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El libro del senador Robledo devela una de las grandes mentiras en que se

basa en el abandono del mercado interno como estrategia de desarrollo y su


apropiación por parte de las multinacionales, lo que en verdad constituye la
esencia de estos tratados.
Algunos quizás por ingenuidad y otros porque convenía a sus intereses,
ignoraron las elocuentes lecciones de la apertura en Colombia y de otros TLC
con Estados Unidos. Desvirtuar el Tratado en un mundo dominado por el
paradigma neoliberal no era fácil. Para defender el grave desafuero contra la
nación colombiana las ideas de libre comercio de Adam Smith fueron
convenientemente simplificadas, desconociendo las elementales reservas
hechas por este autor sobre la conveniencia del libre cambio bajo situaciones
de elevado desempleo o alto endeudamiento. Igualmente, la doctrina de David
Ricardo se constituyó en el supremo credo, desconociendo que en un mundo
en que los costos monetarios no coinciden con los reales, su teorema se
derrumba. Qué tan lejos están los costos reales de los monetarios lo ilustra
muy bien Robledo, por ejemplo, en las cuantiosas ayudas internas de Estados
Unidos a su agricultura y la poderosa distorsión al libre comercio que ellas
significan.
El libro de Jorge Enrique Robledo nos lleva paso a paso por todos los
atropellos del TLC en tantos y tan trascendentales campos, la producción, el
manejo y regulación de la economía, la financiación del desarrollo, la educación
y la cultura, las telecomunicaciones, el medio ambiente. La seriedad y
profundidad de sus planteamientos hará que esta denuncia de Álvaro Uribe
Vélez por traición a la patria, antecedida por sus lúcidos y contundentes
debates en el Senado, pase a la historia. Su lucha por la soberanía de
Colombia evoca la del senador Juan Bautista Pérez y Soto a principios del siglo
pasado, cuando un puñado de colombianos apátridas se alió al gran capital
financiero internacional y al gobierno de Estados Unidos para arrebatarnos
Panamá.
Pero sí considero que tenemos el deber de bregar por un mundo mejor, distinto
a este. Y ello tiene que partir de decirle no a lo que hay: no a la globalización
del colonialismo, no a la globalización que nos quita el derecho de producir.
Aquí no estamos hablando ni siquiera de cómo distribuir la riqueza. Nos están
quitando hasta el derecho de crear, de generar riqueza, de transformar nuestra
naturaleza. A la nación colombiana le están negando el derecho de participar
en el globo de una manera distinta de la de ser peones de carga, mulas de la
globalización. De eso es de lo que estamos hablando.
Si tenemos en cuenta lo expresado por Adam Smith “La teoría del comercio
internacional es una aplicación de sus teorías del interés personal, de la
división del trabajo y del liberalismo económico, así como de su afirmación de
que la finalidad y el propósito de toda producción es únicamente el consumo;
por eso el interés del productor merece atención únicamente hasta donde es
preciso para fomentar el del consumidor. Para de Smith es ventajoso por sí
mismo, con tal de que llegue en el momento oportuno y se desarrolle
espontáneamente”.
Podemos entonces interpretar que la división del trabajo permite que la
producción de bienes tenga un aumento significativo. Solo si los intereses de
las grandes potencias no pasan por encima de los países que no han
alcanzado su desarrollo económico, lograremos entonces que la división del
trabajo no sea limitada y así se aumentaría la economía de cada país.
La crisis económica y la deuda pública, según los autores Adam Smith y David
Ricardo están relacionados con los gastos improductivos y la extracción de los
fondos del capital para la financiación de la guerra y el endeudamiento, los
autores clásicos alcanzan a sustentar que si las guerras y el endeudamiento se
financiaran con la recaudación de impuestos, aumentaría la acumulación del
capital que con lleva al progreso económico de las naciones, Smith y Ricardo
concluyen que la creación de la deuda pública, tiene efectos desfavorables que
imposibilitan el bienestar general de los pueblos, podemos decir que los
principales orígenes de todas las crisis económicas ocurridas serían, la avaricia
del hombre, la falta de regulación en los mercados financieros y la falta de
control en las corporaciones y sus ejecutivos. La crisis Global y el Libre
comercio, según posible posición de autores clásicos Adam Smith y David
Ricardo.

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