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EL CORAZÓN DE CRISTAL

La multitud gritaba más fuerte mientras las luces se apagaban. Entre


bambalinas, Crystal comprobó dos veces que los ajustes de su vestimenta
con frutas estuvieran bien. Escuchó al director de producción, Rick, dar la
bienvenida a todo el mundo y dar a conocer la lista de mujeres que se
presentarían esa tarde. Todos eran nombres conocidos para ella, habiendo
trabajado ya casi seis meses en el salón Tom Cat. Dos mujeres con escasa
vestimenta arreglaban sus trajes listas para tomar sus posiciones en el
escenario. Crystal inclinó la cabeza y esperó al lado del punto central.

—¡¡¡Y bien!!! Sin tardar más,... — dijo Rick. —Tengo el gusto de presentarles
a las Tom Cat Kittens, con su protagonista principal, ¡¡la gatita del mes
Crystal Peaks!!

La multitud gritó más fuerte mientras las luces iban tornándose tenues. La
cortina subió y la música comenzó. Crystal envolvió su brazo izquierdo
alrededor del tubo, esperando el momento justo. La conducción, el toque
erótico, fue diseñado para captar el estado de ánimo carnal del público, y la
rubia bailarina de striptease sabía cómo usar ese estado de ánimo para
ventaja suya. Mostrando su sonrisa falsa a la audiencia, sus ojos
escudriñaron las mesas más cercanas al escenario. La experiencia le había
enseñado muy bien y Crystal pudo rápidamente escoger a sus principales
posibles clientes. Escogiendo al mejor pretendiente, un hombre de mediana
edad que sujetaba varios billetes en su mano, le guiñó el ojo y dio vueltas
alrededor del tubo. Las demás chicas a ambos lados de ella hicieron lo
mismo, y llevaron a cabo la misma rutinaria actuación.

Conforme la música iba cambiando Crystal tiró de su corsé arrancándolo con


fuerza de su cuerpo dándole una sonrisa falsa en respuesta a sus
aclamaciones, sacudió y meneó sus senos como muchas otras veces lo había
hecho, manteniendo su mirada en él, pensando para sus adentros fríamente.
Mira todo lo que quieras, jamás lo tendrás, oscilaba por el centro y se movía
haciendo que sus pechos cubiertos de aceite saltaran y se balancearan al
ritmo de la música.

Esta noche, sin embargo, el destino tuvo otros planes para la joven artista
de striptease. Conforme avanzaba por el borde del escenario y se inclinaba
para que su cliente colocara algunos billetes a lo largo de su tanga, una mano
grande se extendió hacia ella y la empujó fuera del escenario. Crystal se
encontró de pronto en el regazo de un hombre parcialmente calvo, la mano
todavía agarraba su brazo.

—Quiero un poco más que una simple sacudida por mi dinero, cariño— le dijo
lascivamente, usando su mano libre para tomarse la libertad de tocar sus
pechos expuestos. Su fuerte agarre no le permitía liberarse, obligándola a
soportar las caricias hasta que los gorilas de seguridad llegaron y le
quitaron de encima al cliente ofensor.

Por más que quiso Crystal un minuto para poder recuperarse, una señal de
Rick la forzó a volver sobre el escenario.

Varias filas atrás, el camarero colocó una bebida en la mesa. —¿Se les
ofrece algo más?— preguntó.

—Estoy completamente servido— dijo el hombre mirando a su compañera


sorprendentemente bella. —¿Qué hay de ti Laura?—

Ella sostenía su vaso a medio acabar.

—Estoy todavía trabajando en este, Peter.— Colocó su pluma sobre su


cuaderno de notas y sonrió burlonamente. —Recuerda, emborracharme no
ayuda a tu causa en absoluto. Mejor gasta tu dinero en 'clavarlo' por ahí.—
Señalando a uno de los gorilas de seguridad.

—No me digas, eso ni en sueños — Peter contestó. Pasó sus dedos por su
delgado cabello rojo y miró al de seguridad otra vez. —¿Tu piensas que él lo
es?—

—Bueno— ella tomó otro sorbo de su whisky escocés con soda. —Si él es...,
sería mejor que él fuera el que recibiera y no el que te diera o serás un
pequeño hombre dolido por la mañana.—

—Oh, pero a un hombre le gusta eso — Peter suspiró, ganándose una risa
ahogada de ella. —¿Y qué hay de ti?— Hizo señas con sus ojos hacia el
escenario. —Un par como aquellos podría sofocarte.—

—Sí, excepto qué me tengo que ir — Laura terminó su bebida e hizo una
seña al camarero. —Además no es por eso por lo que estamos aquí.—

—Si, si... sé que solo quieres obtener información para tu historia. ¡Santo
Dios! ¿Acaso vas a ser una amargada para siempre?—
—No soy una amargada — dijo fríamente. —Simplemente no pienso que una
artista de striptease sea exactamente lo que estoy buscando para que sea
mi pareja, eso es todo.—

—¿Quién habló sobre un compromiso de por vida?, estoy hablándote de


llevarte a la Señorita de Enormes Tetas a tu apartamento y mecer su mundo
por la noche.— Se apoyó hacia atrás y encendió un cigarrillo. —Vamos Laura.
Tu necesitas más en la vida que solo tu ordenador y tus historias, tienes que
admitir que ella es un digno y bonito paquete que admirar.—

—Gracias, pero no Peter. Estamos bien aquí, puedo ver correctamente cada
detalle.— Bebió el contenido dejando que el líquido quemara a través de su
garganta.

—Es tu elección.— Moviendo su cabeza. —No esta mal dejarse caer en el


'heno' de vez en cuando.—

—Eres tan lujurioso, Peter.— Con una sonrisa. —Estas viviendo con Michael,
y andas corriendo de allá para acá como si fueras soltero. Deberías comprar
condones por si acaso.—

—Por lo menos yo no necesito que un calendario me recuerde cuando fue la


última vez que tuve relaciones sexuales.— Laura le dirigió una mirada de te
voy a matar pero el joven sonrió burlonamente y miró de nuevo hacia el
escenario.

—Di lo que quieras querida. Yo digo que aun así te mueres por ella.—

—No me muero por ella — resopló dándole un codazo en el brazo.

—¿Entonces por qué no has encontrado una compañera nueva para tu


apartamento? Sabes muy bien que no puedes mantener ese apartamento tu
sola.—

—Eres mi agente de alquiler, ¿cómo se supone que debo conseguir a alguien,


si no muestras el apartamento?— Le replicó mientras agitaba su palillo para
remover su bebida.

—No he podido encontrar todavía a alguien que cumpla tus altos


requerimientos, Laura. No creo que ni el mismo Papa pueda cumplir con tus
requerimientos.—

—¿Crees que estoy siendo irrazonable?—


—¿Irrazonable?— Peter tiró su cabeza hacia atrás y rió. —Quieres una
persona que no fume, que no beba, un mes por adelantado de alquiler y
aparte un mes de depósito, no mascotas, no niños, no... —

—Ya entendí — se quejó. —No soy tan mala, pero tengo que ser capaz de
poder vivir con esa persona.— Suspiró y cogió su bebida. —¿No conoces a
algún chico gay que esté buscando un lugar para vivir?—

—No querrías a ninguno de los que conozco, créeme.— Sonrió


sarcásticamente y dio un enorme trago a su bebida. —Son todos unos
neuróticos o desesperanzados colgados de sus madres o sus ex’s.—

—Oh, ¿quieres decir, cómo tu?— bromeó.

Peter fingió estar lastimado por un momento antes de sonreír abiertamente.


—Bueno, al menos tengo a alguien que me lo haga y no solo una mano rosada y
sus 5 amigos.—

—Touché.— Laura dijo mientras miraba su reloj de pulsera. —Se hace tarde
y tengo que encontrarme con el editor mañana temprano.—

—¿No te moverán tu fecha tope de entrega?—

Laura negó con la cabeza. —¿Tu crees que pediría un crédito de un millón de
dólares y aparte pidiera más tiempo?— Se puso de pie y cogió su chaqueta.
—Gracias por venir conmigo esta noche.— Recogió su cuaderno de notas y su
bolso después Peter le ayudó a ponerse su chaqueta.

—Llámame tan pronto como puedas en cuanto tengas a alguien para el


apartamento.—

—Lo haré.— Mientras caminaban hacia la puerta Peter divisó una pizarra con
docenas de tarjetas de anuncios sostenidas en el lugar por chinchetas
multicolores. —Ah eso es una buena idea.— Metiendo la mano en el bolsillo
sacó una de sus tarjetas y la colocó en medio de la pizarra.

***

Entrando en su apartamento, Crystal echó sus llaves sobre la mesita de


café, e iba revisando su correo mientras se dirigía a la cocina. Correo
basura. —Más cuentas — se quejó, y lanzó el montón de correo en el mueble
de la alacena. Abrió el refrigerador para revelar tan solo algunos alimentos
ya caducados y un brik casi vacío de leche. De pronto pensó en comprar algo
pero ya era muy tarde y esa idea se esfumó. —¡Maldición!— La artista de
striptease abrió el congelador y sacó una pizza congelada y la metió en el
microondas, tomó un vaso de cristal de la alacena antes de encaminarse a la
sala de estar. Al lado del sofá estaba una botella medio vacía de whisky que
había comprado la noche anterior. Crystal tomó asiento y llenó el vaso antes
de alcanzar la pitillera y su encendedor. Inhaló el humo lentamente
quemando sus pulmones, contuvo el aliento un momento antes de dejarlo
salir lentamente. Casi instantáneamente sintió los efectos, su cuerpo
relajándose bajo la influencia de la marihuana. Otra larga inhalación seguida
por varios tragos de whisky. La stripper ya estaba demasiado colocada como
para recordar la cena. Encendió la televisión, presionó los botones del
control remoto hasta que encontró el canal de videos de música. Prestó poca
atención a la pantalla dándole más importancia a su bebida y al porro que
entumecía sus sentidos.

La nariz de Crystal notó un fuerte olor a humo que la hizo despertar de su


inconsciencia. —¿Pe- pero que demonios?— Con su mente aun borrosa le
tomo unos cuantos segundos más darse cuenta de que algo andaba mal. Para
entonces el fuego del microondas se había propagado por encima de las
alacenas y a través de la cocina. El fuego ya se había extendido demasiado
como para poder apagarlo con un extintor. Crystal tomó una caja de cartón
que estaba vacía y comenzó a llenar la caja de sus posesiones más preciadas;
un trofeo pequeño, una figurilla de cerámica, un álbum viejo de fotos, una
carpeta con sus documentos importantes y cuanta ropa podía salvar. Como
acto reflejo colocó su cartera alrededor de su cuello temiendo no poder
regresar después por ella. Y estaba en lo correcto.

El cuerpo de bomberos estaba ya allí, habiendo sido llamado por uno de los
vecinos. Tan pronto como Crystal salió de su apartamento, los bomberos
entraron con mangueras para apagar las llamas. La stripper miraba
impotente como los raudales de agua entraban en su apartamento, salvando
la estructura pero arruinando todo lo que había dejado dentro. Quería
gritar o no volverse loca y eligió esto último. Después de meter su
identificación y su dinero en los bolsillos, consiguió a alguien que le cuidara
la caja con sus pertenencias por esa noche. Después de asegurarse de que
no necesitaba nada más, Crystal se marchó en busca de un bar cercano.

La rubia stripper sacaba 25 dólares cuando un tipo corpulento pero


agradable se acercó a ella.

—¿Le puedo invitar a una bebida?—


—¿Acaso parece que necesito otra bebida?— Chasqueó. —Vete y
desperdicia tus palabras en alguien mas.—

—Oye solo trataba de ser agradable— protestó. —Y observé que estabas


muy sola.—

—¿Y no se te ocurrió que era porque quería estarlo?— Crystal golpeó su


vaso vacío ruidosamente sobre la barra, captando la atención del camarero.
El presunto conquistador se dio por vencido y regresó con sus compañeros
mientras ella tomaba otra bebida.

—Última llamada— el camarero dijo cuando se alejó. La stripper tomó su


bebida tan rápido como pudo, después guiñó un ojo y dio una sonrisa al
barman para obtener otra bebida más antes de que cerrara la barra.

Tambaleándose afuera con el aire nocturno, Crystal iba tropezando por el


camino hacia su incendiado apartamento y al estacionamiento donde su
coche estaba estacionado. Pasaría la noche en el asiento trasero de su auto,
estando demasiado borracha como para notar el frío de la madrugada.

***

—No Laura, no he encontrado a nadie aún— haciendo gestos con las manos
como si ella estuviera ahí. —Pondré mañana un anuncio en el periódico, ¿te
parece bien? Si, te llamaré tan pronto sepa algo... Ok bye.— Colgó el
teléfono y se reclinó en la silla. —Por favor, tome asiento señorita. ¿En que
puedo ayudarla?—

—Necesito un apartamento.— Contestó.

—Bien, usted ha venido al lugar correcto.— Sonrió y sacó una enorme


carpeta llena de fotografías. —Tenemos varios apartamentos disponibles
dentro de ocho complejos diferentes a todo lo largo de esta zona. ¿Lo esta
buscando amueblado o sin muebles, Señorita... ?—

—Sheridan, Crystal Sheridan. Estoy buscando uno que este amueblado. Pero
tiene que ser por menos de 550 y que incluya los servicios comunitarios.—

—Bien... — Peter dio su mejor sonrisa mientras juntaba sus manos. —Me
temo que el más económico que tenemos es uno de un solo dormitorio y lo
tenemos en 665. —
—Oh.— Lanzó la tarjeta de presentación que había tomado de la pizarra en
el club hacia el escritorio. —Buscaré en otra parte.—

Notando la marca de la chincheta en la tarjeta, le tomó a Peter tan solo un


segundo para darse cuenta por qué la rubia le parecía tan familiar. —
¡Espera!— Dijo excitadamente, agarrando con fuerza sus manos tratando de
esconder su emoción. —¿Estaría interesada en compartir un apartamento
con otra persona? Sé que es absolutamente adorable, tiene dos dormitorios,
balcón, terraza y cuenta con estacionamiento privado. Se renta en 450 y
usted paga la mitad de los servicios públicos.— Abrió el cajón del archivero
y sacó la carpeta del apartamento de Laura.

Crystal dudó. —No me llevo bien con compañeros de cuarto.—

—Oh, pero este es perfecto para usted—, contestó. —La mujer que vive allí,
Laura, es una escritora y pasa la mayor parte del tiempo encerrada en su
dormitorio trabajando en su historia.— Tomó la hoja de papel leyendo las
reglas que Laura pedía, lo miraba cuando Crystal sacó un paquete de
cigarrillos del bolsillo de su chaqueta de mezclilla. Sonriendo discretamente
tiró la lista de Laura en la papelera que estaba a un lado del escritorio.

—Ella es muy tranquila— aseguró.

—Bien. No puedo vivir con alguien que este jodiendo por la más mínima cosa.

—Por supuesto que no.— Peter usó su pie para empujar lentamente la
papelera bajo su escritorio. —Simplemente échele un vistazo a esto.—
Acercó una de las fotos de la zona. —¿Había visto usted alguna vez un lugar
más impresionante?, justo aquí esta la terraza, un lugar maravilloso donde
puede tomar su desayuno hasta tarde los domingos y por aquí... — le mostró
otra foto. —Esta es la mejor vista del lugar, los dormitorios están arriba así
como también un baño completo. ¿Lo ve? Privacidad y comodidad, todo en
uno.—

—Aun no estoy segura— Crystal mordió su labio inferior y miró de nuevo las
fotografías. El apartamento era mejor que el que había perdido y el costo
era sustancialmente poco. —¿Hay un cuarto de lavado en el lugar?—

—Mejor que eso.— Señaló una de las fotos. —¿Ve esas puertas con
persianas? La lavadora y la secadora están allí. Lo único que necesita hacer
es comprar su suavizante y su detergente.— Le señaló otra foto. —¿Tenía
usted un lavaplatos en su anterior apartamento?—
—No—

—Los de mantenimiento acaban de instalar uno nuevo en este apartamento


hace menos de dos meses. Seguramente una mujer tan ocupada como usted
apreciaría la conveniencia de tener un lavaplatos y las facilidades del cuarto
de lavado.—

—¿450 y la mitad de servicios públicos?—

—Exactamente. Por supuesto, solo necesita dar el primer mes, y otro de


depósito para mayor seguridad — dijo dulcemente.

Crystal suspiró y se levantó. —Esto simplemente no va a funcionar.—

—P-pero esto es perfecto para usted.— El hombre pelirrojo protestó


mientras se ponía de pie. —He estado en este particular apartamento y
déjeme decirle que es absolutamente primoroso.— Gesticuló con las manos
exageradamente. —¿Qué es lo que le ha parecido mal?—

—No tengo tanto dinero.—

—Si usted necesita una semana o dos, yo me aseguro de reservarlo para


usted.—

—No puedo esperar una semana o dos. Mi apartamento fue destruido por el
fuego anoche. Necesito un lugar ahora.—

—Oh pobre chica— Peter suspiró mientras colocaba sus manos en su cara.
Crystal giró sus ojos y comenzó abrir la puerta. —Espere.— Dio un paso
rodeando el escritorio y cerró la puerta. —Estoy seguro que podemos
solucionarlo. Puede darme en pagos el primer mes incluyendo el de depósito.
— Alcanzó de nuevo las fotos y se las volvió a mostrar. —Eche otro vistazo y
¿dígame si acaso no es un apartamento de ensueño? ¿le mencioné que se
encuentra a una distancia que se puede recorrer a pie hasta el
supermercado y al lago Bragg?—

Observar a Crystal mientras miraba las fotos, fue todo lo que Peter podía
hacer para no reír nerviosamente por la emoción. —¿Antes de que decida el
no aceptar, señorita Sheridan... Señorita, no es así?— Sonrió mientras
inclinaba la cabeza. —Vamos a echarle un vistazo, ¿le parece?— Sin esperar
respuesta comenzó a marcar el número telefónico de Laura. Por suerte la
escritora no estaba en casa. —Pues bien— dijo y colgó el teléfono. —Si
gusta podemos ir en mi coche, estaremos ahí en 5 minutos.— Tomó la llave
pegada con cinta adhesiva de la carpeta de Laura y la metió en su bolsillo.

—Llevaré mi coche— Crystal dijo firmemente.

—Um... seguro, está bien. ¿Podría usted traerme de regreso aquí cuando
terminemos?—

—Mi coche esta hecho un desastre — mintió. —es mejor llevar ambos autos.

Peter se encogió de hombros y sonrió. —Señorita Sheridan, le garantizo que


usted adorará este lugar.—

Una vez que llegaron al complejo, a Crystal no le quedó de otra más que
estar de acuerdo con él. Cincuenta edificios se iban desplegando entre los
árboles y caminos sinuosos ayudando a crear un sentido de privacidad entre
los edificios. Siguiendo a Peter desde atrás. Estacionó su coche en el
aparcamiento.

—¿Alguna vez había visto un lugar tan exquisito?— Peter preguntó mientras
ella salía de su coche. —Tenemos un equipo de mantenimiento de tiempo
completo con solo hacer una llamada.— Le señaló el camino hacia la puerta
principal. Al abrir la puerta dió paso a una sala de estar diseñada con buen
gusto. Piezas de arte abstracto colgaban de las paredes y plantas de cactus
adornaban cada mesa. El sofá y la silla que hacían juego estaban elaborados
de suave cuero café y una televisión bastante formidable abarcaba la mayor
parte del centro de entretenimiento.

—Laura tiene el mejor gusto en lo que se refiere a decoración — Peter


suspiró. —Veamos la cocina, ¿me acompaña?—

—¿Aquí es donde esta la lavadora y la secadora?— Crystal preguntó


mientras pasaban al lado de las puertas de persiana.

—Sí. Ahora mire por acá, señorita Sheridan. Éste es el sueño de cualquier
chef. Tiene su estante de especias, y esta encimera tiene quemadores
desmontables que usted puede sustituir por una plancha o parrilla.—

—Nunca había visto una encimera que se pudiera hacer eso — admitió,
mirándola cuidadosamente. Una pared de la cocina tenía una gran puerta de
cristal corrediza que daba acceso a una terraza cómodamente distribuida.
Había una mesa redonda blanca con sus respectivas sillas acolchonadas.
—Esos árboles son en su mayoría roble y arce — Peter dijo, señalando el
medio acre de árboles que rodeaban el complejo del lago cercano. —Son muy
bonitos en el otoño cuando cambian de colores.—

—Uh huh — Cristal contestó desinteresadamente mientras entraba de


nuevo.

—Pues bien, supongo que ya no hay mas que mostrarle excepto el dormitorio.
— Caminó hacia las escaleras. —Usted realmente adorará el balcón.— Puso
su pie en el primer escalón y se detuvo cuando se dio cuenta de que ella no le
seguía. —¿Señorita Sheridan?—

La stripper aun estaba parada en medio de la cocina asintiendo la cabeza


con aprobación. —¿450 y la mitad de servicios públicos?—

Esta vez Peter no podía contener su emoción. Juntó sus manos y sonrió
ampliamente. —Ahora mismo iré por el contrato que está en el auto.—

—Espere un momento. ¿No debería conocer a esta persona Laura antes de


que tome una decisión?—

—Pues bien... si usted siente que eso es realmente necesario... — Tomó la


agenda negra al lado del teléfono y comenzó a hojear las páginas. —Estoy
seguro que la señorita Taylor se encuentra ahora con su editor, le haré una
pequeña llamada.—

Pero Laura no estaba con su editor. Y tampoco estaba en casa de su


hermano o de su madre, así como tampoco en los otros 12 lugares a los que
Peter llamó. Crystal se ponía más nerviosa mientras el tiempo iba pasando.
Peter le había dado el contrato de alquiler para llenarlo mientras esperaba y
con cada pregunta la stripper se iba sintiendo más nerviosa, se había
enamorado del lugar y estaba preocupada de que la escritora no la aprobara.
El apartamento era 10 veces mejor que el que tenía. Cuando Peter salió a
recoger los periódicos, Crystal fue arriba y encontró el dormitorio que
esperaba pronto fuera de ella. Era mucho más grande de lo que había
imaginado, con un baño de buen tamaño y una puerta de cristal corrediza
que daba paso al balcón compartido con el dormitorio de Laura. A pesar de
su aparente desinterés sobre la vista, Crystal se encontró esperando el
poder despertar y tener la vista de los árboles y el cielo. Era un cambio
positivo, ya que las vallas publicitarias y el muro de ladrillo habían sido la
vista de su anterior apartamento.
Peter estaba a punto de darse por vencido cuando el teléfono sonó. —¿Hola?

—¿Peter?— La voz de Laura se escuchaba lejos. —¿Qué pasa? Mi madre dijo


que me has estado buscando.—

—¿Dónde estás?—

—En un teléfono público en el centro. ¿Qué es tan importante y qué haces


en mi apartamento?—

—Tengo buenas noticias para ti. Encontré una compañera para tu


apartamento, además le encantó el lugar. ¿Cómo de rápido puedes venir a
casa?—

—¿A casa? Peter no puedo ir a casa ahora. Quedé en almorzar con Jenny y
estaré en la escuela a las tres. ¿Podemos dejarlo para mañana?—

—Realmente ella necesita ocupar el apartamento inmediatamente, su


apartamento se incendió anoche.—

—No me es posible ir ahora.— Suspiró y se frotó la frente. —¿Comprobaste


todas sus referencias y dió el depósito?—

—Si, si, todo esta correcto.— Mintió. —Querida, te garantizo que es


perfecta para ti, quiero decir, que es una perfecta compañera de
apartamento para ti.—

—¿Qué te parece más tarde por la noche?—

—Eso sería demasiado tarde. Ella quizá buscará otro lugar y quien sabe
cuánto tiempo pasará antes que pueda encontrar a alguien de nuevo.— Peter
sabía que estaba apostando mucho a la suerte, pero tenía un buen
presentimiento. —Laura, confía en mi.—

—Nada de fumar, nada de beber, nada de música fuerte, nada... —

—Nada de eso.— Le aseguró, mirando hacia el piso de arriba para


cerciorarse que la mujer rubia no lo escuchara. —Creo que te sorprenderás
de lo bien que se llevarán.—

—Peter, debo irme ya.— Vaciló por un momento. —¿Estas seguro que ella es
lo que estoy buscando?—
—Afirmativo.— Contestó entusiasmado.

Laura dio otro suspiro. —Supongo que tendré que confiar en ti — dijo. —
Pero si esto no funciona... —

—Funcionará, funcionará.— Contestó rápidamente, escuchando que Crystal


venía bajando las escaleras. —Esto es simplemente fabuloso, Laura. Le daré
las buenas noticias a la señorita Sheridan.— Colgó el teléfono antes de que
ella pudiese decir cualquier otra cosa. Creo que Michael y yo mejor nos
vamos a ese viaje a las montañas pronto.

—¿Logró comunicarse con ella?—

—No solo pude comunicarme con ella sino que también ya esta todo
arreglado, Laura me dijo, si tu la apruebas entonces esta bien. Y si tienes
cualquier pregunta acerca de ella, te puedo decir que la conozco de toda la
vida. Si vienes conmigo de regreso a la oficina, concluiremos el contrato allí
y te daré tu llave.—

***

Era después del anochecer cuando Laura llegó a casa. La primera cosa que
notó fue que el único cuarto que no estaba iluminado era su dormitorio. Oh
no, no vas a dejar encendida cada luz en esta casa, pensó para sus adentros
mientras se dirigía arriba por el pasillo.

Abriendo la puerta del frente, Laura se encontró asaltada por el olor de


humo del cigarrillo. Una rubia estaba sentada sobre su sofá, un cenicero con
varias colillas de cigarro y tres latas vacías de cerveza descansando sobre
la mesita de café al lado de ella. —Tú debes ser Laura — dijo la mujer
mientras se ponía de pie.

—Y tú debes de ser Crystal— la escritora contestó tendiéndole la mano. —


¿No quiero comenzar con el pie izquierdo o cualquier cosa pero Peter no te
informó sobre las reglas?—

—¿Las reglas?—

Laura subió su dedo índice y pulgar y pellizcó el puente de su nariz. —No


permito fumar.—
—Estas bromeando.— La artista de striptease recogió su cerveza y tomó
varios tragos. —El señor 'amable' no me dijo nada acerca de no fumar o las
reglas.—

—Lo mataré — Laura mascullada, golpeando con los dedos sobre el mueble.
—Lo siento, pero eso es algo con lo que no puedo vivir.— Recogió las latas de
cerveza vacías y caminó hacia el fregadero para enjuagarlas antes de
meterlas en una bolsa de plástico y guardarlas hasta que puedan ser
devueltas a la tienda para el reciclaje. —Bien, no es el fin de mundo.
Siempre puedes ir a la terraza a fumar.—

—Esto va a ser divertido — masculló Crystal. —Buscaré otro lugar mañana.—


Bebió un largo trago de su cerveza y tomó el periódico. —¿Te importa si
miro tu periódico?—

—Tómalo.— Laura abrió el refrigerador y miró dentro detenidamente. —


¿Aún no has comido? Tengo sobrante de ensalada de pasta... — No vio la
cara de náuseas que puso Crystal por la sugerencia. —... tofu, perros
calientes o pizza.—

—¿Eres una fanática de la salud?—

—Creo en comer comida que no destruye mi cuerpo.— Colocó la caja de


cartón en el mueble del mostrador. —La pizza es de Pizzas Shed.—

—Ya he probado algo de ahí— dijo Crystal, levantándose del sofá y cruzando
hasta el otro lado del mostrador. —¿Qué hay en eso?—

—No mucho, champiñones, pimientos, hierbas— Laura bromeó, riéndose de


la mueca de disgusto en la cara de la rubia. —Solo estoy bromeando. Los
champiñones y los pimientos, eso todo.— Abrió la caja y le mostró a Crystal.
—¿Una o dos?—

—Dos, me muero de hambre.— La artista de striptease colocó sus codos en


el mostrador y usó su pie para colocar la pierna sobre el taburete cercano
de la barra. —Gracias.—

—De nada.— La escritora se limpió las manos en el paño para secar los
platos. —Intentemos esto de nuevo. Soy Laura Taylor.—

—Crystal Sheridan.—
—¿Así que, Crystal, Peter mencionó algo acerca de un incendio?— Colocó las
pequeñas pizzas dentro del horno y lo encendió. Al ver el asentimiento de la
rubia ella continuó. —Eso es una lástima. Tuvimos un incendio cuando yo era
niña. ¿Estabas allí cuándo ocurrió?—

—Estaba durmiendo.—

—Tuviste suerte de sobrevivir.—

Crystal contestó gruñendo una respuesta ininteligible y trató de alcanzar


otra cerveza. —¿Sabes dónde se encuentra la calle Humphrey?—

—¿Creo que está cerca de la calle Unión, por qué?—

—Hay un dormitorio disponible anunciado en el periódico.—

—Uf, no te gustaría estar en Humphrey.—

—Debo ir a donde mis posibilidades me lo permitan —dijo Crystal


simplemente. —Mira, si el señor 'amable' me hubiera dicho cualquier cosa
acerca de no fumar, no habría aceptado el apartamento—

—Debió haber sido un descuido por parte de Peter. Deja que ponga mis
manos sobre él... Dejó el pensamiento sin terminar. —Podemos llegar a un
arreglo.—

—¿Cómo qué? yo fumo y tu no quieres a un fumador.—

—Hagamos un trato. Tu puedes fumar en la terraza y el balcón, simplemente


no adentro.—

—¿Quieres decir que si me apetece un cigarro en la mañana tengo que


vestirme y salir fuera a la terraza?— Crystal negó con la cabeza. —
Conseguiré una de esas cosas con filtro de aire pero yo debería poder fumar
en mi dormitorio si quiero.—

—Pero en ningún otro lado más — Laura le advirtió. —¿Él te comentó que
sería la mitad en todos los servicios públicos y que pagarías por tus llamadas
de larga distancia?—

—No te preocupes. No tengo un año de edad para hacer montones de


llamadas telefónicas.—
—Muy bien, haremos la prueba y veremos cómo va.— Cerró el horno y señaló
la alacena lejana. —¿Me podrías pasar por favor los platos?—

Minutos más tarde estaban sentadas en la terraza, comiendo pizza. Laura


tomó un sorbo de su vaso de agua y recorrió con la mirada a la mujer
sentada enfrente de ella. Crystal estaba sumamente callada, sólo se
escuchaba el sonido del periódico procedente del lado del mostrador. Había
algo vagamente familiar en la rubia para Laura pero no podía recordar de
donde. —Pues bien Crystal — comenzó. —Yo soy escritora. ¿A qué te
dedicas?—

—Soy... bailarina — contestó.

—¿Oh? ¿ballet?—

Crystal resopló y se encogió de hombros. —Algo parecido.— En ese momento


su busca sonó. Tomándolo de su cintura, la artista de striptease lo sostuvo y
miró ceñudamente el conocido número desplegado. —Necesito usar el
teléfono.—

—En la sala de estar al lado del sofá — dijo Laura. Cuando Crystal dio la
vuelta, la escritora se sintió obligada a mirar los pantalones vaqueros que
marcaban perfectamente su bien formado trasero y bien torneados muslos.
Fue entonces cuando pudo recordar por qué la rubia le parecía tan familiar.
La artista de striptease. Oh Peter, esta vez estas realmente en problemas.

La llamada duró sólo algunos minutos pero eso fue suficiente para que Laura
se terminara su pizza y metiera su plato en el lavaplatos. —Tengo algo que
escribir así que, que pases buena noche — dijo mientras Crystal colgaba el
teléfono. —Por favor asegúrate que todas las luces estén apagadas y las
puertas estén cerradas.—

—Buenas noches.—

Crystal observó como su nueva compañera de apartamento subía las


escaleras, dejándola sola. Tomando su pizza y su cerveza del mostrador,
cogió el control remoto y se dejó caer sobre el sofá. Pasaba los canales
mientras mordisqueaba su pizza, finalmente dejándolo en una comedia. El
programa no le pareció interesante y cambio al canal de surfing. —Maldición.
— El control aterrizó en la mesita de café y la lata de cerveza fue
rápidamente vaciada. Un cigarrillo había sido encendido sin pensar y solo
después de darle varias caladas recordó las reglas de Laura.
Maldiciendo otra vez, Crystal entró en la cocina, tomó las dos últimas latas
de cerveza, y abrió la puerta de cristal corrediza. Sentándose en una de las
sillas plásticas blancas, la artista de striptease puso sus pies en la verja de
hierro y se quedó mirando fijamente hacia el oscuro cielo. ¿Qué diablos
estoy haciendo aquí? No puedo estar viviendo con la Señorita Perfecta.
Lanzó el cigarrillo lejos y abrió una cerveza. A lo lejos un búho echó gritos
como saludo para las otras criaturas de la oscuridad. Tragando rápidamente,
Crystal bebió con glotonería la mitad de la lata antes de entrar de nuevo.
Buena noche para emborracharse, pensó amargamente. Se percató que
Laura había dejado la puerta abierta del balcón porque podía escuchar a la
otra mujer mecanografiando en el ordenador. Bebiendo toda su cerveza,
Crystal estuvo parada ahí un momento y luego entró.

Laura escuchó la puerta corrediza de cristal cerrarse, seguida al poco


tiempo por el sonido de unos pasos en las escaleras. Su puerta estaba
entreabierta, y vio a la rubia pasar de largo con una lata de cerveza en su
mano. Genial, probablemente tiene problema con la bebida. Suspirando
fuertemente, negó con la cabeza y devolvió su atención a su historia. Solo
logró escribir algunas frases antes de que el sonido de muebles moviéndose
de un lado a otro la perturbara de nuevo. No voy a poder avanzar en mi
trabajo con todo ese ruido. Apartándose de la ordenador Laura se levantó y
caminó hacia el dormitorio de Crystal. —¿Necesitas ayuda?— Preguntó a
través de la puerta cerrada.

—No, ya lo tengo todo resuelto — vino la respuesta.

—Bien, buenas noches entonces.— Esperó algunos segundos por una


respuesta antes de regresar a su cuarto. Una vez adentro, cerró la puerta y
tomó el teléfono. Marcando un número ya conocido, Laura esperó después de
varios timbrazos antes que el contestador respondiera.

—Hola, somos Peter y Michael. No podemos atender el teléfono ahora, por


favor deje un mensaje... beep.—

—Peter, soy Laura, sé que estás en casa así que contesta el teléfono.—
Esperó un momento, luego continuó. —Bien. Llámame en cuanto puedas. Es
muy importante.— Colgó por un momento el aparato receptor, luego lo
levantó de nuevo y marcó otro número. Esta vez fue respondida por una voz
agradable.

—¿Hola?—
—Hola Jenny, soy Laura.—

—¿Hola cariño, qué pasa?—

—¿Estás ocupada?—

—No, realmente no, solo miraba la televisión. ¿Sucede algo?—

Laura miró hacia la puerta. —No puedo hablar de esto por teléfono. ¿Puedo
ir a tu casa?—

—¿Pasa algo malo? ¿Laura, te encuentras bien?—

—Estoy bien, Jen, solo necesito hablar.—

—Está bien, puedes venir. Aquí estaré.—

—Gracias, te veo en quince minutos o un poco menos.— Laura se despidió y


colgó el teléfono. Pensó en decirle a Crystal que saldría pero decidió no
hacerlo. Ella lo sabrá cuando escuche la puerta cerrarse. Comenzó a atarse
sus zapatos de lona y se puso su playera de mangas cortas azul claro.

***

Laura estacionó su Jeep en el camino de acceso, sonrió cuando vio la luz


exterior encenderse y Jenny abría la puerta principal. Ellas habían
terminado hace ya dos años y habían quedado como buenas amigas que
compartían una relación muy especial que con solo una ex-amante se puede
compartir. Jenny era terapeuta y acudir a ella era un lugar seguro para
Laura donde poder ir a desahogarse de sus cosas. —Me alegro que estés en
casa. No creerías lo que me ha pasado.— Decía mientras se acercaba a la
puerta.

—¿Qué pudo haber pasado en el transcurso entre el almuerzo y ahora?—


Jenny preguntó mientras entraban en la casa.

—Voy a matar a Peter.— Se sentó en el sofá, doblando su pierna debajo de


ella mirando a su ex amante, quien se sentó al lado opuesto. —No creerás lo
que hizo.—

—Creo que te consiguió a una compañera de apartamento... —


Laura bufó. —¿Una compañera de apartamento? Una compañera de
apartamento del infierno, tal vez. Ella fuma y toma cervezas en su
dormitorio por la noche.—

—¿Una fumadora?— Jenny negó con la cabeza. —¿En qué estaba pensando?
¿No le dijiste que necesitabas a alguien que no fumara?—

—Por supuesto que se lo dije. Le di una lista muy explícita de las reglas.—
Pasó sus dedos por su pelo oscuro y suspiró. —Ella es una stripper.—

—¿Una stripper? ¿Quieres decir una chica 'me quito todo y colócame el
dinero en la entrepierna', ese tipo de stripper?—

—Exactamente — Laura contestó.

—¿Y esto es lo que te tiene tan molesta?—

—Es que simplemente no va a funcionar.—

—¿Y ya estas tan segura de ello con tan solo un día?—

—No empieces con tus cosas de psicología conmigo, Jen — le advirtió la


escritora. —Sólo me tomó algunos minutos en realidad.— Colocó su mano en
la rodilla de Jenny, un gesto ya común entre las ex-amantes. —Nunca dice
por favor y le sacas con trabajos un simple 'gracias'. —

—Así que no es para nada 'la Señorita Educada'. ¿Sabe que eres gay?—

Laura negó con la cabeza. —Creo que no, a menos que Peter le dijese.—

—¿Y tiene esta compañera del infierno un nombre?—

—Crystal.—

—Bien, ve el lado bueno de las cosas. Si Crystal es una stripper, tal vez te
dará una función privada.— Jenny bromeó ganándose un golpe repentino en
el muslo.

—No empieces. Esto es serio.—

—Para mí también lo es — la terapeuta estuvo de acuerdo, rozando con la


yema de su dedo ligeramente el antebrazo de Laura.
—Sabes que no hay una ley que diga que las ex amantes no puedan dormir
juntas de vez en cuando.—

—Es verdad — Jenny estuvo de acuerdo. —¿Pero piensas en realidad que es


buena idea?—

—Oh, pienso que es una espléndida idea — Laura dijo con voz ronca,
arrastrándose por el sofá hasta que sus labios estuvieran cerca de la oreja
de su ex-amante. —Considéralo como una manera de recordar viejos
tiempos.—

—Debería de considerar mejor que estás excitada — Jenny contestó.

—Pues bien, la falta de sexo no fue nunca un problema en nuestra relación,


si mal no recuerdo.— La escritora continúo presionando y mordisqueando el
lóbulo de Jenny. Su voz tomó un timbre muy sensual. —¿Qué te parece
compartir tu cama conmigo esta noche, hmm?—

—Diablos, odio cuando utilizas ese tono de voz — Jenny contestó,


contrayendo sus labios.

—Si, que más puedo decir — murmuró, bajando sus dedos desabrochando los
botones de la blusa de Jenny. Pronto separó la blusa revelando una suave y
blanca piel, sus pechos eran demasiado pequeños para perder el tiempo con
un sostén. Laura la estiró en el sofá y comenzó a recorrer con sus labios a lo
largo de la clavícula expuesta. De pronto sintió como los dedos de Jenny se
enredan en su cabello guiándola hacia abajo. —¿Estas algo ansiosa no es así
Jen?—

—¡Deja de bromear... oh!— Cualquier otra cosa que la terapeuta hubiera


querido decir se esfumó cuando unos labios suaves se cerraron alrededor de
su pezón y comenzaron a succionar.

Laura gimió sobre el seno con el que estaba jugando y presionó su cadera
contra el cuerpo que se retorcía debajo de ella. —Extrañaba esto —
murmuró, besando el camino a través del pecho de Jenny para lamer y besar
el otro pezón. Sintiendo como tiraba fuertemente de su blusa, se levantó y
dejó que la terapeuta vagara un poco con sus manos.

—Seguro no vas a dejar que se arrugue ¿verdad?—

Laura dejó de desabotonarle la blusa y miró hacia abajo a su ex-amante. —


Sabes que no me gustan las arrugas.— Quitándose la blusa, la plegó
pulcramente y la colocó en la mesita de café. El sostén fue el siguiente,
doblando las copas una dentro de la otra. Jenny se quitó su ropa superior
completamente y la lanzó a través del cuarto.

—Sabes que odio eso — dijo Laura, mirando con intención la blusa arrugada.

—Y yo odio la manera en que tú tienes que doblar todo.— Jenny peinó con
sus dedos el cabello negro de Laura.

—Soy un poco neurótica con esto, ¿no es así?— Se volvió a recostar dejando
que sus labios se rozaran. —¿Cómo pudiste vivir conmigo?—

—Bueno, pudiste haber tenido otros defectos peores que ser una compulsiva
obsesiva.—

—¿Es eso como ser anal retentivo?— La escritora bromeaba mientras


presionaba su muslo entre las piernas de Jenny, complacida por el gemido
resultante. Plantó besos a lo largo de la mandíbula de la terapeuta hasta que
sus labios encontraron una oreja enmarcada por cabello suave castaño. —
Pienso que podemos encontrar algo mejor hacer que buscar los defectos de
cada una. ¿No cree usted, mi pequeña analista?— Laura flexionó sus
músculos para ejercer más presión.

—S-si, tienes toda la razón — Jenny estaba de acuerdo, su aliento sonaba


con jadeos entrecortados. —No más bromas.—

—Creí que te gustaban las bromas.— Laura sonrió maliciosamente antes de


bajar sus labios hasta el seno de su ex-amante. —Bromas y más bromas.—

***

Crystal gemía y se revolcaba en su cama durante varios minutos hasta que la


pesadilla se hizo demasiado intensa y despertó aterrorizada. El corazón le
latía aceleradamente, miró alrededor en la oscuridad, momentáneamente
confundida por el ambiente desconocido. Los números rojos del reloj
despertador la alumbraron, mostrándole que era muy tarde. Maldición, no
esta noche no. Silenciosamente suplicó para que el sueño no siguiera
eludiéndola. Frustrada, se enderezó y trató de alcanzar sus cigarrillos y
encendedor. Segundos más tarde el humo gris formaba remolinos alrededor
de su cabeza. Es solo porque es mi primera noche en un lugar nuevo, se dijo
a sí misma. El pensamiento no le sirvió de nada a Crystal para relajarse y se
encontró encendiendo la lámpara, permitiendo que la ligera luz pálida alejara
las sombras y le ayudara a disipar su miedo. Miró el reloj de nuevo. —Creo
que Laura no regresará esta noche. Apagó su cigarrillo en el cenicero, abrió
el cajón de su mesita de noche y sacó una pequeña pipa de metal y algo de
incienso. Después de asegurar el incienso lo encendió, Crystal llenó la pipa
con marihuana que tenía escondida en una pequeña lata. El deseo de
despejar sus sentimientos era demasiado fuerte como para resistirse. Su
organismo finalmente se relajó bajo la influencia de la droga, las imágenes
de su pesadilla se iban disipando. Tenía la vista ya nublada y con el dorso de
su mano se limpió con enojo a través de sus ojos mientras las lágrimas
comenzaban a caer.

Habían pasado casi dos meses desde la última pesadilla y había tenido la
esperanza de que desaparecerían para siempre. Debí haberlo imaginado.
Pensó amargamente mientras volvía a llenar el pequeño tubo. Las pesadillas...
y los recuerdos que las causaban habían estado con ella por más de doce
años ya y Cristal temía que nunca la dejaran. La droga le pegó duro después
de su tercera calada y cuando por fin llegó el sueño a la stripper, lo hizo ya
sin las pesadillas.

***

Laura llegó a casa a la mañana siguiente encontrando a Crystal sentada en la


terraza, fumándose un cigarrillo y leyendo el diario de la mañana. —Buenos
días.—

—Buenos días— la stripper contestó, colocando el periódico en la mesa.

