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CÓDIGO DE ÉTICA DEL ABOGADO

“Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional”

UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

AUTORES:

Mercedes Chunga Ordinola.

Ana Pallete Lozada.

TEMA:

El Código de Ética de los Abogados

PROFESOR:

CURSO:

Ética y Deontología.

PIURA - PERU

2018
INTRODUCCIÓN

La profesión de abogado es atractiva. Bien sea por la fama que ha tenido


siempre el oficio, al que tradicionalmente madres y padres empujaban a sus
hijos pre universitarios ya que era señal de prestigio y buen futuro, lo cierto es
que los letrados han contado con el respeto de la sociedad y, por qué no
decirlo, con estereotipos muy marcados apelando a su energía, su labia, o su
sentido de la ética.

El abogado debe ser considerado como el profesional del Derecho que


aconseja jurídica y legalmente, tanto de manera preventiva como cuando se
ha iniciado un debate jurídico. En materia penal, por ejemplo, el buen
abogado no es propiamente aquel que saca al cliente de la cárcel, sino el que
no lo deja llegar a ella
1.-CÓDIGO DE ETICA

La relevancia del Código de Ética radica en que es la norma que establece los
parámetros bajo los cuales debe ejercerse la abogacía en el Perú y cualquier abogado
que patrocine procesos en el país (aún si fuera extranjero) está en la obligación de
cumplirlos. De allí que el tema que abordamos sea esencial para comprender cómo se
encuentra actualmente regulado el control disciplinario de la abogacía en el Perú.

Origen del Código de Ética y el Reglamento

El Código de Ética y su Reglamento vigentes fueron elaborados sobre la base del


Código Voluntario de Buenas Prácticas del Abogado de la Red Peruana de
Universidades y del Proyecto de Código de Ética y Responsabilidad del Profesional en
Derecho.

Debe reconocerse en razón de justicia que la redacción actual de ambas normas es en


su mayor parte fruto de una iniciativa liderada por Beatriz Boza para actualizar las
normas del Código de Ética de 1997 que involucró inicialmente la participación del
sector académico, más adelante, de las universidades de la Red Peruana de
Universidades, de diversos estudios jurídicos y finalmente del CAL.

En el año 2012, la Junta de Decanos, instancia cuya función es unificar criterios,


promulgó el Código de Ética y el Reglamento. El CAL, en una decisión que desde la
academia debemos aplaudir, los aprobó en el 2013; no obstante, no todos los demás
colegios de abogados lo hicieron, aparentemente bajo el entendido de que su
promulgación por la Junta de Decanos bastaba para su entrada en vigencia.

Entendemos que con la finalidad de conseguir su vigencia y aplicación efectiva en todo


el país, el Decreto Legislativo 1265 de 2016 dispuso que “todos los colegios de
abogados se encuentran en la obligación de implementar un Código de Ética y un
Tribunal de Honor”. Sin embargo, hasta donde hemos podido averiguar aparentemente
no se habría realizado esta implementación del todo. Este es un asunto sin duda que
escapa a este ensayo y que sugerimos que las autoridades de los colegios de
abogados evalúen.

El Código de Ética y el Reglamento como normas jurídicas


Consideramos que las normas contenidas en el Código de Ética y el Reglamento son
verdaderas normas jurídicas, ya que cumplen con los requisitos de validez de estas:
generalidad, origen público, estructura normativa, son mandatos de conductas y
respaldo en la fuerza del Estado. A continuación, desarrollamos brevemente las
características de dichas normas:

a) Son mandatos generales (no tienen un destinatario específico) y abstractos (no se


refieren a acciones concretas). Ello, sin perjuicio, de que su ámbito de aplicación
personal está circunscrito a los abogados que se colegian en el CAL, ya que este no
tiene facultades para crear normas que vinculen a terceros.

