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B. L. Miller - El Corazon de Cristal PDF
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—¡¡¡Y bien!!! Sin tardar más,... — dijo Rick. —Tengo el gusto de presentarles
a las Tom Cat Kittens, con su protagonista principal, ¡¡la gatita del mes
Crystal Peaks!!
La multitud gritó más fuerte mientras las luces iban tornándose tenues. La
cortina subió y la música comenzó. Crystal envolvió su brazo izquierdo
alrededor del tubo, esperando el momento justo. La conducción, el toque
erótico, fue diseñado para captar el estado de ánimo carnal del público, y la
rubia bailarina de striptease sabía cómo usar ese estado de ánimo para
ventaja suya. Mostrando su sonrisa falsa a la audiencia, sus ojos
escudriñaron las mesas más cercanas al escenario. La experiencia le había
enseñado muy bien y Crystal pudo rápidamente escoger a sus principales
posibles clientes. Escogiendo al mejor pretendiente, un hombre de mediana
edad que sujetaba varios billetes en su mano, le guiñó el ojo y dio vueltas
alrededor del tubo. Las demás chicas a ambos lados de ella hicieron lo
mismo, y llevaron a cabo la misma rutinaria actuación.
Esta noche, sin embargo, el destino tuvo otros planes para la joven artista
de striptease. Conforme avanzaba por el borde del escenario y se inclinaba
para que su cliente colocara algunos billetes a lo largo de su tanga, una mano
grande se extendió hacia ella y la empujó fuera del escenario. Crystal se
encontró de pronto en el regazo de un hombre parcialmente calvo, la mano
todavía agarraba su brazo.
—Quiero un poco más que una simple sacudida por mi dinero, cariño— le dijo
lascivamente, usando su mano libre para tomarse la libertad de tocar sus
pechos expuestos. Su fuerte agarre no le permitía liberarse, obligándola a
soportar las caricias hasta que los gorilas de seguridad llegaron y le
quitaron de encima al cliente ofensor.
Por más que quiso Crystal un minuto para poder recuperarse, una señal de
Rick la forzó a volver sobre el escenario.
Varias filas atrás, el camarero colocó una bebida en la mesa. —¿Se les
ofrece algo más?— preguntó.
—No me digas, eso ni en sueños — Peter contestó. Pasó sus dedos por su
delgado cabello rojo y miró al de seguridad otra vez. —¿Tu piensas que él lo
es?—
—Bueno— ella tomó otro sorbo de su whisky escocés con soda. —Si él es...,
sería mejor que él fuera el que recibiera y no el que te diera o serás un
pequeño hombre dolido por la mañana.—
—Oh, pero a un hombre le gusta eso — Peter suspiró, ganándose una risa
ahogada de ella. —¿Y qué hay de ti?— Hizo señas con sus ojos hacia el
escenario. —Un par como aquellos podría sofocarte.—
—Sí, excepto qué me tengo que ir — Laura terminó su bebida e hizo una
seña al camarero. —Además no es por eso por lo que estamos aquí.—
—Si, si... sé que solo quieres obtener información para tu historia. ¡Santo
Dios! ¿Acaso vas a ser una amargada para siempre?—
—No soy una amargada — dijo fríamente. —Simplemente no pienso que una
artista de striptease sea exactamente lo que estoy buscando para que sea
mi pareja, eso es todo.—
—Gracias, pero no Peter. Estamos bien aquí, puedo ver correctamente cada
detalle.— Bebió el contenido dejando que el líquido quemara a través de su
garganta.
—Eres tan lujurioso, Peter.— Con una sonrisa. —Estas viviendo con Michael,
y andas corriendo de allá para acá como si fueras soltero. Deberías comprar
condones por si acaso.—
—Di lo que quieras querida. Yo digo que aun así te mueres por ella.—
—Ya entendí — se quejó. —No soy tan mala, pero tengo que ser capaz de
poder vivir con esa persona.— Suspiró y cogió su bebida. —¿No conoces a
algún chico gay que esté buscando un lugar para vivir?—
—Touché.— Laura dijo mientras miraba su reloj de pulsera. —Se hace tarde
y tengo que encontrarme con el editor mañana temprano.—
Laura negó con la cabeza. —¿Tu crees que pediría un crédito de un millón de
dólares y aparte pidiera más tiempo?— Se puso de pie y cogió su chaqueta.
—Gracias por venir conmigo esta noche.— Recogió su cuaderno de notas y su
bolso después Peter le ayudó a ponerse su chaqueta.
—Lo haré.— Mientras caminaban hacia la puerta Peter divisó una pizarra con
docenas de tarjetas de anuncios sostenidas en el lugar por chinchetas
multicolores. —Ah eso es una buena idea.— Metiendo la mano en el bolsillo
sacó una de sus tarjetas y la colocó en medio de la pizarra.
***
El cuerpo de bomberos estaba ya allí, habiendo sido llamado por uno de los
vecinos. Tan pronto como Crystal salió de su apartamento, los bomberos
entraron con mangueras para apagar las llamas. La stripper miraba
impotente como los raudales de agua entraban en su apartamento, salvando
la estructura pero arruinando todo lo que había dejado dentro. Quería
gritar o no volverse loca y eligió esto último. Después de meter su
identificación y su dinero en los bolsillos, consiguió a alguien que le cuidara
la caja con sus pertenencias por esa noche. Después de asegurarse de que
no necesitaba nada más, Crystal se marchó en busca de un bar cercano.
***
—No Laura, no he encontrado a nadie aún— haciendo gestos con las manos
como si ella estuviera ahí. —Pondré mañana un anuncio en el periódico, ¿te
parece bien? Si, te llamaré tan pronto sepa algo... Ok bye.— Colgó el
teléfono y se reclinó en la silla. —Por favor, tome asiento señorita. ¿En que
puedo ayudarla?—
—Sheridan, Crystal Sheridan. Estoy buscando uno que este amueblado. Pero
tiene que ser por menos de 550 y que incluya los servicios comunitarios.—
—Bien... — Peter dio su mejor sonrisa mientras juntaba sus manos. —Me
temo que el más económico que tenemos es uno de un solo dormitorio y lo
tenemos en 665. —
—Oh.— Lanzó la tarjeta de presentación que había tomado de la pizarra en
el club hacia el escritorio. —Buscaré en otra parte.—
—Oh, pero este es perfecto para usted—, contestó. —La mujer que vive allí,
Laura, es una escritora y pasa la mayor parte del tiempo encerrada en su
dormitorio trabajando en su historia.— Tomó la hoja de papel leyendo las
reglas que Laura pedía, lo miraba cuando Crystal sacó un paquete de
cigarrillos del bolsillo de su chaqueta de mezclilla. Sonriendo discretamente
tiró la lista de Laura en la papelera que estaba a un lado del escritorio.
—Bien. No puedo vivir con alguien que este jodiendo por la más mínima cosa.
—
—Por supuesto que no.— Peter usó su pie para empujar lentamente la
papelera bajo su escritorio. —Simplemente échele un vistazo a esto.—
Acercó una de las fotos de la zona. —¿Había visto usted alguna vez un lugar
más impresionante?, justo aquí esta la terraza, un lugar maravilloso donde
puede tomar su desayuno hasta tarde los domingos y por aquí... — le mostró
otra foto. —Esta es la mejor vista del lugar, los dormitorios están arriba así
como también un baño completo. ¿Lo ve? Privacidad y comodidad, todo en
uno.—
—Aun no estoy segura— Crystal mordió su labio inferior y miró de nuevo las
fotografías. El apartamento era mejor que el que había perdido y el costo
era sustancialmente poco. —¿Hay un cuarto de lavado en el lugar?—
—Mejor que eso.— Señaló una de las fotos. —¿Ve esas puertas con
persianas? La lavadora y la secadora están allí. Lo único que necesita hacer
es comprar su suavizante y su detergente.— Le señaló otra foto. —¿Tenía
usted un lavaplatos en su anterior apartamento?—
—No—
—No puedo esperar una semana o dos. Mi apartamento fue destruido por el
fuego anoche. Necesito un lugar ahora.—
—Oh pobre chica— Peter suspiró mientras colocaba sus manos en su cara.
Crystal giró sus ojos y comenzó abrir la puerta. —Espere.— Dio un paso
rodeando el escritorio y cerró la puerta. —Estoy seguro que podemos
solucionarlo. Puede darme en pagos el primer mes incluyendo el de depósito.
— Alcanzó de nuevo las fotos y se las volvió a mostrar. —Eche otro vistazo y
¿dígame si acaso no es un apartamento de ensueño? ¿le mencioné que se
encuentra a una distancia que se puede recorrer a pie hasta el
supermercado y al lago Bragg?—
Observar a Crystal mientras miraba las fotos, fue todo lo que Peter podía
hacer para no reír nerviosamente por la emoción. —¿Antes de que decida el
no aceptar, señorita Sheridan... Señorita, no es así?— Sonrió mientras
inclinaba la cabeza. —Vamos a echarle un vistazo, ¿le parece?— Sin esperar
respuesta comenzó a marcar el número telefónico de Laura. Por suerte la
escritora no estaba en casa. —Pues bien— dijo y colgó el teléfono. —Si
gusta podemos ir en mi coche, estaremos ahí en 5 minutos.— Tomó la llave
pegada con cinta adhesiva de la carpeta de Laura y la metió en su bolsillo.
—Um... seguro, está bien. ¿Podría usted traerme de regreso aquí cuando
terminemos?—
—Mi coche esta hecho un desastre — mintió. —es mejor llevar ambos autos.
—
Una vez que llegaron al complejo, a Crystal no le quedó de otra más que
estar de acuerdo con él. Cincuenta edificios se iban desplegando entre los
árboles y caminos sinuosos ayudando a crear un sentido de privacidad entre
los edificios. Siguiendo a Peter desde atrás. Estacionó su coche en el
aparcamiento.
—¿Alguna vez había visto un lugar tan exquisito?— Peter preguntó mientras
ella salía de su coche. —Tenemos un equipo de mantenimiento de tiempo
completo con solo hacer una llamada.— Le señaló el camino hacia la puerta
principal. Al abrir la puerta dió paso a una sala de estar diseñada con buen
gusto. Piezas de arte abstracto colgaban de las paredes y plantas de cactus
adornaban cada mesa. El sofá y la silla que hacían juego estaban elaborados
de suave cuero café y una televisión bastante formidable abarcaba la mayor
parte del centro de entretenimiento.
—Sí. Ahora mire por acá, señorita Sheridan. Éste es el sueño de cualquier
chef. Tiene su estante de especias, y esta encimera tiene quemadores
desmontables que usted puede sustituir por una plancha o parrilla.—
—Nunca había visto una encimera que se pudiera hacer eso — admitió,
mirándola cuidadosamente. Una pared de la cocina tenía una gran puerta de
cristal corrediza que daba acceso a una terraza cómodamente distribuida.
Había una mesa redonda blanca con sus respectivas sillas acolchonadas.
—Esos árboles son en su mayoría roble y arce — Peter dijo, señalando el
medio acre de árboles que rodeaban el complejo del lago cercano. —Son muy
bonitos en el otoño cuando cambian de colores.—
—Pues bien, supongo que ya no hay mas que mostrarle excepto el dormitorio.
— Caminó hacia las escaleras. —Usted realmente adorará el balcón.— Puso
su pie en el primer escalón y se detuvo cuando se dio cuenta de que ella no le
seguía. —¿Señorita Sheridan?—
Esta vez Peter no podía contener su emoción. Juntó sus manos y sonrió
ampliamente. —Ahora mismo iré por el contrato que está en el auto.—
—¿Dónde estás?—
—¿A casa? Peter no puedo ir a casa ahora. Quedé en almorzar con Jenny y
estaré en la escuela a las tres. ¿Podemos dejarlo para mañana?—
—Eso sería demasiado tarde. Ella quizá buscará otro lugar y quien sabe
cuánto tiempo pasará antes que pueda encontrar a alguien de nuevo.— Peter
sabía que estaba apostando mucho a la suerte, pero tenía un buen
presentimiento. —Laura, confía en mi.—
—Peter, debo irme ya.— Vaciló por un momento. —¿Estas seguro que ella es
lo que estoy buscando?—
—Afirmativo.— Contestó entusiasmado.
Laura dio otro suspiro. —Supongo que tendré que confiar en ti — dijo. —
Pero si esto no funciona... —
—No solo pude comunicarme con ella sino que también ya esta todo
arreglado, Laura me dijo, si tu la apruebas entonces esta bien. Y si tienes
cualquier pregunta acerca de ella, te puedo decir que la conozco de toda la
vida. Si vienes conmigo de regreso a la oficina, concluiremos el contrato allí
y te daré tu llave.—
***
Era después del anochecer cuando Laura llegó a casa. La primera cosa que
notó fue que el único cuarto que no estaba iluminado era su dormitorio. Oh
no, no vas a dejar encendida cada luz en esta casa, pensó para sus adentros
mientras se dirigía arriba por el pasillo.
—¿Las reglas?—
—Lo mataré — Laura mascullada, golpeando con los dedos sobre el mueble.
—Lo siento, pero eso es algo con lo que no puedo vivir.— Recogió las latas de
cerveza vacías y caminó hacia el fregadero para enjuagarlas antes de
meterlas en una bolsa de plástico y guardarlas hasta que puedan ser
devueltas a la tienda para el reciclaje. —Bien, no es el fin de mundo.
Siempre puedes ir a la terraza a fumar.—
—Ya he probado algo de ahí— dijo Crystal, levantándose del sofá y cruzando
hasta el otro lado del mostrador. —¿Qué hay en eso?—
—De nada.— La escritora se limpió las manos en el paño para secar los
platos. —Intentemos esto de nuevo. Soy Laura Taylor.—
—Crystal Sheridan.—
—¿Así que, Crystal, Peter mencionó algo acerca de un incendio?— Colocó las
pequeñas pizzas dentro del horno y lo encendió. Al ver el asentimiento de la
rubia ella continuó. —Eso es una lástima. Tuvimos un incendio cuando yo era
niña. ¿Estabas allí cuándo ocurrió?—
—Estaba durmiendo.—
—Debió haber sido un descuido por parte de Peter. Deja que ponga mis
manos sobre él... Dejó el pensamiento sin terminar. —Podemos llegar a un
arreglo.—
—Pero en ningún otro lado más — Laura le advirtió. —¿Él te comentó que
sería la mitad en todos los servicios públicos y que pagarías por tus llamadas
de larga distancia?—
—¿Oh? ¿ballet?—
—En la sala de estar al lado del sofá — dijo Laura. Cuando Crystal dio la
vuelta, la escritora se sintió obligada a mirar los pantalones vaqueros que
marcaban perfectamente su bien formado trasero y bien torneados muslos.
Fue entonces cuando pudo recordar por qué la rubia le parecía tan familiar.
La artista de striptease. Oh Peter, esta vez estas realmente en problemas.
La llamada duró sólo algunos minutos pero eso fue suficiente para que Laura
se terminara su pizza y metiera su plato en el lavaplatos. —Tengo algo que
escribir así que, que pases buena noche — dijo mientras Crystal colgaba el
teléfono. —Por favor asegúrate que todas las luces estén apagadas y las
puertas estén cerradas.—
—Buenas noches.—
—Peter, soy Laura, sé que estás en casa así que contesta el teléfono.—
Esperó un momento, luego continuó. —Bien. Llámame en cuanto puedas. Es
muy importante.— Colgó por un momento el aparato receptor, luego lo
levantó de nuevo y marcó otro número. Esta vez fue respondida por una voz
agradable.
—¿Hola?—
—Hola Jenny, soy Laura.—
—¿Estás ocupada?—
Laura miró hacia la puerta. —No puedo hablar de esto por teléfono. ¿Puedo
ir a tu casa?—
***
—¿Una fumadora?— Jenny negó con la cabeza. —¿En qué estaba pensando?
¿No le dijiste que necesitabas a alguien que no fumara?—
—Por supuesto que se lo dije. Le di una lista muy explícita de las reglas.—
Pasó sus dedos por su pelo oscuro y suspiró. —Ella es una stripper.—
—¿Una stripper? ¿Quieres decir una chica 'me quito todo y colócame el
dinero en la entrepierna', ese tipo de stripper?—
—Así que no es para nada 'la Señorita Educada'. ¿Sabe que eres gay?—
Laura negó con la cabeza. —Creo que no, a menos que Peter le dijese.—
—Crystal.—
—Bien, ve el lado bueno de las cosas. Si Crystal es una stripper, tal vez te
dará una función privada.— Jenny bromeó ganándose un golpe repentino en
el muslo.
—Oh, pienso que es una espléndida idea — Laura dijo con voz ronca,
arrastrándose por el sofá hasta que sus labios estuvieran cerca de la oreja
de su ex-amante. —Considéralo como una manera de recordar viejos
tiempos.—
—Si, que más puedo decir — murmuró, bajando sus dedos desabrochando los
botones de la blusa de Jenny. Pronto separó la blusa revelando una suave y
blanca piel, sus pechos eran demasiado pequeños para perder el tiempo con
un sostén. Laura la estiró en el sofá y comenzó a recorrer con sus labios a lo
largo de la clavícula expuesta. De pronto sintió como los dedos de Jenny se
enredan en su cabello guiándola hacia abajo. —¿Estas algo ansiosa no es así
Jen?—
Laura gimió sobre el seno con el que estaba jugando y presionó su cadera
contra el cuerpo que se retorcía debajo de ella. —Extrañaba esto —
murmuró, besando el camino a través del pecho de Jenny para lamer y besar
el otro pezón. Sintiendo como tiraba fuertemente de su blusa, se levantó y
dejó que la terapeuta vagara un poco con sus manos.
—Sabes que odio eso — dijo Laura, mirando con intención la blusa arrugada.
—Y yo odio la manera en que tú tienes que doblar todo.— Jenny peinó con
sus dedos el cabello negro de Laura.
—Soy un poco neurótica con esto, ¿no es así?— Se volvió a recostar dejando
que sus labios se rozaran. —¿Cómo pudiste vivir conmigo?—
—Bueno, pudiste haber tenido otros defectos peores que ser una compulsiva
obsesiva.—
***
Habían pasado casi dos meses desde la última pesadilla y había tenido la
esperanza de que desaparecerían para siempre. Debí haberlo imaginado.
Pensó amargamente mientras volvía a llenar el pequeño tubo. Las pesadillas...
y los recuerdos que las causaban habían estado con ella por más de doce
años ya y Cristal temía que nunca la dejaran. La droga le pegó duro después
de su tercera calada y cuando por fin llegó el sueño a la stripper, lo hizo ya
sin las pesadillas.
***
Laura miró ceñudamente de manera fortuita las secciones del periódico por
la forma revuelta en que estaban apiladas. ¿Por qué nadie pone las cosas de
la forma en las que estaban antes? Reflexionó silenciosamente. —¿Has
terminado con este?—
—Sí.— Crystal dio una larga calada de su cigarrillo soltando el humo a través
de la verja de hierro. —¿Oye, te importaría si compro una cortina nueva
para el baño? No me gusta la que tienes.—
—Bien, que tengas un buen día.— Laura recibió un gruñido como respuesta
de la stripper mientras le pasaba por un lado y entraba al apartamento. No
puedo creer que accedí a esto, pensó para sí. Sus ojos miraron el desorden
sobre la mesa. Crystal había dejado ahí su taza de café, un plato lleno con
migajas, una toalla de papel arrugada, y el periódico desorganizado. Incapaz
de dejar todo en completo desorden, Laura llevó los platos al lavaplatos y
puso en orden el periódico. Cuando se sirvió una taza de café, observó una
marca que dejó la taza en el mueble de la cocina. —¿Te cuesta tanto tomar
el paño y limpiar el mueble?— Laura murmuró maldiciones por varios minutos
mientras limpiaba el mueble y la cocina. Cuando terminó su tarea, descolgó el
teléfono y llamó a la oficina de Peter solo para enterarse que había tomado
el día libre. Entonces marcó a su casa.
—No le estoy pidiendo que limpie el piso todos los días — la escritora se
defendió. —Pero ¿la mataría pasarle un trapo al mueble de la cocina?
Deberías de haber visto el cuarto de baño.— Sin darle oportunidad a Jenny
a interrumpir, Laura continuó. —¿Tú debes suponer que ella tendría que
poner su toalla colgada en la barra justamente diseñada para eso, no es así?
No, claro que no. Ella la dejó tirada arriba del cesto de ropa. No es que no
hubiera en cualquier otro sitio una barra para colgar la toalla.—
—No pienso que esos sean diseñados para la comodidad, Laura. Son
probablemente para su trabajo.—
—Preferirías que colocara una cuerda para tender la ropa y los colgara por
allí? Obviamente no son de la clase que deban meterse en una secadora. No
todo el mundo lleva puestos suaves braguitas blancas de algodón — Jenny
razonó. Laura miró ceñudamente por las lógicas y obvias palabras de la
terapeuta.
—Pues bien, pero ella no los puede dejar por allí — dijo finalmente, calmando
su agitación.
—Lo sé — Jenny dijo, sabiendo que no era una amenaza en serio. Peter y
Laura habían sido amigos desde la escuela secundaria, cualquier cosa que se
hicieran uno al otro siempre se perdonaban —Así que no se te ocurra
molestarla por la ropa interior en el cuarto de baño.—
Laura suspiró con resignación. —Muy bien, pero ella tiene que ser más
responsable y recoger sus cosas. No voy a ser su criada personal.—
—Deberías investigar eso antes de que todo el mundo llegue.— Jenny sonrió
burlonamente. —O por lo menos le deberías advertir sobre tu madre.—
Laura puso sus ojos en blanco y gimió. —Por dios la reunión, lo había
olvidado, ahora todo mundo será testigo. ¿Te puedes imaginar que diría mi
madre si se entera de que vivo con una stripper?—
—No. Pero creo que no se sorprenderá por tu presencia. Sabes qué tienes un
lugar muy especial en su corazón.—
Jenny dio un resoplido burlón. —No empieces, Laura. Sé muy bien que tu
madre tiene sus costumbres muy arraigadas y nada le hará cambiar su
manera de pensar. Voy sólo porque Bobby espera que esté allí.—
Jenny sonrió. —¿Te acuerdas de esos altavoces para el sistema estéreo que
quería para su coche? Pensé que eso haría un gran regalo de graduación.—
—No creo que tenga que buscar mucho por una novia, Jen. Ya tiene a
bastantes llamando a casa de mamá, ¿cómo una docena de chicas por noche
buscándole?—
—Te lo dije, ¿recuerdas? ¿Cuándo tenía trece años de edad y sus cejas
comenzaron a oscurecerse, no te dije que las chicas irían todas sobre él?—
La terapeuta sonrió satisfecha. —Hay algo en ustedes los Taylor que las
mujeres no podemos resistir.—
—¿Sí? ¿Entonces por qué estoy aun soltera?— Laura preguntó con una
sonrisa.
***
Laura estaba sentada delante de la ordenador, borrando el montón de
correo electrónico sin contestar cuando escuchó el sonido de la llave
abriendo el cerrojo en el primer piso. Una mirada rápida en el reloj en la
esquina inferior de la pantalla le dio la hora, solo algunos minutos faltaban
para la media noche. Salió de su cuarto y bajó las escaleras, entró en la
cocina y vio que Crystal tomaba una cerveza del refrigerador.
¿Acaso no bebes otra cosa? Laura pensó antes de hablar. —Ejem — esperó a
que la stripper volteara a verla para continuar. —¿Vas a trabajar mañana
por la tarde?—
La rubia abrió la lata y tomó varios tragos antes de contestar. —No. ¿Por
qué? ¿Necesitas el apartamento para algo por la noche?—
Laura revisó los cerrojos antes de apagar las luces de abajo y regresar a su
cuarto. Molesta por la forma en que Crystal la ignoró, se encontró
demasiado inspirada como para irse a dormir. Sentándose delante del
ordenador otra vez, Laura cerró el programa del correo electrónico y abrió
su procesador de palabras. Algunos segundos más tarde su historia más
nueva apareció en la pantalla. Presionando su dedo en el botón bajar página,
observó sus palabras pasar intermitentemente hasta que llegó al final.
Entrelazando sus dedos, tronó sus nudillos y alcanzó el teclado. Volvió a leer
las últimas frases para familiarizarse con lo que estaba ocurriendo dentro
de la historia y comenzó a escribir de nuevo.
Laura dio un paso más hacia la puerta e inhaló otra vez. Oh genial, una
drogadicta. Dirigiéndose hacia la puerta interna del dormitorio, la abrió y
cruzó llegando a la puerta de Crystal y comenzó a tocar.
—¿Por qué piensas que disfrazando el olor ya todo estará bien?— Laura
preguntó.
Pasando el pasillo, Crystal estaba sentada sobre su cama, sus ojos clavados
mirando una fotografía vieja en su mano. Mostraba a dos pequeñas posando
delante de una casa rodante vieja. ¿Dónde estas, Paty? Preguntó
silenciosamente, su dedo acariciando la foto familiar. Realmente me haces
mucha falta ahora. Vació otra cerveza y tomó su pequeño porro. Dejando
descansar la foto sobre su regazo, Crystal sujetó el porro en una mano y su
encendedor en la otra. Inhaló profundamente, aspirando tanto humo como
pudiera entrar en sus pulmones. Dejando salir posteriormente lentamente
poco a poco el humo, su cabeza ya sintiendo los efectos del fuerte golpe.
Poniendo el encendedor y el porro en la mesita de noche, Crystal colocó su
cabeza de regreso en las almohadas y se quedó mirando fijamente el techo.
Imágenes de su infancia pasaban en su mente... Dos hermanas, con el cabello
mas rubio que el sol, paseando en bicicleta a través de las casas rodantes,
riéndose y gozando de un día cálido de verano. Como siempre lo hacían, un
recuerdo más oscuro vino a su mente. Crystal coléricamente se sentó de
nuevo y alcanzó de nuevo su porro. De ninguna maldita manera voy a
soportar otra vez eso esta noche, juró, prendió la marihuana e inhalo tan
fuerte como podía. Reconoció el sentimiento que esos oscuros recuerdos le
provocaban y desesperadamente evitaba no tener esas pesadillas por las
noches. La droga hacia posible eso, llevándola a un lugar donde la cólera de
su padre y su violencia no la podían alcanzar, donde nada tenía importancia
excepto la paz temporal que le ofrecía la hierba mala. Pero algunas noches
los recuerdos parecían rehusar a desaparecer ni ayudada por la droga y esta
noche parecía ser una de ellas.
Recostada en la cama, una Crystal con tan solo 14 años de edad escuchaba
los sollozos ahogados a través de la pared que separaba su cuarto del de su
hermana mayor. Crystal lloraba por el desamparo que sentía, por la
impotencia de no poder ayudar a Paty. Había intentado dos veces proteger a
su hermana de su padre y en ambas ocasiones se había ganado una paliza tan
severa que no le permitió asistir a la escuela durante días enteros. La última
vez había sido apenas en menos de una semana y su ojo todavía lucía un
enorme hematoma causado por su puño. Los gritos de Paty se hacían mas
frecuentes, mezclados con los gruñidos carnales de su padre. Crystal
enterró su cabeza en la almohada y lloró aun más fuerte, compartiendo el
dolor que su hermana estaba sufriendo y temiendo que esta noche podría
ser en la que su padre decidiera parar en su propia puerta.
Una vez que se aseguró que su padre no saldría de su cuarto, Crystal salió a
hurtadillas de la cama y lentamente abrió su puerta. Miró con cuidado a
través del pasillo hacia la puerta de su padre y entró sigilosamente en el
cuarto de su hermana.
Paty yacía sobre su cama, estaba enrollada como una bolita sollozando
impotentemente. Crystal trepó en la cama y abrazó a su hermana mayor. —
De-de-deberías regresar a tu cama antes de que él te encuentre aquí—,
Paty le advirtió.
—No podemos, eres demasiado joven — Paty contestó. —La policía nos
encontraría y estaríamos en peores problemas aunque si nos quedásemos
aquí.—
—¿Qué puede hacer ella, Crystal? Él solamente le pegaría otra vez y sería
peor.—
Las hermanas se sentaron juntas en la cama por varios minutos antes de que
Cristal hablara de nuevo.
—Quince.—
—¿Cuánto tiempo crees que él esperará para que venga después a por mí?—
Crystal preguntó con voz tímida. —No puedo pasar por eso, Paty, yo
simplemente no puedo.— Sorbió por su nariz y se secó las lágrimas. —Por
favor.—
—Las seis. El autobús estará aquí dentro de una hora. No tengo mucho
dinero pero pensé que podríamos comprar algo barato en ese restaurante
para comer.—
Crystal estuvo de acuerdo, deseando más un baño que la comida. Por primera
vez en años la chica estaba feliz, segura de que en una hora ellas dejarían la
ciudad y junto con eso, el horror que les provocaba su padre.
Pero la libertad no llegó para Crystal. Faltaban diez minutos para las siete
cuando decidieron dirigirse a la estación de autobuses. Recién habían salido
del restaurante e iban cruzando la calle cuando Paty escuchó el sonido de
frenos chirriando. Volteó para ver a su padre girando con fuerza las ruedas
para después dirigirse en su dirección. —¡Es él!— gritó. Corriendo
directamente hacia la estación de autobuses, pero vino a su mente lo que
seguramente pasaría. Él fácilmente las alcanzaría y las sacaría del autobús.
Así que solo tenían una oportunidad. Paty buscó en su bolsillo y sacó los dos
boletos de autobús. —Toma.— Lo depositó en la mano de Crystal. —Tenemos
que separarnos y al mismo tiempo lograr alcanzar el autobús. Él no puede
perseguirnos a las dos al mismo tiempo y probablemente me seguirá a mi
primero.— Comenzaron a correr lejos de la estación. A su padre se le estaba
dificultando seguirlas debido al tráfico matutino. —Ve hasta la calle Central
y ahí tomas el atajo para que puedas regresar a la calle Hudson. Saldrás
justo enfrente de la estación yo tomaré este camino.—
La joven adolescente no era muy hábil como para ganarle a un carro a toda
velocidad. Sin embargo logró ganar algo de tiempo cuando corrió en
dirección opuesta a como venía, obligándolo a detener el carro a la orilla y
dar la vuelta, pero no fue suficiente. Sabía que nunca lograría llegar a la
estación a tiempo. Pensó que su padre no tardaría en atraparla y entonces
pensó en el boleto de autobús que traía en su bolsillo. Delataría el lugar
hacia donde Paty iría. Cuando pasó corriendo junto a un bote de basura,
Crystal tomó la decisión y arrojó dentro el boleto. En menos de una cuadra
mas adelante la persecución se acabó. Su padre paró el coche encima de la
acera, bloqueándole completamente el camino. Estaba sobre ella en
segundos. Crystal gritó cuando la tomó por el cabello y la sacudió con fuerza
hacia él.
—Y-yo no lo sé.—
Sabía que no había nada que pudiera hacer para evitar el castigo. Todo lo
que podía hacer era lo único que nunca había podido hacer antes... proteger
a su hermana mayor. —No lo sé — repitió.
—¿Estás segura?—
—Um... ¿Crystal?—
—¿Qué?—
—No, gracias ya esta todo bien. Buenas noches. Ahora vete y déjame en paz.
—
Mientras esperaba a que el café estuviera listo, Laura fue arriba y quito las
sabanas de su cama, recogiendo también la ropa sucia al mismo tiempo. Puso
una carga en la lavadora en lo que el café estaba listo y bebió su primera
taza entre los viajes por todo el apartamento vaciando papeleras y
revisando que áreas necesitaban una buena limpieza.
Crystal bajo las escaleras dos horas más tarde, luciendo muy cansada.
Oscuras ojeras rodeaban sus ojos y algunos cabellos rubios caían por su
cara.
Crystal caminó hacia la alacena y sacó la primera taza grande que encontró.
Aceptando la jarra de café que le ofrecía su compañera, esperó hasta que la
taza estuviese llena antes de hablar. —Siento mucho lo de anoche—.
—Pues, no todos los hombres, Crystal. Peter y Michael son unos caballeros
—.
—No sé por que les es tan difícil subir el asiento del inodoro. Una vez los
chicos estuvieron por aquí y olvide revisar el asiento y al sentarme estaba
todo húmedo—. Laura rió de su historia, esperando obtener una sonrisa de
la joven mujer. En lugar de eso Crystal continúo mirando perdidamente su
café, con su mirada totalmente lejana. La escritora sintió su estómago
gruñir y recordó que aun no había comido—Creo que preparare unos huevos
y pan tostado para el desayuno. ¿Te gustaría algo de desayunar?—.
—¿Vas a estar fuera todo el día?— Laura en secreto esperaba que ese fuera
el caso. No quería tener a la maquina de humo, bebedora de cerveza
stripper por aquí cuando su madre apareciera.
—Bien. Quédate allí—, Laura pensó para sus adentros mientras observaba a
la mujer temperamental subir las escaleras. Miró el reloj y gimió.—Es
tiempo de ponerse en movimiento.—
— es bueno tenerte por aquí para que me señales todas mis pequeñas
neurosis, — le dijo, aprovechando que la calle estaba vacía se inclino y dio un
rápido beso a Jenny.—Y a propósito, Crystal está aquí—.
—Por supuesto que lo hiciste— Laura dijo con una sonrisa juguetona.—
Después de todo, yo era una joven inocente antes de conocerte.—
—De cualquier forma no es realmente la mujer tranquila que recuerdo, Amor
—. Jenny caminó hacia la alacena y tomo dos vasos—¿cuánto tiempo tenemos
antes de que ella llegue?—
—Aproximadamente dos horas—. Dos horas para tener este lugar limpio y
listo para la inspección, pensó Laura para sí misma mientras abría el
refrigerador y sacaba la jarra de agua helada. Como hacia cada vez que su
madre venia de visita, los nervios de Laura estaban al borde. Su padre y
ambos abuelos habían sido de las Fuerzas Armadas y a su madre le toco ser
la esposa de un oficial muy estricto. Había algo en su mente, un sentimiento
que le hacia pensar que algo se le estaba escapando.... algo que su madre tal
vez podría notar—¿se ve todo correctamente?—
—Laura… todo esta perfecto. Los cuadros están derechos, los platos ya
están bien colocados, el mantel está bien puesto y planchado. Deja de
preocuparte—.
—El cambio es bueno para el alma, y lo sabes— Jenny intento por ultima vez.
Laura sabia que ella había ganado y besó a la mujer más pequeña en la
frente.
—Has hablado como una verdadera terapeuta. Haré mi mayor esfuerzo para
mantenerla alejada de ti—. Un pensamiento se le vino a la mente—Hablando
de terapia— Camino hacia la puerta de cristal corrediza y la cerro.—quiero
hablar contigo acerca de algo que ocurrió anoche—.
—Si ella no quiere hablar de eso, no puedes presionarla para que lo haga,
Laura—.
—Por lo que escuche, me dio la impresión de que eso le paso—. Ella fue
bajando su voz, como si se tratase de un tema tabú—Ella gritaba a su padre
para que parara y cosas así, en verdad creo que algo así le paso—.
—Oh—. Ahora Jenny entendía por que Laura había tocado el tema—¿Cómo
se escuchaba ella cuándo hablo contigo después? ¿Estaba asustada, enojada,
adormecida? —
—Ella no dijo mucho, simplemente que estaba bien—. Laura hizo una pausa,
tratando de recordar más detalles. —Se escuchaba disgustada pero creo
que realmente estaba molesta—.
—Podrían ser montones de cosas— dijo Jenny.—Intenta hablar con ella otra
vez—. Miró alrededor de la habitación, viendo todo perfectamente
organizado como siempre.—veo que no ha estado por aquí abajo tu
compañera de apartamento del infierno—.
—No puedo creer que todo esto sea para mí.— Bobby dijo mientras miraba
la mesa llena de regalos. Dio un paso delante de su hermana para recibir un
enorme abrazo de Jenny.—¿cómo esta mi cuñada favorita?—
—La vi hace dos semanas en la reunión de VFW* y ella estaba muy callada en
lo referente a su hija. Si me preguntas, pienso que ella está embarazada—.
La Señora Taylor recorrió con la mirada a Jenny.—Pero eso es lo que ocurre
cuando familias tienen baja moral, supongo—.
—O tal vez están huyendo de sus madres arrogantes— Jenny masculló muy
bajo para que solo Bobby pudiera oír. El adolescente resoplo, haciendo una
mueca graciosa a Jenny y una mueca curiosa a su madre.
—¿Estáis bien?—
—Mamá, no nos hemos mudado desde que tenia tres años— dijo Bobby.—Aun
tienes tapizado mi closet con tapiz de vaqueros—.
—No se casó. Ella estaba por irse con el hijo del Capitán Henry pero cuando
el se entero que ella estaba embarazada, embarco a su hijo y lo mando a una
sesión de entrenamiento en Arabia Saudita—.
—¿Por qué hizo eso? Siempre creí que Susan era una chica decente—.
—Si fuera una chica decente, ella no estaría embarazada— La Señora Taylor
puntualizo.
—No Laura. Es hora que alguien salga en defensa de la decencia—. dijo ella.
—¿Estas jovencitas de ahora no les importa andar brincando de cama en
cama y si se quedan embarazadas, que más da? Tu y tus amigas feministas
habéis puesto clínicas de aborto en cada esquina—.
—¿Serían las mismas amigas feministas que hicieron posible que las mujeres
pudieran tener propiedades y pudieran votar?— Jenny ignoró el rostro de
advertencia que le daba Laura.
Las risas y voces llegaban hasta arriba, demasiado para molestia de Crystal.
Ella se había dado por vencida con la televisión y las estaciones de radio
fueron también una decepción. La poca cerveza la había hecho sentir
cansada pero no quiso pasar todo el santo día durmiendo. —No, es mejor
sentarme aquí encerrada en mi cuarto aislándome de todo eso—, ella pensó
mientras alcanzaba su pequeño tubo y su encendedor. El sonido de alguien
subiendo las escaleras la hicieron cambiar de opinión. La puerta del cuarto
de Laura se abrió y se cerro, escuchando algunos segundos más tarde el
sonido de la puerta corrediza abriéndose. Una mujer de cabellos castaño
salió al balcón y apoyó sus brazos contra el riel. Era un día bello y brillante,
Crystal había dejado sus cortinas abiertas, permitiéndole tener una vista
del exterior. Por supuesto eso también significaba que cualquiera podía
asomarse y poder verla.—Demonios, —¿por qué no había pensado en eso?—
la stripper maldijo mentalmente. Era demasiado tarde para hacer cualquier
cosa y para su mala suerte la mujer se dio vuelta y la miro.
—Hola—. Saludo Jenny.
—Parece que todo mundo esta pasando un rato agradable— dijo Crystal
mientras apoyaba su cadera contra el riel.
Jenny se rió entre dientes.—Temo que ese tipo de creatividad está más allá
de mí. Laura es la de la imaginación. Yo soy terapeuta—.
—¿Una psiquiatra?—
—No los hago hablar sobre lo que les paso. Los dejo hablar de lo que ellos
necesiten hablar— Con la cabeza de Crystal inclinada, el pelo rubio impidió a
Jenny ver su cara.—Algunas veces las personas solo necesitan un lugar
donde puedan ir y sentirse seguros de decir toda la verdad sobre lo que les
paso.—
—¿Sí? ¿Y en que les ayuda eso a ellos? Eso no hace que lo que paso
desaparezca—.
—No, no hace que desaparezca— dijo Jenny uniformemente. —Pero en
muchos casos hablar acerca de lo que les paso y aprender a manejar las
emociones que los afectan hace la diferencia entre vivir y solo existir—.
—Existir es la salida más fácil— dijo la terapeuta. —Se requiere coraje para
superar lo que sucedió y recuperar el control—.
—No todo el mundo necesita de una terapia para lograr superarlo— Crystal
gruño.
—Puede que no, pero ayuda—. Jenny soltó el agarre de la puesta y dio un
paso atrás.—Eres bienvenida a bajar y unirte a nosotros—.
—¿Te puedo pagar hasta que pase por la embajada? De otra manera tengo
que hipotecar Marruecos—.
—Te voy a decir una cosa. Te dejare pasar sin que me pagues, pero cuando
yo caiga en uno de tus países tampoco te pagare —
—Trato— Crystal feliz, estuvo de acuerdo. —¿Tal vez podemos jugar alguna
otra cosa después?—
—No creo que tengamos más tiempo. Él estará en casa pronto—.
—Ya fue suficiente juego por hoy— Paty dijo mientras metía la caja de
juegos debajo de la cama. Los juegos no se ganaban ni se perdían, era una
regla que tenían. Cuando un juego era interrumpido por causa de él, era
declarado un empate, no importa quien hubiera ganado.
—¿Cuándo fue la ultima vez que una de nosotras ganara un juego?— Crystal
pregunto.
—No estoy segura pero sé que yo soy la que siempre gano— Paty sonrió
abiertamente mientras salía del cuarto de Crystal y se metía en el de ella.
Segundos mas tarde su padre entro en la casa, su fuerte voz llego hasta
ellas.
— ¡Pero que leches os pasa!— rugió él. Crystal brinco debido al sonido de una
silla lanzada a través de la cocina.—¿cuántas veces tengo que ordenarles que
mantengan sus malditas bicicletas fuera del camino de acceso?—
Haciéndose bolita, Crystal se lleno de terror en el momento en que lo
escuchó subir las escaleras, sus pesados pasos se iban acercando cada vez
más.
***
—Ahora recuerdo por qué prefería quedarme a estudiar todas esas noches
cuando tu querías ir a visitar a tu madre, — Jenny dijo mientras recogía una
taza vacía y la llevaba a la cocina.—Es definitivamente una ventaja el tenerla
viviendo a dos pueblos de distancia—
—Te juro que si hubiera escuchado por más tiempo como el Capitán hizo
esto y lo otro y que tuvo sus amoríos cuando tenia 20 años o como a la
Señora Goldstein le gusta el té de zarzamora con brandy, consideraría
realmente la idea de cometer matricidio.—.
—Seguro. Oh, aquí hay una taza y una cuchara—. Laura entregó los platos,
luego se apoyó contra el mueble mostrador.
—¿Y como va ese libro?— Jenny programo el tiempo del lavaplatos y siguió a
su ex-amante a la sala de estar.
—Ya probé eso, Jen. No trabaje en él—. Pasó sus dedos por su cabello
oscuro. —Algunas veces pienso que no me queda una sola onza de energía
creativa en mí—.
—Hola—. La rubia miró a Laura y luego a Jenny. —Pensé que todo el mundo
se había ido ya. No me percaté que todavía tenias compañía—. Se volvió
hacia las escaleras.
—El general Patton y Bobby se fueron hace unos minutos— dijo Jenny,
poniéndose de pie yendo hacia donde Crystal estaba parada.—Solamente
charlamos. ¿Por qué no te unes a nosotras?—
—Bueno, Yo...—
Laura gesticuló hacia la silla vacía.—Toma asiento. Debes de estar cansada
de estar encerrada en ese cuarto todo el día—.
—Sí, mucho—.
—Paty es la mayor—.
Crystal negó con la cabeza.—No. Ella se fue hace mucho tiempo. Perdimos
contacto—. Metió la mano en su bolsillo de la blusa para sacar sus
cigarrillos, luego recordó la regla de Laura y se conformo tomando una
zanahoria de la bandeja.
—No puedo imaginar perder el contacto con Bobby— dijo Laura.—¿tuvisteis
una pelea o algo?—
—De hecho— dijo Jenny mientras se ponía de pie —tengo que irme ya y
justo voy en esa dirección. ¿Quieres que te lleve?—
—Pensé que te quedarías esta noche— Laura dijo con una pregunta en su
voz.
—Lo siento, cariño. Tengo que encontrarme con una cliente a primera hora
por la mañana. Su violador fue liberado bajo libertad condicional y ella
necesita apoyo moral antes de hablar ante el comité examinador—.Se puso
de pie y tomo su bolso. Laura se levantó también.
—Ok—.
***
Una vez fuera, Crystal encendió un cigarrillo, el humo gris formó una nube
cerca de su cara.
—Te dije que soy terapeuta—. Bajó la velocidad del coche mientras se
acercaban a un semáforo. —Soy perceptiva. Es una habilidad necesaria
cuando tratas con personas que no son siempre abiertas con sus
sentimientos—.
—Lo hice tan pronto como pude— dijo Crystal.—Un poco más de un año
después que Paty—.
—Debió haber sido muy difícil para ti tratar de escapar tantas veces—
—¿Aquí es donde me dices que todos mis problemas son debido a mi jodida y
amargada infancia?—
Ella señaló la licorería.—No necesito terapia para saber eso— Crystal abrió
la puerta antes de que el coche se hubiera parado por completo. —Gracias
por el paseo, Doc—. Salió y cerró la puerta, sin darle oportunidad a Jenny
de responder.
***
Las calles estaban desiertas excepto por uno que otro coche ocasional,
dándole a Crystal la libertad para beber de la botella mientras caminaba.
Para cuando el complejo se alcanzo a ver, ya iba caminando balanceándose
totalmente borracha y la tercera parte de la botella había sido vaciada.
Cuando iba acercándose al edificio Crystal se dio cuenta que había olvidado
tomar las llaves cuando salió.—Mierda. La Señorita Perfecta me dará un
sermón con seguridad—. Se llevo la botella a los labios y tomó un gran trago,
estremeciéndose cuando el líquido caliente se abrió paso por su garganta.
Usó su manga para limpiarse la boca antes de alcanzar el timbre de la
puerta. Su cabeza sentía el efecto del whisky y lo único que quería hacer
era acostarse.—Demonios, abre la maldita puerta, Laura—. Crystal presiono
el timbre de nuevo, golpeando rápidamente después la puerta con el puño. El
sudor se formó en su labio superior y Crystal apoyo su frente contra el
marco. No había comido nada más que un par de zanahorias en todo el día y
su organismo rápidamente comenzó a reaccionar diciéndole que había
excedido sus límites.—Oh mierda— ella susurró, sintiendo su estómago mal
otra vez. Presionó el timbre de la puerta repetidamente hasta que escuchó a
Laura abrir la puerta. ¡—A un lado!— Empujo a la mujer que estaba perpleja
fuera de su camino, Crystal se fue tambaleando hasta el cuarto de baño,
apenas levantando el asiento del inodoro antes de que su estómago
devolviera todo su contenido.
Laura cerró la puerta del exterior y negó con la cabeza cuando escuchó a su
compañera de apartamento vomitando en el baño.—¿Crystal? ¿Te
encuentras bien?— Recibió un sonido nauseabundo como respuesta y gimió
interiormente.—Veo que encontraste la licorería. Hay toallas en el armario
para que te limpies—.
—Gak... o-ok—
—Él murió hace siete años—. Viendo que Crystal se abría un poco debido a la
pregunta que le había hecho, Laura pregunto —¿Qué hay de ti? Dijiste que
tenías una hermana mayor. ¿Que hay de tus padres?—
Crystal dio otro mordisco a su emparedado y se encogió de hombros.—Lo
último que supe fue que ambos aun vivían y estaban dándose la gran vida en
Curtisville—.
—¿A tu padre?—
La stripper asintió con la cabeza. —Él golpeó a Paty sin piedad. ¿Crees que
seria tan estúpida como para decirle a alguien mas?— Ella negó con la
cabeza e hizo otra bebida. En alguna parte en la mente borracha de Crystal
se dio cuenta que estaba haciendo exactamente eso ahora. Le estaba
contando a su compañera de apartamento, una mujer que apenas conocía.
Esta vez ella no perdió el tiempo con la soda, bebiendo el whisky
directamente.—¿apuesto que los personajes de tus historias no han tenido
tan sórdidos pasados, eh?—
—Um, no … no usualmente—
—Creo que hoy esta la noche cálida. Estoy segura que tú lo estarás también
debido al cigarrillo—. Laura se puso de pie y tomo el vaso de Crystal.—Voy
por mas hielo y te veo arriba—.
—¿Te veo arriba?, Demonios— pensó Crystal. No hubo buena excusa para
rechazar la compañía de Laura ya que dijo que estaría en el balcón. —Uh, sí
… me parece genial—. Ella recogió la botella de whisky y se dirigió hacia las
escaleras, dispuesta a fumarse un buen porro antes de que su compañera se
le uniese fuera.
***
—Oh bien— Laura dijo cuando vio el cenicero.—no estaba segura de que
tuvieras uno, especialmente cuando vi todas esas colillas en el pasto—.
—¿Trabajaras mañana?—
—Si, me he tomado últimamente libre varias noches más de las que puedo
permitirme—. Crystal miro hacia los contornos oscurecidos de los árboles
que mostraba el crepúsculo.—¿Alguna vez has escuchado al búho?—
—Había un búho que vivía entre los árboles cerca del trailer park— dijo la
mujer rubia, tomando un trago entre sus palabras. —En la noche algunas
veces lo escuchaba. Solía quedarme despierta preguntándome a quien
estaría buscando—.
—Al amor de su vida, quiero imaginar— dijo Laura. —¿acaso no es lo que
todos estamos buscando?—
—Más bien a alguien con dinero— dijo Crystal, levantando sus cejas cuando
escuchó a su compañera reír.—¿qué?—
—Más bien eres lo que la vida hace de ti— la stripper contestó agriamente,
contemplando su cigarrillo.
—La gran ventaja de ser adulto es que eres libre de hacer tus propias
elecciones— dijo Laura, recorriendo la mirada mientras observaba a Crystal
reducir considerablemente su bebida y tomando la botella con el poco
whisky que quedaba.
Laura asintió la cabeza. —Nunca lo he usado. Dudo que aun pueda obtener
certificación del Estado a estas alturas—.
—No es necesario que seas... — Laura se detuvo ante el movimiento que hizo
Crystal con su mano.
—No soy exactamente lo que ellos están buscando— dijo con enojo. —
Olvídalo Laura. No entenderías—. Tomo más de su bebida y prendió un
cigarrillo.
—Pero... —
¡—No soy una bailarina!— Sus pies, que habían estado descansando sobre el
riel, bajaron coléricamente al piso de cubierta de madera. El movimiento
repentino causo que derramara whisky fuera del vaso, pero a Crystal no le
importo. Giro su rostro hacia la escritora—Soy una stripper, Laura. ¡Me
quito la ropa por dinero!— Se inclinó hacia adelante, sus facciones eran
duras.—estoy apenas un paso por encima de una puta—.
—Lo sé— dijo Laura calmadamente.—Quiero decir, sé que eres una stripper
—. Crystal parpadeó con sorpresa, parte de su enojo desvaneciéndose. La
mujer de cabello negro continuó—Uno de los personajes de mi reciente
historia se relaciona sentimentalmente con una stripper y una noche fui al
Tom Cat Club para documentarme—. Laura se encogió de hombros ante la
mirada interrogativa.—Supuse que me lo contarías algún día cuando te
sintieras lista—.
¿Le digo de lo mío ahora? Laura pensó para sí —Um … tu no eres la única que
guarda secretos—.
—Puede que no, pero si vas a continuar viviendo aquí, debes saberlo—. Laura
aspiró profundamente. A pesar de que ya habían pasado varios años desde
que se había abierto a su homosexualidad, aun sentía un poco de miedo a ser
rechazada.—Jenny no fue solo mi antigua compañera de apartamento.
Nosotras fuimos amantes—.
—No quise decir…— Crystal comenzó, luego se detuvo cuando se percató que
eso era exactamente lo que quiso decir.—Creo que no imagine realmente que
ustedes fueran—. Un poco avergonzada, se recostó en su asiento y clavó los
ojos en las siluetas de los árboles.
—Veo que recuerdas como hablar. Creí que se te había olvidado como
hacerlo— Laura bromeó, ganándose una mirada de reojo.
—Nada—.
—Es mejor que la cosa floreada azul que tú tenias— Crystal se defendió.—
Lo transparente hace que se vea todo más claro—.
—Gracias—.
—Sí. Solo deja que me ponga unos jeans y estaré contigo en un momento—.
***
— Naa, conseguiré que Rick o una de las chicas me traigan a casa. No hay
problema—.
—Sí—. Sin mirar, Laura busco por detrás del asiento del pasajero y tomo un
estuche lleno de discos.—dudo que haya alguno que te guste—.
—En los años setenta y los años ochenta, en realidad. Me gusta esa música
—.
***
—No puedo creer que este todo lleno esta noche. Pensaría que es sábado o
algo parecido—.
—¿Por qué dejan que un perdedor como ese maneje la cabina cuando a Mike
no le toca trabajar?—
—La única cosa que entra por esa puerta son hombres viejos y aborrecibles
hongos que se creen el perfecto regalo de Dios para una mujer— Crystal
contestó antes de volverse al espejo y tomar el cepillo para acomodar su
cabello.—Si no fuera por el dinero ninguna de nosotras estaría aquí. Este
trabajo harta—. Un golpe fuerte en la puerta acabó su conversación.
—Vamos señoritas—. La voz cocheritaria de Rick sonó fuerte a través de la
puerta cerrada.—Dos minutos—.
Pasando el cepillo por su pelo una última vez, Crystal hizo un chequeo final
en el espejo antes voltear con Mónica.
—¿estas lista?—
—Nada. Vamos a darle a los niños con que entretenerse—. Abrió la puerta
para encontrarse a Rick rodeado de una nube de humo de cigarro, quien las
condujo rápidamente al escenario.
***
—¿la ropa limpia?— Colocó sobre suelo el periódico. —Por supuesto. La puse
sobre la parte superior de la secadora—.
—Sólo cuando estoy de buen humor— Laura bromeó, tomando una taza para
el café.—Si ves que esta una canasta de ropa encima de la lavadora, quiere
decir que esta sucia. Te lo digo para que lo sepas en un futuro—.