Laura miró ceñudamente de manera fortuita las secciones del periódico por
la forma revuelta en que estaban apiladas. ¿Por qué nadie pone las cosas de
la forma en las que estaban antes? Reflexionó silenciosamente. —¿Has
terminado con este?—

—Sí.— Crystal dio una larga calada de su cigarrillo soltando el humo a través
de la verja de hierro. —¿Oye, te importaría si compro una cortina nueva
para el baño? No me gusta la que tienes.—

—Um... seguro.— Laura se encogió de hombros. —Esa sólo tiene algunos


meses de uso.—

—Sí pero no puedo soportar todas esas flores y holanes.— La stripper se


levantó y metió su paquete de cigarrillos en el bolsillo de sus vaqueros. —
Escogeré una nueva esta tarde de camino al trabajo.—
Mirándole los pechos ciñéndose contra de la blusa de algodón, Laura se
sonrojó ante el recuerdo de Crystal haciendo oscilar sus pechos para el
público en el Tom Cat Club. —¿En donde trabajas?— Preguntó, esperando
iniciar una conversación entre las dos.

—En el centro — Crystal contestó, tomando el resto de su café.

Laura dejó que evadiera la conversación, teniendo sospecha de que el tema


seguro no le era nada cómodo a la joven mujer. —Compraré tacos esta noche
para la cena. ¿Te gustaría que comprara algunos para ti también?—

—Naa, no me gusta la comida de conejo.— Crystal miró su reloj de pulsera.


—Me tengo que ir.—

—Bien, que tengas un buen día.— Laura recibió un gruñido como respuesta
de la stripper mientras le pasaba por un lado y entraba al apartamento. No
puedo creer que accedí a esto, pensó para sí. Sus ojos miraron el desorden
sobre la mesa. Crystal había dejado ahí su taza de café, un plato lleno con
migajas, una toalla de papel arrugada, y el periódico desorganizado. Incapaz
de dejar todo en completo desorden, Laura llevó los platos al lavaplatos y
puso en orden el periódico. Cuando se sirvió una taza de café, observó una
marca que dejó la taza en el mueble de la cocina. —¿Te cuesta tanto tomar
el paño y limpiar el mueble?— Laura murmuró maldiciones por varios minutos
mientras limpiaba el mueble y la cocina. Cuando terminó su tarea, descolgó el
teléfono y llamó a la oficina de Peter solo para enterarse que había tomado
el día libre. Entonces marcó a su casa.

—Hola, somos Peter y Michael. No podemos contestar el teléfono ahora, por


favor deje un de mensaje... beep.—

—Peter, ¿dónde estas? Llámame en cuanto puedas.— Al no conseguir


desahogarse con la persona que quería, Laura llamó a la oficina de Jenny.

—Tienes suerte de que la señora Cranston haya cancelado — Jenny dijo


cuándo Laura entró en su oficina. —Tengo cuarenta minutos disponibles
antes de mi siguiente cita. ¿Qué pasa? ¿Sigues teniendo problemas con tu
compañera sacada del infierno?—

—Ella me vuelve loca, Jen. La mujer no conoce el significado de la limpieza


mas que de ella misma.— Laura se dejó caer en el sofá y suspiró. —Revolvió
todo mi periódico y apuesto a que es alérgica a meter los platos sucios al
lavaplatos.—
Jenny asintió con la cabeza, conociendo muy bien la obsesión de su
ex-amante de limpiar. —¿Ella es realmente una haragana o simplemente no
es tan limpia y ordenada como tú lo eres?—

—No le estoy pidiendo que limpie el piso todos los días — la escritora se
defendió. —Pero ¿la mataría pasarle un trapo al mueble de la cocina?
Deberías de haber visto el cuarto de baño.— Sin darle oportunidad a Jenny
a interrumpir, Laura continuó. —¿Tú debes suponer que ella tendría que
poner su toalla colgada en la barra justamente diseñada para eso, no es así?
No, claro que no. Ella la dejó tirada arriba del cesto de ropa. No es que no
hubiera en cualquier otro sitio una barra para colgar la toalla.—

Jenny cerró sus ojos, no queriendo realmente preguntar. —¿Qué había en la


barra?—

—Las braguitas, si es que se le pueden llamar braguitas al triángulo con un


hilo dental. ¿Cómo puede estar a gusto con aquello metido entre su trasero
de cualquier forma?—

—No pienso que esos sean diseñados para la comodidad, Laura. Son
probablemente para su trabajo.—

—No me importa, no deben estar colgados en la barra para las toallas.—

—Preferirías que colocara una cuerda para tender la ropa y los colgara por
allí? Obviamente no son de la clase que deban meterse en una secadora. No
todo el mundo lleva puestos suaves braguitas blancas de algodón — Jenny
razonó. Laura miró ceñudamente por las lógicas y obvias palabras de la
terapeuta.

—Pues bien, pero ella no los puede dejar por allí — dijo finalmente, calmando
su agitación.

—Entonces sugiérele alguna parte donde las pueda colgar. Si no después


colgara su ropa mojada sobre la cortina para la ducha. ¿Qué otras cosas
horribles hace?—

—Piensas que estoy siendo irrazonable, ¿no es así?

—No estas siendo irrazonable, Laura. Tienes algunos puntos válidos.


Especialmente en que Crystal no recoge su propio desorden. Sin embargo,
tienes que ser un poco flexible. Ella paga ahora la mitad de las cuentas
también. Ya no puedes tener el completo control del apartamento.—
—¿Sabes?, voy a matar a Peter cuando lo encuentre.—

—Lo sé — Jenny dijo, sabiendo que no era una amenaza en serio. Peter y
Laura habían sido amigos desde la escuela secundaria, cualquier cosa que se
hicieran uno al otro siempre se perdonaban —Así que no se te ocurra
molestarla por la ropa interior en el cuarto de baño.—

Laura suspiró con resignación. —Muy bien, pero ella tiene que ser más
responsable y recoger sus cosas. No voy a ser su criada personal.—

—¿Va a estar allí mañana por la noche?—

—No sé — Laura se encogió de hombros. —No había pensado en eso. Creo


que tal vez estará trabajando.—

—Deberías investigar eso antes de que todo el mundo llegue.— Jenny sonrió
burlonamente. —O por lo menos le deberías advertir sobre tu madre.—

Laura puso sus ojos en blanco y gimió. —Por dios la reunión, lo había
olvidado, ahora todo mundo será testigo. ¿Te puedes imaginar que diría mi
madre si se entera de que vivo con una stripper?—

—Enloquecería... probablemente sería peor que cuando se enteró de lo


nuestro — dijo Jenny. —¿Y hablando del diablo, sabe que iré?—

—No. Pero creo que no se sorprenderá por tu presencia. Sabes qué tienes un
lugar muy especial en su corazón.—

Jenny dio un resoplido burlón. —No empieces, Laura. Sé muy bien que tu
madre tiene sus costumbres muy arraigadas y nada le hará cambiar su
manera de pensar. Voy sólo porque Bobby espera que esté allí.—

—Y dime, ¿qué le compraste?—

Jenny sonrió. —¿Te acuerdas de esos altavoces para el sistema estéreo que
quería para su coche? Pensé que eso haría un gran regalo de graduación.—

Los ojos de Laura se ensancharon. —Estás bromeando. Eso te tuvo que


haber costado mas de 200 dólares.—

—Doscientos ochenta y siete, realmente.— Jenny se encogió de hombros. —


¿Qué puedo decir? Le dije que si se lucía en sus exámenes de Física le
regalaría algo especial.—
—No me extraña que haya estudiado tan duro. Mamá y yo le dijimos que
nada de altavoces.—

—Bueno, tu madre le compró esa ordenador y la impresora.—

—Y yo le compré los programas que necesitaba para tenerlo todo listo.—

—Excepto por su acceso al internet, su dirección de correo electrónico y un


suministro ilimitado de todas las chicas solteras de todas las universidades
del país — Jenny agregó.

—No creo que tenga que buscar mucho por una novia, Jen. Ya tiene a
bastantes llamando a casa de mamá, ¿cómo una docena de chicas por noche
buscándole?—

—Te lo dije, ¿recuerdas? ¿Cuándo tenía trece años de edad y sus cejas
comenzaron a oscurecerse, no te dije que las chicas irían todas sobre él?—
La terapeuta sonrió satisfecha. —Hay algo en ustedes los Taylor que las
mujeres no podemos resistir.—

—¿Sí? ¿Entonces por qué estoy aun soltera?— Laura preguntó con una
sonrisa.

—Porque la señorita correcta no ha llegado todavía. ¿Quién sabe? Tal vez tu


y Crystal... —

—Ni siquiera lo pienses — la escritora advirtió. Un golpe rápido en la puerta


fue seguido por la secretaria de Jenny abriendo la puerta y asomando su
cabeza adentro.

—¿Señorita Foster? Su cita de las once en punto está en la sala de espera y


parece muy angustiada.—

—¿En serio?— Jenny levantó sus cejas en sorpresa. Miró en su reloj de


pulsera y notó que su cliente había llegado media hora antes de su hora
habitual. La terapeuta sonrió disculpándose con Laura. —Creo que mejor aquí
terminamos nuestra conversación. Te veo mañana por la noche.—

—Ok cariño.— Se dieron un beso y un abrazo rápido antes de que Jenny


acompañara a Laura a la salida de su consultorio y enseguida entró la señora
Duncan toda llorosa.

***
Laura estaba sentada delante de la ordenador, borrando el montón de
correo electrónico sin contestar cuando escuchó el sonido de la llave
abriendo el cerrojo en el primer piso. Una mirada rápida en el reloj en la
esquina inferior de la pantalla le dio la hora, solo algunos minutos faltaban
para la media noche. Salió de su cuarto y bajó las escaleras, entró en la
cocina y vio que Crystal tomaba una cerveza del refrigerador.

¿Acaso no bebes otra cosa? Laura pensó antes de hablar. —Ejem — esperó a
que la stripper volteara a verla para continuar. —¿Vas a trabajar mañana
por la tarde?—

La rubia abrió la lata y tomó varios tragos antes de contestar. —No. ¿Por
qué? ¿Necesitas el apartamento para algo por la noche?—

—Mi hermano pequeño se gradúa del bachillerato con honores y le daremos


una cena mañana por la noche.— Laura tenía muy claro en su mente, las
estrictas reglas de su madre en relación a las reglas de etiqueta y luchó
contra el deseo de no tener que presentar a su familia a su nueva compañera
de apartamento. Y al final, la formación que le dió su madre de ser educada
ganó. —Eres bienvenida por supuesto. No es nada formal, son solo mi
hermano, mi madre y Jenny. No sé si Peter y Michael vendrán. No lo he
podido localizar últimamente.— Laura hizo una nota mental de intentar
volverlos a llamar.

—No te preocupes por eso — Crystal agitó su mano despectivamente. La lata


fue a sus labios otra vez para varios tragos más. —No me gustan las comidas
familiares de cualquier manera. Me haré la desaparecida.— Se volteó de
nuevo y abrió el refrigerador, tomando las otras tres latas de cerveza. —
Mierda — maldijo suavemente, recordando que tenía pensado de camino a
casa parar en algún súper para comprar mas cerveza. Recordó el poco dinero
que traía en el bolsillo y se resignó a tomarse solo las tres cervezas esta
noche. Pasó rozando a Laura y con rapidez subió las escaleras, encerrándose
en su cuarto sin decir otra palabra a la escritora.

Laura revisó los cerrojos antes de apagar las luces de abajo y regresar a su
cuarto. Molesta por la forma en que Crystal la ignoró, se encontró
demasiado inspirada como para irse a dormir. Sentándose delante del
ordenador otra vez, Laura cerró el programa del correo electrónico y abrió
su procesador de palabras. Algunos segundos más tarde su historia más
nueva apareció en la pantalla. Presionando su dedo en el botón bajar página,
observó sus palabras pasar intermitentemente hasta que llegó al final.
Entrelazando sus dedos, tronó sus nudillos y alcanzó el teclado. Volvió a leer
las últimas frases para familiarizarse con lo que estaba ocurriendo dentro
de la historia y comenzó a escribir de nuevo.

Diez minutos más tarde Laura estaba levantando su cabello fuera de la


parte trasera de su cuello y gimiendo. —Deseo una brisa agradable esta
noche.— Después de asegurarse que no hubiera periódicos que podrían salir
volando. Se dirigió hacia la puerta corrediza de cristal y la abrió. Tenía una
malla de tamaño normal para no dejar entrar a los insectos pero si dejaba
entrar una brisa asombrosamente suave adentro. El perfume de un arbusto
de lilas llegó a su nariz junto con algo más.

Laura dio un paso más hacia la puerta e inhaló otra vez. Oh genial, una
drogadicta. Dirigiéndose hacia la puerta interna del dormitorio, la abrió y
cruzó llegando a la puerta de Crystal y comenzó a tocar.

—¿Qué?— Sonó una voz molesta.

—Necesitamos hablar — la escritora contestó. Escuchó los sonidos de


cajones abriéndose y cerrándose antes de que Crystal llegara a la puerta.
Se abrió para revelar a la artista de striptease vestida con unos pants y una
sudadera descolorida de algodón. El olor de marihuana estaba por todo el
dormitorio de la joven y la nariz de Laura se arrugó con repugnancia. Los
ojos de Crystal eran dos pequeñas rayas, luciendo extremadamente
cansados de no ser por la sonrisa tonta en su cara. —No puedes estar
haciendo esto aquí — dijo Laura firmemente.

—Lo que haga en mi cuarto es solo de mi maldita incumbencia. No soy una


adicta a la droga y tampoco soy una distribuidora.—

—Aun así es ilegal — señaló Laura. —La policía... —

—La policía no se preocupará por la poca cantidad que tengo.— Crystal


interrumpió a la mujer mayor. —Cálmate Laura, estas tan tensa que tal vez
deberías fumar un poco. ¿Sabes?, te ayuda a calmarte un poco. Te hace
menos pesada la vida.—

—No, gracias. No creo en la idea de contaminar mi cerebro con drogas


ilegales.—
—Naa, ¿pero está bien joderlo con alcohol, verdad?— La artista de
striptease negó con la cabeza. —Maldita hipócrita — respondió entre
dientes mientras cerraba la puerta.

Laura se quedó en estado de choque, no creyendo lo que había oído. ¿Estoy


tensa? ¿Solamente porque no quiero tomar drogas? —El alcohol es
diferente, Crystal — gritó lo suficientemente fuerte para que se escuchara
a través de la puerta cerrada.

—Como sea — vino la respuesta. —Si el olor te molesta, encenderé incienso


¿ok?—

—¿Por qué piensas que disfrazando el olor ya todo estará bien?— Laura
preguntó.

—¿Qué te hace pensar que me importa lo que pienses?— Crystal respondió.


—Ya te dije... prenderé un maldito incienso si te molesta el olor. Así que,
confórmate con eso.— Laura escuchó el sonido de un cajón abriéndose y
enseguida el de un encendedor prendiendo. Gruñendo por la frustración, la
escritora regresó a su cuarto, cerrando la puerta con un fuerte golpe.

Laura cerró el ordenador, decidiendo que estaba demasiado exasperada


para intentar escribir algo serio y no sintiendo deseos de dedicarse a su
correo electrónico. Una vez que el ordenador fue cerrado, cruzó al otro lado
hacia la puerta corrediza de cristal, disponiéndose a cerrarla por el resto
de la noche. Percibió un aroma fuerte de incienso y frunció el ceño. Peter,
voy a matarte juró silenciosamente mientras cerraba la puerta con un
fuerte golpe.

Pasando el pasillo, Crystal estaba sentada sobre su cama, sus ojos clavados
mirando una fotografía vieja en su mano. Mostraba a dos pequeñas posando
delante de una casa rodante vieja. ¿Dónde estas, Paty? Preguntó
silenciosamente, su dedo acariciando la foto familiar. Realmente me haces
mucha falta ahora. Vació otra cerveza y tomó su pequeño porro. Dejando
descansar la foto sobre su regazo, Crystal sujetó el porro en una mano y su
encendedor en la otra. Inhaló profundamente, aspirando tanto humo como
pudiera entrar en sus pulmones. Dejando salir posteriormente lentamente
poco a poco el humo, su cabeza ya sintiendo los efectos del fuerte golpe.
Poniendo el encendedor y el porro en la mesita de noche, Crystal colocó su
cabeza de regreso en las almohadas y se quedó mirando fijamente el techo.
Imágenes de su infancia pasaban en su mente... Dos hermanas, con el cabello
mas rubio que el sol, paseando en bicicleta a través de las casas rodantes,
riéndose y gozando de un día cálido de verano. Como siempre lo hacían, un
recuerdo más oscuro vino a su mente. Crystal coléricamente se sentó de
nuevo y alcanzó de nuevo su porro. De ninguna maldita manera voy a
soportar otra vez eso esta noche, juró, prendió la marihuana e inhalo tan
fuerte como podía. Reconoció el sentimiento que esos oscuros recuerdos le
provocaban y desesperadamente evitaba no tener esas pesadillas por las
noches. La droga hacia posible eso, llevándola a un lugar donde la cólera de
su padre y su violencia no la podían alcanzar, donde nada tenía importancia
excepto la paz temporal que le ofrecía la hierba mala. Pero algunas noches
los recuerdos parecían rehusar a desaparecer ni ayudada por la droga y esta
noche parecía ser una de ellas.

Recostada en la cama, una Crystal con tan solo 14 años de edad escuchaba
los sollozos ahogados a través de la pared que separaba su cuarto del de su
hermana mayor. Crystal lloraba por el desamparo que sentía, por la
impotencia de no poder ayudar a Paty. Había intentado dos veces proteger a
su hermana de su padre y en ambas ocasiones se había ganado una paliza tan
severa que no le permitió asistir a la escuela durante días enteros. La última
vez había sido apenas en menos de una semana y su ojo todavía lucía un
enorme hematoma causado por su puño. Los gritos de Paty se hacían mas
frecuentes, mezclados con los gruñidos carnales de su padre. Crystal
enterró su cabeza en la almohada y lloró aun más fuerte, compartiendo el
dolor que su hermana estaba sufriendo y temiendo que esta noche podría
ser en la que su padre decidiera parar en su propia puerta.

Minutos más tarde escuchó un sonido ya conocido de su padre caminando a


través del pasillo. Repentinamente los pasos se detuvieron fuera de su
puerta. El corazón del Crystal comenzó a latir rápidamente por varios
segundos, pero los pasos se siguieron de largo, deteniéndose en la puerta
del dormitorio de su padre cerrando la puerta. El cuarto de baño separaba
su cuarto del de sus padres, lo que hacía que el poder espiar a escondidas
fuera imposible. Sin embargo, también facilitaba que las dos hermanas
tuvieran sus conversaciones en privado.

Una vez que se aseguró que su padre no saldría de su cuarto, Crystal salió a
hurtadillas de la cama y lentamente abrió su puerta. Miró con cuidado a
través del pasillo hacia la puerta de su padre y entró sigilosamente en el
cuarto de su hermana.

Paty yacía sobre su cama, estaba enrollada como una bolita sollozando
impotentemente. Crystal trepó en la cama y abrazó a su hermana mayor. —
De-de-deberías regresar a tu cama antes de que él te encuentre aquí—,
Paty le advirtió.

—No, él no regresará — dijo, sujetando a su hermana más fuerte. —


Necesitamos escaparnos.— Era una discusión que ellas tenían por lo menos
una vez a la semana desde hacia pocos meses. —Por favor Paty, no podemos
seguir viviendo así. Podemos irnos... a la ciudad o a algún otro lado.—

—No podemos, eres demasiado joven — Paty contestó. —La policía nos
encontraría y estaríamos en peores problemas aunque si nos quedásemos
aquí.—

—Pero él sigue lastimándote — la joven adolescente imploró. —Y ella no lo


detendrá. Sé que ella escucha pero nunca hace nada.—

—¿Qué puede hacer ella, Crystal? Él solamente le pegaría otra vez y sería
peor.—

Las hermanas se sentaron juntas en la cama por varios minutos antes de que
Cristal hablara de nuevo.

—¿Cuántos años tenias cuándo él... ?— Dejó la pregunta sin terminar, no


queriendo realmente poner un nombre a ese acto tan horrible. Paty vaciló
por un momento antes de contestar.

—Quince.—

—¿Cuánto tiempo crees que él esperará para que venga después a por mí?—
Crystal preguntó con voz tímida. —No puedo pasar por eso, Paty, yo
simplemente no puedo.— Sorbió por su nariz y se secó las lágrimas. —Por
favor.—

Hubo un silencio en el cuarto durante varios minutos antes de que la


hermana mayor hablase. —Ve a tu cuarto y vacía tu mochila de la escuela.
Mete ropa abrigada y ropa interior. Ponte tus zapatos de lona y un suéter
grueso.— Paty se quedó parada un momento y después rápidamente abrió los
cajones de su tocador. Escondiendo en la mochila un par de calcetines
negros. Los desdobló para revelar un fajo pequeño de billetes en efectivo. —
Espero poder terminar la escuela secundaria y conseguir un lugar para las
dos después de que me gradué — susurró. —Iremos hacia el norte, a Berlín.
Es una universidad en el pueblo. Podemos conseguir allí un lugar pequeño
para escondernos hasta que decidamos qué hacer.—
A pesar de sus miedos y de que él se despertara de pronto descubriéndolas,
las hermanas fueron capaces de escapar de la casa rodante sin ser
atrapadas. Suponiendo que usar sus bicicletas sería demasiado obvio, se
fueron a pie, pegadas por la orilla de la carretera entre las sombras hasta
que llegaron al área del centro de la ciudad. Ambas chicas estaban cansadas
pero ese sentimiento desaparecía solo por el miedo. Caminaron kilómetro
tras kilómetro, hablando acerca de lo maravillosa que sería la vida una vez
que lograran escapar.

La estación de autobuses estaba a una distancia de varios kilómetros y ya


era cerca de la medianoche cuando por fin llegaron al lugar totalmente
alumbrado. Paty hizo que Crystal se escondiera en un lugar oculto mientras
ella entraba a comprar los boletos. Cuando vieron al autobús entrando para
estacionarse, la chica de 14 años estaba segura en que ambas lo lograrían,
conseguirían la libertad finalmente. Sintiéndose con confianza Crystal cruzó
el estacionamiento iluminado en busca de su hermana. Encontró a Paty
aproximándose orgullosamente mientras le mostraba los dos boletos para el
viaje.

—Los conseguiste — dijo excitadamente. —¿Qué autobús es el nuestro?—

—Cálmate hermanita — Paty contestó. —Nuestro autobús no sale hasta la


siete de la mañana. Estos autobuses ya están llenos para esta noche.—

—Pero... — El pensamiento de quedarse en la ciudad por otras siete horas


cuando sabía que su padre las descubriría al no encontrarlas dentro de 5
horas no la hacia sentir nada bien. —¿Qué pasara con papá?—

—Con algo de suerte al bastardo le da un ataque al corazón mientras duerme


— la Sheridan mayor contestó, sabiendo que su hermana compartía sus
sentimientos. —Él no se enterará al menos hasta las cinco o cinco treinta si
tenemos suerte. No hay remedio, se imaginará donde estamos antes de que
nuestro autobús salga a las siete.—

Confiando en las palabras de su hermana mayor, Crystal se relajó y se dejó


conducir hacia las sombras donde las chicas descansaron sobre la hierba
fresca cerca de una barandilla. La joven adolescente se alegró de haber
hecho caso a Paty cuando le dijo que llevara puesto un suéter pues la noche
se estaba tornando un poco fría. La caminata había sido mas que suficiente
como para agotar a los dos adolescentes que se quedaron dormidas en pocos
minutos.
Crystal se despertó cuando sintió la luz del sol de la mañana y escuchó el
sonido de la voz de su hermana. —¿Qué hora es?— Gruñó mientras se
frotaba los ojos para despejar el sueño.

—Las seis. El autobús estará aquí dentro de una hora. No tengo mucho
dinero pero pensé que podríamos comprar algo barato en ese restaurante
para comer.—

Crystal estuvo de acuerdo, deseando más un baño que la comida. Por primera
vez en años la chica estaba feliz, segura de que en una hora ellas dejarían la
ciudad y junto con eso, el horror que les provocaba su padre.

Pero la libertad no llegó para Crystal. Faltaban diez minutos para las siete
cuando decidieron dirigirse a la estación de autobuses. Recién habían salido
del restaurante e iban cruzando la calle cuando Paty escuchó el sonido de
frenos chirriando. Volteó para ver a su padre girando con fuerza las ruedas
para después dirigirse en su dirección. —¡Es él!— gritó. Corriendo
directamente hacia la estación de autobuses, pero vino a su mente lo que
seguramente pasaría. Él fácilmente las alcanzaría y las sacaría del autobús.
Así que solo tenían una oportunidad. Paty buscó en su bolsillo y sacó los dos
boletos de autobús. —Toma.— Lo depositó en la mano de Crystal. —Tenemos
que separarnos y al mismo tiempo lograr alcanzar el autobús. Él no puede
perseguirnos a las dos al mismo tiempo y probablemente me seguirá a mi
primero.— Comenzaron a correr lejos de la estación. A su padre se le estaba
dificultando seguirlas debido al tráfico matutino. —Ve hasta la calle Central
y ahí tomas el atajo para que puedas regresar a la calle Hudson. Saldrás
justo enfrente de la estación yo tomaré este camino.—

Crystal asintió con la cabeza comprendiendo y de nuevo escucharon las


llantas chillando agudamente y vieron a su padre dirigiéndose hacia ellas. Las
hermanas se separaron, Paty corría a través de la calle repleta yendo hacia
el norte mientras que Crystal dobló la esquina y fue rumbo al sur tal como su
hermana le había dicho. Un terror absoluto llenó el corazón de la joven
adolescente cuando vio que el coche cambiaba de dirección y la seguía a ella.

La joven adolescente no era muy hábil como para ganarle a un carro a toda
velocidad. Sin embargo logró ganar algo de tiempo cuando corrió en
dirección opuesta a como venía, obligándolo a detener el carro a la orilla y
dar la vuelta, pero no fue suficiente. Sabía que nunca lograría llegar a la
estación a tiempo. Pensó que su padre no tardaría en atraparla y entonces
pensó en el boleto de autobús que traía en su bolsillo. Delataría el lugar
hacia donde Paty iría. Cuando pasó corriendo junto a un bote de basura,
Crystal tomó la decisión y arrojó dentro el boleto. En menos de una cuadra
mas adelante la persecución se acabó. Su padre paró el coche encima de la
acera, bloqueándole completamente el camino. Estaba sobre ella en
segundos. Crystal gritó cuando la tomó por el cabello y la sacudió con fuerza
hacia él.

—¿Dónde está?— Gritó.

—Y-yo no lo sé.—

—Estás mintiendo.— Fue castigada con una cachetada fuerte en la cara. —


¿Dónde carajo se fue?—

Sabía que no había nada que pudiera hacer para evitar el castigo. Todo lo
que podía hacer era lo único que nunca había podido hacer antes... proteger
a su hermana mayor. —No lo sé — repitió.

—¡Estas mintiendo perra!— La abofeteó varias veces antes de hacerla


entrar en el coche y cerrar de golpe la puerta y meterse detrás del volante.
Al tiempo que se dirigían a casa, pasaron un autobús azul y gris rumbo a las
afueras de la ciudad. Crystal miró por la ventanilla y vio una figura que la
observaba. Las ventanas oscuras hacían difícil verla claramente, pero no
había duda que la mano que estaba sobre el cristal era de Paty.
Aprovechando una nueva oportunidad, Crystal imitó el gesto. El autobús
cambió de dirección hacia la carretera, separando para siempre a las dos
hermanas.

El padre de Crystal permaneció callado durante el camino a casa pero sus


ojos oscurecidos miraban constantemente por el espejo retrovisor para
dirigirle miradas mortíferas a su hija menor. La chica de 14 años intentó
desesperadamente no llorar delante del hombre quien veía a las lágrimas
como una debilidad, pero estaba totalmente aterrorizada por lo que él le
haría una vez que estuvieran en la casa.

Crystal se revolcaba, murmurando incoherencias entre el sueño y la confusa


realidad. —No... no papito, por favor para. Seré buena... — Las palabras
dieron paso a los quejidos como si volviese a vivir la pesadilla de esa mañana
once años atrás. —¡No papito, por favor... No!— Con un grito final, se asustó
a sí misma despertando. Pasaron varios segundos antes de que se diese
cuenta dónde estaba. —Carajo.— Buscó a tientas en la oscuridad la lámpara,
luego buscó sus cigarrillos. Aun no encendía uno cuando escuchó un suave
golpe en su puerta.
—¿Estás bien?—

—Si, estoy bien Laura. Fue solamente una pesadilla.—

—¿Estás segura?—

—Dije que estoy bien — Crystal contestó malhumoradamente. Miró el reloj y


suspiró. Era muy tarde como para ir a un bar y las tiendas no tenían
permitido vender cerveza después de la medianoche. —Perdón por
despertarte.— Alcanzó su incienso y puso una vara nueva sobre al
recipiente.

—Um... ¿Crystal?—

—¿Qué?—

—Si necesitas hablar... —

—No, gracias ya esta todo bien. Buenas noches. Ahora vete y déjame en paz.

Laura vaciló por un momento antes de contestar. —Buenas noches entonces.


— Regresó a su cuarto, su mente volvía a recordar lo que había escuchado.
Abrió la puerta corrediza de cristal y en segundos entró el olor de incienso
flotando a través del aire. Teniendo la intención de cerrar la puerta, la
escritora trató de alcanzar la agarradera pero hizo una pausa y retiró su
mano. No huele tan mal, pensó mientras volvía a inhalar el aire de nuevo.
Huele a cerezas. Sabía que el incienso era para tapar el olor de la marihuana
pero decidió dejarlo pasar por esta noche. Escuchó el terror en los gritos
de Crystal y no tenía ninguna duda de que la joven mujer estaba muy
afectada a pesar de decir lo contrario.

Laura no se sorprendió de no encontrar señales de vida de Crystal a la


mañana siguiente. Dos veces durante la noche se había despertado por el
sonido del inodoro, la última vez había sido cerca del amanecer.

—Creo que pasaré más tarde la aspiradora—, pensó mientras se dirigía a la


cocina a preparar café.

Mientras esperaba a que el café estuviera listo, Laura fue arriba y quito las
sabanas de su cama, recogiendo también la ropa sucia al mismo tiempo. Puso
una carga en la lavadora en lo que el café estaba listo y bebió su primera
taza entre los viajes por todo el apartamento vaciando papeleras y
revisando que áreas necesitaban una buena limpieza.

Crystal bajo las escaleras dos horas más tarde, luciendo muy cansada.
Oscuras ojeras rodeaban sus ojos y algunos cabellos rubios caían por su
cara.

—El café huele bien— dijo ella.

—Buenos días. ¿Cómo amaneciste? — Laura le preguntó mientras tomaba su


taza de café.

Crystal caminó hacia la alacena y sacó la primera taza grande que encontró.
Aceptando la jarra de café que le ofrecía su compañera, esperó hasta que la
taza estuviese llena antes de hablar. —Siento mucho lo de anoche—.

—Um … si necesitas hablar—

—No hay nada que hablar— la artista de striptease se encogió de hombros.


Recogió el periódico y se dirigió rumbo a la terraza.—¿Ya lo has
desocupado?—

—Tómalo—. Laura observó como su periódico sin leer fue rápidamente


abierto y doblado de modo de que Crystal lo pudiera tomar con una mano
mientras sorbía su café. Un cigarrillo fue pronto encendido, el viento sopló
el humo dentro de la cocina. La escritora frunció el ceño y fue directo a
cerrar la puerta de cristal corrediza.

—No te molestes, me moveré hacia allá— dijo Crystal mientras hacia su


desorden a un lado a la orilla de la mesa. El cambio de posición hizo que el
humo circulara hacia el lado del edificio en lugar de entrar a la cocina. Laura
observó como una sonrisa salía de los labios de la stripper antes de ocultarla
con la taza de café.

—Soy culpable de los cargos— Laura admitió, sentándose en la silla que


recién había desocupado la otra mujer. Tomó un sorbo de su café antes de
continuar—Es que simplemente no puedo soportar el humo en mi casa. A
Bobby le a dado por fumar también pero a él tampoco lo dejo hacerlo dentro
—.

—¿quién es Bobby, tu novio?—


Laura colocó la taza de café en la mesa y sonrió.— Um … no. Él es mi
hermano menor. No tengo novio. ¿Y tú?— Laura no esperaba que le
respondiera pero la sorprendió cuando Crystal negó con la cabeza.

—Nada de novios. Los hombres son unos cerdos—.

—Pues, no todos los hombres, Crystal. Peter y Michael son unos caballeros
—.

—Peter y Michael son gay. No cuentan—.

—No sé por que les es tan difícil subir el asiento del inodoro. Una vez los
chicos estuvieron por aquí y olvide revisar el asiento y al sentarme estaba
todo húmedo—. Laura rió de su historia, esperando obtener una sonrisa de
la joven mujer. En lugar de eso Crystal continúo mirando perdidamente su
café, con su mirada totalmente lejana. La escritora sintió su estómago
gruñir y recordó que aun no había comido—Creo que preparare unos huevos
y pan tostado para el desayuno. ¿Te gustaría algo de desayunar?—.

—Naa—. Crystal se levantó abruptamente. —estoy a punto de salir de


cualquier manera—.

—¿Vas a estar fuera todo el día?— Laura en secreto esperaba que ese fuera
el caso. No quería tener a la maquina de humo, bebedora de cerveza
stripper por aquí cuando su madre apareciera.

— Sip, no me gustan los convivios familiares. Diviértete—.

Laura acababa de acomodar su periódico y estaba a punto de comenzar a


leer cuando escuchó el portazo de la puerta principal y palabras anti
sonantes saliendo de la boca de su compañera de apartamento—¡ no puedo
creer que el maldito coche no encienda otra vez joder!— Crystal lanzo
coléricamente las llaves a través de la habitación.—No me importa lo que
diga Rick, ese mecánico amigo suyo no sabe nada de coches—. Ella presionó
sus manos contra la pared que separaba a la cocina de la sala de estar y
finalmente miró a Laura.—supongo que no voy a ir a ninguna parte después
de todo— ella suspiró.

—Michael es mecánico. Tal vez él le pueda echar un vistazo a tu coche—.

—Que suerte me cargo hoy verdad— la artista de striptease se quejó. Ella


había esperado comprar algunas cervezas y reabastecer su suministro de
marihuana.—Tratare de no molestar en tu reunión—.
—La TV de tu dormitorio tiene sistema de cable para que no te aburras—
dijo Laura. Contenta de que Crystal no le pidiera prestado su Jeep.—¿Te
puedo pedir un favor?— La artista de striptease la miró cuidadosamente.—
¿Te importaría no fumar marihuana mientras mi hermano y mi madre están
aquí?— Laura levantó sus manos para evitar la protesta que vio formarse en
los labios de la rubia.—sé que lo que haces en tu cuarto es solo de tu
incumbencia pero aun con el incienso, mi hermano de dieciocho años de edad
sabrá lo que estás haciendo así tengas la puerta cerrada—.

Las palabras golpearon algo sin querer en la mente de Crystal que la


transporto a un momento en donde su hermana gritaba a través de la pared
que separaba sus dormitorios—¿Cuanto tiempo falta para que lleguen?—

—En cuatro horas—.

—Suficiente tiempo como para conseguir provisiones. Bien, ¿Dónde queda la


licorería más cercana? —

— Martin's está sobre la cuarta avenida, como a kilometro y medio—. Se dio


cuenta de las intenciones de Crystal y rogaba en silencio que la tienda le
pareciera muy lejos. Aun no le agradaba la idea de que su familia pudiera
conocer a la stripper pero sabia que sería incluso peor si el alcohol fuera
añadido a la combinación.

Crystal golpeó sus nudillos en la parte superior—Debí suponerlo. ¿Cuál es la


temperatura allí fuera ahora? ¿Treinta, treinta y cinco grados? — Laura
estaba segura que estaba como en 28 grados pero no vio el caso de
mencionarlo.—estaré en mi cuarto—. La stripper fue arriba, sacando los
cigarrillos de su bolsillo durante el proceso.

—Bien. Quédate allí—, Laura pensó para sus adentros mientras observaba a
la mujer temperamental subir las escaleras. Miró el reloj y gimió.—Es
tiempo de ponerse en movimiento.—

Lo primero fue quitar todo el polvo de los muebles, después paso la


aspiradora. Lo siguiente fue lavar y pulir las ventanas, Laura estaba
enjuagando el trapeador en agua cuando el timbre de la puerta sonó. Abrió y
encontró a Jenny parada allí, su cara escondida por la brillante caja
envuelta en sus brazos. —Las otras partes están en el coche, — lanzó un
resoplido agradeciendo que le echara una mano con su carga.

—¿Recuerdas que él conduce un coche compacto y no una mini furgoneta?—.


—Éstos son los que el hombre en la tienda dijo que eran aptos para el coche
de Bobby— Jenny protestaba mientras sacaba el resto de las partes del
sistema de audio de su coche.

—¿Le pediste al vendedor que te dijera cuáles comprar?— Laura preguntó


incrédulamente.—Jen, tu debiste decidir que comprar.

—No empieces— la mujer de cabello castaño advirtió amablemente.—No


todo lo que compro tiene que ser aprobado por la Revista del Consumidor*—.

—Pero... Ups—, Laura dejo de hablar cuando vio la mirada de desaprobación


de Jenny.—¿lo estoy haciendo de nuevo, verdad?—

—Sip— la terapeuta afirmo.

— es bueno tenerte por aquí para que me señales todas mis pequeñas
neurosis, — le dijo, aprovechando que la calle estaba vacía se inclino y dio un
rápido beso a Jenny.—Y a propósito, Crystal está aquí—.

—¿Le advertiste sobre tu madre?—

Laura metió la mano en el coche y saco la última caja, golpeando la puerta


con su cadera para cerrarla.— No. Se suponía que estaría fuera todo el día
pero su coche se averió—.

—Debiste advertirle antes de que el General Patton* llegara— Jenny dijo


mientras llegaban a la puerta.

—Mi madre no es tan mala—.

—¿No es tan mala? ¿Laura, recuerdas el Día de Acción de Gracias cuatro


años atrás? ¿La única y última vez que me llevaste a la casa de tu madre?—
Ella mantuvo la puerta abierta mientras entraba Laura.

—honestamente no pensé que ella estaba espiándonos—. Laura se sobresaltó


ante el recuerdo de cuando su madre entró a la cocina y las encontró
dándose un beso apasionado.

—Bien sabes que me culpó por corromperte.—

—Por supuesto que lo hiciste— Laura dijo con una sonrisa juguetona.—
Después de todo, yo era una joven inocente antes de conocerte.—
—De cualquier forma no es realmente la mujer tranquila que recuerdo, Amor
—. Jenny caminó hacia la alacena y tomo dos vasos—¿cuánto tiempo tenemos
antes de que ella llegue?—

—Aproximadamente dos horas—. Dos horas para tener este lugar limpio y
listo para la inspección, pensó Laura para sí misma mientras abría el
refrigerador y sacaba la jarra de agua helada. Como hacia cada vez que su
madre venia de visita, los nervios de Laura estaban al borde. Su padre y
ambos abuelos habían sido de las Fuerzas Armadas y a su madre le toco ser
la esposa de un oficial muy estricto. Había algo en su mente, un sentimiento
que le hacia pensar que algo se le estaba escapando.... algo que su madre tal
vez podría notar—¿se ve todo correctamente?—

—Laura… todo esta perfecto. Los cuadros están derechos, los platos ya
están bien colocados, el mantel está bien puesto y planchado. Deja de
preocuparte—.

—No lo puedo remediar— ella contestó, apoyándose contra el toque suave


de Jenny en sus hombros.—Solo quiero que todo salga perfecto. Jen,
prométeme que no empezaras con tus regaños. —

Las manos de Jenny masajeaban amablemente sus hombros.—Tu madre


necesita vivir ya en los años noventa—.

Laura se volteo y deslizó sus brazos alrededor de los hombros de la mujer


más baja.— Jen, no entiendes. El abuelito Matthews fue un Republicano
inquebrantable y mi papá fue tan conservador como él. La idea de ver a su
única hija en la cama con otra mujer no fue exactamente una píldora fácil de
tragar—. Le dio una pequeña sonrisa. Los padres de Jenny eran las personas
más liberales que jamás en su vida haya conocido y fue difícil para su
ex-amante aceptar la intolerancia—¿por favor?—

—El cambio es bueno para el alma, y lo sabes— Jenny intento por ultima vez.
Laura sabia que ella había ganado y besó a la mujer más pequeña en la
frente.

—Has hablado como una verdadera terapeuta. Haré mi mayor esfuerzo para
mantenerla alejada de ti—. Un pensamiento se le vino a la mente—Hablando
de terapia— Camino hacia la puerta de cristal corrediza y la cerro.—quiero
hablar contigo acerca de algo que ocurrió anoche—.

—¿Estas bien?— La preocupación de su ex-amante era evidente y Laura


sonrió.
—Estoy bien, cariño. Crystal tuvo una pesadilla anoche—.

¿Hablaste con ella de eso?—

—lo intenté pero ella no quiso hablar—.

—Si ella no quiere hablar de eso, no puedes presionarla para que lo haga,
Laura—.

—No la presione, pero tal vez tu puedas.... — Laura no termino de decir la


frase pero Jenny no tuvo problema en comprenderla.

—¿Quieres que hable con ella? Lau, ella ni siquiera me conoce —.

—¿pero eso es lo que tú haces, o no?—

—Lo hago por separado y en grupo dando consejos a supervivientes de abuso


sexual. No interpreto sueños—.

—Por lo que escuche, me dio la impresión de que eso le paso—. Ella fue
bajando su voz, como si se tratase de un tema tabú—Ella gritaba a su padre
para que parara y cosas así, en verdad creo que algo así le paso—.

—Oh—. Ahora Jenny entendía por que Laura había tocado el tema—¿Cómo
se escuchaba ella cuándo hablo contigo después? ¿Estaba asustada, enojada,
adormecida? —

—Ella no dijo mucho, simplemente que estaba bien—. Laura hizo una pausa,
tratando de recordar más detalles. —Se escuchaba disgustada pero creo
que realmente estaba molesta—.

—Podrían ser montones de cosas— dijo Jenny.—Intenta hablar con ella otra
vez—. Miró alrededor de la habitación, viendo todo perfectamente
organizado como siempre.—veo que no ha estado por aquí abajo tu
compañera de apartamento del infierno—.

—Ella permanecerá en su dormitorio la mayor parte del tiempo—. Miró su


reloj de pulsera y sus ojos se ampliaron.—Se está haciendo tarde. Necesito
que busques algo que hacer mientras termino de limpiar el piso—. Laura
esperaba la discusión usual de que el piso ya estaba lo suficientemente
limpio pero Jenny simplemente cogió su vaso y se dirigió a la sala de estar.—
y no olvides usar un posavasos para poner tu vaso— Laura le advirtió antes
de volver a llenar el cubo de agua con jabón.
Los pulmones de Crystal inhalaron profundamente antes de colocar los
restos del cigarro en el cenicero. Hacia un día bello y abrió la puerta de
cristal para dejar que la brisa caliente se filtrarse a través de la habitación.
Encima de su tocador, el incienso soltó el perfume de lavanda a todo lo largo
del cuarto. No encontrando razón alguna de conocer a la familia de su
compañera de apartamento, ella había decidido permanecer en su cuarto y
quedar aislada todo el día. Escuchó el sonido apenas perceptible del timbre
de la puerta seguido por sonidos de personas intercambiando bienvenidas y
entablando conversación. —Oh dios, John Boy y el resto de los Waltons*
han llegado—. Tenía pensado dejar de fumar antes de que la familia de
Laura llegara, pero con cada fumada, su determinación se desvaneció.
Removió una hoja del paquete del periódico y alcanzo el bolso del
emparedado y su cada vez menor suministro de marihuana.

