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amparo directo

toca: 198/2008

CC. Magistrados del Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer


Circuito.

C. Magistrado del Primer Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer


Circuito.

Florence Marie Louise Cassez Crepin pido Amparo.

Autorizo en términos del artículo 27 de la Ley de Amparo a Jesus Horacio


García Vallejo, Frank Berton, Víctor Antonio Carrancá Bourget, Agustín Acosta
Azcón, Leticia Vergara Ortiz, Claudia Durán Santillán, Martín Hernández
Gómez y Alejandro de Antuñano Riveroll.

Por ser interna del Centro Femenil de Readaptación Social en Tepepan,


Distrito Federal, recibiré notificaciones en Juan de la Barrera 48, Condesa,
Cuauhtémoc, 06140. Y, cumpliendo los requisitos del artículo 166 de la Ley de
Amparo para la demanda de amparo directo, digo:

1.Autoridades responsables:

1.1 Ordenadora:

Primer Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito.

1.2 Ejecutoras:

C. Jueza Quinto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito


Federal;
C. Coordinador General de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría
de Seguridad Pública Federal;

C. Directora del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan del


Gobierno del Distrito Federal.

2.Actos reclamados:

Del Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito reclamo la


sentencia pronunciada en segunda instancia, el pasado dos de marzo de dos
mil nueve, en el toca penal 198/2008, que modificó el fallo condenatorio dictado
por la C. Juez Quinto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito
Federal en la causa 25/2006 instruida en mi contra, y que me condenó
injustamente a sesenta años de cárcel por delitos que nunca cometí.

De las ejecutoras reclamo los actos de cumplimiento de la sentencia.

3.tercero perjudicado: No existe.

4.Garantías que se estiman violadas: El acto reclamado conculca en mi


agravio las garantías constitucionales consagradas en los artículos 14 de
debido proceso, 16 de legalidad, 17 de acceso a una justicia imparcial, 20 de
defensa adecuada, 21 que establece los principios de actuación de las
instituciones policiales y 22 de prohibición de tormentos. Asimismo, el acto
reclamado desatiende el principio de supremacía constitucional plasmado en el
artículo 133 constitucional al vulnerar derechos sustantivos y garantías
procesales establecidas en Convenciones y Tratados Internacionales con
rango de Ley Suprema de la Unión, como son, entre otros, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) y la Convención de
Viena sobre Relaciones Consulares.

Por cuestión de orden y método, presento en primer término:


Cronología esencial de antecedentes y hechos relevantes vinculados a mi
detención, arraigo y luego al proceso penal federal 25/2006

1. El ocho de diciembre de dos mil cinco, aproximadamente a las diez horas con
treinta minutos (10:30 am), fui detenida arbitrariamente en la carretera federal
México-Cuernavaca por agentes de la policía federal de investigación,
incomunicada por espacio de veinte horas y luego traslada al rancho “Las
Chinitas” en la madrugada del nueve de diciembre.

1. Ese nueve de diciembre hacia a las seis horas con cuarenta y siete minutos
(6.47 am), sin haber sido puesta a disposición del ministerio público, fui
fotografiada y filmada, contra mi voluntad, por los medios de comunicación en
lo que se hizo aparentar una liberación en directo de personas secuestradas en
el rancho, ubicado en Topilejo, Distrito Federal. La noticia y las imágenes que
ahí se exhibieron fueron ampliamente difundidas en los principales noticiarios
de la televisión, matutinos y en demás horarios.

1. Finalmente, ese día, a las diez horas con dieciséis minutos (10:16 am), fui
puesta a disposición del Ministerio Público adscrito a la Subprocuraduría
Especializada de Investigación en Delincuencia Organizada (SIEDO). En el
acuerdo de puesta a disposición, la autoridad ministerial omitió ordenar la
notificación inmediata de mi detención al Consulado General de Francia por mi
condición de ciudadana francesa.

1. Ese mismo día, a las quince horas con diez minutos (03:15 pm), sin haber sido
enterada del derecho a la información sobre asistencia consular, rendí mi
declaración ministerial.

1. El diez de diciembre de dos mil cinco a las doce horas con diez minutos (12:10
pm), la autoridad ministerial se comunicó vía telefónica a la representación
diplomática de Francia. A las quince horas con cuarenta y cinco minutos (03:45
pm), recibí la visita del Cónsul General de la República Francesa en México.
1. Ese mismo día, la autoridad judicial decretó mi arraigo por noventa días.

1. El dieciséis de diciembre de dos mil cinco, el periódico “La Crónica” publicó un


encabezado con el título: “La secuestradora francesa iba por 7 clientes VIP del
Fiesta Americana,” una nota sin vinculación con el expediente.

1. El diecinueve de diciembre de dos mil cinco designé defensor al abogado


Jorge Armando Ochoa Orantes, quien logró ingresar al centro de arraigos el
veintiocho de diciembre sin poder acceder al expediente de averiguación.

1. El cinco de febrero de dos mil seis, en el programa “Punto de Partida”,


conducido por la periodista Denise Maerker, el Director General de la Agencia
Federal de Investigación, reconoció que las escenas televisadas de mi
supuesta detención no habían sido “en vivo” y que en la detención real no hubo
presencia de medios de comunicación.

1. El diez de febrero de ese mismo año, el Procurador General de la República, el


Subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada y el
Director General de la Agencia Federal de Investigación ofrecieron una
conferencia de prensa y confirmaron que las escenas de televisión no fueron
un operativo “en vivo”; en tal ocasión, los servidores públicos no pudieron
precisar una fecha de detención y explicaron el operativo televisado como
respuesta a una petición de los medios.

1. Ese mismo día, dos testigos que originalmente no me reconocieron, ingresaron


a la sede de la Subprocuraduría Especializada de Investigación en
Delincuencia Organizada y se entrevistaron varias horas con servidores
públicos; en el expediente no consta declaración ni actuación correspondiente
a su visita.

1. El trece de febrero de dos mil seis, la Dirección General de Supervisión e


Inspección Interna para la Agencia Federal de Investigación de la Visitaduría
General de la Procuraduría General de la República abrió el expediente
DII/113/DF/06 para investigar “las conductas indebidas en que incurra el
personal policial o administrativo de la Agencia” en relación con la escenas
televisadas de mi supuesta detención.

1. El catorce y quince de febrero de dos mil seis, en la ciudad de San Diego,


California, en los Estados Unidos de América, en las oficinas de
subagregaduría de la Procuraduría General de la República, dos testigos,
Cristina Ríos Valladares y su hijo menor Christian Hilario Ramírez Ríos,
rindieron declaración en la que cambiaron sus versiones y, ante una fotografía
mía y un registro de mi voz, manifestaron reconocerme.

1. El veintiuno de febrero de dos mil seis, firmé un escrito en el que reclamé no


estar enterada de quienes deponían en mi contra y el hecho de que mi
abogado no había podido siquiera consultar la indagatoria. Mi defensor pudo
protestar el cargo el veintisiete de febrero de dos mil seis.

1. El tres de marzo de dos mil seis, el Ministerio Público de la Federación ejercitó


acción penal en mi contra por los delitos de privación ilegal de libertad en la
modalidad de secuestro, delincuencia organizada y portación de arma y
cartuchos exclusivos del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.

1. El tres de marzo de dos mil seis, se abrió la causa 25/2006 ante el Juzgado
Quinto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal y el
once de ese mismo mes se dictó auto de prisión en mi contra.

1. El dos de marzo de dos mil siete, la Agencia Federal de Investigación por


conducto de su Dirección General Adjunta de Asuntos Jurídicos reconoció ante
la Comisión Nacional de Derechos Humanos y a instancia del reportero Pablo
Reinah, a quien tocó transmitir las escenas televisadas del nueve de diciembre
de dos mil cinco, que el “operativo desarrollado por elementos de la Agencia
Federal de Investigación no se precisó que la detención de las personas
ocurrió antes de su llegada y por lo tanto no se le proporcionó información
completa, objetiva y veraz.”

1. El veinticinco de abril de dos mil ocho, fui condenada a noventa y seis años de
cárcel.
1. El dos de marzo de dos mil nueve, el tribunal de apelación, Primer Tribunal
Unitario en Materia Penal del Primer Circuito modificó la sentencia y redujo la
pena a sesenta años, al tenerme responsable de los delitos de secuestro (3),
portación de arma de uso exclusivo y delincuencia organizada.

1. El trece de mayo de dos mil nueve, la policía federal presentó a los medios de
comunicación un nuevo video en el que aparece una persona que dijo llamarse
David Orozco, ser secuestrador y haberme conocido como cómplice; el video
es ampliamente difundido.

1. El tres de junio de dos mil diez, se da a conocer el contenido de la declaración


judicial del mismo David Orozco quien declara ante la autoridad judicial no
conocerme y haber sido torturado para incriminarme.

1. Acumulo 1726 días de injusta cárcel. He sido condenada por efecto de un


montaje televisivo y de la manipulación de mala fe de testimonios que han
mudado al compás de las necesidades publicitarias de la acusación. La
realidad de un proceso paralelo de orden mediático y la manipulación que éste
ha exigido, han anulado el debido proceso y el principio de inocencia y me han
privado de una oportunidad efectiva de defensa.

1. SOY INOCENTE[1].

CONCEPTOS DE VIOLACIÓN

1. VIOLACION A LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DE ACTUACIÓN


POLICIAL PREVISTOS EN EL CUARTO PÁRRAFO DEL ARTÍCULO 21
CONSTITUCIONAL Y A LAS GARANTÍAS DE ACCESO A LA JUSTICIA Y
EQUILIBRIO PROCESAL POR IGNORAR PRUEBAS QUE ACREDITAN UN
EVIDENTE ACTUAR ILÍCITO DE LA PARTE ACUSADORA.

“El solo hecho de carecer en lo sucesivo de réplica, ha dado a lo falso una


cualidad nueva. Es a la vez lo verdadero que ha dejado de existir casi por
todas partes o, en el mejor de los casos, se ha visto reducido al estado de una
hipótesis que nunca puede ser demostrada. La falsedad sin réplica ha
acabado por hacer desaparecer la opinión pública, que primero se
encontró incapaz de hacerse oír y después, muy rápidamente, incapaz
siquiera de formarse. Esto entraña, evidentemente, importantes
consecuencias en la política, las ciencias aplicadas, la justicia...” Guy
Debord , La sociedad del espectáculo, 1967.

Florence Marie Louise Cassez Crepin, quejosa, no gocé en la averiguación


previa, ni en el proceso penal 25/2006 instruido en mi contra, ni en la alzada,
de las garantías de un debido proceso y de un juicio justo e imparcial.

La acusación en mi contra rompió el principio de la buena fe ministerial.

Es gravísimo que la autoridad encargada de descubrir la verdad, produzca,


construya y difunda una mentira. Y eso fue precisamente lo que sucedió con la
actuación que empezó en el montaje y culminó en el proceso que hoy me
condena a sesenta años de cárcel.

El artículo 21 constitucional consagra los principios que rigen la actuación


policial, a saber: legalidad, eficiencia, profesionalismo y honradez. Esos
principios son una garantía pues aseguran al gobernado el desempeño legal y
apegado a la verdad de los cuerpos de seguridad pública. Ahora bien, en mi
caso, la policía abandonó esos principios y, en su lugar, urdió la escenificación
de un falso operativo.

En mi detención, la policía despreció la buena fe y abandonó toda fidelidad a la


verdad. La mentira y su encubrimiento recorren el expediente y los vicios que
de ahí devienen, han torcido el proceso de averiguación de la verdad histórica.

El nueve de diciembre de dos mil cinco, las noticieros de las dos televisoras
nacionales, Televisa y TV Azteca, difundieron unas imágenes que mostraban lo
que parecía ser la entrada “en vivo y en directo” de fuerzas especiales de
policía federal a una casa de seguridad en cuyo interior se encontraban
supuestamente tres víctimas y sus captores.
Y sí, ahí estaba yo, Florence Marie Louise Cassez Crepin, puesta ahí contra mi
voluntad por la Agencia Federal de Investigación, la AFI.

Las imágenes fueron ampliamente difundidas. Los videos que contienen esas
imágenes, especialmente el que muestra el operativo reporteado por Pablo
Reinah para el programa matutino “Primero Noticias” y que empezó a rodar a
las seis horas con cuarenta y siete minutos, son piezas del expediente[2].

La presente demanda de garantías hace obligada la vista y análisis de ese


video como primera pieza de estudio, para luego proceder a su contraste con
las testimoniales y demás piezas escritas del expediente.

Como es bien sabido, las imágenes -impactantes por cierto- que contiene ese
video, no son genuinas. La autoridad pretendió minimizarlas como una simple
recreación. Mi defensa, en cambio, ha argüido la existencia de un montaje.

Como sea, existe admisión expresa de la Procuraduría General de la


República de que dichas imágenes no corresponden a un operativo “en vivo y
en directo”. De la retractación existe también un video correspondiente a una
conferencia de prensa dada el diez de febrero de dos mil seis por el Procurador
General y otros servidores públicos. Todo ese material integra el elenco
documental de la causa.[3]

Adicionalmente, la revelación de que dicho operativo no era en vivo ni en


directo, obligó a la autoridad a abrir un expediente de inspección interna por
parte del Visitador General, expediente DII/113/DF/06.

La admisión del simulacro generó casi inmediatamente nuevas


comparecencias ministeriales de dos testigos, la señora Cristina Ríos
Valladares y su hijo Christian Hilario Ramírez Ríos, pretendidas víctimas, en las
que ambos, madre e hijo, modificaron sustancialmente su primera versión de
los hechos.
Efectivamente, primero ante las cámaras de televisión, a cuadro, el nueve de
diciembre, a las siete horas con once minutos, la señora Cristina Ríos
Valladares manifestó con claridad y sin titubeos, que no le era posible
reconocer a sus captores, que siempre los vio encapuchados, que fingían su
voz y que no podría reconocer ni su rostro ni su voz. Unas horas más tarde,
bajo protesta de decir verdad y ante el agente del ministerio público federal
reiteró que no podía reconocer ni el rostro ni la voz de Florence Cassez.

La variación de su testimonio ocurrió dos meses más tarde de su dicho


primero, justo después de que la opinión pública conoció la existencia del
montaje y tan luego como las autoridades se vieron obligadas a ofrecer una
explicación.

La mudanza de su testimonio no puede entenderse más allá de una reacción a


la revelación del escándalo mediático. La testigo, Cristina Ríos Valladares
empezó a modificar el sentido de su dicho -y digo empezó- porque su
testimonio no dejara entonces de mudar. Así lo hizo en todas sus
ampliaciones, agregando e incluso contradiciendo el sentido de su primer
dicho.

Los vídeos, especialmente el supuesto reportaje en vivo, son piezas esenciales


y deben ser estudiados por la autoridad judicial con extremo detenimiento.

Ciertamente, el video no es una prueba que me incrimine. Empero, me causa


agravio que el tribunal unitario responsable lo ignore como una prueba sin
eficacia.

La tiene y mucha para demostrar la mala fe y la ilegal actuación de la


autoridad, primero de los agentes de la entonces Agencia Federal de
Investigaciones y luego del ministerio público. El desarrollo de la averiguación
previa, especialmente la evolución de los testimonios de las testigos, debe
valorarse a partir de esa prueba y de las consecuencias que acarreó el
escándalo, una vez sabido que las imágenes no eran reales. Las
inconsistencias del expediente y la alteración de la realidad se explican a partir
del examen de esas imágenes.
Las contradicciones e inconsistencias son legión. La primera pieza que
contradice abiertamente el video, es el parte informativo de puesta a
disposición de la policía investigadora federal, suscrito por los agentes
aprehensores ese nueve de diciembre de dos mil cinco. En ese oficio, quedó
muy claro que yo, Florence Cassez, no fui detenida en el interior de una casa
de seguridad, mucho menos junto a personas secuestradas.

El video pretendía construir una flagrancia que, a primera vista, parecería


difícil, por no decir imposible, de contradecir y destruir.

Una imagen me muestra en el interior de una casa de seguridad. Es decir, ese


video buscaba otorgarle al hecho un carácter irrefutable: Florence estaba ahí y
al lado de personas secuestradas, apenas liberadas. ¿Qué se puede, qué
prueba, qué argumento valen contra el poder de esa imagen?

Otro dato es de enorme peso para cuestionar la buena fe de la acusación y la


credibilidad de las actuaciones policiales y luego de ministerio público. En las
primeras imágenes, aparece en el interior de la casa de seguridad un mando
de la Agencia Federal de Investigación que sostiene la puerta para facilitar la
irrupción de las fuerzas federales. Me explico, adentro y apostados viendo una
televisión, agentes federales dirigían la escena, en espera de la llegada de sus
compañeros.

Adentro de la construcción, el coacusado Israel Vallarta Cisneros, yace en el


suelo, esposado y golpeado. Empero, se suponía que en ese momento ocurría
su detención. Más adelante, en otra escena, el mismo alto mando se ufana
ante las cámaras al doblegar e infligir dolor al detenido.

Las testigos, con los rostros borrados por efecto de la tecnología televisiva,
conceden con percibida calma entrevistas a los reporteros de las televisoras.
Horas más tarde, en sus declaraciones ministeriales, todos ellos eluden
cualquier mención al episodio mediático y omiten cualquier detalle sobre su
anuencia e intervención en el montaje. Abiertamente, faltaron a la verdad al
decir que apenas rescatados, fueron trasladados a las oficinas del ministerio
público (SIEDO).

Los testigos participaron en un reportaje que a la postre resultó falso. Eso


técnicamente los convierte en actores de la escenificación y en cómplices,
voluntarios o involuntarios, de la irrealidad urdida por la policía federal.

El video buscaba dibujar un cuadro de contundencia. Tan es así que fue


filmado, antes que los detenidos fuéramos puestos a disposición de la
autoridad ministerial. De hecho, todos, presuntas víctimas y presuntos
responsables, fuimos retenidos para juntos aparecer en televisión.

En lugar de ser puesta, sin demora, a disposición ante el ministerio público, fui
puesta, a la fuerza, en el rodaje de un simulacro policial cuya finalidad era
incriminarme. Las escenas delatan además que la policía permitió a los
periodistas interrogarme en absoluto olvido de mis derechos fundamentales.

El video es pues pieza clave para apreciar la conducta de la parte acusadora,


su desprecio a los derechos humanos y su desapego a la verdad, y sobre todo
para valorar la credibilidad de los testimonios que ahora me incriminan.

El video pesa en contra de la parte acusadora. No obstante, la autoridad


responsable eludió alcanzar las conclusiones a las que ineluctablemente
conducen semejantes irregularidades y optó por ignorar la dimensión
probatoria de lo que muestran y significan esas imágenes.

Para constancia, transcribo el razonamiento medular:

“No mereció valor probatorio, la diligencia del ocho de mayo de dos mil seis
(hojas 378 a 387, tomo IX), que consistió en observar el contenido de los
videos formato VHS que contienen copa del Noticiero “Primero Noticias” de
fechas dos y nueve de diciembre de dos mil cinco, así como los videos que
fueron remitidos por el Director General de Supervisión e Inspección Interna
para la Agencia Federal de Investigación de la Visitaduría General…; como
tampoco merecen valor probatorio las citadas videograbaciones, ni el disco
compacto agregado en el tomo VII, ofrecidos como prueba de los defensores
particulares de los procesados Florence Marie Louise Cassez Crepin…, datos
contenidos en esa diligencia que no tienen valor probatorio en virtud de
que en primer término y como se desprende de esas videograbaciones
relativas a lo que en ese momentos se registró en los videos de nueve de
diciembre de dos mil cinco, se trata de una recreación, es decir, no son
sucesos reales, sino actuados…

“… igualmente no se concede valor probatorio a lo depuesto a las imágenes


que aparecen en los …videos, por reflejar datos incorrectos sobre lo sucedido,
pues en tales videos se ven las armas y cartuchos, que no fueron localizados
en el lugar y forma en que se observan en dichas videograbaciones, como
tampoco estaba presente en el interior del inmueble citado rancho la
sentenciada, como se ve en los videos de los noticieros inspeccionados en la
diligencia, lo que denota que la denominada escena de los sucesos
delictivos fue alterada, pues incluso cuando los reporteros ingresaron al
lugar en que se encontraban las víctima, en su interior se observaron
elementos de la policía, lo que mayormente indicativo de que los hechos no
ocurrieron al momento en que se tomaron las imágenes apreciadas durante la
diligencia judicial, de modo que al no ser fidedigna la información aportada
mediante las imágenes grabadas en esos videos, las mismas no merecen
credibilidad ni valor de prueba, favorables a la sentenciada.

“…por las razones antes apuntadas, no se otorga valor probatorio a los


videos…, en esa diligencia judicial,… bajo los siguientes títulos:

“1-Video… con el título “RECOPILACIÓN DE NOTAS EN TORNO AL


RESCATE DE TRES PERSONAS Y LA CAPTURA DE DOS PRESUNTOS
SECUESTRADORES POR ELEMENTOS DE LA AFI, EN UNA PROPIEDAD
UBICADA EN LA CARR. MÉXICO-CUERNAVACA” de nueve de diciembre del
dos mil cinco.

2-Video con el título “ENTREVISTA EL DIRECTOR GENERAL DE LA AFI,


GENARO GARCÍA LUNA Y AL TITULAR DE LA UNIDAD ESPECIAL EN
INVESTIGACIÓN CONTRA EL SECUESTRO, JORGE ROSAS” de cinco de
febrero de dos mil seis.

…5- Video enviado por la empresa Televisa, con el título “CONFERENCIA’…


sobre la conferencia ofrecido por José Luis Santiago Vasconcelos,
Subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, así
como por Genaro García Luna, Titular de la Agencia Federal de Investigación
de la Procuraduría General de la República,…, video del que se advierte que
la detención de los acusados no fue en vivo, sino una recreación….[4]”
Las imágenes de video no pueden ser desvaloradas como lo hizo la autoridad
responsable. El razonamiento resulta paradójico. Esto es, el tribunal reconoció
que: 1. Las imágenes son sucesos actuados; 2. Que la escena fue alterada;
y 3. Que la información no es fidedigna. El tribunal percibe la alteración de la
realidad pero omite extraer las consecuencias de sus hallazgos. En ese
sentido, su omisión genera una violación a las garantías de acceso a una
justicia imparcial y de equilibrio entre las partes procesales[5].

El tribunal responsable falló en su escrutinio judicial. Su apreciación es


parcialmente correcta cuando apunta que hubo alteración. Y, en efecto, la
hubo, sin embargo, su razonamiento no cuestionó quién actuó las escenas,
quién alteró la realidad o quien generó esa información no fidedigna.

El razonamiento entraña falta de equidad. El video –dijo el tribunal


responsable- lejos de ser prueba que acerca a la verdad, refleja algo no real.
Cierto, pero se trata de un instrumento de irrealidad construido por la policía
federal investigadora. Tal parece que el tribunal responsable prefirió no ver ni
oír la conducta indebida de la policía. Una policía federal por lo demás que se
encuentra constitucionalmente subordinada al ministerio público.

El video ciertamente no es una prueba de incriminación. Sin embargo, del


mismo modo que la declaración bajo tortura o coacción sólo genera prueba
contra quien genera la violencia; el video, que también es una forma de
violencia, debe ser visto como una prueba que opera en contra de una parte
acusadora, cuya policía actuó una falsedad. No hacerlo, rompe la garantía de
una justicia equitativa e imparcial. Si la tortura opera en contra del torturador,
de la misma manera, la simulación o falsificación debe operar en contra del
simulador o falsario.

Es ineludible ver que la actuación de la entonces Agencia Federal de


Investigación actualiza una irregularidad grave y una violación a los principios
de legalidad, eficiencia, profesionalismo y honradez que rigen
constitucionalmente su actuación.
La sentencia calificó las imágenes como una recreación. Tal percepción es
equivocada. Las escenas no son una recreación de hechos. Es imposible
recrear lo que nunca existió. Tan no lo son, que la autoridad responsable
reconoce: 1. Que la escena de la casa de seguridad fue alterada, 2. Que ya
había policías adentro cuando los reporteros y otros agentes entran a la casa
de seguridad, 3. Que las armas y los cartuchos no estaban ahí.

La autoridad investigadora preparó y actuó un montaje, esto es: Lo que sólo


aparentemente corresponde a la verdad[6].”

El tribunal responsable eludió las conclusiones a que obliga una efectiva tutela
judicial. Primero, que no se trató de una recreación sino de un montaje y,
segundo, que su autoría corresponde a la autoridad y es un acto indebido que
mancilla toda la investigación.

El artículo 24 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República


dispone que, en la investigación de los delitos, las policías actuaran bajo la
conducción y mando del ministerio público de la Federación en términos del
artículo 21 constitucional y conforme a los protocolos de actuación.

Pues bien, no es legal, ni eficiente, ni profesional, ni honrado que la policía


haya escenificado un simulacro. No es legal ni profesional pues no existen
norma ni protocolo que autoricen a la policía a simular un operativo y
presentarlo como real[7]. Ese proceder sí tiene impacto procesal y reclama una
valoración judicial distinta.

No es honrado presentar algo actuado como real; la escenificación es una


infidelidad a la verdad. Al conocerse la noticia, la respuesta oficial fue minimizar
el incidente. Mientras los medios calificaron el hecho de montaje o farsa, la
autoridad se guardó de calificar las escenas como una simple “toma televisiva.”

Como sea, el linchamiento mediático me despojó de toda réplica y canceló la


posibilidad de debate. Fui tachada culpable en el tribunal de la opinión pública
al momento mismo de ser exhibida ante los medios. Empero, el escándalo
mediático no puede prevalecer sobre la razón jurídica. No soy secuestradora ni
he pertenecido a banda criminal.

Reclamo así que el tribunal responsable haya fragmentado el cúmulo


probatorio y no haya advertido en el montaje actuado por la Agencia Federal
de Investigación un hecho relevante al descubrimiento de una verdad que se
buscó torcer.

El fin no justifica los medios. Ignorar esta ilegalidad entrañaría justificar un


hecho de la mayor gravedad. El montaje y los abusos pervirtieron el sentido de
realidad y su existencia acusa desprecio a los derechos humanos y a las
garantías que legitiman el proceso penal.

Al retenerme y exponerme a los medios, los agentes de la Agencia Federal de


Investigación actuaron en forma ilegal, no profesional y deshonrada. El montaje
y luego los efectos de su relevación hacen prueba contra la acusación. Restar
eficacia a los videos, vulneró los principios de equidad y equilibrio procesal.
Más grave, fue ignorar las inconsistencias del expediente. El tribunal
responsable claudicó en la tutela jurisdiccional.

Al concluir este concepto, me permito reproducir el voto del doctor Sergio


García Ramírez, juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos[8]:

“… La ausencia o el desconocimiento de esos derechos destruyen el


debido proceso y no pueden ser subsanados con la pretensión de acreditar
que a pesar de no existir garantías de enjuiciamiento debido ha sido justa la
sentencia que dicta el tribunal al cabo de un procedimiento penal
irregular. Considerar que es suficiente con lograr un resultado supuestamente
justo,… y la licitud del resultado depura la ilicitud del procedimiento. Hoy día se
ha invertido la fórmula: <<la legitimidad de los medios justifica el fin
alcanzado>>; en otros términos, sólo es posible arribar a una sentencia
justa, que acredite la justicia de una sociedad democrática, cuando han sido
lícitos los medios (procesales) utilizados para dictarla.

A decir verdad, el montaje y su posterior revelación son el eje neurálgico -el


punto de inflexión- que explica la evolución de los testimonios que condujeron
a mi incriminación. La ceguera judicial frente a los videos, me agravia.
2. VIOLACION POR INOBSERVANCIA DEL ARTICULO 289 DEL CODIGO
PROCESAL, DE LA JURISPRUDENCIA Y DEL PRINCIPIO DE INMEDIATEZ,
QUE GOBIERNAN LA RECTA APRECIACION DE LA PRUEBA
TESTIMONIAL.

“No dirás falso testimonio contra tu prójimo”

Deuteronomio. 5:20

Los testigos que me incriminan, faltaron a la verdad. Bien vistas, sus


declaraciones arrojan numerosas contradicciones que desmeritan su
credibilidad. Más aún, la mudanza de sus dichos se explica y está ligada a la
falsedad más flagrante del expediente, a saber el montaje.

Acaso, convenga empezar por decir que las primeras declaraciones de los tres
testigos que me incriminan, no se verificaron ante el agente ministerial, sino
ante los micrófonos y las cámaras de la televisión.

Luego, sus ampliaciones no son el resultado de una recuperación de memoria


o de un sosiego hallado tras un hecho traumático. El tribunal responsable no
sometió a una crítica razonable la credibilidad de esos testimonios acusatorios.

Y, en efecto, la valoración de los testigos debió haber empezado por el enlace


obligado con la escenificación del rescate y luego la revelación escandalosa
que supuso. En ese sentido, el tribunal responsable debió haber pesado el
contexto y el impulso motivador de los testigos[9]. No lo hizo.

En el caso de la testimonial, además del sano juicio y la conciencia del juez,


existen reglas y jurisprudencia que norman la valoración o que, incluso, la
imponen. En la observancia de estas reglas, descansa la legitimidad del
proceso.
El artículo 289 del código adjetivo establece reglas de apreciación de la prueba
testimonial, y que son: 1. la apreciación directa del hecho, 2. la claridad y
precisión de las circunstancias esenciales, 3. la espontaneidad e
independencia y 4. La libertad del testigo (que no haya sido sobornado,
engañado, etc.).

En su jurisprudencia, la Suprema Corte ha negado validez al dicho del testigo


que no conoció de los hechos con sus propios sentidos[10].

El criterio imperante concede mayor validez a los testimonios cuyo contenido


sea verosímil y no contradictorio consigo mismo o con el resto del caudal
probatorio.

La inmediatez procesal es también una regla fundamental de apreciación


testimonial. El testimonio más cercano en tiempo al hecho pesa más que el
más lejano. Las primeras declaraciones prevalecen y se consideran más
espontáneas[11].

La Suprema Corte también ha sostenido que solo tendrá valor probatorio el


testimonio imparcial, libre de inducción o aleccionamiento.

Empero, en el caso concreto, el tribunal responsable desatendió las reglas de


apreciación previstas en el código adjetivo y en la jurisprudencia y, a
contracorriente de los principios de congruencia, equilibrio e inmediatez
procesal, se inclinó por dar eficacia a las testimoniales de Cristina Hilda Ríos
Valladares, Christian Hilario Ramírez Ríos y Ezequiel Yadir Elizalde Flores.

Christian Hilario Ramírez Ríos

Las contradicciones y la inducción sobre el testigo, son más evidentes en el


caso del menor Christian Hilario Ramírez Ríos.
En su primera declaración, rendida horas después de la escenificación
mediática, a las doce horas del nueve de diciembre, destacan dos cosas. La
primera, es su dicho en el sentido de que nunca vio a ninguno de sus captores,
toda vez que siempre estuvo cubierto por cobijas o vendado de los ojos, hecho
que ratificó en su ampliación el siete de junio del dos mil seis.

(…) Que diga el testigo si durante el tiempo que duró su secuestro recuerda
haber visto al señor que describe asegura vio un día antes de su secuestro.
RESPUESTA.- No lo vi porque no los podía ver (…)

La segunda, el menor fue prolijo en la descripción de las voces que escuchó


durante su cautiverio. No obstante afirmar que sus captores fingían la voz,
Christian pudo distinguir algunas, y en su declaración ministerial identificó siete
voces masculinas.

(…) eran varias personas quienes nos cuidaban, aclarando que en algunas
ocasiones fingían la voz… al parecer llegaban a la casa siete personas, las
cuales identificaba como ANGEL (1)… su voz era ronca, MARGARITO (2)…
su voz era como el personaje que sale en televisión, a OTRO lo identificaba…
como mi primo (3)… tiene la voz no muy ronca, a OTRO SUJETO… me decía
“Mi Rey” (4), OTRO lo identificaba por que en una ocasión le trajo a mi mamá
una rosa (5)… a otro como MIGUEL (6)… sujeto que hacía la voz fingida…
decía que le dijeramos Gabriel, también la voz de otra persona que llegaba
diario en los primeros días… a esta persona le decían HILARIO quien yo
considero que es el jefe (7…)

En su declaración ministerial, habiendo mencionado siete voces distintas de


tono masculino, el menor no identificó ninguna voz de mujer.

Al final de su narración, al tenerme a la vista y escuchar mi voz, el menor


afirmó:

(…) se le pone a la vista a través del cristal a Florence Marie Louise Cassez
Crepin … se les solicitó manifestarán en voz alta sus generales, actividades
laborales, nombres de sus hijos y sus edades, por lo que después de haberlos
visto y escuchado con detenimiento el menor, manifestó que… la persona de
nombre Florence Marie Louise Cassez Crepin no la reconozco físicamente ni
por la voz (…)

La primera declaración de Christian Hilario Ramírez Ríos, seis horas después


de la escenificación, fue consistente. Declaró no haber visto a nadie, escuchó
siete voces masculinas y de manera espontánea dijo no reconocer mi voz.

Christian volvió a declarar dos meses después, el catorce de febrero del dos
mil seis. Esta vez lo hizo en la subagregaduría de la Procuraduría General de
la República en San Diego, California, en los Estados Unidos de América.

Conviene apuntar que para entonces ya se había revelado que las escenas
televisadas de mi detención habían generado un duro cuestionamiento a la
Procuraduría y en especial a la Agencia Federal de Investigación.

Esa revelación se dio a conocer públicamente el cinco de febrero de dos mil


seis cuando el titular de la Agencia Federal de Investigaciones y el fiscal
antisecuestros, asistieron al programa “Punto de Partida” de la conductora
Denise Maerker y en cuya emisión reticentemente tuvieron que reconocer que
en la “detención real” no hubo prensa.

Ese programa cerró con una llamada mía al estudio, dónde se produjo un
“careo mediático”, en el que cuestioné y desmentí a los dos servidores
públicos:

Denise Maerker: Adelante, Florence. ¿Tiene algo que decir? Sí, sí fui detenida
el ocho de diciembre en la carretera, y me secuestraron en una camioneta, no
fui arraigada el nueve, eso es falso, perdóneme señor que está diciendo eso,
yo, a mi me detuvieron el ocho de diciembre a las once de la mañana, estaba
yo en un coche, me detuvieron y me pusieron adentro de una camioneta y me
guardaron adentro de esta camioneta todo el día del ocho, parte de la noche
del ocho, el nueve en la mañana, a las cinco de la mañana, me metieron a la
fuerza, y a la fuerza me pegaron y a la fuerza me metieron adentro de esta
cabañita adentro del rancho. Pregunta DM: ¿dónde se ven las imágenes?
Exactamente. DM: pues agradezco Florence Cassez que hable desde el lugar
que se encuentra arraigada…

Cinco días después, el diez de febrero de dos mil cinco, la Procuraduría


General de la República tuvo que convocar una conferencia de prensa para
explicar el hecho, aunque nunca reconoció la existencia de un montaje. Llamó
al incidente: una recreación a petición de los medios.

En el expediente, obra un dato que pasó desapercibido al tribunal responsable.


En la lista de control de ingresos de visitantes a la Subprocuraduría
Especializada de Investigación en Delincuencia Organizada (SIEDO)
correspondiente al diez de febrero de dos mil seis, aparecen varios registros de
entrada y salida de la señora Valladares Cristina Hilda, de su esposo o pareja
Raúl Ramírez Chávez y del menor Christian Hilario Ramírez Ríos.

El ingreso de Christian Ramírez aparece registrado a las once horas y


veintiocho minutos (11:28 am) y su salida a las dieciséis treinta y nueve
(16:39); la persona a que visitó fue el Lic. Noé Ramírez Mandujano, entonces
fiscal de la unidad especializada en delitos contra la salud de la SIEDO. El día
de esa visita no corresponde ninguna declaración o actuación en la
averiguación previa[12].

SUBPROCURADURIA DE INVESTIGACION ESPECIALIZADA EN


DELINCUENCIA ORGANIZADA

CONTROL DE INGRESO DE PERSONAL: _VISITANTE_

10-FEB-2006

Christian entró a la once veintiocho de la mañana y salió a las dieciséis horas


treinta y nueve minutos. Sus papás estuvieron en la mañana aproximadamente
una hora. Ese día no hay evidencia de una declaración, una diligencia, una fe
ministerial. Entonces: ¿Qué fueron a hacer, discutir, negociar? ¿Por qué
Christian estuvo cinco horas, qué hizo, qué le dijeron o pidieron, lo
aleccionaron?
Adicionalmente, Cristina y su pareja Raúl Ramírez registraron tres entradas
distintas ese mismo día. La primera de once de la mañana a las doce quince
aproximadamente, una segunda de las diecinueve horas con treinta y un
minutos hasta las veintiún horas con treinta y ocho minutos y una tercera de la
medianoche a las cero horas con treinta y cinco minutos.

Tres visitas en un día y ninguna diligencia ministerial, el dato convoca una


pregunta obligada: ¿Qué fueron a hacer? La segunda y tercera visitas son
nocturnas, fuera de horarios normales de atención al público, especialmente la
de la medianoche y registran encuentros con el licenciado Alejandro Fernández
Medrano, quien es el agente del Ministerio Público Federal que dictó el
acuerdo de inicio de la averiguación y visiblemente condujo la investigación.

En todo caso, lo cierto y objetivo es que cuatro días más tarde, Cristina Ríos
Valladares y su hijo Christian, estaban en San Diego, California. Y, ahí, en su
segunda declaración, Christian cambió el sentido de su declaración.

En su primera declaración, Christian había identificado diversas voces todas


masculinas, y dos meses después, según su nuevo dicho, ya sin tanto miedo,
amplió su declaración y, esencialmente, solo recordó una cosa:

(…) el día que me sacaron sangre de mi brazo izquierdo, la mano que sentí y
observé era muy delicada, suave y de piel blanca… observé que la mano era
de una mujer de piel blanca… le comenté a mi mamá que la persona que me
sacó la sangre había sido una mujer, ya que le vi las manos, mismas que eran
suaves y de piel blanca. Por otra parte, recuerdo que cuando me estaba
sacando la sangre escuche que la misma persona que me la sacó pronunció
unas palabras que eran las siguientes “aprieta el brazo” y en ese momento
escuche que esta persona lo pronunció como extranjera, con un acento raro y
no con el tono de mexicana (…)

De la misma manera, en el acta de la diligencia, se dio fe de un


“audio editado” por servicios periciales de la Procuraduría General de la
República, y después de escuchar ese “audio editado”, el menor manifestó:
(…) al tener a la vista un casete de audio, el cual fue editado por la
Coordinación de Servicios Periciales de la Institución, mismo que se pone a la
escucha del menor y una vez que lo escucho manifestó… reconozco la voz de
la persona que menciona llamarse Florence Marie Louise Cassez Crepin, como
la misma voz de la persona que me sacó sangre de mi brazo…

El mismo día de su liberación, después de haber identificado siete voces


masculinas, Christian Hilario Ramírez Ríos no reconoció mi voz, sin embargo,
dos meses y un escándalo más tarde, a partir de un audio editado, el menor
reconoció la voz de una mujer e introdujo en su narrativa unas manos
femeninas.

Sin embargo, en el cambio de versión surgió una contradicción evidente.

En su primera declaración, Christian Hilario afirmó categórico:

(…) Hilario me saca sangre de la vena de mi brazo izquierdo, me dijo que era
para hacerme unos análisis, ya que ellos tenían un doctor (…)

Christian identificó a un hombre Hilario como la persona que le sacó sangre.


Esa afirmación fue clara y sin titubeos y más tarde, interrogado por la defensa,
el siete de junio del dos mil seis, todavía dijo: su voz (Hilario) es inconfundible.

La voz de Hilario, a quien identificó primero como quien le saca sangre, le


resultó inconfundible. La contradicción salta cuando, sin explicación alguna,
manifestó:

(…) el día que me sacaron sangre de mi brazo izquierdo, la mano que sentí y
observe era muy delicada, suave y de piel blanca… observé que la mano era
de una mujer de piel blanca (…)
No obstante haberse ratificado la primera declaración del nueve de diciembre,
en la segunda declaración, Hilario se transformó en unas manos de mujer. La
evidentísima contradicción entre la primera y segunda declaración, no pasó
desapercibida y entonces ineludiblemente tuvo que explicarse en la tercera
ampliación judicial. Tal corrección que no fue pedida ni se aprecia espontánea,
menos aún en un menor de edad, es presumiblemente producto de
aleccionamiento y mala fe:

(…) que en la primera declaración dice que Vallarta me sacó la sangre, pero yo
solo dije que Vallarta fue el que dio la orden, entonces la señorita Florence
Cassez (sic) vi la mano, me dijo aprieta el puño, entonces me sonó raro porque
yo no conocía el acento francés hasta ese momento (…)

Así, después de tres declaraciones, los hechos se acomodaron para


introducirme en la narrativa e incriminarme.

Al final del interrogatorio judicial, Christian Hilario eludió dar cualquier detalle
sobre el montaje y sobre la intervención de la televisión. No obstante, es
indubitable que el menor estuvo presente en la escenificación pues él mismo
fue filmado al lado de su mamá. De esto, dieron cuenta las siguientes
preguntas:

34. Que diga el testigo si recuerda qué pasó en el lapso desde el momento que
los rescatan los elementos de la AFI hasta que rinde declaración:
RESPUESTA. No, sólo vi a mi familia, a mis tres tíos, mis tres hermanos y mi
papá en las instalaciones de la AFI. 35. Que diga el testigo si recuerda qué
ocurrió desde que los rescataron los elementos de la AFI hasta que sale de la
habitación donde estaba dormido. RESPUESTA. Nada, sólo me dijeron somos
de la policía, me sacaron y no recuerdo nada más.

Christian se acordó del detalle de mis manos blancas pero no recordó salir en
la televisión.

Cristina Hilda Ríos Valladares

Al igual que su hijo, Cristina Hilda Ríos Valladares declaró varias veces e
incurrió en múltiples contradicciones sobre circunstancias esenciales de los
hechos. Además, en su caso, es posible apreciar ostensiblemente el efecto vía
inducción o presión que la campaña mediática de la autoridad ejerció sobre sus
dichos.