—Muy bien. Aun si se ve limpia, está sucia—. La miro y notó el traje que
vestía Laura, una camisa azul claro de béisbol y pantalones blancos con una
franja azul que le hacia juego. Miro hacia abajo y vio los calcetines blancos
de béisbol también —¿Por qué estas vestida así?—
—Estoy en un equipo del softbol*. Jenny estará aquí en algunos minutos para
recogerme—.
Crystal rió. —no he jugado a la pelota desde que era una niña y desde
entonces supe que era un asco jugando—.
***
—Bien—.
—Hey Jen, será mejor que ya nos vayamos— Laura, recogiendo sus
abrazaderas y su guante.
—Naa—.
—Vamos, será divertido— ofreció otra vez. —Podrás observar a Babe Ruth*
sacar la pelota fuera del campo unas doce veces—. Señalo con su pulgar a
Laura que estaba toda sonrojada.
—¿qué estarás haciendo hoy que sea mas divertido que convivir con un
montón de adorables y divertidas personas y tomar algo de aire fresco?—
Crystal se movió nerviosamente y miró hacia el cuarto de lavado. Jenny
siguió su mirada y negó con la cabeza.— Nope. Quedarse a lavar la ropa no
es tan divertido—. Tomo el brazo de la rubia y tiro fuerte de ella.—vámonos
—.
—¿qué?— Ella caminó más cerca el coche clásico color anaranjado calabaza.
—Parece un Jeep militar alemán con el capote abajo—.
—Debe ser un lío conseguir las refacciones— dijo Crystal, aun mirando
dudosa la “Cosa”. Miro hacia Laura quien estaba mirándola con una sonrisa
divertida.
—Maravilloso. Eso quiere decir que Toni va a estar como una perra rabiosa
—.
—Puede que no. Kelly dijo que Toni estaba tratando de regresar con Linda—.
—No creo que Linda aceptara de nuevo volver con ella después de lo que
sucedió—.
—Oye, uno nunca sabe, Laura. Ya una vez aceptó que regresara con ella
antes—.
—¿oh, entonces tu conoces a Laura, hmm?— Una voz ronca hizo que Crystal
volteara hacia atrás para ver quien le estaba preguntando. Una mujer de
cabello corto pelirrojo y que vestía una camisa azul estaba atrás de ella.—
Que suerte tiene Laura—.
—Oh por favor— dijo Jenny desde su posición en primera base a unos
centímetros fuera de ella. —Ignórala, Crystal. Tiene más líneas que la
compañía telefónica. ¿Oye Rogers, cuando volverás a jugar de nuevo? —
Jenny preguntó.—y me refiero al softbol— ella agregó antes de que la
pelirroja pudiera responder con otra respuesta.
—Um no, no creo que nos hayamos visto antes— dijo Crystal, retirando su
mano y mirando hacia el plato de bateo. La pitcher había terminado con sus
ejercicios de calentamiento y la bateadora se colocaba en la posición
correcta.
—¿Son solo amigas?— Peg sonrió burlonamente y dio un paso más cerca.—
Taylor debe estarse muriendo contigo paseándole enfrente—. Ella palmeó la
rodilla desnuda de Crystal justo debajo del borde de sus pantalones cortos.
—Cariño, si tu fueras mi compañera de apartamento te garantizaría que no
estarías sola en la cama por las noches—.
El primer tiro fue una bola seguida por un strike. Luego la bateadora
conectó un tiro y la pelota salió disparada hacia la parte izquierda del
campo. Pegó a tierra un segundo antes de que Laura le alcanzase. La
bateadora corrió a primera base y fue directa a segunda base cuando se dio
cuenta de la fuerza del brazo de la jugadora de campo izquierdo con la que
había cogido la pelota. La jugadora del equipo contrario regresó
rápidamente a la primera base.
¿Oh sí?—
—Mucha platica, Foster. Te comerás tus palabras cuando ella saque esa
pelota fuera del campo—.
—¿claro, oye ves a aquella que esta allí?— Crystal señaló hacia Peg, quien
jugaba con sus encantos en la tercera base.
Jenny recogió su casco y su bate. —Creo que mejor ya me voy para allá—.
—Venga, Jen— Laura alentó, aplaudiendo con sus palmas e instando a sus
compañeras de equipo a hacer lo mismo. Solo algunas pocas apoyaron desde
la banca.
—¡strike dos!—
—Oye Doc, creí que la idea era pegarle a la pelota— dijo Crystal,
provocando un bufido burlón de Laura.
—¿por que se coloco de ese lado del plato*?— Crystal pregunto. —Todas las
demás lo hicieron por el otro lado—.
—Laura es zurda. Los zurdos se colocan de ese lado del plato— la terapeuta
explico.
—Lástima, Taylor. Por que me parece que tiene un precioso par por ahí
debajo—.
—Pervertida—.
—¿una?—
—Oh si, Kelly es una conquistadora. Nosotras estuvimos juntas por breve
tiempo—.
—Crystal Sheridan—.
—Oh— Crystal dijo mientras se ponía de pie.—no sé cómo pueden jugar con
este calor—. Ella llevaba puesto un pequeño top cubierto por una pequeña
blusa azul claro. Sin pensarlo quito su pequeña blusa y la echo a un lado. En
ese mismo instante, Kelly pegó un golpe lento sobre la línea de la tercera
base. Distraída por la actividad en las bancas, la mediocampista voló la
pelota, accidentalmente sobre el campo central provocando con esto que se
anotaran dos carreras más. Laura avanzó de primera a tercera y el equipo
de casa exploto soltando un ataque de silbidos y comentarios burlones
cuando se dieron cuenta de lo que lo había provocado.
—Se supone que debes mantener los ojos puesto en la pelota, no en las
chicas— Toni grito.
—Oye Duncan, no sabia que fueras así de distraída— dijo alguien más.—
¿cual es el problema, no consigues a ninguna?—
—sabia que dabas buena suerte— dijo Carmen a Crystal ahora ruborizada.—
¿vendrás con nosotras después del juego?—
—No estamos seguras aún. Depende cómo se sienta Laura, — dijo Jenny.
—Yo uh, seguro— dijo Crystal. —Si es que vamos—. Sonó un golpe de bate y
Wendy fue ponchada(out), dándole fin al inning.
—Pues bien, creo que es hora de que tome mi posición—. Carmen se alejaba
en el momento que Laura llego a recoger su guante.
—¿Te están molestando mucho?— La escritora preguntó con preocupación,
consciente de que Crystal fue la causa de la distracción de la
mediocampista. Había días en que las del equipo de Ameilia's se volvían algo
obscenas y no dudaba de que este seria uno de ellos.
—Creo que he recibido unas tres insinuaciones y aquella jugadora que esta
en tercera base dijo que me invitaría a una bebida—. Crystal se encogió de
hombros.—Aparte de eso todo el mundo me ha preguntando si dormimos
juntas, creo que estoy bien.—
—¿oye Duncan, crees que puedas poner atención a la pelota esta vez?—
—yo pagaría buen dinero por nadar en esa miel— dijo Kelly justo cuando
Alex abanicaba.
—¡strike dos!—
—Cierra la boca, Kelly— dijo Alex, apretando sus guantes de bateo. Ella se
acomodo otra vez, esta vez apenas dando un tiro abajo de la pitcher.
—Bola—*.
—Venga Duncan, pégale a la mierda esa— una de las jugadoras de las
Halcones gritó.
***
¿Cómo pueden actuar así delante de todo el mundo? Crystal pensó y noto
que las demás parecían no enterarse y aquellas que si miraban a la pareja
simplemente sonreían y volvían a sus conversaciones. Crystal miró a la
pareja otra vez, esta vez viendo más que solo dos mujeres besándose. Por
primera vez ella vio lágrimas corriendo por las mejillas de Linda. Estaba tan
absorta en el drama que se estaba desarrollando, que Crystal no escuchó a
la terapeuta venir detrás de ella.
—Sip, solo por un rato. A Laura le gusta jugar al billar y ésta es realmente la
única oportunidad que ella tiene para hacerlo. Se requiere de una ley
aprobada por el Congreso para sacarla de la casa cualquier otro día—.
—pienso que necesitas hacer algunos nuevos amigos y este variado equipo de
personas son perfectas para iniciar—. Ella se apoyó y presionó el claxon.—
Vamos, Laura—.
—Bueno, el cochebús para por aquí aproximadamente una vez cada hora.
Además estoy segura de que alguien aquí estaría dispuesta a darte un
aventón a casa—.
—¡Hey Crystal!— Carmen gritó, haciendo gestos con las manos y corriendo
hacia ellas. —Estarás más segura si vas en mi coche. Tengo un reproductor
de cd`s y asientos de cuero—.
—Oh cielos, esto se esta poniendo muy intenso — dijo Peg. Jenny puso sus
ojos en blanco y afirmó con la cabeza en acuerdo. Laura finalmente terminó
de hablar con la catcher y se les unió.
—Si— Crystal estuvo de acuerdo con entusiasmo, causando que la mujer que
seguía parada fuera del coche riera.
—No creo que debas preocuparte por que alguien te compre algunas
bebidas, amorcito— dijo Carmen.—Todas harían fila encantadas en el bar
solo para tener el privilegio de invitarte—.
—Tal vez ella tenga razón— dijo Laura, mirando atrás de su asiento. —
Seguramente ella hubiera coqueteado contigo despiadadamente, pero
hubiera sido preferible al infierno en ruedas de Foster que podría matarte
antes de que logremos llegar —.
Laura intercambió miradas con Jenny. Ellas conocían demasiado bien a sus
amigas. —Solo para mayor seguridad, quédate cerca de nosotras—.
Laura tuvo que extender la mano rápidamente para atrapar la puerta que
había soltado la mujer cubana para seguir a Crystal dentro.
—Como puedes ver— Dijo Laura sosteniendo la puerta para Jenny. —Carmen
es incorregible—.
—No tengo ninguna duda de que ella tiene mucha experiencia en defenderse
y mantenerse alejada de los lujuriosos hombres. ¿Qué te hace pensar que
ella es incapaz de manejar esta situación con una mujer?—Señalo la mesa
pequeña delante de ellas. —Toma asiento, traeré unas bebidas —.
—esto esta asqueroso.—
—Club soda está bien. Agrégale un poco de limón por favor—. Laura recogió
una servilleta cercana y comenzó a remover las cenizas derramadas de la
mesa.
—Yeap, yo tampoco bailo mucho— Alex dijo, acercando mas su silla. —¿Y
dime qué haces para ganarte la vida?—
—Oh, eso es interesante— Alex dijo, colocando su mano sobre la barra sólo
a unos centímetros de la de Crystal. —El Halcón está en el centro. Ese es el
bar que frecuento. Creo que Esther anda buscando que alguien le eche una
mano los fines de semana. Deberías ir allí esta noche y mirar—
—Trabajo esta noche— ella dijo, pensando sólo en dar una excusa para no ir
al bar de lesbianas.
—Por supuesto que puedes, Amorcito—. La mujer cubana tomo las manos de
Crystal con las de ella y comenzó a contonearse con la música, moviendo sus
brazos al mismo ritmo. Era una canción conocida para la rubia y admitió de
mala gana que Carmen era una buena bailarina. Con propia voluntad, las
caderas de Crystal y sus piernas la acompañaron. —Lo ves, cariño, sabia que
podías hacerlo—, la pitcher dijo, soltándole las manos. Bailaron durante dos
canciones antes de que Crystal finalmente se disculpara y saliera de la pista
multicolor.
Las mesas de billar estaban entre la pista de baile y la barra, facilitándole a
Crystal solucionar el problema de Alex sentándose a la mesa de Laura. —
Hola—.
—No sé por qué hice eso. Nunca antes había bailado con una mujer—.
—Pues bien, parecía como que estabas pasando un buen rato ahí arriba. No
vi a Carmen sujetando tu brazo para mantenerte ahí—. Jenny se sentó en la
silla adyacente y recogió su cerveza. —Laura te toca— ella ofreció antes de
tomar de un tirón la botella. —¿O si lo hizo?—
—¿Hacer que?—
—No. Yo simplemente … —
—¿Te divertiste?—
—Bueno, eso... —Crystal desabotonó su blusa de mangas. —Demonios, que
calor hace aquí dentro—.
—Me alegro que no hayas hecho eso en la pista de baile —, Dijo Jenny. —Ya
causaste bastante daño en el partido de softbol. Si Alex hubiera estado
jugando billar probablemente habría golpeado la pelota a través de una
ventana—. Ambas se rieron de la imagen. —Así que contesta la pregunta.
¿Te divertiste bailando?—
—Algunas veces— la stripper admitió sin mirar hacia arriba. Ella saco un
cigarrillo y lo encendió, poniéndose cómoda. —No entenderías—. Ella negó
con la cabeza. —Nadie lo entiende—.
—No, Crystal—.
—Paso la mayor parte de mi vida en bares y clubs. Puedo manejar muy bien
un taco de billar— contestó Crystal. Sintiéndose atrevida, ella llamo a la
pitcher sonriendo abiertamente. —¿oye Kelly, quieres poner el dinero en tu
boca?—
—Donde me gustaría poner mi boca no tiene nada que ver con el dinero—
contestó la catcher. Provocando algunos comentarios y gritos de las mujeres
alrededor de ella. —¿que tal una jarra de cerveza?—
—Seguro— una de las mujeres de rojo contestó. —soy Diane y ésta es Liz,
Dawn, y Tracy—.
Oh gracias, la stripper pensó para sus adentros. No es como que tenga una
enfermedad o algo.
—No obstante— Diane continuó. —Alguien que puede apreciar la hierba fina
no puede ser del todo mala—.
—Hablado como una verdadera experta— dijo Dawn. —Mantén tu ojo en ella,
Crystal. Diane es conocida por manipular a las mujeres con vino y hierba
mala—.
—Jodanse las dos— Diane dijo bromeando. —No hay nada de malo en fumar
un porro o dos en ocasiones especiales—.
Crystal usó la punta de sus uñas para tomar el resto del porro de Dawm. —
Naaa, lo disfrutarías demasiado—. Las mujeres rieron otra vez.
—Bien—, Diane miro a Crystal. —Todo lo que puedo decir está vez es que si
tu follaras conmigo, jamás volverías a estar con un hombre—.
—Creo que ella preferiría llegar a casa con toda su ropa puesta— Tracy
bromeo.
—Si, eso se nota. ¿Cómo es que ella terminó conviviendo con ellas?—
—No lo sé. Ella se ha de haber imaginado lo que estaban haciendo allá afuera
y debió de haberse invitado sola, supongo —.
—Si, caminar directo a una pared, querrás decir—. Laura dejó que su
agitación se notara en su voz. Su agarre jamás disminuyó mientras se
conducían a la puerta. —Puedo ver que ésta fue realmente una buena
experiencia para ella, Jen—. Usó su cadera para empujar y abrir la puerta.
—Ahora ella tiene un nuevo lugar para conseguir sus drogas—.
—¿Eso fue muy divertido, no te parece? Me alegro que ella no hiciera eso de
nuevo en la pista de baile—.
—Si, he tomado algunas cervezas. Crystal voy a viajar aquí contigo—. Laura
echó a andar la Cosa y salieron del estacionamiento.
—¿Eso crees?. ¿Por que piensas que Laura estaría molesta contigo?—
—Ella usualmente es, muy espec-cial cuando bebo—.
—¿por qué bebiste demasiado esta noche?— Jenny miró hacia arriba para
ver a Laura tomar una rampa hacia la carretera principal.
—¿qué?—
—Mira eso—. Crystal señaló las luces de una rueda de la fortuna (noria) a lo
lejos.
—¿Eso te ayuda?—
—Si tu me contaras algo que fuera la verdad, Crystal, sin duda alguna, la
creería—.
—Si, lástima que tu no estabas cerca cuando yo era una niña— ella dijo
fieramente. —no tiene importancia ahora—.
***
Laura estacionó la Cosa dentro del aparcamiento. —¿crees que deberíamos
levantar el capote*?—
—De hecho lo fuiste— dijo Jenny. —¿te acuerdas, tu, Dawn, en el home
plate?—
—no sé ustedes dos pero yo voy a entrar, voy a orinar, y me iré a la cama—
Dijo Crystal, apoyándose contra el coche. Miró la puerta principal con la
mirada cansada, calculando mentalmente que oportunidad tenía de caminar
con éxito. Dando un paso adelante, sintió que la tierra debajo se movía y
todo sentido de equilibrio desapareció.
A pesar de estar demasiado ebria para caminar por ella misma, Crystal
estaba de muy buen humor y siguió los consejos de la terapeuta de irse a
dormir. Cuando Jenny bajó la escalera, encontró a Laura en la cocina
colocando agua caliente en dos tazas grandes.
—Oh, eso suena bien—. Jenny se saco sus tenis de lona y se dejo caer en un
extremo del sofá, sus pies descansando sobre el cojín intermedio. —no he
tenido esto en meses—.
—Probablemente no desde la ultima noche que pasaste aquí. Tomando una
posición similar en el otro extremo del sofá, Laura tomó un sorbo de su té.
—¿dónde te gustaría dormir esta noche?—
—¿Por qué?—
—¿Y tú nunca tienes tus malos momentos? Te puedo recordar que has
tenido tus momentos de explosión—
—No lo sé— dijo Jenny atentamente. —¿qué más puedes ver además del
inodoro?—
—Ella necesita sentirse segura, y eso significa cualquier cosa que la pueda
mantener segura—. Jenny coloco su mano en la rodilla de Laura. —Así como
tu te sientes segura cuando las cosas están limpias y ordenadas—.
—No me gustan las drogas, Jen. Su último apartamento se incendio. Dijo que
estaba durmiendo. ¿Qué tal si ella le prendió fuego durante una alucinación?
—
—No me digas, eso está mucho mejor— la escritora se mofó. —Aun así tiene
problemas de drogas—.
—Tienes que mirar los síntomas para ver el verdadero problema—. dijo
Jenny, incorporandose y tomando su taza de te. —Las personas que han sido
severamente abusadas harán cualquier cosa para protegerse, no importa
cuán irracionales puedan parecer para otros—. En vista de que Laura no
quedó convencida, ella probó un acercamiento diferente. —Piensa esto de
esta manera. Ella creció a lado de un padre abusador y su único aliciente
aparentemente era su hermana. Piensa que tienes catorce años de edad y
que lo único de lo que dependes en la vida te fuera arrebatado. Luego
imagínate viviendo sola por tu cuenta, sin apoyo, a la edad de quince años—.
—Es tan difícil de creer que un hombre pueda ser tan cruel con su hija—.
—Con sus hijas— Jenny corrigió. —¿y como crees que el se comportaría con
Crystal después que su hermana escapara?— Colocando la taza ahora vacía
en el suelo, ella bajo su cabeza colocándola sobre el regazo de Laura. —¿es
ella culpable de que nunca haya aprendido correctamente a manejar sus
problemas y emociones?—
—Creo que no tiene muchos amigos—. Dijo Laura. —¿Es decir, cuántas
personas podrían socializar con ella?—
—Todo es por justicia y por amor, y trato de que veas las cosas que yo veo—
Dijo Jenny con una sonrisa abierta. —¿Y dime, tendrás un poco de lavanda
para un baño de espuma?—
—Brrr, no es gracioso.—
—Sí Madre—.
***
Esto apesta.Ahora estoy despierta sin nada que hacer, Crystal miró
alrededor de su cuarto. ¿Dónde esta? Pateó las mantas fuera de su camino,
encontrando una bota y un calcetín pero no el perdido control remoto.
Probablemente no haya nada que ver a esta hora de cualquier manera. Abrió
las verticales persianas y miro afuera hacia el oscuro cielo. La luna daba
poca luz, apenas suficiente para ver el contorno de los árboles que
separaban el complejo del lago. Ella tomo sus cigarrillos y su encendedor
antes de abrir la puerta de cristal corrediza y salió un momento al balcón.
Sin darse cuenta de donde estaba la silla, Crystal choco contra ella, y las
patas de metal rasparon contra la cubierta de madera.
—Shh. creo que Crystal está en el balcón—. La voz de Jenny era más clara,
habiéndose despertado unos minutos antes por el sonido del inodoro y la
puerta de la habitación abriéndose. —Vuelve a dormir, Cariño—.
—tengo el sueño ligero— dijo Jenny mientras daba un paso hacia la cubierta
y cogía una silla vacía.—¿Dime que te tiene levantada a esta hora?—
—Tuve que orinar—. Ella frunció el ceño cuando vio a la terapeuta sentarse
y poniendo los brazos en la mesa.
—Esa es siempre una buena razón—. Hoo, hoo, hoo. —Suena como que no
somos las únicas despiertas— Jenny observó. —Buenas noches, George—.
Como si reconociera su nombre, el búho echó otros gritos en respuesta. —
Cuando me sentía con un estado de animo melancólico, salía aquí fuera y lo
escuchaba.
Crystal pasó sus dedos por su cabello, acomodando algunos mechones rubios
rebeldes. —ya te dije que no me gustan las charlas profundas—.
Crystal se ofendió por las palabras. —¿Y tu piensas que hablar de eso es la
solución?. Paty lo hizo y ella se ganó una enorme paliza. Toda tu terapia no
va a cambiar lo que sucedió—. Ella arrancó un cigarrillo de su paquete y lo
encendió, arrojando el encendedor sobre la mesa.
—¿Asi que solo quieres seguir existiendo en lugar de vivir?— Jenny negó con
la cabeza. —Tu eres más fuerte que eso—.
—¿Tu como sabes eso?— El resplandor anaranjado del cigarrillo brillo, luego
perdió intensidad detrás de una ceniza gris. —Tu no sabes por lo que pase,
por lo que Patty paso—. Gruñendo con frustración, tiró el cigarrillo sobre el
barandal. —¿puedes hacer que las pesadillas desaparezcan?—
Jenny se puso de pie y camino detrás de ella. —Se irán si tú las afrontas—.
La mano de la terapeuta tocó su hombro y Crystal se sobresaltó
involuntariamente. —No dejes que el pasado controle tu presente—.
—Se inicia dando pequeños pasos. No tienes que dar un salto grande. Puedo
recomendarte a varios buenos terapeutas que se especializan en asuntos de
abuso infantil—. Crystal se puso rígida de nuevo y esta vez Jenny retiro su
mano.
—Lo hago pero creo que no seria apropiado que yo te aconsejara. Eres la
compañera de apartamento de Laura y ella es mi ex-amante—.
—¿Y?—
—Oh—. ¿Me dices que necesito ayuda y luego te rehúsas a ayudarme? Esto
apesta. Tú simplemente no quieres ocuparte de mi jodida vida . Crystal
agarró la manilla de la puerta. —Como sea. No te preocupes por eso —.
—¿Para eso son las terapeutas, correcto Doc?— Ella sacudió con fuerza la
puerta y entro. —Buenas noches—. Cerró la puerta y las persianas, dejando
a Jenny parada en la cubierta del balcón. Algunos segundos más tarde
Crystal escucho la otra puerta corrediza abrirse y cerrarse, seguido por
voces apagadas y luego silencio. Eso es, Doc. Ve a abrazarte con tu novia. No
tienes por que preocuparte por mi. Se recostó en su cama, hasta entonces
recordó que sus cigarrillos y su encendedor se habían quedado fuera sobre
la mesa. Joder. Apagando la luz y dándose la vuelta, Crystal dio dos
puñetazos a su almohada antes de acomodarse finalmente. Las palabras de
Jenny rodaban por su mente.
—Si alguna vez necesitas hablar...—
***
***
Esto es estúpido, ella pensó mientras se alejaba del edificio. ¿Qué bien me
haría hablando de lo que paso de cualquier manera? Ella dio vuelta a la
izquierda en la esquina, ajena a lo que pasaba a su alrededor. Jenny no
puede hacer que todo este mejor. Ella no puede curar el dolor. ¿Así que, que
es lo que hace entonces por sus pacientes? No seguirían viéndola si ella no
hiciese algo para ayudarlos. Tal vez el hablar ayuda. Ella volvió a recordar la
conversación de anoche con Jenny, sin rumbo iba doblando las esquinas y se
dio cuenta de que solo le había estado dando vueltas a la manzana, yendo a
parar de nuevo a la parte delantera del edificio del cual se sentía temerosa
de entrar. Prendió un cigarrillo, Crystal caminó nerviosamente con pasos
lentos y largos fuera por varios minutos antes de finalmente entrar y subir
al segundo piso.
NOTAS
Capitan and Tennille: Era un dúo formado por dos esposos que interpretaban
música pop en los años setenta.
Doble play: Cuando a dos jugadoras les marcan out, es decir, quedan fuera.
Strikes: Son golpes fallados que cuando se fallan 3 hacen que se marque un
out.
Out: Se marca a la jugadora que comete tres strikes o que fue interceptada
en una de las bases haciendo que salga del juego en esa entrada.
Bola: Se nombra así al tiro que lanza la pitcher pero que va mal colocado por
lo tanto no cuenta.
—Um, tengo una cita con la Señorita Foster a las tres en punto—. Miró
nerviosamente el reloj en la pared. Cinco minutos antes de las tres.
Crystal se sentó en una silla y comenzó a llenar la forma. Ella había usado su
nombre artístico para obtener la cita pero puso en la parte de abajo de la
forma Sheridan, sabiendo que Jenny la reconocería al instante. Dejó vacío el
espacio donde se pedía información de un contacto para emergencias,
dolorosamente admitió que no tenia a nadie a quien poner. A nadie le
importa si algo me pasara, pensó tristemente. Devolvió el portapapeles a la
recepcionista y regresó a su asiento.
Era obvio que todo el material de lectura en la sala de espera de los clientes
de Jenny era dirigido a las mujeres. Un pequeño folleto sobre la mesa
trataba de como las mujeres debían hacerse su exploración mensual de
mama. Las revistas estaban todas orientadas hacia las mujeres y varios
pósteres de auto-afirmación adornaban las paredes rosadas. Crystal tomo
una copia de Deportes para mujeres y estaba leyendo un artículo sobre una
jugadora de basketball femenina cuando Jenny entro en la habitación.
—¿Crystal?—
Ella lanzó la revista sobre la mesa y se puso de pie, ahora mucho más
nerviosa que antes. —Yo… um ...—
—No—. ¿Qué estoy haciendo aquí?Ella debe pensar que soy una lapa. No
debería haber venido. —Lo siento. No debí haber venido aquí —. Comenzó a
levantarse del reclinable pero Jenny la detuvo con un gesto de su mano.
—Bien—
—Tienes razón— Dijo Jenny después de un largo silencio. —Lo que sucedió
no es justo y no fue tu culpa—. Ella contestó amablemente, consciente del
estado vulnerable de la stripper, —no estoy tratando de lastimarte o
castigarte de ninguna forma—. Ella hizo una pausa. —La confianza es un
asunto importante con mis clientes—.
—Dejame darte los nombres de algunos que están muy cualifi ...—
—No, no es estúpido— Dijo Jenny, haciendo una señal para que se sentara.
—Valiente—. Ella dejó a un lado el portapapeles. —se requiere coraje para
curarse—. Hizo una pausa, esperando que Crystal la mirara. —Si acepto
verte, hay ciertas reglas que deben quedar claras para empezar—.
—Lo más importante es saber que cualquier cosa que se diga en esta
habitación se queda en esta habitación. Este es un lugar seguro para ti.
Nada que me digas aquí será de nuevo repetido al menos que trates de
dañarte tu misma o a otros. Puedes llorar, gritar todo lo que quieras. Las
paredes están aisladas así que nadie en el área podrá escucharte.—
—no estoy hablando de cánticos o yoga— Dijo Jenny. —Toma diez o quince
minutos en la mañana para leer y pensar acerca del tema del día—.
—No se supone que sea divertido, se supone que te debe hacer pensar. Esto
no va a ser fácil, Crystal. Si quieres cambiar entonces tienes que hacer
algunos cambios—. La stripper siguió pasando las páginas mientras Jenny
continuaba. —Recuerda, ser insano es estar haciendo la misma cosa una y
otra vez y esperar diferentes resultados—.
—Me gustan muchas frases. Esa es uno de mis favoritas—. Ella se reclinó en
el sofá y metió sus pies debajo de ella.
—¿el punto?—
Con esa pregunta se ganó un bufido burlón de la rubia. —¿Mi madre? Oh,
quieres decir la borracha que se la pasaba en la habitación todo el tiempo
viendo tv por cable con su doggie dew*—.
—¿doggie dew?—
—Diecisiete—.
—Quince y medio—.
—A mitad del noveno grado. Debería haber estado en décimo pero quede
debiendo un año—.
—¿Te conformas con lo que haces? ¿Solo ganar dinero para pasar la semana
y no pensar en el futuro?—
—¡es todo lo que tengo!— Crystal exploto. ¿Que no lo captas? No soy nada.
—Me quito la ropa por dinero porque es en lo único que soy buena. No puedo
hacer mejor dinero en ninguna otra parte—.
—Entonces necesitas hacer lo que sea para hacer eso posible. ¿Que edad
tienes, veinticuatro?—
—Veinticinco—.
Crystal agarró con fuerza los brazos del reclinable, sus defensas cayendo
ante el tono retador en la voz de Jenny.
—Vamos, Crystal. ¿Qué cosas has hecho por ti misma que no te haga
terminar como un numero mas de las estadísticas?— Jenny esperó algunos
segundos por una respuesta, luego continuó. —¿bien, qué cambios estas
dispuesta a hacer para no ser parte de las estadísticas?—
—no lo sé—.
—no vine aquí para que me sermonearan para volver a la escuela— Dijo
Crystal. ¿Que demonios tiene esto que ver con las malditas pesadillas?
—¿qué?— Tú sabes a que vine aquí. ¿Por qué me presionas de esta manera?
Jenny repitió la pregunta. —¿Por que viniste aquí? ¿Que es lo que esperas
lograr?—
—Tu lo sabes.—
—Dímelo.—
—Dilo.—
—¿Y que vas a hacer para cambiar eso?— Jenny pregunto, desconcertada
por el despliegue de emociones. —¿Que cambios estas dispuesta a hacer
para que el dolor desaparezca?—
—Te dije que no seria fácil— Dijo Jenny. —Nadie más puede hacer el
trabajo. Es decisión tuya hacer cambios y tomar decisiones difíciles
tomando en cuenta como esta tu vida. Ya no eres esa pequeña niña desvalida
de quince años—.
Crystal rodo sus ojos y levantó una ceja hacia la mujer de cabello castaño.
—Ok. Escribe cuando quieras pero al menos hazlo una vez al día—.
—¿Acerca de que?—
—Recuerda lo que dije de ir paso a paso. Lee las meditaciones tres veces al
día en toda la semana entrante y luego hablaremos de ellas—. Caminaron
hacia la puerta y Jenny apoyó su mano sobre la manija curvada. —
Usualmente mis clientes se ganan abrazos cuando terminan una cita—.
De ninguna manera. Crystal dio un paso hacia atrás. —no soy de las que
abrazan—.
Jenny levantó sus manos. —Ok. Simplemente te digo que los abrazos
siempre son bienvenidos—. Ella puso su mano en la manija otra vez. —Una
ultima cosa. Todo lo que se dice aquí es personal y es una relación
profesional, lo digo en serio. Podemos hablar de muchas cosas aquí pero si
nos encontramos en los juegos de softbol o cuando este con Laura, solo
seremos Jenny y Crystal, entendido?—.
La próxima semana. Ya lo dijo. Jenny había acordado ayudarla. Ella hizo una
pausa en la puerta. —¿Hey Doc?—
—¿Hmm?—
—Cristal ...— La mano de Jenny trató de alcanzar su hombro. —Te dije que
esto no seria fácil. No espero perfección y tú tampoco lo esperes. Lo que
importa es que aprendas de tus errores y lo intentes de nuevo—. Ella guió a
Crystal al escritorio de la recepcionista. —¿Catherine, podrías por favor
programar citas regulares para la Señorita Sheridan?—
***
—En una ráfaga de fuego…— Laura arrugó su frente. —En una ráfaga de
fuego…—Sacudiendo su cabeza, presiono la barra para borrar
repetidamente. —Suena como si fuera una película de gangsters. —Su
espalda estaba comenzando a dolerle por estar sentada en la misma posición
por mucho tiempo, pero la fecha tope estaba ya muy cercana como para
poder relajarse. —Las balas parecían una lluvia sobre…no no no no.—
Suspirando fuertemente, borró la oración y se quedo mirando la pantalla.
Odio escribir acción. Vamos solo dame una buena frase hoy. —La policía
abrió fuego, rociando a los terroristas con una lluvia de balas.—Bien, eso
esta mejor. ¿Y luego que?— El cursor parpadeaba repetidamente mientras
los segundos pasaban. —Bien.— Comenzó a escribir. —La policía abrió fuego…
—¿Por qué abriría fuego sin saber donde están los rehenes?— Restregó su
cara vigorosamente y miro sorprendida la hora sobre la pantalla. —Grrr.— —
No puedo creer que sea tan tarde ya—. El pronunciado bostezo y sus ojos
confirmaban lo mismo. Era ya mas cerca de la madrugada que medianoche y
si daba un vistazo a lo que había en la pantalla sabría que en realidad
mostraba muy poco para el prolongado esfuerzo que había hecho.
—Estas levantada muy tarde—. La voz del otro lado de la puerta le contestó.
—La fecha tope hace que este aun despierta—. Ella se restregó los ojos y se
reclinó. —¿cómo estuvo el trabajo?—
—Uh huh—.
—Oh—.
Laura observó como la punta del cigarrillo brillaba con una llamarada, luego
se oscureció al igual que su compañera. No estas de buen humor como para
hablar ¿no es así?. Mientras se debatía en intentar iniciar una conversación
de nuevo, se sorprendió cuando Crystal hablo.
—Uh huh—.
¿No tienes ni idea de lo que te estoy hablando verdad? —Así es, puedes
entrar a internet con esa cosa. ¿Por qué?, ¿Te sientes con deseo de navegar
un rato?—
—¿Navegar?—
—pago una retribución mensual y tengo acceso ilimitado—. Que bien. Era la
primera vez que Crystal se mostraba interesada en algo que a ella le
gustaba. Laura se puso derecha y apoyó sus brazos sobre la mesa, sus ojos
ajustándose lo suficiente en la oscuridad para poder ver el contorno de la
cara de Crystal. Creo que comprare algunas velas para la mesa la próxima
vez que vaya de compras. —Puedes usarlo si quieres, solo no hagas ninguna
descarga—
—No lo sé— Crystal contesto con vacilación. —es tarde y es probable que
estés cansada—.
—Si me voy a la cama ahora, solo daré vueltas en ella toda la noche.
Realmente, estoy completamente despierta—.
—no sé nada sobre esto— Dijo Crystal mientras miraba por encima del
enorme monitor, el CPU y la impresora. —¿éste es el mouse, correcto?—
—¿Se supone que debe de ser del otro lado para las personas diestras?—
Ella movió cautelosamente el mouse sobre la superficie suave del mousepad.
Sus ojos verdes se ensancharon cuando observo como el puntero en la
pantalla imitaba sus movimientos. —No lo se. Parece tan fácil para usarlo de
este lado—.
—¿así que muevo el puntero hacia arriba … y doy un click sobre este botón?
—
—Sí, tienes que dar doble click sobre eso—. Observo el cursor ir despacio
torpemente de arriba abajo por la pantalla, Laura hizo un esfuerzo para no
sonreír burlonamente. Le tomo a Crystal dar tres clicks para abrir el
programa.
—Me pudiste haber advertido— Dijo Crystal con una mirada un poco
amenazadora.
—Debí hacerlo— admitió. —Pero fue más divertido verte saltar fuera de tu
asiento—. Laura tomo el control del mouse. —¿ves este botón aquí? Un click
y la pantalla cambia. Ok, escribe cualquier cosa que quieras buscar en el
recuadro—. Laura se recostó y esperó a que su compañera introdujera
alguna información.
Crystal tecleo con sus dedos índices. —Demonios. ¿Cómo borras en esta
cosa?—
—Prefiero no pensar tanto así de que cometo muchos errores— Dijo Laura
sintiéndose mas relajada con su compañera. —Realmente tiendo a reescribir
una escena varias veces antes de quedar totalmente satisfecha—.
—Suena como a mucho trabajo— Dijo Crystal, sus ojos mirando rápidamente
sobre el teclado en busca de la tecla correcta.
Laura miró las palabras de búsqueda. —¿La pagina de Educación del estado
de Nueva York? ¿Que estas exactamente buscando?—.
—Alguien me dijo que podría obtener los cursos del GED* sin tener que
volver a la escuela—. Repentinamente Crystal encontró un interés especial
en sus cutículas. —Me dijeron que había manera de estudiar para el examen
sacando la información del internet—.
—Hmm, estoy segura de que así es—. Mmh, ahora entiendo. ¿Cuántos años
tenia ella cuándo escapo? —Aun debe haber guías de estudio para que las
puedas imprimir. Tengo suficiente tinta y papel—ella ofreció. —Um.... ¿Te
puedo preguntar algo?—
—Oh—. La escritora cambió de posición con inquietud y ahora fue ella quien
fue incapaz de mantener cualquier contacto visual. Crystal comento una vez
que el streeptease fue solo un paso mas arriba. —Entiendo, bueno.....um......—
Negando con la cabeza, Laura quedamente admitió, —no sé qué decir—.
—No hay nada que decir de cualquier manera— Crystal se encogió. —hice lo
que tuve que hacer—. Ella movió el mouse. —¿y ahora que sigue?—
— Oye, no nací con esa Licenciatura, ¿sabes?. Tuve que aprender todo
también—. Ella dio un click sobre el mouse otra vez. —No tienes que
aprender todo al mismo tiempo. Intenta hacer uno de los módulos. ¿En qué
temas eras buena?—
—Uh huh—. Dijo Crystal sabiendo que era así. —¿A donde fuiste, Harvard o
Yale?—
—A ninguna— ella contestó. —Se suponía que iría a Punta Oeste* pero
termine yendo a Colgate*—.
—¿A Punta Oeste? Oh, ya me parecía. Eres una pequeña diablilla Militar. ¿Y
por que no fuiste allá?—
—Bien. Tienes que entender que la vida militar no es la misma que la vida de
civil. Las cosas no se manejan tan fácilmente—. Laura agradeció la
oscuridad, haciéndole más fácil contar su historia. —La apariencia lo es todo
y los chismes se mueven a través de las tropas más rápido de lo que te
puedes imaginar. Era una sénior en la escuela secundaria y mi padre había
sido situado en West Point cuatro meses antes. En el otoño tienen un baile
de etiqueta para celebrar durante el fin de semana el regreso a casa. Mi
padre me arregló una cita para salir con un cadete de cuarto año llamado
Eugene Watkins—.
—Oh sí, ciertamente lo intentó— Laura dijo. —Dimos un paseo por la base y
él hizo todo lo posible por abrazarme. Yo lo empujé y comencé a caminar de
regreso, dispuesta a dejarlo pasar sólo como una mala cita, pero él no se dio
por vencido tan fácilmente. Me empujó contra un árbol e intento meter sus
manos por debajo de mi vestido. Ahí fue cuando grité y le di con la rodilla—.
—Bien, el bastardo se lo tenía merecido— dijo Crystal, dando una larga
calada a su cigarrillo. —Deberías haberle pateado las pelotas—.
—¿Qué pasó?—
—¿Por qué no? Él logró salirse con la suya una vez, ¿qué podría detenerlo?—
—Bueno no creo que hayan llegado a tanto— dijo Laura, con tono de cólera
en su voz. —Creo que mi padre sabía quienes lo hicieron pero jamás me lo
dijo—.
¿Estaba molesta con él? Se quedó con la mirada fija hacia las estrellas de
nuevo. —En ese momento estaba furiosa con él por que creí que no estaba
de mi lado. Culpé al Ejército por haberlo obligado a encubrir al General. Por
eso es que acepté una beca para Colgate. No fue hasta que fui adulta que
entendí porque hizo esas cosas de la manera en que las hizo.—
—Claro que si. No tienes que cortar las manos de un hombre solamente
porque robo una barra de pan. Eugene todavía podrá tener una carrera en el
Ejército, solo que no será nada cómodo—.
Laura de nuevo deseo tener una vela sobre la mesa y poder ver la expresión
que provenía junto con ese duro tono de voz. —¿Pasó algo en el trabajo esta
noche?—
—Nada que no haya ocurrido antes— la stripper dijo con un suspiro. —fue
solo un riesgo típico del trabajo. Un idiota decidió esperarme fuera de la
salida hasta que yo saliera. Habría estado bien si Rick hubiera estado donde
se supone debía de estar—.
—Estoy bien. He trabajado por mucho tiempo lo suficiente como para saber
cómo arreglármelas con un borracho estúpido— dijo despectivamente.
—Pero aun así te molesta—. Laura intentó reprimir un bostezo pero falló. —
Ya me estoy haciendo vieja para las desveladas. El sol saldrá en un par de
horas—. Ella esperó por una respuesta y no recibió ninguna. —Bien, supongo
que es hora de ...—
—Lo sé. Hace tres años gaste cerca de quinientos dólares en buscarla. No
sabía el número de su seguro social así que no había mucho que ellos
pudieran hacer—. Laura escuchó el sonido de la silla raspando la madera
mientras Crystal se ponía de pie. —Sólo estaría desperdiciando mi dinero
otra vez—. Crystal golpeo ligeramente la mesa. —Estoy cansada. Buenas
noches—.
Laura se quedó sentada ahí por pocos minutos después de cerrar la puerta,
escuchando los sonidos de la noche. Pensando acerca de su infancia, trató de
recordar como había sido su vida a los quince. Imágenes de ella en bicicleta,
largas sesiones de llamadas telefónicas, videos de música y sus visitas a
parques vinieron a su mente. ¿Cómo pudo sobrevivir ella? A los quince años
nunca habría sido capaz de valerme por mi misma. Se estremeció al pensar
por lo qué Crystal tuvo que haber pasado y se encontró a si misma pensando
en su compañera de apartamento con gran admiración. Con un gran bostezo
se levantó y entró.
***
—Mira Laura, solo escúchame ¿Ok? Sé que debes estar un poco molesta
conmigo … —
—Laura, cuando ella entró en mi oficina pensé en que había sido una
intervención divina. Tú sabes que ya ha pasado mucho tiempo—.
—¿Tú le encontraste ...?— Laura vaciló. ¿Eso no era acaso lo que quería? No
podía estar viviendo con una bebedora, que fumaba marihuana, que era una
stripper bastante mal educada, quería que se fuera, ¿o no? Eso es lo que
estaba deseando ¿no es así?
—¿Laura?—
—Si, aun sigo aquí, Peter. ¿Así es que le encontraste otro apartamento?—
—Esta cerca de los contenedores y tiene solo un baño pero creo que será
suficiente para ella. Lo tome por 175 dólares y puedo hacer uso de los viejos
muebles y el hecho que no ha sido rentado en 4 meses no causara problemas
con la oficina central. Será perfecto, Laura. Te prometo que le gustará y se
mudará— él dijo alentadoramente. —Todas las alfombras han sido limpiadas
y ella podrá mudarse a su nueva casa el fin de semana—.
—Um.....— Maldición, ¿qué estoy pensando? —¿Peter? ¿Me puedes hacer el
favor de no mencionarle esto a Crystal?—
—Así que si las cosas cambian y el apartamento está todavía disponible, ella
podría tenerlo al mismo precio, ¿correcto?—
NOTAS:
Club Soda: Soda o refresco con gas, conocida también como agua mineral.
CAC: ni idea
Mad dog, twenty-twenty, Mountain Dew ,doggie dew: Bebidas alcohólicas de
bajo precio en Estados Unidos.
—Oh, ¿en serio?— Él dijo, acentuando más las últimas palabras. —¿Tu cama
esta teniendo algo de más acción?—
—¡Peter!—
—Ya no estoy molesta contigo. ¿Y dime como están las cosas entre tú y
Michael?—
—Lo usual. Parece una perra celosa ya sea por una cosa o por otra. Es
realmente molesto, realmente no sabe como dejar pasar las cosas—.
—Bueno ... —
Riéndose, Laura negó con la cabeza y sonrió. —Bien. No creo que Crystal
tenga que salir a trabajar hasta las siete más o menos. Hagamos la cena
como a las cinco treinta—.
—Oh cielos, por favor. ¿Con estos muslos? Ningún fettuccine alfredo para
mí—.
—Suena delicioso—
—Ok—
—Bye Peter—
—Bye—
El ruido del secador de pelo ahogó por completo todos los demás sonidos en
el modesto cuarto de baño. Crystal observó su reflejo mientras usaba el
secador y cepillaba su rubio cabello. Necesito un corte de pelo, pensó
cuando un largo mechón se rehusó a acomodarse. Un olor agradable flotó en
el aire por debajo de la puerta. Mmm, maravilloso ¿que estará cocinando?
Huele bien. Le dio a su pelo algunos cepillados finales antes de apagar el
secador y desenchufarlo. Vistió unos cómodos pantalones cortos y una
camisa sin mangas, esperando pasar el resto del día relajándose antes de ir
a trabajar al club más tarde. Deslizando sus pies en sus sandalias, lanzó su
toalla sobre el tubo de la ropa sucia y dejó el cuarto de baño.
Crystal llenó un tazón de cereal y se dirigió hacia la mesa. —¿A qué hora
vendrán?—
—Alrededor de las cinco. Calcule que podríamos cenar alrededor de las cinco
treinta así que tendrás tiempo para prepararte para tu trabajo después—.
—No. Los viernes tiene sesiones de grupo hasta las nueve. Ella estará en el
juego mañana—.
—Sí. Pensé que sería genial que tuvieras la oportunidad de conocer a los
chicos. Peter es un amor—. Laura colocó un pedazo de toronja en su boca. —
Y Michael te recordará a un gran oso de peluche. Él es agradable cuando
quiere pero a veces es tan frío como un refrigerador—.
—Lo son— Laura se rió. —Bien, tu ya has visto a Peter. Él mide mas o menos
como 1.60 cm—. Crystal asintió con la cabeza en acuerdo. —Michael mide
por lo menos 1.80cm y pesa cerca de 120 kilos—. Otro pedazo de toronja
desapareció en la boca de la escritora. —Él es un hombre que hace de todo.
Él puso los estantes del gabinete y el armario en tu habitación—.
—Mejor aun. Él podría darle a mi auto los santos oleos—. Sonrió cuando
Laura se rió pero por dentro ella se preocupó. Las reparaciones se estaban
volviendo más frecuentes y más caras. Sabía que no pasaría mucho tiempo
para que tuviera que comprar otro coche pero estaba corta de dinero y el
mudarse a este apartamento le había costado mucho del dinero que tenía
ahorrado. Además había pagado las últimas cuentas de servicios públicos de
su anterior apartamento y simplemente no tenía dinero para otro coche.
Lentamente masticó un bocado de cereal. ¿Qué voy a hacer? No pasará
mucho tiempo antes de que Laura le pida la mitad de las cuentas más
recientes. Iba a ser un verdadero esfuerzo asegurar apenas el dinero de la
renta para pagarla a tiempo. El día de paga es dos días después.
—Podemos irnos dentro de una hora mas o menos. Tengo que darme una
ducha y vestirme primero. No creo que sea buena idea pasearme en pijama
por las calles—.
—Suena… interesante—. Miro hacia arriba para ver los ojos azules de Laura
que le sonreían.
—Solo una vez durante una cena pero nunca les di importancia. Usualmente
están frías cuando las he comido—.
El que puede ser tan frío como un refrigerador. —Oh. Supongo que no me
matará si pruebo algo—.
Ups, gran error. Dándose cuenta de que había sido atrapada, le dio a su
compañera una sonrisa tímida. —Lo sabría de seguro, pero tú mantienes el
lugar tan limpio que no le vi la necesidad—
—Uh huh—
—¿No me crees?—
—Ni un poco— Laura contestó con una sonrisa.
—Bien. No soy Susie Homemaker*. Es solo que no suelo usar las aspiradoras,
limpiar o hacer cosas como esas—. Nadie me enseñó eso y eso nunca pareció
tener importancia. No es como si al idiota ese le importara si el lugar estaba
limpio o no. Memorias de su pasado le llegaron de pronto, Crystal sintió el
peso familiar sobre sus hombros. Miró hacia abajo en la mesa. Perdida en
sus pensamientos, no escucho la voz de Laura la primera vez. —¿qué?—
—Está bien. Yo simplemente um …— ¿se lo digo así nada mas? —No es nada,
no importa—. Intentó marcharse dando media vuelta pero se encontró
incapaz de resistir la amable presión de las manos de su nueva amiga.
—Lo que quise decir ahí dentro, es que lo estás haciendo mejor ahora
ayudando a mantener el lugar limpio—.
—Oh—
—Hagamos un trato, ¿Ok? Tengo un cierto modo de hacer las cosas. Eso
incluye la limpieza. Seamos honestas, Crystal. Tú no limpiaras de la manera
que yo limpio y yo terminaría haciéndolo de nuevo—. Laura se reclinó en su
silla. —Sólo encárgate de recoger tus cosas y yo me encargaré del aseo
general—.
Genial, ahora ella piensa que soy una buena para nada. —Mira, si me
mostraras como hacerlo yo ... — Crystal comenzó a decir.
—¿Qué sucedió?—
—¿Y es por eso que eres una neurótica de la limpieza? ¿Porque tu padre
encontró tus revistas pornográficas?—
—Oh cielos—
—Él no estaba nada contento. No había hecho nada aún. Como dije, solo
sentía curiosidad—. El rostro de Laura cobró una apariencia distante. —Tuve
que sentarme por casi dos horas teniendo una conversación acerca de sexo
con mis padres—.
***
Laura echó una mirada a su labor, rociando los condimentos sobre las
pechugas de pollo.—Es muy fácil seguir la receta—.
—Lo tengo acostumbrado. Crecí con este tipo de comidas congeladas sólo
listas para servir y comer y pizza congelada también—.
Laura hizo una pausa pasando un paño sobre el mueble del mostrador. —¿Has
comido mucho de eso, huh?—
—Era mas barato comprar cosas pre-preparadas que comprar todos los
ingredientes y hacer todo el trabajo—. Fue salvada de seguir con la
conversación por el timbre de la puerta.
—Esos deben ser los chicos— Dijo Laura, doblando el paño de lavar platos y
colocándolo pulcramente sobre el grifo.
—Yo abro—. Crystal fue a la puerta y se asomó por la mirilla, viendo sólo la
imagen distorsionada del hombre que le alquiló el apartamento.
Crystal encontró su mano sujetada entre dos manos mas grandes mientras
Peter se alejaba dejándola sola con el hombre que era fácilmente dos veces
más alta que ella. Ella no podía decidirse si él se parecía más a un luchador o
un físico-culturista. De pronto, el enorme tamaño del desconocido le provoco
que el corazón comenzara a latirle con fuerza trayendo así un antiguo miedo
y el deseo de escapar inmediatamente. Entonces el gigante abrió su boca.
—Es un placer conocerla— él dijo, su voz casi tan suave como la de ella. —
soy Michael Swenson, el amante de Peter—.
—Hola—. Crystal se sorprendió ante el contraste de la suave voz juvenil con
el enorme hombre parado delante de ella. —Crystal—.
—No empieces— una voz se escuchó desde la cocina. —No es mi culpa que no
pongas atención—.
El rubio hombre rodó sus ojos. —Él piensa que me dice las cosas— él susurró
conspiradoramente. Crystal no podía evitar que una sonrisa cambiara su
expresión. —Apenas hace cuatro horas me dijo que teníamos que traer
soufflé—. Él suspiró y negó con la cabeza. —Pero tú no necesitas saber de
nuestros problemas—.
¿Ginebra? Ella miró con sorpresa a Laura, luego a su bebida. ¿Ella tiene
bebidas alcohólicas en alguna parte? Oh qué idiota soy. Al no haber visto a
su compañera beber o haber visto alguna botella por ahí, Crystal asumió que
no había licor en la casa. Aquel día que me quede aquí y sufrí por algo de
beber, y ¿tú tenias aquí guardado todo este tiempo? Ella tomó nota mental
para revisar lo que había realmente en los gabinetes de la cocina la próxima
vez que Laura saliera. —Gracias—.
—¿Michael, qué tan difícil seria instalar una lámpara en el balcón de arriba?
—
El gran hombre rubio se encogió de hombros. —No creo que sea tan difícil.
¿Es solo una pared de madera por fuera y tabla roca por dentro, verdad?—
—Así es—.
—No debería tomar más de un par de horas si hay un buen lugar para
conectar el cableado. Probablemente lo podría terminar en una tarde—.
—Bien, ¿cómo se supone que debo de verlo desde la ventana del dormitorio
si tú lo escondes debajo de todas esas hojas?— El pelirrojo se enderezó y
tomó un sorbo de su bebida. —Honestamente simplemente no sé lo que
piensas algunas veces—.
—Pienso lo agradable que sería salir a algún lado por tan sólo una vez y que
no tengas que estar fastidiando—.
—No creo que esas frases funcionen con ella— dijo Michael, su joven voz
otra vez llamando la atención de Crystal. —Esos son cuentos para chicos
adolescentes— él continuó.
Crystal llevó el vaso hacia sus labios, saboreando un poco de tónica. Unos
pocos más de estos y no tendré que ir arriba a por un porro, ella caviló,
tomando otro sorbo. Ella se percató que Michael todavía le estaba hablando.
—¿Qué?—
—Oh por favor llámame Peter, y no gracias—. Él cogió su vaso medio lleno y
lo meneo. —El hombre arregla todo no me dejará tomar más que un par de
bebidas mientras estamos fuera—.
—Él está arriba ahora— ella apuntó hacia fuera, sujetando la botella en su
mano.
El pelirrojo miro hacia la sala de estar vacía, luego a las escaleras antes de
acercar su vaso a ella. —Pues bien supongo que no hay nada de malo en tomar
un poco más—.