b) Tienen su origen en los poderes públicos otorgados por la Constitución al CAL. La


finalidad esencial del CAL, en tanto colegio de abogados, es el control del ejercicio
profesional de sus miembros. Al derivar del ejercicio de potestades públicas, estas
normas no tendrían origen en la autonomía privada ni buscarían tutelar meros
intereses privados.

c) Tienen la estructura lógica propia de las normas jurídicas. Son mandatos de


conducta que establecen que ante cierto supuesto de hecho, corresponderá una
consecuencia jurídica. Si bien el Código de Ética contiene diversos tipos de normas,
en forma general, puede afirmarse que contempla normas prohibitivas: si un abogado,
incumple el Código de Ética y se determina responsabilidad profesional, este será
sancionado con alguna de las sanciones establecidas en el Artículo 102 del Código de
Ética.

d) Contienen mandatos destinados a regular la conducta de las personas (los


abogados). Los parámetros de conducta recogidos en las normas del Código de Ética
consideran aquello que, de acuerdo con las características, principios y valores de la
propia profesión, se considera como correcto.

e) Están respaldados en la fuerza del Estado. Esto se evidencia en el hecho de que el


Estado cuenta con medios para garantizar la eficacia de las sanciones impuestas en
virtud de estas normas. Así, por ejemplo, si un abogado desacata la sanción de
suspensión podría ser denunciada por el delito de ejercicio ilegal de la profesión
contemplado en el Artículo 363 del Código Penal. Además, nótese que en virtud de lo
señalado por el Decreto Legislativo No. 1265 las sanciones que imponen los colegios
de abogados son aplicables en todo el territorio nacional.
2.-EL ABOGADO ES:

Aquel licenciado o doctor en Derecho que ejerce profesionalmente la dirección y


defensa de las partes en toda clase de procesos o el asesoramiento y consejo jurídico.

El abogado, pues, es el individuo que se dedica a la defensa de intereses ajenos, pero


también debe considerarse como tal a quien, además de defender esos intereses,
realiza actividades complementarias ,es que la abogacía es un universo.

La amplitud de la profesión impone deberes, obligaciones y sobre todo, actitudes


frente a los distintos fenómenos sociales. La Ley, que es la expresión de la voluntad
soberana del pueblo, se erige como norma jurídica que regula la conducta humana.

Es el conocimiento del Derecho el que hace del abogado una persona de especiales
condiciones, pues resulta difícil imaginar tan siquiera una sola conducta del hombre
que se encuentre por fuera de la regulación de esa ciencia jurídica.

Por eso, cuando se estudia Derecho, se está frente a una de las carreras más
completas. Pero no es lo mismo estudiarlo que ejercerlo. Son muchos los que pueden
aprobar un ciclo académico para optar por el título de abogado, pero no todos aquellos
que lo obtienen son idóneos para salir, como se dice a la arena, con el Código en la
mano.

3.- ¿Qué características debe tener un abogado para ser bueno?

El abogado necesita destacar. Hacer que sus virtudes se sobrepongan, ser hábil en el
momento de captar clientes. Porque que nadie lo olvide, ahora mismo el letrado no
solo tiene que saber de Derecho sino también de marketing, tener alma de vendedor y
saber dónde están sus clientes y cómo poder llegar a ellos. Para ello el profesional.

Para ello el profesional puede apoyarse en herramientas, Entre las virtudes que debe
tener un abogado:

 Generar confianza en su cliente. ¿Cómo lo consigue?

Un abogado debe ser sincero con su cliente, cercano a él para exponerle de


una forma clara y sincera la situación en la que se encuentra y las posibles
salidas que tiene. Los casos se pueden perder o ganar, pero si el cliente se
lleva la sensación de que el abogado es de fiar es muy posible que esa
persona hable bien de sus servicios, lo recomiende por boca a boca y por sus
redes sociales, e incluso vuelva a él cuando tenga un nuevo problema.

Hay que tener en cuenta que sobre el abogado recae mucha responsabilidad,
casos de tremenda trascendencia para su cliente. Sé cercano, apuesta por una
ética sólida, y consigue que la persona que acuda a tu despacho vea en ti no
solo a un profesional sino a un amigo que de verdad se preocupa por sus
arreglar sus problemas.

