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BREVE ESTUDIO DE LAS MANIFESTACIONES SOCIO-CULTURALES ENTORNO

A LA MUERTE EN LA EUROPA OCCIDENTAL EN LOS SIGLOS XVI-XVIII

Juan Ríos A.

Introducción (reeditar)

Desde que el ser humano es consciente de su existencia, tiene como dilema a la muerte, llega
a un punto que la muerte se vuelve una mezcla de miedo-risa, donde los temores más acérrimos de
todo humano se entrelazan con la desgracia ajena. Sin embargo, esta modesta investigación no se trata
de buscar esta curiosa dualidad, sino más bien el de como los seres humanos hemos enfrentado a este
temor tan antiguo que incluso se podría escribir una prehistoria de la muerte.

Por tanto, mi intención con este modesto trabajo, es responder a la siguiente pregunta: ¿Cuáles
fueron las manifestaciones socio-culturales sobre la muerte en la Europa de los siglos XVI- XVIII?

Entonces, hay que entender que las manifestaciones socio-culturales, que intentare abarcar
están orientadas a las artes visuales, musicales y en lo posible a la literatura, rituales y urbanismo;
consideraré a la Europa occidental de los siglos XVI- XVIII, como marco espacio-temporal de dicho
estudio, es relevante demarcar que entenderé como Europa como lo propone Feldman (1979)1 que el
término Europa comienza a desplazar al termino cristiandad, que se había originado en la edad media.
Siendo los siglos ya mencionados relevantes, dado que es el periodo de cambios más severos en las
‘mentalidades’ europeas, con el nacimiento del protestantismo y de la ilustración en ambos siglos.

1. La concepción de muerte.

Si vamos a hablar de las manifestaciones de la muerte, hay que definir el conceptos para
nuestros antepasados, hay que remontarnos un tanto antes de la edad moderna, es decir a la tradición
que se originara en la baja edad media, a propósito de esto último la medievalista Ana Haindl (2009)2
realiza una interesante monografía sobre la muerte en la edad media, donde nos argumenta que la

1Feldman, M. (1979). El siglo XVIII. Madrid: Cincel S.A, p.16


2Haindl, A. (2009) La muerte en la edad media. En la revista electrónica de “Historias del Orbis Terrarum”, Núm. 1,
Santiago de Chile.
concepción de la muerte era vista desde el cristianismo, como consecuencia de la desobediencia a
Dios, esto es, pecar y como afirma el apóstol Pablo de Tarso: “la paga del pecado es la muerte” 3.

No obstante, Agustín de Hipona4, establece la tesis que hay dos muertes: una física, que afecta
al cuerpo y otra espiritual, que afecta al alma. Siendo la primera muerte, sin importancia para el
cristiano y la segunda siendo el castigo por ser pecador. Por tanto, entendemos que la muerte será
vista, en la Europa cristiana como un dejar de existir transitorio, que no importa la muerte del cuerpo,
porque Dios dará vida eterna, a los que le obedecieron.

Johan Huizinga (1982)5, nos propone que al final de la edad media, la muerte se verá como la
caducidad de la vida, donde la vida – la belleza, la juventud- será arrebatada por las pestes, hambrunas,
guerras, etc.

2. Manifestaciones Socio-Culturales

2.1 Las artes.

Jean Delumeau (1977)6, utiliza la tesis de Huizinga (1982) al referirse que contexto cultural
al siglo XVI, en la Europa occidental la muerte es uno de los temas más recurrentes en la literatura y
los grabados, siendo los subtemas más frecuentes: el ¿Qué paso con los que llenaban el mundo de su
gloria?, La caducidad de la vida y la belleza humana, además de las danzas macabras.

En torno al primer subtema, hay varios poemas que hacen lamentación por aquellos que en su
momento hicieron brillar la tierra, como la de Bernardo de Morlay o Jacoponde de Todi7, que se
preguntan en los versos por aquellos reyes, sabios que alguna vez demostraron pomposidad en el
mundo, pero ahora están comidos por los gusano.