—Gracias— él dijo, llevando la bebida a sus labios. —Ooh, esto si que está
como para noquear a alguien, ¿no le parece?—. Él tomó otro sorbo. —A usted
le gusta prepáralos fuertes, Señorita Sheridan—.
—Crystal y si, mientras más fuertes mejor—. Ella tomó un buen trago de su
bebida y se dirigió hacia la puerta de cristal corrediza. —Necesito algo de
humo—.
—Por lo que veo, Señorita, quiero decir Crystal—. Él la siguió fuera. —veo
que Laura esta aplicando la regla de no fumar—.
—Pero ustedes dos se están llevando muy bien por lo que veo— él dijo en
defensa. —A Laura le gustas—.
—Um, la ensalada de frutas está lista, —Dijo Crystal antes dar un largo
golpe a su cigarrillo. —Y ya me está dando hambre—.
—Podrían hacer eso. Pero lo más probable es que presionen con acortar la
fecha de entrega.—
—Siento mucho todo esto— la escritora dijo mientras sacaba la cacerola del
horno. —Algunas veces los chicos se ponen a pelear y no son capaces de
dejar los problemas en casa—.
—Está bien. Al menos no se están dando golpes—.
—Tienes que dejar lugar para el plato fuerte— Peter dijo con mal humor,
moviendo la fuente caliente a un lado para dejar espacio para la fuente de
pollo. Una vez que Crystal se aseguró de que el trébedes de hierro estaba
bien fijo, Crystal colocó la fuente sobre él. Ella regresó para ir a ayudar a
Laura, pero se encontró a la mujer morena cruzando la puerta con el plato
fuerte en las manos.
—El arroz y la salsa todavía están dentro— Dijo Laura, señalando con su
barbilla hacia la cocina.
—No seas tonto, Michael— Peter amonestó. —Por supuesto que lo hará solo
que ella va a probar el pollo de Laura primero. Adelante querida, pruébalo—.
—De hecho ... — ella empezó, mirando con vacilación el vegetal verde.
—No, está bien— Dijo Laura. —Puedes probar el soufflé primero si quieres.
No me molestare—.
Seis ojos observaban como Crystal tomó un poco con el tenedor del plato y
lo llevó a sus labios. —Mmm—. Como Michael había predicho, realmente se
derritió en su boca. —Esta bueno— habló entre dientes, metiéndose en la
boca otro pedazo.
—Por supuesto que esta delicioso— Dijo Laura, tirando a Peter una mirada
para anticipar algún comentario.
—Entonces Laura— dijo Peter, con una apariencia casi siniestra en su cara.
—¿Vas a asistir al baile el próximo viernes en el centro comunitario?
Escuché de buena fuente que Tina estará allí—.
—Ella es demasiado oscura para ti, Laura— Michael dijo sin mirar hacia
arriba de su plato.
—Oh por favor—. Peter se recostó en su silla, —¿le gusta tener piercings en
su cuerpo, y que con eso?—
—Pues que prefiero que mis mujeres no parezcan almohadillas para alfileres
—, Laura replicó.
—Tengo que ir al juego pero no me quedaré por ahí después—. Una sonrisa
se formó en los labios de la escritora mientras miraba el plato de la rubia. —
Parece que disfrutaste el pollo. Estabas más hambrienta de lo que creías—.
—Eres tan linda cuando te sonrojas— dijo Peter. —¿No lo crees, Crystal?—
—Bueno, um ... — ella recorrió con la mirada su plato, notando que solo
quedaba algo de arroz en el. Tal vez ella prepare esto alguna otra noche. —
Yo realmente no ... —
—Si él lo hace en tres meses, tendremos lo suficiente como para hacer ese
viaje a Amsterdam con el que hemos estado soñando—.
Peter se volvió hacia Crystal. —Laura ha oído esta historia antes pero hice
una búsqueda de genealogía en mi familia unos cuantos años atrás y me
enteré de que mis antepasados realmente fungieron como Sirvientes para
Lord MacCarthy*—.
—Oh no, no la historia familiar Knight otra vez— Laura gimió en broma. —Al
menos espera hasta después del postre. Hablando de eso… —. Se limpió sus
labios con la servilleta y se puso de pie. —Si me disculpan tengo que entrar
para meter los molletes al horno—.
—En la sala de estar— Dijo Laura antes de sacar un tazón para batir al
estante superior. —Estaremos allí en un minuto—. Ella tomó las moras, los
huevos, y la mantequilla del refrigerador. ¿Quieres pasarme la cacerola para
los molletes?—
—Era más fácil dejarlo así hasta que hubieras terminado y después limpiarlo
— ella sugirió, sabiendo que desperdiciaba sus palabras.
—¿Crees que dejaría ese desorden, tan sólo por un minuto?— Ella arrastró
el tazón y se apoyó contra el mueble mostrador al lado de Crystal. —Esta es
una de mis pequeñas manías, así como tú tienes la costumbre de poner los
ojos en blanco cuando algo te irrita—.
—Sí que lo haces— Dijo Laura. —Mira, lo estás haciendo ahora mismo—
Laura se movió más cerca y se inclinó para que su boca quedara cerca del
oído de Crystal. —¿Y a cuántas personas les has permitido acercarse lo
suficiente para poder notarlo?— Sin esperar respuesta, ella tomó el tazón
de las moras. —Toma, puedes mezclar las moras. Usa una cuchara de madera
y hazlo suavemente. No querrás espachurrarlas todas—
***
Cuando entró con su coche al estacionamiento del lugar, frunció sus labios.
El lugar estaba lleno de coches y ella sabía que los pocos espacios que había
en la calle estaban igual de llenos también. Una mirada sobre el toldo del
club explicó el por qué. En letras negras en contra del plástico blanco
iluminado estaba anunciado que el Tom Cat Club ofrecería luchas en lodo
esta noche. Oh mierda. Justo lo que me faltaba. Los usuales clientes que
iban serían reemplazados por un grupo de bebedores compulsivos de
cerveza, hombres que vomitaban y que generalmente no podían abstenerse
de enfrascarse en peleas al menos tres veces durante la noche. Los
rebotadores* adicionales fueron requeridos para la lucha de lodo después
que una noche una de las mujeres fuera atacada en el lodo por un
calenturiento borracho varios meses atrás. Crystal odiaba trabajar en este
tipo de eventos. Pues el hostigamiento sexual era mayor. Encontrando un
lugar pequeño detrás de un contenedor, estacionó su coche y corrió hacia la
puerta trasera. Tuvo que tocar varias veces antes de que la puerta de
emergencia se abriera.
—¿Para que?—
Genial, ¿Y ahora que carajos hice? Ella pensó para si misma mientras
entraba al vestidor. Paró repentinamente cuando vio a Mónica parada
enfrente del espejo. —¿Por qué estas vistiendo así?—
—Oh gracias a Dios que estás aquí. Rick volvió a cambiar el número de
apertura. Vamos a presentar el número de la reina del sombrero primero,
luego el de las pollitas—
—Oh no, estás bromeando—. Crystal hizo una pausa cuando estaba metiendo
su brazo a través de una manga. —¿Acaso esta loco?—
—Él dice que puede así ofrecer dos luchas adicionales de este modo—
Mónica se encogió de hombros. Un golpe fuerte en la puerta anunció la
creciente impaciencia de Rick.
—Ya vamos— Crystal gritó, sacudiendo con fuerza su brazo para terminar
de colocar el traje. Ella aun no había pisado el escenario y ya estaba
temiendo por la noche que iba a ser.
Crystal tenía razón para estar intranquila esta noche. El anuncio de mujeres
forcejeando sobre lodo aseguraba el hecho de que habría muchos borrachos
alborotados. Varias mesas se llenaron con miembros de una fraternidad de
una universidad local. Mirando a hurtadillas hacia fuera a través de la
cortina del escenario, vio un mar de sudaderas rojas con letras griegas en
ellas, las mesas llenas de botellas de cerveza. Demonios. Otra mirada por el
lugar le mostró con súbita desazón que solo había un rebotador y no dos
colocados cerca del escenario. Fantástico, realmente fantástico. Por qué no
simplemente ponemos un letrero que diga —ataque a las bailarinas, no nos
importa—. Ella bajo y tiró fuertemente el traje de spandex acomodándolo
en su entrepierna. Mónica subió detrás de ella. —no se ve nada bien,
¿verdad?—
—Rick será mejor que estés muy atento con esto, es todo lo que puedo pedir
— Dijo Crystal suspirando. El manejador en cuestión apareció en ese
momento.
—Vamos chicas. Hay clientes ahí fuera que pagan bien si ustedes dos les dan
un buen show. Crystal, usa el tubo de la derecha. Eres mas del tipo que
quieren ver esos tipos—
Más bien quieres decir que los niños te pidieron ponerme de ese lado del
escenario, pensó para si misma, pasando de largo a Mónica para posicionarse
cerca del tubo derecho. Rick dio un paso entre las cortinas y el gentío se
calmó. —La gerencia del Tom Cat Club les da la bienvenida a todos ustedes
esta noche para ofrecerles un show especial. No sólo tendremos seis luchas
por separado programadas a lo largo de la noche…— él tuvo que hacer una
pausa ante los estrepitosos gritos de aprobación del publico. Crystal sentía
que bajaba su estado de ánimo mientras pasaban los segundos. Estoy tan
jodidamente cansada de esto. El micrófono de Rick amplificó su voz
sacándola de sus pensamientos. —.Además tenemos a la muy sensual Crystal
Peaks para entretenerlos junto con la también popular Mónica— En la
mención de sus nombres, las artistas de striptease se colocaron en los
tubos, preparándose para el inicio de la música y el levantamiento de la
cortina. —Y sin mas preámbulos, permítanme presentarles a Crystal Peaks y
Mónica— Los altavoces sobre el escenario comenzaron a sonar con un gran
rítmico estruendo.
La primera cosa que ella notó cuándo la cortina subió fue a todos los
estudiantes acaparando todo su lado del escenario. Esto no va a estar nada
bien. Siguiendo los consejos Mónica, ella hizo una vuelta rápida alrededor
del tubo, deteniéndose enfrente para hacer unos movimientos con los
hombros.
Demonios. Ella hizo un rápido doble paso para volver a tomar el ritmo de la
música. Concentrándose en su rutina, bailó de acá para allá cálidamente
intentando seducir a los hombres con su cuerpo. El único rebotador del
escenario fue colocado del lado de Mónica, dejándola sin ninguna protección
ante la calenturienta fraternidad.
—vamos señoras— gritó otro chico —¡queremos ver tetas y las queremos
ahora!— Sus amigos se unieron al cántico, golpeando con sus puños en las
mesas.
Rick corrió a través del escenario y bajo las escaleras para enfrentar a los
chicos. Las cosas se tranquilizaron rápidamente después de eso y Crystal
pudo continuar con su rutina. Mirando hacia Mónica, ella inclinó la cabeza y
reanudo el ritmo con la música. En sincronía ambas mujeres se bajaron las
cremalleras de las partes superiores del traje de spandex, revelando por
debajo la piel desnuda. Normalmente Crystal jugaba con sus manos en esta
parte, provocando a la audiencia por lo que estaba por venir. Esta noche sin
embargo, no tenía el menor interés de provocar de esa manera. Las
chaquetas fueron quitadas de encima y ondeadas detrás de ellas en el
escenario, seguido rápidamente por los pantalones del spandex. Mónica se
acercó al borde del escenario hincándose ante una mesa de hombres de
mediana edad. Los billetes de dólares rápidamente fueron colocados bajo la
tira delgada de su tanga. Los chicos de la fraternidad daban gritos y
agitaban los billetes también pero Crystal no quería de ninguna manera
acercarse a ellos, en lugar de eso fue al frente del escenario y siguió con
sus movimientos sensuales allí. Los chicos abuchearon su decepción y
comenzaron a golpear las mesas otra vez. Ella miró por encima a Mónica,
esperando a que la mujer mayor se apiadase de ella y entretuviese a los
chicos de la fraternidad pero ni el dinero extra fue suficiente para obligar
a la pelirroja stripper a moverse hacia el lado del escenario donde estaba
Crystal.
Maldición. Ella sabia que Rick estaba en algún lado en medio del mar de
chicos de camisas rojas y espero que el los mantuviera bajo control.
Mostrando una sonrisa falsa en sus labios, Crystal se acerco a ellos con
vacilación. Un tipo musculoso bastante ebrio se recostó sobre el riel y
tendió un billete de cinco dólares. Arrodillándose delante de él, ella se
movió y se contoneó, haciendo a sus pechos ondear y rebotar. Ella le ofreció
un lado de su cadera mostrando las tiras de su tanga para que deslizara el
billete debajo de ella, pero él tenía otra idea en mente. Él enganchó sus
dedos alrededor de la tira de la tanga y tiró fuertemente, sacándola con
fuerza fuera del escenario. Crystal cayó sobre la mesa, botellas de cerveza
pegaron contra su espalda. En tan sólo un segundo sintió el dolor de un
cigarrillo quemando su espalda y quedó a disposición de un apretón doloroso
en su pezón que le provocaron los dedos del atleta. Ella pateó y se sacudió
con fuerza, causándole a él rasguños sobre la piel. —¡Hija de puta!— Él gritó
cuando el tacón de Crystal golpeó contra sus costillas.
—¿Crys? ¿Estás despierta? Dios mío querida amiga, nos tenías muy
preocupados. Rick dijo que si no despertabas para el final de la próxima
presentación llamaría una ambulancia—
—No estoy segura. Sólo escuché la gran conmoción pero para cuando llegue
allí tu estabas inconsciente o algo así. Rick hizo que te trajeran aquí dentro.
Él tuvo que presentar a las luchadoras antes de lo programado y les dijo que
tenían que hacer peleas extras— Fue entonces cuando Crystal se fijó que
Mónica vestía su ropa de calle. —Tu pensarías que al menos el bastardo
podría pagarme por la mitad de la presentación, porque ya no haría la otra
parte del show el resto de la noche, ¿pero sabes lo que hizo ese maldito
desgraciado? Me dijo que si quería trabajar el resto de la noche tenia que
participar como una de las luchadoras—
—Creo que necesitas que alguien le eche un vistazo a esa herida— Mónica
dijo.
—Por supuesto que aun no. Mientras no funcione ellos no pagaran más por la
electricidad— Metió la mano en el cubículo privado y saco las ropas de
Crystal. —Aquí tienes amiga—
—Crys, recuerda que el tipo está allí con todos sus amigos. Si Rick lo sacará
los demás se irían también—
—Gracias otra vez, Mónica. ¿Estas segura que no quieres que te acompañe a
tu coche?—
—No, estoy estacionada justo por aquí— Ella señaló la mini furgoneta
estacionada varios lugares atrás de la fila. —¿En cuánto tiempo crees que
puedas volver?—
—Serán algunos días antes de que la hinchazón se baje pero usando algo de
maquillaje, quién sabe. Yo te llamo— Miro hacia el club, una neblina de humo
salía por las ventanas, Crystal sintió un nudo en su estomago ante el
pensamiento de volver otra vez. Con su mano derecha se cubrió su herido
seno. Cerró sus ojos y se apoyó contra su coche, esperando que el aire de la
noche despejara su mente.
—Sí, soy yo— Mientras entraba por el pasillo, Laura pudo fácilmente
observar los labios hinchados y la piel abierta. —Hubo un… incidente en el
club esta noche—
—Yo puedo... —
—¡Yeouch!—
—Te lo dije. Ahora quédate quieta— Limpió suavemente una y otra vez el
área. —Esto luce bastante mal—
Eso explica el corte dentado, ella pensó para sus adentros. —¿Y me dirás
que es lo que pasó?—
—¿Laura?—
—Um hay otro lugar— ella comenzó, poniéndose de pie y dándole la espalda a
la escritora.—Creí que con sólo lavarme en la tina se curaría pero....—
Laura presionó sus dedos sobre el tubo de crema. —¿Y,cosas como ésta
ocurren a menudo?—
—No a menudo, sólo de vez en cuando. Usualmente no consiguen nada más
que tocar un poco gracias a que los rebotadores los mantienen alejados—
¿Y el que logren tocarte está bien? Deberías dejar ese trabajo, ella pensó
para sus adentros antes de recoger el tubo. —Tengo que limpiar la herida
primero antes de que pueda poner la crema. ¿Crees que puedes mantener
arriba tu blusa?—
—Sí—
—Estate quieta—, ella amonestó. —Te has quemado muy feo, Crystal. Se
ampolló en la parte de arriba y rompió la piel. Tendrás que ser muy
cuidadosa. La tienes en una zona un poco inaccesible—
Crystal trató de alcanzar su espalda, esforzándose por tocar con la punta
de los dedos la cinta y la gasa. —Lo está. Apenas la puedo tocar—
—¿Quieres decir que él no se queda con las personas mucho tiempo porque
paga mucho?—
—¿Pero si ellos hacen un buen trabajo, Michael se queda con ellos? Crystal
preguntó mientras bajaba su blusa.
—No lo sé. Imagino que él siempre tiene un trabajo o dos que necesitan
hacerse aunteniendo a los subcontratistas. Le he ayudado algunasveces por
un día o dos cuando él ocupaba trabajadores. Es trabajo arduo pero el
siempre aprecia un buen trabajo— Vamos, Crystal. Todo el sudor por un
trabajo duro es aun diez veces mejor que quitarte la ropa para los hombres.
Mira lo que te pasó esta noche. Laura quería decir en voz alta esas palabras,
pero se contuvo.Era decisión de Crystal dar el siguiente paso y presionarla
no ayudaría.
La rubia dio la vuelta para afrontarla. —Gracias por ayudarme con esto—
—De nada. ¿Estas segura de que no quieres hablar sobre lo que pasó?—Ella
puso su mano sobre el hombro de Crystal pero la quitó rápidamente
cuandosintió la rigidez de ella al tocarle. —Soy buena escuchando. Aun
podemos salir fuera a la cubierta si quieres—
—Bien. Recuérdame prestarte una de mis gorras para que te protejas del
sol— La crema, el algodón, gasa y peróxido fueron devueltos al gabinete. De
pronto se encontraron sólo paradas allí, en el cuarto de baño sin nada que
decir. —Um, entonces, uh—
—De nada. Hasta mañana. Que tengas dulces sueños— Ella oyó elbajo
resoplido y el sonido de la bolsa de papel mientras alcanzaba la manilla de la
puerta. Entró en su cuarto y contempló el techo. Ha tenido un día bastante
difícil. Por favor, déjala dormir tranquila esta noche. Suspiró con
resignación sabiendo que había hecho todo lo que estaba en sus manos,
Laura se sentó frente al ordenador y miró la pantalla, leyendolos últimos
pocos párrafos que había escrito. Apretando sus nudillos para
desentumecerlos, comenzó a escribir, dejando al mundo afuera y enfocando
la atención en sus personajes y en la fecha tope de entrega.
Una frase, luego dos aparecieron en la pantalla. Está caluroso aquí dentro.
Presionando con sus pies, rodó su silla hacia la puerta de cristal corrediza y
la abrió, dejando entrar el aire de la noche a través del mosquitero.
Inmediatamente el olor ya conocido de marihuana mezclado con incienso
invadió el aire. Hmm … inhaló por la nariz el aire otra vez. No es cereza o
vainilla. ¿Es lila? Poniendo atención, escuchó los sonidos de un vaso de vidrio
seguido por el sonido del encendedor de Crystal. El olor de la marihuana se
hizo más fuerte.
Poniéndose de pie coloco su silla debajo del escritorio, Laura abrió la puerta
y camino a través del pasillo y se paró enfrente del dormitorio de Crystal.
Tocó ligeramente. —¿estas ocupada?—
—Uh— Laura oyó una gaveta abrirsey cerrarse a lo que ella asumió que era
la droga que estaba siendo escondida. —Entra—
—Se llama Lluvia— Crystal estaba sentada sobre su cama, sentada al estilo
indio. La lámpara al lado de la cama estaba encendida, un espejo en la pared
reflejaba la luz sobre el techo blanco, dándole al cuarto un brillo tenue. La
stripper se había puesto unospantalones cortos grises y una camiseta
blanca, sus pechos se notaban a través de la delgada tela blanca.
—Creo que no habías usado este aroma antes— Ella cogió la caja llena de
varas de incienso y leyó la etiqueta, deliberadamente manteniendo sus ojos
fuera de vista de los obvios atributos de su compañera. —Difícil saberlo, sin
embargo, ya que parece que usas una gran variedad de aromas—
—Los usas bastante. ¿Es sólo para esconder el olor a marihuana? No puedo
imaginar que la fumes mucho todo el tiempo—
—No, no la fumo a cada minuto del día— Crystal dijo, sonrió quitando
importancia a sus palabras. —Me gustan los olores. Cuando estaba
creciendo, todo olía como a mi padre. Sus cigarrillos, su colonia barata…—La
pausa causó que Laura la mirara fijamente y viera a Crystal estremecerse.
—Simplemente todo— la joven dijo molesta, tratando de alcanzar sus
cigarrillos.
—Seguro, cualquier cosa— Ella intentó mirar los ojos de Crystal pero
estaban escondidos detrás de unas pequeñas rayas. Realmente debes de
haber fumado mucho de eso antes de que entrara,pensó para sus adentros.
—¿Te importaría si me siento?—
—Cuando era pequeña me gané una zurra o dos pero no de la forma que te
imaginas. Él nunca hizo nada más que eso—Laura estiró sus pies cruzándolos
sobre la cama. —Algunas veces él actuaba como un sargento de
entrenamiento pero aun así él sabía la diferencia de tratar con sus reclutas
y con sus hijos—
—Debió ser agradable— La cabeza del cigarrillo brilló de nuevo con una luz
anaranjada cuando inhaló otra vez. —El mío solía pensar que todo se
solucionaba con los puños. Él…—la voz de Crystal disminuyó y apartó su
mirada. —Él solía la...lastimarme—
No, no me dejes ahora, Laura pensó. Vamos, Crystal, lo estás haciendo muy
bien. Ella se apoyó sobre su rodilla. —¿Qué pasó esta noche?—
—Yo… eso....— Crystal comenzó y se detuvo varias veces y sacudió sus manos
por la frustración. Provocando con esto tirar la ceniza del cigarrillo sobre
las sábanas.
Laura rápidamente sacudió para remover la ceniza antes de que las quemara.
Al fin, ella terminóatravesada diagonalmente en la cama, sus hombros al ras
de la cadera de Crystal. Giró sobre su lado y se apoyóen un codo. —Shh—
ella arrulló. —Simplemente aspira profundamente e inténtalo de nuevo.
—Crystal— ella interrumpió, poniéndose sobre sus rodillas otra vez. —No
puedes sentarte aquí y decirmeque lo que pasó hoy no te ha molestado.
Tienes tu labio prácticamente partido en dos, un cigarrillo quemó tu espalda
y sabe Dios que más pasaría que no me has dicho— Corriendo el riesgo, se
acercó más a ella, sus rodillas quedaron a sólo unos centímetros de las de
Crystal, quien permaneció con las piernas cruzadas a la cabecera de la cama.
—Y creo que cualquier cosa que haya pasado hoy te hizo recordar a tu padre
—
Eso es poco, Laura pensó para sus adentros. —¿Te puedo decir algo?— Ella
esperó hasta que Crystal asintiera con la cabeza. —Sé que no tenemos
mucho tiempo de conocernos, no somos exactamente las mejores amigas—
—Con mi suerte sería algo así como cuandote dejan de lado cuando escogen
a los miembros de un equipo de fútbol—Crystal dijo quedamente.
—Oh no— Laura susurró, ajustando más su agarre de modo que la cabeza de
la mujer más joven quedara debajo de su barbilla. —Yo siempre te escogería
a ti para que fueras de mi equipo— ¿No puedes creer que alguien pueda
quererte? ¿Crees que no eres digna de importarle a nadie? Ella acabó el
abrazo con un apretón rápido y retrocedió, dándole a Crystalsu propio
espacio. Amo a mi hermano con todo mi corazón pero siempre tuve la ilusión
de tener una hermana pequeña— Crystal le dio una mirada. —Bueno, tal vez
no tan…compleja como tú, pero es igual— Laura intentó, aliviada cuandovio
una gran sonrisa asomar en la cara de su compañera.
***
—Nop, está demasiado cerca del campo. ¿Has vistola forma en que las
pelotas caen por esta zona?—
—El mejor de la liga y ellas lo saben— Salieron del Jeep y fueron hacia la
parte de atrás. Laura abrió la puerta trasera y sacó su mochila de deporte.
—Es como si jugaran Tinker y Evers, pero aquíson lasgemelas Winters—
—¿Huh?—
—Supongo que tendrías que saber de béisbol para que entiendas lo que
hablo, es decir, que casi es una garantía de que todas las pelotas que nos
lancen serán out —
—Oh— Crystal se encogió de hombros. —¿Asíque estaremos aquí sudando
con todo este calor y ensuciándonos solo para perder?—
—Así es— Ella colgóla mochila sobre su hombro. —Tú llévate la hielera—
—Caramba, gracias—
Jenny sonrió y saludó con las manos cuandovio a las dos acercarse. Le dio a
Laura un abrazo. —Me alegraría que tú pudieras hacerlo también— ella dijo
a Crystal, quien permanecía fuera de su alcance.
—Pues bien, he escuchado que aquellas dos son de cuidado— Crystal señaló
hacia las gemelas.
—Oh, um... mala noche en el trabajo. Laura, voy a dejar la hielera por allí y a
conseguir un asiento—
—Ok—
Mirando mientras se retiraba hacia las gradas, Laura colocó sus antebrazos
sobre uno de los rieles superiores de la cerca junto al campo de juego. —
Odio que trabaje allí.Me dio una pobre excusa de que un hombre la golpeó—
—Ella no me dio todos los detalles. Su cara se ve mejor hoy que anoche. Se
quemó su espalda con un cigarrillo también—
—¿Estaba ella..?—
—No. Eso ocurrió durante una de sus funciones— Laura miró hacia el campo,
levemente notando los uniformes amarillos con negrodel otro equipo que
calentaban haciendo tiros con las pelotas. —Jen, la hubieras visto anoche—
Jenny apretó su hombro. —¿Cómo estás tú?—
—No puedo soportar ver que ella regrese de nuevo a trabajar allí después
de lo que pasó—
—Es su trabajo—
—Iré con la couch para que me de las indicaciones— Laura dijo. —Si te da
sed ve con Cristal, ella está a cargo de la hielera—
—Con suerte solo podrías hacer strikes y quedar fuera— Laura dijo,
poniéndose su gorra.—Por otra parte podrías mandar esa pelota
directamente a su guante y quedas fuera también—
—Esa es Carol—
—Sí, ella. Te juro que ella tiene un imán en su guante que atrae a la pelota
como si esta fuera de acero— Las mujeres se rieron y caminaron hacia la
banca.
—Creí que la idea era pegarle a la pelota y mandarla fuera del campo, y no
mandárselasa ellas—
—¿Qué fue lo que Laura te contó de esto?— Crystal preguntó con voz baja a
poca distancia de la primera base.
—Me contó que no irías a trabajar por unos días— Jenny contestó.
—Yep—
—Uh huh— Jenny dijo dudosamente. —Sí, claro, yo siempre suelo recibir
golpes en el trabajo— Ella interrumpió la conversación para posicionarse y
recibir un lanzamiento de la segunda base. —¿Vas a trabajar para Michael
esos días?—
—Supongo que es más fácil darse por vencida sin intentarlo siquiera, ¿hmm?
— Otra vez su conversación fue interrumpida por el juego en curso cuando
la mediocampista de las Abejas tomó la tercera base. En pocos segundos
Carol Winters tomaba la primera base y fácilmente logro tomar la segunda
base también.
—No se verá bien si les dan una paliza apenas en el primer inning, Doc—
—Ooh, ahora hay una oferta— una de las Airhearts que estaba sentada
sobre el banco grito.
Thunk. El bat conecto, esta vez enviando la pelota al jardín izquierdo. Laura
reaccionó rápidamente, tuvo que tirarse sobre la hierba seca. Pudo atrapar
la pelota logrando un out, pero no quedó en buena posición de lanzarla hacia
la tercera base para evitar que la corredora llegara. Exasperada, pasó con
sus manos tallando inútilmente sobre las manchas dehierba en sus
pantalones mientras caminaba de regreso a su posición.
—¿Por que está tan molesta?— Crystal preguntó. —Ella logró hacer un out.
—Quiso evitar que Winters avanzara. Ahorasi alguien conecta fuera del
campo será una carrera para ellas—
—Oh, gracias— Laura dijo, tomando la lata. —No puedo creer que estetan
caliente aquíafuera—
—Lo intentaré—
—Tal vez debí ponerme ese pequeño top después de todo— la rubia filosofó.
— ¡Oh mira!—
—Ok Julie, un out más— la catcher gritó en lo que Laura tomaba su posición
en el plato. Mirando hacia el campo de juego, las gemelas dejaron en claro
que no tenían la intención de dejar pasar ninguna pelota a través de ellas.
Sólo debo concentrarme y pegarle a la pelota. Por supuesto que era más que
sólogolpear la pelota. Tenía que asegurarse que debía mandarla lo
suficientemente alta para poder pasar al Bloque de Hielo pero no tan alta
paraque alguna otra jugadora la atrapara. Flexionando sus dedos alrededor
del bat, se apoyó en su pie de atrás y esperó a que la pitcher lanzara.
Esta vez su bate hizo contacto pero su golpe fue algo pronto, débilmente
mandando la pelota a zona de foul. Sujetando el bate entre sus rodillas,
Laura se limpió su labio superior y canalizó su mirada al plato de home. Un
strike más y la tradición de las Abejas dándole una paliza a los Airhearts
continuaría. Apenas escucho el grito de sus compañeras de equipo mientras
nerviosamente asumía su postura. Su jersey se sentía tan grueso en contra
de su piel sudada y su sostén deportivo estaba totalmente húmedo.
Casi abanicaba un tiro cuando el arbitro gritó que era una bola*. Laura soltó
un profundo suspiro. —Oh, gracias Dios.
NOTAS:
Trébedes: Aro o triángulo de hierro con tres pies, que sirve para poner al
fuego sartenes, peroles, etc.
Por favor no me dejes quele pegue justo hacia ella, por favor no me dejes
mandarla hacia ella. Agarrando el bate más fuerte, esperó para que el
destino decidiera sisería la heroína o la perdedora del juego.
—Oye, fue un buen juego— Jenny dijo mientras se acercaba detrás de ella.
—De hecho yo no puedo ir. Te lo dije, tengo que ir a ver a Mamá esta noche
—
—Sí, lo hice—Laura admitió. —Fue un buen juego, aunque nos vencieron las
Abejasotra vez— Ella recogió su guante y su bate. —¿Puedes traerte la
nevera?—
—Seguro, ya esta bastante vacía que cuando la trajimos. El agua del hielo ya
la tire—
—Oh sí— Crystal estuvo de acuerdo. —Yo estaba segura de que darías un
buen golpe. Nadahubiera sido peor que te sacaran teniendo todas las bases
llenas—
—Estás en lo correcto. Pienso que hay que celebrarlo. ¿Te sientes con
ánimos para ir a la feria? ¿Aunque sea solo un rato?—
—¿Quieres decir contigo?—
***
—Es probable que sea el último sábado que este aquí y continúen su ruta o
como sea que le llamen hacia otro lugar. Laura presionó el botón arriba de la
direccional, enviando chorros de líquido azul sobre el parabrisas. —No puedo
creer qué polvorienta es esta carretera. Voy a tener que lavar el coche
cuando lleguemos a casa—
—Pues por eso el mío tiene una brillante pintura y el tuyo esta todo
descolorido— Lauracontestó, pisando el freno fuertemente cuando la
camioneta de adelante se paró de pronto. —No había ido a la feria en años.
Olvidé lo problemático que es estacionarse—
—Oh, por favor— Crystal comenzó a rodar sus ojos en broma y tomó un
trago de su bebida mientras le daba la suya aLaura. Estuvieron paradas por
un rato, sorbiendo sus cervezas y volteando a mirar los diferentesjuegos
ante ellas.
—¿Ves la pistola de agua? Debes de apuntar a la boca del payaso y eso hace
que el coche suba por ese tubo. El primero en llegar a la parte superior gana
— Mientras ella hablaba, Laura guiaba a Crystal hacia el puesto donde
estaba el juego. Abrió su cartera y saco varios billetes. —Yo invitoel primer
juego—
—No tienes que hacer eso, tengo dinero— la stripper protestó, metiendo la
mano en el bolsillo.
Crystal dudó por un momento antes de asentir con la cabeza y tomó asiento
en el banquillo cercano. Laura sonrió y después de limpiarel asiento con su
mano, se sentó en el banquillo al lado de ella, dándole el dinero a la
encargada. La joven chica tomó el dinero y presionó algo detrás del estante
con su pie.
¿Te has paseado alguna vez en el barco pirata?— Laura preguntó, señalando
el enorme barco que se balanceaba como un péndulo.
—No—
—¿Quieres probar?
—Hace algunos años. Jenny y yo solíamos sentarnos hasta el final del barco.
Es más divertido de ese modo. Mira, la fila no es tan larga—
—No he probado algo así nunca, cuando yo estaba en quinto grado lo más
emocionante que hice fue ir a un paseo al campo— Ella continuó observando
el juego mecánico, escuchando los felices gritos de las personas que se
mecían en el largo barco, yendo en forma casi vertical antes de ir de
regreso a ochenta grados hacia la otra dirección.
Laura se acercó aun más, sus caderas estaban casi tocándose. —Confía en
mí, esto será divertido—
—No soy una miedosa— dijo ella, cerrando el botón del bolsillo de su blusa
para mantener los cigarrillos en su sitio. —Cuando era pequeña me subí al
scrambler* y a la montaña rusa. Fue muy divertido—
—Bien ahora solo piensa lo divertido que será este gran paseo— la escritora
argumentó. Una serie de sonoros ruidos se escucharon cuando las barras de
seguridad fueron bajadas a su lugar. —Ah, aquí vamos. Es casi la hora—
—Se supone que así debe de ser. Laura alcanzó y palmeó su mano agarrada
fuertemente alrededor de la barra acolchada. —Disfrútalo Crystal. Confía
en mí, ¿Ok?—
Pero ya era muy tarde para las protestas pues el barco entró en movimiento.
—Aquí vamos— Laura dijo, casualmente apoyando sus muñecas sobre la
barra de seguridad. El largo barco estaba suspendido por grandes vigas que
servían de soportea los extremos.
—Espera, va a ir más alto— ella dijo con una sonrisa. En la siguiente mecida,
el largo barco subió aun más alto, causándoles cosquilleos en sus estómagos.
Crystal rió nerviosamente ante la nueva sensación, una sonrisa se estaba
formandoen su cara.
—Whee— gritaron al unísono. Uno de los adolescentes que había peleado por
ganar un asiento en la parte trasera se le olvido seguir las instrucciones del
asistente de conservar sus pertenencias seguras. Su gorra azul de béisbol
salió volando, revoloteando hasta el suelo. Crystal se rió de él ante el
frenético intento de querer atraparla y por la emoción de lagran velocidad
del paseo. Demasiado pronto para el gusto deLaura, el juego mecánico fue
desacelerando, el vaivén disminuyó, y pronto se encontraron quedándose
quietas en espera de que la barra de seguridad se levantara. Las compañeras
se separaron por un instante mientras salían del juego mecánico,
reuniéndose nuevamente al bajar. Las primeras palabras que salieron de la
boca de Crystal fueron—Eso fue divertido. ¿Lo podemos hacer nuevamente?
—
Laura no pudo contener su risa. —Te dije que lo disfrutarías una vez que lo
probaras—
—Oh cielos, no puedo creer lo rápido que va esa cosa— Crystal dijo, usando
sus dedos para colocar el pelo detrás de su oreja. —Es una suerte que no
hayamos comido nada aun—
—El truco es que tienes que derribarlos completamente para poder ganar—
Aunque, eso aun parece bastante fácil, Laura pensó para sus adentros. Un
dólar porlanzar. Pues bien, supongo que no se pierde nada intentar. —
¿Quieres intentar un lanzamiento?—
—Ok... —Crystal miro los diversos rechonchos osos. —El rojo—Media casi
treinta centímetros de altura, demasiado grande como para meterlo en la
mochila de Laura. —Lo cargare por ti— ella ofreció.
—¿Estas segura?—
—Segura— Ella extendió la mano y tomó el oso, comprobando que las
costurasno estuvieran rotas como tantos de los juguetes que había ganado
en otras ferias. Satisfecha de que no estuviera defectuoso, ella se lo
devolvió a Crystal. —Tendrás que ganar algo para mi más tarde—
—Te diré que. Compraré esta ronda y tú escoge el siguiente juego— Una
cerveza más no me hará daño. Vamos a andar por aquí por algunas horas más
todavía. Caminaron hacia la carreta de cerveza. —¿De cual quieres?—
—Millar, si tienen—
—Sí—
—¿Qué?—
—Pon dos dólares más. Tienes la oportunidad de que la otra carta sea un
cuatro y ganaras—
Una hora más tarde la necesidad de otra cerveza y de relajarse hizo decidir
a Crystal que era suficiente. Laura también compró otra cerveza. —¿Y
cuánto lograste ganar?— Le preguntó señalando hacia la carpa de juegos.
—Creo que yo sólo me gané como treinta dólares. No lo hice tan bien como
tú—Ya había oscurecido afuera, las luces de la feria iluminaban todo
alrededor. —Me está dando hambre. ¿Crees que vendan algo de comida
saludable por aquí?—
—Te preocupas de las cosas más de lo debido— Crystal se quejó con cierta
naturalidad. —Un asiento sucio no te matará. ¿Quévas a hacer cuando te
den ganas de ir?Aquí solo hay baños portátiles ¿Te pondrás en cuclillas?—
—Buena. Deberías probar las papas fritas con chile. Es algo fuera de este
mundo— La sonrisa que había estadopresente alo largo de todala tarde aun
estaba allí entre mordiscos.
—Oh, lo siento—
—Dije quedeberías probar las papas fritas con chile— Ella empujó el plato
hacia el otro lado de la mesa. —Venga, vive peligrosamente—
—Ok, es lo justo. Laura encajó el tenedor en una papa con chile y comió un
bocado. —Oh, esto esta picante—ella habló entre dientes con la comida en
la boca mientras alcanzaba el agua.
—Yeah, eso es lo que lo hace tan bueno— Crystal dijo. —La cerveza surte
mejor efecto que el agua—
—No pero creo que lo vi por alguna parte— Ella se incorporó y miró
alrededor. —Creo que vi uno entre los premios de las máquinas con manivela
—
—¿En serio?— Crystal pasó sus dedos por su pelo que le llegaba casi al
hombro y lo sacudió un poco. —debería haber traído uno—
—Pues bien, tengo algunas monedas, estoy dispuesta a hacer elintento si eso
significa conservar mi pelo fuera de la parte trasera de mi cuello—
No has tenido tiempo de pensar en esas cosas malas hoy, ¿no es así? —¡Oh!
— Ellaabrió su mochila. —Sabes que…tengo... — moviendo las
cosas,finalmente localizó lo queandaba buscando. —Aquí esta— Ella sacó una
banda elástica negra y la sostuvo en lo alto para que Crystal la viera. —No
estaba pensando cuando me preguntaste por un broche para el pelo. He
tenido esta diadema conmigo todo el tiempo—
La rubia agarró rápidamente la diadema. —Sí, es perfecta—
—¿Necesitas ayuda?—
—¿Qué tal las tazas de té? A menos que te mareé dar vueltas—
—Oh, por favor— Crystal rió con fuerza. —Después de todo este vicio de la
bebida, no creo que un inocente juego para niños o algo como las tazas de té
debería preocuparme—
—Contrarreloj—
—Esto es tan bueno como la marihuana— Crystal dijo sin pensar. —Quiero
decir... bueno... —
Con los ojos aun cerrados, Laura sonrió. —Sé lo que quieres decir—
—Estoy segura que lo es— ella dijo, abriendo los ojos y tratando de alcanzar
la rueda. —Veamos si podemos hacer que gire más rápido— Poniendo sus
manos en posición,siguió la velocidad actual mientras esperaba que Crystal le
ayudara. Juntas comenzaron a deslizar la rueda entre los dedos hasta que el
juego comenzó a bajar la velocidad. Trabajando hombro a hombro como un
equipo, sacudieron con fuerza la rueda, enviando la taza de té en otro giro
acelerado. Sus manos constantemente se enmarañaban, ambas atacadas de
la risa. Ambas sonreían y reían nerviosamente como si fueran colegialas, no
había necesidad de hablar y pedir explicaciones. —Más rápido— Laura
animó.
—Oh cielos, esto podría ser demasiado rápido— Crystal gimió, apoyando su
mano sobre su estomago.
Oh no, no te atrevas a vomitar ahora. Deslizándose a través del asiento,
Laura se colocó al lado de ella. —¿Te duele o sientes nauseas?—
—duele—
—Tengo una idea. Colocándose entre Crystal y el asiento, ella usó sus dedos
para golpear rítmicamente la espalda de la joven mujer. —Intenta eructar—
Un giro rápido la envió con fuerza contra el asiento pero eso resolvió el
problema. Crystal dejó salir un eructo bastante impropio para una dama.
—Lo siento—
Crystal la estaba esperando fuera del área del juego. —Creo que están por
aquí— ella dijo, refiriéndose a los inodoros portátiles. Caminaron más alláde
los juegos y cabinas de juegos,topándose con una pequeña pendiente donde
se observaban las siluetas de los inodoros. Mientras se acercaban, el sonido
de hombres riendo llegó hasta ellas. Laura hechó una mirada y vio los
contornos oscuros de tiendas de campaña y los campamentos de los
trabajadores de la feria. Tal vez fue el clima o el miedo lo que hizo a Crystal
moverse más cerca de ella, Laura no lo sabía con seguridad. —Um, ¿quieres
que nos turnemos y nos hagamos guardia una a la otra?—Ella preguntó.
—Oh, si eso sería una buena idea— Crystal contestó quedamente, sus ojos
mirando haciala oscuridad por cualquier movimiento. Decidiendo que la
segunda suposición era la razón de surepentino acercamiento, Laura estaba
contenta de que su amiga aceptara su oferta. Después de percibir el olor a
marihuana y de otra cosa que no podía identificar, Laura estaba segura de
que ella tampoco quería quedarse sola.
La ida a los inodoros afortunadamente pasó sin incidentes, ambas mujeres
hicieron lo que tenían que hacer y rápidamente regresaron al corazón de la
feria. Poco antes deque llegaran al centro de ésta, Crystal levantó su brazo
y colocó su mano en el antebrazo de Laura, deteniéndola. —Um... —La luz
cercana iluminó esa área en particular, apenas lo suficientementepara verla
cara de Crystal.—Um... —La rubia intento de nuevo.—Gracias por lo de hace
un momento. Sé que lo hiciste por mí— Ella miró alrededor, aun nerviosa de
las sombras en la oscuridad.
—No lo sé. Usualmente las personas allí cuelgan cosas que son importantes
para ellos, como borlas de graduación o cosas como esas. De un amigo o algo
— Dándose cuenta de cómo sonó, Crystal tomó la pelota y la lanzó en el hoyo
antes de sacar sus cigarrillos del bolsillo y encender uno.
No fue solo un dólar, fueron diez dólares y tres cervezas más tarde antes
de que Crystal finalmente hiciera que cayera la pelota en el recipiente
plateado. —¡ Bien!— Ella gritó antes de ser absorbida en un abrazo de oso
de Laura.
—Si creo que ya es tarde— Crystal dijo. —Pero demos algunos paseos
primero—
NOTAS:
PARTE SEXTA
—Bien—, Crystal limpió sus manos sudorosas sobre sus piernas, sorprendida
por el aumento de temperatura de su cuerpo. Era un sentimiento que ella no
había experimentado desde que una vez fue llevada a la oficina del director
en la escuela secundaria—Sólo necesito un poco de café, supongo—
—Adelante, toma el que quieras. Hay una cafetera sobre la mesa justo en
aquella esquina— Dijo Jenny—Si lo prefieres, puedes traer una taza grande
sólo para tu uso—
—No tiene nada de malo tener una taza favorita para el café, Crystal. Algo
especial para ti. ¿Tuviste alguna cosa especial cuando eras niña?—
—Fue un estúpido universitario que alardeaba con sus amigos. Él quiso algo
más que sólo mirar y cuando intenté escaparme él me golpeó—
—¿Hmm?—
—Sólo escribo una nota, Crystal. Hay muchas cosas que se hablan a veces y
hago notas para recordar algún tema en particular—
—Mira por ti misma. No hay nada allí que sea un secreto para ti, — dijo
Jenny—Todo lo escrito allí es solo para ayudarte, y no para lastimarte—
—Los diarios son estúpidos. ¿Por qué escribir todos tus secretos justo para
que alguien pueda descubrirlos?—
—¿De dónde?—
—De él—
—Dime su nombre—
—Tu padre—
—¿Cómo lo llamabas?
—¿Por qué?—
Crystal comenzó a rodar sus ojos. Oh si, hacer algo agradable por mi cada
día. Sigue viviendo en las nubes, Doc. Para Jenny ella dijo —Yeah, Ok Doc.
Te veré la semana próxima—
***
¡Screeeech! Crystal presionó ambos pies en el pedal del freno para evitar
golpear por detrás al camión delante de ella. Un segundo más tarde se dio
cuenta de la razón por la que paró en seco, había un enorme
congestionamiento—Oh, odio conducir en el centro— dijo en voz alta. Al
Omni no le funcionaba el aire acondicionado, algo muy necesario para el
caluroso mes de Julio, obligándola a dejar las ventanillas abajo con la
esperanza de alguna brisa pasajera. Rodeada por varios grandes edificios,
esa esperanza rápidamente se desvaneció.
Un gran letrero situado junto con una larga cadena rodeando el edificio
anunciaba que era otro proyecto de construcción de M. Swenson. Ahora el
problema será encontrar a Michael, ella pensó abriendo el portón y entrando
al área de la construcción. Los montones de escombros estaban en todos
lados, pulcramente organizados según el tipo de material. Observó a los
trabajadores moviéndose de un lado a otro, acarreando pedazos de madera
quemada y retorcidos metales. Él debe estar dentro en alguna parte—
Disculpe señorita, esta es un área peligrosa. No puede andar caminando de
un lado para otro sin un casco—
—Él está dentro pero usted no puede entrar sin un casco de protección— Él
señaló una bóveda dentro del edificio—Espere allí. Para que no corra el
riesgo de que algo pueda caer sobre usted. En un momento regreso— Él salió
corriendo del edificio, regresando momentos más tarde con un casco
protector en su mano—Tenga. La oficina de Michael está en la parte de
atrás. Vaya hacia abajo y doble a la derecha. No está difícil de llegar—
—Gracias—
—Está bien. Puedo conseguirme las botas hoy— Ella rellenó las diversas
líneas de información requerida mientras hablaban—¿A qué hora?—
—Abro el portón a las siete y lo cierro a las seis— Él señaló el reloj que
estaba en la pared—Los últimos seis dígitos de tu número de seguro social
serán tu código—
—Entonces deja ese espacio vacío. Son las preguntas resaltadas las que si
son requeridas— dijo él, tomando la cafetera—¿Gustas algo de café?—
—No—
Crystal tomó un sorbo y negó con la cabeza—No, está bien. ¿Y cuándo puedo
empezar?—
***
—Oh lo usual. Tom sigue siendo un imbécil y los niños son unos pequeños
monstruos, nada nuevo— La pelirroja señaló el bulto que se marcaba en la
blusa de Crystal—¿Tienes un cigarrillo extra?—
—Seguro. Y dime ¿qué andas haciendo por aquí?— Ella preguntó mientras le
entregaba un cigarrillo y su encendedor—Creí que ustedes vivían en un
trailer park en Ohio—
—Si vivimos allí, pero Tom tuvo un problema con el idiota propietario del
trailer park y tuvimos que mudarnos. Ahora estamos en Essex—
—Qué mal—
—No, maldita compañía de teléfono. Tengo que pagar un gran adeudo que
tengo y aparte pagar la renta nueva para que me den uno nuevo. ¿Oye tú nos
podrías prestar tu nombre para…?—
—No, también tengo una vieja deuda con la compañía— Crystal mintió.
—Genial. Oye, si puedes eres libre de traerte unos dos packs de cervezas.
Nosotros tenemos hierba mala de sobra—
—Trato— Crystal sacó las llaves de su bolsillo—Tengo que irme ya. Te veré
más tarde. Y fue un gusto verte, Steph—
No había puertas en ninguna de las oficinas, dando facilidad para que los
chicos tiraran toda la basura y pedazos de pared de los cuartos. Genial con
la suerte que tengo terminare siendo arrojada como basura y escombro
también. Recogiendo la pala se apoyo contra la pared, Crystal la deslizó bajo
varios pedazos de escombro e intentó levantarlo.
—Jamás lograras levantar nada si lo haces de ese modo— dijo una voz de
hombre. Crystal se giro para ver a un hombre bajito que vestía un casco de
protección rojo parado junto a ella—Soy Josh Thompson. Michael acaba de
decirme que estarías aquí—
—Y dígame si no se usa la pala, ¿cómo lo hacen para tirar todas esas cosas
allá abajo?— Ella preguntó. Josh sonrió y levantó varios pedazos de
escombro con sus brazos.
Ya para las 4 en punto, el optimismo que tenía había desaparecido a las 2pm,
remplazado por un gran dolor en sus brazos. Descubrió que la pala era sólo
para recoger los diminutos pedazos después de que los más grandes fueran
removidos. Los hombres la ignoraron la mayor parte del tiempo,
concentrándose en su trabajo y corriendo escaleras abajo en el momento
que el descanso fue anunciado. Crystal pasó su descanso sola, apoyada
contra el marco de la ventana mirando hacia abajo de la calle. Llevo veinte
dólares ya, ella mentalmente calculó. Dos horas más y habré recuperado lo
que gasté en las botas. Ella dio un último golpe al cigarrillo y lo tiró por la
ventana. Se giro y miró los montones de escombro mostrándose
amenazadoramente ante ella. Pues bien… no se van a mover por sí solos.
Cinco minutos antes de las 6pm, Crystal ya había encontrado una manera
más fácil de mover el escombro, usando la pala para empujar los pedazos
hacia el vestíbulo, luego fue tarea fácil recoger con la pala los pedazos y
arrojarlos por la ventana. Hizo avanzar su trabajo más deprisa a pesar de
que su espalda gritaba por el cansancio—Señorita Sheridan— Crystal giro
para ver a Josh y Michael parados allí—Usted ya cumplió con su parte hoy—
dijo el supervisor. Michael asintió con la cabeza en acuerdo.
Pues jódete, lo hice hoy. Y lo haré mañana también—¿A qué hora empezamos
mañana?—
—Recuerdo que te dije que abrimos el portón desde las 7am y cerramos a
las 6pm. Puedes cambiar tu horario las veces que quieras. Sólo sé
responsable. Nada me irrita más que alguien que no venga a trabajar—
***
—Hey Crystal, me alegro que hayas podido venir— Stephanie dijo mientras
abría la puerta—Oh perfecto, recordaste comprar algo de cerveza. Entra,
Tom acaba de preparar uno—
—Genial, me vendría muy bien después del día que tuve— Entrando, el olor a
cigarrillo y el humo de la marihuana asaltaron sus sentidos. Demonios Steph,
abre aunque sea una maldita ventana, o al menos enciende el abanico. Tom
estaba sentado en un sillón reclinable, el mueble de la televisión estaba
cubierto por periódicos y latas vacías de cerveza. El brazo del sillón
sujetaba el cenicero desbordado de cenizas.
—Hola Crystal, ¿cómo diablos te encuentras?— Él preguntó—Estoy a punto
de encender uno. Toma asiento—
—Hola Tom—
—Antes de que te las lleves déjame una de esas a mí— su marido exigió.
—Por eso es que tuve que ir por la cerveza temprano. Él se despertó antes
que yo y no me permitió fumar ninguno hasta que le consiguiera la cerveza—
—Esa es la única forma en que la puedo obligar a hacer cualquier cosa— Tom
dijo.
—Mi primo tiene una granja aproximadamente a tres horas al norte de aquí.
Él la cultiva en su granero— Tom dijo con orgullo—Hombre, él siempre tiene
las mejores jodidas cosas que van saliendo— Él levanto firmemente un bolso
para emparedados que estaba lleno hasta la mitad de hierba mala—Las
malditas mejores cosas. No como esa mierda que venden en la calle—
Crystal dio otro golpe antes de pasar el porro a Stephanie—Oh yeah, esto
es muy agradable—
—¿Y por qué traes esas pateadoras de mierda?— La pelirroja preguntó,
señalando las botas de Crystal.
—Creo que sí. Acabo de ser contratada hoy— Crystal levantó su mano para
tomar el porro de Tom, quién le dio al menos tres golpes antes de pasarlo.
—No trabajo por menos de doce— dijo él, tratando de alcanzar su cerveza—
¿Y cómo es que ya no trabajas en el Tom Cat?—
—Al menos su casa no es una maldita porqueriza como este lugar— dijo él,
pasándole el porro a Crystal—Ella no trabaja en todo el día. ¿Puedes creer
que no es capaz de pasar la jodida escoba aunque sea una vez, de vez en
cuando?—
—Muy bien, vete con Mark o con quien te de la gana. Me importa un carajo lo
que hagas—
—Bien—
—¿A dónde va?— Crystal preguntó, tomando ventaja del pleito para dar otro
par de golpes de marihuana.