En su primera declaración, rendida directamente ante las cámaras de televisión


en la escenificación de su liberación, a las siete horas con diez minutos del
nueve de diciembre de dos mil seis, Cristina Hilda Ríos Valladares
públicamente afirmó[13]:

(Reportero) cómo la trataban señora, que pasó en estos cuarenta y cinco días
en que estuvo Usted aquí (Señora) A mí me trataban bien y al niño, nos
daban de comer, estuvieron al pendiente de mis medicamentos, por que yo
padezco de un riñón mucho, por que yo padezco de las vías urinarias, siempre
estuvieron al pendiente, nos daban de comer lo que pedíamos… (Reportero)
en algún momento recibió Usted malos tratos (Señora) nunca, nunca, al
contrario, siempre estaban, o sea, me decían que quiere de comer, o el niño
nos lo daban…

En ese mismo momento, la testigo contestó sin titubeos, a las preguntas del
reportero:

(Reportero) hablábamos hace rato con un hombre y una mujer de origen


francés, Usted llegó a ubicar a alguno de ellos, cómo se presentaban a
Usted, también veíamos que tenían mascaras (Señora) siempre
encapuchados, nunca les vi la cara, y cuando nos llevaban, por ejemplo a
bañarnos, nos vendaban los ojos nada más

Por último, la señora Cristina públicamente afirmó:

(Reportero) no podría identificar a nadie? (Señora) a nadie, a nadie,


(Reportero) ni por su tono de voz? (Señora) no, porque, es que hacían
diferentes voces
Lo dicho por ella ante las cámaras de televisión, fue ratificado siete horas
después, a las catorce horas ante el Ministerio Público y bajo protesta de decir
verdad[14]:

(…) yo le preguntaba a mi hijo si le hacían algo o lo golpeaban, pero mi


hijo decía que nunca le hicieron nada, al igual que a mí, nunca fue objeto de
maltrato físico ni abuso sexual (…)

Asimismo, la testigo reiteró no poder reconocer a sus captores:

(…) la voz de mis diferentes cuidadores era más ronca y considero


que siempre la fingían, también quiero señalar que nunca vi a ninguno de
mis secuestradores (…)

De su primer testimonio, aparecería que Cristina Hilda Ríos, a diferencia de su


hijo Christian Hilario, no tenía la misma capacidad auditiva, ni la habilidad para
reconocer las voces. Así pareció, cuando manifestó:

(…) a mi esposo lo llevaron a otro lugar de la casa, esto lo sé porque


escuchaba su voz, como si estuviera contestando algunas preguntas que le
hacían; yo le pregunté a mi hijo que qué era lo que decían y él me dijo “Le
están pidiendo dinero a mi papá” (…)

En esa inicial declaración, rendida de manera espontánea y unas horas


después del pretendido rescate, la testigo afirmó:

(…) durante la presente diligencia tuve a la vista a las personas que ahora me
entero responden a los nombres de Israel Vallarta Cisneros y Marie Louise
Cassez Crepin y después de observarlos con detenimiento manifiesto que no
conozco a estas personas y es la primera vez que las veo… también las
escuche articular palabras y manifiesto que noconozco la voz de ellos (…)

Al igual que su hijo, la madre no me reconoció físicamente ni identificó mi voz.


Ahora bien, en su primera declaración, la testigo Cristina Hilda Ríos Valladares
faltó abiertamente a la verdad, cuando narró su rescate de la siguiente manera:

“… en esos momentos abrí los ojos y me percaté que efectivamente


la persona encapuchada tenía en su uniforme las siglas de AFI; enseguida
nos sacaron de la casa y nos subieron a una patrulla de la AFI y nos
trasladaron a estas oficinas…”

Cristina dijo haber sido liberada y enseguida subida a una patrulla y trasladada
a las oficinas de la procuraduría (SIEDO).

Sin embargo, esta narrativa se estrella contra la versión oficial. Cristina nada
dijo de la escenificación. Cristina Hilda eludió contar que luego de su
pretendido rescate, habría venido una “recreación.” Faltó a la verdad pues los
autos de la causa revelan que su salida no fue “enseguida”, no dijo que fue
entrevistada por la televisión, que habría permanecido en la casa y que ahí
habría vuelto a estar junto a sus pretendidos plagiarios. Nada dijo porque nada
de eso estaba previsto.

Tiempo después, cuando se supo que las escenas de televisión no eran reales,
el guión tuvo que ser modificado. Entonces, la autoridad enmendó sus
contradicciones de tal manera, para incluir la especie de que habría ocurrido un
primer rescate hacia las seis y media y que luego habría venido la
escenificación, recreación o montaje, como se quiera, a las seis cuarenta y
siete.

El nueve de diciembre, existía una narrativa, a saber: las víctimas fueron


liberadas y enseguida sacadas del lugar. Al descubrirse que las escenas
televisadas eran actuadas, y al ampliar los agentes aprehensores su narrativa,
devino posible descubrir que Cristina faltó a la verdad y encubrió la parte
televisiva. En ese momento, había una primera versión. El testimonio indica
que Cristina mintió puesto que meses después la versión se tuvo que
modificar. La historia entonces se desenvuelve de manera distinta, Cristina y
los demás permanecieron en la casa de seguridad y por ende participaron en
la escenificación.
Su primera declaración exhibe la liga entre lo visto en la televisión y lo
asentado en las actuaciones. Ese día, nueve de diciembre, aún no se
descubría el montaje ni se anticipaba el escándalo por su revelación. En ese
preciso momento, lo visto en televisión se pretendía presentar como el rescate
en vivo, y por eso su dicho de que apenas rescatada fue trasladada, cuadraba
con la versión escenificada.

Contradicciones entre Cristina Ríos Valladares y los policías


aprehensores. Los tiempos que se desprenden de los videos y las
ampliaciones de los agentes aprehensores en el expediente de inspección
interna entran en contradicción con el dicho de Cristina Ríos Valladares de que
habría sido “rescatada”, subida a una patrulla y enseguida trasladada a las
oficinas de la SIEDO.

Según los datos del expediente de inspección interna, iniciado con motivo del
escándalo, Cristina habría sido “rescatada” a las seis y media de la mañana, y
a las seis horas con cuarenta y siete minutos estaría adentro de la casa de
seguridad; habría permanecido ahí como hasta las siete horas con quince
minutos, lapso durante el cual participó activamente en la escenificación, pues
accedió a ser filmada y a dar entrevistas a los reporteros.

Repito, Cristina Ríos devino un actor o participante del montaje. De nuevo, el


video del “rescate” pesa en contra de su versión y pone en tela de duda su
credibilidad. Apunta a que la testigo es de algún modo cómplice de la
simulación urdida por la policía federal. La contradicción es grave y no fue
ponderada por el tribunal responsable.

En todo caso, las versiones se contradicen en el cruce razonado de la


información. En este sentido, otro dato de importancia debe subrayarse.
Cristina Hilda narró que un policía encapuchado y uniformado la liberó. Esa era
la versión del rescate “en vivo”, tal y como muestra la escena que aparece
abajo:
Escena 9/12/05 a las 06:52 am que se pretendió en vivo

Cintillo: “Carretera Federal a Cuernavaca: AFI rescata a 3 secuestrados”

Un agente de fuerzas especiales, uniformado con siglas de AFI,

casco y encapuchado, atiende a Cristina y su hijo.

Inmediatamente después dos policías uniformados colocan una frazada sobre


Cristina y su hijo.

La imagen está deliberadamente fuera de foco y borrosa para proteger a las


personas

Sin embargo, en su declaración ministerial, la señora Cristina no identificó a los


agentes que venían de civil y conducían el operativo y que fueron los primeros
en entrar. Me refiero a Carlos Servín Castorena, José Luis Escalona, Germán
Ovidio Zavaleta Abad y José Aburto Pasos, quienes suscribieron el oficio de
puesta a disposición y manifestaron haber sido los primeros en entrar a la casa
junto con Israel Vallarta.

Concretamente, Carlos Servín Castorena expuso su versión del rescate:

“Nos dirigimos hacia el rancho y al llegar a la entrada al zaguán me bajé con el


señor Israel Vallarta quien dio su consentimiento y de manos abrió el zaguán, y
me indicó que del lado derecho al fondo estaban las personas… para esos
momentos ya estaba reguardado el exterior por personal de operaciones
especiales para esto ingresamos al rancho, al frente José Luis con Aburto,
quienes fueron los primeros que entraron y simultáneamente los de
operaciones especiales sin saber cuántos ingresaron al terreno para dar
seguridad y con el señor Israel Vallarta a mi lado y Florence Cassez con mi
compañero Germán, en el cuarto nos señaló Israel que se ubica al lado
derecho… ingresaron José Luis Escalona Aldama y José Aburto al cuarto
previamente abierto con llave por Israel Vallarta y son quienes encuentra
(sic) a un joven y una mujer con su niño procediendo a dar atención a las
víctimas… y yo a dejar a las personas aseguradas que sentamos a la entrada
del cuarto donde se ubica un sillón… Qué diga quienes entraron primero para
rescatar a las víctimas… RESPUESTA. Mis compañeros José Luis Escalona
y José Aburto únicamente, ellos fueron quienes las liberaron… Qué diga
el declarante como iba vestido en la fecha del operativo. RESPUESTA. Con
un pantalón de mezclilla de color azul y chamarra de color negro.
A su vez, el agente José Aburto Pazos, quien es identificado, junto con José
Luis Escalona, como el primero en entrar a la casa de seguridad, respondió a
las preguntas del ministerio público visitador, así:

Que diga el declarante el nombre de los servidores públicos que estuvieron al


mando del operativo de rescate: RESPUESTA. Los cuatro que firmamos la
puesta a disposición con la supervisión vía radio de nuestro subdirector Israel
Zaragoza…al momento de ingresar al cuarto donde estaban las victimas
ingresamos a Israel Vallarta y Florence Casses (sic) en la sección del cuarto
dividido… Que diga el declarante como iba vestido en la fecha del
operativo. RESPUESTA. Pantalón de mezclilla de color azul, chamarra de
color azul y mi arma de cargo.

Germán Ovidio Zavaleta Abad, agente federal, respondió:

Qué diga cómo iba vestido en la fecha del operativo. RESPUESTA.- de civil,
iba con ropa negra, pantalón de mezclilla negra y chamarra negra, utilice
chaleco con las insignias de la institución…

Pues bien, la declaración de Cristina se ajustó a la versión televisiva, en la que,


tal y como consta en la imagen, únicamente se ven agentes de fuerzas
especiales, con casco, armados con fusiles, encapuchados y uniformados, y no
agentes vestidos de civil, con pantalones de mezclilla y arma de cargo (pistola.)

Sin embargo, esa versión no cuadra con la historia que narraron los agentes
aprehensores ante el ministerio público visitador y quienes coincidieron haber
ido vestidos de civil y quienes dijeron haber liberado a Cristina y su hijo.

También pugna con la versión de Cristina el informe escrito del director Luis
Cárdenas Palomino a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que se
lee[15]:
“Que al llegar el grupo de operaciones especiales procedió a asegurar el
mismo, se entiende el perímetro del mismo, y que los agentes aprehensores
entran al domicilio por la puerta que es abierta por el C. Israel Vallarta
Cisneros.”

El informe confirmaría un dato. Los policías uniformados de operaciones


especiales que iban con arma larga y encapuchados, aseguraron el perímetro
y los agentes aprehensores entraron al rancho y a la cabañita, éstos últimos,
según su propio dicho, iban vestidos de civil.

Cristina Ríos Valladares tampoco mencionó la presencia de Vallarta y la mía en


el pretendido rescate, como lo expusieron los agentes federales en su oficio de
puesta a disposición y lo narraron luego en el expediente de inspección interna.

Otro dato de su narrativa también es cuestionable y pugna contra lo dicho por


los policías. Dice Cristina que, justo antes de ser rescatada:

“… estaba durmiendo con mi hijo, desperté al escuchar ruido como pasos que
corrían y como que escalaban paredes, enseguida escuché que golpeaban la
puerta…”

De nuevo, las ampliaciones de los agentes federales y el informe del director


refieren algo distinto. En esencia, ellos manifestaron haber entrado con
Vallarta, quien “les abrió el zaguán.” Los agentes aprehensores no tuvieron que
golpear o forzar puestas, mucho menos que escalar paredes. Más aún, el
cuarto donde supuestamente estaban Cristina y los demás, según dicho del
agente Servín Castorena, fue abierto con llave por Vallarta.

La primera declaración de la testigo resulta oscura y presenta varias aéreas de


contradicción al cruce contra las declaraciones de los agentes aprehensores.

Ahora, en febrero del dos mil seis, después de hacerse público el montaje,
después de la entrevista al titular de la Agencia Federal de Investigaciones en
“Punto de Partida[16]”, y después de mi cuestionamiento al aire a los
servidores públicos, la testigo modificó sustancialmente su testimonio y, así
incurrió en más y mayores contradicciones.

En primer término, su primera ampliación no se produjo en la averiguación,


sino, una vez más, ante las cámaras. En una videograbación, sin fecha pero
con la leyenda “Cortesía de la PGR”, Cristina, a cuadro sentada al lado de un
menor (¿su hijo?) y un hombre, (¿Quién?) en una sala de juntas, dice:

Voz de Cristina: “… Yo pienso que es injusto que una persona extranjera que
venga aquí a esta ciudad, cometa delitos y se quiera hacer pasar como que
ella es una inocente… una blanca paloma y no, porque desde la primera casa
de seguridad que a mí me llevaron yo escuché su voz, no una ocasión,
varias…”

Esa declaración tuvo lugar antes del cinco de febrero de dos mil seis, fecha
cuando se transmite la entrevista en Punto de Partida. Esta grabación formó
parte del programa y por la leyenda “Cortesía de la PGR”, se deduce que fue
proporcionada por la procuraduría. Cristina Hilda Ríos Valladares apareció, su
rostro ahora visible, no borrado como al principio. Su voz empezó aclarando
que soy extranjera y luego salió al paso a defender la posición ministerial y
acusarme en los medios.

Cristina había dicho que no reconocía la voz de nadie. Ahora, ante los medios
e inmersa en una crisis de credibilidad, sin más, dice que “escuchó mi voz, no
una, sino varias” veces. Sin embargo, sus declaraciones oficiales no dirán lo
mismo.

Pues bien, si tanto era su miedo ¿Por qué se presta a salir retratada en un
video?, ¿Por qué en un video cortesía de la PGR? ¿Por qué sale a defender la
posición del ministerio público? Su presencia y su respuesta se entienden una
reacción mediática al cuestionamiento público. Y de nuevo, la lógica es la
misma: ¡Qué importa el montaje, si la francesa, extranjera, no es una blanca
paloma!

En su primera ampliación ministerial, el ocho de febrero del dos mil seis, no


obstante haber ratificado su declaración anterior, sin mayor explicación,
añadió:

(…) ratificar mi declaración anterior y ampliar… le pregunte a mi hijo que había


sido lo que le habían hecho, a lo cual me respondió que le habían sacado
sangre de su brazo, pero que no había sido un doctor, sino que había sido
una persona del sexo femenino, que hablaba con acento raro ya que no
podía pronunciar la palabra “aprieta”… y que había logrado verle las manos,
las cuales eran de mujer blanca y muy bonitas (…)

Es extraño que la memoria de madre e hijo coincidan en forma tan similar. Dos
meses más tarde, en el lapso de una semana, inmediatamente después del
escándalo mediático, madre e hijo experimentaron la misma remembranza, y
así, casi con las mismas palabras, surgió un hecho hasta entonces inédito y
olvidado por ambos.

Un día después de que Christian Hilario supuestamente recordó haber visto las
manos de una mujer, el quince de febrero del dos mil seis, la testigo añadió:

(…) desde la primera casa de seguridad en donde estuvimos privados de


nuestra libertad, mi hijo y yo escuchamos la voz de una persona extranjera con
acento muy peculiar… escuchaba la voz de ella claramente, percibiendo la voz
y el tono de una extranjera y misma voz que se oía que estaba bromeando con
los demás cuidadores… cuando mi hijo regresó lo primero que me dijo fue que
no le había sacado sangre un doctor sino había sido una mujer ya que le había
visto la mano, la cual era muy delicada y suave y que su voz tenía un acento
raro (…)

Siguiendo sus declaraciones ministeriales, Cristina Hilda Ríos Valladares supo


de mi voz por dicho de su hijo y así lo dijo en su ampliación del ocho de febrero
de dos mil seis. Sin embargo, en su segunda ampliación del quince de febrero,
Cristina Hilda dejó de ser una testigo de oídas y pasó a una testigo directa. En
su declaración mediática “Cortesía de la PGR”, su transición había sido más
rápida.

El ocho de febrero, Cristina Hilda dijo que su hijo le comentó que había
escuchado la voz de una mujer con acento raro. Siete días después, el quince
de febrero, ya en San Diego California, Cristina recordó que ella también había
escuchado a la misma mujer.

En esa segunda ampliación, la testigo incurrió en más contradicciones; de no


recordar ninguna voz y afirmar que sus captores la fingían, dos meses
después, la testigo afirmó reconocer, en la televisión y en un audio editado, mi
voz.

(…) la voz de una persona extranjera con acento muy peculiar, por lo que una
vez que he analizado esta voz, con la voz que he escuchado en los medios de
comunicación (televisión) de la persona que se identifica con el nombre de
Florence Marie Louise Cassez Crepin, y sin temor a equivocarme reconozco
que es la misma voz que escuche en varias ocasiones en las dos casas de
seguridad… tener a la vista un casete de audio… el cual contiene la prueba
de las voces de los indiciados… muestra que fue editada por la Coordinación
de Servicios Periciales de la Institución, mismo audio que se pone a la
escucha de la declarante la cual una vez que lo escucho con detenimiento
manifestó sin temor a equivocarse… reconozco la voz de quien dijo llamarse
Florence Marie Louise Cassez Crepin, como la voz de la misma mujer que
escucho en las dos casas de seguridad en que estuvo privada de su libertad,
de la misma manera, quiero precisar que derivado de las llamadas efectuadas
y difundidas por los medios masivos de comunicación, es decir la televisión, de
quien refiere ser Florence Marie Louise Cassez Crepin, al respecto deseo
manifestar y sin temor a equivocarme que ratifico conocer su voz como la voz
de la misma mujer que escuche en el interior de las dos casas de seguridad en
las que estuve privada de mi libertad (…)

El día que de viva voz me escucharon hablar, madre e hijo no me


reconocieron. Sin embargo, dos meses después y simultáneamente, Cristina
y Christian, a partir de un audio editado, reconocieron mi voz.
Este súbito reconocimiento contradijo sus primeras declaraciones.

La versión del sosiego recuperado parece un aleccionamiento. No existe una


explicación creíble que justifique por qué, si en su primera declaración el menor
reconoció la voz de Israel Vallarta y explícitamente afirmó no reconocer mi voz,
dos meses después y a partir de un audio editado, sí reconoció mi voz.

En el caso de la madre, el supuesto reconocimiento patentiza más la


contradicción. En su primera declaración, Cristina Hilda no reconoció ninguna
voz, su versión fue siempre que sus captores fingían la voz. No obstante su
afirmación, dos meses después, primero ante los medios, dijo que sí escuchó
mi voz, luego ante el ministerio público que su hijo le comentó, y luego, a la
tercera declaración en San Diego y a la escucha de un audio editado, pasó a
decir que reconocía mi voz.

Coincidentemente, los dos testigos recordaron exactamente lo mismo. Los


recuerdos, en ambos casos, se contradicen con la primera y más espontánea
de sus declaraciones. Además, lo curioso es que sus recuerdos versaron
exclusivamente sobre mi persona, mi voz, mis manos, esto es, sobre la
persona que exhibió el operativo.

Existe eso sí, una explicación lógica y plausible de la variación de su


testimonio. Y ésta es que, a consecuencia del escándalo mediático, devino
imperativo al ministerio público apuntalar las imputaciones en mi contra. Esto
tenía que hacerse en dos planos, primero mediático y de ahí la videograbación
con la leyenda “cortesía de la PGR” y segundo, a nivel de las actuaciones, y
por eso las ampliaciones en las que los testigos enmendaron sus
declaraciones primeras.

Yo fui la que negó los cargos desde un principio. Yo fui la que habría generado
el escándalo y sí, yo fui la que llamó por teléfono al estudio de “Punto de
Partida” a cuestionar a los servidores públicos. Bien vistas, las ampliaciones de
los testigos son manifestaciones que apuntaron directamente a mi persona.
La justificación para efectuar la ampliación fue que los testigos superaron el
miedo, sin embargo, es ineludible apreciar estas nuevas declaraciones en el
contexto de todo lo sucedido ese mes de febrero de dos mil seis en torno al
caso.

Primero es cuestionable que los testigos hablen de miedo cuando desde el


principio se dejaron filmar y sus voces aparecieron en los medios masivos de
comunicación. En febrero de dos mil seis, Cristina Hilda apareció ya con rostro
en el video de la PGR. ¿Cómo hablar de miedo en esas circunstancias?

La Procuraduría General de la República bajo cuyo mando se encuentra la


Agencia Federal de Investigación, fue duramente cuestionada. Los medios de
comunicación se dijeron engañados y hablaron de farsa y montaje. El video de
TV Azteca informó: “fuimos engañados”. En ese entorno de crisis mediática, se
produjeron las mudanzas de los testimonios y ese mismo contexto es el que
permite poner en duda la credibilidad de los testigos. Eludir ese análisis implica
no ver la realidad de lo que pasó ese mes de febrero. De nuevo, los videos sí
son prueba con eficacia probatoria pero contra la autoridad.

En el curso de la instrucción judicial, apareció una tercera, nueva y flagrante


contradicción. Para dar cuenta de ella, transcribo las manifestaciones
pertinentes de Cristina Ríos Valladares.

Primero, el nueve de diciembre de dos mil cinco, Cristina Ríos Valladares, ante
las cámaras de televisión, a las siete con diez minutos, al momento del
supuesto “rescate”, respondió a las preguntas de los periodistas:

(Reportero) cómo la trataban señora, que pasó en estos cuarenta y cinco días
en que estuvo Usted aquí (Señora) A mí me trataban bien y al niño, nos
daban de comer, estuvieron al pendiente de mis medicamentos, por que yo
padezco de un riñón mucho, porque yo padezco de las vías urinarias, siempre
estuvieron al pendiente, nos daban de comer lo que pedíamos… (Reportero)
en algún momento recibió Usted malos tratos (Señora) nunca, nunca, al
contrario
Luego, ante el ministerio público, Cristina declaró:

“(…) yo le preguntaba a mi hijo si le hacían algo o lo golpeaban, pero mi hijo


decía que nunca le hicieron nada, al igual que a mí, nunca fue objeto de
maltrato físico ni abuso sexual (…)

Sin embargo, el día de su ampliación judicial, efectuada por videoconferencia


el siete de junio de dos mil seis, antes de contestar cualquier pregunta de la
defensa, Cristina manifestó que quería agregar algo y dijo:

“Por el tiempo que estuve yo en cautiverio muchas cosas vienen a mi cabeza,


estuve cincuenta y dos días secuestrada, por lo cual la mujer que está
detenida, la recuerdo en la segunda casa en donde yo estuve en una ocasión
nos tocaron para darnos de comer… llevaba un pantalón de mezclilla
entallado, un pasamontañas y al término del pasamontañas salía el pelo
rubio…

“Por lo que hace a Israel Vallarta en una ocasión, entró al cuarto y me dijo que
me tapara la cara con un pasamontañas pero primero me vendaron los ojos,
sacaron al niño del cuarto e hizo que me desnudara, le tuve mucho miedo y
estaba yo llorando y le pedí que no me hiciera nada y me dijo que solo iba a
buscar algún chip y después (sic) no ese día fui objeto de que abusaran de
mí, y no solo fue él sino las personas que nos cuidaban…”

En su cuarta y última declaración, Cristina Ríos Valladares, de nuevo al


amparo del argumento del tiempo transcurrido, repitió la versión del mechón de
pelo rubio que salía del pasamontañas, es decir, reprodujo el dicho del testigo
Ezequiel, y en otras palabras, introdujo un dato de reconocimiento físico, ya no
de voz.

La contradicción más grave es la versión del abuso. El contraste con sus


primeras declaraciones es flagrante. En sus respuestas a los reporteros,
Cristina Ríos se apreció serena y articulada y sin titubeo alguno, refiere que
NUNCA, NUNCA (lo repitió) recibió malos tratos. En su declaración ministerial,
dijo que ni ella ni su hijo fueron objeto de maltrato o de abuso sexual.
Empero, su última declaración volvió a cambiar radicalmente su primer dicho.
Cristina dejó bien claro que nunca fue objeto de abuso. La evolución de sus
testimonios acusa un patrón de aleccionamiento con el fin de aumentar el nivel
de incriminación.

Las contradicciones restan valor o invalidan un testimonio. Reclamo que el


tribunal responsable no haya medido el cúmulo de contradicciones que detallo
y haya inobservado las reglas que rigen la prueba, previstas en el artículo 289
del código adjetivo. La sentencia que me condena, fundó mi responsabilidad en
un material probatorio viciado por la contradicción.

Reclamo que el tribunal responsable haya rehusado valorar dichas


testimoniales y sus mudanzas en el contexto de la crisis mediática en el que se
produjeron. Reclamo que el tribunal no haya valorado las visitas de los testigos
a las oficinas de la procuraduría y su posterior traslado al extranjero.

Los razonamientos son eminentemente parciales hacia la parte acusadora. Su


inclinación atentó contra la imparcialidad y exhibió criterios de valoración de las
pruebas que pugnan con las reglas procesales y la jurisprudencia imperante.

Cobra relevancia y da claridad al tema, el razonamiento del Máximo Tribunal


pronunciado con motivo del caso Acteal en el juicio de amparo directo 9/2008,
relacionado con la facultad de atracción 13/2008-PS.

(…) en el proceso penal el equilibrio de los sujetos procesales es de suma


importancia, pues debe concedérseles a éstos iguales condiciones procesales
de manera que ninguno de ellos quede en estado de indefensión… el principio
de igualdad procesal debe regir a los argumentos de prueba, esto es, a los
motivos que hacen reconocer el valor o la fuerza probatoria a un medio de
prueba (…)

Dada la importancia del tema, la Suprema Corte precisó:


(…) El mérito o valor de convicción del medio probatorio puede estar sujeto a la
libre apreciación del juez, pero no será admisible que los medios de prueba
de la misma índole, ofrecidos por ambas partes, tengan un estándar de
valoración distinto, según se trate del actor o del demandado, del órgano
ministerial o del acusado… las reglas de apreciación de la prueba deben
ser las mismas para el actor y el demandado, pues a la par del libre arbitrio
judicial coexisten las garantías de justicia imparcial, de equidad procesal y de
correcta fundamentación y motivación (…)

En el caso que nos ocupa, la sentencia concedió a las testimoniales de los


testigos efectividad probatoria a partir de dos premisas. La primera, contraria al
principio de inmediatez procesal y al criterio de la Suprema Corte, que el paso
del tiempo no obraba en contra de la memoria de los testigos y, por ello, que
los testimonios posteriores prevalecieron sobre los primeros.

Bajo la segunda premisa, el tribunal responsable asumió que las


contradicciones, de los testigos sobre puntos esenciales, se explicaron por un
temor diluido.

Esta segunda premisa es subjetiva pues no encuentra asidero en autos. En su


declaración inicial ninguna de los testigos refirió ni expresó sufrir temor por
alguna represalia o venganza. Fue a partir de la segunda declaración, una vez
que iniciaron las contradicciones, que los testigos invocaron el temor
desvanecido como causa o explicación de su repentina memoria.

Sin embargo, las mismas premisas que sirvieron al tribunal para otorgar
convicción a los testimonios de las víctimas, después, fueron utilizadas para
negar fuerza probatoria a mis declaraciones y a la de testigos ofrecidos por la
defensa como fueron los señores Ángel Olmos Morán y Fernando Díaz
González.

A manera de ejemplo, la sentencia reclamada restó valor probatorio a mis


declaraciones:
(…) sus deposiciones contienen múltiples y esenciales contradicciones… la
versión de los sucesos cambia completamente cuando declaró en
preparatoria y en la ampliación de sus declaraciones donde mencionó
detalles (…)

Es decir, el tribunal responsable subrayó los detalles de mis declaraciones,


pero pasó por alto y justificó todas las contradicciones de Cristina y de su hijo,
cuando las contradicciones de éstos, versaron no sólo sobre detalles, sino
sobre hechos esenciales y centrales al debate procesal. En ese sentido, la
inequidad y parcialidad de la sentencia fue manifiesta.

En el trance de su primera declaración a sus siguientes testimonios, Cristina


Hilda y el menor Christian Hilario cambiaron de plano la versión de los hechos.
No es que hubiesen omitido detalles, y luego los hubiesen agregado. No, sus
variaciones de testimonio son un giro radical en su narrativa de los hechos. En
sus primeras declaraciones, ninguno refirió la presencia de una mujer, es más,
al tenerme a la vista y escuchar mi voz, ambos afirmaron no reconocerme.

Curiosamente, sus posteriores testimonios se concentraron sobre mi persona y


coincidentemente, los dos pasaron a recordar detalles que contradicen sus
primeras declaraciones. Aún así, el tribunal sostuvo su credibilidad.

En el caso de Cristina Hilda, en ampliación del quince de febrero refirió:

(…) una vez transcurrido algún tiempo que fui liberada y superado parte de las
secuelas del secuestro del que fui víctima, así como del miedo que tenía por
las amenazas recibidas por mis secuestradores… he recordado (…)

Por su parte, el catorce de febrero, un día antes que su madre, el menor


Christian Hilario, manifestó:
(…) tengo más datos que aportar ya que ahora que ha pasado tiempo de que
fui rescatado y que ya no tengo tanto miedo de que pudiera pasarnos otra vez
lo mismo he recordado (…)

La coincidencia del argumento y de fechas, la identidad en la redacción


contrasta con el hecho de que ninguno de ellos manifestó en su primera
declaración encontrarse alterados, amenazados ni consternados. De hecho,
Cristina no se mostró muy consternada cuando accedió a ser entrevistada ante
las cámaras de televisión, supuestamente justo después de su “rescate”.

Recapitulación. De las anteriores trascripciones, se pone de manifiesto que:

1.- El menor Christian Hilario Ramírez Ríos, en su primera declaración


ministerial, señaló que Hilario sacó a su mamá y después regresó con él y le
sacó sangre del brazo izquierdo. En esa primera declaración nunca señaló,
como luego lo manifestó en su segunda declaración ministerial que a quien
sacaron del cuarto fue a él y que cuando le sacaron la sangre se encontraba
tapado con una cobija y que debajo de la cobija alcanzó a ver unas manos
suaves y de piel blanca, y que la persona que le sacó la sangre era una mujer
y que escuchó las palabras “aprieta el brazo” y que esas palabras fueron
pronunciadas como extranjera, con un acento raro.

Christian Hilario Ramírez Ríos, al tener a la vista dijo: no reconocerme


físicamente, NI POR LA VOZ.

Como se puede apreciar son notorias las contradicciones en las que


incurre, en sí mismo, el menor Christian Hilario Ramírez Ríos, respecto de
circunstancias que no son ser accidentales de los hechos, sino que en el caso
resultan esenciales. Esas contradicciones ponen de manifiesto su interés en
imputarme e incriminarme en los hechos, cuando en su primera declaración fue
categórico en afirmar que no me reconocía físicamente, ni por su voz.

Las contradicciones en las que incurrieron Cristina Ríos Valladares y su hijo


Christian Hilario Ramírez Ríos, sobre circunstancias esenciales de los hechos,
impiden que jurídicamente se les pueda otorgar valor probatorio. El tribunal
responsable violentó la aplicación del Principio de Inmediatez que rige para la
valoración de todas las pruebas en materia penal.
Ezequiel Yadir Elizalde Flores

Este testigo dijo reconocerme desde su primera declaración ministerial, sin


embargo, su testimonio también está plagado de contradicciones e
inconsistencias. Para efectuar el contraste de sus declaraciones, es imperativo
pasar revista a las imágenes televisadas.

Ezequiel Elizalde fue el primero en salir a cuadro en las imágenes del supuesto
rescate. En esas imágenes apareció vendado de la cabeza. En sus primeras
palabras, explicó al periodista Pablo Reinah la razón del vendaje. En la imagen
del supuesto rescate, sale a cuadro a las siete horas con seis minutos y
contesta con relativa calma todas las preguntas que le formuló el reportero.

Ezequiel apareció con una venda muy limpia, y contestó articuladamente


(demasiado articuladamente cuando se supone que llevaba varios meses
secuestrado) las preguntas del periodista[17].

… Pregunta Pablo Reinah: ¿Lo maltrataron? Sí señor, nada más le doy


gracias a la… ahora sí que a la policía,… a la policía federal, que me haya
rescatado de ahí… Pregunta PR: ¿Tú me puedes decir…? Primero ¿Qué te
pasó en la cabeza, por qué la tienes vendada? ¿Sabías que no eras el único
secuestrado aquí? Este no… cuando yo cumplí quince días en… eh… bueno,
cuando yo cumplí un mes en aquella casa, la señora llegó junto con el niño,…
y el golpe que traigo aquí [se toma la cabeza] me lo dieron este… la gente que
estaba aquí… los plagiearios (sic) éstos… Pregunta PR: ¿Te pegaron? Sí me
pegaban señor! … PR: Tu familia ¿Quiénes son y que les quisieras decir?…
que gracias a Dios estoy vivo y que pronto voy a estar con
ellos… PR pregunta: ¿Tienes hijos?… este un bebé,… recién nacido…

Ezequiel apareció con la cabeza vendada y manifestó a la televisión que sus


captores le pegaron. Sin embargo, en su declaración ministerial del mismo
nueve de diciembre, Ezequiel nada narró sobre los golpes o las lesiones que
dijo presentar. Ezequiel omitió decir quién, por qué, dónde y cómo le habían
pegado. Un evento de esa naturaleza habría digno de mención y de suyo
relevante. Ezequiel ni siquiera mencionó el episodio y no se querelló.
Meses más tarde, el veintinueve de mayo de dos mil seis, al comparecer ante
el Médico de la defensa, doctor Juan Carlos Rueda García y someterse a su
examen, Ezequiel dijo residir en Texas y narró al galeno examinador lo
siguiente:

“Estuve privado de mi libertad del 4 de octubre al 9 de diciembre. Cuando


llegaron los de la AFI sí me apuntaron con sus armas y me golpeaban, me
preguntaban “cómo te llamas” hubo jalones y me golpearon, “hasta que una
de la AFI dijo es víctima¡¡¡” sic inmediatamente me curaron, agarraron una
botella de alcohol que había y me vendaron” sic “no sé con qué me dieron el
golpe” sic.

La contradicción es evidente. Ezequiel dijo a la televisión que sus captores lo


golpearon, pero, meses más tarde, en un entorno más sosegado, manifestó
que la policía, los de la AFI, lo golpearon pero luego lo vendaron.

Dijo que fue una agente (femenina) quien lo reconoció como víctima y que así
inmediatamente lo curaron, agarraron una botella de alcohol y lo vendaron. Sin
embargo, su declaración pugna con las versiones de los policías que rindieron
el parte informativo de puesta a disposición, puesto que ninguno de ellos
declaró haber confundido a una víctima por captor y además manifestaron
haber entrado a la cabaña en compañía de Israel Vallarta quien les mostró el
lugar dónde estaban las víctimas. Adicionalmente, ninguno de los dos policías
que ingresaron originalmente a la cabaña o casa de seguridad era mujer, los
dos son varones de nombre José Aburto y José Luis Escalona.

Por otro lado, Israel Vallarta en su ampliación de declaración, manifestó:

“Reconozco a Ezequiel como a la persona que golpeaban los elementos de la


AFI cuando me tenían torturado desde el día ocho…”

No obstante, Ezequiel presumió tener buena memoria. El treinta de diciembre


de dos mil cinco, al acudir a una diligencia de reconocimiento de inmueble en
el domicilio ubicado en Xochimilco cincuenta y cuatro, en la colonia Santa Cruz
Xochitepec, concluyó con la siguiente manifestación:

“… dicho reconocimiento lo hago plenamente y sin temor a equivocarme, esto


porque dicho suceso lo tengo bien grabado, ya que cuando estuve
secuestrado lo único que hacía era tratar de percibir todo lo que lograba
ver y escuchar…”

Luego, ¿Por qué, si lo único que hizo fue percibir bien todo lo que veía y
escuchaba, no se acordó o no describió en su declaración ministerial ninguna
golpiza o ningún episodio de violencia física? En suma, su declaración no
explicó ni describió algún suceso relacionado con las supuestas lesiones en la
cabeza.

Otro dato de la averiguación genera dudas adicionales. El veintiocho de


diciembre de dos mil cinco, la autoridad ministerial practicó un cateo al
inmueble ubicado en avenida Xochimilco cincuenta y cuatro, Pueblo de Santa
Cruz Xochitepec, delegación Xochimilco, un inmueble distinto al rancho “las
Chinitas.” El resultado del cateo arrojó datos que abonan más incertidumbre.

En el acta circunstanciada del cateo practicado y en las imágenes de video,


resultó que en ese inmueble, no el rancho “Las Chinitas”, se encontraron varios
documentos de identidad de Ezequiel, entre otros, licencia de conducir del
Distrito Federal, credencial de elector (IFE), credencial de un establecimiento
comercial Sam´s Club. Nada de eso se encontró en el rancho las chinitas[18].

Credenciales de Ezequiel encontradas en otro domicilio (IFE, Licencia, Sam´s)

Tomo VI, registro de cateos 27-28-Dic-05

El dato de las lesiones es tanto más sospechoso puesto que no hay ninguna
fotografía de la lesión en la cabeza y sobre todo porque la venda aparece
blanca, demasiado limpia, sin manchas o rastros de sangre, sin suciedad.
En su ampliación de declaración rendida el treinta de mayo de dos mil seis, al
día siguiente de su visita al médico de la defensa, Ezequiel reconoció lo
siguiente:

33. Que diga el testigo si le curaron la herida que le hicieron en la


cabeza: RESPUESTA. No, me curaron los policías.

A su vez, en su declaración ante el agente del ministerio público visitador


rendida en el expediente de inspección interna, y una vez que se le puso a la
vista el video, el policía federal de investigación, Carlos Servín Castorena,
manifestó que el joven Ezequiel no traía la venda en la cabeza. Agregó que
fueron ellos –los policías- quienes le lavaron la herida. Sin embargo, ninguno
de los agentes declaró haberlo confundido o haberlo golpeado.

Ezequiel recién vendado da una entrevista

La declaración de Ezequiel resulta inverosímil. Me explico. No obstante haber


dicho que fue golpeado y haber sufrido una lesión, Ezequiel fue curado de la
herida en la cabeza y así inmediatamente después accedió a ser entrevistado y
hablar ante las cámaras en forma serena y articulada.

Su evidente calma invita a la duda, pues se supone que venía de ser


rescatado, incluso golpeado y ante las cámaras, incluso se dio la ocasión de
mandar un saludo a su familia.

En todo caso, Ezequiel, al igual que Cristina, evadió en sus declaraciones, pero
especialmente en su primera declaración, cualquier mención sobre la
escenificación. En su deposado, no dijo nada de los golpes, no describió cómo
lo habían rescatado, no dijo que lo habían vendado los policías y sobre todo
eludió cualquier detalle sobre su permanencia adentro de la casa de seguridad
y su participación en la escenificación del supuesto rescate.
Al igual que Cristina, Ezequiel fue un actor ¿voluntario? del montaje. Y, al igual
que Cristina, participó activamente en el montaje al aceptar entrevistas.

Su intervención en la escenificación ofreció también indicios importantes de


falta de congruencia y de falta a la verdad. Veamos. Ezequiel contestó al
reportero Pablo Reinah cuando éste le preguntó si tenía hijos: “este un
bebé,… recién nacido…[19]”

En su declaración ministerial, Ezequiel fue narrando su cautiverio. Cuando


entró en contacto con la señora y el niño, declaró lo siguiente:

“… y esta persona me dijo que como me llamaba y le contesté Ramiro ya que


me dijo el líder que no dijera mi nombre… a la persona que saludé le dije que
me tenían secuestrado y él me dijo que él también estaba secuestrado, le
conté que tenía a mi esposa embarazada y que ya pronto nacería mi hijo,
y que yo tenía casi un mes secuestrado, posteriormente platiqué con una
señora y un niño y ellos me dijeron que los acababan de llevar…”

Ezequiel describió que su esposa estaba embarazada y que pronto nacería su


hijo. Empero ¿Cómo es que al ser entrevistado ya sabía que había nacido su
hijo?

Acaso, convenga recordar que la averiguación previa inició con la investigación


del secuestro de la joven Valeria Cheja Tinajero. Esto quiere decir que en la
madrugada del nueve de diciembre de dos mil cinco, los policías federales de
investigación que ingresaron al rancho, no estaban trabajando el caso de
Ezequiel. De hecho, conforme a su parte oficial, ellos no sabían que
encontrarían en el rancho.

Los policías no pudieron haberle informado a Ezequiel que iban por su caso, y
comunicarle el nacimiento de su hijo. Sin embargo, su respuesta no expresó
dudas. No dijo que suponía, que su esposa estaba a punto de dar a luz, o que
su hijo posiblemente ya habría nacido, al contrario, dijo categórico: ¡Un bebé,
recién nacido! Su respuesta es indicativa de que ya conocía la noticia. ¿Cómo
la supo?
Otro tema, que genera más dudas que convicción, es la historia del piquete o
coloración que presentó el dedo de Ezequiel. En su declaración ministerial,
Ezequiel describió la siguiente escena[20]:

“… hace aproximadamente tres días, volví a escuchar la voz de la mujer, con


acento extranjero, la que digo que habla como persona de origen francés, y
que es la misma mujer que me dio los sándwich de comer y digo que vi con
pasamontañas y de cabello teñido de color güero, esta mujer llegó donde me
tenían en el cuarto que confeccionaron los secuestradores para tenerme, esa
mujer ordenó que me saliera del cuarto, me dijo que cerrara los ojos, me
vendaron mis ojos, me dijo que le iba a mandar un regalito a mi papá, me
sujetaron mi mano derecha a mi espalda y la izquierda me la sujetaron, sentí
un piquete en mi dedo meñique de mi mano izquierda, le pedí un favor que
no me dañara, que respetara mi integridad física y ella me dijo que ni modo
que eran gajes del oficio… y me tuvo sentado aproximadamente quince
minutos, después me volvió a llevar al lugar o cuarto donde me tenían
secuestrado, la misma mujer me dijo que me iba a dejar en el cuarto un rato
para que pensara las cosas, y en la madrugada de hoy, como ya mencione fui
liberado por personal de la A.F.I.”

Ezequiel manifestó claramente que, antes del piquete, le pidieron cerrar los
ojos y que se los vendaron. Esto es no vio, sólo sintió. Así lo narró ante la
autoridad ministerial.

Empero, en su visita al médico de la defensa, Doctor Juan Carlos Rueda


García, Ezequiel también se contradijo cuando expuso lo siguiente:

“Refiere que durante su cautiverio en el que aparentemente estuvo


involucrado, fue objeto de diversas agresiones, entre ellas el haber sido
puncionado en el 5º dedo de mano izquierda (meñique) a nivel de falange
media, en cara anterior (palma de mano) con una aguja hipodérmica que
refiere haber visto y considera medía 4 centímetros de
longitudaproximadamente.”
En su primera declaración, Ezequiel claramente dijo estar vendado y sólo sentir
el piquete. Su narrativa ministerial es indicativa de que no vio la aguja por
haber estado vendado, sin embargo al doctor que lo examinó y le preguntó
específicamente sobre la marca en el dedo meñique, le explicó que vio la aduja
y que ésta medía cuatro centímetros de largo. La contradicción es clara y versa
sobre un hecho significativo.

Por otro lado, la temporalidad del piquete exhibe otras contradicciones de la


historia. En su declaración inicial, Ezequiel la ubicó hace tres días
aproximadamente, esto es hacia el seis de diciembre.

En su ampliación ante la juez de distrito instructora, Ezequiel fingió


desmemoria.

… 2. Que diga el testigo si recuerda el día y la hora cuando recibió el piquete


en el dedo meñique. Respuesta: NO… 7. Que diga el testigo si recuerda qué
tiempo transcurrió desde que sufrió el piquete del dedo meñique hasta que fue
liberado por personal de la Agencia Federal de Investigación RESPUESTA.
Después de eso me dormí por lo que no recuerdo la hora ni el tiempo… 33.
Que diga el testigo qué tiempo le duró la mano anestesiada después de que
fue liberado. RESPUESTA. No.

En el video, en la imagen a cuadro registrado a las siete veinte o treinta del


nueve de diciembre, se ve al micrófono de Televisa, y se escucha la voz del
reportero:

“Pablo Reinah: Hoy incluso le anestesiaron el dedo a uno de los


secuestrados, se lo iban a cortar…”

Por lo visto, la historia del dedo, al igual que el montaje, formó parte de un
guión preparado. La pregunta indica que el reportero ya estaba al tanto de la
historia del dedo. ¿Quién se la contó? ¿Por qué narró que hoy le iban a cortar
el dedo?
Desde temprano, el mismo nueve de diciembre, la prensa estuvo enterada de
los detalles del piquete, justo cuando se supone acababa de darse el “rescate”.
La única fuente posible de esa información sería que el mismo Ezequiel.

