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EL LUGAR DE LA MÚSICA EN LA IGLESIA

“Un enfoque bíblico del tema”

INTRODUCCIÓN

Vivimos en un mundo sometido al mensaje y a los efectos de la música, nadie escapa al

impacto profundamente significativo de la música, especialmente entre la juventud. La

encontramos en todas partes, en los supermercados, en las tiendas, en la radio, en la

televisión, en el autobús; podemos decir que la música tiene una presencia predominante

en la sociedad, que la ha convertido en un fenómeno cultural de nuestra época.

Vivimos en una cultura que se ha denominado posmoderna, basada principalmente en el

materialismo, el hedonismo y el nihilismo y dominada por el sentimiento y el

emocionalismo; y en la cual la música se ha convertido en el caldo perfecto donde

proliferan todas estas características, o en el portador perfecto que trasmite y lleva esta

cultura a todos los rincones del planeta.

En ese contexto, haremos una reflexión bíblica del lugar que la música debe ocupar en la

iglesia cristiana. ¿Debe la iglesia seguir este patrón que encontramos en el mundo? ¿Debe

la música elevarse al lugar más alto en la iglesia? Primero pondremos como una base, la

posición y el valor de la música en la vida de la iglesia; para luego relacionarla con las

tres áreas más importantes en el que hacer de la iglesia: canto congregacional,

predicación y evangelismo.

1
I. La Posición de la Música

Primero, ¿debe la música tener el primer lugar en la vida de la iglesia? La preeminencia

de la música en la vida de la iglesia, en su adoración y evangelización, parece ser la

tendencia en los últimos años, ¿Es esto correcto? ¿Debemos dejarnos guiar por esta

tendencia? ¿Qué dice la Biblia al respecto?

En realidad, la música no ocupa un lugar predominante en la enseñanza bíblica del N.T. A

parte de las aproximadas quinientas referencias a la música en el A.T., hay alrededor de

ocho citas en el N.T. en cuanto al canto en la tierra, las demás son referencias al cielo.

Esto de cualquier manera nos sugiere que este tema no fue necesario tratarlo en la era

apostólica (iglesia primitiva); porque estaba completamente claro, y/o porque no era tan

importante en la vida de la iglesia, como lo fue la predicación, la oración y la comunión

cristiana, según vemos en Hechos 2:42. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles,

en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. 1

Lo mismo podemos decir del ministerio musical. De hecho, se nos dice en Efesios 4:11

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a

otros, pastores y maestros” Estos son los dones de Cristo, aceptados por la iglesia en

general como los ministerios universales que son los instrumentos divinos para la

edificación del cuerpo de Cristo, y en los cuales no se incluye al músico. Tampoco en los

dones listados en 1 Corintios 12:7-10 se nos menciona el don de la música o del canto,

como uno de los dones espirituales.

1
Todas las citas son tomadas de la Versión Reina Valera 1960

2
Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para
provecho.8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría;
a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el
mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10
A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de
espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación
de lenguas. 1 Corintios 12:7-10

Todo esto debe hacernos reflexionar, sobre el lugar que la música debe ocupar en el

ministerio de la iglesia; y sobre todo, de la sencillez y humildad con que debemos

desarrollar este ministerio y tratar el tema. Lastimosamente en la actualidad, en muchos

casos, la iglesia ha seguido los patrones del mundo; para hacer de la música un ministerio

de presentaciones y entretenimiento cristiano y de sus ministros modelos de pompa y

ostentación.

II. El Valor de la Música

Segundo, para establecer el lugar que debe ocupar la música en la iglesia debe definirse

su valor. Para esto, la música debe verse no solamente en términos de cultura humana

(gustos y preferencias personales), sino de creación divina (gusto y propósito de Dios).

La música si bien es un arte, es primeramente un don de Dios. Consideremos los

comentarios de dos de los reformadores:

“todas las artes proceden de Dios y deben ser consideradas como invenciones divinas”

Juan Calvino2

2
www.altisimo.net/maestros/cosmovision/Kuyper05.htm - 72k -

3
“El hombre que no aprecia la música es un patán… Martín Lutero3

Ahora, debemos preguntarnos: ¿para que es la música? Si bien es cierto, como lo vemos

particularmente en los salmos, que ella permite al hombre expresar audiblemente sus

emociones: gozo, tristeza, aflicción, amor, compasión, paz, alegría, etc. Al considerar la

Biblia, vemos que la mayoría de referencias a la música se dan en conexión directa con la

adoración y el culto a Dios; es decir con la fe religiosa del hombre y no con sus

sentimientos en general.

