“En el trabajo, a eso de las diez de la mañana, me ponía a pensar en
la bebida. Al mediodía salía a tomarme una o dos copas. Como a las tres, ya me temblaba el cuerpo. Tenía unas ganas locas de acabar el trabajo para tomar otra copa. Lo normal era que bebiera unas dos de camino a casa. Sobre las siete volvía a sentir el mismo deseo irresistible. Bebía, me caía desmayado de la silla y me mojaba los pantalones, y así, orinado, yacía hasta la mañana siguiente. Tome esta situación y multiplíquela por los siete días que tiene la semana; multiplique el resultado por las cincuenta y dos semanas que tiene el año; luego, multiplíquelo por veintinueve años.”
ESTE hombre es un alcohólico, pero no es el único. Millones de personas de
todo el mundo luchan con este vicio funesto que, en palabras del teólogo Vernon E. Johnson, “afecta al hombre entero: física, mental, psicológica y espiritualmente”. Muchos expertos dicen que el alcoholismo es incurable, aunque puede atajarse con un programa vitalicio de abstinencia. No es una exigencia irrazonable, pues el alcohol no es esencial para la vida. Lo cierto es que Dios desaprueba el abuso del alcohol. (1 Corintios 6:9, 10) Más vale entrar en el nuevo mundo privado del alcohol, que entregarse a esta adicción y perder la vida eterna. (Mateo 5:29, 30.) Liberarse del alcohol —y permanecer libre— suele ser una tarea frustrante. (Compárese con Romanos 7:21-24.) ¿Qué ayudas hay? Examinemos algunos consejos directos. Aunque usted no beba, estos consejos le mantendrán informado y le permitirán ayudar a amistades o parientes que luchen con el alcoholismo. Examínese con franqueza El negar que es alcohólico es uno de los mayores obstáculos que usted ha de superar. La negación es una forma de insinceridad. Es racionalizar con un propósito: proteger su libertad de beber. ‘No soy tan malo —quizás razone—. Aún tengo a mi familia. Todavía conservo el empleo.’ Cierto, pero, lo que es más importante, usted todavía tiene el alcohol. La negación quizás le impida escuchar a los amigos que desean ayudarle. Robert notó que el padrastro de su esposa se estaba enviciando con la bebida y que su comportamiento había empeorado. “Pocos días después le hice frente — explica Robert— y le pregunté si creía que la bebida afectaba su comportamiento.” ¿Qué respuesta obtuvo? “Me topé con una negación absoluta, con comentarios del tipo de ‘no tienes ninguna prueba’ y ‘no tienes ni idea de cómo me siento’.” Si un familiar cercano o un amigo le dice que está preocupado porque usted bebe demasiado, hágase un examen franco y serio. (Proverbios 8:33.) ¿Puede vivir sin el alcohol una semana entera, todo un mes o varios meses? De no ser así, ¿a qué se debe? No sea como el hombre que se engaña con razonamientos falsos. Santiago dice que “este es semejante al hombre que mira su rostro natural en un espejo. Pues se mira, y allá se va e inmediatamente olvida qué clase de hombre es”. (Santiago 1:22-25.) Después de que comience a recuperarse, todavía tendrá que tener cuidado con la negación. El libro Querer no es poder explica: “El individuo [que es] recientemente abstinente puede creer que como ha sido capaz de no usar la droga durante un breve tiempo —tal vez por primera vez—, ya está curado”. Esta manera de razonar crea la peor clase de adicción, y es el primer paso a la recaída. A fin de resistir la negación de la realidad, no deberá luchar en solitario. Busque ayuda Cuando cierto hombre, al que llamaremos Leo, se dio cuenta de que no podía combatir el alcoholismo por sí solo, procuró ayuda profesional. Tras someterse a un tratamiento intensivo, se hallaba en vías de recuperación. Él opina que nunca se subrayará demasiado el valor de la ayuda de los expertos. Si dispone de esta ayuda en su localidad, puede optar por recibirla. Sin embargo, tenga presente que la abstinencia no es suficiente para recuperarse. Tras el alcoholismo subyacen problemas más profundos a los que debe enfrentarse. Es peligroso pasarlos por alto. La Dra. Charlotte Davis Kasl escribe: “He entrevistado a pacientes que han seguido un tratamiento contra el abuso de sustancias adictivas catorce veces, porque no se trataron los problemas fundamentales del abuso, la dependencia y el descuido”. Dennis comprobó que esto es así: “Era un alcohólico sobrio y aun así tenía