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ISEGORÍA, Nº 35
julio-diciembre, 2006
151-172, ISSN: 1130-2097

NOTAS Y DISCUSIONES

¿Existe discrecionalidad en la decisión judicial?

JUAN ANTONIO GARCÍA AMADO


Universidad de León

RESUMEN. Dos tipos de doctrinas ABSTRACT. Two different sets of


jurídicas han tratado de negar la discre- legal theories have denied that judges
cionalidad judicial: por un lado, el for- have any discretion when deciding cases.
malismo ingenuo del siglo XIX, propio The first was “naive” formalism as prac-
de la Escuela de la Exégesis, en Francia, tised in the XIXth century,and more spe-
y de la Jurisprudencia de Conceptos, en cifically, the exegesis school in France
Alemania; por otro lado, el formalismo and the conceptual jurisprudence school
sofisticado de fines del siglo XX, que (Begriffsjurisprudenz) in Germany. The
primero integra derecho y moral social y, second was the “sophisticated” forma-
después, moraliza la Constitución positi- lism of the late XXth century, which
va para que en el derecho positivo se both establishes a connection between
contenga una única solución correcta law and social morality, and undertakes
para cada caso posible. Por contra, el a moral reading of the constitution so
positivismo jurídico del siglo XX ha vis- that positive law could offer the one right
to en la discrecionalidad judicial una answer in each case. On its turn, mains-
consecuencia, tan inevitable como con- tream legal positivism has regarded judi-
veniente, de los caracteres de todo siste- cial discretion as an unavoidable and
ma jurídico real. even perhaps desirable consequence of
the structural features of any really exis-
Palabras clave: Decisión judicial, ting legal order.
positivismo jurídico, discrecionalidad.
Key words: Judicial decision, legal
positivism, discretionality

¿Qué significa aquí discrecionalidad? que tal discrecionalidad existe en algún


Con este término aludimos a la libertad de grado, queremos decir que el propio
que el juez disfruta a la hora de dar conte- Derecho le deja al juez márgenes para
nido a su decisión de casos sin vulnerar el que éste elija entre distintas soluciones o
Derecho. Por tanto, cuando afirmamos entre diferentes alcances de una solución

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del caso. Así pues, si hay discrecionali- decisoria del juez que resulta inevitable e
dad significa que al juez las soluciones ineliminable de su cometido, por causa
de los asuntos que decide no le vienen de los caracteres mismos que posee la
dadas y predeterminadas enteramente, materia prima de las normas, el lenguaje
al cien por cien, por el sistema jurídi- ordinario. La segunda, que se debe com-
co, sino que éste, en medida mayor o batir, se denomina arbitrariedad. Una
menor, le deja espacios para escoja decisión judicial es arbitraria cuando el
entre alternativas diversas, pero com- juez decide libremente, sí, pero concu-
patibles todas ellas con el sistema jurí- rriendo todas o alguna(s) de las siguien-
dico. Tal cesión de espacios decisorios tes notas:
al juez, semejante campo para su deci-
sión discrecional, puede deberse a dos a) Vulnera las pautas decisorias que el
causas: o bien a que las mismas normas sistema jurídico le fija para el caso,
hayan querido expresamente remitir al en lo que dichas pautas tengan de cla-
juez la fijación de la pauta decisoria, ras y terminantes. Conviene aquí
caso por caso, como cuando son esas hacer una muy elemental aclaración.
mismas normas las que dicen que en un Que ninguna norma general y abs-
determinado asunto el juez fallará dis- tracta sea capaz de determinar al cien
crecionalmente, decidirá en equidad, por cien la solución de todos los
etc.; o bien a que las normas jurídicas, casos que prima facie se le puedan
prácticamente todas, están hechas de someter, que respecto de cualquier
un material lingüístico que es por defi- norma pueda haber casos dudosos
nición poroso, abierto, indeterminado cuya solución no es clara y para los
en alguna medida, por lo que siempre que quepan, con igual respeto de las
pueden aparecer casos cuya solución normas, soluciones diversas entre
resulte dudosa o equívoca a la luz de las que el juez tenga que optar, no
dichas normas, debiendo el juez con- significa que a veces no haya casos
cretarlas y completarlas por vía de claros y soluciones precisas. Son los
interpretación o integración. En lo que llamados casos fáciles. Pongamos un
sigue atenderemos principalmente a ejemplo bien simple. Si una norma ti-
esta última causa posible de discreciona- pifica como delito el robo que se rea-
lidad judicial. lice valiéndose de armas, cabría dis-
Durante mucho tiempo, como vere- cutir si un palo o un puñal de juguete
mos, se admitía con dificultad que el con apariencia real son o no son ar-
juez pudiera disponer de campo para sus mas a tales efectos, con lo que res-
discrecionales opciones, aun dentro de pecto de esos casos puede pensarse
los márgenes que la ley deje abiertos por que el juez puede elegir entre el sí y
razón de su materia prima, el lenguaje. Y el no, en función de cómo interprete
hoy algunas influyentes teorías del Dere- el término “arma” que en la norma fi-
cho vuelven al rechazo de la discreciona- gura; ahora bien, nadie en su sano jui-
lidad. Pero, entretanto, ha ido quedando cio dudaría de que si el ladrón se vale
claro que la libertad que los jueces pue- de un fusil perfectamente real, carga-
den usar en su labor tiene dos manifesta- do y montado para disparar, el robo
ciones, una positiva y admisible, la otra acontece mediante el uso de un arma,
negativa y rechazable. La primera recibe pues no cabe razonablemente, en
el nombre de discrecionalidad y, repeti- modo alguno, negarle a dicho fusil tal
mos, alude a aquella medida de libertad condición. Así que el juez que dijera

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que ese fusil no es un arma estaría 1. Doctrinas negadoras de la existencia


incurriendo en arbitrariedad, pues de discrecionalidad judicial
nada hay más arbitrario que la nega-
ción de la perfecta evidencia. Las doctrinas que combaten la discrecio-
b) Se demuestra que lo que guía la elec- nalidad judicial lo hacen por dos razones
ción del juez son móviles incompati- entrelazadas: por un lado, por la convic-
bles con el sistema jurídico que apli- ción de que la discrecionalidad judicial
ca y con su función dentro de él, no es conveniente; por otro lado, por la
como interés personal, afán de me- creencia de que la discrecionalidad judi-
dro, propósito de notoriedad, precio, cial es evitable, y lo es porque el sistema
miedo, prejuicios sociales o ideológi- jurídico posee caracteres o propiedades
cos, etc. que lo ponen en condiciones de propor-
c) Cuando el juez no da razón ninguna cionarle el juez la solución única y preci-
de su fallo o cuando su motivación sa de cada caso, sin que las valoraciones
del mismo contienen razones pura- o elecciones de éste sean, por tanto,
mente inadmisibles, ya sea por necesarias para colmar las indetermina-
absurdas, antijurídicas o incompati- ciones o equivocidades de dicho sistema,
bles con los requerimientos funcio- pues no habría tales.
nales del sistema jurídico. Un juez
que, por ejemplo, fundamentara 1.1. El formalismo ingenuo del siglo
expresamente su fallo en cosas tales XIX: Escuela de la Exégesis
como una revelación divina, los y Jurisprudencia de Conceptos
contenidos de una determinada reli-
gión, los postulados de un determi- Esa negación de la discrecionalidad judi-
nado partido político, sus gustos cial aconteció en la doctrina dominante
particulares o su personal sentido durante prácticamente todo el siglo XIX,
de la justicia estaría incurriendo en de la mano principalmente de la Escuela
arbitrariedad en este sentido, tanto o de la Exégesis, en Francia, y de la Juris-
más que el que se abstiene de moti- prudencia de Conceptos, en Alemania.
var su fallo. Estas dos escuelas tenían en común
su carácter ingenuamente formalista en
Después de estas mínimas precisio- materia de decisión judicial. Sostenían
nes conceptuales, puede quedarnos claro ambas que la decisión del juez tenía un
que la discrecionalidad judicial no nece- carácter puramente formal, ya que con-
sariamente es mala (aunque hay doctri- sistía en un simple silogismo a partir de
nas, como vamos a ver, que tratan de evi- premisas que al juez le venían perfecta-
tarla por completo) y muchos creemos, mente dadas y acabadas. La premisa
en todo caso, que es inevitable. Por con- mayor o normativa se la proporcionaba
tra, la arbitrariedad ha de perseguirse al juez con plena claridad y coherencia el
siempre, es el antivalor judicial por exce- sistema jurídico, de modo que el juez no
lencia. tenía ni que inventarla ni que completar-
Sentado esto, podemos ya realizar un la ni que interpretarla. Subyacía a seme-
pequeño repaso histórico y comprobar jante confianza la convicción de que el
qué doctrinas han negado y niegan la dis- sistema jurídico posee tres caracteres que
crecionalidad judicial y cuáles la han hacen su perfección en tanto que fuente
presentado como inevitable o, incluso, plena de las decisiones judiciales: a) el
positiva. sistema jurídico es completo, de manera

