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GENEALOGÍA DEL ESTADO

1. Introducción:
1.1 ¿Qué es ser sociable?
El Humano es un Ser Social:

1. biológicamente, ya que su especie es gregaria y su sistema de supervivencia supone


la convivencia con sus pares;
2. prácticamente, ya que sus acciones o bien afectan a sus pares, u obedecen a
motivos colectivos o contribuyen a la cohesión e integración del grupo;
3. y generacionalmente, ya que la subjetividad se modela a partir de la pertenencia a
una estructura de sociabilización.

Luego, la “sociabilidad humana” refiere a la capacidad de pertenecer a grupos


organizados o instituciones con cierta estabilidad cuya organización permite la
comunicación y las prácticas inter-subjetivas. Siendo la sociabilización el proceso por el
cual se aprende y se desarrollan las capacidades de sociabilidad.
Según cómo se identifique el origen de la “capacidad de sociabilidad” –i. e., natural o
adquirida– se comprenderá tanto una legitimidad a la organización y a la institución (y en
consecuencia, el carácter de su estabilidad histórica-antropológica), como también una
forma de poder político.

2. Inicio de la política:
2.1 Metafísica Política - ¿por qué el Rey gobernaba la Ciudadela?
Siendo el origen de la sociedad algo “natural” puede entenderse, en un primer término,
que proviene del poder divino, i. e., atribuido por una instancia metafísica, en donde una
autoridad extraordinaria y superlativa decreta quién posee el poder político, como un rey
o un emperador o un líder. Esta instancia metafísica ofrece una garantía de continuidad y
una ética que regla el comportamiento de la autoridad humana por sobre la sociedad.
Así, se encuentra que el origen de la noción de Polis en la tradición se corresponde a
una Ciudadela (v. gr., “ciudad fortificada”) o una Acrópolis (v. gr., “parte más alta de la
ciudad”) por lo que no se confunde con la idea del “núcleo urbano”, correspondientes a
la época micénica (1450 a.c. aprox.) presuntamente contemporáneo a la transcripción de
la Ilíada y la Odisea, cuya presencia física funciona como una matriz redistributiva y
económicamente centralizada que parte del centro o la cúspide jerárquica, representada

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por el Rey, y que gracias a un complejo sistema burocrático se dispersa hacia la población
de forma piramidal; luego, el Rey, la Ciudadela y su autoridad emanada de la divinidad
suponen un poder político saturado en el que el derecho tiene un carácter “tradicional” y
que habilita a los privilegiados a tomar decisiones judiciales (p. ej., titularidad de los
cultos).
Durante este período, en la Grecia Antigua encuentra alzamiento de los Aristoi y los
Agathoi (literalmente, “los buenos”, “los mejores”) a causa de la caída de los Reinos
Micénicos. Los aristócratas se verán capaces de ejercer control sobre todo los medios
productivos, y el pequeño terrateniente se verá sumiso ante esas nuevas figuras. Esta élite
minoritaria, este sistema aristocrático, gracias a la eclosión de la polis, producto del
renacimiento griego, dejará paso a un sistema oligárquico donde habrá un fuerte
predominio elitista, más oportunidades y donde encontraremos una élite más amplia.
Los Aristoi se formarán en Genos (v. gr., familias patriarcales, endogámicas, clanes).
Entorno al Genos se creará una leyenda, y se hará que todos desciendan de un ancestro
común (héroe divinizado), consiguiendo de esta manera una justificación ideológica.
En el orden social establecido por una política sacra comprende una analogía natural,
así como la razón es lo común a todos los humanos, sirviéndoles como respaldo y
protección de sí mismos, la ley es lo común de todos los ciudadanos y es lo que les
respalda y garantiza el equilibrio social. La justicia es el equilibrio que surge de la
discordia y de la guerra, de la tensión intra-política del crecimiento y del conflicto
expansivo.
2.2 Iusnaturalismo - ¿el poder viene de nacimiento?:
Cuando los derechos tradicionales se transcriben y se los convierte en “ley de la
Ciudad”, se forjan como leyes independientes de cualquier autoridad personal o familiar
–por lo que ya no está sujeta al rey o al héroe sino que pretende tener un carácter
impersonal–, dando paso a la idea de Estado de Derecho y, consecuentemente, a la de
Polis Griega.
En consecuencia, en un segundo término, la despersonalización de la ley, habilitará un
traspaso del Rey-Dios al Rey-Electo, en donde se establecerá el respeto a los Dioses y
obediencia a las leyes que los participantes de la ciudad pactan, siendo Atenas la primera
Ciudad-Estado en realizar esta transferencia.
Este traspaso se dio en razón de que la isonomía (igualdad ante la ley, v. gr., igualdad
social) daba lugar a la isegoría (el derecho a lo público, v. gr., igualdad política) y con
ella la eleuthería (capacidad de decisión del ciudadano, v. gr., la libertad).