—No puedo creer que todo esto sea para mí.— Bobby dijo mientras miraba
la mesa llena de regalos. Dio un paso delante de su hermana para recibir un
enorme abrazo de Jenny.—¿cómo esta mi cuñada favorita?—

—Ex-cuñada— ella le recordó—No puedo creer qué alto te has puesto.


Recuerdo cuándo solo me llegabas hasta aquí—. Jenny señalo con su mano al
ras de su hombro para mostrarle.

—Crecí muchísimo en un año— él contestó. Mirando hacia arriba a la cara del


muchacho, Jenny tuvo que admitir que era verdad. No solo en altura, Bobby
había crecido también en musculatura, sus músculos se le marcaban debajo
de la camisa blanca. Su cabello rubio corto hacía contraste con sus cejas
cafés, haciéndole parecerse mucho a Robert Redford pero cuando era
joven. Su cara tenia sólo un poco de acné. Ya no era el chico cubierto de
granos de 14 años de edad que se interesaba más por el Nintendo que por
las chicas.

—Pues aquí tienes, Grandullón— Jenny dijo cariñosamente.—Ve a ver el


pastel que tu hermana compró para ti—. Agarrándolo de su brazo, lo empujó
a la cocina, dejando solas a Laura y su madre.

—No me dijiste que ella estaría aquí— La Señora Taylor la reprendió.

—Jenny y yo aun somos amigas, Mamá— Laura dijo.—Solo que ya no somos


amantes—
—Pues bien— su madre interrumpió, obviamente queriendo cambiar el tema.
—Vas a tener que venir a casa para que ayudes a tu hermano a acomodar la
computadora—.

—Lo haré, Mamá. ¿Tiene en su cuarto un enchufe para la línea telefónica


para se pueda conectar a Internet? —

—¿Conectar?— La Señora Taylor frunció el ceño.—Pues tu sabes que yo no


se nada sobre computadoras. Y si, él tiene teléfono en su cuarto. Con el
número de chicas que le llaman a diario, me es imposible usarlo a mí de
cualquier forma—.

—Hey Mamá, ven a ver mi pastel— Bobby la llamo emocionado. Laura y su


madre entraron en la cocina.

—Eso luce bien— dijo la Señora Taylor.—¿Lo compraste en la Pastelería de


Henderson? Marge Carmichael compró un pastel allí para la llegada de su
hija Katherine. Era hermoso. Por supuesto eso fue poco antes de que
Katherine se escapara con Billy McCormick —.

Laura no se molestó en contestar la pregunta de su madre, sabiendo que el


lugar en donde compro el pastel había sido en otro lado. Aun así asintió con
la cabeza en afirmación.—Uh huh—.

—La vi hace dos semanas en la reunión de VFW* y ella estaba muy callada en
lo referente a su hija. Si me preguntas, pienso que ella está embarazada—.
La Señora Taylor recorrió con la mirada a Jenny.—Pero eso es lo que ocurre
cuando familias tienen baja moral, supongo—.

—O tal vez están huyendo de sus madres arrogantes— Jenny masculló muy
bajo para que solo Bobby pudiera oír. El adolescente resoplo, haciendo una
mueca graciosa a Jenny y una mueca curiosa a su madre.

—¿Estáis bien?—

—Solo me atragante un poco, Mamá— él contestó, intentando con dificultad


para no reírse.

—Te he dicho que comas despacio. Ya hemos hablado de eso, —ella


amonestó, sus dedos pasando distraídamente ligeramente un mueble en
busca de polvo. Notando que no había, recompensó a su hija con un
asentimiento de cabeza de manera aprobatoria.—¿Ves como tu hermana
mantiene su casa limpia? No sé por qué tu no puedes mantener tu cuarto un
poco decente—.

—Tengo demasiadas cosas en mi cuarto— él explicó.

—Tu padre nunca habría permitido tal desorden— su madre continuó— A él


le gustaba usar un equipaje ligero, guardaba solo lo importante. Nunca
sabíamos cuándo sería enviado para otra base y nosotros teníamos que
mudarnos rápidamente—.

—Mamá, no nos hemos mudado desde que tenia tres años— dijo Bobby.—Aun
tienes tapizado mi closet con tapiz de vaqueros—.

—Ese no es el punto, Bobby. Simplemente no existe ninguna razón para


dejar que se haga desorden—.

Laura decidió que era hora de cambiar de tema.—¿mamá, has visto a la


Señora Reynolds últimamente?—

—La vi justo la semana pasada en la Comisaria. Su hijo fue arrestado el año


pasado por robar una casa, como sabrás—. Laura abrió su boca para hablar
pero su madre no se detenía lo suficiente como para interrumpirla.—Intenté
pasar desapercibida de ella pero tiene ojos de águila, tus sabes. Se la paso
sonriendo mientras me contaba sobre su hija, Marcia. Ella se casó con un
corredor de bolsa y tiene dos hijas ya—.

—Me alegro por ella—.

—La hija de Janice Crenshaw tuvo un niñito apenas la semana pasada—.

—No sabia que Susan se había casado— dijo Laura.

—No se casó. Ella estaba por irse con el hijo del Capitán Henry pero cuando
el se entero que ella estaba embarazada, embarco a su hijo y lo mando a una
sesión de entrenamiento en Arabia Saudita—.

—¿Por qué hizo eso? Siempre creí que Susan era una chica decente—.

—Si fuera una chica decente, ella no estaría embarazada— La Señora Taylor
puntualizo.

—¿y por supuesto el muchacho no tuvo nada de culpa verdad?— Jenny


preguntó en un tono mordaz. Laura le dio una mirada de advertencia pero
era ya muy tarde. La Señora Taylor aprovechó la ocasión para dar su
sermón.

—Hubo un tiempo cuando la mujer conservaba orgullosa su virginidad hasta


el matrimonio—.

—Mamá— Laura trató pero su madre se rehusó a ser callada.

—No Laura. Es hora que alguien salga en defensa de la decencia—. dijo ella.
—¿Estas jovencitas de ahora no les importa andar brincando de cama en
cama y si se quedan embarazadas, que más da? Tu y tus amigas feministas
habéis puesto clínicas de aborto en cada esquina—.

—¿Serían las mismas amigas feministas que hicieron posible que las mujeres
pudieran tener propiedades y pudieran votar?— Jenny ignoró el rostro de
advertencia que le daba Laura.

Laura rodeó con el brazo a Bobby y le dio un tirón.—Vamos, hermano.


Vayamos a ver qué tan generosa fui con tu tarjeta de graduación—.

—Ah, el dinero. El regalo que siempre es bienvenido, — él dijo con una


sonrisa.

—Espera un minuto— dijo su madre.—Tienes que abrir mi regalo primero o


los regalos de tu hermana no tendrán ningún sentido—. La Señora Taylor
ignoró el comentario de Jenny y se dirigió hacia su hijo para que abriese sus
regalos.—Y Laura, espero que no lo mimes tanto dándole demasiado dinero—.

Las risas y voces llegaban hasta arriba, demasiado para molestia de Crystal.
Ella se había dado por vencida con la televisión y las estaciones de radio
fueron también una decepción. La poca cerveza la había hecho sentir
cansada pero no quiso pasar todo el santo día durmiendo. —No, es mejor
sentarme aquí encerrada en mi cuarto aislándome de todo eso—, ella pensó
mientras alcanzaba su pequeño tubo y su encendedor. El sonido de alguien
subiendo las escaleras la hicieron cambiar de opinión. La puerta del cuarto
de Laura se abrió y se cerro, escuchando algunos segundos más tarde el
sonido de la puerta corrediza abriéndose. Una mujer de cabellos castaño
salió al balcón y apoyó sus brazos contra el riel. Era un día bello y brillante,
Crystal había dejado sus cortinas abiertas, permitiéndole tener una vista
del exterior. Por supuesto eso también significaba que cualquiera podía
asomarse y poder verla.—Demonios, —¿por qué no había pensado en eso?—
la stripper maldijo mentalmente. Era demasiado tarde para hacer cualquier
cosa y para su mala suerte la mujer se dio vuelta y la miro.
—Hola—. Saludo Jenny.

—Hola— contestó Crystal.

—Soy Jenny, una de las amigas de Laura.—

— Crystal. Soy su compañera de apartamento—.

—Sí, ella te mencionó — El rostro de la terapeuta era cálido y amigable y la


stripper se encontró dejando la comodidad de su cama y salió un momento
hacia el balcón.

—Parece que todo mundo esta pasando un rato agradable— dijo Crystal
mientras apoyaba su cadera contra el riel.

—Necesitaba descansar de su madre— dijo Jenny. —Así que, Laura me


contó que eras una….. bailarina, ¿estoy en lo correcto?—

—Um … sí—. Metió la mano en el bolsillo de su blusa y saco sus cigarrillos y


su encendedor. —¿eres escritora como ella?—

Jenny se rió entre dientes.—Temo que ese tipo de creatividad está más allá
de mí. Laura es la de la imaginación. Yo soy terapeuta—.

—¿Una psiquiatra?—

—Bueno, no completamente—. Jen pensó acerca de lo que Laura le había


contado sobre la pesadilla de Crystal—trabajo con personas que han sufrido
violación y abuso sexual—

Crystal se volteó, mirando la cordillera de árboles que separaban el


complejo del lago. —¿quieres decir que los haces hablar acerca de lo que les
paso?—

—No los hago hablar sobre lo que les paso. Los dejo hablar de lo que ellos
necesiten hablar— Con la cabeza de Crystal inclinada, el pelo rubio impidió a
Jenny ver su cara.—Algunas veces las personas solo necesitan un lugar
donde puedan ir y sentirse seguros de decir toda la verdad sobre lo que les
paso.—

—¿Sí? ¿Y en que les ayuda eso a ellos? Eso no hace que lo que paso
desaparezca—.
—No, no hace que desaparezca— dijo Jenny uniformemente. —Pero en
muchos casos hablar acerca de lo que les paso y aprender a manejar las
emociones que los afectan hace la diferencia entre vivir y solo existir—.

Crystal tiró su cigarrillo sobre el riel y agarro el tirador de la puerta.—


Algunas veces es mejor solo existir, Doc— dijo antes de atravesar el umbral
hacia su cuarto. Estaba cerrando la puerta pero quedo a medio camino
obstruida por la mano de Jenny.

—Existir es la salida más fácil— dijo la terapeuta. —Se requiere coraje para
superar lo que sucedió y recuperar el control—.

—No todo el mundo necesita de una terapia para lograr superarlo— Crystal
gruño.

—Puede que no, pero ayuda—. Jenny soltó el agarre de la puesta y dio un
paso atrás.—Eres bienvenida a bajar y unirte a nosotros—.

—No me gustan las cosas familiares. Gusto en conocerte—. Crystal cerró la


puerta y tomo el cordón para cerrar las cortinas. Segundos más tarde
escuchó a Jenny atravesar el cuarto de Laura y bajar las escaleras. —¿Para
que carajos sirve una terapia? No va a cambiar lo que paso—. Se dejo caer
en su cama y abrió el cajón de su mesa de noche. Recordó la petición de
Laura de que no fumara marihuana mientras las personas estuvieran allí.
Suspirando, cerró el cajón y le dio puñetazos a su almohada. Qué
desperdicio de una buena tarde de sábado. Encerrada en mi propia
habitación. Los recuerdos de los sábados en su infancia llegaron a su mente.
Cerrando los ojos, Crystal recordó la época cuando ella y Paty pasaban las
horas juntas, jugando o solamente charlando acerca de nada como todas las
hermanas lo hacen. Inevitablemente, sin embargo, las escenas felices
siempre se veían empañadas gracias a las borracheras de su padre.

—Doscientos dólares, todos los consulados son míos— Paty dijo,


extendiendo su mano.

—¿Te puedo pagar hasta que pase por la embajada? De otra manera tengo
que hipotecar Marruecos—.

—Te voy a decir una cosa. Te dejare pasar sin que me pagues, pero cuando
yo caiga en uno de tus países tampoco te pagare —

—Trato— Crystal feliz, estuvo de acuerdo. —¿Tal vez podemos jugar alguna
otra cosa después?—
—No creo que tengamos más tiempo. Él estará en casa pronto—.

¿Podemos ir a pasear en bicicleta?— La hermana menor preguntó


esperanzadamente. Su cuerpo aun tenía magulladuras de la reciente paliza
que le había dado su padre en la última borrachera. Era demasiado tarde,
ambas se dieron cuenta cuándo escucharon el sonido de su coche
estacionándose en el camino de acceso.

—Ya fue suficiente juego por hoy— Paty dijo mientras metía la caja de
juegos debajo de la cama. Los juegos no se ganaban ni se perdían, era una
regla que tenían. Cuando un juego era interrumpido por causa de él, era
declarado un empate, no importa quien hubiera ganado.

—¿Cuándo fue la ultima vez que una de nosotras ganara un juego?— Crystal
pregunto.

—No estoy segura pero sé que yo soy la que siempre gano— Paty sonrió
abiertamente mientras salía del cuarto de Crystal y se metía en el de ella.
Segundos mas tarde su padre entro en la casa, su fuerte voz llego hasta
ellas.

— ¡Pero que leches os pasa!— rugió él. Crystal brinco debido al sonido de una
silla lanzada a través de la cocina.—¿cuántas veces tengo que ordenarles que
mantengan sus malditas bicicletas fuera del camino de acceso?—
Haciéndose bolita, Crystal se lleno de terror en el momento en que lo
escuchó subir las escaleras, sus pesados pasos se iban acercando cada vez
más.

Crystal se levanto de pronto, buscando frenéticamente alrededor al violento


hombre que se acercaba para golpearla. —Malditos sueños—. Ella encendió
un cigarrillo y se apoyo contra el cabecero. —¿Puedes hacer que
desaparezcan las pesadillas, Doc?—

***

Laura permaneció en el portal mientras veía las luces del coche de su


hermano encenderse y salía de su estacionamiento—todo salió bien— dijo
mientras cerraba la puerta.

—Ahora recuerdo por qué prefería quedarme a estudiar todas esas noches
cuando tu querías ir a visitar a tu madre, — Jenny dijo mientras recogía una
taza vacía y la llevaba a la cocina.—Es definitivamente una ventaja el tenerla
viviendo a dos pueblos de distancia—
—Te juro que si hubiera escuchado por más tiempo como el Capitán hizo
esto y lo otro y que tuvo sus amoríos cuando tenia 20 años o como a la
Señora Goldstein le gusta el té de zarzamora con brandy, consideraría
realmente la idea de cometer matricidio.—.

Jenny se rió y abrió el lavaplatos.—Bien, veamos si podemos lograr una


salida más conveniente para que no cometas un delito capital. Pásame los
platos, por favor—.

—Seguro. Oh, aquí hay una taza y una cuchara—. Laura entregó los platos,
luego se apoyó contra el mueble mostrador.

—¿Y como va ese libro?— Jenny programo el tiempo del lavaplatos y siguió a
su ex-amante a la sala de estar.

—Creo que he escrito cerca de 4 oraciones desde la última vez que me


preguntaste— Laura suspiró mientras se sentaba sobre el sofá.—No sé que
me pasa. Nunca había tenido un bloqueo así antes—.

Jenny puso su mano sobre el muslo de Laura.—Tal vez te estas presionando


mucho. Tomate un descanso, date algunos días, luego regresa e inténtalo—.

—Ya probé eso, Jen. No trabaje en él—. Pasó sus dedos por su cabello
oscuro. —Algunas veces pienso que no me queda una sola onza de energía
creativa en mí—.

—¿Quieres que le eche un vistazo?—

—No— Laura contestó. —Te lo agradezco. Pero ya se me ocurrirá algo para


resolverlo —. Laura escuchó un sonido y empezó a ver a Crystal bajando las
escaleras. —Hola—. Un codazo sutil hizo que Jenny quitara su mano.

—Hola—. La rubia miró a Laura y luego a Jenny. —Pensé que todo el mundo
se había ido ya. No me percaté que todavía tenias compañía—. Se volvió
hacia las escaleras.

—El general Patton y Bobby se fueron hace unos minutos— dijo Jenny,
poniéndose de pie yendo hacia donde Crystal estaba parada.—Solamente
charlamos. ¿Por qué no te unes a nosotras?—

—Bueno, Yo...—
Laura gesticuló hacia la silla vacía.—Toma asiento. Debes de estar cansada
de estar encerrada en ese cuarto todo el día—.

Crystal dudo, luego asintió la cabeza y se dirigió al asiento indicado.—¿Qué


tan malo puede ser? Puedo ser sociable por algunos minutos—. pensó
Crystal.

—¿Disfrutó tu hermano la fiesta?—

—Sí, mucho—.

—¿Tienes hermanos o hermanas, Crystal?— Jenny preguntó sentándose en


el sofá.

—Tengo una hermana mayor—.

—Yo soy hija única— la mujer de cabello castaño contestó.—siempre pensé


que tener una hermana hubiera sido genial—.

—Yo también— Laura estuvo de acuerdo.—Amo a Bobby muchísimo pero


cuándo tenia dieciséis, tenia que cargar con mi hermano de seis años
conmigo por la calle y era un verdadero obstáculo—.

—¿Cuánto os lleváis de edad tu hermana y tú?—

—Tres años y medio—.

—Oh, eso es genial— dijo Jenny.—Entonces vosotras dos os criasteis juntas.


—Si— Crystal dijo quedamente, pensando en su querida hermana.

—¿Y tú eres la mayor o ella?—

—Paty es la mayor—.

Jenny notó la expresión triste en la cara de la rubia.—¿vive ella cerca de


aquí?—

Crystal negó con la cabeza.—No. Ella se fue hace mucho tiempo. Perdimos
contacto—. Metió la mano en su bolsillo de la blusa para sacar sus
cigarrillos, luego recordó la regla de Laura y se conformo tomando una
zanahoria de la bandeja.
—No puedo imaginar perder el contacto con Bobby— dijo Laura.—¿tuvisteis
una pelea o algo?—

—Ella se escapó cuando yo tenia catorce años de edad. No la he visto y


tampoco he sabido nada de ella desde entonces—. Las emociones se estaban
formando dentro de Crystal y sintió que se le formaba un nudo en la
garganta.—¿por dónde dijiste que estaba la licorera?— Ella le preguntó a
Laura.

—Ve a la avenida principal y dobla a la derecha.—

—De hecho— dijo Jenny mientras se ponía de pie —tengo que irme ya y
justo voy en esa dirección. ¿Quieres que te lleve?—

—Pensé que te quedarías esta noche— Laura dijo con una pregunta en su
voz.

—Lo siento, cariño. Tengo que encontrarme con una cliente a primera hora
por la mañana. Su violador fue liberado bajo libertad condicional y ella
necesita apoyo moral antes de hablar ante el comité examinador—.Se puso
de pie y tomo su bolso. Laura se levantó también.

—Bien. Te llamare la próxima semana—.

—Ok—.

***

Una vez fuera, Crystal encendió un cigarrillo, el humo gris formó una nube
cerca de su cara.

—Eso es malo para tu salud, ¿sabias?—.

—Ya lo he escuchado antes— contestó, dando otra inhalación.—¿supongo que


tu tampoco permites fumar en tu coche?—

—De hecho es un coche prestado mientras el mío está en la agencia pero yo


siempre he encontrado que el cenicero hace una gran función para tirar toda
esa ceniza—.

—Seguramente— Crystal susurro, aspirando tanto humo como podía para


después lanzar el humo fuera.—¿Tú no eres una fanática de la salud como
Laura?—
Jenny se rió y quito los seguros de las puertas del coche—No estoy tan
obsesionada como ella. Yo disfruto de una buena hamburguesa y patatas—.
Entraron al coche y con una vuelta de la llave el motor encendió. Hecho en
reversa el coche y lo saco del estacionamiento, se dirigió calle abajo para
tomar la curva hacia la avenida principal.—¿Y eres de por aquí?—

—Milton— Crystal contestó.—Esta a una hora por la carretera de peaje—.

—Sé dónde está. Es un pueblo industrial grande—.

—De grande no tiene nada, mejor dicho— la rubia dijo fieramente.—Milton


es un pueblo insignificante lleno de personas insignificantes también—.

—¿Tu familia aun vive ahí?—

—No sabría decirlo, no he hablado con ellos desde que me mudé.—

Jenny asintió con la cabeza, nunca quitando la vista del camino.—¿cuántos


años tenias cuando escapaste?—

El corazón de Crystal dio un brinco.—¿eres psíquica o algo por el estilo,


Doc?—

—Te dije que soy terapeuta—. Bajó la velocidad del coche mientras se
acercaban a un semáforo. —Soy perceptiva. Es una habilidad necesaria
cuando tratas con personas que no son siempre abiertas con sus
sentimientos—.

—¿Sí? ¿Y que más te dice tu percepción de mí?— Crystal se cruzó de brazos


defensivamente.

Jenny la miró, y comenzó a avanzar de nuevo cuando el tráfico comenzó a


moverse.—tu respuesta me dice que estoy en lo correcto acerca de que
escapaste de tu casa—.

—Lo hice tan pronto como pude— dijo Crystal.—Un poco más de un año
después que Paty—.

—¿De la casa que escapo tu hermana cuando tú tenias 14 años, escapaste tu


después cuando tenias 15 años?—

—Ahí esta la percepción de nuevo— se asomo por la ventana, débilmente


notando el anuncio de la licorería que comenzaba a verse a lo lejos.—Intente
escapar con ella pero me atraparon. Lo intente tres veces mas antes de que
tuviese éxito.—

—Debió haber sido muy difícil para ti tratar de escapar tantas veces—

—¿Aquí es donde me dices que todos mis problemas son debido a mi jodida y
amargada infancia?—

Ella señaló la licorería.—No necesito terapia para saber eso— Crystal abrió
la puerta antes de que el coche se hubiera parado por completo. —Gracias
por el paseo, Doc—. Salió y cerró la puerta, sin darle oportunidad a Jenny
de responder.

***

Las calles estaban desiertas excepto por uno que otro coche ocasional,
dándole a Crystal la libertad para beber de la botella mientras caminaba.
Para cuando el complejo se alcanzo a ver, ya iba caminando balanceándose
totalmente borracha y la tercera parte de la botella había sido vaciada.
Cuando iba acercándose al edificio Crystal se dio cuenta que había olvidado
tomar las llaves cuando salió.—Mierda. La Señorita Perfecta me dará un
sermón con seguridad—. Se llevo la botella a los labios y tomó un gran trago,
estremeciéndose cuando el líquido caliente se abrió paso por su garganta.
Usó su manga para limpiarse la boca antes de alcanzar el timbre de la
puerta. Su cabeza sentía el efecto del whisky y lo único que quería hacer
era acostarse.—Demonios, abre la maldita puerta, Laura—. Crystal presiono
el timbre de nuevo, golpeando rápidamente después la puerta con el puño. El
sudor se formó en su labio superior y Crystal apoyo su frente contra el
marco. No había comido nada más que un par de zanahorias en todo el día y
su organismo rápidamente comenzó a reaccionar diciéndole que había
excedido sus límites.—Oh mierda— ella susurró, sintiendo su estómago mal
otra vez. Presionó el timbre de la puerta repetidamente hasta que escuchó a
Laura abrir la puerta. ¡—A un lado!— Empujo a la mujer que estaba perpleja
fuera de su camino, Crystal se fue tambaleando hasta el cuarto de baño,
apenas levantando el asiento del inodoro antes de que su estómago
devolviera todo su contenido.

Laura cerró la puerta del exterior y negó con la cabeza cuando escuchó a su
compañera de apartamento vomitando en el baño.—¿Crystal? ¿Te
encuentras bien?— Recibió un sonido nauseabundo como respuesta y gimió
interiormente.—Veo que encontraste la licorería. Hay toallas en el armario
para que te limpies—.
—Gak... o-ok—

Laura entró en la cocina y llenó un vaso de agua. Escuchó el sonido del


inodoro seguido por el sonido del grifo abriéndose. Minutos más tarde una
Crystal más compuesta salió del cuarto de baño.—Gracias— dijo ella,
tomando el vaso que le ofrecía.

—¿Te sientes mejor?—

Crystal asintió con la cabeza.—Un poquito—.

—Deberías comer algo. Eso calmara tu estómago—.

La rubia recordó las tres cenas para microondas que había en el


refrigerador y negó con la cabeza.—Naa, estaré bien.—

—Escoge tu misma—. Laura abrió el refrigerador y miró con atención


adentro.—Tengo algunas sobras de la fiesta. No es mucho, solo algunos
emparedados y algo de verduras—. Ella agarró el plato de emparedados y lo
levanto para que Crystal lo mirara.—Hay ensalada de huevo, jamón y queso—
Crystal miró interrogativamente los triángulos pulcramente cortados.—Um
… creo que te caerán bien— dijo Laura. Le paso el plato a Crystal.—Escoge lo
que quieras. Aparte de la ensalada de huevo, ya no comeré nada de eso—.
Después de tomar un tazón de ensalada para ella, Laura agarró una botella
de aderezo y usó su cadera para cerrar la puerta del refrigerador. Le indico
a Crystal con la cabeza para que fueran a la sala de estar. A regañadientes
la rubia la siguió saliendo de la cocina.

Laura se acomodó en el sofá mientras Crystal tomó asiento en el reclinable.


Un silencio embarazoso se formo debido a que no sabían que decir la una ni
la otra. Crystal mordió su emparedado.

—¿Que tal esta?— preguntó Laura.

—Bueno—. Ella dio otro mordisco, su estómago aprecio la comida saludable


para variar. Dándose cuenta de que no pudo rehusar la comida de su
compañera y poder irse a su dormitorio, Crystal se resignó a ser al menos
algo sociable.—Y dime, sé que solo estuvieron aquí tu madre y tu hermano,
¿dónde está tu padre?—

—Él murió hace siete años—. Viendo que Crystal se abría un poco debido a la
pregunta que le había hecho, Laura pregunto —¿Qué hay de ti? Dijiste que
tenías una hermana mayor. ¿Que hay de tus padres?—
Crystal dio otro mordisco a su emparedado y se encogió de hombros.—Lo
último que supe fue que ambos aun vivían y estaban dándose la gran vida en
Curtisville—.

—¿No hablas con ellos?—

—No—. Ella escogió algunos de los emparedados en forma de triangulo del


plato que parecían ser de ensalada de pollo.—no he hablado con ellos desde
el día que me salí de allí—. Comió un bocado e hizo una mueca.—¿uf, qué es
esto?—

—¿me creerías si te dijera que no tengo idea?—

—Seguro—. La stripper miró alrededor y divisó la bolsa de papel que estaba


sobre el mueble mostrador. El cosquilleo por tomar comenzaba de nuevo. —
Bien, si vas a seguir charlando, será mejor que tomes algo—. Pensó Crystal
para sí. Se puso de pie y fue hacia la cocina, regresando momentos más
tarde con un vaso lleno con hielo, una botella de cola y el whisky. Acababa de
sentarse cuando Laura decidió reanudar la conversación.

—¿Y bien, por que no estas en contacto con ellos?—

Pareciéndole una pregunta inesperada, Crystal vacilo un poco mirando a su


compañera de apartamento.—es muy largo de contar.—

— Soy buena oyente—.

El silencio comenzó a reinar mientras Crystal luchaba contra una guerra


interior. —No digas nada—. Las palabras hicieron eco repetidas veces en su
mente. —Nadie lo creería de cualquier manera—. Crystal pensó, y luego
contesto, —Solo puedo decirte que no fue una época feliz en mi vida—.
Tomo el vaso y el whisky, vaciando hasta que el líquido ámbar llenó más de la
mitad del vaso. Agrego la adecuada cantidad de soda sólo para teñir un poco
la bebida, luego se echó para atrás en el asiento reclinable.

—¿Tus pesadillas se deben a eso?—

Crystal trago, el licor caliente paso por su garganta.—¿quieres la versión


corta?— Su voz estaba llena de enojo.—Mi padre era un imbécil y mi madre
era una cobarde invertebrada que le importaba más lo que los vecinos
pensaran que sus niñas—. El vaso fue a sus labios otra vez.

—¿Es por eso que tu hermana se escapó?—


—¿Se te ocurre una mejor razón?— Normalmente Crystal habría dado por
terminada la conversación a estas alturas pero el alcohol estaba haciendo un
buen trabajo de mantener su defensa baja.—a mi me tomo un año mas—.

Laura arrugo su frente como si estuviera haciendo cálculos matemáticos. —


Tu mencionaste antes que tu hermana se escapo cuando tú tenias 14 años.
¿Tenias tan solo 15 años cuando tu escapaste?—

—Quince y medio, realmente. No es la mejor edad para andar fuera en las


calles pero qué diablos. Fue mejor que estar con ellos, — dijo fieramente, su
mirada fija sobre la mesita de café.

—¿No hubo alguien a quien pudieras recurrir? ¿Una tía, un maestro?—

Crystal dio un bufido y tomó de su bebida.—En una ocasión Paty le contó a


una maestra lo que estaba pasando. Ella mando llamar a nuestra madre.— Su
rostro se torno duro y tomo la botella de whisky.—Adivina a quien se lo
contó todo—

—¿A tu padre?—

La stripper asintió con la cabeza. —Él golpeó a Paty sin piedad. ¿Crees que
seria tan estúpida como para decirle a alguien mas?— Ella negó con la
cabeza e hizo otra bebida. En alguna parte en la mente borracha de Crystal
se dio cuenta que estaba haciendo exactamente eso ahora. Le estaba
contando a su compañera de apartamento, una mujer que apenas conocía.
Esta vez ella no perdió el tiempo con la soda, bebiendo el whisky
directamente.—¿apuesto que los personajes de tus historias no han tenido
tan sórdidos pasados, eh?—

—Um, no … no usualmente—

—Por supuesto que no—. El líquido se derramó alrededor de su vaso cuando


gesticulo con las manos.—Esto es normal para ti. Una casa agradable, un
bonito coche, una familia que te ama… … yo nunca tuve eso—. El deseo por un
cigarrillo aumentaba así como también el deseo por un porro. Tiró
ligeramente de su blusa.—creo que voy a cambiarme de ropa y relajarme un
rato en el balcón—.

—Creo que hoy esta la noche cálida. Estoy segura que tú lo estarás también
debido al cigarrillo—. Laura se puso de pie y tomo el vaso de Crystal.—Voy
por mas hielo y te veo arriba—.
—¿Te veo arriba?, Demonios— pensó Crystal. No hubo buena excusa para
rechazar la compañía de Laura ya que dijo que estaría en el balcón. —Uh, sí
… me parece genial—. Ella recogió la botella de whisky y se dirigió hacia las
escaleras, dispuesta a fumarse un buen porro antes de que su compañera se
le uniese fuera.

***

Crystal se estaba subiendo sus pantalones cortos cuando escuchó a Laura


subiendo las escaleras. —Diablos, eres rápida—, ella pensó mientras cerraba
la cremallera y caminaba hacia la mesita de noche. Abriendo el cajón, saco
un pequeño tubo de madera plana pequeña y uno de sus muchos
encendedores. Dio dos inhalaciones rápidas antes de guardarlos de nuevo y
cerrar el cajón. Tomo su botella, sus cigarrillos, y su cenicero, y salió al
balcón unos segundos antes de que llegara Laura.

—Oh bien— Laura dijo cuando vio el cenicero.—no estaba segura de que
tuvieras uno, especialmente cuando vi todas esas colillas en el pasto—.

—Usualmente no se me ocurre traerlo aquí fuera conmigo—. Crystal se


sentó en la silla blanca de plástico y tomo el vaso que Laura subió para ella.—
Me imagine que te daría un ataque si me vieras tirando la ceniza sobre el
piso—.

—Te imaginaste bien— la mujer de cabello negro contestó.—Me tomo 15


minutos recoger todo eso esta mañana—.

—Ok, ya no los tirare más—. Ella encendió un cigarrillo y tomo su botella.

—¿Trabajaras mañana?—

—Si, me he tomado últimamente libre varias noches más de las que puedo
permitirme—. Crystal miro hacia los contornos oscurecidos de los árboles
que mostraba el crepúsculo.—¿Alguna vez has escuchado al búho?—

—¿Oh, te refieres a George? Si, lo escuchó por la noche algunas veces


cuando me acuesto tarde escribiendo—. Laura miró hacia fuera igualmente,
como si ella pudiese divisar al pájaro escondiéndose entre las hojas.

—Había un búho que vivía entre los árboles cerca del trailer park— dijo la
mujer rubia, tomando un trago entre sus palabras. —En la noche algunas
veces lo escuchaba. Solía quedarme despierta preguntándome a quien
estaría buscando—.
—Al amor de su vida, quiero imaginar— dijo Laura. —¿acaso no es lo que
todos estamos buscando?—

—Más bien a alguien con dinero— dijo Crystal, levantando sus cejas cuando
escuchó a su compañera reír.—¿qué?—

—¿No tienes ni una pizca de romántica en todo tu ser verdad?—

—No creo en cuentos de hadas—. Se llevo el vaso a los labios, encontrando


comodidad en el olor familiar del whisky.—La vida no es como un buen
brandy—.

—No, no lo es— Laura estuvo de acuerdo.—Pero no es Oliver Twist, tampoco.


La vida es lo que tú haces de ella—.

—Más bien eres lo que la vida hace de ti— la stripper contestó agriamente,
contemplando su cigarrillo.

—La gran ventaja de ser adulto es que eres libre de hacer tus propias
elecciones— dijo Laura, recorriendo la mirada mientras observaba a Crystal
reducir considerablemente su bebida y tomando la botella con el poco
whisky que quedaba.

—Cuando estaba en la universidad mis padres esperaban que yo fuera


maestra. Me sentía tan miserable estudiando todo el tiempo cuando lo único
que yo quería era escribir historias—.

—¿Así que tienes un titulo?—

Laura asintió la cabeza. —Nunca lo he usado. Dudo que aun pueda obtener
certificación del Estado a estas alturas—.

—Por lo menos tienes estudios que puedes aprovechar—. Apagó el cigarrillo


y tomó un sorbo de su bebida.

—Bueno, tu tienes una habilidad, Crystal. Estas en buena forma y bailas—.


Una imagen breve de su compañera en el Tom Cat Club, semidesnuda
moviéndose alrededor del tubo central, vino a la mente de Laura—creo que
andan buscando a un instructor de aerobics en el gimnasio Mary's House of
Fitness —. Era difícil distinguir los rasgos de la mujer por la oscuridad de la
tarde cayendo paro noto que apretaba con fuerza la mandíbula y tenia los
nudillos blancos de apretar con fuerza el vaso.—¿Crystal? ¿Pasa algo malo?

—No soy instructora de aerobics—.

—No es necesario que seas... — Laura se detuvo ante el movimiento que hizo
Crystal con su mano.

—No soy exactamente lo que ellos están buscando— dijo con enojo. —
Olvídalo Laura. No entenderías—. Tomo más de su bebida y prendió un
cigarrillo.

—Pero... —

¡—No soy una bailarina!— Sus pies, que habían estado descansando sobre el
riel, bajaron coléricamente al piso de cubierta de madera. El movimiento
repentino causo que derramara whisky fuera del vaso, pero a Crystal no le
importo. Giro su rostro hacia la escritora—Soy una stripper, Laura. ¡Me
quito la ropa por dinero!— Se inclinó hacia adelante, sus facciones eran
duras.—estoy apenas un paso por encima de una puta—.

—Lo sé— dijo Laura calmadamente.—Quiero decir, sé que eres una stripper
—. Crystal parpadeó con sorpresa, parte de su enojo desvaneciéndose. La
mujer de cabello negro continuó—Uno de los personajes de mi reciente
historia se relaciona sentimentalmente con una stripper y una noche fui al
Tom Cat Club para documentarme—. Laura se encogió de hombros ante la
mirada interrogativa.—Supuse que me lo contarías algún día cuando te
sintieras lista—.

¿Le digo de lo mío ahora? Laura pensó para sí —Um … tu no eres la única que
guarda secretos—.

—No hay problema. Tu vida no es de mi incumbencia—.

—Puede que no, pero si vas a continuar viviendo aquí, debes saberlo—. Laura
aspiró profundamente. A pesar de que ya habían pasado varios años desde
que se había abierto a su homosexualidad, aun sentía un poco de miedo a ser
rechazada.—Jenny no fue solo mi antigua compañera de apartamento.
Nosotras fuimos amantes—.

—¿Eres una bollera?—

—Soy lesbiana— Laura se erizó.—Jenny y yo fuimos amantes durante casi


dos años—.
—Oh— Crystal dijo quedamente —no sé que decir. No lo habría adivinado. Es
decir, ninguna de las dos parece … —

—¿Lesbianas?— La escritora terminó.—Te tengo noticias, Señorita


Sheridan, no todas las personas homosexuales parecemos serlo—.

—No quise decir…— Crystal comenzó, luego se detuvo cuando se percató que
eso era exactamente lo que quiso decir.—Creo que no imagine realmente que
ustedes fueran—. Un poco avergonzada, se recostó en su asiento y clavó los
ojos en las siluetas de los árboles.

Los segundos pasaron convirtiéndose en minutos embarazosos, ninguna


estaba segura de que decir la una a la otra. Finalmente Laura no pudo
continuar más con el silencio.—Es una noche agradable—. Crystal gruñó la
respuesta, obligando a la escritora a hacer otro intento. —Apuesto a que las
estrellas se verán bonitas—.

—Las estrellas son aburridas.—

—Veo que recuerdas como hablar. Creí que se te había olvidado como
hacerlo— Laura bromeó, ganándose una mirada de reojo.

—He conocido a algunas lesbianas antes— dijo Crystal, devolviendo su


mirada al vaso medio lleno.—Una amiga tiene una prima que lo es—. Hizo una
pausa, luego se encogió de hombros. —No me molesta—.

—Bien—. Laura colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja.—odiaba


pensar que algo como esto se interpusiera en nuestra convivencia—. Se rió
entre dientes.

—Después de todo, ya tenemos suficiente con otras cosas—.

—¿Cómo cuales?— Ahora la atención de Crystal se enfoco más en la


conversación que en su bebida. El vaso que parecía estar pegado a su mano
fue colocado sobre la mesa.

—Nada—.

—No lo habrías mencionado sino hubiera realmente algo—. La rubia estaba


inclinada hacia ella. —¿Qué? ¿Hay algo que hago que te moleste? Al menos
que sea la marihuana, ¿es eso?—
Laura vaciló antes de contestar.—¿qué mosca te pico como para haber
comprado una cortina transparente para la ducha?—

—Es mejor que la cosa floreada azul que tú tenias— Crystal se defendió.—
Lo transparente hace que se vea todo más claro—.

Laura decidió correr el riesgo y bromear con la pequeña mujer.—¿Acaso


necesitas ver lo que estas haciendo en el baño? ¿Acaso no sabes dónde
tienes cada cosa?—

—Jodete— la stripper dijo en broma, su sonrisa aumentó.—Tu necesitas un


estante entero solo para poner tu champú, acondicionador, el enjuague y
Dios Sabe que más tienes en esas botellas—. Ella trató distraídamente de
alcanzar su vaso. —¿cuántas horas pasas allí dentro?— Tomó un sorbo de su
bebida.—Yo solo entro, hago lo que tengo que hacer y salgo. Sin tanto
enredo y sin tanto relajo—. Trató de alcanzar sus cigarrillos deteniéndose
por el sonido que emitió su localizador. Sosteniéndolo frente a ella, Crystal
presionó el botón y miró el número desplegado.—Mierda. Necesito usar el
teléfono—.

—Adelante. Después de todo, tú pagas la mitad del recibo telefónico—.


Laura señaló con su pulgar hacia la puerta de su cuarto.—Hay un teléfono al
lado de la cama—.

—Gracias—.

Laura se reclinó y se terminó su té helado, en silencio escuchando partes de


la conversación telefónica de Crystal. Laura dedujo que era alguien del Tom
Cat Club buscando a la rubia para que fuera a trabajar. Crystal juró
profusamente y le gritó a la persona en el otro extremo del teléfono y al
final le dijo que estaría allí tan pronto como pudiera. Colgó el teléfono y
regresó al balcón.

—Tengo que ir a trabajar. Charice se torció el tobillo. ¿Dónde tienes la guía


telefónica?—

Laura se puso de pie.—Yo te llevo si quieres—.

— Naa, no tienes que hacer eso. Llamaré a un taxi—.

—En verdad, no es un problema. Necesito comprar algo de leche para el café


de mañana de cualquier manera. Justamente parare en el cajero
cochemático que esta sobre la avenida catorce—.
—¿Estas segura?—

—Sí. Solo deja que me ponga unos jeans y estaré contigo en un momento—.

***

Después de quitar el seguro de la puerta del pasajero, Laura fue hacia su


lado y entró en su Jeep de modelo atrasado. Se coloco el cinturón de
seguridad y dio una mirada a su pasajera para que se lo pusiera, Crystal puso
sus ojos en blanco y se coloco su cinturón de seguridad.

—¿Necesitas que te traiga de regreso cuando hayas terminado?— Laura


inquirió al echar a andar el motor.

— Naa, conseguiré que Rick o una de las chicas me traigan a casa. No hay
problema—.

—Ok—. Echo en reserva el vehículo y se puso en marcha por la avenida


principal.

—Bonito coche— Crystal comento, mirando el tablero pulcramente brillante


y los botones de la consola.—¿tienes reproductor de cd's?—

—Sí—. Sin mirar, Laura busco por detrás del asiento del pasajero y tomo un
estuche lleno de discos.—dudo que haya alguno que te guste—.

Crystal tomó el estuche y miró los títulos, la sonrisa en su cara iba


aumentando.—¿Los mejores éxitos de Paul McCartney? ¿Little River Band?*
¿Capitan and Tennille?* ¿Acaso te quedaste atascada en los setenta?—

—En los años setenta y los años ochenta, en realidad. Me gusta esa música
—.

Crystal cerró el estuche y lo puso en la parte trasera.—no tendrás que


preocuparte por mí por pedirte prestado cualquiera de tus CD's, eso tenlo
por seguro—.

—Déjame adivinar. A ti te gusta el heavy metal—.

—Cuando mi estado de ánimo lo amerita sí. La mayoría de las veces escuchó


rock—.
—Prefiero escuchar canciones a las que les pueda comprender la letra, y no
los tamborazos y guitarrazos—. Laura dirigió el Jeep por la carretera y
aumento la velocidad.—¿a qué hora terminas de trabajar?—

—La última función es a la medianoche. Usualmente salgo de allí alrededor


de las dos o un poco mas tarde, no te preocupes por eso. Conseguiré que
alguien me lleve a casa—. Sacó un cigarrillo de su paquete y comenzó a bajar
la ventanilla.

—no permito fumar en mi coche—.

—¿Aun con la ventana abajo? Se saldrá todo el humo—.

—No se sale del todo—.

—Esta bien— Crystal dijo molesta metiendo el cigarrillo de vuelta en el


paquete.—¿supongo que si busco una estación decente en la radio esta fuera
de discusión?—

Sonriendo en la oscuridad, Laura prendió la señal direccional y entró por una


calle.—Mientras no encuentres una estación de radio que amenace con volar
mis altavoces me parece bien—.

La radio quedó completamente descartada.

***

—No puedo creer que este todo lleno esta noche. Pensaría que es sábado o
algo parecido—.

—Realmente no puedes quejarte, Mónica. Mientras más clientes más dinero


—. Crystal observó su reflejo en el espejo mientras ajustaba el top de su
traje. —Demonios, ya aumente de peso o estos trajes se encogen—.

—Pues no hay mucho de donde escoger para empezar— la otra mujer


contestó.—¿Por qué no te pones el traje de leopardo?—

— Uff, odio ese traje. ¿Alguna vez te lo has puesto?—

—Pues es mejor que aquel—. La stripper pelirroja señaló un traje negro de


cuero colgado en el porta trajes.
—Preferiría usar ese en lugar del traje de leopardo—. Dándole la espalda al
espejo, Crystal tomo sus guantes largos y comenzó a ponérselos
rápidamente.—espero que no dejen a Charlie poner la música esta noche—.

—Oh, déjame contarte, amiga. Él lo hizo anoche y no mezclaba bien las


canciones. Angel y yo estábamos listas para matarlo—.