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que no hay lagunas y, por tanto, nunca va de esos moldes tiene una forma distinta y
a tener el juez que “inventar” para un perfectamente perfilada. Cuando un juez
caso la solución que ninguna norma pre- tropieza con el asunto que tiene que deci-
establecida contempla; b) el sistema jurí- dir, toma ese asunto, cual si fuera un
dico es coherente, y, por tanto, no hay en objeto material con una forma determi-
él antinomias, con lo que nunca va a nada y peculiar, y se pone a buscar para
suceder que un juez se tope con que para él, para ese objeto, el molde que exacta-
el caso que le toca resolver se contienen mente se le acomoda. Partimos de que
en el ordenamiento vigente normas que para cada caso (objeto) habría siempre
prescriben soluciones contradictorias un molde en el sistema jurídico (pues el
entre sí; y c) el sistema jurídico es claro, sistema, como hemos dicho, es comple-
de manera que las soluciones que para to, no tiene lagunas), sólo uno, nunca
cada caso prescribe están dadas con niti- encajará bajo dos moldes distintos (pues
dez suficiente como para hacer su inter- el sistema no posee antinomias) y el
pretación o bien innecesaria o bien muy encaje bajo ese molde que a cada caso
sencilla. En resumen, para cada caso que corresponde será siempre exacto, sin
el juez tenga que fallar el sistema jurídi- vanos ni márgenes, pues el sistema es
co proporciona siempre una solución, claro. Así que el juez acabará siempre
sólo una y perfectamente clara y precisa. encontrando el molde normativo en que
En cuanto a la premisa menor del el objeto de su decisión, el caso, encaja-
silogismo judicial, estaría constituida por rá perfectamente. Y su fallo derivará con
los hechos del caso, y también éstos se le la evidencia y el automatismo de la
ofrecen al juez con total independencia siguiente imagen, que completa el cua-
de cualquier juicio suyo. Los hechos dro: una vez hallado el molde en que el
están ahí y su prueba es un proceso obje- caso encaja, el juez lo toma y ve en él, en
tivo en el que no queda margen para la el molde, la solución prevista. Es como
evaluación personal del juzgador; las si lo levantara y por debajo leyera: “para
cosas son o no son, y son o no con inde- el caso C (el que acaba de “subsumir” o
pendencia de las opiniones del juez. El encajar en ese molde) la solución es S”,
juez, por tanto, juzga de los hechos que y eso que dentro o debajo del molde está
son, no de los que a él le parecen o de escrito es lo que el juez traslada a su fallo
cómo a él le parecen. del caso. Sin más y, sobre todo, sin que
Otra forma de explicar lo anterior es nada tenga que añadir o poner de su par-
mediante la teoría de la subsunción, en te, pues el juez no es sino el operario que
su versión decimonónica. Las menciona- mete el caso en su molde y copia la solu-
das escuelas sostenían que la aplicación ción que en éste encuentra, sin cambiar-
del Derecho, la solución de los casos por la, sin complementarla con nada, sin que
el juez, es mera subsunción de los acontezca ninguna valoración de su
hechos bajo la norma que los abarca y cosecha y, con ello, sin que tenga mar-
los resuelve, y esa subsunción es una gen ninguno para que sus preferencias
labor poco menos que puramente mecá- personales o sus convicciones determi-
nica. nen en nada el contenido del fallo. Ahí
Con una imagen gráfica podemos no queda el más mínimo resquicio para
ilustrar bien qué representaba esa idea de la discrecionalidad judicial, pues, en sín-
la decisión judicial como mera subsun- tesis, cada caso tiene prediseñada en el
ción. Supongamos que cada norma jurí- sistema jurídico una y sólo una solución
dica es como un molde, y que cada uno correcta (un molde perfecto), y esa única

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solución correcta el juez se limita a ave- vechable por el juez para introducir sus
riguarla, a descubrirla, pues está ahí, en propias valoraciones en perjuicio de las
el sistema, antecediendo a todo juicio o del legislador y con daño para la norma.
acción del juez, esperando ser hallada y Toda discrecionalidad judicial, en conse-
aplicada. El juez no manipula ni recrea el cuencia, era rechazada como equivalente
molde ni el caso, sólo introduce el se- a pura y simple arbitrariedad. Con el
gundo en el primero y lee la solución. Código basta y sobra, en él están, y están
Escuela de la Exégesis y Jurispruden- perfectos, todos los moldes necesarios
cia de Conceptos comparten lo que aca- para subsumir los casos, ni hace falta
bamos de decir, pero mantienen también cambiar ninguno ni repararlo ni añadir
diferencias que se explican por el con- otros.
texto histórico de cada una. La Escuela En Alemania las cosas eran distintas.
de la Exégesis se desarrolla en Francia a Es bien sabido que en los territorios ale-
partir de la entrada en vigor, en 1804, del manes durante todo el siglo XIX el siste-
Código de Napoleón, el Código Civil ma de fuentes del Derecho era un totum
francés. Téngase en cuenta que en esos revolutum, sin orden claro ni jerarquía
tiempos iniciales del movimiento codifi- precisa, integrado por elementos del
cador en Europa regía la fortísima con- Derecho romano de Pandectas, pasado
vicción de que los códigos civiles eran por el tamiz de la doctrina romanista, de
una obra perfecta de la razón jurídica, derecho histórico germánico, de derecho
razón cristalizada en el llamado mito del consuetudinario, etc. Y, si el derecho po-
legislador racional. El legislador, encar- sitivo era tan caótico, contradictorio y
nación de la nación de una manera o de lagunoso, ¿bajo qué subsumían?, ¿dónde
otra, por definición no yerra ni en los encontraban los moldes? En los concep-
contenidos ni en la forma de las normas tos, y de ahí el nombre de esta escuela.
que produce. Cuando esas normas se Se consideraba que el sistema jurídi-
aglutinan y sistematizan en un Código, co estaba, en su fondo o esencia, integra-
éste es expresión suprema de la razón do no por normas positivas, legisladas
social y jurídica y fuente autosuficiente (éstas eran sólo la parte superficial del
de toda juridicidad y toda decisión. Así sistema, inexacta o meramente aproxi-
que el juez tendrá que decidir cada caso mativa), sino por ciertas esencias o cate-
subsumiendo sus perfiles bajo el molde gorías cuya naturaleza no es ni empírica
de la correspondiente norma del Código. ni psíquica ni social, sino ideal. Los
Añádase a esto que la doctrina francesa componentes reales y supremos del siste-
de tal época desconfiaba grandemente de ma jurídico, bajo los que el juez puede y
los jueces, tenidos por reaccionarios y debe subsumir cada caso que le llegue,
cómplices o nostálgicos del antiguo régi- son esas ideas objetivas, esos conceptos,
men estamental. Por eso en algunas de esas esencias o categorías que prefiguran
las primeras codificaciones (aunque no y encierran en sí la regulación detallada
en la francesa, en la que no pasó de algún de cada institución de las que componen
anteproyecto) se llegaron a contener el Derecho. Veámoslo con un ejemplo.
prohibiciones expresas de que el juez Si el juez tiene que resolver algún asun-
interpretara las normas contenidas en el to de Derecho matrimonial, haya ley
respectivo Código. ¿Para qué interpretar positiva al respecto o no la haya, sea cla-
si todo está claro y es perfecto? La inter- ra u oscura, no importa gran cosa, pues
pretación de la ley era vista con descon- adonde tiene ese juez que acudir para
fianza suma, como vía fácilmente apro- buscar las soluciones es a la idea de

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matrimonio, idea que subsiste al margen Ese sistema jurídico formado por
de los lugares y de la historia y en la esencias de lo jurídico es perfecto. El
que se encierra todo lo que el juez derecho positivo puede tener defectos.
necesita saber para resolver sobre si el El verdadero Derecho, que es ese dere-
matrimonio es válido, sobre cualquiera cho integrado por formas ideales, es per-
de sus efectos, etc. Y lo mismo que fecto. Bajo su amparo, está de más toda
ejemplificamos con el matrimonio discrecionalidad judicial.
vale para cualquier otra institución, ya Resumamos esta ideología dominan-
sea, por seguir con más ejemplos, la te en el pensamiento jurídico del XIX:
propiedad, el testamento, un contrato,
etc., etc. El sistema jurídico forma una a) El sistema jurídico es perfecto, en
pirámide de conceptos o esencias jurí- cuanto que contiene en sí (ya sea bajo
dicas, en cuya cúspide está el concepto la forma de artículos de un Código
más general y abarcador, el de autono- –Francia- ya de esencias prepositi-
mía de la voluntad, y en los sucesivos vas, ideales –Alemania-) siempre una
peldaños descendentes conceptos única solución correcta para cada
menos generales, cada uno de los cua- caso que el juez haya de decidir.
les es desarrollo o plasmación, para un b) La actividad decisoria del juez se
ámbito más concreto, del concepto explica como pura subsunción del
superior y, al tiempo, “padre” o condi- caso bajo la correspondiente regla
cionante de los conceptos inmediata- del sistema, por lo que su actividad
mente inferiores. reviste un carácter cuasimecánico.
Con una cierta simplificación o cari- c) El razonamiento en que esa actividad
catura podemos representar esa escala desemboca tiene la estructura de un
así: la autonomía de la voluntad, en la silogismo simple, del que la premisa
cúspide, se desarrolla en o engendra el mayor es dicha regla y la premisa me-
negocio jurídico, que, a su vez, se desa- nor los hechos, sin que estén presen-
rrolla en o engendra el contrato (y el tes- tes en él ulteriores premisas o presu-
tamento, hermano del contrato), el cual, puestos de ningún tipo, por lo que
a su vez, se desarrolla en o engendra en sólo de esas dos premisas y de ningu-
los diversos contratos (compraventa, na más se deriva, con necesidad lógi-
arrendamiento, depósito, etc.). Así que el ca, el fallo a modo de conclusión.
juez sólo tienen que ver bajo cuál de d) La esencia de la labor judicial es cog-
tales categorías o esencias se subsume el noscitiva. Esto significa que en reali-
caso que tiene entre manos y le bastará dad el juez no es propiamente alguien
con aplicarle las prescripciones que en que decide, sino que meramente
esa familia de moldes, del más amplio al conoce lo que para un caso dispone
más exactamente ceñido a su perfil, se como solución necesaria el sistema
contienen para él: si encaja bajo la com- jurídico, limitándose a extraer las
praventa, le aplicará lo específico de la consecuencias del sistema para ese
compraventa, como idea, unido a lo caso, pero sin que tal labor tenga
general de todos los contratos, unido, en ribetes ni morales, ni políticos ni de
un peldaño más alto, a lo común para ningún otro tipo que suponga elec-
todos los negocios jurídicos y regido ción valorativa.
todo por el principio supremo, padre pri- e) En consecuencia, el método correcto
migenio de todo el Derecho privado, de que ha de guiar la decisión judicial
autonomía de la voluntad. no es un método decisorio, sino un