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Así, la determinación de los cargos fiscales y militares debían establecerse por las
ordenanzas del demos (v. gr., el pueblo), para ello se creó el sistema de Asambleas, en
donde el pueblo tiene el poder –y en consecuencia, la obligación– de determinar las leyes
y sus gobernantes a través del voto directo (siendo el primer ejemplo de este ejercicio el
ostracismo).
El desarrollo teórico de la política de la Polis ocurrió durante la Guerra del Peloponeso,
iniciada por la exigencia de un pago de tributo de las ciudades del Mar Egeo a Atenas.
Fue un conflicto entre dos facciones, por un lado, la Liga de Delos comanda por la
Ciudad-Estado Atenas (alianza de ciudades que cubría las islas del Mar Egeo y las costas
de Asia Menor) y, por otro lado, la Liga del Peloponeso comanda por la Ciudad-Estado
Esparta (alianza de las ciudades que integraban la península del mismo nombre).
En otras palabras, la lucha representaba un conflicto que obligaba a una teorización
constante sobre la organización política, principalmente entre dos sistemas teóricos
contrapuestos, el ateniense y el espartano. Suponiendo, al final, con la victoria empírica
de Esparta sobre Atenas, pero con la victoria cultural de Atenas sobre Esparta:

1. Democracia Ateniense, la primera documentación del gobierno democrático


aparece en el 508 a. c., en donde el voto y la palabra política sólo podría ser emitida
por un ciudadano –varón, ateniense, adulto–; su gobierno era directo y no
representativo.
2. Eunomía Espartana, sistema complejo que integraba la “diarquía” –dos reyes–, la
“oligarquía” –consejo de ancianos–, la “tiranía” –magistrados que presidian las
reuniones de los reyes y del consejo–, y la “democracia” –todo hijo de Esparta que
haya sido educado según la agogé y se alimente en los comedores públicos podrá
sufragar–.

En consecuencia, desde el Siglo de Pericles y durante la Guerra del Peloponeso, ocurre


una validación del ciudadano y de sus intereses por sobre los designios divinos,
perviviendo una política naturalista pues el origen del poder, aunque no provenga de un
clan que representa a lo superlativo (p. ej., descendentes de un héroe), proviene de una
casta ampliada, de aquellos que son reconocidos como “ciudadanos”. Existe un orden
natural en donde los “hombres libres atenienses” o los “hombres entrenados espartanos”
tienen la tendencia intrínseca de organizarse socialmente.
Esta concepción política del orden cívico se la denomina ius-naturalismo, en razón de
que las “leyes” que constituyen y garantizan al Estado se justifican de la inclinación

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natural del hombre. Luego, sólo en una sociedad ordenada por normas el hombre puede
vivir como le corresponde. Enlazándose la teoría política con la teoría ética, i. e., sólo en
sociedad el hombre puede ser feliz: lo político es sustancial, y su forma es ética.
En este contexto Polis Griega, en tanto que Ágora (i. e., “espacio público) se identifica
con:

1. La Urbe –v. gr., en oposición al campo–,


2. La Civilización –v. gr., en oposición a la naturaleza o a la barbarie–,
3. La Ciudad-Estado, en tanto entidad comunitaria autónoma en la cual surge el
sentido de lo político y, desde allí, el sentido de la vida del ciudadano.

En otras palabras, no pertenecer a una Ciudad es no ser reconocido como humano.


Aquí “lo político” sinónimo de “lo común”, hacer política es participar de la vida
común y es la actividad social por excelencia, renunciar a hacer política es renunciar a
gobernarse y, luego, a ser libre. La política se hace en la Asamblea y por lo tanto, la
palabra es su fundamento práctico.
El logos (la palabra) es el instrumento político por excelencia y la clave de la autoridad
del Estado pues contiene en sí comando, persuasión, debate, contradicción, discusión,
argumentación, disenso diferencia y conflicto, es lo que permite pensar. Se pueden ver
dos tipos de “logos”:

1. Uno correspondiente a la Política Sacra, un Logos con mayúscula y únicamente


audible e interpretable, tradicionalmente referido a los dioses y sacerdotes.
2. Y otro correspondiente a la Política ius-naturalista, un logo con minúscula, que es
ejercido verbalmente por los ciudadanos.