—¿Por qué dejan que un perdedor como ese maneje la cabina cuando a Mike
no le toca trabajar?—

—Porque cobra poco, Crys. Y mientras Rick administre el lugar, vamos a


continuar trabajando con idiotas como ese—.

—Dímelo a mí— Crystal estuvo de acuerdo.—Rick me dijo que llevara mi


coche con un pervertido amigo de él y esa cosa se me volvió a descomponer
—. Prendió un cigarrillo y se apoyó contra la mesa de maquillaje.—Te juro
que si no necesitara tanto el trabajo... —

—Bueno, yo no estoy aquí para divertirme tampoco, Crys. ¿Tienes otro de


esos?— Mónica preguntó, señalando el cigarrillo.—Gracias, tenia la intención
de comprar unos de camino aquí pero se me hizo tarde—.

—No hay problema—.

—De cualquier manera— la pelirroja hizo una pausa el tiempo suficiente


como para exhalar el humo, miro alrededor. —No puedo continuar haciendo
esto noche tras noche. No le digas nada a Rick. No quiero que nadie se
entere hasta estar segura de conseguir ese otro trabajo que es bastante
decente—.

—¿Otro trabajo haciendo qué?—

—Hay un trabajo disponible en la oficina donde mi primo trabaja. No es


mucho, solo es archivar y contestar el teléfono pero eso es mejor que esto
—. Mónica dio otra inhalación.—Admitámoslo, aun no he conseguido a ningún
hombre joven y atento que haya entrado por esa puerta—.

—La única cosa que entra por esa puerta son hombres viejos y aborrecibles
hongos que se creen el perfecto regalo de Dios para una mujer— Crystal
contestó antes de volverse al espejo y tomar el cepillo para acomodar su
cabello.—Si no fuera por el dinero ninguna de nosotras estaría aquí. Este
trabajo harta—. Un golpe fuerte en la puerta acabó su conversación.
—Vamos señoritas—. La voz cocheritaria de Rick sonó fuerte a través de la
puerta cerrada.—Dos minutos—.

Pasando el cepillo por su pelo una última vez, Crystal hizo un chequeo final
en el espejo antes voltear con Mónica.

—¿estas lista?—

—Tan lista como siempre— contestó, se sorprendió ante la pregunta que


comenzó a llegar a su mente. ¿Cuánto tiempo más continuare haciendo esto?
Se preguntó. Mientras los hombres estén dispuestos a pagar por verme, la
pregunta fue contestada en silencio. —O tal vez no— ella dijo entre dientes.

—¿qué?— Mónica preguntó.

—Nada. Vamos a darle a los niños con que entretenerse—. Abrió la puerta
para encontrarse a Rick rodeado de una nube de humo de cigarro, quien las
condujo rápidamente al escenario.

***

Crystal estaba caminado por su cuarto, recogiendo su ropa sucia y


metiéndola en el cesto. Con la mayor parte de sus pertenencias destruidas
por el fuego, la necesidad de estar lavando su poca ropa muy seguido era
normal. Bajó la escalera y se encontró una canasta de ropa de Laura encima
de la lavadora.—Hmm, debió lavarla anoche.— Moviendo la canasta de la
parte superior de la secadora, abrió la tapa y comenzó a rellenar la lavadora
hasta el tope de ropa. Puso el detergente y la puso a andar. Después de
tomar el periódico se hizo una taza de café y fue a la terraza mientras se
lavaba la ropa para después meterla en la secadora.

Algunos minutos más tarde Laura bajó la escalera—¿Crystal, viste mi ropa


que estaba encima de la lavadora?—

—¿la ropa limpia?— Colocó sobre suelo el periódico. —Por supuesto. La puse
sobre la parte superior de la secadora—.

—No está limpia— la escritora corrigió.—iba a darme una ducha antes de


echarla a la lavadora—.

—¿Que quieres decir?— Confusa, Crystal se levantó y caminó hacia el área


de lavado.—Toda la ropa estaba doblada.—
—Siempre doblo mi ropa—.

—¿Doblas tu ropa sucia?— Crystal negó con la cabeza con incredulidad. —


Debí haberlo sabido. Si alguien dobla su ropa sucia en este mundo, esa eres
tú. No me sorprendería que la plancharas también—.

—Sólo cuando estoy de buen humor— Laura bromeó, tomando una taza para
el café.—Si ves que esta una canasta de ropa encima de la lavadora, quiere
decir que esta sucia. Te lo digo para que lo sepas en un futuro—.

—Muy bien. Aun si se ve limpia, está sucia—. La miro y notó el traje que
vestía Laura, una camisa azul claro de béisbol y pantalones blancos con una
franja azul que le hacia juego. Miro hacia abajo y vio los calcetines blancos
de béisbol también —¿Por qué estas vestida así?—

—Estoy en un equipo del softbol*. Jenny estará aquí en algunos minutos para
recogerme—.

—¿Tu juegas softbol? De alguna manera no te puedo imaginar ensuciándote


toda cuando te deslizas a las bases—.

—Normalmente no me deslizo y sí, juego softbol. Nuestro equipo se llama


Airhearts de Ameilia. Nos patrocina el Bar de Ameilia y pensó que era un
buen juego de palabras. Es divertido y es una buena oportunidad de
reunirme con mis amigas—. Laura se sirvió una taza de café. —¿juegas algún
deporte?—

Crystal rió. —no he jugado a la pelota desde que era una niña y desde
entonces supe que era un asco jugando—.

—Ah, solo necesitas práctica. Si no tienes planes hoy, puedes ir con


nosotras, eres bienvenida—.

—Gracias pero no. Acalorarme y sudar golpeando una pelota no es mi idea de


pasar un buen rato—.

Laura se encogió de hombros.—Como quieras. ¿Recogiste el periódico esta


mañana? —

—Sip, está fuera en la terraza—.

—¿En cuantos pedazos?—


—Que graciosa, ja ja ja que risa me da— dijo Crystal. —Tomate tu café. Me
voy a dar un baño—.

—Si termina esto de lavar, lo pondré en la secadora por ti—.

***

Crystal bajaba las escaleras después de haber tomar un baño y se encontró


con Jenny que ya había llegado, vestía un uniforme como el de Laura.—Oh,
hola Crystal— dijo la terapeuta con una sonrisa. ¿cómo estás?—

—Bien—.

—Hey Jen, será mejor que ya nos vayamos— Laura, recogiendo sus
abrazaderas y su guante.

—¿Te gustaría venir?— Jenny ofreció a Crystal.—jugaremos contra el


equipo de las Halcones—.

—Naa—.

—Vamos, será divertido— ofreció otra vez. —Podrás observar a Babe Ruth*
sacar la pelota fuera del campo unas doce veces—. Señalo con su pulgar a
Laura que estaba toda sonrojada.

—No, de verdad, yo... —

—¿qué estarás haciendo hoy que sea mas divertido que convivir con un
montón de adorables y divertidas personas y tomar algo de aire fresco?—
Crystal se movió nerviosamente y miró hacia el cuarto de lavado. Jenny
siguió su mirada y negó con la cabeza.— Nope. Quedarse a lavar la ropa no
es tan divertido—. Tomo el brazo de la rubia y tiro fuerte de ella.—vámonos
—.

Crystal paró repentinamente cuando vio el coche de Jenny.—¿qué diablos es


eso?—

—es una Cosa—.

—¿qué?— Ella caminó más cerca el coche clásico color anaranjado calabaza.
—Parece un Jeep militar alemán con el capote abajo—.

—Es una Cosa. Definitivamente, eso es lo que es. Técnicamente es un


Volkswagen modelo 81—. Jenny camino orgullosamente hasta su coche y
abrió la puerta trasera.—Este es un modelo 74. Los modelos 73 son los más
difíciles de encontrar pero este trabaja con gas sin plomo—.

—Debe ser un lío conseguir las refacciones— dijo Crystal, aun mirando
dudosa la “Cosa”. Miro hacia Laura quien estaba mirándola con una sonrisa
divertida.

—Es un coche perfectamente seguro— Jenny dijo, caminando hacia el lado


del conductor.

—Excepto cuando no estas de buen humor— dijo Laura, entrando en el


asiento del pasajero, delante de Crystal. Se volteo en su asiento para mirar
a su compañera.—Ella confunde esta “Cosa” con un coche de carreras de vez
en cuando—.

— Púdrete — dijo Jenny ásperamente, deslizándose en el asiento del


conductor y metiendo la llave en el encendido.—no soy la única en el mundo
con 6 infracciones—. Se colocó una diadema plástica para evitar que el
viento despeinara su cabello y puso en marcha la “Cosa”. Metió dos veces el
embrague antes de que pudiera entrar, haciendo que el coche se sacudiera y
se resistiera a encender.—Mil disculpas—.

—No hay problema— aseguró Crystal, buscando el cinturón de seguridad.


Tuvo que escarbar en el asiento trasero para encontrarlo y ponerlos en la
posición correcta y cerrar los dos extremos. Laura miro divertida lo que
estaba haciendo y sonrió burlonamente.

—Sip, no hay problema—.

—¿Sabéis? Vosotras dos os podéis ir caminando si no os gusta como


conduzco—. Hizo una pausa lo suficiente para echar un vistazo al tráfico y
salir rápidamente hacia la avenida.—Ah, sabia que Betsy estaría bien una
vez que le hicieran su cambio de aceite—.

—Betsy es como ella le llama a la gran calabaza.— Laura explico.—Yo


siempre la llamo pedazo de..... —

—No lo digas— Jenny le advirtió, encendió la radio AM y encontró una


estación de música oldies.—Sabes lo temperamental que es—.

—Todo se parece a su dueña— Laura aclaró.


—Hablando de personalidades— dijo la terapeuta, —no te sorprendas si
Donna y Wendy están juntas. Kelly dijo que las vio la noche del martes en el
bar de Ameilia y estaban actuando como si hubieran regresado—.

—Maravilloso. Eso quiere decir que Toni va a estar como una perra rabiosa
—.

—Puede que no. Kelly dijo que Toni estaba tratando de regresar con Linda—.

—No creo que Linda aceptara de nuevo volver con ella después de lo que
sucedió—.

—Oye, uno nunca sabe, Laura. Ya una vez aceptó que regresara con ella
antes—.

Desde el asiento trasero, Crystal escuchaba los chismes, la multitud de


nombres y de quien hacia que a quien, hacían una mezcla de información que
no le daban la menor pista de saber que estaba pasando. Lo único que
comprendió de la conversación fue que Laura era buena con el bate y jugaba
en el campo izquierdo, y que la posición de Jenny era en la primera base.

Se estacionaron dentro de un sucio estacionamiento, Jenny hizo sonar el


claxon y saludo a sus compañeras de equipo que se encontraban alrededor
de las bancas. Minutos más tarde Crystal estaba sentada en unas de las
bancas cerca de la primera base, la de Jenny estaba junto a ella. Para
decepción de la stripper, Jenny sólo había llevado diferentes tipos de sodas
y jugos para beber, ninguna cerveza o bebidas coolers. Varias mujeres
estaban también sentadas sobre las bancas, la mayoría conversando entre
ellas acerca de las demás jugadoras. Crystal vio al equipo contrario a lo
largo de la línea de la tercera base. Las camisas de las Halcones eran de
color rojo y hacían contraste con las azules de las Airheart's. El árbitro uso
el silbato y el equipo azul tomo el campo de juego mientras las del equipo
rojo comenzaban a calentar con el bate.—Deséanos suerte— Laura le dijo
mientras pasaba trotando cerca de ella.

—¿oh, entonces tu conoces a Laura, hmm?— Una voz ronca hizo que Crystal
volteara hacia atrás para ver quien le estaba preguntando. Una mujer de
cabello corto pelirrojo y que vestía una camisa azul estaba atrás de ella.—
Que suerte tiene Laura—.

—Soy Crystal su compañera de apartamento.— Le extendió su mano y


encontró rápidamente un apretón firme.
—Peg—. Crystal sintió los ojos de la mujer mirando a lo largo de su cuerpo y
la saludo con algo de incomodidad.—Me pareces algo familiar. ¿Nos hemos
visto en alguna otra parte antes? —

—Oh por favor— dijo Jenny desde su posición en primera base a unos
centímetros fuera de ella. —Ignórala, Crystal. Tiene más líneas que la
compañía telefónica. ¿Oye Rogers, cuando volverás a jugar de nuevo? —
Jenny preguntó.—y me refiero al softbol— ella agregó antes de que la
pelirroja pudiera responder con otra respuesta.

—Um no, no creo que nos hayamos visto antes— dijo Crystal, retirando su
mano y mirando hacia el plato de bateo. La pitcher había terminado con sus
ejercicios de calentamiento y la bateadora se colocaba en la posición
correcta.

—¿cuándo te convertiste en capitana del equipo, Foster?— Peg dijo a Jenny


antes de devolver su atención a la atractiva rubia.—¿así es que tú eres la
nueva novia de Laura, hmm?—

—No soy su novia, soy su compañera de apartamento— la stripper contesto


rápidamente, no queriendo que alguien se hiciera una idea equivocada acerca
de su relación con Laura. Mirando alrededor del campo y los espectadores,
Crystal comenzó a sospechar que las personas heterosexuales eran la
minoría allí.

—¿Son solo amigas?— Peg sonrió burlonamente y dio un paso más cerca.—
Taylor debe estarse muriendo contigo paseándole enfrente—. Ella palmeó la
rodilla desnuda de Crystal justo debajo del borde de sus pantalones cortos.
—Cariño, si tu fueras mi compañera de apartamento te garantizaría que no
estarías sola en la cama por las noches—.

—Soy heterosexual— dijo Crystal, cambiando de posición fuera de su


alcance.

El primer tiro fue una bola seguida por un strike. Luego la bateadora
conectó un tiro y la pelota salió disparada hacia la parte izquierda del
campo. Pegó a tierra un segundo antes de que Laura le alcanzase. La
bateadora corrió a primera base y fue directa a segunda base cuando se dio
cuenta de la fuerza del brazo de la jugadora de campo izquierdo con la que
había cogido la pelota. La jugadora del equipo contrario regresó
rápidamente a la primera base.

—¿hola Jen, cómo estas?—


—¿bien Tracy, cómo estás tú?—

—Genial. Creo que Lisa probablemente salga conmigo esta noche—.

¿Oh sí?—

—Yeap, al menos ella ya me habla de nuevo—. Tracy presto atención al plato


del home. —Muy bien, es hora de patear traseros—.

—Diane no le podrías pegar a una bola de playa —, dijo Jenny, refiriéndose a


la bateadora* que justamente abanicó y perdió el primer tiro.

—Mucha platica, Foster. Te comerás tus palabras cuando ella saque esa
pelota fuera del campo—.

A pesar de las esperanzas de Tracy, Diane dio un suave golpe en dirección


de la jugadora de segunda base quien la interceptó mandándola a primera
base logrando doble play*. La siguiente bateadora bateo tres strikes*
quedando fuera, terminando con esto la mitad del inning*. Laura y el resto
de las jugadoras vinieron corriendo, las jugadoras del bar de Ameilia se
reacomodaron en la banca y la primera línea de base.

—¿Te diviertes?— Laura preguntó mientras lanzaba su guante sobre el piso


y abría la nevera en busca de una bebida fría.

—¿claro, oye ves a aquella que esta allí?— Crystal señaló hacia Peg, quien
jugaba con sus encantos en la tercera base.

—¿Peg? ¿Qué hay con ella?—

—Esta celosa de ti—.

—¿De mí? ¿Por qué? —

—Ah Laura— Jenny dijo uniéndose a la conversación.—Tú sabes que Peg


tiene gran debilidad por las rubias terroríficamente guapas. Ella se ofreció
a darle calor a Crystal por las noches—.

La escritora asintió con la cabeza.—¿Ah, y supongo que no fue nada sutil,


verdad?—

—Creí que le faltaba poco para babear descontroladamente— dijo Jenny


mientras le pasaba a Crystal por un lado y sacaba una botella de agua helada
de la nevera.—Crystal le dijo que era heterosexual y Peg se retiro. No te
preocupes, estaré alerta y protegeré la virtud de nuestra amiga—.

—lamento eso— dijo Laura a su compañera de apartamento. —Usualmente


saben cómo comportarse como unas damas— Laura dio una mirada de
advertencia en dirección de Peg pero esta no la vio pues estaba dándoles la
espalda.

Jenny recogió su casco y su bate. —Creo que mejor ya me voy para allá—.

—buena suerte— Laura dijo.

—Si, buena suerte— dijo Crystal también mientras Jenny se colocaba en la


caja del bateador.

—¡ Strike uno!— El árbitro grito.

—Venga, Jen— Laura alentó, aplaudiendo con sus palmas e instando a sus
compañeras de equipo a hacer lo mismo. Solo algunas pocas apoyaron desde
la banca.

—¡strike dos!—

—Venga, Jen, tu puedes hacerlo.—

—¡ strike tres, estas fuera!— El árbitro dijo. Jenny regreso caminando de


nuevo hacia las bancas y tomo su bebida.

—Oye Doc, creí que la idea era pegarle a la pelota— dijo Crystal,
provocando un bufido burlón de Laura.

—Tú ni hables, mi querida Laura— Jenny advirtió.—Por lo que respecta a ti—


desvió su atención hacia Crystal que sonreía abiertamente.—veo que tienes
un gran sentido del humor —. Ella tomó un largo trago de su jugo de fruta.—
Solo es el primer out*. No hay por que preocuparse—.

—¡agáchense!—Alguien gritó cuando un faul hizo que la pelota fuera directo


a la banca haciendo que se quitaran. —¿Donna, haznos un favor Y trata de no
matarnos antes de que termine el inning*, ok?— Alguien gritó a la
avergonzada bateadora. El siguiente golpe mandó la pelota hacia el campo
izquierdo, dejando a Donna llegar hasta segunda base. Con el golpe de Toni
la corredora avanzo hasta tercera base y después gracias a Lisa lograron
llenar las bases.
—Bien, Laura— Jenny dijo.—Muéstrales lo que tienes—.

—¿por que se coloco de ese lado del plato*?— Crystal pregunto. —Todas las
demás lo hicieron por el otro lado—.

—Laura es zurda. Los zurdos se colocan de ese lado del plato— la terapeuta
explico.

El primer contacto envió la pelota hacia la valla de la tercera base.

— ¡strike uno!— El árbitro grito.

—Venga, Laura, enséñales como se hace a estas niñitas— Kelly, la cátcher*


de Ameilia, gritó.

Crystal estaba muy quieta en la banca y observo cuando la pitcher* lanzo


hacia el plato. Esta vez el golpe de Laura fue bueno, cayendo en el campo
central. Fue suficiente para que las corredoras avanzaran, permitiendo a las
Ameilia's anotar su primera carrera* del juego.

—Buen tiro— dijo Tracy, tomando su posición en primera base. —


¿Intentando impresionar a tu nueva chica?—

—Ella es mi compañera de apartamento, no mi amante— corrigió Laura.


Tracy miró a la rubia en cuestión y sacudió la cabeza.

—Lástima, Taylor. Por que me parece que tiene un precioso par por ahí
debajo—.

—Pervertida—.

La jugadora de primera base volvió a mirar a Crystal.—No lo se. A mi me


parece que es un desperdicio dejar que algo así de delicioso viva bajo tu
techo y no hagas nada al respecto—.

—Ella es heterosexual, Tracy—.

—Si ya lo he escuchado. No sería la primera heterosexual a la que se le


enseñara como una mujer puede ser mucho mejor en la cama—.

—Ella está fuera de los límites. Pon atención al juego—.

—Preferiría ponerle atención a ella— dijo Tracy con un suspiro, a


regañadientes devolviendo su atención al juego del softbol.
Ajena de que ella fuera el tema de conversación entre las dos mujeres en la
primera base, Crystal continuaba escuchando a Jenny diciéndole quienes
eran las del equipo.—La que esta por batear es Kelly—.

—La catcher— Crystal dijo, recibiendo una inclinación de cabeza en


respuesta.

— Sí, y bueno ¿recuerdas a la que se te insinuó hace rato?Esa es una de sus


ex's —.

—¿una?—

—Oh si, Kelly es una conquistadora. Nosotras estuvimos juntas por breve
tiempo—.

—¿Por qué siento que soy la minoría aquí?—

Jenny se rió y saco otra botella de la nevera.—Porque lo eres, querida—.


Quito la tapa de la botella.—Echa un vistazo alrededor. Creo que eres
probablemente la única heterosexual aquí, excepto por alguno que otro fan
—. Jenny dio un paso más cerca de las bancas y le susurro para que las
demás jugadoras que estaban en la banca cercana no la escucharan.—¿te
molesta estar rodeada de tantas lesbianas?—

—No, no me molesta— dijo Crystal, deslizándose a una fila abajo de los


asientos de la banca, poniéndose frente a frente de la terapeuta.—solo que
no creo que haya estado antes con tantas juntas al mismo tiempo—.

—Bueno, no te preocupes— Jenny dijo.—no mordemos—.

—A menos que tu quieras— dijo Carmen cuando pasaba caminando,


escuchando solo lo ultimo de la conversación. Se detuvo y tendió su mano.—
Carmen Cruz—.

—Crystal Sheridan—.

—Un placer conocerla, Señorita Sheridan—. La piel más oscura de Carmen


hacia contraste con el tono más claro de la rubia cuando se dieron la mano.—
No te había visto aquí antes. ¿De quien eres novia? —

—De ninguna. Soy la compañera de apartamento de Laura— ella dijo


sintiendo que lo había dicho ya unas cien veces.
—Pues bien me alegro que hayas decidió honrarnos con tu presencia— la
pitcher dijo, no queriendo soltar la mano de Crystal.—Tal vez nos traigas
buena suerte. El señor sabe que la necesitamos últimamente—.

—Hemos perdido nuestros últimos cuatro juegos— Jenny explico.

—Oh— Crystal dijo mientras se ponía de pie.—no sé cómo pueden jugar con
este calor—. Ella llevaba puesto un pequeño top cubierto por una pequeña
blusa azul claro. Sin pensarlo quito su pequeña blusa y la echo a un lado. En
ese mismo instante, Kelly pegó un golpe lento sobre la línea de la tercera
base. Distraída por la actividad en las bancas, la mediocampista voló la
pelota, accidentalmente sobre el campo central provocando con esto que se
anotaran dos carreras más. Laura avanzó de primera a tercera y el equipo
de casa exploto soltando un ataque de silbidos y comentarios burlones
cuando se dieron cuenta de lo que lo había provocado.

—Se supone que debes mantener los ojos puesto en la pelota, no en las
chicas— Toni grito.

—Oye Duncan, no sabia que fueras así de distraída— dijo alguien más.—
¿cual es el problema, no consigues a ninguna?—

—Si lo hago— la mediocampista dijo, consciente de que su última conquista


se encontraba en la parte trasera del campo.—Yo solo... bueno … —
tartamudeó, causando de nuevo burlas y risas.

—sabia que dabas buena suerte— dijo Carmen a Crystal ahora ruborizada.—
¿vendrás con nosotras después del juego?—

—¿Después?— No sabiendo la respuesta, ella recurrió a Jenny.

—No estamos seguras aún. Depende cómo se sienta Laura, — dijo Jenny.

—En fin— dijo Carmen, recogiendo su guante.—Si deciden venir, será un


placer invitarte una bebida— ofreció a Crystal.—Después de todo, estamos
adelante debido a ti—.

—Yo uh, seguro— dijo Crystal. —Si es que vamos—. Sonó un golpe de bate y
Wendy fue ponchada(out), dándole fin al inning.

—Pues bien, creo que es hora de que tome mi posición—. Carmen se alejaba
en el momento que Laura llego a recoger su guante.
—¿Te están molestando mucho?— La escritora preguntó con preocupación,
consciente de que Crystal fue la causa de la distracción de la
mediocampista. Había días en que las del equipo de Ameilia's se volvían algo
obscenas y no dudaba de que este seria uno de ellos.

—Creo que he recibido unas tres insinuaciones y aquella jugadora que esta
en tercera base dijo que me invitaría a una bebida—. Crystal se encogió de
hombros.—Aparte de eso todo el mundo me ha preguntando si dormimos
juntas, creo que estoy bien.—

—Son realmente muy inofensivas— dijo la escritora.—Si alguien te hace


pasar un mal rato, solo dímelo. Tengo que tomar mi lugar. Te veo en tres
outs más—.

Crystal observó a su compañera de apartamento colocarse en el campo


izquierdo y después puso atención a la actividad en el plato de bateo. Alex,
la mediocampista de las Halcones que cometió el error en el inning anterior,
estaba en el plato. La catcher, Kelly, no pudo resistir la oportunidad.

—¿oye Duncan, crees que puedas poner atención a la pelota esta vez?—

—Vete al infierno, Kelly— la bateadora dijo sin malicia.—Me di cuenta que


andabas rondándola como abeja sobre la miel—.

—Lista bateadora— el árbitro interrumpió. Alex Duncan tomó su posición y


esperó el tiro de Carmen.

—yo pagaría buen dinero por nadar en esa miel— dijo Kelly justo cuando
Alex abanicaba.

—¡strike uno!—La mediocampista de las Halcones ajustó su casco y reanudó


su postura.

—Apuesto a que ella es más dulce que la miel, también… mmm—.

—¡strike dos!—

—Cierra la boca, Kelly— dijo Alex, apretando sus guantes de bateo. Ella se
acomodo otra vez, esta vez apenas dando un tiro abajo de la pitcher.

—Bola—*.
—Venga Duncan, pégale a la mierda esa— una de las jugadoras de las
Halcones gritó.

—Pero es una verdadera lastima que ella sea heterosexual—.

—¡strike tres, estas fuera!— Alex miró de la catcher a Crystal y de regreso


otra vez, sacudió la cabeza y sonrió cuando se dio cuenta de que había sido
distraída justamente para que le hicieran out.

—este va a ser un juego largo— dijo mientras se marchaba dando media


vuelta.

***

Gracias al brazo firme de Carmen y el bien cuidado campo por Wendy y


Donna acabaron el juego, las Airhearts salieron victoriosas sobre las
Halcones. Grupos pequeños de mujeres se formaron en el estacionamiento,
algunas poniéndose de acuerdo de encontrarse en el bar de Ameilia y otras
dando excusas por lo que no podían asistir. Toni tenía a Linda presionada
contra una furgoneta, sus bocas haciendo algo mucho más agradable que
hablar. Sorprendida por la escena publica, Crystal miro hacia todos los lados
y después a las apasionadas amantes.

¿Cómo pueden actuar así delante de todo el mundo? Crystal pensó y noto
que las demás parecían no enterarse y aquellas que si miraban a la pareja
simplemente sonreían y volvían a sus conversaciones. Crystal miró a la
pareja otra vez, esta vez viendo más que solo dos mujeres besándose. Por
primera vez ella vio lágrimas corriendo por las mejillas de Linda. Estaba tan
absorta en el drama que se estaba desarrollando, que Crystal no escuchó a
la terapeuta venir detrás de ella.

—Supongo que no las veremos en el bar de Ameilia's— Jenny dijo,


sobresaltándola.—Lo siento, pensé que sabias que estaba aquí—.

—Está bien. ¿Así que iras al bar? —

—Sip, solo por un rato. A Laura le gusta jugar al billar y ésta es realmente la
única oportunidad que ella tiene para hacerlo. Se requiere de una ley
aprobada por el Congreso para sacarla de la casa cualquier otro día—.

—Ella pasa mucho tiempo en su computadora— dijo Crystal, buscando


alrededor a la mujer en cuestión. Ella divisó a Laura hablando con Kelly, las
dos mujeres estaban riendo y gesticulando animadamente.
—es bueno para todo el mundo salir y ser sociable de vez en cuando—.

—¿es eso verdad, Doc?— Crystal prendió un cigarrillo y se apoyó contra la —


Cosa— brillantemente colorida—¿piensas que necesito salir más a menudo?—

—pienso que necesitas hacer algunos nuevos amigos y este variado equipo de
personas son perfectas para iniciar—. Ella se apoyó y presionó el claxon.—
Vamos, Laura—.

—¿qué hay sino quiero ir?—

—Bueno, el cochebús para por aquí aproximadamente una vez cada hora.
Además estoy segura de que alguien aquí estaría dispuesta a darte un
aventón a casa—.

—Oh, estoy segura de que si— Crystal estuvo de acuerdo, alcanzando la


manilla de la puerta. —Ya he visto suficientes miradas de ese tipo de los
hombres. Aparentemente los lobos vienen en ambos sexos—.

Hay cosas buenas y malas en todo el mundo, a pesar de su género o sus


preferencias—. Jenny abrió la puerta y se metió detrás del volante.—Solo
que algunos vienen en paquetes más bonitos—.

—¡Hey Crystal!— Carmen gritó, haciendo gestos con las manos y corriendo
hacia ellas. —Estarás más segura si vas en mi coche. Tengo un reproductor
de cd`s y asientos de cuero—.

—Y más movimientos que Michael Jordan— Jenny dijo sarcásticamente,


mucho para el disgusto de la pitcher.—Crystal, Carmen es la versión de Don
Juan en femenino—.

—Si— Peg dijo mientras se acercaba y se unía a la conversación.—Ella tiene


ese encanto cubano que hace que las mujeres caigan a sus pies—.

—¿Celosa?— Carmen gruño.—Yo no tengo la culpa de saber tratar bien a una


dama y que tu no—. Ella voltio con Crystal.—y jamás permitiría a una dama
viajar en esta trampa mortal—.

—Oh cielos, esto se esta poniendo muy intenso — dijo Peg. Jenny puso sus
ojos en blanco y afirmó con la cabeza en acuerdo. Laura finalmente terminó
de hablar con la catcher y se les unió.

—¿Listas para irnos?— Preguntó, abriendo la puerta y entrando.


—estamos listas— Jenny dijo, girando la llave y sonriendo mientras la —Cosa
— rugió llena de vida. —Ahora por hacernos esperar, creo que deberías
invitarnos a la primera ronda—.

—Si— Crystal estuvo de acuerdo con entusiasmo, causando que la mujer que
seguía parada fuera del coche riera.

—No creo que debas preocuparte por que alguien te compre algunas
bebidas, amorcito— dijo Carmen.—Todas harían fila encantadas en el bar
solo para tener el privilegio de invitarte—.

—¿y tu estarías de seguro en la fila, no es así?— Laura bromeó.

—Absolutamente— Carmen dijo orgullosa.—las veré en Ameilia's— dijo más


que nada dirigiéndose más a Crystal que a las otras. Jenny metió el
embrague de la —Cosa— y la movió adelante, cayendo en un bache y
causando que las ocupantes brincaran sobre sus asientos. Crystal
rápidamente trató de alcanzar el cinturón de seguridad.—te dije que
deberías haber venido conmigo, amorcito— Carmen dijo mientras el coche
caminaba.

—Tal vez ella tenga razón— dijo Laura, mirando atrás de su asiento. —
Seguramente ella hubiera coqueteado contigo despiadadamente, pero
hubiera sido preferible al infierno en ruedas de Foster que podría matarte
antes de que logremos llegar —.

—Púdrete— dijo Jenny, siguiendo la Range Rover* de Kelly fuera del


estacionamiento.—Ahora invitaras a las primeras dos rondas—.

El bar de Ameilia estaba sobre la calle principal con sólo un pequeño


estacionamiento para los autos de sus clientes. Jenny logró conseguir uno de
los últimos espacios en el estacionamiento, para mala suerte de Kelly, quien
todavía daba vueltas en busca de un lugar para estacionar su Range Rover.
Varias jugadoras más ya habían llegado al lugar sumándose al estado de
ánimo alegre del lugar. —Hey Crystal— una de las Halcones la llamo. —¿Vas a
quitarte tu blusa de nuevo?— Su comentario fue acompañado por gritos
alegres de sus amigas.

—Perdón por el comportamiento de estas niñas— Laura se disculpó. —Nunca


faltan este tipo de personas. Solo mantente cerca de mi y de Jenny y
estarás bien—.
—Sabes muy bien que no soy una pequeña e inocente virgen que sale a su
primera cita— dijo Crystal, sacando un cigarrillo. —Solamente porque nunca
antes he estado en un bar de lesbianas no quiere decir que necesite
protección—

Laura intercambió miradas con Jenny. Ellas conocían demasiado bien a sus
amigas. —Solo para mayor seguridad, quédate cerca de nosotras—.

Crystal no se sorprendió de encontrar a Carmen sosteniendo la puerta


abierta para que entrara. Sintiéndose avergonzada por el detalle,
rápidamente entro sintiendo la mirada fija y lujuriosa que le dirigía a ella. —
Sip, supongo que no tendré que comprar ninguna bebida esta noche—. Pensó
para sí misma.

—Gracias— dijo Crystal.

—Es un placer, Amorcito— Carmen dijo con un movimiento sensual de su


mano.—¿Me acompañas dentro para que puedas saciar tu sed?—.

Laura tuvo que extender la mano rápidamente para atrapar la puerta que
había soltado la mujer cubana para seguir a Crystal dentro.

—Como puedes ver— Dijo Laura sosteniendo la puerta para Jenny. —Carmen
es incorregible—.

—no es su culpa que Crystal tenga las palabras tatuadas en su frente de


carne fresca—. Jenny se puso de puntillas para buscar a la mujer en
cuestión. —Ah, allí esta—.

Crystal se encontraba en el extremo más alejado de la barra, rodeada por


Carmen y Alex.— ¿deberíamos ir a rescatarla?—Laura preguntó.

—¿no te dijo que podía cuidarse ella sola?—Dijo Jenny, guiando a la


escritora hacia las mesas de billar.

—Pero ella... — La protesta de Laura fue interrumpida por los dedos de su


ex-amante sobre sus labios.

—No tengo ninguna duda de que ella tiene mucha experiencia en defenderse
y mantenerse alejada de los lujuriosos hombres. ¿Qué te hace pensar que
ella es incapaz de manejar esta situación con una mujer?—Señalo la mesa
pequeña delante de ellas. —Toma asiento, traeré unas bebidas —.
—esto esta asqueroso.—

Suspirando, Jenny sonrió y palmeó el hombro de Laura. —Traeré algunas


servilletas. ¿Quieres club soda* o te sientes aventurera esta noche? —

—Club soda está bien. Agrégale un poco de limón por favor—. Laura recogió
una servilleta cercana y comenzó a remover las cenizas derramadas de la
mesa.

—No olvides poner nuestros nombres en la pizarra o nunca conseguirás una


mesa de billar— Dijo Jenny antes de abrirse paso a través de la gente.

En el otro extremo de la barra, Crystal saco un cigarrillo haciendo que Alex


se levantara y sacara un encendedor. —Permíteme— ella ofreció.

—¿Desde cuando permites que esta cavernícola te compre una bebida?—


Carmen dijo, ganándose un bufido de la mediocampista, —bailarías conmigo,
Amorcito?—

—Ah, no gracias—. El escocés con soda estaba suave y lo tomo rápidamente.


Crystal se encontró con cierta comodidad en el bar para mujeres, la alerta
que normalmente mantenía para protegerse de los hombres no la necesitaba
aquí. Estaba segura que con un simple —no— podría mantener a raya a las
posibles conquistadoras.

—Yeap, yo tampoco bailo mucho— Alex dijo, acercando mas su silla. —¿Y
dime qué haces para ganarte la vida?—

—Soy... — Crystal se detuvo, dándose cuenta de que la usual respuesta de


que era bailarina no era buena idea, giro hacia la mujer a un lado de ella. —
Uh... — vio la barra llena de lesbianas alborotadas. No creo que decir la
verdad sea una buena idea tampoco. Había habido suficientes comentarios y
silbidos en el campo de softbol sin siquiera saber que ella era una stripper.
Carajo, piensa rápidamente. La bartender* llegó en ese momento con la
bebida de Carmen. —Soy Bartender— Crystal barbulló. —En el centro de la
Ciudad—.

—Oh, eso es interesante— Alex dijo, colocando su mano sobre la barra sólo
a unos centímetros de la de Crystal. —El Halcón está en el centro. Ese es el
bar que frecuento. Creo que Esther anda buscando que alguien le eche una
mano los fines de semana. Deberías ir allí esta noche y mirar—
—Trabajo esta noche— ella dijo, pensando sólo en dar una excusa para no ir
al bar de lesbianas.

—¿No me digas? Tal vez podría ir a visitarte y saludarte, ¿Donde es?—

—Uh... — maldición, maldición, maldición. Atrapada en su propia telaraña de


mentiras, Crystal entro en pánico y tomo la anterior invitación como salida
rápida. —Sabes Carmen, creo que aceptare tu oferta—. Puedo hacer esto,
puedo bailar con una mujer, ella se dijo a sí misma mientras Carmen ahora
feliz se ponía de pie y tomaba su mano. —estaré de regreso en pocos
minutos— ella dijo a Alex, sintiendo una punzada de culpabilidad por la
expresión cabizbaja en la cara de la mediocampista.

Mientras era conducida a través de la gente a la pista de baile, Crystal


comenzó a dudar. Las luces de variados colores rebotaban en la pelota de
cristal de la disco y la pista de baile estaba dividida en diferentes coloridos
paneles que se iluminaban al ritmo de la música. El área de baile estaba
levantada más alto que el resto del bar, dejándola de vez en cuando
convertirse en una doble pista de baile. El bar de Ameilia se había
construido a finales de los años setenta y aparentemente el dueño no
encontró razón alguna para actualizarla. Al menos el disc-jockey sabia en
qué década estaban y mantenía a las mujeres entretenidas con los últimos
hits para bailar.

Cuando Carmen la condujo a un lugar cerca de la parte de enfrente de la


pista, Crystal perdió el valor y comenzó a caminar fuera de ella. —No no no,
Amorcito. ¿A donde vas?—Carmen preguntó, extendió su morena mano y la
detuvo tomándola del brazo.

—No puedo hacer esto—.

—Por supuesto que puedes, Amorcito—. La mujer cubana tomo las manos de
Crystal con las de ella y comenzó a contonearse con la música, moviendo sus
brazos al mismo ritmo. Era una canción conocida para la rubia y admitió de
mala gana que Carmen era una buena bailarina. Con propia voluntad, las
caderas de Crystal y sus piernas la acompañaron. —Lo ves, cariño, sabia que
podías hacerlo—, la pitcher dijo, soltándole las manos. Bailaron durante dos
canciones antes de que Crystal finalmente se disculpara y saliera de la pista
multicolor.
Las mesas de billar estaban entre la pista de baile y la barra, facilitándole a
Crystal solucionar el problema de Alex sentándose a la mesa de Laura. —
Hola—.

—Hola— la escritora dijo, colocando un posavasos enfrente de Crystal. —


¿quieres una bebida?—

—Yeap, escocés y soda, cargado—.

—Cuatro dólares—. Crystal busco en su bolsillo y saco su pequeño fajo de


billetes. Ella tenía lo suficiente para comprar por sí misma una bebida más.
Mejor cuídalo, ella pensó para sus adentros. Entregó un billete de cinco
dólares y observó a Jenny acercarse, con un taco* en la mano.

—¿Oh, entonces decidiste bajar de la pista de baile después de todo? Pensé


que ibas a bailar con las chicas durante toda la noche—la mujer de cabello
castaño bromeó.

—No sé por qué hice eso. Nunca antes había bailado con una mujer—.

—Pues bien, parecía como que estabas pasando un buen rato ahí arriba. No
vi a Carmen sujetando tu brazo para mantenerte ahí—. Jenny se sentó en la
silla adyacente y recogió su cerveza. —Laura te toca— ella ofreció antes de
tomar de un tirón la botella. —¿O si lo hizo?—

—¿Hacer que?—

—¿Sujetar tu brazo para mantenerte en la pista de baile?—

—No. Yo simplemente … —

—Bailas bien…para ser una chica heterosexual—.

—Muchas gracias, Doc— Crystal contesto sarcásticamente. —Tu sabes que


algunas de estas mujeres son tan malas como los hombres. Llamo mas la
atención aquí que en un bar de verdad—.

—Éste es un bar de verdad— Jenny corrigió.

—Sabes a lo que me refiero. Es extraño, eso es todo—. Ella miró hacia la


pista de baile, divisando a Carmen bailando con otras dos mujeres.

—¿Te divertiste?—
—Bueno, eso... —Crystal desabotonó su blusa de mangas. —Demonios, que
calor hace aquí dentro—.

—Me alegro que no hayas hecho eso en la pista de baile —, Dijo Jenny. —Ya
causaste bastante daño en el partido de softbol. Si Alex hubiera estado
jugando billar probablemente habría golpeado la pelota a través de una
ventana—. Ambas se rieron de la imagen. —Así que contesta la pregunta.
¿Te divertiste bailando?—

—Sí. Fue diferente—.

—¿Diferente en que forma? ¿De bailar con hombres?—Crystal asintió con la


cabeza, ella continuó. —¿de que forma?—

—No lo sé simplemente fue diferente—.

—Esto es interesante. Trata de ordenar tus sentimientos. ¿Que hace la


diferencia entre bailar con una mujer a bailar con un hombre?—

—No lo sé— Crystal comenzó, moviéndose nerviosamente en su asiento. —No


tuve que preocuparme por nada excepto bailar con ella—. Ella negó con la
cabeza, consiente de que sus palabras no tenían ningún sentido.

—Te preocupas demasiado, ¿no es así?— Jenny pico gentilmente.

—Algunas veces— la stripper admitió sin mirar hacia arriba. Ella saco un
cigarrillo y lo encendió, poniéndose cómoda. —No entenderías—. Ella negó
con la cabeza. —Nadie lo entiende—.

—Te sorprenderías que tanto puedo entender— Dijo Jenny. —Entiendo lo


que es vivir el hoy preocupándote por el ayer y el estar asustada por el
mañana. Entiendo que una pequeña niña herida no puede curarse si nunca ha
recibido amor—

Ante las palabras de Jenny, Crystal cambio su expresión. La postura


relajada desapareció, reemplazada por el rudo aspecto que mostró el día
que Jenny le había llevado a la licorería. —Demasiado tarde para eso, Doc—.
Laura llegó en ese momento, dando a Crystal lo que ella necesitaba
desesperadamente en ese momento. Ella redujo drásticamente la mitad del
vaso antes de ponerlo sobre la mesa. Esta conversación se acabo, pensó para
sus adentros, agitada por como Jenny podía fácilmente leerla. —¿oye Laura,
quieres jugar billar?—
—Tienes que poner tu nombre en la pizarra pero puedo averiguar si la
siguiente persona quiere jugar en parejas—. Sin esperar respuesta, Laura
miró alrededor. —¿oye Kelly, quieres jugar en parejas?—

Espera. La catcher volteó y le preguntó a alguien que llevaba puesta una


camisa de las Halcónes, intercambiando unas cuantas palabras antes de
devolver su atención a Laura. —Seguro, Carrie y yo contra ti y ¿quién?
¿Jenny?—

—No, Crystal—.

—Seguro. Estaremos encantadas de patearos el trasero—.

—¿Eres buena?—Laura preguntó quedamente.

—Paso la mayor parte de mi vida en bares y clubs. Puedo manejar muy bien
un taco de billar— contestó Crystal. Sintiéndose atrevida, ella llamo a la
pitcher sonriendo abiertamente. —¿oye Kelly, quieres poner el dinero en tu
boca?—

—Donde me gustaría poner mi boca no tiene nada que ver con el dinero—
contestó la catcher. Provocando algunos comentarios y gritos de las mujeres
alrededor de ella. —¿que tal una jarra de cerveza?—

—Trato— Laura contestó por Crystal totalmente ruborizada. —Nosotras


comenzamos—.