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método de conocimiento. El juez se de la mano de doctrinas que podemos


parece mucho más al científico que al denominar axiologismo jurídico y que
legislador, y está mucho más cerca están bien representadas por autores
del dogmático (civilista, penalista, como Dworkin y por los teóricos más
etc.) que estudia en sede teórica el radicales de esa doctrina que se viene
Derecho y descubre sus “profundida- denominando neoconstitucionalismo y
des”, que del político que legisla y que podría ejemplificarse en autores
elige entre opciones regulativas. como el Zagrebelsky de El Derecho
dúctil.
Este formalismo ingenuo de la
Escuela de la Exégesis y de la Jurispru- 1.2. El formalismo nada ingenuo de
dencia de Conceptos comenzó su crisis fines del siglo XX: de algunos alemanes
en las últimas décadas del siglo XIX y ya dudosos a Dworkin, y de Dworkin al
no pudo superar las críticas devastadoras neoconstitucionalismo
de autores como el Jhering de la segunda
época o de Gény, primeramente, y luego Hay tres doctrinas que, grosso modo,
los embates definitivos de la Escuela de coinciden en las siguiente idea: el siste-
Derecho Libre o de las distintas corrien- ma jurídico se compone de estratos, y en
tes del Realismo Jurídico o de Kelsen. tales estratos hay que distinguir ante todo
Más adelante volveremos a algunas de un estrato superficial y otro profundo o
esas corrientes, al hablar de las doctrinas subterráneo. En el primero se hallarían
que afirman la discrecionalidad judicial. las normas de derecho positivo, en su
Pero baste aquí indicar que lo que entre formulación más convencional, es decir,
todos fueron dejando sentado con rotun- los enunciados jurídicos que el legislador
didad es que ningún sistema jurídico produce y que se agrupan en códigos,
posee aquellos tres idílicos caracteres de leyes, reglamentos... Pero por debajo de
plenitud (ausencia de lagunas), coheren- ese nivel, sosteniéndolo y dándole su
cia (ausencia de antinomias) y claridad inspiración, su sentido último, su razón
(ausencia de indeterminación). Y si de ser y la perfección que le falta se
resulta que hay lagunas, antinomias y, encuentra el estrato profundo, cuya
sobre todo, indeterminación constitutiva materia ya no es lingüística sino axioló-
del lenguaje del Derecho, ¿cómo negar gica, no empírica sino ideal, y no imper-
que ciertos márgenes, al menos, de dis- fecta, esto es, lagunosa, incoherente y
crecionalidad judicial son ineludibles? oscura, sino perfecta, pues contiene solu-
¿Quién sino el juez puede, por tanto, pre- ción única, consistente y definida para
cisar, por vía de interpretación, cuál de cualquier caso.
los varios significados que los términos Para estas doctrinas el sistema jurídi-
de una norma pueden admitir ha de regir co sería algo similar a un iceberg. Un
para el caso? iceberg tiene una parte que sobresale por
Pero también en el pensamiento jurí- encima de la superficie del mar y que
dico parece que rige la ley del péndulo, y cualquiera puede ver sin necesidad de
el formalismo decimonónico, en lo que sumergirse. Pero su parte más consis-
tenía de afirmador de la perfección del tente se encuentra por debajo de esa
sistema jurídico y de negador de la dis- línea de superficie y sólo es visible para
crecionalidad judicial, ha regresado con quien conozca a fondo lo que es un ice-
plena pujanza a fines del siglo XX y berg o domine la técnica de buceo. Un
domina hoy, en pleno siglo XXI, esta vez sistema jurídico sería igual. Hay una

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parte superficial, en forma de los enun- mucho que en al superficie parezca que
ciados jurídicos que cualquiera puede no hay tal armonía valorativa, sino una
leer e interpretar; pero, por debajo, está tensión dialéctica, fruto del pluralismo
la parte sumergida, que sostiene la otra y constitutivo de las sociedades modernas
que es mucho más grande y contundente. y democráticas; o como vía que recorre,
Conocer el Derecho no es sólo ver y para llegar a la verdad, aquella parte de
entender lo que a la vista de todos está, la nuestra razón que se ocupa de los asun-
superficie del iceberg, sino saber calar en tos valorativos (política, moral, Dere-
lo profundo y hallar lo que ahí se cho...) y que se llama razón práctica.
encuentra, valores; supone ver más allá Como es obvio, el ancestro teórico de
de la superficie, ser capaz de contemplar estas doctrinas es el iusnaturalismo tradi-
lo que no está a la vista de todos. cional, en cualquiera de sus manifesta-
Vemos, en resumidas cuentas, que ciones, tanto el de base teológica como
estas doctrinas axiologistas desdoblan la el racionalista. Pero no podemos ignorar
naturaleza del Derecho y, al tiempo y que en el último siglo el iusnaturalismo
complementariamente, desdoblan en dos ha sido una doctrina que ha dicho muy
la epistemología jurídica, el tipo de poco en materia de decisión judicial y ha
conocimiento que se requiere para saber vivido replegado y limitándose a debatir
del Derecho. Hay siempre una naturaleza las condiciones de validez de la norma
superficial y una naturaleza profunda del positiva. En materia de interpretación y
Derecho, constituida la primera por aplicación del Derecho la función que
enunciados jurídico-positivos y la segun- tradicionalmente el iusnaturalismo cum-
da por valores. Y, al tiempo, hay un plía la han asumido doctrinas como éstas
conocimiento superficial del Derecho, que ahora vamos a examinar: Jurispru-
propio de quienes sólo ven en él enun- dencia de Valores, Dworkin y neoconsti-
ciados que pueden ser comprendidos en tucionalismo. No digo con esto que
sus términos e interpretados, con márge- merezcan con propiedad el nombre de
nes de elección discrecional, en sus inde- iusnaturalismos, sino que son en nuestro
terminaciones; y un conocimiento pro- tema equivalentes funcionales del iusna-
fundo del Derecho, al alcance sólo de turalismo, aunque los mimbres con los
quien domine el método de “excavación” que se elaboran sean diferentes en algún
o “buceo” que permite superar el dato grado.
superficial, equívoco, dudoso y, a veces, Vamos ahora a pasar sucintamente
hasta falso o engañoso, y captar las ver- revista a las tres variantes que nos intere-
dades plenas e indubitadas que en el fon- san, atendiendo con preferencia al tema
do del sistema se guardan, al modo de que nos ocupa, la negación de la discre-
solución correcta para cada caso que al cionalidad judicial.
Derecho se someta. Ese método se solía El mejor antecedente del actual neo-
describir como capacidad que nuestra constitucionalismo se encuentra en la
razón posee para escuchar los dictados doctrina alemana llamada Jurisprudencia
grabados en nuestra naturaleza, o en el de Valores (Wertungsjurisprudenz). Para
orden inmanente a la Creación. Pero en comprender el cómo y el porqué del giro
las últimas épocas más bien se explica que esta escuela imprime a la teoría y la
unas veces como empática capacidad del praxis jurisprudencial alemana de los
juez sabio y virtuoso para descubrir la años cincuenta y sesenta debemos
coherencia que en el fondo mantienen comenzar por echar un vistazo al contex-
los valores vigentes en una sociedad, por to histórico del que nace.

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De 1919 a 1933, bajo la Constitución vida social cuenta (las normas jurídicas,
de Weimar, el grueso de los profesores los derechos individuales, las institucio-
de Derecho y de los jueces alemanes nes...) nace del Estado y se debe al Esta-
comulgaba con un pensamiento fuerte- do, nada hay fuera del Estado, nada se
mente estatista, que veía en el Estado debe tolerar si perjudica la vida propia y
suprema encarnación de la nación, plas- la supervivencia del Estado. Y el vínculo
mación del espíritu del pueblo alemán y entre el Estado y la sociedad es un vín-
ser con derechos propios que se antepo- culo natural, metafísico, no un vínculo
nían a los derechos del individuo. El formal o meramente jurídico-político.
Estado era sustancia colectiva con vida Frente a la mecánica democrática y re-
propia, expresión de una unión cuasimís- presentativa, propia del liberalismo y
tica entre los ciudadanos portadores de tenida por disolvente y decadente, se
los atributos nacionales, persona colecti- afirmaba la naturalidad de una relación
va cuyo interés propio trasciende los orgánica, viva, entre la sociedad y su
intereses individuales de los ciudadanos gobierno. El Emperador, antes, o el Pre-
y les da su sentido aglutinador. Era, sidente de la nación, luego, no son cabe-
pues, este pensamiento jurídico-político za del Estado en sentido metafórico, sino
entonces dominante un pensamiento en sentido propio, pues Estado y socie-
marcadamente hostil frente a la filosofía dad no son sino un mismo ser vivo, del
política liberal, frente a la Constitución que la sociedad es cuerpo y su supremo
entendida como sancionadora de la sobe- jefe es cabeza. Tales imágenes las había
ranía popular, como portadora de normas ido forjando con continuidad y esmero la
a las que la acción del Estado habría de iuspublicística alemana a lo largo de
someterse y como proclamadora y pro- todo el siglo XIX, muy especialmente
tectora de derechos y libertades indivi- por obra de autores como Gerber o
duales que ponen límite a la acción posi- Laband.
ble del Estado frente a sus ciudadanos. Los historiadores suelen explicar el
La noción misma de ciudadano calaba fracaso de la Constitución de Weimar
mal en esta filosofía, que más bien que- por el profundo desfase entre sus cláusu-
ría para el Estado súbditos y que veía en las, marcadamente democráticas y de
los derechos que el súbdito pudiera tener importante contenido iusfundamental y
una concesión del Estado y no el recono- social, y aquel pensamiento dominante
cimiento de su dignidad y su valor frente entre los juristas y que abominaba a par-
a él o antes de él. El modelo imperante tes iguales del individualismo liberal y
en Alemania no era el del Estado de del reformismo socialista y que, sobre
Derecho, sino el del Derecho del Estado. todo, no quería ver la soberanía residen-
Y el tipo de positivismo que regía no era ciada en el pueblo, sino en el ejecutivo y
aquel positivismo jurídico kelseniano no aceptaba pensar el Estado como ins-
que mantiene que el Estado no es más que trumento de la sociedad, sino la sociedad
una forma de ver un sistema jurídico al servicio de un Estado cuyos fines tras-
vigente, negándole así al ser estatal toda cendían cualquier interés individual o
entidad propia y cuestionando de raíz la grupal.
metafísica estatista. El positivismo Ese predominio del pensamiento
mayoritario era de un jaez completamen- jurídico antidemocrático, anticonstitu-
te diferente, era positivismo estatista, cional y de gusto fuertemente autoritario
cuyo postulado central podríamos resu- explica en buena parte que en la doctri-
mir así: todo lo que en el Derecho y la na de ese tiempo sobre la interpretación