3 Romanos VI, 23.


4 Ciudad de Dios, XIII, III.
5 Huizinga. J (1982) El otoño de la edad media. Ed. Alianza Editorial, España.
6 Delumeau, J (1977) La reforma. Editorial Labor, España.
7 El texto que continua a este párrafo, corresponde a un extracto del poema cur mundus militat sub vana gloria de Jacoponde

de Todi, Obtenido de: Huizinga (1982) p. 196


La caducidad de la vida, se manifiesta en representaciones iconográficas-literarias como los
Tres Muertos y tres vivos -que aparece en el siglo XIII, pero se mantiene en el inconsciente de las
masas hasta el barroco- (figura 1), que está acompañada de una inscripción, que se traduce. «Éramos
lo que sois, lo que somos seréis», por tanto el discurso del memento morí, se hace presente, es
interesante que en este tipo de representaciones, hay algunas en donde los poderosos de la tierra se
encuentran con sus pares muertos y dándoles el mismo aviso, que han de morir.

A propósito de la caducidad de la vida es pertinente traer a la memoria una de las obras más
interesantes sobre el tópico del memento morí de esta época, que el «ars moriendi» o el arte de morir,
Haindl (2009) explica que es una forma como la iglesia católica intenta remediar a través de la fe, el
miedo y la angustia que la peste negra está trayendo a la Europa occidental del siglo XV, que sin lugar
a dudas en los moldeara las mentalidades de los siglos siguientes.

Y la tercera manifestación artística que Huizinga propone, son las danzas de la muerte, a
propósito de esto Delumeau (1977)8, nos menciona que se han encontrado unas cincuenta y dos danzas
de la muerte entre los siglos XV y XVI en Europa occidental y agrega que no solamente fueron motivos
de grabados y pinturas, sino que se pusieron en representaciones dramáticas. Como se puede observar,
en las figuras 3 y 4, las danzas de la muerte, es un tema integrador de la sociedad, ya que todo humano,
tanto poderoso como común, se tiene que enfrentar a la muerte, ni si quiera el papa y sus clérigos
tienen el poder ‘espiritual’ para evitar el Sein zum Tode -que Heidegger nos presenta- por lo anterior
dicho el bajo pueblo acepto de agrado las danzas macabras o de la muerte, porque al menos les quedaba
en la dicha de saber que sus opresores tenían el mismo destino, la tumba.

2.2 la muerte en el urbanismo: El cementerio

Como puede advertir el lector, hasta el momento solamente hemos revisado parte del ‘bagaje
cultural’ que se manifestaba en a principios del siglo XVI, por tanto es necesario ir al reino de la
misma muerte, es necesario ir al cementerio.

Ariès (2000)9 señala que los ‘cementerios’ de la edad media eran los atrios y galerías10 de las
iglesias, pero eran reservados para los clérigos, nobles y buenas personas, mientras que el resto de los

8 Delumeau (1977),p. 8
9 Ariès P. (2000) La historia de la muerte en occidente: desde la edad media hasta nuestros días. Ed. Acantilado, España,
p. 26
10 Ariès, menciona como aître y charnier; hacen referencia a los patios rectangulares de las iglesias y a las galerías de estas.
comunes eran llevados a las fosas comunes, pero esto último no era una práctica tan generalizada en
toda Europa occidental, dado que con el tiempo todos las personas depositaban a sus muertos en dichas
iglesias a este tipo de inhumaciones11 se les denomina ad sanctos -es decir, juntos a los santos- esto se
debe a que en ciertas iglesias tenían entierros de santos o de mártires como es el caso del Apóstol
Santiago en Compostela o de Becket en la costa oriental de Inglaterra.

