por los maestros. Ejemplo característico de esta regulación
gremial pro-maestro es la tasa de salarios máximos que se imponen a los oficiales y
aprendices, en virtud de cláusulas penales que castigaban la competencia ilícita,
sobre la base de las cuales se sancionaba a los maestros que pagaran salarios por
encima de dicha tasa.

Además, las condiciones económicas y del trabajo variaron grandemente desde


el siglo XVI a consecuencia de los descubrimientos geográficos, del desarrollo de
las comunicaciones en América y las Indias, del crecimiento del comercio y del
nacimiento de la industria manufacturera. Las corporaciones no satisfacían las
necesidades creadas por estas nuevas circunstancias y pasaron a constituir un grave
factor retardatario del progreso de la economía.

Se ha dicho que en los gremios “se encuentra un antecedente del Derecho del
Trabajo”, lo cual explica el interés que la figura ha despertado y despierta, no ya
sólo entre los historiadores del Derecho, sino entre los especialistas en Derecho del
Trabajo.

Los vínculos jurídicos entre los miembros del gremio.

El instrumento jurídico mediante el cual se regulaba la relación de quien


quería ingresar a un gremio era el contrato de aprendizaje. El aprendiz celebraba el
contrato de aprendizaje con el maestro, generalmente hacía los doce años de edad.
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La formación del aprendiz tenía una duración variable, que solía oscilar entre los dos
y los diez años, según la dificultad del oficio. El contrato de aprendizaje es de
naturaleza mixta, pues se funden en el los caracteres propios de un contrato de
trabajo y los de un contrato sui generis. El maestro acepta recibir al aprendiz y se
obliga a proporcionarle un lugar para vivir y la debida alimentación, así como a
brindarle la formación profesional necesaria para desarrollar el oficio de que se trate
y, en fin, a tratarlo en forma digna y paternal. El aprendiz, por su parte, prestaba
juramento de fidelidad a lo que iba a aprender, y se obligaba a prestar su trabajo en
el taller durante un determinado número de años, en calidad de compensación al
maestro por la pensión suministrada y por el aprendizaje recibido. De una parte,
puede calificárselo como un contrato de trabajo porque el aprendiz cede al maestro
los frutos de su trabajo. De otra, la contraprestación principal del maestro
empresario consiste en la obligación de enseñarle al aprendiz el oficio. Durante la
vigencia del contrato de aprendizaje el maestro era titular de una serie de poderes y
deberes sobre el aprendiz típicos de este contrato: tenía fuertes potestades
disciplinarias respecto del aprendiz, y le asistía el derecho de custodia y vigilancia
del joven que, de hecho, quedaba a su cuidado.

En ciertas ocasiones el maestro asumía la obligación general de manutención


del aprendiz, así como en otras se utilizó el contrato de aprendizaje como una forma
de cuidado –o de explotación- de niños abandonados.

Cumplido el período de vigencia del contrato y, por tanto, concluido el


tiempo de aprendizaje, y previo un juramento “por los Santos” de que realizaría
lealmente su función, el joven aprendiz ascendía al grado sucesivo en la jerarquía
laboral gremial, convirtiéndose en un valet (criado), denominación que con el
tiempo se transforma en la más usual de compagnon (compañero, oficial). El oficial
se integra en la organización gremial celebrando un nuevo contrato con un maestro
empresario, mediante oferta de sus servicios en lugares públicos acostumbrados
(plazas, proximidades de las iglesias, etc.). La relación jurídica entre oficial y
maestro se constituía, pues, mediante la celebración de un auténtico contrato de
trabajo, generalmente instrumentado en forma verbal. Tenemos, entonces, en este
supuesto, una situación de prestación de trabajo libre –no forzado-, por cuenta ajena.

Los oficiales accedían al grado de maestros, normalmente tras un largo


período de tiempo como oficial y tras un riguroso examen de aptitud. Algunas
corporaciones gremiales exigían al oficial que aspiraba a ser maestro, la producción
de una obra susceptible de demostrar su madurez y competencia: la famosa obra
maestra. La prueba debía hacerse en un lugar especial y bajo la supervisión de los

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miembros más importantes de la corporación. En la primera época de los gremios, se
presumía que quien llegaba al último escalón dentro de la estructura jerárquica
gremial establecería su taller independiente, ya sea como trabajador autónomo, es
decir, en forma individual o bien mediante la utilización de otros aprendices y
oficiales adoptando el rol de empresario. Aunque en rigor de verdad, en los últimos
tiempos de los gremios se produce un proceso en virtud del cual se impide el acceso
al último grado de maestro, lo cual trae aparejado la inmovilización estamental del
gremio.

La corporación no sólo era una comunidad de índole laboral, sino también un


centro de ayuda mutua. Entre las obligaciones que la caja de la asociación,
alimentada con las contribuciones de sus miembros activos, debía atender, figuraban
las pensiones a favor de los maestros ancianos o impedidos, la ayuda a los miembros
enfermos durante su tiempo de indisposición y convalecencia, y el sustento de los
huérfanos.

En la Edad Moderna (siglos XVI al XVIII).

Frente a la concepción contemplativa y teocéntrica propia del Medioevo, el


pensamiento predominante en la Edad Moderna se presenta como activista y
antropocéntrico. El hombre moderno no es un ser pasivo que se contenta
contemplando el espectáculo de las cosas que tiene delante, sino que quiere
intervenir activa y eficazmente en el mundo.

Así, en la Modernidad se ensalza el trabajo; el ocio es condenado como


inhumano. La tónica durante esta época es la de que el trabajo significa gloria e
inmortalidad, civilización y provecho. Mediante el trabajo la humanidad avanza
hacia un destino mejor, a una meta más alta.

Sin perjuicio de ello, no se producen modificaciones fundamentales en la


organización jurídica del trabajo, perdurando las condiciones de la etapa anterior.

En la Época Contemporánea.

La Revolución Industrial (segunda mitad del siglo XVIII en adelante).

El período de transición hacia el predominio del trabajo libre por cuenta ajena
como realidad social generalizada se sitúa a fines del siglo XVIII y principios del
XIX con la Revolución Industrial. Con la expresión Revolución Industrial se
designa el conjunto de transformaciones económicas y sociales que se registraron en
Gran Bretaña a partir de 1760 y tuvieron su eclosión a lo largo del siglo XIX; las

18
cuales transformaciones implicaron la transición desde un situación preindustrial
hacia la sociedad industrial, urbana, capitalista en la que vivimos actualmente. La
Revolución Industrial implicó un cambio irreversible, acelerado, intenso y decisivo
de los modos de vida de la sociedad europea y, en tal sentido, fue una auténtica
revolución. El historiador inglés ERIC HOBSBAWN dice que fue el suceso más
trascendente de la historia. El acierto de esta apreciación puede compartirse si se
tiene en cuenta que la Revolución Industrial trajo aparejados no tan sólo cambios
económicos y tecnológicos sino también modificaciones de índole cultural,
ideológica y política, produciendo una alteración de enorme magnitud en la vida de
las personas.

Un aspecto relevante de la Revolución Industrial es la velocidad asombrosa


con la que se produjeron transformaciones sociales fundamentales. Al respecto,
observa KARL POLANYI (1886-1964) que ninguna explicación de la Revolución
Industrial será satisfactoria si no se toma en cuenta el carácter repentino del
cataclismo. En el centro de la Revolución Industrial del siglo XVIII, se encontraba
un mejoramiento casi milagroso de los instrumentos de producción pero
acompañado de una dislocación catastrófica de las vidas de la gente común.

La Revolución Industrial dio lugar a la aparición de nuevas ciencias, como la


Sociología, entendida como la reflexión del hombre sobre los problemas agudos y
peculiares derivados de los procesos de industrialización. Imprimió también un giro
sustancial a la Economía política. Desde la perspectiva de nuestro foco de interés, la
Revolución Industrial generó una nueva era en la historia del trabajo pues trajo
aparejada la generalización del trabajo voluntario, dependiente y por cuenta ajena
como factor fundamental de los procesos de producción, hecho histórico que habría
de dar lugar al nacimiento del Derecho del Trabajo.

Las innovaciones tecnológicas: el maquinismo.

El dato singular más saliente –el fenómeno capital en torno al cual se agrupan
todos los demás - de la Revolución Industrial, sin el cual no hubiera podido producir
la alteración radical que trajo aparejada, es la innovación tecnológica del
maquinismo y su aplicación a la industria, desde mediados de siglo XVIII. Los
nuevos descubrimientos científicos se transformaron en nuevas máquinas capaces de
potenciar la actividad humana de un modo formidable y estas, a su vez, generaron
mejoras notorias de los procesos productivos. El maquinismo consiste en la
invención, en forma masiva, de nuevas máquinas motrices que, o bien multiplican el
trabajo del hombre, o bien sustituyen el esfuerzo muscular humano por otras fuentes

19
de energía. La primera fue la máquina de vapor, movida por la energía del carbón,
que descubrió el escocés James Watt (1763-1819) en 1769. El caso típico de esta
tremenda transformación se dio en Inglaterra, donde la industria textil inaugura el
tránsito del sistema de elaboración manual a la nueva producción mecanizada. La
máquina de hilar se empezó a probar desde 1740, se perfeccionó a partir de 1783, y
resultó completamente utilizable en 1825. Unas pocas personas, manejando esta
máquina, podían realizar más trabajo que el producido antes por cien maestros
tejedores, expertos en el oficio. Lo aprendido en un trabajo de años como aprendiz,
oficial y maestro en los talleres artesanales resultaba totalmente superfluo; la
máquina lo hacía mejor, más rápido, e incomparablemente más barato. La
consecuencia más relevante de la invención de las nuevas máquinas fabriles fue la
de generar un enorme incremento cuantitativo de los rendimientos del trabajo
humano. Un protagonista de estos hechos, es decir, alguien que pudo vivirlos en
forma directa e inmediata, los describe con las siguientes expresiones: “los
resultados del aumento de la mejora de la maquinaria están casi más allá de la
capacidad de percepción de la mente humana”.

La división del trabajo y los nuevos procesos productivos.

Estos avances en la tecnología permiten grados de división del trabajo


desconocidos hasta entonces. Las máquinas realizan partes concretas y diferenciadas
del producto, ya que cada máquina se aplica a una operación singular. El proceso
productivo se descompone en fases distintas, aunque coordinadas entre sí, que
permiten la máxima mecanización, pues cada fase es realizada por una máquina
distinta operada por un trabajador. Esto hace que el empresario contrate un mayor
número de trabajadores por cuenta ajena, a cambio de una remuneración, pero no
para producir un producto terminado, sino para operar una máquina determinada
siendo responsable sólo de una ínfima parte del objeto final fabricado. Se produce
una integración inédita entre las diversas tareas desempeñadas por distintos
trabajadores, dando lugar a procesos productivos novedosos que redundan en
importantes economías de tiempo, y que, a la postre, resultan ser harto más
eficientes. Esto produce un cambio importantísimo: el objeto del contrato de trabajo
ya no es el bien final producido por el primitivo artesano sino su energía de trabajo
que, en rigor de verdad, queda desvinculada del producto final producido. Además,
estos trabajos o posiciones laborales requieren muy poca calificación o capacitación,
lo cual las convierte en puestos de trabajo uniformes e intercambiables susceptibles
de ser desempeñadas por cualquier trabajador. Ya no se necesitan expertos artesanos
entrenados a lo largo de un extenso período de tiempo, pues hasta un niño puede

20
manejar una máquina –y de hecho el trabajo especializado fue sustituido por el más
económico de menores de edad-. A su vez, todo este conglomerado de máquinas y
trabajadores que las operan se ubica en amplios espacios físicos, dando lugar a las
fábricas: establecimientos ubicados en barracas de extensas dimensiones en donde se
desempeñan un considerable número de empleados.