Y tal parece que fue así, pues en las imágenes filmadas el nueve de diciembre
de dos mil cinco, se ve a Ezequiel mostrando el dedo meñique a las cámaras.
Luego, quién relató la historia a la prensa, sería Ezequiel. La imagen da cuenta
de ello:

Fuente: Punto de partida. Ezequiel muestra su meñique izquierdo, falange


media, cara anterior.

De igual manera, en su segunda aparición televisada, para el programa “Punto


de Partida”, conducido por Denise Maerker y transmitido por Televisa el cinco
de febrero de dos mil seis, Ezequiel apareció de espaldas, a contraluz para
disimular su rostro, hablando de perfil, y repitió la historia de la punción:

Punto de partida: Programa 5/febrero/2006, conducido por Denise Maerker.

Voz de Ezequiel: “… La francesa, ella me dio de comer, me dio dos sándwich,


me dijo que no intentara hacerme el héroe … ya posteriormente se fue…
y hasta al último fue cuando la vi, me dijo que quieres el oído o la oreja, pero
fue con un cinismo,…

En su segunda aparición televisada, Ezequiel ubicó el asunto del dedo “hasta


al último.” Así, Ezequiel se contradijo en los tiempos de la historia.

Por otra parte, Ezequiel también manifestó en su ampliación del treinta de


mayo de dos mil seis, lo siguiente:
1.- Que diga el testigo si recuerda que sintió cuando recibió el piquete en el
dedo meñique. RESPUESTA.- Miedo, temor y físicamente se me adormeció el
dedo. … 32.- Que diga el testigo si tuvo o ha tenido algún problema o secuela
en el dedo meñique o en la mano desde que fue liberado hasta este
momento. RESPUESTA.- Después de mi liberación solo tenía la mano
anestesiada y hasta este momento estoy bien gracias a Dios, y quiero decir
que el piquete aun sigue aquí…

Ezequiel señaló que la anestesia seguía teniendo efecto sobre su mano al ser
liberado. Es decir, que seguían las secuelas. Ahora bien, ¿Cuánto tiempo
duran los efectos de la anestesia? Unas hora, varias horas, un día (el día
anterior) o tres días como refirió en su declaración ministerial.

Existen otros datos equívocos sobre la temporalidad del suceso. En efecto, el


primero de marzo de dos mil seis, el agente federal de investigación, Carlos
Servín Castorena, en el expediente de inspección interna, DII/113/DF/06, ante
el ministerio público visitador, manifestó lo siguiente:

“Que diga el declarante las condiciones en que encontraron a las víctimas


durante el rescate: RESPUESTA.-… de hecho, el joven nos hizo mención de
que le habían anestesiado el dedo una noche anterior y que se lo iban a
mandar de prueba a su familia.”

La temporalidad en torno a la historia del dedo es muy contradictoria. El testigo


dijo en su primera declaración que aproximadamente tres días antes del
“rescate”, lo habría anestesiado. El reportero Reinah ubicó la historia el mismo
nueve de diciembre y así lo preguntó. Por su parte, el policía dijo que el joven
le mencionó que la noche anterior le habían anestesiado el dedo. Finalmente el
mismo testigo, en la televisión, ubicó el hecho “hasta al último” y, tiempo
después, al ser interrogado por la defensa, dijo no acordarse. Fingió
desmemoria, y digo fingió, pues el mismo Ezequiel dijo en otra declaración que
tenía muy claros los detalles de su cautiverio. El piquete sería además uno de
los detalles más importantes.

En todo caso, la historia del dedo carece de respaldo científico o pericial.


Ezequiel Yadir dijo presentar una marca en el dedo meñique de la mano
izquierda. Al concluir su declaración ministerial el nueve de diciembre, se
levantó constancia de una inspección de integridad física en la que se describió
lo siguiente: “…así mismo en dedo meñique de mano izquierda se aprecia un
punto de coloración roja, al parecer típico de cuando se aplica una
inyección…”

En el mejor de los casos, esa inspección lo único que acredita es que había
(¿hubo?) un punto de coloración en el dedo, y de ninguna manera que éste
sea producto de una inyección. Al mismo tiempo, ese mismo día, a las dieciséis
horas, se practicó un dictamen de integridad física que consistió en una
inspección y exploración física. Pues bien, el dictamen plasmó lo siguiente:

“Una huella de puntura (refiere se la produjeron con un aguja porque lo


inyectaron para anestesiar el dedo).”

Es decir, la única base para sostener que el punto de coloración o huella es


consecuencia de una inyección es el dicho de Ezequiel. Un dicho que por lo
demás resulta contradictorio con las demás constancias del expediente.

La especie de la inyección fue desmentida en el proceso con prueba idónea,


esto es con pericial médica practicada a la exploración física del testigo.

Dicho dictamen médico no fue contradicho ni objetado por la parte acusadora,


y su conclusión fue que el punto de coloración roja, corresponde a una
petequia[21] y no a una cicatriz por punción previa.

Más aún, el treinta de mayo de dos mil seis, siete meses después, el
Juzgado certificó: “que en el dedo meñique en la parte media de la mano
izquierda del ateste de referencia se observa un pequeño punto en color rojo el
cual al ser ligeramente oprimido se le nota un poco de más color y al
transcurso de dos o tres milésimas de segundos toma su color natural.”

La certificación judicial fue tal cual, no dijo que el punto era producto de una
punción, simplemente que ahí estaba. Sin embargo, resulta por demás
inverosímil que siete meses después, la supuesta huella del piquete siguiera
ahí, visible, en el dedo.
El dictamen médico del veintinueve de mayo de dos mil seis, elaborado por el
doctor Juan Carlos Rueda García, quien exploró físicamente al testigo
paciente, afirmó que el punto en superficie de la piel de la falange media del
dedo meñique:

“… corresponde a una alteración en piel denominada petequia o


hipervascularización sub-dérmica o cúmulo de varios capilares o vasos
sanguíneos ya que desaparece con la digito presión y reaparece al recibir flujo
sanguíneo normal… la característica que presenta un superficie dérmica en
quinta falange de mano izquierda, falange media, corresponde a una petequia
y no a una cicatriz por punción previa.”

El veinticinco de septiembre de dos mil seis, el doctor compareció en audiencia


a contestar preguntas de las partes. A preguntas del Ministerio Público de la
Federación, el médico dijo que el término punción previa fue que:

“… lo que se considera una petequia en la conclusión emitida no se


derivó de que en dicho sitio haya existido un piquete o lesión que
interesara el tejido cutáneo y subcutáneo,”

Finalmente, los dichos de Ezequiel ostentaron visos de aleccionamiento. Este


testigo empezó su narrativa con la especie de mi acento francés, de que
arrastro la “eres.” Tal dicho es indicativo de una manipulación de la autoridad,
puesto que esa misma especie se reprodujo y se repitió, casi textualmente, con
los otros dos testigos al surgir la crisis mediática sobre la revelación del
montaje.

Precisamente, esa versión se repitió exactamente con los demás testigos, que
arrastraba las “eres”, que tenía un acento francés y que dejaba ver un mechón
de pelo güero. Las coincidencias en los recuerdos e impresiones son extrañas
y cuestionables. Mejor vistas parecen fórmulas fabricadas.

Además, las declaraciones de Ezequiel, especialmente las mediáticas, siempre


tuvieron el cuidado de elogiar a la policía federal. El aleccionamiento sonó
evidente cuando Ezequiel apareció por segunda ocasión en la televisión a
defender a la AFI:

“… yo estoy…Gracias a la Agencia Federal de Investigaciones, yo le pedí a


Dios y Dios mandó a sus ángeles que fueron ellos…,[22]”

En suma, de las declaraciones de Ezequiel Yadir Elizalde Flores, procede


destacar, que resultan sospechosas por falta de veracidad, por las siguientes
razones:

a).- En primer lugar y a diferencia de lo expresado por Ezequiel en su primera


declaración ministerial, y como quedó acreditado en autos con la pericial
correspondiente, no tengo el cabello “Güero”, soy pelirroja.

b).- Ezequiel Yadir Elizalde Flores no presenta ninguna huella de punción por
aguja en su dedo, como se desprende de la pericial correspondiente, misma
que no fue controvertida por parte del Ministerio Público de la Federación.

c).- Ezequiel Yadir Elizalde Flores, se contradice en sí mismo, pues en su


primera declaración dijo haber escuchado a la mujer que al hablar arrastraba la
letra “r” cuando le llevó los sándwich y en su ampliación de declaración dice
que la escucha por primera vez hablar, cuando ella le quitó el teléfono,
circunstancia a la que no hizo alusión en su primera declaración.

d).- La identificación que dice realizar de la quejosa, como la persona que le


llevó los sándwich y la que le inyectó el dedo, carece de valor probatorio, pues
la misma no cumplió con los requisitos que se señalan en los artículos
aplicables del 258 al 264 del Código Federal de Procedimientos Penales.
Adicionalmente de la ampliación de declaración de Enrique Elizalde Menchaca,
del ocho de junio de dos mil seis, se advierte que señaló:

2.- Que diga el testigo si recuerda cuántas personas había en la parte externa
como de la parte interna de la cámara de Hessel cuando le presentaron a las
dos personas para identificarlas. RESPUESTA.- externamente estaban mi hijo
Ezequiel, estaba el jovencito secuestrado Christian, la mamá de Christian y por
último estaba el esposo y no recuerdo haber visto más personas y en la parte
interna cuando los pusieron detrás de la cámara de Hessel era FLORENCE
acompañada por un hombre armado de la policía custodiándola y me
parece que el comandante Cárdenas y con Israel fue de la misma manera.

Es decir, existía una indebida presencia de elementos policiales en la


diligencia.

En suma, existen suficientes contradicciones en los dichos de Ezequiel que


permiten descreer de su contenido. Sus declaraciones se encuentran aisladas
y ofrecen una narrativa que carece de asidero probatorio en otros elementos
de autos.

3. VIOLACION AL DEBIDO PROCESO POR INOBSERVANCIA DE LOS


ARTICULOS 20, APARTADO A, FRACCIÓN IX CONSTITUCIONAL, 259, 260
Y 264 DEL CÓDIGO FEDERAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES Y POR
NO HABERSE EXCLUIDO LAS PRUEBAS ILÍCITAS EN LAS QUE SE
SUSTENTA MI CONDENA.

“Es quizá en este tipo de asuntos mediáticamente cargados, moralmente


decididos por amplias capas de la sociedad, en los cuales el papel de los
Jueces en general y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hoy resulta
fundamental para aclarar confusiones y para impartir justicia con apego a la
constitución y a los principios y valores que la sostienen.”

Ministro Juan Silva Meza.

Las pruebas son instrumento de conocimiento y confirmación de los hechos.

Dada su centralidad al proceso, las pruebas deben producirse en un esquema


de legalidad y de respecto a los derechos fundamentales, tanto del inculpado
como, en su caso, de la víctima. Como regla genérica, la prueba debe observar
los principios de pertinencia, utilidad y, sobre todo, imparcialidad.
En el caso concreto, la confronta o reconocimiento y todas las actuaciones
relacionadas con ésta, deben respetar, además de los principios y requisitos
legales previstos en los artículos 258 a 264 del Código Federal de
Procedimientos Penales, las garantías constitucionales al debido proceso,
imparcialidad y defensa adecuada, consagradas en los artículos 14, 17 y 20 de
la Constitución Política.

Como elemento esencial de fidelidad a la verdad, se encuentra la obligación


del órgano investigador y, después, de la autoridad judicial, de velar por la
imparcialidad de las pruebas.

Tratándose de la confrontación o reconocimiento, la garantía se materializa en


la medida que se permita a la víctima reconocer, o no, de manera libre,
espontánea, sin inducción o intervención de terceros.

En el presente caso, la inducción se dio desde el primer momento cuando la


policía generó una indebida publicidad mediática. La noticia de un supuesto
rescate comprometió la posición de la autoridad, policía y ministerio público,
con una versión ampliamente publicitada. Esa difusión significó una
manipulación.

En efecto, la primera inducción fue mediática. El primer dato que conoció la


opinión fue el de mi rostro, una mujer francesa, en un operativo antisecuestro.

La inducción fue evidente. Antes de recabar siquiera una declaración


ministerial, terceras personas, agentes de policía y reporteros, generaron una
percepción. En ese momento, fui incluso sometida al interrogatorio de los
medios, que invariablemente preguntaban: ¿Qué hace usted aquí? Lo más
grave es que se trató de una percepción equivocada puesto que yo nunca fui
detenida en una casa de seguridad junto a personas secuestradas.

Incluso el reportero Pablo Reinah preguntaba a la señora Cristina Ríos: “sabe


que aquí detuvieron a una mujer de origen francés…”
La inducción viajó luego a las actuaciones ministeriales, concretamente en la
declaración de Cristina Hilda Ríos Valladares, quien el nueve de diciembre del
dos mil cinco, manifestó:

(…) enseguida nos sacaron de la casa y nos subieron a una patrulla de la AFI y
nos trasladaron a estas oficinas; estando a bordo de la patrulla de la AFI me
percate que tenían a dos personas viendo hacia una pared, un hombre y una
mujer rubia, enterándome por uno de los policías que esas personas las
habían detenido en la casa donde estábamos en cautiverio… estoy enterada
, por voz de los Agentes de la AFI, que las personas que detuvieron son
parte de mis secuestradores (…)

Cristina Ríos dio cuenta de la inducción ejercida por los agentes policiales. Su
testimonio carece de certeza de veracidad sobre el hecho a descubrir. Peor
aún, el dato que los agentes transmiten a la testigo es falso, puesto que los
autos de la causa arrojan que yo no fui detenida en la casa. En todo caso, la
testigo dejó constancia, fueron los agentes federales, quienes me atribuyen
responsabilidad.

En ese sentido, los agentes de policía federal de investigación indujeron desde


un principio el dicho de los testigos, su inducción es evidentemente una forma
de influir en el ánimo de los testigos en la identificación de los presuntos
inculpados.

Al cerrarse la declaración ministerial, la inducción quedó plasmada en toda su


obviedad. Inmediatamente después de expresar que nunca vio a sus captores
y que no reconoce mi voz, Cristina Ríos Valladares manifestó lo siguiente:

“Estoy enterada, por voz de los Agentes de la AFI, que las personas que
detuvieron son parte de mis secuestradores, por lo cual denuncio el delito
de privación ilegal de la libertad en la modalidad de secuestro cometido en mi
agravio de mi menor hijo CRISTIAN HILARIO RAMÍREZ RIOS y procedo en
contra de ISRAEL VALLARTA CISNEROS Y MARIE LUISE CASSEZ CREPIN
La denuncia que cerró el acta de declaración ministerial de Cristina es ilegal.
Su contenido contraviene toda regla de imparcialidad, espontaneidad y certeza.
No obstante, no haberme reconocido por rostro ni voz, la policía indicó a la
testigo que soy parte de los culpables y así procedió a denunciarme. La
inducción se dio en varias formas y momentos, a saber, por los reporteros, en
el traslado cuando le dice un policía que fui detenida en la casa de seguridad y
finalmente cuando reitera que la policía le dijo que soy parte de los
secuestradores.

La denuncia es ilegal y al efecto, transcribo la tesis que sostiene mi argumento.

PRUEBA TESTIMONIAL. DEBE SER RENDIDA DE FORMA LIBRE Y


ESPONTÁNEA.Conforme a la garantía de legalidad y debido proceso,
contenida en el artículo 14 Constitucional, en relación con lo dispuesto en
el artículo 289 del Código Federal de Procedimientos Penales, las personas
que declaren como testigos en una averiguación previa deben hacerlo en
forma espontánea e imparcial. Esta máxima se ve violentada en el
momento en que el órgano investigador muestra a los testigos fotografías
de los indiciados sin que hayan manifestado poder reconocer a éstos o
sin que hayan proporcionado la razón por la cual podrían estar en posibilidad
de identificarlos. Con tal forma de actuar, el órgano acusador induce la
declaración del testigo para que realice imputaciones en contra de
personas determinadas, mismas que, de esa forma, ven violentadas sus
garantías individuales. En este supuesto, la vinculación de los inculpados a
los hechos investigados se logra sin que se hayan respetado sus derechos
fundamentales. Como consecuencia de lo anterior, las declaraciones en que se
actualizan los vicios de ilicitud pueden tener valor probatorio en aquella parte
que los testigos declaran libremente y deben considerarse ilícitamente
obtenidas en la parte en que el órgano de la acusación induce el
señalamiento de los inculpados a partir de la muestra de fotografías
mediante las cuales se imputa un cargo.[23]

La prueba testimonial que se genera a partir de una inducción, es contraria al


artículo 289 del código procesal. La prueba resulta ilícita, cuando el testigo es
aleccionado o condicionado por fotografías o dichos de la policía. Más aún,
cuando el condicionamiento se reproduce en medios de comunicación, el dicho
testimonial pierde toda espontaneidad y eficacia en juicio.
La Suprema Corte ha construido una regla de exclusión de la prueba
ilícita. Esta regla es pilar del debido proceso. La prueba que se practique en
forma contraria a la ley o en violación de derechos fundamentales, deviene
ilícita. La condena que se funda en pruebas ilícitas es violatoria de
garantías. Asimismo, la regla de exclusión alcanza no sólo la prueba ilícita
obtenida con vulneración de garantías, sino todas las posteriores que deriven
de la primera prueba ilegal.

Los reconocimientos de testigos que primero no me reconocieron y luego me


incriminaron, provienen de una grabación de cuyo origen no hay certeza, y en
su desahogo se percibe, además de la inducción, un posicionamiento de los
testigos dirigido a apuntalar una culpabilidad forzada.

Por ejemplo, en sus primeras declaraciones, rendidas el nueve de diciembre,


Cristina Ríos y Christian Hilario Ramírez no proporcionaron información ni
hicieron referencia alguna que permitiera inferir alguna vinculación de
responsabilidad con mi persona. Cristina Ríos expresamente manifestó no
poder reconocer a nadie:

(…) quiero señalar que nunca vi a ninguno de mis secuestradores, por lo que
me sería difícil identificarlos físicamente (…)

Aún así, el Ministerio Público me puso a la vista de los testigos.

Identificación que, además, se realizó en violación a la garantía de adecuada


defensa, pues no existe constancia de haber sido asistida por abogado en la
celebración de la misma. Ahora, en la sentencia de Acteal, la Corte señaló:

(…) se confrontó a todos los presuntos responsables en la misma


diligencia, sin la presencia de su defensor e intérprete. Si eso sucedió, el
resultado de la diligencia de confrontación es una prueba ilícita, ya que se
violó en su perjuicio el artículo 20, apartado A, fracción IX de la Constitución
(…)[24]
La diligencia de confrontación o identificación fue desahogada en forma ilegal,
sin presencia de abogado defensor, sin intérprete, y en franca inobservancia de
las reglas previstas en los artículos 258 y 260 del Código Federal de
Procedimientos Penales. La diligencia de identificación tal y como se practicó
en la averiguación previa implica una violación al debido proceso y a mis
derechos constitucionales.

No obstante la forma ilícita como se desarrolló, los testigos, Christian Hilario


Ramírez y Cristina Ríos Valladares, no me reconocieron ni por voz ni
físicamente.

(…) la persona de nombre Florence Marie Louise Cassez Crepin, no la


reconozco físicamente ni por la voz (…)

Desde ese mismo día, los testigos estuvieron expuestos a la influencia de las
noticias en los medios. Semanas después del nueve de diciembre, la
controversia sobre el operativo de liberación arreció con fuerza en los
noticieros en los que, además, una y otra vez, se hacía referencia a mi persona
como la francesa[25].

En el sumario existen pruebas que hacen presumible la inducción de la


autoridad investigadora en mi perjuicio. Primero, está el control de ingreso de
personal visitante a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en
Delincuencia Organizada (SIEDO) del diez de febrero del dos mil seis, que
demuestra que, ese día, Cristina Ríos Valladares, Raúl Ramírez y su hijo
Christian Hilario Ramírez Ríos, ingresaron a las instalaciones.

En el caso de Christian Ramírez, la bitácora de control da cuenta de una visita


al licenciado Noé Ramírez Mandujano, de las once horas con veintiocho
minutos a las dieciséis horas con treinta y nueve minutos. El menor permaneció
por espacio de cinco horas pero ese día no obra en autos ninguna actuación
ministerial.
El catorce de febrero, en diligencia practicada en San Diego, California,
Christian cambió radicalmente su testimonio, al grado de caer en contradicción,
y afirmó:

(…) el día que me sacaron sangre de mi brazo izquierdo, la mano que sentí y
observe era muy delicada, suave y de piel blanca… observé que la mano era
de una mujer de piel blanca… recuerdo que cuando me estaba sacando la
sangre escuche que la misma persona que me la sacó pronunció unas
palabras que eran las siguientes “aprieta el brazo” y en ese momento escuche
que esta persona lo pronunció como extranjera, con un acento raro y no con el
tono de mexicana (…)

No obstante, sin justificación aparente alguna, el catorce de febrero de dos mil


seis, Ministerio Público realizó una segunda diligencia. Y digo aparente, pues
era predecible que el escándalo del montaje, obligara a algún tipo de
respuesta.

En la segunda ocasión, el catorce y quince de febrero, el ministerio público


puso a la vista de ambos, del menor y de su madre, quienes ya habían dicho
no reconocerme, una foto mía y un audio editado por la Coordinación de
Servicios Periciales.

Pues bien, respecto de la fotografía, el menor manifestó:

(…) esta autoridad pone a la vista del menor dos fotografías… A LA


PRIMERA.- se observa una persona del sexo femenino….y una vez que la
observó con detenimiento manifestó: que reconozco a esta persona que
ahora se responde al nombre de Florence Marie Louise Cassez
Crepin como la misma que nos fue mostrada a través de un cuarto donde
la vi detrás de un vidrio en las oficinas en donde declare por primera
vez…”

A miles de kilómetros de distancia y varios meses después del hecho y de


haber manifestado no reconocerme, la autoridad ministerial puso a la vista de
los testigos fotografías mías y audios editados de mi voz. La diligencia de
ampliación y reconocimiento adoleció por tanto de los mismos vicios que la
primera, efectuada el nueve de diciembre del dos mil cinco. Aún así, el menor
Christian dijo que me reconocía como la misma persona que vio a través de
un vidrio, esto es en la cámara de Hessel. No me vinculó con los hechos.

En cuanto al fondo de la diligencia, el reconocimiento que realizaron menor y


madre únicamente fue con la diligencia del nueve de diciembre del dos mil
cinco, no así con los hechos imputados.

Es ineludible también, al analizar estas diligencias de “reconocimiento” que


Cristina Ríos Valladares, ya había salido a los medios en un video, “cortesía de
la PGR”, y del cual no se sabe en qué condiciones fue grabado, a decir que sí
reconocía mi voz y a defender la posición acusadora. En otras palabras, de
actora de la escenificación, Cristina Ríos Valladares pasó a ser vocera de la
acusación.

Pues bien, Cristina Ríos quien, antes del cinco de febrero, había salido a los
medios a decir que me había escuchado; en su segunda declaración ministerial
del ocho de febrero, se limitó a decir que tuvo conocimiento de unas manos de
mujer por el dicho de su hijo. La contradicción existe. En los medios, Cristina
dijo una cosa, y en la averiguación, bajo protesta de decir verdad, otra distinta.

Por cuanto hace al reconocimiento de mi voz, los testigos señalaron:

(…) casete de audio, el cual fue editado por la Coordinación de Servicios


Periciales de la Institución, mismo que se pone a la escucha del menor y
una vez que lo escucho manifestó… reconozco la voz de la persona que
menciona llamarse Florence Marie Louise Cassez Crepin, como la misma voz
de la persona que me sacó sangre de mi brazo, lo anterior lo he comprobado
ya que al escuchar esta voz en los noticieros que pasan en la televisión, la
reconozco y es la misma voz como lo dije de la persona que me sacó sangre
(…)

El reconocimiento se realizó a partir de un casete editado, una grabación de


voz, de la cual no existe constancia de cómo ni cuándo fue obtenida. La falta
de datos ciertos sobre su origen e integración, anula esta prueba y la hace
ilícita. No hay siquiera una fe del contenido de dicho casete.

En actuaciones, no hay evidencia de quién, cómo y cuándo fue tomada la


prueba de mi voz, tampoco está demostrado que en dicha diligencia se haya
respetado mi derecho a estar presente y a contar con una adecuada defensa.

No existe constancia que explique en qué condiciones se registró la muestra


de mi voz, o si ésta se haya sido tomado en presencia de un abogado
defensor.

Adicionalmente, no hay constancia que aclare quién tomo la muestra de voz,


en qué consistió la prueba ni quién realizó la edición del casete que
escucharon los testigos. No hay constancia, de una cadena de custodia, del
origen de la muestra de voz o de la manipulación o edición que efectuó
servicios periciales.

En ampliación al ser interrogado, Christian dijo que en esa ocasión, escuchó el


casete con mi voz de cinco a diez minutos. Es decir, escuchó el casete y
reconoció mi voz. Ahora la pregunta: ¿Qué le dijeron antes, durante o después
que escuchó mi voz, cómo se desarrolló esa escucha?

Resulta contradictorio y reclamo que la sentencia haya otorgado valor


probatorio a un reconocimiento de voz realizado a partir de un casete editado,
del cuyo origen y manipulación científica no se tiene certeza, y por el otro, le
haya negado peso al dictamen en materia de análisis de mi voz practicado por
la doctora Xochiquetzal Hernández López, perito de la defensa, y de cuyo
dictamen sí hay certeza.

El reconocimiento de voz fue realizado a partir de una prueba ilícita -el audio
editado- y, por ende, lo que se desprenda de éste, también lo es.
PRUEBAS EN EL PROCEDIMIENTO PENAL. SUPUESTOS EN QUE DEBE
NULIFICARSE SU EFICACIA. La eficacia de las pruebas en el procedimiento
penal debe nulificarse en los casos en que la norma transgredida establezca:
(i) garantías procesales, (ii) la forma en que se practica la diligencia, o
bien, (iii) derechos sustantivos en favor de la persona. Por su parte, las
pruebas derivadas (aunque lícitas en sí mismas) deben anularse cuando
aquellas de las que son fruto resultan inconstitucionales. Así, los medios de
prueba que deriven de la vulneración de derechos fundamentales, no deben
tener eficacia probatoria, pues de lo contrario se trastocaría la garantía de
presunción de inocencia, la cual implica que nadie puede ser condenado si no
se comprueba plenamente el delito que se le imputa y la responsabilidad penal
en su comisión, circunstancia que necesariamente implica que las pruebas con
las cuales se acreditan tales extremos, deben haber sido obtenidas
lícitamente.[26]

Por último, no existe en el expediente fe ministerial que dé cuenta del


contenido del audio editado que refiere la diligencia de reconocimiento de voz
realizadas los días catorce y quince de febrero del dos mil seis por Christian
Ramírez y Cristina Ríos, respectivamente.

El criterio de la Suprema Corte aplicable al reconocimiento inducido vía


fotografías o videos resulta igualmente aplicable al caso de un audio casete.
En sendos casos, el Ministerio Público induce el reconocimiento al poner a la
vista o a la escucha del testigo una fotografía, un video o un casete, sin que
queden claras las condiciones cómo se pone a la vista o a la escucha tal
material. Por lo pronto, en el caso, concreto, no hay fe ministerial del contenido
del casete que se hizo escuchar a los testigos.

Más aún, del dicho del menor, se desprende que una de sus referencias fue:
“…al escuchar esta voz en los noticieros que pasan en la televisión, la
reconozco.” Esto es el menor y la diligencia dejan constancia de no ser ajenas
o abstraídas del escándalo mediático. Christian reconoció mi voz como la que
pasó en televisión. En efecto, mi voz pasó en el programa Punto de partida.

En su declaración del quince de febrero del dos mil seis, Cristina Ríos
Valladares introdujo a un supuesto testigo, Leonardo Cortes López, quien
sorprendemente, cinco días antes, el diez de febrero, ya había rendido su
declaración ministerial.
La declaración de este testigo nuevo presenta contradicciones y omisiones
graves en hechos sustantivos y, al igual que el resto de los testimonios, su
dicho evidencia inducción dirigida en mi agravio y con miras a incriminarme.

En lo de las omisiones, destaca en primer lugar, la de cualquier circunstancia


de tiempo que hubiera precisado las fechas cuando se supone dijo haberme
visto.

(…) recordé que antes de que la señora Cristina se ausentara, logré darme
cuenta que en varias ocasiones, es decir, dos o tres veces, cuando la señora
Cristina Ríos, iba a mi puesto de verduras a comprar, inmediatamente llegaba
una persona (…)

El testigo dice “antes” y “varias ocasiones”: ¿Cuándo y cuántas? Ni siquiera


proporcionó una fecha aproximada. El declarante fue incapaz de precisar las
fechas o las veces cuando supuestamente me observó. La incertidumbre sobre
fecha y tiempo de lo que dijo haber visto, resta credibilidad al testimonio.

El dicho de Leonardo Cortes López fue indebidamente valorado al ser contrario


a los principios legales y requisitos de validez que rigen un reconocimiento.

Como ya se señaló, la resolución de la Primera Sala de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación con motivo del caso “Acteal”[27], estableció puntualmente
las formalidades que se deben respetar al efectuarse la diligencia de
reconocimiento:

(…) conforme a la garantía de legalidad y debido proceso, contenida en el


artículo 14 Constitucional, en relación con lo dispuesto en el artículo 289 del
Código Federal de Procedimientos Penales, las personas que declaren
como testigos en una averiguación previa deben hacerlo de forma
espontánea e imparcial (…)
Tan sólo a manera de ejemplo, el nueve de diciembre del dos mil cinco, el
noticiario matutino de Televisa transmitió lo que luego tuvieron a bien calificar,
eufemísticamente, como una “recreación”. Una “recreación” que sirvió para
afectar irremediablemente mi imagen y el sentido de percepción de la opinión
pública.

El gran público y la prensa pudieron así verme como si se tratase de un


secuestro en vivo y en flagrancia evidente en el rancho las Chinitas. En fechas
subsecuentes, los encabezados de noticias y los canales de televisión, sin
investigación ni juicio formal, una y otra vez y en forma por demás peyorativa y
somera, identificaron mi persona como la “secuestradora francesa.”

En el caso que nos ocupa, el testimonio de Leonardo Cortes López dio cuenta
del impacto mediático sobre su percepción de los hechos, cuando manifestó:

(…) se trata de la misma persona que vi en la televisión como la francesa


secuestradora (…)

La leyenda manuscrita que el testigo Leonardo Cortes plasmó al lado de la


fotografía que le fue mostrada, es reveladora del impacto mediático y de la
inducción sobre el testigo[28]. Reproduzco, el formato:

“ 10/02/2006.

Esta persona la conocí como la


misma que en ocasiones yegaba a mi
puesto…

… se parese a la persona oc sabe en


las noticias como una francesa que
se dedicaba a secuestrar.
Leonardo Cortes Lopez”

Como haya sido, el testigo reconoció la influencia que las noticias del momento
ejercieron sobre él y sobre su percepción de los hechos. La televisión ya había
emitido su veredicto y lo había dicho: Florence Cassez era la “francesa
secuestradora.” Leonardo Cortes López no hizo más que repetirlo.

A la inducción televisiva, hay que añadir la violación a reglas que, respecto al


reconocimiento y a la validez de la prueba testimonial, dispone el código
adjetivo.

Efectivamente, los artículos 260 a 264 del código procesal y la interpretación


de la Suprema Corte, exigen, para efectos de la imparcialidad y certeza de la
identificación, que el probable responsable se ubique a la vista del testigo,
junto con otras personas de similares características físicas y de atuendo. Aquí,
sólo se mostró una fotografía, la de la misma persona que vio el testigo en la
televisión como “secuestradora.”

Sirva el criterio que la Suprema Corte sostuvo en el conocido caso “Acteal”[29]:

(…) no cumplió con los requisitos establecidos por la ley para la celebración
de dichas diligencias, principalmente, por el hecho de que las únicas
personas que se encontraban a la vista del testigo que intervenía en la
confronta eran los ahora quejosos (…)

El reconocimiento realizado por Leonardo Cortes López fue contrario a derecho


y, por ello, la prueba debe considerarse ilícita. La diligencia de reconocimiento
asentada en la testimonial del diez de febrero del dos mil seis, señala:
(…) esta Representación Social de la Federación procede a poner a la vista
del declaranteuna impresión digitalizada de una fotografía, de una persona
del sexo femenino, la cual el declarante al tenerla a la vista, manifiesta que:
reconozco plenamente y sin temor a equivocarme a la personas que aparece
en la fotografía, como la misma persona que en ocasiones iba a mi puesto a
comprar verdura, la cual siempre lo hacía cuando llegaba la señora Cristina
Ríos Valladares (…)

Para el reconocimiento, la representación social ni siquiera requirió mi


persona, únicamente puso a la vista del declarante una fotografía mía. Para
entonces, el testigo ya me había visto detenida y tachada por los medios.

Frente a la misma manera de proceder, la Primera Sala de la Suprema


Corte[30] se ha pronunciado y ha restado todo valor probatorio al
reconocimiento así realizado:

(…) le muestra las fotografías de las personas que se encuentran


relacionados con la investigación en calidad de indiciados y es a partir de las
mismas que se logra la imputación en su contra… el resultado de la
diligencia de confrontación es una prueba ilícita, ya que se violó en su
perjuicio el artículo 20, apartado A, fracción IX de la Constitución, en relación
con su aplicación por parte de los artículos 260 y 264 del Código Federal de
Procedimientos Penales (…)

La diligencia pone en tela de juicio la autenticidad del testigo; atenta contra la


imparcialidad que requiere la prueba y, por ser violatoria de las normas
procesales, es ilícita.

A su vez, la secuencia cómo se aportó el testimonio de Leonardo Cortes


Lopez, abona la duda sobre la veracidad del testigo.

El quince de febrero del dos mil seis, Cristina Ríos Valladares informó al
ministerio público encargado de la investigación, por primera y única vez, la
existencia de Leonardo Cortés:
(…) cabe aclarar que un comerciante que vende verduras sobre la banqueta
cerca de mi domicilio, en días pasados me pregunto si me habían secuestrado
y al decirle que si me comentó que la mujer francesa que ha salido en la
televisión en varias ocasiones la había visto por ahí (…)

Antes del quince de febrero del dos mil seis, ninguna persona vinculada a los
hechos investigados, había referido la existencia de Leonardo Cortes.

Paradójicamente, Leonardo Cortes López rindió su testimonio el diez de


febrero del dos mil seis, cinco días antes que Cristina mencionara siquiera su
existencia.

¿Cómo supo el Ministerio Público de Leonardo Cortés antes de que Cristina


Ríos lo hubiera mencionado en la indagatoria? La duda crece si se analizan las
declaraciones de ambos testigos.

El diez de febrero del dos mil seis, Leonardo Cortes manifestó:

(…) el día de anteayer miércoles ocho de febrero del presente año, fue a mi
puesto la señora Cristina Ríos Valladares, la cual me sorprendió, e
inmediatamente le pregunté que como seguía de su enfermedad (…)

La fecha adquiere relevancia si se atiende a que el ocho de febrero Cristina


Ríos declaró ante el Ministerio Público Federal:

(…) siendo las once horas con diez minutos del día ocho de febrero del año
dos mil seis, ante el C. Licenciado Alejandro Fernández
Medrano…. comparece voluntariamente la persona que dijo llamarse Cristina
Ríos Valladares (…)
Cinco días antes de que la principal involucrada y única testigo refiera la
existencia de Leonardo Cortés, éste ya rendía testimonio ante el órgano
investigador.

Por otro lado, en su declaración del quince de febrero, rendida en San Diego,
California, Cristina Ríos mencionó la existencia de una persona que,
supuestamente, podía dar noticias de los hechos investigados. Respecto al
nuevo testigo, el testimonio de Cristina Ríos no aportó ningún elemento de
identificación:

(…) cabe aclarar que un comerciante que vende verduras sobre la


banqueta cerca de mi domicilio, en días pasados me preguntó que si me
habían secuestrado (…)

¿Cómo supo Leonardo Cortés López que Cristina había sido secuestrada, si
Cristina y su hijo aparecieron en televisión con los rostros borrados?

Si Cristina Ríos supo del testigo el ocho de febrero antes de declarar ante el
Ministerio Público, por qué no lo refirió en su comparecencia de esa fecha.
¿Por qué lo introdujo siete días después?

Si, por el contrario, ella se enteró del testigo después de rendir declaración
ministerial. ¿Entonces cómo se enteró el Ministerio Público de Leonardo Cortes
antes del quince de febrero?

Por otro lado, el diez de febrero del dos mil seis, no existe registro de entrada a
las oficinas de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en
Delincuencia Organizada (SIEDO) de Leonardo Cortes López.

El control de ingreso de personal visitante de la SIEDO del día diez de febrero


del dos mil seis, no acusa la entrada, ni salida, de Leonardo Cortes López.
No hay registro de entrada del testigo, sin embargo el control de ingresos de
ese mismo día acusa tres ingresos de Cristina Ríos Valladares.

Finalmente, no pasa desapercibido que en la sentencia reclamada, el tribunal


responsable otorgó valor probatorio a la segunda testimonial y diligencia de
reconocimiento de Leonardo Córtez López del primero de marzo de 2006.

”Que comparezco voluntariamente ante esta Representación Social … toda


vez que así me fue solicitado y una vez que se me ha enterado, que el motivo
de mi comparecencia es con la finalidad llevar a cabo una diligencia de
reconocimiento, es decir de la persona que referí y reconocí por fotografía
en mi anterior declaración, por lo que una vez que me constituí en
los separos del Centro Federal de Investigaciones, , …, y una vez que se
tomaron todas las medidas de seguridad se procedió ..a ponerme a la vista a
través de la cámara de Hessel a una persona del sexo femenino, a la cual
ahora sé responde al nombre de FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ
CREPIN, misma que cuando la observe, inmediatamente me di cuenta que se
trata de la misma persona que en varias ocasiones llegaba a mi puesto de
verduras, atrás de la señora CRSITINA RÍOS VALLADARES, es decir cuando
la señora CRISTINA después de comprarme mercancía, se dirigió a una
farmacia de nombre “RIO BLANCO”,… es decir una persona guapa, alta,
güera, de tez muy blanca y que su forma de hablar era diferente, es decir
de otro país; así mismo reconozco su acento de voz, ya que no puede
pronunciar bien el español, es decir como si hablara otro idioma…”

De nueva cuenta, la declaración anterior carece de todo valor probatorio


respecto del supuesto reconocimiento, pues en el caso, el testigo había sido
previamente aleccionado con la muestra de una fotografía y no se cumplieron
los requisitos los artículos aplicables del 258 al 264 del Código Federal de
Procedimientos Penales.

Adicionalmente, la defensa nunca tuvo la oportunidad de interrogar al


mencionado testigo, puesto que en la instrucción se afirmó que éste había
fallecido, lo que constituyó de sí una indefensión y una afectación al principio
de contradicción.

Amén de lo anterior, procede destacar que el testigo no precisó circunstancias


de tiempo, ni las ocasiones en las que dijo haberme visto. Su declaración
resulta por demás sospechosa, dado que en el expediente consta, con las
copias de los pases de avión de la línea “Delta”, que ingresé a los Estados
Unidos de América el veinte de julio de dos mil cinco, con destino final a
Francia y regresé a México el diez de septiembre de dos mil cinco.

Empero, lo más grave es que la identificación que supuestamente efectuó


Leonardo Cortez López, es irregular y se realizó en forma contraria a las
disposiciones procesales, al no haberse realizado propiamente una diligencia
de confrontación y haberse violentado las formalidades que disponen los
artículos aplicables del 258 al 264, del código procesal[31].

En suma, reclamo al tribunal que no haya apreciado la ilicitud de los


reconocimientos hechos en contra de mi persona, que no haya apreciado la
manera como se violentaron formalidades esenciales en el desahogo de esas
pruebas, que no haya percibido la manera cómo el órgano investigador buscó
inducir y apuntalar ilegalmente mi culpabilidad cuando la credibilidad de la
investigación fue cuestionada. En consecuencia, reclamo que no haya excluido
del cúmulo probatorio los testimonios ilegales.

La nulidad de la prueba ilícita es una garantía fundamental. Las pruebas con


las que el tribunal responsable sustentó mi responsabilidad son ilícitas y nulas.

Finalmente, cierro este capítulo con el pertinente voto expresado por el Ministro
Juan Silva Meza en la discusión sobre el caso Acteal que llevó a la resolución
del amparo directo 9/2008:

“… la obtención fundamentalmente y desahogo de pruebas en forma ilícita, no


puede servir para integrar los elementos que integran la responsabilidad
plena…

“La prueba ilícita, obtenida y desahogada en forma inconstitucional, no


puede servir para demostrar las conductas que pretende probar; e
insisto, no hay peor injusticia que tratar de enmendarla cometiendo otra,
en especial cuando la reparación es abiertamente contraria a principios
constitucionalmente básicos como son el debido proceso legal, la presunción
de inocencia, la imparcialidad en la impartición de justicia, entre otros.
Nuestro sistema –y aquí desgraciadamente, no sin frecuencia- a veces
privilegia el subsanar, convalidar o soslayar los errores de las autoridades
encargadas de perseguir y castigar los delitos, por encima de los derechos y
garantías procesales que la constitución otorga a todo indiciado; …en muchas
ocasiones, los estándares constitucionales se relajen o peor aún, que sean de
plano ignorados.

Detrás de esa visión se encuentra un falso dilema con el que, por lo regular, se
ha tratado de explicar la relación entre la justicia y la seguridad.
Frecuentemente para garantizar la segunda es necesario doblar la primera. El
dilema es falso y no puede, por lo mismo, dar pie a argumento alguno; lo es
porque cuando el estado y las autoridades que lo representan dejan de
observar los estándares, reglas y garantías procesales que en materia
penal establece la constitución, se configura el más claro caso de
inseguridad contra la propia sociedad. …”

4. VIOLACIÓN A LA GARANTÍA PREVISTA EN EL CUARTO PÁRRAFO


DEL ARTÍCULO 16 CONSTITUCIONAL Y A LOS ARTÍCULO 193 Y 193
QUATER DEL CÓDIGO FEDERAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES EN
RELACIÓN CON LAS GARANTIAS CONSAGRADAS EN LOS ARTICULOS
17 DEL PACTO DE DERECHOS CIVILES Y POLITICOS Y 11 DE LA
CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

La presunción de inocencia… puede periclitar por una mala comprensión


del principio de publicidad. Sobre todo si los medios de comunicación no
asumen responsablemente su tarea de informar sobre procesos judiciales en
curso y se abandonan en sus afanes por constituirse en jueces mediáticos de
las personas acusadas.

Miguel Carbonell. Instituto de Investigaciones Jurídicas.

El video explica en buena medida las violaciones que plagan el sumario. Más
aún, por efecto del montaje fui sometida a un trato degradante que anuló el
debido proceso y la presunción de inocencia.

Sin entrar, por lo pronto, al debate sobre la fecha de mi detención, es


indubitable que fui retenida por la policía investigadora y constreñida a salir
frente a las cámaras de televisión. Ese hecho constituye una violación a mis
derechos fundamentales.
En primer término, reclamo una evidente violación a la garantía prevista en el
cuarto párrafo del artículo 16 constitucional que manda a la autoridad,
cualquiera que ésta sea, a poner “sin demora” a toda persona detenida a
disposición del Ministerio Público.