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NOTAS Y DISCUSIONES

y aplicación del Derecho dominara, aun co de Kelsen se resume en la idea de que


en medio de gran polémica, la llamada el Derecho es el Derecho y que toda ley
teoría subjetiva de la interpretación, a que haya sido elaborada con respeto al
tenor de la cual las normas deben inter- procedimiento legislativo establecido es
pretarse y aplicarse ateniéndose a lo que Derecho y debe ser obedecida por los
con ellas quiso su autor, guiándose, por ciudadanos y aplicada por los jueces, sin
tanto, por la voluntad del legislador. Así, que quepa justificación de ningún tipo,
si el sentido de una cláusula legal no está ni jurídica ni moral para su desobedien-
claro, pues admite significados diversos, cia; d) que por eso ellos, obnubilados por
de entre éstos hay que elegir aquel que el Kelsen, no habían encontrado base teóri-
autor de esa cláusula, el legislador, tenía ca para resistirse a las aberraciones jurí-
en mente al dictarla, o el que mejor sirva dicas del nazismo; e) que ellos siempre
a los propósitos con los que el legislador habían creído, y seguían creyendo, sin
dio a la luz dicha cláusula. La considera- desmayo, en la democracia, el parlamen-
ción de la voluntas legislatoris, por tan- tarismo, los derechos humanos y el Esta-
to, como supremo principio rector de la do de Derecho.
praxis judicial. Difícil será encontrar en toda la his-
No hace falta contar aquí por extenso toria jurídica del siglo XX un mayor des-
qué ocurrió después de 1933 y de que caro ni una hipocresía más grande. Min-
Hitler y sus infames secuaces se hicieran tieron y falsearon a partes iguales.
con todo el poder. Estatismo organicista, Mintieron sobre su pensamiento y su
voluntarismo y autoritarismo hallan actuación al servicio de Hitler. Falsearon
entonces su síntesis plena, se aúnan en la historia, por ejemplo cuando dijeron
una fórmula común: el Führer, encarna- que el pensamiento kelseniano era el
ción y supremo intérprete del sentir y la dominante entre los profesores alema-
voluntad del pueblo alemán, es fuente nes, ellos mismos, y desfiguraron radi-
máxima del Derecho, y toda norma jurí- calmente las tesis de Kelsen cuando repi-
dica debe interpretarse y aplicarse desde tieron que Kelsen no admitía excusa
el absoluto respeto a la voluntad del Füh- moral para la desobediencia al derecho
rer, que es tanto como decir la voluntad válido y propugnaba el ciego acatamien-
misma del Estado y del pueblo, que son to incluso de normas como las de los
la misma cosa. nazis. No ha de extrañarnos ese proceder
Pero llegamos a 1945 y los nazis cuando reparamos en que tales cosas las
sufren su definitiva derrota. En esos escribieron, después del 45, antiguos
momentos comienza una larga serie de altos jueces y fiscales nazis con pasado
sucesos sorprendentes y que forman par- un tanto sangriento, o profesores que
te destacada de la historia universal de la medraron académicamente en su juven-
infamia. Aquellos profesores que dijeron tud a fuerza de adular a Hitler y sus esbi-
lo que dijeron y escribieron lo que escri- rros y triunfaron después del 45 a base de
bieron entre 1933 y el momento en que alabanzas a los derechos humanos y a los
se empezó a torcer el destino del III valores de las Constituciones liberales,
Reich, empezaron a proclamar al uníso- pero siempre, es curioso, denostando a
no que: a) ellos nunca habían estado de Kelsen.
acuerdo con Hitler y el nazismo; b) que Porque eso fue lo que hicieron aque-
habían estado muy influidos pro el pen- llos autores alemanes después de 1945:
samiento de Kelsen, al que seguían con apresurarse a proclamar que el derecho
convicción; c) que el pensamiento jurídi- positivo no agota el Derecho, y que del

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sistema jurídico forman parte principal cho”. Y se dijo: o en dicho precepto


ciertos valores morales que impiden su constitucional se contiene una redundan-
degradación en injusticia. Así nació la cia, si es que la Ley agota lo que el Dere-
Jurisprudencia de Valores, de la mano de cho sea o, si queremos salvar el sentido
autores como Larenz y tantos otros cuyo de ese artículo, habremos de admitir que
pasado oscuro quedó olvidado durante hay Derecho más allá de la Ley, es decir,
décadas, las décadas en que los mismos que hay Derecho más allá del derecho
sujetos siguieron controlando las univer- positivo, que éste, en resumen, no agota
sidades. el Derecho. ¿Dónde está ese Derecho del
Ahora resumiremos sus tesis, pero más allá y en qué consiste? Está en el
antes unas palabras sobre el destino de la fondo innominado del ordenamiento y
teoría subjetiva de la interpretación. consiste en valores, valores que el juez
Durante el nazismo se legisló mucho, y puede descubrir y aplicar. Ésa fue la res-
no todo ello fue derogado después de puesta de la Jurisprudencia de Valores,
1945, pues junto a aquellas abominables respuesta que tuvo inmediato eco en la
leyes racistas y homicidas, había otras, Jurisprudencia del Tribunal Constitucio-
de tema moral y políticamente neutro nal Alemán y la marcó durante décadas.
y de depurada técnica, que se mantuvie- Para la Jurisprudencia de Valores las
ron en vigor. Si tenemos presente que en normas legales o de derecho positivo, es
aquel régimen que las produjo se enten- decir, los enunciados jurídico-positivos
día que era Hitler el supremo legislador y contenidos en la Constitución, las leyes,
su voluntad la más alta fuente jurídica, los reglamentos, etc., tienen su funda-
¿cómo mantenerse, después del 45, en la mento y perfecto complemento en todo
defensa de una teoría subjetiva que ven- un sistema articulado y consistente de
dría a proponer que las normas se inter- valores que les subyace. Esos valores no
pretasen con base en la voluntad de aquel son parte separada del Derecho, adita-
genocida malnacido que las había man- mento externo, sino elemento constituti-
dado? Así que hubo que olvidarse por vo y esencial del Derecho mismo. Gra-
unas cuantas décadas de la teoría subjeti- cias a esos valores los graves problemas
va de la interpretación y pasar a entender que para su aplicación presenta el dere-
que el fin a considerar en la interpreta- cho positivo se tornan resolubles cuando
ción no puede ser el fin subjetivo del se trata de aplicar a los casos el conjunto
legislador, lo que éste hubiera querido o total del Derecho, incluyendo tales valo-
entendido, sino un fin objetivo, que se res. Así, las lagunas no habrán de resol-
definía por alusión a los valores y propó- verse desde la discrecionalidad del juez
sitos que objetivamente la norma pose- que no encuentra norma positiva, pues
yera, o a los que tuviera sentido imputar- podrá hallarla prepositiva, yacente en ese
le aquí y ahora, a tenor de las sustrato valorativo; las antinomias se
necesidades presentes y la convicciones darán sólo en la superficie, al nivel de los
vigentes. Éste será otro elemento que enunciados, pues en su fondo valorativo
allanará el camino para el triunfo teórico el Derecho brinda solución coherente y
y práctico de la Jurisprudencia de Valo- única para cada caso, ya que la justicia,
res, la cual tomará importante apoyo en tanto que supervalor, no puede ser
también en el parágrafo 20.3 de la Ley contradictoria o equívoca; y, sobre todo,
Fundamental de Bonn, que afirmaba (y lo que en el plano del lenguaje de las
afirma) que los poderes ejecutivo y judi- normas positivas puede dar lugar a dudas
cial están sometidos “a la ley y al Dere- interpretativas, se vuelve claro cuando se