 Discutir, persuadir y negociar

A.- Discutir: Se trata de la base del oficio. Desde el momento en el que dos
versiones opuestas entran en juego, hay que discutir sobre cuál de ellas puede
ser la verdadera. Y generalmente el abogado va a ser un gran discutidor, no
solo de temas legales, sino también sobre actualidad, cine, gastronomía o
cualquier otro asunto que se le plantee. Se trata de saber mostrar tu opinión de
una forma coherente y educada y de tener la capacidad de contrastarla con la
de otra persona sin caer en la histeria .Lo que no implica, evidentemente tener
la razón.

B.- La persuasión:
El abogado tratará de convencer a su oponente (la otra parte en el juicio, pero
también al tribunal, jurado, los propios jueces, etc.) de que su versión es la
acertada. Aquí entra en juego la capacidad de argumentación, ya que para
persuadir se necesita mostrar solidez en el discurso y hacer ver a los demás
que tú tienes la razón mediante el desarrollo lógico de las ideas. Esta es una
capacidad con la que algunos nacen pero sobre todo es algo que se adquiere
con la práctica, así que no lo dudes. Ya sea en una comida familiar, en el bar, o
mientras lees las noticias con los compañeros, trata de poner en práctica el don
de la persuasión para que luego acudas a los juicios con seguridad.

C.- Buen negociador:


Son muchas las ocasiones en las que sentarse en una mesa y plantear unos
intereses comunes pueden evitar la vía judicial (por ejemplo, en casos como un
divorcio o una separación matrimonial; o ante un conflicto laboral), por lo que el
letrado tiene que tener la capacidad para reunir a las partes y proponer un trato
justo siempre pensando, como es lógico, en el beneficio de su defendido. Para
ello tener un carácter conciliador o simplemente ser amable y escuchar otras
versiones serán de utilidad.

 Ármate de paciencia

Buena parte del ejercicio profesional de un abogado está dedicado a la espera.


Esperar a recibir la documentación solicitada, esperar a que se fije la fecha
para una vista oral, esperar por la resolución de un caso… La paciencia es una
gran virtud en un abogado para que no desespere con tanta espera. Y no solo
eso, sino para que además sepa aprovechar esos tiempos muertos para
optimizar su nivel de trabajo y poder dedicarlos a preparar mejor el caso,
redactar nueva documentación, o volver sobre un tema n el que puede
profundizar o buscar un nuevo enfoque.
Hay que tener en cuenta que con frecuencia las jornadas laborales de un
abogado exceden las ocho horas. Es un trabajo absorbente, que se lleva en el
maletín a todas las partes y que se instala en la cabeza, habiendo casos que
no salga de nuestra cabeza hasta que puedan ser resueltos. .

Por ello otra de las virtudes que debe tener el abogado, y esta es por su propia
salud, es la de ser capaz de desconectar. Un especialista que está quemado
no va a rendir bien, y se va a resentir su propio trabajo, su prestigio, así como
en los peores casos su vida familiar. Por ello, y aunque es complicado, el
profesional debe saber marcar muy bien los límites entre jornada laboral y vida
personal, y en la medida de lo posible no mezclarlos.

 Ser fuerte a nivel emocional :

No hay que desesperar porque un caso no haya salido tan bien como querías.
Y tampoco debes juzgar ni poner barreras a los clientes que recurran a ti con
situaciones que de normal rechazarías. Recuerda que eres un profesional y
que tu misión es ayudar al cliente, aunque ambos sepáis que es culpable. Pero
hay que dejar la parte afectiva a un lado y trabajar por el bien de esa persona
que ha confiado en ti.

Por supuesto que tú podrás renunciar a llevar ciertos casos, bien porque tu
ética no te lo permita, o porque el cliente no te transmita buen feeling, o
directamente porque te es imposible empatizar con esa persona. Pero si
decides aceptar un caso no te tienes que dejar llevar por la parte pasional
(estés del lado de la víctima o del verdugo, da igual) sino comprometerte con
esa persona hasta las últimas consecuencias legales. Ese compromiso será
muy bien valorado independientemente del resultado final.

4.- Los requisitos para ejercer la abogacía en el Perú

En la época medieval el ejercicio de profesiones como la abogacía estaban


reservado a una élite que tenía recursos asegurados y trabajaba bajo la
superioridad del “motivo de servicio “En ese entonces, para distinguirse de otros
oficios, pero también para protegerse de la competencia era común que los
colegios de abogados establecieran ciertas barreras de ingreso a la profesión.

A. Actualmente, el ejercicio de la abogacía es libre, no exige tener título de


caballero de alguna orden, sino formación universitaria y los profesionales
que la ejercen no necesariamente tienen recursos asegurados, sino que
encuentran en la profesión una fuente de estos.

Cabría resaltar también que a diferencia de lo que ocurría antes, hoy las
mujeres pueden ejercer la abogacía. En el Perú dicha reivindicación se
logró gracias a personas como Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara, quien
con firmeza de carácter, discernimiento superior y convicción de principios
defendió el derecho de las mujeres peruanas a obtener el título de
abogadas renunciando incluso, para ello, al que le fuera ofrecido por el
Presidente Piérola.
Como ha sido reconocido por el TC, la Constitución Política del Perú
reconoce el derecho. Que tienen los ciudadanos y ciudadanas a elegir la
actividad ocupacional o profesional que deseen y su derecho al “libre
ejercicio de la profesión”; es decir, a ejercer libremente la profesión para la
cual se han formado. Lo antes mencionado no significa que la ley no pueda
establecer requisitos para ejercer dicho derecho. Así, de acuerdo con lo
señalado en la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ), para patrocinar se
requiere a. La obtención de un título habilitante (el título profesional).
En el Perú se confía a las universidades el otorgamiento del título de
“Abogado”. Estas lo otorgan a quienes habiendo obtenido previamente el
grado de bachiller en Derecho (para lo cual requieren la aprobación de los
estudios a nivel de pregrado que usualmente toman al menos 6 años y la
acreditación de un idioma extranjero) consigan la aprobación de una tesis o
de un “trabajo de suficiencia profesional”.
Es preciso mencionar que, bajo las normas vigentes, el título de abogado
no tiene un plazo de caducidad ni está sujeto algún tipo de revalidación
posterior sobre la base de una formación continua, como ocurre en otros
países. En consecuencia, un abogado (o abogada) que deja de ejercer la
abogacía por más de 25 años, puede tener por cumplido este requisito no
requiriendo alguna certificación posterior sobre su formación o actualización
de sus conocimientos sobre el Derecho.

B. La inscripción del título profesional en la respectiva Corte Superior de


Justicia

Este requisito es de antigua data, ya que se exigiría al menos desde 1910 con
la Ley 1367 que, por cierto, ha llegado vigente hasta nuestros días.

Pensamos que este requisito estaría quedando como una mera formalidad.
Debería reevaluarse teniendo en cuenta la facilidad que existe hoy para
verificar con el uso del internet la información sobre grados y títulos de una
persona. De hecho, atendiendo a esa situación, mediante el Decreto
Legislativo 1246 de 2016 se dispuso que las entidades de la Administración
Pública proporcionen a las entidades del Poder Ejecutivo de manera gratuita,
entre otra, la información sobre grados y títulos de las personas.

C. La incorporación en un colegio profesional

A diferencia de lo que ocurre en otros países (como, por ejemplo, Chile) en


el Perú se exige estar colegiado para ejercer aquellas profesiones
expresamente señaladas por ley. En el caso de la abogacía, la ley exige la
colegiación en forma obligatoria para “patrocinar”.
Es incuestionable que se exige la colegiación para ejercer la abogacía
conduciendo procesos judiciales.

Cabría mencionar eso sí que, a diferencia de lo que ocurre en otras jurisdicciones, en


el Perú no existen limitaciones con relación a la cantidad de abogados que pueden
ejercer la profesión. Los colegios de abogados no realizan evaluaciones a sus
postulantes otorgando un número limitado de plazas, como ocurre en otros países.
Pensamos que dejar esta cuestión al juego de la oferta y la demanda es apropiada en
una economía social de mercado.

Adicionalmente, dos cuestiones relevantes son:

i. Si los colegios de abogados pueden establecer sus propios


requisitos para la incorporación de sus agremiados y si tendrían un
espacio para decidir en forma discrecional a quién aceptar como
miembro (affectio societatis). Ambos aspectos están relacionados
con el alcance de la autonomía normativa de los colegios de
abogados sobre la cual el TC ha señalado que se materializa en su
capacidad para elaborar y aprobar sus propios estatutos “dentro del
marco constitucional y legal establecido”.
Con relación a la primera cuestión mencionada, debe observarse
que la propia redacción de las normas de rango legal a las cuales
están sujetos los colegios de abogados, sugería que sólo cabe que
estos exijan dos requisitos:
a. La inscripción del título en la corte superior de justicia
b. El pago de los derechos respectivos. Por ello,
tendemos a pensar que cualquier requisito adicional
debería tener fundamento en alguna norma de rango
legal.

Así, ante la ausencia de un registro que permita


verificar la existencia de una sentencia mediante la
cual se hubiera inhabilitado al abogado para el
ejercicio de la profesión, resultaría válido que los
colegios de abogados exijan la presentación de un
certificado de antecedentes penales como requisito
para la incorporación de sus agremiados.
En cambio, de conformidad con el marco normativo
vigente, un requisito consistente en “no tener
antecedentes penales” no parecería justificado. Ello,
podría entenderse como una restricción al derecho al
trabajo y al libre ejercicio de la profesión no
sustentada en una norma de rango legal.
ii. Con relación a la segunda cuestión mencionada, debe advertirse
que en otros países se reserva el ejercicio de la abogacía a quienes
cumplen ciertas características personales que deben ser
verificadas por las autoridades en el caso concreto. Así, por
ejemplo, en Estados Unidos en la mayoría de los estados las barras
de abogados verifican que el candidato cuente con cierto “carácter y
aptitud” lo cual implica, en forma general, una evaluación de
antecedentes que podrían denotar la posibilidad de que incumpla
las normas disciplinarias.

En el Perú no se contempla algún requisito similar. Nótese que, en la medida que este
conllevaría una restricción de un derecho garantizado por la Constitución debería estar
recogido expresamente y con claridad en la normativa vigente, lo cual no ocurre.

d) El mantenimiento de la condición de miembro hábil

La ley exige mantener la condición de miembro activo para patrocinar, a


diferencia de los requisitos antes explicados, este es uno cuyo cumplimiento debe
verificarse en forma continua en el tiempo. Para el mantenimiento de la condición
de miembro hábil los estatutos de los colegios de abogados exigen estar al día en
el cumplimiento de las obligaciones frente a estos, particularmente, en el pago de
las cuotas ordinarias o extraordinarias devengadas a su favor.

5.-Las restricciones para ejercer la abogacía

Es importante señalar también que el derecho a ejercer la abogacía se restringe como


consecuencia de la aplicación de ciertas sanciones establecidas por el ordenamiento
jurídico (impedimentos), así como por ejercer (o incluso haber ejercido) funciones o
cargos públicos (incompatibilidades).

a) Impedimentos: La suspensión por medida disciplinaria del Colegio de


Abogados en donde se encuentra inscrito el abogado o por resolución judicial
firme. De acuerdo con lo señalado en el Código de Ética, los colegios de
abogados pueden imponer la sanción de suspensión en el ejercicio de la
profesión hasta por 2 años y separación hasta por 5 años. las sanciones que
imponen los colegios de abogados son aplicables en todo el territorio nacional.
.-La inhabilitación por sentencia judicial firme.
Como regla general, se extiende de seis meses hasta diez años. Tratándose
de ciertos delitos como, por ejemplo, el de cohecho activo específico (cuando
el que ofrece, da o corrompe es abogado o forma parte de un estudio de
abogados) y el delito de tráfico de influencias, la inhabilitación para ejercer la
abogacía podría extenderse de cinco a veinte años.
Obsérvese que, a diferencia de la suspensión, que puede ser impuesta por los
colegios de abogados, la inhabilitación es una sanción penal que solo puede
ser impuesta por un juez, ya sea como principal o accesoria.

.- La destitución de cargo judicial o público.


En este caso el impedimento para ejercer la abogacía dura los cinco años
siguientes a la aplicación de la sanción de destitución,
esta sanción es procedente cuando los hechos que motivaron la sanción de un
abogado afectan su condición de persona formada en Derecho y la juridicidad.
Además, esta sanción es compatible con otras medidas disciplinarias y
cualquier sanción penal que corresponda.
La condena a pena privativa de la libertad por sentencia judicial firme. Este
impedimento se extiende mientras el sentenciado esté sufriendo la restricción
de sus derechos.
Por otro lado, obsérvese que el Código de Ética contempla también la sanción
de “expulsión” la cual se aplica en los casos en que se incurra o promuevan
violaciones de los derechos y libertades fundamentales, sea cual fuere el cargo
que desempeñe el abogado y en los casos de hechos ilícitos o delictivos.

Adviértase que no fluye con claridad de la normativa vigente si el abogado a


quien se le aplica esta sanción podría seguir patrocinando casos ante el Poder
Judicial incorporándose a otro colegio de abogados. Ante la falta de claridad de
la normativa alguien podría interpretar que la expulsión a la que se refieren las
normas es a la expulsión del colegio de abogados en el que está inscrito el
abogado y no del ejercicio profesional en forma general.

Por otro lado, nótese que actualmente la Ley no establece como prohibición
para ejercer la abogacía el haber sido sancionado por delitos especialmente
graves (como el de terrorismo) como sí contempla, por ejemplo para participar
en el concurso público de acceso a una plaza vacante en el magisterio.
b) Incompatibilidades: La abogacía implica la defensa de intereses particulares
y, por ello, su ejercicio es incompatible con el desempeño de ciertos cargos o
funciones.
 La función legislativa (congresista, representante a asambleas regionales
 La representación del Estado (Presidente, ministro de estado, prefectos y
subprefectos).
 La defensa de los intereses del Estado (fiscal, procurador o contralor).
 El resguardo de la fe pública notarial y registral (notario y registrador público).
 Las normas penales prohíben asumir el patrocinio de la parte contraria en un
mismo proceso judicial o procedimiento administrativo o, siendo juez o fiscal,
conocer un proceso que anteriormente se patrocinó como abogado.

Entre otros supuestos, el Código de Ética señala que un abogado no debe


patrocinar:
 No podrá patrocinar al cliente adecuadamente
 El fin o los medios propuestos para el patrocinio son ilegales
 Exista conflicto de intereses, salvo que cuente con el consentimiento
informado expreso de los involucrados.

6.-Reflexiones a raíz de la investigación del CAL a la ciudadana Martha Huatay


Cumpliría todos los requisitos señalados por la LOPJ para patrocinar dado que incluso
estaría al día con sus cuotas.

No tendría sanción vigente de suspensión para el ejercicio de la abogacía impuesta


por el CAL o algún juez. E incluso, el plazo de prescripción para ejercer la acción
disciplinaria por los hechos por los que fue sancionada (que vienen de hace más de 25
años atrás) habría prescrito.

No se le habría inhabilitado para ejercer la profesión en la sentencia que la condenó a


pena privativa de libertad. Además, la revisión de las normas vigentes permitiría
evidenciar que:

 Los abogados no requieren certificar la actualización de conocimientos sobre el


Derecho en forma posterior a la obtención del título de abogado.
 El ejercicio de la abogacía no está condicionado a la cancelación de deudas
por indemnizaciones al Estado derivadas de delitos graves.
 Los colegios de abogados no estarían facultades a evaluar la conducta moral o
antecedentes personales de sus aspirantes o miembros activos.
 No se establecería con la claridad que se esperaría que la expulsión de un
colegio de abogados es equivalente a una inhabilitación definitiva.
 El Código Penal actualmente no contemplaría la inhabilitación definitiva para el
ejercicio de la abogacía tratándose de delitos graves como el de terrorismo.
En consecuencia, considerando el marco normativo vigente, la ciudadana de
74 años, al haber pasado 25 años en la cárcel habría cumplido ya la condena
que el Estado le impuso y podría reinsertarse a la sociedad.

En nuestra opinión, el CAL y las autoridades del Estado peruano no deberían negarle
a ningún ciudadano dichos derechos y garantías. No por el costo de tener que pagar
una indemnización, sino porque su legitimidad deriva justamente del respeto de los
principios y valores que vulneraron sistemáticamente quienes intentaron tomar el
poder en nuestro país desbaratando la democracia y el Estado Constitucional de
Derecho. El Estado no puede comportarse igual que ellos.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar que la revisión de las normas que


regulan la admisión para el ejercicio de la abogacía, que data en algunos casos de 20
y en otros de 100 años atrás, pone en evidencia la necesidad de su reevaluación. Esta
es una tarea que debe hacerse si queremos definir una institucionalidad acorde con
las demandas que nuestra sociedad (la de hoy) exige a la abogacía.

7.- La Universidad Nacional de Piura (UNP) tomó la decisión de retirar el título


de abogada y los grados bachiller y magíster a la congresista fujimorista Maritza
García

La Universidad Nacional de Piura (UNP) decidió retirar el título de abogada y los


grados de bachiller y magíster a la congresista Maritza García de Fuerza Popular. El
motivo de la decisión fue haberse descubierto que el certificado de estudios escolares
que presentó García para ingresar a esta casa de estudios era falso.

El ex colaborador de García, José Alvarado, denunció que el certificado escolar que


presentó la ahora parlamentaria fujimorista era falso. Tras ello, la Oficina de Asesoría
Jurídica de la UNP se encargó de indagar el tema, incluso se encargó un peritaje
grafotécnico en la Dirección de Criminalística de la Policía en Piura. Este concluyó que
la firma era falsa.
Entonces, el Consejo Universitario, órgano directivo del centro de estudios, optó de
forma unánime por ratificar la recomendación del área legal de la UNP.

La legisladora ingresó a la UNP en 1995, entre los documentos que presentó se


encontraba un certificado de estudios del colegio San Marcos de 1994. En la
universidad logró obtener el grado de bachiller en Derecho y título de abogada. Tras
ello, obtuvo un máster en la misma especialidad y seguía otros estudios de maestría.

Al invalidarse su admisión, los grados académicos y el título profesional obtenidos en


esa entidad pierden valor. Sobre este caso, la Comisión de Ética del Congreso aprobó
por unanimidad plantear una sanción de 120 días para la parlamentaria.

Se trata del segundo congresista fujimorista al que se le anula un título universitario. Al


legislador Elard Melgar, acusado de plagio en su tésis, también se le retiró el título de
abogado en la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, de Huacho.
CONCLUSIONES

 En el Perú, el Código de Ética constituiría la principal fuente normativa que


define cuáles son los estándares de conducta y, por ende, las “reglas de juego”
que debe respetar todo abogado al ejercer la profesión.

 la principal norma que deben respetar quienes conocen las leyes mejor que
nadie y tienen la loable misión de ayudar a los ciudadanos a entenderlas,
cumplirlas y defender sus derechos.

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