Ahora bien, según quienes puedan ejercer la verbalidad del logos, se puede pensar en
dos formas de gobiernos griegos clásicos, ambos difundidos tras la derrota de Atenas.
Uno propuesto por Platón (Aristocles) y otro por Aristóteles.
2.2.1 Platón – La política como un arte:
Para Platón (424 – 347 a.c.) la Polis se contrapone a la Physis, pues la segunda es muda
respecto a su existencia, mientras que la segunda aparece desde la instancia dialógica,
corriendo el riesgo de que por su independencia pierda el dominio de la verdad y caiga
en el terreno de la apariencia. Se defiende un modelo aristocrático en donde prima la
naturaleza, no en general, sino de los hombres, en donde sus virtudes los deparan a ser
gobernantes o gobernados. Lo que supone:

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1. La inmutabilidad de la naturaleza (antítesis a Protágoras),
2. El peligro del relativismo discursivo (criticando la eficacia de la Asamblea).

Para Platón la organización cívica de la ciudad debe cumplir un postulado


gnoseológico-metafísico en donde el orden del Estado es equivalente al orden del Alma,
las tres partes del alma (racional, irascible y apetecible) se corresponden con los tres
estamentos sociales del gobierno (guardianes filósofos, guardianes guerreros y
productivos). Se une política con ética y metafísica, con la intención de supeditarlas a la
contemplación de la idea del Bien.
Esta correspondencia es condición de posibilidad de la Polis, la carencia de una parte
o el desorden jerárquico supone el mal funcionamiento de la Ciudad-Estado, de allí la
inutilidad de la democracia ateniense o de la eunomía espartana.
El estado ideal platónico es aquel que protege la moral comunitaria y jerárquica de
sus ciudadanos, por eso deben desaparecer los factores que motiven la disolución (p. ej.,
la propiedad privada). El conflicto es un a posteriori sensible que pone en riesgo la
percepción correcta de las esencias del mundo.
Se transforma la “moral comunitaria” en nomos (v. gr., “ley”), luego, ni la ética ni la
política pueden ser privadas y deben ser cuidadas por quienes naturalmente son virtuosos
en su ejercicio. Se traduce a la moral en una realidad objetiva, convirtiéndose,
paradojalmente en una filosofía política y estatal de la intolerancia.
Esto es así, pues la conversión de moral a “moral universal” garantiza el orden estatal
pero no así el orden político pues reniega del disenso o del conflicto.
Luego, en Platón, la política es el arte del orden, legitimado por los designios de una
naturaleza inmutable.
2.2.3. Aristóteles –El animal político:
Para Aristóteles (384 – 322 a.c.), la política también debe ser pensada desde una idea
de naturaleza, pero no una que excluye lo sensible en su orden y eficacia, pues está
reconciliada con lo contingente. Su política será un intento de aliar su ontología y
teleología naturalista con el reino de la libertad humana.
Tras un estudio de más de 158 constituciones de ciudades griegas y no griegas –i. e.,
tras la observación empírica–, Aristóteles formuló su teoría política en base a la idea de
ciencias prácticas, aquellas dirigidas a la acción humana.
Aquí, la Ciudad aparece como producto de una construcción humana, a la vez efecto
de un impulso natural que lleva al humano a la sociabilización (v. gr., zoon politikon,

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animal político). En consecuencia, existe un ethos humano que lleva necesariamente a
diagramar formas de sociabilización que sólo difieren por sus convenciones, conflictos y
regímenes particulares.
Al contrario que la perspectiva platónica, en la teoría aristotélica el conflicto es
constitutivo de las relaciones humanas, así, el problema político por excelencia es el de
la gobernalidad en donde el conflicto es algo que, en vez de intentar ser anulado, es algo
que se mediatiza o administra. Encontrándose un motivo ético en la política: establecer
una racionalidad y moralidad práctica cuyos sujetos sean la gran mayoría
Surge la importancia de la idea de justicia, elemento esencial para la existencia de la
Polis, en donde la mejor política es aquella que fomenta la moralidad media y produce
hombres prudentes que dan estabilidad y moderación al Estado, i. e., cuando se producen
ciudadanos.
El ciudadano es capaz de ejercer en su justa medida todas las virtudes para sentirse
pleno, actuando con de acuerdo con la razón en cada instancia, garantizando tanto su
felicidad como la felicidad de sus pares. Luego, constitución y gobierno se identifican,
pues ambas refieren a las condiciones que habilitan el ejercicio de la justicia de la
comunidad