El juego progresó pero no sin varios comentarios sugestivos de Kelly y


Carrie, especialmente cuando la parte de arriba de Crystal estaba cubierta
solo por un pequeño top y se recostaba sobre la mesa para hacer sus tiros.
En la mayoría de los casos la stripper pudo esquivar las insinuaciones y
ocasionalmente su compañera de apartamento salía en su defensa.
Terminaron el juego con Kelly metiendo la bola ocho cuando aun no le
tocaba, haciendo que Laura y Crystal fueran las ganadoras. Las dos mujeres
regresaron a su mesa para encontrar nuevas bebidas esperándolas cortesía
de Jenny. Momentos más tarde una jarra de cerveza fue servida según la
apuesta hecha con Kelly. Crystal tomo rápido su escocés con soda, el
tercero de la tarde, y después alcanzo la jarra. Laura rápidamente colocó
una servilleta para usarla como portavasos para que nada de líquido se
pasara sobre la mesa. Carmen encantadora como siempre vino y convenció a
Laura de unírsele a ella en la pista de baile mientras Kelly tiraba de Jenny
para un juego de billar. Ahora libre para observar, Crystal miro a varias
mujeres saliendo por una puerta lateral. —Ah hah—. Asegurándose de que el
encendedor estaba en su bolsillo, la rubia cruzó el bar y salió a través de la
puerta.

La puerta lateral conducía al callejón, todavía alumbrado por el sol de la


tarde. Crystal vio a un grupo de personas paradas a un lado de un
contenedor. La mayoría vestían las blusas rojas de las Halcones pero
también había dos de las Airhearts. Una hielera roja estaba sobre el suelo
al lado de ellas, la tapa abierta revelaba varias latas de cerveza en hielo. —
Bingo. Cerveza y hierba mala,¿hay lugar para alguien más?— Crystal
preguntó.

—Seguro— una de las mujeres de rojo contestó. —soy Diane y ésta es Liz,
Dawn, y Tracy—.

—Nos conocimos en el juego— Tracy dijo ofreciéndole un porro. —¿Crystal,


no es así?—

—Yeap— ella contestó, tomando el porro ofrecido. —Compañera de


apartamento de Laura—.

—No me digas— Diane dijo. —La heterosexual—. Ella tomó el porro de


Crystal y dio una larga inhalación. —Pues bien, tu me pareces muy bella de
cualquier manera—.

Oh gracias, la stripper pensó para sus adentros. No es como que tenga una
enfermedad o algo.

—No obstante— Diane continuó. —Alguien que puede apreciar la hierba fina
no puede ser del todo mala—.

—Hablado como una verdadera experta— dijo Dawn. —Mantén tu ojo en ella,
Crystal. Diane es conocida por manipular a las mujeres con vino y hierba
mala—.

—Sip, tiene tantas muescas* en su cinturón que ya esta por caérsele a


pedazos— Tracy intervino en la conversación.

—Jodanse las dos— Diane dijo bromeando. —No hay nada de malo en fumar
un porro o dos en ocasiones especiales—.

—Sip, como el atardecer— dijo Crystal, causando risas entre el grupo.


—Oh, Rubita tienes un gran sentido del humor, ¿eh? Bien jodete tu también
—.

Crystal usó la punta de sus uñas para tomar el resto del porro de Dawm. —
Naaa, lo disfrutarías demasiado—. Las mujeres rieron otra vez.

—Te la cobro esta vez, Diane— Liz bromeo. —Esta es probablemente la


primera vez que alguien te ha dejado callada—.

—Bien—, Diane miro a Crystal. —Todo lo que puedo decir está vez es que si
tu follaras conmigo, jamás volverías a estar con un hombre—.

—Amen para eso— Dawn estuvo de acuerdo.

Crystal permaneció en el callejón con las mujeres, fumando su porro y


uniéndose a los chistes cada vez que ella podía. Era un contraste distinto a
sus drogadictos amigos que preferían pasarse el tiempo encerrados tocando
música rock. Ella se apoyó contra el contenedor y dejó que el porro
intoxicara a través de todo su cuerpo. Se relajó y se permitió disfrutar de
un nuevo grupo de gente. Para cuando Jenny la encontró, los ojos del Crystal
era dos pequeñas rayas y su modo de andar eran puros tropezones en lugar
de caminar. Sus nuevas amigas no estaban tampoco en mejores condiciones,
riendo sin control.

—Es hora de irnos— dijo la terapeuta, poniendo una mano en el hombro de


Crystal.

—Yo la llevare a su casa— Liz ofreció.

—Creo que ella preferiría llegar a casa con toda su ropa puesta— Tracy
bromeo.

—Yo la llevaré a casa— dijo Jenny firmemente. —Creo ella ya ha tenido


bastante diversión por un día—.

—Gusto en conocerlas— Dijo Crystal, agitando su mano lentamente. La


combinación de licor, cerveza, y marihuana tenían a la stripper
completamente bajo su control. Ella no replicó cuándo Jenny la guió de
vuelta al bar y hacia su mesa.

—¿Dónde la encontraste?—pregunto Laura, poniéndose de pie para ayudar a


Jenny a guiar a Crystal a una silla.
—Afuera con Diane y sus compinches—.

—Si, eso se nota. ¿Cómo es que ella terminó conviviendo con ellas?—

—No lo sé. Ella se ha de haber imaginado lo que estaban haciendo allá afuera
y debió de haberse invitado sola, supongo —.

—He escuchado acerca del gayradar pero de un ¿drogaradar?—La escritora


negó con la cabeza. —Y tu pensaste que seria buena idea que ella viniera con
nosotras. Debió haberse quedado en casa —.

—Jenny miro a la mujer semiconsciente sentada sobre la silla enfrente de


ella.—Sigo pensando que fue una experiencia positiva para ella. Vamos,
llevémosla al coche —.

—¿Y como haremos eso?—Laura preguntó al poner un brazo alrededor de la


mujer más pequeña. —Cristal … Crystal, es hora de irnos. ¿Crees que puedas
levantarte?—

—S-sseguro—. Agarrando el brazo de Laura para apoyarse, la stripper se


puso ella misma de pie. Se balanceó por un momento antes de agarrar el
brazo de su compañera de apartamento con ambas manos. —Demonios,
supongo que bebí más de lo que pensé—.

—Más bien fumaste de mas, creo— Laura masculló. —¿Jenny, la sostienes


del otro lado?—

—La tengo. Vamos—.

—Puedo caminar— Crystal protestó, no queriendo ser ayudada a salir de el


bar.

—Si, caminar directo a una pared, querrás decir—. Laura dejó que su
agitación se notara en su voz. Su agarre jamás disminuyó mientras se
conducían a la puerta. —Puedo ver que ésta fue realmente una buena
experiencia para ella, Jen—. Usó su cadera para empujar y abrir la puerta.
—Ahora ella tiene un nuevo lugar para conseguir sus drogas—.

—Tu sabes que Diane no vendería a nadie marihuana—.

—¿Vender? ¿Viste la manera que todas actuaban alrededor de ella hoy? Si


Crystal dijese que ella quería algo de marihuana estoy segura que al menos
media docena de mujeres se la ofrecerían. Oh, eso si que es algo positivo.
Crystal aprendió que puede seducir a las mujeres para conseguir bebidas
gratis—. Laura hizo una pausa en su discurso el tiempo suficiente para abrir
la puerta trasera de la Cosa. —Creí que la pobre Alex Duncan iba a tener un
orgasmo allí mismo en medio del campo de juego cuando Crystal se quitó su
blusa—.

—¿Eso fue muy divertido, no te parece? Me alegro que ella no hiciera eso de
nuevo en la pista de baile—.

—No intentes cambiar el tema, Jen—. Juntas ayudaron a la letárgica Crystal


a entrar en el asiento trasero. —¿cómo diablos esto es una experiencia
positiva para ella?—

—Pensé acerca de lo que me contaste de sus pesadillas y la manera de como


se sentía respecto a los hombres— dijo Jenny, apoyándose contra el lado
del coche anaranjado. —¿Crees que ella es capaz de relajarse tanto así
alrededor de un grupo de personas?—

—¿Relajarse de la manera de que ella se tenga que emborrachar?—

—Pon a un lado el vicio de la bebida y la marihuana por un minuto. La semana


pasada ella ni siquiera salió de su cuarto cuando tuviste visita en la casa.
Hoy ella vino al juego de softbol con la más mínima resistencia y aparte
asistió a un bar de lesbianas. Se relajó y se divirtió, aun antes de que ella
comenzara a beber—.Miró a Crystal, quien ponía el máximo empeño por
ponerse derecha en el asiento. —creo me que voy a ir en la parte trasera
con ella—.

—Bien, de esa manera me puedes advertir si ella decide volver a decorar la


tapicería—. Laura abrió la puerta del conductor. —¿pasaras la noche en mi
apartamento?

—Si, he tomado algunas cervezas. Crystal voy a viajar aquí contigo—. Laura
echó a andar la Cosa y salieron del estacionamiento.

—¿Laura esta molesta conmigo otra vez?— Crystal mascullo.

—¿por qué dices eso?—

Encogiéndose de hombros, Crystal saco un cigarrillo roto de su paquete


arrugado. —Siempre la molesto—.

—¿Eso crees?. ¿Por que piensas que Laura estaría molesta contigo?—
—Ella usualmente es, muy espec-cial cuando bebo—.

—¿por qué bebiste demasiado esta noche?— Jenny miró hacia arriba para
ver a Laura tomar una rampa hacia la carretera principal.

—Estaba de buen humor para eso—. Las pequeñas rayas se ampliaron


ligeramente. —Oooh—.

—¿qué?—

—Mira eso—. Crystal señaló las luces de una rueda de la fortuna (noria) a lo
lejos.

— Hmm, parece que el carnaval esta de regreso en la ciudad. ¿Bebes


siempre que te sientes incómoda?—

—¿Qué? ¿Piensas que soy un alcohólica, Doc?—

—¿Crees tu que eres una alcohólica?—

La frente del Crystal se arrugo. —N-no, no lo creo. Nunca realmente he


pensado acerca de eso. Yo solo bebo—.

—¿Eso te ayuda?—

—Algunas veces—. Miro a su lado derecho de nuevo, sus ojos centrados en la


iluminada feria. —no he estado en una feria desde que era una niña—. Ella
observó en silencio hasta que las luces ya no podían verse. —¿Intentas jugar
a la loquera conmigo, Doc?— Ella giro para mirar a Jenny. —Si te contara, no
me creerías—.

—Si tu me contaras algo que fuera la verdad, Crystal, sin duda alguna, la
creería—.

—Si, lástima que tu no estabas cerca cuando yo era una niña— ella dijo
fieramente. —no tiene importancia ahora—.

—Si te provoca aun momentos incómodos, si que importa—. Jenny giro en su


asiento para mirar a Crystal. —Un día de éstos ni toda la cerveza y la
marihuana del mundo van a mantener a raya a esos demonios. ¿Qué es lo que
vas a hacer entonces?—

***
Laura estacionó la Cosa dentro del aparcamiento. —¿crees que deberíamos
levantar el capote*?—

—No, así esta bien— Dijo Jenny. —¿La despertamos?—

—A menos que quieras cargarla—.

—De ninguna manera—. Jenny se aproximó al hombro de la dormida mujer.


—Crystal, llegamos a casa—.

—¿Hmm? Oh —. Ella bostezó y se restregó los ojos. —¿qué hora es?—

—Pasadas las nueve—.

Laura gimió mientras salía del coche y se estiraba. —siento como si me


hubiera atropellado un camión—.

—De hecho lo fuiste— dijo Jenny. —¿te acuerdas, tu, Dawn, en el home
plate?—

—no sé ustedes dos pero yo voy a entrar, voy a orinar, y me iré a la cama—
Dijo Crystal, apoyándose contra el coche. Miró la puerta principal con la
mirada cansada, calculando mentalmente que oportunidad tenía de caminar
con éxito. Dando un paso adelante, sintió que la tierra debajo se movía y
todo sentido de equilibrio desapareció.

—¡Agárrala!— Laura gritó, tomando el brazo de Crystal para evitar que


cayera. Jenny rápidamente tomó la posición en el otro lado y juntas
acompañaron a la ebria mujer a la casa.

A pesar de estar demasiado ebria para caminar por ella misma, Crystal
estaba de muy buen humor y siguió los consejos de la terapeuta de irse a
dormir. Cuando Jenny bajó la escalera, encontró a Laura en la cocina
colocando agua caliente en dos tazas grandes.

—Pensé que te gustaría algo de manzanilla—.

—Oh, eso suena bien—. Jenny se saco sus tenis de lona y se dejo caer en un
extremo del sofá, sus pies descansando sobre el cojín intermedio. —no he
tenido esto en meses—.
—Probablemente no desde la ultima noche que pasaste aquí. Tomando una
posición similar en el otro extremo del sofá, Laura tomó un sorbo de su té.
—¿dónde te gustaría dormir esta noche?—

—¿me estas preguntando o me estas sugiriendo?—

—Como quieras, puede dormir al aire libre en la Cosa—.

Jenny sonrió burlonamente ante la amenaza. —Ya somos demasiado viejas


como para divertirnos en el asiento trasero. ¿Desde cuándo me tienes que
preguntar sobre donde voy a dormir cuando estoy aquí?—. Conociendo a su
ex-amante de que siempre le gustaba hacer lo correcto, inmediatamente
adivinó el problema. —¿Por Crystal? Laura, no pienso que ella caiga muerta
de un shock si nos encuentra durmiendo en la misma cama. Después de todo,
las compañeras de apartamento tienen que respetar la privacidad tanto de
una como de la otra. Hablando del diablo...—

—Sigo pensando que esto no va a funcionar, Jen. Ella es tan diferente—.

—¿Por qué?—

—¿Además de ser una drogadicta?— Laura colocó sobre el suelo su taza y


flexionó sus dedos. — Veamos … ella tiene un carácter del infierno—.

—¿Y tú nunca tienes tus malos momentos? Te puedo recordar que has
tenido tus momentos de explosión—

—Eso es diferente— Laura se defendió. —solo me pongo así cuando estoy


bajo mucho estrés—.

—¿Tu crees que no es estresante despertarse cada noche a causa de las


pesadillas?— Observó a Laura moverse nerviosamente. —¿o el no tener
conocimiento de dónde estará tu única hermana?— Jenny recibió un suspiro
pesado en respuesta. —¿Bueno, y que más? —

—Esa maldita cortina de baño. ¿Ya la viste? ¿A quien en el mundo le gustaría


tener una cortina transparente para el baño? Tengo una gran vista del
inodoro mientras me estoy bañando.—

—Bueno, al menos puedes admirar la tapa peluda del inodoro—.


—¡Ah! Ella no baja la tapa cuando termina. Me sorprende que recuerde al
menos bajarle la palanca al inodoro—. Sonrió a Jenny quien intentaba no
reírse. —Es solo que no entiendo por que quiso una transparente—.

—No lo sé— dijo Jenny atentamente. —¿qué más puedes ver además del
inodoro?—

—Nada. Solamente el lavamanos y la puerta—. Ella negó con la cabeza. —


¿por qué quería ella ver eso?—

—Porqué— Jenny se inclinó hacia adelante, —Sola, desnuda, vulnerable. ¿No


puedes imaginar por qué ella necesita poder ver hacia la puerta todo el
tiempo?—.

—¿así es que ella necesita ver la puerta cerrada?—

—Ella necesita sentirse segura, y eso significa cualquier cosa que la pueda
mantener segura—. Jenny coloco su mano en la rodilla de Laura. —Así como
tu te sientes segura cuando las cosas están limpias y ordenadas—.

—No me gustan las drogas, Jen. Su último apartamento se incendio. Dijo que
estaba durmiendo. ¿Qué tal si ella le prendió fuego durante una alucinación?

—Por lo que he podido observar, ella no le da a los alucinógenos. Ella sólo


quiere sentirse insensible, no estar viendo cosas que no están ahí—.

—No me digas, eso está mucho mejor— la escritora se mofó. —Aun así tiene
problemas de drogas—.

—Tienes que mirar los síntomas para ver el verdadero problema—. dijo
Jenny, incorporandose y tomando su taza de te. —Las personas que han sido
severamente abusadas harán cualquier cosa para protegerse, no importa
cuán irracionales puedan parecer para otros—. En vista de que Laura no
quedó convencida, ella probó un acercamiento diferente. —Piensa esto de
esta manera. Ella creció a lado de un padre abusador y su único aliciente
aparentemente era su hermana. Piensa que tienes catorce años de edad y
que lo único de lo que dependes en la vida te fuera arrebatado. Luego
imagínate viviendo sola por tu cuenta, sin apoyo, a la edad de quince años—.

—Es tan difícil de creer que un hombre pueda ser tan cruel con su hija—.
—Con sus hijas— Jenny corrigió. —¿y como crees que el se comportaría con
Crystal después que su hermana escapara?— Colocando la taza ahora vacía
en el suelo, ella bajo su cabeza colocándola sobre el regazo de Laura. —¿es
ella culpable de que nunca haya aprendido correctamente a manejar sus
problemas y emociones?—

—Creo que no tiene muchos amigos—. Dijo Laura. —¿Es decir, cuántas
personas podrían socializar con ella?—

—No muchos— Jenny admitió. —La mayoría probablemente la describirían


completamente como un caso perdido—. Ella le dio a su ex-amante una
mirada significativa. —Solo le dan la espalda y se marchan—.

—¿No juegas limpio, lo sabias?— Se inclino rozando el flequillo color


castaño, y plantó un beso suave en la frente de Jenny.

—Todo es por justicia y por amor, y trato de que veas las cosas que yo veo—
Dijo Jenny con una sonrisa abierta. —¿Y dime, tendrás un poco de lavanda
para un baño de espuma?—

—Sip, hay un poco arriba en el armario. ¿Por qué?, ¿Estas pensando en


tomar un baño?—

—Inmediatamente después de ti—.

Laura levantó su brazo izquierdo e inhaló con la nariz. —Supongo que


necesito uno—.

—¿Supones?— Después de correr por todo el campo todo el día y luego


estar en ese bar lleno de humo un baño es necesario a menos que quieras
dormir en el sofá esta noche—. Se enderezo y se desperezó, gimiendo
mientras los tensos músculos protestaron por el movimiento. —Creo que
seria bueno un largo baño ahora—.

—Entonces ve tu primero. Me pondré al día con mi correo electrónico y


escribiré algunas palabras. ¿Quieres el pijama azul o el rojo?—

—El azul. Hace demasiado calor para usar franela—.

—También podrías vestir al natural, sabes—. Laura meneó sus cejas


lascivamente. —no me importaría—.
—Oh, que sutil— Dijo Jenny sarcásticamente. Ella puso sus manos en los
hombros de Laura y le señalo las escaleras. —Tal vez deberías tomar una
baño de agua fría mejor—.

—Brrr, no es gracioso.—

—Tu solo ve arriba y pon tu mente a trabajar o escribe algo—.

—Sí Madre—.

—Hazlo— Jenny le advirtió en broma. —Mi amenaza de hacerte dormir en el


sofá todavía sigue en pie—. Ella recogió las tazas vacías. —y no creas que
dudare en hacerlo—.

***

Crystal daba golpes en su cama, la manta enredándose alrededor de sus


piernas. En su sueño, su padre estaba acercándosele, gritando obscenidades.
Sintiéndose atrapada, luchó más duro, los frenéticos movimientos
finalmente la despertaron. Miró alrededor del cuarto, momentáneamente
desorientada. —Maldición ...— Tomo aire profundamente, se restregó su
cara con sus manos y sacó sus piernas fuera de la manta. Sus ojos
adormilados apenas se abrían,se levantó de la cama y con caminar lento se
dirigió al cuarto de baño.

Cuando termino, Crystal apenas medio despierta apago la luz y giro a la


izquierda, abrió la puerta y entro. En ese momento se dio cuenta de su
error. ¿Tuviste suerte esta noche, Doc? Las dos mujeres estaban de cara a
ella, el brazo de Jenny estaba envuelto protectoramente alrededor de la
cintura de Laura. Crystal comenzó a salir pero se encontró incapaz de dejar
de mirar. Pensé que eso sólo pasaba en las películas. Ella había visto a una
mujer y un hombre durmiendo en la misma cama pero nunca había visto una
pareja abrazándose tan cerca una de la otra y con tanta suavidad. No era
que no hubiera mas lugar donde poder dormir, era obvio que las mujeres
quisieron dormir juntas. Molesta por la pesadilla y sintiendo envidia por el
amor que Jenny y Laura compartían, Crystal finalmente se dio la vuelta y se
dirigió de nuevo a su habitación.

Esto apesta.Ahora estoy despierta sin nada que hacer, Crystal miró
alrededor de su cuarto. ¿Dónde esta? Pateó las mantas fuera de su camino,
encontrando una bota y un calcetín pero no el perdido control remoto.
Probablemente no haya nada que ver a esta hora de cualquier manera. Abrió
las verticales persianas y miro afuera hacia el oscuro cielo. La luna daba
poca luz, apenas suficiente para ver el contorno de los árboles que
separaban el complejo del lago. Ella tomo sus cigarrillos y su encendedor
antes de abrir la puerta de cristal corrediza y salió un momento al balcón.
Sin darse cuenta de donde estaba la silla, Crystal choco contra ella, y las
patas de metal rasparon contra la cubierta de madera.

—¿Huh? ¿Qué pasa?— Laura murmuró, levantando su cabeza fuera de la


almohada. Jenny levanto una mano y amablemente presionó la oscura cabeza
de regreso a la almohada.

—Shh. creo que Crystal está en el balcón—. La voz de Jenny era más clara,
habiéndose despertado unos minutos antes por el sonido del inodoro y la
puerta de la habitación abriéndose. —Vuelve a dormir, Cariño—.

—¿Hmm? ¿Que hora es?—

—Es hora de que te relajes. Yo iré a ver si ella está bien—.

Laura masculló algo ininteligible y rápidamente se volvió a dormir. Jenny


espero un minuto y entonces lentamente se deslizo fuera de los cobertores.

Crystal volvió su cabeza hacia el claro sonido de la puerta corrediza


abriéndose. —no quise despertarte.—

—tengo el sueño ligero— dijo Jenny mientras daba un paso hacia la cubierta
y cogía una silla vacía.—¿Dime que te tiene levantada a esta hora?—

—Tuve que orinar—. Ella frunció el ceño cuando vio a la terapeuta sentarse
y poniendo los brazos en la mesa.

—Esa es siempre una buena razón—. Hoo, hoo, hoo. —Suena como que no
somos las únicas despiertas— Jenny observó. —Buenas noches, George—.
Como si reconociera su nombre, el búho echó otros gritos en respuesta. —
Cuando me sentía con un estado de animo melancólico, salía aquí fuera y lo
escuchaba.

—¿Tu?— Crystal bufó con incredulidad. —Venga, Doc. No te puedo imaginar


haciendo eso—.

—Todo el mundo tiene un día difícil … o una noche— ella sumó.

—no dije que tuviera una noche difícil—.


—No fue necesario que lo dijeras— Jenny contesto.—soy terapeuta,
¿recuerdas?—

Crystal pasó sus dedos por su cabello, acomodando algunos mechones rubios
rebeldes. —ya te dije que no me gustan las charlas profundas—.

—No, a ti te gusta mantener todo encerrado en una botella— Jenny desafío.


—¿Sabes cual es el significado de ser insano? Es estar haciendo lo mismo
una y otra vez esperando diferentes resultados—.

Crystal se ofendió por las palabras. —¿Y tu piensas que hablar de eso es la
solución?. Paty lo hizo y ella se ganó una enorme paliza. Toda tu terapia no
va a cambiar lo que sucedió—. Ella arrancó un cigarrillo de su paquete y lo
encendió, arrojando el encendedor sobre la mesa.

—¿Asi que solo quieres seguir existiendo en lugar de vivir?— Jenny negó con
la cabeza. —Tu eres más fuerte que eso—.

—¿Tu como sabes eso?— El resplandor anaranjado del cigarrillo brillo, luego
perdió intensidad detrás de una ceniza gris. —Tu no sabes por lo que pase,
por lo que Patty paso—. Gruñendo con frustración, tiró el cigarrillo sobre el
barandal. —¿puedes hacer que las pesadillas desaparezcan?—

—No— Dijo Jenny.

—lo sabia—. Levanto sus manos al aire y se puso de pie.

—Sólo tu puedes hacer que las pesadillas desaparezcan, Crystal—.

Su mano se detuvo en la manilla de la puerta. —¿Cómo?— Ella se inclinó hacia


adelante, presionando su frente en contra del frio vidrio. —he intentado—
susurró, las palabras sonaron extrañas a sus oídos. —Algunas veces....—
Algunas veces duele tanto.—no se irán—.

Jenny se puso de pie y camino detrás de ella. —Se irán si tú las afrontas—.
La mano de la terapeuta tocó su hombro y Crystal se sobresaltó
involuntariamente. —No dejes que el pasado controle tu presente—.

—Yo....— la mano en su hombro presiono alentadoramente. Crystal intentó


pero no pudo recordar la ultima vez que alguien había sido tan gentil con
ella. Su corazón golpeaba en su pecho. —No sé si puedo—.
—Tal vez no lo creas pero yo si— Dijo Jenny suavemente. —da miedo dar
ese primer paso pero créeme, es el mas importante—. La mano, que le había
calmado, ahora se movía en pequeños círculos en la espalda de Crystal.

—¿cómo puedo hablar de esto con un desconocido?— El cuerpo de Crystal se


puso rígido cuando la mano de Jenny comenzó a moverse, relajándose sólo
ligeramente cuando la mano se detuvo en su hombro de nuevo.

—Se inicia dando pequeños pasos. No tienes que dar un salto grande. Puedo
recomendarte a varios buenos terapeutas que se especializan en asuntos de
abuso infantil—. Crystal se puso rígida de nuevo y esta vez Jenny retiro su
mano.

Crystal se dio la vuelta. —pensé que eso era lo que tu hacías—.

—Lo hago pero creo que no seria apropiado que yo te aconsejara. Eres la
compañera de apartamento de Laura y ella es mi ex-amante—.

—¿Y?—

—Hay una confidencialidad que puede estar comprometida en lo referente a


esa situación y no puedo permitirlo. No quiero tener que preocuparme por lo
que Laura y yo hablemos acerca de ti o si tu y yo tenemos una relación
profesional y social a la vez, no quiero que esa línea accidentalmente se
confunda—.

—Oh—. ¿Me dices que necesito ayuda y luego te rehúsas a ayudarme? Esto
apesta. Tú simplemente no quieres ocuparte de mi jodida vida . Crystal
agarró la manilla de la puerta. —Como sea. No te preocupes por eso —.

—todavía podemos ser amigas y si alguna vez necesitas hablar...—

—¿Para eso son las terapeutas, correcto Doc?— Ella sacudió con fuerza la
puerta y entro. —Buenas noches—. Cerró la puerta y las persianas, dejando
a Jenny parada en la cubierta del balcón. Algunos segundos más tarde
Crystal escucho la otra puerta corrediza abrirse y cerrarse, seguido por
voces apagadas y luego silencio. Eso es, Doc. Ve a abrazarte con tu novia. No
tienes por que preocuparte por mi. Se recostó en su cama, hasta entonces
recordó que sus cigarrillos y su encendedor se habían quedado fuera sobre
la mesa. Joder. Apagando la luz y dándose la vuelta, Crystal dio dos
puñetazos a su almohada antes de acomodarse finalmente. Las palabras de
Jenny rodaban por su mente.
—Si alguna vez necesitas hablar...—

—necesito hablar— susurró en la oscuridad.

***

Varias cosas después.

***

Crystal cogió el cordón, alertando al chofer que quería bajarse en la


siguiente parada. Mirando el papel que arrancó de la guía telefónica,
comprobó dos veces la dirección y se bajó del autobús. El grupo de oficinas
del edificio hizo aparición justo delante de ella, los grandes números de
piedra en el frente confirmaban que era el lugar correcto. Fue entonces
cuando su miedo apareció de nuevo. No puedo hacer esto. No puedo decirle
lo que sucedió. Dándose cuenta que ella ya estaba frente a las puertas,
Crystal cambió de dirección y comenzó a caminar por la calle.

Esto es estúpido, ella pensó mientras se alejaba del edificio. ¿Qué bien me
haría hablando de lo que paso de cualquier manera? Ella dio vuelta a la
izquierda en la esquina, ajena a lo que pasaba a su alrededor. Jenny no
puede hacer que todo este mejor. Ella no puede curar el dolor. ¿Así que, que
es lo que hace entonces por sus pacientes? No seguirían viéndola si ella no
hiciese algo para ayudarlos. Tal vez el hablar ayuda. Ella volvió a recordar la
conversación de anoche con Jenny, sin rumbo iba doblando las esquinas y se
dio cuenta de que solo le había estado dando vueltas a la manzana, yendo a
parar de nuevo a la parte delantera del edificio del cual se sentía temerosa
de entrar. Prendió un cigarrillo, Crystal caminó nerviosamente con pasos
lentos y largos fuera por varios minutos antes de finalmente entrar y subir
al segundo piso.

NOTAS

Revista del Consumidor: Revista especializada en compras a precio justo.

General Patton: general del Ejército de los Estados Unidos durante la


Segunda Guerra Mundial.

The Waltons: Serie de televisión norteamericana que trata de la típica


familia americana.

Veterans of Foreign Wars (VFW): Veteranos de Guerra Extranjeros


Little River Band: Banda de rock Australiana con gran éxito en los años
setenta.

Capitan and Tennille: Era un dúo formado por dos esposos que interpretaban
música pop en los años setenta.

Babe Ruth: Famoso jugado Americano de Beisbol Profesional que tuvo su


mayor éxito en los años diez y veinte’s.

Softbol: Deporte parecido al beisbol, que juegan las mujeres.

Doble play: Cuando a dos jugadoras les marcan out, es decir, quedan fuera.

Strikes: Son golpes fallados que cuando se fallan 3 hacen que se marque un
out.

Out: Se marca a la jugadora que comete tres strikes o que fue interceptada
en una de las bases haciendo que salga del juego en esa entrada.

IInning: Su significado en español es —entrada— en el sofbol se juegan 9


innings que son las partes que conforman el encuentro.

Faul: Golpe que se da con el bat pero que es nulo

Catcher: Jugadora que se coloca detrás de la bateadora para interceptar el


tiro de la pitcher.

Pitcher: Jugadora que lanza los tiros a la bateadora

Bateadora: Jugadora que se coloca en el plato de home para golear la pelota

Plato o Home: Area donde se colocan tanto la bateadora como la cátcher, y


que también tiene por nombre cuarta base, cuando una jugadora llega a
cuarta base anota una carrera o punto.

Bola: Se nombra así al tiro que lanza la pitcher pero que va mal colocado por
lo tanto no cuenta.

Range Rover: Marca de una camioneta deportiva.


Las letras en el brillante cristal decían, J Foster, CSW*, CAC*, Licenciatura
en Acupuntura. Que diablos. Con gran determinación, Crystal giro hacia
abajo la agarradera y dio un paso adentro.

—¿En que puedo ayudarle?— La recepcionista preguntó amablemente.

—Um, tengo una cita con la Señorita Foster a las tres en punto—. Miró
nerviosamente el reloj en la pared. Cinco minutos antes de las tres.

—Usted debe ser la Señorita Peaks— dijo la recepcionista. —Tome asiento.


La Señorita Foster esta un poco retrasada—. La mujer pelirroja tomó un
sujetapapeles con algunos documentos adjuntos. —Usted puede llenar esto
mientras espera. Necesitamos su información de seguro y algunos otros
datos vitales—.

—No tengo seguro. Voy a pagar al contado—.

—Oh, está bien. Tenemos un listado de honorarios. Asegúrese de


complementar la sección tres—.

Crystal se sentó en una silla y comenzó a llenar la forma. Ella había usado su
nombre artístico para obtener la cita pero puso en la parte de abajo de la
forma Sheridan, sabiendo que Jenny la reconocería al instante. Dejó vacío el
espacio donde se pedía información de un contacto para emergencias,
dolorosamente admitió que no tenia a nadie a quien poner. A nadie le
importa si algo me pasara, pensó tristemente. Devolvió el portapapeles a la
recepcionista y regresó a su asiento.

Era obvio que todo el material de lectura en la sala de espera de los clientes
de Jenny era dirigido a las mujeres. Un pequeño folleto sobre la mesa
trataba de como las mujeres debían hacerse su exploración mensual de
mama. Las revistas estaban todas orientadas hacia las mujeres y varios
pósteres de auto-afirmación adornaban las paredes rosadas. Crystal tomo
una copia de Deportes para mujeres y estaba leyendo un artículo sobre una
jugadora de basketball femenina cuando Jenny entro en la habitación.

—¿Crystal?—

Ella lanzó la revista sobre la mesa y se puso de pie, ahora mucho más
nerviosa que antes. —Yo… um ...—

—Vamos a mi oficina—. Jenny abrió la puerta y se apartó, su cara no


revelaba nada su estado de ánimo.
Crystal entró en la oficina y se dio cuenta de que no era lo que ella
esperaba. El escritorio estaba situado pulcramente en una esquina, mirando
hacia la pared. Un sofá de cuero colocado de frente a una silla que hacia
juego con los otros muebles. Varios cojines coloridos estaban esparcidos
junto con casi una docena de almohadas. En la pared estaban varios
diplomas, el nombre Jennifer T. Foster claramente visible.

—Toma asiento donde tu desees— Dijo Jenny en un tono cortés. Crystal


escogió el asiento reclinable, haciendo a un lado los cojines y sentándose
rígidamente. La mujer de cabello castaño lo noto y se sentó en el sofá.—¿Te
apetece algo de agua o jugo?—

—No—. ¿Qué estoy haciendo aquí?Ella debe pensar que soy una lapa. No
debería haber venido. —Lo siento. No debí haber venido aquí —. Comenzó a
levantarse del reclinable pero Jenny la detuvo con un gesto de su mano.

—Un momento. Puedes permanecer sentada si quieres. Todavía tienes


cuarenta y cinco minutos—.

—Bien—

—Crystal, te dije que te podía recomendar a varios buenos terapeutas


porque yo...—

—Ya se lo que dijiste— ella interrumpió. —Pero...— Apartó la mirada,


enfocando su atención en un cojín verde vivo. —No puedo hacer esto con un
desconocido. No sé siquiera si lo puedo hacer contigo— ella agregó con su
voz apenas en un susurro. Su corazón palpitaba más rápido y el deseo de
salir corriendo crecía. —Tal vez debería irme—.

—No puedes estar huyendo por siempre, Crystal. Llega un momento en el


que es más difícil estar huyendo que resistir y afrontar tus demonios—. La
terapeuta se inclinó hacia adelante, apoyando sus antebrazos sobre sus
rodillas. —No te puedo aceptar como cliente. No sería justo para ti—.

¿Justo? El miedo fue opacado por su rápidamente creciente temperamento.


—¿Justo? ¿Quieres hablar de justicia?— Agresivamente se recostó en el
reclinable y abrazó sus rodillas sobre su pecho. —¡No he tenido un solo día
justo en mi vida desde que desgraciadamente nací! Todas las personas que
he conocido me han jodido, ¿por qué serias la excepción? ¿Crees que es
justo que yo tuviera que escapar por culpa de toda la mierda que él provoco?
¿Crees que es justo que el haya orillado a Paty a que huyera? ¿Crees que
debo de ser castigada solo porque a ti y a Laura les gusta jugar en la cama
debajo de las sabanas?— Ella coléricamente pateó sus piernas, parpadeando
para que las lágrimas no salieran. —no es justo—. Una lágrima solitaria se
escabulló y se giro a un lado, esta vez clavando los ojos sobre un cojín rojo.
—Maldita sea—.

—Tienes razón— Dijo Jenny después de un largo silencio. —Lo que sucedió
no es justo y no fue tu culpa—. Ella contestó amablemente, consciente del
estado vulnerable de la stripper, —no estoy tratando de lastimarte o
castigarte de ninguna forma—. Ella hizo una pausa. —La confianza es un
asunto importante con mis clientes—.

—¿si yo no viviera allí, me ayudarías?—

—Por supuesto. No es que yo no quiera ayudarte, Crystal, lo hago—.

—Así que estoy jodida de nuevo— la stripper dijo abatidamente, cayendo


sobre el reclinable totalmente derrotada. —Está bien, Doc. No hay
problema—.

—Dejame darte los nombres de algunos que están muy cualifi ...—

—No te molestes— Dijo Crystal despectivamente. —Sabia que era estúpido


pensar que podía solucionar esto—. Ella se secó las lágrimas con la manga de
su blusa y se puso de pie para retirarse.

—No, no es estúpido— Dijo Jenny, haciendo una señal para que se sentara.
—Valiente—. Ella dejó a un lado el portapapeles. —se requiere coraje para
curarse—. Hizo una pausa, esperando que Crystal la mirara. —Si acepto
verte, hay ciertas reglas que deben quedar claras para empezar—.

La stripper tragó saliva e inclinó la cabeza, sus emociones se le atravesaban


en la garganta como para permitirle hablar. No quería hacer o decir nada
que pudiera romper la débil esperanza.

—Lo más importante es saber que cualquier cosa que se diga en esta
habitación se queda en esta habitación. Este es un lugar seguro para ti.
Nada que me digas aquí será de nuevo repetido al menos que trates de
dañarte tu misma o a otros. Puedes llorar, gritar todo lo que quieras. Las
paredes están aisladas así que nadie en el área podrá escucharte.—

—Está bien, Doc—. Como si fuera a llorar o gritar, pensó dudosamente,


frunció el ceño cuando recordó que apenas sólo unos minutos antes ella
estaba próxima a romper a llorar.
—tengo ciertas expectativas también —.

Crystal aspiró profundamente y estaba lista para protestar. Jenny se puso


de pie y caminó hacia el escritorio, abrió una gaveta y saco un pequeño libro
grueso. Al principio Crystal pensó que era una Biblia hasta que miro las
flores y aves en la portada.

—Éste es un libro diario de meditación. Espero que leas el pasaje correcto


cada mañana y otra vez en la noche—. Crystal tomó el libro y lo abrió. Cada
página estaba etiquetada con el mes y las citas, pero no por día.

—¿quieres que medite?—

—no estoy hablando de cánticos o yoga— Dijo Jenny. —Toma diez o quince
minutos en la mañana para leer y pensar acerca del tema del día—.

¿El tema? Curiosa, Crystal miro de nuevo. Cada día se enfocaba en un


diferente problema o sentimiento. El desánimo, la autoestima, la vergüenza,
la culpabilidad, y la cólera eran algunos de los temas para los siguientes
cinco días. —Parece una lectura divertida— dijo sarcásticamente.

—No se supone que sea divertido, se supone que te debe hacer pensar. Esto
no va a ser fácil, Crystal. Si quieres cambiar entonces tienes que hacer
algunos cambios—. La stripper siguió pasando las páginas mientras Jenny
continuaba. —Recuerda, ser insano es estar haciendo la misma cosa una y
otra vez y esperar diferentes resultados—.

—¿te gusta esa frase, verdad Doc?—

—Me gustan muchas frases. Esa es uno de mis favoritas—. Ella se reclinó en
el sofá y metió sus pies debajo de ella.

—¿Cómo funciona esto? Me haces preguntas y yo contesto o qué? Nunca he


hecho esto antes—.

—No estás en la oficina del director aquí, Crystal. Lo haremos de la forma


que te haga sentir mas cómoda, ese es el punto—.

—¿el punto?—

—El cambio es incómodo y aterrador. No voy a dejar que ese miedo


aumente. Te presionare de vez en cuando pero lo haré solo por que me
preocupas, y no con el deseo de causarte dolor —. Una leve sonrisa se asomo
en sus labios. —te conozco, Señorita Sheridan, se que puedes ser muy
testaruda como el infierno—.

—y a mi me da la impresión de que puedes ser un dolor en el trasero si te lo


propones— Crystal le dio una sonrisa igual. —Algunas veces Paty me
presionaba para que hiciera mi tarea o algo. Desearía haberle hecho caso en
ese entonces—.

—¿Tu hermana te alentaba a cumplir con tu tarea? ¿Dónde estaba tu


madre?—

Con esa pregunta se ganó un bufido burlón de la rubia. —¿Mi madre? Oh,
quieres decir la borracha que se la pasaba en la habitación todo el tiempo
viendo tv por cable con su doggie dew*—.

—¿doggie dew?—

—Mad dog*, twenty-twenty* y Mountain Dew*. Toda esa mierda—.

—suena que es justo eso— Jenny estuvo de acuerdo. —¿bebía tu padre


también?—

—Cualquier cosa que estuviera de oferta esa semana—. Crystal escucho la


furia en su propia voz y tomo una aspiración profunda. —Después de que
Paty se fue, él comenzó a tomar whisky—. Y yo, ella agregó silenciosamente.

—Regresemos un poco— Dijo Jenny. — Ayúdame a asegurarme de que tengo


la información correcta ¿Tu hermana se escapó cuando ella tenía ...?—

—Diecisiete—.

Ella asintió con la cabeza. —y tu cuando escapaste tenias...—

—Quince y medio—.

—¿en qué grado estabas?—

—A mitad del noveno grado. Debería haber estado en décimo pero quede
debiendo un año—.

—¿Regresaste alguna vez?—

Crystal miró los diplomas en la pared y sacudió su cabeza. —estaba


demasiado ocupada intentando vivir día a día para preocuparme por la
escuela—. Ella miró la costura de la silla, demasiado avergonzada como para
mirar a Jenny. —No lo hice bien cuando estuve ahí, así que ¿por qué
molestarme? Puedo leer y puedo escribir. Con eso me las puedo arreglar—.

—¿Te conformas con lo que haces? ¿Solo ganar dinero para pasar la semana
y no pensar en el futuro?—

—¡es todo lo que tengo!— Crystal exploto. ¿Que no lo captas? No soy nada.
—Me quito la ropa por dinero porque es en lo único que soy buena. No puedo
hacer mejor dinero en ninguna otra parte—.

—Entonces necesitas hacer lo que sea para hacer eso posible. ¿Que edad
tienes, veinticuatro?—

—Veinticinco—.

—Veinticinco. ¿Cuántos años más piensas que puedes seguir de stripper?


¿Cuánto tiempo mas pasara para que sigas siendo stripper y ya no te sea
suficiente para poder pagar las cuentas? ¿Que vas a hacer cuando eso pase?

Crystal agarró con fuerza los brazos del reclinable, sus defensas cayendo
ante el tono retador en la voz de Jenny.

—Vamos, Crystal. ¿Qué cosas has hecho por ti misma que no te haga
terminar como un numero mas de las estadísticas?— Jenny esperó algunos
segundos por una respuesta, luego continuó. —¿bien, qué cambios estas
dispuesta a hacer para no ser parte de las estadísticas?—

—no lo sé—.

—Otra regla, Señorita Sheridan. No permito —no lo se—. Hagamos otro


intento. ¿Qué cambios estas dispuesta a hacer para que no termines muerta
en algún lugar con una jeringa en el brazo?—

—soy demasiado grande ya para volver a la escuela—.

—Respuesta equivocada. Puedes estudiar en casa para poder hacer un


examen equivalente. Pasándolo obtienes un diploma de bachillerato que tiene
el mismo valor. Puedes de hecho bajar material de investigación de internet
—.

—no tengo una computadora—.


—Pero las tienen en la biblioteca— Jenny afirmo. —no permito excusas
tampoco—.

—no vine aquí para que me sermonearan para volver a la escuela— Dijo
Crystal. ¿Que demonios tiene esto que ver con las malditas pesadillas?

—¿Dime, a que viniste aquí?—

—¿qué?— Tú sabes a que vine aquí. ¿Por qué me presionas de esta manera?

Jenny repitió la pregunta. —¿Por que viniste aquí? ¿Que es lo que esperas
lograr?—

—Tu lo sabes.—

—Dímelo.—

—Tu lo sabes— Crystal repitió coléricamente.

—Dilo.—

—Quiero que esto pare— contesto. —Quiero que desaparezcan las


pesadillas. Quiero que desaparezcan los malos recuerdos. ¡Quiero que el
maldito dolor desaparezca!—

—¿Y que vas a hacer para cambiar eso?— Jenny pregunto, desconcertada
por el despliegue de emociones. —¿Que cambios estas dispuesta a hacer
para que el dolor desaparezca?—

Crystal se volteó, presionando con fuerza su mandíbula y rehusándose a


contestar.