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atiende a ese fondo material de valores cipal del positivismo jurídico está en el
que alienta bajo cada norma e inspira su iusnaturalismo, que es doctrina bastante
lectura desde los casos, por lo que inter- marginal desde mediados del siglo XX al
pretar ya tampoco es elegir, más o menos menos, básicamente reducida a ideología
razonadamente, entre significados posi- legitimadora de dictaduras tercermundis-
bles de la norma, sino conocer, descu- tas, pero ya no demasiado presente (con
brir, allá en el fondo del Derecho, en su contadas excepciones, de la cual una
subsuelo de valores, en su cimiento axio- importante sería por ejemplo Finnis) en
lógico, la verdadera solución de cada el debate actual sobre cómo debe proce-
caso. der el juez al decidir y a qué debe ate-
Más allá de estas notas comunes a nerse al interpretar las normas y los
toda esta corriente de la Jurisprudencia hechos del caso.
de Valores, sus diversos cultivadores ¿Por qué tildo esta doctrina de con-
diferían al tiempo de describir y funda- servadora? Desde luego, no me influye
mentar la ontología, de corte metafísico, el pasado político de muchos de los que
en que se asentaba. Unos se inspiraban en la abrazaron después del 45, pues no hay
teorías materiales de los valores, del es- manera de probar que su caída del caba-
tilo de la de Scheler; otros pergeñaban llo de camino a Karlsruhe (sede del Tri-
teorías de la “naturaleza de las cosas”, bunal Constitucional Alemán) no fuera
con las que pretendían mostrar que los genuina y punto de arranque de un since-
órdenes sociales posibles están predeter- ro cambio de convicciones: vieron la luz
minados en un orden natural del ser (en de la democracia y abominaron de las
el fondo, un orden de la Creación, de tinieblas del estatismo, el organicismo y
nuevo) que tiene el valor y la fuerza el odio a los derechos fundamentales
racional de los cuerpos y las relaciones individuales. Pero, aun así, lo que esta
geométricas; igual que hay un orden y doctrina ofrece es un claro límite al
una interrelación necesaria de los cuer- legislador democrático y un patente otor-
pos geométricos, hay un tal orden de la gamiento de la primacía a los jueces, que
sociedad (de la misma manera que por ya no son meros guardianes de la Cons-
definición un círculo no puede ser cua- titución, sino custodios del Orden Obje-
drado, ni aun cuando un loco legislador tivo, de la Justicia, del Bien. El imperio
así lo ordenara, tampoco un matrimonio, de la ley que es propio del Estado de
por ejemplo, podría ser disoluble –eso se Derecho y que no tiene más límite que el
decía primero- o entre personas del mis- de la compatibilidad con el texto consti-
mo sexo –eso se dice ahora-). Otros pre- tucional, se ve sometido a una cortapisa
tendían describir ese vínculo entre el ser que no estaba en el diseño inicial de tal
necesario de las cosas y la génesis de Estado ni de la democracia: para que una
reglas jurídicas mediante la referencia a ley sea Derecho y vincule al juez no sólo
estructuras lógico-reales. Y así sucesiva- ha de ser formalmente conforme con la
mente. Constitución, sino también materialmen-
Más allá de esas discrepancias, pode- te compatible con el Orden Necesario del
mos ver en la Jurisprudencia de Valores Ser, o con el Sistema Objetivo de Valo-
el primer momento importante de ruptu- res, o con la Naturaleza de las Cosas, o
ra del pensamiento jurídico conservador con lo que quiera que sea el nombre de
y antipositivista con los esquemas clási- esa realidad que ya no permite al legisla-
cos del iusnaturalismo. Desde entonces dor mandar lo que quiera que la Consti-
ya no es acertado decir que el rival prin- tución no prohíba, sino que le impele ha

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acertar con lo que objetivamente sean el será el Derecho el que se desdoble en


Bien y la Verdad. Tras la que parecía la una parte superficial o positiva (imper-
crisis irreversible del iusnaturalismo, fecta) y una parte profunda o prepositiva
esta nueva doctrina vuelve a entronizar (perfecta), sino que es la parte suprema
el sacerdocio de los jueces, guardianes del derecho positivo, la Constitución, la
de las esencias de lo jurídico y vigilantes de que se duplica en Constitución formal o
un legislador caído en el descrédito y procedimental –imperfecta- y Constitu-
abominado por todos. Comienza así su ción material –perfecta-. La primera la
itinerario la ideología jurídica predomi- puede conocer y entender cualquiera,
nante en nuestros días y que es el contra- tanto en lo que tiene de preciso como en
punto exacto de aquel mito del legislador lo que deja indeterminado; la segunda la
racional que regía en los inicios del calan y observan con todo rigor y preci-
Derecho moderno y de la codificación. sión los profesores y los tribunales, en
Hoy el mito imperante, objeto de fe uná- particular los Tribunales Constituciona-
nime y de exigente veneración, es el les, capaces los unos y los otros de ver en
mito del juez racional. Los valores están ella y de extraerle lo que sólo ellos pue-
en buenas manos, pues frente a la estulti- den descubrir allí, cosas tales como
cia constitutiva del legislador, el juez es cuántas cárceles debe haber en un país o
sabio por definición; frente a la venali- cuál puede ser exactamente la tasa máxi-
dad de los tribunos del pueblo, el gene- ma de interés de los créditos hipoteca-
roso y desinteresado servicio de los jue- rios. Apoteosis del mito del juez racio-
ces a la Justicia; frente a la corruptelas de nal. Pero vamos por partes y fijémonos
los partidos y los Parlamentos, la integri- primero en Dworkin.
dad sin mácula de las judicaturas. La obra primera que da fama mundial
Ese camino iniciado por la Jurispru- a Dworkin, su Taking Rights Seriously
dencia de Valores tendrá las etapas prin- (Los Derechos en serio), se plantea
cipales de su ulterior desarrollo en expresamente como oposición a la doc-
Dworkin y en algunos de los llamados trina de la discrecionalidad judicial sos-
neoconstitucionalistas. No quiero, para tenida por Hart y a la que luego aludire-
nada, decir que Dworkin construya su mos. El argumento es ingenioso. Hart
doctrina apoyándose en semejante ante- había dicho que las normas se expresan
cedente, pues todo hace pensar que nada en el lenguaje ordinario, que éste adole-
sabía de él. Pero, sea como sea, la apor- ce siempre de vaguedad y que, por tanto,
tación de Dworkin va a consistir en acer- hay casos jurídicos claros y casos dudo-
car a la sociedad esos valores extraposi- sos. Los primeros son los que caen en el
tivos, pero jurídicos, para los que la núcleo de significado de los enunciados
Jurisprudencia de Valores aún buscaba normativos o completamente fuera de
un anclaje en exceso metafísico y ahistó- toda referencia de los mismos. Así, si
rico. El paso siguiente, consumado por el una norma prohíbe pasear por el parque
neoconstitucionalismo, consistirá en en vehículo resultará obvio que un coche
colocar esos valores, ya sociales, dentro es un vehículo, e igual de obvio resultará
de la Constitución y, al mismo tiempo, que un cigarrillo no lo es, pero cabrá
retomar el componente metafísico, con dudar si la prohibición abarca las bicicle-
lo que la dialéctica hegeliana parece tas, los triciclos o el vehículo eléctrico en
haberse confirmado en una nueva y sor- el que se desplace un minusválido. Res-
prendente síntesis: la Constitución posi- pecto de estos casos dudosos la solución
tiva es Constitución metafísica. Ya no no estaría predeterminada en las normas

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positivas (en ésa que prohíbe andar por positivo, todo conjunto de normas jurídi-
los parques en “vehículos”), sino que co-positivas se asienta en y encaja con
dependerá de la interpretación que de las una determinada moral social, la moral
normas haga en cada caso el juez (lo que propia de la sociedad histórica en la que
éste defina a tal efecto como “vehícu- el legislador (o los jueces) alumbra las
lo”), y tal opción entre interpretaciones normas positivas. Sin abarcar y com-
posibles es esencialmente discrecional y prender dicha moral social de fondo no
no puede ser de otro modo, según Hart. podremos saber a qué vienen ni cuál es la
Y por ahí ataca Dworkin. razón de ser de esas normas positivadas,
Según Dworkin, reconocer dicha dis- de esos concretos mandatos del legisla-
crecionalidad judicial equivale a admitir dor. Y, en cuanto son condición de com-
que la norma que decide esos casos prensión y, con ello, de aplicación míni-
dudosos es una norma que: a) es creada mamente coherente de dichas normas
por el propio juez, aunque sea dentro del positivas, las normas morales que las
espacio o margen de posibilidades que la inspiran y les sirven de explicación son
vaguedad de la ley le deja, y b) es apli- parte del Derecho mismo, su parte esen-
cada retroactivamente, pues se usa para cial, su parte más profunda. Cada norma
decidir sobre hechos acontecidos por positiva, pues, cada regla dada por el
anterioridad a dicha creación judicial de legislador positivo, tiene su explicación
la norma, como son los hechos del caso en los patrones morales de la respectiva
con ella juzgados. El problema es de sociedad, y puesto que ésa es su esencia
entidad y apunta un flanco importante no puede contradecirla a la hora de hallar
de la teoría positivista del Derecho y de su aplicación. Quiere decirse que si la apli-
aplicación, pero ¿tiene solución? Según cación de una de esas reglas choca con
Dworkin, sí. La solución consiste en asu- los propósitos de las normas morales que
mir que el Derecho se compone de algo están en su base, deben éstas prevalecer
más que de esos enunciados normativos en detrimento de la pura dicción de aqué-
que solemos llamar derecho positivo, lla, de su semántica, sin que por ello se
enunciados del tipo del que prohíbe los contraríe el Derecho, pues éste es la
vehículos en los parques y que resultan suma de dos partes: el derecho positivo,
tan incompletos como pauta decisoria de que es la parte superficial o menos
ciertos casos. ¿Qué es ese algo más? importante, y la moral social desde la
Principios. El sistema jurídico se compo- que ese derecho positivo se explica, que
ne de reglas, que son esos enunciados es la parte profunda y fundamental. Es
que tienen la estructura “si... entonces”, decir, un caso que semánticamente es
supuesto de hecho y consecuencia jurídi- fácil, pues encaja sin duda en el núcleo
ca, y principios, que son normas que nos de significado de la norma, se torna caso
dicen que unas cosas están bien y otras difícil cuando la solución que la norma
cosas están mal, pero sin especificar cuá- contiene para él nos resulta escasamente
les son las unas y las otras, lo que no conciliable con la moral social dominan-
impide que el juez pueda acabar cono- te, y en ese caso ésta debe prevalecer,
ciendo perfectamente y en cada caso eso pues no sólo es moral, es también Dere-
que los principios mandan sin decir. cho, la parte más alta y valiosa del Dere-
¿Y dónde viven los principios? No, o cho.
no necesariamente, en la obra del legisla- Algún autor le preguntó en cierta
dor, sino ante todo y primariamente en la ocasión a Dworkin si en un derecho
moral social. Según Dworkin, todo derecho racista, que sea reflejo de una moral