3. La política como un problema del gobierno de la ciudad:


3.1 Ius-Positivismo – Nace la ciudadanía:
La idea de la política vinculada a la polis como comunidad es muy distinta al concepto
de Cívitas Romana: un grupo cuya cohesión se basa en el consenso de la ley. Cuando el
hombre pasa de la polis a la Cosmópolis –v. gr., “ciudad del mundo”, “orden del
universo”, equivalente a la Civitas Maxima o a la Ecúmene Romana, en donde se organiza
económicamente un territorio delimitado interna y externamente–, el sentido de la política
se diluye, ya no se habla del hombre como “animal político” sino como un “animal
social”.
El latín de por sí ya distingue Civitas de Urbs:
1. Urbs es lo que llamamos ciudad, las calles, las plazas y todos los edificios y demás
construcciones que la forman.
2. Y Civitas es aquella cualidad del individuo con los diferentes derechos y deberes
que lo definen en un marco de pertenencia comunitario.
En el pensamiento romano, el hombre deja de ser un singular animal político para ser
considerado un animal social, en consecuencia, el sentido de la política se distingue, i. e.,

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la “sociedad civil” implica una Iuris Societas, en donde lo cívico no es una agregación
humana cualquiera sino, más bien, es una agregación basada en el consenso de la ley.
Ocurriendo un desplazamiento de la politicidad griega a la juridicidad romana, dando
lugar al Iuspositivismo.
El iuspositivismo entiende que derecho y moral son conceptos distintos no
identificables. Dado que el derecho existe con independencia de su correspondencia o no
con una concepción moral. Una norma jurídica no tiene condicionada su existencia a su
moralidad; en todo caso, puede la moral afectar su eficacia o legitimidad.
Como consecuencia, no hay una coexistencia entre el “politicum animal” y el “social
animal”, pues no son dos facetas del hombre, i. e., no hay una natural horizontalidad sino
una natural verticalidad que debe respetarse para mantener el orden civil.
Sucede una sustitución de antropologías y ontologías políticas:
1. Mientras que en la Grecia Antigua el hombre era en la Polis,
2. En la República Romana el hombre no puede identificar su existencia con una
Ciudad-Estado única,
3. Debe reconocerse en un Estado más amplio, cuya extensión obliga a poner el
acento en su organización jurídica por sobre su planteamiento ético-moral
La idea de Civitas, de esta manera, desarrolla los ideales democráticos de la polis
griega, especialmente la sumisión a la ley pública. La ley pretende encarnar la ética
ciudadana, por lo que acatarla deriva de la forma en que ha sido elaborada y cómo la
acepta el ciudadano individual.
Lo que realmente se busca es determinar cuáles son las medidas y cuáles son los límites
de la ley, dicha ley está concebida como el instrumento de la justicia e incluso está ideada
como la garantía de la libertad.
Dentro de esta pretensión se comprende al fin del Estado como un hacer ciudadanos:
cualquiera podía ser un “romano”, no había impedimento en su origen, lengua o religión,
pues el marco de identidad es el espacio político que coincide con el espacio controlado
en el que los hombres libremente acatan la ley.
El crecimiento del poder de Roma y su expansión territorial, junto con el aumento de
las desigualdades y la polarización social en su interior, fueron llevando a una progresiva
reducción del papel de la generalidad de los ciudadanos en el diseño de las políticas
estatales y a la conversión de la ciudadanía en un tipo de adhesión individual a los valores
republicanos y la asociación bajo un ordenamiento común, pero con una escasa
participación en la esfera pública.

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3.2 Simultaneidad de Soberanías - ¿Quién gobierna nuestras almas?:
Cuando se produce la caída del imperio romano, en el año 400 d.C. se inicia la Edad
Media, que se extiende hasta el descubrimiento de América en 1492.
Anterior a esto, el poder estuvo centralizado en Roma, al caer se produce un fenómeno
conocido como poliarquía, i. e. “descentralización del poder político”, y supone que los
señores feudales (sistema de arrendamiento por la fragmentación de la tierra) concentren
el poder disperso en sí mismo: quien domina militarme un territorio, es quien ejerce el
poder.
Hay una fragmentación por la presencia de pluralidad de centros de poder, lo que se
traduce a un vacío de poder por la falta de centralización. Ese vacío va a ser llenado por
la Iglesia, que en esta época va a tener un gran poderío económico y ejercerá una gran
influencia en lo político.
El problema político de la Edad Media será el conflicto entre el poder espiritual y el
poder temporal. La cuestión radica en que el hombre en su vida se prepara para la
salvación en el mundo futuro, y por tal razón debe seguir dos guías diferentes,
estableciéndose el problema de la existencia simultánea de dos poderes coactivos sobre
un mismo súbdito:

1. El Príncipe temporal, que lo conduce a su fin último.


2. El Sacerdote, que lo conduce a su fin sobrenatural.

Hasta el S. XIII la relación entre estos poderes fue un intento de neutralizar a uno
transformándolo en un elemento conceptual de la teoría del otro, en donde las
interpretaciones se justificaban por distintos escritos de carácter religioso-histórico.
Pero en la segunda mitad del siglo surge la relectura de la Ética y la Política de
Aristóteles gracias a la recuperación de su escrito, llevando al pensamiento político
medievalista a constituirte en tres ejes:

1. Ético: en relación a la teleología de los actos humanos y la doctrina de la felicidad.


2. Político: hasta el s. XIII se consideró que lo espiritual y lo temporal eran dos
Potestades distintas, originales y con una función determinada, tras la inserción
del pensamiento aristotélico la cuestión de las funciones separadas (una natural y
otra sobrenatural) se la redirigió al problema de los fines.
3. Ontológico: surge el problema de la fundamentación teórica del surgimiento del
Orden Político Natural, i. e., la Potestad Temporal, a partir de la Potestad
Espiritual.
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Aunque, desde Tomás de Aquino (1225-1274), la teoría política invoca reiteradamente
a la naturaleza aristotélica para fundamentar el surgimiento del orden político, esa
naturaleza y ese aristotelismo empiezan a delatar un vaciamiento de su contenido original
y su reemplazo por un contenido diferente.
Esa nueva naturaleza pierde su carácter de entelequia y perfección ético-racional del
hombre y deviene motor del hombre hacia la satisfacción de las necesidades de su vida.
Ello provoca una devaluación del pensamiento aristotélico que puede sintetizarse en dos
puntos:

1. Mientras que para Aristóteles la Polis satisface más que las simples necesidades de
la vida, en la teoría política medieval el orden político parece surgir para satisfacer
las necesidades humanas.
2. Mientras la Polis de Aristóteles presenta relaciones de dominio que descansan en
la razón y en el libre consentimiento del ciudadano, en la teoría política medieval
las relaciones de dominio comienzan a ser despóticas y a semejarse más a las
relaciones de dominio que tienen lugar en el Oikos, y, con ello, a transformarse en
relaciones económicas.

Lo político ya no sería más político en el sentido aristotélico, sino que gobernar


significa ejercer un dominio despótico sobre los súbditos, pues el Princeps (el rey, el
príncipe) gobierna monárquicamente, es decir en virtud de un vínculo de dominio sobre
sus súbditos que no delata diferencia alguna entre el gobierno político y el del Pater
Familias (jefe de familia).
Este dominio tiene una razón natural. Para satisfacer las necesidades de la vida, los
animales tienen en su naturaleza los instintos y los medios para defenderse y sobrevivir,
mientras que el hombre sólo dispone como instrumento a su razón y al instinto gregario.
Por naturaleza los hombres acuden a vivir en sociedad para satisfacer sus necesidades,
pero en grupo el individuo utiliza a su razón de un modo divergente pues, aunque todas
las acciones de los hombres tienden a un mismo fin (v. gr., la felicidad y la salvación), en
sociedad cada uno intenta llegar a este fin por su propio camino.
Se ejecuta un principio económico, lo mejor para el hombre es lo que se ordena hacia
su fin por el camino más corto, luego, los hombres deben ser dirigidos al fin que le es
propio por el gobierno, i. e., debe existir un Dominium, una subordinación política.

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La integridad de la naturaleza humana sólo es posible de ser conservada cuando existe
el gobierno, pues el control político garantiza que los hombres se conduzcan
homogéneamente hacia el Bonum Commune (v. gr., Bien Común).
Luego, primero es la sociedad, en tanto que un orden económico precedido por una
monarquía, y luego surge la política, en tanto un instrumento que neutraliza los intereses
particulares para impulsar el bien común.