Concentración de los trabajadores en los establecimientos fabriles.

Junto a la división del trabajo, otro hecho característico de las nuevas


relaciones laborales es la concentración de todo el proceso productivo –y, por lo
tanto, de los trabajadores- en el local de la fábrica, en reemplazo del antiguo taller
artesanal. La reunión de todos los trabajadores bajo un mismo techo redujo
drásticamente los costos de transporte derivados de la dispersión geográfica anterior,
economizó gran cantidad de tiempo y permitió la fabricación de un producto o
servicio inexistente hasta entonces, o ya en uso, pero perfeccionado, más regular en
calidad, aunque sin las sutilezas estéticas de la obra del artesano excepcional. La
moderna empresa de producción industrial se funda sobre la base física de estos
grandes establecimientos fabriles en los que prestan servicios, simultáneamente,
cientos de trabajadores por cuenta de un mismo empresario, permitiendo la
producción de mercancía en gran escala, es decir, producción en grandes cantidades
de mercancía mucho más barata que la elaborada mediante los métodos tradicionales
. Así, la empresa industrial moderna se convierte en una organización jerárquica que
ejerce potestades disciplinarias y de organización muy estrictas respecto de grupos
masivos de trabajadores reunidos en una misma fábrica, pues resulta indispensable
una supervisión directa y conjunta de las actividades productivas y un examen
permanente de la coordinación entre ellas. Se ha llegado a afirmar, quizás con algún
grado de exceso, que la fábrica, en cuanto tal, no tanto debió su origen a su
superioridad tecnológica como a la certeza que prestó al empresario de que sus
órdenes serían en efecto cumplidas, o sancionadas si no lo eran.

Separación de capital y trabajo.

Un importante efecto de la Revolución Industrial fue el cambio en la


titularidad de los medios de producción. Antes, trabajo y capital estaban unidos en la
persona del maestro artesano. Ahora, se disociarán capital y trabajo por cuanto para
instalar una fábrica hace falta un volumen de capital invertido en maquinarias muy
importante que, como regla general, los trabajadores no poseían. Surgen, en ese
momento histórico, las grandes concentraciones de capital con el nacimiento de las
sociedades de capital: sociedad anónima, sociedad de responsabilidad limitada, etc.

21
A partir de este momento histórico, la gran empresa capitalista es la propietaria de
los establecimientos fabriles y de los medios de producción en general, la titular del
capital necesario para adquirirlos y la organizadora del proceso productivo.

El viejo modo de producción feudal resulta inadecuado y estrecho para


hacerse cargo de las necesidades de desarrollo de las nuevas fuerzas productivas, lo
que exige un cambio de los sistemas de producción. La concentración de los medios
de producción en manos del capitalista provocará la separación de la persona que
trabaja de aquella que es titular de los medios de producción. Quienes no pueden
acceder a los instrumentos y maquinarias imprescindibles para fabricar bienes se
verán obligados a ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un salario,
estableciéndose así, un nuevo tipo de relaciones entre capitalista y asalariados. Este
cambio en la titularidad de los medios de producción llevará consigo importantes
modificaciones como el de la organización del trabajo, pasando del relativamente
pequeño taller del artesano y de la manufactura cuasi-familiar propia del sistema
artesanal a la fábrica. Se aplica el sistema de división y especialización del trabajo y
la jerarquización del mismo con la finalidad de reducir costos de producción. Todo
esto trae aparejado un cambio en la estructura de la población trabajadora: el
artesano o se hizo (excepcionalmente) fabricante o se convirtió en asalariado.

La sobreoferta de mano de obra.

Una de las características típicas del proceso económico concomitante con la


Revolución Industrial fue un incremento considerable de las personas que ofrecían
su energía de trabajo. Los postulantes para trabajar excedían extensamente a los
necesarios, lo cual visto desde la perspectiva de un mercado en funcionamiento
implica un exceso de oferta de mano de obra.

Por otra parte, como ya se señaló, las posiciones laborales eran


sustancialmente idénticas entre sí, pues consistían, fundamentalmente, en el manejo
y operación de máquinas, trabajo que no requería mayor calificación, entrenamiento
o habilidad.

Cada uno de los trabajadores que se postulaban para realizar estas tareas era
igual, desde el punto de vista de su capacidad, idoneidad o aptitud laboral, que
cualquier otro y, por lo tanto, todos competían entre sí permitiendo al empresario
elegir entre múltiples oferentes de una misma prestación.

22
Aspectos jurídicos de la regulación del trabajo durante la Revolución
Industrial.

En los primeros períodos de la Revolución Industrial la única fuente


normativa del contrato de trabajo y de la relación de trabajo era la voluntad del
empresario. El contrato de trabajo era un contrato de adhesión del trabajador a las
condiciones fijadas unilateralmente por el empleador quien, además, las podría
modificar por otras a su sólo arbitrio.

Concurren a título de causas que contribuyen a asegurar este predominio


absoluto de la voluntad empresaria en el establecimiento de las condiciones de
trabajo, diversos factores ideológicos vigentes durante la época de la Revolución
Industrial que examináremos a continuación.

a) El individualismo político: de acuerdo con la línea de pensamiento


individualista que predominó en Europa a partir de la Revolución Francesa (1789),
no deben existir instancias ni agrupaciones intermedias entre el ciudadano y el
Estado. Para los revolucionarios del dieciocho la sociedad está constituida por un
contrato celebrado entre individuos aislados. Desde esta perspectiva los grupos
infrapolíticos y las entidades intermedias (asociaciones, corporaciones, etc.) son,
cuando menos, innecesarias e incluso pueden ser peligrosas. JEAN JACQUES
ROUSSEAU sostiene que “las asociaciones modifican la voluntad pública por
influencia de la suya”; y agrega: “por ello importa […] que no haya sociedad parcial
dentro del Estado”. La más relevante consecuencia de la puesta en práctica de los
principios del individualismo político extremo para nuestro tema fue la Ley Le
Chapelier, dictada en Francia en 1791. Estableció la abolición y la prohibición
formal de toda agrupación o reunión, y de todo acuerdo o deliberación, del personas
del mismo estado o profesión, incluidos “los obreros y oficiales de cualquier arte”,
para la defensa de “sus pretendidos intereses comunes”. Posteriormente, el Código
Penal de 1810 tipificó las asociaciones como delito. Si bien estas normas –y las
correlativas de otros países, establecidas bajo la misma influencia ideológica- se
encaminaron fundamentalmente a suprimir los gremios y corporaciones artesanales
vigentes durante el Antiguo Régimen, tuvieron también el efecto de impedir o
dificultar la formación y el funcionamiento de las asociaciones de obreros para
defender sus derechos, es decir, los sindicatos. Por lo tanto, impidieron, en la
práctica, la formación de estas instituciones susceptibles de morigerar los poderes de
los empresarios o de negociar colectivamente en igualdad de condiciones con ellos.

23
La disolución gremial liberó compromisos y ataduras jerárquicas de los
artesanos. Pero esta emancipación se hizo a costa de una nueva atadura: la del
mercado. El asalariado trabajaría ahora por un contrato que firma de libre acuerdo
con el propietario del capital, pero son las presiones del mercado y la amenaza de la
desocupación los factores a los que se hallará sujeto. Ante esta nueva amenaza, la
tendencia natural fue, ya a comienzos del siglo pasado, a organizarse en sindicatos.
Pero también fue tendencia natural del capital promover una legislación que
proscribiera la organización de trabajadores.

b) El liberalismo económico: la línea de pensamiento económico vigente en


esta época postula la libre competencia del trabajo y los capitales y la abstención de
toda intervención del Estado expresada en el famoso adagio laissez faire, laissez
passer (dejad hacer, dejad pasar). Esto contribuía a la consideración negativa de los
sindicatos y uniones de trabajadores, por entender que estas asociaciones intervienen
en el libro juego de la oferta y de la demanda, coartando las libertades de trabajo y
de industria, al pretender obligar a los trabajadores, afiliados o no, a no contratar por
debajo de unas condiciones mínimas.

c) El individualismo jurídico: íntimamente ligado a esta concepción política


está el individualismo jurídico consagrado en el amplio proceso de codificación
producido en Europa, durante el siglo XX, a partir del famoso Code Napoleón. Esta
línea de pensamiento estableció dentro del ámbito del Derecho Privado él, así
llamado, dogma de la autonomía de la voluntad, y, consecuentemente, la abstención
normativa del Estado en materia contractual. A ello se sumaba otro principio clásico
en materia contractual: pacta sunt servanda, en virtud del cual las declaraciones de
voluntad contenidas en un contrato se consideraron equivalentes en cuanto a su
fuerza jurídica “a la ley misma”. Quedó así, configurado, un amplio ámbito de
libertad para los sujetos del contrato, para que ellos mismos fijen el contenido de sus
relaciones, contenido que, una vez pactado, devenía en obligatorio para las partes no
obstante su eventual injusticia.

En definitiva, en la medida en que las relaciones laborales entre trabajadores


y los nuevos capitalistas industriales eran relaciones jurídicas patrimoniales de
intercambio, se las encauzó jurídicamente recurriendo a los institutos tradicionales
del derecho civil, a saber: el derecho de las obligaciones en general y, más
concretamente, las regulaciones sobre los contratos. Se aplicaron los principios ya
aludidos: la autonomía de la voluntad contractual de los individuos para regular sus
vínculos entre sí, unido a la igualdad formal ante la ley, dejando expresamente de
lado la igualdad material o real entre las partes. El famoso ABATE SIEYES decía

24
que “las desigualdades por las que los ciudadanos difieren están más allá del
carácter del ciudadano”; “las desigualdades de propiedad y de industria son como las
desigualdades de edad, sexo”.

Sin embargo, faltaba un elemento básico del derecho contractual como lo es


el que las partes estén en posición de igualdad prenegocial. La necesidad del
trabajador de emplearse para obtener un ingreso, en el contexto de un mercado en el
cual hay sobreoferta de mano de obra derivaba en negociaciones en las cuales el
trabajador no tenía verdadera capacidad de aceptar o rechazar las ofertas del
empresario sobre la base de un juicio libre de conveniencia. Muchas veces se veía
obligado a aceptar condiciones de trabajo harto desfavorables que fijaba el
empresario, toda vez que la alternativa era permanecer desocupado y,
consecuentemente, no poder subvenir sus necesidades básicas. La igualdad entre las
partes era sólo formal y abstracta, pues en concreto era el empresario quien contaba
con mayor fuerza relativa para negociar las condiciones contractuales. Es lo que
generalmente se conoce como la inferioridad negocial del trabajador o, con un
nombre un poco forzado pero muy elocuente y muy extendido: la hiposuficiencia del
trabajador.

La explotación laboral.

El predominio irrestricto de la voluntad empresaria en los contratos de


trabajo, como consecuencia del plexo ideológico ya señalado, sumado a la
sobreoferta de mano de obra también analizada más arriba, dio como resultado que
las condiciones de trabajo fueran muy duras para los trabajadores durante los
primeros años de la Revolución Industrial, a punto tal que puede afirmarse que se
produjeron situaciones de verdadera explotación. Señalaremos a continuación los
fenómenos más extremos producidos durante este período.