—Te dije que no seria fácil— Dijo Jenny. —Nadie más puede hacer el
trabajo. Es decisión tuya hacer cambios y tomar decisiones difíciles
tomando en cuenta como esta tu vida. Ya no eres esa pequeña niña desvalida
de quince años—.

—Ahora soy una chica totalmente perdida de veinticinco años— Crystal


susurro, rehusándose a mirar a la terapeuta. —¿Es eso lo que intentas
decirme?—

—No, pienso que es lo que tú estas intentando decirme— Dijo Jenny


gentilmente. —Creo que es suficiente por hoy—.
—Pero....— Crystal miró su reloj de pulsera. — todavía tengo cinco minutos
—.

—Tiempo suficiente para que hablemos de algunas otras reglas—.

—Oh yupiiii—. Aquí viene.

—sabia que te gustaría esta parte—.

Crystal rodo sus ojos y levantó una ceja hacia la mujer de cabello castaño.

—Primero, nada de bebidas o drogas antes de la cita. Éste es un trabajo


serio y no me gusta perder el tiempo con alguien que no toma esto en serio
también—.

—Bien—. Solo me asegurare de programar las citas por la mañana.

—Segundo, hay una manera correcta e incorrecta de manejar la cólera. Te


dije que este es un lugar seguro y puedes gritar todo lo que quieres, pero …
— La terapeuta levantó su dedo. —Las únicas cosas que puedes tirar o
golpear son las almohadas—. Crystal inclinó la cabeza en acuerdo. —y no solo
aquí— Jenny agrego. —En casa también. Consíguete un cojín o una muy
rellena almohada—.

—¿bien, alguna otra cosa?—

—Consíguete un cuaderno de apuntes, uno grueso. Quiero que escribas un


diario en el—.

—¿quieres que escriba un diario?— ¿Estás loca?¿Escribirlo puede hacer que


alguien pueda leerlo. Ella negó con la cabeza. —De ninguna manera—.

—Ok. Escribe cuando quieras pero al menos hazlo una vez al día—.

—¿Acerca de que?—

—Cualquier cosa que quieras. Cómo te sientes, como va tu vida, cualquier


cosa que desees escribir—. Jenny se puso de pie y tomó el libro de las
manos de Crystal. Encontrando la página correcta, ella se lo dio de regreso.
—Todavía tienes algunos minutos. El tema de hoy es la autoestima. Léelo
ahora y de nuevo a la hora de acostarte. Léelo en la mañana cuando te hayas
despertado y otra vez a la mitad del día. Date diez o quince minutos tres
veces al día para leer las meditaciones y pensar acerca de ellas—.
—¿y esto va a ayudar, Doc?—

—Recuerda lo que dije de ir paso a paso. Lee las meditaciones tres veces al
día en toda la semana entrante y luego hablaremos de ellas—. Caminaron
hacia la puerta y Jenny apoyó su mano sobre la manija curvada. —
Usualmente mis clientes se ganan abrazos cuando terminan una cita—.

De ninguna manera. Crystal dio un paso hacia atrás. —no soy de las que
abrazan—.

Jenny levantó sus manos. —Ok. Simplemente te digo que los abrazos
siempre son bienvenidos—. Ella puso su mano en la manija otra vez. —Una
ultima cosa. Todo lo que se dice aquí es personal y es una relación
profesional, lo digo en serio. Podemos hablar de muchas cosas aquí pero si
nos encontramos en los juegos de softbol o cuando este con Laura, solo
seremos Jenny y Crystal, entendido?—.

—¿eso quiere decir que ya no me ayudaras si tomo algunas bebidas de mas


después de algún juego?—

—Lo hare si te comportas responsablemente y no conduces y te pongas tu


misma en situaciones peligrosas—. Ella abrió la puerta. —Te veré aquí la
próxima semana—.

La próxima semana. Ya lo dijo. Jenny había acordado ayudarla. Ella hizo una
pausa en la puerta. —¿Hey Doc?—

—¿Hmm?—

—Gracias—. Crystal forzó una sonrisa. Dentro de ella se sentía emocionada


y asustada. —Yo…yo no sé si puedo hacer esto pero lo intentaré. Solo no te
decepciones de mí si no lo logro, ¿ok?—

—Cristal ...— La mano de Jenny trató de alcanzar su hombro. —Te dije que
esto no seria fácil. No espero perfección y tú tampoco lo esperes. Lo que
importa es que aprendas de tus errores y lo intentes de nuevo—. Ella guió a
Crystal al escritorio de la recepcionista. —¿Catherine, podrías por favor
programar citas regulares para la Señorita Sheridan?—

***

—En una ráfaga de fuego…— Laura arrugó su frente. —En una ráfaga de
fuego…—Sacudiendo su cabeza, presiono la barra para borrar
repetidamente. —Suena como si fuera una película de gangsters. —Su
espalda estaba comenzando a dolerle por estar sentada en la misma posición
por mucho tiempo, pero la fecha tope estaba ya muy cercana como para
poder relajarse. —Las balas parecían una lluvia sobre…no no no no.—
Suspirando fuertemente, borró la oración y se quedo mirando la pantalla.
Odio escribir acción. Vamos solo dame una buena frase hoy. —La policía
abrió fuego, rociando a los terroristas con una lluvia de balas.—Bien, eso
esta mejor. ¿Y luego que?— El cursor parpadeaba repetidamente mientras
los segundos pasaban. —Bien.— Comenzó a escribir. —La policía abrió fuego…
—¿Por qué abriría fuego sin saber donde están los rehenes?— Restregó su
cara vigorosamente y miro sorprendida la hora sobre la pantalla. —Grrr.— —
No puedo creer que sea tan tarde ya—. El pronunciado bostezo y sus ojos
confirmaban lo mismo. Era ya mas cerca de la madrugada que medianoche y
si daba un vistazo a lo que había en la pantalla sabría que en realidad
mostraba muy poco para el prolongado esfuerzo que había hecho.

Los segundos se convirtieron en minutos pero ninguna palabra mas apareció


sobre la pantalla de la computadora. Frustrada, Laura empujo el teclado y
recostó su cabeza hacia atrás, viendo solo el cielo raso. —Bien, pensemos
sobre esto— dijo en voz alta, como si el escuchar sus palabras la ayudara un
poco a enfocar las cosas. —Los rehenes están en el segundo sótano pero la
policía no sabe eso. ¿Entonces donde cree la policía que están cuando los
pistoleros salen disparando?— ¿Necesitan aun estar en el almacén?¿Si no
están allí, dónde los pongo?¿Necesito aun a los rehenes?¿Por qué roban el
banco en primer lugar?.

¡—Oooh, odio esto—! Poniéndose derecha en su asiento, Laura se coloco de


nuevo delante del teclado. La presión para poder terminar la escena y
terminar el capitulo a tiempo no estaba ayudando en nada a su creatividad.
Bien, solo tengo que pensar por un minuto. Para su sorpresa, la puerta
principal se cerro, anunciando que Crystal llegaba a casa del trabajo.
Escuchó como la puerta del refrigerador era abierta, luego cerrada otra
vez, recordándole a Laura que tenia que hablar con su compañera acerca de
cuando se terminara la leche se debía de anotar en la lista de comestibles
para comprar. Pesados pasos subían las escaleras, deteniéndose al llegar
arriba.

—estoy despierta— Dijo Laura, preguntándose que causo qué Crystal se


detuviera en lugar de seguir hasta su habitación.

—Estas levantada muy tarde—. La voz del otro lado de la puerta le contestó.
—La fecha tope hace que este aun despierta—. Ella se restregó los ojos y se
reclinó. —¿cómo estuvo el trabajo?—

—Solo fue trabajo. Buenas noches—.

—Buenas noches—. ¿Qué te pasa? El tono derrotado en la voz de Crystal le


preocupo. Laura abrió las persianas y deslizo la puerta, dejando en su lugar
el mosquitero. Por si acaso ella quiere hablar, la escritora se dijo a sí misma.

Varios minutos pasaron y Laura decidió averiguar que pasaba cuando


escucho la puerta abrirse y a Crystal salir hacia fuera. Sabía que algo
estaba mal. Apagando la computadora, salió hacia el balcón. El resplandor
anaranjado del cigarrillo era la única luz en la oscuridad al lado de Crystal.
Soplo de pronto un aire muy frio y Laura se abrazo a si misma al sentir la
ráfaga de viento. —Brrr, no me percaté que estuviera tan fresco aquí fuera
esta noche—.

—Uh huh—.

—¿te gustaría algo de compañía?—

—no soy buena compañía esta noche— Dijo Crystal abatidamente.

—Esta bien, yo tampoco lo soy—. Cogió una silla y se sentó, gimiendo


mientras lo hacia. —Simplemente ya no puedo estar viendo esa pantalla por
mas tiempo—.

—¿la Pantalla?— La stripper miró a Laura. —¿qué hay de malo con la


pantalla?—

—Si , la pantalla de mi computadora. Estoy en una intensa lucha por lograr


escribir un párrafo—.

—Oh—.

Laura observó como la punta del cigarrillo brillaba con una llamarada, luego
se oscureció al igual que su compañera. No estas de buen humor como para
hablar ¿no es así?. Mientras se debatía en intentar iniciar una conversación
de nuevo, se sorprendió cuando Crystal hablo.

—¿Puedes entrar a Internet con esa cosa?—


—A 1 Giga cuando todo el mundo en la ciudad no esta en línea— Dijo Laura
orgullosa.

—Uh huh—.

¿No tienes ni idea de lo que te estoy hablando verdad? —Así es, puedes
entrar a internet con esa cosa. ¿Por qué?, ¿Te sientes con deseo de navegar
un rato?—

—¿Navegar?—

—De hacer búsquedas, mirar diferentes sitios—. Laura mentalmente se


reprendió así misma por no decirlo mas claramente. —¿Buscas algo en
especifico?—

—¿Um, no.... ¿tienes que pagar para usarlo?

—pago una retribución mensual y tengo acceso ilimitado—. Que bien. Era la
primera vez que Crystal se mostraba interesada en algo que a ella le
gustaba. Laura se puso derecha y apoyó sus brazos sobre la mesa, sus ojos
ajustándose lo suficiente en la oscuridad para poder ver el contorno de la
cara de Crystal. Creo que comprare algunas velas para la mesa la próxima
vez que vaya de compras. —Puedes usarlo si quieres, solo no hagas ninguna
descarga—

—Naaa, solo sentía curiosidad. No sé cómo usarlo de cualquier manera—.

—Bueno, tienes que aprender alguna vez. ¿Por qué no ahora?—

—No lo sé— Crystal contesto con vacilación. —es tarde y es probable que
estés cansada—.

—Si me voy a la cama ahora, solo daré vueltas en ella toda la noche.
Realmente, estoy completamente despierta—.

—Tal vez solo podrías mostrarme como hacerlo y después podría ir a la


biblioteca y usar alguna computadora de allí—. Crystal apagó su cigarrillo en
el cenicero y se puso de pie. —¿no interferiré con tu escritura o algo?—

—Difícilmente— Laura bufó. —tendré suerte si logro terminar dos párrafos


esta noche—. Se levantó y abrió la puerta de tela metálica. —Venga, será
divertido—.
Una vez dentro, Laura abrió el cajón del escritorio donde se encontraba el
teclado de su ordenador y tomo asiento. —Adelante— ella dijo, señalándole
la silla.

—no sé nada sobre esto— Dijo Crystal mientras miraba por encima del
enorme monitor, el CPU y la impresora. —¿éste es el mouse, correcto?—

—Yeap, aunque está programado para personas zurdas. Presiona el botón


derecho para dar click sobre algo—.

—¿Se supone que debe de ser del otro lado para las personas diestras?—
Ella movió cautelosamente el mouse sobre la superficie suave del mousepad.
Sus ojos verdes se ensancharon cuando observo como el puntero en la
pantalla imitaba sus movimientos. —No lo se. Parece tan fácil para usarlo de
este lado—.

—Lo es. Es solo cómo te acostumbras, supongo. Mi mamá también es zurda y


ella siempre se aseguro de enseñarme de ese modo. Pongámonos en línea y
te mostraré cómo buscar en la red—. Levantándose ligeramente, Laura
coloco entre sus piernas el teclado y acerco más la silla de Crystal. —¿Ves
ese globo amarillo en la parte superior de la pantalla? Da un click sobre eso
—.

—¿así que muevo el puntero hacia arriba … y doy un click sobre este botón?

—Sí, tienes que dar doble click sobre eso—. Observo el cursor ir despacio
torpemente de arriba abajo por la pantalla, Laura hizo un esfuerzo para no
sonreír burlonamente. Le tomo a Crystal dar tres clicks para abrir el
programa.

—¿qué hice?— La stripper preguntó nerviosamente cuándo las ventanas y los


programas comenzaron a abrirse de pronto. Esta vez Laura no pudo
contener su risa.

—Nada. Hago que estén disponibles todos los programas necesarios en


cuanto entro al sistema—.

—Me pudiste haber advertido— Dijo Crystal con una mirada un poco
amenazadora.

—Debí hacerlo— admitió. —Pero fue más divertido verte saltar fuera de tu
asiento—. Laura tomo el control del mouse. —¿ves este botón aquí? Un click
y la pantalla cambia. Ok, escribe cualquier cosa que quieras buscar en el
recuadro—. Laura se recostó y esperó a que su compañera introdujera
alguna información.

Crystal tecleo con sus dedos índices. —Demonios. ¿Cómo borras en esta
cosa?—

—Usa la tecla de retroceso—, arriba del lado derecho justo abajo de la


tecla F12—.

—¿Dónde? No veo ninguna tecla que diga retroceso—.

—Oh, la tecla ya esta desgastada. Ella se apoyo para señalarle la tecla. —


Suelo usar a menudo la tecla de retroceso—.

—¿cometes muchos errores?—

—Prefiero no pensar tanto así de que cometo muchos errores— Dijo Laura
sintiéndose mas relajada con su compañera. —Realmente tiendo a reescribir
una escena varias veces antes de quedar totalmente satisfecha—.

—Suena como a mucho trabajo— Dijo Crystal, sus ojos mirando rápidamente
sobre el teclado en busca de la tecla correcta.

—Lo es— Dijo Laura, señalando la posición de la tecla N. —Pero también es


divertido—.

—¿qué clase de historias escribes?—

—En su mayoría de misterio y de suspenso, pero ocasionalmente he escrito


historias cortas para revistas cuando ando ajustada de dinero—. Que es la
mayoría de las veces, ella silenciosamente agrego.

—¿Ok, y ahora qué?—

Laura miró las palabras de búsqueda. —¿La pagina de Educación del estado
de Nueva York? ¿Que estas exactamente buscando?—.

—Solo estoy mirando— Dijo Crystal, colocando un mechón de pelo rubio


detrás de su oreja. —Alguien me dijo que podía obtener alguna información
acerca de algo—.
No me digas, eso esta perfectamente claro. —Bien pero quizá si me dijeras
que es lo que estas buscando específicamente, podría ser mas fácil de
encontrar la información—.

—Alguien me dijo que podría obtener los cursos del GED* sin tener que
volver a la escuela—. Repentinamente Crystal encontró un interés especial
en sus cutículas. —Me dijeron que había manera de estudiar para el examen
sacando la información del internet—.

—Hmm, estoy segura de que así es—. Mmh, ahora entiendo. ¿Cuántos años
tenia ella cuándo escapo? —Aun debe haber guías de estudio para que las
puedas imprimir. Tengo suficiente tinta y papel—ella ofreció. —Um.... ¿Te
puedo preguntar algo?—

Crystal se encogió de hombros. —supongo que si—.

—Cuando escapaste, ¿cómo le hiciste para sobrevivir? Debiste haber


necesitado documentos para poder obtener un trabajo en dondequiera y
esta por supuesto la preocupación de que un oficial te descubriera por ser
menor—.

La mujer mas joven vaciló antes de contestar y cuando lo hizo,


deliberadamente miro a cualquier parte menos a Laura. —¿Realmente
quieres saber la respuesta a esa pregunta?—

¿Qué diría Jenny en esta situación? —Um, solo si tu quieres decírmelo—


Bien.....esa fue una contestación correcta, Laura se dijo a si misma.

—Digamos que en algunos trabajos no se requieren papeles para trabajar o


identificación—.

—Oh—. La escritora cambió de posición con inquietud y ahora fue ella quien
fue incapaz de mantener cualquier contacto visual. Crystal comento una vez
que el streeptease fue solo un paso mas arriba. —Entiendo, bueno.....um......—
Negando con la cabeza, Laura quedamente admitió, —no sé qué decir—.

—No hay nada que decir de cualquier manera— Crystal se encogió. —hice lo
que tuve que hacer—. Ella movió el mouse. —¿y ahora que sigue?—

Le tomo a Laura un segundo para poner a funcionar sus engranajes mentales


y fijar la atención en la información en la pantalla. —Pon el puntero sobre la
búsqueda y da un click sobre él—. Ella miró todos los temas sobresalientes y
negó con la cabeza. —Tienes que desplegar la pagina hacia abajo—.
—¿ahora me lo podrías decir en español?—

Ella le sonrió ante su error, complacida de ver la cara de confusión de


Crystal. —Lo siento. Se me olvidaba. Es solo parte del vocabulario que suelo
utilizar. No estoy acostumbrada a que las personas sean capaces de
entender de lo que les estoy hablando—. Ella le explicó cómo navegar por la
pantalla, dándose cuenta para su sorpresa que Crystal aprendía rápido y
raras veces necesitó explicarle las cosas más de una vez. En algunos minutos
más encontraron un sitio que ofrecía los programas de estudio. —Esto es
perfecto— ella dijo. —Mira esto—. Excitada por el descubrimiento, Laura
sin darle importancia se apoyo para asumir el control del mouse. —Puedes
trabajar en cada tema hasta que estés lista y hacer un auto examen al final.
Eso lo facilitará. Aquí—. Ella dio un click sobre un enlace. —Mira todos los
módulos disponibles—.

Los ojos de Crystal se ensancharon. —nunca seré capaz de aprender todo


eso—.

—Por supuesto que puedes. No es tan difícil como parece—.

—Fácil para ti decirlo. Tú tienes una Licenciatura de la Universidad. Yo ni


siquiera termine el noveno grado—.

— Oye, no nací con esa Licenciatura, ¿sabes?. Tuve que aprender todo
también—. Ella dio un click sobre el mouse otra vez. —No tienes que
aprender todo al mismo tiempo. Intenta hacer uno de los módulos. ¿En qué
temas eras buena?—

—No lo se. Realmente nunca puse mucha atención en la escuela—. Crystal se


encogió en un gesto ya familiar. —estoy sorprendida pues sólo falle en un
grado—. Ella empujó hacia atrás la silla, colocando su tobillo izquierdo en la
rodilla derecha. —no soy estúpida o algo así, es solo que estudiar y hacer la
tarea en ese entonces no era importante para mi—. Ella entrelazó sus dedos
y los apoyó sobre su regazo. —Apuesto que tu fuiste una estudiante
sobresaliente. Obtenido puras A y todo eso—.

—Bueno, en su mayor parte fueron A— Laura admitió.

—Uh huh—. Dijo Crystal sabiendo que era así. —¿A donde fuiste, Harvard o
Yale?—

—A ninguna— ella contestó. —Se suponía que iría a Punta Oeste* pero
termine yendo a Colgate*—.
—¿A Punta Oeste? Oh, ya me parecía. Eres una pequeña diablilla Militar. ¿Y
por que no fuiste allá?—

—es muy largo de contar—. Viendo la apariencia expectante en la cara de


Crystal, Laura movió su barbilla señalando hacia el balcón. —Vayamos allí
afuera. Será más cómodo—.

—¿Qué pasó?— Crystal preguntó una vez que ya estaban en el balcón.

—Bien. Tienes que entender que la vida militar no es la misma que la vida de
civil. Las cosas no se manejan tan fácilmente—. Laura agradeció la
oscuridad, haciéndole más fácil contar su historia. —La apariencia lo es todo
y los chismes se mueven a través de las tropas más rápido de lo que te
puedes imaginar. Era una sénior en la escuela secundaria y mi padre había
sido situado en West Point cuatro meses antes. En el otoño tienen un baile
de etiqueta para celebrar durante el fin de semana el regreso a casa. Mi
padre me arregló una cita para salir con un cadete de cuarto año llamado
Eugene Watkins—.

—¿Eugene?— Crystal bufó y buscó sus cigarrillos. —¿Por qué alguien


avergüenza a un niño con un nombre como ese?—

—Probablemente porque él fue Eugene Watkins tercero, el nieto del


General Eugene Watkins y el hijo del Capitán Eugene Watkins—.

—Aun así es una razón pésima para llamar a su niño Eugene—.

—De cualquier manera, el ego del Cadete Watkins estaba sólo


empequeñecido por sus hormonas, especialmente después de haber tomado
varios sorbos de no se qué licor que llevaba escondido en su chaqueta.
Después de pasar la mayor parte de la noche hablando de sí mismo, el Señor
personalidad pensó que tenía derecho a más que sólo unos cuantos bailes
formales—.

—¿Quieres decir que él intentó ...?—

—Oh sí, ciertamente lo intentó— Laura dijo. —Dimos un paseo por la base y
él hizo todo lo posible por abrazarme. Yo lo empujé y comencé a caminar de
regreso, dispuesta a dejarlo pasar sólo como una mala cita, pero él no se dio
por vencido tan fácilmente. Me empujó contra un árbol e intento meter sus
manos por debajo de mi vestido. Ahí fue cuando grité y le di con la rodilla—.
—Bien, el bastardo se lo tenía merecido— dijo Crystal, dando una larga
calada a su cigarrillo. —Deberías haberle pateado las pelotas—.

—Hubiera deseado haberlo pensado mejor en ese momento— Laura admitió.


—Darle con la rodilla no fue suficiente para quitármelo de encima. Me
derribó al suelo y comenzó a golpearme. Otro cadete escuchó mis gritos y
corrió hacia mí. Si él no hubiera estado paseando por ahí, dios … estábamos
demasiado lejos del resto de la fiesta —.

—¿Supongo que como era el nieto del General no le castigaron ni nada,


verdad?—

Laura suspiró y descansó su pie en su rodilla opuesta. —No es tan simple. La


Academia es muy estricta en hacer cumplir el Código de Honor—.

—¿Qué pasó?—

—Estaba bastante alterada para cuando el cadete me trajo de regreso.


Cuando llegamos a la puerta principal ahí estaba parado mi padre, el General
Watkins, y otros oficiales de alto rango. Imagínate como me veía. Allí
estaba, mi vestido desgarrado todo lleno de lodo, hierba y manchas en toda
mi espalda. Mi padre me hizo pasar a un cuarto privado y le dije lo que había
sucedido. Él salió y regresó algunos minutos después para llevarme a casa—.
Mirando las estrellas centelleantes, Laura dejó que sus emociones flotaran
en su mente de nuevo. —Mi padre nunca me mintió, y se lo agradezco. Él me
dijo que era mi palabra contra la de Eugene y por supuesto ya sabrás cual
fue su historia—.

—Qué tú lo deseabas— la stripper adivinó.

—Él dijo que yo lo había provocado y que cuando él se rehusó a acceder a lo


que yo quería comencé a gritar—.

—Por supuesto— Crystal dio un bufido.

—Padre también me dijo que el General Watkins le recordó que el padre de


Eugene había muerto como un héroe en Líbano cuando Eugene aun estaba en
el bachillerato—. Ella negó con la cabeza, distraídamente identificando las
diversas constelaciones flotando en el cielo. —Todo lo que hubiera pasado es
que con solo una llamada de el General mi padre hubiera sido enviado fuera
de Anchorage o algo peor—.

—¿Así es que tu padre te hizo retirar los cargos?—


Laura asintió con la cabeza. —No había realmente mucho de donde elegir. Si
presentaba una queja, habría traído a los medios de comunicación y habrían
destrozado a la academia y al General Watkins. Mira lo que les hicieron a los
Kennedy. ¿Imagínate si al nieto de un general e hijo de un héroe de guerra
fuera acusado de intento de violación?— Apoyando sus codos sobre los
brazos de la silla, entrelazó sus dedos. —Padre y el General acordaron algo a
puerta cerrada. Él nunca me dijo qué pasó, sólo que se había terminado y que
yo debería olvidarme del asunto. Escuché a uno de los cadetes decir que
Eugene había perdido su rango como Comandante del Batallón y estaba
recluido en la base, pero que aun así se le permitió graduarse—.

—¡Oh! que gran castigo—, Crystal se burló.

—De hecho perder un rango en la academia es un punto negativo para tu


carrera. Él nunca podrá subir un rango más en la cadena de orden. Pero de lo
que sí estoy segura es de que no creo que piense en tocar a otra chica de
nuevo—.

—¿Por qué no? Él logró salirse con la suya una vez, ¿qué podría detenerlo?—

—Los otros cadetes. Después de una semana del incidente, un grupo de


cadetes atrapó a Eugene en las regaderas y supongo que le dieron una buena
paliza. Él pasó un par de días en el hospital pero nunca reveló quién estaba
involucrado—.

—Se lo merecía. Espero que hicieran un buen trabajo de modo que él ya no


pueda usarlo de nuevo—.

—Bueno no creo que hayan llegado a tanto— dijo Laura, con tono de cólera
en su voz. —Creo que mi padre sabía quienes lo hicieron pero jamás me lo
dijo—.

—¿Estabas molesta con él porque no te defendió?—

¿Estaba molesta con él? Se quedó con la mirada fija hacia las estrellas de
nuevo. —En ese momento estaba furiosa con él por que creí que no estaba
de mi lado. Culpé al Ejército por haberlo obligado a encubrir al General. Por
eso es que acepté una beca para Colgate. No fue hasta que fui adulta que
entendí porque hizo esas cosas de la manera en que las hizo.—

—No lo entiendo— dijo Crystal.


—Jenny me dijo una vez que algunas veces la única forma de ganar es
comprometiéndose. Eso fue lo que tuvo que hacer mi padre con el General
Watkins. Él no pudo lograr echar a Eugene de la academia pero se aseguró
de que su carrera fuera arruinada. Cada vez que le ofrezcan un ascenso,
será cuestionado por ese incidente. Por hostigamiento sexual y porque
oficiales se aprovechan de las reclutas femeninas, no creo que pueda jamás
tener un ascenso en su carrera—.

—¿Y consideras que con eso ganaste?—

—Claro que si. No tienes que cortar las manos de un hombre solamente
porque robo una barra de pan. Eugene todavía podrá tener una carrera en el
Ejército, solo que no será nada cómodo—.

—Aun sigo pensando que lo tuvo demasiado fácil— Crystal se quejo. —


Siempre lo hacen. Solo porque el tipo tiene dinero o poder puede salirse con
la suya—. Un cigarrillo fue encendido. —Ah, a quien engañamos. Hasta los
patanes borrachos piensan que pueden salirse con la suya cada vez que se
les da la gana—.

Laura de nuevo deseo tener una vela sobre la mesa y poder ver la expresión
que provenía junto con ese duro tono de voz. —¿Pasó algo en el trabajo esta
noche?—

—Nada que no haya ocurrido antes— la stripper dijo con un suspiro. —fue
solo un riesgo típico del trabajo. Un idiota decidió esperarme fuera de la
salida hasta que yo saliera. Habría estado bien si Rick hubiera estado donde
se supone debía de estar—.

Laura alarmada, se enderezó. —¿Te lastimó? ¿Por qué no me lo dijiste


antes?—

—Estoy bien. He trabajado por mucho tiempo lo suficiente como para saber
cómo arreglármelas con un borracho estúpido— dijo despectivamente.

—Pero aun así te molesta—. Laura intentó reprimir un bostezo pero falló. —
Ya me estoy haciendo vieja para las desveladas. El sol saldrá en un par de
horas—. Ella esperó por una respuesta y no recibió ninguna. —Bien, supongo
que es hora de ...—

—¿Puedes usar el ordenador para encontrar personas?— preguntó Crystal.


—Um … sí, hay lugares en línea donde puedes buscar personas—. Debería
estar ya acostumbrada a la forma en que rápidamente cambia de tema,
Laura pensó para si misma. —¿piensas buscar a tu hermana?—

—No lo sé, tal vez—.

—Bien, eres bienvenida para usar el ordenador y tratar de encontrar a tu


hermana si tú quieres—. Olvida la vela, voy a comprar una de esas linternas
de baterías. Algunos segundos pasaron antes de recibir un gruñido de la
rubia—¿Sabes que hay compañías que se dedican a buscar personas
pagándoles una retribución?—.

—Lo sé. Hace tres años gaste cerca de quinientos dólares en buscarla. No
sabía el número de su seguro social así que no había mucho que ellos
pudieran hacer—. Laura escuchó el sonido de la silla raspando la madera
mientras Crystal se ponía de pie. —Sólo estaría desperdiciando mi dinero
otra vez—. Crystal golpeo ligeramente la mesa. —Estoy cansada. Buenas
noches—.

Laura se quedó sentada ahí por pocos minutos después de cerrar la puerta,
escuchando los sonidos de la noche. Pensando acerca de su infancia, trató de
recordar como había sido su vida a los quince. Imágenes de ella en bicicleta,
largas sesiones de llamadas telefónicas, videos de música y sus visitas a
parques vinieron a su mente. ¿Cómo pudo sobrevivir ella? A los quince años
nunca habría sido capaz de valerme por mi misma. Se estremeció al pensar
por lo qué Crystal tuvo que haber pasado y se encontró a si misma pensando
en su compañera de apartamento con gran admiración. Con un gran bostezo
se levantó y entró.

El ordenador la tentaba a ir a ella pero la cama le tentaba más. Después de


quitarse la ropa, la dobló pulcramente y la metió en el cesto. Vistió su pijama
de seda y una esquina de la manta fue doblada pulcramente hacia un lado
antes de apagar la luz y meterse en la cama.

***

Laura sonrió al dar click sobre el botón de guardar. Se había despertado


solo hacía dos horas, y ya había logrado escribir cuatro páginas completas.
Estaba tan concentrada en su escritura, que no escucho los primeros dos
timbrazos del teléfono. —No ahora— suspiró, haciendo rodar su silla con
ruedas hacia el borde de la cama y contesto el teléfono que estaba sobre la
mesita de noche. —¿hola?—
—¿Me has estado llamando?—

—¿Peter?— Usó sus pies para empujar la silla de regreso al ordenador. —


¿dónde has estado?—

—Mira Laura, solo escúchame ¿Ok? Sé que debes estar un poco molesta
conmigo … —

—¿Molesta?— Ella puso su pie en el borde de su escritorio y puso el otro


sobre el. —Creo que molesta es una palabra muy sutil para esto, ¿no lo
crees? ¿Sabías que ella era la stripper del Tom Cat Club?—

—Bueno err um ...—

—Peter, tus orejas se están poniendo rojas. No me mientas, te conozco


demasiado bien—.

—Laura, cuando ella entró en mi oficina pensé en que había sido una
intervención divina. Tú sabes que ya ha pasado mucho tiempo—.

—No necesito que me arregles encuentros amorosos—.

—Te lo recompensaré, lo juro— él dijo, con su voz subiendo de tono. —Ya le


encontré a ella otro lugar. Un dormitorio en el otro extremo del complejo. Y
aun seguirá pagando la misma renta que ahora—.

—¿Tú le encontraste ...?— Laura vaciló. ¿Eso no era acaso lo que quería? No
podía estar viviendo con una bebedora, que fumaba marihuana, que era una
stripper bastante mal educada, quería que se fuera, ¿o no? Eso es lo que
estaba deseando ¿no es así?

—¿Laura?—

—Si, aun sigo aquí, Peter. ¿Así es que le encontraste otro apartamento?—

—Esta cerca de los contenedores y tiene solo un baño pero creo que será
suficiente para ella. Lo tome por 175 dólares y puedo hacer uso de los viejos
muebles y el hecho que no ha sido rentado en 4 meses no causara problemas
con la oficina central. Será perfecto, Laura. Te prometo que le gustará y se
mudará— él dijo alentadoramente. —Todas las alfombras han sido limpiadas
y ella podrá mudarse a su nueva casa el fin de semana—.
—Um.....— Maldición, ¿qué estoy pensando? —¿Peter? ¿Me puedes hacer el
favor de no mencionarle esto a Crystal?—

El silencio invadió la línea telefónica. —¿Escuche correctamente? ¿No


quieres que ella se mude?—

—Bueno…mira, tú dijiste que el apartamento no había sido rentado en 4


meses, ¿correcto?—

—Así es. La gente siempre quiere muebles y alfombras nuevas y no se


podrán remplazar hasta el próximo año—.

—Así que si las cosas cambian y el apartamento está todavía disponible, ella
podría tenerlo al mismo precio, ¿correcto?—

—Supongo, pero no se lo puedo estar apartando. Si puedo conseguir un


inquilino para el apartamento, lo rentaré—.

—Entiendo— ella dijo, sintiéndose mas confiada de que había tomado la


decisión correcta. —Creo que las cosas podrían funcionar por aquí después
de todo—.

NOTAS:

Club Soda: Soda o refresco con gas, conocida también como agua mineral.

Bartender: Nombre usual que se le da a las o los cantineros.

Taco: El Palo de billar o Taco es el instrumento con el cual los jugadores de


Billar golpean las bolas para tratar de hacer carambolas o entronerar las
bolas.

Muescas: Marcas que se van haciendo en un cinturón para ir contando las


mujeres con las que alguien se ha acostado. (Algunas personas lo usan como
trofeo de sus conquistas)

Capote: Es el que usan los autos convertibles o descapotables.

CSW: Clinical Social Worker, son credenciales para trabajar en el campo de


la psicología.

CAC: ni idea
Mad dog, twenty-twenty, Mountain Dew ,doggie dew: Bebidas alcohólicas de
bajo precio en Estados Unidos.

GED: General Educational Development, Estudios que ofrecen los países de


Estados Unidos y Canadá para terminar el bachillerato (High School) y
otorgarles su certificado correspondiente en caso de pasarlo.

Punta Oeste (West Point): es el nombre con que se conoce a la Academia


Militar de Estados Unidos.

Colgate: Universidad en los Estados Unidos

—Oh, ¿en serio?— Él dijo, acentuando más las últimas palabras. —¿Tu cama
esta teniendo algo de más acción?—

—Peter Knight, basta con eso— ella reprendió. —Crystal es heterosexual y


yo no estoy interesada en mujeres heterosexuales. Es sólo que…pues, nos
estamos llevando bien, eso es todo—.

—Se están llevando realmente bien, estoy seguro—.

—¡Peter!—

—Está bien, está bien. ¿Estás segura de esto?—

¿Lo estoy? Ella aspiró profundamente y soltó el aire lentamente. —Estoy


segura—.

—¿y ya no estas molesta conmigo?—

—Ya no estoy molesta contigo. ¿Y dime como están las cosas entre tú y
Michael?—

—Lo usual. Parece una perra celosa ya sea por una cosa o por otra. Es
realmente molesto, realmente no sabe como dejar pasar las cosas—.

—¿Qué hiciste esta vez? ¿O, debería decir con quién?—

—No hice nada esta vez. Él sólo cree que sí lo hice—

—No es como si él tuviera razón para dudar de tu palabra, Peter—

—Claro que no. Bueno, al menos no últimamente—


—Exactamente— ella dijo. —Así que ahora que ya no estoy molesta contigo,
cuando venís Michael y tú a cenar?—

—¿Que tal esta noche? Él se queja que no sale lo suficiente—.

¿Te sientes con ánimos de cocinar?—

—Bueno ... —

Riéndose, Laura negó con la cabeza y sonrió. —Bien. No creo que Crystal
tenga que salir a trabajar hasta las siete más o menos. Hagamos la cena
como a las cinco treinta—.

—Maravilloso. Michael ahora conocerá a alguien nuevo para quejarse sobre


mí.—

—¿Estás a dieta otra vez?—

—Oh cielos, por favor. ¿Con estos muslos? Ningún fettuccine alfredo para
mí—.

—Bien. ¿Que tal un pollo con limón?—

—¿Quieres que traigamos alguna cosa? Michael acaba de aprender a cocinar


un souffle de espinacas de miedo—.

—Suena delicioso—

—Espléndido. Él dice que no aprecio demasiado lo que cocina. ¿Casual o


semi-formal?—

—Casual, por favor. Es una simple cena, Peter, no un banquete—

—Casual entonces. Las veremos entonces a ti y a la señorita grandes tetas a


las cinco —.

—Peter, ni siquiera se te ocurra hacer ese tipo de comentarios delante de


ella— Dijo Laura, sabía demasiado bien que su amigo tenía ese hábito de
señalar las características más sobresalientes de las personas de una forma
no muy sutil. —Ella es un poco sensible—.

—Ok—

—Bye Peter—
—Bye—

Colgó el teléfono y devolvió su atención a la escritura. Minutos más tarde


escucho a Crystal salir de su habitación y entrar al baño. Después escuchó
el chasquido del cerrojo. Hora de bañarse, ella adivinó, lo confirmó un
minuto más tarde por el sonido de agua corriendo. Decidió tomar un
descanso breve, Laura vestía su túnica y se dirigió hacia abajo.

El ruido del secador de pelo ahogó por completo todos los demás sonidos en
el modesto cuarto de baño. Crystal observó su reflejo mientras usaba el
secador y cepillaba su rubio cabello. Necesito un corte de pelo, pensó
cuando un largo mechón se rehusó a acomodarse. Un olor agradable flotó en
el aire por debajo de la puerta. Mmm, maravilloso ¿que estará cocinando?
Huele bien. Le dio a su pelo algunos cepillados finales antes de apagar el
secador y desenchufarlo. Vistió unos cómodos pantalones cortos y una
camisa sin mangas, esperando pasar el resto del día relajándose antes de ir
a trabajar al club más tarde. Deslizando sus pies en sus sandalias, lanzó su
toalla sobre el tubo de la ropa sucia y dejó el cuarto de baño.

Encontró a Laura en la cocina retirando una bandeja de rollos del horno. —


Buenos días—.

—Buenos días— la escritora contestó, colocando cuidadosamente la bandeja


caliente sobre el estante. —Realmente ya son diez minutos después de
mediodía así que buenas tardes—. Movió los rollos hacia un plato. —¿dentro
o fuera?—

Crystal se asomó a las puertas de cristales corredizas y vio el cielo nublado.


—Mejor dentro—.

—Compre un buen racimo de moras ayer si es que quieres ponerle algo a tu


cereal— dijo Laura mientras llevaba el plato de rollos a la mesa. —¿A menos
que quieras compartir una toronja conmigo?—.

¿Toronja? Ugh. —Gracias pero yo me las arreglaré con mi cereal alto en


azúcar—. Ella cruzó el cuarto y abrió el refrigerador, sacando la leche y las
moras. —¿Podrías llevarme a Dunphy’s mas tarde? Es que debo recoger mi
coche. Se supone que ya está listo—.

—Seguro. Tengo que ir al mercado de cualquier manera para comprar


algunas cosas para la cena. Peter y Michael vienen esta noche—.

—¿El tipo que me alquiló el lugar?—


—Y su novio mas reciente— Dijo Laura mientras cortaba su toronja por la
mitad.

Crystal llenó un tazón de cereal y se dirigió hacia la mesa. —¿A qué hora
vendrán?—

—Alrededor de las cinco. Calcule que podríamos cenar alrededor de las cinco
treinta así que tendrás tiempo para prepararte para tu trabajo después—.

Sorprendida por la idea, Crystal sólo podía tartamudear como respuesta. —


Ee-eso suena bien. ¿Viene Jenny?—

—No. Los viernes tiene sesiones de grupo hasta las nueve. Ella estará en el
juego mañana—.

—Oh, entonces ¿solo somos nosotros cuatro?—

—Sí. Pensé que sería genial que tuvieras la oportunidad de conocer a los
chicos. Peter es un amor—. Laura colocó un pedazo de toronja en su boca. —
Y Michael te recordará a un gran oso de peluche. Él es agradable cuando
quiere pero a veces es tan frío como un refrigerador—.

—Suena como que son una pareja extraña—.

—Lo son— Laura se rió. —Bien, tu ya has visto a Peter. Él mide mas o menos
como 1.60 cm—. Crystal asintió con la cabeza en acuerdo. —Michael mide
por lo menos 1.80cm y pesa cerca de 120 kilos—. Otro pedazo de toronja
desapareció en la boca de la escritora. —Él es un hombre que hace de todo.
Él puso los estantes del gabinete y el armario en tu habitación—.

—¿Tiene un hermano que sea mecánico?— Pregunto mientras vaciaba la


leche sobre las hojuelas —No puedo creer que me costara trescientos
dólares arreglarlo esta vez. Acabo de gastar doscientos cincuenta hace
apenas tres meses—.

—Creo que su hermano es sacerdote—.

—Mejor aun. Él podría darle a mi auto los santos oleos—. Sonrió cuando
Laura se rió pero por dentro ella se preocupó. Las reparaciones se estaban
volviendo más frecuentes y más caras. Sabía que no pasaría mucho tiempo
para que tuviera que comprar otro coche pero estaba corta de dinero y el
mudarse a este apartamento le había costado mucho del dinero que tenía
ahorrado. Además había pagado las últimas cuentas de servicios públicos de
su anterior apartamento y simplemente no tenía dinero para otro coche.
Lentamente masticó un bocado de cereal. ¿Qué voy a hacer? No pasará
mucho tiempo antes de que Laura le pida la mitad de las cuentas más
recientes. Iba a ser un verdadero esfuerzo asegurar apenas el dinero de la
renta para pagarla a tiempo. El día de paga es dos días después.

—¿A que hora quieres ir a recoger tu coche?—

—Oh—. La pregunta de Laura la saco de sus pensamientos. —Creo que


después de que comamos. Cuando te hayas desocupado—.

—Podemos irnos dentro de una hora mas o menos. Tengo que darme una
ducha y vestirme primero. No creo que sea buena idea pasearme en pijama
por las calles—.

—A alguien le gustaría eso, estoy segura— Dijo Crystal, usando su cuchara


para seguir una mora de su cereal. Atrapándola, finalmente la metió en su
boca. —Éstas saben bien. Deberías comer algo—.

—Pensaba hacerlas en molletes caseros de postre para esta noche—.

—Oh—. Crystal sonrió y asintió la cabeza con entusiasmo, su boca se le hizo


agua ante el pensamiento. —Amo los molletes de mora—.

—Entonces habrá molletes de mora para el postre—.

—Genial—. Apartando su tazón vacío, trató de alcanzar su café. —¿Y qué


habrá para la cena?—

—Pollo con limón acompañado de arroz tipo oriental y soufflé de espinacas—.

—Suena… interesante—. Miro hacia arriba para ver los ojos azules de Laura
que le sonreían.

—La comida sana no te matará—.

—Eso es lo que tú crees. Mi estómago no la reconocerá—. Se reclinó en su


silla, ya no sentía el deseo de irse rápidamente de la mesa una vez que
terminaba la comida. Laura le dio la confianza de que era bienvenida de
sentarse y quedarse. —¿Puedo preguntarte algo sin que pienses que soy
estúpida?—
—Crystal, puedes preguntarme cualquier cosa y no pensare que eres
estúpida—.

—¿Qué es el soufflé de espinacas?—

—¿Nunca has comido espinacas?—

—Solo una vez durante una cena pero nunca les di importancia. Usualmente
están frías cuando las he comido—.

—Bien… se le llama soufflé cuando es horneado y las hace ser ligeras y


vaporosas. Es realmente muy bueno—. Laura hizo una pausa. —Michael lo
traerá—.

El que puede ser tan frío como un refrigerador. —Oh. Supongo que no me
matará si pruebo algo—.

—Intentaré poner una pequeña cantidad en tu plato—.

—¿Quieres que te ayude con la cena?—

—No, yo me haré cargo. Tú puedes entretener un rato a los chicos—.

Crystal observó la sonrisa que asomaba en la cara de Laura. —¿Por qué?


¿Qué estas intentando decirme?—

—Nada. Tu adoras a los chicos—. La sonrisa se ensanchó.