4. El poder surge del acuerdo:


4.1. Iusnaturalismo Moderno – Una nueva política tras las revoluciones:
La praxis política de los siglos XVII-XIX estuvo marcada por el ciclo de las
revoluciones burguesas (el exponente clásico es la Revolución Francesa de 1789-94) en
el cual, la burguesía desplazó del poder político a las antiguas clases dominantes.
En el ámbito de la filosofía política de la modernidad, irrumpen una serie de ideas cuyo
objetivo es dar un nuevo fundamento a lo político. Las mismas pueden ser agrupadas en
lo que se conoce genéricamente como iusnaturalismo moderno.
Estas nuevas ideas se nutren de los aportes de las tradiciones filosóficas y elaboran
distintas concepciones de teoría política y social. El iusnaturalismo moderno surge como
variante del clásico; es decir, de aquellas doctrinas que se construyen sobre la base de
afirmar la existencia de un derecho natural.
Todas las teorías iusnaturalistas de la modernidad coinciden en basar sus argumentos
en tres conceptos centrales:

1. El estado de naturaleza como punto de partida de todo desarrollo.


2. La sociedad civil como punto de llegada.
3. El contrato social como instrumento por el cual se produce el pasaje del primero
al segundo.

Cada uno de estos estados –el estado de naturaleza y la sociedad civil– son
excluyentes. Siempre el estado de naturaleza representa una situación que, en sí, se
encuentra en desventaja con respecto al estado civil. Por lo tanto, es necesario un pacto
que permita el pasaje de un estado a otro.
Paradójicamente, el estado de naturaleza constituye, al mismo tiempo:

1. El estado que el humano debe abandona.


2. El referente a partir del cual se extraen las nociones que indican y vuelven
inteligible la forma de organización política.
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En el modelo moderno del iusnaturalismo, lo político surge con posterioridad al pacto
o contrato social que inaugura la sociedad civil.
Lo político –por extensión también lo social– es un artificio. Esto significa que, por un
lado, se impugna lo existente en estado natural, pero también, al mismo tiempo, lo político
que surge del sometimiento de todas las instituciones al juicio humano también tiene un
carácter provisorio y modificable.
Lejos de legitimar lo existente, el iusnaturalismo moderno lo impugna manifestando y
exigiendo lo que debería ser según el tribunal inapelable de la razón. Aquí, lo real es lo
individual, el Estado un artificio. Lo individual y la razón actúan como punto central a
partir del cual fundar y fundamentar lo público respectivamente.
Siguiendo un esquema argumental inaugurado por el nominalismo –en donde se
defiende una concepción instrumentalista de la razón según la cual el calificativo de “real”
le cabe solamente a lo individual; los universales son instrumentos lógico-conceptuales
sin referente ontológico–, los pensadores modernos sostendrán que lo importante es la
decisión individual a partir de la cual se construye artificialmente el todo, lo universal, el
Estado y lo público.
Esta decisión individual tiende a presuponer una actitud emancipatoria de un estado o
una posibilidad negativa para la humanidad. Sosteniéndose un igualismo apriorístico que
aúna con la postura Fenomenológica, en donde se concibe que puede existir una
Comunidad Trascendental de Inter-Subjetividades –como en los Modernos
Contractualistas, Locke, Rousseau y Kant, no así en Hobbes–, ubicándose el conflicto
como una situación derivada y posterior de una armonía a priori entre los miembros de
la comunidad.
4.2 Formas modernas del contrato social:
4.2.1 Thomas Hobbes (1588-1679) – “El hombre es un lobo para el hombre”:

1. El hecho histórico desde el cual surge su reflexión es la Revolución Puritana, la


ejecución Carlos I de Inglaterra y la conversión de Inglaterra en la República
Mancomunada de Inglaterra por O. Cromwell (ambas en 1649).
2. Su postura antropológica es negativa, pues el deseo es algo incesante del hombre
que sólo finaliza con su muerte.
3. En consecuencia, la perspectiva ética-moral que se tiene sobre las acciones y
valoraciones humanas es egoísta racional: el hombre busca su supervivencia pero
no tolera el estado de naturaleza con el que se encuentra, la ética sólo tiene sentido