Crystal tomó el porro e inhaló duro. ¿Cómo puedes sentarte allí y qué no te
importe donde están tus hijos y qué estén haciendo? ¿Qué estás haciendo
viviendo con ese imbécil? Finalmente la molestia dentro de ella fue
demasiado—Steph, ¿Por qué sigues con él?—
—Pero tú sigues volviendo con él. ¿Por qué? Por lo menos yo fui lo
suficientemente inteligente para apartarme de esa mierda—
—Por supuesto que puedo pero realmente debo irme ya. Olvidé que prometí
a mi compañera de apartamento que la ayudaría con algo esta noche—
Crystal tomó sus cigarrillos y su encendedor, guardándolos en su bolsillo.
—Bueno, ahora sabes donde vivo. No eres una desconocida. Tal vez
aprovechando que los niños no están aquí Tom y yo hagamos una fiesta el fin
de semana o algo por el estilo. Estas invitada—
Girando la manija, sin caer Crystal intento seguir sus propias instrucciones
pero dar los pasos resultó todo un reto. Tropezó accidentalmente,
terminando sentada sobre la tierra. Carajo. Miró para ver si Stephanie se
había dado cuenta pero el porche estaba vacío. Te importó una mierda
esperar lo suficiente para asegurarte de que llegara bien al coche ¿verdad?.
Colocándose sobre sus rodillas, Crystal se obligó a enfocar y ponerse de pie.
Oh mierda creo que fumé demasiado. Apoyando su mano contra el lado del
remolque, ella se abrió paso adelante. Tom no estaba bromeando cuando dijo
que esto te golpea de maravilla. Mierda, apenas puedo ponerme de pie. Ella
caminó tropezando con sus pies desde la casa de Stephanie hasta el Omni.
Ábrete. Carajo, primero debes quitar los seguros, pendeja. Requirió de tres
intentos para lograr abrir la puerta, luego fue otro reto meter la llave en el
encendido. Oh mierda, ¿cómo se supone que conduciré? No voy a poder ver
la maldita carretera. Crystal se apoyó contra el cabecero. Vamos, Crys,
tienes que salir de aquí. Apuntando ciegamente hacia el encendido
finalmente logró meter la llave. Oh cielos, no debería estar haciendo esto.
Agarrando volante, se colocó en posición vertical y echó a andar el motor.
***
—Sí—
—¿Crystal?—
—Sí, soy yo. Habla más fuerte , Crystal. Apenas te puedo escuchar—
—Sí—
—¿Estás ocupada?—
—Traerte a casa… sí, por supuesto que puedo. ¿Se descompuso de nuevo tu
coche?—
—Sí pero creo que no puedo conducirlo, Laura— Una risa nerviosa se
escuchó a través de la mala conexión—¿Puedes venir a recogerme?—
—Sí Crystal, iré a recogerte. Dime de nuevo donde estas ¿Pasando el
aeropuerto?—
—Bien. Escúchame. Regresa a tu coche y cierra todas las puertas. Estaré allí
tan rápido como pueda—
—¿Laura?—
—¿Qué?—
—Ok, ¿Laura?—
—¿Qué?—
—¿Laura?—
—No estoy enojada contigo. Ahora cuelga el teléfono para que ya pueda ir
por ti—
—¿Estás segura?—
—¡Crystal! ¡Por ultima vez, no estoy enojada contigo así que cuelga el
teléfono!— Laura presionó el botón de colgar. Está drogada. Está drogada
fuera de sí en medio de la nada. Presionando el botón, escuchó el tono de
marcar y presionó unos ya conocidos dígitos.
—¿Hola?—
Para cuando Laura estacionó el Jeep, Jenny había sido informada de lo que
había pasado. Como esperaba el Omni gris estaba parado cerca de la caseta
telefónica—Allí está— Laura estacionó su vehículo—¿Vas a manejar su carro
o el mío de regreso?—
—Conduciré el de ella— Jenny dijo. Veamos con quien prefiere irse ella—
—¿Hmm?—
—Despierta. Soy Laura. Jenny está conmigo. Hemos venido para llevarte a
casa— Trató de abrir la puerta—¿Crystal? Oye— Golpeó el vidrio con sus
nudillos—Quítale el seguro a la puerta.
—¿Hmm?—
—¿Cuanto has bebido esta noche?— Crystal con orgullo levantó ondeando un
dedo—¿Una qué? ¿Una cerveza?—
—Yo diría que la cogieramos hacia el asiento pero la palanca de cambios esta
de por medio.
Les tomo hacer algunas maniobras para lograr colocar a la drogada mujer en
el asiento del pasajero. Crystal forcejeó y se retorció, riendo
nerviosamente y hablando incoherentemente entre dientes.
—Hola Lauraaa—
—Ok— La rubia cerró sus ojos y comenzó a girar su cabeza para un lado—
Estoy realmente drogada, ¿sabes?—
—Lo se, créeme— Laura sonrió cuando sintió el chasquido del cinturón de
seguridad—Listo. Jen, ¿Puedes conducir tú?—
Laura sonrió a la cara irritable ante ella—Porque tengo que llevar mi coche,
por eso— Poniéndose de pie, cerró la puerta del pasajero y rodeó el coche.
Dando las llaves a Jenny, Laura se inclinó para mirar a través del vidrio a
Crystal—Esta realmente fuera de sí—
—¿Por qué se hace esto así misma?— Laura se enderezó y negó con la
cabeza—Simplemente no lo comprendo—
—¿Qué?—
Jenny tomó la mano de Laura y giró su palma—Ella te pidió que la llevaras a
casa— Colocando las llaves en la mano abierta, se giró y caminó hacia el Jeep
—Me parece que es una oportunidad perfecta para que se lo preguntes—
—No te pases ningún alto con mi coche— Laura gritó, recibiendo un gesto
del brazo de Jenny. Sé que lo harás, silenciosamente se quejó. Cerrando sus
dedos alrededor de las llaves, tomó la manija de la puerta—Muy bien
Crystal, te llevare a casa—
—Hola Laura—
—Ya te dije que no— Encontrando el encendido, Laura metió la llave y echó a
andar el motor—¿Crees que vendría por ti si estuviera enojada contigo?—
—Por supuesto que vendría— Laura contestó, siguiendo a Jenny fuera del
parque y tomando la avenida principal—Nunca te dejaría aquí sola, no
importa en que condiciones estés— Bajó la velocidad para hacer alto en el
semáforo—¿Y dime que estabas haciendo por estos rumbos?—
—Yeah, no sabía que estuviera tan fuerte— Crystal apoyó su cabeza contra
la ventanilla—No pensé que no podría conducir de regreso a casa—
—Llamar a alguien para que me recogiera— Crystal se restregó los ojos con
sus nudillos—Wow esas luces sí que son brillantes—
—Estoy sorprendida de que puedas ver cualquier cosa a través de esas dos
rayas—
—Mis ojos están bien abiertos— la drogada mujer protestó—Puedo ver todo
—
—Uh huh— Laura dijo dudosamente—¿Y estuviste con tus amigos todo el día
drogándote?—
—¿Del trabajo?—
—Podrías trabajar por mucho más tiempo si quieres. Creo que Michael dijo
él que habría suficiente trabajo por varios meses más—
—¿Y luego qué?— Crystal levantó su mano pero luego la dejo caer sobre su
regazo—Ah no tiene importancia—
—Todo— Crystal sacudió de nuevo su mano—Una vez que el lugar este limpio
él no me necesitará más y yo estaré de regreso en el club— Ella se encogió
de hombros—Probablemente al lugar donde pertenezco—
—Crees que no hay otra cosa mejor para ti que quitarte la ropa, ¿verdad?—
Pero si tú obtienes experiencia tal vez Michael podría ayudarte a encontrar
alguna otra cosa que hacer— Laura conservó su atención dividida entre la
carretera delante de ella y Crystal—Y dime, ¿qué estuviste haciendo
después del trabajo aparte de drogarte?—
—Yeah, es un imbécil—
—Ella es. Ella es igual que mi madre— Crystal dio una gran inhalación a su
cigarrillo—No defiende a sus hijos, deja que él la trate como una mierda. Es
una estúpida— Crystal dio un golpecito tirando la ceniza fuera de la
ventanilla—Aw, ¿sabes? Ella le tiene tanto miedo a él que deja que la trate
como a un perro. Él bebe y lo jode todo y cuando regresa a casa ella no hace
ninguna maldita cosa al respecto— El coche siguió al Jeep por la carretera
de circunvalación, dejando las luces de la ciudad y entrando a la oscuridad
de la carretera. Crystal exhaló otra corriente de humo gris—Simplemente
siempre cede ante él— dijo quedamente—Siempre permitiéndole hacer
cualquier maldita cosa que le de la gana. No le importa que le pegue a sus
hijos, no le importa que se gaste el dinero de toda la semana, simplemente
no le importa un coño— La mitad del cigarrillo salió volando por la ventanilla
—Nunca le ha importado— Crystal susurró, mirando fijamente a través del
vidrio a la oscuridad.
—Ella solía tomar mucho, sabes— Crystal continúo mirando por la ventanilla
—Se enfurecía sin razón. Todo el tiempo— Sintiendo el encogimiento de
hombros, Laura quitó su mano, colocándola sobre la palanca de cambios
entre los asientos—Él la hacía enojar por las mañanas antes de irse al
trabajo y ella se desquitaba con nosotras cuando llegábamos de la escuela—
Crystal sacudió su cabeza—Pero nosotras no hacíamos nada malo— Ella dejó
caer su cabeza hacia atrás en contra del cabecero—¿Alguna vez fuiste
castigada por algo que no hiciste?—
—Lo siento— Crystal dijo con voz suave. ¿Estás enojada conmigo?—
—¿Laura?—
La droga había hecho que los ojos de la rubia estuvieran aun más cerrados
evitándole enfocar difícilmente los ojos. Laura esperó pacientemente a que
Crystal continuara pero la drogada mujer parecía haber olvidado lo que iba a
decir—¿Sí?— Laura incito.
—¿Qué?—
—¿Qué pregunta?—
—Ok… ¿Laura?—
—¿Qué?—
—De todas maneras creo que es mejor que te ayudemos un poco— Jenny
dijo.
—Le agrado a Laura— Crystal dijo con naturalidad, tambaleándose sobre sus
piernas—Me dijo que éramos amigas—
—Sí lo dije, ahora entra, ¿Ok?— Laura dijo, guiando su inestable carga a
través de la puerta principal.
Una vez dentro, Crystal logró llegar a tropezones hasta el reclinable. Laura
colgó las llaves del Omni en el portallaves, frunció el ceño cuando vio sus
llaves sobre el mostrador—¿Crees que podamos llevarla arriba?— Laura
preguntó, recogiendo sus llaves y colgándolas en el portallaves.
—Puedo subir yo sola— la atontada rubia contestó, empujándose con
trabajos sobre sus pies sólo para caer sentada nuevamente—Tal vez, no—
Sus manos buscaron a tientas por su blusa.
—Hey Doc, te conté que conseguí trabajo con Michael?— Crystal dejó de
buscar sus cigarrillos y colocó una pierna sobre el brazo del asiento
reclinable.
—¿En serio?—
—¿Crystal?—
—Te las quitaré— dijo Laura, jalando un pie encima de su regazo—Sabes que
hablaba sinceramente cuando te dije que no estaba enojada contigo— le
dijo, desamarrando el cordón café de las botas—Aun si lo hubiera estado,
no haría nada para lastimarte— Usando sus dedos, aflojó los cordones de los
orificios y los ganchos, permitiéndole quitar la bota—Cuando tenía
aproximadamente trece años de edad, Papá fue situado en Fort Bragg*—
Laura quitó el calcetín blanco del pie de Crystal—Estuvimos allí cerca de un
mes o un poco más cuando el Capitán Brewster fue transferido allí. Él tenía
una hija de mi edad. Dame tu otro pie— No recibiendo respuesta, Laura
tomó la otra pierna de Crystal y la jaló encima de ella—En fin— continuó—
Candice siempre solía tener moretones en sus brazos y cara. Al principio le
creí cuando me contó que había tenido un accidente en su bicicleta— La otra
bota y calcetín fueron quitados, Laura tenía los pies desnudos de Crystal
sobre su regazo. Sin pensarlo comenzó a darles masaje—Después de que
descubrí la verdad, no podía ni siquiera mirar a su padre— Su agarre
aumentó ante el viejo recuerdo—Lo odié por lo que le hacia a ella. No podía
comprender por qué alguien querría lastimar a alguien de esa manera—
Dándose cuenta de que Crystal se había quedado dormida, Laura continuó
dejando que sus manos recorrieran amablemente los pies de la rubia—¿Por
qué te molestaste esta noche cuando te dije que éramos amigas?— Su
pulgar izquierdo se movió de acá para allá en un movimiento suave sobre el
arco de Crystal—Claro, yo sé que puedes ser un verdadero dolor en el
trasero y está también esa cortina de baño transparente que aún me
disgusta pero.......— Dándose cuenta de lo que estaban haciendo sus manos,
Laura gentilmente colocó los pies de Crystal sobre la cama y se puso de pie
—No creo que necesitemos pequeños pedacitos de tabaco sobre la cama—
Laura dijo, tomando el paquete de cigarrillos del bolsillo de su blusa.
Tomando la colcha, la colocó sobre la mujer dormida. Mientras hacia unos
dobleces alrededor de los hombros de Crystal, se apoyó cerca de ella y le
susurró, —Lamento tanto que te hagas daño a ti misma. Hay una hermosa
mujer escondida detrás de esa actitud dura y esas drogas, sé que la hay—
Laura se puso de pie y apagó la lámpara—Dulces sueños—
PARTE SÉPTIMA
—Yo no podía— Jenny protestó, pasando el peine sin cuidado por su pelo. —
No es mi decisión decirtelo. Era decisión de Crystal—
—¿Y qué pasó hoy? ¿Te dijo que se iba a ir con sus amigos drogadictos?—
Laura cruzó el cuarto y empujó la silla a un lado de Jenny. —¿No pudiste
haberla hecho cambiar de opinión?—
—¿No crees que lo pensé mucho antes de tomar esta decisión?— Jenny
chasqueó. —¿Crees que me agrada la idea de tener mucho cuidado de lo que
hablo contigo?No estoy muy de acuerdo con la idea tampoco, Laura,
perotienes quecomprender lo que soy—
—¿Por qué te tienes que ir a tu casa? Puedes quedarte aquí— Mirando los
ojos de Jenny, ella agregó,—realmente me gustaría mucho poder abrazarte
esta noche—
—No esta noche— Inclinándose, besó la mejilla de Laura. —Te veré este fin
de semana para el juego—
—Porcomo luce tu cara apuesto que no fue una buena noticia, ¿verdad?—
—¿Sí?—
—La perdí—
—¿Qué hicieron?—
—Movieron la fecha de impresión tres meses. Esto va a ocasionar que me
termine lo ultimo que tengo de dinero que me dejo mi papá— Laura negó con
la cabeza. —Pensé en la idea de buscarme otro trabajo perosi hago eso no
tendré tiempo para trabajar en la historia—
—No vas a trabajar cada minuto de tu día, cariño— Jenny dijo. —Voy a
hacer más té. ¿Quieresotro?—
—¿El síndrome del bloqueo de los escritores no te deja crear ideas, hm?—
—¿Y ahora?—
—Contesta la pregunta—
—Sí estaba bien. Llevabas por lo menos tres cuartas partes de la historia
terminada y al final te estresaste también. Esa misma noche vaciaste todos
los gabinetes y los limpiaste todos si mal no recuerdo—
—Hay una diferencia entre hacer la cama ytirar a la basura tres meses de
duro trabajo—Jenny señaló. —Tú eres la que decidió ser escritora. No
puedes culpar anadie pero si a ti misma por perder la fecha tope y el no
poder regresar el tiempo y cambiar lo que pasó— El silbido de la tetera hizo
a Jenny ponerse de pie. —Sabes la respuesta a tu pregunta, Laura—
Removiendo la tetera de la estufa, vertió el líquido lleno de vapor en su
taza. Colocando la tetera en un quemador para que se enfriara,añadió azúcar
a su tazay regresó a la mesa. —¿Y? ¿Lo has resuelto ya?—
—No es tan fácil— Laura se restregó su cara. ¿Por qué comienzo estas
discusiones con ella? Siempre pierdo. —Si las ideas no surgen, no puedo
forzarlas para terminar la historia—
—Entonces tal vez deberías ponerte a pensar que te inspira para que te
surjan las ideas—Jenny dijo, soplando sobre su té antes de beber un sorbo.
—¿Cómo así?—
—No lo sé. Tal vez sólo sea yo. Estoy muy distraída, supongo— Los dedos de
Laura trazaban el borde de su taza. —¿Sabes que ella se alteró cuando le
dije que éramos amigas? No creo que tenga muchos amigos. ¿Cómo pudo vivir
con un padre como el de ella?—
—¿Cómo alguien puede hacerle eso a sus propias hijas?— Ella continuó,
ignorando la advertencia.
—No hay una buena razón, cariño, tú sabes eso. Pero yo creo que cualquier
persona que haya pasado por ese horror merece todo el apoyo que se le
pueda dar, ¿no lo crees?—
—Lo odio, Jen. Nunca he conocido a ese hombre y lo odio por lo que le hizo a
ella—
—No juegues a ser terapeuta, Jen. —No quiero saber todas las respuestas
que tienen que ser correctas— Laura empujó su silla y se puso de pie.
—El piso está bien y estoy segura de que ya lo has limpiado al menos una vez
en las ultimas veinticuatro horas. Vamos, Laura. Siéntate y habla conmigo—
—Oye—
Una hora más tarde el suelo de la cocina había sido limpiado, quedando
brillante y los muebles del mostrador también reflejaban el mismo acabado.
Laura aprovecho su frenesí limpiador por todo el apartamento. Limpiando
todo a su paso. Una vez terminado el trabajo decidió echarle un ojo a su
caprichosa compañera de apartamento.
—Shh, soy yo— Laura contestó, haciendo su cuerpo un poco hacia atrás para
no estar demasiado cerca del de Crystal. —Solamente estaba viendo si
estabas bien—
—¿Laura?—
—¿Hmm?— Pasaron varios segundos antes de que escuchara una voz suave.
—Pues si, es una novela lésbica, Crystal— Laura dijo, una sonrisa se formó
en sus labios. —La idea es que Bobbi y Julie se conviertan en amantes y
vivan felices para siempre. Por supuesto que tienen que experimentar toda
clase de retos y todas clase de pruebas antes de que eso ocurra. Pero nada
va a pasar si no puedo resolver que es lo que pasará después— Se recargó,
permitiéndole a Crystal más espacio para que mirara la pantalla. —Mira,
ahora mismo el padre de Julie va a darle a Bobbi las gracias por rescatarlos
y después la policía llegará. No puedo resolver cómo hacer que ella y Julie se
hablen o incluso de que puedan hablar—
—Así es, el pirómano le prende fuego al almacén que esta lleno de productos
químicos inflamables con la familia atrapada dentro—
—¿Hace eso?—
—Por cierto, ¿qué estás haciendo levantada? Apenas te dejé hace una hora
y estabas básicamente desconectada del mundo—
—No lo sé— Crystal se encogió de hombros. —Demasiados años trabajando
de noche, supongo. Me levante para orinar y ahora me siento completamente
despierta—
—Me siento un poco atontada pero no me siento tan drogada como antes—
Negó con la cabeza. —Podría trabajar ahora mismo si tuviera que hacerlo—
—Pues bien, aun tienes bastantes horas antes de que eso pase—Laura dijo.
—¿Recuerdas acerca de lo qué hablamos en el coche esta noche?—
—Oh sí, como una vez o dos veces…cada minuto—Laura sonrió. —Está bien,
de verdad— contestó, extendiendo la mano y dándole al pie del Crystal un
rápido apretón. —Te dije que no había problema y lo dije en serio. Y oye, en
verdad aprecio que me hayas ayudado con Bobbi y Julie. Estoy segura que
puedo hacer que esto funcione—
—¿En serio?—
—En serio. Algunas veces sólo necesito que alguien ponga en marcha mi
creatividad— Laura sonrió y retiró su mano del pie de Crystal. —Tú sabes...
— Tomando el cuaderno de apuntes, Laura hojeaba a través de las notas
pulcramente escritas. —Sí, creo que funcionará…no he contado nada acerca
de su pasado todavía pero...— La pluma regresó a su mano y más notas
fueron añadidas a los márgenes. —¿Por qué no pensé esto antes? Julie
podría ser perfectamente una adolescente que se preocupa de todo—Laura
sacó la bandeja del teclado y comenzó a mecanografiar rápidamente. —Oh,
eso sería perfecto— dijo para sí misma mientras las palabras comenzaron a
aparecer en la pantalla. El muro que estaba conteniendo su talento se había
derrumbado de golpe y ahora nada importaba más que tomar ventaja de eso.
Estaba tan enfocada en ordenar las ideas de su mente sobre la pantalla,
queLaura no se dio cuenta cuándo le habló Crystal. Un interminable tecleo
llenó la habitación mientras seguía mecanografiando, la historia iba
creciendo más y más en cada palabra que escribía. Inconscientemente,
escuchó el chasquido de la puerta cuando su Crystal salió pero Laura estaba
demasiado concentrada en la historia para poner cualquier atención. Hacia
mucho rato que se había olvidado que su compañera estaba en el mismo
cuarto. Todo lo que importaba era la escena desarrollándose en la pantalla
entre Bobbi y Julie. Por primera vez en semanas, Laura tuvo el sentido de la
orientación que tomaría su historia. La fiebre por escribir se había
apoderado de ella, provocándole a su mente internarse en un mundo de
fantasía y en la pantalla ante sus ojos.
—Oof— Laura gruñó cuando su cuerpo entro en contacto con la puerta que
estaba cerrada. La urgencia que tenía causó que a Laura se le olvidara que
Crystal estaba en el cuarto de baño y estaba cerrada con seguro. —
¿Crystal?— Laura golpeó fuertemente la puerta. —¿Ya casi terminas?—
—No, ya terminé— Crystal dijo justo cuando abría la puerta. La rubia fue
suavemente empujada por Laura ante su urgencia por entrar al baño.
—Sí— Laura dijo con orgullo mientras se sentaba a la mesa. —Una vez que
empiezo a escribir, nada más me importa. Creoque logré terminar diez
páginas anoche—
—Tal vez deberías olvidarte del café y mejor irte a la cama— Crystal dijo.
—Oh no, ¿estás bromeando? Estoy inspirada. Algo de café será suficiente
para despertarme y estaré como nueva— Poniéndose de pie, Laura caminó
hacia las alacenas. —Crema y azúcar, ¿correcto?—
—Correcto—
Otro bostezo salió de los labios de Laura mientras tomaba las tazas. —¿Y a
qué hora vendrás a casa esta noche?—
—¿Quieres que prepare algo de cenar para las dos o prefieres traer algo de
la calle para ti?—
—Te gustó mi pollo con limón y no hay nada de malo en comer verduras—
Llenando las tazas de café, Laura hizo un rápido inventario mental de lo que
había en el refrigerador. —Podríamos tener lingüine con salsa de almejas—
Se relamió los labios. —No he comido eso en mucho tiempo—
—¿Almejas? Uf —
—Paso del chile también— dijo Crystal. —Supongo que será mejor que traiga
alguna hamburguesa—
—¿Yo? ¿Leer el reporte sobre salud ?— La rubia dio un bufido. —Por favor—
—Mira con quien estas hablando— Crystal dijo. —¿Crees realmente que una
hamburguesa me va a hacer mas daño que fumar y beber?—
—Bueno, no será hoy, Laura. Toma— Crystal sonrió y empujó las secciones
dobladas del periódico al otro lado de la mesa.
—¿Qué es un puerro?—
—Naw—
—Sabes, puedo pasar por el Tom Cat Club yrecoger mi cheque. Podríamos
pedir pizza— Crystal colocó sobre la mesa el periódico y trató de alcanzar
su taza. —Puedo ser considerada y pedir que pongan algo de champiñones en
la pizza—
Laurasonrió ante el gesto pero negó con la cabeza. —Puedo hacer una
docena de pizzas por el precio de una. Tengo algo de masa en el congelador y
no me cuesta nada salir y…— Fue incapaz de reprimir un bostezo. —Oh lo
siento. Decía que no me cuesta nada salir y comprar algo de queso y salsa—
—Seguro, ¿qué?—
—No tienes por que preocuparte por mi, no voy a ir con Steph o a otro lado
—
—Bien. Si por alguna razón voy a llegar tarde, te llamaré. ¿Alguna otra cosa,
Mamá?— Crystal le dio la taza vacía a Laura. —Te veré esta noche—
***
—Buenas tardes, Crystal. No esperaba verte otra vez esta semana— Jenny
tomó asiento en el sofá mientras Crystal se sentó en el reclinable.
—Es estúpido. Por supuesto que toda la culpa es de él— Crystal se movió en
su asiento, finalmente encontrándose con los ojos de Jenny. —Él es el
bastardo que no podía mantener sus manos lejos de sus niñas— Sus dedos
fueron a un pedazo de hilo que colgaba del reclinable y comenzó a tirar
fuertemente de él mientras apartaba la vista de la terapeuta. Esperó por
una respuesta pero Jenny simplemente continuaba mirándola. —¿No vas a
decir algo?
—Bien. ¿Qué es lo que puedes decirme acerca de ese tema que te tiene tan
irritada el día de hoy?—
—Fácil para ti decirlo, Doc— Crystal dijo con un bufido. —Tú no viviste con
ese bastardo— Cambio de posición encogiendo sus rodillas apoyando su
barbilla sobre ellas envolviéndolas con sus brazos fuertemente, Crystal dejó
caer su mirada hacia el suelo. —Tú no tuviste que soportar que arrojara tu
cena contra la pared sólo por que se había quedado sin cerveza.No tuviste
que aguantar todos los gritos de súplica y todos los golpes— Mientras
hablaba, la voz del Crystal se iba agitando más y su agarre era aun más
fuerte. —Tú no tuviste que esconderte debajo de las colchas rezando para
que se muriera. No tuviste que escucharle.…— Sintiendo que se le cerraba la
garganta,Crystal sacudió su cabeza y apretó con fuerza su mandíbula.
—Tú no..—
—Usa, 'Yo',Crystal—
—Yo— La estrechez en su garganta la hacia sentir como una prensa que
cortaba sus palabras. —Yo… lo odio— Tirando fuertemente del hilo suelto,
Crystal finalmente rompió parte del asiento reclinable.
—¿Por qué?—
—¿Qué más?—
—Compártelo conmigo—
—Es como una película que se repite una y otra vez en mi mente—
Crystalcomenzó, su mirada fija aun en el piso. —Estoy en mi cama ypuedo
escuchar cuando llega a casa y entra en la sala— Crystal apretó la pelota
hasta que sus nudillos estaban blancos antes de soltarla.
—Ha de haber sido espantoso para ti, sabiendo lo que iba a ocurrir y ser
incapaz de impedirlo— Jenny dijo provocando.
—Yo la aseguré una vez—La mano soltó un golpe sobre el cojín rojo. —Él
golpeo fuertemente la puerta. Y no se pudo cerrar de nuevo— Una sonrisa
sardónica se asomó en los labios de Crystal y levantó su cuello para mirar a
la terapeuta. —Él me golpeo esa noche, Doc— Encontrando la miradaseria de
Jenny, Crystal desvió la mirada. —Creo que paso sólo un mes o poco más,
después de que finalmente me apartara de ese bastardo— Negó con la
cabeza. —Nop, no hay mas que coraje ahí, Doc. Soy demasiado insensible
para sentir cualquier otra cosa—
—Sabía que había un gran sentido del humor escondido dentro en alguna
parte— Jenny dijo con una sonrisa. —Prometo que no voy a
intentarhipnotizarte. Ahora, cierra tusojos— Crystal hizo lo que le ordenó.
—Bien— escuchó a Jenny decir. —Ahora quiero quepienses en la película que
siempre está en tu mente— Inmediatamente se visualizó sobre su cama
escuchando el sonido de los fuertes pasos de su padre entrando a la sala y
todo esto llenó sus sentidos. —Piensa cuidadosamente— Jenny continuó, su
voz sonaba baja y suave. —Piensa como se siente la temperatura del cuarto,
los sonidos que se escuchanalrededor de ti, siente el cuarto alrededor de ti.
Quiero que te concentres en los detalles— Las borrosas imágenes iban
tomando forma.
—¿Qué?—
—Cierra tus ojos. Así es mejor. Te pregunté cómo luces en tu mente.
Descríbete tú misma para mí. Qué estas vistiendo, qué tan alta eres, y este
tipo de cosas—
—Sí, supongo que sí— Crystal dijo, la imagen en su mente iba tomando forma
pero aun era algo borrosa. —No puedo verme mi cara, sin embargo—
—Quiero que pienses cuando tenías catorce años. Piensa acerca del pelo, los
granos, la ropa, todo lo que puedas— El estímulo de Jenny trajo el recuerdo
de una cara más clara del rostro de niña que tenía Crystal. —Ahora— Jenny
dijo gentilmente. —¿Ahora te puedes ver mejor?—
—Muy bien, piensa sobre que tan pequeña eras en comparación con tu padre
—
—Quiero que pienses en otra cosa. Guarda esa imagen en tu mente— Crystal
mantuvo sus ojos cerrados, siguiendo las indicaciones de Jenny. —¿Quién
decidía a que hora te levantaras por la mañana?—
—Mis padres—
—También ellos—
—Ellos—
—Suena como que no tenias mucho poder de opinión allí— Jenny dijo.
—¿Cómo esperas que tú, como una adolescente con tanta confusión y caos
alrededor de ti sea capaz de defenderse contra alguien más poderoso? —
Incapaz para pensar una respuesta rápida, Crystal abrió susojos y miró a su
terapeuta.
—¿Nunca has pensado sobre eso, verdad? Jenny continuo, inclinándose hacia
adelante a sólo unos centímetros de Crystal. —Cuandopiensas acerca del
pasado, esperas que esa niña sea capaz de pensar y actuar como lo haces
ahora como adulta—
—Lo sabes, sólo que no quieres admitirlo— Jenny dijo. —Ya te dije que no
acepto que te despor vencida— El sonido lejano de la campana de una iglesia
hizo que mirara su reloj. —Pero te dejaré en paz esta noche. Se está
haciendo tarde. Mírame— Esperó hasta tener la completaatención de
Crystal antes de continuar. —Quiero que vayas a casa y escribas esta noche
— Ignorando el gemido de Crystal, continuó. —Quiero queescribas sobre el
sueño que siempre tienes. Trata de ponerlo lo más detallado posible. No
olvides que las personas en tu vida en tu presente no son las mismas de tu
pasado. Estás rodeada por personas que se preocupan por ti.No olvides
buscar ayuda si la necesitas—
—No quiero escribir esta noche— Crystal dijo, restregándose los ojos y
poniéndose de pie. —Sólo tengo deseos de drogarme—
—Esta ha sido una noche realmente dura para mí justo para merecer una
resaca, Doc. Puedo obtener algo de licor—
—Significa que te lo tomes con tranquilidad— Jenny dijo. —Eres una mujer
que necesita cariño de vez en cuando. No tengas miedo de tomarlo, ¿ok?—
NOTAS:
Jane Wayne: Tendencia que tienen algunas mujeres a jugar a ser rudas.
PARTE OCTAVA
El corazón del Crystal comenzó a latir con fuerza en lo que se iba acercando
el oficial uniformado a su coche. Mirando a través de su espejo, los ojos de
Crystal se ensancharon cuando el policía hizo una parada en su parachoques
trasero y pareció ver algo. No me digas que tengo una luz trasera quebrada
o algo por el estilo. Maldición, ¿cuándo fue la ultima vez que lleve mi coche a
la inspección? Pasando un paño sobre el sudor de su labio superior,
nerviosamente asomó su cabeza fuera de la ventanilla. —Um, ¿algo está mal,
oficial?—
—Oh, yeah …lo siento— Demasiado como para ganarse una multa.
—Ni una gota— Crystal pensó sobre la botella que tenía sobre el asiento
delantero. —De hecho, acabo de comprar algo para beber en casa— Señaló
el asiento del pasajero, cosa que no había sido visible para los ojos de Alex
antes, la botella de whisky envuelta en una bolsa café de papel.
—A propósito, tienes una luz rota en la parte trasera— Alex dijo en lo que
se reclinaba dentro y removía la botella de whisky de la bolsa. —Muy bien, el
sello de la botella no está roto. Habría tenido que darte un cargo por llevar
un envase abierto— Alex devolvió la botella al asiento y devolvió los
documentos a Crystal. —Supongo que puedo dejarte ir con sólo una
advertencia por exceso de velocidad esta vez pero tengo que darte un
ticket por la luz rota— Abrió su libreta y escribió con su pluma. —Ya había
comenzado a escribirlo. No pagarás ninguna multa si lo reemplazas por un
ticket firmado por un mecánico autorizado y lo entregas en la estación de
policía para comprobarlo antes de la tarde de mañana— La oficial Duncan
tendió la libreta y la pluma. —Firmar no es una admisión de culpabilidad, sólo
de que recibiste tu ticket. ¿Así que vas saliendo del trabajo e ibas rumbo a
casa para tomar algunas bebidas, hm?—
—Oh, um sí— Ahora que el peligro de una búsqueda se había ido, Crystal le
sonrió coquetamente a la policía.
—Eso suena genial— Crystal dijo, usando el mismo tono que muchas veces
antes había acostumbrado a usar con hombres calenturientos que le pedían
su número de teléfono. —Te diré qué. No estoy nunca en casa. ¿Por qué
mejor no te llamo yo en alguna ocasión?— Asegurándose de abrochar su
cinturón de seguridad, Crystal lanzó la licencia y los otros documentos en el
asiento del pasajero y echó a andar el motor.
***
—¿Oh, qué es ese horrible ruido?— Crystal gritó entrando al apartamento.
La música venía del dormitorio de Laura y como la stripper ya la había
escuchado en otros bares, la reconoció como una de las canciones de los
Carpenters.* Encontrando la puerta de Laura abierta, Crystal dio
ligeramente un golpe en la puerta y dio un paso adentro. —¿Por qué estas
escuchando esa música tan deprimente?—
—Hola también a ti, y voy bien— Laura señaló el monitor. —Creo que llevo
hechas como quince páginas. Ha sido un día muy productivo—
—Sí— Laura dejó el tema de lado. —¿Y cómo estuvo tu día? Luces como si
hubieras estado jugando en un montón de suciedad. Asegúrate de poner a
remojar en detergente tus calcetas para remover esas manchas antes de
meterlas en mi lavadora—
—No tuve tiempo. Esas ideas que me diste ayer eran justo lo que necesitaba
para juntar a Bobbi y Julie— Laura se desperezó en su asiento, comenzando
a rodar su cabeza de un lado para otro hasta que escuchó un satisfactorio
crujido. —Estoy casi lista para hacer que ellas tengan su primer beso—
—Suena bien. Tengo un pedazo de bistec por aquí en alguna parte…— Crystal
movió de un lado para otro jarras de brebajes no identificables pero su
carne no se encontraba por ninguna parte. —¿Dónde esta?—
Crystal sorbió por la nariz y aminoró la temperatura del quemador. —Uh sí,
esta fuerte la cebolla, supongo— Todo lo demás podía esperar algunos
minutos. —Voy afuera a fumar— Agachando la cabeza y apartando la vista
de Laura, Crystal rápidamente se abrió paso hacia la cubierta.
La luna estaba todavía debajo del límite de la línea de los árboles, lanzando
muy poca luz en la cubierta. Agarrando el barandal con ambas manos,
Crystal miró la oscuridad, incapaz de detener las lágrimas que caían. El
coraje que fácilmente venía a ella no podía contra las fuertes emociones, el
dolor. Los recuerdos de ser una niña solitaria sin nadie a quien recurrir se
rehusaban a irse y Crystal sintió volver a esa época dolorosa. No escuchó la
puerta corrediza abrirse permitiéndole a Laura salir a la cubierta. Crystal
brincó al sentir una cariñosa mano sobre su espalda.
—Hey— Laura habló bajo. —Ven aquí— Antes de que pudiese reaccionar,
Crystal se encontró siendo sujetada dentro de un abrazo cariñoso de Laura.
—Yo ...—
—Shh, está bien— la escritora dijo. Crystal sintió el abrazo aun más fuerte,
su cabeza presionada sobre el hombro de Laura. —De vez en cuando todos
necesitamos sacar lo que traemos dentro—
—Yo n-no puedo detener esto— Crystal sorbió su nariz, torpemente dejando
a sus brazos rodear la espalada de Laura. —E-es...Es que duele tanto—
Incapaz de detenerse, se abrazó más profundo en los brazos de Laura,
sintiendo el calor del cuerpo de Laura a través de la blusa delgada de
algodón. Las lágrimas cayeron libremente por primera vez en muchos años y
Crystal se encontró indefensa para detenerlas. Igual que cuando buscaba
reconfortarse en los brazos de su hermana, de niña, Crystal ahora apretaba
más su agarre alrededor de la espalda de Laura mientras los sollozos
rompían su cuerpo. Mientras sus lágrimas mojaban la blusa de Laura, sintió
una mano frotando amablemente de arriba abajo por su espalda. —Lo siento
—
—No lo sientas— Crystal sintió el abrazo de Laura hacerse más fuerte. —Ya
te dije, algunas veces todos tenemos que sacar lo que traemos— Las manos
que estaban frotando su espalda y su pelo se detuvieron. —¿Te parece bien
que entremos?— Laura preguntó. Crystal asintió con la cabeza y se dejó
conducir a través de la cocina y se fueron al sofá donde Laura insistió en
sentarse junto a ella.
—L-lo siento— Crystal dijo, limpiando su cara con su manga. —Creí que
habían sido las cebollas pero ...— Miraba para todos lados menos hacia
Laura, avergonzada por el llanto. —Será mejor que regrese a hacer la cena—
Crystal intentó levantarse pero fue sentada de nuevo por una firme mano en
su pecho.
—La cena puede esperar— Laura insistió. —Tú eres más importante—
Mientras hablaba, Laura subió su mano para tomar la barbilla de Crystal,
forzando sus ojos a encontrarse. —Habla conmigo— Crystal se encontró
mirando directamente a los ojos azules de Laura, reflejando en ellos cariño
y preocupación. —Venga, Crystal, habla conmigo— Laura repitió suavemente.
—Deja que la máquina conteste— dijo Laura. Tres timbrazos más tarde
escuchó el click ya conocido y la grabación de su propia voz.
Crystal asintió con la cabeza. —Lo hago pero me he estado sintiendo así
todo el día—
—Interesante visualización— dijo Laura. —Tal vez te sientes así porque hay
algo muy duro dentro de ti intentando salir fuera.
—Ahora tú suenas como la Doc— la rubia dijo, provocando que las dos
sonrieran brevemente. —Tal vez— admitió con un asentimiento, la sonrisa
desapareció de su cara.
Crystal inclinó la cabeza y miró hacia otro lado. —No creo que pueda—
—Sé que puedes hacerlo— Laura dijo firmemente. —Eres fuerte. Puedes
manejarlo—
Crystal la miró, sus ojos verdes rojizos por el llanto. Laura reprimió el deseo
de coger a Crystal y rodearla en un abrazo, en lugar de eso volvió a sentarse
al lado de la mujer emocionalmente lastimada. Para su sorpresa, Crystal
tomó su muñeca, colocando su mano de vuelta a su anterior posición,
alrededor del cuello de la rubia mujer. Aceptando la invitación, Laura se
acercó más a ella y Crystal recostó su cabeza en su hombro, sus cuerpos
tocándose. —¿Quieres hablar o sólo quieres estar sentada aquí por un rato?
— Preguntó suavemente, dejando a su pulgar moverse a través de la curva
del hombro de Crystal.
—Yo tuve una bicicleta también. Era de Paty antes de que me la diera a mí—
Crystal continúo dejando descansar su cabeza sobre el hombro de Laura,
cosa que las tenía sorprendidas a ambas. —Era una bicicleta para niño pero
eso no nos importaba. Era una bicicleta. Ella la ganó, sabes—
—¿Paty?—
—Nunca tuve dinero para ahorrar pero aun cuando conseguía tener algo, me
lo gastaba de inmediato—
—Por todo lo que sé, el bastardo podría estar muerto. Deseo que lo esté—
Crystal se incorporó y miró a Laura. —En verdad necesito una bebida y algo
de humo—
—¿Acaso importa?—
Laura vaciló, sabía que tenía la marihuana a la mano y estaba segura que
Crystal no se mantendría alejada de eso mucho tiempo en el estado de ánimo
que se encontraba. —Te diré que haremos. ¿Sabes jugar Rummy?—
—Hecho—
***
Habían pasado varios días desde la última vez que Laura había visto el
interior de la habitación de Crystal y estaba sorprendida de ver que su
suposición sobre el desorden estaba en lo correcto. La ropa sucia estaba
toda tirada por el piso, sin duda tirada cuando Crystal se cambiaba. La
pequeña papelera cerca de la cama estaba hasta el tope con colillas de
cigarrillo y botellas vacías de whisky. Su botella más reciente estaba ya
sobre la mesita de noche, el vaso al lado de la botella ya estaba lleno del
licor ámbar. Crystal estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas, el
cenicero y el cigarrillo encendido al lado de ella. —¿Cómo encontraste el
camino hasta tu cama?— Laura bromeó mientras cogia la silla anaranjada a
un lado de la cama.
—Regular. Odio tener todas esas cartas en mi mano— Crystal dijo. Tomó una
larga inhalación de su cigarrillo antes de recoger sus cartas. —Y bien, tú
siempre estás haciendo que hable sobre mí. Cuéntame acerca de ti, para
variar—
—No hay mucho qué contar— Laura dijo, mientras organizaba sus cartas. —
¿Qué quieres saber?—
—No lo sé— Crystal encogió sus hombros. —¿Cuándo te diste cuenta de que
eras una bollera?—
—Prefiero lesbiana— Laura corrigió. —Y tú vas primero— Esperó a que
Crystal colocara una carta. —Estaba en la universidad tenía como diecinueve
años o veinte más o menos— Colocó sobre la cama tres cartas antes de
lanzar una reina sobre el montón de cartas. —Aunque, creo que me di cuenta
un mes antes de que durmiera con otra mujer—
—Necesitas tirar una carta, y no necesité tener sexo con una mujer para
saber que emocionalmente podía conectar con alguna— Laura recogió una
carta y reacomodó sus cartas, viendo si el jack podía ser usado para alguna
jugada.
—¿Y?—
—¿Y qué hay de ti? ¿Sé que eres heterosexual pero alguna vez tú… ?—
—No. Una vez un hombre viejo me ofreció dinero si lo hacia con su novia
mientras él observaba pero no lo acepté— Los ojos de Crystal se le
iluminaron cuando la carta que sacó de la parte superior del paquete era la
que estaba deseando. —Estoy fuera— anunció, colocando un cinco y tirando
la tarjeta adicional a la pila de cartas.
—Veo que tenías las mejores cartas. ¿Quieres que llevemos un puntaje?—
Tan pronto como Laura salió de la habitación, Crystal se dio vuelta y abrió la
gaveta de la mesita de noche, sacando un tubo negro de película y un tubo
metálico que utilizaba para fumar la droga. Metiendo un poco de marihuana
en un borde, Crystal puso sus labios al otro extremo y lo prendió, inhalando
la cantidad adecuada para llenar sus pulmones pero evitando no asfixiarse.
Mientras contenía el aliento, Crystal metió la mano en la gaveta otra vez y
sacó un tubo del papel higiénico vacío cubierto por un lado por un paño de
papel. Poniendo sus labios en contra del paño de papel, sopló el humo en el
tubo, eficazmente ocultando el olor. Crystal pudo dar tres golpes más antes
de que escuchara a Laura subir las escaleras. Lanzando rápidamente el tubo
de película y el tubo de metal a la gaveta, encendió rápidamente un cigarrillo
cuando su compañera regresó.
Laura no notó los ojos estrechos de inmediato pero su nariz sensitiva notó
un olor fuerte que le recordó a algo parecido a caucho quemado junto con
aromatizante. —¿Prendiste un incienso diferente?—
—Oh, eso debe de ser entonces— Laura quitó algo de basura para hacer
lugar a su botella de agua en la mesita de noche. —Reparte—
—Debiste haberme dicho antes cuando baje. Todas las cosas de juegos
están en el armario— Laura se sentó en la silla anaranjada. —Sigamos
jugando rummy. Si bajo la escalera otra vez, entonces traeré las otras
cartas—
—Ok— Crystal comenzó a distribuir las cartas, sonriendo para ella misma.
La sonrisa se convirtió en una risa disimulada.
—¿Qué?—
—No es nada—
—Por supuesto—
—Ok— Crystal hizo una pausa y miró las cartas delante de ellas. —¿Cuántas
se supone que debo repartir?—
—Siete— Laura miró sus manos igualmente. —Repartiste mal las cartas. Yo
tengo ocho y tal parece que tú tienes al menos nueve por allí— Laura le
entregó sus cartas a Crystal y trató de alcanzar su agua. —¿Y dime qué es
tan gracioso?—
—Hace dos segundos parecías haber recordado algún chiste muy gracioso—
—Uh huh— Fue entonces que Laura notó los estrechos ojos verdes. —
¿Fumaste algo de marihuana mientras estaba abajo, verdad?—
—Um— Crystal la miró. —Si te digo que sí, ¿te quedarás de cualquier
manera?—
—Correcto—
Crystal suspiró y repartió las cartas. —Recuerdo una vez, tenía como
diecinueve años más o menos. Tuve un día realmente difícil y todo lo que
quería hacer era ponerme borracha para olvidar. Fui a una licorería y
compré la primera cosa que sabía me pondría borracha hasta las cachas, el
mismo whisky que él bebía— Colocando el resto de las cartas en un montón
entre ellas, lanzó la primera carta. —Debería haber mostrado mi credencial
pero supongo que el tipo de la licorería se dio cuenta de que realmente lo
necesitaba.
—Eso es muy cierto— Laura dijo, recogiendo una carta y mirándose su mano.
—Y te doy todo el crédito por eso. Sólo desearía que no abusaras de tu
cuerpo con toda esa marihuana y el licor. Tu turno—
—La diferencia es que mereces algo mejor que eso— Laura colocó su carta
abajo y miró a Crystal. —Tal vez ellos no pudieron ver la persona especial
que eres pero yo sí la veo—
—Tal vez. Yo no soy como tú, yo no tengo estudios y una familia que se
preocupa por mí o esas cosas. Soy sólo yo y eso es decir mucho—
Laura apretó con fuerza sus cartas ante las palabras de Crystal. ¿Qué tengo
que hacer para que veas que eres una persona digna? Se preguntó. —Tienes
más que sólo a ti misma. Me tienes a mí y a Jenny y ambas nos preocupamos
por ti—
—Sabes, cuando era niña, cuando creía que las oraciones y los sueños se
podían hacer realidad con sólo desearlo con todas mis fuerzas, solía soñar
que algún día las autoridades venían y nos decían que habían cometido un
terrible error y que Paty y yo no éramos realmente Sheridans. Que habían
venido por nosotras y que nos llevarían con nuestra verdadera familia, una
agradable y amorosa familia que nunca golpeaba a sus hijos—
—Oh, todo el tiempo— Crystal sonrió y clavó los ojos sobre el techo. —Ella
quería ser doctora o abogada dependiendo de cual serie de TV habíamos
visto una noche antes—
—¿Y tú?—
—¿Yo? Oh, yo quería ser muchas cosas. Quería ser bombero, enfermera,
incluso una detective privada. Me encantaba ver Los ángeles de Charlie—
Crystal resopló. —Sí y todo lo que terminé haciendo fue darle a los hombres
algo que mirar y así cuando ellos llegaran a casa se dieran una buena
masturbada— Ella negó con la cabeza. —No importa ahora. Sin un diploma de
bachillerato sólo sirvo para trabajo manual o para desnudarme—
—Sí, lo es— Laura admitió. —Nunca he tenido que pasar por las cosas que tú
—
—Ella es la terapeuta— Laura dijo. —Estoy segura de que sabe de que está
hablando. Se que cuando algo me está molestando y hablo de ello, me hace
sentir mejor—
—Nada hará que me sienta mejor— Crystal dijo en desacuerdo. —Está este
dolor profundo dentro de mí que nunca se va— Tomó la botella de whisky
otra vez. —Algunas veces es todo en lo que puedo pensar— Tomó otro trago.
—¿Cómo se supone que debo de hablar de eso?—
—Eso es mejor que nada— Sintiendo que Crystal estaba al borde, Laura
escogió sus palabras cuidadosamente.—¿Cómo te sientes ahora?—
—Tenia catorce años— la rubia comenzó, sus ojos no miraban más arriba del
cubrecama. Laura inmediatamente soltó las cartas y el papel, dando a
Crystal su completa atención. —Sabía lo que le había hecho a Paty pero
jamás pensé que él vendría después por mí—
—¿Cómo está ella?— La voz de Jenny era más clara, la pesadez causada por
el sueño rápidamente desapareciendo.
—Bastante bien considerando todo por lo que ha pasado— Laura suspiró y
descansó su cabeza en contra del cabecero. —No sé cómo logró sobrevivir
tanto tiempo. ¿Te ha dado detalles de lo que le hizo su padre?—
—Siento mucho llamarte tan tarde pero es que no puedo dormir. Sólo me la
paso imaginándola como una adolescente incapaz de protegerse de él—
—Habrías tenido solo algunos años mas que ella y no podrías haber jugado a
ser la mujer maravillas— Jenny interrumpió. —Si su hermana no pudo
protegerla, ¿qué te hace pensar que tú habrías podido?—
—Pero ...—
—Pero nada. No puedes cambiar lo que le pasó. Todo lo que puedes hacer
ahora es ayudarle a recoger los pedazos y a sanar—
—¿Cómo superas algo como eso? Quiero decir. Conozco personas que han
sido violadas y la mayoría lo supera con el tiempo pero ¿cómo te recuperas
de haber sido atacada noche tras noche?—
—Lo mejor que puedes hacer es sólo estar ahí para ella y escucharla. No
trates a tu amiga de manera diferente a como lo haces ahora. —Si ella
quiere hablar déjala hacerlo pero no fuerces la conversación—
—¿Necesito ir a Al-Anon?—
—¿Y por qué te molesta esa idea tanto?— Jenny preguntó. —Si alguien que
bebe es un problema para ti, entonces acude a Al-Anon—
—Es hora de decir buenas noches, Laura— Jenny dijo. —Tu terquedad se
está saliendo de control y estoy demasiado cansada como para pelearme
contigo por ella. Recuerda que mañana, ella es la misma persona que era ayer
y de un día antes. Si ella no hace lo que tú quieres cuando tú quieres y eso
te molesta, ese es tu problema, no el de ella. Sé su amiga, eso es lo que ella
necesita, no una superhéroe que llegue volando a rescatarla. Ya es muy
tarde para eso—
Hubo una pausa antes de que Jenny contestara. —Estaba preocupada y sólo
quería saber si Crystal había llegado bien a casa—
—Uh huh. Veo que estás haciendo un buen trabajo separando la amistad de
la terapia, ¿no es así?—
Colgando el teléfono, Laura encontró que hablar con Jenny había calmado un
poco su mente. Eso no ayuda. Debe de haber una manera para que ella
supere esto. ¿Pero cómo? Segura de que dormir era caso perdido, Laura se
enderezó y deslizó sus pies en sus zapatos. Tengo que limpiar esa sartén
donde se quemaron las cebollas sino se quedaran pegadas para siempre.
Saliéndose de su habitación, Laura estaba indecisa entre bajar y limpiar o
ver como estaba Crystal. Esto es tonto. Ella duerme ya como un tronco y
está segura. Además, no quiero asustarla o algo así. Como si su mente
actuara por si sola, la mano de Laura tomó la manija de la puerta. No
entraré, sólo abriré la puerta un poco y veré si está durmiendo bien. Podría
tener una pesadilla o algo.
La luz del vestíbulo iluminaba con una pequeña luz la habitación de Crystal
pero la luz de la noche que se reflejaba en la pared le dio suficiente
claridad a Laura para ver a su compañera que ciertamente dormía como un
tronco, un ronquido ligero salió de sus labios. Bien. Satisfecha de que todo
estaba bien, Laura bajó las escaleras para pasar el resto de la noche
limpiando.
Notas:
PARTE NOVENA
—Buenos días para ti también— Crystal dijo mientras tomaba su lugar —¿a
qué hora te levantaste?—
—Nunca dije que renunciaría, sólo que lo pensaría. Sabes, ganó más dinero
en una hora trabajando en el club que lo que gano trabajando para Michael—
Crystal presionó su tenedor sobre los huevos revueltos. —Tal vez puedo
trabajar en el club medio tiempo y conservar ambos trabajos—
—Nada como tener dos velas encendidas al final. ¿No puedes conseguir otro
trabajo en el club en lugar de quitarte la ropa? ¿No necesitan camareras?—
—Bueno, no voy a saber que va a pasar hasta que vaya. Por lo que sé, me
reemplazaron y no tengo trabajo para regresar—
Es lo que más deseo, Laura pensó para sus adentros. —Estoy segura de que
Michael te daría horas extras si necesitaras el dinero. Él es buena gente en
cosas como esas—
—Puedo ganar en una noche bailando lo que me paga Michael por tres días de
trabajo. Ese tipo de dinero es difícil de dejarlo pasar— Crystal redujo su
taza de café. —Veremos que pasa—
—No te preocupes por eso. No creo que tengas que darme mas de cincuenta
dólares más o menos—
—Oh, por favor. Está la luz y el cable por no mencionar el teléfono también.
Estoy segura de que hice que el recibo del agua aumentara también—
—De nada— Laura tomó un sorbo de su café, intentando con todas sus
fuerzas no volver con el tema del Tom Cat Club otra vez. Finalmente fue
Crystal la que no aguantó estar en silencio por más tiempo.
