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La pinche india

o el visible racismo
mexicano
Ricardo E. Tatto México, Mérida

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– Disculpe, ¿qué se está presentando aquí? – y escuchar cumbias, según le cuenta a Marcia
pregunta una señora al encargado del Centro (Marysol Ochoa), su mejor amiga, temerosa de
Cultural Olimpo. que el compromiso con su novio Fernando (Teo
– Creo que una obra de teatro regional… –le Flores) se vaya al diablo dada su nueva condi-
desinforma aquel en plena noche de función, ción de “india patarrajada”, de naca mexicana sin
parte de la temporada regular de dicho recinto de remedio.
la capital yucateca. Lo anterior sirve como excusa para explorar el
Y es que La pinche india, de Mario Cantú racismo –no tan invisible– arraigado en la socie-
Toscano, está lejos de ser teatro regional yuca- dad mexicana, donde el fenotipo y los rasgos son
teco, pues su argumento se desarrolla en el norte suficientes para determinar la diferencia entre ser
del país, pero resulta sintomático que los encar- un ciudadano de primera o de tercera, sin acceso
gados del recinto piensen eso: basta con escuchar a las mismas oportunidades laborales y sociales
la palabra “india” para imaginar a una mestiza. que los blancos toman por sentado.
Basta con escuchar el adjetivo peyorativo A través de actos o cuadros escénicos se tras-
“pinche” para imaginar que es una más de esas luce cómo la peor fortuna en este país es ser mujer,
obras locales donde el escarnio y el denuesto de indígena y lesbiana (aunque Gigi no sea esto 50
los tópicos de la idiosincrasia mestiza o indígena último, solo eso le faltaba a la pobre). Y así,
son suficientes para hacer comedia del pueblo a mediante la narración realista se satirizan las
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expensas del mismo, cuyo discurso perpetúa ad maneras de hablar, el pensamiento mágico y
infinitum que las diferencias sociales y la discrimi- religioso, las conductas sociales del “qué dirán”
nación son divertidas. y otras tantas linduras que, lamentablemente, son
Gigi (Socorro Loeza), una “niña bien” de el pan de cada día en México, donde siempre hay
Monterrey, despierta un día y, al mirarse al un motivo para avergonzarnos de lo que somos.
espejo, descubre que ya no es la rubia de ojos Se agradece que la dramaturgia no sea un libelo
claros que solía ser, sino una morena con rasgos panfletario, aunque no está exenta de ciertas
autóctonos con unas ansias locas por barrer puyas hacia el indigenismo mal entendido, a la
mal llamada izquierda mexicana, o a esa nociva RACISMO MEXICANO DESDE EL TEATRO EN YUCATÁN
concepción de lo popular mexicano devenida del La obra que nos ocupa no fue producida ni
nacionalismo muralista perpetrado desde tiempos montada por casualidad por la compañía Teatro
posrevolucionarios. Nuestro imaginario colectivo, hacia el Margen A.C. de noviembre de 2016 a
lleno de estas influencias, no puede evitar pensar mayo de 2017, sino que puede interpretarse
que los indígenas son preciosos “mexicancu- como una consecuencia natural a los intereses de
rious”, sin mirarnos al espejo de nuestra realidad índole social por parte de dicho colectivo artís-
social. Sin embargo, se agradece que todas estas tico, mismo que se ha preocupado por presentar
reflexiones sean propiciadas por las risas y carca- obras que abordan tópicos como la libertad del
jadas un tanto incómodas que solo el teatro puede individuo, los derechos humanos o la diversidad
propiciar como forma de arte. sexual, pero siempre a través de la ficción, misma
La producción fue de Teatro Hacia al Margen que la dramaturgia deconstruye hacia un espec-
y la dirección de Pablo Herrero, quien también táculo entretenido que motiva a la reflexión en
actuó como Rogelio, el padre y cabeza de los torno a estos temas.
Zambrano, familia norteña de abolengo caída en Anteriormente, con el montaje de Guerrero en
desgracia (y todo por tener una pinche hija india). mi estudio exploraron esa posibilidad, gracias a
Si bien fue notable que aún hace falta trabajar los actores Socorro Loeza y Miguel Ángel Canto,
en cuestiones como el ritmo de los diálogos y y obtuvieron interesantes reacciones, trabajo
hacer más breves las transiciones entre una que continuó posteriormente con la dirección y
y otra escena, creo su mayor acierto radica en montaje de La pinche india de Mario Cantú en
el montaje y en la dirección del ensamble coral, donde el tema principal es elracismo actual. Por
como lo demuestra el hecho de que cada actor ello, el discurso artístico y escénico se solidificó
haya podido brillar con luz propia. en torno a la temática social mediante la ficción
En especial, destacan las actuaciones de Teo histórica, al preguntarse la pertinencia de volver a
Flores, Xhail Espadas (Elsa, la mamá) y Carlos montar Ah kin Chi, profeta maya, como un vehículo
Molina (El tripas); por supuesto, de la actriz prin- para compartir, entender y tratar de erradicar el
cipal Socorro Loeza, que seguramente enfrentó fenómeno del racismo colonial tan presente aún
un gran reto al encarnar este papel, tan ajeno hoy, en pleno siglo XXI, en Yucatán.
a ella, tan provocador para todos. Después de La publicación del libro Las élites de la Ciudad
todo, no se trata de decir “yo soy rubia”, “yo Blanca. Discursos racistas sobre la otredad, de
soy morena”, o “yo soy india”, sino simplemente la doctora Eugenia Iturriaga,37 pone el dedo en la
de reconocernos en toda nuestra dimensión y llaga al señalar la discriminación y el racismo
poder exclamar: “Yo soy”, así, sin etiquetas y sin endémico de la ciudad de Mérida para con la
cortapisas. población de origen indígena. Cuestión que se
Las luces se apagan… emparenta con los tópicos de crítica y reflexión
social que han estado manejando como compañía