—Laura—. Crystal golpeó ligeramente con sus uñas repetidamente sobre la


mesa con énfasis, secretamente gustándole la amistosa broma. Le hizo
recordar las mañanas que pasaba con su hermana. —Dime o esconderé la
aspiradora—.

—¿Esconderla? Tendrás que encontrarla primero. ¿Sabes acaso donde la


guardo?—

Ups, gran error. Dándose cuenta de que había sido atrapada, le dio a su
compañera una sonrisa tímida. —Lo sabría de seguro, pero tú mantienes el
lugar tan limpio que no le vi la necesidad—

—Uh huh—

—¿No me crees?—
—Ni un poco— Laura contestó con una sonrisa.

—Bien. No soy Susie Homemaker*. Es solo que no suelo usar las aspiradoras,
limpiar o hacer cosas como esas—. Nadie me enseñó eso y eso nunca pareció
tener importancia. No es como si al idiota ese le importara si el lugar estaba
limpio o no. Memorias de su pasado le llegaron de pronto, Crystal sintió el
peso familiar sobre sus hombros. Miró hacia abajo en la mesa. Perdida en
sus pensamientos, no escucho la voz de Laura la primera vez. —¿qué?—

—Dije que lo estás haciendo bien—

—Tonterías. Tienes razón. No tengo ni idea donde guardas la aspiradora o la


escoba y el trapeador o cualquier otra cosa que tu utilices para limpiar—. Ya
tengo casi dos semanas aquí y aun no he pensado en ayudarle a limpiar el
lugar. —Necesito un cigarrillo—. Poniéndose de pie, rápidamente cruzó el
cuarto y abrió la puerta para salir hacia la cubierta. Maldición.

El balcón de arriba ofrecía sombra protegiéndola del sol del mediodía


mientras apoyaba su cabeza contra las tablas de madera. No puedo creer
que no supe dónde las guardaba. Pensó recordando el remolque de sus
padres. Ella sabía muy bien donde se guardaba la escoba en ese lugar. Había
sido usada contra ella demasiadas veces cuando su madre se encontraba
enfurecida cuando andaba borracha. Una mano firme agarró su hombro y
Crystal saltó.

—Lo siento—, Dijo Laura mientras salía completamente a la cubierta. —No


quise asustarte—.

—Está bien. Yo simplemente um …— ¿se lo digo así nada mas? —No es nada,
no importa—. Intentó marcharse dando media vuelta pero se encontró
incapaz de resistir la amable presión de las manos de su nueva amiga.

—Crystal, sentémonos y hablemos un poco—

¿Esto será bueno o malo? Crystal se preguntó, a regañadientes tomo


asiento. Sé que necesitaré un cigarrillo para esto. Encendió uno y esperó a
que Laura comenzara.

—Lo que quise decir ahí dentro, es que lo estás haciendo mejor ahora
ayudando a mantener el lugar limpio—.

Ella miró a Laura. —¿Cómo?—


—En primer lugar, cuando entro al cuarto de baño ya no encuentro la toalla
tirada en el piso o toda el agua derramada por el lavabo. Ya no dejas tus
platos por todas partes. Ahora los encuentro en el fregadero o en el
lavaplatos. Yo definiría eso como un buen avance—

—¿Y donde guardas la aspiradora y la escoba?—

—La escoba y la plancha están en el gabinete pequeño cerca de la lavadora.


La aspiradora está en el armario cerca de las escaleras—

—Oh—

—Hagamos un trato, ¿Ok? Tengo un cierto modo de hacer las cosas. Eso
incluye la limpieza. Seamos honestas, Crystal. Tú no limpiaras de la manera
que yo limpio y yo terminaría haciéndolo de nuevo—. Laura se reclinó en su
silla. —Sólo encárgate de recoger tus cosas y yo me encargaré del aseo
general—.

Genial, ahora ella piensa que soy una buena para nada. —Mira, si me
mostraras como hacerlo yo ... — Crystal comenzó a decir.

—Realmente, no te preocupes por eso. Soy un poco neurótica sobre


mantener el lugar limpio, mira que lo sé. Mi padre era muy especial en cuanto
a la limpieza y el orden—.

—¿Y qué pasaba si no se limpiaba?— Crystal preguntó.

Laura se inclinó hacia adelante, descansando sus antebrazos contra de la


mesa. —Una vez tenía prisa para ir al centro comercial con mis amigos e hice
un mal trabajo haciendo mi cama antes de irme—.

—¿Qué sucedió?—

—Él reaccionó justo como un sargento lo haría. Él tiró mi colchón al suelo.


Desafortunadamente, cuando él hizo eso encontró algo que jamás hubiera
querido que viera—. Su cara cobró una apariencia que Crystal no le había
visto antes… de vergüenza. Laura aspiró profundamente y continuó. —
Encontró algunas revistas de chicas—.

—¿Tenías revistas pornográficas de mujeres bajo tu cama?—


—Tres. Ninguna era de esas sucias. Simplemente eran de esas que puedes
conseguir en una simple tienda de comestibles—. La cara de la mujer morena
se ruborizó ante la confesión. —Sólo tenía curiosidad—.

—¿Y es por eso que eres una neurótica de la limpieza? ¿Porque tu padre
encontró tus revistas pornográficas?—

—Habría preferido cualquier otra cosa, a que encontrara esas revistas—

—¿Se molestó mucho? Crystal preguntó, sabiendo que su padre la habría


golpeado por algo así.

—Molesto es una palabra suave— Dijo Laura. —Mando a Bobby a la casa de


un amigo y me estaba esperando junto con mamá cuando llegué a casa—

—Oh cielos—

—Él no estaba nada contento. No había hecho nada aún. Como dije, solo
sentía curiosidad—. El rostro de Laura cobró una apariencia distante. —Tuve
que sentarme por casi dos horas teniendo una conversación acerca de sexo
con mis padres—.

—Oh diablos, eso tuvo que ser horrible—

—Yeah, Mamá hablando sobre la reputación y mientras Padre daba largos


lentos pasos por toda la habitación preguntándome repetidas veces que si
tenia que ver con el incidente en Punta Oeste—. Laura sacudió su cabeza. —
Aparentemente él creía que todas las lesbianas eran de esa manera por que
habían tenido malas experiencias con los hombres. Se convencieron a sí
mismos que sólo era una fase y que pronto se me pasaría, hasta que me mude
con Lisa—.

—Ella fue tu primera, um... —

—¿Amante?— Laura ofreció. —Sí. Vivimos juntas alrededor de dos meses


después de la graduación. Después de eso el romance se acabó y ella
encontró imposible seguir viviendo conmigo. Por supuesto para entonces ya
no había necesidad de seguir negándolo a mis padres. Creo que para ese
entonces lo habían aceptado—. Se reclinó en su silla. —Tal vez ese es el por
que soy tan cuidadosa, limpia y ordenada en todo. Una que otra vez Jenny
me daba terapias y decía que era en parte por eso—. Giro su cabeza para
mirar el reloj de pulsera de Crystal. —¿Qué hora es?—
—Casi la una treinta—.

—Será mejor que nos vayamos ya si es que queremos ir al taller y a la tienda


y regresar antes que lleguen los chicos—

—Oh. Sí—. Secretamente Crystal dio un suspiro de alivio de que la


conversación se acabara. El relato de Laura provocaba recuerdos que ella no
quería que regresaran. Apagando el cigarrillo en el cenicero, siguió a Laura
dentro. Para su sorpresa, la mesa había sido despejada. ¿Cuándo tuviste
tiempo de… Entonces recordó que Laura no la había seguido hacia fuera
inmediatamente. ¿No puedes dejarlo pasar ni por un minuto, no es así? Se
pregunto silenciosamente mientras observaba a Laura subiendo las
escaleras. Ella caminó hacia el teléfono y llamó al taller para asegurarse de
que su coche estaba listo antes de ir a su habitación para tomar su cartera
y sus zapatos de lona. Tal vez podamos hacer una parada en la tienda de
helados en Wilson.

***

Crystal apoyó su codo contra el mueble del mostrador, descansando su


barbilla en su mano. —Nunca tendría la paciencia para eso—.

Laura echó una mirada a su labor, rociando los condimentos sobre las
pechugas de pollo.—Es muy fácil seguir la receta—.

—Demasiados pasos— dijo Crystal, cambiando de posición sus brazos que


descansaban sobre el mostrador. —Prefiero algo que sea más fácil y rápido
de preparar—.

—Sí, ya lo he visto—. Laura colocó la cacerola en el horno. —Mi congelador


nunca antes había visto comida de esa antes de que te mudaras a esta casa.
Tu estómago debe estar hecho de hierro—.

—Lo tengo acostumbrado. Crecí con este tipo de comidas congeladas sólo
listas para servir y comer y pizza congelada también—.

Laura hizo una pausa pasando un paño sobre el mueble del mostrador. —¿Has
comido mucho de eso, huh?—

¿Cómo comenzamos a hablar de mí otra vez? Ella se encogió de hombros. —


Supongo. Cualquier cosa que tenía macarrones y queso en una caja, eso se
comía—. Sus ojos cayeron sobre el libro abierto de recetas y cogió el libro
más cercano a ella. —Sabes, he visto estos en televisión y en las casas de
amigos pero creo que mi madre nunca tuvo uno—. Ella volvió la página.

—¿Nunca cocinaste algo agradable para ti?—

—Era mas barato comprar cosas pre-preparadas que comprar todos los
ingredientes y hacer todo el trabajo—. Fue salvada de seguir con la
conversación por el timbre de la puerta.

—Esos deben ser los chicos— Dijo Laura, doblando el paño de lavar platos y
colocándolo pulcramente sobre el grifo.

—Yo abro—. Crystal fue a la puerta y se asomó por la mirilla, viendo sólo la
imagen distorsionada del hombre que le alquiló el apartamento.

—¡Señorita Sheridan!— El hombre pelirrojo exclamó cuando la puerta fue


abierta. Antes de que ella pudiera reaccionar Crystal se encontró atrapada
en un abrazo entusiasta. Peter dio un paso atrás, sus manos apretando
amablemente sus brazos. —Es tan agradable verla otra vez—.

—Um, hola—. Sorprendida por el saludo, tomó toda su fuerza de voluntad


para no quitarse de su agarre. Ella forzó una educada sonrisa y sutilmente
dio un paso fuera de su alcance. Giro hacia la puerta abierta y recibió otra
sacudida cuando vio al alguien gigantesco parado delante de ella. Sus
grandes bíceps presionaban la camisa pulcramente blanca. El corto cabello
rubio estaba algo alborotado, con picos de cabellos levantados en la parte
trasera y a los lados. Su cara era redonda con grandes mejillas abultadas
pero aun así Crystal podía ver fácilmente el azul brillante de sus ojos.

—Señorita Sheridan, éste es Michael.— Peter dijo dulcemente. Quitó el


plato cubierto de las manos de su amante y se fue caminando hacia la cocina.

Crystal encontró su mano sujetada entre dos manos mas grandes mientras
Peter se alejaba dejándola sola con el hombre que era fácilmente dos veces
más alta que ella. Ella no podía decidirse si él se parecía más a un luchador o
un físico-culturista. De pronto, el enorme tamaño del desconocido le provoco
que el corazón comenzara a latirle con fuerza trayendo así un antiguo miedo
y el deseo de escapar inmediatamente. Entonces el gigante abrió su boca.

—Es un placer conocerla— él dijo, su voz casi tan suave como la de ella. —
soy Michael Swenson, el amante de Peter—.
—Hola—. Crystal se sorprendió ante el contraste de la suave voz juvenil con
el enorme hombre parado delante de ella. —Crystal—.

—Bien, es un verdadero gusto conocerte, Crystal— él dijo, calmando con


cada palabra su miedo. —Debes disculpar a Peter. Los buenos modales nunca
han sido su fuerte—.

—No empieces— una voz se escuchó desde la cocina. —No es mi culpa que no
pongas atención—.

El rubio hombre rodó sus ojos. —Él piensa que me dice las cosas— él susurró
conspiradoramente. Crystal no podía evitar que una sonrisa cambiara su
expresión. —Apenas hace cuatro horas me dijo que teníamos que traer
soufflé—. Él suspiró y negó con la cabeza. —Pero tú no necesitas saber de
nuestros problemas—.

Oh … bueno, um …huele delicioso—. Esa voz que tiene no va de acuerdo a ese


enorme cuerpo, ella pensó para sus adentros.

—Espera hasta que lo pruebes—.

—Hola Michael— Dijo Laura cuando entraba a la habitación, ofreciendo su


mejilla para un beso ya acostumbrado. —Es bueno verte otra vez—.

—Siempre es un placer. Es bonito salir de la casa de vez en cuando— él


contestó, ganando un bufido de su amante parado cerca de la entrada de la
cocina. Crystal miro hacia Peter que negó con la cabeza y entró
completamente a la cocina. Michael se sentó sobre el sofá cruzando su
pierna. —Quería ir este fin de semana a la feria pero él le prometió a su
madre que yo le arreglaría su porche—.

—¿Prefieres que mi madre se quiebre sus caderas cayéndose por esas


tablas todas flojas?— El hombre pelirrojo dijo mientras entraba en la sala
de estar, con una bandeja de cóctel con bebidas en la mano. Él miró a Laura
y lanzó resoplidos. —Juro que él está irreflexivo algunas veces. Aquí tienes
amorcito, club soda con limón—. Dio el vaso a la escritora, luego fijó su
atención en Crystal. —No sabia lo que a usted le gustaba pero me imagino
que le gusta el gin tonic*—.

¿Ginebra? Ella miró con sorpresa a Laura, luego a su bebida. ¿Ella tiene
bebidas alcohólicas en alguna parte? Oh qué idiota soy. Al no haber visto a
su compañera beber o haber visto alguna botella por ahí, Crystal asumió que
no había licor en la casa. Aquel día que me quede aquí y sufrí por algo de
beber, y ¿tú tenias aquí guardado todo este tiempo? Ella tomó nota mental
para revisar lo que había realmente en los gabinetes de la cocina la próxima
vez que Laura saliera. —Gracias—.

Peter tomó su bebida y colocó la bandeja con su vaso en la mesita de café.


Laura frunció el ceño ligeramente y le dio a Michael la bebida.

—¿Michael, qué tan difícil seria instalar una lámpara en el balcón de arriba?

El gran hombre rubio se encogió de hombros. —No creo que sea tan difícil.
¿Es solo una pared de madera por fuera y tabla roca por dentro, verdad?—

—Así es—.

—No debería tomar más de un par de horas si hay un buen lugar para
conectar el cableado. Probablemente lo podría terminar en una tarde—.

Peter se inclinó a un lado del rostro de Laura. —no me haría ilusiones si


fuera tú— él dijo. —He estado esperando cinco semanas a que el señor
arregla todo termine mi nuevo alimentador de pájaros—.

—Lo arregle… dos veces— el hombre se defendió. —Y ambas veces lo has


jodido—.

—Bien, ¿cómo se supone que debo de verlo desde la ventana del dormitorio
si tú lo escondes debajo de todas esas hojas?— El pelirrojo se enderezó y
tomó un sorbo de su bebida. —Honestamente simplemente no sé lo que
piensas algunas veces—.

—Pienso lo agradable que sería salir a algún lado por tan sólo una vez y que
no tengas que estar fastidiando—.

Peter mantuvo su bebida muy cerca de su pecho y golpeó ligeramente su pie


en el alfombrado —¿Laura, me acompañas a la cocina por favor? Hay algo
que quiero mostrarte—.

—No creo que esas frases funcionen con ella— dijo Michael, su joven voz
otra vez llamando la atención de Crystal. —Esos son cuentos para chicos
adolescentes— él continuó.

Oh. Crystal se sobresalto. Diablos, él realmente lo ha jodido.


—Él piensa que le creo cuando me dice que esta yendo al gimnasio— El rubio
le dijo. —El señor Vanidad no se ha enterado que cancelé hace meses
nuestra membresía—.

Crystal llevó el vaso hacia sus labios, saboreando un poco de tónica. Unos
pocos más de estos y no tendré que ir arriba a por un porro, ella caviló,
tomando otro sorbo. Ella se percató que Michael todavía le estaba hablando.
—¿Qué?—

—Pregunté si quieres mostrarme el balcón, así le podré dar a Laura una


mejor idea de cuanto podría costarle la instalación de la luz—.

—Um...... ¿Arriba? ¿A solas? Un pensamiento racional le decía que el


gigantesco rubio no le iba a hacer daño pero aun así no pudo evitar tensar su
cuerpo. Derramando el resto de su bebida, Crystal luchaba en pensar en dar
una excusa para no subir arriba con él. Afortunadamente Laura sin intención
vino a su rescate.

—¿Alguien quiere algo de ensalada de frutas?— Laura preguntó entrando en


la sala de estar.

Perfecto. —Suena genial—. Crystal se levantó rápidamente. —La serviré


mientras tú le muestras donde quieres la lámpara—.

—Oh, ok. Está en el tazón verde en el refrigerador—.

—Ok—. Crystal escapó a la cocina, encontrando a Peter apoyándose contra


la verja de hierro en la cubierta. Ella encontró el tazón y lo colocó en el
mueble del mostrador cuando él habló.

—¿Supongo que él te contó el hombre ruin que soy, hmm?— Él meneó su


dedo. —Solo le pedí que hiciera un soufflé. No le pedí que preparara un pavo
a mitad de agosto. Oh no, querida—.

Él se acercó y tomó la cuchara de ella. —Una buena regla Señorita Sheridan


es darle a su invitado solo una pequeña probada. Los platos del entremés
siempre deben ser pequeños. ¿No quiere correr el riesgo de arruinar el
apetito de alguien, verdad?—.

Oh discúlpame, Martha Stewart*, ella pensó al ver como el le hacia la


observación de ajustar las porciones. El pensamiento de ir arriba por un
poco de marihuana fracaso cuando observo a Michael y Laura subiendo por
las escaleras. Maldición, me tendré que conformar con un cigarrillo y una
bebida. Mirando alrededor, divisó la botella de ginebra en el mueble del
mostrador. —¿le gustaría tomar otra bebida, Señor Knight?—.

—Oh por favor llámame Peter, y no gracias—. Él cogió su vaso medio lleno y
lo meneo. —El hombre arregla todo no me dejará tomar más que un par de
bebidas mientras estamos fuera—.

—Él está arriba ahora— ella apuntó hacia fuera, sujetando la botella en su
mano.

El pelirrojo miro hacia la sala de estar vacía, luego a las escaleras antes de
acercar su vaso a ella. —Pues bien supongo que no hay nada de malo en tomar
un poco más—.

—No, absolutamente— ella dijo mientras llenaba su vaso.

—Gracias— él dijo, llevando la bebida a sus labios. —Ooh, esto si que está
como para noquear a alguien, ¿no le parece?—. Él tomó otro sorbo. —A usted
le gusta prepáralos fuertes, Señorita Sheridan—.

—Crystal y si, mientras más fuertes mejor—. Ella tomó un buen trago de su
bebida y se dirigió hacia la puerta de cristal corrediza. —Necesito algo de
humo—.

—Por lo que veo, Señorita, quiero decir Crystal—. Él la siguió fuera. —veo
que Laura esta aplicando la regla de no fumar—.

—Mm, Una de sus muchas reglas— la stripper mascullo mientras encendía su


cigarrillo. —Deberías ser un vendedor de coches usados—.

Peter rió nerviosamente. —Bueno, supongo que no fui completamente claro


con todas las pequeñas peticiones de Laura—.

—No, no exactamente— ella estuvo de acuerdo.

—Pero ustedes dos se están llevando muy bien por lo que veo— él dijo en
defensa. —A Laura le gustas—.

—Peter mejor para de hablar de mi— la voz de la escritora se escucho


desde la cubierta superior. La cara del hombre se puso más roja que su pelo.
—Oh dios, pero que vergüenza—. Subiendo el tono de voz él hablo —
Solamente estaba comentando lo bien que os estáis llevando tú y la señorita
Sheridan—.

—Uh huh, sé exactamente lo que estabas intentando hacer— dijo Laura,


recargándose sobre el riel superior. —¿No te puedo dejar solo ni un minuto,
verdad?

—Um, la ensalada de frutas está lista, —Dijo Crystal antes dar un largo
golpe a su cigarrillo. —Y ya me está dando hambre—.

—Ok, bajaremos en un minuto—.

El tenedor de Crystal cuidadosamente evitaba todo menos las uvas y los


melocotones mientras escuchaba a Michael hablar incansablemente de cómo
poner una instalación fija en la cubierta superior. Peter y Laura estaban en
una conversación profunda, acerca de algo que la stripper no estaba segura.
Decidió que era más interesante que los beneficios de colocar una luz en el
balcón, Crystal fijó su atención en ellos. Peter negaba con su cabeza en
desacuerdo con algo que Dijo Laura.

—Bien, ¿entonces que van a hacer? ¿Decidir no publicar tu libro?—

—Podrían hacer eso. Pero lo más probable es que presionen con acortar la
fecha de entrega.—

—Eso significa que te retiraran tus cheques— dijo Peter. —¿hay


posibilidades de que puedas entregar antes del plazo?—

—Aun si me sentara delante del ordenador día y noche no lo lograría. No


puedo resolver hacia que dirección irán los personajes y toda la escena en
proceso parece una estupidez en este momento—. Laura comió otro poco de
su ensalada de frutas y apartó a la fuerza el tazón, limpiando las esquinas
de sus labios con su servilleta. —Odio el bloqueo de los escritores—. La
alarma del cronómetro del horno terminó con la conversación. —Me
disculpan— dijo mientras se ponía de pie. —Tengo que revisar la cena—.

—Te ayudaré— Cristal se ofreció, no queriendo quedarse atrapada entre los


peleados amantes. Siguió a Laura a la cocina.

—Siento mucho todo esto— la escritora dijo mientras sacaba la cacerola del
horno. —Algunas veces los chicos se ponen a pelear y no son capaces de
dejar los problemas en casa—.
—Está bien. Al menos no se están dando golpes—.

—No, no llegan a ese punto—. Laura comenzó a mover el pollo a la bandeja de


servir. —Lo peor a lo que pueden llegar es a no hablarse el uno al otro. ¿Te
puedes traer el soufflé a la mesa?—

—Seguro—. Utilizando los guantes de cocina, recogió el plato de cerámica y


se dirigió hacia la cubierta. El aroma flotó en el aire bajo su nariz,
haciéndole agua la boca a Crystal. A pesar de sus anteriores dudas, estaba
ahora deseando probar un poco de soufflé de espinacas. Encontró a Peter y
Michael mirando hacia diferentes direcciones cuando salió a la cubierta.

—Oh, permíteme ayudar— dijo Michael, moviendo un trébedes* al centro de


la mesa.

—Tienes que dejar lugar para el plato fuerte— Peter dijo con mal humor,
moviendo la fuente caliente a un lado para dejar espacio para la fuente de
pollo. Una vez que Crystal se aseguró de que el trébedes de hierro estaba
bien fijo, Crystal colocó la fuente sobre él. Ella regresó para ir a ayudar a
Laura, pero se encontró a la mujer morena cruzando la puerta con el plato
fuerte en las manos.

—El arroz y la salsa todavía están dentro— Dijo Laura, señalando con su
barbilla hacia la cocina.

—Los traeré. Crystal rodeo a su compañera y regresó a la cocina. Sacando el


arroz de la cazuela en el tazón, ella no pudo resistir probarlo un par de
veces. Afortunadamente Laura había hecho suficiente.

Se sentaron en la mesa redonda sobre la cubierta, las mujeres sentadas una


enfrente de la otra, Michael a la izquierda de Crystal y Peter a su derecha.

—Huele delicioso— Peter dijo entusiasmadamente mientras tomaba de la


fuente de Laura. —No he comido pollo con limón en años—.

—Bien, yo tampoco lo he probado, pero huele bien— Dijo Crystal mientras


alcanzaba el plato.

—Oh no, querida, permíteme— Peter dijo, devolviendo el plato sobre el


trébedes. Puso dos pedazos en su plato y vertió una cantidad abundante de
salsa sobre ellas. —Confía en mí, te encantará—.
Ámalo u ódialo, Crystal determinó poner una buena cara a su compañera. Ella
esperó hasta que todos habían llenado sus platos antes de recoger su
tenedor. Decidiendo que el arroz lucía más seguro, ella apuntó su tenedor
hacia el.

—¿No has probado el soufflé todavía?— Michael pregunto antes de hacer


contacto con su comida.

—No seas tonto, Michael— Peter amonestó. —Por supuesto que lo hará solo
que ella va a probar el pollo de Laura primero. Adelante querida, pruébalo—.

—De hecho ... — ella empezó, mirando con vacilación el vegetal verde.

—No, está bien— Dijo Laura. —Puedes probar el soufflé primero si quieres.
No me molestare—.

—¿ves?— El rubio dijo impacientemente a su amante. —Continua, Crystal. Se


derretirá en tu boca, lo juro—.

Seis ojos observaban como Crystal tomó un poco con el tenedor del plato y
lo llevó a sus labios. —Mmm—. Como Michael había predicho, realmente se
derritió en su boca. —Esta bueno— habló entre dientes, metiéndose en la
boca otro pedazo.

—Sabía que te encantaría— el hombre grande dijo, su cara redonda


resplandeciendo con orgullo.

—Por supuesto que esta delicioso— Dijo Laura, tirando a Peter una mirada
para anticipar algún comentario.

Crystal bajó su cabeza para cubrir su sonrisa ante el intercambio silencioso.


Animada por el soufflé, tomó su cuchillo y comenzó a cortar en pedazos el
pollo.

—Entonces Laura— dijo Peter, con una apariencia casi siniestra en su cara.
—¿Vas a asistir al baile el próximo viernes en el centro comunitario?
Escuché de buena fuente que Tina estará allí—.

—Ella es demasiado oscura para ti, Laura— Michael dijo sin mirar hacia
arriba de su plato.

—Oh por favor—. Peter se recostó en su silla, —¿le gusta tener piercings en
su cuerpo, y que con eso?—
—Pues que prefiero que mis mujeres no parezcan almohadillas para alfileres
—, Laura replicó.

Crystal masticó su pollo lentamente, más interesada en la conversación que


en la carne picante.

—Eres demasiado selectiva— el pelirrojo dijo. —Ya te lo he dicho antes.


Enfréntalo cariño, ya no eres una jovencita—.

—Es mi vida, puedo permitirme el lujo de ser quisquillosa al escoger— Laura


protestó. —Además, no voy a ir al baile. Tengo que quedarme en casa y
lograr terminar algo de escritura—.

—¿Vas a ir al juego mañana?— Crystal preguntó.

—Tengo que ir al juego pero no me quedaré por ahí después—. Una sonrisa
se formó en los labios de la escritora mientras miraba el plato de la rubia. —
Parece que disfrutaste el pollo. Estabas más hambrienta de lo que creías—.

—Lo he disfrutado—. Crystal se metió en la boca otro pedazo. —Esto es


realmente bueno—.

—Así es, nuestra pequeña Señorita Taylor es absolutamente espléndida en


lo que se refiere a materias culinarias—. Peter sonrió y usó su cuchillo para
cortar su carne. —Ella será una excelente esposa un día de estos—.

—Basta— Dijo Laura, un sonrojo subió lentamente por su cuello.

Crystal sonrió a su incómoda compañera, sabiendo que sería sólo un


comentario leve. La conversación cambiaba rápidamente de una persona a
otra.

—Eres tan linda cuando te sonrojas— dijo Peter. —¿No lo crees, Crystal?—

—Bueno, um ... — ella recorrió con la mirada su plato, notando que solo
quedaba algo de arroz en el. Tal vez ella prepare esto alguna otra noche. —
Yo realmente no ... —

—Oh, esta bien—. El pelirrojo puso su mano sobre la de Crystal


estrujándola. —Lo siento, cariño. Es solo que me olvido de que tú estas del
otro lado de la cerca—.

Del otro lado de la...... oh. —Sí, bueno ...—


—No importa— Dijo Laura firmemente. —Peter, será mejor que te
comportes o ...— Ella se inclinó y susurró en su oreja. Crystal observaba
como el tragaba nerviosamente e inclinó la cabeza. Cualquier cosa que le
este diciendo, apuesto a que es algo serio. Michael simplemente se rió y se
sirvió otra porción de pollo.

—Ejem, entonces....— Peter recogió su tenedor y lo sujetó sobre su plato. —


¿Ya te enteraste de que Michael cerró un contrato de remodelación para
ese edificio en la esquina de Exhange y State?—

—¿Dónde solía estar la unión de crédito antes del incendio?—

—Exactamente. Están planeando hacer veinticinco oficinas así como también


un salón y un vestíbulo—. Él mordisqueó un poco de pollo antes de continuar.
—¿No es eso correcto, Michael?—

—Además de todos los cuartos de baño— el rubio contestó. —Contrataré a


los subcontratistas la semana próxima—.

—Qué emocionante— Dijo Laura. —¿cuánto tiempo piensas te tomará ese


trabajo?—

—Depende. Estamos haciendo el trabajo de demolición ahora mismo y eso


tomará al menos dos semanas o más. Una vez hecho eso creo no más de tres
o cuatro meses—.

—Si él lo hace en tres meses, tendremos lo suficiente como para hacer ese
viaje a Amsterdam con el que hemos estado soñando—.

Crystal levanto las cejas. Después de todo el pleito y comentarios


sarcásticos entre estos hombres toda la tarde, Peter estaba hablando de ir
de vacaciones juntos. ¿Cómo puedes ser tan malo con él un momento y
después actuar como si fueran una pareja de recién casados?

—Igual podemos ir si logro terminar el trabajo en cuatro meses, solo que no


podríamos hacer ese pequeño paseo a Munster* para ver la Piedra de
Blarney*—.

Peter se volvió hacia Crystal. —Laura ha oído esta historia antes pero hice
una búsqueda de genealogía en mi familia unos cuantos años atrás y me
enteré de que mis antepasados realmente fungieron como Sirvientes para
Lord MacCarthy*—.
—Oh no, no la historia familiar Knight otra vez— Laura gimió en broma. —Al
menos espera hasta después del postre. Hablando de eso… —. Se limpió sus
labios con la servilleta y se puso de pie. —Si me disculpan tengo que entrar
para meter los molletes al horno—.

Crystal observo como la compulsiva mujer comenzaba a levantar la mesa,


apilando los platos y demás utensilios. ¿Por que hace eso en este instante?
Ella se preguntó. No es como si necesitáramos usar la mesa para otra cosa
ahora mismo. Aun así una breve punzada de culpabilidad fue suficiente para
ponerla en movimiento, levantándose y ayudando a la escritora a llevar las
cosas a la cocina.

—¿La mesa o la sala de estar?— Peter cuestionó.

—En la sala de estar— Dijo Laura antes de sacar un tazón para batir al
estante superior. —Estaremos allí en un minuto—. Ella tomó las moras, los
huevos, y la mantequilla del refrigerador. ¿Quieres pasarme la cacerola para
los molletes?—

—Oh, claro—. Crystal miró los gabinetes inferiores, intentando adivinar en


cual estaría la cacerola.

—En el segundo de la izquierda al lado de la estufa—

—Gracias—. Arrodillándose, abrió la puerta y miró con atención dentro del


espacio oscuro. Por supuesto. Las cacerolas cuadradas estaban pulcramente
acomodadas al lado de una pila similar de cacerolas rectangulares. Las
cacerolas para los molletes estaban en el estante más bajo. —¿Cuál de
todos?—

—El cuadrado número nueve al lado de la pila de seis tazones—

Encontrando la correcta, Crystal se levantó y la colocó sobre el mueble


mostrador. Laura le daba la espalda a ella, permitiendo a la stripper
observar como mezclaba la leche, huevos y otros ingredientes dentro del
tazón. La batidora salpicó sobre el mostrador y Laura limpió de inmediato.
De nuevo la batidora eléctrica salpicó fuera del tazón y Laura volvió a
limpiar nuevamente.

—Era más fácil dejarlo así hasta que hubieras terminado y después limpiarlo
— ella sugirió, sabiendo que desperdiciaba sus palabras.
—¿Crees que dejaría ese desorden, tan sólo por un minuto?— Ella arrastró
el tazón y se apoyó contra el mueble mostrador al lado de Crystal. —Esta es
una de mis pequeñas manías, así como tú tienes la costumbre de poner los
ojos en blanco cuando algo te irrita—.

—¿Que.. ? Yo no hago eso—

—Sí que lo haces— Dijo Laura. —Mira, lo estás haciendo ahora mismo—

—Nadie antes me ha dicho que pongo mis ojos en blanco—

Laura se movió más cerca y se inclinó para que su boca quedara cerca del
oído de Crystal. —¿Y a cuántas personas les has permitido acercarse lo
suficiente para poder notarlo?— Sin esperar respuesta, ella tomó el tazón
de las moras. —Toma, puedes mezclar las moras. Usa una cuchara de madera
y hazlo suavemente. No querrás espachurrarlas todas—

***

Crystal presionó el botón de —eject— y metió otro cd en el estéreo


mientras mantenía su atención en el tráfico. Estaba retrasada y estaba
ignorando los límites de velocidad con el propósito de llegar a tiempo. La
conversación sobre el postre fue convirtiéndose en innumerables temas
diferentes y se encontró con cierta dificultad para salir del lugar. Así que,
tuvo que ir al menos a veinte millas sobre el límite de velocidad a manera de
lograr llegar al club a tiempo para cuando abrieran las cortinas del
escenario.

Cuando entró con su coche al estacionamiento del lugar, frunció sus labios.
El lugar estaba lleno de coches y ella sabía que los pocos espacios que había
en la calle estaban igual de llenos también. Una mirada sobre el toldo del
club explicó el por qué. En letras negras en contra del plástico blanco
iluminado estaba anunciado que el Tom Cat Club ofrecería luchas en lodo
esta noche. Oh mierda. Justo lo que me faltaba. Los usuales clientes que
iban serían reemplazados por un grupo de bebedores compulsivos de
cerveza, hombres que vomitaban y que generalmente no podían abstenerse
de enfrascarse en peleas al menos tres veces durante la noche. Los
rebotadores* adicionales fueron requeridos para la lucha de lodo después
que una noche una de las mujeres fuera atacada en el lodo por un
calenturiento borracho varios meses atrás. Crystal odiaba trabajar en este
tipo de eventos. Pues el hostigamiento sexual era mayor. Encontrando un
lugar pequeño detrás de un contenedor, estacionó su coche y corrió hacia la
puerta trasera. Tuvo que tocar varias veces antes de que la puerta de
emergencia se abriera.

—¿Dónde has estado?— Rick demando. —Ya entras en cinco minutos—

—Tráfico— ella expresó con un gruñido, atropellándolo y yendo rápidamente


caminando por el vestíbulo hacia los vestidores. Ella casi alcanzaba la puerta
cuando un fuerte agarre en su brazo la detuvo en seco.

—Necesito verte después de tu primer presentación—

—¿Para que?—

—Búscame después de la presentación. No tenemos tiempo para hablar de


eso ahora— él dijo, soltando su agarre.

Genial, ¿Y ahora que carajos hice? Ella pensó para si misma mientras
entraba al vestidor. Paró repentinamente cuando vio a Mónica parada
enfrente del espejo. —¿Por qué estas vistiendo así?—

—Oh gracias a Dios que estás aquí. Rick volvió a cambiar el número de
apertura. Vamos a presentar el número de la reina del sombrero primero,
luego el de las pollitas—

—Eso es ridículo— ella se quejó, quitándose su tanga de tiritas y tomando el


traje de spandex. —Toma el doble de tiempo de vestir dentro de ese traje
de cuero que ese. Necesitaremos un largo intermedio—. Ella subió el
elástico material por sus muslos. Demonios esto esta muy ajustado. Será
mejor dejar de comer molletes.

—creo que él va a presentar la primera lucha entre nosotras—

—Oh no, estás bromeando—. Crystal hizo una pausa cuando estaba metiendo
su brazo a través de una manga. —¿Acaso esta loco?—

—Él dice que puede así ofrecer dos luchas adicionales de este modo—
Mónica se encogió de hombros. Un golpe fuerte en la puerta anunció la
creciente impaciencia de Rick.

—Ya vamos— Crystal gritó, sacudiendo con fuerza su brazo para terminar
de colocar el traje. Ella aun no había pisado el escenario y ya estaba
temiendo por la noche que iba a ser.
Crystal tenía razón para estar intranquila esta noche. El anuncio de mujeres
forcejeando sobre lodo aseguraba el hecho de que habría muchos borrachos
alborotados. Varias mesas se llenaron con miembros de una fraternidad de
una universidad local. Mirando a hurtadillas hacia fuera a través de la
cortina del escenario, vio un mar de sudaderas rojas con letras griegas en
ellas, las mesas llenas de botellas de cerveza. Demonios. Otra mirada por el
lugar le mostró con súbita desazón que solo había un rebotador y no dos
colocados cerca del escenario. Fantástico, realmente fantástico. Por qué no
simplemente ponemos un letrero que diga —ataque a las bailarinas, no nos
importa—. Ella bajo y tiró fuertemente el traje de spandex acomodándolo
en su entrepierna. Mónica subió detrás de ella. —no se ve nada bien,
¿verdad?—

—Noche de Universitarios— Crystal contestó. —sólo veo a Tony trabajando


sobre el escenario—

—No te acerques demasiado al borde del escenario— dijo la stripper mayor.


—Esos niños de fraternidad son algo peligrosos. Estarías tres filas atrás en
el regazo de alguno antes de que te dieras cuenta—

—Rick será mejor que estés muy atento con esto, es todo lo que puedo pedir
— Dijo Crystal suspirando. El manejador en cuestión apareció en ese
momento.

—Vamos chicas. Hay clientes ahí fuera que pagan bien si ustedes dos les dan
un buen show. Crystal, usa el tubo de la derecha. Eres mas del tipo que
quieren ver esos tipos—

Más bien quieres decir que los niños te pidieron ponerme de ese lado del
escenario, pensó para si misma, pasando de largo a Mónica para posicionarse
cerca del tubo derecho. Rick dio un paso entre las cortinas y el gentío se
calmó. —La gerencia del Tom Cat Club les da la bienvenida a todos ustedes
esta noche para ofrecerles un show especial. No sólo tendremos seis luchas
por separado programadas a lo largo de la noche…— él tuvo que hacer una
pausa ante los estrepitosos gritos de aprobación del publico. Crystal sentía
que bajaba su estado de ánimo mientras pasaban los segundos. Estoy tan
jodidamente cansada de esto. El micrófono de Rick amplificó su voz
sacándola de sus pensamientos. —.Además tenemos a la muy sensual Crystal
Peaks para entretenerlos junto con la también popular Mónica— En la
mención de sus nombres, las artistas de striptease se colocaron en los
tubos, preparándose para el inicio de la música y el levantamiento de la
cortina. —Y sin mas preámbulos, permítanme presentarles a Crystal Peaks y
Mónica— Los altavoces sobre el escenario comenzaron a sonar con un gran
rítmico estruendo.

La primera cosa que ella notó cuándo la cortina subió fue a todos los
estudiantes acaparando todo su lado del escenario. Esto no va a estar nada
bien. Siguiendo los consejos Mónica, ella hizo una vuelta rápida alrededor
del tubo, deteniéndose enfrente para hacer unos movimientos con los
hombros.

—¡Aw, basta de estupideces y muéstranos esas tetas!— Uno de los chicos de


la fraternidad gritó. Varios de sus compañeros gritaron apoyándolo,
golpeando con c sus botellas de cerveza sobre la mesa con énfasis. El
resultado fue un masivo revoltijo de espuma corriendo por las botellas y
sobre las mesas. Crystal mantuvo su atención sobre el alboroto, perdiendo la
pista y seguimiento de la música.

Demonios. Ella hizo un rápido doble paso para volver a tomar el ritmo de la
música. Concentrándose en su rutina, bailó de acá para allá cálidamente
intentando seducir a los hombres con su cuerpo. El único rebotador del
escenario fue colocado del lado de Mónica, dejándola sin ninguna protección
ante la calenturienta fraternidad.

—vamos señoras— gritó otro chico —¡queremos ver tetas y las queremos
ahora!— Sus amigos se unieron al cántico, golpeando con sus puños en las
mesas.

—¡Queremos tetas! ¡Queremos tetas!—

Rick corrió a través del escenario y bajo las escaleras para enfrentar a los
chicos. Las cosas se tranquilizaron rápidamente después de eso y Crystal
pudo continuar con su rutina. Mirando hacia Mónica, ella inclinó la cabeza y
reanudo el ritmo con la música. En sincronía ambas mujeres se bajaron las
cremalleras de las partes superiores del traje de spandex, revelando por
debajo la piel desnuda. Normalmente Crystal jugaba con sus manos en esta
parte, provocando a la audiencia por lo que estaba por venir. Esta noche sin
embargo, no tenía el menor interés de provocar de esa manera. Las
chaquetas fueron quitadas de encima y ondeadas detrás de ellas en el
escenario, seguido rápidamente por los pantalones del spandex. Mónica se
acercó al borde del escenario hincándose ante una mesa de hombres de
mediana edad. Los billetes de dólares rápidamente fueron colocados bajo la
tira delgada de su tanga. Los chicos de la fraternidad daban gritos y
agitaban los billetes también pero Crystal no quería de ninguna manera
acercarse a ellos, en lugar de eso fue al frente del escenario y siguió con
sus movimientos sensuales allí. Los chicos abuchearon su decepción y
comenzaron a golpear las mesas otra vez. Ella miró por encima a Mónica,
esperando a que la mujer mayor se apiadase de ella y entretuviese a los
chicos de la fraternidad pero ni el dinero extra fue suficiente para obligar
a la pelirroja stripper a moverse hacia el lado del escenario donde estaba
Crystal.

Maldición. Ella sabia que Rick estaba en algún lado en medio del mar de
chicos de camisas rojas y espero que el los mantuviera bajo control.
Mostrando una sonrisa falsa en sus labios, Crystal se acerco a ellos con
vacilación. Un tipo musculoso bastante ebrio se recostó sobre el riel y
tendió un billete de cinco dólares. Arrodillándose delante de él, ella se
movió y se contoneó, haciendo a sus pechos ondear y rebotar. Ella le ofreció
un lado de su cadera mostrando las tiras de su tanga para que deslizara el
billete debajo de ella, pero él tenía otra idea en mente. Él enganchó sus
dedos alrededor de la tira de la tanga y tiró fuertemente, sacándola con
fuerza fuera del escenario. Crystal cayó sobre la mesa, botellas de cerveza
pegaron contra su espalda. En tan sólo un segundo sintió el dolor de un
cigarrillo quemando su espalda y quedó a disposición de un apretón doloroso
en su pezón que le provocaron los dedos del atleta. Ella pateó y se sacudió
con fuerza, causándole a él rasguños sobre la piel. —¡Hija de puta!— Él gritó
cuando el tacón de Crystal golpeó contra sus costillas.

Concentrándose más en detener el dolor de la quemadura en su espalda no


se daba cuenta lo que sus pies golpeaban, Crystal vio el revés venir a ella.
Los duros nudillos y un anillo demasiado grande conectaron un fuerte golpe.
—¡Maldita perra!—

Unas manos firmes la sacaron y alejaron de la mesa lejos del hombre


borracho. Las luces se encendieron, llenando de claridad el lugar y la música
se detuvo. Crystal no se dio cuenta de nada, sus ojos estaban fuertemente
cerrados inconsciente de lo que estaba ocurriendo. Había voces gritando,
mezcladas juntos con un ensordecedor ruido. Unas manos estaban apretando
sus hombros, tocando su cara. Su pezón izquierdo punzaba dolorosamente
por el fuerte apretón recibido, todo esto provocándole una mezcla de
recuerdos entre el pasado y el presente hasta que Crystal se encontró
incapaz de distinguir donde estaba. Visiones del rostro de su padre surgían
debajo de sus párpados cerrados, mareada por la carga de sensaciones,
Crystal dejó que la oscuridad la inundara.
Ella despertó y se encontró recostada sobre el sofá del vestidor. Mónica
estaba sentada sobre una silla al lado de la mesa, leyendo una novela
romántica. ¿Oh Dios, qué pasó? Pensó para sus adentros, subiendo su mano
para restregarse los ojos. —Auch— Se sobresaltó por el dolor en su cara.

