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HACIA UNA EVALUACIÓN INNOVADORA Y ALTERNATIVA

No hay duda que a nuestro estudiantes del siglo XXI les ha tocado vivenciar
una educación más competitiva y desafiante; por ello los maestro de esta
generación tenemos la obligación moral de actualizar nuestro estilos de
enseñanza y muy por sobre todas las cosas el estilo de evaluación dejando de
lado el estilo tradicional de evaluación de la que muchos de nosotros hemos
sido participes.

Así pues, hoy, en muchos centros de aprendizaje la evaluación educativa, aun se


caracteriza, por un afán excesivo por medir los productos de aprendizaje
(exámenes, prácticas calificadas, etc.) descuidando los procesos; priorizando
contenidos académicos; teniendo como protagonista al docente en el proceso
enseñanza-aprendizaje; que emplea pocos instrumentos; evaluando de manera
homogénea a cada uno de sus estudiantes sin tener en cuenta sus diferentes
estilos de aprendizaje.

La tradición educativa de medir aprendizajes resulta contradictoria para una


formación por competencias, ya que el desarrollo y la adquisición de las
competencias demandan una participación activa y comprometida del estudiante
con su propio aprendizaje. Sólo mediante su actuación "en contexto" el estudiante
puede demostrar el grado de dominio que posee de las competencias logradas.

Por ello nuestro objetivo debe ser un equilibrio de una evaluación del aprendizaje
a una evaluación para el aprendizaje, porque ambos tipos son importantes. Se
trata de una evaluación formativa, centrada tanto en procesos como en productos,
que considera la complejidad del aprendizaje; por tanto, prevé distintos contenidos
y los valora empleando diversas técnicas e instrumentos: proyectos, resolución de
problemas, estudio de casos, ensayos, reportes de investigación, presentaciones
orales, portafolio de evidencias, rúbricas, exámenes, entre otros, así como
diversas modalidades de evaluación: auto-evaluación, coevaluación y
heteroevaluación.
Así que reflexionemos acerca del sistema de evaluación que se debe tener, por
ello se propone estos seis cuestionamientos: qué, cómo, cuándo, quién, para qué,
con qué y. El qué hace referencia a lo que vamos a evaluar, el para qué funciona
como los objetos de la evaluación, el cómo que se relaciona con la técnica de
evaluación, el con qué que se refiere a los instrumentos, el cuándo que se hace
mención a la serie de acciones de la evaluación, el quien que hace referencia al
agente evaluador.

Así pues se prepondera una evaluación centrada en el desarrollo de capacidades


por parte de los estudiantes, por la cual se pretende obtener la evidencia real para
no caer en lo tradicional de medir conocimientos. No será fácil actualizar el
proceso de evaluación, sin embargo se puede lograr erradicando aquellos
postulados tradicionales que dicen que todos somos iguales en nuestro estilo de
aprendizaje. Por lo que los alumnos tradiciones muchos de ellos han desarrollado
la memorización o la conceptuación, en consecuencia serán ellos los que tengas
calificaciones altas, pero bajo un criterio de medición, es por ello que urge la
actualización de la evaluación en los docentes de todos los niveles de educación,
así también no debemos olvidar que la enseñanza no es una mera transmisión de
conocimientos. En definitiva, será una evaluación continua, integral y humana, que
reconoce y confía en la capacidad del alumno para aprender y, además, le
comunica esta confianza en la interacción cotidiana.

EDWIN SIXTO CHOQUELUQUE MAMANI

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