muchos problemas —escribe—. No bastaba con dejar de beber. Tenía que analizar el pasado, examinar las lecciones de la infancia, entender cómo me afectaron y corregir mi comportamiento”. De igual modo, Leo tuvo que hacerse un examen en profundidad para seguir adelante con su recuperación. “Era muy celoso y violento —explica—. Pasaba de una racha de falta de amor propio a otra de manías de grandeza.” Leo puso en práctica el consejo bíblico de Efesios 4:22: “Deben desechar la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que va corrompiéndose conforme a sus deseos engañosos”. Sí, “su manera de proceder anterior” ha influido profundamente en la personalidad que usted tiene. Tal como el yeso adopta la forma del molde en el que se vacía, su actuación anterior ha configurado en parte su personalidad. Al eliminar la mala conducta, ¿qué queda? Una personalidad que ha sido moldeada, tal vez en el transcurso de muchos años. Por consiguiente, la recuperación exige un cambio en la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior. Cultive una relación con Dios La rehabilitación de Leo también le permitió cultivar una relación personal con Dios. Explica: “Cuando aprendí a confiar por completo en Jehová, cambió radicalmente mi actitud, conducta y enfoque de la vida”. No obstante, hay que tener cuidado. Toda relación —sea con un ser humano o con Dios— exige franqueza, honradez y confianza, cualidades contra las cuales atenta el alcoholismo. Hay que cultivarlas, pero lleva tiempo. Si usted es alcohólico, quizás no entienda qué es una relación estrecha. Puede que nunca haya tenido una relación de este tipo. Por ello, sea paciente. No trate de apresurar este paso creyendo que la relación con Dios va a surgir como consecuencia automática de la abstinencia. Esfuércese por entender a Dios y sus cualidades. Medite con frecuencia. Puede ayudarle la lectura atenta de los salmos de la Biblia que revelan sentimientos profundos de aprecio por Jehová y sus caminos. “Poder que es más allá de lo normal” Una relación con Dios basada en la confianza puede influir mucho en usted. Jehová apoyará los esfuerzos que haga por rehabilitarse. (Compárese con Salmo 51:10-12; 145:14.) Puede orarle con fervor en cualquier momento, confiado de que le dará el “poder que es más allá de lo normal”. (2 Corintios 4:7; Filipenses 4:6, 7.) El Creador conoce su interior mejor que ningún hombre. (Salmo 103:14.) Los consejeros de este mundo, que dependen de la sabiduría humana, pueden ayudarle en la lucha; pero ¡cuánto más podrá hacerlo el Creador del hombre! (Isaías 41:10; 48:17, 18.) Él ha provisto ayuda amorosa en el marco de la congregación cristiana. Quiénes pueden ayudarle En virtud de su madurez espiritual, los ancianos de la congregación cristiana pueden ser de gran ayuda. Aunque no muchos han estudiado medicina o se han especializado en el campo de la salud mental, conocen la Palabra de Dios y sus principios, y confían en ellos. Pueden resultar “como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco pesado en una tierra agotada”. (Isaías 32:2.) Aprovéchese totalmente de la ayuda que estos pueden brindarle. Por supuesto, estos ancianos cristianos, al igual que otros familiares y amigos, no van a protegerle de las consecuencias de sus acciones. La publicación Coming Off Drink (Cómo dejar la bebida) explica: “El factor más importante de la terapia es poner al alcohólico frente a frente con las consecuencias nocivas de la dependencia y lograr que se responsabilice de su conducta”. Por tanto, le tratarán con amabilidad, pero serán francos y le animarán a enfrentarse a la realidad y a no dejar el tratamiento o la línea de conducta que se necesiten para vencer en la lucha contra el alcohol. La recuperación es responsabilidad de usted Aunque puede aprovecharse de la ayuda de los demás, debe saber que ningún ser humano ni espíritu va a obligarle a recuperarse. Usted tiene libre albedrío. Su recuperación es, en última instancia, su propia responsabilidad. (Compárese con Génesis 4:7; Deuteronomio 30:19, 20; Filipenses 2:12.) Asuma esta responsabilidad y Jehová lo bendecirá. En 1 Corintios 10:13 se nos da esta garantía: “Ninguna tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla”. Por lo tanto, consuélese: es posible ganar la lucha contra el alcoholismo.