—Tiene que haber un punto donde el dinero no sea suficiente para seguir
degradándote de esa manera—
—Tal vez. Ahora mismo tengo que terminar de prepararme para el trabajo y
escribir en mi cuaderno antes de que la Doc quiera mi cabeza— Para
sorpresa de Laura, Crystal tomó sus manos entre las suyas. —Escucha,
acerca de lo de anoche...— La mano se retiró y la rubia miró su plato vacío.
—Gracias por escuchar. Yo…yo nunca le había contado todo esto a nadie—
—Cada vez que quieras hablar, aquí estaré—
—No te conté todo, sabes. Creí que si te contaba todo de una sola vez
saldrías gritando de la habitación—
***
El estacionamiento del Tom Cat Club estaba vacío cuando Crystal llegó.
Después de un rápido vistazo por el espejo retrovisor para asegurarse de
que todo estaba tranquilo en el lugar, caminó hacia la puerta lateral y
presionó el timbre de la puerta. Con tres horas antes de la primera función,
Crystal estaba segura que encontraría a Rick en su oficina.
—Oh genial— ella gimió. Rick se ponía muy difícil cuando las cosas iban
viento en popa. Cuando iban mal, era imposible razonar con él.
—Crystal, qué sorpresa tan agradable— él dijo, señalando hacia una silla. —
Entra y toma asiento. Esperaba que vinieras. Te llamé un par de veces pero
nunca me devolviste las llamadas. Comenzaba a pensar que nunca te veríamos
otra vez—
—Te dije que estaría de regreso después de que mi labio sanara— dijo
mientras tomaba asiento.
—Pues luces genial. Tal vez con un kilito o dos de más pero puedes bajarlos
sin ningún problema, estoy seguro. Después de todo, no se pueden esconder
debajo de una tanga, ¿verdad?—
—Um, no supongo que no. Rick, acerca de regresar a trabajar …—
—Es algo tarde pero creo que te puedo dar esta noche una presentación o
dos—
—Bien ¿cómo qué? ¿Viniste para decirme que ya estabas lista para regresar
a trabajar o no?— La amabilidad que él había mostrado cuando ella entró a
su oficina iba desapareciendo rápidamente.
—¿No estás segura? ¿De qué diablos estás hablando?— Rick se inclinó hacia
adelante, haciendo más pequeño el espacio entre los dos. —¿Y qué es lo que
vas a hacer?—
—Los hombres no pagan buen dinero para ver tu trasero detrás de la barra,
pagan por verte arriba en el escenario desnudándote para ellos—
—Bien, tal vez estoy cansada de desnudarme para ellos, tal vez quiero hacer
algo más—
—Sí, lo entiendo, Rick— ella contestó tan coléricamente como él. —Pero tú
no eres el que esta allá arriba. No tienes que soportar a todos esos
estudiantes y hombres tratando de tocar tu cuerpo. Estoy harta de eso—
—No tengo novio. No es por eso que estoy haciendo esto— Crystal insistió,
prendiendo un cigarrillo. —Sólo estoy cansada de desnudarme—
Rick dejó salir un largo suspiro y se reclinó en su silla. —Cuando viniste aquí
por primera vez, no tenías ni un maldito centavo ni un nombre. Incluso no
tenías un coche— Él negó con la cabeza. —No lo sé. Sólo estoy tratando de
ayudarte. Tienes suerte de tener un trabajo como este. ¿Sabes a cuántas
mujeres les encantaría tener la oportunidad de ser la estrella del show?—
Con un suspiro fuerte, Rick abrió su gaveta del escritorio y sacó una carpeta
de papel manila. —Iba a guardar esto para más tarde pero desde que
pediste el permiso de ausentarte no hubo otra elección...¿recuerdas que
quería hablar contigo después del show aquella noche?—
—¿Sí?—
Sólo hay una manera de ganar ese tipo de dinero, Crystal pensó para sus
adentros.
—No tengo planes de trabajar aquí para siempre, estoy en tratos con una
empresa grande en Nueva York. Tengo este otro trabajo funcionando y
estaba planeando en darte a ti una oportunidad de hacer dinero de verdad
con esto—
—Debí haber sabido que tomarías esa estúpida elección— Rick dijo,
caminando hasta el archivero. —No vas a encontrar a nadie que te pague lo
que yo te pago por mover esas tetas. No puedo creer que desaproveches
esta oportunidad— Sacó un sobre del archivero y lo tiró sobre el escritorio.
—Y ni pienses que te voy a dar una carta de recomendación—
—¿Sabes? de todas las chicas que he visto ir y venir de este lugar tú fuiste
la única con la que pude haber hecho algo realmente bueno, pero siempre te
creíste superior, ¿no es así? Mira, pero no toques ¿verdad Crystal?— Él se
acercó aún más, obligándola a dar un paso atrás hasta que sintió la dureza
del escritorio de madera detrás de ella. —Alguien te debería haber domado
hace mucho tiempo y enseñado buenos modales—
—Déjame ir, Rick— ella dijo, intentando caminar hacia un lado. El molesto
hombre rápidamente se interpuso en su camino.
—Tal vez nunca tuviste a un hombre que te enseñara como comportarte, ¿no
es así?—
—Rick, por favor, sólo déjame ir— El corazón del Crystal latía furiosamente
en su pecho.
—Ya iba de salida— Crystal dijo, moviendo a Rick para abrirse paso y
empujando prácticamente a Randy por su prisa de escapar. Sintió un gran
alivio cuando llegó al vestíbulo que daba a la puerta lateral. ¿Cree que soy
una estúpida o algo por el estilo? De ninguna maldita manera voy a volver a
trabajar para él, jamás. Fui una idiota al pensar que él haría algo para
intentar ayudarme. Empujó la puerta de emergencia y fue recibida por el
sombrío estacionamiento. Llegando a su coche, Crystal se dio cuenta que sus
manos temblaban mientras intentaba meter la llave al cerrojo. No ayudaba
mucho que estuviera constantemente volteando hacia la puerta, temiendo
que Rick saliera en cualquier momento. Para cuando ya estuvo dentro de su
coche, Crystal sintió lágrimas cayendo por sus mejillas que no podía explicar.
Tengo que largarme de aquí. Tengo que llegar a casa. No molestándose en
limpiarse las lágrimas, Crystal encendió el coche y se fue rápidamente del
estacionamiento.
***
Lanzando sus llaves sobre la mesa, Crystal caminó hacia la cocina, buscando
en la oscuridad a tientas el apagador. Mirando la puerta del refrigerador,
frunció el ceño cuando no vio ninguna nota para ella. —Probablemente estará
de regreso en un momento— dijo para el cuarto vacío. ¿Qué dijo que quería
para la cena? Alguna clase de pez. Arrugando su nariz ante el pensamiento,
Crystal abrió el congelador y sacó una pizza congelada. Qué diablos, al
menos es comestible. Algunos minutos más tarde la pizza estaba en el horno
y Crystal estaba en el sofá. Con el control remoto de la televisión en la
mano, comenzó a pasar los canales. Aburrido, sin interés, aburrido, oh Dios,
no los Waltons. No, no, naw, Oh por favor, eso es tan falso. ¿Quién diantres
va a creer que dos tipos pueden vencer al infierno salir de allí y seguir de
pie? Sesenta canales y no hay nada interesante. Dejándolo en un show de
juegos, lanzó el control remoto a la mesita de café y se miró su reloj de
pulsera. ¿Dónde diablos estás? Pensé que ibas a quedarte en casa esta
noche.
—Hola. No esperaba que estuvieras en casa todavía— Laura dijo, sus brazos
llenos de bolsas plásticas blancas de la tienda de comestibles. —Creí que
debería comprar algunas cosas. Casi ya no teníamos nada—
—Olvida las naranjas por un minuto— Crystal dijo. —¿No me pudiste haber
dejado una nota? No tenía ni idea de dónde estabas— Tomando la jarra de
aceitunas, abrió el refrigerador y descuidadamente las lanzó en el estante.
—A mí me estás jodiendo de que me asegure de dejarte saber a que hora
vendré a casa ¿pero tú no puedes tomarte dos segundos para dejarme una
nota?—
—Lo siento, pero no pensé que estarías en casa hasta más tarde. Dijiste que
irías al Tom Cat Club y supuse que como no llegaste a las seis ibas a llegar
más tarde— Laura dijo, doblando pulcramente las bolsas vacías.
—Sí bueno, he estado aquí mirando las paredes por lo menos dos horas
preguntándome dónde diablos estabas. Dame eso— Tomando las bolsas de
las naranjas, se volvió caminando hacia el refrigerador. —Estarás feliz de
saber que ya no trabajaré más en el Tom Cat— dijo Crystal, empujando las
naranjas dentro de las gavetas de abajo.
—Sí, estoy feliz de escuchar eso y cuidado con esas. Quiero naranjas, no
jugo de naranja—
—Hice una pizza pero sabía más a la caja en la que venía. ¿Y tú?—
—Oh Rick se comportó como un cabrón. Lo jodió. Odiaba trabajar para él,
de cualquier manera. Tiene demasiada mala fama— Crystal metió la lata de
sopa en la alacena antes de dirigirse hacia la puerta corrediza. —Voy a salir
a fumar—
—Oh, no menciones la nieve. Esa es la última cosa en que quiero pensar. Ese
oxidado coche mío, no me da prácticamente nada de calor. Puedo dejar la
calefacción encendida media hora en la mañana y no lograría ni despejar el
parabrisas entero— Crystal buscó en la oscuridad, sintiendo el cenicero que
estaba en la mesa. —Supongo que no puedo pedir mucho por quinientos
dólares. Tengo suerte de que se mueva—
—Jenny compro la 'cosa' por quinientos dólares también— dijo Laura. —Fue
su proyecto alrededor de un año. Cada día se la pasaba jugando a ser
Señorita Mecánica. Puedo pensar en cerca de doce o más coches
interesantes para restaurar que esa monstruosidad anaranjada—
—¿Debo tomar eso como que no te agrada esa calabaza cuadrada con
ruedas?—
—Es más que sólo el coche. Me he acostumbrado a eso ya, pero cuando
recién lo compró tuvimos problemas, Jenny usaba el fregadero de la cocina
para limpiar sus partes del motor y las herramientas no mejoraban la
situación—
—Pues bien...— Laura se restregó la cara con sus manos, tomándose algunos
segundos para enfocar sus pensamientos. —Tienes que entender que eso
pasó hace cuatro años y medio. Para ambas, era nuestra primera relación
larga y seria y pensábamos que estaríamos juntas pasara lo que pasara.
Acababa de lanzar mi tercer libro y lo estaba haciendo bien en el círculo
lésbico. Incluso se publicaron algunos escritos míos en las revistas
principales de lesbianas. Obtenía un gran número de correos de fans y dejé
que mi nueva fama se interpusiera en mi relación. El rompimiento fue mi
culpa, completamente— Laura apartó la mirada.
—No lo entiendo— Crystal dijo. —Tú y Jenny parecen ser de ese tipo de
personas que tienen esa conexión especial de sentimientos. ¿Ustedes no
trabajaron duro para solucionar las cosas y superarlo?—
—La infidelidad hace eso— Laura dijo. —Tuve un desliz con una fan mientras
estaba en Colorado en un festival de escritoras lesbianas—
—No planeé que pasara. Bueno, supongo que en mi interior, tal vez lo hice.
Sabía que Lisa estaba interesada en mí, ella me había dejado claro más de
una vez que no le importaba que yo tuviera pareja. Sabía que ella iba a estar
allí y no le dije una palabra a Jenny sobre ella—
—Así que cuando el gato no está en casa los ratones hacen fiesta—
—No fue así— Laura protestó. —Me sobraron oportunidades antes de estar
con otras mujeres y nunca acepté ninguna oferta— La escritora se reclinó y
pasó sus dedos por su pelo oscuro. —Esto te va a sonar un poco tonto, pero
me deje conquistar por todas las atenciones y adulaciones que Lisa me daba.
Trabajé por un año y medio en Los Misterios del Rayo Lunar y ahora estaba
siendo recompensada por todo ese duro trabajo. Estaba en las listas de los
libros más recomendables y cuando estuve en esa convención me sentí como
una celebridad. Eso nunca me había ocurrido antes. Para cuando llegue al
hotel Lisa estaba a mi lado, sirviéndome bebidas, sentándose a un lado de mi
en cada taller, siguiéndome como un perrito—
—Suena más a una zorra que a un perrito— dijo Crystal. —Así que ella quería
a la gran escritora y lo logró, ¿hmm?—
—No le abrí la puerta de mi hotel y le quité toda la ropa. Estuvimos allí por
cinco días y no pasó nada hasta la última noche—
—Con toda seguridad lo hice, aunque no usaría esas mismas palabras para
describirlo—
—Por supuesto que no, Mary Poppins pero eso fue lo que hiciste—
—Sí, así es. Lo jodí todo horriblemente. Debí haber sabido que algo pasaba
cuando llegué a casa y de lo único que quería hablar Jenny era acerca de la
convención. Había pasado ya un mes desde eso y no entendía por qué ahora
quería saberlo.
—Lo intenté por un tiempo después de que se mudó pero ahora creo que las
cosas están mejor de esta manera. Creo que la soltería me sienta bien— La
morena escritora se recargó, hundiéndose más en los cojines del sofá. —Al
menos eso es lo que mi lista de citas me dice—
—Imagínate. Mis amigos me buscaban por los cigarrillos— Crystal dijo con
orgullo. —Paty me enseñó como obtenerlos. En el boliche tenían una máquina
de cigarros en la misma habitación que los videojuegos. Compraba un
paquete por tres dólares y se los daba a mis amigos a veinticinco centavos
por cigarrillo. De esa manera Paty yo teníamos dinero para gastar—
—Ah, tú eras ese tipo de niña del que mi madre me advirtió que no me
juntara— Laura dijo con una sonrisa. —Ella pensaba que manteniéndome
alejada de todo lo malo llegaría a ser una correcta y estirada esposa militar
como ella. Su mejor opción para tener nietos y resulté ser una escritora de
novelas de misterio lesbiana con ninguna intención de ser madre—
—Estoy segura que el álbum de fotos era abierto en las reuniones de
madres, ¿no es así?— Crystal dijo con una sonrisa sardónica. Se enderezó
fingiendo abrir un álbum. —Aquí está tu madre mostrando las fotos de tu
graduación del bachillerato— La rubia fingió volver la página. —Aquí estás
graduándote de la universidad. Oh, qué orgullo. Inteligencia y belleza.
Apuesto que ella estaba pensando en las fotos sobre tu boda en las
siguientes páginas—
—Eso es lo más maravilloso de ser una adulta— Laura dijo quedamente. —No
tenemos que darnos la gran vida, o vivir mal según sea el caso, según las
expectativas de nuestros padres. Les guste o no, estaremos en desacuerdo
con nuestras madres ya sea en una cosa u otra. Mírame, probablemente no
este en la misma posición que tú, pero ciertamente no soy una devota esposa
de un militar como mi madre quería. ¿Crees que estaría orgullosa por
presumirme con sus amistades?— Laura negó con la cabeza. —Créeme, Mamá
habla de la graduación de Bobby y a cual universidad irá pero ella evita
mencionarme a mí ante sus amigos—
—¿Por qué? Es decir, tú tienes una licenciatura. Y eres una escritora y todo
eso—
Laura rió. —Ni mucho menos, Crystal. Tengo problemas como todos, sólo que
yo tuve un escenario diferente. No somos tan diferentes—
Crystal brincó fuera del sofá y se dirigió hacia las escaleras. —Me gustan
mis bebidas con algo fuerte— ella dijo. —Solo tráeme un vaso, me encargaré
de mezclarlo—
Mientras Crystal estaba arriba, Laura fue a la cocina. ¿Cuánto puede beber
a esta hora? No más de un par de bebidas, estoy segura. Tiene que trabajar
en la mañana. Canturreando una melodía para a sí misma, Laura abrió la
alacena y saco dos vasos. Así que estabas preocupada por mí, ¿hmm?
Apuesto que es algo que no habías hecho en mucho tiempo. Laura estaba
segura de que los muros que Crystal se habían levantado, se estaban
desmoronando rápidamente. Cuando no tenía la intención de revelar las
razones que había detrás de su rompimiento con Jenny, Laura se dio cuenta
que era importante para ella ser capaz de revelarle ese secreto a Crystal si
es que quería que su compañera continuara compartiendo sus cosas
personales. Un vaso colorido brillante, casi escondido en la parte trasera de
la alacena capto su atención. Me había olvidado completamente de este,
pensó mientras lo sacaba y lo miraba detenidamente. Perfecto. Esto tiene
que hacerla sonreír. Retirando el vaso que ella originalmente había escogido
para Crystal, Laura llenó ambos vasos con hielo y acababa de abrir la soda
cuando su compañera bajo las escaleras.
—No te olvides el hielo, eso tiene que contar también— Crystal dijo.
—Sí, tienes razón. Tres partes de Whisky, una parte soda, un parte hielo.
¿Mejor?—
—Lindo vaso—
—¿Te gusta?—
—Es bonito. Crystal sostuvo en alto el vaso amarillo y miró las palabras
brillantemente coloridas proclamando que ella debería sonreír porque
alguien la quería. —Cursi, pero bonito—
—Sí claro, te creo— dijo Laura. —Te creo tanto como si me dijeras que
tienes un pantano en venta en la Florida—
—Y barato también— Crystal contestó. —Te haré una oferta que no podrás
rehusar—
Una hora más tarde, los dos vasos vacíos yacían en posavasos sobre la
mesita de café, el hielo ya hacia rato que se había derretido. El resultado
favorecía hacia un equipo, las visitantes tomaron ventaja sobre el equipo de
casa. Laura concentraba su atención muy a menudo en algo más importante
que la televisión. El pelo de Crystal estaba algo despeinado. La mirada de
Laura se movió hacia abajo, estudiando la curva delicada de la nariz de
Crystal y los labios suaves y carnosos. No había duda que su compañera era
hermosa pero Laura ahora se encontraba mirando a Crystal de una manera
diferente que antes. Para con eso, Laura, se amonestó a sí misma. Ella es
heterosexual y no está interesada. Tiene demasiado equipaje, ¿recuerdas?
En ese momento el pitazo sonó deteniendo el juego y la televisión mandó a
un anuncio publicitario. De reojo, Laura se dio cuenta de que era un anuncio
de servicio público que promovía acerca de ayudar a prevenir el abuso de
menores. Los ojos de Crystal nunca dejaron de mirar la pantalla pero aun de
perfil su rostro mostraba todos sus sentimientos. Laura observó como la
mandíbula de Crystal se tensaba con fuerza y sus labios se contraían. Aun
estás intentando proteger a la pequeña niña que vive en ti, ¿no es así? El
deseo de abrazar a Crystal crecía dentro de Laura pero la escritora
permaneció quieta en su asiento. Lo más seguro es que se vaya corriendo
hacia arriba. Y probablemente pensaría que le estás haciendo insinuaciones
amorosas. Cuando el anuncio publicitario terminó el juego fue reanudado,
Laura miró contenta que la tristeza en el rostro de Crystal desaparecía. Eso
es, sólo olvídate de todo eso y disfruta el juego. —¿La chica de las
Henderson es buena, ¿no te parece?— Laura preguntó.
—Ella sabe jugar basquetbol, eso es seguro— Crystal contestó. —No puedo
creer que haya hecho ese tiro—
—Sí—
—Ese fue un buen tiro— Laura estuvo de acuerdo. —Ella estaba a pocos
segundos del pitazo cuando hizo el tiro—
—No van a ganar a estas alturas. Quedan sólo dos minutos de juego—
—¿Crees que mañana puedas mostrarme ese sitio del GED que mencionaste?
—
—¿Qué harás qué?— Crystal sacudió su cabeza. —No importa. Debe ser tu
idioma computadorsense o algo así—
Laura comenzó a subir las escaleras detrás de ella. —He escuchado que eso
puede pasar si compras un boleto de vez en cuando— Cuando llegaron a la
parte de arriba extendió su mano y tocó el brazo de Crystal. —Espera un
minuto— Laura terminó de subir las escaleras y se paró cara a cara con su
compañera. —Sólo quería darte las buenas noches— ella comenzó,
deteniéndose para escoger sus palabras. —Sabes que si alguna vez quieres
venir y ver la televisión conmigo, eres más que bienvenida—
—Gracias— Crystal miró hacia otro lado incómoda, luego miró hacia atrás. —
No quiero...—
—No te preocupes por eso— Laura dijo, alejándose de la joven mujer. —
Eres buena compañía y tuvimos una plática agradable— Seriamente, dudó
que Crystal alguna vez haya tenido una amiga íntima con la que se pudiera
relajar y solo poder hablar de todo y de nada. Probablemente a nadie más
que su hermana, Laura meditó. —Buscaré el sitio del GED y lo revisaremos
mañana juntas en la noche— Le dio a Crystal un apretón cariñoso en el
brazo. —No te preocupes. Te haremos pasar tus estudios con éxito, lo
prometo. Solía darles tutorías a mis amigos cuando estaba en la escuela y
les ayudaba a subir de calificaciones— No soltando su agarre del brazo de
Crystal, Laura dio un paso adelante hasta quedar a sólo centímetros de ella.
—¿Te parecería bien un abrazo de buenas noches?— Sintiendo a Crystal
dudar, Laura tomó la iniciativa, rodeó con sus brazos a la joven mujer. A
diferencia de la primera vez que se habían abrazado, esta vez para Laura
fue diferente, sintió el cuerpo femenino presionado contra su cuerpo.
Crystal se sentía cálida y suave, su blusa olía ligeramente a cigarrillo. —
Dulces sueños— susurró suavemente, sonriendo cuando sintió los brazos de
Crystal rodeándola para corresponder al abrazo ¿Ves? Está bien poder
abrirse a alguien, Laura pensó, dando un último apretón antes de dar un paso
atrás. —Duerme bien—
—No lo haré— Laura prometió. —Sólo tengo que encargarme de unas cosas y
después me iré a la cama—
Las 'cosas' de las que se tenía que encargar no eran sólo encontrar el sitio
del GED sino también imprimir las diferentes pruebas de cada tema.
Mientras esperaba a que cada página se imprimiera, Laura examinó las
diferentes preguntas. Oh, esta fácil. Todo el mundo sabe que un triángulo
con todos sus lados iguales es un equilátero. Esto será fácil para ella. Otra
prueba salió de la impresora. Uf. Me olvidé de historia. No podría recordar
todas esas fechas. Miró la lista impresa de las fechas de los exámenes de la
localidad y sentía que Crystal podría ser capaz de pasar el examen para
Primavera. Hmm, ¿seis meses para aprender tres años de bachillerato? Tal
vez para el verano. La impresora hizo la última impresión antes de anunciar
que el trabajo había terminado y la última hoja salió de la bandeja. Laura
tomó su taza vacía y clavó los ojos en ella. Oh vaya, es demasiado tarde
como para hacer otro poco de té, pensó, bajando la taza y mirando la
pantalla. Ok Laura, has pasado las dos últimas horas imprimiendo todo lo
posible que se encuentra en ese sitio. Miró el casi medio fajo de hojas
pulcramente apiladas al lado de la impresora. Mejor no le muestro toda esa
pila de hojas a Crystal de una sola vez, sino saldrá gritando fuera de aquí.
Carajo, si yo viese una pila como esta que tuviera que estudiar también
saldría huyendo. Distraídamente, dio un clic sobre el icono de búsqueda,
abriendo su buscador favorito. Había otra cosa que tenía que ver con su
compañera que podía ser solucionada por internet y a pesar de la hora,
Laura se sintió dispuesta a iniciar esa búsqueda.
—Ok, veamos cuánta información hay por aquí— dijo mientras tecleaba las
palabras 'Encontrar a personas perdidas' y dio un click sobre el botón
buscar.
Continuará………
PARTE DIEZ
Genial, pensó Crystal para sí. Eres un auténtico coñazo, Doc. De acuerdo.
—Se lo conté a Laura. —Sabía que Jenny esperaba una mejor explicación—.
Le… le conté lo que me pasó cuando era niña.
—No lo sé.
—¿Qué?
—Los amigos cambian a medida que creces, y crecer no es algo que ocurre
cuando cumples dieciocho y te conviertes en un adulto legal. A lo largo de tu
vida, descubrirás qué son lo que yo llamo los amigos especiales.
—Como Laura —dijo Crystal—. Después de nuestra charla, siento que puedo
contarle casi cualquier cosa.
—Es bueno construir una confianza en otra persona, ¿verdad? —le preguntó
Jenny.
—Estuvo bien eso de decir la verdad sobre lo que sucedió. —Lo único que
deseaba Crystal era ofrecer un poco de sí y sintió que las palabras acerca
de la confianza acudían a su mente. Para su sorpresa, Jenny tenía otra idea.
—No tiene ningún poder sobre mí. Yo estoy al mando —protestó Crystal.
—Soy consciente de eso —dijo Jenny—. Aquí dices cosas muy intensas, pero
lo que entresaco una y otra vez de tus palabras es tu necesidad de sentir
que formas parte de algo.
—¿Qué? —Sin pensarlo, Crystal se incorporó hasta tomar el lugar que Jenny
había ocupado antes en el puff azul, cerca del sofá—. Yo nunca he dicho eso.
—¿Ah, no? —Jenny señaló un punto de la hoja con el dedo—. Justo aquí, y
cito textualmente: “Siento que estoy de visita en este mundo y luego vuelvo
al mío…" —Unas páginas más adelante—. Este día escribiste bastante. Deja
que lo encuentre… ah, sí, aquí está. Dices que “siento que estoy
desmoronándome y que nadie puede volver a juntar todas las piezas. Nadie
me entiende". —Lo único que Crystal pudo hacer fue asentir ante la gran
verdad que reflejaban sus palabras—. Quiero que des el siguiente paso,
Crystal —afirmó Jenny en voz baja.
—Laura encontró una página web con toda la información y esas cosas. Me
imprimió los cuestionarios y me ha obligado a hacerlos para que podamos
hacernos una idea de lo que necesito aprender —dijo Crystal con evidente
emoción—. Me va mejor de lo que ella creía.
—Es muy común tener dudas acerca de uno mismo, especialmente con algo
que supone una meta tan difícil. Yo también dudaba de mí cuando estaba en
la escuela.
—¿En serio?
—Y no voy a hacerlo… aún —afirmó Jenny—. Era sólo una sugerencia, como lo
del grupo de los martes.
Crystal farfulló algo para sus adentros deseando dejar el tema de una vez,
pero sin parecer que había sido derrotada.—Dejemos el tema por ahora. ¿Te
apetece hablar de tu diario?
—En realidad no, pero me da que lo que yo quiera no importa, ¿no? —dijo
Crystal, arrellanándose en el puff hasta encontrar una posición cómoda.
***
—Hola. Eso huele genial —afirmó al tiempo que colgaba sus llaves en el
ganchito adecuado. No hacía mucho que habían tenido otra charla acerca del
uso apropiado que debe darse a la mesita de un recibidor. A continuación,
entró en la cocina balanceando su bolsa con una mano.
—Dame otros cinco minutos y estará todo listo —respondió Laura cerrando
la puerta del horno—. He pensado que el pan de ajo sería más apropiado que
las galletas.
Crystal siguió con los ojos clavados en la mano que cubría la suya.
—Tal vez, pero no es algo con lo que me sienta cómoda, ¿sabes? —En ese
momento, apartó la mano y rodeó el cuello de su botella con los dedos—. En
un momento dado, casi me ha hecho llorar. Incluso agarré una de esas
pelotas de esponja y la tiré contra la pared, ¿te lo puedes creer? —
Meneando la cabeza una vez más, Crystal tomó otro trago—. La próxima vez
me pondrá a darle puñetazos a un saco de boxeo y querrá hablar con “la niña
que hay dentro de mí" o alguna estupidez semejante.
Laura se levantó y se inclinó hasta que sus labios casi rozaron la oreja de
Crystal.
La escritora dio media vuelta y fue hasta el horno, dejando a Crystal a solas
con sus pensamientos.
Si algo ayuda, no es una estupidez, ¿eh? Bonito, Laura, muy bonito. ¿Sabes
que a veces hablas como ella? Crystal miró a la mujer que le daba la espalda.
A veces, y otras eres simplemente como una vieja amiga a la que puedo
contar cualquier cosa con confianza. Crystal estaba tan perdida en su
interior que ni siquiera escuchó el primer timbrazo del teléfono.
—¿Laur?
—Em… no… soy su compañera de piso. —Crystal apenas era capaz de oír la
voz masculina entre todo el ruido de fondo—. ¿Quién es?
—¿Está ahí? Soy su hermano Bobby. Necesito hablar con ella en seguida. —
En ese momento, Crystal se dio cuenta de que el ruido de fondo era el del
sistema de intercomunicación de un hospital.
—Sí, espera un segundo —exclamó cerca del auricular—. Laura, creo que es
tu hermano. Será mejor que te pongas.
—¿Es Bobby?
—Creo que sí. —Al entregarle el teléfono, Crystal se vio invadida por una
sensación de temor. Lo único que podía hacer era contemplar con impotencia
cómo Laura contestaba la llamada.
—¿Sí? ¿Bobby? Habla más alto, no te oigo bien. ¿Dónde estás? —La súbita
palidez del rostro de Laura confirmó las sospechas de Crystal—. ¿Qué ha
pasado? ¿Qué? Espera, no te oigo. —Tan sólo hubo una pausa momentánea—.
Bobby, quédate ahí. Yo voy de camino. No, no llames a la familia. Yo lo haré
si es necesario. Sí, tú quédate donde estás. Ya voy.
Laura dejó el teléfono sobre la mesa y se agarró con ambas manos al borde
del mostrador.
—Buena idea, al menos ése es legal —dijo Crystal quitándole las llaves a
Laura de las manos. Joder, su madre está enferma. ¿Qué se supone que
debo hacer? Rodeando con vacilación la espalda de Laura con su brazo, le dio
un leve apretón de ánimo—. Todo irá bien, Laura.
—Shhh… Vayamos allí y a ver qué está pasando, ¿vale? —Crystal guió a Laura
hacia la puerta. Llamaré a Jenny desde el hospital. Ella sabrá qué hacer. Yo
no soy buena en esto de consolar a la gente. Pero Jenny no estaba allí en
aquel momento. Sólo ella y Laura. No puedo dejar que pase por esto ella sola.
Sin saber bien qué decir, Crystal permaneció en silencio hasta que llegaron
al Jeep. Una vez que Laura ocupó el asiento del copiloto, Crystal se puso al
volante—. Bueno, esto va a ser interesante. Nunca había conducido un coche
como este.
—¿Crystal?
—¿Sí?
—Te llevaré allí lo más deprisa que pueda —le prometió Crystal, haciendo
girar la llave y sonriendo cuando el motor rugió lleno de vida. Debe estar
bien eso de no preocuparse de si el maldito cacharro querrá arrancar cada
vez que te subes, pensó para sí mientras sacaba el Jeep del aparcamiento y
tomaba rumbo hacia el Centro Médico.
—Si vamos por aquí, nos ahorraremos al menos diez minutos por el tráfico —
anunció, esperando una respuesta de Laura que nunca llegó. Bueno, supongo
que puedo ir por la autopista, ya que no hay objeciones. A medida que hacían
la curva de la carretera, Crystal pisó con más fuerza el acelerador,
extrañándose de la velocidad que aquel modelo antiguo era capaz de
alcanzar—. ¿Quieres que ponga la radio? —Apartó la vista de la carretera a
tiempo de ver el gesto negativo de Laura—. ¿Quieres hablar?
—¿Sobre qué?
Por suerte para todos, los policías no advirtieron el Jeep. Crystal se las
arregló incluso para encontrar un hueco cerca de la entrada de emergencias
del hospital. Apenas había apagado el motor cuando Laura saltó del vehículo
y corrió hacia la puerta.
Bobby Taylor, de dieciocho años de edad, estaba sentado en una de las sillas
naranjas de la sala de espera, contemplando el suelo con aire taciturno.
Llevaba el cabello rubio alborotado y, cuando levantó la vista y vio a su
hermana, Crystal advirtió que tenía los ojos enrojecidos. Mierda, eso no es
buena señal, pensó para sí, apartándose cuando los hermanos se fundieron
en un abrazo.
—¿Qué ha pasado? —dijo Laura, sin soltar para nada al chico—. ¿Ha tenido
un infarto?
—No lo sé. Los médicos están dentro con ella. No puedo creer que esto esté
pasando —dijo—. Hemos desayunado juntos y todo parecía ir bien. Bueno,
estaba un poco cansada, pero nada fuera de lo normal. —Bobby volvió a
sentarse. Laura, por su parte, se acomodó junto a él e indicó a Crystal que
ocupara el asiento libre junto a ella.
—No. Pensé llevarla a Saint Thomas, pero el tipo de la ambulancia dijo que el
Centro Médico estaba más cerca. Me alegro de que estés aquí, hermanita.
No sé contestar ni a la mitad de las preguntas de los formularios.
—Lo hiciste muy bien —dijo Laura rodeando los hombros del joven con su
brazo—. ¿Ha dicho algo el médico?
—Claro —dijo Crystal—. ¿Seguro que quieres hacerlo? ¿Quieres que llame a
Jenny?
—No hasta que sepa qué está pasando —dijo Laura—. Volveré enseguida.
—Voy contigo —afirmó Bobby—. Ya llevo dos horas metido aquí. Me vendrá
bien un poco de aire fresco. —Al levantarse, quedó patente que era como
diez centímetros más alto que ella.
—En cualquier caso, debí hacerlo. —Bobby se quedó con la mirada perdida
hacia el aparcamiento—. Cuando llegué, querían su tarjeta del seguro y
también saber si era alérgica a algo. Yo no sé nada de eso. —Dio una calada
larga, encendiendo el extremo de su cigarrillo de un naranja brillante—. Soy
el hombre de la familia y no tengo ni idea de qué hacer.
Bobby negó con la cabeza. Las lámparas de sodio apenas dejaban entrever
su perfil.
—En esa época tú eras muy joven, ¿no? —le preguntó la chica.
—Tenía once años. Pero estaba tan cabreado que me pasé la mayor parte del
tiempo llorando. —Lanzó el cigarrillo a medio consumir describiendo una
parábola hacia la oscuridad—. Supongo que me hice a la idea de que ellas dos
siempre estarían ahí para hacerse cargo de todo. Mírame. Mi madre se está
muriendo y yo tengo que pedir ayuda a mi hermana por teléfono.
—Tú no sabes si se está muriendo —dijo Crystal, aunque por lo poco que
sabía, el chico no iba desencaminado—. Y sí te ocupaste de tu madre. Fuiste
tú quien llamó a la ambulancia. —Escuchó un sollozo ahogado e
instintivamente se acercó un poco más a Bobby—. ¿Y si no hubieras estado
allí? —Lo único que Crystal recibió como respuesta fue otro sollozo—. Yo sé
lo que es tener una hermana mayor.
—¿Ah, sí?
—Ahora no, gracias —contestó alejándose del muro. Crystal hizo lo mismo y
comenzó a caminar con él de vuelta al hospital. Tanteando su bolsillo, calculó
mentalmente cuántos cigarrillos le quedaban. Como medio paquete. Tomó la
determinación de que seguramente él no fumaba mucho más que ella, sacó
cuatro cigarrillos y se los alargó—. Toma. Por si te apetece uno más tarde.
—Sonrió al ver que él no despreciaba la oferta—. Pero no le digas a tu
hermana que te los he dado yo —añadió.
—¿Cómo está?
—Tenemos que llamar a la tía Elaine y al médico de mamá. Seguro que tiene
su nombre y su número en la agenda. —A medida que hablaba, las manos de
Laura iban acomodando perfectamente la montaña de revistas—. Necesito
sus papeles. Están en el cajón de arriba del mueble del estudio. Ahí es
donde guarda mamá todo lo del seguro y la documentación importante.
Laura cesó sus movimientos compulsivos un momento y les miró a los dos.
—Buena idea. Bobby, así podrás traer el coche de mamá y Crystal te seguirá
con el mío. Te haré una lista de las cosas que tienes que traer. —Volvió a
echar un vistazo a su alrededor—. Necesito papel… Crystal, hay una agenda
en mi guantera. ¿Te importa traérmela, por favor?
—Claro. —Con tal de resultar útil… Crystal se levantó y palpó su bolsillo para
asegurarse de que las llaves seguían allí—. En seguida vuelvo.
Salir a la calle permitió a Crystal el tan necesitado tiempo que requería para
pensar. A pesar de que no sabía gran cosa sobre lo que le pasaba a la madre
de Laura, suponía que era algo serio y que los siguientes días serían una
auténtica locura. Seguramente querrá llamar a Jenny para que esté con ella.
Es mucho mejor que yo para estas cosas. Cuando llegó al coche, Crystal
abrió los seguros y encontró rápidamente la agenda. Será mejor que me
asegure de que tiene un boli, por si necesita escribir algo. Abrió el broche y
abrió la agenda, para descubrir que allí había tanto un lápiz como un
bolígrafo, cada uno en su compartimiento. Debí haberlo supuesto,
tratándose de ella. Cuando iba a cerrar la guantera, descubrió un rollo de
monedas pequeñas. Podría necesitarlas para el teléfono o para sacar café de
la máquina. Tras meterse el rollo en el bolsillo, Crystal cerró el coche y
emprendió el camino de regreso al hospital.
—No tardaremos.
—No me las des. Para eso están los amigos, ¿no? —preguntó Crystal,
apretándole el hombro una última vez antes de dirigirle un gesto a Bobby—.
¿Estás listo?
—Sí. Oh, espera. —Se tanteó los bolsillos y frunció el ceño—. Con las prisas
se me olvidó coger las llaves.
***
—Algo así —contestó ella antes de darle una buena calada a su cigarrillo—.
Nunca fui del tipo de gente que sigue las reglas.
—¿Sabes? Así es como mamá solía llamarlas cuando yo era pequeño. Como si
no fuera capaz de entender que mi hermana es gay. —Bobby rió de nuevo—.
Me quería hacer creer que tan sólo vivían juntas y que la traía a casa cada
vez que venía. Fue más o menos cuando tenía quince años… las vi pelearse y
les dije que se besaran e hicieran las paces. Parecía que Laura se había
tragado un chile y Jenny simplemente se empezó a reír a carcajadas de ella.
—Suspiró y apoyó la cabeza contra la ventanilla—. A veces creo que Laura
todavía me ve como a un crío.
Vale, a ver cómo me llevo todo esto, pensó para sí. Una rápida mirada en
derredor le hizo descubrir una cartera desgastada cerca del escritorio.
Tras varios intentos, consiguió acomodar dentro las carpetas. Listo. Al
menos sé que tengo la que necesitan. Tras escuchar que Bobby seguía
ocupado en el piso de arriba, Crystal se tomó un minuto para inspeccionar la
habitación. Un armario iluminado en la esquina dejaba ver una gran variedad
de orlas y trofeos. Al mirar con más detenimiento, se dio cuenta de que la
mayoría eran del padre de Laura, pero uno de los estantes soportaba una
hilera de trofeos perfectamente organizados que proclamaban a Laura
Taylor como campeona de un torneo tras otro.
—Creo que sí. Sencillamente he cogido todas las carpetas del cajón de
arriba.
—Ya estamos aquí —dijo Bobby para anunciar su llegada. Acto seguido, fue
hasta una de las sillas y se dejó caer sobre ella, emocionalmente exhausto
por los acontecimientos del día.
—Bien.
Laura levantó la vista, sorprendida al ver el maletín en la mano de su
compañera de piso.
—No sabía qué carpeta querías, así que he traído todas las que encontré —le
explicó Crystal alargándole su carga. Laura dejó el maletín sobre la mesa y
lo abrió.
—Podrías haberlas mirado para ver qué tenían —dijo la escritora mientras
empezaba a hacer eso mismo—. Esta tiene toda mi documentación
importante y apuesto a que ésta es la de Bobby. —Un rápido vistazo
confirmó su sospecha.
—Ya, bueno… supuse que sería mejor que lo hicieras tú —dijo Crystal al
tiempo que se acercaba una silla. No me corresponde a mí cotillear el las
pertenencias personales de tu familia. Laura abrió una de las carpetas más
grandes y hojeó lo que contenía—. ¿Quieres un chocolate caliente o un café
de la máquina? —le preguntó, más que nada por sentirse útil mientras
esperaban.
—No, ahora no, pero gracias —dijo Laura sin levantar la vista de lo que
estaba haciendo.
—Creen que sí. Dijo que depende de cómo responda a la medicación que le
están dando. —Laura intentaba hablar con confianza, pero había algo en su
voz que hizo pensar a Crystal que su compañera de piso ocultaba algo.
—He llamado a los familiares, pero les he pedido que no vengan hasta saber
algo más. Supuse que llamaría a Jen sólo si las cosas empeoraban. Vas a
quedarte conmigo un poco más, ¿verdad?
Crystal asintió, complacida secretamente de que Laura la quisiese allí.
—Así es —afirmó Laura—. ¿Cómo me las voy a arreglar? Alguien tiene que
quedarse con ella ahora. —Comenzó nuevamente a mirar los papeles—. ¿El
seguro cubre la asistencia a domicilio?
***
—Por lo menos date un respiro con todo eso de los papeles. —Alargó una
taza de humeante chocolate a Laura—. La última se te quedó fría antes de
que dieras un sorbo. Recuéstate un minuto y bébete esto. Visto que la
sutilidad no estaba dando resultados, Crystal levantó la taza y la puso en la
mano de su compañera—. Bebe.
—Yo no…
—Bebe —repitió Crystal con voz firme. Su persistencia dio fruto y Laura
agarró por fin el vaso, vaciando la mitad del contenido de un solo trago y
dejándola sobre la mesa.
—¿Contenta?
—Sí. —Y en realidad, Crystal estaba contenta de que Laura le hiciese caso.
No era el rol que la rubia jugaba normalmente y esperaba ser capaz de
apoyar a su amiga Laura en todo lo necesario. Tras echar un vistazo al
adolescente que descansaba al otro lado de la sala, Crystal recordó la charla
que habían tenido en el coche—. Laura, Bobby puede hacerse cargo de las
cosas de la casa de tu madre mientras ella esté aquí.
—Pues en Union. Así que, ¿de qué más tiene que ocuparse? ¿De meter en la
maleta las cosas que necesita llevarse a la residencia? Eso no le impedirá
recoger el periódico y el correo por las mañanas. Estoy segura de que, de
hecho, ya lo hacía con tu madre en casa. Ya no es un crío.
—Como quieras. —Tras dejar escapar un suspiro, Crystal se dio por vencida
y se recostó en la silla. Eres demasiado cabezota para mí.
—¿Qué no encuentras?
—La otra póliza de mamá. Debe tener un seguro adicional que cubra los
servicios que no entran en los del Ejército. No la encuentro, pero tiene que
estar por aquí.
—Pues claro. Cuando papá se jubiló, las contrató él mismo. A lo mejor están
en la carpeta de su documentación. —Laura abrió el maletín y sacó la
carpeta grande de color Manila—. Por eso Bobby no puede hacerse cargo de
estas cosas. Él jamás habría pensado en los seguros adicionales.
Yo no puedo creer que alguien tenga una carpeta, pensó Crystal. No pudo
ocultar su sorpresa cuando Laura dejó el bolígrafo sobre la mesa y se
recostó en la silla, ya que esperaba que su compañera de piso pasara toda la
noche enterrada bajo aquella montaña de documentos.
—Bueno, ya está. Sólo tengo que llevar los números de la póliza a la oficina
de pagos y mamá podrá estar tranquila hasta que esto acabe.
Otro motivo por el que detesto las salas de espera. Estas sillas son una
mierda. Crystal bostezó y se frotó los ojos. Podría quedarme dormida en
este mismo momento. No puedo creer lo cansada que estoy. Sólo voy a
cerrar los ojos un momento mientras ella no está. Minutos después, estaba
profundamente dormida.
Crystal se despertó de golpe al sentir que alguien le tocaba el hombro.
Crystal apartó las piernas para que Laura pudiera ocupar su asiento.
—De hecho, sí. Me ha dicho que eso quiere decir que la medicina que le han
dado está haciendo efecto. El líquido está saliendo de los pulmones y por eso
tose.
—¿La UCC?
—Es la Unidad de Cuidados Cardiacos. Quieren tenerla allí unos días hasta
que expulse el líquido y al parecer va a haber un cardiólogo vigilándola. —
Entonces, echó un vistazo a su hermano—. Él era sólo un niño cuando papá
murió.
—Lo sé —convino Laura. Una tosecilla educada les hizo girar la cabeza hacia
un hombre alto que llevaba una impoluta bata blanca de laboratorio—.
Enseguida vengo. —Laura salió al pasillo y habló un rato con el hombre.
Minutos después, volvió a entrar en la sala—. Dicen que lo mejor es que nos
vayamos a casa y regresemos mañana. Será mejor que le despierte. Puede
dormir en el sofá.
—En cuanto me despierte. No quiero que mamá esté aquí sola mucho tiempo.
—Laura se arrellanó en la silla y exhaló lentamente—. No puedo creer que
esté pasando esto. —Sus dedos atraparon con rapidez una lágrima que
empezaba a recorrer su mejilla—. S… sólo tiene cincuenta y cuatro años.
Crystal se dio cuenta en seguida que el control que Laura había estado
manteniendo toda la noche amenazaba con desmoronarse. Sin saber qué otra
cosa hacer, abrió los brazos y dejó que la inestable mujer se abrazara a ella.
—Lo siento —dijo Laura, rebuscando en uno de sus bolsillos hasta dar con el
pañuelo—. Supongo que necesitaba una buena llorera. —Se secó los ojos y
miró a su hermano—. Van a llevar a mamá a la UCC y nos han sugerido que
nos vayamos a descansar y volvamos mañana.
—Vale. —Acto seguido, se volvió hacia Bobby—. Entonces nos vemos mañana.
Asegúrate de cerrar con llave todas las puertas y que nadie que no sea de la
familia sepa que estás solo en casa.
—Lo sé. —Laura fue hasta él, le puso las manos sobre los hombros y sonrió
con aire pensativo—. Pero por muchos años que cumplas, siempre serás mi
hermanito pequeño y me preocuparé por ti, ¿vale? —preguntó, alborotándole
el ya de por sí rubio cabello—. Tú ganas. Nos vemos mañana. Conduce con
cuidado.
—Siempre lo hago.
—Buena idea. Seguro que le alegrará tener algo suyo aquí. —Laura le dio un
golpecito en el brazo y miró a su hermano mientras éste abandonaba la sala
de espera. Después se giró hacia Crystal y, con un gesto, le indicó que ellas
también debían irse ya a casa.
***
Será mejor que lo vaya dejando, pensó con aire apesadumbrado llevándose
un cigarrillo a los labios y encendiéndolo. Después de llegar del hospital,
Crystal se había pasado casi una hora sentada en el sofá mientras Laura
recorría la sala de arriba abajo, limpiando cosas que en realidad no estaban
sucias y hablando sin parar sobre su madre.
Aunque es lógico, las tengo demasiado grandes como para que se queden ahí
arriba toda la vida. Inclinándose hacia delante, estudió su reflejo con
detenimiento en busca de arrugas en su frente y alrededor de los ojos. Al
no encontrar ninguna, y sintiéndose bastante estúpida por lo que acababa de
hacer, Crystal terminó de peinarse y se lavó los dientes. Cuando iba a dejar
otra vez el cepillo en el soporte, su mirada cayó sobre la bandeja del jabón.
¿Para qué demonios tiene esos jabones en el baño si nadie los puede usar?
Para que huela bien, basta con poner un ambientador. Aquélla era sólo una
más de las muchas molestias tolerables de su compañera de piso. A Laura no
le gustaba la cortina de la ducha ni que Crystal utilizara la barra como
tendedero de su ropa interior y a ella no le gustaban los jabones que “no se
pueden usar", la funda de pelo de la taza ni el papel, duro y reseco, que su
amiga insistía en comprar.
PARTE ONCE
—Mmmm… ¿qué huele tan bien? —preguntó, sabiendo que Crystal estaba en
la cocina. Inmediatamente, le contestó una voz clara y animada.
—Tu vida sexual es tan aburrida como la mía, ¿eh? —dijo Crystal con una
mueca irónica, sacando a Laura de sus pensamientos—. No me lo explico, con
todas esas mujeres pululando a tu alrededor. —Crystal le dio la espalda para
retirar la siguiente tanda de tortitas de la plancha.
Laura asintió, se dejó caer en una silla y se llevó la taza a los labios.
Hipnotizada por el vapor que se elevaba frente a sus ojos, Laura dejó que
sus pensamientos vagaran con libertad mientras contemplaba a la mujer que
iba y venía en la cocina. Después de todo el tiempo que habían vivido juntas,
iba comprendiendo cada vez un poco más a su hermosa pero conflictiva
compañera.
Ahora entendía que Crystal era poco menos que un alma solitaria que sufría
profundamente por ello. Cuando se había mudado, Laura podía captar el
inquebrantable escudo de una mujer criada en las calles. El tiempo, sin
embargo, le había mostrado lo que había bajo ese escudo. En ocasiones
Laura lograba entrever a la adolescente confusa pidiendo a gritos que la
protegieran de aquellos que debían haberla protegido y sentía encogérsele
el corazón al pensar en la joven que jamás había recibido el amor que con
tanta desesperación necesitaba. Pero la noche anterior y esa misma mañana
le estaban mostrando otra parte de Crystal.
—Muchas gracias por haber estado conmigo ayer —susurró Laura con la
boca enterrada en el rubio cabello de su amiga—. Fue muy duro para mí y
sólo quiero que sepas que te lo agradezco. —Retrocediendo levemente, pero
aún sin soltarla del todo, Laura miró con intensidad sus ojos verdes—. No
cualquiera se pasaría toda una noche sentada en la sala de espera de un
hospital sólo para dar apoyo moral a una amiga.
—¿Ah, sí? —Laura cortó con el tenedor otro pedazo de tortita—. ¿Quién
era?
—La soporto —convino Laura con tono de fastidio—. Es un poco… es del tipo
de personas que “lo que ves, es lo que hay”. La tía Helen no se calla nada y
opina de todo. —Tras varios tragos de café, destinados más a ordenar sus
ideas que a saciar la sed, Laura continuó—. No sería tan horrible si no
pensara automáticamente lo contrario que mis padres sobre cada cosa.
—Si hace tiempo que no se ven, la cosa no va tan mal durante un rato. Se
ponen al día de sus respectivas vidas y cotillean sobre el resto de la familia.
—Yo… —Laura bajó la vista hacia el plato, lamentando en serio que la joven
hubiese escuchado aquellas palabras saliendo de su boca—. Hace mucho que
no lo digo. Por lo menos estas últimas semanas.
—No te preocupes. Tenías todo el derecho. Debe ser difícil vivir con alguien
tan…
No parecía estar tan molesta por el comentario anterior como Laura había
supuesto y la escritora decidió que Crystal ya debía haberla perdonado.
—Así es —convino Laura, al menos por ahora—. Alguien me dijo una vez que,
con tolerancia y paciencia, no hay nada que no se pueda solucionar si la gente
implicada está dispuesta a esforzarse para ello. Quién sabe, a lo mejor un
día acabamos siendo buenas amigas.
—No hay problema. Por lo que he oído de ella hasta ahora, será divertido.
Ahora vengo. —Así, Crystal abrió la puerta corredera y salió a fumar.
Helen había sido una de las personas que no consiguió localizar en la primera
ronda de llamadas, frustrada cuando el buzón de voz le indicó que no
quedaba espacio en la cintapara dejar mensajes. Laura se hizo una nota
mental para no recordarle a su tía la discusión que había terminado con su
negativa a quedarse en la casa y evitar así que quisiera alojarse con ellas.
Para consternación de Laura, sintió una punzada en la sien anunciándole el
dolor de cabeza que estaba por llegar, y empezó a dudar de que aquel día
fuera a resultar bien.
***
—Sí, estoy despierta —gritó la mujer desde dentro. Laura compartió una
mirada con Crystal antes de entrar, saludando de inmediato a su madre y
disculpándose por no haber llegado antes. Con pesadumbre, comprobó que su
hermano y Crystal no la habían acompañado dentro, obligándola a lidiar con
su siempre alerta y, a juzgar por la expresión de su cara, nerviosa madre.
Gail Taylor agitó su mano con desgana, sin preocuparse por las vías
inyectadas en su brazo.
—Oh, sí, uno detrás de otro. Las enfermeras me han estado despertando
cada hora para tomarme la presión y he conocido a un médico de cada área
de este hospital. —La mujer extendió la mano, dejando ver una señal
dentada en la base de su dedo anular—. Han tenido que romper los anillos
por la hinchazón —dijo Gail con solemnidad—. Nunca me los había quitado
desde que tu padre me los puso hace treinta años.
—Ah, no, de eso nada. —Gail negó enérgicamente con la cabeza—. Por muy
serio que pueda resultar esto, no pienso tener una enfermera en casa.
—No iba a decir eso —respondió Laura, a pesar de que la idea había cruzado
por su mente—. Pero tal vez deberías considerar tener a alguien que te eche
una mano. No quiero que te esfuerces tanto.
—Me estás hablando como a una abuela. No soy inútil, Laura. — El cansancio
comenzaba a aparecer en el rostro de Gail—. Dejémoslo por ahora. Los
médicos dicen que saldré de aquí a finales de semana. Ya veremos cómo van
las cosas.
—Mucho mejor —aseguró Gail a su hija con una sonrisa aprobatoria que
pareció extraña en su rostro hinchado por el edema—. Siempre fuiste una
buena chica.
—Ya era hora de que volvieras —reprendió la mujer al chico antes de mirar
a Crystal—. ¿Cómo estás?
—Mamá, nos vamos a ir ya para que descanses —dijo ella, cubriendo los
hombros de la mujer con la manta—. Relájate un poco. Volveré más tarde.