1. El trabajo infantil. El trabajo infantil alcanzó un extraordinario volumen en


tiempos de la Revolución Industrial. Niños de hasta 8 o 9 años de edad trabajaban
durante jornadas de trabajo de hasta catorce y dieciséis horas, monótonamente
repetidas. Se recurría al trabajo infantil por una razón crudamente económica: la de
conseguir costos más bajos por los salarios más reducidos tradicionalmente
abonados a los niños. Esa es la razón por la cual, a partir de la derogación desde
mediados del siglo XVIII de las normas gremiales limitativas del número de
aprendices, se recurrió desmesuradamente al trabajo infantil en condiciones
sumamente duras.

25
2. Jornadas de trabajo de muy extensa duración. Hasta el siglo XVIII se
trabajaba “de sol a sol”, es decir, se comenzaba a trabajar con la salida del sol y se
culminaba la jornada cuando caía la noche. Junto con la generalización del
alumbrado a gas, las jornadas de trabajo se prolongaron hasta límites increíbles.

3. Pésimas condiciones de seguridad e higiene en el trabajo. A las largas y


agotadoras jornadas de trabajo ha de añadirse las pésimas condiciones de seguridad,
higiene y salubridad en que se desenvolvía el trabajo en tiempos de la Revolución
Industrial. A los grandes riesgos de accidentes de trabajo que la mecanización del
trabajo había introducido se unía la falta absoluta de cualquier medida de prevención
por parte de los empresarios y la inexistencia de sistemas de previsión social.

4. Salarios bajos. El desequilibrio entre la oferta y la demanda de trabajo,


fundado esencialmente en la existencia de grandes excedentes de mano de obra, fue
causa de los bajos salarios con que se retribuía al trabajador. Varios fenómenos
contribuyeron a la consagración de una estructura salarial que sumía al trabajador en
la indigencia.

5. Truck system: es decir: sistema de pago con vales a canjear en el


establecimientos del propio empresario. Ante la escasez de moneda de baja
denominación con la cual realizar el pago de los salarios surgió la práctica del pago
en especie o bien la retribución por medio de fichas, vales o pagares extendidos por
el empresario. En un primer estadio, estos vales fueron aceptados como medio de
cambio por los comerciantes con el aval o garantía del empresario; más adelante, los
empresarios se constituyeron en abastecedores de sus propios trabajadores. Los
vales o pagares recibidos como salario eran forzosamente canjeados por los bienes o
productos expendidos en los establecimientos patronales, lo cual permitía tanto la
fijación de precios abusivos como la mala calidad de los productos. Así, el
trabajador quedaba sumido de modo decisivo frente al empresari

A groso modo es un hecho que el nuevo sistema de relaciones laborales que


surgió como consecuencia de la Revolución Industrial, sumado a la existencia de un
derecho individualista y liberal desfasado de la realidad social que regulaba, dieron
lugar a la explotación del trabajo humano, en la medida en que esa explotación era,
al mismo tiempo, posible para la parte relativamente más fuerte del vínculo y
rentable para esa misma parte contratante.

Un dato que conviene tener en cuenta para el análisis de la aparición del


Derecho del Trabajo es la gran cantidad de personas que se encontraban alcanzadas
por estas condiciones laborales de explotación. Si bien no resulta fácil cuantificar
26
con precisión las personas implicadas, puede aceptarse la información de
HOBSBAWN según la cual el trabajo industrial, en los países más desarrollados,
ocupó, desde la Revolución Industrial y hasta el presente, entre una cuarta parte y un
tercio de la población laboral activa.

El Derecho del Trabajo surgió históricamente, entonces, como una respuesta


al problema de las malas condiciones de trabajo originadas en la conjunción ya
señalada entre: (i) las consecuencias sociales de la Revolución Industrial y (ii) la
inadecuación de los ordenamientos jurídicos tradicionales a esa nueva situación
social; pero también nació como una repuesta orgánica de la sociedad industrial
capitalista al problema de la explotación laboral masiva. La cuestión de la cantidad
de personas expuestas a situaciones de explotación resulta decisiva en esta materia.

El surgimiento del Derecho del Trabajo.

El Derecho del Trabajo surgió históricamente por la conjunción dialéctica de


los diversos factores que hemos venido analizando: a) un factor jurídico, como fue la
existencia de un derecho individualista y liberal desfasado de la realidad social que
regulaba; b) un factor sociológico, identificable con las consecuencias sociales y
económicas de la Revolución Industrial y, en particular, la sobreoferta de mano de
obra; c) la reacción de la sociedad en general a frente a la situación creada por los
dos factores anteriores, y, d) la intervención del Estado en las relaciones laborales,
en un intento de integración del conflicto social.

a) El aspecto jurídico: los nuevos vínculos jurídicos trabados entres los


empresarios industriales y los obreros en las fábricas nacidas con la Revolución
Industrial formaban parte de las relaciones patrimoniales de intercambio. Por lo
tanto, fueron tratados como contratos de derecho privado. Así, fueron reguladas a
través de la figura del contrato civil de locación de servicios y era a través del
acuerdo de voluntades que –supuestamente- había sido libremente acordado que se
fijaban los derechos y obligaciones de las partes. El derecho liberal individualista le
reconoce a las partes la libertad de contratar y de regular en forma autónoma el
contenido del contrato, fiel a los principios de la Revolución Francesa. La libertad
jurídico-formal de contratación significó, así, la libertad para la parte económica
más fuerte, el empresario, de imponer su voluntad.

b) La nueva realidad socio-económica: tal como hemos tenido oportunidad de


analizar, durante la Revolución Industrial el mercado laboral registró una importante
sobreoferta de mano de obra. El efecto y el resultado de este exceso de oferta en el
mercado de trabajo fue el que siempre produce toda sobreoferta en cualquier
27
mercado: el empresario, titular de los medios de producción y demandante de mano
de obra, podía esperar hasta que se le solicitase trabajo, para imponer sus
condiciones. La parte más débil de la relación, el trabajador, contando sólo con el
patrimonio de su fuerza de trabajo y necesitando generar ingresos para su
subsistencia, se veía obligada a someterse a las condiciones que ofrecía el patrono.
El patrono, podía esperar hasta que se le solicitase trabajo El trabajador, en cambio,
si bien era jurídicamente libre para contratar o no hacerlo, no era realmente libre
pues contando sólo con el patrimonio de su energía de trabajo y necesitando el
salario para cubrir necesidades de subsistencia, no tenía otra alternativa más que
someterse a las condiciones de trabajo que le proponía la otra parte. De lo contrario,
no accedía a una fuente de ingresos. El típico trabajador, obrero industrial, proletario
de esta época no era verdaderamente libre para rechazar condiciones laborales malas
sobre la base de un juicio guiado exclusivamente por su conveniencia; antes bien, se
veía obligado a aceptarlas compelido por un verdadero estado de necesidad que
coartaba su poder de decisión. En suma: la sobreoferta de mano de obra fue el motor
y la causa de la explotación laboral y de la posibilidad de imponer condiciones de
trabajo inhumanas.

De la conjunción de los dos factores analizados hasta ahora se desprende que,


en la práctica, la libertad de contratación no existía y la igualdad jurídico- formal se
veía desdibujada por la desigualdad real y concreta entre el empresario de una parte
y el obrero, de la otra, quien frecuentemente se veía obligado a elegir entre: adherir a
las condiciones predispuestas por empleador o permanecer desocupado. El derecho
liberal individualista, sumado al exceso de mano de obra, conducía a la primacía de
los dictados del empleador, como fiel reflejo de la desigualdad entre las partes.

c) Reacción social: El resultado de este complejo fenómeno fue que una gran
proporción de la población se formó una opinión agresivamente contraria al estado
de la organización social vigente, lo cual, con el correr del tiempo, sería un factor
que contribuiría a su modificación. Este estado de cosas requería modificación. La
cantidad de personas afectada por situaciones de verdadera injusticia era tal que
ponía en riesgo la paz social.

d) Intervención del Estado: Todo ello movió a los Estados a reaccionar


creando nuevas leyes y, en definitiva, dando nacimiento a una nueva rama del
Derecho. La nueva disciplina jurídico-laboral lo que hizo fue suprimir la
desigualdad negocial que daba lugar a la explotación de la parte más débil de la
relación laboral. El Derecho del Trabajo nació con el propósito declarado y explícito
de proteger al trabajador por la vía de suprimir la irrestricta eficacia regulatoria de la

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autonomía de la voluntad. Lo que se hizo fue darle al contrato de trabajo contenidos
mínimos necesarios o no disponibles por la autonomía individual, de modo tal de
limitar las posibilidades de que el empleador fije e imponga las condiciones de
trabajo aprovechando la situación de necesidad del demandante de trabajo. Además,
se procuró impulsar o asegurar el cumplimiento de ese contenido obligatorio con el
poder de policía estatal (“la policía del trabajo”).

EVOLUCIÓN DEL TRABAJO EN VENEZUELA

A partir de la segunda guerra mundial, la fuerza de trabajo en Venezuela va


experimentar sensibles cambios, al pasar de menos de un millón y medio a 3,7
millones para 1978. Pero más que los cambios cuantitativos, es interesente destacar
los producidos dentro de la estructura de la actividad económica. En efecto la
agricultura dejo de ser el sector básico de la economía y por lo tanto aparece con una
proporción menor a la de la población activa; lo contrario ha ocurrido en el sector
terciario.

Mucho se ha hablado sobre este hecho y la no concordancia entre las


magnitudes del cambio y, mejoramiento general del nivel de vida. Existen tres
hechos asociados a esta desproporción; uno corresponde al hecho de la agricultura
no se expandió en productividad y organización, etc., en la misma magnitud en que
crecía la población y en que se producía la migración rural - urbana.

El segundo es el retraso en el impulso de la industrialización y el tercero la


inadecuada expansión de los servicios, los cuales a pesar de absorber ahora el mayor
volumen de trabajo, son deficientes, tanto en cantidad como calidad.

La fuerza de trabajo en Venezuela se ha visto afectada por factores sociales y


económicos entre los cuales destacan:

1.- La evolución del trabajo femenino, lo cual ocasiona menos carga debido a
la incorporación de la mujer al trabajo.

2.- La escolaridad .Se prepara una parte de la población y está ocupada en


empleo.

3.- Descenso de la mortalidad, ya que hay, más personas económicamente


activas.

4.- Descenso de la morbilidad; hay mas rendimiento económico porque hay


menos enfermos.

29
5.- Las leyes de trabajo y de seguridad social, protegen a la fuerza de trabajo.

La década de los setenta es el periodo que se considera más significativo en


cuanto al comportamiento de nuestra estructura económica y al aprovechamiento de
la fuerza de trabajo.

En efecto, a raíz del boom petrolero de 1974, se origino una serie de


acontecimientos de notable repercusión para la vida nacional que incidieron sobre la
evolución del mercado de trabajo de dos maneras diferentes: primero, porque el
ingreso fiscal aumento intempestivamente y en un volumen extraordinario , que
permitió emprender proyectos que hasta la fecha estaban paralizados por la escasez
de recursos que impedían su ejecución y que posteriormente se llevaron a cabo ante
la favorable coyuntura que se abría paso , aumentando en consecuencia la demanda
de trabajo.

Segundo, porque el clima de satisfacción y prosperidad aumentó las


expectativas en los negocios, incrementándose en consecuencia la propensión
marginal a invertir. Ambas situaciones incrementaron la demanda especialmente por
aquellos trabajadores con cierto grado de calificación.