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en la sociedad, en donde lo bueno y lo malo refieren a una conducta específica
creada por un Estado Artificial.
4. El Estado de Naturaleza es una situación ficticia en donde prima la competencia,
el riesgo constante de muerte y la imposibilidad de asegurarse una propiedad, en
una palabra, es un estado de guerra permanente.
5. Para crear una situación de seguridad en donde la lucha no anule al individuo (i.
e., no lo conduzca a la muerte) y pueda garantizarse su libertad (i. e., asegurarse
una propiedad privada) los individuos ceden todos sus derechos menos el de vivir.
6. Surge así el Pacto Social, un evento de egoísmo colectivo en el que los individuos
se sustraen de determinados derechos y los entregan a una instancia superior creada
para tal fin, nombrada como Leviathán e identificada con el Estado Monárquico
cuyo rol es establecer un orden artificial.
7. El Estado es un poder soberano que no forma parte del contrato colectivo, por ello
no está sujeto a las legislaciones que garantiza y ejecuta para que perviva el orden
artificial, por lo tanto es absoluto en la cantidad de derecho que puede disfrutar, i.
e., es irresistible e indivisible;
8. Aquí Estado Civil, la Moral y la Política se identifican en donde el bien y el mal
depende de la norma promulgada por el soberano.

4.2.2. John Locke (1632-1704) – “Tenemos el deber y la libertad de vivir”:

1. Los hechos históricos desde el cual surge su reflexión son la Revolución de 1688,
el Derrocamiento de Jacobo II que da comienzo a la Democracia Parlamentaria
Inglesa y la Declaración de los Derechos Humanos.
2. Su postura antropológica es positiva pues la naturaleza del hombre supone su
libertad, igualdad e independencia.
3. En consecuencia, la perspectiva ética-moral que se tiene sobre las acciones y
valoraciones humanas es liberalista, pues el humano es una criatura que tiene el
deber y el derecho de conservar su vida.
4. El Estado de Naturaleza es una situación benéfica que corre el riesgo de ser
agredida por el conflicto de intereses contrapuestos, necesitando la asistencia de
formar una autoridad que pueda resolver todos los casos de conflicto.
5. Con razón de suplir las carencias del Estado de Naturaleza, en donde la igualdad
impide identificar una autoridad, se establece una Orden Social u Orden Civil cuya
función es aplicar una justicia que determine qué hacer en cada conflicto social.

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6. Surge así el Pacto Social en el que se cede el “derecho de hacer justicia por mano
propia” con el fin de crear un tercero imparcial, un juez que dirima las
controversias por medio del dictado de normas que sean una extensión y/o
continuación de las leyes naturales benéficas, i. e., que aseguren la igualdad, la
vida y la propiedad.
7. Tras el Pacto Social, se da lugar a un Segundo Contrato, el Pacto Civil, en donde
se forma al Estado como una Autoridad Parlamentaria (Rey y Parlamento como
expresión del pueblo) que representa el conjunto de la comunidad a través de la
otorgación de la autoridad para crear normas, derechos y deberes que garanticen el
bienestar de la sociedad.
8. Diferenciándose lo Civil de lo Político, pues el primero es el carácter jurídico que
administra a la justicia imparcial –por lo que no es absoluto, es simplemente
ejecutivo–, y el segundo es la organización social para conseguir una instancia
neutral de orden –siendo universal y de carácter legislativo–.

4.2.3. Jean Jaques Rosseau (1712-1778) – “El hombre es bueno por naturaleza”:

1. El hecho histórico desde el cual surge su reflexión es la Revolución Francesa de


1789, junto con la Revolución Americana de 1776.
2. Su postura antropológica es positiva pues la naturaleza del hombre es la bondad,
la felicidad y la libertad, fuertemente determinada por su virtud sensible hacia la
realidad, siendo la Razón Humana una herramienta que sirve tanto para conducir
al humano al bien común como al mal general según cómo se la gestione.
3. En consecuencia, la perspectiva ética-moral que se tiene sobre las acciones y
valoraciones humanas suponen una inocencia original en donde el acto humano es
intrínsecamente bondadoso, siendo la inserción de la idea de lo privado un
elemento degenerativo de esta inocencia, constituyendo al “buen salvaje” en un ser
codicioso.
4. El Estado de Naturaleza supondrá una condición en el que los hombres se guían
por un sano amor de sí, esta situación es ficticia y sirve como meta para el
desarrollo de la sociedad, i. e., es un concepto que permite establecer la condición
de posibilidad de la sociedad.
5. Surge el Pacto Social como modo de asociación en el que cada uno, uniéndose con
todos, pueda garantizar la continuidad de su libertad natural, i. e., es el modo de