UNAM/CEPHCIS, Mérida, 2017.


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teatral que intenta aportar una forma de visibilizar la mayoría de sus habitantes también sean de

Mérida México
y atajar el problema mediante el arte, terreno origen indígena o maya, por lo que el desprecio del
que pretende explorar dichas preocupaciones resto de los meridanos para con ellos es latente,
mediante el trabajo escénico. en especial si tomamos en cuenta testimonios y
En especial porque el conflicto central detec- datos recolectados en el libro antes mencionado.
tado está lejos de desaparecer: el racismo y la La zona rural y de la periferia sur de la ciudad
discriminación como formas de violencia que evidentemente padece un rezago en la calidad de
atentan contra la moral y los derechos humanos vida, lo cual afecta la equidad con respecto al resto
es cosa de todos los días en nuestro país. Y es que de Mérida. Tal desigualdad en parte ha provocado
ante la avalancha de medios de comunicación y la discriminación hacia quienes habitan esta área
de entretenimiento digitales, así como la poca urbana, donde concluyen factores como la margi-
conexión entre la zona sureste con lo que ocurre nación, la pobreza y el difícil acceso a los servicios
en el resto del país, poco a poco se ha perdido el públicos y recreativos.
sentido de identidad que ha caracterizado histó- Por ello, el trabajo de Pablo Herrero al dirigir y
rica y tradicionalmente al estado de Yucatán. adaptar la obra de Mario Cantú Toscano, drama-
Sin embargo, las consecuencias de dicho turgo del extremo norte de México, acierta en
sincretismo cultural no han sido del todo bené- provocar conciencia social y una reflexión que a
ficas, puesto que el racismo y la discriminación simple vista parece divertida pero que terminará
han formado parte de los usos y costumbres en la siendo compleja y profunda.
República Mexicana desde tiempos de la colonia Después de todo, nada como el teatro en
y el llamado periodo “castizo”, en el cual se estra- tanto laboratorio artístico ideal para confrontar
tificaba a la población a partir de su color de piel al espectador con su contexto y realidad social,
y su ascendencia familiar. el cual podrá notar mediante su apreciación y
Mérida no es la excepción, y menos en pleno exposición al hecho escénico representado en La
siglo XXI, pues apenas en el 2017 se publicó el pinche india, que el principal discurso que la obra
libro citado de la antropóloga Eugenia Iturriaga aborda es que en la cultura mexicana la discrimi- 52
que da cuenta de la pertinencia del montaje de nación ha sido normalizada e interiorizada.
Teatro hacia el Margen y su labor como artistas, El texto dramatizado en forma de la comedia
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ya que al conformarse como agentes transfor- humana parece decirnos que al fenómeno del
madores de la cultura su trabajo está lejos de racismo no basta con entenderlo, hay que asumirlo
terminar. para poder modificarlo. Creo que el arte teatral a
través de esta propuesta es capaz de lograr un
EL HECHO ESCÉNICO COMO LABORATORIO SOCIAL cambio significativo en nuestra sociedad, ya que
A partir de la revisión histórica y sociológica de el director y el elenco han salido a morirse en las
nuestras culturas que nos muestran que aún tablas con tal de probarlo. m
padecemos de conductas racistas tan arraigadas
que ni siquiera nos damos cuenta de ello, hasta que
nosotros mismos somos objeto de algún acto de
discriminación. Por ello, acertadamente la obra
lleva como subtítulo “Racismo invisible”.
Las cifras que arroja el CONAPRED (Comisión
Nacional para la Prevención del Delito) llaman
poderosamente la atención pues evidencian que
uno de los problemas graves que no nos dejan
avanzar como nación, ya sea creando comuni-
dades u ofreciendo posibilidades de realización
justas y equitativas para todos, es precisamente
este racismo invisible el que la obra expone de
manera certera y eficaz.
En el caso de la capital yucateca, de las 104
mil personas que viven en el sur alrededor del
setenticinco por ciento pertenece al segmento
medio bajo, bajo y de pobreza. No es casual que

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