No obstante, vale señalar, que durante este periodo –baja edad media hasta mediados del siglo
XVIII- se desarrolló la costumbre de realizar osarios, o como Ariès menciona12: «Hacia el siglo XIV,
se adoptó la costumbre de retirar de la tierra los huesos más o menos resecos de las viejas sepulturas;
a fin de dejar sitio para las nuevas y amontonarlos en los graneros de las galerías o en los costados de
las bóvedas cuando las había.» (Ariès 1983,53).

Debido a que las iglesias estaban en las ciudades, de les denominada a estos cementerios intra
urbem o también conocidos como los intramuros, por estar dentro de las ciudades o ‘dentro de los
muros’ – valga la redundancia‒ que eran los límites de las ciudades.13 Un ejemplo de este tipo de
entierros va hacer el famosísimo cementerio de los Innocents, en Paris que se encontraba
prácticamente en el centro de la ciudad, que realizaba la costumbre de los osarios (véase figura 5), a
tal punto que a finales del siglo XVIII tuvo que ser removido del medio parisino, dado la circunstancia
que Corbin (1987)14 menciona: «Perseguidas por las exhalaciones de los cadáveres apilados en el
cementerio de los Inocentes, las jóvenes pasean y platican: "es en medio del olor fétido, cadavérico,
que ofende al olfato, tomo las vemos comprar cosas de modas, listones...»

Sin embargo, esta práctica de entierros (tanto las intra urbem, como los osarios) se verá afectada
por los nacientes movimientos de urbanismo y por la reforma protestante, que promoverán un
cementerio Extra urbem o extramuros. Krumenacker (2010) 15 sostiene que “las ideas de Lutero
acentúan el movimiento y caracterizan los cementerios extramuros como cementerios luteranos”, por
consiguiente, el estudio que realiza Krumenacker, está orientado hacia los hugonotes, que son los
seguidor de la doctrina de Calvino en Francia 16 , el autor explica que los miembros de esta
denominación cristiana, tendían a enterrar a sus muertos en los cementerios donde estaban sus
antepasados, dando de esta manera una relevancia mayor a la ‘comunidad’ que ellos provenían,

11 Thomas (1975), diferencia al menos cinco métodos para ‘deshacerse’ de los muertos, uno de ellos es la «inhumación», es
decir entregar los cadáveres a la tierra.
12 Ariès (1984) El hombre frente a la muerte, Ed. Tauros. España, p. 53.
13 Ariès P. (2000)p. 36
14 Corbin, A (1987) El perfume o miasma. Fondo de cultura económica, México, p. 69; Lo subrayado es mío.
15 Krumenacker, Y (2010). Las prácticas funerarias de los hugonotes (siglos XVI-XVIII), Trace 58, p 51-61. ¶ 1 y 2
16 Definición de Hugonote. En el Diccionario Real academia de la lengua española.
al menos esta práctica fue hasta fines del siglo XVI y principios del XVII, los edictos sobre
tolerancia religiosa, abogaran para que se formen cementerios separados.

La conformación de los cementerios extra urbem, en la Europa occidental no comenzará a


dar un vuelco, hasta el siglo XVIII cuando la ilustración traerá una nueva forma de pensar la
ciudad, donde los higienitas comenzaran a realizar varias modificaciones sobre la salubridad en
las ciudades. En el caso de España, que va hacer una de las naciones que más le costara dejar su
pasado medieval, a finales del siglo XVIII ‒cuando los borbones ya se hayan establecido en el
poder‒ Carlos III de España, atreves de cedula real promulgará:

“Se harán los cementerios fuera de las poblaciones siempre que no hubiere dificultad
invencible o grandes anchuras dentro de ellas, en sitios ventilados e inmediatos a las parroquias,
y distantes de las casas de los vecinos; y se aprovecharan para capillas de los mismos ce menterios
las ermitas que existan fuera de los pueblos, como se ha empezado a practica en alguno con buen
suceso.” (Carlos III, 1787)

Como resultado de aquella cedula, varios cementerios parroquiales intra urbem, fueron
movidos a la periferia, caso factico de lo dicho fue la creación del Cementerio San José de
Granada, que fue planeado a fines del siglo XVIII y concretado a mediados del siglo XIX, esto lo
podemos observar en el mapa 1, donde la línea (-·-·-) representa la vieja muralla y el triángulo
representa el asentamiento del cementerio.