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social fuertemente racista, el juez debe y en puridad la solución única que el sis-
considerar que esa base moral racista es tema jurídico reserva para cada caso. Si
parte del sistema jurídico mismo de tal hay casos difíciles no es porque su solu-
país, de modo que las normas positivas ción no esté perfectamente predetemina-
racistas deban interpretarse e integrarse da en el sistema jurídico, sino porque es
desde ese racismo social que las inspira. difícil hallarla o complicado fundamen-
No respondió cosa muy coherente Dwor- tarla. Pero estar, está.
kin a eso. Insinuó que en ese caso la ¿Y quién puede conocer esa solución
moral que guiara al juez no debería ser única e indubitada que en el fondo del
esa moral positiva, socialmente vigente e Derecho yace para cada caso, esperando
inspiradora de las normas de derecho ser descubierta? Pues podría conocerlas
positivo, sino una moral crítica o de los todas y con total seguridad un juez per-
derechos humanos. Con ello no hizo más fecto. Hasta nombre le pone Dworkin a
que mostrar que cuando pintan bastos ese juez ideal: se llama Hércules. El juez
siempre acaban estas teorías reculando Hércules es aquel juez absolutamente
hacia el iusnaturalismo de toda la vida. sabio y experto, que sabe todo de todo, al
Ya tenemos esbozada la ontología menos todo lo necesario para dar con
jurídica de Dworkin, a tenor de la cual el esas soluciones que el común de los mor-
Derecho es un compuesto de normas tales difícilmente pueden conocer con
jurídico-positivas y, en un estrato más seguridad. Como ninguno somos verda-
importante, aquellas normas de la moral deramente Hércules, más bien vulgares
social que se integran coherentemente mortales, tampoco podemos saber exac-
con las anteriores y sirven para su expli- tamente qué es eso que idealmente debe-
cación de fondo, valen para dar cuenta de ríamos saber para estar en condiciones
su porqué en una teoría de conjunto y de saber lo que hay que saber. Pero si
consistente. Ahora nos resta examinar el fuéramos Hércules lo sabríamos y, con
problema epistemológico. ¿Pueden ello, daríamos (al menos si fuéramos jue-
conocerse con precisión esas normas ces) con la única respuesta correcta para
morales que son al tiempo jurídicas aun- cada caso. Ciertamente el juez Hércules
que no sean derecho positivo? ¿Podemos es un juez ideal, omnisciente, y que pre-
hallar en ellas respuesta exacta y precisa cisamente por ser omnisciente, sabedor
para absolutamente cualquier caso cuya de todo, sabe también cuál es la correcta
solución de derecho positivo nos resulte solución judicial de cada caso. En cam-
dudosa o nos parezca inconveniente? La bio, un juez de carne y hueso será tan-
respuesta de Dworkin es que sí. Para este to mejor juez y, consiguientemente, tanto
autor el sistema jurídico, con esa doble más verdaderas sus decisiones, cuanto
composición que ya sabemos, contiene más su saber se aproxime al saber ideal
en su seno una y sólo una respuesta de Hércules; es decir, cuanto más sepa de
correcta para cada caso que se le somete. eso que hay que saber pero que no se
Por tanto, no hay sitio para discrecionali- sabe lo que es.
dad ninguna y la labor del juez no es pro- Dworkin ha sido muy útil para los
piamente decisoria sino, en puridad, cog- que han querido rematerializar la Consti-
noscitiva: el juez aplica Derecho, sí, pero tución y ponerla al servicio de sus valo-
no optando entre las soluciones que le res (¿de ellos?) pero que no deseaban
parezcan compatibles con la ley o cohe- comulgar con las rancias filosofías, tipo
rentes con ella, sino averiguando, descu- Scheler, que inspiraban a los de la Juris-
briendo, conociendo, cuál es exactamente prudencia de Valores. El esquema resul-

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tante quedaría más o menos así: a) si por aplicación toda mandato del legislativo
debajo de todo derecho positivo está la que se oponga el Bien y a la Verdad. f)
moral social que lo inspira, lo explica, lo Porque, al fin y al cabo, la verdadera
condiciona y lo complementa, por deba- Constitución es el Bien y la Verdad, de
jo de la suprema norma positiva, la los que la Constitución lingüística no es
Constitución, estarán las más altas nor- sino incompletísima pista. Esa Constitu-
mas de esa moral social de base. b) Si el ción lingüística, que habla a los ciudada-
Derecho se perfecciona, de modo que en nos en su lenguaje, con las palabras del
lugar de vaguedades, antinomias y lagu- lenguaje ordinario, no es la verdadera
nas, habilitadoras todas ellas de la Constitución, sólo su epifenómeno, una
discrecionalidad judicial, contiene una versión simplificada para ciudadanos
única solución correcta para cada caso, carentes de los atributos del sabio plató-
habrá que pensar que si integramos la nico. La verdadera y auténtica Constitu-
Constitución-enunciado, o Constitución ción sólo le habla, sin palabras, a Hércu-
lingüística, con esos componentes objeti- les. Y un poquito también a sus
vos de la moral social, la Constitución testaferros.
puede ser leída como prefiguración y La última vuelta de tuerca, hasta hoy,
síntesis de todas las soluciones únicas la dan los más radicales representantes
que en el sistema jurídico se contienen del denominado neoconstitucionalismo.
para todos los casos. c) Si esa solución Hasta aquí el problema estaba en que la
única correcta para cualquier caso se Constitución era sometida a una especie
contiene en el sistema jurídico, e in nuce de desdoblamiento: por una parte, lo que
ya en la Constitución, y si puede ser en ella está expreso, por otra, lo que en
conocida perfectamente por un juez Hér- ella se contiene sin expresarse. El gran
cules perfecto, cuanto más sabios y mérito de los neoconstitucionalistas es
expertos sean los jueces, tanto más se haber descubierto la manera de hacer
aproximarán a ese modelo de Hércules y expreso lo inexpresado: en las cláusulas
tanto más podremos confiar en que sus valorativas y las proclamas de principio
decisiones son las objetivamente correc- que en la Constitución se contienen se
tas y no mero ejercicio de discrecionali- tornaría derecho constitucional positivo
dad. d) Los jueces más sabios y expertos ese entramado de valores morales que
son los de los tribunales más altos, y los son la parte superior y principal del
más de los más los de las Tribunales Derecho, ahora ya por fin revestidos de
Constitucionales, por lo que podemos y Derecho constitucional positivo. La
debemos pensar que sus decisiones son Constitución se despositiva al positivar-
las objetivamente correctas para cada se en ella los valores de fondo. O, dicho
caso o, al menos, las más correctas que mejor, al positivarse en la Constitución
un ser humano puede alcanzar y aplicar. los valores, la positividad de la Constitu-
e) Puesto que Dworkin y compañía nada ción deja de importar y pasan a contar
han dicho de la posibilidad de un legisla- como Constitución ya sólo esos valores
dor Hércules, podemos seguir tranquila- supuestamente positivados. Habrá que
mente suponiendo que el legislador es explicar esto un poco.
bruto sin remisión, por mucho que repre- Antes el problema era el de cómo tra-
sente al pueblo, o tal vez por eso, y sólo er al Derecho valores como la Justicia
nos consolará de sus yerros la confianza sin que pareciera que la naturaleza del
en que los primos de Hércules que inte- Derecho era doble, una parte positiva y
gran las más altas Cortes dejarán sin la otra no positiva. Ese fue siempre el

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problema del iusnaturalismo y el arran- dejación de tal ley y resolver dicho caso
que de sus mayores críticas. Pero desde desde lo que para él disponga la Justicia;
que Constituciones de las últimas horna- o cualquier otra valor constitucional que
das contienen, en lugar muy destacado, venga al caso.
cláusulas abundantes en que proclaman Naturalmente, siempre queda pen-
su inspiración en valores como la Justi- diente la cuestión epistemológica: puesto
cia, la Solidaridad, la Dignidad, etc. o que en una sociedad plural y de liberta-
principios-guía como el del libre desa- des con toda legitimidad rigen social-
rrollo de la personalidad, aquel problema mente múltiples y muy variadas concep-
ya no es tal. Y no lo es porque mediante ciones sobre qué sea lo justo, a qué
tal mención en el texto constitucional obliga la solidaridad o en qué consiste el
dichos valores habrían quedado positiva- desarrollo libre de una auténtica persona-
dos como norma de Derecho y, además, lidad, ¿cómo puede conocer ese juez el
en su nivel más alto, a escala constitu- verdadero contenido de tales valores o
cional. La Justicia, por ejemplo, ya no es principios, a fin de que podamos confiar
un importante valor externo al Derecho, en que no haga pasar por tales lo que no
sino parte plena del sistema jurídico, son más que sus personales convicciones
pues al mismo lo incorpora su suprema sobre el particular? Y la única respuesta
norma, la Constitución. Quiere esto decir que esta doctrina insinúa creo honesta-
que una norma legal que, aplicada al mente que puede sintetizarse así: a) Si la
caso que el juez resuelve, diera como Constitución expresamente menciona
resultado una solución injusta de dicho tales valores, habrá que pensar que es
caso, debe ser dejada de lado por tal juez porque existen; b) puesto que existen,
y en su lugar debe resolver con lo que habrá que pensar que existen con pleno y
para ese asunto la Justicia mande. ¿Y preciso contenido; c) puesto que existen
qué mandará? Pues lo que el juez vea con pleno y preciso contenido, habrá que
que manda, líbrenos Dios de decir que es pensar que dicho contenido se puede
la Justicia mera tapadera de la discrecio- conocer; d) puesto que ese contenido se
nalidad judicial. La Justicia es lo que es puede conocer, habrá que pensar que su
y bien claro dispone lo que toca para supremo conocimiento está al alcance de
cada caso y situación. Y lo que ella no los órganos a los que la Constitución
diga lo dirán la Dignidad, la Solidaridad misma confía su tutela; e) puesto que la
o el Libre Desarrollo de la Personalidad. Constitución confía tal tutela a los jueces
Sin duda. Sin discusión. y tribunales y al Tribunal Constitucional,
Lo anterior supone, según esta doctri- habrá que pensar que éstos pueden cono-
na neoconstitucionalista, que cuando el cer supremamente el contenido de aque-
contenido de una ley sea considerado llos valores constitucionales y lo que los
injusto por el órgano judicial competen- mismos disponen para cada caso; f) por
te en materia de inconstitucionalidad, tanto, el verdadero e indubitado conteni-
dicho órgano deberá declarar la inconsti- do de lo que los valores constitucionales
tucinalidad de dicha ley por oponerse al prescriben para la solución de cada caso
valor constitucional Justicia. Eso por un es lo que al respecto digan los jueces y
lado. Por otro, cuando la ley no declara- tribunales, y especialmente el Tribunal
da inconstitucional, o, incluso, previa- Constitucional.
mente declarada constitucional, propor- Sinteticemos este apartado y el ante-
cione para el caso una solución que no le rior. Hemos pasado revista a dos grupos
haga justicia al mismo, habrá que hacer de doctrinas que niegan y combaten la