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garantizar, desde la voluntad general, el beneficio del individuo, es un paso de lo
natural a lo “civil y político”, es el sometimiento a la ley de uno mismo.
6. El Pacto Social es un Contrato de Libertad, en donde se apela el sometimiento a
una ley con el fin de perpetuar la libertad individual dentro de la expresión popular
–universal, inapelable y normativa–.
7. El Estado es Republicano pues el soberano es el pueblo y su expresión colectiva
está anclada al bien común, luego, lo que el designio común defina como “bien”
es lo que se normalizara, moralizara y racionalizará para que se instaure como tal.
8. Existe, en consecuencia, una igualdad de expresión y de acción entre los
ciudadanos, por más que queden supeditados a un representante pues este no puede
sobrepasar los límites de la voluntad general.
9. Lo Civil es la superación del estado natural y salvaje por medio de la subscripción
a un derecho imputable que es la libertad individual y, por lo tanto, depende
estrechamente de la Comunidad Política que lo reconozca como tal.

4.2.4. Immanuel Kant (1724/1804) – “La libertad es emancipación”:

1. El hecho histórico desde el cual surge su reflexión es la Revolución Francesa de


1789.
2. Su postura antropológica es pragmática pues la esencia del hombre es liberarse de
su naturaleza, en él están las posibilidades de liberarse y emanciparse de las
ilusiones y los engaños de su propia razón.
3. En consecuencia, la perspectiva ética-moral que se tiene sobre las acciones y
valoraciones humanas supone a la voluntad y a la razón como virtudes que pueden
trabajar en conjunto para tratar al individuo y al colectivo como un fin en sí mismo.
4. El Estado Natural del humano supone su libertad y su moralidad –representa la
base universal de los derechos cívicos–, pero a la vez comprende una situación
constante de inseguridad en razón de que los humanos tienden a tratar a sus pares
como medios antes que como fines en sí mismos.
5. Surge el Pacto Social como la condición que hace posible la instauración del
Derecho Público, i. e., un aparato institucional que garantiza el funcionamiento
universal de los derechos naturales.
6. El Pacto Social da lugar que se forme un vínculo jurídico-formal entre los humanos
llamado Estado, representa tanto una categoría racional –no es un hecho histórico–
como el momento de construcción de lo político.

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7. El Estado es Republicano pues no sigue los intereses de la mayoría sobre la minoría
–como lo haría la democracia– sino, más bien, respeta la voluntad general.
8. Luego, existe una diferencia necesaria entre lo Civil y la Moral, en donde la Ley
Jurídica representa la coacción externa, artificial y singular del estado para que se
cumpla la Ley Moral, de carácter natural y universal.

5. ¿Cuál es la diferencia entre la política y lo político?:


5.1. La Política:
La Política es entendida como la actividad exclusiva de un grupo profesional y
reducido de la sociedad. El fundamento básico de ésta concepción, en términos teóricos
e históricos, nació entre los siglos XVII y XVIII en Europa con el movimiento cultural e
intelectual que culminó con la Ilustración y las revoluciones burguesas, de las cuales la
Revolución Francesa pasó a ser el modelo más difundido.
Desde Hobbes, pasando por Locke, Rousseau hasta Kant, los intelectuales más
prominentes coincidieron en que era necesaria la delegación del poder de los ciudadanos
a una parte reducida de la población que les representaría. Sobre ese planteamiento se
generalizó una idea de Gobierno y de Estado –v. gr., aquella comunidad humana que,
dentro de un territorio determinado, reclama con éxito para sí el monopolio de violencia
legítima–.
En el nivel discursivo, la Política (v. g., hacer política) tenía como fin alcanzar el “bien
común”, o en su caso, salvaguardarlo. Es decir, su razón de ser dependía del grado o nivel
de correspondencia con la esfera de lo social, el bienestar de la gente. En ese sentido, la
política pasó a ser entendida como una actividad meramente instrumental.
Así, la Política es, por definición, una actividad exclusiva del Estado y, en particular,
de un grupo de profesionales: los políticos y los funcionarios de gobierno (la burocracia)
que en teoría representarían el bien común, el interés general.
5.2. Lo Político:
Mientras “la política” se refiere más a lo procedimental de “lo político” –formas de
gobierno, institucionalidad, legalidad y legitimidad–, Lo Político concierne a una
característica intrínseca de las relaciones humanas y que se expresa en la diversidad de
las mismas, señala la expresión fenomenológica de la política, por lo que su campo de
estudio será la acción.
En términos más simples:

 La Política es la actividad social que gira en torno al Estado.

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 Lo Político conduce a las formas en que la política se expresa en la vida cotidiana
de las personas.

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