Sin embargo, mucha de esa demanda no pudo ser satisfecha con trabajadores
venezolanos, puesto que las necesidades de mano de obra especializada eran
superiores a la que se podía hallar en el mercado local, con lo cual la importación de
la mano de obra represento la alternativa para cubrir ese desequilibrio.

Al mismo tiempo, muchos trabajadores sin calificación lograron emplearse,


desempeñando cargos de baja productividad. El estado absorbió gran parte de esa
mano de obra no capacitada, empleándola fundamentalmente en las oficinas de
servicios gubernamentales; otro tanto lo hizo la empresa privada, esta última logro
absorber el 81,6% del crecimiento operado en la fuerza de trabajo ocupada entre un
periodo y otro, según cifras que se desprenden de la encuesta de hogares.

A partir de 1979 el Gobierno se traza tres metas esenciales: frenar la


inflación, corregir el déficit en la balanza de pagos y estimular la productividad.
Para tal efecto se adoptan medidas como disciplinar el gasto para disminuir o
moderar la liquidez que alimentaba la inflación y se estimula, por la vía de la
liberación de precios y del crédito a los productores, el normal abastecimiento del
país.

30
El objetivo de la liberación de precio es estimular la competencia en todos los
niveles. Sin embargo tomando en cuenta las características de nuestra economía y la
voracidad especulativa de algunos productores, la liberación de precio condujo a un
alza en los costos de vida cuyos cálculos más conservadores estiman que en 1979
oscilo entre 15 y un 17%.

Como respuesta a esta situación, el sector de los trabajadores organizados,


conjuntamente con los partidos políticos, introdujo en el Congreso de la Republica
un proyecto de ley de aumento de salario, el cual fue aprobado y entro en vigencia a
partir del mes de enero de 1980. A partir de ese año se observo que muchas
empresas habían disminuido de personal y otras habían cerrado. Todo conforma un
cuadro de desaprovechamiento de la fuerza de trabajo a tal punto que se considera
que el desempleo aumento para ese lapso en más de 12%.

Se esperaba que para finales de 1980 los efectos positivos de la nueva política
económica se dejaran sentir y en consecuencia el mercado de trabajo tomara un
ritmo normal de acuerdo con la oferta y la demanda.

Importancia del Trabajo en Venezuela.

La fuerza de trabajo constituye probablemente el recurso más importante de


que puede disponer una nación desde el punto de vista de su calidad. Su función en
la actividad económica se extiende tanto al ámbito del consumo como al de la
producción; es en esta última donde la calificación teórica y profesional del recurso
humano adquiere mayor significación en relación con los niveles elevados de
productividad, alcanzables por la mano de obra.

La importancia que se le otorga a este factor en el desarrollo económico, tanto


en el área desarrollada como en el resto del mundo , tiene relación , precisamente ,
con esto último , esto es , con la función que le toca cumplir en el proceso
productivo . En el caso venezolano adquiere particular relevancia por las
circunstancias de que el recurso humano constituye uno de los trabajos de mayor
envergadura que enfrentan el actual proceso económico del país, debido a los
recursos financiero que dispone. El estudio, tanto de su composición como de su
evolución resulta entonces perentorio en esta coyuntura, ya que permitiría evaluar la
posibilidades de crecimientos económico del país a través del diagnostico que puede
hacerse de sus recursos humanos.

31
Antecedentes de nuestra legislación laboral.
En el indagar histórico se encuentran normas históricas relativas
al trabajo desde los días de la Colonia. No es que se pueda hablar con propiedad de
un Derecho Laboral antiguo, pues no habían aparecido los fenómenos que le dieron
origen; pero hay disposiciones dignas de señalarse. Las circunstancias de
la organización colonial no dejaban de presentar algunos rasgos de semejanza con la
situación del trabajador moderno. Es interesante verificar como, a tanta distancia, la
idea de justicia pudo ofrecer resultados parecidos, por lo menos en parte, a los que
en nuestra época habrían de integrar esta nueva rama jurídica.
Antecedentes Coloniales: Las Leyes De Indias
Suele afirmarse que las Leyes de Indias son un precedente histórico de la
moderna legislación laboral. Se denomina así la recopilación de Cédulas, Cartas,
provisiones y leyes, ordenada por Carlos II, el 18 de mayo de 1680, con el propósito
de unificar y divulgar las disposiciones dictadas hasta entonces
en materia de gobierno, justicia, guerra, hacienda y las penas aplicables a los
transgresores, "con objeto de que los territorios de ultramar sean gobernados en paz
y en justicia.
Entre el conjunto de reglas que integran la famosísima recopilación destaca a
nuestros ojos el referente a los indios, su reducción y libertad, por constituir un
admirable monumento jurídico de equidad y justicia.
El Título XII de la mencionada obra, relativo al servicio personal del
indígena, dispone normas precisas sobre la libertad del indio, su jornada de trabajo,
su remuneración, etc.
Por juzgarlo de interés para el conocimiento de este formidable esfuerzo de la
técnica jurídica, nos permitiremos hacer un extracto algunas de las mas importantes
disposiciones de esa codificación, de la cual se asevera con frecuencia que adoleció
de graves fallas en cuanto a su aplicación: la distancia entre la metrópoli y las
colonias; el desconocimiento de sus preceptos entre los vasallos, sujetos de la
protección, y las exigencias propias del desarrollode la agricultura y la minería,
necesitadas de mano de obra, se muestran entre las causas que restaron parcialmente
vocación práctica a este cuerpo normativo tutelar.
Las disposiciones coloniales de España en América se han señalado como un
precedente de interés en la legislación del trabajo.

32
A pesar de lo limitado de la industria en las Indias, hubo una actividad que se
prestaba especialmente a ser reglamentada por los monarcas españoles: la
explotación minera. Y en lo relativo al trabajo agrícola, las normas contenidas en la
legislación indiana tenían que considerarlo esencialmente, ya que España mostró
vivísimo interés desde los primeros pasos de su actuación por el desarrollo de la
riqueza agrícola de América. Había. que buscar el modo de llevar hasta las
haciendas a los indios, para quienes el interés económico no constituía incentivo
eficaz: pero al mismo tiempo, los reyes se sentían obligados en conciencia a dictar
disposiciones protectoras de aquellos nuevos súbditos que en las tierras que antes
ocupaban libremente eran sometidos a ajena disciplina.
Reflejan, por eso, Las Leyes de Indias el mismo principio intervencionista
que habría de mover después al Derecho del Trabajo: la protección del Estado al
trabajador indio, quien prestaba en forma rudimentaria el trabajo asalariado cuyo
desarrollo tomaría tanta importancia en el régimen capitalista. Constituyen así
aquellas leyes, una fuente digna de estudio formal.
Trabajo de mujeres y niños: La mujer casada o soltera no podía ser
constreñida a prestar servicio doméstico u otro tipo de trabajo, si manifestaba deseo
de permanecer en su pueblo. Igualmente estaba prohibido el servicio doméstico de
la india soltera cuando no hubiera autorización expresa del padre o la madre.
Se prohibió que la india casada sirviera en casa de español, si el marido no
prestaba servicios en esa misma casa. La india con hijos menores no podía ser
obligada a criar hijo de español.
Fue prohibido constreñir a los menores de 18 anos a ejecutar
cualquier clase de trabajo. En caso de que alguno de ellos quisiera ser pastor, su
patrono debía pagarle cada semana dos reales y medio mas la comida y vestido. Si
alguno de estos menores manifestare el deseo de realizar trabajos voluntarios en
obrajes donde pudiera aprender esos oficios, podía ser recibido en ellos con la
condición de que gozara siempre de plena libertad.
Exención de responsabilidad en el trabajo: Los indios no eran responsables
en el cuidado de los bienes y haciendas de sus amos cuando no obraren con malicia.
Igualmente eran eximidos de responsabilidad en los casos de negligencia o descuido.
Se exoneraba también de responsabilidad al indio pastor por la pérdida del ganado
de su patrono.
Prohibición de cargar peso: Se prohibió cargar a los indios, aun con su
voluntad, ni mediante pago alguno. Esta prohibición era absoluta y terminante, pues

33
no era permitido hacerlo ni siquiera con licencia de los Virreyes, Audiencias o
Gobernadores. El contraventor era sancionado, con suspensión del oficio por cuatro
años y compelido al pago de 1.000 pesos de multa, aunque obrare con licencia.
Por vía excepcional se podía permitir cargar a los indios en aquellos lugares
donde no existieren caminos o bestias de carga, pero facultando a las Audiencias,
Gobernadores y Justicia a tasar y señalar el número de indios concedidos para tal
fin, el peso de las cargas, la indicación del camino y la distancia a recorrer, e
igualmente, el pago que hubieren de percibir. El peso máximo de la carga permitida
era de dos arrobas, pudiendo los Justicias modificar dicha cifra cuando la calidad del
camino u otra circunstancia así lo permitieran.
Para evitar la utilización frecuente de los indios en tareas penosas se
exhortaba a las autoridades a introducir animales de carga donde no los hubiere.
Trabajos prohibidos: Quedaban también prohibidos los siguientes trabajos:
a) Los perjudiciales para la salud del indígena.
b) En molinos de manos y pilones, con excepción de los pilones de moler mandioca.
c) La pesca de perlas.
d) El desagüe de las minas, por ser gravoso y enfermizo para los indios.
e) El trabajo en los ingenios y trapiches de azúcar.
f) El trabajo en los obrajes de paños de lana, seda o algodón, con excepción de los
que fueren propiedad de los indios.
g) En el beneficio del añil, por ser peligroso para sus vidas.
Previsión social. En esta materia se pautaba:
1°) La obligación del patrono de curar el indio enfermo hasta su restablecimiento,
cuando la enfermedad la hubiere contraído estando a su servicio, debiendo
procurarle "el socorro de medicinas y regalo necesario".
2°) Los dueños de minas en explotación estaban en el deber de construir hospitales
para la asistencia y curación de los indios mineros que enfermaren.
3°) Los propietarios de chacras para beneficio de la coca debían tener médicos,
cirujanos y boticarios para asistencia de los indios que acudieran al hospital.
4°) Si los indios fallecieran estando al servicio de un patrono, éste estaba en la
obligación de enterrarlos.