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discrecionalidad judicial. Aparentemente La segunda corriente, moderada, tiene su


son dos doctrinas muy opuestas, pero sus mejor ejemplo en el positivismo jurídico
profundas coincidencias son sorprenden- del siglo XX, paradigmáticamente repre-
tes en grado sumo. Las unas y las otras sentado por Hart, y mantiene que el ejer-
beben en un mito, aquellas del XIX en el cicio de discrecionalidad es constitutivo
mito del legislador racional o de la racio- de la labor judicial, pero que dicha dis-
nalidad inmanente a un Derecho ideal; crecionalidad puede y debe ser limitada,
éstas de la segunda mitad el XX y y lo es de hecho. Repasemos resumida-
comienzos del XXI se apoyan en la cre- mente estas dos posturas.
ciente fuerza del mito del juez racional.
Y ambas son formalistas, pues participan 2.1. ¿Son realistas los realistas que
por igual de las siguientes ideas interre- afirman que todo juez hace meramente
lacionadas: a) el sistema jurídico es per- lo que le da la gana?
fecto, pues en algún lugar de su fondo
contiene predeterminada la solución En verdad no fueron sólo los autores per-
correcta para cualquier caso; b) esa solu- tenecientes al realismo jurídico, ya sea el
ción correcta puede y debe ser conocida escandinavo o el norteamericano, los que
y aplicada por el juez; c) existe algún insistieron en que el juez disfrutaba de
método que, rectamente aplicado, permi- una libertad total para decidir a su anto-
te al juez aplicar a cada caso que resuel- jo, al tiempo que, con lo mismo, la sutil
ve esa única solución correcta; d) no demarcación entre discrecionalidad y
queda sitio para la discrecionalidad judi- arbitrariedad desaparecería, pues, a fin
cial, que es mala cosa; e) el juez es mero de cuentas, toda decisión, por libérrima,
aplicador del Derecho, nunca su creador; sería como arbitraria, y lo de discrecio-
f) la ideología de los jueces no condicio- nal no sería sino un caritativo eufemis-
na ni mediatiza sus decisiones, al menos mo. Tres razones principales habría de
cuando el juez se esfuerza bastante por que el libre hacer del juez no conozca
conocer aquellas soluciones prefijadas auténtico límite ni traba alguna, por
para todo caso en el sistema jurídico, o mucho que se finjan seguridades jurídi-
cuando es un juez de suficiente nivel. cas o atadura a las normas, y en cada una
de esas razones insistió particularmente
2. Doctrinas que afirman una escuela distinta: la Escuela de Dere-
la discrecionalidad judicial cho Libre en las insuficiencias del siste-
ma jurídico; el realismo en la soberanía
Entre las corrientes del pensamiento jurí- de facto de los jueces; y, contemporáne-
dico que han mantenido que la discrecio- amente, los del CLS en la radical inde-
nalidad judicial existe y es inevitable, terminación del lenguaje jurídico.
podemos diferenciar una radical y una En las dos décadas primeras del siglo
moderada. La primera, representada por XX aparecieron en Alemania una serie
numerosos autores del realismo jurídico de autores (Kantorowicz, Fuchs, etc.)
y, más recientemente, por algunos de los que se adscribían a un movimiento de
adscritos al movimiento Critical Legal contornos un tanto vagos y que recibió el
Studies, afirma que dicha discrecionali- nombre de Escuela de Derecho Libre.
dad es total y absoluta, que todo lo que Fueron los más furibundos e insistentes
hace el juez lo hace siempre y por defi- negadores de aquellos tres dogmas del
nición a su libre albur y que la cosa no formalismo ingenuo del XIX, plenitud,
tiene posibilidad de limitación ni arreglo. coherencia y claridad del sistema jurídico.

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En tales proclamaciones de la doctrina vale como juez cualquiera que esté en


anterior no veían más que un descarado sus cabales. Pero si resulta que el juez
engaño, que tenía por finalidad alejar del verdaderamente decide y determina y,
juez la responsabilidad por sus decisio- con ello, es señor de nuestras vidas y de
nes, imputando éstas por completo a importantes parcelas del destino social,
aquellos mágicos atributos de la legali- necesitamos jueces con capacidad para
dad o los conceptos. La doctrina jurídica entender lo que resuelven y sensibilidad
sería generadora de ideología, en cuanto para hallar las soluciones menos malas.
falsa conciencia, pues desde las Faculta- Y para todo ello deberán saber más que
des de Derecho mismas se cebaba el pretéritas historias de Ticio y Cayo y
engaño de que el juez nada pone de su conocer de más cosas que de metafísicas
parte, por lo que, así disfrazados de irre- conceptuales: habrá que enseñarles ética,
prochables autómatas, ya podían los jue- teoría política, economía, psicología, etc.
ces fallar como les daba la gana o como Todas las versiones del realismo jurí-
convenía a sus patronos, sin que nadie dico, tanto la norteamericana como la
osara proclamar la obvia verdad, tan escandinava, coinciden en el postulado
celosamente negada, de que el rey está básico de que no hay más cera que la que
desnudo, es decir, que la sentencia la arde ni más Derecho que lo que dicen las
pone el juez, no el sistema jurídico mis- sentencias. Frente al Derecho en los
mo con sólo sus normas y con el juez libros, ese Derecho de raíz formal y esca-
como puro y simple portavoz. No preten- sísima eficacia que figura en los códigos
dían negar la importancia de la ley ni su y repertorios legislativos, el Derecho de
grave significado político, sino desmiti- verdad es el que sirve para responder la
ficarla y enseñar que alcanza para poco y pregunta que se hace el “hombre malo”:
que, sus oscuridades, consecuencia de “¿qué me puede ocurrir si hago tal
que el lenguaje del legislador, que es el cosa?” Para contestar qué le puede ocu-
nuestro, tiene poco de exacto; sus incohe- rrir a uno que haga algo, lo que importa
rencias, consecuencia de que a menudo el es saber cómo vienen fallando los tribu-
legislador pierde cuenta de sus propia nales cuando juzgan tal tipo de acciones.
obra debido a su volumen desmesurado; y Y el modo en que los tribunales respon-
sus insuficiencias, seguidas de que el dan a estos o aquellos comportamientos
mundo cambia más aprisa de lo que cual- dependerá de factores sociológicos y psi-
quier legislador puede prever y responder, cológicos, pero nada, o casi, del dato for-
convierten al juez, malgré lui, en centro mal de cuáles sean las palabras de la ley
del sistema y señor cuasiabsoluto del vigente. Así que comprender el Derecho
Derecho. Uno de sus dichos favoritos era será conocer a los jueces de carne y hue-
que por mucho que el legislador produz- so y averiguar qué factores, aquí y ahora,
ca siempre serán más las lagunas que los los determinan: ideologías, intereses,
casos que encuentren en sus normas extracción social, sentimiento corporati-
solución. vo, ambiciones, etc. Porque, conforme a
La consecuencia principal que extra- un lema central de los realistas, los jue-
jeron parecía bien obvia, aunque se les ces primero deciden y después motivan.
hizo muy poco caso en la posteridad: hay Es decir, antes escogen el fallo del caso,
que modificar la formación y el modo de guiados por sus personales móviles, y
selección de los jueces. Si el juez no es luego redactan una motivación con la
más que un robot, un puro autómata, un que disfrazan de resultado de la razón
simple hacedor de silogismos elementales, jurídica lo que no es más que producto

