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Abecedario de Gilles Deleuze

B de Bebida
Deleuze bebió mucho y después dejó de hacerlo. Beber no tiene nada que ver con la
comida, no es glotonería, que a Deleuze no le interesa, se puede beber mucho más.

A Deleuze le interesa interpretar los signos de las aficiones, de los hábitos singulares. Por
ejemplo, el bebedor o el drogadicto cuando dice "yo paro cuando quiero", frase que no es
comprendida por quien no tiene el hábito, encierra su verdad: se trata de llegar al último
vaso.

(8) “Cuando uno bebe, a lo que quiere llegar es al último vaso. Beber es, literalmente, hacer
todo lo posible para acceder al último vaso.”

Es ese último vaso el que constituye el límite de su poder en relación a la bebida y luego
del cual ya no aguanta más bebida.

(Mil Mesetas, p. 445) “El último, como objeto de evaluación colectiva, va a determinar el
valor de toda la serie. Señala exactamente el puto en el que el agenciamiento debe
reproducirse, recomenzar un nuevo ejercicio o un nuevo ciclo, instalarse en otro territorio, y
más allá del cual el agenciamiento no podría continuar tal cual. Es, pues, claramente un
penúltimo, puesto que está antes del último. El último es cuando el agenciamiento debe
cambiar de naturaleza: B debería plantar los cereales sobrantes, A debería precipitar el
ritmo de sus propias plantaciones y mantenerse en la misma tierra. En ese caso, podemos
plantear una diferencia conceptual entre el "límite" y el "umbral": el límite designa el
penúltimo, que señala un nuevo comienzo necesario, y el umbral designa el último, que
señala un cambio inevitable. Toda empresa implica a nivel económico una evaluación del
límite más allá del cual la empresa deberá modificar su estructura.”

Para Deleuze Henri Michaux lo ha dicho todo al respecto. Michaux, poeta y pintor,
experimentó con diversas drogas, pero fue la mezcalina la que más lo atraía. L'infini
turbulent (El infinito turbulento), Connaissance par les gouffres (Conocimiento por los
abismos), Misérable miracle (Miserable milagro. La mezcalina) y Les grandes épreuves de
l´esprit (Las grandes pruebas del espíritu).

(10) “Llega un momento en el que la cosa se vuelve muy peligrosa, porque aquí también
hay una cresta. Cuando hablaba de la cresta entre el lenguaje y el silencio, o el lenguaje y la
animalidad – hay una cresta, un desfiladero muy estrecho. Está muy bien beber, drogarse.
Uno puede siempre hacer lo que quiera si ello no le impide trabajar, si es un excitante;
además es normal ofrecer algo del propio cuerpo en sacrificio, todo un aspecto muy
sacrificial. En las actitudes de beber, de drogarse, ¿por qué uno ofrece su cuerpo en
sacrificio? Sin duda, porque hay algo demasiado fuerte, que uno no podría soportar sin el
alcohol.”

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El problema es cuando ya no permite trabajar. Los que consumen estas sustancias, buscan
algo que sin ellas creen que no conseguirían. Deleuze dejó de beber por sus problemas
respiratorios, de salud, aunque al principio pensaba que el alcohol lo ayudaba a crear
conceptos filosóficos.

(11) “Hay algo demasiado fuerte en la vida, no es en absoluto algo necesariamente


aterrador, es algo demasiado fuerte, algo demasiado potente en la vida. Entonces, uno cree
de manera algo estúpida que bebiendo puede ponerse al nivel de aquello más potente.”

Los “grandes norteamericanos”: Fitzgerald, Thomas Wolfe, eran grandes alcohólicos, con
Lowry pasa lo mismo.

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