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5°) En todos los pueblos o agrupaciones de indios debía constituirse una caja
de comunidad. Los indios eran obligados a labrar 10 brazas de tierraanualmente para
sus respectivas comunidades.
6°) Los fondos ingresados a las cajas de comunidad debían ser destinados a lo
siguiente:
a) Mantenimiento de los hospitales de los indios.
b) Repartos de subsidios a viudas, huérfanos, enfermos, inválidos, etc.
c) Pago de tributo personal.
d) Para satisfacer cualquier otra necesidad pública y común.
7°) Las cajas de comunidad obtenían sus fondos de la siguiente manera:
a) Del producto de la subasta pública de las cosechas.
b) Del producto de la venta de los paños fabricados en talleres y obrajes comunes.
c) De las rentas de tierras comunales dadas para su cultivo a indios o españoles.
Los fondos de las comunidades debían ser depositados en caja propia, no
permitiéndose en ella bienes que no fueran de la comunidad. Si otros bienes fueren
recibidos sin mediar licencia o declaración alguna pasaban a propiedad comunitaria.
Hubo también labores reglamentadas especialmente. El trabajo en las chacras
de coca, consideradas húmedas y lluviosas, motivó el siguiente mandamiento:
"Ordenamos que ningún indio entre a beneficiarla (la coca) sin que lleve el
vestido duplicado para remudar".
Los dueños que incumplían tal previsión eran multados con 20 cestas de coca.
Fue prohibido el trabajo en aquellas minas que fueren "peligrosas a la salud y
la vida de los indios". Estos no podían ser obligados a entrar en los túneles sin que
previamente se constatare que no ofrecían riesgo y estaban debidamente
apuntalados. Igualmente, los indios no podían ser cargados con mineral ni siquiera
en mínima cantidad.
Antecedentes Históricos Postcoloniales
En el desarrollo de la reseña histórica del Derecho del Trabajo venezolano es
conveniente distinguir dos periodos que se demarcan con claridad: el comprendido
desde la constitución de la República independiente de Venezuela, una vez
desmembrada de la Gran Colombia en 1830, hasta la Ley de Talleres y

35
Establecimientos Públicos de 1917; y en segundo término, el que se extiende desde
esta última fecha hasta nuestros días.
En ese orden podemos exponer esta breve relación histórica:
PRIMER PERIODO: durante los años 1830-1917
Gran parte de las provincias, estados y municipalidades de la República
sancionaron códigos, leyes y ordenanzas de policía, en los cuales habitualmente se
insertaban reglas de aplicación regional sobre el trabajo de jornaleros, artesanos y
sirvientes. Tales normas carecen de verdadero valor de antecedentes de la actual
legislación, ya que poseían un carácter estrictamente policial, atento mas bien al
cuidado del orden público y de las buenas costumbres que a la regulación
moderadora del trabajo y a la protección del trabajador asalariado.
Resultaría prolijo elegir en ese abigarrado conjunto de preceptos algo más
que algunos institutos jurídicos de interés ejemplar, referentes a la prestación
personal de los servicios, jornadas, días feriados, salario, preaviso, causas de
resolución y sanciones aplicables.
Dichas disposiciones se aplicaban simultáneamente con las previstas en los
Códigos Civiles, los cuales, hasta 1942, solían incluir entre las especies
decontratos de arrendamiento, el de las personas "que comprometen su trabajo al
servicio de otra" (Art. 1.678 del Código Civil de 1916, equivalente al 1.577 y 1.585
de los Códigos Civiles de 1896 y 1904, respectivamente).
Los códigos y ordenanzas de policía promulgados con posterioridad a 1820
establecían reglas expresas sobre el preaviso, si bien no faltan ejemplos de
ordenamientos de ese cuño que llegaban a contemplarlo como una obligación
unilateral del peón o jornalero para con su empleador. En relación con los daños y
perjuicios causados por el despido o el retiro antes del vencimiento del contrato a
término cierto, los Códigos Civiles de 1896, 1904, y 1922, preveían expresamente la
obligación de las partes de indemnizarse recíprocamente.
Mas, los dueños, patronos o arrendadores, conservaban la facultad de
compeler a su jornalero o sirviente a cumplir el contrato mediante denuncia policial.
SEGUNDO PERIODO: desde el año 1917 A NUESTROS DIAS
Nuestra moderna legislación laboral comienza propiamente el 26 de junio de
1917, con la Ley de Talleres y Establecimientos Públicos. Precedentemente, las
leyes de Minas de 1904, 1909 y 1915, contenían disposiciones muy particulares
referentes al trabajo subterráneo en las minas; en especial, la ley de 1915 estableció

36
el sistema de reparación de accidentes de trabajo, base del régimen más elaborado
que la Ley del Trabajo de 1928 adoptó posteriormente. Pero es la mencionada Ley
de Talleres y Establecimientos Públicos, el inicio de la actual legislación del trabajo
en el país, por su propósito tuitivo del trabajo humano, el carácter orgánico de sus
reglas y por su aplicación generalizada a todos los trabajadores de la nación.
Una jornada diaria de ocho horas y media, aunque prorrogable por convenio
entre las partes, ofrece la evidencia de la preocupación del Estado ante la abusiva
duración del trabajo diario. La fijación de los días de descanso obligatorio, y la
declaración del deber del patrono de garantizar la seguridad del trabajador y las
condiciones de aseo, ventilación y salubridad de los talleres, constituyen los
aspectos más importantes de ese conjunto normativo, que no alcanzó sin embargo a
divorciar con precisión los campos propios del derecho común y del Derecho del
Trabajo. El peso de una inveterada tradición jurídica, empeñada en mirar la
prestación de servicios subordinados como modalidad del contrato de
arrendamiento, el mezquino desarrollo industrial y el resquemor de la dictadura de
entonces hacia la cuestión obrera, fueron los factores relevantes que explican la
anterior afirmación.
Las disposiciones del Código Civil de 1916 sobre el arrendamiento de
servicios, así como las diseminadas en los códigos, leyes y ordenanzas de policía de
las provincias, estados y municipalidades de la República, continuaban en vigor en
todo cuanto no hubiere sido especialmente regulado.
Ley del Trabajo del año 1928
El 23 de julio de 1928 se promulgó la primera Ley del Trabajo. Fue una
forzada concesión, para los solos efectos de la política exterior, del Gobierno de
Gómez. Nunca se hizo nada por cumplirla, si se exceptúa la materia de
los riesgos profesionales, única reglamentada por el Ejecutivo, que dio lugar a
alguno que otro litigio.
La Ley del Trabajo de 1928 prescribía la jornada de trabajo de nueve horas.
De hecho, pudo comprobarse en 1936, que existían jornadas de trabajo de 12 y 16
horas, no por vía de excepción, sino como sistema normal, en empresas de
importancia. (La jornada de 8 horas, fijada en la Ley de 1928 para trabajos en el
interior de las minas, fue introducida como norma general en 1936).
Importantes disposiciones de principios sobre higiene y seguridad industrial,
días hábiles para el trabajo, trabajo de mujeres y menores y riesgos profesionales,
formaban parte de la Ley. Así mismo, normas fundamentales sobre la propia

37
legislación del trabajo; la reglamentación del salario, que debía pagarse en dinero,
diariamente o por semana, si no se hubieran convenido plazos más largos, con
expresa prohibición del truck system y de pagar en lugares de recreo, tabernas,
cantinas, tiendas o pulperías; ciertas reglas - muy deficientes -
sobre conflictos colectivos, y la prohibición para las asociaciones profesionales de
federarse con asociaciones o partidos extranjeros ni adscribirse a ellos, ni hacerse
representar en congresos o juntas internacionales sin el previo permiso del Gobierno,
que ha sobrevivido a las reformas de 1936, 1945 y 1947.
Se puede afirmar sin temor a errar que, excepto en raros casos de accidentes
del trabajo, la vigencia de esta ley sólo duró los primeros meses del año 1936. Se
comenzó a pensar en ella cuando ocurrió el cambio de régimen por la muerte del
General Gómez; y la Oficina Nacional del Trabajo, creada el 29 de febrero del
citado año, puso un empeño activo en hacerla regir. De este modo, obtenida una
breve experiencia de legislación social y contando con aquella base constituida por
un texto reposadamente meditado, se dispuso de un material insospechado para
echar los cimientos de nuestra verdadera legislación del trabajo.
La Ley del Trabajo de 1928 constituye, pues - hay que reconocerlo así -, el
punto cierto de donde arranca nuestra tradición legislativa en materia de Derecho del
Trabajo.
La Ley del Trabajo de 1928, que deroga la anterior, constituye un cuerpo
normativo de concepción más técnica dedicado al trabajo subordinado. Establece la
obligación patronal de pagan las indemnizaciones previstas por vez primera con
carácter general en los casos de accidentes y enfermedades profesionales, ya que
hasta la fecha la materia se regía por las reglas de las leyes de Minas y por las
disposiciones del Código Civil acerca de la responsabilidad del arrendador de
servicios. Es de advertir que esta responsabilidad, de naturaleza jurídica civil, se
asentaba en la teoría contractual según la cual el patrono (arrendador) responde del
riesgo en todo caso, salvo en el de culpa del obrero o sirviente.
Empero, la referida ley de 1928 fue letra muerta desde su promulgación, pues
no existían funcionarios públicos especialmente encargados de velar por su
cumplimiento, ni fueron creados los órganos jurisdiccionales para impartir la
justicia, ni tampoco fue dictado un procedimiento especial para resolver los
diferendos obrero-patronales. Los tribunales comunes ejercían la competencia en el
ramo, aun cuando se previó la designación de árbitros para ciertas situaciones.

38
El reglamento de esta ley no llegó a sancionarse más que en lo concerniente a
riesgos profesionales, y el encargo de velar por el cumplimiento de sus disposiciones
se encomendó al Ministerio de Policía (Relaciones Interiores).
Ley del Trabajo del año 1936
La historia definitiva de un Derecho venezolano del Trabajo comienza con la
Ley del Trabajo de 1936. Creada el 29 de febrero de aquel año la Oficina Nacional
del Trabajo, uno de sus primeros objetivos fue la preparación de un Proyecto de Ley
del Trabajo, entregado el 28 de abril al Ministro de Relaciones Interiores, Dr.
Diógenes Escalante, e introducido al Senado el mismo día. En la Exposición de
Motivos se expresa la idea inspiradora del Proyecto. Al principio se pensó solamente
en una reforma de la Ley 1928, ampliándola en algunos aspectos, estableciendo la
jornada de 8 horas, introduciendo sanciones que permitieran hacer efectivo el
cumplimiento de sus normas y echando bases generales de los estudios técnicos
necesarios para establecer el Seguro Social Obligatorio, que era preocupación
fundamental del Ministro o del propio Ejecutivo.
Se pensaba dejar para 1937 la preparación de un instrumento legal más
meditado y más completo. "Pero -decía la Exposición- realmente se ha dado al
Proyecto una amplitud mucho mayor. Se ha considerado necesario comprender
numerosas previsiones, consideradas urgentes en nuestras incipientes sociedades y
sobre las cuales se deja sentir una justa impaciencia en el público. Al mismo tiempo,
se ha creído indispensable sistematizar de una manera más adecuada en la reforma,
las disposiciones contenidas en la Ley".
Esta ley representaba un notable esfuerzo técnico realizado con la
cooperación de la Organización Internacional del Trabajo. Se inspira en la Ley
Federal de la Republica de México, de 18 de agosto de 1831, y en el Código del
Trabajo de la Republica de Chile, de 13 de mayo del mismo año.
Con las reformas sucesivas de 1945, 1947, 1966,1974, 1975 y 1983, se
mantuvo en vigencia hasta el 1° de mayo de 1991.
Acogió los lineamientos de diversos Convenios de la O.I.T. ratificados con
mucha posterioridad por Venezuela, e hizo el primer reconocimiento expreso de
los derechos de asociación, de contratación colectiva y de huelga, acerca de los
cuales la ley de 1928 guardaba un absoluto silencio. Esta trípode institucional basta,
por si sola, para justificar históricamente su promulgación y explicar su larga
vigencia.