—Supongo que vas a traer a Helen —dijo su madre con tono de fastidio al
tiempo que se recostaba sobre las almohadas.
—¿Te crees que tengo elección, mamá? —le preguntó antes de terminar de
ajustar bien la ropa de cama sobre el cuerpo de su madre y enderezándose
—. Nos vemos luego.
***
—Odio venir aquí —dijo Laura cuando otro taxi metió el morro en el escaso
metro de distancia de seguridad que las separaba del coche de delante.
—Me sorprende que no nos haya rozado —afirmó Crystal, mirando con
desprecio al conductor—. ¿Quién fue el imbécil que diseñó este sitio?
—De un comité hasta arriba de mierda —comentó Crystal—. Mira, allí hay un
sitio.
—No, está demasiado cerca de la puerta. Debe ser para discapacitados. —Al
aproximarse, el dibujo azul en el suelo confirmó las sospechas de la
escritora. Les llevó tres vueltas más y, por tanto, volver a ver tres veces la
señal de aparcamiento limitado, el que Crystal viera un coche salir en ese
preciso momento y ocupar el lugar vacante.
—Y hasta aquí ha sido la parte fácil —dijo Laura, haciendo girar la llave y
activando elsistema de alarma del coche—. Tenemos que ver por qué puerta
va a salir. Sólo me dijo el número de vuelo. —Se abrieron paso entre los
vehículos aparcados, aunque sólo para verse detenidas de nuevo por una
doble hilera de coches que no parecían dispuestos a frenar lo suficiente
como para que ellas pudieran cruzar. Tras asistir pacientemente al
tremendo repertorio de frases coloristas de su compañera de piso, Laura
aprovechó un espacio y se lanzó como una flecha hacia la Terminal principal.
—Me temo que no —afirmó Laura con delicadeza. Sin pensarlo, levantó una
mano y la posó sobre el hombro de Crystal, un poco dolida al sentir un
estremecimiento bajo sus dedos. Planteándose por un momento si apartarse
o no, la escritora dejó que su mano resbalara hacia abajo, masajeando con
suavidad la parte alta de la espalda de la joven. Dado que ésta no hizo nada
por apartarla, Laura alteró el movimiento, formando pequeños arcos con sus
dedos hasta que sintió que la tensión y la tirantez de los músculos empezar
a ceder—. Hemos llegado quince minutos antes —dijo sin cesar de aplicar el
agradable masaje en la espalda de Crystal. Era cierto que había sentido
cierto rechazo al principio, pero Laura sospechaba que se había debido más
a la reticencia automática de la joven mujer a que la tocaran.
—Me da que, cuando se vaya, la vas a tener que traer tú sola —dijo Crystal,
aunque su tono era definitivamente menos agitado que antes—. Yo no pienso
volver a pasar por todo este rollo.
—¿Y cómo esperas que salgamos de aquí? —la interrogó Laura con aire
irónico—. Dudo que el coche quiera venir a recogernos aquí. —Crystal
pareció reflexionar sobre el problema y frunció el ceño aún más. Laura, por
su parte, hizo todo lo posible por no sonreír, pero la mueca de su compañera
de piso era demasiado mona como para evitarlo.
—Sólo expongo los hechos, amiga mía. Y no olvides que Helen va a llegar con
tres o cuatro maletas como mínimo.
—Esperemos que no quiera quedarse más que unos días. Si no, vamos a
necesitar uno de esos cochecitos portaequipajes.
—Vale. Pues tú te vas con ella y que te dé la brasa hasta que se te caigan las
orejas. A mí me da igual.
Cuando por fin aterrizó el avión y los pasajeros comenzaron a salir en tropel
por la puerta, Crystal no tuvo ninguna duda de quién era Helen. Ataviada con
sedas de brillantes colores y un sombrero a juego, Helen Chick sobresalía
entre la multitud. Laura corroboró las sospechas de Crystal con un
movimiento de cabeza y empezó a gesticular para atraer la atención de la
rimbombante mujer.
—¡Ooh, Laura Elizabeth! —exclamó Helen, con una voz que pareció ahogar el
jaleo que las separaba. Saludando efusivamente, se abrió paso entre los
demás viajeros y envolvió a Laura en lo que a Crystal le pareció un abrazo de
oso.
—Salgamos de aquí antes de que nos quedemos copadas una hora —dijo
Helen, cortando sin miramientos a su sobrina—. Aborrezco este aeropuerto.
—¿Tú también fumas? —Lo cual hizo que se ganara una palmada en la
espalda.
—No hay motivo para enriquecer a esos antros… y menos en este pueblo —
dijo Helen—. A tu madre le sobra espacio en esa casucha que tiene.
—Pensaba que ésta era la más grande —refunfuñó Laura, volviendo a sacar
la maleta del Jeep y echando un vistazo a la que Crystal empujaba hacia ella
—. No te puedes quedar en casa de mamá —repitió.
—¿Sigues teniendo esa casa junto al lago? —prosiguió Helen, ignorando las
miradas que se dirigían las dos jóvenes—. Debe tener una vista genial ahora
que empieza el otoño.
—Bah, haremos como cuando tú venías de visita en verano —dijo Helen con
un gesto casual—. Vamos a cargar todo esto para ver qué se ha hecho Gail
esta vez. Por tu estado de ánimo, supongo que no es grave.
—Venga, Laurita —dijo Helen como si estuviera hablando con un niño—. ¿Ya
no te acuerdas de cuando vine a veros y tuvimos esa agradable y prolongada
charla sobre tu “compañera de piso”? No tienes de qué avergonzarte.
—No soy esa clase de “compañera” —afirmó Crystal por fin—. Tengo mi
propia habitación.
Al final, Laura decidió que ella se iría al sofá mientras su tía ocupaba su
cuarto, ya que sus modales le impedían hacer menos por un invitado, sin
importar lo desquiciante que fuera. Helen ocupó el asiento del copiloto y
automáticamente se hizo dueña de la radio durante todo el trayecto. Los
altavoces comenzaron a escupir música discotequera mientras Helen
destripaba las vidas de sus familiares más cercanos. Intentando por todos
los medios alejarse el altavoz de su puerta, Crystal, en medio del asiento
trasero, no podía evitar captar ráfagas de la conversación. En realidad, no
era difícil, porque Helen insistía en hablar por encima de la música en vez de
bajar el volumen, digamos hasta el umbral de tolerancia humana. La imagen
de la familia de Laura, tan perfecta e impoluta, empezó a desvanecerse de
la mente de Crystal a medida que su tía hablaba.
—Ahá —dijo Laura con aire ausente, prestando más atención a la carretera.
En ese momento, Helen se volvió hacia Crystal.
—Y dime, ¿sigue mi sobrina con esa obsesión por mantener la casa como los
chorros del oro?
—Lo que le hace falta es soltarse el pelo y vivir un poco —continuó la mujer
—. Es demasiado estirada. A lo mejor podemos sacarla del cascarón
mientras yo esté aquí. ¿Qué te parece?
Oh, por favor, que alguien me saque de aquí, imploró en silencio Crystal
cuando una batería de imágenes de bingos y museos cruzó por su mente.
—Pues no sé, depende de lo que quiera hacer Laura —dijo por fin—. Yo
trabajo bastante, así que no creo que pueda ir con vosotras. —Por favor,
haced planes entre semana. Espero que Michael tenga un montón de horas
extra.
Crystal frunció el ceño al darse cuenta de que Helen era el tipo de persona
que nunca acepta un no por respuesta.
***
—Me está volviendo loca —refunfuñó Crystal, dejándose caer en el puff—.
¿Conoces a esa petarda?
Jenny, que se había pasado la mayor parte de la semana hablando con Laura
por teléfono sobre su tía, su libertad de espíritu y cómo le había puesto la
casa patas arriba, esperaba recibir algún tipo de queja por parte de Crystal,
pero no aquélla. Apenas la había saludado antes de empezar a despotricar de
la mujer.
—Todo —farfulló Crystal, pasándose los dedos por el pelo—. Yo pensaba que
Laura era un fastidio a veces, pero esta mujer me saca de quicio. ¿Sabes
que Laura siempre tiene respuesta para cada jodida pregunta de cada jodido
juego?
—Algo así. —La joven estiró las piernas y las cruzó a la altura de los tobillos
—. Es diferente a cuando escuchaba a Patty. No sé cómo explicarlo.
Jenny, tras hojear una o dos páginas mientras Crystal hablaba, levantó la
vista.
—Es la primera vez que mencionas haber tenido un sueño erótico —apuntó la
terapeuta—. Además, creo que es importante el hecho de que te
despertaras durante los juegos preliminares. ¿Habías soñado cosas así
antes?
—No pienso discutir mi vida sexual, o la falta de ella, contigo —dijo Crystal
con firmeza, apretando la mandíbula y cruzándose de brazos—. Hablemos de
otra cosa.
—Buscando un tema más seguro, ¿eh? Vale. ¿Fuiste a la reunión del martes
por la noche? —La falta de respuesta y la mueca de Crystal fueron
significativas—. Ya veo. Esas sesiones están ahí para ayudarte, Crystal. No
te las recomendaría si pensara que no van a servirte de nada.
—A mí no me hace falta sentarme a escuchar las desgracias de nadie —
manifestó la chica—. Además, estaba ocupada con Laura y la chalada de su
tía.
—Nunca deberías estar lo bastante ocupada como para cuidar de ti, y eso es
para lo que sirven esas reuniones. No puedo obligarte a asistir, pero sí te lo
sugiero.
—No daba importancia a las mismas cosas que vosotras —dijo Jenny—. ¿Y
cómo te hacía sentir eso?
—Iba a decir que jodidamente mal, pero creo que en realidad me sentía
herida. —Volvió a ponerse las manos detrás de la cabeza—. Dolía pensar que
todos los demás niños se iban a casa con madres que les querían y les
prestaban atención y la mía no era igual. —Crystal tomó aire profundamente
—. No sé por qué. —Las palabras, tanto tiempo guardadas en su interior,
salieron por fin de forma tenue mientras que ella rehusaba dejar de mirar
el techo—. Llegué a casa con el primer lugar en clase de arte y ella lo tiró a
la basura. Cuando saqué noventa y cinco en una de las pruebas preliminares,
Laura lo pegó con un imán a la nevera. —Los ojos de Crystal parpadearon con
rapidez en un vano intento por eliminar las lágrimas que empezaban a
formarse en ellos—. ¿Has oído eso de que uno nunca sabe lo que tiene hasta
que lo pierde?
—Sí.
Crystal aspiró profundamente.
—Ahí dentro nadie puede hacerme daño —afirmó Crystal sin demasiado
entusiasmo.
—Helen. —Crystal se sentó y miró a Jenny—. Nadie usa esa taza excepto yo.
—Ya, bueno, es que eso fue antes de que Laura me dijera dónde los había
comprado y lo bien que se sentía al entrar al baño y olerlos.
En este punto, Jenny sonrió con deferencia, tal y como hacía siempre que
Crystal llegaba por sí misma al punto que ella quería.
—Ella no está tan mal. Una vez que superas lo de la limpieza compulsiva, al
menos. Hay que conocerla, eso es todo.
—Me da que mucha de la gente de ahí fuera cae en la misma categoría —dijo
Jenny—. Hay personas que merecen la pena, si te tomas la molestia de abrir
los ojos.
—Me estaba acordando de una vez, como hace tres años, en que salí a
conducir por una carretera secundaria. Me paré en un mercadillo de esos
que montan en los garajes. Parecía que habían sacado todo aquello de un
vertedero. —La cara de Crystal empezó a animarse a medida que se
incorporaba para seguir con la historia—. Tenían ventanas con los cristales
rotos, lámparas que no funcionaban y cosas así. Si parecía basura, allí
estaba. Así que empecé a echar un vistazo. No sé por qué. Nunca compro
cosas de esas.
—Me gustan las ventas de garaje —dijo Jenny—. Uno nunca sabe qué se va a
encontrar.
—De eso se trata el fingir —explicó Jenny con calma—. Uno encuentra
seguridad en poder gritarle a alguien con quien estás cabreado sin
preocuparse de las repercusiones físicas. —Aquella era una batalla eterna
con Crystal: el conseguir que se sintiera lo bastante segura como para
abrirse y dejar salir un poco de la rabia y el dolor que tenía dentro. A pesar
de la actitud que mostraba en ese momento, Jenny juzgó que valía la pena
intentarlo.
—¿A ninguno?
Crystal asintió.
—¿Por qué?
—Ya sabes por qué. Por lo que me hicieron. —Crystal comenzó a ponerse
nerviosa y empezó a darle pataditas al borde de la colchoneta con la
mandíbula apretada—. Ella era una inútil.
—¿Por qué crees que tu madre era una inútil para ti? —Jenny mantuvo la
distancia, pero se colocó en un punto en que pudiera mirar de frente a la
joven—. Díselo, Crystal.
—¿Por qué? Díselo —la urgió Jenny, manteniendo un tono calmado—. Yo soy
tu madre, Crystal. Dime qué hice para molestarte tanto.
—No nos esperaba en la parada del autobús como hacían otras madres. No
nos hacía el almuerzo y teníamos que comernos el que daban gratis en la
escuela. Todos sabían que era para niños pobres.
—¿Qué más?
—¿Qué más? ¿De verdad quieres saberlo? —Fue hasta Jenny hasta quedar
cara a cara con ella, sintiendo que la mujer retrocedía levemente—. ¿Qué te
parece no ocuparse de coserme la ropa antes de ir a la escuela? ¿Y no
hacernos una cena que no viniese en una bandeja de metal? ¡La odiaba! —
exclamó antes de dar media vuelta e ir hasta donde colgaba el saco de
boxeo, de espaldas a Jenny—. ¿Tanto te costaba hacer una puta comida
decente de vez en cuando? —El puño derecho de Crystal impactó con fuerza
contra el saco—. ¿Tanto te costaba aparecer en una reunión del colegio? —
Un golpe seco reverberó en la habitación cuando Crystal golpeó de nuevo—.
¿Por qué no le abandonaste? ¿Tan poco te importábamos?
Jenny se sentó con las piernas cruzadas sobre la colchoneta, dejando que
Crystal desfogara a gusto toda su frustración y sus demandas sobre el saco.
Estremeciéndose tras un golpe particularmente fuerte, se hizo una nota
mental de ofrecerle los guantes para la siguiente sesión. La joven, cuyo
derecho a ser oída le había sido negado tanto tiempo, rugía su venganza,
contando a gritos las injusticias que había sufrido a cualquiera que quisiera
escuchar. El ataque de ira de Crystal duró aún un buen rato, tras el cual se
dejó caer de rodillas agarrándose la cabeza. Jenny cogió varios pañuelos de
papel y cruzó la colchoneta a toda prisa, alcanzando a la chica justo cuando
comenzaba a llorar.
Jenny puso sus manos sobre los hombros de Crystal y los apretó levemente.
—Tal vez nunca entiendas por qué tu madre hizo lo que hizo, Crystal, pero
en un momento dado tendrás que aceptar que no puedes cambiar lo que pasó.
—Es cierto. No lo hace —dijo Jenny con suavidad—. Pero cuando uno
aprende a aceptarlo y sigue adelante, el dolor va desapareciendo. Tú eres
una mujer fuerte, Crystal. Puedes superar esto.
—Los psicólogos tienen que cubrir una cuota diaria de pacientes a los que
deben hacer llorar —bromeó Jenny—. ¿Qué puedo decir? Iba con retraso.
—No lo dudo —dijo Jenny con dulzura—. Pero me da que ahí dentro debe
haber algo más de lo que dices.
—Supongo que por eso eres la terapeuta, ¿eh, Doc? —Con un suspiro,
intentó aclarar un poco más sus ideas—. A veces me pregunto qué estará
haciendo, si es que no le abandonó. Cuando era pequeña, siempre pensaba
que entonces todo iría bien. —Ahogó una carcajada—. Sueños de niños.
—Todo esto es absurdo. ¿Cómo puede ser? ¿Por qué la odio en un momento y
luego me pregunto cómo estará?
—Ya te he dicho que crecer no es fácil —dijo Jenny—. Y te guste o no, vas a
tener que recorrer el camino con ayuda. No tengas miedo de pedirla cuando
lo necesites.
—Eh, oye —dijo Crystal mirando el reloj—. Nos hemos pasado de hora.
—Sí, no puedo decidirme entre las dos —afirmó Crystal con acritud—. Y
después de esto voy a tener que ir a la tienda a comprar crema, porque a
Helen no le gusta el café con leche.
—Considerando cómo estabas cuando has entrado por la puerta, seguro que
se alegrará que hayas venido aquí primero.
***
Laura parecía llevar fuera un buen rato a juzgar por el escenario, digno de
un desastre natural, que se le presentó. Helen estaba tirada sobre el sofá
con el mando a distancia en una mano y el teléfono en la otra. La mesita del
café estaba enterrada bajo un montón de envolturas de chicle y otros
papeles. Al verlo, Crystal se fue directamente a la cocina para no oír la
conversación telefónica de la mujer.
—Ah, ahí estás —esclamó Helen desde la puerta—. Te he visto entrar, pero
estaba al teléfono. ¿Te has acordado de traerme la crema?
—Me vas a perdonar, pero creo que estás demasiado buena como para andar
jugando a Rosie la Remachadora. Podrías ser modelo.
—A ver a su madre. Yo estuve esta mañana, pero Gail tenía esa actitud post
menopáusica tan suya que le impide mantener una conversación normal.
—Por lo menos se encuentra mejor y has podido entrar a verla otra vez.
—Yo no conozco a la Sra. Taylor lo suficiente como para decir nada, pero
daría mi brazo derecho por saber dónde está mi hermana ahora mismo. —
Dándose cuenta de que había hablado de más, Crystal dejó la botella en el
mostrador y abrió la nevera—. Será mejor que vaya haciendo la cena.
—Pues claro que sí —dijo Helen con tono cortante—. Esa no es la cuestión.
—No sabía que te afectara tanto —dijo Helen, con una voz un poco más
sumisa—. Normalmente saludas a Laura y te vas arriba.
—Pues es una buena forma de trabar amistad con los vecinos —dijo la mujer
—. Los míos suelen venir para que les dé un poco.
—Si me comparas con mi sobrina, supongo que soy lo que se dice una
rebelde. Iba mucho a las discotecas en los setenta, pero estoy segura de
que Laura no lo sabe. Su madre la aislaba de aquel “sórdido” modo de vida,
como solía llamarlo. —Helen le quitó importancia al asunto con un ademán—.
Ven a sentarte conmigo. No me gusta hablarle a las paredes. —Crystal dudó
un momento y luego cedió, colocándose justo al otro lado de la mujer—. Eso
está mejor. Tengo que admitir que no te pareces nada a las otras novias de
Laura.
—Supongo. Llevo muchos años sin estar con una mujer, pero nunca es tarde.
¿Y tú qué?
—Ya veo. ¿Hay algún hombre en tu vida? Conozco a un chicarrón que está
como un queso y se moriría por andar con un bombón rubio como tú.
—No. —Como era su costumbre, Crystal bajó la vista hacia la mesa para
hablar sobre sí misma—. Nunca he tenido una relación estable.
—Una auténtica lástima. Eres joven, pero, ¿no te parece que ya es hora de ir
buscando a alguien con quien compartir tu vida? —Helen extendió la mano y
palmeó la de Crystal—. Hazle caso a este carcamal, querida. No hay cosa
más triste que no tener a nadie a quien amar cuando vuelves a casa.
Personalmente, creo que te estás limitando con eso de no buscar en el otro
lado de la valla. Mi sobrina es una joya, ¿sabes? Escritora de éxito, con
carrera… y no está nada mal, ¿eh?
—No, para nada. Laura es una persona muy agradable, pero no hay nada de
eso entre nosotras. Además, no soy su tipo.
—Vamos.
PARTE 12
—¿Hola? —exclamó Laura al oír voces a medio camino del piso superior.
Laura no pudo evitar enarcar las cejas ante este nuevo cambio de rutina. Su
tía Helen y Crystal estaban juntas en la misma habitación y, a juzgar por los
sonidos que provenían del interior, se lo estaban pasando bien. El aroma
dulzón que salía de debajo de la puerta le aclaró el motivo. Al abrir, lo
primero que vio fue una montaña de ropa sucia, unos vaqueros arrojados sin
ningún cuidado en el respaldo de la silla naranja y las botas de trabajo de
Crystal tal cual habían caído al quitárselas de dos patadas. Crystal estaba
cómodamente tumbada en la cama y Helen ocupaba la silla con los pies en
alto.
—No te preocupes por la ropa —le advirtió la joven—. Pasa por encima y ya
está.
—O también podría alquilar una excavadora —respondió Laura con acritud.
Evitó pisar la ropa sucia y fue hasta la cama, sentándose con las piernas
cruzadas en la esquina más cercana a la puerta del balcón. Entonces, dirigió
una mirada a su tía y luego a Crystal—. Ya veo que habéis encontrado algo en
común —afirmó con un tono que no dejaba lugar a dudas sobre lo que
opinaba al respecto.
—Cien veces mejor que cuando la ingresaron —dijo Laura—. Si todo va bien
esta noche, a lo mejor le dan el alta mañana por la mañana.
—Voy contigo —dijo Helen, extendiendo la mano para que Crystal le diera el
encendedor.
Laura observó cómo su tía de cincuenta años le daba una calada a la pipa y
pensó para sí que debía haberla poseído algún bicho de la Dimensión
Desconocida. Laura aún se sentía incómoda al ver a Crystal fumando, pero lo
de su tía era harina de otro costal.
—Dime, calabacita. —Helen parecía estar viéndola, pero tenía los ojos
levemente cerrados. Al parecer, llevaba ya un buen rato en aquella
habitación.
—¿De mí?
—¿Te ha contado eso? —Laura estaba conmocionada puesto que esa era una
de las anécdotas que más la avergonzaban, en especial cuando el comandante
de la base llamó a su padre para contarle que ella había estado jugando en
un área no autorizada.
—Me ha contado un montón de cosas —dijo Crystal con tono juguetón. Helen
no había tardado mucho en entonarse, regalándole una tremenda retahíla de
los momentos más embarazosos de la niñez de Laura—. Como esa vez que
fuiste a visitarla y te perdiste en el metro.
—Fue ella la que me dijo que me quedara en la línea roja —refunfuñó Laura
mientras salían al balcón—. Así que ahora tienes por hobby hablar de mí,
¿eh?
En ese momento, Laura sintió un gran alivio de que la oscuridad que les
rodeaba ocultara el rubor que sin duda teñía su rostro.
—Te pasaste todo el rato abrazada a una diosa de porcelana, ¿no? —la picó
Crystal.
—Fue su mejor amiga aquella noche —añadió Helen con todo divertido—. Y
también a la mañana siguiente.
—Pero apuesto a que tú tienes más confianza con esa diosa en particular que
yo —dijo Laura devolviéndole la broma.
—Ahí me has pillado, colega. —La única bombilla del muelle trasero aportaba
escasa iluminación, pero lo bastante como para que Laura viera la pantomima
de Crystal como de haber recibido un disparo en el pecho—. Sin embargo, yo
nunca he intentado bajar a gatas unas escaleras.
La amigable charla siguió durante más o menos una hora, aunque Laura dejó
de sentirse avergonzada después de aquella última anécdota. Por fin, tras
varios bostezos, quedó patente la necesidad de dar por terminada la velada
y Helen se retiró a la habitación de Laura, misma que ocupaba desde que
llegó. Laura siguió a Crystal adentro, sorteando unos pantalones cortos que
había tirados junto a la puerta.
—Ya te habrás dado cuenta de que no todos a los que llama primos lo son en
realidad —le explicó Laura—. Creo que la mayoría son hijos de sus amigos, y
a ella le encanta jugar a la tía rica con ellos.
—Ya… A mí no me hubiera importado tener una tía rica cuando era pequeña.
—¿Sabes que fue ella quien me compró mi primer coche cuando acabé el
instituto? Era de segunda mano, pero no estaba oxidado y llevaba pocos
kilómetros. Un "cinco puertas" muy útil para moverme por el campus.
—Mi primer coche es el mismo que tengo ahora —dijo Crystal haciendo un
gesto hacia el aparcamiento—. Fui tirando de lo que me devolvía Hacienda e
hice pagos trimestrales para conseguir ese montón de chatarra. Lo tengo
desde hace casi un año.
—Sí. ¿Adónde habías pensado ir? Hay uno muy barato como a kilómetro y
medio del hospital. Ya sabes, ése con los cristales ahumados.
—Demasiado caro. Michael sólo ha podido darme unas cuantas horas extra
esta semana. —Crystal suspiró y alcanzó sus cigarrillos—. Es como cuando
empezamos a vivir juntas. No nos ponemos de acuerdo en nada.
—Ya… Pero hemos mejorado mucho desde entonces. Llevo semanas sin
recoger la toalla del suelo del baño. Y hablando del baño…
—Mala conciencia, ¿eh? —bromeó Laura—. Ya sé que tía Helen usó mis
jabones, pero me ha dicho que no ha comprado los nuevos. Así que, ¿de
dónde han salido?
—Me da que soy un poco mayor para creer en hadas, Crystal. Sin embargo, sí
creo que hay por aquí una compañera de piso que ha tenido un detalle
maravilloso.
—Oh, por favor. Veros a ti y a tía Helen llevándoos tan bien vale más que
una simple cena. ¿De qué habéis estado hablando aquí dentro?
En ese momento, Laura se puso a recoger un poco de ceniza que había caído
sobre la mesita de noche, así como un montón de paquetes de tabaco
arrugados.
—Ya, ayudar a limpiar —afirmó Crystal tirando los paquetes y todo lo demás
a la papelera, ya de por sí llena a rebosar—. Esta es mi habitación. Puedo
tenerla tan sucia como quiera.
—Hay una diferencia entre el desorden y que parezca una zona de guerra.
—Tienes razón.
—Desordenada, sí, eso suena bien. —Crystal sonrió—. Claro que decir que yo
soy un poco desordenada es como decir que en Maine sólo nieva un poco en
invierno.
Ambas mujeres se echaron a reír, continuando las bromas sobre sus
respectivas manías un poco más.
—Un poco. Le he dicho que llevamos mucho tiempo separadas y que aunque
estuviera viviendo en una caja, querría verla y pasar tiempo con ella.
—Así que por eso ha dicho que quiere ir a ver a mamá mañana —dijo Laura—.
Me tenía intrigada con semejante cambio de idea. —A continuación, miró a
Crystal con aire pensativo—. Supongo que algunas veces todos necesitamos
que nos recuerden qué es lo verdaderamente importante.
—¿Cómo te ha ido hoy con Jenny? —le preguntó Laura al darse cuenta del
día que era. Crystal solía ponerse en plan solitario después de sus sesiones y
Laura pensó que tal vez aquélla sería otra de esas noches en que su
compañera necesitaba quedarse despierta y hablar.
—Creo que podemos odiar las cosas que ha hecho una persona a la que
amamos. Y creo que hay gente a la que nunca se podrá amar —dijo, pensando
en el padre de Crystal—. Lo mejor que podemos hacer es que nos sean
indiferentes. No me gusta gastar mi energía en odiar a alguien. Si me han
herido hasta el punto de que no puedo perdonarles o volver a confiar en
ellos, les borro de mi vida y sigo adelante. —Laura se puso en pie y extendió
su mano—. Venga, vamos abajo. Si te portas bien, a lo mejor me acuerdo de
dónde tenía escondida una caja de malvaviscos y el chocolate —aventuró,
sabiendo de antemano que Crystal no era muy afecta al té.
***
—Pues a los demás también, y me gustaría que quedara algo cuando nos
sentemos a la mesa. —Laura encontró la bandeja sobre la nevera y acomodó
encima las tazas y la tetera—. ¿Me puedo fiar de que saques eso sin comer
nada más?
—No —afirmó él con tono divertido, antes de echarse otro trozo a la boca y
encaminarse hacia la otra habitación. Laura meneó la cabeza y volvió a
comprobar el equilibrio de la bandeja. La porcelana china de su madre, esa
que nunca abandonaba el armario, lucía esplendorosamente en sus manos y lo
último que Laura deseaba era cuartear o romper alguna pieza. Asegurándose
de que las tazas estaban seguras, levantó la bandeja con sumo cuidado y
cruzó la puerta abatible.
—Que madre debía quedarse bajo techo y no estar con nadie que tuviera la
gripe. Ya ves tú, en un asilo de ancianos.
—Pero si ha tenido una mala reacción a la gripe, ¿qué otra cosa pueden
hacer? —preguntó Helen, tomando la taza de té y el plato que Laura le
alargaba.
—Siempre podemos traérnosla a casa —dijo Helen. Laura, que había estado
atenta a la conversación, enarcó las cejas y meneó la cabeza.
—¿Y dónde piensas ponerla? La abuela no puede quedarse aquí. No hay nadie
que la cuide.
Laura se dio cuenta de su error al recibir una mirada taladrante por parte
de su madre.
—Me las apañé perfectamente contigo y con tu hermano desde que llevabais
pañales. Si contratamos a una enfermera, no veo por qué no podría quedarse
aquí mi madre, por lo menos durante un tiempo. —Gail miró entonces a su
hermana—. Helen, ¿acabas de oír a mi hija?
Laura, sintiéndose como una niña, alargó otra taza a su tía y se sentó,
dirigiéndole una mirada de soslayo a su hermano. Bobby, por su parte, se la
devolvió con aire cómplice, a sabiendas de lo que le esperaba a continuación.
—Oh, querida. Llevaba años sin pensar en eso. Nos cayó una buena cuando
vio la abolladura.
—No tengo nada que hacer hasta mediados de mes. —Helen tomó otro
sorbito de té—. Hay una inauguración en el Met y no puedo faltar. Ya sabes
lo mucho que apoyo el arte.
—O sea, que aún nos quedan cinco días —dijo Gail—. No hay necesidad de
que Laura te esté trayendo y llevando constantemente. Hija, tráete las
cosas de tu tía esta noche. Puede quedarse en tu antigua habitación.
La escritora hizo sus mejores esfuerzos por no ahogarse con el té que tenía
en la boca.
—Em… por supuesto, mamá. Tengo que ir a casa a recoger a Crystal en una
hora más o menos. Dejaré aquí las maletas antes de ir a cenar.
—Sí, mamá.
—Pues arreglado —dijo Gail felizmente al tiempo que se alisaba los pliegues
de la falda—. Os quedáis a cenar. No pasas tanto tiempo con tu familia como
deberías y quién sabe cuándo volverá a visitarnos tu tía.
—¿Y cuándo he dicho que era asado de carne roja? —Gail meneó con la
cabeza y miró a su hermana—. Te lo juro, Helen, no sé qué les pasa a estos
críos. A lo mejor la idea de papá de meternos en cintura con una vara de
nogal no era tan mala después de todo. Laura, llevas sin comer carne roja
desde que eras adolescente. ¿Te crees que se me ha olvidado? Tal vez no
estoy al 100%, pero tampoco estoy senil.
—Seguro que disfrutarás un guiso de pollo casero con patatas asadas y tal
vez un poco del suflé de tu tía Helen.
***
—Crystal al aparato.
—Crystal, soy Laura. Perdona que te moleste en el trabajo, pero mi madre
quiere hacer una cena en casa esta noche.
—Ah, no hay problema. Podemos salir cualquier otro día —dijo Crystal,
malinterpretando las palabras de Laura sin darse por invitada—. Me
ofreceré voluntaria para trabajar hasta tarde hoy. Hay mucho que hacer, te
lo aseguro.
—¿Qué? ¿No has dicho que tu madre quiere que cenes con ella esta noche?
—Claro, pero nos ha invitado a las dos, no sólo a mí. Venga, no me puedes
dejar aquí sola. Tienes que venir.
—No hay problema —dijo Laura—. Yo tengo que ir a por las cosas de tía
Helen, así que hay tiempo de sobra para que te arregles. Helen se va a
quedar con mamá a partir de ahora.
—Genial. Estaría bien entrar en el baño y no tener que oler ese condenado
perfume que usa por todas partes. —A su alrededor, Crystal podía oír el
barullo de las herramientas de construcción—. Oye, Laura, tengo que seguir
trabajando. Creo que llegaré sobre las seis y media o así.
—¿Sí?
—Jamás cancelaría una cita contigo, fuera cual fuese el otro plan —dijo
Laura con firmeza—. Te veo como en una hora y media.
***
La impresión de Crystal de que aquello iba a ser algo casual quedó eliminada
en el mismo momento en que entró en casa de Gail y vio la mesa de la sala
decorada con un mantel y un centro de mesa.
—De hecho, sí. Los platos están en el armario de la sala. Sé buena chica y
pon la mesa. Voy a decirle a Bobby que traiga la vajilla de plata y las
servilletas. —Gail se quitó el delantal y se lo alargó a su hija—. Y dado que
piensas que estoy inválida o algo así, ve a la cocina y ayuda a tu hermano con
la salsa. ¡Helen! —exclamó—. Los niños van a terminar la cena. Vamos al
porche a ver la puesta de sol.
—Estoy segura de que sí —convino Gail—. Laura, la batidora está al lado del
horno y ya sabes dónde encontrar hielo. Pero yo no quiero. El médico dijo
que nada de alcohol mientras esté con la medicación. Tomaré un té helado. Y
ponle algo a nuestra invitada.
—Hola, Crystal.
—Hola, Bobby, ¿qué tal?
—Me da la impresión de que he sido vendido como esclavo, pero aún no estoy
seguro —bromeó el chico—. Mamá y tía Helen no me han dejado parar en
toda la tarde. —Dejó la caja sobre la mesa—. No entiendo por qué tanto lío
para una simple cena. Sólo sois tú, tía Helen y Laura. Mamá no había sacado
la cubertería buena desde la última vez que vino la abuela. —Abriendo la
caja, más o menos el doble de gruesa que de larga, dejó ver su interior de
terciopelo rojo y un montón de utensilios brillantes perfectamente
acomodados en su interior—. Bien —dijo él—. Por lo menos no tengo que
sacarles brillo.
—Oh. —Crystal fue hasta el armario de nuevo, alargando las manos hacia
unos cuencos pequeños que descansaban sobre el estante superior.
—No, esos son de postre. —El muchacho fue hasta ella y señaló una pila de
cuencos en la parte de atrás—. Créeme, te encantará la sopa y el pollo de
mamá. Voy a ver si Laura necesita algo.
Por suerte yo no suelo dar cenas así. Rodeando la mesa para observar la
corrección, Crystal sonrió ante el gesto meticuloso de Bobby. Igual que su
hermana, pensó. Tras terminar de poner la mesa, decidió ir a ver cómo iban
las cosas en la cocina.
—Es que no es así. Mamá utiliza la perilla, no la brocha —objetó Bobby, con
la susodicha perilla en la mano.
—Pues yo prefiero la brocha —afirmó Laura con tranquilidad, sumergiéndole
en la salsa y embadurnando la parte superior del pollo.
—Eh, espera que vaya a por los míos. No tardo nada —dijo Bobby saliendo de
la cocina y subiendo la escalera en tres zancadas. Un par de minutos
después, estaba de vuelta con una cajetilla azul en la mano—. Listo.
—Mi madre prefería cenar delante de la tele —dijo Crystal recorriendo con
la mirada el caminito que llevaba hasta la calle—. Es un barrio genial.
—Yo no he dicho…
—Sí.
—Hace cinco años más o menos yo iba mucho por ahí. De hecho, solía ir a
drogarme al segundo piso.
—Ya —convino la joven—. Pero unos cuantos clavos no impiden que la gente
entre a un edificio abandonado para siempre. —Acto seguido, se encogió de
hombros—. Quedaba cerca de donde yo trabajaba y también de mi camello.
—Crystal se preguntó por un momento cuánto habría contado Laura a Bobby
acerca de su pasado, pero decidió correr el riesgo—. No era la única que iba
por allí. Había como otros veinte o treinta que se quedaban normalmente.
—¿Te pinchaste alguna vez? —preguntó él. Crystal pensó por un momento
que aquélla era una pregunta un tanto extraña, pero negó con la cabeza.
—Dos veces —admitió—. La primera fue una chica, Lisa, por sobredosis de
crack. Creo que le pegó demasiado rápido. Ya estaba muerta cuando llegó la
ambulancia. El otro fue un chaval que no conocía. Me despertó un disparo,
pero no era tan imbécil como para ir a ver qué pasaba. Encontraron su
cuerpo a la mañana siguiente, en el pasillo.
—Eso es lo que hacen las drogas duras. Probablemente mataron al chico por
no pagar. Ocurre todo el tiempo. Bobby, tú lo tienes todo. Eres joven, guapo,
inteligente, te han dado una beca para la Universidad… Puedes conseguir
todo lo que te propongas. No lo eches a perder por meterte en la coca. —Por
cómo se estremeció él, Crystal supuso que había dado en el clavo.
—Sólo han sido un par de veces. Normalmente comparto un porro con los
amigos.
—Y apuesto a que ni siquiera te pidieron dinero por ser tu primera vez, ¿no?
Un regalo entre colegas.
—Dudo que alguien hubiera querido eso, mucho menos tú —afirmó Crystal en
voz baja—. Venga, entremos antes de que empiecen a buscarnos.
—Sí —convino él—. Crystal…
—Dime.
—Gracias por hablar conmigo —dijo el chico al tiempo que la sorprendía con
un breve abrazo—. Aunque no seas la novia de Laura, me alegra que estés
aquí.
La mesa rectangular cerrada daba lugar para seis comensales. Helen y Gail
se situaron en los extremos, Laura y Bobby a ambos lados de su madre y
Crystal junto a su compañera de piso. Cuando la familia Taylor alargó las
manos hacia quien tenían más cerca, la joven se vio con la guardia baja.
Bobby deslizó la silla para acercarse más a su tía y poder darle la mano. Eso
de dar gracias no era algo a lo que Crystal estuviera acostumbrada, y
tampoco había visto a Laura hacerlo en casa. Aun así, tomó con cierta
inseguridad su mano y la de Helen, que quedaba a su derecha. Había una
diferencia evidente entre las dos, tal y como pudo advertir. La piel de Laura
era suave y sus dedos se entrelazaron mientras la escritora le acariciaba el
dorso de la mano con el pulgar. Helen, por su parte, la agarraba con firmeza
y su piel era más áspera. Al ver que todos los demás habían inclinado la
cabeza, los imitó, ahogando un suspiro de alivio cuando oyó hablar a Gail, ya
que temía que tuvieran que rezar algo que ella no se supiera.
—Te damos gracias, Señor, por los bienes que vamos a recibir y por haber
reunido a mi familia esta noche —comenzó Gail—. Gracias por traer a mi
hermana conmigo y haberme devuelto la salud. Bendice a la familia que no ha
podido estar aquí hoy y vela por ellos así como velas por nosotros. Estamos
felices de tener a Crystal hoy y te pedimos que la cuides a ella también.
Dejando a un lado ese asunto, siguió adelante con el tema… Las cejas de
Laura, que mostraban una tendencia imbatible a juntársele por encima de la
nariz y justificaban la eterna presencia de un par de pinzas junto a los
cepillos de dientes. Un ligero abombamiento en el puente delataban la idea
de Laura, tiempo atrás, de desafiar las leyes de la física y lanzarse a lomos
de su bici cuesta abajo sin ni siquiera poner la mano en los frenos. Crystal
sabía además que su compañera de piso había salido de aquella con una
muñeca rota, aunque no le habían quedado secuelas.
—Y dime, Crystal —comenzó Helen—. ¿Ya sabes por quién vas a votar?
—¿Estás de coña? Con el jugador en corto que tienen seguro que se meten
en las eliminatorias. No se le pasa ni una.
—Pero no puede atrapar las que van por encima de la valla, y me da que los
Mets son el único equipo de Nueva York que veremos en la post temporada
—dijo Laura—. Tienen a siete en la alineación inicial con más de trescientos
bateos y casi estamos en septiembre.
—Nunca podré entender cómo es posible que mis hijos hayan crecido en un
hogar que adora a los Red Sox y sean fanáticos de los equipos neoyorquinos
—afirmó Gail con aire frustrado. Acto seguido, miró a Crystal—. Deberías
haberla visto en el ochenta y seis —dijo, refiriéndose a Laura—. Su padre
aún vivía y estábamos viendo el sexto juego. —Sus ojos parecieron perderse
en la nada a medida que recordaba la anécdota—. Deberías haberla visto.
Los Mets estaban a punto de perderlo todo, era el último out y su padre
estaba en éxtasis. Laura se quedó allí sentada poniéndose y quitándose su
gorra de los estúpidos Mets.
—Sí, pero sólo porque el primera base de los Red Sox dejó que la pelota le
pasara entre las piernas —afirmó Bobby. Al mirar a su izquierda, Crystal
advirtió la sonrisa de Laura.
—En el amor, la guerra y las ligas mundiales todo vale —dijo ésta—. Papá se
pilló un buen cabreo. No le había visto soltar tantos tacos en mi vida, pero
yo me pasé un buen rato pegando botes por la sala.
—Y a tu padre no le hizo gracia que le quitaras el periódico a la mañana
siguiente y le obligaras a leer el titular de la sección de deportes —dijo Gail
con un tono de reproche en su voz.
—Pues claro que sí, calabacita —dijo Helen—. ¿Y tú qué, Crystal? ¿Qué
equipo te gusta?
—Te sugiero que adoptes a los Mets si no quieres salir malparada —dijo
Bobby—. Sobre todo porque van primeros y sólo quedan diez partidos para
la temporada regular. Si llegan a las eliminatorias, te juro que mi hermana no
se despegará de la televisión mientras estén jugando. —Con un guiño
burlesco, miró de soslayo a su hermana antes de seguir hablando—. En
cualquier caso, si te pones a animar a cualquier equipo que juegue contra
ellos, verás cómo se pone Laura.
—¿Y por qué no? —bromeó él—. Necesitas a alguien que te toque un poco las
narices ahora que no voy a estar yo. —Sonrió con aire triunfal, recibiendo
otra de su hermana.
—Tú sigue así y te mandaré un virus por mail —le amenazó Laura.
—¿Por qué crees que nunca los invitaba a los dos juntos a visitarme? —
preguntó Helen—. No soy tan tonta.
Crystal escuchó la conversación que se desarrollaba ante ella. No era capaz
de recordar una cena tranquila con su propia familia, puesto que solían ser
frente a la televisión de la sala, con Patty, mientras su madre dormía la
borrachera. En ocasiones especiales, como Acción de Gracias o Navidad, su
padre acababa soltando gritos disparatados al miembro de la familia que
hubieran ido a visitar y terminaba con una discusión acalorada entre sus
padres cuando llegaban a casa. Crystal tenía serias dudas de que Laura
hubiera experimentado algo así alguna vez y se preguntó si la invitarían a
otra cena cuando llegaran las vacaciones. Para su sorpresa, se encontró
deseando que así fuera.
—Para nada —dijo Crystal, indicándole una silla vacía. El porche estaba
enmarcado en ladrillo rojo y contrastaba agradablemente con los muebles
color crema y el verdor del césped del jardín—. Esto es muy bonito —
comentó.
—Gail pagó una fortuna cuando se lo hicieron —le explicó Helen—. Recuerdo
que había un roble horroroso justo en medio del patio. Los chicos se lo
pasaban en grande subiendo y bajando, pero echaba a perder el diseño. —La
mujer dio una calada a su cigarrillo dejando el filtro rojo por el carmín—. Y
dime, ¿qué te ha parecido la cena?
—Bueno, la familia más uno —se corrigió Helen—. Parecías tan incómoda que
pensé que ibas a salir corriendo cuando te cogí la mano para dar gracias.
—Yo no soy gay —dijo Crystal, preguntándose cuáles eran esas "señales que
Helen había visto. ¿La forma en que Laura le había acariciado la mano
durante la oración? ¿Las palmaditas amigables en su hombro?
—Yo… —Bloqueada, Crystal trató de dar con una respuesta. Ella era hetero,
¿no? Después de todo, nunca había estado con una mujer si había visto a
ninguna como posible pareja sexual. El hecho de que se sintiera más cerca
de Laura que de ninguna otra persona en aquel momento no significaba que
quisiera mantener una relación lésbica con ella. No, Laura era sólo una buena
amiga que la abrazaba cuando lloraba, que le hacía la cena todas las noches y
se tomaba la molestia de escucharla cuando necesitaba hablar. Sólo estaban
tan unidas porque vivían juntas, ¿verdad?—. Yo… —Crystal tragó saliva y
volvió a intentarlo—. Nunca lo había pensado. —Dio una última calada a su
cigarrillo y lo apagó en el cenicero.
—Pues tal vez deberías —afirmó Helen con dulzura recorriendo con los
dedos un mechón de su plateado cabello alborotado por la brisa—. Yo soy
una romántica empedernida, pero sé que el amor surge a veces en los sitios
más inesperados. No deberías cerrarte puertas sin al menos echar un
vistazo a lo que hay dentro.
—Eh, acabo de encontrar las cintas viejas y Bobby ha subido al desván a por
la pantalla. Crystal, ¿te apetece ver un par de pelis caseras?
—Voy a apagar las luces —dijo Bobby levantándose. Crystal dirigió una
mirada a Helen y se sorprendió al encontrar una sonrisa pícara en su rostro.
Deseaba poder fruncir el ceño, pero encontró que sería un gesto
inapropiado, ya que era la invitada, así que volvió a prestar atención a la
pantalla, que ahora mostraba a la madre de Laura junto a un hombre fornido
de pelo corto y canoso, al cual identificó como el padre de Laura. Crystal se
paralizó al sentir un aliento cálido en su oreja.
—Hay algunas partes muy divertidas —susurró Laura—. Como cuando Bobby
mete la mano en la pecera de papá intentando agarrar su querido Pez Ángel.
Mamá le pilló y le grabó antes de que mi padre llegara a casa.
***
—No ha estado tan mal —dijo Laura dando marcha atrás al Jeep.
—Pero no había necesidad de que mamá sacara los álbumes de fotos, sobre
todo el de cuando éramos bebés.
—Eran muy bonitas, sobre todo las de cuando os bañaban —dijo Crystal,
aunque el predecible tono irónico de su voz no apareció.
Estaba claro que Crystal no quería compartir aquello. Laura intentó iniciar
una conversación dos veces durante el trayecto, pero desistió al no sacar a
la joven más que un par de monosílabos. Al legar a casa, Crystal le dio las
buenas noches y desapareció en el interior de su habitación, dejando a
Laura con la intriga de qué es lo que habría pasado en casa de su madre
como para haber afectado hasta tal punto el humor de su amiga.
***
R-r-r-rrrr, click. R-r-r-r-rrrr, click.
Y esas sesiones con Jenny Foster se habían vuelto más importantes con
cada semana que pasaba. Crystal todavía rehusaba asistir al grupo de ayuda
a las mujeres de los martes por la noche, pero se encontraba más
predispuesta a hablar de sus sentimientos con la terapeuta. Hablar sobre el
papel jugado por su padre era todavía difícil, y a menudo terminaba con
Crystal intentando controlar su enfado o, en raras ocasiones, sus lágrimas
bajo control. Aún entonces, aquello siempre significaba una larga noche para
Laura y Crystal, hablando con su mejor amiga de lo que había ocurrido en la
sesión de terapia. A Laura no parecía que le importaran las largas
conversaciones, llegando incluso a preguntarle a Crystal por ellas cuando
sabía que había tenido una ese día. Para las dos mujeres se había convertido
en un hábito y solían sentarse cada una a un extremo del sofá con sus pies
compartiendo el espacio libre del centro. Esto lo hacía más fácil para
Crystal, dándole el espacio que necesitaba pero estando lo suficientemente
cerca en caso de necesitar un abrazo cuando el dolor era demasiado grande.
Hoy era una noche especial y Crystal solo hacía que sonreir y mirar el
paquete brillantemente envuelto en papel de regalo que había en el asiento
del copiloto. Era el cumpleaños de Laura y a pesar de lo ajustada de su
economía, Crystal estaba determinada a darle a su amiga el mejor regalo. Le
había llevado varios viajes a diversos centros comerciales antes de pasar
por delante de un quiosco en medio de la alameda y ver el regalo perfecto
descansando en lo alto de una estantería. Pensando un poco en el coste, lo
encargó, pagando extra por los artículos añadidos que también quería y
esperando cerca de dos semanas a recibirlo. Crystal quería elegir una bonita
tarjeta, pero después de mirar más de una docena de ellas, no pudo
encontrar ninguna que expresara cómo se sentía a cerca de Laura. Al final
se dio por vencida, decidiendo que un regalo siempre se apreciaba más que
una tarjeta de felicitación. Ahora, finalmente había llegado el momento de
salir del coche y de dárselo a su amiga y, Crystal se encontró sintiéndose
bastante nerviosa mientras se acercaba al complejo residencial. ¿Le
gustaría realmente a Laura?. ¿Sería mejor un cheque regalo?. Sacudiéndose
esos pensamientos de la cabeza, Crystal guió el Omni al aparcamiento y
apagó el motor, encuchando enfadada mientras éste continuaba haciendo
ruido y echando humo durante unos segundos antes de, finalmente, quedarse
en silencio.
―Sí, pizza vegetariana del Coloso,― dijo Laura y tomó su asiento habitual en
el sofa apoyando sus pies descalzos en el centro y sonriendo por la cara que
puso Crystal ante la propuesta.― Te ordené una suprema, sin anchoas, con
peperoni y champiñones, además ordené una de queso también. Estarán aquí
sobre las siete.
―No.
Siempre tenemos un pizza-fiesta para mi cumpleaños. Lo siento, debí olvidar
mencionarlo.
―Oh, está bien. Solo pensé… bueno, no importa lo que pensé,― dijo
Crystal.― Feliz cumpleaños de todas formas.
―Gracias. Jenny debería estar aquí en unos minutos y Peter llamó. Llegarán
tarde, pero estarán aquí alrededor de las siete y media. Recalentaremos la
pizza si es necesario.
―Suena divertido.― Crystal intentó que su voz sonara agradable, pero por
dentro estaba incluso más nerviosa que antes. Una cosa era darle su regalo a
Laura estando solas, y otra muy distinta abrirlo en frente de todo el mundo.
“¿Por qué no compraría un cheque regalo?”. ― Si están a punto de llegar,
será mejor que me cambie.― Iba a levantarse cuando fue parada por la
mano de Laura sobre su muslo.
―Hey, ¿Crystal?.
―¿Sip?.
―¿Un nuevo color de pelo?,― dijo Laura sonriendo.― No creo que el blanco y
el rubio sea una buena combinación.
―¿Qué?,― Crytal miró hacia arriba estando más que segura de que
encontraría varias manchas de pintura blanca del trabajo.― Debió de
ocurrir cuando estaba haciendo el canto del techo. Tenía la brocha por
encima de la cabeza la mayor parte del tiempo.― Consciente de la hora que
era, se levantó y pasó a toda prisa por delante de Laura en su camino hacia
las escaleras.― ¿Me has dejado algo de agua caliente?.
―Mejor si tomas una ducha rápida, me temo,― dijo Laura con tono de
disculpa.― He tenido que esperar a que terminara el lavaplatos para tomar
la mía.
Crystal asintió con la cabeza, sabiendo que tendría que lavar su pelo antes
de que se terminara el agua caliente o no podría quietarse los restos de
pintura. Lo último que quería era tener que mirar a la cara a sus mutuos
amigos con restos de pintura blanca en el pelo. Mientras subía las escaleras,
Crystal levantó su brazo y aspiró suavemente, decidiendo que había algo
definitivamente más ofensivo con lo que no quería enfrentarse a sus amigos.
Solo esperaba que el agua caliente durara lo suficiente.
―Hola Doc.
―Tarde, pero han dicho que vendrían. Jen, ¿zumo de naranja o refresco?.
―¿Quién?.
―Eso es lo que ella dice.― Laura tomó un sorbo de su bebida. Le doy un año
antes de que empiece a artarse de los esquis y busque un lugar más cálido.
―Nunca se sabe. Podría ser amor verdadero. Cosas más raras han sucedido.
―Oh, son perfectas,― dijo Laura dejándo una para poder examinar la otra
más detenidamente. Personalmente Crystal pensaba que eran horrorosas y
decidió que su compañera de piso tenía un extraño sentido de lo perfecto.―
¿Dónde diablos las habéis encontrado?.
―Oh,― dándose cuenta de que era su turno, la rubia miró por encima del
apoyabrazos y recogió su regalo acercándoselo tímidamente a Laura y
deseando más que ninguna otra cosa haber comprado en su lugar el cheque
regalo.― No sabía qué comprarte,― dijo a modo de defensa mientras Laura
con mucho cuidado pasó el dedo por el pliegue del papel de regalo y lo quitó.
Ya no había donde esconderse, el regalo en madera y latón salió de la caja
para ser sostenído entre las manos de Laura.
Tallado en madera de cerezo, la sólida base sostenía las cuvadas letras del
nombre de Laura sobre ella. Cogida a ambos lados del nombre había una
pluma a la izquierda y un tintero a la derecha. Un discreto saliente en latón
dejaba espacio para poner el lápiz y el bolígrafo.
―Es muy bonito,― dijo Jenny, y los chicos asintieron en adición a sus
palabras. Uno por uno tomó el saliente de latón destinado al lápiz y al
bolígrafo para estar de acuerdo en que era el regalo perfecto para su
escritora de novelas de misterio favorita.
―Qué noche,― dijo Laura despidiendo a los chicos desde la puerta. Miró a
su alrededor considerando seriamente esperar a la mañana siguiente para
pasar la aspiradora. La caja donde venía la bata fue cuidadosamente cerrada
y puesta con las otras cajas en el armario. Una nunca sabía cuándo
necesitaría una caja. El regalo de Peter y Michael fue guardado en su propia
caja, dejada a un lado y a la espera de que el constructor tuvira tiempo para
instalar las luces. Con la bata plegada sobre su brazo, y el accesorio de
escritorio en sus manos, Laura le ofreció otra sonrisa a su compañera de
piso.― Es realmente precioso,- dijó señalando el regalo de Crystal.― ¿Qué
te hizo pensar en ello?.
