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Corriente de las Agujas

Concentración de clorofila por la corriente de las Agujas en 2009

La corriente de las Agujas es una corriente marina cálida de la corriente de frontera occidental en el suroeste
del océano Índico. Recorre de noreste a suroeste la costa oriental de África desde 27°S a 40°S,
aproximadamente entre el canal de Mozambique hasta el cabo de Buena Esperanza. La corriente de las Agujas
influye en el clima de África austral.
Es estrecha, rápida y fuerte. Se ha sugerido incluso que las Agujas es la corriente limítrofe occidental más
grande en el océano mundial, comparable a las corrientes limítrofes occidentales que transportan menos, que
van desde la corriente del Brasil, 16.2 Sverdrups), a la Kuroshio, 42 Sverdrups.1 Se estima que esta Corriente
-de sólo 100 km de ancho- fluye a un promedio de 0,4 a 1,2 nudos (0.2 a 0.6 m/s). Esta velocidad depende, a
su vez, de las variaciones de velocidad de la corriente ecuatorial, la cual cambia según el lugar, la profundidad
y la estación. Es una de las corrientes más rápidas y alcanza una velocidad máxima de 5 nudos (2.5 m/s) fuera
de las costas surestes de Sudáfrica. La fuente de la corriente de las Agujas son la corriente de Madagascar
oriental (25 Sverdrups), la corriente de Mozambique (5 Sverdrups) y una parte reticulada de la propia corriente
de las Agujas (35 Sverdrups).2 El flujo de la corriente de las Agujas está dirigida por la topografía. La corriente
sigue la plataforma continental desde Maputo hasta la punta del banco de las Agujas (Cabo Agujas). Aquí la
velocidad de la corriente vence al equilibrio de vorticidad que sostiene la corriente a la topografía y la
corriente abandona la plataforma. Su nombre deriva del cabo de las Agujas, el punto más austral de África,
lugar en el que esta corriente, que hasta este punto corría de este a oeste, se retroflexa, pasando a fluir hacia
el este. En el océano Atlántico suroriental la corriente retrocede (vuelve sobre sí misma) en el retroceso de las
Agujas, convirtiéndose en la corriente de regreso de las Agujas. Esta regresa al océano Índico y contribuye a la
parte principal del volumen de la corriente de las Agujas.
La corriente Agulhas, cálida, se forma al sur del paralelo 30º S, y circula en dirección sudoeste. Es una de las
corrientes oceánicas más fuertes, con una velocidad media de 1,6 m/s, con un trasiego de 65 millones de metros
cúbicos por segundo (65 Sverdrups o Sv). En verano (de enero a marzo) alcanza un volumen máximo, con una
velocidad de hasta 2,5 m/s. La contribución de la corriente de Mozambique es relativamente pequeña, ya que la
mayor parte de la corriente Agulhas procede de la corriente sur ecuatorial que rodea Madagascar por el este.
Cuando llega al meridiano del cabo de Buena Esperanza, se divide en dos ramas: una que continúa hacia el sur
y otra que se dirige hacia el este. Esta última alimenta la corriente austral. Se estima en unos 15 Sv el caudal
medio que la corriente Agulhas traspasa del Índico al Atlántico del Sur.
Cabo de Buena Esperanza, la puerta del Índico

El cabo de Buena Esperanza es, junto al de Hornos, una de las dos grandes cumbres de la navegación oceánica. Ubicado
en la conjunción del Atlántico y el Índico, este accidente geográfico es reconocido por la bravura de su mar y la violencia
del viento que lo azota. Es la gran puerta de entrada a los “cuarenta rugientes”.

El cabo de las Tormentas, como también se lo conoce al cabo de Buena Esperanza, responde mejor a su
reputación durante los meses invernales australes, de abril a septiembre. Sin embargo siempre es posible ver en
esta parte del planeta olas de más de cuatro metros y vientos que con frecuencia superan los 30 nudos. La zona
más peligrosa es el banco de las Agulhas, donde son habituales los temporales y donde dominan los mares
cruzados y peligrosos.
Cuando las depresiones que llegan desde el Atlántico se encuentran con la corriente de las Agulhas, se crean olas
anómalas y de gran tamaño. Este gran río de aguas cálidas, que traza una ruta por las agua verdes y más frías del
Índico, procede del flujo superficial del cinturón de los alisios, conducidos miles de millas por el monzón, antes
de ser desviado hacia el sur por la costa africana para comprimirse después entre Madagascar y el continente. Es
una de las corrientes más fuertes de la Tierra, sólo un poco menor en intensidad que la corriente del Golfo.
Con el límite cerca de la línea de cien brazas, la corriente de Agulhas se desliza hacia el sur a velocidades de
entre cuatro y cinco nudos hacia la protuberancia del cabo Recife, en Port Elizabeth (Sudáfrica), antes de dirigirse
hacia aguas más profundas. Es una masa tremenda de agua que puede alcanzar 160 kilómetros de anchura y
más de 300 metros de profundidad. Cuando esta corriente se opone a una sucesión de temporales del suroeste,
se crean en torno al cabo grandes montañas de agua: muros verticales de unos cinco pisos, coronados por
crestas de espuma que surgen de la nada y avanzan a 30 nudos de velocidad.
Formadas por varias olas, a caballo las unas sobre las otras, estas montañas de agua pocas veces mantienen la
altura por más de unos pocos minutos, pero en ese breve periodo tienen la capacidad de destruir todo aquello
que se interpone en su camino. Estas olas, innumerables en esta zona, son las responsables del fin de muchos
buques desaparecidos sin dejar rastro.
El cabo de Agulhas, un protagonismo robado
De hecho, el cabo de Buena Esperanza no es el límite extremo meridional del continente africano. El título le
corresponde en realidad al cabo de Agulhas, nombre que le dieron los marineros lusitanos a causa de las muchas
escolleras, finas y afiladas que por allí encontraron y que estuvieron a punto de hacerles naufragar. Su longitud,
20°00’ 09"E, es una cifra de especial significado, pues marca la entrada oficial al océano Índico. A partir de ese
punto, los regatistas entrarán en el Gran Sur, la zona más dura de la regata. Después de su descubrimiento, en la
zona que rodea al cabo Agulhas se fue creando un mito semejante al del cabo de Hornos (Chile) por los
numerosos naufragios que se registraron en estas aguas a causa de las súbitas y violentas tormentas, la niebla y
la peligrosa orografía. Hasta el siglo XVIII, cuando los barcos que provenían del Índico doblaban este cabo, se
apresuraban a entrar en Table Bay para recalar en Ciudad del Cabo, la “taberna de los mares”, donde se
aprovisionaban de los preciados vegetales frescos para combatir el escorbuto.

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