El precepto constitucional no es ambiguo. La norma utiliza términos afines:


“autoridad inmediata” y “prontitud”. La Constitución es preceptiva en la
celeridad que impone en poner a disposición del Ministerio Público a todo
detenido.

“Sin demora” significa sin dilación, sin tardanza[32]. De la misma manera,


“prontitud” implica: “celeridad, presteza o velocidad en ejecutar una cosa”. A la
luz constitucional, estos términos quieren decir “inmediatamente”.

La obligación constitucional se reproduce en normas secundarias. Por ejemplo,


la circular número C/003/01[33] del Procurador General de la República cuyo
objeto es reiterar a los agentes del Ministerio Público de la Federación y
miembros de la Agencia Federal de Investigación se abstengan de llevar a
cabo o tolerar forma de detención ilegal, establece en su artículo primero:

“Los miembros de la Agencia Federal de Investigación que lleven a cabo la


detención de una persona, deberán ponerla a disposición de la autoridad
competente, sin dilación alguna y bajo su más estricta responsabilidad.”

Ahora ¿Cuánto tiempo actualiza el cumplimiento de término “sin demora”? La


ley no aporta un protocolo preciso, sin embargo, el término se entiende en el
sentido que, una vez detenida, la persona debe ser trasladada ante un agente
ministerial.

La Convención Americana de Derechos Humanos reproduce esta obligación y


el término mismo. El artículo 7.5 sobre la libertad personal, dispone:

“Toda persona detenida o retenida debe ser llevada sin demora ante un juez o
funcionario autorizado por la ley…”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, interpretando este
artículo, ha opinado que la demora tolerable “es aquélla necesaria para el
traslado.”[34]

Es claro que la Constitución no debe ni puede precisar un término. En ese


sentido, yo, Florence Cassez, no fui puesta sin demora o inmediatamente a
disposición del Ministerio Público. Al contrario, en lugar de ser trasladada ante
el agente del ministerio público, fui llevada y retenida ilegalmente en el rancho
y colocada contra mi voluntad en una escenificación para los medios de
comunicación. Ese tiempo resulta injustificable y es una violación directa al
mandato constitucional. El hecho además está demostrado por el mismo video
y otras piezas de autos.

Cronología esencial: Para dar cuenta de la violación, sigo por lo pronto la

responsable.

El tribunal responsable tuvo por cierta como hora de mi detención las cuatro
horas con treinta minutos (04.30 am) del día nueve de diciembre de dos mil
cinco.[35] También señaló que la liberación de las víctimas en el rancho habría
ocurrido a las seis con treinta minutos (06:30 am).

A su vez, el inicio del video muestra las seis horas con cuarenta y siete minutos
y su último registro grabado se ve a las siete horas con veinticuatro o treinta y
cuatro minutos. De ahí, se aprecia cuando mínimo una hora retenida, tiempo
durante el cual ni fui trasladada ni puesta a disposición del Ministerio Público,
sino colocada frente a las cámaras de televisión en la escenificación de un
irreal rescate.

Por su parte, el policía federal de investigación, Carlos Servín Castorena,


manifestó ante la Visitaduría General que: “… salimos del rancho
aproximadamente como a las ocho veinte de la mañana…”[36]

Finalmente, la averiguación previa registra la puesta a disposición a las diez


horas con dieciséis minutos del nueve de diciembre de dos mil nueve.
La cronología anterior da cuenta que no fui llevada sin dilación ante el
Ministerio Público. Al contrario sufrí una retención ilegal[37].

Así las cosas, aceptando sin conceder la versión y horas oficiales, se aprecia
que en violación al mandato del cuarto párrafo del artículo 16 constitucional,
habría sido retenida más allá del plazo constitucional. Esto es, desde las cuatro
horas con treinta minutos de la madrugada hasta las diez horas con dieciséis
minutos de la misma mañana. Ese tiempo no puede tenerse como pronto o
inmediato.

Ahora bien, los autos acreditan que fui retenida ilegalmente cuando menos dos
horas en el rancho “Las Chinitas” para efectos de la escenificación mediática,
desde las seis horas con treinta minutos hasta las ocho con veinte,
concretamente hasta que terminara la emisión de los noticieros matutinos. Esa
dilación es ilegal.

No hay fundamento legal o protocolo policial que permita a una autoridad poner
a un indiciado a disposición de los medios y a ser fotografiado, menos aún ser
filmado y ser obligado, contra su voluntad, a estar en un simulacro escénico.

El mandato constitucional contiene una prohibición implícita. A su vez, el


artículo 193 del Código Federal de Procedimientos Penales reglamenta con
detalle el precepto constitucional y expande la garantía procesal.

“Las autoridades que realicen cualquier detención o aprehensión deberán


informar por cualquier medio de comunicación y sin dilación alguna, a efecto de
que se haga el registro administrativo correspondiente y que la persona sea
presentada inmediatamente ante la autoridad competente. La autoridad
que intervenga en dicha detención elaborará un registro pormenorizado de las
circunstancias de la detención.
Desde el momento de la detención hasta la puesta a disposición ante la
autoridad ministerial correspondiente, se deberán respetar los derechos
fundamentales del detenido.

El Ministerio Público constatará que los derechos fundamentales del detenido


no hayan sido violados.

La violación a lo dispuesto en los dos párrafos anteriores será causa de


responsabilidad penal y administrativa.

Los agentes aprehensores no dieron un registro pormenorizado de la


detención. Su parte informativo no lo hizo y además resultó incongruente con
las imágenes de video. Asimismo, omitieron cumplir con la fracción V del
artículo 193 quater que los obliga a precisar el tiempo aproximado del traslado
de un indiciado. Tales obligaciones son medulares puesto que permiten
precisar si la disposición cumplió o no con el mandato de prontitud de la norma
constitucional.

Mi retención para efectos de la escenificación es ilícita y bajo ninguna óptica


puede justificarse. Luego entonces, sí hubo una violación al mandato
constitucional y existe agravio cuando el tribunal responsable afirmó:

“ … se estima que la enjuiciada sí fue puesta a disposición inmediata del


Ministerio Público a las diez horas con dieciséis minutos del nueve de
diciembre de dos mil nueve,… sin que se advierta que haya padecido algún
tipo de violencia para doblegar su voluntad.”[38]

El tribunal responsable ignoró el artículo 193 del código adjetivo y dice que no
padecí “algún tipo de violencia.” Tal afirmación pugna con el elenco probatorio.

Conviene repetir que no existe fundamento legal para que la policía o cualquier
otra autoridad retengan a una persona -que no ha sido puesta a disposición del
Ministerio Público- a disposición de los medios para ser filmada.
Tras mi detención, sí hubo violencia a mis derechos fundamentales. La
Suprema Corte de Justicia ha llegado a tal conclusión. Por su novedad y
relevancia me permito transcribir la tesis relevante, que aplica al caso:

ACTO DE MOLESTIA. LO CONSTITUYE LA TOMA DE FOTOGRAFÍAS A


QUIENES NO TIENEN LA CALIDAD DE DETENIDOS O PRESUNTOS
RESPONSABLES.

La toma de fotografías a personas que no han sido puestas a disposición del


Ministerio Público en calidad de detenidas o presuntas responsables -cuando
éste sólo ha ordenado su localización y presentación- configura un acto de
molestia porque menoscaba o restringe derechos de la persona, al hacer uso
de su imagen, aunado a que la obtención de fotografías puede resultar
violatoria de los derechos a la honra y a la dignidad contenidos en los
artículos 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 11 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, si el Estado incumple con
sus obligaciones relativas a la protección de datos personales, las cuales
consisten en: a) solicitar o registrar información que contenga datos personales
sólo en los casos previstos por la ley; y, b) tratar confidencialmente tales datos,
lo que implica utilizarlos o revelarlos sólo con el consentimiento de la persona a
quien correspondan. Así, el hecho de que la autoridad obtenga fotografías de
cualquier persona, sin importar su situación jurídica, efectivamente representa
un menoscabo y un deterioro en sus derechos, de naturaleza continuada, pues
mientras el resultado del acto (las fotografías) no se elimine, el acto de molestia
continúa.[39]

Fotografiar a una persona que no ha sido puesta a disposición del Ministerio


Público, constituye un acto de molestia. En el presente caso, la molestia fue
mucho más grave. Yo, Florence Marie Louise Cassez Crepin, fui retenida
contra mi voluntad y colocada en un lugar distinto al de mi detención para ser
fotografiada, filmada e incluso interrogada indebidamente por los medios de
comunicación.

Secuencia:

Pregunta TV: ¿Cuál era tu función?


R. FC: No, no, yo no tengo nada que
ver en eso.

Voz desde atrás: Ella vive aquí en


esta casa.

Pregunta TV: ¿Entonces porqué


estabas aquí en esta casa dónde
había varias personas secuestradas?

R. FC: Porque era mi novio,…

Nótese la mano que sujeta mi espalda


a modo de control sobre mi persona.

Los autos dan cuenta que entre las seis cuarenta y siete, hora de inicio del
video, hasta la salida del rancho a las ocho con veinte de la mañana, fui
ilegalmente retenida para propósitos ilícitos, prohibidos por la Constitución y el
código adjetivo.

Por tanto, y siguiendo el criterio pronunciado por la Suprema Corte de Justicia,


se advierte que sufrí violencia al ser forzada a estar en la escenificación del
supuesto rescate. Más allá del impacto contra mi imagen y contra la posibilidad
real y efectiva de ser tenida por inocente, se trató de un acto de molestia que
importa una violación continuada a mis derechos fundamentales, entre otros, a
la garantía de no incriminación, por ser exhibida y obligada a responder
preguntas.

Para mayor precisión, reproduzco los artículos de las Convenciones


Internacionales que menciona la tesis. Dichas Convenciones son norma
suprema y consagran lo que se conoce como segunda generación de derechos
fundamentales:

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos[40]


Artículo 17

1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su


familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra
y reputación.

2. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas


injerencias o esos ataques.

Convención Americana sobre Derechos Humanos[41]

Artículo 11. Protección de la Honra y de la Dignidad

1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de


su dignidad.

2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida


privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de
ataques ilegales a su honra o reputación.

3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas


injerencias o esos ataques.

La escenificación del rescate, aparte de constituir una falsedad, es un acto


ilícito. Su pretensión era dar una imagen de eficacia a la policía, pero es
evidente que el montaje en nada contribuyó a la imagen o a la eficacia de la
institución policial.

Como expone la tesis, la toma de fotografías a personas que no han sido


puestas a disposición del Ministerio Público en calidad de detenidas -cuando
éste sólo ha ordenado su localización y presentación- configura un acto de
molestia implica un uso indebido de su imagen personal.
Así las cosas, una escenificación televisada importa un menoscabo tanto
mayor a la dignidad de la persona por verse el efecto magnificado por los
medios masivos de comunicación. El acto de molestia constituye además una
forma de violencia porque me constriñó a ser filmada contra mi voluntad y
coloca mis garantías constitucionales en una situación de extrema
vulnerabilidad y desventaja al ser obligada a contestar preguntas de los
medios.

El haberme forzado en una escenografía debe tenerse como una injerencia


arbitraria y un ataque a mi reputación.

Fui sometida a un proceso de linchamiento mediático que importó una


estigmatización social magnificada por el impacto televisivo. El daño de haber
sido televisada, está probado. Desde entonces pasé a ser conocida como la
“secuestradora francesa”. Y el efecto se produjo casi de inmediato.

Prueba de ello, fue la publicación, que aparece en autos, del diario “La Crónica
de hoy”, cuyo encabezado apareció en la primera página de la edición impresa
del dieciséis de diciembre de dos mi cinco y que decía:

“La secuestradora francesa iba por 7 clientes VIP del Fiesta Americana[42]”

Y en páginas interiores:…

“Los Zodiacos utilizaban negocio del hermano de Marie Louise”


La imagen que aparece arriba, muestra cuando era retenida por la policía
federal en violación al mandato constitucional y acredita que, además de ser
filmada, fui profusamente fotografiada y expuesta a diversos los medios
informativos.

Mi nombre, Florence Cassez, y mi rostro quedaron marcados por la televisión,


radio y medios impresos como la “secuestradora francesa” y todo ello sucedió
antes de ser puesta a disposición de la autoridad investigadora.

El ataque a mi honra se agrava por el hecho de que las escenas televisadas en


las que se ve mi persona, son falsas. Mi réplica ha sido ahogada por la
estridencia mediática y la falsedad repetida ha generado más falsedad. La nota
del diario “La Crónica”, no guarda ni tiene relación alguna con la investigación
plasmada en la averiguación previa.

En la averiguación no existe una línea de investigación sobre mi trabajo en el


citado hotel. Tan es así que ese mismo día, dieciséis de diciembre de dos mil
cinco, apenas aparecida la nota periodística, el agente del Ministerio Público
levantó la siguiente constancia ministerial[44]:
Que en la hora y fecha arriba indicada, en compañía de testigos de asistencia,
así como de Policías Federales de Investigación de la Agencia Federal de
Investigación, me trasladé al Hotel Fiesta Americana, ubicado sobre la avenida
Mariano Escobedo, número 756, colonia Anzures, Delegación Miguel Hidalgo
en esta ciudad, entrevistándonos con el C. Alberto Pichardo Velázquez,
Gerente de Servicio a Huéspedes, a quien le hicimos saber que el motivo de
nuestra visita, era con la finalidad de que nos aclarara si personal de ese Hotel,
había mostrado unas imágenes al reportero del periódico La Crónica, donde se
observaba a la C. Marie Louise Cassez Crepin, platicando amenamente con
diversas persona, así como revisando alguna documentación,
manifestándonos el C. Alberto Pichardo, que era imposible que el personal de
ese hotel, haya proporcionado algún video, ya que las únicas personas que
tenían acceso a ellos, son los CC. Durán Torran Rateb y Rubén Rancel,
Director General del Hotel y Jefe de Seguridad respectivamente, por los que
no es creíble lo que salió en la nota periodística, refiriéndonos además
que la C. Marie Louise Cassez Crepin, efectivamente laboró en dicho
lugar, pero que su función era de Hosstes (sic), y no realizarles
entrevistas o hacer relaciones públicas con ellos, que el tiempo que llevaba
laborando en ese lugar era aproximadamente un mes, sin nada más que hacer
constar, se da por concluida la presente diligencia, firman en ella los que
comparecieron para todos los efectos legales correspondientes. CONSTE

La razón ministerial confirma que en la indagatoria no hay nada que respalde el


sentido de la nota, sin embargo, el daño estaba hecho.

En suma, reclamo que el tribunal responsable no haya apreciado que los


agentes federales investigadores incurrieron en flagrante violación al
artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues
omitieron ponerme sin demora a disposición de autoridad ministerial.

En su lugar efectuaron una retención indebida y se prestaron a la realización


de un “montaje televisivo”, para simular una detención en el interior de un
inmueble en el que se escenificó. Lo anterior, fue una circunstancia que no
tomó en consideración por el tribunal responsable, y es relevante, para
demostrar la forma la manipulación de pruebas, para “tratar de hacer creer”
que soy responsable.
La conducta de los agentes aprehensores, al haberme retenido
injustificadamente, y permitir que se filmara una escena de un “supuesto
rescate”, haciendo aparecer ante la opinión pública que había sido detenida en
el lugar donde se encontraron a las víctimas.” Tal conducta es violatoria de los
artículos 9.3 y 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
dado que queda acreditado en autos que no fui llevada sin demora ante un
juez u otro funcionario autorizado por la ley y no se respetó el Principio de
Presunción de Inocencia.

Al ser mostrada a la opinión pública, evidentemente se estableció en los


medios de información un juicio somero y una condena pública, al ser exhibida
como “secuestradora”; sin que un previo juicio, sin formalidad alguna y sin
sentencia.

Ahora, la violación que expongo en este apartado, deviene tanto más grave
cuando se considera que en realidad no fui detenida el nueve de diciembre de
dos mil cinco, sino un día antes, el ocho de diciembre sobre la carretera.

5. VIOLACION AL DEBIDO PROCESO POR NO EXISTIR CERTEZA


JURIDICA SOBRE LA FECHA Y HORA DE MI DETENCIÓN

Pregunta (Prensa): ¿A qué hora fue detenida la señora francesa y a petición de


quiénes? Porque se entiende que fuimos todos, realmente no fuimos todos, te
pedimos esa precisión, la hora, la fecha. ¿Y quienes te pidieron que
accedieras?

Genaro García Luna: Bueno, usted no es de imagen…

Periodista: No, yo soy de radio…

José Luis Santiago Vasconcelos: Haber (sic), me permiten, rápido nada


más, es muy difícil ahorita que el ingeniero o que su servidor les podamos
dar detalles porque recuerden que tenemos la averiguación previa todavía en
curso… vamos a hacer esto… el explicar y empatar en los medios de
comunicación como sucedió esto… vamos a terminar y ahí vamos a ver
hojita por hojita la averiguación para demostrar esto…
Comunicado de PGR. Sesión de preguntas y respuestas, Conferencia de
prensa del Procurador General de la República, auditorio Juristas, 10 de
febrero de 2006.

La parte acusadora afirmó que yo fui detenida el nueve de diciembre de dos mil
cinco a las cinco treinta de la mañana. Luego, cuestionada por la prensa,
aclaró que tenía que revisar la averiguación “hojita por hojita” y “empatar” las
cosas en los medios de comunicación. El diez de febrero de dos mil seis, la
autoridad ministerial no podía contestar una sencilla pregunta y ofrecer una
explicación la opinión pública.

Yo, por mi parte, he sido consistente y he sostenido haber sido detenida el


ocho de diciembre aproximadamente a las diez horas con treinta minutos.

Fui detenida arbitrariamente, sin existir flagrancia y sin estar en posesión de


armas y luego retenida ilegalmente por espacio de veinticuatro horas.

El tribunal responsable tuvo por buena la fecha que postuló la acusación, sin
embargo, existen indicios de peso que inclinan la balanza hacia el ocho de
diciembre. Esos indicios se hallan en diversas piezas de la averiguación.

Antecedente: el oficio de localización. El seis de diciembre de dos mil cinco,


en la averiguación PGR/SIEDO/UEIS/190/2005, el agente del Ministerio
Público libró oficio de localización y presentación. En el margen izquierdo,
aparecen leyenda y firma “Recibí original”, ese mismo seis a las trece con
treinta y cinco (01:35 pm)[45].

¿Qué hicieron los agentes federales los días siete y ocho de diciembre?

En todo caso, desde el seis de diciembre, los agentes contaban ya con un


oficio para actuar. ¿Se esperaron dos días?
El parte informativo de policía federal del nueve de diciembre de dos mil
cinco. El parte original de policía federal de investigación, titulado
“cumplimentación localización y presentación”, fechado el nueve de diciembre
de dos mil cinco, refiere que el servicio de vigilancia sobre la carretera federal
México-Cuernavaca empezó a las cinco horas (05:00 am) de la madrugada y
ubica mi detención a las cinco horas con treinta minutos (05.30 am).

Más adelante, en el mismo informe, los agentes federales dicen haber recibido
apoyo a las siete horas con quince minutos (07:15am) en el puente de Topilejo
y acto seguido dirigirse al rancho y entrar, gracias a Israel Vallarta Cisneros,
quien abrió el zaguán para así permitir el ingreso al predio y liberar a tres
personas.

Hasta ahí todo empataba, sin embargo, resulta que el parte de policía federal
investigadora contradice directamente las imágenes vistas en televisión. La
transmisión del operativo inició a las 06:47 am, seis horas con cuarenta y siete
minutos, es decir: ¡Media hora antes que la versión del parte oficial original!

El informe está lleno de cabos sueltos. El dato más inverosímil es que,


después de haber sido detenidos, Israel habría “confesado” ser secuestrador y
advertido a los agentes que de no regresar, sus cómplices ejecutarían a las
víctimas. Ante la urgencia del caso ―continúa el reporte― los agentes pidieron
apoyo. Pasadas las siete quince de la mañana, Israel Vallarta les abrió el
zaguán y así, sin mayor dramatismo, se produjo la liberación.

El parte informativo tiene un cabo suelto y, aquí, una pregunta deviene


obligada: ¿Dónde quedaron los supuestos cómplices?

El parte de policía pugna directamente con las imágenes de televisión. Una vez
descubierto el montaje, la cronología del informe resultó tan incongruente como
insostenible. El escándalo mediático obligó a componer la cronología. Ese
hecho explica que al diez de febrero, la autoridad era incapaz de proporcionar
un día y una hora ciertos de mi detención.
El expediente de inspección interna DII/113/DF/06. Desvelada la irrealidad,
la autoridad no tuvo más remedio que abrir expediente administrativo. El
montaje generó una investigación a cargo de la Dirección General de
Supervisión e Inspección Interna para la Agencia Federal de Investigación,
Visitaduría General, expediente: DII/113/DF/06[46].

La copia certificada del expediente de la Visitaduría Interna fue agregado a los


autos de la causa 25/2006 el once de abril de dos mil seis. El expediente
acuerda a su inicio: “investigar las conductas indebidas en que incurra el
personal policial y administrativo de la Agencia.”

En la instrucción del expediente administrativo se recabaron las declaraciones


de los dos acusados y de los agentes federales que firmaron el parte
informativo de policía federal de investigación. Ahora bien, las declaraciones
presentan un común denominador, todos los agentes aprehensores dijeron
sostener la verdad de su informe pero coincidieron en apuntar un mismo error
cronológico.

Los cuatro agentes que firmaron el parte informativo de puesta a disposición


original, habían ratificado su contenido ante el Ministerio Publico. Lo hicieron el
mismo nueve de diciembre. Ninguno de los cuatro observó error alguno.
Luego, casi tres meses más tarde, el primero de marzo de dos mil seis, los
mismos comparecieron por segunda ocasión, ahora ante la Visitaduría
General. Entonces, todos se apresuraron en coincidir que su informe contenía
un error en las horas y que la vigilancia había empezado una hora antes, no a
las cinco, sino a las cuatro horas de la mañana y que mi detención había
ocurrido hacia las cuatro horas con treinta minutos.

Todos coincidieron en advertir el mismo error y todos recularon los hechos una
hora. Todos además lo hicieron justo después del descubrimiento del montaje
y la apertura del expediente de inspección interna.

Comparecencia del agente José Luis Escalona Aldama (10:50 horas am):

MANIFIESTA: se dieron a la tarea de localizar al sujeto que manejaba el


automóvil marca volvo color gris…..el oficio de puesta a disposición de Israel
Vallarta Cisneros y de Maria Louise Florence Cassez, que es la verdad
histórica de los hechos….hubo un error en relación a la hora que se
manifiesta en la puesta a disposición, toda vez que expresa que no fue a
las cinco horas del día nueve de diciembre de dos mil cinco sino a las
cuatro empezamos a realizar nuestras labores… SEGUNDA.- que diga el
declarante la hora exacta del rescate de las víctimas. RESPUESTA.- a las seis
horas treinta minutos aproximadamente de la mañana del día nueve de
diciembre de dos mil cinco, aclarando que existió un error en la hora
manifestada en el oficio de puesta a disposición…A LA OCTAVA.- que diga
el declarante si en el operativo acudieron altos mandos de la Agencia Federal
de Investigación.- RESPUESTA.- Desconozco.

Comparecencia del agente Germán Ovidio Zavaleta Abad (15:00 horas):

Que diga el declarante qué actividades se realizaron del seis al nueve de


diciembre con motivo del oficio SIEDO/UEIS/7492/2005. RESPUESTA: Que el
oficio en mención lo recibí el día seis de diciembre de dos mil
cinco, habiéndose turnado dicho mandamiento a mi y a mis compañeros
agentes y desde ese momento realizaron tareas propias de investigación como
vigilancia básicamente…A LA SEGUNDA: Que diga el declarante si reconoce
el parte informativo de puesta a disposición.. .- En este acto deseo aclarar
que el parte en mención contiene un error en horas ya que en el parte se
informa que se inicio a las cinco de la mañana y lo cierto es que se inicio
a las cuatro de la mañana y que esta situación se la hicieron de su
conocimiento al agente del Ministerio Público adscrito a la SIEDO.- A LA
TERCERA.- ….-A LA CUARTA.- que diga el declarante la hora exacta de la
detención de Israel Vallarta Cisneros y Florence Cassez. RESPUESTA.-El
aseguramiento se realizó aproximadamente entre cuatro treinta y cinco de
la madrugada….deseo aclarar que el propio Israel Vallarta abrió la puerta
permitiéndonos a todos el acceso.-A LA SEPTIMA.- Qué diga el declarante la
hora exacta del rescate de las victimas.-RESPUESTA.- Fue
aproximadamente cuando ingresamos a la casa a las seis veinte o seis
veinticinco de la mañana… encontrando en la principal donde esta una casa
al fondo del acceso principal.

Comparecencia del agente Carlos Servín Castorena (18:00 horas):

MANIFIESTA:… A LA CUARTA.- Qué diga el declarante la hora exacta de la


detención de Israel Vallarta Cisneros y Florence Cassez…. Y yo me quede
afuera casi en la entrada del rancho donde habitaba Israel Vallarta al salir una
camioneta voyager blanca, del rancho con el señor Israel Vallarta conduciendo
en compañía de una persona del sexo femenino. Deseo aclarar que cuando
inicie con la vigilancia eran aproximadamente las cuatro de la mañana. A
este respecto deseo precisar que el oficio de puesta a disposición hace
mención de que ocurrieron los hechos a la cinco de la mañana y la verdad
es que se iniciaron una hora antes , es decir a las cuatro de la madrugada
del día nueve de diciembre de dos mil cinco.

Comparecencia de José Aburto Pazos (20:30 horas):

“… se proceden a formular preguntas directas […] CUARTA.- que diga el


declarante la hora exacta de la detención de Israel Vallarta Cisneros y Florence
Cassez- RESPUESTA.- A Las cuatro treinta y cinco de la madrugada. A LA
QUINTA.- que diga el declarante el lugar exacto de la detención de Israel
Vallarta y Florence Cassez. RESPUESTA.- Sobre la carretera libre México-
Cuernavaca a la altura de un pueblo llamado San Miguel Topilejo […] A LA
SÉPTIMA.- Que diga el declarante la hora exacta del rescate de las
víctimas. RESPUESTA.-fue aproximadamente a las seis veinticinco de la
mañana del día nueve de diciembre de dos mil cinco.

Las aclaraciones de los cuatro agentes federales son demasiado coincidentes


para ser ciertas. Apreciadas a la luz de las circunstancias, la nueva versión
policial refleja aleccionamiento y es poco creíble; carece de inmediatez y
espontaneidad, especialmente en lo relativo al cambio de horas. Tal variación
se explica por la necesidad de corregir la obvia contradicción entre el parte
informativo y el video conocido por el público. La corrección fue obligada para
salvar una flagrante contradicción, recuperar un semblante de congruencia y
producir una respuesta.

Un dato sí resulta de estas aclaraciones, el parte original equivocó un elemento


esencial: el tiempo de mi detención. Y de nuevo surge otra pregunta:

¿Ninguno de los cuatro agentes se percató del error cronológico cuando ratificó
su parte informativo original el mismo nueve de diciembre?

Las aclaraciones de los agentes traicionan falta de credibilidad.


Conforme al 289 del código adjetivo, la independencia del testigo es un factor
de peso. La posición de los agentes, sujetos a inspección interna, está
comprometida. Lo está, cuando su nueva versión se produce tres meses
después y en el contexto que se dio, a saber: la revelación de un escándalo
mediático en una entrevista televisada a su superior jerárquico, el entonces
Director General de la Agencia Federal de Investigaciones y la falta de
credibilidad.

Dadas las circunstancias, las declaraciones reflejan aleccionamiento para salir


al paso del cuestionamiento sobre la escenificación y proporcionar una nueva
versión lo más creíble y congruente posible.

Otro dato de la nueva versión pugna con la cronología y resulta incongruente.


Conforme a la nueva versión, “el rescate” habría ocurrido entre las seis horas
con veinte minutos y las seis con treinta minutos de la mañana. Ninguno de los
agentes dice haberse percatado de la presencia de los medios, empero entre
la liberación y la hora registrada del videotape median apenas diecisiete
minutos. Esto significa que: ¡En tan sólo un cuarto de hora, la AFI tuvo tiempo
suficiente de ingresar al rancho, liberar rehenes, asegurar inculpados y revisar
la otra casa!

Tal versión, por simple sentido común, resulta inverosímil.

No obstante, las evidentes contradicciones entre el parte original, el video y las


ampliaciones de los agentes, el tribunal responsable concedió a la segunda
versión policial peso probatorio y la tuvo por fidedigna.

El Oficio QVGDG 07257 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos


Expediente 2006/656/5/Q. En autos del expediente de inspección interna
aparece un oficio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos del siete de
marzo de dos mil seis, dirigido al Subprocurador de Derechos Humanos,
Atención a Víctimas y Servicios a la Comunidad, que empieza con el siguiente
antecedente:
“[…] el15 de febrero de 2006 se recibió escrito del señor Pablo Reinah […] En
su escrito de queja, señaló que el 9 de diciembre de 2006, alrededor de las
4:30 a.m. cuando laboraba como reportero de Televisa fue avisado vía
celular por el director de operaciones de la Agencia Federal de
Investigación (AFI) Luis Cárdenas Palomino sobre un caso relacionado con
la liberación de personas secuestradas por lo que se trasladó al lugar para
realizar la cobertura. […]

[…] señaló que le permitieron realizar las entrevista necesarias, sin embargo,
agregó que de las declaraciones de la ciudadana francesa ante el Consulado
de Francia dieron como resultado que Genaro García Luna […] argumentara,
al ser cuestionado al respecto de los medios de comunicación,
específicamente (que) las televisoras le solicitaron la recreación del operativo
en que fue detenida dicha mujer …

Este oficio aporta un indicio adicional: A las cuatro horas treinta minutos, el
reportero Pablo Reinah ya era informado sobre el operativo y quien le llama es
un director de la Agencia Federal de Investigación, Luis Cárdenas Palomino.

El expediente 2006/656/5/Q de la Comisión Nacional de Derechos


Humanos. Efectivamente, el catorce de febrero de dos mil seis, la oficialía de
partes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió un escrito de
queja firmado por el reportero Pablo Reinah, quien trabajaba para Noticieros
Televisa.

El escrito de queja dice en esencia:

“En los últimos meses hemos sido testigos de una serie de contradicciones por
parte de las autoridades encargadas de la impartición de justicia en nuestro
país.

El día 9 de diciembre de 2005 fui avisado alrededor de las 4.30 am, vía
celular por el director de operaciones de la AFI, Luis Cárdenas, sobre un caso
relacionado con la liberación de personas secuestradas.


Mientras esperábamos el momento de entrar al aire, los representantes de
la AFI nos informaron, a un servidor y al equipo de Televisión Azteca, que
se trataba de la detención de dos secuestradores, uno de ellos una mujer
de origen francés, y de la liberación de tres secuestrados.

A partir de entonces nos permitieron realizar las entrevistas que


consideráramos necesarias y nos facilitaron recorrer gran parte del lugar.
Así lo hicimos hasta las 9.00 de la mañana que terminó el noticiero.”

Las respuestas de las autoridades a dicha queja fueron todas evasivas y de


defensa. Ninguna contestó directamente los cuestionamientos de la Comisión
Nacional. Dicho expediente contiene además diversas notas de prensa escrita
y de radio relativa al incidente. En ellas, se destaca que todas las notas
coincidieron en llamar lo ocurrido en el rancho las Chinitas un montaje.

El expediente contiene también el comunicado de la Procuraduría General de


la República identificado como “Sesión de preguntas y respuestas durante la
Conferencia de prensa que ofreció el Procurador General de la República,
Daniel Cabeza de Vaca Hernández en el auditorio Juristas de Reforma 211,
México D.F., 10 de febrero de 2006.[47]”

La evasiva más reveladora aparece en dicho documento. A la pregunta directa


de la prensa sobre la fecha y la hora de mi detención, la respuesta fue una
evasiva. La autoridad no podía proporcionar una fecha y hora de detención.
Esa sencilla pregunta fue la última y concluyó la sesión; la autoridad cerró
diciendo que la “recreación” no incidía en nada en el proceso. Era irrelevante
pues.

Ahora ¿Por qué no pudo contestar la autoridad esa sencilla pregunta? A esa
fecha, la autoridad apenas y salía al paso de los cuestionamientos. Una de sus
respuestas fue revisaremos “hojita por hojita” y empataremos en los medios.
En ese momento, las cosas no estaban “empatadas.” En otras palabras, no
había versión que ofreciera consistencia. Las cosas se empezaron a “empatar”
en el expediente de inspección interna y con la reculada de horarios que
manifestaron los agentes aprehensores del primero de marzo. Ahí apareció la
nueva versión, de que la detención habría ocurrido, más temprano, a las cuatro
y media.

El dieciocho de enero de dos mil siete, la Comisión Nacional de Derechos


Humanos, habiendo estudiado, entre otros el parte informativo de puesta a
disposición, las respuestas oficiales a sus requerimientos y las declaraciones a
los medios, emitió una propuesta de conciliación, oficio QVG/DG/000961.[48]

“Como se puede observar los servidores públicos de esa dependencia [PGR]


dieron versiones contrarias proporcionando información dubitativa, carente
de veracidad y de objetividad, imprecisa y ambigua, toda vez que como
observa manejaron diferentes versiones, contradiciéndose unos con otros, y
luego negando sus propias declaraciones…

“… la información proporcionada por los Policías Federales de Investigación de


la Dirección General de Investigación Policial… hacen ver que lo manifestado
no corresponde con el tiempo y modo en que se dieron a conocer los
hechos…”

“… la conducta de los servidores públicos de la Procuraduría general de la


República, no sólo se aparta de lo previsto en los artículos 6º y 7º de la
Constitución General de la República… sino también de lo establecido en los
preceptos IV, de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, así como el 19, de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y el 19, del Pacto de Derechos Civiles y Políticos…

“… también se dejaron de observar los principios de legalidad, honradez,


lealtad, imparcialidad y eficiencia que rigen el servicio público…”

Así, el dos de marzo de dos mil siete, el expediente de queja número


2006/656/5/Q, concluyó con una conciliación en la que la Agencia Federal de
Investigación por conducto de su Dirección General Adjunta de Asuntos
Jurídicos reconoció al reportero Pablo Reinah que:
“… (El) operativo desarrollado por elementos de la Agencia Federal de
Investigación no se precisó que la detención de las personas
ocurrió antes de su llegada y por lo tanto no se le proporcionó información
completa, objetiva y veraz.”

Ahora ¿Por qué calló la Agencia Federal de Investigaciones la hora exacta de


la detención? ¿Es lícito proporcionar información que no es completa, objetiva
y veraz?

El testimonio de Carlos Rodríguez Romero, empleado de Televisa y


camarógrafo de noticieros. Esta persona compareció a declarar el veintitrés de
agosto de dos mil seis y dijo, en esencia, que el nueve de diciembre de dos mil
cinco, aproximadamente a las seis horas con treinta minutos de la mañana
llegó al rancho “Las Chinitas” para entrar al aire en el Noticiero Primero
Noticias. Ahí, los recibió el reportero Pablo Reinah quien les dijo:
“preparados que vamos al aire.” Conforme a su testimonio, el traslado de las
oficinas de Televisa al rancho le tomó aproximadamente media hora.

A las seis de la mañana (06:00 am), el camarógrafo recibió órdenes para


trasladarse al rancho. Lo hizo en motocicleta y a su llegada a las seis y media,
fue recibido con la instrucción de prepararse para ir al aire. Lo inexplicable es
que en ese preciso momento se estaba dando, según la policía, el rescate real.

En sus respuestas, el testigo Carlos Rodríguez Romero manifestó que afuera


del rancho Las Chinitas se encontraba un grupo de entre quince o veinte
elementos policiales. Que en el cuarto que estaba inmediatamente a la
derecha de la puerta principal del rancho observó a una persona del sexo
masculino tirada en el piso boca abajo, vio a una mujer en un sillón, armas,
fotografías, papeles, un hombre sentado con una venda en la cabeza, y en otro
cuarto a una mujer con un menor.

La intención era clara, se trataba de presentarnos como si hubiésemos estado


en el rancho “Las Chinitas” y como si ahí, en el interior, hubiésemos sido
detenidos. En suma, se trataba de montar y simular una flagrancia.
A las seis y media llegó el equipo de Televisa y Pablo Reinah ya estaba ahí
listo con la indicación de prepararse para entrar al aire. Esto quiere decir que,
para las seis y media de la mañana, el reportero ya estaba en el rancho. Por
otro lado, la Agencia Federal de Investigación reconoció a la llegada de Pablo
Reinah la detención ya había ocurrido. ¿Entonces cuándo ocurrió la detención?

No es creíble que la policía hubiese permitido la entrada de los medios apenas


quince minutos después de ocurrida la liberación supuestamente real (06:30
am).

De las constancias anteriores, se desprende lo siguiente:

 El informe original de puesta a disposición fechado el nueve de diciembre está


desvirtuado por resultar incongruente con la hora registrada en el video. Ese
parte habría sido en principio la prueba original de la detención y de su
temporalidad.
 Ese parte informativo primero fue ratificado por los agentes aprehensores el
nueve de diciembre y, en esa ocasión, ninguno de ellos reparó en el error
cronológico que coincidentemente manifestaron tres meses más tarde.
 La segunda versión, tenida por buena, provino de un expediente de inspección
interna y las correcciones de los agentes resultan poco creíbles por carecer de
independencia e inmediatez, especialmente a la luz de las circunstancias que
exigían salvar las inconsistencias y tapar el escándalo.
 Los tiempos de la segunda versión no empatan con la llegada al rancho de los
medios a las seis y media de la madrugada.
 A las cuatro horas con treinta minutos del nueve de diciembre, hora de mi
supuesta detención, un alto mando convocaba ya a un reportero.
 Las autoridades explicaron el operativo como una respuesta a la petición de los
periodistas.
 El periodista, esto es el reportero Pablo Reinah, presentó queja y resultó lo
contrario: fue la policía la que convocó y no proporcionó información cierta.

Un dato adicional cerraría el círculo de incertidumbre. La Agencia Federal de


Investigación, sus mandos y sus agentes no pueden reconocer que la
detención ocurrió el ocho de diciembre, pues esa admisión traería aparejada
una grave responsabilidad.
Las declaraciones de los indiciados. Tanto yo, y el coacusado,
manifestamos haber sido detenidos el ocho de diciembre de dos mil cinco en la
carretera que de Topilejo al Distrito Federal en una camioneta con mis objetos
personales.

En mi primera declaración ministerial rendida el nueve de diciembre, manifesté:

“Siendo hasta el día de mi detención en que íbamos a bordo de una


camioneta…”

Desde mi primera declaración establecí una distinción entre “el día de mi


detención” y el día en que estaba declarando, esto es el nueve. En mi primera
declaración describí la forma cómo se dio la escenificación y quedó
demostrado que estaba diciendo la verdad.

Por su parte, Israel Vallarta Cisneros, en su primera declaración del nueve de


diciembre de dos mil cinco, dijo:

“… el día de ayer en compañía de mi novia salimos de mi domicilio, momento


en el cual fuimos detenidos en el kilometro 28 veintiocho de la carretera
Federal México-Cuernavaca por los elementos de la Agencia Federal de
Investigación donde me pasaron a otro vehículo hasta el día de hoy en la
madrugada volví a ver a FLORENCE…”

Mis declaraciones son más consistentes que las diferentes versiones de la


policía. Aún así, y a pesar de existir contradicciones de peso en las versiones
de la policía, el tribunal responsable concedió mayor peso a la inverosímil e
inconsistente versión de los agentes federales.

Es decir, el tribunal responsable incurrió en falta de equidad procesal pues su


razonamiento subrayó cualquier detalle como pretexto para desvalorar mi
versión y, en cambio, pasó por alto las evidentes contradicciones de los
agentes aprehensores.
El informe de Servibosque Hotel Fiesta Americana. Un indicio de peso al
que el tribunal responsable restó valor, son los informes del Hotel Fiesta
Americana. Estos informes remitidos por la empresa Servibosque, S.A. de
C.V., Hotel Fiesta Americana, Grand Chapultepec, constituyen un indicio
importante de una fuente independiente. El informe del dieciséis de octubre de
dos mil seis, firmado por el Gerente de Recursos Humanos, confirmó que tenía
un contrato por tiempo determinado del siete de noviembre al nueve de
diciembre de dos mil cinco.

El informe trae anexa copia de la tarjeta de control de firmas, de mis ingresos y


salidas en el mes de diciembre y dio cuenta de mi asistencia puntual al trabajo
y de que mis horarios eran de las quince horas hasta las veintitrés horas con
treinta minutos. El informe arroja también un dato clave: el 8 de diciembre no
llegué a trabajar. Concretamente dice:

“Florence Marie Louise Cassez Crepin tenía un contrato firmado por tiempo
determinado del 07 de noviembre al 09 de diciembre de 2005 presentándose a
laborar por última vez el día 07 de Diciembre no reportando el motivo de su
ausencia los días 08 y 9 de diciembre 2005.”

El reporte es un indicio: Indica que el ocho de diciembre de dos mil cinco no


acudí a trabajar. Empero, ese indicio sí tiene valor probatorio, cuando se
enlaza con nuestras declaraciones y, sobre todo, cuando se cruza contra las
inconsistencias de las versiones proporcionadas por los agentes federales y de
las autoridades.

El informe genera más que una duda razonable contra la versión de que la
detención ocurrió el nueve de diciembre. El informe del hotel tiene peso
suficiente para inclinar el peso de los indicios a favor del ocho de diciembre
como fecha de detención. Este indicio permite establecer que mi detención fue
el ocho y no el nueve de diciembre.

Este debate convoca a los principios de equidad judicial y de in dubio por reo.
La policía no dijo la verdad, no lo hizo ni a los medios ni con el Ministerio
Público. Yo digo la verdad y he sido consistente, en cambio, la policía ha
variado su versión repetidamente. Mis declaraciones tienen respaldo en
diversos indicios.

La conferencia en la Procuraduría General de la República el diez de


febrero de dos mil seis. La conferencia de prensa se produjo en respuesta
obligada a la revelación de que las escenas del rescate no eran reales. Esa
conferencia consta en el reporte del periodista Miguel Aquino para el noticiero
“Hechos” de Televisión Azteca[49].

Al igual que el reportero de Televisa, TV Azteca fue informada por la policía


federal de la inminencia del operativo. En el programa “Hechos” de Televisión
Azteca que contiene la nota “Acepta AFI que montó operativo,” se informa que:

“El nueve de diciembre alrededor de la cinco de la mañana, en la redacción


de fuerza informativa azteca recibimos una llamada en la que se nos invitaba a
acudir, cuanto antes, al rancho las Chinitas ubicado en el kilometro 29.5 de la
carretera México-Cuernavaca… La AFI iba a realizar un operativo para detener
una banda de secuestradores y liberar a tres víctimas…”

A las cinco de la mañana, Televisión Azteca recibió una llamada de la AFI: ¿La
llamada se dio apenas detenidas las personas? ¿Antes de haberse liberado a
las víctimas?

De algún modo, la respuesta a estas interrogantes se dio en la conferencia de


prensa celebrada el diez de febrero de dos mil seis, presidida por el entonces
Procurador General de la República y en la que el subprocurador manifestó:

“Subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos: “… sería un absurdo de parte


de nosotros y sería irresponsable que acompañaran ustedes en el momento
mismo a los compañeros de la Agencia a ese tipo de infiltraciones…”
La nota dice: “Plagiarios fueron detenidos un día antes.”