No obstante, hoy en día aún quedan cementerios ‘intra urbem’ en varias partes de Europa
Occidental, por ejemplo el cementerio del Père-Lachaise, es el más grande que se encuentra en
Paris, sugiero ver el mapa 2, donde es posible ver un cuadro que simboliza el emplazamiento del
dicho recinto mortuorio y una línea negra ( -·-·- ) que representa los viejos muros de la ciudad, es
curioso que este lugar, este dentro de la zona noreste de la ciudad, donde Corbin (1984) menciona
que se encontraba el foco más nauseabundo, de la ciudad, dado que allí se encontraban las
carnicerías que vertían sus desechos a las calles. 17

17 Corbin (1984), p. 40
2.3 El ritual post-mortem.

En materia de post mortem, en relación a los siglos que este estudio está enfocado, podemos
distinguir entre dos grandes tradiciones –si es que se me permite utilizar este concepto- las cuales
serían la católica y la protestantes; se debe esta distinción a que durante el siglo XVII la cristiandad
en occidente se dividirá en ambas corrientes teológicas, que por consiguiente se modificaran, no
solamente las liturgias en relación a la eucaristía, sino también a los ritos funerarios, al menos eso
menciona Krumenacker (2010)18.

La tradición católica, gracias al concilio de Trento (siglo XVII) y la puesta en marcha de la


contrarreforma, se establece el misal y se estipulan una serie de directrices que llevaron a realizar una
buena cantidad de liturgias en favor de los muertos, hay que recordar que durante la edad media, va a
surgir la doctrina del purgatorio19, que va dictar que aquellos difuntos de la comunión de los santos,
tendrán que pasar por el purgatorio, es decir, por un lugar donde se purifican las almas de sus pecados
para ser aceptos ante los ojos de Dios, por tanto para ayudar a los cristianos en el purgatorio se realizan
rezos y misas para que su estancia en ese lugar sea cada vez menos, ejemplo de esto último son las
misas de exequias, las cuales las últimas pueden ser realizadas en la casa, la iglesia o el cementerio,
esta liturgia tiene como fin acompañar al difunto para su vida en el más allá. Por otro lado, están las
misas de réquiem20, es decir, misas de descanso que son para rogarle al creador que tenga misericordia
y piedad al difunto a quien es dedicada; vale agregar que uno de los réquiem más célebres es el de
Mozart que data del siglo XVIII, esta composición musical es parte del compendio litúrgico católico
o latino presente en la Austria de los Habsburgo.

A diferencia, la tradición protestante, como lo menciona Krumenacker (2010)21, va a ser más


sencilla dado que, no está presente la doctrina del purgatorio – la cual fue denunciada como no bíblica
por Martín Lutero en las 95 tesis – las oraciones, las misas, las exequias serán irrelevantes en las
liturgias funerarias y serán reemplazadas por sermones en tono de memento morí, que se dirige a los
oyentes a reexaminar sus vidas y prepararse para su muerte, de esta manera la suma de liturgias y
fórmulas que el catolicismo va a generar, en el protestantismo se convertirá en una forma pública de
exhortar a los familiares y amistades del difunto sobre la salvación en Cristo. A propósito de esto,
Krumenacker (2010), cita a Theòdore Bèze: “A las dos de la tarde fue llevado sin pompa alguna al

