Está en la página 1de 2

Asquitos en Jalisco

Por Víctor Beltri

Es comprensible que, en algunos sectores de la sociedad, levante


ámpulas el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Por cualquier motivo. En un país tan grande como México caben
muchas posturas que pueden ser antagónicas, y el conflicto entre
conservadores y liberales se repite constantemente: desde los
partidos políticos que defienden agendas opuestas, hasta los
anunciantes que retiran su publicidad de la televisión porque no
comparten los valores de la emisora. De los albures a los golpes de
pecho.

No es posible comprender a un personaje como Emilio González


Márquez sin entender esta dialéctica entre conservadores y
liberales. González se sitúa en el extremo más a la derecha del
espectro, y conjuga su conservadurismo con la arrogancia del que
nunca se ha planteado la posibilidad de estar equivocado, y se
siente llamado a grandes cosas. De quien más que electo se
considera elegido.

Así, González considera, orgulloso, que encarna lo mejor de la


sociedad jalisciense, conservadora, cristera. De esta convicción
proviene su talante caciquil, megalómano. Desde su campaña por la
gubernatura pudieron los jaliscienses darse cuenta de la opinión
que tenía de sí mismo, al llenar las ventanas traseras de los
automóviles de calcomanías inmensas que solamente decían una
palabra: Emilio. No hacía falta decir nada más. Posteriormente, y ya
desde Casa Jalisco, contrató familiares y dispuso a su antojo del
presupuesto: millones de pesos a Televisa, a la Iglesia Católica, a la
realización de una telenovela. Obras faraónicas en las que el
urbanismo y el medio ambiente no se toman en cuenta. Y al que no
le guste, un “chinguen a su madre” con aliento alcohólico.

Lo que González no ha entendido es que no gobierna tan solo para


su parroquia. Jalisco es un estado dinámico y emprendedor que ha
sido capaz, por su gente, de adaptarse como ningún otro a los
desafíos de la nueva economía. El Silicon Valley mexicano no es
simplemente un lugar de maquiladoras, una planta de ensamblaje,
sino un foco de desarrollo industrial e intelectual reconocido en todo
el mundo. Las universidades jaliscienses -contra una de las cuales,
la U de G, González protagonizó su escándalo anterior, hace apenas
una semana- generan profesionistas de primer nivel, y los
inversionistas extranjeros se sienten tranquilos por sus capitales, y
orgullosos de formar un hogar en Jalisco. La ribera de Chapala es
uno de los destinos favoritos para la segunda vivienda de
extranjeros, y Puerto Vallarta es uno de los destinos turísticos
preferidos en el mundo, por su hospitalidad y calidad de vida.
De hecho, Puerto Vallarta es uno de los destinos favoritos y está en
muchas listas para turismo gay. Los extranjeros que llegan
encuentran siempre un ambiente cordial, y la calidez y el respeto de
los vallartenses los invita a regresar dos o tres veces al año. Las
banderas de arcoiris ondean por todos lados, y la comunidad gay
disfruta del trato amigable de una ciudad que ha hecho de la
tolerancia una forma de vida. La Wikipedia se refiere a Puerto
Vallarta como el destino gay número uno de América Latina.

Probablemente estos turistas extranjeros, cargados de ‘pink dollars’,


que vienen, gastan, e invierten en nuestro país, no saben que el
gobernador de Jalisco no siente sino repulsión, ‘asquito’, por ellos. Y
que además lo justifica diciendo que él es ‘a la antigüita’. No saben
que el turismo que a él le interesa impulsar es otro, al que incluso le
dona dinero, como el Santuario de los Mártires, o al “promovido” a
través de una telenovela. Y que, si dejan de venir por su
intolerancia, y los vallartenses le reclaman la disminución en sus
ingresos, es más que posible que no reciban sino una mentada de
madre. Ah, y muy probablemente no sepan, tampoco, que
González, encima, se siente presidenciable.

contacto@victorbeltri.com y twitter.com/vbeltri

También podría gustarte