El peso de los indicios. Reclamo y me causa agravio que el tribunal


responsable conceda valor probatorio al parte informativo en los siguientes
términos:

“De ese informe de policía, ratificación y ampliación de declaración de los


agentes que lo suscribieron, es posible establecer que el nueve de diciembre
de dos mil cinco, aproximadamente a las cuatro horas con treinta minutos, en
la carretera México-Cuernavaca, a la altura de entrada al pueblo de Topilejo, el
policía federal marcó el alto a la sentenciada y a su novio…”

Para el tribunal responsable, el informe es la fuente que permite establecer el


día y la hora de mi detención. Sin embargo, ese informe fue contradictorio. Las
mudanzas en los tiempos y las omisiones destruyen toda certeza sobre fecha y
hora de mi detención. Además la policía reconoció haber aportado información
falsa a los medios. No obstante, la responsable tuvo los informes por
fidedignos.

En ese sentido, mis declaraciones no pueden descartarse como una simple


técnica defensista. En mi primera declaración, describí la forma cómo fui
llevada al rancho y forzada a permanecer en un cuarto. La policía en cambio
tuvo que modificar sus reportes, según se han ibo descubriendo sus abusos, y
tuvo que reconocer que proporcionó información falsa e incompleta a los
medios.

Las lesiones de Israel Vallarta Cisneros. Otro dato de la averiguación previa


opera en mi favor y en contra de la versión del día nueve, se trata de las
lesiones que presenta Israel Vallarta Cisneros. Esas lesiones no pueden
explicarse conforme a los tiempos que proporcionaron los agentes de la policía
federal.

El dictamen de estado físico levantado el mismo nueve de diciembre por el


médico legista determinó, a la exploración física de Israel Vallarta, equimosis
en brazo derecho, zonas equimóticas en brazo, hombro, regiones pectorales,
hermotórax izquierdo, región cervical, región escapular, cara derecho del muslo
izquierdo, glúteo derecho. Equimosis violácea en mucosa de labios, aumento
de volumen en labio y región geniana, costras hemáticas en pierna derecha.

¿Cuándo y cómo se producen esas lesiones? La lista es extensa, y su


existencia confirma elementos de las declaraciones de los indiciados.

Existe además otro certificado médico de estado psicofísico y mecánica de


lesiones, practicado por el perito médico de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos el doce de diciembre de dos mil cinco, y cuyos comentarios finales
son:

“… el tipo de lesiones… que presenta el señor ISRAEL VALLARTA


CISNEROS… se descarta que hayan tenido una mecánica de producción
de sujeción, sometimiento o riña…”

Este tipo de lesiones, quemaduras, se observaron en el agraviado Israel


Vallarta Cisneros como hombro y brazo,… y en muslo izquierdo. Por lo anterior
se puede establecer que las mismas son compatibles con lesiones
producidas con un objeto transmisor de corriente eléctrica.

Los certificados médicos, oficial y de la Comisión Nacional de Derechos


Humanos, coinciden en que Israel Vallarta Cisneros presenta muchas lesiones.
Es decir, fue muy golpeado. El dictamen rendido por el galeno de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos informa que su cuerpo presenta quemaduras
por corriente eléctrica. Dicho de otro modo, fue torturado.

En ambos casos se trata de dictámenes independientes de mi defensa. Uno es


un dictamen elaborado por un médico de la Procuraduría General de la
República y el otro por un médico de una institución autónoma y especializada.

¿En qué momento se producen esas lesiones? ¿En el tiempo de espera en la


camioneta? ¿En el rancho? Israel Vallarta narró al médico de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos que en el arraigo fue bien tratado, que la
violencia física, los golpes y las vejaciones se produjeron precisamente antes
de la puesta a disposición, entre el ocho y el nueve de diciembre.

Predeciblemente, ningún agente aceptó haber causado lesiones a Israel


Vallarta.

En su ampliación de declaración ante la juez federal de instrucción, el


diecinueve de septiembre de dos mil seis, el agente federal, Germán Ovidio
Zavaleta Abad, a pregunta expresa, describió el acto de sometimiento:

“Que diga… de qué forma hicieron uso de la fuerza legítima cuando detienen al
hoy procesado. Respuesta. Él empezó a manotear y lo que se trata de hacer
es tomarlo de las manos para pasárselas a la espalda e inmovilizarlo.”

A la misma pregunta, otro agente federal, José Luis Escalona Aldama,


simplemente contestó: “una fuerza proporcional.”

Las respuestas de los agentes no son creíbles. Las lesiones no se explican


bajo la mecánica de un simple tomar de manos o una maniobra de
inmovilización. Los tiempos descritos por los policías tampoco encajan con la
lesiones. Esas lesiones revelan que el tiempo de detención necesariamente fue
más prolongado y que la mecánica de lesiones fue algo más que un agarrar de
manos. Las lesiones son indicio de una retención ilegal que implicó la
incomunicación necesaria para violentar al detenido e inferirle quemaduras
eléctricas.

6. VIOLACION A LOS ARTÍCULO 22 CONSTITUCIONAL, 8º DE LA LEY


FEDERAL PARA PREVENIR Y SANCIONAR LA TORTURA, Y LOS
PRECEPTOS DE LA CONVENCIÓN CONTRA LA TORTURA Y OTROS
TRATOS O PENAS CRUELES, INHUMANOS O DEGRADANTES.
Yo estoy íntimamente persuadido, a que el tormento es una verdadera y
gravísima pena, y solo creo, que es una prueba, no de la verdad, sino de la
robustez o delicadeza de los miembros del atormentado, una prueba
(permítaseme esta expresión) una prueba de bomba judicial… una cosa tan
atroz y tan terrible como la misma muerte.

Manuel Lardizábal y Uribe, Discurso sobre las penas, Madrid, 1782.

El Estado mexicano prohíbe la tortura. Esta prohibición está implícita en el


artículo 22 constitucional que proscribe el tormento de cualquier especie y es
explícita en la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura[50] y en
Convenciones Internacionales, incorporadas al orden interno con rango de
Norma Suprema.

La tortura es la forma más violenta de deslealtad a la verdad y la negación más


brutal de las garantías que consagra la Constitución Política.

La legislación federal tipifica esta práctica y anula el valor de cualquier


confesión o información extraída mediante tortura. Cito el artículo relevante.

Art. 8.- Ninguna confesión o información que haya sido obtenida


mediante tortura podrá invocarse como prueba.

Las convenciones internacionales suscriben definiciones similares e incluso


aportan un catalogo de lesiones que constituyen señales físicas de esa
práctica[51].

La Suprema Corte de Justicia pronunció un fallo reciente que explica la


obligación del Estado mexicano de prevenir la tortura y establece las
consecuencias de esa práctica, a saber: “prohibir que toda declaración o
confesión que ha sido obtenida bajo tortura sea considerada válida para
los efectos de configurar prueba en procedimiento alguno, salvo contra el
torturador[52]”.
Pues bien, los autos de la causa arrojan el hecho incontrovertible de que el
nueve de diciembre de dos mil cinco, Israel Vallarta Cisneros presentaba
lesiones múltiples y en distintas partes del cuerpo.

Dictamen del Departamento de Medicina Forense de la Procuraduría


General de la República del nueve de diciembre de dos mil cinco.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.

““… para que dictamine sobre la integridad física de ISRAEL VALLARTA


CISNEROS Y FLORENC[E] CASSEZ””

REVISIÓN: Siendo las 10:20 horas del día de la fecha (9 de diciembre de


2005), tuve a la vista en las instalaciones de la SIEDO…

A LA EXPLORACIÓN FÍSICA: FLORENCE, no presenta huellas de lesiones


traumáticas externas recientes. ISRAEL, presenta equimosis violácea de dos
centímetros de cara posterior del brazo derecho en su tercio distal, zonas
equimóticas irregulares violáceas en cara externa del brazo derecho en su
tercio medio, hombro derecho, regiones pectorales, flanco derecho cara
lateral del hemotórzax izquierdo, región cervical, región escapular derecha,
cara externa del muslo izquierdo en su tercio proximal, y glúteo
derecho. Equimosis violáceas en mucosa del labio inferior sobre línea media
y a la derecha, otras de las mismas características en labio superior izquierdo y
aumento de volumen en la misma zona. Aumento de volumen en la región
geniana izquierda. Costras hemáticas irregulares en cara anterior de la pierna
derecha. Excoriación lineal de cinco centímetros en cara posterior del
antebrazo izquierdo en su tercio medio.

Con base en lo anterior se emiten las siguientes:

CONCLUSIONES

Quien dijo llamarse ISRAEL VALLARTA CISNEROS presenta lesiones que no


ponen en peligro su vida y tarda en sanar menos de quince días…”

Dictamen rendido por el médico Pedro Galicia Ramírez de la Comisión


Nacional de Derechos Humanos el doce de diciembre de dos mil cinco.
Adicionalmente, la averiguación previa enseña que, a consecuencia de su
dictamen médico, la Comisión Nacional de Derechos Humanos formuló una
recomendación.

Acuerdo de Recepción de la Subprocuraduría de Investigación


Especializada en Delincuencia Organizada (“SIEDO”)

En respuesta a la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos


Humanos, el quince de diciembre de dos mil cinco, la Subprocuraduría
Especializada acordó y giró un oficio para efectos de que Israel Vallarta
Cisneros fuera trasladado a las instalaciones de los Laboratorios Clínicos
Chihuahua S.A. de C.V.,:

“[…] Téngase, por recibido el oficio número 2471 del día de la fecha, signado
por la C. Maestra Concepción Cornejo, Fiscal adscrita a la Unidad
Especializada en Investigación de Secuestros, con el que remite el oficio
número PGR/SIEDO/CIF/672/2005, del día de la fecha, signado por el C.
Licenciado Alberto Aguirre Nila, Fiscal Especial de la Subprocuraduría de
Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, por medio del cual
informa que la Comisión Nacional de Derechos Humanos, hizo
la recomendaciónque a la persona de nombre ISRAEL VALLARTA
CISNEROS, se le realice un estudio radiológico consistente en una placa
antero posterior y lateral del tórax y placa simple de abdomen para
destacar lesión ósea o lesión visceral; así mismo, manifiesta que cuentan
con los Laboratorios Chihuahua S.A. de C.V. para la práctica de dicho estudio,
pero deberá trasladarse el antes mencionado; […] visto lo anterior, y tomando
en consideración las constancias que anteceden por lo que se considera
necesario que ISRAEL VALLART[A] CISNEROS, se[a] trasladado a los
Laboratorios Clínicos Chihuahua S.A. de C.V., para que se le tomen las
radiografías recomendadas por la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos, […] se ordena,

La Comisión Nacional de Derechos Humanos sospechó lesiones óseas o


viscerales. En todo caso, lo relevante es que las lesiones que presentó Israel
Vallarta Cisneros constituyen señales de tortura y son consistentes con el tipo
de lesiones descritas en el Protocolo de Estambul.

Protocolo De Estambul
Capítulo I Capítulo V Capítulo IV

Entrevistas a
Señales Físicas de la
Tema Derecho Aplicable víctimas de
Tortura
tortura

El capítulo se alza Desarrolla


como un marco estrategias para
Entiende por normativo para la lograr una eficaz
tortura: dolores o detección de formas investigación y
sufrimientos específica de tortura. documentación al
graves, físicos o tiempo de efectuar
mentales, infligidos El Protocolo de visitas y
a una persona para Estambul enmarca entrevistas a
obtener como formas víctimas de
información, por un específicas de tortura: tortura; toma en
funcionario público o consideración
bajo su instrucción o distintos contextos
aquiescencia. y lugares.
1.- Golpes y
A traumatismos
destacar
en el Obligación del Para el Protocolo
caso. 2.- Choques de Estambul, “las
Estado (1; f)):
eléctricos:
“Asegurar que evaluaciones
ninguna declaración médicas pueden
La zona genital es de
que se demuestre ha aportar útiles
las que muestra
sido hecho como pruebas en
lesiones con frecuencia.
resultado de tortura contextos legales
La electricidad proviene
pueda ser invocada como:
de un generador; la
como prueba en corriente eléctrica sigue (… c))
ningún el camino más corto
procedimiento, salvo entre dos puntos. Los Determinar las
en contra de una síntomas que provoca condiciones en las
personas acusada de siguen esta regla. que ciertos
tortura”.
funcionarios del
Estado han podido
obtener falsas
confesiones”.
El capítulo V del Protocolo de Estambul, en el apartado D, inciso 5, prevé como
forma específica de tortura a los choques o impactos eléctricos. El párrafo 211
establece:

“La corriente se transmite a través de electrodos colocados en cualquier parte


del cuerpo. Los lugares más comunes son las manos, pies, dedos de las
manos, dedos de los pies, orejas, areolas mamarias, boca, labios y zona
genital. La electricidad proviene de un generadoraccionado a mano o por
combustión, el tendido eléctrico doméstico… u otros dispositivos. […]

Los torturadores utilizan con frecuencia aguas o geles para aumentar la


eficiencia de la tortura,… y prevenir la detección de quemaduras eléctricas
detectables. El indicio observable de las quemaduras eléctricas suele ser
una lesión circular pardo-rojiza de un diámetro de 1 a 3 milímetros y, en
general, sin inflamación, que puede dejar una cicatriz hiperpigmentada. […]
Las quemaduras eléctricas pueden producir cambios histológicos específicos,
pero éstos no siempre existen y su ausencia en ninguna forma debe
interpretarse como ausencia de la quemadura eléctrica. […]”

Las lesiones que presenta Israel Vallarta Cisneros no son congruentes ni con
los tiempos de detención que reportan los agentes aprehensores. Tampoco
son consistentes con la versión de los policías federales quienes se dijeron que
sometieron a Israel Vallarta y que ese sometimiento se limitó a inmovilizarlo.

Al analizar la mecánica de lesiones, el dictamen de la Comisión Nacional de


Derechos Humanos estableció: “… se descarta que hayan tenido una
mecánica de producción de sujeción, sometimiento o riña.”

Más grave aún, es la evidencia, no controvertida, de que Israel Vallarta


Cisneros presenta lesiones “producidas y compatibles… con un objeto
transmisor de corriente eléctrica.”
A su vez, en los videos, se ven imágenes que muestran el sometimiento y dolor
infligidos a Israel Vallarta para “confesarse” ante las cámaras.

En una de esas imágenes, visible en el archivo identificado como prueba


documental número 19[53], y que corresponde a un reportaje del noticiario
hechos de TV Azteca, después del descubrimiento del montaje, se ve la
siguiente escena:

Israel Vallarta Cisneros es sujetado por la nuca a nivel de la espalda por una
persona vestida de civil frente a dos micrófonos; la escena, muestra como
Israel Vallarta, al contestar una pregunta, es doblegado y violentado:

Diálogos y secuencia:

Pregunta Luis Cárdenas Palomino


(LCP): ¿Quiénes son las personas
que tienes aquí secuestradas?

Responde.- Israel Vallarta Cisneros


(IVC): No… conozco.

Pregunta reportero: ¿Hay un menor


de edad?

R.- IVC: Sí, AYYYY!

[En ese momento, Israel Vallarta


Cisneros es doblegado por la presión
de la mano sobre su nuca.]

Pregunta LCP: ¿Te duele algo?

R.- IVC: Sí señor… Uhh Ehhh [dolor y


voltea a ver a LCP], ¡Usted me pegó!

TV Azteca Hechos. 10.39 hora del


noticiero

En la televisión, Israel Vallarta Cisneros aparece visiblemente maltratado y


sometido para las cámaras. De igual manera, es destacable que siempre que
sale a cuadro invariablemente se observa una mano que sujeta su espalda o
nuca.

En este contexto, otro elemento merece valoración. Se trata de la


comparecencia de Luis Cárdenas Palomino ante el juzgado de distrito
instructor, celebrada el diecinueve de diciembre de dos mil seis, quien a
preguntas contestó:

“[…] A los cuestionamientos del defensor particular del procesado ISRAEL


VALLARTA CISNEROS, contestó: 1.- Que diga el testigo si estuvo presente
en el ´Rancho las Chinitas´ el día nueve de diciembre de dos mil cinco.
RESPUESTA.- Sí, llegue a verificar un operativo que estaba llevando a
cabo el grupo de secuestros, relativo a la extracción de víctimas, ya que a
eso fue a lo que fuimos, y cuando digo fuimos me refiero a un grupo de
operaciones especiales que no recuerdo si iba o no iba, también me
acompañaba un agente que maneja mi vehículo. 2.- Que diga el testigo si
recuerda a qué hora llegó ese día al rancho. RESPUESTA.- No recuerdo, ya
que tiene más de diez meses, asimismo no recuerdo cuánto tiempo estuve
presente pero me retiré hasta que la ambulancia se llevó a las víctimas. 3.-
Que diga el testigo si en ese lapso de tiempo que estuvo en el rancho, tuvo
comunicación con el hoy procesado. RESPUESTA.- No lo recuerdo. A las
preguntas del procesado Israel Vallarta Cisneros contestó. 1.- Que diga el
testigo si recuerdo el nombre del agente que maneja su vehículo y que el día
de los hechos los llevo al ´Rancho Las Chinitas´. RESPUESTA.- Se llama
Israel pero no recuerdo sus apellidos. 2.- Que diga el testigo si cuando llegó al
´Rancho Las Chinitas´ se percató de la presencia de algunos medios de
comunicación. RESPUESTA.- Sí, no recuerdo cuáles a que había muchos
y algunos de ellos me solicitaron tomar imágenes a lo que yo les respondí
que no podía coartar su libertad de expresión como medios de
comunicación, sin que yo hubiera dado entrevista alguna. 2.- Que diga el
testigo si recuerda dentro de la verificación y supervisión que llevó a cabo en el
‘Rancho las Chinitas’ el nueve de diciembre de dos mil cinco se percató el
trato que los agentes federales de investigación me dieron. RESPUESTA.-
Algo en particular hacia su trato recuerdo que le respetaron todas sus
garantías, como es en todos los casos en los que participa la Agencia
Federal de Investigaciones,…[54].”

El testigo de mérito reconoció ante la juez de distrito haber estado en el rancho


“Las Chinitas” durante el operativo. Y efectivamente, como consta en las
imágenes, estaba en el interior de la construcción dónde se supone tuvo lugar
el rescate. Esta persona es quien abre la puerta a las fuerzas federales que
ingresaron a la cabaña. También dice haber permitido a los medios tomar
imágenes “para no coartar su libertad de expresión.”

Su última respuesta en la que se ufana de respetar la garantías del detenido,


queda desmentida directamente por las imágenes, descritas líneas arriba, en
las que se ve al testigo ejercer violencia sobre el detenido.

El sumario arroja suficientes elementos que demuestran que Israel Vallarta


Cisneros recibió golpes y fue sometido a violencia, incluso delante de los
medios.

No obstante, el tribunal unitario responsable minimizó la prueba de las lesiones


y pretendió justificarlas como un sometimiento legítimo. Su razonamiento
violentó el artículo 22 constitucional e ignoró el artículo 8º de la Ley Federal
aplicable y los dispositivos de las Convenciones Internacionales en cita. A
continuación cito la parte relevante del razonamiento que reclamo:

“Ahora, los dictámenes de integridad física de nueve y diez de diciembre de


dos mil cinco, tampoco son de tomarse en consideración en virtud de que en
ellos consta que la sentenciada no presentó algún tipo de lesiones y que si
bien las lesiones que presentó Israel Vallarta Cisneros son de las tardan
menos de quinces días y no ponen en peligro la vida, lo cierto es que según se
desprende del informe AFI(DGIP/PI/12498/05, de nueve de diciembre de dos
mil cinco, ratificado por sus suscriptores agentes Germán Ovidio Zavaleta
Abad, …, originado con motivo del cumplimiento de la orden de investigación
para el conocimiento de las persona, vehículos y demás datos relacionados
con la privación de la libertad de Valeria Chejo Tinajero … cuando se dio
instrucción a Israel Vallarta Cisneros, para que salga del vehículo, éste se
agachó como queriendo tomar algún objeto de lado izquierdo, ordenándole se
detuviera y al no detenerse, el policía federal de investigación José Luis
Escalona Aldama procedió a abrir la puerta del lado del piloto, momento en que
se percató que de lado izquierdo del asiento del mismo se encontraba un arma
larga de fuego, los agredió física y verbalmente, motivo por el cual hicieron
uso de la fuerza legítima con la finalidad de asegurarlo, circunstancias del
hecho que explican de mejor manera las lesiones que tardan en sanar
menos de quince días, apreciadas a Israel Vallarta Cisneros, quien en su
declaración ministerial rendida en presencia de defensor público, en todo
momento procuró exculpar a la sentenciada.[55]”

Reclamo que el tribunal unitario haya omitido valorar y conceder peso al


dictamen rendido por el perito médico de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos, un organismo público autónomo del Estado mexicano cuyas
funciones son, entre otras, prevenir la práctica de vejaciones y tormentos a las
personas detenidas.

Reclamo que el tribunal responsable, no obstante las pruebas del sumario,


haya conferido más peso al contradictorio oficio de puesta a disposición contra
la evidencia del servicio médico legista de la Procuraduría General de la
República.

Reclamo que el tribunal unitario ante evidencia contundente, haya dado valor
en juicio a la declaración (“confesión”) ministerial de Israel Vallarta del nueve
de diciembre de dos mil cinco y haya omitido la aplicación del artículo 8º de la
Ley Federal que anula el valor de una declaración rendida bajo violencia.

Reclamo que esa declaración no haya sido excluida del cumulo acervo
probatorio y que, bajo esa misma regla de exclusión, no haya sido valorada
como indicio que opera en contra de la parte acusadora, y de ninguna manera
en mi contra. Me causa agravio directo que la declaración de Israel Vallarta
Cisneros haya sido valorada como un indicio en mi contra y sea tenida como
prueba circunstancial y de ubicación de lugar y tiempo, cuando carece de
validez legal.

Reclamo que el tribunal unitario ante la evidencia de violencia, no haya


apreciado la violación al debido proceso y la ilícita actuación de la policía
federal.
7. VIOLACION AL DEBIDO PROCESO POR LA INDEBIDA CONDUCTA
PROCESAL DE LA PARTE ACUSADORA POR ROMPER EL PRINCIPIO DE
BUENA FE, ACTUAR DOLOSAMENTE Y ALTERAR LA REALIDAD.

“José Cárdenas conductor: Pablo, te saludo con gusto… ¿Cómo estás?

Pablo Reinah, reportero: … Pepe, pues mira más que nada indignado porque
en esta farsa caímos todos, se nos mintió a todos, y… bueno yo levanto la voz
en contra de que se haga este tipo de operaciones… Yo recibí una llamada
muy temprano del director de Operaciones en dónde él me dijo que en
ese momento se estaba dando un duro golpe contra la delincuencia, me
dijo que no me podía dar más detalles y lo cierto es que no manejaron los
tiempos a pesar de que se les preguntó claramente pues qué estaba
pasando. Fue algo bien mañoso…

JC: ¿Tú no sabías de antemano que se trataba de un montaje, de una farsa?

PB: No, de ninguna manera,… Yo lo que sabía es que ellos tenían


conocimiento de la situación que había allá adentro… ellos condicionaron la
entrada al aire… Yo, Pepe, lo único que sí me pregunto es por qué se
esperaron dos meses para decirlo… Si son capaces de mentir en un
operativo, son capaces de mentirnos todo y eso es lo preocupante.

Entrevista radiofónica (Radio Fórmula). Lunes 13 de febrero de 2006 (Tomo


XII)

La actuación de las partes en el proceso está normada por dos principios


fundamentales: el deber de conducirse con buena fe, y el de auxiliar al
tribunal. En el proceso penal, la verdad de los hechos pertenece a la
sociedad. La sentencia para ser expresión de justicia, debe reposar en la
“verdad real.” Por ello, la actuación de las partes es un elemento de juicio para
el juzgador[56].

En el proceso penal se presume la buena fe de la institución del ministerio


público y de su subordinada que es la policía ministerial o de investigación.
Empero, esa presunción es iuris tantum, no es absoluta ni dogmática. El
juzgador bien puede apreciar cuando la parte acusadora se aparta de esa
buena fe.
Si la policía y el ministerio público que gozan de la presunción institucional de
buena fe, violentan ese principio, entonces sus actuaciones deben ser
cuestionadas y sometidas a una valoración crítica y un juicio severo.

Es indubitable que la policía escenificó un rescate, también que esa


escenificación tuvo por objetivo su difusión en los medios. Tal actuación fue
indebida, pues originalmente se quiso hacerla pasar como un operativo en
vivo. Más grave, en su preparación se pretendió alterar la percepción de la
realidad. Tal proceder violentó los principios constitucionales en los que reposa
la actuación policial.

Empero, el tribunal responsable no apreció ninguna actuación indebida ni


dolosa por parte de la policía. La sentencia que impugno, justificó la
escenificación como una precipitación. Cito:

“… este tribunal aprecia que la confusión originada con motivo de lo informado


por los medios de comunicación, se debió a la premura con que tanto las
autoridades policiacas quisieron dar a conocer el avance en materia de
combate contra la delincuencia organizada, como a la rapidez con que los
comunicadores quisieron trasmitir la noticia de la liberación de las tres víctimas
de secuestro, por ello no se interpreta como lo aduce la sentenciada, en el
sentido de que hubo desde el inicio y en tan breve tiempo, la planeación, dolo y
mala fe para incriminarla de hechos delictivos…[57]”

Confusión, premura, rapidez comunicativa, con esas palabras desestimó el


tribunal responsable el tema del simulacro. Por eso mismo, el tribunal razonó
que no se podía extraer planeación, dolo o mala fe de parte en la actuación
policial. Al interpretar como lo hizo, el tribunal ignoró elementos clave de autos
y eludió un estudio profundo sobre lo que estos autos revelan. Veamos.

La revelación del montaje motivó la apertura de un expediente de visitaduría


interna. El expediente de inspección interna DII/113/DF/06 arroja datos que sí
dan cuenta de la mala fe policial. Bien visto, dicho expediente acredita, entre
otras cosas, que no sólo actuó la escenificación de un rescate, sino que se
preparó un escenario a modo para magnificar el impacto mediático.
El primero de marzo de dos mil seis, ante el agente del ministerio Público
visitador, comparecieron los cuatro agentes federales y el subdirector que
firmaron el parte informativo de puesta a disposición. Al concluir sus
declaraciones, el agente visitador les puso a vista el video del operativo del
nueve de diciembre de dos mil cinco. A continuación, reproduzco sus
impresiones después de ver el video:

Declaración de José Luis Escalona Aldama:

… Acto seguido se hace constar que en este momento se le pone a la vista el


contenido del video transmitido en el noticiero Primero Noticias del día nueve
de diciembre de dos mil cinco que inicia con las imágenes que indican seis
horas con cuarenta y siete minutos en la que el reportero de televisa pablo
reina (sic) hace mención del rescate de unas víctimas en el rancho las chinitas
en la carretera federal a Cuernavaca, en donde aparece además Israel Vallarta
y Florence Casses (sic) que incluso son entrevistados y en el mismo espacio
se enfocan las cámaras y entrevista al secuestrado Ezequiel Elizalde y
después a las víctimas Cristina Ríos y al menor Cristian Ramírez, después de
ver el contenido manifiesta el declarante que desconoce el contenido de esas
imágenes ya que en los momentos que se llevó el rescate no se percató
de la presencia de los medios de comunicación y que lo único cierto es lo
que aparece plasmado, asentado y precisado en el oficio de puesta a
disposición…

Los agentes tuvieron que modificar la hora de la detención y del rescate, su


primera versión resultó contradictoria de lo registrado en el video. Por tanto no
es sostenible que lo único cierto es lo plasmado en el oficio de puesta a
disposición. El agente dice no haber percatado de la presencia de los medios,
sin embargo, conforme a la segunda versión, los medios llegaron a escasos
quince minutos de la supuesta liberación que supuestamente habría ocurrido a
las seis y media de la mañana.

Declaración de Israel Zaragoza Rico (Subdirector del área de secuestros):


“Para ser claro yo llegue a las seis horas con cuarenta minutos
aproximadamente para darle la atención necesaria a las víctimas… Que
diga el declarante la hora exacta del rescate de las víctimas. RESPUESTA.- No
me acuerdo exactamente ya que cuando arribé al rancho las chinitas ya tenían
todo controlado los agentes JOSE ABURTO PAZOS, JOSE LUIS ESCALONA
ALDAMA, GERMAN OVIDIO ZAVALETA ABAD y CARLOS ALBERTO SERVIN
CASTORENA…Que diga el nombre de los altos mandos que acudieron al
operativo. RESPUESTA. El Director de Operaciones Especiales de quien no
recuerdo el nombre y el Director de Investigación Policial, Luis Cárdenas
Palomino…Que diga el declarante si durante el rescate estuvo presente algún
medio de comunicación. RESPUESTA.- Había mucha gente de muchos
medios, de periódicos, de televisoras…Acto seguido se hace constar que en
este momento se le pone a la vista el contenido del video transmitido en el
noticiero Primero Noticias del día nueve de diciembre de dos mil cinco…
después de ver el contenido manifiesta el declarante que no había arribado, ya
que arribó al rancho las chinitas aproximadamente a las seis cuarenta horas
pero vio a mucha gente y medios de comunicación en el lugar…

Este agente no participó directamente en el rescate, dice haber llegado a las


seis horas con cuarenta minutos, para entonces reconoce que ya había
muchos medios de comunicación. La versión no encaja con la declaración del
policía anterior que rescató supuestamente a las seis y media y luego no se
percató de la presencia de medios.

Declaración de Germán Ovidio Zavaleta Abad:

“… Israel Zaragoza Rico, quien arribó al lugar, es decir al rancho las chinitas
aproximadamente entre seis treinta y seis cuarenta de la mañana en los
momentos que se daba auxilio médico a las víctimas… Acto seguido se
hace constar que en este momento se le pone a la vista el contenido del video
transmitido en el noticiero Primero Noticias del día nueve de diciembre de dos
mil cinco… después de ver el contenido manifiesta… deseo aclarar que el
ingreso al rancho las chinitas ocurrió cuando amanecía en un ambiente claro
oscuro, no con luz de día, no estaba la persona que aparece de abrigo
negro en la toma que se aprecia en el video en los momentos del ingreso
a la construcción donde estaban las víctimas, tampoco estaban ahí las
armas, únicamente se encontraba la chamarra policial, había credenciales de
elector con foto regadas, donde estaba la televisión había varios papeles, fotos
de las personas aseguradas, el pasamontañas, los celulares, la televisión y el
mueble donde estaba acomodada. Durante el contacto con las víctimas como
lo precise con anterioridad, no me percate de ninguna caravana de
vehículos…, no me percate de ninguna entrevista con florence ni con israel
vallarta ni con las victimas ni tampoco la entrevista que sale en el video, lo
que sí me percate que había varios medios de telecomunicación como tv
azteca, un helicóptero de radio red y varios reporteros en el rancho.

Este agente dice que la persona de abrigo negro que aparece en las imágenes
no estaba en el rescate, también que no había armas en la casa de seguridad.
Este agente reconoce la presencia de los medios, incluso de un helicóptero
que identifica de radio red.

Declaración de Carlos Servín Castorena:

“…. después salimos y nos reincorporamos con nuestros compañeros que se


encontraban con los asegurados y las víctimas, para esto eran
aproximadamente las seis cuarenta horas cuando llegó mi jefe inmediato
Israel Zaragoza Rico y le comentamos lo sucedido… para esto empezó a
amanecer y ya había gente de prensa había cámaras de video y fotográficas,
también ya había llegado una ambulancia para prestar auxilio a las víctimas…
y salimos del rancho aproximadamente como a las ocho veinte de la
mañana…Que diga el nombre de los altos mandos que acudieron al operativo.
RESPUESTA. Solamente mi jefe inmediato…Que diga el declarante las
condiciones en que encontraron a las víctimas durante el rescate.
RESPUESTA. El joven traía un golpe en la cabeza, sin saber con se tapaba
y al auxiliarlo incluso le lavamos la herida. Y las otras personas estaban
emocionalmente mal como trastornadas, aunque sin heridas… Acto
seguido se hace constar que en este momento se le pone a la vista el
contenido del video transmitido en el noticiero Primero Noticias del día nueve
de diciembre de dos mil cinco… después de ver el contenido manifiesta que
cuando ingresamos al rancho fue sin cámaras de televisión y estaba
comenzando a amanecer la persona que aparece con abrigo negro y pantalón
azul marino en el video en el lugar donde se encontraban las víctimas, ni
tampoco sucedió el rescate como se observa en las tomas de televisión. El
video que me es puesto a la vista no lo había visto. La víctima Ezequiel no
tenía ninguna venda, de hecho yo no vi ninguna toma ni al reportero, las
armas no estaban ahí en el cuarto de las víctimas y las de elector ahí no
estaban, al igual que el pasamontañas y los documentos, únicamente la
televisión al fondo… y las fotos de los asegurados…tampoco presencié
ninguna entrevista que hicieran con cámaras a las víctimas ni las entrevistas
que se observan con los asegurados…”
Esta declaración aporta un dato importante, los agentes, las víctimas y los
detenidos salieron del rancho aproximadamente a las ocho horas con veinte
minutos de la mañana. Confirma que se no observó el mandato de ponernos
sin demora a disposición del ministerio público. Al ver el video, señala datos
que evidencian la mala fe, a saber, en la construcción donde supuestamente
se produjo el rescate no había armas, ni pasamontañas y la víctima no estaba
vendada. La duda se impone: ¿Quién, cuándo, cómo y por qué se colocaron
las armas, las credenciales de elector, el pasamontañas y la venda a Ezequiel?

Declaración de José Aburto Pazos:

“…Acto seguido se hace constar que en este momento se le pone a la vista el


contenido del video transmitido en el noticiero Primero Noticias del día nueve
de diciembre de dos mil cinco… después de ver el contenido manifiesta: No
ingresamos nunca con las cámaras de televisión como se observa en el
video. Tampoco estaban ahí las armas en el cuarto donde sucedió el
rescate…

Otro agente confirma en la construcción no había armas.

De las declaraciones transcritas, es posible resumir y desprender lo siguiente:

Que al operativo arribaron dos altos mandos, el director de Operaciones


Especiales y el director de Investigación Policial así como un mando
intermedio, Israel Zaragoza Rico, jefe inmediato de los policías aprehensores.
Que uno de ellos habló a los medios a partir de las cuatro y media (04:30) de la
madrugada.

Que el mando intermedio, Israel Zaragoza Rico, arribó a las seis cuarenta.
Que entre el rescate de las víctimas (06:25/30) y el arribo del subdirector
(06:40) mediaron apenas diez o quince minutos a lo sumo.

Que inmediatamente después, apenas transcurridos entre quince o siete


minutos, incluso menos, tan luego de supuestamente haber recibido atención
médica, las pretendidas víctimas participaron o se prestaron a la
escenificación.

Que al operativo, aparte de la televisión, se convocó a otros medios de radio y


prensa escrita, y algunos llegaron incluso en helicóptero (Radio Red).

Helicóptero ¿Acaso no se necesita planeación o previo aviso para convocar un


helicóptero?

Que el lugar donde se filmó el supuesto rescate, fue alterado o preparado para
la filmación. Un agente señala que, adentro de la construcción dónde se filmó
el supuesto rescate, no había ni credenciales de elector, ni pasamontañas.

Tres testigos afirman que NO había armas. El contraste con la imagen es duro.

Dos armas de alto poder sobre un sillón en la casa de seguridad

Los policías coinciden en que no se encontraron armas en la casa de


seguridad

¿Quién las colocó ahí?


Que Ezequiel Elizalde, una de las pretendidas víctimas, no presentaba una
venda en la cabeza, tal y como luego apareció ante las cámaras de televisión.
La venda se aprecia limpia y sin manchas de sangre.

Ezequiel Elizalde tal y como apareció en los noticiarios

Los policías coinciden que no traía venda

De las observaciones se desprende que sí se preparó una escenografía tanto


para el escenario como para los participantes. La averiguación dice que las
armas se encontraron en un lugar pero las escenas muestran otra cosa: una
irrealidad.

El dato más grave es el más evidente. Las escenas quisieron mostrar a los
acusados en la casa de seguridad al lado de las víctimas, pero la averiguación
previa claramente refleja que no fuimos detenidos ahí, sino en la carretera.

Con fines de impacto mediático, la policía preparó un escenario y luego actuó


un rescate con tintes espectaculares.

El contraste más revelador es el abismo que hay entre lo que se transmitió en


televisión y lo que se lee en el expediente. Las imágenes televisadas de la
entrada al rancho muestran la irrupción veloz y espectacular de las fuerzas
federales, con arma larga en posición de tiro; al contrario, el oficio de puesta a
disposición señala que el ingreso se verificó con el “consentimiento” del
detenido Israel Vallarta, quien “abrió el zaguán con las llaves que él llevaba
permitiéndonos el acceso además de señalarnos la construcción… como el
lugar en donde se encontraban privados de su libertad las personas…”.
Claramente, las imágenes pretendían mostrar algo que no ocurrió.

Más aún, tres agentes federales coinciden que en la construcción dónde habría
ocurrido el rescate no había armas. Pues bien, si en la construcción no había
armas, entonces alguien las puso ahí. Las armas fueron colocadas,
“sembradas” para la escenificación.

Un agente manifiesta que en la construcción donde supuestamente se realizó


el rescate tampoco había credenciales de elector ni pasamontañas ni
documentos, sólo una televisión. Al ver las imágenes, otro agente señala que,
al entrar a la construcción, no estaba la persona de abrigo negro que se ve al
interior. Esa persona es el director de Investigación Policial, Luis Cárdenas
Palomino quien convocó a los medios a las cuatro y media de la mañana y
aparece en otra escena doblegando a Israel Vallarta.

Los testimonios arrojan que una de las pretendidas víctimas participó vendado
en el montaje y que no lo estaba al ser supuestamente liberado. Sus vendas
aparecen limpias y sin manchas de sangre. Convoca a duda razonable el
hecho de que una persona supuestamente lastimada y traumatizada, accediera
con tanta premura (¿Quince o diez minutos?) a ser filmado y entrevistado.

El testimonio del camarógrafo de Televisa, Carlos Rodríguez Romero, narra


que afuera del rancho Las Chinitas se encontraba un grupo de entre 15 o 20
elementos del AFI, quienes entraron al interior del predio y atrás de ellos
ingresó el reportero en tiempo real para transmitirlo a la estación. Que en el
cuarto que estaba inmediatamente a la derecha de la puerta principal del
rancho observó a una persona del sexo masculino tirada en el piso boca abajo,
vio a una mujer en un sillón, armas, fotografías, papeles, un hombre sentado
con una venda en la cabeza, y en otro cuarto a una mujer con un menor. Todo
eso es una actuación.

El dicho del camarógrafo confirma el desarrollo de la escena, a saber,


presentarnos en el acto en el rancho “Las Chinitas” y simular una flagrancia.

Los policías refieren que su prioridad era la seguridad de las víctimas, empero,
sorprende que, nada más liberadas y atendidas médicamente, en cuestión de
minutos, se les pidiera participar en la escenificación. Más increíble aún, que
accedieran. El dato resulta absolutamente inverosímil.
El hecho se aviene tanto más incierto, cuando se considera que tal acto
significaba permanecer en un sitio que representaría traumatismo y miedo y
además implicaba continuar al lado de sus supuestos captores. Todavía más
increíble mantener al menor de edad en un lugar de cautiverio.

Los agentes refieren que las víctimas estaban en estado precario, muy
alteradas: ¿Cómo pedirles entonces, en tan reducido tiempo y apenas
“rescatadas” de un trauma grande, que se dejaran filmar y entrevistar por
periodistas?

Por su parte, las imágenes de video no reflejan la zozobra o precariedad que


describen los agentes, de hecho, a Ezequiel y a la señora Cristina se les ve
ante cámaras muy articulados.

En las escenas, Ezequiel manda ante cámaras un mensaje de alivio a su


familia y a la pregunta expresa del reportero, responde que tiene un bebé
recién nacido. ¿Cómo sabe ese último dato, si tiene escasos veinte minutos
de ser “liberado”?

En resumen, resulta inverosímil que, apenas liberados y aún traumatizados, las


víctimas hubieran accedido a escenificar su rescate.

Otro dato resulta abona la inverosimilitud de la versión policial. La queja ante la


Comisión Nacional de Derechos Humanos indica que Pablo Reinah recibió una
llamada del director de Investigación Policial a las cuatro horas con treinta
minutos de la mañana. De acuerdo con la versión policial a esa hora, las
víctimas aún no habían sido liberadas y no se había producido el ingreso al
rancho. El dato refleja que desde las cuatro y media se estableció contacto con
los medios. No es posible sostener la premura que justificó el tribunal
responsable si la autoridad estaba convocando a la prensa dos horas antes del
supuesto rescate.

Empero, el tribunal no valoró los folios (Tomo XII) que integran la queja.
La llamada a los medios necesariamente se repitió puesto que al rancho, no
sólo acudieron Televisa y TV Azteca, sino además medios impresos e incluso
un helicóptero de radio red.

De nuevo resulta increíble que, sin haberse dado la liberación de las víctimas,
la policía convocara ya a los medios a presenciar o reportear un supuesto
rescate.

Los tiempos que se desprenden del cúmulo de declaraciones, resultan


especialmente apretados. Veamos:

A la seis y media (06:30 am) se produjo supuestamente la liberación, en ese


momento, los agentes aprehensores no se percataron de la presencia de
medios de comunicación. Inmediatamente después, seis horas con cuarenta
minutos, llegó el subdirector y jefe de los agentes federales, Israel Zaragoza
Rico, para atender a las víctimas.

A las seis y media de la mañana aproximadamente, llegó el equipo de


Televisa, así lo narró el camarógrafo. Nada más llegar, se encontró al reportero
Pablo Reinah quien les pidió estar listos y les avisó que pronto entraban al aire.

Y luego a las seis horas con cuarenta y siete minutos empezó la transmisión
del programa Primero Noticias del Televisa con la participación del reportero
Pablo Reinah, como consta en el registro del videotape.

Luego entonces, según la segunda versión oficial, en cuestión de quince o


diecisiete minutos, habría acontecido lo siguiente:

1. Llamada de AFI a los medios (entre 04:30 y 05:00)

2. Liberación de las víctimas (06:30),


3. Atención médica (uno de ellos, Ezequiel, es presuntamente vendado de una
lesión en la cabeza) (06:40),

4. Invitación a participar en la escenificación (entre 06:30 y 06:47),

5. Preparación de un escenario: armas, credenciales de elector y


pasamontañas a la construcción aledaña donde se escenificó el rescate,

6. Llegada y recepción de los medios (entre 06:30 y 06:45)

7. Transmisión del montaje con el despliegue de agentes y medios (06:47).

Tal versión pugna con el más elemental sentido común y de tiempo. Ahora
bien, el tribunal responsable coincide con el cómputo de los tiempos arriba
expuesto, pero sus conclusiones son distintas.

“Este tribunal de apelación considera que no fue posible que en ese lapso de
quince o treinta minutos que transcurrió desde que fueron liberadas las tres
víctimas que estaban privadas ilegalmente de su libertad en el domicilio que
vivía la inculpada con su novio, aproximadamente a seis horas con treinta
minutos del nueve de diciembre de dos mil cinco, hasta el momento que
llegaron los medios informativos, aproximadamente seis con cuarenta y cinco
minutos o siete de la mañana… esto es quince minutos, sea la temporalidad en
que la policía haya podido preparar de manera dolosa y de mala fe el montaje
contra la sentenciada con la intención de inculparla…”

El tribunal responsable computó bien los tiempos. Quince minutos mediaron


entre el pretendido rescate y la escenificación que registra el inicio de
videotape a las seis con cuarenta y siete (06:47). Su primer razonamiento
también es puntual: ciertamente en quince o treinta minutos es muy difícil
planear una escenificación.

El tribunal observó que el tiempo fue muy corto, sin embargo, procedió a
justificar el montaje como una precipitación cuando no hay datos en el sumario
que permitan sostener tal presunción, cuando de hecho hay datos que indican
que desde las cuatro y media de la mañana, la policía se comunicó con los
medios.
Reclamo la interpretación que justifica todo como una confusión. Tal conclusión
es incorrecta pues pugna con los elementos de autos y es además
contradictoria con los pronunciamientos de la misma sentencia, cuando por
ejemplo, señala:

“… en tales videos se ven las armas y cartuchos, que no fueron localizados en


el lugar y forma en que se observan en dichas videograbaciones, como
tampoco estaba presente en el interior del inmueble del citado rancho la
sentenciada, como se ve en los videos de los noticieros inspeccionados en la
diligencia, lo que denota que la denominada escena de los sucesos
delictivos fue alterada[58]

En suma, los datos del sumario arrojan –y la sentencia así lo reconoce- que se
alteró la escena de los sucesos, que sí se preparó un escenario.

Uno de estos datos robustece la presunción de que la policía tomó más tiempo:
la llamada a Pablo Reinah a las cuatro horas y media de la mañana (04:30
am).

Aparece probado que se alteró la escena y que lo visto fue actuado. Estos
datos indican que la policía forzosamente necesitó más tiempo, que su versión
es inconsistente y, por consecuencia, destruyen la presunción de buena fe.

CONDUCTA PROCESAL DE LAS PARTES, PRESUNCIONES DERIVADAS


DE LA. Siendo la buena fe base inspiradora de nuestro derecho, debe
serlo, por tanto, del comportamiento de las partes en todas sus relaciones
jurídicas y en todos los actos del proceso en que intervenga, y siendo la
conducta procesal de éstas elemento básico para la resolución de los negocios
judiciales, los jueces deben tomarla en cuenta para derivar de ella, en la
averiguación la verdad, las presunciones que lógica y legalmente se
deduzcan al mínimo.[59]

Reclamo que el tribunal responsable no haya valorado el elenco probatorio en


su integridad, reclamo que no haya deducido la presunción lógica que imponen
las pruebas de autos. Reclamo que, habiendo percibido y establecido la
estrechez de tiempos, el tribunal justifique todo como una confusión
apresurada de las autoridades policiales y una precipitación informativa.
Por eso reclamo que el tribunal responsable no haya apreciado los elementos
que delatan mala fe y la actuación poco profesional e ilegal de la policía
federal. Reclamo que no haya apreciado las implicaciones de todo lo que rodea
y se desprende del montaje. En ese tenor, también me causa agravio el
siguiente razonamiento judicial:

“… No se aprecia dentro de autos de la causa penal elemento o indicio que


lleve a afirmar o suponer que en específico, los agentes policíacos que
detuvieron a la enjuiciada y descubrieron el lugar donde estaban las víctimas
privadas de su libertad hayan fijado deliberadamente la posición que menciona
la acusada con el ánimo de perjudicarla … esto es, no se advierte en los
autos de la causa penal, indicio que corrobore que la policía simuló todo
un montaje ante los medios de comunicación para manipular la
investigación y sustentar la misma versión que originalmente apareció en los
medios de comunicación[60].

Reclamo que el tribunal no haya tomado en cuenta las copias certificadas del
expediente de queja 2006/656/5/Q de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos que concluyó con el reconocimiento de la Agencia Federal de
Investigación que: “(en el) operativo desarrollado por elementos de la Agencia
Federal de Investigación no se precisó que la detención de las personas
ocurrió antes de su llegada y por lo tanto no se le proporcionó información
completa, objetiva y veraz.”

Ese reconocimiento quiere decir que la Agencia Federal de Investigación


proporcionó información incompleta y falsa, y entraña un reconocimiento
implícito de la mala fe policial.

Más aún, las declaraciones de los agentes y las imágenes confirman que sí se
montó un escenario para el montaje, que se pusieron armas de alto poder, que
se acomodaron credenciales de elector y que sembró un pasamontañas.

Una última imagen acusa la manipulación más tosca y grosera. La secuencia


del montaje muestra tres fotografías mías juntas sobre un sillón y la duda
asalta: ¿Qué sentido tendría que en la casa de seguridad hubiera tres
fotografías enmarcadas y casi idénticas, con mi rostro?

¡Tres fotografías casi idénticas con mi rostro toscamente puestas encima de un


sofá en la cabaña!

Prueba documental # 19, Tomo VII, foja 793

8. INEQUIDAD Y PARCIALIDAD JUDICIAL EN LA VALORACION DE MIS


DECLARACIONES VIS A VIS LOS INFORMES DE LA POLICIA.

Aunque se puede afirmar que un tribunal hace pleno uso de todos los métodos
científicos cuando, por ejemplo, en un caso de asesinato, es necesario analizar
una gota de sangre seca, también es cierto que, cuando se trata de algo
mental, principalmente la declaración de un testigo basada en sus recuerdos, a
ese mismo tribunal le parecen completamente convincentes los métodos
menos científicos y más caprichosos del prejuicio común y la ignorancia.

Hugo Munsterberg, On the Witness Stand. NY 1908.

La sentencia que reclamo es inequitativa y parcial, especialmente cuando


justifica todas las contradicciones de la policía (informe, declaraciones de los
agentes aprehensores) y, en cambio, subraya que mis declaraciones fueron
contradictorias y defensistas. Cito a continuación la fuente del agravio:

“… contrario a lo alegado por la sentenciada, sus declaraciones son


confusas y contradictorias, las que no cuentan con elementos de prueba
que le den apoyo, aspectos esenciales por los que en el presente estudio no
fueron valoradas a su favor, por lo que la verdad que dice sustentar no es tal,
pues se apreció que esa verdad que pregona únicamente refleja
el mecanismo de defensa apoyado en el deseo de evitar las consecuencias
de su ilícito proceder.[61]”

Dice la sentencia que mis declaraciones son 1) confusas, 2) contradictorias y 3)


no cuentan con elementos de prueba que respalden mi dicho.
Pues bien, mis declaraciones no son ni confusas, ni contradictorias ni carentes
de respaldo probatorio.

En primer término, he sido consistente en negar los hechos que se me


imputan. He postulado mi inocencia desde el primer momento cuando fui
presentada ante las cámaras hasta mi última declaración ante el tribunal y
ahora que pido la protección federal. Negué las imputaciones el mismo nueve
de diciembre de dos mil cinco cuando rendí declaración ministerial.

Al sostener mi inocencia, he expresado una negativa. La manera de


contradecir la afirmación de la parte acusadora y acreditar mi negativa,
depende de la prueba circunstancial, y entre otros en el contraste de mi dicho
frente a las inconsistencias de la versión policial y las contradicciones de los
testigos de cargo.

Desde mi primera declaración, manifesté varios puntos que sí aparecen


probados:

1. Que, al ser detenida, tenía un empleo en el Hotel Fiesta Americana en


Polanco, amparado por un contrato por tiempo determinado, seis días a la
semana, de lunes a domingo de las quince horas a las veintitrés horas.

2. Que viajé en verano de dos mil cinco a Francia y regresé a México el nueve
de septiembre de ese año.

3. Que para el mes de diciembre de dos mil cinco, había firmado un contrato de
arrendamiento del departamento 302 de la calle de Hamburgo 316, con fecha
primero de diciembre de dos mil cinco.

Reclamo que el tribunal responsable haya valorado aisladamente cado uno de


estos puntos para poder llegar a la conclusión de que en nada me favorecen.
Lo cierto es que mis declaraciones, contrario a lo expuesto por el tribunal
responsable, son congruentes y sí cuentan con elementos que las respalden.
Me causa agravio que el tribunal haya restado valor a pruebas documentales
que generan prueba circunstancial y que son: 1. El informe del hotel Fiesta
Americana; 2. El contrato de arrendamiento de diciembre de dos mil cinco y 3.
El informe del Instituto Nacional de Migración que acredita que efectivamente
regresé a México el nueve de septiembre de dos mil cinco y que solicité y
obtuve el cambio de característica migratoria a visitante con actividades
lucrativas (F.M. 3).

Adicionalmente, está acreditado que estuve fuera del país de julio a septiembre
de dos mil cinco. Esto es que no pertenezco a una organización criminal.

En mis declaraciones no negué haber vivido en el rancho las Chinitas, al


contrario reconocí ese hecho por ser cierto. Esa manifestación demuestra que
no recurrí a un mecanismo de defensa para eludir “las consecuencias” de mis
actos. En ese sentido, agrego que, en el sumario, existe otra prueba
documental que acredita la ausencia de ocultamiento o maniobra de defensa.

En el expediente obran los recibos telefónicos de la casa del rancho “Las


Chinitas”, correspondientes a la línea telefónica número 22-90-92-80. Ahora
bien, visto en conjunto y enlazado con los demás indicios, esos recibos
acreditan que mi presencia en el rancho no era clandestina, sino abierta y
transparente.

Asimismo, señalé que cuando fui detenida había firmado un contrato de


arrendamiento. Ese dato quedó plenamente probado pues compareció el
arrendador, Adrián Pini Nolasco, quien confirmó la existencia del contrato y el
hecho relevante de que ya se habían trasladado cosas a ese departamento.

Ahora, el arrendador manifestó también que el portero del edificio le dijo que no
me quedé a dormir en ese departamento. Así, el tribunal responsable incurrió
en falta de equidad pues se sirvió de lo que es en esencia una declaración de
oídas para desvirtuar mi declaración y sostener que es confusa.

Otro dato de mi dicho también está probado. En mi declaración ministerial


narré que, una vez colocada en el cabañita a la derecha de la entrada principal,
se me hizo saber que iba a llegar la televisión y que se me dijo que tendría que
contestar preguntas de los reporteros. En mi declaración preparatoria agregué
que me taparon con un cobertor. Pues bien, todo eso resultó cierto y está
registrado en video. En contraste, es de llamar la atención que ninguno de los
testigos que me incriminan, hizo mención sobre la llegada de los medios y
guardaron un silencio cómplice sobre su participación en la escenificación.

El tribunal analizó aisladamente, por separado, cada una de estas pruebas y


de esa forma, les restó la eficacia de prueba circunstancial que acredita la
veracidad esencial de lo que manifesté en mis declaraciones.

Lo más grave e inequitativo, es que el tribunal haya tolerado y pasado por alto
el montaje, los dictámenes de lesiones, la contradicción manifiesta sobre la
hora de mi detención, las contradicciones de los testigos y, en cambio, se
pronuncie, sobre detalles mucho menores, que mis declaraciones son confusas
y contradictorias.

Puestas en el fiel de la balanza, las versiones de la acusación son


manifiestamente mucho más contradictorias que mis declaraciones.

Ahora, lo cierto es que mi primera declaración se produjo sin haberse


comunicado a mi representación diplomática mi detención y sin respetarse el
derecho a ser informada, pedir y recibir asistencia consular.

9. VIOLACION AL DERECHO DE UN INCULPADO EXTRANJERO A SER


INFORMADO SOBRE EL DERECHO A LA ASISTENCIA CONSULAR, Y A
LA GARANTIA PROCESAL PREVISTA EN EL ARTICULO 128 FRACCION
IV (IN FINE) DEL CÓDIGO FEDERAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES.

“Los extranjeros sometidos a procedimiento penal –en especial, aunque no


exclusivamente, cuando se ven privados de libertad- deben contar con medios
que les permitan un verdadero y pleno acceso a la justicia. … es necesario que
a estos derechos se agreguen aquellos otros que les permitan comparecer
en pie de igualdad ante la justicia, sin las graves limitaciones que implican la
extrañeza cultural, la ignorancia del idioma, desconocimiento del medio y otras
restricciones reales de sus posibilidades de defensa. La persistencia de
éstas,…, hace que las garantías procesales se conviertan en derechos
nominales, meras fórmulas normativas, desprovistas de contenido real. En
estas condiciones el acceso a la justicia se vuelve ilusorio.”

Sergio García Ramírez, Juez mexicano de la Corte Interamericana de DDHH,

Voto concurrente en Opinión Consultiva 16.

Soy ciudadana francesa con derechos fundamentales y garantías procesales,


reconocidos en instrumentos de derecho internacional y por la Constitución y
las leyes federales mexicanas que constituyen Ley Suprema de los Estados
Unidos Mexicanos conforme al artículo 133 de la misma Constitución Política.

La Convención de Viena sobre Relaciones Consulares[62] es un acuerdo


internacional y tiene rango de tratado conforme al artículo 133 constitucional.
Esta Convención es un acuerdo multilateral de la que son parte, entre otros, los
Estados Unidos Mexicanos y Francia[63]. Su artículo 36 establece derechos y
obligaciones de los Estados partes:

“Artículo 36. Comunicación con los nacionales del estado que envía.

1. Con el fin de facilitar el ejercicio de las funciones consulares relacionadas


con los nacionales del Estado que envía:

a) los funcionarios consulares podrán comunicarse libremente con los


nacionales del Estado que envía y visitarlos. Los nacionales del estado que
envía deberán tener la misma libertad de comunicarse con los funcionarios
consulares de ese estado y de visitarlos;

b) si el interesado lo solicita, las autoridades competentes del Estado


receptor deberán informar sin retraso alguno a la oficina consular
competente en ese Estado cuando, en su circunscripción, un nacional del
Estado que envía sea arrestado de cualquier forma, detenido o puesto en
prisión preventiva.

Cualquier comunicación dirigida a la oficina consular por la persona arrestada,


detenida o puesta en prisión preventiva, le será asimismo transmitida sin
demora por dichas autoridades, las cuales habrán de informar sin dilación a la
persona interesada acerca de los derechos que se le reconocen en este
apartado;

c) los funcionarios consulares tendrán derecho a visitar al nacional del


Estado que envía que se halle arrestado, detenido o en prisión preventiva, a
conversar con él y a organizar su defensa ante los tribunales.

Asimismo, tendrán derecho a visitar a todo nacional del Estado que envía que,
en su circunscripción, se halle arrestado, detenido o preso en cumplimiento de
una sentencia. Sin embargo, los funcionarios consulares se abstendrán de
intervenir en favor del nacional detenido, cuando éste se oponga expresamente
a ello.

2. Las prerrogativas a las que se refiere el párrafo 1 de este artículo se


ejercerán con arreglo a las leyes y reglamentos del Estado receptor,
debiendo entenderse, sin embargo, que dichas leyes y reglamentos no
impedirán que tengan pleno efecto los derechos reconocidos por este
artículo.”

La Convención de Viena obliga a los Estados partes, entre ellos, México.

La legislación federal. Pues bien, las obligaciones y derechos previstos en el


artículo 36 del instrumento internacional, tienen un referente directo en la
legislación federal, concretamente en la garantía procesal contenida en
el artículo 128 fracción IV del Código Federal de Procedimientos Penales:

“Artículo 128. Cuando el inculpado fuere detenido o se presentare


voluntariamente ante el Ministerio Público Federal, se procederá de inmediato
en la siguiente forma:

… IV. Cuando el detenido perteneciere a un pueblo o comunidad indígena o


fuere extranjero, que no hable o no entienda suficientemente el español, se le
designará un traductor que le hará saber los derechos a que se refiere la
fracción anterior. Tratándose de indígenas, el traductor y el defensor que
deberán asistirle, deberán tener además conocimiento de su lengua y
cultura. Si se tratare de un extranjero, la detención se comunicará de
inmediato a la representación diplomática o consular que corresponda;
y…“.

El artículo 128 del código procesal detalla los derechos fundamentales de las
personas detenidas ante el Ministerio Público. Se trata de un catalogo de
garantías procesales, entre ellas, el llamado derecho a la notificación consular.

En suma, una extranjera tiene en México el derecho a ser informada sobre la


asistencia consular y, en su caso, a contar oportunamente con asistencia
consular.

Hasta aquí con la referencia al marco legal. Ahora vayamos a actuaciones:

La violación a mis derechos es evidente. Mi detención no fue comunicada de


inmediato a la representación consular de mi país, Francia. La omisión de
la autoridad ministerialviolentó el artículo 128 fracción IV (in fine) del código
adjetivo.

El Código Federal de Procedimientos Penales, a diferencia de la Convención,


establece la obligación, independientemente del deseo de la persona detenida,
del ministerio público de comunicar de inmediato la detención del extranjero.

Conforme a constancias, a las diez horas con dieciséis minutos (10:16 am) del
nueve de diciembre de dos mil cinco fui formalmente puesta a disposición del
Agente del Ministerio Público adscrito a la Unidad Especializada en
Investigación de Secuestros de la Subprocuraduría de Investigación
Especializada en Delincuencia Organizada en la averiguación
previa PGR/SIEDO/UEIS/190/2005.

El acuerdo de recepción de oficio de puesta a disposición. En la fecha y


hora señaladas arriba (10:16 am), obra un acuerdo del agente del Ministerio
Público de la Federación. Por mérito de ese acuerdo, quedé formalmente a
disposición de una autoridad mexicana, y en ese momento, dada mi condición
de extranjera, el Ministerio Público debió, de inmediato, haber comunicado mi
detención a la representación diplomática de Francia. Sin embargo, no lo hizo.

Los resolutivos del acuerdo en comento dan plena cuenta de ello:

“- – -PRIMERO.- Se ordena la ratificación de el oficio de puesta a disposición


por parte de los elementos de Agencia Federal de Investigación.

– – -SEGUNDO.- Ordénese la retención y declaración de los presuntos


inculpados ISRAEL VALLARTA CISNEROS y MARIE LOUISE CASSEZ
FLORENCE, – – – – – – – – – – – – – – – – –

– – -TERCERO.- Gírese oficio al C. Ingeniero Miguel Oscar Aguilar Ruiz,


solicitándole la designación de peritos en las materias de 1.- Fotografía
(integridad física), 2.-Dactiloscópica, 4.- Análisis de voz, 6.- Medicina 7.-
Identificación Vehicular y Valuación, 8.- Balística, 9.- Video; con la finalidad de
que emitan sus dictámenes correspondientes a dichas materias.- – – – – – – –
– – – – – – – – – – – – – – – – – CUARTO.- Gírese oficio al Ingeniero Guillermo
Flores Rentería, Director General Adjunto de Servicios Técnicos de la SIEDO,
para que ordene a quien corresponda, procede a extraer la información que
contengan los teléfonos celulares afectos a la presente indagatoria- – – – – – –
-QUINTO.- Practíquense tantas y cuantas diligencias sean necesarias para el
esclarecimiento de los hechos. – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – –
– – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – CÚMPLASE- – – – – – – – – – – –
– – – – – – – – – – – Así lo acordó y firma el ciudadano Licenciado Alejandro
Ignacio Santamaría, Agente del Ministerio Público de la Federación…”

Así, la autoridad ministerial omitió cumplir su obligación de comunicar de


inmediato mi detención a la representación diplomática o consular francesa.

Las consecuencias de esta omisión no son menores. Esta obligación


ministerial es correlativa del derecho de notificación consular. La violación
vulneró la posibilidad de organizar adecuadamente mi defensa en una
averiguación previa conducida por agentes del Estado Mexicano.

Es de notar que justo diez minutos antes de rendir declaración ministerial, a las
quince horas con cinco minutos (03:05 pm), cinco horas después de quedar a
disposición, obra una constancia ministerial[64], en la que se hace constar una
llamada telefónica a la Embajada de Francia y en la que se asentó
que contestó una grabadora en francés y español.

Es decir, cinco horas después de haber sido puesta a disposición, la


autoridad ministerial todavía no había establecido contacto efectivo con
mi representación diplomática y no había comunicado mi detención para
efectos de la asistencia consular.

La fe ministerial revela otro dato de consecuencia. La grabadora de la


representación diplomática francesa indicó que el horario de atención era de
lunes a jueves de ocho quince (08:15 am) a catorce quince horas (02:15 pm) y
el viernes de ocho quince a trece cuarenta y cinco (13:45). Por cierto, ese día,
nueve de diciembre de dos mil cinco, era viernes y así la llamada fue
extemporánea, fuera del horario de atención y por tanto tardía, es decir lo
contrario a “de inmediato.”

En efecto, ese mismo día, a las quince horas con diez minutos (03:15 pm), sin
ser enterada del derecho a la información sobre asistencia consular, rendí mi
declaración ministerial.[65]

En ese día y hora, la representación diplomática francesa tampoco estaba


enterada de mi detención. Y, en tal diligencia, se me asignó un defensor de
oficio y un traductor al francés de la Procuraduría General de la República.

Más aún, en el acta de mi declaración ministerial no se hizo constar ni se me


hizo saber el derecho a la información sobre asistencia consular. El acta se
limitó a transcribir las fracciones I, II y III del artículo 128 del código adjetivo sin
plasmar si el ministerio público se había comunicado o no con la
representación diplomática y, lo más grave, sin informarme del derecho a
recibir la asistencia consular y sin siquiera preguntar si era mi voluntad
recibirla.

Ahora bien, el artículo 128, fracción IV del Código Federal de Procedimientos


Penales, espejo de la obligación a cargo del Estado Mexicano prevista en el 36
de la Convención de Viena, ordena la comunicación a la representación
diplomática de manera inmediata. Una temporalidad más precisa y que va más
allá del término “sin dilación” de la Convención internacional y que el ministerio
público no respetó.
El Consulado General de Francia debió haber sido enterado de inmediato y sin
dilación. En ese sentido, al momento mismo de la puesta a disposición, el
ministerio público debió haber comunicado mi detención a la representación
diplomática; en cambio, éste lo intentó infructuosamente cinco horas después y
fuera de los horarios hábiles de la representación diplomática.

Así, tan luego de la llamada extemporánea, el Ministerio Público Federal


recibió mi declaración, la que, se produjo sin haber sido enterada del derecho a
la información sobre asistencia consular. La autoridad no me comunicó ese
derecho.

Así, se me impuso un defensor público, un formalismo, que no fue de mi


elección. En ese mismo orden, en la declaración me asistió un traductor,
empleado de la procuraduría. Y, al día de hoy, sigo resintiendo el efecto de
esas violaciones, puesto que el tribunal responsable me reprocha haber
declarado en forma confusa y contradictoria.

El órgano ministerial, sin fundamento, dividió y aplicó discrecionalmente y en mi


perjuicio el contenido normativo de la fracción IV del artículo128 del código
adjetivo. Me explico: En el caso de un extranjero detenido, el dispositivo prevé
simultáneamente la obligación de nombrar un traductor y la notificación
consular. En mi caso, el ministerio público cumplió con la primera e ignoró la
segunda.

No fue sino hasta el diez de diciembre de dos mil cinco a las doce horas con
diez minutos (12:20 pm), pasadas más de veinticuatro horas después de mi
puesta a disposición oficial y después de haber rendido declaración ministerial,
que finalmente el ministerio público avisó a la representación diplomática[66].

Siguiendo los autos, se desprende que en lo que se marcó como la


averiguación previa PGR/SIEDO/UEIS/234/2005, -por cierto distinta a la
averiguaciónPGR/SIEDO/UEIS/190/2005 en la que obra mi puesta a
disposición-, se hizo constar que el diez de diciembre de dos mil cinco, a las
doce con diez minutos, la autoridad ministerial ultimadamente comunicó mi
detención vía telefónica a la representación diplomática de Francia.
Ese mismo día, a las quince horas con cuarenta y cinco minutos (03:45 pm),
recibí la visita del Cónsul General de la República Francesa en México. Ese
mismo día, la autoridad judicial decretó mi arraigo por noventa días.

Para ese entonces, la asistencia era extemporánea. El impacto adverso sobre


mi defensa, especialmente durante el trámite de la averiguación previa, consta
en los mismos autos de la indagatoria.

El veintiuno de febrero de dos mil seis, firmé un escrito en el que pedía al


agente del ministerio público varios puntos, entre otros, que se me informara el
nombre de las personas que realizaban imputación en mi contra, y se me
informara el avance de la investigación.

A la firma de ese escrito, mi defensor no había podido tener acceso a la


averiguación previa. En ese escrito pedí igualmente la entrega de mis
pertenencias personales que fueron indebidamente retiradas de mi
departamento ubicado en la calle de Hamburgo 316 el ocho de diciembre de
dos mil cinco.[67]

Bajo el pretexto que la averiguación se encontraba en proceso de cambio de


agente ministerial, mi defensor ni siquiera había protestado el cargo. Esto
consta tal cual, puesto que su protesta profesional fue recibida el veintisiete de
febrero de dos mil seis y unos días más tarde, el tres de marzo, fui consignada
ante un juez.

Tuve un defensor de oficio, pero lo cierto es que al veintiuno de febrero, no


podía organizar ni articular una defensa, pues no sabía quién deponía en mi
contra y la intervención de mi defensor era obstaculizada.

Así, reclamo al tribunal unitario responsable haber inobservado la garantía


procesal prevista en el artículo 128, fracción IV del código adjetivo que
contiene el derecho a la notificación consular y a la información sobre
asistencia consular:
“En otro orden, el que se haya concedido a la sentenciada la oportunidad de
llamar a la Embajada de su país momentos antes de su declaración, que no se
haya comunicado sino hasta después de haber declarado
ministerialmente, no constituye estado de indefensión en su
contra, porque la ley de la materia aplicable, que debe observar este
tribunal de legalidad no establece como prerrogativa mayor a la de
cualquier otro gobernado el que antes de declarar ministerialmente sobre
hechos delictivos investigados en su contra, deba necesariamente estar
asesorada o asistida por determinada persona, institución o embajada,
porque precisamente antes de emitir su declaración ministerial y cualquier otra
en su calidad de indiciada, procesada, acusada o sentenciada, la legalidad
aplicable le otorga el derecho de declarar o no, según su voluntad, derecho
que fue respetado por la autoridad investigadora, que consta en esa primera
declaración ministerial, donde el agente del Ministerio Publico de la Federación
le pregunto si quería declarar, a lo cual, de manera libre y sin coacción,
respondió que si, por lo que ella misma, después de manifestar su voluntad de
declarar, asistida por su traductor, declaro y negó los hechos que se le
imputaban en presencia de su defensor, que en ese momento lo fue el
público…”

Al respecto, conviene decir que la constancia ministerial no dice que se me


haya permitido efectuar la llamada al consulado. La constancia expone que la
autoridad efectuó una llamada a la Embajada de Francia y le contestó una
grabadora. Más grave aún, ni en la constancia ministerial ni en el acta de mi
declaración, hay cuenta de que se me haya informado sobre el derecho a la
asistencia consular.

La ley de la materia aplicable sí existe: a saber, el Código Federal de


Procedimientos Penales y la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares.

Contrario a lo que razona el tribunal, ese corpus iuris sí previene derechos y


prerrogativas al gobernado cuando éste es extranjero. El derecho a la
información sobre asistencia consular, cuyo fin es poner en pie de igualdad al
extranjero detenido frente a una situación jurídica comprometida.

Reclamo al tribunal responsable la inobservancia de la fracción IV del artículo


128 del código procesal y haber ignorado la aplicabilidad de la Convención de
Viena. La violación procesal sí vulneró las leyes del procedimiento en términos
de la fracción XVII del artículo 160 de la Ley de Amparo[68].

Opinión Consultiva 16. Reclamo lo anterior puesto que este punto ha sido
precisamente elevado por el Estado mexicano ante tribunales internacionales.

En este tema y en relación con la violación al debido proceso y el derecho


fundamental de ser informado y contar con asistencia consular como
mecanismo de defensa, es ineludible hacer referencia a la OPINION
CONSULTIVA OC-16/99 del primero de octubre de mil novecientos noventa y
nueve, solicitada por los Estados Unidos Mexicanos a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos[69].

El nueve de diciembre de mil novecientos noventa y siete, México sometió ante


la Corte Interamericana de Derechos Humanos una solicitud de Opinión
Consultiva. La solicitud de mérito se estructuró en una serie de preguntas a la
Corte sobre garantías judiciales mínimas y el debido proceso en relación
con la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos estimó que la norma que


consagra la comunicación consular tiene un doble propósito: 1. Reconocer el
derecho de los Estados de asistir a sus nacionales a través de las actuaciones
del funcionario consular, y en forma paralela, 2. Reconocer el derecho
correlativo de que goza el nacional del Estado (persona extranjera) para
acceder al funcionario consular con el fin de procurar dicha asistencia.

La Corte Interamericana también señaló que los apartados b) y c) del artículo


36.1 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares se refieren a la
asistencia consular en una situación particular: La privación de libertad. El texto
citado consagra, entre otros, el derecho del extranjero privado de la libertad a
ser informado, “sin dilación” de lo siguiente:

a) Derecho de solicitar y obtener que las autoridades competentes del Estado


receptor informen a la oficina consular competente sobre su arresto, detención
o puesta en prisión preventiva, y

b) Derecho a dirigir a la oficina consular competente cualquier comunicación,


para que ésta le sea transmitida “sin demora”.
El Derecho a la información sobre asistencia consular, se descompone a
su vez en varios, a saber:

1. Derecho a la notificación consular,

2. Derecho de asistencia consular o de asistencia,

3. Derecho de comunicación consular.

El derecho a la notificación consular se define como el derecho de la persona


extranjera a solicitar y obtener que las autoridades competentes del Estado
receptor (México) informen sin retraso alguno sobre su arresto, detención, o
puesta en prisión preventiva a la oficina consular del Estado que envía
(Francia).

En la OPINION CONSULTIVA OC-16/99, la Corte Interamericana de Derechos


Humanos interpretó, la expresión “sin dilación” prevista en el artículo 36.1 b)
de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares y subrayó que el
Estado debe cumplir con el deber de informar al detenido sobre sus
derechos al momento de privarlo de libertad y en todo caso antes de que
rinda su primera declaración ante la autoridad.

En ese sentido, detenida y acusada de delitos graves, debí de haber sido


informada de ese derecho (a la información sobre asistencia consular) desde el
momento mismo de la detención, y cuando menos antes de rendir declaración
ministerial.

La omisión de la autoridad ministerial es flagrante pues en su acuerdo de


puesta a disposición no ordenó la notificación inmediata al Consulado General
de Francia ni a mi Embajada. Lo es con tanta mayor razón puesto que para a
la hora cuando finalmente telefoneó a la representación diplomática ya no eran
horas hábiles.

El derecho a ser informada y recibir asistencia consular ha sido reconocido en


el Conjunto de Principios para la Protección de todas las Personas Sometidas
a cualquier forma de Detención o Prisión (Principio 16.2, Resolución 43/173 de
la Organización de la Naciones Unidas, ONU.)[70]

Asimismo, los derechos reconocidos al individuo en el apartado b) del artículo


36.1, se relacionan con el siguiente c) “los funcionarios consulares tendrán
derecho a visitar al nacional del Estado que envía que se halle arrestado,
detenido en prisión preventiva, a conversar con él y a organizar su defensa
ante los tribunales.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos concluyó que el artículo 36 de


la Convención de Viena reconoce al detenido extranjero derechos individuales,
concretamente, el derecho a la información sobre asistencia consular.

En la OPINION CONSULTIVA, la Corte Interamericana de Derechos Humanos


señaló que el derecho a la información y asistencia consular establecidos de la
Convención de Viena, conforma un conjunto de garantías mínimas
susceptibles de expansión, a la luz de la garantía de debido proceso
legal, consagrada en el artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos.

En opinión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para que


exista “debido proceso legal” es preciso que un justiciable pueda hacer valer
sus derechos y defender sus intereses en forma efectiva y en pie de igualdad
procesal con otros justiciables.

Por ello se provee de traductor a quien desconoce el idioma en que se


desarrolla el procedimiento, y también por eso mismo se reconoce al extranjero
el derecho a ser informado oportunamente que puede contar con asistencia
consular.

De acuerdo con la misma interpretación, la inobservancia del derecho a la


información del detenido extranjero, reconocido en el artículo 36.1 de la
Convención de Viena, afecta las garantías del debido proceso legal y
conlleva consecuencias jurídicas, la responsabilidad internacional del
Estado que cometió la violación, y el deber de reparación a una violación.
En este orden, es equivocado que el tribunal responsable haya dicho que no
hay ley aplicable que establezca prerrogativas (derechos) al gobernado
(extranjero).

Venire contra Factum Propium Non Valet[71]. En litigios o controversias


sobre asistencia consular, y en tratándose de nacionales mexicanos, el Estado
mexicano ha defendido enérgicamente la aplicación de las conclusiones fijadas
por la Corte Interamericana en la OPINION CONSULTIVA OC-16/99.

Por tanto, resultaría inconsecuente que las autoridades mexicanas no


observen en sus jurisdicciones internas lo que postulan y reclaman en foros y
jurisdicciones internacionales.

A continuación cito el voto concurrente del juez brasileño A.A. Cançado


Trindade (hoy magistrado de la Corte Internacional de Justicia), y en especial
su posición frente a la oposición de los Estados Unidos de América en cuanto
al alcance de la Opinión Consultiva 16, cuando en el pasado dicho Estado
había invocado la protección de la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares[72]:

“Voto a favor de la adopción de la presente Opinión Consultiva de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, que,… representa una contribución
importante del Derecho Internacional de los Derechos Humanos… a saber, el
atinente al derecho de los detenidos extranjeros a la información sobre la
asistencia consular en el marco de las garantías del debido proceso
legal… Efectivamente, en este final de siglo, ya no hay cómo pretender
disociar el referido derecho a la información sobre asistencia consular del
corpus juris de los derechos humanos.”

II. Venire contra Factum Propium non Valet. …

20. Esta argumentación de los Estados Unidos ante la CIJ no podría ser más
clara, sumándose a la de los Estados latinoamericanos intervenientes en el
presente procedimiento consultivo ante la Corte
Interamericana…, contribuyendo todos, en conjunto, a situar el artículo 36
de la citada Convención de Viena de 1963 ineluctablemente en el universo
conceptual de los derechos humanos. Al haber sostenido esta tesis ante la
CIJ, en mi entender no pueden los Estados Unidos pretender prevalerse, en el
presente procedimiento consultivo ante la Corte Interamericana, de una
posición orientada en sentido opuesto sobre el mismo punto:…allegans
contraria non audiendus est.

Adicionalmente, quiero llamar la atención sobre el alegato de México ante la


Corte Internacional de Justicia sobre el alcance del derecho a la información
sobre asistencia consular y su impacto en el debido proceso[73].

El nueve de enero de dos mil tres, los Estados Unidos Mexicanos iniciaron una
controversia contra los Estados Unidos de América sobre la aplicación e
interpretación de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares. Tal
controversia ante la Corte Internacional de Justicia, conocida ahora como el
caso Avena, versó sobre el caso de mexicanos “arrestados en los Estados
Unidos de América” que “sin tener acceso a la protección consular de su país
de origen… pueden ser condenados a penas severas, incluso la pena de
muerte, en violación de las garantías del debido proceso.”

En la Corte Internacional de Justicia, México sostuvo, entre otros argumentos,


que el artículo 36 de la Convención es una garantía y que el derecho
consagrado en tal artículo “es tan fundamental, que su violación tiene ipso
facto el efecto de viciar la totalidad del proceso penal ventilado en violación
a dicho derecho[74].”

México también argumentó que “con el propósito de hacer posible una


verdadera asistencia consular,… la notificación debía ser inmediata, o
cuando menos antes de que el acusado rindiera su primera
declaración[75].”

Alegar contra argumentos propios no es válido. El Estado mexicano ha sido


faro en la postulación y defensa del derecho a la información sobre asistencia
consular.

Finalmente, la sentencia de la Corte Internacional de Justicia, cuyo texto fue


pronunciado en inglés y francés, estableció, entre otros puntos, lo siguiente:
“… existe, sin embargo, un deber a cargo de las autoridades que realizan la
detención, de brindar dicha información a una persona detenida tan pronto
como se percate de que dicha persona es un nacional extranjero, o una vez
que existen razones para creer que dicha persona
es probablemente unnacional extranjero[76].»

Pues bien, siendo que mi nacionalidad era más que evidente, yo no fui
informada de ese derecho al ser detenida, ni al ser exhibida ante los medios,
ni al ser puesta a disposición de la autoridad ministerial, ni antes de rendir
declaración ministerial.

Finalmente cierro este concepto con otra cita de la OPINION CONSULTIVA


16/99. Voto concurrente del juez mexicano, doctor Sergio García Ramírez:

“El criterio sustentado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en


esta Opinión Consultiva (OC-16) recoge la más avanzada doctrina del
procedimiento penal y ensancha la protección de los derechos
humanos en un ámbito que constituye, verdaderamente, la <<zona crítica>>
de esos derechos. Por lo tanto, es en este ámbito donde verdaderamente se
acredita o se desvanece… el Estado democrático de derecho.

“… el artículo 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares


reconoce al detenido extranjero determinados derechos individuales, se admite
el carácter progresivo y expansivo de los derechos humanos.

“El proceso penal… no ha permanecido estático a lo largo del tiempo. A los


derechos elementales de la primera etapa, se han sumado nuevos derechos y
garantías. Lo que conocemos como el <<debido proceso penal>>,
columna vertebral de la persecución de delito, es el resultado de esta
larga marcha alimentada por la ley, la jurisprudencia –entre ella la
progresiva jurisprudencia norteamericana- y la doctrina.

“El derecho a contar con defensa en el proceso se ha visto ampliado… El


derecho a conocer los motivos del procedimiento se ha ensanchado con el
derecho a disponer de traductor cuando no se conoce el idioma en el que
aquél se desarrolla.

“Si el derecho a la información consular ya forma parte del conjunto de


derechos y garantías que integran el debido proceso, es evidente que la
violación de aquel trae consigo las consecuencias que necesariamente
produce una conducta ilícita de esas características: nulidad y
responsabilidad.”

El derecho a la información sobre asistencia consular está plasmado en


normas positivas que son además de jerarquía suprema de la República y, en
este caso, mi derecho no fue respetado ni observado. Nunca fui informada de
ese derecho.

La garantía de debido proceso y la ley aplicable al procedimiento, obligan al


ministerio público a notificar de inmediato a la representación diplomática y
reflejan el derecho del extranjero detenido a la información sobre asistencia
consular. La autoridad falló en notificar inmediatamente al Consulado General
de Francia.

La notificación tardía y extemporánea a la representación consular francesa, y


mi declaración ministerial, rendida antes de ser informada o de recibir
asistencia consular, constituyen una violación a los artículos 36 de la
Convención de Viena, 128 fracción IV del Código Federal de Procedimientos
Penales y, en definitiva, a las leyes del procedimiento y a la garantía de debido
proceso consagrada en el artículo 14 constitucional.

10. VIOLACION AL DEBIDO PROCESO Y LA GARANTIA DE DEFENSA E


IGUALDAD PROCESAL POR NO OFRECER A LA ACUSADA EL DERECHO
Y LA OPORTUNIDAD DE EXAMINAR A LOS TESTIGOS EN SEDE
JUDICIAL IMPARCIAL Y EN FORMA EFECTIVA.

“La tutela profesional del juez como tutor y garante de los derechos
fundamentales de todos los ciudadanos… el poder judicial se vincula con la
soberanía popular, la garantía de derechos fundamentales de todos,
enunciados formalmente por la Constitución pero concretamente verificados
por su tutela y justiciabilidad… y es únicamente sobre esta base como se
puede refundar una cultura del poder judicial… de la independencia del poder
judicial como contrapoder institucional…”

Luigi Ferragioli, Derecho y Razón, 1995

El derecho a una defensa adecuada y, concretamente a la oportunidad de


interrogar a los testigos, presentes en sede judicial, fue mutilado en la
instrucción del proceso 25/2006. En efecto, mi defensa nunca pudo interrogar
directamente en un tribunal y en forma efectiva a testigos claves de la
acusación.

Bitácora procesal. Las partes ofrecieron las ampliaciones de declaración de


los testigos Cristina Hilda Ríos Valladares, Christian Hilario Ramírez Ríos y
Raúl Ramírez Chávez, denunciantes que declararon directa y personalmente
ante el ministerio público investigador.

El tribunal acordó el desahogo de dichas ampliaciones y señaló su desahogo


para el veinticinco de mayo de dos mil seis a las once horas.

El quince de mayo de dos mil seis, el agente del ministerio público de la


Federación adscrito al Juzgado Quinto de Distrito de Procedimientos Penales
Federales en el Distrito Federal promovió que las ampliaciones de mérito se
desahogaran por “video conferencia.”

El fiscal adscrito sustentó su petición en el dicho –no acreditado- de que los


testigos se encontraban en el Estado de California en los Estados Unidos de
América, supuestamente por el temor a represalias. En el mismo memorial,
fundamentó su petición en los artículos 20, 21, 102 apartado “A” y 133 de la
Constitución Política y en los diversos 16, 41, 206, 241, 242 y relativos del
Código Federal de Procedimientos Penales, 4 fracción I, apartado B, incisos d)
y f) de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República y en la
Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada.

A su escrito, el fiscal acompañó copias de sendas resoluciones en tocas


penales por tribunales unitarios de circuito de distintos circuitos y en cuyos
resolutivos se acordó desahogar careos o testimoniales por el sistema de
videoconferencia, bajo el argumento preciso de que las personas requeridas
eran testigos protegidos del United States Marshall Service (USMS.)[77]

La petición del fiscal sugirió que los testigos se presentaran ante el Cónsul
General de México en Los Ángeles, California en los Estados Unidos de
América.

El veinticuatro de mayo de dos mil seis, la juez instructora proveyó de


conformidad la medida solicitada por el fiscal adscrito y la fundamentó en los
artículos 16, 59 y 41 del código adjetivo y el 29 punto 1, apartado g) de la
Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada.

El siete de junio de dos mil seis, en la sede del citado Consulado, se


presentaron los testigos Cristina Ríos Valladares, Christian Hilario Ramírez
Ríos y Raúl Ramírez Chávez, quienes desahogaron vía el sistema de
videoconferencia las ampliaciones de declaración solicitadas por la defensa y
el ministerio público.

La ampliación de declaración de los testigos, vía el sistema de


videoconferencia en oficina consular, como fue concedida, es violatoria de las
garantías de debido proceso, defensa adecuada e igualdad procesal.

La dinámica de la diligencia fue así: Por un lado en la sede del juzgado de


distrito, estuvieron presentes la autoridad judicial, el agente del ministerio
público federal, fiscales adscritos a la SIEDO, los abogados defensores, los
procesados, y dos peritos traductores.

Por el otro, según el acta circunstanciada levantada en el Consulado General


de México en Los Ángeles, California, presidió el Cónsul adscrito, y asistieron
un servidor público del departamento de protección, el agregado regional de la
Procuraduría General de la República, el encargado de informática y los
testigos. Ningún defensor estuvo presente en el Consulado[78].
El artículo 20 de la Constitución Política asegura al procesado los mecanismos
para que su defensa no devenga una simple formalidad, sino un medio efectivo
de contestación y debate frente a la acusación.

Un pilar fundamental de esa garantía es el principio de contradicción. Este


principio entraña “la posibilidad real, por parte de la defensa, a la máxima
refutación de las hipótesis acusatorias[79]” y precisamente, esa posibilidad
se actualiza con la oportunidad de interrogar a los testigos en forma directa y
personal y ante la presencia de una autoridad imparcial y rectora del proceso
como lo es un juez.

Otro eje rector del debido proceso es la garantía de igualdad entre las partes,
igualdad de derecho y obligaciones en el juicio[80].

Expandiendo el concepto de garantía de defensa, la Convención Americana de


Derechos Humanos establece un artículo de garantías judiciales mínimas:

Artículo 8. Garantías Judiciales

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro
de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella…

2… Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las


siguientes garantías mínimas:

f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el


tribunal… que puedan arrojar luz sobre los hechos;
La Convención Americana de Derechos Humanos que es norma suprema de la
República, eleva a rango de garantía mínima el derecho de la defensa de
interrogar a los testigos presentes en el tribunal.

Mi defensa contaba con esa garantía mínima, pero ésta fue disminuida en el
curso de la instrucción procesal. El acuerdo que admitió y ordenó el desahogo
de las ampliaciones a través del sistema de videoconferencia y vía el
Consulado General, obstaculizó el ejercicio de la defensa al no ofrecer en pie
de igualdad la oportunidad de interrogar a los testigos presentes ante y en
sede judicial.

La oficina consular no es sede judicial. El desahogo de las ampliaciones de


declaración por sistema de videoconferencia en el Consulado General,
constituyó una traba procesal al ejercicio de un derecho fundamental. Violentó
el debido proceso, no sólo por la obvia afectación a la efectividad de la defensa
y del interrogatorio, sino además porque alteró el equilibrio procesal y eliminó
la tutela de la autoridad judicial como garante de imparcialidad y rector del
proceso penal.

Me explico. El desahogo de las ampliaciones se verificó con la presencia de los


testigos en oficina consular. Presentes, como se desprende del acta
circunstanciada, estuvieron varios agentes consulares y el agregado de la
Procuraduría General de la República, esto es un representante de la
institución que integra el ministerio público de la Federación y por ende la parte
acusadora. La ausencia de un defensor implicó una clara afectación a la
igualdad procesal.

Ejemplo de esa desigualdad es que el Cónsul General remitió el acta


circunstanciada a su superior jerárquico el Secretario de Relaciones Exteriores
y agregó copia a la Agregaduría Regional de la Procuraduría General de la
República, pero no a la defensa.

Más aún, el Consulado General de México en Los Ángeles es un órgano


estatal que forma parte de la estructura del Poder Ejecutivo Federal,
concretamente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y no del Poder
Judicial de la Federación.
La presencia de los testigos en oficina consular quebrantó una garantía mínima
de igualdad e imparcialidad, toda vez que éstos no estuvieron presentes ante
un juez ni un secretario judicial, sino ante servidores públicos que forman parte
de la Administración Pública Federal.

Además, el agente consular es un servidor público que, conforme al artículo 22


fracción II, inciso c) de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia,
es auxiliar del ministerio público. Dicho numeral en lo conducente, establece:

“Artículo 22.- Son auxiliares del Ministerio Público de la Federación:

I. Directos: …

II. Suplementarios:…

c) El personal del Servicio Exterior Mexicano acreditado en el extranjero;…

… El Ministerio Público de la Federación ordenará la actividad de los auxiliares


suplementarios en lo que corresponda exclusivamente a las actuaciones que
practiquen en su auxilio.”

Artículo 29.- Los auxiliares del Ministerio Público de la Federación deberán,


bajo su responsabilidad, dar aviso inmediatamente a éste, en todos los casos
sobre los asuntos en que intervengan con ese carácter, haciendo de su
conocimiento los elementos que conozcan con motivo de su intervención.

Es indudable que el Cónsul General de México en Los Ángeles, California, es


parte del personal del Servicio Exterior Mexicano acreditado en el extranjero.

La imparcialidad del agente consular está comprometida puesto que, por


mandato de ley, es un auxiliar del ministerio público, e incluso le está
subordinado en los asuntos que conciernen sus funciones de auxilio
suplementario. Tal subordinación se desprende de los artículos 22 y 29 de la
citada Ley Orgánica.
Luego entonces, el desahogo de una diligencia de ampliación de declaraciones
que debió haberse verificado bajo la tutela de un juez independiente e
imparcial, tuvo lugar ante una instancia que pertenece al Poder Ejecutivo
Federal, que es, por mandato de ley, auxiliar del Ministerio Público, de la parte
acusadora, y que incluso le guarda cierta subordinación en el servicio de las
actividades auxiliares que presta.

Evidentemente, no se verificó la garantía judicial que asegura a la defensa


poder interrogar a los testigos presentes, directamente, en el tribunal. La
videoconferencia es una traba al despliegue de la defensa y sus
consecuencias entrañan una auténtica dilución del interrogatorio y de su
efectividad.

Ante el riesgo de falsedad o de incorrecta interpretación de los hechos que trae


consigo el testimonio, son imperativos los principios de equidad procesal y
certeza jurídica para que en juicio se acote al máximo el margen de
subjetividad.

Al haber permitido la ampliación de los testimonios de los testigos, a través del


sistema de videoconferencia, el juzgado instructor vulneró en la práctica los
principios de inmediatez, contradicción y concentración.

Los principios de igualdad e imparcialidad también fueron vulnerados, al no


encontrarse un funcionario judicial en la diligencia que vigilara la observancia
de garantías judiciales mínimas. A través de una pantalla con una transmisión
remota de los testigos, no es posible observar el cuerpo completo ni los gestos
de quien declara o el entorno que lo rodea, menos aún cuando los testigos se
encuentran a distancia y rodeados de servidores públicos relacionados con el
ministerio público.

La ley procesal establece reglas para desahogo de las testimoniales. Las


videoconferencias las pueden quebrantar, cuando éstas no se producen en
sede judicial con las medidas que posibilitan un interrogatorio efectivo y en un
entorno de imparcialidad e igualdad.
Por ejemplo, una regla fundamental del interrogatorio judicial es que los
testigos sean examinados separadamente, y así garantizar que el testigo que
espera ser interrogado, no escuche o conozca las preguntas y las respuestas
de otros.

Christian Hilario Ramírez y su madre Cristina Ríos Valladares ampliaron sus


declaraciones por videoconferencia, acompañados por agentes del Consulado
de México en Los Ángeles y personal de la Procuraduría General de la
República, en la oficina consular no asistieron funcionarios judiciales y tampoco
un defensor. Nunca se les convocó.

Lo anterior es lesivo del debido proceso, pues la oportunidad de mi defensa


para enfrentar e interrogar a los testigos quedó disminuida, en razón de la
imposibilidad de facto de poder vigilar la diligencia, y de poner a prueba
inmediatamente las declaraciones que se rindieron.

La manera remota eliminó toda certeza jurídica; pues así se desvaneció la


garantía de que las declaraciones, se rindieran sin influencia o asistencia de
servidores públicos de la Procuraduría General de la República o del
Consulado.

El acceso a los medios tecnológicos no releva a los juzgadores de su deber de


respetar los principios del debido proceso, como el de inmediación, el de
concentración y el de contradicción,principios que se desprenden de la
Constitución. La inmediatez implica contacto directo del acusado con los
sujetos del proceso y con las diligencias probatorias.

En la inmediatez, los juzgadores y las partes son insustituibles y las


condiciones que deben verificarse, incluyen la oportunidad efectiva de cada
contraparte para contravenir la posición adversaria, y especialmente, enfrentar
e interrogar a los testigos presentes en la diligencia.
Utilizar herramientas de telecomunicación para efectos de integrar una prueba
no necesariamente constituye una violación en sí misma del debido proceso,
pero sí lo es, cuando los principios constitucionales que determinan la
imparcialidad en el desahogo de la diligencia, la inmediatez de la prueba y la
oportunidad de contradicción se ven disminuidas o de plano se anulan.

Finalmente debe agregarse que los fundamentos de la petición ministerial


fueron incorrectos, y especialmente el sustantivo. En efecto, como primer dato,
el ministerio público no aportó prueba idónea que acreditase los testigos
estuvieran allende fronteras o tuvieran un impedimento real para comparecer.

El miedo de los testigos tampoco es razón suficiente, puesto que el mismo


código procesal autoriza que la autoridad judicial disponga protección policial a
testigos cuya declaración resulte determinante para absolver o condenar al
procesado.

Más aún, en el caso concreto, ni Cristina Ríos Valladares ni su hijo Christian


Hilario Ramírez son testigos protegidos. No lo son ni conforme a la Ley Federal
ni conforme a leyes extranjeras. En otras palabras, y a diferencia de los
precedentes invocados por el fiscal federal, los dos testigos no están ni
estaban a disposición del United States Marshal Service.

Por último, el acuerdo del juzgado instructor que acordó de conformidad la


petición ministerial, entraña una aplicación inexacta de los artículos 16, 41 y 59
del Código Federal de Procedimientos Penales.

Ciertamente, el artículo 59 del código procesal autoriza la práctica de


diligencias procesales a los secretarios de legaciones y agentes consulares
mexicanos, sin embargo, la aplicación de este numeral deviene incorrecta e
inconstitucional cuando se trata de desahogar diligencias en el ámbito judicial,
pues tal aplicación importa una invasión de las atribuciones del ministerio
público en asuntos judiciales.
La garantía de defensa reclama que la defensa tenga oportunidad de interrogar
a los testigos ante tribunal imparcial y que esos testigos estén presentes en
sede judicial a contestar el interrogatorio.

Reclamo la inconstitucionalidad del artículo 59 del código adjetivo, tal y como lo


interpretó la juez de la causa, pues su aplicación quebró la esfera de actuación
judicial y privilegió un desahogo que no pasó por alto la tutela judicial y las
garantías mínimas del proceso.

Precisamente, los artículos 58 y 60 del Código Federal de Procedimientos


Penales contemplan y regulan la posibilidad de que los tribunales nacionales
dirijan exhortos y requisitorias dirigidas a tribunales extranjeros para el
desahogo de diligencias de orden judicial.

En ese sentido, el juzgado instructor responsable eludió integrar un testimonio


de exhorto internacional y omitió solicitar vía exhorto que los testigos ampliaran
su declaración y fuesen interrogados por la defensa en sede judicial.

Del mismo modo, se aplicaron indebidamente los artículos 16 y 41 del código


procesal. El artículo 16 autoriza la utilización de tecnologías reproductoras pero
esa autorización no legitima ni permite que, con la puesta en práctica de dichas
tecnologías, se diluyan o violenten las garantías mínimas del debido proceso.
Repito, la videoconferencia puede o no afectar la garantía de defensa, sí la
afecta cuando su desahogo anula o disminuye el principio de contradicción y
de igualdad.

De la misma manera, el artículo 41 es un mecanismo para proveer una justicia


pronta y expedita pero no puede ser interpretado o integrado como un
mecanismo para transgredir principios rectores del enjuiciamiento penal.

Lo mismo puede decirse de la Convención Internacional citada, puesto que esa


convención únicamente se refiere a mecanismos y no garantías y principios
procesales.
La ampliación de los testigos por videoconferencia y en oficina consular, por
oposición a sede judicial, vulneró el debido proceso al erigirse una traba
indebida a mi defensa que afectó los principios de contradicción, imparcialidad
e igualdad procesal.

11. VIOLACION A LOS PRINCIPIOS DE DEFENSA ADECUADA Y DEBIDO


PROCESO, CONSAGRADOS EN LOS ARTICULOS 20 Y 14
CONSTITUCIONALES, POR NO HABERSE CONCECIDO EL TIEMPO Y EL
EFECTIVO AUXILIO JUDICIAL PARA HACER COMPARECER AL
PROCESO A UN TESTIGO CRUCIAL.

“Las declaraciones de testigos presenciales… ejercen una influencia enorme


en el resultado de los juicios. Para el jurado sólo un revolver humeante tiene
tanto peso como el testimonio de un testigo presencial.”

Elizabeth Loftus y Katherine Ketcham,

Juicio a la memoria. Testigos presenciales y falsos culpables, 2010

He insistido que los videos son pieza clave del elenco probatorio. Asimismo, el
sumario arroja la existencia de un testimonio que hubiera sido clave para
desentrañar la verdad y cuyo desahogo no se logró.

El periodista Pablo Javier Reinah Martínez a quien tocó reportear la


escenificación del nueve de diciembre de dos mil cinco a las seis horas con
cuarenta y siete minutos y cuya voz realizó la narrativa del montaje para el
programa “Primero Noticias”, es un testigo presencial de los hechos y clave
para conocer la verdad.
Empero, el juzgado de instrucción declaró desierta su testimonial tras un largo
periplo judicial y una última citación por vía de un diario de circulación. En ese
sentido reclamo al tribunal responsable que haya convalidado la determinación
de la juez instructora, como se deduce de la parte conducente que transcribo:

“El agravio de que se verificó la violación flagrante a su derecho de


defensa y contradicción, porque no fue llamado a declarar Pablo
Reinah reportero de Televisa que participó en la cobertura del montaje, porque
su testimonio era clave para descubrir las circunstancias de hora y fecha que
movieron a la policía a actuar como lo hizo, agravio que plantea como
negligencia u omisión total por parte de la juzgadora para citar a declarar al
referido testigo, es infundado,… la juzgadora desahogó todos los medios que
tuvo a su alcance para localizar y citar a declarar al mencionado testigo, sin
que tuviese éxito esa determinación… no se trató de un impedimento judicial…
sino de la imposibilidad material de localizar a ese testigo. [81]”

Para contextualizar el agravio y entender si se trató de una imposibilidad


material o de una violación judicial, es preciso exponer la siguiente:

Bitácora procesal. La testimonial de Pablo Reinah fue ofrecida y admitida por


el juzgado de instrucción el veinticinco de mayo de dos mil seis, y se fijó fecha
para su desahogo el veintitrés de agosto de dos mil seis[82].

Convocado para tal diligencia, el testigo Pablo Javier Reinah Martínez


manifestó “por así convenir a sus intereses y en términos de la fracción III, del
ordinal 243 bis del Código adjetivo de la materia y fuero y por su calidad de
periodista, se acoge a dicho beneficio, por lo que no es su deseo rendir atesto
en la presente causa.” La juez de la causa proveyó de conformidad dicha
petición.

El veintiocho de agosto de ese año, se apeló la determinación judicial que tuvo


al testigo acogido a dicho beneficio.

El siete de diciembre de dos mil seis el Cuarto Tribunal Unitario modificó el


auto impugnado y ordenó de nuevo el desahogo de la testimonial de mérito.
El doce de diciembre de dos mil seis, la juez de la causa señaló el veinticinco
de enero de dos mil siete para el desahogo de la testimonial del reportero, sin
embargo, el testigo no acudió a la audiencia.

Por no haber sido localizado, el siete de febrero de dos mil siete, la juez de la
causa ordenó girar oficios a diversas dependencias.

El veintiuno de mayo de dos mil siete, la juez de la causa determinó que se


citara al testigo por medio de una publicación en un diario de circulación.

El doce de junio de dos mil siete, se declaró desierta la testimonial. El auto de


mérito y el razonamiento del tribunal unitario que tuvo por buena la deserción
de la prueba, me causan agravio pues afectaron mi defensa y me privaron de
la oportunidad de convocar y examinar a un testigo clave.

Reclamo el razonamiento del tribunal unitario que declaró desierta la


testimonial. En efecto, si se revisa la bitácora, se puede observar que en la
primera cita, el testigo Pablo Javier Reinah Martínez sí fue debidamente
notificado y enterado, tan lo fue que presentó un escrito cuyo sentido era
acogerse al beneficio de la fracción III del artículo 243 del código procesal.

Este dato es importante, pues demuestra que inicialmente el testigo de mérito


sí estuvo enterado de la cita a comparecer, y por eso mismo, se puede
reclamar que el juzgado de instrucción no agotó ni prestó el debido auxilio para
lograr la posterior comparecencia del testigo. Es decir, originalmente no hubo
imposibilidad material y el testigo fue efectivamente localizado y citado.

De autos se desprende que la juez de la causa no agotó todos los medios a su


alcance para la localización de un testigo que había sido inicialmente enterado
de la cita. La determinación judicial afectó mis defensas, toda vez que la juez
no fue exhaustiva en el despliegue de sus facultades para conseguir la
comparecencia del testigo.
Por ejemplo, la autoridad judicial omitió girar oficios a la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos, organismo ante el cual, el testigo promovió la queja
2006/656/5/Q. Expediente de la cual obra copia certificada agregada al
sumario y del que bien se podría haber desprendido un domicilio. Tampoco dio
cabal cumplimiento al artículo 83 del Código Federal de Procedimientos
Penales.

El citado ordinal establece como obligación del órgano jurisdiccional solicitar el


auxilio de la policía para localizar o ubicar el domicilio de un testigo[83].

El apercibimiento de declarar desierta la prueba y luego el acuerdo que la


declaró, violaron las leyes del procedimiento y afectaron mi oportunidad de
defensa.

El artículo 20 de la Constitución Política manda que se conceda el tiempo que


la ley estime necesario y se auxilie al acusado para obtener la
comparecencia de los testigos. Reclamo así que el juzgado de distrito no haya
sido exhaustivo en el auxilio para convocar al testigo y no haya concedido
tiempo suficiente ni agotado los medios a su alcance para obtener su
comparecencia.

Pablo Javier Reináh Martínez es un testigo directo y presencial de los hechos y


su testimonio es central al esclarecimiento de los hechos. Así, el auto que
declaró desierta la probanza violentó el principio de defensa consagrado en los
artículos 20 constitucional y en el diverso 8º, punto 2, inciso f) de la Convención
Americana de Derechos Humanos que establece como garantía judicial mínima
el derecho del acusado de obtener de parte de la autoridad judicial la
asistencia debida para el llamamiento y la comparecencia de testigos[84].

12. VIOLACION AL DEBIDO PROCESO POR INEXACTA APLICACIÓN DE


LOS ARTÍCULOS 41 Y 243 BIS, FRACCIÓN III DEL CÓDIGO FEDERAL DE
PROCEDIMIENTOS PENALES EN TORNO A LAS PREGUNTAS
FORMULADAS A UNA TESTIGO.
En el proceso 25/2006 instruido en mi contra, sí comparecieron periodistas y
fueron interrogados por la defensa, uno de ellos fue la reportera de Televisión
Azteca (TV Azteca) Ana María Gámez Escobar, quien estuvo presente en el
rancho Las Chinitas el día de la escenificación del rescate y quien compareció
al proceso el veinticinco de enero de dos mil siete[85].

La reportera fue interrogada por la defensa y en el interrogatorio, una de las


preguntas fue la siguiente:

4. Que diga la testigo si recuerda la hora en que le informaron que tenía que
cubrir la nota en el rancho citado. Dicha pregunta no ha lugar a calificarla de
legal en virtud de que la misma se advierte un aviso previo lo cual en su
análisis la Magistrada del Cuarto Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer
Circuito en los autos del Toca Penal 477/2006 insta a que la misma no se
cuestione al ateste de que se trata a las fuentes y medios por los cuales
se allegó para cubrir la nota a que ha referencia, en tal virtud,… con apoyo
en el artículo 41, párrafo segundo del Código Federal de Procedimientos
Penales, dicho cuestionamiento se considera inconducente para los
fines…

La jueza de distrito no calificó de legal una pregunta clave al conocimiento de


la verdad. Más aún, del fundamento y motivos que invocó para no calificar la
pregunta de legal, se advierte que indirectamente aplicó el impedimento o
reserva previsto en la fracción III del artículo 243 bis del código procesal.

En esencia, ese impedimento trata sobre la reserva de los periodistas para


revelar sus fuentes, o como dice el código “a la identificación de personas
que, con motivo del ejercicio de su actividad, les proporcionen como
información de carácter reservada, en la cual sustenten cualquier
publicación o comunicado.” Como se desprende del texto mismo, la ratio
legis de esta norma es establecer una reservar legal para proteger “la
identificación de personas” que proporcionen información a periodistas.

Por otra parte, el artículo establece reserva sobre “grabaciones, registros


telefónicos, apuntes, archivos documentales y digitales” y todo aquello que
pueda conducir a la identificación de las fuentes.
El tribunal aplicó indirectamente este artículo sirviéndose del 41 que establece
una regla procesal encaminada a que la justicia sea “pronta y expedita.”

En su determinación, la juez de la causa invocó la resolución del Cuarto


Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito, esto es, precisamente la
resolución que revocó su acuerdo que había dado por buena la excusa para
sostener la no comparecencia de Pablo Javier Reinah Martínez.

Ahora bien, la resolución de ese toca estudió el alcance de la reserva prevista


en la fracción III del artículo 243 bis y determinó que Pablo Reinah, no obstante
ser periodista, sí debía comparecer al proceso. La decisión del tribunal de
apelación por tanto fue hacer prevalecer la garantía constitucional del
procesado a contar con pruebas para su defensa sobre la reserva legal que
protege las fuentes.

Los periodistas que cubrieron la escenificación del rescate fueron testigos


presenciales y directos de un hecho clave, a saber el montaje. Ciertamente, las
preguntas que versen sobre fuentes e identificación de personas que aportan
información a los periodistas para el ejercicio de su profesión no son legales y
no deben pasar, no así las que se formulen sobre lo que los periodistas vieron
o escucharon en relación con un evento preciso.

La pregunta que fue descalificada, preguntaba sobre tiempo, concretamente “la


hora” cuando le informaron que tenía que cubrir la nota en el rancho. Esto es
la hora cuando le pidieron o le ordenaron acudir al rancho. Esa pregunta no
versa sobre persona alguna, no pide un nombre, ni convoca respuesta sobre
algún archivo, apunte, registro o grabación. Simplemente pedía conocer la hora
cuando supo que tenía que acudir al rancho.

La pregunta no era inconducente, al contrario, pedía conocer un dato esencial


al descubrimiento de la verdad. La hora cuando la periodista de TV Azteca fue
convocada. La respuesta arrojaría luz sobre los hechos antes de la
escenificación (06:47) y aportaría un indicio que podría restar credibilidad a la
versión de la acusación y pesar a favor del hecho de que fui detenida el ocho y
no el nueve de diciembre de dos mil cinco. Y en efecto, podría pero para eso
debió admitirse la pregunta.
En ese sentido, reclamo que el juzgado de la causa no haya admitido una
pregunta conducente y en su lugar haya aplicado indebidamente la fracción III
del artículo 243 bis puesto que el cuestionamiento no versaba sobre los
supuestos de la reserva legal. Reclamo también que haya aplicado
inexactamente el artículo 41 del código procesal puesto que la descalificación
de la pregunta, obstaculiza el debido proceso y en nada contribuye a que la
justicia sea pronta y expedita.

13. VIOLACION POR INOBSERVANCIA DEL ARTICULO 236 DEL CÓDIGO


PROCESAL POR NO HABERSE CONVOCADO UNA JUNTA PERICIAL Y
OMITIR UN EXAMEN EXHAUSTIVO DE LA INFORMACION PERICIAL EN
TORNO A UN PUNTO CLAVE (TERCERO EN DISCORDIA)

“Los problemas con los reportes médicos se deben a varios factores. Primero,
las condiciones de trabajo de los médicos legistas no son adecuadas al debido
ejercicio profesional. Los doctores son empleados del Estado y no reciben
remuneración ni entrenamiento adecuados y a menudo trabajan con equipos
pobres y viejos… Segundo, los médicos legistas no suelen gozar de la debida
independencia de las autoridades administrativas, particularmente el Ministerio
Público…”

Injusticia Legalizada. Procedimiento Penal Mexicano y Derechos


Humanos, ProDH-Lawyers Committee for Human Rights. 2001

Las reglas del debido proceso legal comprenden el derecho de las partes,
especialmente en enjuiciamientos de orden penal, de ofrecer medios de
prueba. Este derecho, a su vez, exige que las pruebas sean admitidas y que
los mecanismos de desahogo agoten exhaustivamente el debate de tal modo
que contribuyan al esclarecimiento de la verdad.

La Convención Americana de Derechos Humanos desarrolla el alcance de este


derecho esencial en el capítulo de Garantías Judiciales:

Artículo 8. Garantías Judiciales


2. (…) Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a
las siguientes garantías mínimas:

f) derecho de la defensa de… obtener la comparecencia, como testigos


o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos;

La prueba pericial es un mecanismo de esclarecimiento de la verdad y tiene


por objeto que un experto en determinada materia exprese su opinión y rinda
un dictamen en relación con hechos controvertidos.

Así, es regla procedimental que, cuando dos dictámenes ofrecidos por partes
contrarias en juicio, sean discordantes, entonces el juez debe citar a una junta
y, en su caso, señalar a un perito tercero para allegarse mayores elementos y
conservar la imparcialidad. De esta manera, el debate pericial busca iluminar
zonas oscuras o debatidas del proceso.

Al respecto, cito el artículo 236 del Código Federal de Procedimientos Penales:

Artículo 236.- Cuando las opiniones de los peritos discordaren, el funcionario


que practique las diligencias los citará a junta en la que se discutirán los puntos
de diferencia, haciéndose constar en el acta el resultado de la discusión. Si los
peritos no se pusieren de acuerdo se nombrará un perito tercero en
discordia.

Cuando acontece la discordia pericial o cuando los dictámenes son poco


conclusivos, el juez está obligado a allegarse mayores elementos de prueba
para normar su juicio al fallar la controversia.

La omisión del juez de ordenar el señalamiento de una junta y luego la


designación de un perito tercero en discordia “constituye un ejemplo de
violación procesal que provoca indefensión y trasciende al resultado del
fallo”.[86]

Los Tribunales Colegiados de Circuito han interpretado el llamamiento de una


junta y luego de un perito tercero como un deber del juzgador frente una
situación de dictámenes incompatibles entre sí, no sólo en materia penal,
sino como una obligación congruente con el principio de igualdad y debido
proceso.

En efecto, los jueces están dotados con facultades en cualquier procedimiento,


para allegarse incluso oficiosamente medios de prueba con el fin de esclarecer
hechos. Esas facultades tienden a que el juez pueda agotar exhaustivamente
el debate de la manera más efectiva y resolver los litigios que se presentan
ante él.

Pues bien, en el sumario existen informes periciales en materia médica que


resultan contrarios y que debieron obligar a la juez de la causa a convocar una
junta pericial y ahondar en el conocimiento de un punto medular. Me refiero a
la lesión que ostentó Ezequel Yadir Elizalde en el dedo.

El esclarecimiento de este hecho es toral a la credibilidad del testigo y al


descubrimiento de la verdad que pretende el proceso.

La jurisprudencia ha explorado este tema ampliamente y la regla es que, en


caso de prevalecer debate o existir un punto no suficientemente debatido, lo
procedente es citar a una junta y, en su caso, nombrar a un perito tercero en
discordia para no provocar un estado de indefensión en perjuicio del acusado y
para no dejar zonas de sombra que empañen el proceso.[87]

Asimismo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha percibido la falta


de una confrontación efectiva de peritajes como una violación al debido
proceso legal, por violar lo dispuesto en el artículo 8.2, sobre garantías
judiciales mínimas[88].
En el presente caso, reclamo la inobservancia del artículo 236 del código
adjetivo por no haberse citado a una junta de peritos y nombrado a un tercero
en discordia, frente a la contradicción entre dictámenes médicos sobre un
punto medular.

Resulta ilegal que el tribunal responsable haya negado valor probatorio al


dictamen médico de la defensa bajo el argumento de ser poco concluyente y
por el otro se lo haya concedido al informe del médico adscrito a la
Procuraduría General de la República, que no tiene más soporte que el dicho
del testigo Ezequiel:

El razonamiento del tribunal es desatinado. El dictamen médico practicado a


Ezequiel Yadir Elizalde Flores por el perito de la defensa, describe lo siguiente:

[…]Por su apariencia corresponde a una alteración en piel denominada


petequia o hipervascularización sub-dérmica o cúmulo de varios capilares o
vasos sanguíneos ya que desaparece con la digito presión y reaparece al
recibir flujo sanguíneo normal […]

Por su parte, el médico de la defensa sí determinó el origen de la mancha en el


dedo del testigo y expresó las razones que le permitieron concluir que la
mancha del dedo meñique era una petequia y no una lesión por punción. Ese
dictamen, por lo demás, no fue objetado por el ministerio público federal en el
proceso.

Por su parte, el dictamen de integridad física suscrito por el perito médico


oficial de la Procuraduría General de la República, doctor Humberto G.
Hernández Escorcia, del nueve de diciembre de dos mil cinco, señaló que
Ezequiel Yadir Elizalde Flores presentaba una huella de puntura, que según
dicho del propio testigo, fue producida por una aguja, y se trataba de lesiones
que tardan en sanar menos de 15 días:

“[…] A la exploración física… Una huella de puntura (refiere se la produjeron


con una aguja porque lo inyectaron para anestesiar el dedo) situada en la cara
anterior o palmar de la falange media de 5° dedo de mano izquierda.
Con base en lo anterior se llega a la siguiente:

14. CONCLUSIÓN

Quien dijo llamarse EZEQUIEL YADIR ELIZALDE FLORES presenta lesiones


que no ponen en peligro la vida y tardan en sanar menos de 15 días. […]”

El magistrado unitario adujo que el peritaje ofrecido por mi defensa no cumplió


con lo establecido por el artículo 234 mencionado, sin embargo de manera
arbitraria inclinó la balanza judicial por el deficiente dictamen médico oficial, el
cual no tuvo mayor sustento que el dicho del testigo.

En ese sentido, reclamo que, desadvirtiendo discrepancias, el tribunal unitario


haya omitido citar al médico oficial y a mi perito a fin de esclarecer un punto
clave. Reclamo la ausencia de equidad y exhaustividad para pesar sobre la
balanza los dictámenes enfrentados y agotar los mecanismos de
esclarecimiento pericial.

El Tribunal señaló que el dictamen médico ofrecido por la defensa es


contradictorio y no cumplió con los requisitos señalados por el artículo 234,
siendo que, como ya se mencionó, es el dictamen médico oficial el que menos
cumple con dichos requisitos. Luego entonces, se debió convocar una junta y
en su caso, designar un tercero en discordia que arrojara luz sobre el hecho.

Dicha necesidad se actualizó al momento de existir dos dictámenes médicos


con conclusiones contradictorias entre sí.

Como puede apreciarse, la fe de lesiones practicada por el médico legista


de la Fiscalía tan sólo menciona que Ezequiel Elizalde presentaba una
lesión en el dedo producto de una punción hecha con una aguja,
conclusión a la que se le otorgó valor probatorio y que aparece
contradicha por las conclusiones del dictamen médico de la defensa.

En ese sentido, al no agotar en forma exhaustiva el debate pericial, se violaron


las leyes del procedimiento y el principio de equidad procesal.
Lo procedente, dada la contradicción de los dictámenes, hubiera sido que el
juez convocara una junta de peritos y, en su caso, señalara un perito tercero
en discordia para tener mejores elementos que le permitan resolver la
cuestión planteada en la causa, en concreto sobre un punto crucial, a
saber: el origen de la coloración que presenta el dedo meñique de
Ezequiel Yadir Elizalde.

En el caso en estudio, resulta evidente la violación a estos principios, se tuvo


por bueno y válido el dictamen médico oficial, en lugar de señalar a un tercero
en discordia para que rindiera un dictamen.

Reclamo la indebida y parcial valoración de la prueba hecha por el Tribunal


responsable, y subrayo la violación consecuente al procedimiento (in
procedendo).

Más aún en términos de apreciación de prueba pericial, reclamo que el tribunal


responsable haya violentado las reglas de valoración y los principios de
legalidad, equidad y contradicción. Me explico.

Al analizar el dictamen médico practicado a Ezequiel Yadir Elizalde Flores por


el Doctor Juan Carlos Rueda García, el tribunal responsable lo desvaloró,
señalando que el perito no cumplió con lo establecido en el artículo 234 del
Código Federal de Procedimientos Penales, que le imponía la obligación de
practicar todas las operaciones y experimentos que su ciencia le sugería y
expresar los hechos y circunstancias que sirvieron de fundamento a su opinión.

Sin embargo, en el análisis que realiza de dicho dictamen, no tomó en cuenta,


que dicha pericial concluyó que las características físicas que presentó en su
dedo meñique Ezequiel Yadir Elizalde Flores, no se puede determinar
médicamente si corresponde a cicatriz por punción.

Luego entonces, es claro que el Perito Médico sí señaló que lo que presenta
Ezequiel Yadir Elizalde Flores en su dedo meñique corresponde a una
alteración en piel denominada petequia o hipervascularización sub-dérmica o
cúmulo de varios capilares o vasos sanguíneos ya que desaparece con la
digito presión y reaparce al recibir flujo sanguíneo normal.

En consecuencia y contrario a lo estimado por la responsable ordenadora, el


perito médico Juan Carlos Rueda García, sí cumplió con lo dispuesto por el
artículo 234 del Código Federal de Procedimientos Penales.

En cambio, el Ministerio Público de la Federación, durante la integración de la


indagatoria y en la instrucción, no aportó prueba pericial médica idónea, para
demostrar que era cierto lo aseverado por Ezequiel Yadir Elizalde Flores.

Finalmente, el tribunal responsable ordenador pierde de vista que la Inspección


Ocular practicada por el Ministerio Público de la Federación en relación a la
marca observada en el dedo meñique del ofendido Ezequiel Yadir Elizalde
Flores y la inspección ocular judicial, sobre el mismo tema, son elementos de
convicción que resultan insuficientes para acreditar que esa marca
corresponda a una punción por aguja, ya que ese hecho, por tratarse de una
alteración en el cuerpo humano, debió cumplimentarse con la correspondiente
pericial médica.

La fiscalía no aportó prueba idónea para corroborar un punto esencial al


debate procesal, esto es que característica física hubiese sido el resultado de
una cicatriz con motivo de una punción por aguja en el dedo del ofendido. En
autos, esa prueba es inexistente.

15. VIOLACIÓN A LOS ARTÍCULOS 285 Y 286 DEL CÓDIGO FEDERAL DE


PROCEDIMIENTOS PENALES POR LA INDEBIDA INTEGRACIÓN DE LA
PRUEBA CIRCUNSTANCIAL.

La sentencia que reclamo y pone fin al juicio, resulta violatoria de mis garantías
individuales, contenidas en los artículos 14 y 16, de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, al no encontrarse debidamente fundada, ni
motivada.

En el caso concreto, en el considerando séptimo de la resolución reclamada,


se advierte que el tribunal unitario responsable pretendió construir una prueba
circunstancial, conforme a lo dispuesto por el artículo 285 en relación al 286,
del código adjetivo, ya que en la parte que interesa señala:

“[…] Para la comprobación de los delitos de privación ilegal de la libertad en la


modalidad de secuestro en perjuicio de Ezequiel Yadir Elizalde Flores, del
menor de edad Christian Hilario Ramírez Ríos… y de su madre Cristina Ríos
Valladares, sirven los elementos de prueba relacionados con la privación ilegal
de la libertad de Valeria Cheja Tinajero, lo que es así, puesto que con motivo
de la investigación realizada en relación con la privación ilegal de la
libertad de Valeria Cheja Tinajero, fue que las autoridades investigadoras
de policía, conocieron que en el domicilio mencionado como rancho “las
Chinitas”, ubicado en el Kilómetro veintinueve y medio de la carretera federal
México-Cuernavaca, estaban privados de la libertad los pasivos Ezequiel Yadir
Elizalde Flores, el menor de edad Christian Hilario Ramírez Ríos y su madre
Cristina Ríos Valladares. . .”.

Sin embargo, los elementos de convicción no resultan aptos ni suficientes para


sostener el razonamiento del tribunal y tampoco para acreditar mi
responsabilidad.

“[…] Destaca el hecho de que Israel Vallarta Cisneros, sujeto señalado como
uno de los que participó en la privación ilegal de la libertad de Valeria Cheja
Tinajero, sea el novio o amasio de la sentenciada FLORENCE MARIE LOUISE
CASSEZ CREPIN, como se verá al analizar los medios de prueba de los que
resulta especialmente relevante ese dato, porque al tiempo en que las víctimas
Ezequiel Yadir Elizalde Flores, del menor de edad Christian Hilario Ramírez
Ríos (de once años de edad) y Cristina Ríos Valladares, permanecían privadas
de su libertad en el domicilio ubicado en la carretera federal a Cuernavaca,
Kilómetro veintinueve y medio, calle cerrada de Ahuacatitla, de nombre
“Rancho Las Chinitas”, dicha sentenciada vivía en ese mismo domicilio,
respecto al cual como ya se vio, los agentes de policía tuvieron noticia de que
sirvió como la casa en que permanecieron privadas de su libertad otras
personas que fueron secuestradas además de las víctimas que ocupan el
estudio de este asunto.”
“Los anteriores medios de prueba sirven para establecer de manera fehaciente
que la detención de la sentenciada FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ
CREPIN, fue producto o consecuencia de la investigación que los agentes de
policía de la Agencia Federal de Investigación efectuaron respecto al diverso
ilícito de secuestro de Valeria Cheja Tinajero, ya que hasta el día nueve de
diciembre de dos mil cinco, antes de la detención de Israel Vallarta Cisneros y
de la sentenciada FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ CREPIN, los agentes
de policía desconocían que en ese domicilio donde vivía la inculpada y su
novio o amasio Israel Vallarta Cisneros…”

“Lo anterior debe ser destacado para que al momento de apreciar y valorar los
restantes elementos de prueba, no pase inadvertida que la implicación de la
sentenciada en los delitos que se le atribuyen no fue una circunstancia fortuita,
antes bien, como ya se dijo, fue consecuencia o producto de la investigación
que los agentes de policía efectuaron en cumplimiento a la orden de
investigación de la privación de la libertad de Valeria Cheja Tinajero.”

Las anteriores afirmaciones del tribunal responsable son inexactas, pues son
resultado producto de un indebido análisis y apreciación de los diversos
elementos de convicción dado que las piezas del sumario no resultan, ni
aptas, ni suficientes, para acreditar la responsabilidad penal. El tribunal
responsable no analizó, ni tomó en consideración, lo siguiente:

a).- El expediente arroja claramente que no hay ninguna vinculación de mi


persona en los hechos en los que resultó privada de la libertad Valeria Cheja
Tinajero.

b).- No existe en autos pieza de convicción alguna que permita arribar a la


conclusión de que hubiere ocupado como pasajera o conductora o sido vista
en el automóvil marca Volvo, color gris plata, sin placas, ni en otro automóvil
marca Volvo, color blanco, que se mencionan en las investigaciones policiales.

Para corroborar lo anterior, procede destacar:

1.- De los informes elaborados por la agente federal, Catalina Jessica Murgui
Hernández y sus ratificaciones, de fechas treinta y uno de agosto de dos mil
cinco, siete de septiembre de dos mil cinco y su ampliación de declaración el
doce de julio de dos mil seis, relacionados con la investigación de la privación
ilegal de la libertad en agravio de Valeria Cheja Tinajero, se advierte que no
menciona la intervención de una persona del sexo femenino.
2.- Del informe elaborado por los Agentes José Luis Escalona Aldama, José
Aburto Pasos e Israel Zaragoza Rico, de diez de noviembre de dos mil cinco y
su ratificación del mismo, el once de noviembre de dos mil cinco, se observa
que en relación a los secuestradores, tampoco se menciona la presencia de
una persona del sexo femenino.

3.- Del informe elaborado por los Agentes José Luis Escalona Aldama, José
Aburto Pasos e Israel Zaragoza Rico y ratificación del mismo de cuatro de
diciembre de dos mil cinco, claramente se advierte que solo mencionan a un
sujeto del sexo masculino que conducía un automóvil Volvo, de color gris, el
domicilio ubicado en la calle Moctezuma número doscientos cincuenta y siete,
Colonia Barrio San Miguel y a Marco Antonio y José Fernando Rueda Cacho,
pero no mencionan a una persona del sexo femenino.

4.- Del informe elaborado por los Agentes José Luis Escalona Aldama, José
Aburto Pasos e Israel Zaragoza Rico y la ratificación del mismo de cinco de
diciembre de dos mil cinco, en la investigación de los hechos donde fue privada
de la libertad Valeria Cheja Tinajero solo se menciona como lograron llegar al
domicilio ubicado en la carretera federal a Cuernavaca, a la altura del kilómetro
veintinueve y medio, esquina con la calle cerrada de Ahuacatitla, colonia San
Miguel Topilejo, “Rancho las Chinitas”, en donde dicen implantaron vigilancia
en dicho inmueble.

No obstante la vigilancia implantada en el inmueble, en el referido informe no


se menciona a una mujer, menos aún a mi persona.

5.- De las declaraciones rendidas por Valeria Cheja Tinajero y en forma


concreta en la diligencia de que se denominó reconocimiento de persona, el
diez de diciembre de dos mil cinco, Valeria Cheja Tinajero, señaló:

“…se procedió a ponerme a la vista a través de la cámara de Hessel a una


persona del sexo femenino, la cual ahora se responde al nombre de
FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ CREPIN, misma que cuando la observé
detalladamente, no logré identificarla, como persona que haya participado en
mi secuestro, así mismo como ya lo referí en mis declaraciones
anteriores, nunca escuche ningún tipo de voz de mujer, motivo por el cual
no reconozco a dicha persona…”.

6.- De las declaraciones rendidas en autos por Óscar Sergio Mena Serrano, no
se aprecia que se mencione la intervención de una mujer por parte de quien
señala como “los secuestradores.”

En consecuencia y contrario a lo afirmado por el tribunal responsable, los


elementos que arroja la investigación relacionada con Valeria Cheja Tinajero,
no conducen a mi persona ni pueden llevar a establecer indicio de
circunstancia (tiempo, lugar) o que la prueba de responsabilidad sea resultado
de esa investigación que efectuaron los agentes de policía ministerial federal.

Por el contrario, la investigación puso claramente de manifiesto, que ni mi voz


ni la presencia de una mujer pudieron desprenderse; destacándose que incluso
la propia Valeria Cheja Tinajero, después de haberme tenido a la vista, no
logró identificarme y que durante su secuestro no escuchó una voz de mujer.

Por tanto, no obstante los seguimientos y vigilancias físicas establecidas en


diversos domicilios, las investigaciones preliminares de la policía ministerial
investigadora en relación al secuestro de Valeria Checa Tinajero, contrario a lo
estimado por la responsable ordenadora, nunca se desprendió indicio, ni se
estableció que los policías se hubieran percatado de la presencia de una
mujer.

Incluso lo anterior se robustece con las ampliaciones de declaración de los


agentes aprehensores, rendidas ante la juez de distrito instructora.

I.- Germán Ovidio Zavaleta Abad, después de ratificar el contenido de su


informe, a las preguntas 4 y 5, del interrogatorio formulado por la defensa,
respondió:

“4.-Que diga el testigo, con anterioridad al nueve de diciembre de dos mil


cinco, en cuantas ocasiones se implementó servicio de vigilancia en el
domicilio que menciona en su parte de la fecha antes indicada. RESPUESTA.-
Yo no, pero mis compañeros sí, porque ellos eran los encargados del caso. 5.-
Que diga el testigo si con anterioridad al día de la detención de Florence
Cassez, la había visto.-RESPUESTA.- No.”

II.- Carlos Alberto Servín Castorena, a preguntas de la defensa, respondió:

“…1.- Que diga el testigo si en algún momento de los hechos que narra en el
parte informativo de fecha nueve de diciembre de dos mil cinco, en forma
personal habló con mi defendida.- RESPUESTA.-Únicamente cuando se le
aseguró, yo no le hice ninguna manifestación… 3.- Que diga el testigo si con
anterioridad al día de la detención de Florence Cassez, la había visto.-
Respuesta.- No. …”.

III.- José Luis Escalona Aldama, a preguntas de la defensa, respondió:

“…1.- Que diga el testigo, si en algún momento de los hechos que narra en el
parte informativo, de fecha nueve de diciembre de dos mil cinco, en forma
personal habló con mi defendida.- RESPUESTA.-No, en ningún momento. . .
.3.- Que diga el testigo, con anterioridad al nueve de diciembre de dos mil
cinco, en cuantas ocasiones se implementó servicio de vigilancia en el
domicilio que menciona en su parte de la fecha antes indicada.- RESPUESTA.-
Fueron varias, en diferentes horas y días, sin poder especificar.-5.- Que diga el
testigo, si con anterioridad al día de la detención de Florence Cassez, la había
visto.- RESPUESTA.- No. . . .”

IV.-José Aburto Pasos, a preguntas de la defensa, manifestó:

“…1.- Que diga el testigo, si en algún momento de los hechos que narra en el
parte informativo de fecha nueve de diciembre de dos mil cinco, en forma
personal habló con mi defendida. RESPUESTA.-No, en ningún momento.-. .
.4.- Que diga el testigo, con anterioridad al nueve de diciembre de dos mil
cinco, en cuantas ocasiones se implementó servicio de vigilancia en el
domicilio que menciona en su parte de la fecha antes indicada.- RESPUESTA.-
En diferentes ocasiones son (sic) recordando días y horas.-5.-Que diga el
testigo, si con anterioridad a la detención de Florence Cassez, la había visto.-
RESPUESTA.- No, sino hasta el aseguramiento del señor Israel. …”

La detención obedeció, según los agentes aprehensores, a la existencia de un


arma larga en el vehículo. Ahora bien, esa misma circunstancia carece de
credibilidad a la luz de las declaraciones de esos mismos agentes federales
ante el ministerio público visitador, ante quien reconocieron el hecho de que en
la cabaña del rancho, supuesto escenario del rescate, no había armas. Lo que
permite indicar que las armas fueron colocadas (“sembradas”) armas largas.

Además en las investigaciones que realizaron, los agentes reconocieron no


haberme visto antes de la detención.

En consecuencia, la pretensión del tribunal responsable de desprender indicios


de responsabilidad penal de los elementos de convicción relacionados con el
secuestro de Valeria Cheja Tinajero, es un mecanismo para suplir la
inexistencia de pruebas[89]. En efecto, el hecho de haber conocido o haber
tenido noviazgo o amasiato con Israel Vallarta Cisneros y haber vivido en el
“Rancho Las Chinitas”, no son circunstancias que permitan conducir a la
responsabilidad penal.

Por tanto, no se puede construir una prueba circunstancial donde no la hay, tal
y como en el caso acontece. No existe indicio alguno que me vincule y que sea
resultado de las investigaciones realizadas por los agentes de la Agencia
Federal de Investigación. En efecto de investigaciones tales como el
seguimiento de un vehículo Volvo y la vigilancia fija realizada en el domicilio
denominado “Rancho las Chinitas”, no se desprende que los agentes
investigadores me hayan siquiera tenido a la vista. Es evidente que esos
elementos de convicción, no son aptos ni generan indicio alguno en mi contra.

En consecuencia, es evidente que los elementos de convicción que menciona


el tribunal responsable para pretender sostener una implicación, no corroboran
ni soportan las conclusiones a que arribó.

16. VIOLACION AL PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y A LAS REGLAS DE


VALORACIÓN DE LA LEY FEDERAL CONTRA LA DELINCUENCIA
ORGANIZADA POR NO EXISTIR ELEMENTOS QUE SUSTENTEN MI
PERTENENCIA A ORGANIZACIÓN CRIMINAL.

El tribunal responsable no tuvo elementos ciertos para acreditar mi


responsabilidad en los delitos de Violación a la Ley Federal Contra la
Delincuencia Organizada y Privación Ilegal de la Libertad.
Los elementos del sumario que tomó en consideración la responsable
ordenadora, no resultan ni aptos, ni suficientes para acreditar mi
responsabilidad en el delito de Violación a la Ley Federal Contra la
Delincuencia Organizada:

“… Florence Marie Louise Cassez Crepin y otro sujeto perteneciendo a una


congregación criminal, ambos teniendo funciones de dirección,
administración y supervisión y otros sin tenerlas (aún no identificados), que
está integrada bajo estrictas reglas de organización y disciplina, de manera
reiterada, que cuando menos funciona desde el año dos mil dos, se
organizaron para realizar en forma reiterada los SECUESTROS de Ezequiel
Yadir Elizalde Flores, Raúl Ramírez Chávez, Cristina Ríos Valladares y del
menor de edad Christian Hilario Ramírez Ríos.”

Sin embargo y en primer lugar, la responsable ordenadora omitió analizar y


tomar en consideración, la declaración ministerial del coprocesado de nombre
Israel Vallarta Cisneros, vertida el nueve de diciembre de dos mil cinco, que, en
la parte que interesa señaló:

“…,cabe señalar que hasta la parte de atrás del rancho donde vivo, tengo una
cabañita, en la cual desde hace tres meses, se fue a vivir mi novia de nombre
FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ CREPIN, la cual conozco desde
aproximadamente un año, cuando me la encontré en un elevador, misma que
actualmente se pasa todo el día trabajando en un hotel de nombre “Fiesta
Americana” de Polanco, motivo por el cual ella no estaba enterada de las
personas que tenía secuestradas dentro de mi casa, ni participo en ninguno de
los secuestros que he narrado, sino hasta el momento en que el día de ayer en
compañía de mi novia salimos de mi domicilio, momento preciso en el cual
fuimos detenidos en el kilómetro 28 veintiocho de la carretera Federal México-
Cuernavaca por los elementos de la Agencia Federal de Investigación, donde
me pasaron a otro vehículo hasta el día de hoy en la madrugada volví a ver
a FLORENCE en mi casa…”

Por la regla de exclusión de prueba ilícita, la declaración ministerial de Israel


Vallarta Cisneros debió ser excluida del elenco probatorio; el tribunal
responsable no debió otorgarle valor de prueba circunstancial en mi contra,
toda vez que existen elementos claros, como son las lesiones que presentó
Israel Vallarta en la misma fecha de su declaración, que permiten establecer
que su declaración fue rendida bajo violencia (tormento). Las lesiones son
indubitables y están acreditadas.

Empero, la sentencia que reclamo, en vez de excluirla, le otorgó valor


probatorio de confesión. Por otro lado, no obstante las lesiones que presentó,
es evidente que de dicha declaración se desprende que Israel Vallarta
Cisneros manifestó conocerme aproximadamente un año antes de su
detención y reconoció el haber vivido juntos aproximadamente tres meses.

Pero lo más importante, es que Israel Vallarta Cisneros, en su declaración


ministerial del nueve de diciembre de 2005, afirmó y deslindó categóricamente
cualquier conocimiento o participación de mi parte en una organización criminal
o actividad ilícita. Ello a pesar de las lesiones que presentó.

Luego entonces, al margen de la ilicitud cómo fue rendida, la declaración


ministerial de Israel Vallarta Cisneros, en forma clara me exculpó, y ello
constituye un indicio a mi favor, y de ninguna manera en mi contra.

De ahí que se sostenga, que ninguno de los elementos del sumario, es apto o
suficiente para acreditar mi responsabilidad penal en la comisión del delito de
Violación a la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada.

Reclamo que no existe en autos, elemento de convicción alguno, que permita


sostener en forma plena que hubiese pertenecido a una congregación criminal
y menso aún que hubiese desplegado funciones de dirección, administración y
supervisión.

La sentencia que reclamo, violentó el principio de legalidad, pues no destacó,


ni resaltó la temporalidad y peculiaridad de cada uno de los actos que se
estimarían significativos para probar, en su caso, esa existencia y continuidad
de ejercicio del comportamiento de efectos permanentes que constituyen el
hecho reprobable; no señaló los actos concretos de intervención, conforme a
las circunstancias espacio temporales de verificación y dentro del ámbito de
validez temporal de la ley respectiva y las pruebas en que tal afirmación
pudiera sustentarse.
Es decir, la sentencia que reclamo omitió ubicar la temporalidad de la
pertenencia a la agrupación, y fue muda en citar algún acto concreto de
intervención conforme a los fines de la agrupación cuando lo cierto es que sí se
deben precisar concreta y suficientemente las circunstancias de espacio y
tiempo[90].

Dicho de otro modo, el sumario es insuficiente para afirmar una coparticipación


con Salustio alias “El Sagitario”, Eustaquio alias “Capricornio”, Arturo alias “El
Piojo” y Pedro alias “El Tauro”, para acreditar mi pertenencia a una
organización delictiva y mucho menos para desprender que tuviese funciones
de dirección, administración y supervisión. Siendo que es insuficiente el hecho
de conocer a Israel Vallarta Cisneros.

Por otra parte, resulta insuficiente, en términos de lo dispuesto por los artículos
40 y 41 de la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada, para pretender
acreditar mi responsabilidad penal, que el tribunal responsable señale, sin
acreditarlo, que la principal función era la dirección, supervisión en las casas
de seguridad a manera de proveer la despensa o medicamentos, ya que
respecto que la parte acusadora no aportó prueba idónea.

Amén de lo anterior y de lo ya expresado sobre el valor de los testimonios


contradictorios en sí mismos y entre sí, es importante destacar que los propios
agentes aprehensores, aceptaron y reconocieron en su parte informativo y en
sus declaraciones ministeriales que no fui detenida en el interior del inmueble
donde supuestamente se habría dado el supuesto rescate; que fui detenida en
lugar diverso al “rancho las chinitas” y que las imágenes que aparecen en los
videos son resultado de un “montaje” televisivo y de una deliberada alteración
de la realidad.

En la sentencia que se impugna en esta vía, se omitió también tomar en


consideración, desde mi primera declaración ministerial, fui firme y categórica
en negar responsabilidad en la comisión de delitos, incluso ante las cámaras
de televisión. Y que no hay indicios que permitan establecer pertenencia a una
congregación u organización criminal, en la que tuviera funciones de dirección,
administración y supervisión, integrada bajo estrictas reglas de organización y
disciplina.
Es evidente que las únicas pruebas que existen sobre ese tema, serían las
contradictorias declaraciones de los testigos cuya ineficacia probatoria ya ha
sido expuesta.

A mayor abundamiento, la responsable ordenadora, no tomó en consideración


la declaración Ministerial del nueve de diciembre de dos mil cinco, rendida por
el coprocesado Israel Vallarta Cisneros,:

“…,cabe señalar que hasta la parte de atrás del rancho donde vivo, tengo una
cabañita, en la cual desde hace tres meses, se fue a vivir mi novia de nombre
FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ CREPIN, la cual conozco desde
aproximadamente un año, cuando me la encontré en un elevador, misma que
actualmente se pasa todo el día trabajando en un hotel de nombre “Fiesta
Americana” de Polanco,… hasta el día de hoy en la madrugada volví a ver a
FLORENCE en mi casa…”

II.- En la declaración Ministerial del nueve de diciembre de dos mil cinco,


rendida por el menor Christian Hilario Ramírez Ríos, claramente señaló:

“… esta Representación Social de la Federación procede a ponerle a la vista a


las personas que fueron detenidas en la casa de seguridad, a través de
cámara de Hassel, donde se le pone a la vista a través del cristal a …
FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ CREPIN, a quienes en forma individual
se les solicitó manifestarán en voz alta, sus generales, actividades
laborales;… que la persona de nombre FLORENCE MARIE LOUISE
CASSEZ CREPIN, no la reconozco físicamente, ni por la voz,..”

También se cuenta con la declaración ministerial de Valeria Cheja Tinajero,


quien en su declaración rendida ante el personal ministerial de la federación
que previno, el 10 de Diciembre de 2005, en la parte que interesa señaló:

“…,una vez que se me ha enterado, que el motivo de mi comparecencia es con


la finalidad llevar a cabo una diligencia de reconocimiento de dos personas que
fueron detenidas, las cuales está relacionadas con mi secuestro, por lo que
una vez que me constituí en el área donde se encuentra la cámara de Hassel,
dentro de las instalaciones de esta Unidad Especializada en Investigación de
Secuestros, y bajo las estrictas medidas de seguridad se procedió a ponerme a
la vista a través de la cámara de Hessel a una persona del sexo femenino, la
cual ahora sé responde al nombre de FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ
CREPIN, misma que cuando la observe detalladamente, no logre
identificarla, como persona que haya participado en mi secuestro, así
mismo como ya lo referí en mis declaraciones anteriores, nunca escuche
ningún tipo de voz de mujer, motivo por el cual no reconozco a dicha
persona; …”.

Luego entonces, resulta claro, que el tribunal responsable desatendió el


principio de inmediatez que rige para la valoración de todas las pruebas en
materia penal y que señala que corresponde mayor crédito a las pruebas
obtenidas a raíz de ocurridos los hechos, que a aquellas obtenidas con
posterioridad.

17. VIOLACION AL PRINCIPIO DE LEGALIDAD POR NO EXISTIR


ELEMENTOS SUFICIENTES NI PRUEBA LÍCITAS QUE ACREDITEN EL
DELITO DE PORTACIÓN DE ARMA DE USO EXCLUSIVO DEL EJERCITO,
ARMADA O FUERZA AERA Y POSESIÓN DE ARAMA DE USO
EXCLUSIVO.

La sentencia definitiva que se reclama, resulta violatoria de mis garantías


individuales contenidas en los artículos 14 y 16, de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos.

El tribunal responsable no tomó en consideración que en autos, no existen


pruebas lícitas, ni aptas, ni suficientes para acreditar mi responsabilidad penal
en la comisión de los delitos de Portación de Arma de Uso Exclusivo del
Ejército, Armada o Fuerza Área y Posesión de Arma de Uso Exclusivo del
Ejército, Armada o Fuerza Área.

Se sostiene lo anterior, por las siguientes razones:

A).- La Fe Ministerial practicada el nueve de diciembre de dos mil cinco,


respecto de un arma de fuego, tipo fusil de asalto.-

Demuestra la existencia del arma, pero no demuestra el conocimiento de la


quejosa, respecto de la existencia de esa arma de fuego.
B).- El dictamen en materia de balística, emitido por el perito de la Procuraduría
General de la República Alfonso Jiménez Tejeda.

Demuestra las características del arma a que se refiere la fe ministerial que se


destaca en el inciso A), que antecede, pero no demuestra que yo portara o
tuviera conocimiento de la existencia de esa arma de fuego.

C).- El parte informativo AFI/DGIP/PI/12498/05 del nueve de diciembre de dos


mil cinco.

Este parte informativo tuvo que ser modificado a raíz del escándalo mediático y
los mismos agentes aprehensores que lo suscribieron, se vieron obligados a
variar su contenido. Por las mismas razones asentadas en anteriores
conceptos de violación, carece de valor probatorio.

Sus suscriptores faltaron a la verdad, primero queriendo hacer creer que la


detención de la quejosa ocurrió el nueve de diciembre de dos mil cinco, cuando
en realidad ocurrió el ocho de diciembre del mismo año. Segundo, que los
autos arrojan que sufrí una indebida retención en contravención al mandato del
artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es
decir los agentes incurrieron en una conducta ilícita que incluso está advertida
y señalada en los protocolos de actuación policial. Tercero, que en el interior
de la cabaña fueron colocadas (“sembradas”) las armas puesto que no estaban
ahí y que eso fue reconocido incluso por los agentes federales ante el
Ministerio Público visitador.

Es válido cuestionar y señalar que los agentes captores incurrieron en falta de


probidad y que su manifestaciones pretenden justificar su proceder arbitrario.

Conviene expresar además que le diverso informe o parte policial del cinco de
diciembre de dos mil cinco, correspondiente a la vigilancia previa, arroja datos
que resultan cuestionables. Si se observa con detenimiento las fotografías que
lo acompañan, se podrá apreciar que existen fotografías tomadas desde el
interior del rancho las Chinitas, lo que resulta dudoso puesto que en ese
momento se supone que tan sólo existía una vigilancia exterior. Ese dato es un
elemento adicional que apunta hacia falta de probidad y respalda la duda sobre
todos los informes policiales, particularmente el parte informativo del nueve de
diciembre.

Pero además, del contenido del parte informativo, no se pone de manifiesto


que tuviera conocimiento de que en el vehículo en el que viajaba se encontrara
una arma de fuego; así como tampoco se demuestra que la quejosa tuviera
conocimiento de la otra arma de fuego en el interior del Rancho “Las Chinitas”.

Existe duda fundada respecto de las afirmaciones de los agentes captores de


que efectivamente hubieran encontrado esa arma en la camioneta o en el
rancho, pues tal parece que con sus imputaciones buscaron justificar su
proceder arbitrario.

18. VIOLACIÓN AL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE PRESUNCIÓN DE


INOCENCIA Y SU COROLARIO DE DUDA RAZONABLE O “IN DUBIO PRO
REO”.

“El juez no puede, por ejemplo, estar convencido de la verdad de una


imputación porque ha leído en el periódico que los índices de delincuencia
aumentan día tras día. Ni tampoco, porque el imputado tiene cabellos color
castaño…”

Mario Eduardo Corigliano. El principio in dubio pro reo y su control en la


casación penal.

Fui imputada, porque un primer testigo dijo haber visto un mechón de pelo
güero. A partir de ese dicho y luego de la escucha de un audio que contenía
una voz con acento raro, de extranjera que arrastra las “erres”, fui condenada a
sesenta años de prisión.

En el proceso ofrecí prueba idónea para contradecir ese hecho, puesto que no
soy rubia o güera como fue el dictamen pericial de anatomía y patología y de
que mi cabello no presentaba huellas de haber sido teñido químicamente.
Empero, al tribunal responsable le bastó refutar tal prueba con un mero
razonamiento cultural.
La presunción de inocencia y el debido proceso son principios
complementarios: “una fórmula sintética” “dos caras de una misma
moneda”[91]. Dos ejes sobre los cuales se estructuran las garantías
protectoras del acusado y las bases sobre las que descansa una sentencia
sustentada en hechos verificables y en un juicio razonado.

Debido proceso y presunción de inocencia son principios de tal modo


entrelazados que si se anula el primero, el segundo desvanece. Difícilmente
puede pronunciarse un juicio fundado que supere las dudas razonables del
expediente, cuando se han violentado consistentemente las reglas del debido
proceso.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos consagra ya


expresamente el principio de inocencia. Sin embargo, desde antes de la
reforma constitucional, la presunción de inocencia era reconocida y se
desprendía de los mismos artículos 14, 16, 20 y 23 que garantizan el debido
proceso, el principio de legalidad, de defensa adecuada y de non bis in
idem[92]. Y se trata por tanto de un derecho protegido por la Constitución

En el proceso penal, el descubrimiento de la verdad se construye a partir de la


observancia de las garantías que aseguran un juicio imparcial y equitativo.

La condena que establece la responsabilidad de una persona, se erige en


verdad legal. En la reconstrucción procesal, esa verdad debe fundarse en la
verificación plena (la prueba plena) de los hechos. Dicho de otro modo:

“Nadie puede ser condenado a menos que el Estado pruebe a satisfacción


razonable del tribunal que la persona es culpable del hecho que se le imputa.
En principio, el directamente obligado al respeto de la presunción de inocencia
es, primordialmente, el juez que conoce…”[93]

Pues bien, una sentencia condenatoria debe apoyarse en pruebas


concluyentes que refuten la presunción iuris tantum de inocencia y generen
convicción sobre la responsabilidad del inculpado. En mi caso, la
responsabilidad pronunciada por el tribunal responsable, no está fundada en
datos inequívocos, ni en pruebas concluyentes, ni sustentada en un juicio
equitativo y razonable. Las violaciones exhiben las arbitrariedades que
plagaron mi proceso y descomponen las certezas de la acusación. El sumario
no superó la duda razonable.

Las violaciones acumuladas a partir del día de mi detención, quebraron el


debido proceso. Del mismo modo, la presunción de inocencia se vio anulada
desde el momento cuando fui exhibida ante los medios masivos de
comunicación como una peligrosa delincuente detenida en una flagrancia que
se pretendía incontestable.

El jurista Miguel Carbonell afirma que la imparcialidad y la espontaneidad se


ven seriamente violentadas por la difusión en medios masivos de comunicación
de reportes sobre personas que, sin el debido respeto a sus derechos
fundamentales, aparecen responsables de delitos respecto de los cuales no se
han pronunciado las instancias de investigación y, mucho menos, los órganos
jurisdiccionales.

(…) En México es frecuente que los medios de comunicación den a


conocer los nombres y las fotografías o imágenes de personas que acaban
de ser detenidas… Los medios de comunicación,…, vulneran de esa forma la
presunción de inocencia… [94]

Desgraciadamente, yo soy parte de esa frecuencia. El montaje televisivo me


convirtió en la mujer de “origen francés.” Y precisamente las imputaciones del
sumario son reflejo y consecuencia de ese impacto mediático. En su primer
testimonio, Ezequiel dijo haberme reconocido por “un mechón de pelo güero” y
ser la mujer que arrastraba las “eres”, que tenía un acento francés.

Por mérito del impacto mediático, la opinión pública y los testigos quedaron
familiarizados con mi rostro y mi voz. Una vez que empezaron a reconocerme,
Cristina y su hijo siguieron la misma fórmula, la mujer que arrastra las “erres”,
la de acento raro, como francés, y con manos blancas.
Como sea, los tres testimonios que me incriminan, mención aparte de sus
inconsistencias y contradicciones, son islas en un océano de dudas e
irregularidades. No tienen asidero más allá de los propios dichos.

Mi enjuiciamiento, al contrario de debido, fue un proceso inquinado.

1. Cuando los testimonios que apuntalan la sentencia, son contradictorios e


inconsistentes;

2. Cuando las pruebas centrales de la acusación son ilícitas por haber


contravenido los dispositivos legales y las reglas mínimas de certeza;

3. Cuando la policía sujeta al mando del Ministerio Público de la Federación,


presenta una mentira como un hecho en vivo;

4. Cuando esa policía se desvía de sus principios de actuación constitucional y


de cualquier protocolo de conducta;

5. Cuando los informes de la policía reportan expresamente hechos falsos,


errores e inconsistencias;

6. Cuando no hay certeza sobre mi fecha de detención;

7. Cuando mi persona fue retenida ilegalmente y a la fuerza presentada


delante de las cámaras y obligada a contestar preguntas a la prensa;

8. Cuando, más allá de toda fuerza legítima, existe violencia policial;

9. Cuando se recurre a la práctica de toques eléctricos y se extraen


confesiones por esa misma violencia;

10. Cuando se burla el derecho a la asistencia consular, un derecho que el


Estado mexicano ha defendido con ahínco en tribunales internacionales;

11. Cuando se va contra el argumento propio y se incurre en inconsistencia;

12. Cuando la investigación se dirige hacia el apuntalamiento de culpabilidad


de un acusado;

13. Cuando se imponen trabas al ejercicio de la defensa y se mutila el principio


de contradicción;

14. Cuando se deja de convocar a testigos clave;


15. Cuando se fragmenta el cúmulo probatorio y se elude analizar las pruebas
que operan en contra de la parte acusadora;

16. En apelación, nunca fui escuchada personal y directamente por el


magistrado que resolvió.

Cuando todo lo anterior converge, entonces no hay debido proceso.

El tribunal responsable sustentó mi condena en dos hechos ejes:

Un eje circunstancial, por “el hecho comprobado de que la sentenciada


vivía en el mismo domicilio en que los pasivos estaban privados de su
libertad.[95]”

Y dos, por las imputaciones, “… sería absurdo ignorar la imputación directa


que contra la inculpada efectuaron tres de las víctimas de esos delitos de
privación ilegal de la libertad, en el sentido de que la reconocieron entre
sus secuestradores…”

En resumen, esas son las certezas a las que arribó el tribunal responsable.

Los testigos pueden mentir, esa es una realidad tan antigua como la Biblia y el
Viejo Testamento. También los testigos pueden faltar a la verdad por
manipulación o sugestión. La sentencia reclamada, toleró las contradicciones a
partir de lo que apreció como una paulatina recuperación de memoria después
de un hecho traumático. Empero, el tribunal no contó con ninguna base pericial
u objetiva para sostener tal afirmación, simplemente hizo suya la justificación
de los testigos que tuvieron que cambiar su declaración y que sabían estar
contradiciendo sus dichos.

Elizabeth Loftus, profesora de ciencias cognoscitivas y derecho en las


universidades de California y Stanford, ha intervenido en numerosas instancias
judiciales en calidad de perito sobre recuerdos falsos. En coautoría con la
escritora Katherine Ketcham, ha analizado extensamente los equívocos en la
percepción de la realidad y los fallos de memoria en testigos en juicio. Aquí, me
permito citar su Juicio a la Memoria, hoy un clásico de la literatura
criminológica y psicológica:

“… hablé del poder de sugestión y de cómo, sin pretenderlo, se puede


comunicar información a un testigo. Dije que, cuando la policía interroga a un
testigo, puede comunicarle datos al tiempo que intenta obtenerlos de él. Esta
circunstancia es particularmente peligrosa cuando la policía tiene un
sospechoso en mente o una teoría sobre el caso, porque puede transmitir
ideas al testigo e influir en sus recuerdos. Un interrogatorio sugerente,… puede
llegar a convencer de algo que en realidad no ha llegado a suceder. Los
testigos modifican su declaración impulsados por un deseo sincero de
cooperar con la autoridad.

“Expliqué también que la primera declaración de un testigo es invariablemente


más exacta que cuando vuelve a contarlo todo más tarde, porque el tiempo y
los acontecimientos posteriores suelen distorsionar los recuerdos… más tarde,
tras los interrogatorios policiales y la influencia de los artículos de
prensa…”[96]

Yo no tuve siquiera el beneficio de ser la sospechosa de la policía. En mi caso,


las cosas fueron mucho rápido y más lejos. Desde el principio fui la “francesa
secuestradora” y esa afirmación virtual se sustentó con la fuerza de la
televisión. Cristina y su hijo no recuperaron memoria, cambiaron radicalmente
sus dichos y justificaron ese giro al amparo de una pretendida recuperación de
memoria.

Lo cierto es que ese cambio de declaraciones no fue espontáneo, antes bien


se produjo justo en la hora cuando salí a cuestionar la mentira del montaje.
Baste recordar que Cristina Ríos primero modificó su dicho ante la televisión, y
no en una declaración formal rendida ante la autoridad. Esos giros no pueden
valorarse en forma aislada, la policía me había señalado como culpable en un
hecho flagrante. Ejerciendo mi elemental derecho a defenderme, desmentí la
versión de la policía y puse en jaque a la autoridad.
En febrero de dos mil seis, un debate mediático se libró ante la opinión pública.
El asunto alcanzó su cima cuando el Procurador General de la República y el
vocero de la Presidencia tuvieron que responder a los cuestionamientos. A
partir de ese momento y a nivel de la cuerda jurídica, la investigación se
concentró casi exclusivamente en mi persona. Empero, el tribunal pasó de
largo el contexto de la crisis mediática y de credibilidad en el que se produjo el
giro de los testimonios.

Un giro que además está marcado por lo que bien puede describirse un
“reconocimiento condicionado”. Cristina y su hijo me reconocieron a partir de
que les fueron mostradas fotografías mías y sobre todo desde que escucharon
grabaciones con mi voz. Mi voz, la misma que el cinco de febrero llamó a un
programa de televisión, y en vivo cuestionó a altas autoridades policiales y
ministeriales. A otro testigo le fue mostrada mi foto, quien me reconoció por
haber salido en la televisión.

Elizabeth Loftus y Katherine Ketcham han analizado el mecanismo del


reconocimiento condicionado:

“… de todos los individuos vistos en el reconocimiento fotográfico, sólo el


sospechoso vuelve a aparecer en la rueda y también en la mayoría de los
casos, el testigo identifica al que vio en las fotos. Es lo que se denomina
“rueda de reconocimiento condicionada por fotos previas”, en las que las
posibilidades de identificación errónea aumentan drásticamente… El efecto
condicionante de las fotografías en la memoria de los testigos queda
patente…”[97]

Pues bien, en mi caso, no hubo rueda de reconocimiento. En mi caso, el efecto


condicionante fue de mayor dimensión, a saber, fotos previas, acompañadas
de exhibición mediática ante la televisión, conferencia de prensa, grabaciones
de mi voz, y todo frente a una crisis de credibilidad.

Los testigos pueden mentir o faltar a la verdad por error de memoria, por mala
fe, por agradecimiento o por complacer a la policía y al ministerio público,
también por condicionamiento. Las motivaciones internas pueden ser muchas y
fácilmente pueden convencer al dicente de sus yerros. Sin embargo, los giros
radicales de los testimonios, las irregularidades de los reconocimientos, el
contexto de crisis y los excesos mediáticos que los rodearon, son datos ciertos.
El efecto condicionante no es una apreciación subjetiva, sino una tipología
estudiada y documentada.

Una culpabilidad no debe construirse en los medios. La verdad legal no puede


generarse en un proceso plagado de irregularidades. El principio de inocencia
concatena el debido proceso.

“[El principio in dubio pro reo] no se trata de ningún beneficio a favor del reo
o una prebenda legislada “para favorecer” sino, muy por el contrario, una
limitación muy precisa a la actividad sancionatoria del Estado. Este principio
rige, fundamentalmente, como principio rector de la construcción de la
sentencia como un todo… El principio in dubio pro reo aplicado a la
valoración de la prueba o a la construcción de la sentencia es una de las
consecuencias directas y más importantes del principio de inocencia.”[98]

Me agravia que el tribunal haya ignorado el actuar ilícito de la policía, las


contradicciones de los testigos y su silencio cómplice en torno al montaje, la
fabricación de un escenario, la retención ilegal de mi persona en contravención
de la norma constitucional, la inverosimilitud de la versión oficial y la
incertidumbre de la detención.

Las irregularidades e inconsistencias del sumario generan todas preguntas sin


respuesta, y convocan a la duda. Cuando las dudas se acumulan, entonces la
certeza se derruye y sobre la incertidumbre no puede sostenerse una
convicción legal.

El dato fundamental de mi detención está ensombrecido por la mayor


oscuridad. La hora original del parte de policía fue enmendada por los mismos
agentes aprehensores. Los tiempos no empatan con la narrativa de la versión
oficial; en otras palabras, están forzados y se aprecian una reconstrucción a
posteriori para ofrecer a la opinión pública y al expediente una explicación
sobre el montaje.
Fui detenida arbitrariamente si existir flagrancia, sin mediar orden de
aprehensión o de presentación en mi contra. Fui retenida ilegalmente durante
veinticuatro horas en las que la policía pudo manipular pruebas y generar una
escena del crimen.

Si se revisa el manual de práctica policial de la Procuraduría General de la


República vigente en dos mil cuatro[99], será posible advertir que en mi
detención no se violentaron diversos derechos del detenido, como no son el
derecho a: 1) no ser maltratada moralmente (fui puesta en montaje), 2) no
declarar nada a los agentes de la Policía Federal Investigadora (fui obligada no
sólo a responder a la policía sino a los medios), 3) a ser informada del motivo
de mi detención y quién me acusa (en febrero de dos mil seis todavía no sabía
quién me acusaba); 4) a que se deje constancia de quién realizó la detención
(en mi caso existían dos versiones de detención la real y la mediática).

Las armas que habrían justificado una supuesta flagrancia, constituyen un


primer ejemplo de manipulación. Para efecto de las escenas mediáticas fueron
colocadas en la cabañita que se presentó como casa de seguridad. Todos los
agentes aprehensores coinciden en que no estaban ahí. Si fueron sembradas
en la cabañita también fueron sembradas en el vehículo. Por otro lado, la
autoridad ministerial no realizó una prueba dactiloscópica ni aportó algún otro
elemento de convicción para vincular esas armas con mi persona. No hay
prueba directa que me relacione con esas armas.

La manipulación recorre mi expediente.

¿Acaso es creíble que la policía hubiese convocado a los medios desde las
cuatro y media de la mañana del nueve de diciembre, dos horas antes del
momento cuando supuestamente se habría controlado la situación?

¿Es creíble que la policía hubiese invitado y convencido en quince minutos a


los testigos, supuestamente recién liberados, a dejarse filmar y a contestar
preguntas de los periodistas?
El sumario da cuenta clara que se preparó un escenario. Mi retención ilegal
explica la manipulación. Ahora, si la detención fue el ocho ¿Qué certeza puede
darse racional y legalmente a la afirmación de que los testigos estaban
efectivamente en el rancho?

La evidencia del sumario arroja indicios de mayor peso sobre el hecho de que
la detención ocurrió el ocho de diciembre y no el nueve. La autoridad fue
incapaz de aclarar la incertidumbre cuando fue cuestionada sobre fecha y hora
de detención por la prensa. Finalmente, al justipreciar el peso de indicios
consistentes que inclinan la balanza por el ocho de diciembre, el tribunal
responsable debió aplicar la regla in dubio pro reo. No lo hizo.

Las imágenes del cateo al rancho las Chinitas son otro dato que apuntan a la
manipulación y a que mi detención ocurrió el ocho de diciembre. Si se
observan esas imágenes con detenimiento, se podrá apreciar que en los
muebles que están en la entrada de la cabaña se encontraron objetos
personales, especialmente varias fotografías familiares mías. Esas fotografías
fueron extraídas de mi departamento y colocadas junto con mis muebles en la
cabaña del rancho.

Fotografías

personales que aparecen


en la secuencia del cateo al
rancho Las Chinitas, fotos
extraídas de mi
departamento y colocadas
en la cabañita.

PGR/SIEDO/UEIS/190/2005
En esencia se trata del mismo tipo de manipulación que mis tres fotografías,
casi idénticas, colocadas sobre el sillón de la entrada y que aparecen en las
imágenes del simulacro de rescate. En verdad, ¿Qué sentido tendrían objetos
personales y fotografías de familia en una casa de seguridad? El dato va
contra toda lógica.

La participación de los testigos en el montaje genera también dudas obligadas


sobre su veracidad y despierta la pregunta legítima sobre su complicidad con la
policía en la actuación. Su silencio sobre la escenificación es revelador de esa
complicidad.

Por su parte, los testimonios que me incriminan, están plagados de


contradicciones y su evolución está claramente conectada a la evolución del
escándalo mediático.

Adicionalmente, varias de las identificaciones sobre mi persona acusan vicios


de prueba inducida y por tanto ilícita.

Ezequiel dijo haber sido anestesiado pero la versión sobre el día cuando ese
episodio habría sucedido es equívoca. Además, la autoridad investigadora
nunca practicó una prueba médica o química determinar la presencia de un
anestésico.

El principio de duda razonable o in dubio pro reo, es una garantía de


certeza[100].

Pues bien, al cuestionar los ejes principales de la sentencia que reclamo, se


advierte que los datos del sumario lejos de abonar esa certeza, la debilitan; y
que las inferencias derivadas de esos datos, conducen a cuestionar la
verosimilitud de las imputaciones y de las circunstancias.
Las dudas corroen las imputaciones del expediente. Muchas de éstas además
se vinculan a omisiones flagrantes o zonas oscuras de la indagatoria. Por
ejemplo, en la averiguación previa, los mismos testigos que terminaron
incriminándome, empezaron haciendo señalamientos en otra dirección, hacia
otras personas.

El menor, Christian dijo reconocer desde su primera declaración la voz de un


primo de nombre Edgar, que nunca fue citado o investigado.

Ezequiel mencionó en sus declaraciones e identificó en la fotografía de un


evento familiar a otra persona (El Norteño) y dijo sospechar de otra segunda
(suegra). Ninguno de ellos fue investigado.

En una casa distinta al rancho “Las Chinitas” aparecieron los documentos de


identidad de uno de los testigos (Ezequiel).

Después del cinco de febrero de dos mil cinco, la investigación se centró sobre
y contra mi persona. Mi osadía selló mi suerte pues en esa fecha me atreví a
cuestionar las imágenes de televisión, a exponer el montaje urdido por la
policía y a controvertir públicamente a servidores públicos.

Otro dato es digno de mención. Un día antes de ser consignada la


averiguación previa y ejercitarse la acción penal, el agente del Ministerio
Público de la Federación recabó averiguaciones previas vinculadas.

Efectivamente, el dos de marzo de dos mil seis, actuando en la averiguación


previa PGR/SIEDO/UEIS/190/2005, el agente del Ministerio Público Federal
acordó la acumulación de la diversa indagatoria PGR/SIEDO/UEIS/233/2005
instruida por el delito de Privación Ilegal de la Libertad en la modalidad de
Secuestro en contra de Cristina Ríos Valladares y Christian Ramírez Ríos.

Ahora bien, al revisar las actuaciones de dicha averiguación previa


PGR/SIEDO/UEIS/233/2005, se observa que ésta fue iniciada el veintiuno de
octubre de dos mil cinco. Ahora bien, la averiguación en comento contiene un
informe rendido el veinte de octubre, en el que una agente de policía federal
investigadora documentó una entrevista con el señor Raúl Ramírez Chávez,
padre del menor Christian Ramírez Ríos.

Sin embargo, es destacable que la averiguación previa


PGR/SIEDO/UEIS/233/2005 no contiene una declaración ni una
comparecencia de Raúl Ramírez Chávez, cuando dicha indagatoria
supuestamente inició con una entrevista de la policía con él. En tal
averiguación no aparece de hecho una comparecencia que contenga el
requisito de una denuncia levantada por persona mayor de edad y bajo
protesta de decir verdad.

Varias dudas surgen entonces de dicho expediente: 1. ¿Por qué se


acumularon las averiguaciones el dos de marzo de dos mil seis y no antes? 2.
¿Por qué tuvieron que pasar tres meses para que la investigación primordial se
vinculara con otras? 3. ¿Por qué la averiguación PGR/SIEDO/UEIS/233/2005
no contiene una declaración del señor Raúl Ramírez Chávez cuando se
informa que existió una entrevista con él? 4. ¿Por qué el señor Raúl Ramírez
Chávez no mencionó en su declaración rendida el nueve de diciembre de dos
mil cinco en la primordial PGR/SIEDO/UEIS/190/2005 que existía una
averiguación previa y que había tenido una entrevista con una agente federal y
que había autorizado grabaciones?

¿Por qué la otra averiguación lleva el poco usual número de


PGR/SIEDO/UEIS/259-BIS/2005? Tales son más dudas que se suman a la
lista de inconsistencias y contradicciones que recorren el expediente.

En todo caso, al día siguiente de ser decretada la acumulación de las


indagatorias, el tres de marzo de dos mil seis, se ejercitó acción penal en mi
contra.

En otro orden, mi exhibición ante los medios, en la escenificación de un


montaje, constituye una violación de la más grave dimensión. Ese primer
abuso es el origen y la fuente de todas las demás violaciones. Es la semilla
que envenena toda la posición acusatoria, la raíz que contamina el fruto de un
árbol podrido.

En su momento, las autoridades manifestaron que “la recreación hecha a


petición de los medios” no incide jurídicamente, “no tiene ninguna
importancia.”[101]

El tribunal responsable compartió dicha opinión. Siguiendo el criterio de la


autoridad ministerial, la sentencia reclamada se pronunció en el sentido de que
la recreación no tiene valor, que se trató de un evento sin trascendencia,
actuado quizá, pero sin peso en la balanza de la justicia, y sin valor para las
partes.

Empero, en su momento, Organizaciones Civiles opinaron lo contrario, a saber


que sí, que se violaron derechos humanos de los imputados en su presunción
de inocencia y de proceso legal. La Comisión Nacional de Derechos Humanos
consideró además que se violó el derecho a la información de la sociedad.[102]

Reclamo por eso que el tribunal responsable haya afirmado en su sentencia


que siempre gocé en el proceso de la garantía de presunción de inocencia.
Sostener tal afirmación e ignorar, como si nada hubiera pasado, los efectos del
montaje mediático implica envolver el razonamiento judicial en un formalismo
estrecho, despegado de la realidad.

“lo reportado como noticia por los medios de información, en torno a la


liberación de tres víctimas en el rancho “Las Chinitas” y la detención de dos
personas, una de ellas sentenciada, no fueron medios de prueba a los que se
haya otorgado valor probatorio y que hayan incidido en perjuicio o beneficio de
la inculpada, por tanto, lo afirmado por la sentenciada de que es una grosería y
una violación a su derecho de presunción de inocencia, no es motivo de
estudio y pronunciamiento por esta alzada, especialmente porque en lo que
concierne a la averiguación previa y a la instrucción, en todo momento
durante el proceso penal, la sentenciada conservó a su favor la
presunción de inocencia.”
Precisamente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha venido
superando este tipo de formalismos y se ha pronunciado ya sobre un caso de
exhibición mediática. En el caso Cantoral Benavides, la Corte Interamericana
decidió que la presunción de inocencia sí se había violado y señaló:

“[el peticionario] fue exhibido ante los medios de comunicación, vestido


con traje infamante, como autor del delito de traición a la patria… [cuando
éste] “aún no había sido legalmente procesado ni condenado…”[103]

En el caso Cantoral Benavides, la exhibición del peticionario o quejoso a los


medios había sido ordenada por el gobierno de Perú, no por una autoridad
judicial. De la misma manera, en el mío, fui forzada a estar y responder
preguntas contra mi voluntad y contra mis garantías, por la entonces
denominada policía federal de investigación. Fui desde entonces tachada de
secuestradora y así ineluctablemente de culpable.

La exhibición mediática importa una violación del más grave orden, determinó
mi culpabilidad a priori, y provocó que la autoridad quedara comprometida con
el veredicto de un juicio mediático, y mejor dicho quedara atada a mi
culpabilidad, contra toda evidencia o razón que abra la posibilidad de mi
inocencia.

La construcción de una mentira selló el inicio del proceso. Repito aquí las
palabras del periodista Pablo Reinah cuando dijo: “Si son capaces de mentir
en un operativo, son capaces de mentirnos todo y eso es lo preocupante.”

Sin embargo, el tribunal responsable desestimó como un elemento sin valor el


montaje:

“la aseveración de la inculpada respecto a que por afanes ajenos a la justicia y


la verdad, la policía decidió “aventarla a un circo mediático” y que desde
entonces, su persona, su rostro, su nombre, quedaron ineluctablemente atados
al grave estigma de “secuestradora”, son apreciaciones de la inculpada que en
nada le influyen objetivamente en el sentido de la sentencia que se dicta, por
tratarse de aspectos relacionados con la forma en que los medios de
comunicación captaron y transmitieron la información obtenida mediante
lo que ciertos funcionarios denominaron “recreación.”

Para el tribunal responsable la “recreación” es simplemente una forma como


los medios captaron el hecho, sin efecto sobre la garantía de inocencia ni
sobre el debido proceso ni sobre la manera de apreciar la conducta policial. En
suma, el tribunal asumió a pie juntillas la justificación de la Agencia Federal de
Investigaciones ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Para el
tribunal responsable lo mediático no fue un montaje, tan sólo un dato sin peso
y sin importancia procesal.

Contrasto el razonamiento del tribunal, con la posición de la Corte


Interamericana en el caso Cantoral Benavides, cuyo pronunciamiento se apoyó
a su vez en posicionamientos del Comité de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas:

“La presunción de inocencia implica el derecho a ser tratado de


conformidad con este principio. Por lo tanto, todas las autoridades
públicas tienen la obligación de no prejuzgar el resultado de un proceso.”

Pues bien, ¿De qué presunción de inocencia pude razonablemente gozar? si


desde el nueve de diciembre de dos mil cinco, la policía federal me trató como
delincuente y me colocó en un escenario, difundido masivamente, en el que se
me quiso hacer pasar como una secuestradora. Por tanto sostener que gocé
del derecho a la presunción de inocencia, es negar la realidad.

En apelación, solicité ser entrevistada por el magistrado instructor de la alzada.


Esto es, ser conocida y escuchada directamente por el tribunal que habría de
juzgarme. Ese derecho fundamental tampoco me fue concedido. Por autos del
nueve y quince de octubre del dos mil ocho, el tribunal responsable acordó no
haber lugar a la entrevista solicitada.

Y así, el tribunal responsable que me sentenció, no me escuchó, ni me


conoció. La sentencia que reclamo, no es un juicio razonado, equitativo y
fundado en pruebas concluyentes. Al contrario, es un juicio que deviene de un
proceso inquinado, que empezó con una mentira, ignoró las violaciones al
debido proceso y anuló mi derecho a la duda razonable.

SUSPENSIÓN DEL ACTO RECLAMADO

Con fundamento en los artículos 170, 171 y 172 de la Ley de Amparo pido se
mande suspender de plano la ejecución de la sentencia que se reclama para
todos les efectos legales a que haya lugar y quede a disposición del Tribunal
Colegiado de Circuito competente que prevenga y conozca de la presente
demanda de garantías.

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