18Krumenacker (2010), ¶
19Asoc. de Editores del Catecismo. (1992). Catecismo de la iglesia Católica (Segunda ed.). Madrid: GETAFE
20 Anonimo. (23 de Octubre de 2016). Réquiem. Recuperado el 10 de Noviembre de 2016, de Wikipedia:

https://es.wikipedia.org/wiki/Requiem
21 Krumenacker (2010), ¶ 5.
cementerio común, que se llama Plainpalais; habiendo asistido a su cortejo fúnebre, con testimonios
del mayor dolor que se pudiera imaginar, todos los Señores, todos los Ministros, todos los Maestros y
casi todos los habitantes de la ciudad. No se puso ninguna inscripción en su tumba, tal como él lo
había ordenado expresamente”. (Bèze, 1575.) Es interesante el que Calvino ordeno, que no le pusieran
una inscripción en su tumba, con el fin de no generar un lugar de culto y ser fiel al soli Deo gloria22

3. Conclusiones

Puedo concluir que, las manifestaciones socio-culturales que podemos encontrar respecto
a la muerte son variables, que han siendo modificadas por las circunstancias producidas por los
movimientos de la reforma, contrarreforma y la ilustración, provocaron cambios sustanciales de
cómo se pensaban los cementerios, los ritos funerarios y las obras ‘artísticas’.

Vale agregar, que este estudio no termina en con este ensayo, dado que hay mucho por
explorar, sería interesante investigar e integrar a más detalle las tradiciones funerarias en una
categoría más local, como los ritos en Escandinavia o en la zona meridional de la península
Ibérica, donde se configura un sincretismo con las culturas arábicas o ver cómo influye la liturgia
mozárabe en los ritos funerarios, en fin queda mucho por investigar.

22Soli Deo Gloria, es decir, solo la gloria a Dios, es una las llamas cinco solas, que eran las máximas de la reforma
protestante e iban en contra-posición de la doctrina católica.
Bibliografía

Anonimo. (23 de Octubre de 2016). Réquiem. Recuperado el 10 de Noviembre de 2016, de Wikipedia:


https://es.wikipedia.org/wiki/Requiem

Ariès, P. (1983). El hombre frente a la muerte (Primera ed.). Madrid, España: Tauros S.A.

Ariès, P. (2000). Historia de la Muerte en occidente: desde la edad media hasta nuestros dias.
Madrid, España: Acantilado S.A.

Asoc. de Editores del Catecismo. (1992). Catecismo de la iglesia Católica (Segunda ed.). Madrid:
GETAFE.

Corbin, A. (1987). El miasma o perfueme,El olfato y loimaginario social Siglos XVlII y XIX. Mexico
D.F: Fondo de Cultura Economica S.A.

Delumeau, J. (1977). La reforma. Madrid, España: Editorial Labor.

Feldman, M. (1979). El siglo XVIII. Madrid: Cincel S.A.

Haindl, A. L. (2009). La muerte en la edad media. Obtenido de Revista electronica "Historias del
Orbis Terrarum": www.orbisterrarum.cl

Huizinga, J. (1982). El otoño de la edad media. Madrid, España: Alianza Editorial.

Krumenacker, Y. (2010). Las prácticas funerarias de los hugonotes (siglos XVI-XVIII),. TRACE, 51-
61.

Thomas, L.-V. (1975). Antropología de la Muerte. México D.F: Fondo de la Cultura Economica.
ANEXO Nº1: FIGURAS

Figura 1: Los Tres Vivos y los Tres Muertos con un poema


anglo-normando debajo, c. 1308 – c. 1340, Arundel MS 83, Figura 2 "Ars Moriendi"
f. 127v.

Figura 3 Danse macabre Figura 4 Danza de la Muerte de Lübeck

Figura 5: Osario de los monjes capuchino en iglesia de Santa Maria


della Concezione de Roma. Siglo XVII
ANEXO Nº2: MAPAS

Mapa 1 Ciudad de Granada, vista satelital

Mapa 2 "Ciudad de Paris, vista satelital"

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