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Educación Intercultural Bilingüe

Vivimos en un país plural. Nuestras aulas son plurales. Dicha pluralidad interpela cada vez con
más fuerza a la sociedad en general y al sistema educativo en particular. La Educación
Intercultural Bilingüe, inscripta en la Ley de Educación Nacional, es una modalidad del sistema
educativo cuyos objetivos son contribuir con una educación de calidad conforme a las pautas
culturales y lingüísticas de los Pueblos Indígenas y propiciar el respeto a las diferencias a partir
del diálogo de saberes y la igualdad en la diversidad.
A partir de distintas maneras de ser y estar en el mundo, la diferencia emerge y nos enriquece
como comunidad, como escuela, como docentes. ¿Cómo hacemos para que esta diversidad se
exprese y transite por las aulas? ¿Cómo construimos un espacio donde el nosotros incluya la
diferencia?
Suele circular en el ámbito de la sociedad que los Pueblos Indígenas son ágrafos, que no
poseen escritura y que solamente relatan mitos y leyendas transmitidos de forma oral de
generación en generación. Lejos de esta concepción —que consciente o inconscientemente
vuelve a ubicarlos en la historia, no en el presente y bajo un velo de estatismo—, los relatos
orales como formas de construcción histórica, cultural, social y política se conjugan, en su
dinamismo, con la escritura de producciones de origen indígena y con literaturas que
contradicen la unicidad del pensamiento occidental.
Como instituciones educativas tenemos la responsabilidad de generar los espacios, que se
vinculan al quehacer pedagógico y que requieren de un abordaje de estas complejidades. Un
compromiso tendiente a la vehiculización de las identidades que permita el desenvolvimiento
de las diferentes subjetividades en el aula. Las Jornadas a las que asistimos este año —
atravesadas por la lectura (y la escritura) — nos interpelan aún más.
Si bien es cierto que cada realidad lingüística y/o cultural de los Pueblos Originarios supone la
necesidad de generar herramientas específicas lo suficientemente flexibles como para poder
adaptarse a los diferentes contextos, sería interesante que cada institución que emprenda las
actividades de las Jornadas pueda mirar a sus chicos, a sus padres y a su comunidad. Y
preguntar sobre sus producciones —orales y escritas—, sus prácticas cotidianas y todo aquello
que consideremos pueda servirnos para pensar en actividades que no se circunscriban
solamente a las propuestas sugeridas en la entrada “Lectura y tradición oral”. Pensar en los
Pueblos Indígenas es pensar en todas las facetas culturales que los permean como pueblos y
que, como en toda cultura, se hallan en continua transformación.
En este camino, damos algunas sugerencias: que la institución se acerque a las comunidades.
Que invite a los abuelos y padres a narrar y que los chicos escriban sobre esa experiencia. Que
exista posteriormente un intercambio de producciones y lecturas compartidas entre los chicos
y con las familias y miembros de la comunidad. Que se invite a los alumnos a compartir sus
dibujos, sus relatos y producciones del tipo que sean y que sirvan de insumo para las
actividades proyectadas.
De esta manera, en consonancia con las inquietudes de nuestros estudiantes, tomemos como
educadores las sugerencias e incorporemos estrategias en todas las instancias de las Jornadas.
Pensemos así en los alumnos indígenas y/o hablantes de lenguas originarias como productores
de textos de géneros diversos, como creadores, como transmisores de las memorias e historias
de sus familias. Como lectores y escritores.

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