39
El 30 de noviembre de 1938 fue sancionado el Reglamento de dicha ley, que
rigió con la explicable discordancia entre la numeración de su articulado con la del
texto legal -tres veces modificado desde su promulgación, en 1936,- hasta el día 31
de diciembre de 1973, fecha en que fue derogado.
Proyectos de reforma en los años 1937 y 1938
En sus sesiones ordinarias de 1937, el Senado nombró una Comisión especial
para el estudio de la Ley del Trabajo. Como resultado de sus labores presentó: 1) un
proyecto de Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo, destinado
a sustituir el sistema transitorio introducido por el Titulo IX de la Ley del Trabajo;
2) un proyecto de reforma de la Ley Orgánica de la Corte Federal y de Casación,
para armonizarla con el proyecto antedicho, y 3) un proyecto de reforma parcial de
la Ley del Trabajo.
En 1938 volvió al tapete la reforma de la legislación laboral. El Proyecto de
Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo volvió a introducirse al
Senado, con algunas mejoras. Además de establecer un nuevo sistema de
jurisdicción, traía normas procesales, estimadas en su mayoría como de
gran utilidad. También fue introducido un proyecto de Ley de Seguro Social
Obligatorio. Este proyecto fue calurosamente elogiado por especialistas de valor,
pero ni fue suficientemente estudiado por nuestros legisladores, ni visto con la
debida conciencia por quienes pretendieron hacerle reformas escasamente
meditadas. Ni uno ni otro proyecto recibieron la aprobación final.
El Proyecto de Código del año 1938
El Proyecto tiene un inmenso valor doctrinal. Más que texto legal, daba la
impresión de una compilación orgánica de las soluciones jurídicas que se estimaron
aconsejables a nuestros problemas de trabajo. En cuanto a su estructura, se
conservaba sustancialmente la de la Ley vigente: los Libros del Código
correspondían a los Títulos de la Ley actual. Se mantenían y ampliaban las mejores
disposiciones de la Ley, mejorando muchas veces el aspecto técnico de su
confección. Se llevaban al texto matriz casi todas las disposiciones del Proyecto de
Reglamento elaborado ya para entonces, sobre las cuales se había oído la opinión de
los sectores interesados. Se corrigieron numerosas deficiencias de la legislación
vigente y se tomaron en cuenta opiniones sugeridas por la experiencia y decisiones
de la jurisprudencia en casos litigiosos. Pero, desde el punto de vista legislativo,
merecía una objeción fundamental: la de ser un Código, y un Código de casi mil
artículos.

40
La reforma parcial del año 1945
A los ocho años de existencia fue cuando se hizo a la Ley del Trabajo de
1936 su primera reforma. Introducida a las Cámaras Legislativas en sus sesiones de
1944 por el Ministro doctor Julio Diez, quedó sancionada en aquel mismo año, pero
sólo fue puesta en vigencia por el Ejecutivo un año después, en mayo de 1945. Sus
principales aspectos fueron:
1°: En cuanto a los servidores del Estado y demás personas colectivas de
Derecho Público, el Proyecto acogía la excepción integral del Reglamento respecto
de funcionarios y empleados públicos y daba validez legal a la tesis del
nombramiento como determinante del carácter de empleado público;
2°: Imponía mayor claridad en las obligaciones de las empresas en casos de
intermediarios-contratistas que realizaran obras inherentes o conexas a la actividad a
que se dedicaran aquéllas;
3°: Excluía a los trabajadores del campo, del texto legal y los dejaba
íntegramente sometidos al Decreto Reglamentario que según previsión
constitucional -incorporada a la Ley por la reforma- debía dictar el Ejecutivo;
4°: Sistematizaba las disposiciones relativas a la duración y terminación del
contrato de trabajo;
5°: Introducía en la Ley el sistema de participación en los beneficios de las
empresas, regido hasta entonces por el Decreto de 17 de diciembre de 1938 que, más
que participación en las utilidades, había en verdad establecido primas anuales sobre
el salario;
6°: Adoptaba las normas fiscalizadoras del movimiento sindical contenidas en
el Proyecto de Código con modificaciones importantes, entre las cuales estaba el
fuero de inamovilidad en favor de los dirigentes sindicales con prohibición de
reelegirlos por más de dos años;
7°: Suprimía de la Ley las normas procesales, haciendo el envío a la Ley
Orgánica, de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo adoptada desde 1940;
8°: Eliminaba toda referencia a la Oficina Nacional del Trabajo, desaparecida
también en 1940, y sustituía su nombre por "el Ministerio del Ramo".
El Proyecto suscito debates acalorados. Muchas de sus disposiciones
mejoraban el texto de la Ley, pero el carácter fragmentario de la reforma parecía un
tanto arbitrario en cuanto a los puntos escogidos, y algunas de sus previsiones fueron
vivamente criticadas. La Comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados le hizo
41
ciertas modificaciones; con excepción de ellas, el texto propuesto fue aprobado casi
en su integridad. Las modificaciones versaron especialmente acerca de los obreros al
servicio de los entes de Derecho Público, a quienes se mantuvo protegidos por la
legislación laboral mientras se dictara un estatuto de servidores del Estado y demás
organismos públicos; acerca de las normas sobre terminación del contrato de trabajo,
que sufrieron pequeñas enmiendas, y sobre suspensión del contrato, que se
eliminaron por estimarse inoportunas en aquellos momentos.
Sancionada la reforma en 1944, fue promulgada en mayo de 1945:
conjuntamente con el Reglamento del Trabajo en la Agricultura y en la Cría y con la
reforma constitucional (que no alteró las disposiciones de la carta fundamental sobre
el trabajo).
La reforma parcial del año 1947
La otra reforma parcial que ha sufrido la Ley del 36 fue la de 1947. Dictada
una nueva Constitución, la Asamblea Nacional Constituyente se abocó en sus
últimos días de sesiones a una reforma parcial de la Ley del Trabajo. La reforma se
motivó en la necesidad de adaptar la Ley al nuevo texto fundamental, pero abarcó
algunos puntos no tocados por la reforma constitucional, mientras dejo de tocar
algunas disposiciones que habían quedado afectados por aquella. Quedó promulgada
el 3 de noviembre del citado año.
Algunos de los puntos de la reforma son inobjetables. En otros se cometieron
errores de técnica debidos en parte a la precipitación con que se hizo. En términos
generales, se expresó el deseo de resolver cuestiones estimadas urgentes, dejando a
los congresos ordinarios de años posteriores la tarea de emprender el estudio y
revisión completa de la Ley.
La reforma parcial de 1947 dio lugar a un nuevo cambio en la numeración del
articulado legal.
Después se ha hablado en varias ocasiones de otros proyectos de reforma. En
1952 llegó a distribuirse un proyecto mimeografiado de reforma parcial, referente a
prima de antigüedad, auxilio de cesantía, participación en las utilidades,
campamentos de trabajadores, escuelas y hospitales sostenidos por las empresas, y
aclaratoria de la presunción legal de existencia de un contrato de trabajo entre quien
presta un servicio personal y quien lo recibe. Esta reforma no alcanzó a
formalizarse. En 1956 se habló nuevamente de que el Gobierno tenía en estudio
algunas reformas.

42
Reglamento de la Ley del Trabajo del año 1973
Este Reglamento, vigente desde el 1° de febrero de 1974, incorpora los textos
dispersos de algunos decretos-leyes, reglamentos y resoluciones dictados desde
1945. No fue expresamente derogado por la L.O.T., por lo cual sus disposiciones
son aplicables en cuanto no estén modificadas o contradichas por esa Ley. Equiparó
las condiciones de los trabajadores rurales a la de los trabajadores urbanos, en
cuanto a los derechos pertinentes por concepto de jornales, vacaciones, preaviso,
antigüedad y auxilio de cesantía, en el entendido de que respecto a los años de
servicios prestados con anterioridad a su promulgación, la indemnización por
antigüedad sería pagada con base de seis (6) días de salarios por cada año de
servicio interrumpido, tal como lo estableció el Reglamento del Trabajo en la
Agricultura y Cría, de 4 de mayo de 1945; suplió manifiestas lagunas de la Ley
abrogada en lo atinente a algunos institutos jurídicos: las invenciones y mejoras
de procesos industriales; suspensión de los efectos del contrato de trabajo; trabajo de
los aprendices, de los trabajadores domésticos, a domicilio, de los conserjes, de los
deportistas profesionales y de los trabajadores rurales, ya mencionados.
En otro orden de iniciativas, el Reglamento de la Ley del Trabajo de 1973
introdujo modificaciones sensibles a los conceptos de patrono, intermediario,
contratista y empleados de confianza; exigió formalidad escrita a los contratos para
obra determinada o por tiempo determinado y modificó importantes elementos del
régimen de salarios, utilidades, libertad sindical y conflictos colectivos.
Al Decreto Presidencial del 31 de diciembre de 1973, que pertenece por su
naturaleza al tipo de reglamentos administrativos denominados de ejecución, le
fueron señalados graves vicios, pues con la intención de consolidar a prisa algunas
conquistas sociales, incurrió en el extremo de modificar la letra, el propósito y razón
de expresas disposiciones legales; creó situaciones jurídicas no previstas en el
campo normativo de la Ley; introdujo conceptos que, a su vez, requerían ser
reglamentados y, finalmente, invadió materias de la llamada reserva legal, al
regimentar por decreto reglamentario la garantía constitucional de la libertad de
trabajo.
En sentencia de 13-6-84, la Corte Suprema de Justicia, SPA, declaró la
nulidad de varias disposiciones del citado Reglamento a solicitud del Fiscal General
de la República, por considerarlas violatorias de los artículos 92 y 190, ord. 10° de
la Constitución Nacional. Estimó la Corte que los preceptos anulados contenían
modificaciones de la Ley, o creaban condiciones para el ejercicio o goce de los
derechos en ella establecidos. Refiriéndose a este fallo, la Exposición de Motivos

43
del Anteproyecto de la Ley Orgánica del Trabajo presentado al Congreso Nacional
el 2 de julio de 1985, reconoce que "con los razonamientos de la Corte, ésta hubiera
podido anular todo el Reglamento, o por lo menos gran parte de él".
La Ley Orgánica del Trabajo y su reforma del 19/06/1997
El 20 de diciembre de 1990 entra parcialmente en vigor la Ley Orgánica del
Trabajo (G.O. No 4240), destinada a sustituir desde el 1° de mayo de 1991 la que,
con ligeras modificaciones, rigiera durante casi 55 años las relaciones de trabajo en
el país.
El nuevo instrumento concentró en seiscientos sesenta y cinco (665) artículos
casi toda la legislación dispersa sobre la materia dictada desde 1936, pues constituye
un agregado de disposiciones de la Constitución Nacional; de la Ley del Trabajo de
16 de julio de 1936; del vigente Reglamento de la Ley del Trabajo, de 31-12-1973;
de los siguientes Decretos Leyes: No 440, sobre Contratos Colectivos por Ramas
de Industrias, de 21 de noviembre de 1958; No 125, sobre Revisión de Inventarios y
Balances para la determinación de las utilidades; No 540, de 16 de enero de 1959,
que aumenta la multa por infracción del porcentaje de trabajadores venezolanos; y
de la Ley Contra Despidos Injustificados y su Reglamento, de 8 de agosto de 1974 y
19 de noviembre de 1974, respectivamente.
I. Su novedad, jurídicamente considerada, estribó:
a) En su carácter orgánico, que le imprime primacía sobre las leyes ordinarias
de idéntica materia. Es, además, declarada de aplicación supletoria a los empleados
o funcionarios públicos nacionales, estadales o municipales, en todo lo no previsto
en las respectivas leyes de Carrera Administrativa (art. 8, L.O.T.).
b) En la inserción de la relación de trabajo como figura eje de todo el sistema
legal, aunque concomitante con la del contrato individual del trabajo, para entender
el origen y desarrollo del nexo entre el patrono y su trabajador, así como la causa de
la intervención tutelar de la ley.
c) En la incorporación de algunas relaciones especiales de trabajo no
incluidas en el Reglamento de 1973, como las propias del transporte aéreo, lacustre,
fluvial y marítimo; de los trabajadores motorizados, de los minusválidos, de
la mujer y de la familia.
d) En la supresión del derecho adquirido de auxilio de cesantía, vigente desde
la reforma parcial de 1947, si bien su monto se acumuló al derecho de antigüedad.