―Nunca he visto uno con pluma y éste precioso tintero. Es único. Voy a
ponerlo ahora mismo sobre mi escritorio y así podré mirarlo cuando esté
escribiendo.― Antes de que Crystal pudiera reaccionar, Laura usó su mano
libre para acercarla y volverla a abrazar.― Es muy especial y me encanta.
Gracias.
*******
―Así que dime otra vez, ¿por qué estamos haciendo esto?,― preguntó
Crystal mientras levantaba otro montón de ramas secas y las dejaba en la
carretilla.
―La hoguera necesita leña,- dijo Laura dejando caer su montón de ramas.-
Además es una forma estupenda para que Carmen traiga a todos sus amigos
y limpien esto.
―Eso es lo que pensaba,― dijo la rubia con una sonrisa.― Al menos tienen un
montón de cerveza.
―Es cierto. ¿Sabes que hay dos barriles más a parte del que hay en el
porche?.
―Ah, una recompensa por todo nuestro duro trabajo,- añadió Crystal.― Al
menos contigo ayundándome no tendré que pelear con las indirectas de la
Don Juan Cubana.
Crystal sonrió.
―No se si puedo confiar en una mujer que lleva las esposas con ella todo el
tiempo,―dijo.
―Con algunas de mis amigas siendo tan cariñosas, eres una tentación. A
Wendy le encanta ir detrás de alguien que tenga una relación. Creo que es el
desafío lo que la atrae.
―Pues no debo ser su tipo,― dijo la rubia parándose para liberar una rama
de entre las hojas y cubierta por tierra.― Es una de las pocas que pasa de
mí.
Las prefiere pelirrojas y morenas, creo que estás a salvo. ¿Necesitas ayuda
con eso?.
―Si no te importa.
―Voto por volvernos antes de que se acabe la cerveza,― dijo Crystal usando
sus vaqueros como si fueran una toalla para sus mugrientas manos antes de
coger las asideras de la carretilla.
―Naw, es bastante ligero,― dijo. Cuando unos meses atrás el carro lleno
hubiera sido demasiado pesado para ella de llevar, dos meses recogiendo
escombros de paredes y maderas, habían esculpido sus músculos lo
suficiente para que Crystal pudiera sostener el peso.― Te diré algo, ¿por
qué no vas y traes unas cervezas mientras yo llevo esto al montón de leña?.
―Eso parece un plan,― dijo Laura. Te espero allí.― Se giró y se dirigió hacia
la casa mientras Crystal seguía las marcas dejadas en la hierba por las otras
carretillas hasta que llegó a donde harían la hoguera. “Se podrá ver la
hoguera desde el espacio” pensó mirando la montaña de madera.
―Así que, ¿te vas a quedar esta noche o te llevará Laura a casa?.
―Planea volver a casa más tarde, pero puso la tienda de campaña en el jeep
por si acaso,―dijo Crystal.― Supongo que veremos cómo van las cosas.
Crystal sonrió.
―Estoy segura que Carmen podría encontrar algo para mantenerla ocupada
en las próximas horas si pudiese encontrar una compañera servicial.
―Veo que te las has arreglado para encontrar a alguien que te ayude a
vaciar la carretilla,― dijo Laura tomando un sorbo de su cerveza.―
¿Queréis ir a ver a las chicas jugar a voleibol?.
―¿Y tú?.
―Claro,― dijo la escritora mientras Jenny se les acercaba.― Puede que me
una a ellas para jugar un partido o dos.
Crystal asintió con la cabeza, rezando para que la pelota no le volviera a ella
otra vez. Para su consternación el golpe lanzado por Carmen fue a parar
donde Alex estaba. Preparándose para otro lanzamiento, Crystal era
consciente de una presencia moviéndose detrás de ella. Cuando el balón se
aproximó, lo lanzó hacia arriba enviándolo suavemente al aire. Era todo lo
que Laura necesitaba mientras le lanzaba a Alex un autoritario balonazo que
golpeó a la policía en el hombro y luego en la hierba.
―La próxima ver que el balón caiga cerca de ti, trata de lanzarlo recto hacia
arriba, yo me haré cargo del resto, ¿vale?.― Golpeó suavemente el hombro
de Crystal antes de volver a su posición.
El juego mejoró después del punto. Crystal se dedicó a recoger los balones
que le llegaban y a lanzarlos hacia arriba para que Laura los rematara con
sus devastadores golpes. La estrategia funcionó permitiendo a su equipo
ganar definitivamente el partido. Aunque Crystal no fue capaz de hacer
ningún remate, aún así disfrutó el juego y muy pronto estuvo lista para
participar en un partido de baloncesto en medio del camino, con una canasta
portátil mientras Laura se unía a Carmen y a Jenny para calentar las
parrillas de la barbacoa.
―Aw, maldita sea,- bromeó Alex cuando se acercó Crystal.- Nos estábamos
preguntando si te ibas a quitar la camiseta otra vez.
Crystal se rió con las demás, recordando cuando hizo eso en uno de los
partidos de softball.
―Está bien,- dijo la policía mientras coreaba un cacareo con las otras
mujeres.
―De acuerdo, me la quitaré tan pronto como lo hagas tú,― devolvió Crystal
esperando totalmente convencida que la otra mujer se echara atrás. Para su
sorpresa Alex comenzó a sacarse la camiseta de sus pantalones cortos.―
No, no espera. Estaba solo bromeando.
La música sonaba desde los altavoces situados sobre unas de las mesas de
picnic. Había seis mesas, todas hechas con la pieza de un solo tronco sobre
dos tocones de madera y a ambos lados sendos bancos. Además, se entre
mezclaban las sillas de plástico para poder proveer de asiento a todas la
mujeres. Crystal estaba encantada de ver que Laura ya había llenado dos
platos y la reclamaba al final de una de las mesas.
―Me imaginé que estarías hambrienta después de todo lo que has corrido,―
dijo Laura atrayendo las sillas que había junto a ellas. Crystal cogió una
costilla y la mordió, esparciendo la salsa por toda su cara.
―Qué desastre.
Laura se rió.
―¿Es eso todo lo que vas a tomar?, ¿una mazorca de maíz y un poco de
ensalada de patata?.
―Te lo traeré cuando esté listo,― dijo Crystal, su boca otra vez manchada
de salsa.
―Oh, mira, ahora se dan de comer la una a la otra,― bromeó Alex que
estaba sentada en la misma mesa. Las otras mujeres al oírla se rieron
haciendo que Crystal se pusiera colorada.
―Yo he tomado unas cuantas más,― admitió Crystal tomando un buen trago
de la suya antes de dirigir su tenedor hacia la ensalada de pasta de Laura.―
Así que, ¿qué haremos cuando terminemos de comer?. Todavía hay
demasiada claridad para encender la hoguera.
―Probablemente no,― dijo agitando la cabeza― ¿Por qué?, ¿lo estás tú?
Cuando Crystal volvió varios minutos después, sus ojos estaban totalmente
entornados. Laura le echó un rápido vistazo y sacudió su cabeza.
―Claro, puede que viendo la bola venir más despacio pueda lanzarla hacia
arriba.― dijo Crystal apretando suavemente el hombro de Laura.
―Es una tienda para dos personas y el saco de dormir es de tamaño doble,
así que debería haber suficiente espacio,― dijo Laura.― No serás de las que
se sacude y no para de moverse en toda la noche, ¿verdad?. Porque si es así
dormirás en la hierba.
―Seré buena, lo prometo,― dijo Crystal sacando sus cigarrillos del bolsillo y
encendiendo uno.― Además estaré tan ciega por la cerveza que cerraré los
ojos y ni te enterarás.
―Sería más sencillo reclinar los asientos traseros del jeep y dormir allí,―
dijo Jenny cuando oyó mencionar su nombre.― Lleva cerca de una hora
montar todo ese monstruo. No he bebido tanto, si queréis puedo llevaros en
coche a casa,― ofreció.
―¿En esa trampa mortal que conduces?,― preguntó Laura.― Una cosa es ser
sacudido por todas parte en el coche estando sobrio, pero otra muy distinta
cuando se tiene la barriga llena de cerveza.
―El día en que nuestra Laura pueda pasar por al lado de un desorden sin
pararse a limpiarlo.
―Supongo que eso quiere decir que tendrás esa Cosa hasta que se caiga a
pedazos.
―Pues porque estás sentada en medio, por eso,― dijo Crystal dándole un
flojito codazo.
―Así que, Laura,― dijo Alex.― Cuéntanos algo sobre la historia que estás
escribiendo. ¿Es otra de Bobbie la detective?.
―Eso creo. Por lo menos he dejado que sienta una fuerte atracción. Si eso
se convierte en amor o no todavía no lo he decidido.
―Oh, tienes que hacerlo,- dijo Crystal.― Con mucho romance y pasión.
―Oh sí,― dijo la policía.― Fue de lo más extraño. Verás, encendí las luces
traseras del coche patrulla para hacer que se detuviera un camión que
transportaba…- Alex continuó con su explicación hasta que alguien tomó el
relevo y continuó hablando de otra cosa.
―¿Estás bien?.
―¿Hummm?, oh, sí,― dijo, sabiendo que todo el calor que sentía en la cara
no era por la hoguera,― supongo que me quedé pensando en mis cosas
durante unos minutos.
―Parece que Wendy no va a dormir en una tienda sola ésta noche,― dijo
Laura señalando con su barbilla en dirección a donde estaban besándose las
mujeres.
―Ya veo,― dijo Laura depositando su mano sobre la rodilla de Crystal.― ¿Te
molesta?,― le preguntó en voz baja para que nadie la escuchara.
****************
―¿Laura?.
―Síp, estoy segura de que tendré que salir al menos una vez durante la
noche.― Crystal sintió cómo el saco de dormir se abría y acurrucó los pies
hasta que Laura se arrastrara hacia dentro del caliente y cómodo saco de
franela y le volviera a cubrir su cuerpo.
Crystal, que estaba pegada tan al canto del saco de dormir que podía sentir
el frío de la cremallera, asintió con la cabeza antes de acordarse de que no
la podía ver en la oscuridad.
―Síp. ¿Y tú?.
Su intento por dormir fue interrumpido muy pronto cuando un claro gemido
surcó el aire seguido por las risitas de las otras tiendas.
―Pues no lo creo,― dijo Crystal después de un gemido más fuerte que cortó
la noche.― ¿Quién crees que es?.
―Parece Alex.
―¿Tú crees?,― Crystal rodó hasta que quedó frente a Laura, entonces se
alzó sobre un codo. Escuchó otra vez.― Puede. Suena demasiado profundo
para ser ella.
―Me parece que tienes razón,― dijo.― ¿Con quién crees que está?. No la he
visto con nadie esta noche.
―Hey Duncan,- una voz desde otra tienda gritó,― bajad la voz. Algunas de
nosotras queremos dormir.
―Sí, no quiero tener que hacer algo con mis propias manos aquí,― gritó
alguien provocando más risitas desde las otras tiendas.
―Yo creía que hacías algo con tus propias manos cada noche,― esta vez
reconocieron la voz de Jenny.
―Creo que podrían estar acampadas al otro lado de la casa y aún así
podríamos escucharlas,― dijo Laura antes de dar otro gran bostezo.―
Debería haber traído tapones para los oídos.
La escritora se rió.
Laura rió.
Crystal sacudió su cabeza y cerró los ojos, intentando con todas sus fuerza
no pensar en las imágenes que los sonidos traían a su mente.
***********
―Buenos días Jen,― dijo en voz baja.― Crystal está todavía durmiendo.
―¿Hmmm?.
―Shh, soy yo,― dijo moviendo su cuerpo fuera del saco de dormir.― Vuelve
a dormirte, es pronto.
“Oh, gracias Dios, que no sabía nada de esto anoche”,- pensó Laura dándose
cuenta también de los dos puntos gemelos que presionaban contra la
camiseta de Crystal.
―¿Qué es esto?,― dijo Carmen.― ¿Os marcháis tan temprano?. Pensé que
todo el mundo se quedaría un poco más.
―Tengo cosas que hacer hoy,― dijo Laura disculpándose, totalmente segura
de que se le notaba la mentira en la cara. A no ser que escribiera, no había
nada más que pudiera hacer hoy.― Además, Crystal nunca ha desayunado en
Ruby´s. Y estoy segura de que le encantará.
―Oh, sí, solas las dos para disfrutar la una de la otra,― bromeó Alex
―Hey, no es culpa mía que tú no hicieras nada anoche,― dijo la policía con
una sonrisa satisfecha mientras se volvía a llenar la taza de café e
intercambiaba una sonrisa con Donna.― Así que, ¿cómo va el libro?.
―El final está a la vista, pero estoy intentando finalizar las últimas
cincuenta páginas,― dijo Laura.― Sabes lo difícil que es para mí entrelazar
las cosas.
―Sí, por eso es por lo que tus tres libros tienen más de cien páginas,― dijo
Carmen.― Oh, pero esas escenas de amor son suficientes para hacerme
sentar sobre un bloque de hielo. Tendrás al menos una , ¿no?.
―¿No las tengo siempre?,- contestó Laura, llevándose la taza a los labios y
saboreando el fuerte líquido.― Es una forma de mantener a los personajes
juntos.― Se dio cuenta de que Crystal salía del baño y se preguntó a sí
misma por qué la vida no era tan fácil como las historias de ficción. ¿Por qué
se encontraba lamentándose por lo que no podía tener y al mismo tiempo
verse incapaz de darse la vuelta o detener su corazón de sentirse cada vez
más atraída por la preciosa mujer que compartía su casa?.― Tengo que
desmontar la tienda. Volveré en unos minutos.― Dejando su taza sobre la
encimera, Laura apretó el brazo de Jenny cuando pasó por delante de ella y
salió al aire libre de la mañana.
―Estoy bien, de verdad. Te diré qué, ¿por qué no llevas el saco de dormir al
jeep?, yo estaré allí en unos minutos y luego podemos ir a desayunar.
―Comida real, lo prometo,― dijo con una sonrisa.― Estoy segura que puedes
pedir un plato extra de grasa si lo deseas.
“Son casi las dos y no puedo dormir. ¿Por qué?. ¿Por qué me siento así?. Lo
que estoy sintiendo es real o es solo mi imaginación haciendo que ésta
relación sea algo más que una amistad?. Me abraza mucho, pero nunca se me
adelanta, así que ¿por qué sigo sintiéndome así?. Nunca he besado a una
mujer, pero a veces es tan duro cuando me sostiene tan cerca de ella.
Quiero hacerlo. ¿Me devolvería el beso?. Lo dudo. Probablemente se
sentaría y me diría en ese tono suyo por qué ella nunca estaría interesada
en una basura del parque como yo. Soy solo una amiga, una compañera de
piso. Le importo, eso lo sé, pero ¿podría haber incluso más?. ¿Y si decide
volver a vivir sola otra vez?. ¿Y si encuentra a otra amante?.
Tengo frío. La calefacción está encendida, puedo oírla, pero lo que quiero
que me mantenga caliente está al otro lado del hall. Quiero que me sostenga
como lo hizo la pasada noche. Me pregunto si se dio cuenta de lo que hizo.
Me sentía tan bien entre sus brazos, como cuando estoy triste y me
sostiene. Ojalá supiera todas las respuestas. Nunca había pensado en estar
con una mujer antes, y no creo que pudiera a menos que fuera Laura. No
quiero solo una mujer, la quiero a ella.
¿Por qué no puede mi vida ser como la de sus libros donde la heroína se
queda con la chica al final y corren hacia la puesta de sol?.
***********
―No pensé que lo leerías cuando lo escribí,― dijo Crystal con aire sombrío
mientras picoteaba ausentemente con las manos los cojines del suelo.
―Lo creo,― dijo Jenny cerrando el libro de notas y sentándose con ella en
el suelo.― Necesitamos hablar de esto.
―¿Has pensado en la posibilidad de que esto no sea más que una reacción
por pasar mucho tiempo con Laura?. Por lo que me has contado, no le has
permitido a nadie que se acerque a ti desde tu hermana.
―¿Así es que piensas que porque Laura es mi amiga y una lesbiana, estoy
pensando que a lo mejor yo también lo soy?.
―Tú eres la que escribió que nunca había estado interesada en ninguna
chica,― dijo la terapeuta.― Y lo que yo crea no importa. ¿Cómo te sientes?.
Crystal bufó.
―Tu misma lo has leído, Doc,― hizo una pausa― ¿crees que estoy
confundiendo amistad con amor?.
―Creo que esa es una pregusta que tienes que contestarte tú misma,― dijo
Jenny suavemente.― Sobre lo que a una relación romántica se refiere, no
creo que estés preparada en estos momentos. Estás comenzando a lidiar con
los abusos de tu padre. Añadir un romance novato a ello es como ganar un
boleto para un desastre emocional.
―En otras palabras, estoy demasiado jodida para ser la novia de nadie,―
dijo en un tono auto despreciante.
―No es sobre Laura sobre quien tienes que preocuparte, Crystal. Es sobre
ti misma. Mi consejo es que sigas escribiendo a cerca de cómo te sientes y,
por encima de todo, sé honesta contigo misma.― Sostuvo sus brazos en el
aire.― Te veo la semana que viene.
―¿Sí?.
―No me has servido en absoluto de ayuda con esto ¿sabes?. Estoy más
confusa sobre lo que siento por ella ahora que antes de venir aquí.
Jenny sonrió.
***************
―Ahí estás,― dijo Laura cuando Crystal volvió tarde a casa.― Estaba
empezando a preocuparme.― Secándose las manos en el trapo de secar los
platos, la escritora caminó hacia ella.― ¿Ha ido todo bien en tu sesión con
Jenny?.
―Síp,― dijo sin querer entrar en detalles.― Solo tenía que parar y hacer
algo de camino a casa. ¿Qué hay para cenar?.
―Pensé que pollo salteado con verduras y arroz estaría bien. Los playoffs
son ésta noche. ¿Te apetece ver a los Mets contra los Braves?.
―Suena bien,― dijo.― Justamente iba a trabajar un poco esta noche con el
GED de todas formas. Puedo estudiar y ver el partido al mismo tiempo.
―El salón está bien,― dijo recogiendo las servilletas y los cubiertos.― Creo
que me apetece quitarme las botas y relajarme esta noche.
―Todavía no,― dijo suavemente.― Déjame ver cómo van las cosas primero.
―No hace ni siquiera quince minutos que has salido,― dijo Laura señalando
con el dedo hacia fuera.― ¿Por qué estás tan nerviosa?. Solo pierden por
dos. Pueden recuperarse.
―No es eso,― dijo Crytal desde la puerta entre el salón y la cocina.― Solo
tengo un montón de cosas en mi cabeza. Necesito algo de aire.― Abrió la
puerta corrediza y salió fuera, sacando enfadada el arrugado paquete de
cigarrillos y encendiendo uno. “Esto no debería ser tan endemoniadamente
difícil. No puedo estar tan enganchada a la bebida como aquel viejo lo
estaba. No puedo”. Mirando hacia las siluetas de los árboles, no vió a Laura
venir por detrás, solo el suave tacto de sus manos sobre sus hombros.
―Las cosas que no deberían tener control sobre mí,― dijo crípticamente,
sacudiendo su cabeza.― Tengo que ser suficientemente fuerte para luchar
contra esto y temo que no pueda hacerlo.
―¿Tiene esto algo que ver con que no has tomado ninguna cerveza esta
noche?,― preguntó Laura.
―No es normal que no tomes una cerveza cenando. Que pases tres horas sin
ninguna cuando hay un paquete entero de seis latas en la nevera, es
extrañísimo.― Laura le sonrió y le apretó el brazo. ¿Vas a dejar de beber?.
―No lo sé.
Unos brazos gentiles la rodearon por detrás y Laura apoyó su barbilla sobre
el hombro izquierdo.
―Sobre acabar como tus padres,― Laura aflojó el gentil abrazo, dejando su
mano derecha apoyada contra la pequeña espalda de Crystal.― No lo harás.
Crystal bufó.
―¿Sabes por qué estoy tan segura de que tú no vas a acabar como tus
padres?,― preguntó Laura cariñosamente.
―¿Por qué?
********
―Lo siento, llego tarde,― dijo mientras se dejaba caer en el suelo sobre los
cojines, no muy cómoda con el escrutinio que Jenny le estaba haciendo.―
¿Qué?.
―La olvidé ésta mañana. He estado llegando tarde a todas partes.― Crystal
se restregó sus sucias manos en su igualmente sucio pantalón.― Ha sido un
infierno de semana.
―¿Cómo es eso?.
―Hoy es la primera noche que no he tenido que trabajar hasta por lo menos
las seis, y para la hora que llegué a casa era tan tarde que Laura ya había
comido por no mencionar que el examen del GED es este sábado. Si me lo
pierdo, tendré que esperar dos meses más.
―Prueba esto. Tómate éste examen como si solo fuera una práctica. No
importa si apruebas o suspendes. Si apruebas, estupendo. Si no, puedes
tomarlo como parte de tu estudio y volver a intentarlo dentro de dos meses.
―La verdad es que si suspendes tienes que esperar seis meses,― dijo
Crystal.― Y no quiero perder el tiempo. Hemos estado trabajando
demasiado duro.― Si Jenny se había dado cuenta de que usaba el “hemos”,
no dijo nada al respecto.― Realmente quiero poder enseñarle a Laura el
diploma.
―Deberías estar haciendo esto por ti, no por alguien más,― dijo la
terapeuta.― Es tu GED.
―¿Quieres decir que estuviste seca dos días, entonces bebiste, y ahora no
has bebido durante tres días?,― peguntó la otra mujer para aclararlo.
―Sip,― miró hacia arriba a Jenny.― No recuerdo cuándo fue la última vez
que pasé tres días sin beber.
―¿Qué hay de la marihuana?.
―No tiene sentido que te animes por fracasar intentando marcar tus goles
en una liga superior.
―No dije que también había dejado la marihuna, Doc,― se quejó Crystal.―
Solo he estado demasiado ocupada para hacer una llamada, eso es todo.
Además, tampoco he tenido tiempo para fumar desde que Laura y yo
estamos despiertas la mitad de la noche preparándome para el maldito
examen.
―Lo que sea mientras te mantenga ocupada todo el día,― dijo la terapeuta
con toda su seriedad.― ¿Has ido a alguna reunión?.
―Hay diferentes reuniones para mujeres todos los días a las seis. He
llagado tarde por el trabajo, pero he ido allí la mitad del tiempo. Hay una los
Sábados también, pero estábamos demasiado ocupadas así que no he fui.―
Cruzando sus brazos miró a Jenny desafiante.― Sé que dicen que hay que ir
todos los días y que los hay que no hacen otra cosa que ir de reunión en
reunión, pero si estoy haciendo algo con Laura no voy a tirarlo todo porque
haya una reunión.― Frunció el ceño por la creciente sonrisita de Jenny.―
¿Qué?.
―Nunca dije que tuvieras que ir todos los días,― contestó la terapeuta.―
Me sorprende que vayas tan a menudo como lo haces. Encantada, pero
sorprendida. Si te sientes cómoda saltándote una sesión aquí o una reunión
allá, porque estás haciendo algo saludable, hazlo. Solo no dejes que se
convierta en una excusa para no ir en absoluto, o te encontrarás a ti misma
mirando una botella vacía tan pronto como puedas decir recaída.― Jenny
empujó sus rodillas hacia arriba, contra su pecho y envolvió sus piernas con
los brazos.― ¿Cómo te sientes físicamente?.
―Gracias, Doc,― dijo Crystal. Dándose cuenta de la hora que era, se puso
también de pie y le cogió las cintas a Jenny.― Justo lo que necesito, más
deberes.
―Bien, ya que no has traído tu libro de notas, tengo que salir con algo,
¿verdad?,― bromeó la terapeuta.
―Te las arreglas bastante bien para tenerla cerca,― dijo Jenny.― ¿Lo tomo
como que no le has contado nada sobre tus sentimientos?.
********
―Debería de ser fácil para ti también,― dijo Laura.― Hiciste los dos
exámenes de prácticas y te sabes las fórmulas del derecho y del revés.
Puedes hacerlo, Crystal. Sé que puedes.― Depositó los bolígrafos en la mano
de joven mujer.― Venga, están abriendo las puertas.
―Deséame suerte.
**********
Crystal estaba demasiado excitada como para darse cuenta de las hojas
caídas que levantaba mientras caminaba. Finalmente había llegado un sobre
de la Comisión Estatal de Educación. Cuando llamó a casa en su descanso de
la tarde, y Laura le había dicho que había un gran sobre blanco esperándola,
Crystal estuvo a punto de preguntar a Michael si podía salir más temprano.
Cuando terminó, condujo pasando por delante de la iglesia donde tenía lugar
la reunión de alcohólicos anónimos yendo directamente a casa. Ahora, en
unos segundos sabría si había aprobado el examen que hizo tres semanas
atrás.
Justo cuando se acercaba al pomo de la puerta, ésta se abrió para revelar a
Laura, allí de pie con el sobre en la mano.
Nerviosamente, Crystal tiró de la solapa del sobre y sacó los dos papeles de
dentro. Uno era una carta que rápidamente ignoró en favor del diploma
oficial con su nombre grabado en él.
―Nunca podría haberlo hecho sin ti. Dejando el papel encima de la mesa se
giró para mirar a Laura. Todas las semanas de estudio, de esfuerzo para
recordar las fórmulas y fechas, de dedicarle más tiempo para que Laura
estuviera contenta cuando ella lo único que quería era tirarlo todo a la
basura y dejarlo estar….ahora todo eso había terminado. El nítido papel
blanco declaraba que el error que Crystal había cometido siendo
adolescente pronto sería un fantasma para ella. Mirando a Laura, Crystal
sabía de dónde había sacado la fortaleza para hacer que lo que antes era
tan solo un sueño para ella, ahora se había convertido en realidad.
―No. Ni siquiera lo habría intentado si no fuera por ti, Laura.― Su voz sonó
amortiguada por el cuello de la escritora.― Eres la que me ha dado el
coraje, la que me ha enseñado los trucos para recordar el orden de cómo
sucedieron las cosas y esas malditas tarjetas recordatorias.― Sonrió y
apretó más a Laura.― Gracias,― susurró otra vez.
―De nada.- permanecieron así por unos momentos más antes de que Laura
finalmente deshiciera el abrazo.― Ahora creo que esto se merece una
celebración.
―Por mí está bien,― dijo Laura― ¿Pero estás segura de que quieres
quedarte en casa ésta noche?.
************
―Coge pepinillos cuando vayas, ¿vale?,― dijo Crystal mirando sobre la
inmaculada lista de la compra.
―¿Enteros o a rodajas?.
―¿Es por eso por lo que no has tocado el bote?. Podías habérmelo dicho,―
Laura cogió el bote correcto de pepinillos y lo puso con mucho cuidado en el
carro de la compra.
―No te olvides que tenemos que parar en algún sitio antes y comprar un
nuevo marco para tu foto ya que pusiste mi diploma del GED en él.― Crystal
lanzó un paquete de galletas de chocolate dentro del carro.― Hey, no nos
olvidemos de coger un bote de esas galletas de mantequilla.
―Claro, los he visto por algún lado por aquí.― Crystal se movió hasta el final
del pasillo encontrando las bolsas en la estantería de abajo.
Una mujer más mayor que se debatía entre qué bolsa de chucherías comprar
permaneció de pie en su camino.
―Disculpe.
―No puede ser,― dijo, su voz poco más alta que un susurro. Los años se
habían llevado su juventud. Líneas y arrugas surcaban ahora lo que
anteriormente fue una preciosa cara, el pelo rubio era ahora gris y las gafas
eran más gruesas, pero no había error en los ojos que le devolvían la mirada
con confusión, con reconocimiento.
―¿C-Crystal?,― preguntó la mujer cuidadosamente.
―No puedo creer que seas realmente tú,― dijo la mujer emocionada,
posando su mano sobre la cara de Crystal.
―Um…sí.,- susurró Crystal, dando un paso atrás para acercarse un poco más
a Laura.
―No puedo creerlo,― sollozó.― Mi niñita está viva. Mi Crystal está a salvo.
―Hay tanto que contarte,― dijo Margarete, lágrimas todavía rodando por
sus mejillas.― Te has vuelto tan bonita. Siempre supe que lo serías.
―Necesito salir de aquí,― dijo en voz baja. Laura apretó sus llaves contra
su mano.
Crystal le dio una larga mirada a su madre viendo solo amor y consternación
en sus ojos. Insegura de qué decir e incluso de si su voz le permitiría hablar,
Crystal se giró y se dirigió a la salida más cercana sin detenerse hasta que
hubo llegado al jeep y se encerró dentro. Bajando la ventanilla hasta la
mitad, encendió un cigarrillo, sorpendida de cómo le temblaban las manos.
“Patty está viva” pensó mientras veía la punta del cigarrillo quemarse. “Está
viva y tengo un sobrino y una sobrina. Me pregunto qué edad tendrán. ¿Patty
vive con mamá?. ¿Cómo puede ser eso?. Ella nunca viviría en la misma casa
que papá otra vez. Sé que no lo haría. ¿Lo echaría mamá?. ¿Moriría
finalmente el cabrón?. Estas y otra docena de preguntas pasaban por su
cabeza mientras los minutos corrían. Se sorprendió por el sueve golpeteo en
el cristal del copiloto que le indicaba que Laura había llegado. Crytal quitó el
pestillo del coche, sosteniéndole las llaves para que supuestamente su
compañera de piso pudiera abrir la parte de atrás y guardar los comestibles.
En lugar de eso se abrió la puerta y Laura la apretó en un fuerte abrazo.
―Sé que esto ha tenido que haber sido muy duro para ti,― dijo la escritora
suavemente.
Crytal solo pudo asentir con la cabeza, agradecida por los confortables
brazos que la rodeaban. Temblando, ajustó el abrazo alrededor del cuello de
Laura y cerró los ojos. Sus respiraciones se convirtieron en irregulares
sollozos, el nudo en su garganta sintiéndose cada vez más grande. Separó
sus labios para hablar, pero no le salieron las palabras, solo ininteligibles
gemidos. No estaba segura de cómo Laura entendía lo que necesitaba, pero
por unos minutos permanecieron así, Crytal estirada a través del asiento
delantero mientras la escritora estaba de pie con la puerta del conductor
abierta, la parte de arriba de su cuerpo inclinada hacia el interior.
―Vayámonos a casa,― dijo Laura con voz suave.― Crystal soltó varios
entrecortados suspiros antes de asentir con la cabeza y apartándose del
tan necesitado abrazo. Se irguió para secarse las lágrimas, pero Laura fue
más rápida y sus pulgares quitaron los restos de maquillaje.― De todos los
días para venir a comprar conmigo…¿hmm?.
―Tiene el prefijo cinco, dos, siete. Eso no empieza hasta el otro lado de la
vía del tren en la otra punta de la ciudad, así que no vive por aquí. Puede que
algo la trajera hasta aquí y decidiera aprovechar y hacer sus compras.
Maldita coincidencia ¿hmm?.
―Y Patty vive con ella. Volvió a casa.― Crystal tomó aire profundamente
para mantener las lágrimas a raya.― La hecho tanto de menos.
***********
Crystal miró su reloj, frunciendo el cejo por lo lento que pasaba el tiempo.
―Tal vez debería llamar ahora. Puede que Patty esté en casa pronto.
―Eso creo,― dijo Crystal nerviosamente.― Maldita sea, desearía tener una
bebida.
―Estoy segura de ello,― contestó Laura.― Pero puedes aguantarlo sin eso.
Sé que puedes. Yo tengo fe en ti.
―¿Hola?.
―¿Patty?.
―Bien, ahora que nos hemos encontrado tenemos todo el tiempo del mundo.
********
Laura miró hacia arriba cuando escuchó que el teléfono era vuelto a poner
sobre su base. El contorno de los ojos de Crystal estaba irritado y un
pañuelo arrugado secaba las lágrimas que se derramaban de ellos.
―No puedes volver atrás y cambiar las cosas,― dijo Laura, sus dedos
frotando suavemente el brazo de Crystal.
―Nunca imaginé que Patty volviera a casa y mucho menos que aquel cabrón
moriría tan pronto. Tenía que haber pensado en eso. Tenía que haber sido
más fuerte.
―Hey,― alzando la barbilla de Crystal con sus dedo, Laura la miró a los
ojos.― No puedes culparte por lo que deberías o no deberías haber hecho
hace tantísimo tiempo. No tenías ninguna forma de saber lo que ocurriría.
Hiciste lo que tenías que hacer para alejarte de ese monstruo. Cuando las
personas que se supone que deben protegerte son las que te hieren, ¿qué
más podrías haber hecho?.
―Pero…
―No hay peros,― dijo Laura firmemente relajando sus dedos en la barbilla
que sostenía y dejando a sus dedos trazar la garganta antes de retirarlos.―
Tenías que alejarte de tu padre.― Esperó al afirmativo cabeceo antes de
continuar.― Lo importante ahora es que tienes de vuelta a Patty. ¿Cuándo
vas a ir a visitarla?.
―Sip.
Crystal le sonrió.
―Solo les diré que eres un escritora de libros de misterio lesbiana y que
vivimos juntas. Estoy segura de que lo tomarán a bien.
―Tienes un lado travieso, cariño,― dijo Laura.― Vas a hacer que piensen
que somos amantes.
―Sí, pero tampoco nos abrazamos así delante de los demás,― señaló la
escritora.― Ellas no ven ésta parte de nuestra relación.
―Puede ser,- dijo en un tono tan bajo que al principio pensó que ni siquiera
Crystal la había oído, pero cuando la joven mujer se levanto para sentarse
recta y mirar profundamente los ojos de Laura, la escritora supo que sus
palabras le habías llegado.
―¿Laura?.
―A veces te veo dolida y lo único que quiero es cogerte entre mis brazos y
no dejarte ir.― Inclinándose un poco más hacia delante mantuvo sus ojos
fijos en los de Crystal.― Otras veces eres tan autodestructiva que me
gustaría remover algo de sentido común en ti, pero tengo que mantenerme a
un lado y esperar a que vengas a mí cuando estés lista.― Laura bajó un poco
la mano, sus dedos rozando a penas el labio inferior de Crystal.― Pero por
encima de todo soy feliz por formar parte de tu vida tanto como me lo
permitas, porque detrás de esas espinas, estoy segura que hay una rosa
esperando florecer y ser amada.― Sintiendo que de algún modo no iba a ser
rechazada, Laura cruzó la restante distancia que las separaba y sintió la
suavidad de los labios de Crystal contra los suyos. Fue un breve y efímero
beso, pero para Laura fue perfecto.― Tú me afectas,― dijo mientras se
alejaba, sus labios todavía temblando por el breve contacto.
―Y una pirada. Pero de alguna manera nos las arreglamos para que
funcionara.― Bajó su cabeza otra vez.― No sé cuándo sucedió. Qué diablos,
es algo que ni siquiera me había planteado con nadie más. Al principio pensé
que era porque me relacionaba tan solo contigo y con tus amigas, pero no es
algo que se pegue como una enfermedad contagiosa,― se encogió de
hombros.― Supongo que dejé de pensar en ti como una lesbiana y comencé a
pensar en ti como amiga…y entonces como algo más que una amiga.―
Levantando su cabeza, miró los labios de Laura, aparentemente incapaz de
hacer contacto visual.― Tú…tú me afectas también.
―¿Y ahora qué hacemos?,― preguntó Laura usando sus dedos para levantar
la cabeza de Crystal.
―Apuesto a que sí,― dijo Laura usando sus brazos para acercar a la joven
mujer contra ella.― Relájate. No es algo que tengas que decidir en éste
momento.― Incapaz de resistirse, se inclinó y depositó un beso en la rubia
cabeza.― Nada tiene que cambiar. Cuando sea el momento, lo sabrás.
―Te preocupas demasiado, ¿lo sabes?,― dijo Laura haciendo una mueca por
su exasperación mientras la abrazaba más fuerte. Entendió la implicación de
las palabras no pronunciadas y en su interior el corazón de la escritora se
encendió con renovado enfado hacia el hombre que había causado tanto daño
a la joven mujer.― Te lo dije, cuando sea el momento, lo sabrás. Y, para que
lo sepas,― añadió en voz baja― no estoy buscando a nadie,― sintió cómo se
apretaba el abrazo de Crystal― y no voy a ir a ningún sitio.
―Paso la mayor parte del tiempo intentando plasmar ideas con las
palabras,― dijo Laura. Reticente a deshacer el abrazo con Crystal, se alejó
un poco dejando algo de espacio entre ellas.― Estoy intentando asegurarme
de que sepas cómo me siento.― Decidiendo no forzarla mucho, Laura cambió
de tema.― Ahora cuéntame más sobre Patty y tu sobrino y sobrina. Estoy
segura que lo sabes todo sobre ellos, incluso el color de pelo.― Laura apoyó
su espalda contra el sofá para escuchar a Crystal hablar, sumergiéndose en
sus propias palabras, la mente de la escritora retrocedió a los
acontecimientos acaecidos esa tarde…y lo que sigificarian para el futuro.
El aire era frío, lo suficiente como para que Crystal renunciase a ponerse su
habitual camiseta y en lugar de ello vistiese una sudadera con unos
pantalones de deporte antes de salir al balcón para fumar un cigarrillo en la
noche. Sus pensamientos competían con la idea de dormir, aunque se sentía
cansada. El humo del tabaco flotaba en el aire mientras silenciosamente
escuchaba a lo lejos cantar al mochuelo e, incluso más a lo lejos el tráfico de
la autopista. Por un breve instante, parte de ella deseaba estar en esa
autopista, conduciendo lo más lejos que pudiera del torbellino que era su
vida. Ahora estaba totalmente segura de que Laura quería ser su amante, y,
aunque de alguna forma, sabía que su interés era recíproco, al mismo
tiempo la asustaba también. Escribir en su diario durante dos horas después
de retirarse a su habitación, le había sido de algo de ayuda, permitiéndole
organizar sus pensamientos y expresar sus miedos, pero no fue suficiente.
Chasqueando la ceniza al viento, Crystal suspiró y pensó en lo que le
depararía el mañana.
Crystal tomó otra calada antes de contestar a la pregunta con otra propia.
―¿Y tú?.
―Creo que deberíamos hacerlo ya que ninguna de las dos puede dormir,―
dijo Laura.
―Sabes, desearía tener algo para beber ahora mismo,― dijo Crystal.―
Tengo todo arremolinándose en mi cabeza y parte de mí desearía tan solo
salir corriendo.― sonrió de forma auto despreciativa.― Cuando las cosas
comienzan a ir bien, busco la forma de echarlas a perder.― Apagó el
cigarrillo en el cenicero mientras intentaba organizar sus pensamientos.
Dándose cuenta de que era un esfuerzo inútil, volvió a su silla para encarar a
Laura y apoyó sus codos en las rodillas.― No sé qué diablos ves en mí,― dijo
mirando hacia abajo a ninguna parte.
―Creo que sí, pero quiero decir…no es que sea la primera mujer a la que
besas,― bajó su voz otra vez.― Supongo que no estaba segura,― hizo una
pausa.― No dijiste nada.― Sintió las manos de Laura dejar las suyas y unos
dedos insistentes empujar su barbilla hacia arriba.
―¿Sí?.
―Depende de ti,― contestó Laura. Crystal de dio cuenta de que era una
respuesta calculada, dejándole todo, incluso cuándo dar el próximo paso, en
sus manos.
―¿Qué hay si no estoy segura?.
―Entonces creo que lo mejor para ti es esperar hasta que lo estés.― dijo
Laura presionando sus dedos contra los labios de Crystal para acallar su
protesta.― Te dije que no hay prisa. No me iré a ninguna parte.―
Inclinándose, Laura sustituyó los dedos por sus labios.― Ahora apaga eso y
ve a dormir,― dijo mientras se hacía para atrás y se levantaba.― Yo iré a
ver si puedo escribir algo. Ya sabes, siempre luchando con esas líneas
muertas.
―Si las dos tenemos las puertas corredizas abiertas, sí.― Estaban
plantadas tan cerca que parecía natural en Crystal que pasara sus brazos
alrededor de la cintura de Laura.― Te oigo a veces.― Cerrando sus ojos,
inclinó su cabeza contra el hombro cubierto por la suave seda.― Tu silla
chirría un poco, ¿sabes?,― susurró como si revelara un gran secreto.―
Puedo adivinar cuándo estás releyendo algo que acabas de escribir o si te
estás tomando un respiro. Puedo saber cuándo estás inspirada tecleando
como una loca o cuándo estás luchando para escribir tan solo una frase. Pero
ésta noche, en absoluto, estabas trabajando en tu historia.
―No tantas,― corrigió la escritora.― Solo una.― Eso era todo lo que tenía
que decir. Crystal lo entendió y se preguntó cual de las dos estaba más
sorprendida cuando se inclinó e inició el beso. Ciertamente Laura se había
sorprendido por su movimiento descarado, pero para el crédito de la mujer
más mayor, se recuperó rápidamente y en seguida fue Crystal quien se
encontró a sí misma abrumada por una boca más experimentada e insistente.
Sintió el duro borde de la mesa presionar contra la parte de atrás de sus
muslos, pero Crystal lo ignoró, concentrándose más en lo que ocurría delante
de ella. Donde las experiencias de su vida anterior habían sido duras e
implacables, el cuerpo de Laura era suave, acomodándose, moldeándose al
suyo propio. Una boca que daba a la vez que tomaba, unas manos que vagaban
pero no conquistaban, tocando su cuello, manteniendo su cabeza hacia atrás,
haciéndola sentir deseo y deleite al mismo tiempo.
―Oh,― jadeando, a penas se había dado cuenta que la boca de Laura había
dejado la suya antes de sentir la eléctrica sensación de esos labios
recorriendo su garganta―….tanto.― es todo lo que pudo entender,
amortiguado contra su piel. Sus propios dedos se encontraron enredándose
en el negro pelo, sujetando a Laura más cerca. Sintió la mano de Laura
recorrer un lento camino por su costado, parándose en el espacio en que su
sudadera se había levantado levemente. Ahí los dedos se detuvieron,
haciendo que se erizara la carne allí expuesta, pero sin intentar ir más lejos.
Cuando alcanzó los hombros de Laura, los labios que estaban ardiendo sobre
su piel se pararon e inmediatamente sintió la pérdida de ese cálido peso
contra la parte superior de su cuerpo.
―Crystal…
―Lo sé,― dijo Laura dando un paso adelante y moviendo sus manos arriba y
abajo sobre los hombros de Crystal reconfortándola.― Pero eso era
entonces y esto es ahora. Esto no es un escenario con docenas de hombres
mirándote. Somos solamente tú y yo haciendo el amor. Nos lo tomaremos
con calma, y no haremos nada con lo que te sientas incómoda, ¿de acuerdo?.
―No tanto como lo es para mí,― contestó Laura en el mismo tono bajo, sus
labios mordiendo la oreja de Crystal. Dos protuberancias se marcaron
contra la azul seda, dando fe de las palabras de la escritora.
Crystal se colocó entre ellas, sus dedos acercándose al primer botón del
pijama de Laura.
―Ya veo, dijo, desabrochando el primer botón. Antes de que se diera cuenta
ya tenía todos los botones desabrochados, la azul seda colgando abierta
mostrando una fina línea de carne desnuda. Levantó los brazos para
quitársela de los hombros a Laura, pero las manos que descansaban a los
lados se alzaron para interceptar el movimiento.
Crystal dio un paso atrás viendo a Laura plegando no solo la prenda de seda,
si no su sudadera también. Cuando la escritora se inclinó para dejarlas sobre
el baúl, Crystal vino por detrás y recorrió sus dedos suavemente por la
espalda de Laura formando círculos arriba y abajo.
―Probablemente tanto como tú,― dijo Laura todavía sin hacer ningún
intento por moverse excepto al presionar contra los suaves dedos de
Crystal.
―Me alegra que no sea solamente yo,― dijo Crystal acercándose y cogiendo
con sus manos la cintura de Laura. Cerrando los ojos, presionó sus labios
contra la espalda de Laura sintiendo los músculos que cubrían sus huesos
contra su pecho, la seda que cubría las caderas contra su barriga.
Envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Laura, Crystal deslizó sus
manos hacia arriba, sus pulgares acercándose peligrosamente a la turgencia
de sus firmes pechos.
―No, no eres solamente tú, créeme,― dijo volviéndose entre los brazos de
Crystal hasta estar cara a cara.
―Hmmm,― dejó escapar Laura entre beso y beso.- Ojalá pudiera estar así
siempre.― Crystal soltó y gemido de placer, sus párpados cerrados cuando
sintió unos labios húmedos recorrer su esternón. Su cuerpo se arqueó por su
propia voluntad, presionando su pecho derecho contra la boca de Laura que
se acercaba.― Despacio,― dijo Laura suavemente,― tenemos todo el tiempo
del mundo.
―Es fácil para ti decirlo,― gruñó, enredando sus dedos entre el oscuro
cabello de Laura. Se sorprendió cuando Laura se arrastró hacia arriba y le
robó un rápido beso.
―Se siente bien,― dijo Crystal meciéndose suavemente contra las manos
que frotaban sus nalgas.
―Bien,― dijo Laura dándole un suave apretón.― Todo lo que quiero es que te
sientas bien,― comenzó a bajar pero fue detenida.
―Lo estás haciendo bien,― le aseguró Laura, tomando una de las manos de
Crystal y besando su palma. Sus ojos se encontraron, Crystal dejó que su
mano fuera guiada de vuelta al pecho, la cálida mano de Laura presionando la
suya contra su suave piel. Nerviosamente Crystal cerró sus dedos, sintiendo
la dura punta siendo tiernamente estrujada entre ellos. Laura gimió e hizo
su cabeza hacia atrás.― Sí, Crystal,― susurró,― es agradable,― Crystal
hizo lo mismo con la otra mano y recibió otro sonido de placer de los labios
de Laura. Sus acciones también provocaron que la cadera por debajo de ella
se levantara, presionando su centro contra la suave barriga de Laura.
Crystal podía sentir su propia humedad y estaba segura de que en los
últimos balanceos la escritora se había asegurado de ello. Las manos de
Laura, que habían estado moviéndose inquietas arriba y abajo de su espalda,
ahora la envolvían mientras intercambiaban las posiciones, Crystal ahora
descansando su espalda sobre la cama y mirando hacia la mujer que estaba a
punto de hacerle el amor.
―Laura,― susurró, tocando los muslos cubiertos por la seda. El calor contra
su bajo abdomen confirmó el creciente deseo de Laura.― Por favor… quítate
esto.― Como una voiyeur, Crystal se encontró a sí misma incapaz de quitarle
la vista de encima a Laura mientras se plantaba y arrastraba la prenda por
sus caderas. A diferencia del pelo en la cabeza de Laura, el oscuro triángulo
estaba formado por otros apretadamente rizados y los más cercanos a sus
pliegues brillaban por su evidente humedad. El pantalón del pijama se unió a
las demás prendas, entonces Crystal disfrutó el calor de Laura contra ella,
su cuerpo cosquilleando con el renovado contacto. Sintió la humedad
presionar contra su muslo cuando sus labios se encontraron, sabía que la
suya propia se restregaba contra la piel de Laura mientras sus cuerpos se
movían el uno contra el otro.
Crystal tomó aire cuando Laura se alzó hacia un lado, los labios cerrándose
sobre su pezón mientras una errante mano se movía sobre su cadera,
formando círculos cada vez más próximos a sus propios rizos. Los sentidos
de Crystal estaban abarrotados intentando asimilar todas las sensaciones al
mismo tiempo. La suave y atenta boca moviéndose sobres sus pechos, el
cálido cuerpo presionando contra el suyo, los dedos suplicándole rendirse
con la promesa de la última recompensa.
Dando un salto de fe, tanto en ella como en Laura, Crystal separó sus muslos
ofreciéndole a la escritora acceso completo. Y entonces ahí estaba el
mágico momento, cuando un solo dedo se movió entre sus resbaladizos
pliegues y frotó su bulto de nervios.
La suave voz de Laura llenó sus oídos susurrando palabras sin sentido para
confortarla mientras el muslo de la escritora reemplazaba a sus dedos
contra el centro de Crystal. Unos temblores más pequeños le siguieron
mientras sentía la seguridad y comodidad en los brazos de Laura.
Y Crystal lo hizo. Desde las cosquillas situadas por debajo de las costillas
hasta la línea libre de pelo por debajo del ombligo que se erizaba cuando la
recorrió con su lengua, lo aprendió todo. Los secretos de Laura le fueron
revelados mientras la hacía llegar más y más alto. Aprendió a usar la
cantidad necesaria de presión, el ritmo necesario para atender las
demandas del cuerpo de su amante. Se sintió sobrecogida por el poder
emocional al sentir los músculos íntimos de Laura apretarse contra sus
dedos, y sentir sus temblores atravesar a su amante. Hicieron el amor otra
vez, compartiendo suaves palabras y tiernas caricias antes de quedarse
dormidas la una en los brazos de la otra. No hubo pesadillas para Crystal, el
cálido cuerpo a su lado la protegía de los demonios del sueño como los
antiguos caballeros protegían a sus doncellas. En los brazos de Laura no
había peligro, solo la seguridad y confort de ser amada.
*************
Acostada de lado en la cama, Laura miraba en silencio mientras Crystal
dormía. La sábana apenas cubría las caderas de la rubia, mostrándole a la
escritora una inmejorable vista de las delicadas líneas y curvas, curvas que
ya había explorado en detalle tan solo unas horas antes. Incapaz de
resistirse, se acercó más a Crystal y comenzó una serie de suaves besos a lo
largo de la desnuda espalda.
―Buenos días.― Crystal se giró, entornando los ojos por la luz del sol.―
¿Qué hora es?.
―No, no lo tenemos,― dijo con los ojos bien abiertos.― Es sábado ¿verdad?.
―Verdad.
―¡Pues tenemos que estar en casa de Patty a las seis!,― exclamó intentando
apartar las sábanas de una patada.― Tenemos que prepararnos.
―Oh,― exclamó Crystal mirando hacia arriba con los ojos de par en par.―
¿Hice yo eso?.
Laura miró hacia abajo viendo los morados ovalados en su brazo donde los
dedos de Crystal la habían agarrado un poco más fuerte durante un
momento de pasión la pasada noche.
Pero Cystal estaba triste por los morados, el dolor era evidente en su cara.
―No hay nada que sentir,― dijo Laura.― Desaparecerán.― Viendo que sus
palabras no funcionaban, la escritora intentó otra aproximación.― Crystal,
no me hiciste daño, lo juro. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaban
ahí hasta que tú me lo has dicho.
―No lo volveré a hacer,― prometió Crystal, sus ojos brillantes mirando los
morados con evidente vergüenza y timidez reflejada en su cara.
Animada por unas manos urgentes que la empujaban hacia abajo, Laura fue
dejando un camino húmedo hasta llegar al pecho de Crystal, donde capturó
un pezón endurecido entre sus labios y comenzó a torturarlo con su lengua y
dientes. No pasó mucho antes de que unas caderas se alzaran por debajo de
ella demandando más. Usando su pierna para abrir los muslos de Crystal,
Laura se movió hacia el pecho derecho para excitarlo con su atención antes
de cubrir ambos con sus manos y sus dedos apretar rítmicamente las
endurecidas puntas rosadas.
Manteniendo las manos donde las tenía, Laura movió el resto de su cuerpo
hacia abajo, besando el plano estómago y los húmedos rizos antes de
situarse entre las piernas de Crystal. Cerrando sus ojos, Laura besó los
húmedos pliegues, sonriendo para sí misma por el temblor que su acción
había causado.
―¿Te gusta esto?,― preguntó con conocimiento, besando la sensible carne
otra vez.
―Lo sabía,― murmuró Laura abriendo los pliegues con la lengua y probando
el dulzor allí escondido. Incapaz de resistirse, buscó el endurecido clítoris,
y le dio toda su atención, disfrutando los sonidos de placer que venían de la
boca de Crystal. No pasó mucho antes de que tuviera que abandonar los
pechos de Crystal, necesitando sus manos para sostener sus encabritadas
caderas. Sus gritos se convirtieron en jadeos, mientras unos fuertes muslos
se apretaban contra la cabeza de Laura manteniéndola en el sitio. Sintiendo
los temblores contra sus labios, supo que Crystal estaba cerca.
Incrementando la presión y la intensidad de su lengua, los esfuerzos de
Laura fueron rápidamente recompensados mientras sentía el cuerpo de
Crystal tensarse seguido de una suave embestida hacia arriba. Suavizó su
tacto oral acompañando al clímax hasta que la joven rubia volviera en sí.
Laura se apartó un poco y besó la parte interna de los muslos de Crystal.
―Te quiero,― susurró con la voz demasiado baja como para oírla.
Laura se apoyó sobre uno de sus codos, todavía acomodada entre los muslos
de su amante. Mostrando una coqueta sonrisa, miró hacia abajo a Crystal.
*********
―¡Allí!,― señaló con el dedo.― Coge la próxima salida.― Así lo hizo Laura y
muy pronto estuvieron viajando a través de una carretera llena de baches
delineada por postes y cuyas cunetas estaba resquebrajadas. Montañas de
basuras y latas aboyadas se acumulaban en las curvas y en dos ocasiones
Laura tuvo que apretar los frenos hasta el fondo para no atropellar a los
perros sueltos.― Vale,― dijo Crystal volviendo a leer las indicaciones
escritas a mano.― Allá, donde está la señal de stop, gira hacia la izquierda,
continúa dos manzanas más y gira a la derecha.― Plegó las instrucciones y
las metió dentro del bolsillo de su camisa.― Se supone que el parque está a
la derecha.
