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CAMINO A CELAYA – CRONICAS MOTERAS
Por unos instantes pienso en ese ser superior, en ese Dios que todo lo
creo y que todo lo ve. Es curioso, no voy a misa y no soy un católico “de
hueso colorado”, pero siempre pido a Dios las cosas sencillas que
necesito, como salud, paz y creatividad. Siento que Dios está conmigo
cuando puedo dar un consejo, cuando puedo ayudar sinceramente a
alguien, y realmente en ese sentido soy afortunado, porque he podido
ayudar de muchas formas a mucha gente. Pienso: “Dios mío, mi
sentimiento es sincero por esta mujer, permíteme llegar a salvo a verla,
líbrame por favor de todo mal y contratiempo”. Así como siento que Dios
está conmigo, acompañándome arriba de la moto, más cuando hago el
bien a alguien, así siento que, en este momento, antes de iniciar el viaje,
nuevamente siento que Dios está conmigo, y todo saldrá bien.
Puedo levantar fácilmente más de noventa kilómetros por hora con esta
máquina, pero si a esa velocidad me llego a caer, uno de mis brazos, mis
piernas o incluso mi cabeza se pueden desprender de mi cuerpo. En estos
lugares el tráfico es pesado, así que no es seguro para mí ir más rápido.
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CAMINO A CELAYA – CRONICAS MOTERAS
al pasar a un lado y rebasar, puede levantar una gran ola de agua sucia,
con la cual el motociclista queda totalmente bañado.
federal, donde mi abuelo combatía desde los doce años. Siendo yo aun
un bebe mi madre durante el baño en tina descubrió en mi espalda una
mancha que por más que tallo y tallo con agua y jabón, simplemente no
se me quito. Le comento a mi abuela paterna, y al mostrarle mi espalda,
mi abuela se sorprendió que yo tenía un lunar en el lugar exacto donde
mi abuelo había sido herido. Nadie se había dado cuenta de esa mancha,
pero la última vez que ella me vio desnudo me comento de ella. Mi padre
de niño, jugando en San Luis Potosí, metió los pies por error a un hoyo
en el piso que tenía cenizas aun calientes de carbón, y se los quemo, a
excepción de las plantas de los pies, que fueron protegidas por el cuero
de los guarachitos que traía puestos. Mis dos pies tienen un par de
enormes lunares, en recuerdo de esas lesiones. Eso me hace recordar
algo que me hace sonreír, siempre que estamos juntos, ella me desnuda
por completo a mí.
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CAMINO A CELAYA – CRONICAS MOTERAS
Por fin, he llegado a Celaya, continuo con mi camino por la lateral, y por
fin llego al famoso Oxo que está cerca de su casa y doy la vuelta a la
derecha, continuo mi camino y a mi derecha veo la calle donde los
domingos se pone un tianguis y eso me hace recordar que los domingos
venden tacos de carne asada muy sabrosos. Han pasado casi cuatro horas
por el tráfico, y viendo mi tablero me doy cuenta qué he recorrido en total
cuatrocientos setenta kilómetros.