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La decisión de sedar a un niño requiere una valoración minuciosa por parte de un equipo
experimentado. La elección de la técnica, el sedante y la vía de administración debe establecerse
en una de las visitas, para concretar la predisposición del niño (y sus padres) a la aplicación de un
procedimiento en particular.
El recurso a cualquier tipo de sedación en niños supone diversos retos adicionales para el clínico.
Durante la sedación, las repuestas de los niños son más impredecibles que las de los adultos, sus
cuerpos son menos tolerantes a los agentes sedantes y es más fácil que se produzca una
sobresedación. Entre las diferencias anatómicas de las vías respiratorias de niños y adultos se
cuentan las siguientes:
• Las vías respiratorias pediátricas presentan una mayor resistencia (p. ej., a infecciones de las vías
respiratorias altas).
• La porción menor de las vías respiratorias pediátricas se sitúa a nivel de la subglotis (por debajo
de las cuerdas), a nivel del anillo cricoideo.
La valoración preoperatoria, uno de los factores más importantes para elegir una determinada
forma de sedación, incluye:
• Valoración de las vías respiratorias para determinar la idoneidad para sedación consciente o
anestesia general.
• Estado de ayuno.
• Técnica a aplicar.
• Edad.
• Peso.
• Factores parentales.
Cuando se valoran las vías respiratorias de un niño, un factor importante es el tamaño de las
amígdalas, que puede influir en la desaturación bajo sedación. En cualquier caso, es necesario
realizar una exhaustiva valoración preoperatoria de las vías respiratorias. También hay que tener
en cuenta que los signos vitales en reposo de los niños varían según la edad.
Las actitudes de los padres condicionan a menudo la elección del enfoque. Las normativas de
ciertos países, así como factores culturales y socioeconómicos, también determinan si puede
emplearse la sedación o, en su caso, qué modalidades pueden aplicarse.
La sedación por inhalación resulta de gran utilidad para aliviar la ansiedad. Es eficaz en niños
ansiosos pero cooperativos. Un niño que no coopera no suele aceptar que le coloquen una
mascarilla nasal o facial. La sedación requiere además que el niño sea lo suficientemente maduro y
que comprenda la ayuda que el proceso supone durante el tratamiento dental. La aceptación de la
mascarilla suele ser el principal problema. A veces resulta conveniente dejarle la mascarilla al niño
para que practique colocándosela y se familiarice con ella antes de aplicar el tratamiento. Como
alternativa, se puede optar por una visita de prueba en la que sólo se aplique la sedación por
inhalación. Ello ayuda al dentista a establecer las concentraciones que vaya a emplear. El uso de
óxido nitroso ofrece sin duda un medio seguro y relativamente fácil de aplicar como complemento
a la asistencia clínica. Es una forma cómoda de introducción a la odontología operatoria para los
pacientes con alto grado de ansiedad, y sin/e de ayuda para aceptar las intervenciones dentales de
rutina.
Ventajas
Contraindicaciones
La única contraindicación específica a la sedación por inhalación en niños es la nariz bloqueada.
Las siguientes afecciones pueden afectar de forma significativa a la eficacia de esta técnica, que
debe evitarse preferiblemente en:
• Problemas de comunicación.
• Pacientes no cooperativos.
• Casos de embarazo.
• Infecciones agudas del aparato respiratorio (la hipertermia maligna no es una indicación para el
uso de óxido nitroso).
Aunque las náuseas y vómitos pueden ser un problema en ciertos niños, es posible reducirlos
al mínimo mediante el uso sistemático del dique de goma durante la cirugía restauradora. En
niños, las náuseas se generan con frecuencia por fluctuación de las concentraciones de óxido
Problemas medioambientales
El objetivo de la eliminación del óxido nitroso es la reducción al mínimo de los restos de gas antes,
durante o después de su uso por el paciente. Puede conseguirse monitorizando el medio ambiente
para detectar concentraciones de óxido nitroso (mediante espectrometría infrarroja o dosimetría
media ponderada por tiempo), de modo que se evite el escape del sistema de administración
mediante el adecuado mantenimiento y la inspección periódica del equipo, el control de gas
residual con sistemas de evacuación y la valoración de la idoneidad de la ventilación y el
intercambio de aire en el ambiente.
Sedación consciente
• Errores de medicación.
odontológico
• Todos los proveedores de asistencia sanitaria que proceden a la sedación del niño, con
independencia de en qué tipo de práctica, han de contar con preparación para el tratamiento de
vías respiratorias y reanimación.
• Quienes aplican la sedación han de sopesar detalladamente los riesgos y ventajas que implica
una sedación fuera de la estructura protectora propia del entorno hospitalario o similar.
• Los responsables de la sedación deben ser concientes de que la ausencia de personal preparado
plantea riesgos importantes en caso de urgencia (Cote y cois., 2000; Cote y Wilson, 2006; Cravero
y Blike, 2004).
Sedación oral
La sedación oral es la modalidad más empleada por los odontólogos pediátricos, por su fácil
administración a la mayoría de los niños. En ella se utilizan varios agentes, como:
• Hidrato de doral.
• Hidroxicina.
• Prometacina.
• Ketamina.
Midazolam
• Niños de edades comprendidas entre 24 meses y 6-8 años (según sus características
individuales).
