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Fragmento de EL SUICIDIO (Emile Durkheim)

Hay enfermedades cuya cifra anual resulta relativamente constante en una sociedad
determinada, a la vez que varía sensiblemente según los pueblos. Tal ocurre con la
locura.
Si se tuviera alguna razón para ver en toda muerte voluntaria una manifestación
vesánica, el problema que nos hemos planteado estaría resuelto: el suicidio no sería
más que una afección individual2. Esta es la tesis sostenida por numerosos alienistas.
Según Esquirol, “el suicidio ofrece todos los caracteres de la enajenación de las
facultades mentales”3. “El hombre sólo atenta contra su vida cuando está afectado de
delirio, y los suicidas son alienados”4. Partiendo de este principio, concluye el autor
que el suicidio, siendo voluntario, no deberla ser castigado por la ley. Falret5 y Moreau
de Tours se expresan en términos casi idénticos. Es verdad que el último, en el pasaje
mismo en que enuncia la doctrina a que presta su adhesión, hace una indicación que
basta para suponerla sospechosa.
“¿El suicidio, dice, debe ser mirado en todos los casos como el resultado de una
enajenación mental? Sin querer aquí resolver esta difícil cuestión, digamos, en tesis
general, que nos inclinamos instintivamente hacia la afirmativa, cuanto más se
profundiza en el estudio de la locura, cuando se ha adquirido en ella una mayor
experiencia, cuando, en fin, se han visto más alienados”6. En 1845, el doctor Bourdin,
en un folleto que desde su aparición produjo algún ruido en el mundo médico, habla
sostenido menos mesuradamente la misma opinión.
Esta teoría ha sido defendida de dos maneras distintas. O bien se dice que el suicidio
por sí mismo constituye una entidad morbosa sui géneris, una locura; o bien, sin hacer
de él una especie distinta, se le considera simplemente como un episodio de una o de
varias clases de locura, sin que pueda encontrársele en los sujetos sanos de espíritu.
La primera tesis es la de Bourdin; Esquirol, por el contrario, es el representante más
autorizado de la otra concepción. “Por lo que precede, dice, se entrevé ya que el
suicidio no es para nosotros más que un fenómeno consecutivo a un gran número de
causas diversas, que se muestra con caracteres muy distintos; este fenómeno no
puede caracterizar una enfermedad. Es por haber hecho del suicidio una enfermedad
sui géneris por lo que se han establecido proposiciones generales desmentidos por la
experiencia”7.
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2 En la medida en que la locura es propiamente individual. En realidad, resulta en
parte un fenómeno social. Insistiremos sobre este extremo,
3 Maladies mentales, t. I, P. 639.
4 Ibid, t. I, p. 665.
5 Du suicide, etc., p. 137.
6 Du Annales médico-psich, t. VIL, p. 287.
7 Maladies mentales, t. I, p. 528.

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