Para sorpresa de Crystal, el parque de caravanas no estaba en tan malas
condiciones como esperaba. La mayoría eran casas bastante grandes
comparadas con las que había en el parque donde se crió. Las carreteras
estaban en buen estado, los bordes estaban rodeados de árboles y césped y
las casas alejadas de los caminos. Parecían bastante nuevas también,
tejados puntiagudos y salientes ventanas se veían por todas partes. Claras
señales indicaban los cruces haciendo muy fácil que Crystal encontrara Pine
Line y desde allí, la casa pintada de azul y blanco con un jardín delante lleno
de juguetes de niños y un par de bicicletas tiradas en el suelo.
―Yo casi me caigo de la silla donde estaba sentada cuando mamá me dijo
que te había visto en el supermercado. Pensé…bueno, no importa lo que
pensara. Estás aquí. Patty se dio cuenta de que Laura estaba de pie junto al
coche.― Y ésta debe de ser tu compañera de piso Laura.― Crystal las miró
mientras se estrechaban las manos.
No había duda de que dos niños vivían allí, pensó Crystal mientras rodeaba el
juguete de un robot y una muñeca en su camino hacia el sofá donde se le
unió Patty, mientras que Laura tomó asiento en una mecedora, enderezando
de inmediato una pila de revistas y papeles tirados sobre la mesa.
Crystal asintió con la cabeza, pensando que era una buena idea,
especialmente cuando miró a Laura, acordándose que necesitaba contarle a
su hermana la verdad sobre su relación.
―¿Patty?, hay algo que tengo que contarte.― Era un tema del que nunca
habían hablado cuando eran niñas, y a pesar de se bravuconería en casa de
Laura, muy dentro de ella existía el miedo a que su hermana no lo
aprobara.― No te lo conté todo la otra noche por teléfono.
No hubo dudas.
―Sí,― dijo Crystal,― quiero decir, es todo muy nuevo, pero sí, muy feliz.
―Entonces eso es todo lo que importa,-― dijo Patty golpeando las cenizas
contra el cenicero de plástico. No es algo que yo pueda decir que no he
probado,― dijo encogiéndose de hombros.― Chica, eso volvió loca a mamá.
―Ha ido bien,― dijo en voz baja, sin querer que la oyeran desde el hall.
―Bien,― dijo, relajada ahora que su mayor temor había sido vencido.― Es
tan extraño volver a verla después de tanto tiempo, pero todavía es la
misma Patty con la que crecí, solo un poco más mayor, supongo que todavía
puedo contarle cualquier cosa.
―No puedo encontrar las de Jessie cuando era un bebé, pero tengo el
resto,― dijo Patty, volviendo con varios álbumes en sus manos. Laura volvió a
sentarse en su mecedora justo antes de que se abriera la puerta principal,
permitiendo entrar a dos rayos de energía en una habitación tranquila.
―Sí y había camiones de bomberos y todo eso por todas partes,― dijo el
niño de seis años, Thomas, imitando el gesto de su hermana mayor con la
chaqueta.― Hacían mucho ruido.
―Síp, Mi nombre es Jessica Crystal Sheridan. Mami dice que los cristales
son especiales. Tengo una colección entera en mi habitación, ¿quieres
verla?,― preguntó la rubia niña acercándose para coger la mano de Crystal.
―Tía Crystal, tía Crystal,― dijo Thomas urgentemente pasando por delante
de su hermana.― Había camiones de bomberos, tres. Y hacían muchísimo
ruido. Me tapé las orejas así, pero todavía hacía ruido.― Al contrario que su
hermana que había heredado el pelo rubio y la complexión ligera de las
Sheridan, Thomas se debía parecer al padre quien, suponía Crystal, sería de
origen hispano. El pelo del niño era marrón oscuro, haciendo juego con sus
ojos, su tono de piel bastante más oscuro que el de ella. Sin dudarlo se subió
a su regazo, obligando a Crystal a poner sus brazos alrededor para evitar
que se cayera.― La abuela no nos dejaba acercarnos pero yo vi un bombero
poner la manguera en la boca de incendios.
―¿De veras?
Thomas abrió los ojos de par en par, revolviéndose en los brazos de Crystal.
―Mamá empujó a tía Crystal colina abajo,- dijo con su voz de niño.
―No corráis,― dijo Patty, pero ya era demasiado tarde, mientras los niños
salían corriendo por el pasillo, sus risas y pisadas retumbaban por la casa.―
Los dos tornados volverán en tan solo unos minutos,― dijo mientras volvía su
antigua posición sobre el sofá.― Ni si quiera creo que conozcan el
significado de la palabra caminar.
―Lo son,― dijo su hermana más mayor.― A veces dan mucho trabajo, pero
mamá realmente es una ayuda cuando eso sucede.
―Todavía no puedo creer que vivas con ella,― dijo encendiendo uno.― De
ninguna maldita manera yo podría hacerlo.
―Ella ha cambiado,― dijo Patty.― Está mucho mejor ahora que no bebe.―
Crystal sitió el brazo de su hermana rodearle los hombros.― Dale una
oportunidad y verás. Realmente te ha echado de menos,― añadió bajando la
voz.
―Si esto es demasiado para ti,― comenzó Laura, pero Crystal sacudió su
cabeza.
―De verdad que ha cambiado,― dijo Patty mirando hacia el hall cuando oyó
abrirse la puerta.― Los niños realmente la adoran,― añadió.
―Sip,― dijo, entendiendo el mensaje no dicho con palabras , “no seas hostil
en frente de los niños”.― Voy a mantener esto apartado.― dijo apagando el
cigarrillo.― No quiero fumar con ellos alrededor.
―Unos cuatro meses,― dijo saludando con la mano a Jessica que pasaba con
su bicicleta.― Laura es escritora. Escribe novelas de misterio lesbianas. Y
también es una estupenda cocinera,― añadió.
―Bien, me alegro que seas feliz,― dijo Patty.― Todos estos años me
preguntaba dónde estarías, cómo estarías. Ni si quiera sabía si todavía
estabas viva.― Sacudió su cabeza.― Incluso llegué a pensar en contratar a
un detective privado, pero nunca me lo pude permitir.
―Yo estaba igual de preocupada por ti,― dijo Crystal.― Lo divertido es que
nunca me marché del condado. Tan solo me fui a la ciudad y supongo que me
perdí allí. No te conté esto por teléfono pero…trabajé en clubs de
striptease durante mucho tiempo.
―Cuando por fin salí del autobús pensé que sería fácil encontrar un sitio
donde vivir y trabajar. Bastante estúpido para una chica de diecisiete años.
Me quedé sin dinero en tres días.
Crystal asintó dando una larga calada a su propio cigarrillo. No tenía que
preguntar cómo su hermana mayor había sobrevivido. Solo había una forma
de que una chica joven pudiera hacer dinero rápidamente en las calles. Aún
así, sintió tristeza por la confirmación de lo que sospechaba hacía ya tiempo.
―Me alegro de que no estuvieras fuera durante mucho tiempo,― dijo.
―Gracias,― dijo Patty.― Es importante para mí ser una buena madre para
ellos.
―Lo mismo que yo,― dijo Patty.― Eres más alta de lo que pensé que serías.
Eras mucho más baja que yo.
―Solo porque tú eras mucho más mayor, pero aunque fuera más baja podía
competir contigo, ¿no es así?,― preguntó Crystal.
―Estoy segura de que no puede ser peor que la de tu hermana,― dijo Laura.
**********
Crystal no dijo nada, sus ojos miraban a todas partes menos a su madre
mientras los niños se levantaban y le daban a su abuela un abrazo de buenas
noches.
―Te veré por la mañana,― dijo Patty, aguantando el álbum de fotos sobre
su regazo. Le dio a Crystal un amistoso codazo en el costado, pero fue
ignorado. Solo cuando Crystal oyó la puerta del dormitorio cerrarse, alzó la
cabeza.― Sabes que lo hizo por ti.
―¿Quieres hablar?,― dijo Laura mientras conducía el Jeep entre las calles
para salir del parque de caravanas, yendo muy despacio para minimizar el
golpe de los baches de la carretera.
―No,― dijo Crystal cogiendo los cigarrillos.― Gracias por venir conmigo. Me
alegra que estuvieras allí incluso aunque pasara la mayor parte del tiempo
con Patty y te dejara manteniendo a los niños ocupados.
―No me importó,― dijo Laura,― además, viniste para poder pasar el tiempo
con tu hermana. Me encantó ayudar con los niños.
Crystal miró los trazos de humo iluminados por las luces de las farolas de
las calles.
―Sabes, no entiendo por qué actúa como si nunca hubiera pasado nada,―
dijo.
―Sip,― dijo.― Sé que quiere que haga las paces con ella, pero no lo haré. No
tengo que perdonarla por lo que pasó.― Los ojos de Crystal captaron la
brillante luz amarilla de la valla publicitaria que exaltaba el agradable sabor
de un whiskey conocido.― Eso estaría bien ahora,― susurró.
―¿Qué?.
―La valla publicitaria de ahí detrás,― sonrió entre dientes y dio una calada
a su cigarrillo.― No importa.― Se asustó con la repentina caricia de la mano
de Laura sobre su muslo y tuvo que cogérsela rápidamente para evitar que la
retirara del todo.― No, está bien,― dijo, volviendo a poner la mano donde
estaba.― Supongo que tengo demasiadas cosas en la cabeza.
―No puedo explicarlo,― dijo finalmente, apretando los dedos de Laura con
los suyos propios.― Solo quiero volver a casa.
―Gracias por estar conmigo esta noche,― dijo besando los nudillos de la
escritora. Sonrió cuando sintió sus manos unidas ser empujadas hacia los
labios de Laura. Mirando alrededor, Crystal reconoció el tramo de autopista
por el que estaban pasando.― Si tomas la primera salida y giras a la derecha
en el primer semáforo verás que hay un parque a un cuarto de milla más o
menos. ¿Te apetece un paseo a la luz de la Luna?.
―El paseo está bastante iluminado y las patrullas de policía pasan por allí
muy a menudo,― dijo Crystal.― Estaremos bien. Venga, hace una noche
preciosa.
Las hojas de los árboles caídas crujían bajo sus pies mientras caminaban
lada a lado por el paseo de adoquines. Había relativamente poca gente
teniendo en cuenta la suave temperatura, permitiendo a Crystal la
privacidad que esperaba. Laura tan solo protestó una vez más antes de
pasar su brazo por la espalda de Crystal, estando de acuerdo en que las
hojas secas las avisarían si se les acercaba alguien por detrás. El camino
giraba alrededor del lago de los patos, donde había poca luz, llevando a la
pareja hacia la oscuridad y tranquilidad que deseaba la recién encontrada
vena romántica de Crystal.
―Bien, entonces eso es una buena cosa porque me encanta abrazarte, ¿no es
así?,― susurró Laura en su oreja.― De hecho, si estás interesada, la oferta
se mantiene para toda la noche.
Crystal quitó su cara del cuello de Laura y miró hacia arriba mientras
mantenía el abrazo alrededor del cuerpo de su amante.
―¿Y si quisiera dormir contigo pero no me sintiera como para hacer nada
más?,― preguntó.
Cerrando los ojos, Crystal dejó que las palabras la envolvieran, deseando
creerlas con cada una de las fibras de su ser.
―Tal vez por todo eso,― susurró la escritora.― Dicen que los polos
opuestos se atraen.
Crystal sintió la aspereza de la corteza del árbol en sus nudillos y sabía que
tenía que ser incómodo para la espalda de Laura, pero cada vez que
intentaba apartarse, se encontraba abrazada más fuerte. La confusión de la
tarde desapareció y fue reemplazada por la seguridad de que ningún daño la
alcanzaría entre aquellos brazos.
―¿De qué estábamos hablando?,― preguntó algo confusa cuando sus labios
se separaron.
********
―Oh, sé quién es quién,― contestó Jenny.― Hay un par de cosas sobre las
que me gustaría volver.
―Lo dudo. ¿Por qué debería?.― No me prestó atención cuando estaba allí.―
Empezó a balancear su pie adelante y atrás.― Deberías haber visto la forma
en la que actuaba, toda agradable - agradable, haciéndole la cena a los niños
y todo.
―¿Te molesta que tu madre esté haciendo cosas por sus nietos que no hizo
en su día por sus propias hijas?,― preguntó Jenny.
―¿Cómo te miró?
―Sí, sí, por supuesto que se lo pregunté. Dijo que nuestra madre ha
cambiado, que ya no es la inútil borracha que era. A lo mejor es que se
supone que me debo de sentir mal por su decrepitud por la artritis o lo que
diablos sea que tenga.― Girándose, Crystal fijó su vista en el saco para
golpear de la pared del fondo.― Tantas noches…tantas veces deseé que
viniera a protegerme, que le plantara cara a él por sus niñas, que hiciera
algo, lo que fuera para demostrarme que me quería. ¿Por qué no lo haría?,―
necesitaba dejar salir su enfado, atravesó la habitación como un rayo y de
dio un puñetazo al saco con su puño izquierdo.― ¿Por qué?, ¿qué diablos
tenía yo de malo para que ella no pudiera hacer esa pequeña cosa?.― El saco
de golpear se sacudió ante otra descarga de sentimientos.― ¿y piensa que
voy a perdonarla?,―golpe― ¿solo por que ella lo quiera?,―golpe― ¿Por qué
Patty lo quiera?―golpe― No―golpe― No tengo que hacerlo ―golpe― No lo
haré ―golpe― no lo haré ―golpe― No pueden obligarme ―golpe― Ya soy
adulta ―golpe― Si Patty quiere vivir con ella y pretender que todo es
perfecto, bien. No me importa ―golpe― Ella no sabe lo que pasó cuando se
marchó. Sus nudillos dolían por los repetidos puñetazos al saco, Crystal se
dejó caer al suelo sobre la colchoneta y subió sus rodillas hasta su pecho
cogiéndoselas fuertemente con sus brazos mientras veía a Jenny acercarse,
la terapeuta ahora sentada a tan solo unos pies de la colchoneta.― No lo
sabe,― repitió. La lucha fue lentamente apaciguándose en el cuerpo de
Crystal y con ella el tono de sus palabras.― Ella ya no estaba allí para
protegerme de él. Eso me dejó solo con mi madre y ella no levantó un solo
dedo para ayudarme, así que ¿por qué debería hacer yo algo para ayudarla?.
No me importa dejar que piense por el resto de sus días que su hija la odia.
―Sí, muchas veces, Doc. Lo sé,― dijo Crystal. Pero una cosa es no verla, no
saber dónde está o no saber qué ha sido de ella y, otra muy distinta saber
que está viviendo con Patty y cuidando la familia que nunca tuvimos.―
Haciendo su cabeza hacia atrás, Crystal tomó aire profundamente.― Es
como si el hecho de que me marchara hubiera servido para que las cosas les
fueran mejor. Al cabrón le dio un ataque al corazón, Patty volvió a casa, y
entonces mi madre decide que ya es hora de dejar de ser una borracha.―
Sacudiendo su cabeza cerró los ojos fuertemente e inhaló.― Cuando la
necesitaba para que fuera mi madre, no pudo hacerlo. Ahora que quiere
serlo, yo no la necesito…o no quiero.
―¿Y qué hay del enfado contra tu hermana?,― preguntó Jenny haciendo que
Crystal irguiera la cabeza.
―No he dicho odio,― dijo Jenny― he dicho enfado. Es obvio que estás
enfadada con Patty.
―¿Y por qué debería estar enfadad con la hermana que llevo más de una
década intentando encontrar?,― dijo Crystal levantándose y poniendo algo
de distancia entre la terapeuta y ella.― ¿Sabes cuantas veces pensé que
estaría muerta?. Todo éste tiempo tan solo ha estado a una llamada local de
distancia, viviendo con nuestra madre.― Plantándose detrás del reclinable,
Crystal apretó el respaldo de piel.― Todo este tiempo ha estado viviendo la
vida que debíamos haber tenido. Tiene un buen trabajo, dos niños preciosos
que están sanos y un lugar en el que vivir. Yo soy la que cada día tiene que
esforzarse en pasar el día sin caer al suelo medio borracha, la que solía
quitarse la ropa para ganar dinero,― bufó y gesticuló ante Jenny-―diablos,
yo soy la que necesita ver a una terapeuta porque está bien jodida. ¿Y yo?.
Yo voy y elijo a la única terapeuta que no puede hablar conmigo sobre las
cosas que más necesito.― Sacudió su cabeza.― ¿Podría hacer mi vida un
poco más complicada?.
Cuando Jenny habló, fue en un tono cuidadoso sin ningún intento de reflejar
sus propios sentimientos.
―Creo que dijiste que no se permitían gilipolleces en ésa oficina, Doc,― dijo
Crystal retirando su mano.― Tienes razón en lo de que necesito saber por
qué estoy enfadada con Patty. No me había dado cuenta de que lo estaba
hasta que tú me lo señalaste. Tal vez por eso es por lo que te necesito
tanto, para ayudarme a ver lo que es obvio cuando yo misma no puedo.―
Poniendo sus dedos alrededor de la manivela de la puerta, Crystal hizo una
pausa y miró a Jenny.― Así que déjame decirte lo que veo ahora, Doc. Veo a
alguien que todavía siente algo por Laura. Puedes esconderte detrás de
todas esas guías éticas todo lo que quieras, pero esto es algo de lo que
vamos a tener que hablar.― Abrió la puerta.― Nos vemos el viernes
¿verdad?,― esperó a que Jenny asintiera para cerrar la puerta, las
emociones arremolinándose como siempre ocurría después de una intensa
sesión.
************
―Tía Crystal, tía Crystal,― gritó la niña de nueve años mientras bajaba a
trompicones los escalones y corría hacia ella.
―Hola cariño,― dijo, ahora deseando haber parado por el camino para
haberles comprado a su sobrino y sobrina algún juguete. Después de todo
ella era su única tía y había un montón de cumpleaños y vacaciones que
compensar.― ¿Cómo te fue en la escuela?.
―Uh, uh. Nos riñó a las dos y tuvimos que quedarnos allí durante el recreo.―
La cabeza de la niña se giró al escuchar el ruido de la puerta abrirse.―
Abuela, tía Crystal está aquí.― La sonrisa que había permanecido en la cara
de Crystal rápidamente desapareció al ver a su madre salir por la puerta.
―Jessica, ve a cambiarte y ponte tus ropas para jugar si vas a estar por
aquí fuera,― dijo Margaret Sheridan.
―No tengo nada que decirte,― dijo sintiendo la mirada de la vieja mujer
sobre ella. Enfadada, encendió el cigarrillo, guardó el encendedor en su
bolsillo y se inclinó sobre el coche dándole la espalda a la mujer.
―Crystal…
Jessica salió unos minutos después, vestida ahora con unos vaqueros
gastados y unos deportivos que no serían blancos nunca más. En su mano
había un papel, la “A” escrita claramente en rojo.
―No lo creo,― dijo Crystal.― Tengo que volver a casa pronto.― Laura se
preguntará dónde estoy.
―Claro,― dijo Crystal sabiendo que ella sería una de esas tías que se lo
consentiría todo a su sobrino y sobrina.― Puede que hasta encontremos una
película para ver.
―¡Tía Crystal!.
―Hola Thomas,― dijo girándose con los brazos abiertos para coger al vuelo
al niño que se lanzaba hasta ella dando un salto.― ¿Te has divertido
nadando?.
―Sí,― dijo con una sonrisa.― El señor Sherman hasta me dejó tirarme por
el trampolín una vez.
―Thomas, dale a la abuela tu bañador y la toalla y así te las podrá lavar para
el miércoles,― dijo.
―Vale mami.
―Hola.
―Qué bueno verte otra vez,― dijo Patty.― Entra y quédate a cenar. ¿Has
traído a Laura?.
―No puedo,― dijo dando un paso hacia su coche.― Ya sabes por qué.
―Casi todos.
―Adios cariño.
―De ningún modo,― dijo Crystal.― Si quieres pretender que nada sucedió y
que era la madre del año, adelante, hazlo.
―Mira, sé que la culpas por parte de lo que nos sucedió, pero Crys, eso fue
hace años.
―Oh, ¿y eso hace que todo esté bien?,― Crystal caminó hacia su coche y se
apoyó sobre él, forzando a Patty a seguirla o que hablara lo bastante alto
como para que la oyeran a través de la ventana abierta de la cocina.― Ella
era lo único que había entre él y nosotras y no hizo nada, ni una maldita cosa
para ayudarnos.
―Está bien, pero fue él, no ella. Si quieres odiar a alguien ódialo a él,― dijo
Patty enfadada.― Él es a quién yo odio.
―Lo odio demasiado, pero no puedes pretender que ella es inocente de todo
aquello,― dijo Crystal alzando la voz para acallar la de Patty.― Ella es tan
culpable y no puedo imaginarme por qué tú no lo puedes ver.― Sacándose las
llaves del bolsillo, Crystal caminó por delante del coche hacia la puerta del
conductor.― Me gustaría verte a ti y a los niños,― dijo― pero no voy a
hacerlo con ella alrededor.
―Bien, entonces ven a mi casa, porque nada va a hacer que haga las paces
con ella.― Puso el coche en marcha y comenzó a ir hacia atrás al segundo de
que Patty se apartara.
Crystal no se preocupó de la velocidad mientras recorría las calles camino
hacia la autopista. Una vez estuvo en carretera abierta, se movió hacia la
izquierda y mantuvo el coche a la velocidad indicada. En la intersección de la
salida, Crystal se detuvo por completo, había llegado la hora de tomar su
decisión. A la derecha estaban los bares que le prometían olvido, el escape a
su enfado y al dolor que se arremolinaba en su interior. A la izquierda la
imagen del complejo urbanístico y Laura. Tomando su decisión, Crystal giró y
paró en la gasolinera.
********
―Ya era hora,― dijo mientras se dirigía hacia la puerta abriéndola justo
cuando Crystal salía del coche.― ¿Dónde estabas?. Llamé hace rato a
Michael y me dijo que te habías tomado la tarde libre.
―¿Qué ocurrió?.
―Espera un momento. Estoy algo confusa. ¿Cómo es que hablando con Jenny
agravaría el problema que tienes con Patty?.
―No es eso,― dijo Crystal dejando sus llaves en la mesita auxiliar.― Pero
como es habitual en Doc, me dio un montón de cosas en las que pensar.―
Agitó su cabeza.― No sé cómo explicarlo.
―¿Qué tal si vamos al sofá y te abrazo mientras tú intentas encontrar la
forma de hacerlo?,― sugirió Laura posando las manos en sus hombros y
dirigiéndola hacia donde quería.
―No lo sé. Para entonces estaba tan cabreada que me metí en el coche y me
largué.― Sacudió su cabeza.― Supongo que Doc tenía razón cuando me dijo
que estaba enfadada con Patty porque defiende a la vieja.― Metió la mano
en su bolsillo buscando el paquete medio vacío de cigarrillos.― Necesito
fumar.― dijo.― ¿Podemos ir afuera?.
―El modo en que reaccionó cuando supo que éramos amantes…― Crystal
tomó una larga calada.― Tal vez deberías hablar con ella.
―¿Y si Jenny quiere que vuelvas?,― preguntó Crystal en voz baja, dejando
al descubierto sus inseguridades.― Tienes que admitir que ella es mejor.
―No,― dijo Laura rápidamente, presionando sus dedos contra los labios de
Crystal.― No hagas eso. No quiero volver con Jenny. Te quiero a ti. Si no
crees en nada más, al menos cree esto. No importa lo que Jenny diga o haga,
no va a cambiar lo que siento por ti.
**************
―Buenos días,― dijo Jenny dando un paso atrás para dejar pasar a Laura.―
¿Qué haces aquí?.
―Ya sabes sobre qué,― dijo Laura.― Crystal y yo. Comprendo que no
estuvieras especialmente contenta cuando te enteraste.
―Como me sienta a cerca de eso es irrelevante,― dijo Jenny, cruzando sus
brazos y apoyándose sobre el marco que separaba el salón de la cocina.
―Oh, no juegues a eso conmigo,― dijo Jenny peinándose el pelo con los
dedos.― ¿Cómo pudiste?.
Tres años de vivir y amar a la mujer que ahora estaba de pie delante de ella
enseñó a Laura muy bien que, en éste momento en particular, ella y Jenny
iban a tener una discusión.
―Haces que suene como si hubiera desvirgado a una ven doncella,- dijo
cruzando sus brazos sobre su pecho y reclinándose hacia atrás.― Fue con
consentimiento mutuo.
―¿De qué va esto, Jen?. ¿Del hecho de que Crystal y yo somos amantes y de
que tú y yo no lo somos?,― preguntó Laura.― Intenté que volviéramos
durante casi cuatro años y tú me rechazaste todas las veces. Lo único que
podía esperar era un polvo ocasional.
―¿Cómo podría confiar en ti otra vez?,― preguntó Jenny.― ¿Crees que fue
fácil para mí darle la espalda a tres años de mi vida?.
―Pareció bastante fácil por lo que estuve viendo,― dijo Laura, intentando
con todas sus fuerzas mantener su tono de voz tranquilo ante el aumento de
tensión. Se plantó detrás de Jenny poniendo sus manos sobre los hombros
de la terapeuta.― Sé que fue culpa mía, pero me dolió enormemente cuando
te largaste,― admitió.
―Lo sé,― dijo Laura despacio. Siguiendo los pasos de Jenny, se sentó en una
silla cerca de ella.― Jen, ésta no es la primera vez que estoy con alguien
desde que rompimos. ¿Por qué ahora?.
―No te tomabas en serio a las otras mujeres,― dijo Jenn.― Solías salir
unas cuantas veces con ellas, contarme todos sus defectos y por qué no
podías mantener ningún tipo de relación con ellas antes de ir hacia la
próxima conquista.
―Lo recuerdo,― dijo inclinándose hacia delante de modo que sus codos se
apoyaran en las rodillas.― Recuerdo que llegué a amenazar a Peter con un
martillo por habérmela enviado.
―¿Entonces por qué?.― Jenny bajó su mirada a la alfombra.― ¿Por qué ella
por encima de las otras?.
―Ahí vas otra vez, Laura. ¿No entiendes que hay mucho más en una relación
que amor?.
―¿Y si hubieras vuelto a casa antes que yo, habrías eliminado el mensaje?.―
Jenny se pasó los dedos por su pelo castaño.― ¿No lo entiendes?. Después
de lo que sucedió, la confianza entre nosotras desapareció, y sin confianza
no podía haber relación. Siempre me preguntaré si me habrías contado la
verdad o habrías intentado ocultarme otra aventura. No podía vivir con eso.
―Jen, nunca quise hacerte daño.
―Lo hice,― admitió.― Y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo. Soy
muy afortunada porque decidieras que siguiéramos siendo amigas. Estoy
segura de que muchas exs no lo harían.― Sintió a Jenny apoyarse contra
ella.― Eres muy importante para mí, nunca lo dudes.
―No me había dado cuenta de que era tan tarde,― dijo Jenny mirando su
reloj.― Mi primera cita viene a las nueve.
Jenny asintió.
―Sí, estamos bien,― dijo.― Solo hay algunas cosas que debo aclararme a mí
misma, eso es todo.
―Suena bien,― dijo Jenny.― Ahora coge y lárgate de aquí.― Tengo que
darme una ducha.
***********
―Uh, uh,― dijo Crystal desliando sus manos hacia abajo hasta las caderas
de Laura.― Dijiste que teníamos quince minutos.
―Hace calor aquí,― dijo Crystal mientras el botón era abierto y revelaba la
desnuda piel. Escuchó la brusca inhalación de Laura y se sonrió a sí misma
sabiendo que sus traviesas manos eran la causa.― Te quiero.― susurró y
desabrochó el siguiente botón besando la nueva piel expuesta. Trazando el
borde del sujetador de Laura con los labios, dejó salir su lengua para probar
la piel ligeramente salada.
Cerrando los ojos mientras recibía otro de los maravillosos besos de Laura,
Crystal usó sus dedos para abrir los dos ganchos que mantenían el sujetador
cerrado. Ahora, sin nada para impedir su progreso, movió sus manos hacia
delante cubriendo cuidadosamente los pechos de Laura, sus pulgares
moviéndose suavemente arriba y abajo sobre los endurecidos pezones.
Respondió al gemido de su amante con el suyo propio cuando sintió se
sujetador ser desabrochado. Reticentemente, rompió el beso.
Crystal estuvo agradecida por los brazos que la agarraban cuando la parte
de atrás de sus piernas chocaron contra el sofá. Levantando los brazos,
permitió a Laura que le quitara el sujetador y la camisa a la vez, sonriendo
tolerantemente cuando la escritora las plegó y las dejó en una silla cercana.
―Me gusta la idea,― dijo Laura dirigiendo sus dedos hacia el botón de los
vaqueros de Crystal.
―Oh Laura, sí,― dijo cuando la escritora se movió entre sus muslos y se dio
cuenta de lo que su amante intentaba. Unos suaves besos depositados en la
parte interior de los muslos la hizo temblar brevemente antes de que los
labios de Laura se ocuparan de su centro. Se sacudió con el primer roce de
la lengua de Laura entre sus húmedos pliegues, sabiendo que iba a ser
llevada más alto que ninguna otra droga jamás podría hacer. Parecía que
Laura la tocaba por todas partes, conocedoras manos moviéndose por sus
muslos, caderas y pechos, labios y lengua moviéndose a un paso
desesperante sobre su zona íntima. La lengua de Laura estaba fría al
principio en comparación a su sobrecalentado centro. La cabeza de Crystal
se movía de lado a lado y enganchó su pierna por detrás de la cabeza de
Laura mientras los dedos de la escritora comenzaron a excitar y atormentar
sus pezones, estrujándolos a un ritmo que casaba con los lametones de la
lengua contra su clítoris.
―No puedo creer que todavía los lleves puestos,― dijo, moviéndose
lentamente del abrazo de Laura y quedando en posición sentada.
―Estaba un poco ocupada,― dijo Laura, moviéndose para darle un rápido
beso.― Oh, mis rodillas me están matando.
―Oh, hay que hacerlo ¿verdad?,― preguntó Laura con las manos
descansando sobre la espalda y hombros de Crystal.― ¿Y qué hay si todavía
no he terminado contigo?.
―La ropa,― dijo Laura acercándose a la pila de ropa cerca de las rodillas de
Crystal.
―Pero…
―Pero nada. En un minuto no te va a importar un carajo dónde está la
ropa,― dijo Crystal. Empeñada en ganar ésta pequeña batalla comenzó a
recorrer con la yema de los dedos la parte interna de los muslos de Laura.―
Por una vez, no te preocupes de eso. Solo túmbate y siente.- Entonces
Crystal se concentró en darle a Laura el mayor placer usando sus dedos,
labios, todo lo que tenía a su disposición para enviar a su amante a la cúspide
una y otra vez, olvidando el montón de ropa arrugada.
*******
―Hey, Doc,― dijo Crystal cuando abrió la puerta.― Venga entra, Laura está
en la cocina.― Dio un paso atrás para dejar pasar a Jenny.― ¿Puede hacer
más frío ahí afuera?.
―Espero que eso no signifique que vamos a tener un invierno brutal,― dijo
Jenny sacándose la chaqueta y colgándola en el perchero junto a la puerta.―
Vas a tener que cambiarte esa chaqueta vaquera tuya por otra algo más
caliente.
―Y ¿por cuánto tiempo crees que Laura te va a dejar salir allí fuera con esa
cosa tan fina?,― preguntó Jenny con el mismo tono bajo de voz.
―Con suerte, dos semanas más. No voy a ganar dinero extra hasta entonces.
―Hey, ¿de qué estáis hablando vosotras dos ahí?,― gritó Laura desde la
cocina.
―Y sobre eso,― dijo Laura moviéndose por la puerta que separaba la cocina
y el salón.― Quién sabe, puede que algún día ella me quite una o dos. Es
sabido que los milagros ocurren.
―¿Quieres decir que algún día me pararé y encontraré una pelusilla de polvo
bajo el sofá?,― preguntó Jenny.
―Bueno, no presiones tanto,― dijo Laura poniendo sus brazos en jarra
sobre sus caderas.― Pero me he convencido que no es un crimen dejar la
ropa sin plegar después de habérmela quitado.
―Estás bromeando.
―Ah, ah, ah,― Jenny alzó su dedo índice,― Lo has olvidado ¿no?.
Laura le ofreció una confusa mirada por unos instantes antes de que su
memoria recordara.
―Oh.
―Como dije, te levantaste en mitad de la noche y los lavaste, pero aún así lo
consideré una victoria,― dijo Jenny, su postura cómoda y relajada sin que su
cuerpo se agitara por las emociones que Crystal había visto al final de su
última sesión con la terapeuta. Había preguntado, pero Laura había dicho
muy poco de la conversación que tuvo con Jenny, solo que pensaba que había
ido bien. Si el cambio de Jenny era alguna indicación, su encuentro había
sido un éxito total, como podía ver Crystal. Todavía había preguntas que
debían ser contestadas antes de que se convenciera totalmente de que las
cosas estaban completamente bien entre las tres.
―Hey Doc, voy a fumarme un cigarrillo antes de que lleguen los chicos.
¿Vienes a hacerme compañía?,― dijo Crystal mientras deslizaba la puerta
corrediza esperando por un respuesta. Como había supuesto, Jenny la siguió
fuera a la terraza cerrando la puerta detrás de ella.
―Así que,― dijo moviéndose para que el humos flotara lejos de donde
estaba Jenny― ¿todavía tendremos nuestras sesiones regulares?.
―Tú eres la que está siempre diciéndome que los cambios no suceden de la
noche a la mañana,― dijo Crystal tomando otra calada de su cigarrillo.
―Sabes que odio cuando mis propias palabras se vuelven contra mí.― Hizo
una pausa.― Pero es cierto. Laura y yo tenemos una relación muy especial y
es muy duro para mí verla con alguien más.― Se movió más cerca de
Crystal.-―Pero también quiero que sea feliz y lo tiene bien claro que eso es
estando contigo.
―¿Qué si creo que vosotras dos tenéis una oportunidad de que vuestra
relación funcione?. Totalmente,― dijo Jenny.― ¿Qué si creo que va a ser
fácil?. No. Os tomará muchos sacrificios y compromisos hacer que funcione,
pero si os amáis la una a la otra, funcionará. ¿Ahora podemos ir adentro?.
Está helando aquí fuera.
―Sí,― dijo Crystal. Dio un paso hacia la puerta y luego de detuvo.― Hey,
¿Doc?.
―¿Sí?.
―Sabes...pensé que estaba tan jodida que nadie jamás estaría conmigo y,
mucho menos que se enamoraría de mí.― Crystal miró hacia abajo tratando
de encontrar las palabras adecuadas.― Pero...ahora veo las cosas de
diferente manera a como las veía hace cuatro meses. He....he...
―Eso creo. Lo que estoy intentando decir es que esto no habría pasado si no
fuera por ti.
Jenny se acercó.
―Fuiste tú, amiga mía,― dijo empujando suavemente a Crystal con el dedo
índice.― Yo no soy la razón de tu cambio, solamente soy la que te ayudó a
que vieras que el cambio era posible. Recuerda, fuiste tú la que vino a mí a
pedirme ayuda. Tú diste el primer paso. Ahora...― puso sus manos sobre los
hombros de Crystal.― Vámonos antes de que me muera de frío aquí.
***********
―Tía Crystal, tía Crystal, ¿me has traido un regalo por mi cumpleaños?,―
preguntó.
―Mami ha dicho que se supone que no debes preguntar por los regalos,―
dijo Jessica con su mejor tono de reprimenda cuando los dos llegaron hasta
Crystal.― Tia Crystal, me han puesto una A en mi exámen.
―Hey, su caja es más grande que la mía,― dijo con voz de niño mimado.
―Muy bien,― dijo Laura, quitándole el paquete sus manos.― Te diré una
cosa. Tú vas a decirle a tu madre que estamos aquí y tu tía Crystal y yo
llevaremos los regalos adentro.
Patty hizo una pausa tan solo unos segundo y lo dejó estar.
―Muy bien, pero tendrás que esperar hasta después de tu tarta y del
helado para abrir los otros regalos.
―Gracias tía Laura,― dijo. Crystal intercambió una sonrisa con su amante
mientras Laura se agachaba para otro abrazo.
―Abuela, mira lo que la tía Crystal me trajo,― dijo la niña excitada alzando
la caja.
Sin querer, Crystal se encontró con los ojos de su madre, y por un momento,
se encontró incapaz de desviar la mirada de la cara de tristeza de la vieja
mujer. En esa fracción de tiempo, Crystal recordó la mañana de unas
Navidades muchos años atrás cuando su madre le entregó felizmente un
regalo. No podía recordar qué regalo era o dónde estaba su padre o su
hermana, pero sí recordó ser abrazada por su madre, sostenida por esos
brazos y por un breve instante sintiéndose especial. Ese flash de su
memoria desapareció devolviéndola a la realidad y, para su sorpresa, un
sentimiento diferente al enfado hacia la persona que le había dado la vida.
―Parece que vamos a tener que desenmarañar esto antes de que podamos
ponértelo,― dijo Crystal mientras miraba la pila de collares en el vestidor
de Jessica.― ¿Necesitas ayuda para hacerlo?,― preguntó de espaldas a su
sobrina.
―No, yo puedo,― dijo Jessica dejando la caja sobre la cama y quitando las
piezas de plástico rosa. ¿Tuviste un estuche de maquillaje como este cuando
eras pequeña?.
Crystal continuó fijando su atención en la pila de collares enredados.
―¿Hmm?.
―Mami dijo que ella no creía que tú odiaras a la abuela, pero que hablaría
contigo otra vez, y la abuela dijo que no, porque entendía por qué la
odiabas.― La niña ladeó la cabeza, un gesto muy típico de su madre.― ¿Qué
te hizo la abuela para que la odies, tía Crystal?.
―Dijo que lo sentía,― dijo Jessica.― Cuando lloraba. Le dijo a mamá que lo
sentía muchísimo.
―Aquí, dame eso,― dijo Patty alzándose sobre sus pies y cogiendo el
plato.― Thomas, si has terminado el tuyo, dame el plato, lávate las manos y
entonces podrás abrir el resto de tus regalos.
Crystal pensó en ayudar, pero sabía que Laura lo tenía todo bajo control
mientras la cubertería desaparecia de encima de la mesa. Tenía la sensación
de ser observada y giró su cabeza para cazar a su madre mirándola. La
mujer mayor miró a otro lado rápidamente pero no antes de que Crystal
viera la tristeza en su cara.
Crystal quería decir que no, que lo había reconsiderado, pero era demasiado
tarde. Reticentemente asintió.
―Tal vez la cocina sea un buen lugar para charlar,― sugirió Laura haciendo
un gesto con su cabeza en dirección a los niños.
―No creo que sea un buen momento para esto, independientemente de la
habitación en la que sea,- protestó Patty mientras ayudaba a levantarse a su
madre.
―Quiero hablar con ella a solas,― dijo cuando Patty siguió a su madre por la
cocina.
―Me quedo,― dijo firmemente Patty, guiando a su madre hacia la silla más
cercana.
―No,― dijo Crystal,― esto es entre nosotras.― Se movió hasta el lugar más
alejado de la mesa queriendo poner la mayor distancia posible entre ella y su
madre.
―Está bien,― dijo Margaret a su hija más mayor,― quédate con los niños.
Incapaz de hacer salir las palabras, Crystal oyó la voz de Laura y luego la de
Patty a través de la puerta cerrada. Sintiendo que el suelo se agitaba, le
tomó un segundo imaginarse que los niños andarían corriendo por el pasillo.
Hizo una nota mental para preguntarle a su amante sobre ello más tarde,
entonces se giró y volvió a centrar su atención en la mujer que tenía
delante. Inhalando profundamente, levantó los ojos para encontrarse con los
de su madre, viendo la misma mirada que presenció antes. Las rabiosas
palabras que habían estado esperando tanto tiempo para salir, estaban
atascadas en su garganta sin querer salir en el momento en el que podían
hacer más daño.
―Maldita seas, Doc,― susurró, girándose y caminando hacia la ventana.
Parte de ella deseaba tanto azotar verbalmente a su madre y hacerla
pedazos. Después de todo le vino bien enumerar en sus sesiones de terapia
con Jenny todos los defectos de su madre. ¿Qué peso aguantaban sus
espaldas ahora?.
―¿Te contó cómo tuve que acostarme con hombres para poder ganar
suficiente dinero?,― parte de ella tomó una sensación de orgullo con la
aflicción de su madre, pero al mismo tiempo otra parte la hizo sentir hueca,
un doloroso vacío que todas las palabras de odio del mundo no podrían jamás
llenar. Dándole una patada a la silla, la empujó y se sentó sobre el asiento de
vinilo.― Hice lo que tenía que hacer.― dijo suavemente.― No podía volver al
infierno.― Cruzando los brazos por delante, se inclinó sobre la mesa.― Solía
soñar que algún día tú vendrías y que nos alejarías de él, que dejarías de
beber y que serías una madre para nosotras como la que tenían los demás.
Una que se preocupara por sus hijos, que se asegurara de llevar a sus hijos
al colegio con la ropa limpia, que les hiciera la cena en lugar de hacerles
preparársela ellos mismos.― Ignorando la presión en su pecho, Crystal
continuó presionando, bajando su mirada hacia la nada.― ¿Por qué?,―
Tragando con dificultad subió la cabeza para mirar a su madre.― ¿Por qué
no podías ser como las otras madres? ¿Por qué no te podías haber
preocupado por nosotras como te preocupabas del maldito wishkey?.
―¿Crystal?
―¿Sí?.
―¿Discutisteis tú y la abuela?.
―¿Cuándo?
―Uh…no lo sé.
―¿Qué hay la semana que viene?,― sugirió Laura.― Eso me dará tiempo para
prepararlo todo.
Patty asintió.
―Vale mamá.
―Um, iré a encender el motor para que vaya calentándose,― ofreció Laura,
aunque no hacía tanto frío como para eso.
―No puedes esperar que todo vaya maravillosamente bien entre nosotras,―
dijo mientras cogía uno para ella misma y lo encendía.― Y nunca voy a ser
tan agradable con ella como lo eres tú, así que no lo esperes.
―¿Pero…?
―Y quién sabe lo que puede pasar a partir de ahí,― dijo Patty, añadiendo su
humo a la nube que ya les rodeaba.
―De qué va a ser,― dijo Patty,― de ti, pero le dejaré a ella que te lo
cuente.
―Dímelo.
―Tú también,― dijo Patty.― Jessica se parece mucho a ti. Vas a pasarlo
muy bien con ella la semana que viene. Se mete en todo.
―Estoy segura que puedo arreglármelas con ella durante unas horas.
―¿Estás bien?.
―Sí, eso creo.― Sonrió cuando sintió que Laura le apretaba la rodilla
reconfortántemente.― Estaré bien, de verdad. Es solo…no sé, el
cansancio.― Entrelazó sus dedos con los de Laura.― Te quiero.
―No, solo quiero ir a casa,― dijo Crystal apretando su frente contra el frío
cristal.― Ir a casa y meterme bajo una bonita y gruesa manta contigo.
―Suena bien, sabes que me encanta enroscarme contigo,― dijo Laura
bajando la velocidad para incorporarse a la autopista.
―¿Realmente quieres saberlo?,― dijo Laura. Está bien. Le dije que pensaba
que estaba siendo injusta contigo y que debía dejaros que arreglaseis
vuestras cosas solas.
―¿Y qué dijo ella? Oí cómo levantabais las voces un par de veces.
―Primero envió a los niños a que se pusieran sus pijamas. Me alegro de que
lo hiciera, porque no quería discutir con ella en frente de los niños.
********
―¿Oh, si?. ¿Cómo qué?,― preguntó Crystal inclinándose hacia atrás sobre el
cálido cuerpo de su amante.
―Tienes razón, susurró Laura moviendo sus manos perezosamente por las
costillas de Crystal. Llegando al primer botón, lo abrió lentamente.― Tú, yo…
― otro botón abierto revelando un pedazo de piel.― Agua caliente con
mucho jabón que hace que todo esté más resbaladizo y agradable.― Unos
rápidos tirones más y la camisa de Crystal fue liberada, los restantes
botones abiertos con facilidad. Sus dedos llegaron a los ganchos de la
espalda del sujetador mientras sus labios se acercaban a los de Crystal.
Ese era todo el ánimo que necesitaba Crystal para seguirla escaleras arriba
hacia el baño. Después de poner el tapón para llenar la bañera, Laura abrió
los grifos de agua fría y caliente, ajustando sus intensidades hasta que la
tuvo a la temperatura adecuada.
―No tienes elección,― susurró Crystal contra sus labios, sus mano
moviéndose entre sus cuerpos y deslizándose por debajo de la gruesa
sudadera.
―Lo próximo sabes que será dejar los platos sucios en el fregadero durante
toda la noche,― dijo Crystal.
―Lo sé,― dijo Crystal cerrando los ojos mientras sus manos se deslizaban
por la nuca de Laura.― El espejo está todo empañado.
―Oh, ¿es así cómo lo sabes?,― preguntó Laura, su sonrisa burlona haciendo
juego con la de su amante. Enganchando los dedos por dentro de la cinturilla
de los vaqueros de Crystal, desabrochó el botón suavemente y bajó la
cremallera.― ¿Crees que es a causa del agua caliente?.
Incapaz de resistirse a los suaves muslos que tenía a tan solo unas pulgadas
de ella, Laura se inclinó hacia delante y besó la cremosa piel.
―Eres tan preciosa,― dijo mientras sus manos subían y bajaban por sus
piernas.
Encantada con el efecto que sus caricias estaban provocando, Laura se dio a
sí misma una satisfecha sonrisa y finalizó su tarea, plantándose solo cuando
Crystal estuvo completamente desnuda. Presionando sus cuerpos juntos,
Laura le dio un largo y pasional beso.
―¿Si queres que lo haga?,― dijo Laura mientras empujaba la cortina para
descorrerla.― O podemos meternos en la bañera y demostrártelo.
―No parece que haya mucha agua.― dijo Crystal mientras se ayudaban la
una a la otra a entrar.
Laura sonrió.
―Uh huh,― dijo Laura con recelo, frotando sus pulgares adelante y atrás
sobre los erectos pezones.― Eso no es lo que dijiste anoche. Si lo recuerdo
correctamente, me llamaste zorra.
―Pero tienes que admitir que la espera valió la pena. No tengo la intención
de acelerar las cosas ésta noche tampoco,― advirtió. Crystal gimió y se
arqueó con sus caricias, haciendo que el agua pasara entre sus cuerpos.―
Agradable y lento,― dijo Laura en tono seductor moviendo sus manos hacia
abajo por el cuerpo de Crystal hasta que se hundieron bajo el agua,
entonces subiéndolas otra vez para volver a capturar los duros pechos.―
Agradable y lento― repitió otra vez con un susurro lascibo antes de
recorrer con su lengua el camino desde el cuello de Crystal hasta su oreja.
―Vas a volverme loca,― dijo Crystal mientras los ocupados dedos de Laura
pellizcaban y apretaban sus pezones.
―Una grandísima zorra que te ama,― dijo Laura, moviendo sus manos por
debajo del agua otra vez, ésta vez llegando hasta la cuva de las piernas de
su amante y abriéndose paso suavemente por entre los rizos rubios.― Podría
pasarme todo el día tocándote,― confesó, disfrutando la manera en que las
caderas de Cystal se alzaron en respuesta a sus gentiles caricias. Viendo las
espesas burbujas tapando totalmente los pechos de Crystal, sintió la
necesidad de volver a visitarlos, pero cuando comenzó a subir sus manos,
notó sus muñecas sujetas en un firme agarre.
―Ya está bien,― dijo Crystal retorciendo su cuerpo hasta que estuvieron
cara a cara. Antes de que Laura pudiera reaccionar, se encontró a sí misma
aplastada contra la pared de la bañera.― ¿Piensas que eres la única que
puede torturar?,― le preguntó mientras un insistente muslo presionaba
entre sus piernas.― Recuerda que yo fui streaper. Y cuando se trata de
torurar, soy una experta.
―Me alegro,― dijo Laura envolviendo a Crystal con sus brazos para
acercarla.
―Tal vez el baño no era tan buena idea, después de todo,― dijo Laura
bajando sus brazos y subiendo a Crystal para besarla.
―¿Por qué?,- preguntó Crystal con fingida inocencia mientras sus dedos
apretaban los pezones de Laura.― ¿Hay algo que querías?.
―¿Creí que lo que dijiste era que tan solo teníamos que aprender nuevas
posturas?,― contestó Crystal moviendo su mano izquierda entre sus cuerpos
y deslizándose por debajo del agua.
―No creo que haya una postura que sea cómoda para las dos para lo que
quiero hacer aquí adentro,― dijo Laura levantando su rodilla para darle un
mayor acceso a su amante. Jadeó cuando los dedos de Crystal encontraron
su objetivo.
―Oh, sí,― silbó Laura dajando caer su cabeza hacia atrás contra la pared y
cerrando los ojos mientras sus caderas se movían por voluntad propia.
―Quiero decir…- hizo una pausa para asegurarse de cómo expresar sus
pensamientos con palabras.― ¿Sentirás siempre lo mismo que sientes ahora
por mí?.
―Ya sabes lo que me haces cuando me hablas de esa forma,― dijo Crystal
provocando la risa de Laura.
―Uh huh,― murmuró Crystal moviéndose hacia abajo para capturar el pecho
izquierdo de Laura con su boca mientras su mano le hacía compañía a su otro
pecho.
―No antes de que salgamos de aquí y nos metamos bajo las mantas,― dijo
Crystal mientras se levantaba y las burbujas se escurrían por su cuerpo.―
Hace frío aquí.
****************
―¿Cómo puedo saberlo?,― dijo Crystal.― Espera, tengo que girar por aquí.
―El avión de tía Helen se supone que llega a las 16:30,― dijo Laura.― Estás
junto a la pared.
―Lo sé, aguanta, voy a ponerlo sobre el pie y sujétalo mientras te vas
acercando y levantándolo. Entonces lo sujetaré con los tornillos y estará
listo,― dijo Crystal mientras se agachaba.― ¿Crees que podemos decorar
ésta cosa en las próximas dos horas?.
―Sí, solo intenta ir acercándote despacio,― dijo Crystal.― Todavía digo que
las luces tienen que ser intermitentes. De otro modo, ¿por qué molestarse
en ponerlas?.
―¿Es ese “más grande” bueno o malo?,― preguntó Crystal.― Dijiste que
podía elegirlo y pensé que éste tamaño estaría bien.
―Cuando era como Jessie pasábamos los días de una casa en otra. No tenía
sentido preocuparse en poner un árbol en una casa donde posiblemente no
estaríamos. Laura dio un paso atrás y abrió una de las cajas que había
encima de la mesita de café.― Y, por supuesto, nosotras no vamos a estar la
mayor parte del día aquí.― Escrutó el árbol.― ¿Cómo se puede saber si es el
tipo de árbol que pierde las agujas?.
―Michael dijo que se podría ver su casa desde el espacio,― dijo Crystal
mientras le cogía a Laura el cordón de luces. ¿Cuántos tienes de éstos?.
―Sí, eso tiene sentido,― dijo Crystal agachándose para enchufarlas. Luces
rojas, verdes, azules y naranjas comenzaron a brillar sobre las verdes
ramas.― Ésta funciona.― La desenchufó y cogió la que sostenía Laura.―
Ésta también funciona pero no parpadea.
―Eso no es el fin del mundo,― dijo Laura mientras seguía desaciendo los
nudos.― Además, creo que tienes que dejar que se calienten un poco antes
de que comiencen a parpadear.― Se agachó y rodeó los hombros de Crystal
con su brazo.― Y si no parpadean podemos comprar unas nuevas.
―Un poquito,― dijo Laura con una sonrisa.- Pero está bien. Creo que es muy
mono.― Besó la punta de la nariz de Crystal y se puso de pie.― Para ser
honesta, no he estado tan excitada por la Navidad en años. El árbol fue una
buena idea.
―¿Te das cuenta que van a ser las primeras Navidades desde que era niña
que no voy a estar borracha?.
―Te diste cuenta, ¿verdad?,― miró hacia abajo a la tira de luces que
sostenía, inconsciente de la sonrisa que cruzaba por sus labios.― No dijiste
nada.
―Tú tampoco dijiste nada,― dijo la mujer de pelo negro.― Al principio no
sabía si lo habías dejado o solo apartado de momento. Creo que no lo has
hecho en al menos dos semanas.
―No tiene que ser tan bonito como el de mi madre o el de Peter,― dijo
Laura.― No es una competición.
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―Pensé que dijiste que no era una competición,― dijo Crystal desde su
posición recostada sobre el sofá.
Laura cuidadosamente sacó una bola verde del árbol y la dejó en la caja.
―¿Y qué esperabas si no paras de mover las cosas de un lado para otro?,―
dijo Crystal.― Sé que el botón de esa tira de luces no está donde la dejé
ayer.
―El próximo año vas a adornar el árbol tú solita,― dijo Crystal mientras se
levantaba y se dirigía hacia la cocina.― No creas que no os he oido hablar a
ti y a tu madre sobre…― hizo comillas con los dedos― el árbol perfecto.―
¿Quieres café?.
―Está muy bonito,― dijo, aunque pensó que no había nada malo en la forma
que estaba adornado la noche anterior.― Bonito e incluso…ah…
―Es nuestro primer árbol.― ¿Cómo podría ser algo menos que el mejor?.
―Te das cuenta que me estás dejando como una compulsiva.― señaló Laura.
Poniendo sus brazos alrededor del cuello de Laura para traerla más cerca,
Crystal dijo…
―No me refería a ese regalo, pero gracias por decírmelo, así puedo dejar de
buscarlo por aquí.
Siempre.
FIN