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de su personal cosecha, de sus pasiones alguno, un puro silogismo, una mera


subjetivas. subsunción.
Algunos de los más radicales autores Buena parte del positivismo del XX
norteamericanos que en las últimas déca- ha sido formalista en materia de teoría
das del siglo XX se adscribieron al movi- de la validez del Derecho, pues a afirma-
miento llamado Critical Legal Studies do, con Kelsen a la cabeza, que una nor-
actualizaron los postulados de esas dos ma es jurídica cuando ha sido creada con
pasadas corrientes. Su tesis más insisten- arreglo a las pautas formales y procedi-
te hace hincapié en la radical indetermi- mentales sentadas por el propio ordena-
nación del lenguaje jurídico. El lenguaje miento jurídico-positivo, y que esa con-
de las normas carece de toda virtualidad dición de validez o juridicidad que posee
significativa y, por ende, de cualquier la norma así creada no se pierde por cau-
capacidad para dirigir el comportamien- sa de su injusticia o su incompatibilidad
to decisorio del juez. La ley es puro fla- con esta o aquella ideología, religión,
tus vocis, significante sin significado, cosmovisión o inclinación. Ésta es la
ruido sin referente ni mensaje tangible tesis positivista de la separación concep-
de ningún tipo, simple apariencia caren- tual entre Derecho y moral, tesis que,
te de toda capacidad directiva, y por esa como antes se indicó, nada tiene que ver
razón el juez no está en realidad some- con la reducción de la obligación moral a
tido a nada que no sea la presión de los obligación jurídica, radical y expresa-
poderes establecidos y las ideologías mente rechazada por los tres autores que
dominantes. La seguridad jurídica es, en he mencionado, ni con la más mínima
consecuencia, supremo engaño que ha- afirmación de la superioridad de la obli-
ce a los ciudadanos sentirse protegido gación jurídica sobre la obligación
por las normas, allí donde, en realidad, moral. Y tampoco se relaciona con nin-
no están sino a merced de los poderes, de gún género de doctrina abruptamente
los que el juez es servidor inerte, como formalista de la decisión judicial. Para
una marioneta. probar esto último, debería bastar con
Pese a tan profundo escepticismo, leer el capítulo último de la kelseniana
cuentan las crónicas que cuando un pro- Teoría pura del Derecho, en cualquiera
fesor de los pertenecientes al CLS sufre de sus versiones, cuya claridad y rotun-
alguna afrenta o padece algún perjuicio didad es meridiana, hasta el punto de que
que le resulta intolerable, acude a los tri- en materia de decisión judicial Kelsen
bunales, interpone la correspondiente está muchísimo más cerca del realismo
demanda y solicita humildemente justi- jurídico que de aquella metafísica idea-
cia. Será su meritoria forma de pasar por lista de la Jurisprudencia de Conceptos,
un ciudadano más, se supone. que él criticó sin compasión, metafísica
idealista que, como ya dijimos, hoy vuel-
2.2. Ni apocalípticos ni integrados: el ven a cultivar dworkinianos y zagre-
positivismo jurídico del siglo XX belskys de toda laya.
Si hay un autor positivista que resul-
Si hay una idea clarísimamente presente ta claro para nuestro tema de la discre-
en todos los autores relevantes del posi- cionalidad, ése es Hart. En su obra El
tivismo jurídico del siglo XX (Kelsen, concepto de Derecho explica que el len-
Hart, Bobbio...), es la de que la aplica- guaje de las normas, que es parte del len-
ción del Derecho por vía de decisión guaje ordinario, tiene márgenes de vague-
judicial no es ni puede ser, en modo dad, lo que Hart llama zonas de penumbra.

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Por tanto, algunos casos, los que caen de la Jurisprudencia de Conceptos o los
dentro de esa zona de indefinición lin- de Dworkin, y los que dicen que sí exis-
güística de las normas, no reciben de te y es absoluta y total en todos los casos,
éstas una solución clara y terminante, Hart sostiene que ni lo uno ni lo otro:
sino que en principio son varias y distin- sólo cierta discrecionalidad es inevitable,
tas las soluciones que la norma permite pero en lo que es inevitable es inevitable.
para ellos, y tendrá que ser el juez quien, Y en ese margen, lo único que podemos
por vía de interpretación, precise ese sig- hacer es exigirle al juez que justifique
nificado que en el enunciado previo de la exigentemente, mediante razones lo más
norma permanece impreciso. Y esa labor convincentes y compartibles que sea
de precisión, de interpretación, de con- posible, sus opciones y las valoraciones
creción de la norma para que al aplicarla en que se basan, pero tales razones con
al caso ya dé sólo una solución y no la que el juez motiva su decisión en los
posibilidad de varias, tiene un compo- casos difíciles no serán nunca razones
nente esencialmente discrecional. puramente demostrativas, jamás podrán
Así pues, Hart discurre por un cami- ser prueba plena de que dio con la única
no intermedio entre dos extremos. Por un respuesta correcta, sencillamente porque
lado, discrepa de aquel positivismo inge- un caso no tiene una única respuesta
nuo del XIX, que pensaba que los enun- correcta cuando las palabras de la ley
ciados normativos eran perfectamente permiten varias. Más allá del lenguaje en
claros y unívocos, con lo que ni haría fal- que las normas jurídicas se expresan, no
ta interpretarlos antes de su aplicación a hay verdad jurídica ninguna: ni en con-
los casos ni dejaban ningún resquicio ceptos ideales ni en sistemas lógicos ni
para la libertad decisoria del juez. Por en valores ni en la moral social ni en el
otro, discute también el escepticismo derecho natural ni en el oráculo de
radical de los realistas, pues la práctica Oxford. Por eso el Derecho tiene siem-
jurídica no es ese caos de imprevisibili- pre, también en su práctica aplicativa y
dad en que consistiría si fuera verdad que decisoria, un componente político, de
los enunciados jurídicos en nada deter- poder, y no es ciencia exacta ni mero
minan al juez y que éste hace siempre y ejercicio de conocimiento de verdades
en todo caso lo que le da la gana, sin el inmanentes o trascendentes. El juez no
más mínimo límite. Solemos acertar y tiene ni metro con que medir exactamen-
suelen coincidir los jueces en la solución te la solución única que a cada caso con-
de los casos fáciles, los que caen en el viene, ni balanza en que pesar las alter-
núcleo significativo del enunciado jurí- nativas decisorias que se enfrentan, y por
dico aplicable, y difícilmente podemos eso la decisión en Derecho, al menos en
prever la solución segura de los casos esos casos que llamamos difíciles, no es
difíciles, los que se mueven en la zona de mera cuestión de medida... ni de ponde-
penumbra de tales enunciados, respecto ración. Medida o ponderación son pala-
de los cuales la propia jurisprudencia bras que valen como metáforas, no como
discrepa, pues cada juez puede hacer dis- descripción rigurosa de lo que el juez hace
tintos usos de esa constitutiva discrecio- al fallar. Para explicar esa su labor es más
nalidad a que en términos prácticos se exacto y honesto usar el término de siem-
traduce la indeterminación de la norma pre: valoración, juicio valorativo. Las
en dicha zona. Por tanto, entre quienes soluciones que la ley no prefigura clara-
dicen que no existe discrecionalidad, ya mente no están prefiguradas en ninguna
sean los de la Escuela de la Exégesis, los parte, ni en el cielo de los conceptos ni en

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el subsuelo de los valores o los princi- por ejercer esa facultad que es constituti-
pios, las construye el juez bajo su res- va de su función. Es decir, si en Derecho
ponsabilidad. Y la mayor parte de los para los casos difíciles, para los casos
casos que llegan a los jueces les llegan que caen en la zona de penumbra, no hay
precisamente por eso, porque la ley no solución correcta, no podemos en dichos
da de antemano solución inequívoca y casos castigar al juez por no aplicar la
cada parte se acoge a una de las solucio- solución correcta. Para la ley solución
nes que el tenor de la ley permite. correcta es cualquiera que no vulnere su
¿A alguien le sorprenderá aún esta texto. Para cada uno de nosotros, ya
afirmación de que según opinión común seamos ciudadanos de a pie, fiscales o
del positivismo jurídico del siglo XX la jueces de instancias más altas, solución
decisión judicial es esencialmente juicio correcta será la que más nos guste o nos
valorativo, opción reflexiva y argumen- convenga. Pero castigar por prevarica-
tada entre alternativas, en lugar de medi- dor al juez que no imponga el fallo que
ción exacta, simple cálculo o puro pesa- nosotros prefiramos es tanto como
je? Medición exacta, simple cálculo o decir que no hay en Derecho más solu-
puro pesaje es lo que para la decisión ción que la que a nosotros nos agrade,
judicial afirmaban hace siglo y medio los seamos “nosotros” quienes seamos: ciu-
de la Escuela de la Exégesis o la Juris- dadanos simples, ministros, Tribunal
prudencia de Conceptos, repito, y lo que Supremo o Tribunal Constitucional. Y
siguen manteniendo hoy muchos segui- eso no es así. Y menos aún en un Esta-
dores de Dworkin o el último Alexy, do de Derecho, en el que altas dosis de
especialmente los que trabajan en los discrecionalidad judicial e independen-
altos tribunales y desde allí ejercen un cia de los jueces son dos caras de la
poder decisorio que quieren disfrazar de misma moneda, un doble precio a pagar
rigor científico, o una acción política que por nuestras libertades. Porque donde ni
quisieran hacer pasar por objetivo ejerci- se admite la discrecionalidad ni se res-
cio de la razón práctica. peta la independencia acaba siempre
¿Qué consecuencias tiene para el existiendo una tiranía, aunque sea la
estatuto del juez el reconocimiento posi- tiranía de los jueces que más mandan.
tivista de su importante discrecionali- Que dichas tiranías pretendan siempre
dad? Pues significa que la decisión del legitimarse mediante la invocación de
juez tiene un elevado componente de res- los más evanescentes valores de los que
ponsabilidad personal, que no puede tra- la Constitución mencione, no es sino
ducirse en responsabilidad jurídica. Al una más de las argucias de que suelen
juez sólo se le pueden pedir cuentas de valerse los abogados con menos escrú-
su decisión en cuanto quede demostrada pulos y los políticos con mayor descaro,
su mala fe o patente por completo su des- unidos siempre por el interés de mandar
varío. Quiere decirse que si es el propio sin pasar por las elecciones o de legiti-
sistema jurídico el que al juez le deja la marse simbólicamente con sus senten-
posibilidad de optar entre soluciones cias para promocionarse en el camino
alternativas, compatibles con el tenor de hacia las urnas. Pura impostura, en todo
las normas, no podemos luego castigarle caso.

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