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MANEJO CLÍNICO DE
LAS
COMPLICACIONES
EN CIRUGÍA GINECO-
OBSTÉTRICAS.
EVALUACIÓN Y MANEJO CLÍNICO DE LAS COMPLICACIONES EN
CIRUGÍA GINECO-OBSTÉTRICAS.
1.1-c. Fístulas Vesicales. Ocurre en el acto operatorio que puede ser obstétrico
como ginecológico. Las cirugías previas y los cambios que se suceden en el
segmento uterino durante el parto modifican su posición usual facilitando el que
se le lesione. Si el trauma es advertido durante la cirugía su corrección inmediata
no supone mayores riesgos posteriores. Se sutura en 3 planos, teniendo en cuenta
no obliterar los meatos ureterales y se fija sonda vesical permanente por los
siguientes 10 a 14 días.
Si la lesión no fue advertida, o bien ocurre una dehiscencia de la sutura
posoperatoria, se presentaran uno de dos cuadros clínicos:
Una peritonitis urémica al drenar orina en cavidad abdominal, de
aparición mediata (entre el segundo y tercer día) con sensibilidad en
hipogastrio, distensión abdominal, fiebre con a sin escalofríos, hematuria y
oliguria.
Fistula vesicovaginal: Complicación mediata (entre el 2º y 10º día del
posoperatorio). Además de los síntomas anteriores se hace manifiesto el
escurrimiento de orina por vagina.
1.1. d. Fistulas ureterales: Ocurren después de una histerectomía (más
frecuentemente en la abdominal total que en la vaginal), después de cirugías
oncológicas, o de intervenciones con alto grado de dificultad por la presencias de
tumores voluminosos y adheridos (Endometriosis, quistes intraligamentarios,
abscesos tuboováricos) casos en los cuales el uréter se encuentra con frecuencia
desplazado a la línea media, también en aquellos casos de anomalías de las vías
urinarias ej. Uréter doble, riñón pélvico.
Las lesiones ureterales pueden ser uní o bilaterales, e incluyen su ligadura total o
parcial, sección total o parcial, transfixión, lesiones térmicas, o resultar
seriamente comprometida su vascularización por una disección amplia, que su
pared pierda su vascularización y posteriormente llegue a necrosarse.
Si su lesión es advertida, se corrige en el mismo acto operatorio.
En caso contrario, se presenta como una complicación de aparición inmediata si
es bilateral y mediata siendo unilateral. Los síntomas iniciales corresponden a los
descritos en la peritonitis urémica, agregándole dolor y masa costovertebral al
lado de la lesión por obstrucción uretereral e hidronefrosis, acompañados de
hiperazoemia y signos de pielitis aguda. Si la lesión es unilateral y no es debida a
ligadura, el escurrimiento de orina por vagina ocurre entre el 4 y el 21º día
posoperatorio. La anuria es signo de lesión bilateral.
El manejo de la lesión no advertida y que se diagnóstica en las primeras 48 horas
es intentar primero cateterizar el uréter por ureteroscopia, que de ser exitosa
permitirá el drenaje de orina por el riñón afectado y la cicatrización del uréter
dejando el catéter por un mínimo de 14 días. Si no se consigue, la conducta es
laparotomizar y anastomosar el uréter.
Después de este tiempo las probabilidades de cateterizar con éxito disminuyen
grandemente y la mayoría de los autores conceptúan que debe realizarse una
nefrostomía percutánea, estabilizar a la paciente y posteriormente intentar la
anastomosis ureteral.
Si la lesión no es manejada a tiempo, conducirá a la atrofia renal.