44
e) En la prolongación del término de prescripción a un (1) año, contado desde
la terminación de la relación de trabajo, salvo en los supuestos de las utilidades del
último ejercicio económico de la empresa (art. 63); de la sustitución de patronos (art.
90), y del previsto en el art. 146.
f) Dentro del campo de las relaciones colectivas, la L.O.T. procuró nombres
nuevos a los viejos institutos del contrato colectivo y de la convención obrero-
patronal, para denominarlos ''''Convenciones Colectivas de Trabajo" y "Reuniones
Normativas Laborales", respectivamente.
El Título VII incluyó una antigua aspiración del movimiento sindical
organizado: los sindicatos nacionales y regionales, con actuación válida en todo el
territorio del país o en jurisdicción de varios Estados.
g) Las sanciones (Título XI) se han de aplicar con base en el salario mínimo
vigente en la capital de la República para el momento de la infracción.
II. Económicamente, las más trascendentes innovaciones se centraron:
a) En la universalización de la estabilidad, con derecho a reenganche, para
todos los trabajadores permanentes con más de tres meses de servicio, con
excepción de los de dirección, temporeros, eventuales, domésticos y de patronos con
menos de 10 trabajadores.
b) En la reducción de la jornada efectiva de trabajo semanal, diurna, nocturna
y mixta.
c) En el incremento del recargo porcentual del valor de las horas
extraordinarias y del trabajo nocturno.
d) En el aumento de la participación del trabajador en los beneficios de
la empresa.
e) En la ampliación del concepto salarial, dentro del cual sólo algunos
contados elementos quedaron excluidos.
f) En la duplicación del derecho adquirido de antigüedad a treinta (30) días de
salario por año de servicios, o fracción superior a seis meses.
g) La duración de la vacación anual se extendió hasta un total de treinta (30)
días hábiles, al quedar reconocido el derecho del trabajador a vacar un (1) día hábil
remunerado por cada año de servicios contado desde la vigencia de la nueva ley,
adicionalmente a los quince (15) días hábiles de descanso anual.

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La Ley Orgánica del Trabajo, de 20 de diciembre de 1990, plenamente en
vigencia desde el 1-5-91, fue parcialmente reformada el 19 de Junio de 1997. En las
disposiciones modificadas, principalmente concretadas a las indemnizaciones de
antigüedad y preaviso, así como al salario, nos explanaremos más adelante.
III. La Ley Orgánica del Trabajo, aprobada el 20 de diciembre de 1990, que cimenta
todavía la estructura de la normativa vigente, posee visibles vicios de forma y fondo
que empañan la unidad del resultado esperado, después de los cinco años que tardó
el dilatado proceso de su elaboración.
Reforma en la fecha del 19-06-1997
Fundamentada en el Acuerdo de la Comisión Tripartita designada por el
Ejecutivo Nacional, publicado el 17-03-97, y en el Proyecto del Ministerio del
Trabajo presentado el 08-05-97 al Congreso de la República, fue promulgada en
fecha 19-06-97 la Ley de Reforma de la Ley Orgánica del Trabajo, vigente a
plenitud desde 1991. Fue propósito explícito de la reforma declarar como parte del
salario los subsidios previstos en los Decretos No 617,1055 y 1786, de fechas 11-04-
95,07-02-96 y 05-04-97, respectivamente, para los empleados del sector público, y
en los Decretos No 617, 1240 y 1824 de fechas 11-04-95, 06-03-96 y 30-04-97,
respectivamente, para los trabajadores del sector privado (art. 670 L.O.T.), así como
limitarla antigüedad del trabajador en el servicio, reduciendo con ello la carga refleja
del salario sobre las prestaciones sociales, e insertar los beneficios de orden laboral
en el marco de una proyectada ley de Seguridad Social Integral. Propender a la
estabilidad del trabajador y favorecer las negociaciones colectivas y el tripartismo,
"como elemento esencial de un sistema democrático de relaciones de trabajo", formó
parte también, según la correspondiente Exposición de Motivos del proyecto del
nombrado Despacho, de la intención de los proponentes y del legislador.
Empero, el propósito íntimo no revelado jamás a viva voz, fue capitalizar en
manos de la administración privada los ingentes recursos económicos que ha de
suponer la prestación de antigüedad acumulada de todos los trabajadores y
funcionarios públicos nacionales, estadales y municipales de Venezuela entera.
Ley Orgánica del Trabajo, Las Trabajadoras y Trabajadores del año
2012.
Prestaciones Sociales
- Prestaciones Sociales desde el primer día de trabajo (Artículo 142): se
comienza a recibir el beneficio de las prestaciones sociales a partir del mismo

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momento que se ingresa al nuevo trabajo y no como antes que era a partir del tercer
mes, igualmente se reduce el período de prueba para los trabajadores a un mes.

- Depósitos de Prestaciones Sociales a elección del Trabajador (Artículo 143): el


trabajador escogerá donde se depositarán sus prestaciones sociales, puede ser en
un fideicomiso, en la contabilidad de la empresa o en el nuevo Fondo de
Prestaciones Sociales.

- Indemnización doble (el doblete, Artículo 92): cuando un patrono realiza un


despido injustificado y el trabajador no quiere el reenganche, entonces el patrono
deberá pagarle una indemnización equivalente al monto que le corresponde por las
prestaciones sociales.

- Pago de Prestaciones Sociales en 5 días (Artículo 142): de no cumplirse el pago


de las prestaciones sociales en cinco (5) días, estas generarán intereses de mora a la
tasa activa determinada por el BCV.

Jornada de trabajo

- Cinco días de trabajo máximo por semana (Artículo 173): mas el derecho a dos
días de descanso, continuos y remunerados.

a) Trabajo diurno: máximo 8 horas por día y 40 horas por semana.


b) Trabajo nocturno: máximo 7 horas por día y 35 horas por semana.
c) Jornada mixta: máximo 7 horas y media por día, y 37 horas y media por cada
semana.

Vacaciones, Utilidades y Feriados

- Bono Vacacional sube a 15 días (Artículo 192).

- Bono fin de año o Utilidades sube a 30 días (Artículos 131 y 132).

- Nuevos Feriados (Artículo 184): se incluyen nuevos feriados: lunes y martes de


carnaval, y 24 y 31 de diciembre.

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Protección a las Madres, Padres y la Familia

- Reposo pre y postnatal (Artículo 336 y 338): contempla un periodo de descanso


durante seis (6) semanas antes del parto y veinte (20) semanas después del parto.

- Reposo para Padres por 14 días (Artículo 339): tendrán un permiso o licencia
remunerada por paternidad de catorce días (14) continuos, contados a partir del
nacimiento de su hijo o hija.

- Inamovilidad Laboral para la trabajadora desde el principio del embarazo y


hasta 2 años después del parto (Artículo 335).

- Igualmente, Inamovilidad Laboral para los padres durante dos


años, después del nacimiento de su hijo o hija (Artículo 339).

- Reposo para Adoptantes (Artículo 340): desde el momento que se le conceda la


adopción de un niño o niña menor de tres años a una trabajadora, esta tendrá derecho
a un descanso de maternidad remunerado, durante un período de veintiséis (26)
semanas.

Tercerización

- Queda prohibida la tercerización (Artículo 47 y 48): se otorga un plazo de tres


(3) años para que todas las empresas acaten la prohibición de subcontratar a sus
trabajadores, todos los trabajadores tercerizados gozarán de inamovilidad laboral.
Los primeros pasos de la legislación laboral venezolana se conocen desde el
siglo XVII, que empezó con una simple compilación de Cédulas, Cartas, provisiones
y leyes con el propósito de divulgar las acciones dictadas por el gobierno para ese
momento y garantizar un estado de paz y justicia. Ya desde esa época se empezó a
considerar ciertos aspectos como el trabajo de mujeres y niños, trabajos prohibidos e
incluso una previsión social, características que de alguna manera u otra se han
mantenido vigentes, con las correcciones pertinentes y propias de la evolución
del hombre en sociedad. Otro aspecto que se considera importante para la perfecta
comprensión de la historia laboral venezolana han sido las dos grandes etapas o
periodos, enmarcados, el primero desde 1830 a 1917 y el segundo desde 1917 hasta
el presente, periodos estos que distinguieron ámbitos de aplicación y jurisdicciones

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especificas y abarcaron tendencias modernistas que actualmente son tareas reguladas
por reglamentos dirigidos directamente al ejercicio de tales trabajos.
En fin, las legislaciones laborales venezolanas han pasado por el largo e
inagotable trayecto de la evolución, pues las necesidades humanas se hacen nuevas y
completamente cambiantes con el paso del tiempo, por lo tanto es necesario
amoldarlas a las nuevas exigencias de la sociedad.
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) es un organismo


especializado de las Naciones Unidas que se ocupa de los asuntos relativos
al trabajo y las relaciones laborales. Fue fundada el 11 de abril de 1919, en virtud
del Tratado de Versalles. Su Constitución, sancionada en 1919, se complementa con
la Declaración de Filadelfia de1944.
La OIT tiene un gobierno tripartito, integrado por los representantes de los
gobiernos, de los sindicatos y de los empleadores. Su órgano supremo es
la Conferencia Internacional del Trabajo, que se reúne anualmente en junio. Su
órgano ejecutivo es el Consejo de Administración, que se reúne cuatrimestralmente
en Ginebra. Toma decisiones sobre políticas de la OIT y establece el programa y
presupuesto que posteriormente son presentados a la Conferencia para su
aprobación. También elige al Director General. En 2012 fue elegido para el cargo
el británico Guy Ryder. La sede central se encuentra en Ginebra (Suiza).
En 1969 la OIT recibió el Premio Nobel de la Paz. Está integrada por 185
estados nacionales (2012). No tiene potestad para sancionar a los gobiernos.

Origen

La Organización Internacional del Trabajo fue fundada en 1919 por el


Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial.

Las negociaciones tuvieron la particularidad de ser realizadas entre los


gobiernos, los sindicatos y las organizaciones de empleadores, quienes tomaron
como base la Asociación Internacional para la Protección Legal de los Trabajadores
que había sido fundada en Basilea en 1901 para establecer la Constitución de la
Organización Internacional del Trabajo adoptada por la Conferencia de Paz de París
e incluida en la sección XIII del Tratado de Versalles.

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La constitución de la OIT tuvo lugar en la conferencia de Washington
celebrada entre el 29 de octubre y 29 de noviembre de 1919, en la que participó
como representante de las organizaciones obreras españolas Francisco Largo
Caballero, secretario general de la socialista Unión General de Trabajadores,
resultando elegido miembro de su Consejo de Administración y colaborando a partir
de entonces muy estrechamente con el primer director general de la OIT, el francés
Albert Thomas.

La Organización Internacional del Trabajo se organizó desde un principio con


un gobierno tripartito, único en su género, integrado por representantes de los
gobiernos, los trabajadores y los empleadores y eligió como primer Director General
al francés Albert Thomas.

