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OVIDIO

Publio Ovidio Nasón nació en Sulmona el 43 a. C. en el seno de una familia acomodada.


Su padre, un propietario de fincas, pertenecía a la orden ecuestre y deseaba para su hijo una
exitosa carrera como abogado. Sin embargo, Ovidio desde pequeño sintió una vocación poética
irresistible, tan grande que traicionaría -así lo sentía- los deseos paternos.

De joven se instaló en Roma junto a su hermano menor para estudiar retórica. Allí tuvo
varios maestros: Higino, Arelio Fusco y el hispano Porcio Latrón. Y ya entonces descató por sus
cualidades como poeta. Tras la muerte de su padre, Ovidio pudo viajar a Atenas, Asia Menor y
Sicilia, donde completó sus estudios.

Aunque ganó fama como poeta enseguida, en el año 8 a. C. enfureció al emperador César
Augusto, quien decretó su exilio a Tomis (hoy Constanza, en la actual Rumanía). Allí triste y
arrepentido pasó el resto de sus días. No se sabe cuál fue el delito. Se dice que sus poemas
eróticos contrariaban la política matrimonial del emperador y que además tenía una estrecha
amistad con Julia, hija de Augusto, cuyos flirteos amorosos herían profundamente a su padre,
empeñado en regenerar la moral familiar el imperio.

Desde su destierro en el Mar Negro Ovidio no dejó de su suplicar el perdón a Augusto, pero
todo fue en vano y 17 d. C. murió a la edad de 60 años.

Ovidio fue un escritor polígrafo, dotado de un genio literario extraordinario. Podríamos


compararlo con nuestro Lope de Vega.

Siendo muy joven escribió el poemario Amores bajo el influjo de Tibulo y Propercio. Es un
libro de elegías dedicado a su musa y amada, Corina, que viene a ser el culmen de la poesía
erótica latina. Poco después compuso Medea, una tragedia que no conserva, y las Epistulae
Heroidum o Heroidas, que son cartas de amor imaginariamente escritas por varias heroínas,
como Penélope y Dido, a sus amantes. Sin abandonar el tema amoroso escribió una trilogía
siguiendo esta vez el género didáctico: Arte de amar (Ars Amandi o Ars Amatoria), donde da
consejos para enamorar; Remedios de amor (Remedia Amoris), recetario para salir ileso de los
fracasos amorosos, y Cosméticos para el rostro femenino (Medicamina faciei femineae), un
tratado sobre cómo potenciar los encantos femeninos.

Las Metamorfosis fue su obra más ambiciosa. Es una epopeya en 15 libros, que constituye
una suerte de summa de la mitología grecorromana. En ella las transformaciones sufridas por
personajes mitológicos sirven de resorte para referir multitud de mitos, desde el origen del
cosmos hasta la muerte y apoteosis del emperador Cayo Julio César. La obra ha sido una fuente
de inspiración inagotable tanto para escritores como para pintores posteriores. Escribió después
los Fastos, poema inconcluso y también muy ambicioso, donde Ovidio explicaba el origen de los
nombres de los meses y las fiestas del calendario romano.

Estando ya desterrado en Tomis, Ovidio compuso dos poemarios más: Tristes y Cartas
desde el Ponto. El primero, en cinco libros, es una especie de canción angustiada, donde
defiende su inocencia y pide clemencia al emperador Augusto. En el segundo, también conocido
como Pónticas, insiste en su inocencia y solicita la intercesión de amigos varios para derogar su
decreto de expulsión. Estas dos colecciones de poemas son las más autobiográficas y en ellas
Ovidio se muestra más humano.

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