Un cristiano no debería rechazar la música de hecho, porque sería oponerse al deseo

divino al darla; y aunque puede tener preferencias musicales por algún estilo a otros, debe

ser diligente en seleccionar los estilos musicales que mejor ayuden al propósito por el

cual Dios la ha dado, el cual es la adoración y devoción a El. Como David lo expresa en

Salmos 40:3 “Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios”. Por tanto,

el cántico debe ser más que un deleite en los sentimientos puramente humanos y

mundanales, un medio poderoso que nos lleve a la contemplación y adoración de Dios y a

deleitarnos en El.

Ya dijimos que el propósito fundamental de la música es el culto y la adoración a Dios.

La primera referencia bíblica a la música en el pueblo de Dios la encontramos en Éxodo

15:1 “Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron:

Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al

caballo y al jinete”. Esta expresión musical fue el resultado de una experiencia viva con
3
www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/5563.htm - 24k -

4
Dios, de ver su poder y experimentar la liberación milagrosa obrada sobrenaturalmente

por la mano invisible de Dios. Si no hay experiencia con Dios, “la música cristiana”

viene a ser ruido, ondas sonoras, instrumentalización sin sustancia y sin sentido; como

dijo Pablo hablando del amor en 1 Co. 13:1: “vengo a ser como metal que resuena, o

címbalo que retiñe”.

No es de extrañar que el diablo haya querido desviar nuestra atención, del verdadero

sentido de la música, haciéndola un fin en si misma, llevándola al exhibicionismo, al

show, colocándola en el centro y elevándola a un lugar que no le corresponde; con el fin

de robarle la Gloria a Dios y quitarle a la Iglesia de Cristo la bendición divina.

La música ha sido un vehículo poderoso para la expresión devota del pueblo de Dios y

siempre que se utilice de esta manera será una gran bendición y un gran aliciente para la

vida cristiana. Pero debe limitarse a acompañar la expresión verbal del pueblo de Dios y

estar fundamentada en una experiencia y relación personal con Jesucristo.

Ahora relacionaremos la música a cada una de las áreas más importantes en el que hacer

de la vida de la iglesia: la música como acompañante del canto devocional de los

cristianaos reunidos, la música en relación a la predicación y la música como medio para

la evangelización.

5
III. La Música en el Canto Congregacional

¿Qué se puede decir de la instrumentalización musical en la iglesia? ¿Del

acompañamiento musical en el canto devocional de la iglesia?

Por qué las grandes cadenas de supermercados, almacenes o restaurantes, usan diferentes

estilos musicales, según el ambiente que desean recrear. Esto no lo han decidido

casualmente, sino en base a estudios e investigaciones científicas, que les han dicho que

la conducta humana es acondicionada por los estilos musicales que escuchan. Esta

observación hace más pertinente la pregunta siguiente: ¿Será adecuada entonces

cualquier música para adorar y alabar a Dios?

Creo que podemos decir con certeza bíblica que no podemos, ni debemos ser descuidados

en cuanto a la selección de los instrumentos musicales que deben ser utilizados en el

canto a Jehová. Al rey David le fue dado por inspiración divina, el diseño de los

instrumentos que debía utilizar al entonar alabanzas a Jehová como lo vemos en

1Crónicas 23:5 “Además, cuatro mil porteros, y cuatro mil para alabar a Jehová, dijo

David, con los instrumentos que he hecho para tributar alabanzas”.

Además en los salmos 4 y 5 se dice expresamente (como parte del texto inspirado) cuales

son los instrumentos con los que se debía acompañar ese canto. En el Salmo 4 dice para

acompañarse con cuerdas y en el salmo 5 para acompañarse con flauta. Esto nos indica

indudablemente que la música (instrumentalización) debía armonizar con el mensaje de

las palabras; y que no todo instrumento o todo arreglo musical, es pertinente para toda

letra o para toda ocasión.