Aunque la técnica resulta satisfactoria en los grupos de más edad, a veces es difícil manejar a los
niños de mayor tamaño una vez sedados. Los niños de más de 6 años pueden experimentar
desinhibición y ser difíciles de controlar. Por otra parte, los obesos presentan en ocasiones
complicaciones respiratorias y, dependiendo de la dosis utilizada, es posible que la redistribución
de los principios activos del fármaco prolongue la duración de la sedación. Sobre bases
individuales, deben estimarse el ayuno adecuado para las intervenciones no urgentes y el
equilibrio entre profundidad y riesgo de la sedación para aquellos que no estén en ayunas por la
naturaleza urgente de la operación. El principal inconveniente de esta técnica es que los fármacos
que se administran por boca no pueden titularse con precisión. Dado que la mayoría de los
fármacos se metabolizan a través del hígado y que sólo una fracción de la dosis original es activa,
el ajuste de la dosis es difícil, o a veces inviable, a diferencia de lo que sucede con otras técnicas,
como la sedación por inhalación o la intravenosa. Además, una sobredosis no es revertida con
facilidad. Por otra parte, la sedación oral requiere cooperación por parte del niño, que debe
ingerir el medicamento, lo que no siempre es posible, y que a veces puede escupir parte de él. Al
no poderse determinar qué cantidad de fármaco se ha ingerido, no se debe repetir la dosis.
En el grupo de edad preescolar, la posición rodilla con rodilla proporciona un acceso adecuado
para la administración del fármaco cuando se necesita limitar el movimiento del paciente. La
posición también se usa para tratar a niños pequeños, ya que facilita el control, la sujeción por
parte del progenitor o cuidador y la adecuada visión intraoral.
Sedación rectal
Sedación nasal
Este método implica la administración directa del medicamento sobre la mucosa nasal. Sin
embargo, dadas las complicaciones referidas y los mecanismos de acción, poco estudiados (existen
opiniones contrapuestas con respecto a si el fármaco se absorbe directamente de la circulación o
por captación del sistema nervioso central), esta vía se considera como una vía intravenosa y, en
consecuencia, requiere mayor grado de entrenamiento y control.
Sedación intravenosa
La técnica hace necesario un equipo con alto grado de instrucción, con un especialista
experimentado en sedación y anestesia, con personal de enfermería familiarizado con la técnica, y
también, y no de menor importancia, con un odontólogo consciente de que la actuación en este
caso es diferente a la requerida sin sedación. Una monitorización idónea, instalaciones adecuadas
y opciones de recuperación son esenciales para la administración segura de fármacos
intravenosos. Estos factores varían según los ordenamientos normativos de cada país.
• Niños obesos (en los que la reanimación puede ser complicada y el manejo de las vías
respiratorias impredecible).
Está por completo contraindicado el empleo de algunos fármacos usados en odontología como
estreptomicina, tetraciclinas, barbitúricos y diazepam.
disociados los efectos sobre las agruras y reflujos de por sí presentes en la gestante.
Los anestésicos locales como lidocaína y prilocaína, así como la adrenalina, son fármacos de uso
seguro durante el embarazo, en apariencia carecen de efectos teratógenos y abortivos. La primera
atraviesa la placenta, aunque no se han cumplido estudios adecuados y bien controlados en
humanos, los realizados en animales no muestran efectos fetales; su uso durante el primer
trimestre del embarazo será decisión del odontólogo. Un número reducido de estudios indican
una supuesta ausencia de reacciones adversas de mepivacaína hacia el embarazo o salud del feto,
si bien de manera categórica el riesgo potencial en humanos es ignorado. Este fármaco se excreta
en la leche materna, sin embargo, se propone que al emplearse en dosis terapéuticas no causa
efectos en el recién nacido, por lo que puede ser utilizado durante el periodo de lactancia.
En los casos en los que la paciente embarazada curse alguna enfermedad acompañante como
hipertensión, riesgo de eclampsia, DM u otra, el uso de anestésicos locales (base y vasoconstrictor)
deberá valorarse tomando en consideración ambos factores. El uso de mepivacaína al 3% sin
vasoconstrictor puede ser una opción para las gestantes con hipertensión, sin rebasar 300 mg del
anestésico por sesión.
LA LACTANCIA
Los fármacos administrados a una mujer durante la lactancia pueden acumularse en la leche y de
esta manera ser transmitidos al lactante. Los factores que aumentan dicha transferencia son: bajo
peso molecular, baja unión a proteínas, alta liposolubilidad y base débil. Cabe señalar que el niño
está expuesto una concentración mayor de los fármacos durante el embarazo que durante la
lactancia, por lo que se considera que si uno de ellos es seguro durante la gestación, lo es también
en la lactancia, sin embargo, existen excepciones. Con base en estudios epidemiológicos, el
analgésico más seguro en la paciente embarazada es acetaminofén.
Se considera que también es compatible con la lactancia, aunque bajas concentraciones de éste, al
igual que todas las tetraciclinas, incluida la doxiciclina, son excretadas en la leche materna, por lo
que éstas últimas no son recomendables durante este periodo. Es usual que la FDA considere
ciertos antibióticos utilizados en odontología como penicilina, amoxicilina, cefalexina,
clindamicina, eritromicina, como factor de riesgo B durante el embarazo; estos agentes son
compatibles con la lactancia materna, no así el metronidazol que se considera un mutágeno in
vitro. Otro macrólido como azitromicina se considera compatible con la lactancia materna. En el
caso de candidiasis oral, la nistatina oral (FDA, factor de riesgo C) es el agente más seguro para
usar tanto en pacientes embarazadas como en periodo de lactancia.
Debido a los efectos farmacológicos potentes, no deben administrarse citotóxicos a las madres
que amamantan.
Las benzodiacepinas y el litio tampoco son compatibles con la lactancia materna, ya que el nivel de
exposición puede exceder la dosis terapéutica ajustada al peso; asimismo, en los lactantes no debe
administrarse cloranfenicol por la posibilidad de anemia aplásica idiosincrásica.
CALCULO DE DOSIS EN ODONTOPEDIATRIA
Tomar en cuenta:
-Edad
-Peso
-Talla
-Madurez orgánica
Regla deYoung
Fórmula de Dilling: