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ANSIEDAD Y DEPRESIÓN: RELACIONES CON PERSONALIDAD
Por otro lado, la alta incidencia en el mundo occidental de los trastornos tanto de ansiedad
como de depresión, en sus distintas tipologías, es un problema que preocupa a los sistemas
Teniendo en cuenta que la aparición de estos trastornos está ligada a distintos factores (bio-
los modelos más relevantes que han abordado su etiología y mantenimiento, y analizar los
depresión) y de su tipología, se centrará en el análisis del papel que juegan los factores ge-
nos y síntomas, de los que algunos son comunes a ambos y otros son específicos. Suelen
estar presentes tanto en la ansiedad como en la depresión síntomas como: afectividad nega-
dad social (Kessler, Chiu, Demler, Merikangas y Walters, 2005). Otros síntomas se suelen
considerar específicos de uno u otro trastorno (no se requiere la presencia de todos ellos),
así la ansiedad se caracteriza por: (a) alteración de algunos parámetros fisiológicos (respi-
ración, tasa cardiaca, sudoración, etc.), mareos, desmayos, vértigos, sofocos, etc.; (b) con-
(c) miedos obsesivos (a gérmenes, polvo, etc.). Por otro lado, las características de la de-
presión son: tristeza, alteración del estado de ánimo, pérdida o ganancia excesiva de peso,
depresión que diferencian a ésta de la ansiedad: afecto triste, anhedonia y autoestima baja.
Sin embargo, la existencia de comorbilidad es tan frecuente que algunos opinan que la dife-
renciación entre personas ansiosas y depresivas sólo es posible hacerla en base a unos po-
tito (Clark y Watson, 1991), del que hablaremos más adelante, sugiere un factor general de
(s. IV a. C.) que consideraba a los trastornos mentales originados por trastornos cerebrales:
distinguía manía y melancolía como estados opuestos, que estaban provocados por la ac-
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
ción de los fluidos corporales (humores naturales) sobre el cerebro, producidos por un
trauma directo. Hipócrates estudió las posibles fuentes de la melancolía a través de los sue-
ños (buscando problemas actuales del paciente) y propuso dos tipos de melancolía: la cau-
sada por estrés y reacciones emocionales, y la otra causada por cambios endógenos en los
humores. Los tratamientos de los humores incluían sangrías y purgantes para reducir los
malos humores; también, dieta, baños, ejercicio, masaje, opio, vino e incluso seguir pautas
similares a lo que hoy llamamos terapia cognitiva. Varios siglos más tarde, Galeno (s. II d.
C.) sistematizó la teoría hipocrática de los humores y la extendió a las dimensiones norma-
sistema de los cuatro humores (flemático, sanguíneo, colérico y melancólico), sus fuentes
orgánicas y los rasgos y trastornos asociados con ellos (la bilis negra, bilis amarilla y la
flema, pueden existir en niveles normales o anormales). La manía o locura (niveles anorma-
(niveles anormales de bilis negra y el temperamento melancólico) abarcaba lo que hoy en-
dia y el Renacimiento y se puede decir que es en el s. XIX, con Pinel, cuando tienen lugar
su lucha para que los enfermos mentales recibieran un trato más humano, propuso cuatro
Sin embargo, es el psiquiatra Emil Kraepelin (finales s. XIX) al que se puede consi-
esquizofrenia y los trastornos graves del estado de ánimo. Estableció la conexión entre las
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
ción de los trastornos menos severos del estado de ánimo o las neurosis en sus distintos
compulsiva. Las obras de Kraepelin y de Freud han tenido gran influencia en la aparición
dial de la Salud (OMS), en 1948, incluyó una sección con una clasificación de los trastor-
and Causes of Death, ICD-6); y unos años después, en 1952, apareció la primera edición
TR) han ayudado, entre otros logros, a que los trastornos de ansiedad y de depresión se co-
nozcan mejor y, sobre todo, a que hayan servido de motor para la realización de estudios
1
Las últimas ediciones de estos dos sistemas son: la ICD-10 (1992) y el DSM-IV-TR (2000). Como se sabe, a
partir del DSM-III, este sistema presenta un modelo de evaluación multiaxial que realiza las evaluaciones en
base a 5 ejes cada uno de los cuales se refiere a un dominio diferente de información: Los ejes I, II y III son
los llamados ejes diagnósticos: el eje I codifica los trastornos clínicos y otros problemas que pueden ser objeto
de atención clínica; el eje II, los trastornos de personalidad y retraso mental; y el eje III codifica los estados
médicos que son clínicamente relevantes. El eje IV da cuenta de los aspectos ambientales y psicosociales
clínicamente relevantes, y el eje V indica el grado (de 0 a 100) de funcionamiento global del individuo en sus
aspectos psicológico, social y ocupacional. La ICD-10, en 1997, propuso 3 ejes para interpretar su listado de
trastornos clínicos mentales y conductuales. El eje I (diagnósticos clínicos) se corresponde con los ejes I y II
del DSM-IV-TR; el eje II (discapacidades: cuidado personal, ocupación familia y vivienda y contexto social)
se corresponde con el eje V del DSM-IV-TR; y el eje III (factores de contexto) se corresponde con el eje IV
del DSM-IV-TR. Se han llevado a cabo intentos de fusión de criterios de ambos sistemas, pero hasta el mo-
mento no han fructificado; actualmente se está en proceso de elaboración del DSM-V, cuya publicación lo
anuncia la APA, en su página web, para 2013 (American Psychiatric Association, 2011).
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
siedad y la depresión están contenidas en trastornos del eje I y del eje II; además, el pro-
blema de la comorbilidad entre la ansiedad y la depresión, que ha sido apuntada por distin-
tos autores (Brown y Barlow, 1992; Maser y Cloninger, 1990), probablemente se vaya a
dad-depresión.
excepto los trastornos de la personalidad y el retraso mental… [y] otros trastornos que pue-
den ser objeto de atención clínica” (DSM-IV-TR, 2005, p. 34). Los tipos de trastornos que
incluyen (a) ansiedad y (b) depresión respectivamente, y que se describen con sus corres-
a) Ansiedad (10 tipos): trastorno de pánico, agorafobia, trastorno de pánico más agorafobia,
b) Depresión: se sitúa dentro los trastornos del estado de ánimo y abarca una gran cantidad
de trastornos, algunos de ellos van más allá de la depresión e incluyen síntomas maniacos o
lar) o bipolar (que incluye también fases maniacas). En el primer caso, el trastorno depresi-
vo monopolar, incluye: trastorno depresivo mayor, episodio único; trastorno depresivo ma-
los trastornos bipolares, incluyen: trastorno bipolar I, episodio maníaco único; trastorno
bipolar I, episodio más reciente hipomaniaco; trastorno bipolar I, episodio más reciente
maníaco; trastorno bipolar I, episodio más reciente mixto; trastorno bipolar I, episodio más
reciente depresivo; trastorno bipolar I, episodio más reciente no especificado; trastorno bi-
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
polar II, trastorno ciclotímico; trastorno bipolar no especificado; trastorno del estado de
ánimo debido a enfermedad médica (mencionarla); y trastorno del estado de ánimo no es-
pecificado.
fobias específicas, que no suelen relacionarse con ningún trastorno de personalidad, el resto
dad por evitación. La depresión y algunos tipos de trastornos de ansiedad se incluyen tam-
Los trastornos depresivos del eje I suelen estar asociados con el trastorno de perso-
(en cada trastorno consideran algunas características esenciales y otras secundarias, que
pueden aparecer o no, tratando de elaborar un prototipo del trastorno) que encierra algunas
ventajas desde el punto de vista clínico: facilitar la comunicación entre profesionales, re-
y las categorías diagnósticas se han generado básicamente por consenso de clínicos exper-
tos (Beutler y Malik, 2002). Esta debilidad teórica hace que este enfoque prototípico no sea
ansiosa y depresiva, y cada vez se reclama más una revisión en profundidad de este sistema
categorial para transformarlo, de tal forma que se incluyan dimensiones basadas en rasgos
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
te se critica la tendencia a aumentar las categorías diagnósticas sin basarse en una buena
Por otro lado, y en lo que respecta a los trastornos de personalidad, tendrían que de-
limitarse sus relaciones con las dimensiones normales de personalidad, sobre todo teniendo
son distintas “en función de la edad, el género y el nivel profesional (en unos casos, rela-
ciones lineales y en otros no)…” (Pelechano y Pastor, 2005, p. 536); lo que tiene implica-
Por todo ello, resulta lógico que, desde sectores que defienden el enfoque dimen-
depresión.
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Una de las propuestas que se han hecho para intentar cubrir, tanto los rasgos normales de personalidad como
los trastornos de personalidad, incluidos en el Eje II, es la estructura de los Big Six. Cuatro de estos factores
son relevantes tanto para la personalidad normal como para la personalidad patológica: Neuroticis-
mo/Emocionalidad Negativa versus Estabilidad Emocional, Extraversion/Emocionalidad Positiva versus
Introversión/Distanciamiento, Amabilidad versus Oposición, y Responsabilidad/Restricción versus Irrespon-
sabilidad. El quinto pertenece sólo al dominio de la personalidad normal: Apertura a la experiencia. Y, por
último, el sexto pertenece sólo al dominio de la personalidad patológica: Rareza (Watson, Clark y Chmie-
lewsky, 2008)
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
lado muchas definiciones, los teóricos no han llegado a un consenso total; esta complejidad
hizo que W. Mischel declarara, hace ya muchos años, que la personalidad era más bien “un
campo de estudio que un aspecto distintivo de la persona” (Mischel, 1971, p. 2). En los
años 30 del siglo pasado, Allport, aparte de recoger una larga lista de definiciones de per-
sonalidad aportadas por otros autores, presenta su propia definición: personalidad es “la
organización dinámica dentro del individuo, de los sistemas psicofísicos que crean patrones
ambiente” (Allport, 1937, p. 48). Aunque esta definición se ha tomado como punto de refe-
rencia, han seguido apareciendo otras definiciones de personalidad que suelen estar inte-
gradas en la visión que sus autores tienen, lo que ha permitido que se haga alguna propuesta
de estructura para ubicar por grupos las distintas definiciones, según los aspectos que acen-
túen (véase Pervin, 1993). Para nuestros fines, y resumiendo mucho, podemos considerar
que la personalidad está compuesta de disposiciones (o rasgos) que mueven a las personas a
comportarse (incluyendo también pensar y sentir) de una manera relativamente estable y/o
relativamente consistente (la estabilidad y/o consistencia total indicaría más bien una pato-
Esta forma de actuar, pensar y sentir que llamamos personalidad, se ha ido conformando a
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
tico), representado por el temperamento3, y el ambiente en el sentido más amplio del tér-
mino4.
Es lógico pensar que algo tendrá que ver la personalidad en la aparición de los pro-
blemas ansiosos y/o depresivos que padecen las personas. Desde la antigüedad se han liga-
Galeno) y, por tanto, serían aquellas dimensiones de personalidad más teñidas por el tempe-
ramento las que podrían explicar mejor las alteraciones emocionales; es decir, dimensiones
temperamentales básicas, que cumplan algunas condiciones: que sean rasgos, que diferen-
cien a las personas y que estén asentadas biológicamente, en sentido amplio (Pelechano,
2000).
tornos de ansiedad y/o depresión son relevantes dos autores: Eysenck y Millon, que aunque
ambos son defensores de una continuidad sindrómica, defendiendo, básicamente, que los
Esta posición se opone a otras que defienden la tesis tipológica o categorial, con caracterís-
3
En las propuestas de medidas estrictamente temperamentales (obtenidas de niños, con escalas de calificación
cumplimentadas por observadores privilegiados), los autores más relevantes han sido: en Occidente, Buss y
Plomin (1984), que proponen: actividad, sociabilidad) y emocionalidad (que incluye miedo e ira). Y en la
tradición rusa, Strelau que propone 6 dimensiones: vivacidad, perseveración, sensibilidad sensorial, reactivi-
dad emocional, paciencia y actividad (Strelau y Zawadzki, 1995).
4
Otra parcela de la personalidad, relacionada con el temperamento, es el carácter, que tiene un sentido moral
(bueno o malo) y tiene que ver con valores, metas y creencias sobre uno mismo y el entorno (Cloninger, Sva-
rakic y Przybeck, 1993). Se ha considerado también como el conjunto de hábitos de comportamiento que la
persona va adquiriendo a lo largo de su vida y que afectan a su interacción con el ambiente, tanto en el ámbito
personal como social. Se le relaciona con la socialización individual, con mucha influencia en la vida cotidia-
na, y que se reflejaría, especialmente, en las dimensiones socio-actitudinales (Andrés-Pueyo, 1997).
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
1989).
hecho, participó en la elaboración del DSM III, donde se propuso la inclusión de los tras-
tornos de personalidad en el Eje II. Para Millon, un individuo con una personalidad normal
tiene 3 notas características: Muestra capacidad para relacionarse con su entorno de una
fomentar círculos viciosos y una estabilidad lábil (que inhibe un afrontamiento efectivo) es
esencialmente autofrustrante, y puede ser considerado desde una perspectiva más amplia
del enfoque biosocial que había planteado con anterioridad) que parte de la consideración
sus entornos habituales. Este estilo adaptativo se define por el cruce o la combinación de
una serie de polaridades: (1) propósito de la existencia (logro del placer versus evitación del
dolor). (2) modo de adaptación (activo versus pasivo); (3) estrategia de reproducción (desa-
rrollo de uno mismo versus desarrollo de los otros); y (4) pensamiento versus sentimiento;
esta última sería complementaria de las anteriores (Millon, 1990). Millon defiende una con-
tinuidad sindrómica, considerando que las patologías psicológicas son desviaciones cuanti-
tativas del promedio sobre una distribución de rasgos, por tanto habría un continuo donde,
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
personales de los individuos y que toda actividad terapéutica debe estar guiada por el tipo
experimental y diferencial), que luchó por unir los dos “mundos de la psicología” (como
llamó Cronbach a los enfoques experimental y diferencial), y que se puede considerar uno
de los más influyentes en el desarrollo de la psicología científica. Para nuestros fines, nos
(uso del análisis factorial) que hasta ese momento (años 50) se había aplicado al estudio de
ción y localización cerebral de dos dimensiones que han sido tratadas desde la antigüedad
que se conoce como la teoría de los tres factores. Sitúa el asentamiento biológico de la ex-
inciden en el córtex y en la formación reticular que, a su vez, envía activación al córtex; por
otro lado, el córtex da “órdenes” a la formación reticular para que siga activándolo. Todo
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
esto tiene su incidencia en cómo se comportan los introvertidos y los extravertidos: el nivel
por eso aquéllos suelen estar más alerta que éstos. La localización cerebral de la dimensión
de neuroticismo la sitúa Eysenck en el cerebro visceral (sistema límbico); las personas ines-
tables (con neuroticismo alto) suelen tener con facilidad niveles elevados de activación
subcortical, que, por otra parte, como existen conexiones hacia el sistema reticular activa-
dor ascendente, la activación del sistema límbico puede producir activación cortical tam-
bién. Estos procesos activadores tienen efectos en los procesos de condicionamiento: los
introvertidos, al contrario que los extravertidos, tendrían más facilidad para ser condiciona-
dos (los introvertidos y emocionalmente inestables tendrían mucho más) y preferirían situa-
las puntuaciones extremas de la extraversión. Sin embargo, cuando las puntuaciones extre-
la psicopatología; así Eysenck considera que los distímicos (o psicasténicos para Jung)
combinan un elevado neuroticismo con un alto grado de introversión; y que los histéricos
tienen un neuroticismo alto y un alto grado de extraversión (Eysenck, 1967, 1975). Ade-
páticas..." (Eysenck, 1975, p. 49). Bien es verdad, que luego matiza esa afirmación, consi-
derando que estos datos correlacionales no prueban que los rasgos de personalidad predis-
pongan al individuo a la neurosis o al delito, más bien se inclina a pensar que ciertas estruc-
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
con lo que sería el sustrato biológico el que aportaría ese factor de predisposición a padecer
trastornos emocionales5.
nes entre las dimensiones de personalidad y los trastornos de ansiedad y depresión, sería la
teoría de los tres factores de Eysenck. Sus presupuestos básicos siguen de actualidad y sus
Cinco Grandes (Costa y McCrae, 1992). Las dimensiones N y E son las dimensiones más
ligadas al temperamento, con más influencia genética6 (Eysenck, 1975; Pedersen, Plomin,
McClearn y Friberg, 1988) y que quizás puedan explicar mejor la aparición de la ansiedad y
la depresión.
ansiedad y de depresión que tenían grupos extremos en cada uno de los rasgos de los Cinco
muestran en la Tabla 1, eran previsibles, sobre todo las diferencias significativas, tanto en
5
A la tercera dimensión, el psicoticismo (P), Eysenck no le asigna una localización cerebral concreta; la rela-
ciona con la acción de una poligenia que da lugar a una vulnerabilidad inespecífica, que predispone a las
personas a la psicosis, en sus puntuaciones muy extremas. Las personas altas en P serían: solitarias, poco
empáticas, crueles, poco sensibles… (Eysenck y Eysenck, 1985), es decir, se podrían relacionar con delin-
cuencia o con trastorno de la personalidad antisocial.
6
Los estudios que se han realizado con otras dimensiones de personalidad, dentro del modelo de los Cinco
Grandes, empleando gemelos idénticos y fraternos, muestran que otros rasgos como "apertura a la experien-
cia" y "responsabilidad" tienen también un componente hereditario importante, con poca influencia del am-
biente compartido; por el contrario el rasgo "cordialidad" no parece tener un peso genético relevante, siendo,
por tanto, la influencia ambiental la responsable de la variabilidad (Bergeman, Chipuer, Plomin, Pedersen,
McClean, Nessenroade, Costa y McCrae, 1993).
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En este estudio, 609 personas cumplimentaron los cuestionarios: NEO-PI-R (Costa y McCrae, 1992), BDI,
(Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979, 1983) y STAI rasgo (Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1971, 1994). En
cada uno de los rasgos del NEO-PI-R se seleccionaron grupos extremos (con los sujetos que puntuaban 30 %
superior y 30 % inferior) y luego se compararon las puntuaciones de ansiedad y depresión obtenidas por los
grupos.
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
criterial es evidente (Costa y McCrae, 1992). Los datos muestran que el rasgo de "apertura
a la experiencia" no parece tener relación con depresión, pero sí con ansiedad: parece que
tienden a tener más ansiedad las personas bajas en "apertura a la experiencia", si bien las
diferencias no son grandes. Por otro lado, las personas con bajas puntuaciones en "cordiali-
dad" y en "responsabilidad" tienen mayor ansiedad y depresión que las que tienen altas
puntuaciones en estos rasgos. Según estos resultados, no sólo las personas con tendencia a
la emotividad e introvertidas son más ansiosas y/o depresivas, sino que también lo son las
De estos resultados podemos apuntar, tentativamente, que las personas con niveles
altos en ansiedad y/o depresión tienen una, o más de una, de las siguientes características:
neuroticismo alto, extraversión baja y responsabilidad baja. Sin embargo, estos resultados
res predisponentes para padecer ansiedad o depresión, ya que las medidas de ansiedad, de
depresión y de personalidad se han obtenido al mismo tiempo con instrumentos del mismo
Además, no se descarta que algunas medidas de personalidad estén afectadas por el propio
rentemente previas a padecer los problemas de ansiedad o de depresión. Los estudios que
han obtenido mejores resultados han sido realizados con diseños longitudinales, como los
llevados a cabo por el grupo de Kagan (Kagan y Moss, 1962), pero son escasos por las difi-
adolescencia.
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
Sin embargo, existe una gran cantidad de investigaciones, usando muestras análogas
o mixtas, que estudian las relaciones entre distintas dimensiones específicas de personali-
dad, ansiedad y depresión, interesándose, sobre todo, por encontrar marcadores de vulnera-
bilidad hacia estos trastornos. Una muestra de los principales avances en este campo se
ofrece a continuación.
Desde siempre se sabe que hay personas más susceptibles que otras a convertirse en
ansiosos y/o depresivos, y que algunas personas reaccionan a los sucesos vitales cotidianos,
más o menos estresantes, con estados de ansiedad y/o depresión, y otras no. Desde la anti-
güedad se ha intentado buscar una explicación a este fenómeno (por ejemplo, atribuir a los
mente se postula la existencia de una diátesis, entendida como una serie de rasgos biológi-
algunos autores han propuesto al concepto tradicional de diátesis, que incluye también las
3); por tanto, a veces, para que se produzca el trastorno se requiere la participación de otros
factores. “La diátesis, en este caso, incluye la vulnerabilidad al estrés” (Zuckerman, 1999,
8
En lo que sigue, cuando hablamos de personalidad nos estaremos refiriendo a dimensiones de personalidad
normal; no vamos a analizar las relaciones de los estados clínicos de ansiedad y depresión con trastornos de
personalidad, que implicarían un análisis más amplio y complejo.
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
p. 3). Este planteamiento ha dado lugar a las propuestas de los modelos de diátesis-estrés
que, en su forma general, consideran que cada persona tendría un grado de vulnerabilidad o
efecto umbral para el desarrollo de un determinado trastorno, de tal forma que con alta vul-
nerabilidad se desarrollaría el trastorno con una situación poco estresante (por ejemplo,
algunos fastidios), mientras que con baja vulnerabilidad tendría que darse una situación
muy estresante para que se produjera el trastorno. La vulnerabilidad sería una función de
factores genéticos y biológicos pero influidos por factores, tales como las estrategias de
estresante (Zubin y Spring, 1977, citado por Zuckerman, 1999)9. Por tanto, la capacidad del
estrés -entendido como estímulo estresante- para producir el trastorno, dependerá mucho de
Los estudios longitudinales, especialmente los del grupo de Kagan, han mostrado
y la depresión se mantienen a lo largo del tiempo (Kagan, 1989, 1994; Kagan y Moss,
1962; Woodward y Fergusson, 2001); por ejemplo, los niños que a los 14 años se califica-
ban como más inhibidos eran más ansiosos cuando llegaban a adultos (Kagan y Moss,
1962). En estudios más controlados, niños examinados a los pocos meses de vida y catalo-
gados como inhibidos, a los 7 años tenían más miedos, eran más reservados con adultos
extraños, más tímidos con niños desconocidos, cautos en situaciones de moderado riesgo y
9
Para Zuckerman, la vulnerabilidad es un rasgo y el episodio psicopatológico un estado. Distingue, por tanto,
entre variables marcadoras de la vulnerabilidad, que serían aquellas características biológicas o conductuales
que no cambian con la aparición del trastorno (con niveles anormales tanto durante el trastorno como una vez
superado éste) y variables marcadoras del episodio, que adquieren niveles anormales durante el estado de
episodio clínico, pero que vuelven a los niveles normales una vez superado éste (Zuckerman, 1999).
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
de comportamiento tenso (Kagan, 1989)10. Y desde hace tiempo se sabe que algunas de
sentir y de comportarse a lo largo de su desarrollo vital; esto es así porque, al ser el tempe-
ramento heredado básicamente, los padres y los hijos se parecerán bastante y la pautas de
y seleccionando parejas que se parecen a él, reforzando así los estilos interactivos que se
han establecido en los primeros años de la adolescencia (Caspi, 2000). Esto tiene gran im-
portancia porque no sólo habría que decir que la personalidad se va configurando por la
acción del temperamento y el ambiente en el que se desarrolla la persona, sino que el tem-
la persona, lo que tiene implicaciones para la educación y, en su caso, para establecer estra-
con antelación las características de las personas que son propensas a padecer ansiedad o
Son muchos los investigadores que piensan que, en la aparición de los trastornos de
tengan las personas que los padecen. El problema es que la evaluación de la personalidad
premórbida exige diseños longitudinales que encierran grandes dificultades para llevarlos a
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Kagan defiende que los inhibidos y desinhibidos forman dos grupos que tienen tipologías distintas, y los
individuos dentro de cada grupo "comparten un genotipo, una historia ambiental y un conjunto de característi-
cas fisiológicas y conductuales correlacionadas" (Kagan, 1989, p. 5). Así, los niños inhibidos tienen un um-
bral más bajo de reactividad en el sistema límbico, mostrando más alta y más estable la tasa cardiaca, un diá-
metro mayor de la pupila, más tensión motora y más niveles de cortisol por la mañana.
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
cabo y son pocos los estudios que han podido obtener datos premórbidos: los resultados
obtenidos con depresión la relacionan con neuroticismo; con ansiedad no se conocen estu-
dios longitudinales de relevancia (Clark, Watson y Mineka, 1994). Además, muchos de los
trabajos llevados a cabo han empleado rasgos muy generales de personalidad, lo que unido
a la comorbilidad que, de hecho, existe entre ambos trastornos, hace que los resultados no
cas de personalidad que demuestren tener relación con la ansiedad y la depresión, son de
tipo retrospectivo, y asumen que la vulnerabilidad es un rasgo estable que se modifica poco
o nada con el trastorno y que, por tanto, es posible identificar indicadores de vulnerabilidad
trastorno, que lo hayan padecido o que lo puedan padecer (Zuckerman, 1999). Sin embargo,
ansiedad y/o depresión, se va tendiendo más a usar medidas específicas de personalidad que
aportan mayor precisión y poder predicitivo (Beck, 1983; Blat, 1974; Clark et al., 1994;
Naragon-Gainey, Watson y Markon, 2009), aunque sin olvidar que el uso de dimensiones
bre la comorbilidad entre ansiedad y depresión, y que dentro del modelo de los Big Five es
posible obtener información de las facetas de cada rasgo global (Costa y McCrae, 1992).
Uno de los grupos de investigación que más ha trabajado en la clarificación de las relacio-
nes entre variables de personalidad y los trastornos de ansiedad y depresión ha sido el for-
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
mado alrededor de los investigadores David Watson y Lee Anne Clark, de la Universidad
laron su teoría del Modelo Tripartito (Clark y Watson, 1991) para interpretar los signos y
los síntomas de los trastornos de ansiedad y depresión. En este modelo se defiende que la
ansiedad y la depresión comparten un componente común que abarca diestrés afectivo ge-
neral y otros síntomas comunes; y que se diferencian uno de otro trastorno en que la ansie-
dad está caracterizada por un arousal fisiológico elevado y la depresión por la ausencia de
afectividad positiva y anhedonia. El modelo ha tenido una gran influencia, tanto teórica
como clínica, y plantea tratar ambos trastornos conjuntamente como trastornos de diestrés
que, a su vez, tienen cuatro componentes básicos: afectivo, cognitivo, biológico y conduc-
1995b).
El modelo tripartito, que en principio se ha usado para estructurar los signos y sín-
tomas de la ansiedad y la depresión, se ha mostrado útil también para aportar algo de luz
sobre las relaciones entre estos trastornos y la personalidad (Clark et al., 1994). En el mode-
lo se relacionan los tres componentes de los trastornos de diestrés (el factor general y los
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Para la evaluación de los afectos positivos y negativos se ha empleado un instrumento sencillo de aplicar:
La lista de afectos negativos y positivos en sus dos versiones: la versión breve (2 escalas de 10 ítems cada
una), PANAS (Positive and Negative Affect Schedule) (Watson y Clark, 1988); y la versión extendida (60
ítems), PANAS-X (Watson y Clark, 1994).
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
de afecto negativo (NA) incluido en el neuroticismo (N); los autores apuntan que las pun-
miedo) parecen involucrar, por una parte, a una dimensión subyacente de vulnerabilidad
que afectaría tanto a la probabilidad del desarrollo de la depresión como al grado de croni-
cidad de su curso; y, por otra, a la ansiedad; sin embargo, al ser éste un trastorno muy hete-
rogéneo, faltaría determinar el papel que juega NA en los pacientes con trastornos mixtos
(específico de la depresión) está relacionado con el rasgo de afectividad positiva (PA), inte-
grada en el rasgo temperamental de extraversión (E). Con respecto al hecho de que PA/E
funcione como una dimensión subyacente de vulnerabilidad para la depresión, los resulta-
dos no están tan claros como con N (existen problemas con algunas facetas de E). (c) El
menos relacionado con los rasgos globales de personalidad; sin embargo, los autores apun-
de los autores, “la sensibilidad a la ansiedad podría ser la expresión personológica de una
sensibilidad biológica subyacente” (Clark, Watson y Mineka, 1994, p. 11). De todas for-
mas, habría que tener en cuenta que N contiene a la ansiedad entre sus facetas (estaríamos
ansiedad como un rasgo temperamental en sí mismo, situado entre E y N, más cerca de este
les tales como frustración, deprivación, estímulos novedosos o ambiguos, etc (Gray, 1982)
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
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. Este sistema de inhibición propuesto por Gray se ha interpretado también de una forma
portante no sólo para la ansiedad, sino también para la depresión (Fowles, 1993, citado por
con algunos tipos de ansiedad: una es la "sensibilidad a la ansiedad" (SA) (Sandín, Valien-
te, Chorot, Santed y Lostao, 2007; Taylor, Koch y Crockett, 1991), que se refiere a la ten-
dencia a sentir miedo ante los propios síntomas de la ansiedad; se ha vinculado a los tras-
2008). Otra es la "vulnerabilidad al asco" (VA) (Matchett y Davey, 1991; Page, 1994; y
Sandín et al., 2008), que es la tendencia a experimentar asco (como emoción básica que
tes. Se han diferenciado dos facetas: propensión al asco (tendencia a sentir repugnancia con
sentir asco); las medidas de autoinforme de propensión al asco predicen mejor las fobias
SID y las de sensibilidad al asco predicen mejor la agorafobia y los miedos interpersonales
(Sandín et al., 2008). En algunos estudios realizados con las tres dimensiones (SA, propen-
sión al asco y sensibilidad al asco) la SA es la que predice más tipos de ansiedad (Sandín et
al., 2008).
12
Parece ser que Gray, casi al final de su vida, abandonó la idea de considerar la ansiedad como rasgo tempe-
ramental independiente y se inclinó más por la inclusión de la ansiedad en N, según la teoría de Eysenck (Pe-
lechano, comunicación personal, junio, 2011).
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
delos estructurales para describir los síntomas de la ansiedad y la depresión y sus relaciones
con rasgos de personalidad, aportan datos que contradicen la supuesta exclusividad del
afecto positivo (PA) para la depresión, y han mostrado como PA está relacionado no sólo
con la depresión sino también con la ansiedad social. Los autores tratan de profundizar en
las fuentes de comorbilidad entre la depresión y la ansiedad social, utilizando para sus aná-
lisis tanto medidas de síntomas (instrumentos específicos para evaluar los trastornos, que
que incluyen NEO-PI-R, PANAS-X...); así como dos tipos de muestras: estudiantes y pa-
cientes psiquiátricos. El trabajo es pionero en plantear un modelo que analiza las relaciones
entre los síntomas de depresión y ansiedad social, y las facetas de la extraversión / emocio-
nalidad positiva (E/PA), mientras se controla la varianza común entre estos constructos.
Los resultados, usando las muestras normales y clínicas combinadas, indican que la ansie-
path) con cuatro facetas de E/PA (por este orden): sociabilidad, dominancia, PA y búsqueda
de diversión (relación fuerte con las dos primeras y débil con la última); mientras la depre-
sión la tiene sólo con dos facetas: una intensa relación con PA y más débil con sociabilidad.
El estudio muestra, por tanto, que la ansiedad social está relacionada con más facetas de
E/PA que la depresión, sin embargo, faltaría encontrar alguna faceta de personalidad que
et al., 2009).
perfiles distintos de personas que por su historia personal (pautas de crianza, contextos vi-
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
vidos...) son propensas a padecer depresión cuando sufren determinados sucesos vitales
nes interpersonales seguras para superar su baja autoestima); el segundo tipo es el "autó-
dos; Coyne y Whiffen, 1994). En realidad, estos perfiles originalmente fueron propuestos
desde el campo psicoanalítico por Blat (1974) que estableció dos tipos de depresión: anaclí-
tica (la padecerían los que han sido criados bajo excesiva dependencia cuando se enfrentan
a pérdida o rechazo interpersonal) e introyectiva (la padecerían los que han sido criados con
"autonomía", para el segundo. Se han empleado distintas escalas para evaluar estas dos
dimensiones de personalidad, pero las más usadas son la SAS (Sociotropy-Autonomy Sca-
le), elaborada por el grupo de Beck (Bieling, Beck y Brown, 2000) y la DEQ (Depressive
Experiences Questionnaire; Blatt, D'Affitti y Quinlan, 1976). Se asume que estas dos di-
gonales; sin embargo, se han encontrado correlaciones positivas (no mayores que 0,30) que
han dado lugar a discusiones teóricas sobre cómo interpretar la posibilidad de que haya
personas altas en las dos dimensiones; por ejemplo, Blatt et al. (1976) consideran que en
muestras clínicas es más probable encontrar personas con puntuaciones elevadas en ambos
tipos de dimensiones (véase Zuroff et al., 2004 para conocer otros aspectos de la polémica).
al. (2004) se recogen algunos estudios longitudinales en los que se han empleado medidas
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
de Brewin y Firth-Cozens (1997; citado por Zuroff et al., 2004) que evaluó dependencia
predecía dos años después los síntomas depresivos en hombres y la dimensión de autocríti-
ca lo hacía en ambos sexos. A los 10 años de seguimiento los efectos predictivos de estas
dos dimensiones de personalidad se mantenían sólo en hombres. Este estudio, por tanto,
embargo, en los últimos años se han realizado estudios para analizar la intuida heterogenei-
realizado por Rude y Burnham (1995) con los ítems de dependencia de la escala DEQ y los
de sociotropía de la SAS, dio como resultado en las dos escalas dos factores: "necesidad"
separación de personas específicas con valor para la persona). Lo más relevante es que la
esta predicción (las mujeres, sin embargo, puntuaban más en "conexión"). Estos resultados
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
dictivos, y también ayuda a explicar por qué "las medidas de depresión se relacionaban más
con autocrítica que con dependencia. [Es razonable pensar que] las correlaciones de depen-
dencia con depresión estaban atenuadas por la inclusión de varianza relacionada con "cone-
2004, p. 504).
esa vulnerabilidad. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer: Clark et al. (1994) apun-
tan la necesidad de "más estudios longitudinales en los que se siga a personas, cuya perso-
de tiempo para que se produzca tasa base suficiente del trastorno, y así poder distinguir con
claridad la causa de la concomitancia o de los efectos residuales" (p. 114). Hay necesidad
persona-situación, como dicen Zuroff et al. (2004), "sorprende que los mecanismos cogni-
tivos mediante los que la persona percibe, asigna significado personal y recuerda los suce-
sos negativos de la vida y los episodios relacionales negativos hayan sido descuidados por
los investigadores" (p. 506); por otro lado, las interacciones entre personalidad y sucesos
vitales estresantes no siempre son lineales, por lo que en muchos casos habría que emplear
diseños no lineales que puedan apresar la relación real (Monroe y Simon, 1991; citado por
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Ansiedad y depresión: Relaciones con personalidad P. González Leandro y M.D. Castillo
Actualmente parece que hay una nueva esperanza en el conocimiento de las bases
sonalidad molecular (MPSs) adaptadas al modelo de los Cinco Grandes. Mediante la nueva
mayor parte de los genes de un grupo grande de personas para ver cómo varían de unos
(SNP) y se resumen para formar MPSs. Las medidas obtenidas con las MPSs se comparan
luego con los datos obtenidos del NEO-PI-R para establecer validez convergente y discri-
minante: Los resultados obtenidos van en la dirección prevista, excepto para E, sugiriendo
que los rasgos de personalidad son el resultado de un gran número de genes con un pequeño
efecto para cada uno de ellos (lo que, de paso, demuestra que la búsqueda del gen único
personalidad, lo que abre la puerta a futuras investigaciones para determinar de una manera
1988, 1991, 1996), que recomienda seguir los siguientes pasos para alcanzar buenos niveles
de precisión en la predicción, dentro del sistema que se esté estudiando. En primer lugar,
delimitar el nivel de análisis, que dentro del nivel psicológico funcional de las varia-
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muy situacionales a otros muy consolidados -hay otros niveles dentro de las varia-
5. Conclusiones.
En este trabajo hemos querido hacer un recorrido por el estado actual de los cono-
cimientos sobre las relaciones entre la personalidad y los trastornos de ansiedad y depre-
personalidad tienen las personas que están en riesgo de padecer algún tipo de depresión o
de ansiedad.
tiempos -hasta bien entrada la Edad Moderna estuvo dominado por la teoría hipocrática–
desde dos enfoques principales: (i) los sistemas taxonómicos prototípicos (actualmente la
nes e interacciones. Si bien los sistemas taxonómicos han tenido la virtud de colaborar en el
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Un parámetro es "… un atributo, constante o variable, que es externo al sistema pero que actúa sobre él. Se
trata de un elemento externo al sistema que no es contemplado en principio pero que posee una cierta relevan-
cia para el funcionamiento del sistema que se está estudiando. Este parámetro puede ser entendido como una
variable simple o como un sistema entero, que es externo al sistema que se está estudiando" (Pelechano, 1996
p. 351).
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de los trastornos de ansiedad y depresión, unidos a los trabajos sobre genética, impulsados
por los nuevos conocimientos sobre el genoma humano, sí ha producido algunos resultados
relevantes en el pasado (Beck et al., 1979; Eysenck, 1967; Gray, 1982; Spielberger, Gor-
such y Lushene, 1971), y está generando una gran cantidad de trabajos que auguran un fu-
nes con los sucesos vitales estresantes, que pueden explicar los factores antecedentes pre-
dictores de la aparición de la ansiedad y/o la depresión (Clark et al, 1994; McCrae et al.,
2010; Naragon-Gainey et al., 2009; Zuckerman, 1999). De los estudios analizados sobre
dimensiones de personalidad que se vinculan a ansiedad o depresión, está claro que N pre-
dice los síntomas comunes a los dos trastornos, pero hay muchos problemas para encontrar
sión; incluso el PA/E, que en un principio parecía que predecía sólo depresión, se ha de-
mostrado que también predice algunos tipos de ansiedad (Naragon-Gainey et al., 2009).
Son prometedoras, por otro lado, algunas propuestas de dimensiones específicas de perso-
(Sandín et al., 2007; Taylor et al., 1991), vinculada a la aparición de fobias y ansiedad ob-
tica", que se relacionan con la aparición de depresión (Bieling, Beck y Brown, 2000; Blatt,
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ecuaciones estructurales. Por otro lado, llevar a cabo este tipo de investigaciones exigirá
diseños complejos que podrían realizarse con mayor rigurosidad científica dentro de un
marco justificativo como el modelo de parámetros (Pelechano, 1988, 1991, 1996), que ya
ha producido algunos resultados relacionados con el tema que nos ocupa, como la delimita-
ción de los síntomas genuinos de la depresión (Peñate, 2001), y el análisis de las relaciones
presión se sigan beneficiando de los avances que se están produciendo en otras disciplinas,
mano.
Referencias
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