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Es indudable que Dios nos creo para responder diferente según los estilos musicales y

que no toda música será adecuada para cumplir el propósito de adorar y alabar el nombre

del Señor. Por tanto, no debemos ser descuidados para seleccionar la instrumentalización

musical, ya que esta debe ir de acuerdo al sentir de la expresión verbal, para poder así

cumplir un principio bíblico básico de cómo debemos adorar a Dios con cánticos:

“Cantar con Entendimiento” “cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el

entendimiento”. 1Corintios 14:15b

a. Cantar con entendimiento requiere que la letra sea claramente audible, por lo

que la música debe acompañar únicamente; y los instrumentos con alto volumen,

como aquellos que meten distorsiones, no tienen mucho lugar para cumplir ese

propósito.

b. Cantar con entendimiento requiere una armonía entre la letra y la música, y esta

armonía mostrará que el que lo hace lo sabe hacer o lo hace bien. Como dice el

salmista en el Salmo 33:3 “Cantadle cántico nuevo; Hacedlo bien, tañendo con

júbilo”.

IV. La Música y la Predicación

La música a la par de la predicación debe colocarse siempre en un plano inferior. Si bien

es cierto como dice Martín Lutero que la música es arte y uno de los regalos más

magníficos y agradables que Dios nos ha dado, todo esto es solamente después de la

teología.

7
“Después de la teología, le doy a la música el lugar y honor más alto. La música es el arte
de lo profetas, el único arte que puede calmar las agitaciones del alma; es uno de los
regalos más magníficos y agradables que Dios nos ha dado”4

No es a través de la música que la sabiduría de Dios ha considerado prudente salvar a los

creyentes; sino a través de la proclamación de las verdades eternas de Dios, expresadas

en las Sagradas Escrituras. Aún a pesar de que al razonamiento humano esto le pueda

parecer una locura.

“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría,


agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”. 1Corintios 1:21

La iglesia ha sido seducida por la cultura posmoderna actual, para ir en pos del camino

del sentimiento y del emocionalismo; y ha dejado de lado, la reflexión y la meditación

profunda de la Palabra de Dios. Es común entonces las muchas actividades eclesiásticas

como cultos, programas, conciertos y otros, donde prácticamente se ha dejado de lado la

predicación de la Palabra de Dios. Es verdaderamente triste la pobre alimentación

espiritual a la que está sometida la iglesia hoy día. No es raro entonces encontrar un

pobre entendimiento de los caminos de Dios en el seno de la iglesia, aunque El sigue

siendo el Dios que dice: “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme

y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra;

porque estas cosas quiero, dice Jehová”. Jeremías 9:24.

Es indudable que de continuar en ese camino los resultados los encontraremos a la vuelta

de la esquina; por eso es urgente que la supremacía de la predicación sea restaurada en la

iglesia de hoy, para que podamos tener iglesias sanas y fuertes que crecen establecidas
4
Martín Lutero, Tomado de notas sin referencia.

8
firmemente en las verdades eternas de La Palabra de Dios. Muy bien lo expresa Juan José

Barreda:

“La proclamación de La Palabra es la manifestación del Dios viviente


traducido en la lengua del tiempo presente. Es la revelación del Dios
trino que manifiesta su amor y su deseo de tener relaciones personales
con la humanidad.” 5

Que el mismo Dios que nos salvó, lleno de misericordia y bondad; siga siendo paciente

con nosotros, y que en su benignidad nos guíe al arrepentimiento para hacernos volver de

nuestros malos caminos.

V. La Música en la Evangelización

Por su peso cae que si bien es cierto que tenemos libertad para usar la música y

necesitamos ser creativos para llevar el evangelio hasta lo último de la tierra, la

predicación “proclamación de la Palabra de Dios” en la evangelización debe ocupar un

lugar central, para que logremos el objetivo bíblico de ganar las almas para Cristo.

¿Hasta que punto debemos considerar la cultura y especialmente el uso de la música en

nuestro trabajo evangelizador? Por ejemplo, el concepto de “Iglesias étnicas” en la obra

misionera sugiere un respeto por la cultura local del pueblo que se evangeliza y una

adaptación o identificación del evangelio con esa gente. El enfoque paulino es bastante

claro en 1 Corintios 9:20-22 cuando dice:

5
Juan José Barreda Toscazo, Unidos en Adoración (Buenos Aires: Cairos Ediciones,

2004), p. 22,23

9
21 “Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los
que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto
a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21 a los que están
sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino
bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22 Me he
hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho
de todo, para que de todos modos salve a algunos”.

Y este enfoque es coherente con el modelo de Cristo. Quien nos mostró Su Gracia y Su

amor al hacerse pobre, siendo rico, para que con su pobreza nosotros fuéramos

enriquecidos. 2Corintios 8:9.