Entre 1919 y 1921 la OIT sancionó dieciséis convenios internacionales del


trabajo y dieciocho recomendaciones y en 1926 se introdujo un mecanismo de
control, aún vigente, por el cual cada país debe presentar anualmente una memoria
informando sobre el estado de aplicación de las normas internacionales. Con el fin
de examinar esas memorias se creó también la Comisión de Expertos, integrada por
juristas independientes, que cada año presenta su informe a la Conferencia.

En 1934, bajo el gobierno de Franklin D. Roosevelt, los Estados Unidos


solicitaron su ingreso en calidad de miembro de la OIT. Durante la Segunda Guerra
Mundial la OIT se instaló temporalmente en Montreal.

En 1944, cuando aún la guerra no había terminado, la Conferencia


Internacional del Trabajo en Filadelfia aprobó la Declaración de Filadelfia que se
integró como anexo a la Constitución, fijando los principios, fines y objetivos de la
OIT. En 1948 se adoptó el Convenio sobre Libertad Sindical Nº 87.

En 1977 Estados Unidos se retiró de la OIT causando una crisis


presupuestaria debido a la disminución automática del presupuesto en un 25% que
ello significó, pero pudo controlarse hasta su reingreso en 1980.

En los años 80 la OIT desempeñó un papel decisivo en el desarrollo del


Sindicato Solidaridad dirigido por Lech Wałęsa, aplicando el Convenio sobre la
Libertad Sindical (1948).

Finalizada la Guerra Fría y frente al proceso de globalización y deterioro de


los derechos laborales en todo el mundo, la OIT ha señalado la necesidad de dar

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prioridad al cumplimiento de las Normas y Principios y Derechos Fundamentales en
el Trabajo garantizados por los ocho convenios fundamentales (libertad sindical,
negociación colectiva, abolición del trabajo forzoso, abolición del trabajo infantil,
eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación), destacando los
conceptos de empleo digno y democratización de la globalización. y esa es su
función.
Estructura y funcionamiento.
Conferencia Internacional
La Conferencia Internacional del Trabajo es el órgano superior de la OIT. Se
reúne anualmente, en junio, en Ginebra. Está integrada por cuatro delegados por
cada país miembro, dos de ellos elegidos por el gobierno, y los otros dos propuestos
por las organizaciones de trabajadores y empleadores respectivamente. De este
modo, la mitad de los integrantes de la Conferencia representan a los gobiernos, en
tanto que una cuarta parte integra el bloque de trabajadores, y la otra cuarta parte
integra el bloque de empleadores.
A la Conferencia Internacional le corresponde la sanción de las normas
internacionales del trabajo, fundamentalmente convenios y recomendaciones, por las
dos terceras partes de sus miembros.
También corresponde a la Conferencia Internacional examinar las memorias
anuales que cada país debe presentar sobre el estado de la aplicación de las normas
internacionales, y eventualmente aprobar recomendaciones en los casos en que
existen deficiencias. En esa tarea la Conferencia cuenta con la ayuda de la
importante Comisión de Expertos que debe examinar cada memoria y producir un
informe a la Conferencia recomendando los cursos de acción en cada caso.
A partir de 1998 la Conferencia debe examinar el Informe Global sobre lo que
ordena la Declaración de la OIT relativa a los Principios y Derechos Fundamentales
en el Trabajo, que debe preparar la Oficina, debiendo dar cuenta, cada año en forma
rotativa, el estado en que se encuentran cada uno de estos puntos:

 libertad sindical y de asociación y reconocimiento efectivo del derecho a la


negociación colectiva;
 la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio;
 la abolición efectiva del trabajo infantil,
 la eliminación de la discriminación en el empleo y la ocupación.

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Comisión de Expertos
La Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones
(CEACR) es un organismo permanente asesor de la Conferencia Internacional,
integrado por juristas especialistas en Derecho Internacional del Trabajo.
La función de la Comisión de Expertos es examinar las memorias que todos
los países tienen la obligación de presentar cada año, detallando el estado en que se
encuentra la aplicación de los convenios internacionales en su territorio.
Cada año la Comisión de Expertos debe presentar su informe a la
Conferencia, con la opinión que le merece cada situación y las recomendaciones que
propone en cada caso. Las opiniones de la Comisión de Expertos han adquirido gran
importancia jurídica para la interpretación de las normas internacionales y se
encuentran recopiladas como jurisprudencia en cada convenio, en la base de datos
ILOLEX.
Consejo de Administración
El Consejo de Administración está integrado por 56 personas. De los 28
integrantes que corresponden a los gobiernos, 10 son designados directamente por
los diez países de mayor importancia industrial (Alemania, Brasil, China, Estados
Unidos, Francia, India, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia) y el resto por los
delegados gubernamentales en la Conferencia. Los otros 28 miembros corresponden
en partes iguales a los trabajadores y empleadores y son elegidos por los bloques
correspondientes en la Conferencia. Los miembros se renuevan cada tres años.
Es el órgano administrativo de la OIT, se reúne cuatrimestralmente y actúa a
través de la Oficina Internacional del Trabajo, toma decisiones sobre la política de la
OIT, determina el orden del día de la Conferencia Internacional del Trabajo, adopta
el Programa y Presupuesto antes de su presentación a la Conferencia, y elige al
Director General.
Comité de Libertad Sindical
El Comité de Libertad Sindical (CLS) es un importante organismo que
depende del Consejo de Administración, integrado por nueve de sus miembros y un
presidente independiente, pertenecientes por partes iguales a los tres bloques
(Estados, Empleadores y Trabajadores). Su función es intervenir en las quejas
relacionadas con la libertad sindical, derivadas de las posibles violaciones de los
Convenios Internacionales Nº 87 y 98 y aquellos que resultan complementarios.

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La importancia del CLS radica en el alto perfil político de sus miembros, y en
la facultad que tiene para formular recomendaciones críticas a los gobiernos, cuando
determina que la libertad sindical ha sido afectada.
Oficina Internacional del Trabajo y Director General
La Oficina Internacional del Trabajo está dirigida por el Director General,
elegido por el Consejo de Administración con un mandato de cinco años, quien a su
vez contrata el personal de acuerdo a estrictas normas de concursos.
La Oficina Internacional del Trabajo es la entidad permanente de apoyo a la
tarea de la Conferencia Internacional y el Consejo de Administración.
Los Directores Generales de la OIT han sido:

 Albert Thomas (1919-1932)


 Harold Butler (1932-1939)
 John Winant (1939-1941)
 Edward Phelan (1941-1948)
 David Morse (1948-1970)
 Wilfred Jenks (1970-1973)
 Francis Blanchard (1973-1989)
 Michel Hansenne (1989-1999)
 Juan Somavía (1999-2012)
 Guy Ryder ( Octubre 2012- )
Oficinas regionales
La Oficina Internacional del Trabajo posee una estructura regional
descentralizada en cinco regiones:

 África
 América Latina y el Caribe
 Estados Árabes
 Asia y el Pacífico
 Europa y Asia Central
A su vez, cada región tiene oficinas subregionales y de área. Estados
Unidos y Canadá no están incluidos en ninguna de las regiones.

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Dirección Ejecutiva de Diálogo Social
La Oficina Internacional del Trabajo está integrada por un gabinete de cinco
direcciones ejecutivas. Una de ellas es la de Diálogo Social, la que a su vez está
dividida en dos importantes estructuras: las oficinas de Apoyo a las Actividades de
los Trabajadores (ACTRAV) y de los Empleadores (ACTEMP).
ACTRAV es la Oficina de Apoyo a las Actividades de los Trabajadores. Actúa en
relación directa con el bloque de trabajadores de la Conferencia Internacional, las
dos centrales internacionales (CSI y FSM), los sindicatos mundiales (federaciones
sindicales internacionales) y las centrales sindicales nacionales.
ACTEMP es la Oficina de Apoyo a las Actividades de los Empleadores. Actúa en
relación directa con el bloque de empleadores de la Conferencia Internacional, la
central internacional (OIE), y las cámaras empresariales sectoriales, regionales y
nacionales.
El Preámbulo de la Constitución de la OIT.
En el preámbulo de la constitución de la OIT se establecen lo que ella busca:
 Reglamentación de las horas de trabajo, incluyendo la duración máxima de la
jornada de trabajo y la semana;
 Reglamentación de la contratación de mano de obra, la prevención
del desempleo y el suministro de un salario digno;
 Protección del trabajador contra enfermedades o accidentes como consecuencia
de su trabajo;
 Protección de niños, jóvenes y mujeres.
 Pensión de vejez e invalidez, protección de los intereses de los trabajadores
ocupados en el extranjero;
 Reconocimiento del principio de igualdad de retribución en igualdad de
condiciones;
 Reconocimiento del principio de libertad sindical;
 Organización de la enseñanza profesional y técnica, y otras medidas similares.

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CONCLUSIÓN

No puede haber la menor duda de que el trabajo ha sido una constante en la


evolución de la humanidad. Hasta el momento actual, no podría entenderse al
hombre desprendido del trabajo. Pero lo que importa determinar son las condiciones
en que ese trabajo se ha prestado. En rigor, desde la perspectiva del derecho del
trabajo sólo interesa el que se lleva a cabo por cuenta de otro ya que sus normas lo
que pretenden es disminuir los efectos negativos de la explotación. Esa salvedad
dejaría al margen del derecho del trabajo prácticamente toda la actividad humana
productiva anterior a la Revolución Industrial. Aunque sin la menor duda, antes de
ella se produjeron también formas de explotación. Recordemos la esclavitud y la
servidumbre.

Como podemos ver, existen muchas formas de clasificar el trabajo, y es


entonces que al analizar la evolución histórica del mismo, podremos notar que a
medida que avanzamos en el tiempo, la división social del trabajo ha ido
aumentando cada vez más.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha convertido en el ente
catalizador y mediador de las potencialidades positivas de la clase trabajadora y un
excelente canal de justicia social y humanización de las actividades productivas a
nivel global.

Cabe mencionar que otra seria la historia de la humanidad en la era actual si


no hubiera existido la organización internacional del trabajo. En sus principios y sus
metas a proyectado un desarrollo humano basado en las conquistas sociales y la
tecnificación del capital humano.

Y nos remitimos a la máxima expresada por el escritor Petter F. Drucker en


su libro gerencia para el futuro “solo el conocimiento puede garantizar la riqueza y
el desarrollo de los pueblos”, esto se refiere que en la era actual no solo basta los
recursos naturales y abundancia de capital, si no se tiene un personal humano
capacitado para enfrentar los cambios de las nuevas tecnologías caerá en el abismo
de la marginación económica.

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BIBLIOGRAFÍA

ALFONZO GUZMAN, Rafael: Nueva Didáctica del Derecho del Trabajo.


Editora Adriana Alfonzo Sotillo. Décima Primera Edición. Caracas. 2000.

BRUZUAL BAEZ, Gilberto: Derecho Laboral. Estudio Sistemático de la Ley


Orgánica del Trabajo en Venezuela. Editorial Huyapari. La Guaira. 1992.

CALDERA, Rafael; Derecho del Trabajo. 2da. Edición, Tomo I, "El Ateneo"
Editorial Argentina, Enero, 1.960.

FRANCO ZAPATA, Ramón: Apuntes del Derecho del Trabajo. Marga Editores
S.R.L., Caracas, 1.995.

Páginas de Internet:

www.monografias.com

www.tuabogado.com.ve

www.tecnoiuris.com
www.oit.org

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