Sin embargo esta condescendencia e identificación no debe llevarse al punto de

comprometer los principios cristianos de lealtad y santidad a Dios y su Palabra, como

Pablo también lo dice: “a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para

que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros”. Gálatas 2:5 Someterse a ciertos

ritos propios de la cultura judía, que de hacerlo habrían puesto en duda las verdades

elementales del evangelio que nos enseña que la salvación es solo por la Gracia de Dios.

El meollo de la obra evangelística no es convencer o ganar adeptos desde una óptica

meramente humana, para lo cual las técnicas de mercadeo, muy consideradas y usadas

hoy día pueden funcionar excelentemente. El punto central es que el poder de Dios, a

través de nuestra obra evangelística, opere para lograr, no por mero emocionalismo

momentáneo sino por verdadera convicción espiritual, que por la Palabra, las personas se

conviertan a Cristo y puedan entonces vivir una vida nueva y santa delante de El. A esta

obra secreta de Dios en el corazón le llama el apóstol Pedro “renacer” o “nacer de

10
nuevo”. Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la

palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 1Pedro 1:23

Una iglesia sana comienza en la forma que evangeliza, es decir: en la manera en que

presenta el mensaje de salvación. Las iglesias son más saludables cuando el evangelio es

más claro; y es más claro cuando nuestros métodos evangelísticos son más sencillos.

Si los métodos que la iglesia utiliza dejan por fuera la predicación correcta de la Palabra

salvadora, la iglesia solamente tendrá inconversos que se llaman cristianos; pero si es lo

contrario, la iglesia crecerá y se desarrollará como nos narra Lucas en el libro de los

hechos 6:7 “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba

grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”. Los

verdaderos cristianos “discípulos” se multiplican cuando la palabra del Señor crece en la

obra evangelizadora de la Iglesia.

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CONCLUSIÓN

La iglesia debe tener un aprecio muy grande por la música y valorarla por ser un don

recibido de la buena mano de Dios. Y al usarla debe hacerlo bien, porque es un arte, que

le ha sido entregado, el cual debe ser administrado fielmente.

Por otra parte, la iglesia debe usar la música con libertad, pero debe tener un cuidado

especial cuando la use para el culto congregacional de adoración y para la expresión de

devoción a Dios; ya que al dirigirla a El, debe reflejar una conciencia del carácter santo

de aquel a quien se la ofrece, y en este sentido debe haber una diferenciación palpable en

las formas y dinámicas de los estilos musicales usados para este fin. El culto a Dios no es

un show de entretenimiento, en el cual los músicos se entregan al público para satisfacer

sus necesidades y expectativas, sino que es una entrega de corazón en espíritu y en

verdad, primeramente de los ministros que están guiando al pueblo de Dios.

Finalmente, aunque la música es buena y es una herramienta adecuada para ministrar a la

necesidad emocional de las personas, esta no debe quitarle el lugar preeminente a la

predicación, tanto en la vida de la iglesia como en su obra de evangelización. La iglesia

debe cuidarse de la tendencia bien diseminada de depender de la música de

entretenimiento para la “efectividad” de la evangelización. Sobretodo cuando esta

evangelización ocurre en los servicios regulares de la adoración pública.

La efectividad en la evangelización reside en la correcta y clara predicación de las

verdades sencillas y esenciales del evangelio de Jesucristo.

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BIBLIOGRAFIA

Lecturas completas (lectura adicional)

 Blanchard Jhon con Peter Anderson y Der. Cleave. Evangelismo y Música “El Rock

Invade la Iglesia”. Barcelona: Evangelical Press 1983

 Millar Steve. Debate de la Música Cristiana Contemporánea. Colombia: Editorial

Unilit, 2000

 Ferreira, Damy. Crisis en la Adoración. El Paso: Casa Bautista de publicaciones,

1994

Otra Bibliografía

 Donner, Theo G. Fe y Posmodernidad. España: Editorial CLIE, 2004

 Cruz, Antonio. Posmodernidad. Barcelona: Editorial CLIE, 1996

 Darino, Miguel Angel. La Adoración: Primera Prioridad. Casa Bautista de

Publicaciones, 1992

 Barreda Toscazo, Juan José. Unidos en Adoración. Buenos Aires: Cairos Ediciones,

2004

 Boschman, LaMar. El Corazón de un Verdadero Adorador. Colombia: Editorial

Peniel, 2000

 Piper, Jhon. Sed de Dios. Barcelona: Publicaciones Andamio, 2001

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