—¿Crys? ¿Estás despierta? Dios mío querida amiga, nos tenías muy
preocupados. Rick dijo que si no despertabas para el final de la próxima
presentación llamaría una ambulancia—

—Oh que amable de su parte— ella habló entre dientes, cuidadosamente


tocando el área sensible de lado derecho de su boca. —¿Que sucedió?—

—No estoy segura. Sólo escuché la gran conmoción pero para cuando llegue
allí tu estabas inconsciente o algo así. Rick hizo que te trajeran aquí dentro.
Él tuvo que presentar a las luchadoras antes de lo programado y les dijo que
tenían que hacer peleas extras— Fue entonces cuando Crystal se fijó que
Mónica vestía su ropa de calle. —Tu pensarías que al menos el bastardo
podría pagarme por la mitad de la presentación, porque ya no haría la otra
parte del show el resto de la noche, ¿pero sabes lo que hizo ese maldito
desgraciado? Me dijo que si quería trabajar el resto de la noche tenia que
participar como una de las luchadoras—

Ella se levantó, inhalando agudamente, pues la quemadura le ardía. —Si


supongo que probablemente luzco como un esperpento ahora— Aun sin un
espejo ella sabía que su labio estaba abierto y sangrando. —¿puedes darme
un paño o algo para limpiarme?—

—Claro amiga— Mónica contestó, tomando un pedazo de tela que se


encontraba sobre una percha. —Supongo que el señor sabelotodo no cree
que puedo continuar el show yo sola— La stripper apareció por detrás de
Crystal ofreciéndole la tela humedecida. —Que se joda. Aprovecharé para
pasar este viernes por la noche en casa para relajarme. ¿Vas a estar bien
verdad?—

—Auch, si estoy segura. Ella presionó la tela cautelosamente alrededor de


su labio, cuidadosamente enjugando la sangre. —No me voy a pasar pagando
todo el resto del año por una habitación de hospital solo por un labio
sangrante— Poniéndose de pie lentamente, Crystal caminó hacia el tocador y
se dejó caer bruscamente en la silla. —Carajo. Parece que alguien me utilizó
como saco de arena—

—Oh cielos, Crys, ¿qué te pasó en tu espalda?—


—Aterricé en un cigarrillo, creo— Ella se volvió en su asiento, estirando el
cuello para ver la quemadura ennegrecida, cubierta de ceniza. Dio un
resoplido ante lo que veía. —Ooh eso luce repugnante—

—Creo que necesitas que alguien le eche un vistazo a esa herida— Mónica
dijo.

—No. Solo me limpiare un poco en la tina de baño cuando llegue a casa. Me


limpiare muy bien todo— Ella miró en el espejo para ver la expresión de la
pelirroja. —No te preocupes. He pasado por cosas peores que esta, de
verdad— Aunque nunca antes había tenido una alucinación en medio de una
actuación, admitió para si misma. —Oye, Mon. ¿Podrías hacerme un favor?
Espérame a que termine de vestirme y acompáñame hasta el coche, ¿Lo
harías?— Ella lanzó una mirada sobre el espejo, notando la magulladura color
púrpura que se había formado alrededor de su pezón izquierdo. Otros
espejos, otras magulladuras le vinieron a la mente de viejos recuerdos
haciéndola sentir mas vulnerable. —¿Por favor? Sólo serán pocos minutos—

—Dios, realmente te asustaste, ¿verdad?— Mónica preguntó, colocando


sobre la mesa su bolso. —Por supuesto que te espero y te acompañaré hasta
tu coche. ¿Dónde estas estacionada?—

—A un lado del contenedor. Sabes que aun no arreglan la lámpara—

—Por supuesto que aun no. Mientras no funcione ellos no pagaran más por la
electricidad— Metió la mano en el cubículo privado y saco las ropas de
Crystal. —Aquí tienes amiga—

—Gracias— Ella tomó la blusa y, cuidando de no lastimar su labio herido, tiró


de ella sobre su cabeza. Después la pasó con cuidado sobre su lastimado
seno y sin rozar contra la quemadura de cigarrillo en su espalda. Mónica
agradecidamente notó su apuro y la ayudó a ponerse la blusa. Crystal se
puso sus pantalones y sus zapatos, metiendo sus calcetines en sus bolsillos.
El ruido del gentío se filtró a través de la pared, recordándole que estaba a
tan sólo unos metros de donde había sido atacada. —¿Rick sacó fuera a ese
tipo?— Un silencio fue suficiente para saber la respuesta. —Por supuesto
que no—

—Crys, recuerda que el tipo está allí con todos sus amigos. Si Rick lo sacará
los demás se irían también—

—Sí si, lo he oído antes— Coléricamente sacó un cigarrillo de su paquete,


trayéndolo a sus labios. —Estoy lista—
Caminaron hacia fuera por la entrada lateral y hacia donde el coche de
Crystal estaba estacionado.

—Gracias otra vez, Mónica. ¿Estas segura que no quieres que te acompañe a
tu coche?—

—No, estoy estacionada justo por aquí— Ella señaló la mini furgoneta
estacionada varios lugares atrás de la fila. —¿En cuánto tiempo crees que
puedas volver?—

—Serán algunos días antes de que la hinchazón se baje pero usando algo de
maquillaje, quién sabe. Yo te llamo— Miro hacia el club, una neblina de humo
salía por las ventanas, Crystal sintió un nudo en su estomago ante el
pensamiento de volver otra vez. Con su mano derecha se cubrió su herido
seno. Cerró sus ojos y se apoyó contra su coche, esperando que el aire de la
noche despejara su mente.

—¿Estas segura que te sientes bien? Mónica preguntó.

—Sí, lo siento. Simplemente supongo que estoy cansada— Ella abrió la


puerta del coche. —Mándame un mensaje. Y te haré saber como estoy—
Entró en el coche y esperó hasta que escuchó cerrarse la puerta del coche
de Mónica para poner en marcha su propio motor y marcharse del
estacionamiento.

Crystal manejó por la transitada avenida principal de la ciudad, mirando más


de una vez que los seguros de las puertas estuvieran puestos. No encendió la
radio, prefiriendo en su lugar, la soledad que le permitía el silencio. Su labio
le punzaba al igual que su espalda y su seno, no permitiéndole olvidar lo
sucedido hace unas horas. Aparcó dentro de un alumbrado estacionamiento
de una licorería, percatándose de que aun había tiempo antes de que
cerraran. La necesidad de buscar olvidar era más fuerte en cada minuto que
pasaba. El poco dinero que traía en efectivo le permitió comprar solo una
pequeña botella de whisky la cual abrió en ese mismo momento mientras
regresaba al coche.

—Demonios— Ella tomó otro trago, sintió el líquido quemándole a través de


su garganta. —¿Por qué carajos me pasa esto a mí?— Ella golpeó con su talón
en dirección del neumático. —Estoy tan cansada de esto, puñeteramente
cansada— El calor de sus lágrimas se formo en sus ojos pero se rehusó a
ceder, en lugar de eso echó a andar el coche y aceleró rechinando las llantas
mientras salía del aparcamiento.
***

Laura escuchó la puerta abrirse y paró de escribir. Una mirada rápida al


reloj en la esquina inferior derecha de su pantalla del ordenador le confirmó
que aun era muy temprano para que Crystal estuviera en casa. —¿Crystal?—
Ella llamó, poniéndose de pie y abriendo la puerta de su dormitorio.

—Sí, soy yo— Mientras entraba por el pasillo, Laura pudo fácilmente
observar los labios hinchados y la piel abierta. —Hubo un… incidente en el
club esta noche—

—Vamos a limpiar eso— Guió a Crystal dentro del cuarto de baño,


pretendiendo no darse cuenta de la bolsa de papel que contenía la botella de
licor que traía la stripper y que colocó discretamente sobre el piso a un lado
del inodoro.

—Yo puedo... —

—Sin discusiones... — dijo Laura, parando la protesta. —Si quieres decirme


lo que sucedió o no,es tu decisión pero no voy a dejar esto sin curación— Ella
abrió elbotiquín y sacó el peróxido, las bolitas de algodón, y la crema
antibiótica. —Aquí, siéntate sobre el inodoro e inclina tu cabeza hacia atrás

—¿Está realmente mal?—

—No quieres que te quede cicatriz, ¿verdad?—Sujetando una bolita de


algodón sobre el lavabo, Laura lo remojó con peróxido. —Tengo que limpiarlo
primero para ver qué tan grave está realmente.Aguanta, esto podría arder—

—¡Yeouch!—

—Te lo dije. Ahora quédate quieta— Limpió suavemente una y otra vez el
área. —Esto luce bastante mal—

—Creo que él llevaba puesto un anillo—

Eso explica el corte dentado, ella pensó para sus adentros. —¿Y me dirás
que es lo que pasó?—

—Había luchas en lodo, un imbécil borracho y un imbécil gerente del club—


dijo Crystal suspirando. —Así de simple—
—Lo siento. En realidad, creo que necesitarás unos puntos aquí solo para
mayor seguridad—

—No. Realmente no quiero traer esas cosas—

—Ok. Creo que tengo algunas mariposas en el botiquín de primeros auxilios.


Pero vas a tener que ponerte diariamenteel ungüento para prevenir que
quede cicatriz— Laura dejó de limpiar y amablemente tomó la barbilla de
Crystal con sus dedos.Tienes una cara tan bonita… El pensamiento pasó por
su mente y casi acarició sus labios. —Deja traigo las mariposas—

Después de que el vendaje fue colocado en su lugar y curada el área


amoratada, Laura dio un paso hacia atrás para darle un último vistazo. —Allí.
Creo que tendrás que cuidarte bien eso. Tendrás que seguir poniéndote el
ungüento pero creo que sanará bien— Ella comenzó a ordenar las cosas.

—¿Laura?—

—¿Sí?— Volteó a ver a Crystal que la miraba nerviosamente.

—Um hay otro lugar— ella comenzó, poniéndose de pie y dándole la espalda a
la escritora.—Creí que con sólo lavarme en la tina se curaría pero....—

—Déjame ver— Para su sorpresa, Crystal comenzó a levantar su blusa. —¿En


dónde está la herida?—

—En mi espalda. Creo que caí sobre un cenicero y me quemé—

Laura se arrodilló hasta que su cara estuviera al nivel de la pequeña espalda


de Crystal. Se acercó a ella y se dio a la tarea de levantar la blusa. Justo
detrás del hombro derecho estaba la quemadura.—Ooh—

—¿ Es una quemadura, verdad?—

—Oh sí, tiene el aspecto de que aterrizaste sobre un cigarro. Traeré la


crema para quemaduras y una gasa— Se marchó dando media vuelta
rápidamente, abriendo el armario buscando la crema. ¿Por qué terminas
siempre lastimándote? —¿Esto ocurrió en el club?—

—Justo a la mitad de la primera presentación—

Laura presionó sus dedos sobre el tubo de crema. —¿Y,cosas como ésta
ocurren a menudo?—
—No a menudo, sólo de vez en cuando. Usualmente no consiguen nada más
que tocar un poco gracias a que los rebotadores los mantienen alejados—

¿Y el que logren tocarte está bien? Deberías dejar ese trabajo, ella pensó
para sus adentros antes de recoger el tubo. —Tengo que limpiar la herida
primero antes de que pueda poner la crema. ¿Crees que puedes mantener
arriba tu blusa?—

—Sí—

Crystal permaneció parada frente al espejo mientras Laura limpiaba elárea


lastimada con el algodón húmedo. —¿Y vas a trabajar con el labio así?—

—No voy a ir a trabajar. La gente no paga para ver labios estropeados.


Esperaré hasta que la hinchazón baje y ver que tan bien lo cubre el
maquillaje. Eso y mi espalda—

—No sé si estés interesada o no pero Michael me comentó después de que


te fueras acerca de su nuevo proyecto en el centro—

—¿La remodelación de oficinas de la que hablabaen la cena?—

—Ese mismo. Él mencionó que estaban en la etapa de demolición. Tú sabes,


limpiar todo los mueblesviejos, alfombrados y cosas así— Ve con cuidado,
Taylor. —Él anda buscando un poco de ayuda extra para que saquen las cosas
del edificio. Es trabajo duro pero paga bien. Incluso estaba pensando en
trabajar un día o dos después de la fecha límite de mi libro y ahorrar un
poco de dinero extra—

—¿Él contratarápersonas por sólo un día o dos? ¿Qué ocurre si no tienen


experiencia en construcción?—

—Bueno... — Laura se puso en cuclillas para mirar mejor la quemadura. —


¿Cuánta experiencia necesitas para recogerpedazos de escombro y tirarlos
en el contenedor?— Lanzó la bolita de algodón al bote de basura. —Diez
dólares la hora—

—¿ Diez? ¿Sólo por limpiar un edificio viejo?—

—Estate quieta—, ella amonestó. —Te has quemado muy feo, Crystal. Se
ampolló en la parte de arriba y rompió la piel. Tendrás que ser muy
cuidadosa. La tienes en una zona un poco inaccesible—
Crystal trató de alcanzar su espalda, esforzándose por tocar con la punta
de los dedos la cinta y la gasa. —Lo está. Apenas la puedo tocar—

—Yo me encargaré de eso entonces. Solo échame un grito después de que te


bañes y te pondré un vendaje nuevo. Y sí, diez dólares por hora. Es trabajo
duro pero el pago que ofrecen es lo suficiente bueno—

—¿Quieres decir que él no se queda con las personas mucho tiempo porque
paga mucho?—

Laura sujetó el último pedazo de cinta y se enderezó. —Algunas personas


simplemente no quieren trabajar tan duro, aunque sea buena paga. La
mayoría solo trabajan algunos días mientras encuentran otro trabajo—

—¿Pero si ellos hacen un buen trabajo, Michael se queda con ellos? Crystal
preguntó mientras bajaba su blusa.

—No lo sé. Imagino que él siempre tiene un trabajo o dos que necesitan
hacerse aunteniendo a los subcontratistas. Le he ayudado algunasveces por
un día o dos cuando él ocupaba trabajadores. Es trabajo arduo pero el
siempre aprecia un buen trabajo— Vamos, Crystal. Todo el sudor por un
trabajo duro es aun diez veces mejor que quitarte la ropa para los hombres.
Mira lo que te pasó esta noche. Laura quería decir en voz alta esas palabras,
pero se contuvo.Era decisión de Crystal dar el siguiente paso y presionarla
no ayudaría.

La rubia dio la vuelta para afrontarla. —Gracias por ayudarme con esto—

—De nada. ¿Estas segura de que no quieres hablar sobre lo que pasó?—Ella
puso su mano sobre el hombro de Crystal pero la quitó rápidamente
cuandosintió la rigidez de ella al tocarle. —Soy buena escuchando. Aun
podemos salir fuera a la cubierta si quieres—

—No. Es tarde y necesitas trabajar en tu libro. Creo que mejor me voy a la


cama—

—¿Vendrás al juego de mañana?—

—Um, seguro, si tú quieres—

—Bien. Recuérdame prestarte una de mis gorras para que te protejas del
sol— La crema, el algodón, gasa y peróxido fueron devueltos al gabinete. De
pronto se encontraron sólo paradas allí, en el cuarto de baño sin nada que
decir. —Um, entonces, uh—

— Um, sí.Gracias de nuevo por ayudarme con esto—Crystal dijo, señalando el


labio hinchado.

—De nada. Hasta mañana. Que tengas dulces sueños— Ella oyó elbajo
resoplido y el sonido de la bolsa de papel mientras alcanzaba la manilla de la
puerta. Entró en su cuarto y contempló el techo. Ha tenido un día bastante
difícil. Por favor, déjala dormir tranquila esta noche. Suspiró con
resignación sabiendo que había hecho todo lo que estaba en sus manos,
Laura se sentó frente al ordenador y miró la pantalla, leyendolos últimos
pocos párrafos que había escrito. Apretando sus nudillos para
desentumecerlos, comenzó a escribir, dejando al mundo afuera y enfocando
la atención en sus personajes y en la fecha tope de entrega.

Una frase, luego dos aparecieron en la pantalla. Está caluroso aquí dentro.
Presionando con sus pies, rodó su silla hacia la puerta de cristal corrediza y
la abrió, dejando entrar el aire de la noche a través del mosquitero.
Inmediatamente el olor ya conocido de marihuana mezclado con incienso
invadió el aire. Hmm … inhaló por la nariz el aire otra vez. No es cereza o
vainilla. ¿Es lila? Poniendo atención, escuchó los sonidos de un vaso de vidrio
seguido por el sonido del encendedor de Crystal. El olor de la marihuana se
hizo más fuerte.

Poniéndose de pie coloco su silla debajo del escritorio, Laura abrió la puerta
y camino a través del pasillo y se paró enfrente del dormitorio de Crystal.
Tocó ligeramente. —¿estas ocupada?—

—Uh— Laura oyó una gaveta abrirsey cerrarse a lo que ella asumió que era
la droga que estaba siendo escondida. —Entra—

—Yo um—Ok, ¿y ahora qué?—Sólo me preguntaba que aroma de incienso


estabas usando— Ella pasó a un lado del tocador y observo la pequeña vara
encendida en el plato de metal.

—Se llama Lluvia— Crystal estaba sentada sobre su cama, sentada al estilo
indio. La lámpara al lado de la cama estaba encendida, un espejo en la pared
reflejaba la luz sobre el techo blanco, dándole al cuarto un brillo tenue. La
stripper se había puesto unospantalones cortos grises y una camiseta
blanca, sus pechos se notaban a través de la delgada tela blanca.
—Creo que no habías usado este aroma antes— Ella cogió la caja llena de
varas de incienso y leyó la etiqueta, deliberadamente manteniendo sus ojos
fuera de vista de los obvios atributos de su compañera. —Difícil saberlo, sin
embargo, ya que parece que usas una gran variedad de aromas—

—Depende de mi estado de ánimo. Abre esa gaveta sobresaliente— Laura


obedecióy encontró varias cajas de incienso así como también varias varas
largas sueltas y un pedazo de madera curvado para sujetarlas.

—Esta parece de... — Ella tomó uno olfateándolo y se encogió de hombros. —


Reflexión—

—Supongo que es una forma de llamarlo—

—Los usas bastante. ¿Es sólo para esconder el olor a marihuana? No puedo
imaginar que la fumes mucho todo el tiempo—

—No, no la fumo a cada minuto del día— Crystal dijo, sonrió quitando
importancia a sus palabras. —Me gustan los olores. Cuando estaba
creciendo, todo olía como a mi padre. Sus cigarrillos, su colonia barata…—La
pausa causó que Laura la mirara fijamente y viera a Crystal estremecerse.
—Simplemente todo— la joven dijo molesta, tratando de alcanzar sus
cigarrillos.

—Bien... — ¿Ahora qué le digo? Si tuviese a un padre como el tuyo, haría lo


que fuera que estuviera en mi poder para no recordarlo también. —Me gusta
el olor. Hace que toda la parte de este piso huela muy agradable. Si quieres
encender alguno— y nada más que eso, sus ojos silenciosamente añadieron,
—puedes dejar tu puerta abierta—

—Laura, ¿Te puedo preguntar algo?—

—Seguro, cualquier cosa— Ella intentó mirar los ojos de Crystal pero
estaban escondidos detrás de unas pequeñas rayas. Realmente debes de
haber fumado mucho de eso antes de que entrara,pensó para sus adentros.
—¿Te importaría si me siento?—

Crystal hizoseñas con su pie hacia la cama. —Adelante— Elladio un largo


golpe a su cigarrillo, luego observó el humogris formar remolinos hacia
arriba. —¿Alguna vez tu padre te golpeó?—

—Cuando era pequeña me gané una zurra o dos pero no de la forma que te
imaginas. Él nunca hizo nada más que eso—Laura estiró sus pies cruzándolos
sobre la cama. —Algunas veces él actuaba como un sargento de
entrenamiento pero aun así él sabía la diferencia de tratar con sus reclutas
y con sus hijos—

—Debió ser agradable— La cabeza del cigarrillo brilló de nuevo con una luz
anaranjada cuando inhaló otra vez. —El mío solía pensar que todo se
solucionaba con los puños. Él…—la voz de Crystal disminuyó y apartó su
mirada. —Él solía la...lastimarme—

El corazón de Laura dio un vuelco cuando escuchó la dificultad para hablar


en la voz de su compañera. Hasta ese momento Crystal había ocultado el
abuso,sin más lo confesó. —Um, sabes que él ya no te puede lastimar ahora—
ella ofreció. Crystal respondió cogiendo su vaso medio lleno y bebiéndolo
completamente.

—Aun después de todo este tiempo tengo pesadillas de que me encuentra y


me lleva arrastrando de regreso a casa con él— Los párpadospesados por el
efecto de la marihuana solo dejaban ver una pequeña raya medio abierta de
su ojo izquierdo pero aun podía enfocar su atención en Laura. —Esta noche...
— Ella miró con anhelo la gaveta de la mesita de noche, obviamente
queriendo el escape que le ofrecía lo que había dentro de ella.

No, no me dejes ahora, Laura pensó. Vamos, Crystal, lo estás haciendo muy
bien. Ella se apoyó sobre su rodilla. —¿Qué pasó esta noche?—

—Yo… eso....— Crystal comenzó y se detuvo varias veces y sacudió sus manos
por la frustración. Provocando con esto tirar la ceniza del cigarrillo sobre
las sábanas.

Laura rápidamente sacudió para remover la ceniza antes de que las quemara.
Al fin, ella terminóatravesada diagonalmente en la cama, sus hombros al ras
de la cadera de Crystal. Giró sobre su lado y se apoyóen un codo. —Shh—
ella arrulló. —Simplemente aspira profundamente e inténtalo de nuevo.

—No, está bien, yo... —

—Crystal— ella interrumpió, poniéndose sobre sus rodillas otra vez. —No
puedes sentarte aquí y decirmeque lo que pasó hoy no te ha molestado.
Tienes tu labio prácticamente partido en dos, un cigarrillo quemó tu espalda
y sabe Dios que más pasaría que no me has dicho— Corriendo el riesgo, se
acercó más a ella, sus rodillas quedaron a sólo unos centímetros de las de
Crystal, quien permaneció con las piernas cruzadas a la cabecera de la cama.
—Y creo que cualquier cosa que haya pasado hoy te hizo recordar a tu padre

—¿Y eso es nuevo?— Ella bufó, apagando el cigarrillo en el cenicero. —Ese


bastardo lo fastidió todo. Todo lo que él tocó, todo lo que él dijo… —Ella
alcanzó la bolsa de papel y sacó la botella de whisky. —Lo odio—

Eso es poco, Laura pensó para sus adentros. —¿Te puedo decir algo?— Ella
esperó hasta que Crystal asintiera con la cabeza. —Sé que no tenemos
mucho tiempo de conocernos, no somos exactamente las mejores amigas—

—No exactamente— la rubia estuvo de acuerdo.

—Pero— Laura le sonrió ante la respuesta. —De igual forma te he ido


conociendo un poco más y te considero una amiga. No sé si debería decir
algo o no pero cuando pienso en lo que él te hizo... la manera en que te ha
lastimado, bueno... yo lo odio también—

Los ojos de Crystal se abrieron con sorpresa. Ellaabrió su boca como si


quisiera decir algo pero no lo hizo, en lugar de eso lleno el vaso con whisky.
Recostándose haciaatrás con el vaso en sus manos, miró hacia el líquido
ámbar oscuro. —Paty lo odiaba también. Creo que Mamá también lo odiaba
pero fue demasiado débil como para dejarlo. Ella simplemente no nos
protegía— ella gruñó, sacando el veneno con sus palabras. —Ella nos dejó
solas a su merced. El vaso fue llevado a sus labios y una buena tercera parte
de su contenido se redujo drásticamente. —¿No te esperabas una
compañera de departamento tan jodida, huh?— La bombillade la lámpara
emitía bastante luz para que Laura notara el brillo de lágrimas en sus ojos.
Crystal colocó el vaso sobre la mesita de noche. —Solía preguntarme que
había hecho mal para merecer una familia tan mala—ella dijo, mirando abajo
haciasu regazo.

Laura reaccionó de la única forma que sabía, se acercó a ella y envolviósus


brazos alrededor de la asustada pequeña rubia. No podemos escoger a
nuestras familias— ella comenzó, atenta a la rigidez del cuerpo que
sujetaba. —Pero cuando nos convertimos en adultos podemos escoger
nuestra propia familia.

—Con mi suerte sería algo así como cuandote dejan de lado cuando escogen
a los miembros de un equipo de fútbol—Crystal dijo quedamente.

—Oh no— Laura susurró, ajustando más su agarre de modo que la cabeza de
la mujer más joven quedara debajo de su barbilla. —Yo siempre te escogería
a ti para que fueras de mi equipo— ¿No puedes creer que alguien pueda
quererte? ¿Crees que no eres digna de importarle a nadie? Ella acabó el
abrazo con un apretón rápido y retrocedió, dándole a Crystalsu propio
espacio. Amo a mi hermano con todo mi corazón pero siempre tuve la ilusión
de tener una hermana pequeña— Crystal le dio una mirada. —Bueno, tal vez
no tan…compleja como tú, pero es igual— Laura intentó, aliviada cuandovio
una gran sonrisa asomar en la cara de su compañera.

—Creo que estoy siendo un total desastre— Para la sorpresa de la escritora,


Crystal golpeo cariñosamente su muslo. —Pero gracias— Ella frotó sus
manos. —Creo que es hora de dormir por ahora—

Entendiendo la indirecta, Laura se movió a un lado de la cama y se puso de


pie. —Te veré por la mañana entonces. Buenas noches— Está bien si por
ahora no quieres decir más, ella pensó para sus adentros. Laura sintió un
gran progreso entre ellas y se sintió satisfecha con eso.

***

Laura entró con su Jeep en el aparcamiento, buscando cuidadosamente un


lugarpara aparcar. —Hay un lugar por allí, al lado del coche de Jenny—
Crystal señaló.

—Nop, está demasiado cerca del campo. ¿Has vistola forma en que las
pelotas caen por esta zona?—

—Oh, creí que era porque no querías que se te llenara de polvo—

—Bueno, por eso también— Laura admitió, estacionándose en un lugar


sombreado cerca de algunos árboles. —Venga, es hora de que veas como el
equipo de las Abejas nos patean el trasero—

—¿Es buen equipo, huh?—

—El mejor de la liga y ellas lo saben— Salieron del Jeep y fueron hacia la
parte de atrás. Laura abrió la puerta trasera y sacó su mochila de deporte.
—Es como si jugaran Tinker y Evers, pero aquíson lasgemelas Winters—

—¿Huh?—

—Supongo que tendrías que saber de béisbol para que entiendas lo que
hablo, es decir, que casi es una garantía de que todas las pelotas que nos
lancen serán out —
—Oh— Crystal se encogió de hombros. —¿Asíque estaremos aquí sudando
con todo este calor y ensuciándonos solo para perder?—

—Así es— Ella colgóla mochila sobre su hombro. —Tú llévate la hielera—

—Caramba, gracias—

—Ni lo menciones.— Laura usó su hombro para darle un codazo en bromaa su


compañera. —Ahora vamos, es hora de ver a lasAirhearts darle a las Abejas
un juego fácil—

Jenny sonrió y saludó con las manos cuandovio a las dos acercarse. Le dio a
Laura un abrazo. —Me alegraría que tú pudieras hacerlo también— ella dijo
a Crystal, quien permanecía fuera de su alcance.

—Pues bien, he escuchado que aquellas dos son de cuidado— Crystal señaló
hacia las gemelas.

—Definitivamente. Tengo un sentimiento que será un juego muy rápido.


¿Qué le pasó a tu cara?—

—Oh, um... mala noche en el trabajo. Laura, voy a dejar la hielera por allí y a
conseguir un asiento—

—Ok—

Jenny esperó hasta que la rubia se retirara antes de preguntar a Laura. —


¿Qué le pasó?—

Mirando mientras se retiraba hacia las gradas, Laura colocó sus antebrazos
sobre uno de los rieles superiores de la cerca junto al campo de juego. —
Odio que trabaje allí.Me dio una pobre excusa de que un hombre la golpeó—

—Oh Dios mío, ¿qué pasó?—

—Ella no me dio todos los detalles. Su cara se ve mejor hoy que anoche. Se
quemó su espalda con un cigarrillo también—

—¿Estaba ella..?—

—No. Eso ocurrió durante una de sus funciones— Laura miró hacia el campo,
levemente notando los uniformes amarillos con negrodel otro equipo que
calentaban haciendo tiros con las pelotas. —Jen, la hubieras visto anoche—
Jenny apretó su hombro. —¿Cómo estás tú?—

—¿Yo?Yo no fui a la que golpearon— Sacándose la gorra, ella suspiró y


comenzó a juguetear con el ala de la gorra. —Algunas veces, ella es un
verdadero dolor de cabeza pero anoche... — Laura hizo una pausa,
lamiéndose los labios para dar tiempo y meditar sobre la situación. —Cuando
le vi su cara no lo podía creer. ¿Cómo pudo alguien hacerle eso a ella?—

—Malas cosas le pasan a gente buena, Laura. Así es la vida—

—No puedo soportar ver que ella regrese de nuevo a trabajar allí después
de lo que pasó—

—Es su trabajo—

—Ella podría encontrar otro trabajo. Le dije que Michael estaba


contratando gente. Tal vez, si ella trabajara con él por unos días mientras
se recupera ella ya no quiera regresar a trabajar al club—

—Tú no puedes planificar eso— Jenny dijo. —Quizás a ti no te guste el


trabajo que ella hacepero tienes que aceptarlo pues es su manera de vivir.
Lo mejor quepuedes hacer es estar allí para ella— La actividad en el campo
de juego cambió, las pelotas fueron recogidas y la catcher ya estaba
tomando su posición. —Creo que será mejor salir a jugar y esperar a que nos
tengan un poco de misericordia—

—Iré con la couch para que me de las indicaciones— Laura dijo. —Si te da
sed ve con Cristal, ella está a cargo de la hielera—

—Oh,qué bien. Ni siquiera me acordé de traer algunas bebidas hoy.


¿Trajiste agua fríapara mí?—

—Hay agua, soda, jugo y cerveza. Lo sé, lo sé, dejarle a Crystalhacerse


cargo de la hielera es como dejar a un zorro protegiendo un gallinero, pero
sólo hay un paquete de seis cervezas allí dentro. Dudo que ella pueda
terminarse todas en lo que dura el juego—

Jenny se burló. —Uh huh, y tu deseo se hará realidad si se lo pides a la


primera estrella de la noche—

—Sí, bueno... —Laurale dio un pequeño golpe a la gorra de Jenny. —Gracias


por escuchar—
—Cuando quieras, cariño. Deséame suerte—

—Con suerte solo podrías hacer strikes y quedar fuera— Laura dijo,
poniéndose su gorra.—Por otra parte podrías mandar esa pelota
directamente a su guante y quedas fuera también—

—¿A cual de las dos?—

—Nunca he sabido cual es Carol y cuál es Coral.La mediocampista—

—Esa es Carol—

—Sí, ella. Te juro que ella tiene un imán en su guante que atrae a la pelota
como si esta fuera de acero— Las mujeres se rieron y caminaron hacia la
banca.

Jenny era la primera en pegarle, y dio un golpe lento que atrapó la


mediocampista. Ella trotó de regreso hacia la banca y colocó su bat junto
con los demás junto a la cerca. —Bueno eso si que fue rápido— dijo ella.
Crystal caminó hacia ellas, con cerveza en mano.

—Creí que la idea era pegarle a la pelota y mandarla fuera del campo, y no
mandárselasa ellas—

—Que graciosa. Toma un bate intenta un tiro, Sabelotodo—

—Oye, rubita, ¿quién te hizo esto? Carmen dijo, moviéndose suavemente al


lado de la stripper. Ella extendió su brazo y tomó la barbilla de Crystal con
su mano. —Joder chica, esto sí que es una belleza. Oye Taylor, ¿Es que no
sabes como tratar a un precioso espécimen como este?—

—Yo no lo hice— Laura contestó. La curiosidad causó que varias de las


Airhearts dejaran el banco y se arrimaran para ver la lesión de Crystal.
Recordando que les había comentado que trabajaba de bartender, Crystal
rápidamente les contó una historia de que intervino en una pelea entre dos
borrachos. Quedando Lisa ponchada acabó el primer inning, obligando a las
Airhearts a dejar la conversación con Crystal y tomaron sus guantes para
defenderse ahora que les tocaba batear a las Abejas.

—¿Qué fue lo que Laura te contó de esto?— Crystal preguntó con voz baja a
poca distancia de la primera base.

—Me contó que no irías a trabajar por unos días— Jenny contestó.
—Yep—

—¿Cómo te sientes por lo sucedido anoche?—

Crystal se encogió de hombros. —No lo sé. Es simplemente algo que ocurrió


no hay ningún problema—

—Uh huh— Jenny dijo dudosamente. —Sí, claro, yo siempre suelo recibir
golpes en el trabajo— Ella interrumpió la conversación para posicionarse y
recibir un lanzamiento de la segunda base. —¿Vas a trabajar para Michael
esos días?—

—No lo sé. No creo quepueda hacer esa clase de trabajo—

—Supongo que es más fácil darse por vencida sin intentarlo siquiera, ¿hmm?
— Otra vez su conversación fue interrumpida por el juego en curso cuando
la mediocampista de las Abejas tomó la tercera base. En pocos segundos
Carol Winters tomaba la primera base y fácilmente logro tomar la segunda
base también.

—No se verá bien si les dan una paliza apenas en el primer inning, Doc—

—Hey Crystal, muérdeme—

—Ooh, ahora hay una oferta— una de las Airhearts que estaba sentada
sobre el banco grito.

Thunk. El bat conecto, esta vez enviando la pelota al jardín izquierdo. Laura
reaccionó rápidamente, tuvo que tirarse sobre la hierba seca. Pudo atrapar
la pelota logrando un out, pero no quedó en buena posición de lanzarla hacia
la tercera base para evitar que la corredora llegara. Exasperada, pasó con
sus manos tallando inútilmente sobre las manchas dehierba en sus
pantalones mientras caminaba de regreso a su posición.

—¿Por que está tan molesta?— Crystal preguntó. —Ella logró hacer un out.

—Quiso evitar que Winters avanzara. Ahorasi alguien conecta fuera del
campo será una carrera para ellas—

—No te preocupes, Cariño— Carmen dijo, colocando su codo sobre el hombro


de Crystal. —Estoy segura que ella te dejara consolarla después del juego—
¿En eso es en lo que piensan solamente? Crystal pensó para sí misma,
moviéndose ligeramente hacia la derecha para romper el contacto con
Carmen. La morena no se tomó a mal que evitara su contacto, de pronto se le
vino una repentina necesidad de asegurarse de no haber olvidado sus llaves
en el coche. —Ella es un caso serio— Crystal dijo cuándo la mujer cubana se
retiraba.

—Ciertamente lo es— Jenny contesto, vigilando como la bateadora


abanicaba el tiro. —Vas atener que acostumbrarte a esto. Sin embargo, ¿por
quéno te pusiste ese pequeño top de la semana pasada?Nos hace falta tener
toda la ayuda que sea posible— Una pelota atrapadapor Toni acabó con el
inning. —¿Por qué no le traes una bebida a Laura? Ella debe estar acalorada
después de toda esa corrida por el campo—

Duh, por supuesto. —Seguro, ¿qué crees que prefiera?—

—Té helado, probablemente—

—Entendido— Crystal trotó hacia la hielera y levantó la tapa. Varias latas


sobresalieron a través del hielo raspado ylocalizó el té helado
rápidamente.Regresó a la cerca y en eso llegó Laura y se sentó en la banca.

—Oh, gracias— Laura dijo, tomando la lata. —No puedo creer que estetan
caliente aquíafuera—

—Es genial si te quieres broncear— La rubia extendió su brazo para probar


lo que decía.

—Y si te quieres insolar— la escritora dijo, sacándose la gorra y pasando un


paño sobre el sudor de su frente. Dio otro largo trago a la lata antes de
devolverlo a Crystal. —Soy la primera en batear, te veo en un rato—

—Buena suerte. Sácala fuera del campo de juego—

—Lo intentaré—

Jenny camino y se apoyó contra la cerca. —Wagner es la pitcher. Laura


siempre tiene problemas con su zurda—

—¿Siempre le hacen out?

—No. Usualmente ella le pega … — Thunk — ...justo hacia la mediocampista—


ella terminó.
El área que protegían las gemelas Winters era llamado el Bloque de Hielo
debido a la dificultad que tenían de no poder traspasarlas. El bloque resultó
impenetrable todo el resto del juego y cada intento de las Airhearts cuando
bateaban para poder emparejarel juego fue siempre parado por el árbitro
que marcaba out. Ya para el séptimo inning, las Abejas disfrutaban de una
ventaja de cuatro a cero en el marcador. Jenny fue golpeada por una pelota,
con la muñeca amoratada logró llegar a primera base. Donna logró pegar un
buen tiro para ir a primera base y poner una corredora en segunda sin
ningún out.

Observando desde la cerca, Crystal dio un codazo a Laura. —Oye, parece


que tenemos una buena oportunidad—

—Yep, es como mandar una pelota de nieve en el infierno. Toni es una de


nuestras mejores bateadoras pero ella siempre manda la pelota al jardín
izquierdo. No tiene ninguna posibilidad en contra de las gemelas—

—Tal vez debí ponerme ese pequeño top después de todo— la rubia filosofó.
— ¡Oh mira!—

El golpe de Toni fue directo hacia el piso tomando desprevenida a la pitcher


ya que la pelota dio un brinco inesperado como para atraparla. Para cuando
las gemelas Winters lograron llegar a la pelota,tres delas corredoras
estaban a salvo. La banca de lasAirhearts estalló con frenesí, disfrutando
por primera vez el ver las bases con jugadoras de azul y blanco en lugar de
amarillo y negro.

—Las bases están llenas y nuestra bateadora ya se colocó en el plato—


Laura ajustó su gorra y ahuecó su boca con sus manos. —¡ Venga Adelante,
Lisa! ¡Tú lo puedes hacer !—

Crystal aplaudió y se unió a Laura. —¡Sí Lisa!—

—Sera mejor que me vaya al circulo de práctica. Soy la siguiente si ella no


logra pegar un hit para una doble jugada—

¡Swish… thwap! —¡Strike uno!—

Laura aplaudió de nuevo, alentando a sus compañeras de equipo para hacer lo


mismo. —Eso está bien, Lisa. Es sólo un strike— Volteo a mirar a Crystal.—
Deséame suerte.—

¡Swish… thwap! —¡strike dos!—


—Buena suerte—

Laura recogió su bate y caminó hacia círculo de práctica. Apenas había


entrado a la zona de práctica cuando escuchoswish… thwapseguido por las
yaesperadas palabras —¡Fuera!—. Oh genial, ahora todo esta en mis manos.
Sujeto el bate con ambas manos, lo levantó sobre su mano estirándose,
consciente de la humedad bajo sus brazos. Camino hacia el plato, Dio una
miradaa Jenny que esperaba en tercerabase, le sonrió y le levanto sus
pulgares en apoyo.

—Ok Julie, un out más— la catcher gritó en lo que Laura tomaba su posición
en el plato. Mirando hacia el campo de juego, las gemelas dejaron en claro
que no tenían la intención de dejar pasar ninguna pelota a través de ellas.
Sólo debo concentrarme y pegarle a la pelota. Por supuesto que era más que
sólogolpear la pelota. Tenía que asegurarse que debía mandarla lo
suficientemente alta para poder pasar al Bloque de Hielo pero no tan alta
paraque alguna otra jugadora la atrapara. Flexionando sus dedos alrededor
del bat, se apoyó en su pie de atrás y esperó a que la pitcher lanzara.

¡Swish… thwap! —¡Strike uno!—

—¡Venga, sácala fuera del campo!—Con Crystal a su espalda, Laura no la


podía ver perofácilmente escuchó sus palabras de ánimo. El sonido de un
puño pegándole a un guante la hizo mirar a la mediocampista de pelo rizado.
Una sonrisa abierta casi siniestra encontró su miraday tragó
reflexivamente. Tal vez puedo sólo dar un leve toque a la pelota. Miró
esperanzadamente hacia la primera y segunda base. Laura mantuvo ese
pensamiento en su mente en lo que la pitcher le lanzaba una pelota elevada.

Esta vez su bate hizo contacto pero su golpe fue algo pronto, débilmente
mandando la pelota a zona de foul. Sujetando el bate entre sus rodillas,
Laura se limpió su labio superior y canalizó su mirada al plato de home. Un
strike más y la tradición de las Abejas dándole una paliza a los Airhearts
continuaría. Apenas escucho el grito de sus compañeras de equipo mientras
nerviosamente asumía su postura. Su jersey se sentía tan grueso en contra
de su piel sudada y su sostén deportivo estaba totalmente húmedo.

Casi abanicaba un tiro cuando el arbitro gritó que era una bola*. Laura soltó
un profundo suspiro. —Oh, gracias Dios.

—¿No estabas segura de esa, verdad?—La catcher bromeó. —Tu conoces a


Carol le gusta esperar hasta que tú se la mandes directamente. Como si lo
anticipara, la gemelamediocampista golpeó su guante y dio una mirada
burlona a Laura.

NOTAS:

Susie Homemaker: Famosa ama de casa estadounidense que da consejos en


tv sobre el hogar.

Gin Tonic: Es un cóctel preparado con ginebra o gingerel.

Martha Stewart: es una magnate empresarial estadounidense, que hizo


fortuna con su negocio de estilo de vida y cocina.

Trébedes: Aro o triángulo de hierro con tres pies, que sirve para poner al
fuego sartenes, peroles, etc.

Blarney Stone en Munster: Munster es un castillo situado en Irlanda en la


cual se encuentra esta piedra, se tiene la creencia que todo aquel que la
besa tendrá la capacidad de poder persuadir o conmover con palabras.

Lord MacCarthy: No pude encontrar información importante sobre este


señor, pero supongo que era o es dueño del castillo.

Rebotadores: Son las protecciones que ponen alrededor de un escenario de


lucha en lodo.

Por favor no me dejes quele pegue justo hacia ella, por favor no me dejes
mandarla hacia ella. Agarrando el bate más fuerte, esperó para que el
destino decidiera sisería la heroína o la perdedora del juego.

Fue un lanzamiento perfecto: Un lanzamiento lento justo a la izquierda del


centro. Comprometiéndose, Laura se meció tan duramente como pudo, el
impacto de la pelota en contra de aluminio del bat le hizo sacudir sus manos.
Paso por encima de la de primera base y cayo justo delante del jardín
derecho. Se alegro tanto de que no fuera atrapada por ninguna de las dos
gemelas Winters que le tomó un segundo en recordar que tenía que correr a
primera base. Pensó la posibilidad de correr hasta segunda pero se detuvo
cuando vio a Toni regresar la pelota, dejándola sin la posibilidad de avanzar
más. Jenny y Donna anotaron carrera, cortando la ventaja de las Abejas
ahora de cuatro carreras a dos. Laura sonrió y, con un pie en primera base,
se apoyo firmemente unos segundos. Kelly tomo un bate firmemente, era
una gran bateadora,dándole al equipo la esperanza que con dos corredoras
en base tenían la oportunidad de emparejar a las Abejas. Esperanzas que no
llegaron, Kellypegóun duro golpe pero justo hacia el Bloque de Hielo. Carol
recogióla pelota del suelo y la lanzó a su hermana, que esperaba
pacientemente en la segunda base haciéndole a Laura un out. Con un
movimiento casual demuñeca,Coral le lanzó la pelota al árbitro. —Buen tiro—
ella dijo antes de trotar hacia sus compañeras para chocar sus manos con
sus compañeras de equipo. Laura estuvo parada en segunda base por un
momento, mirando con incredulidad cuando se retiraban las jugadoras.

—Oye, fue un buen juego— Jenny dijo mientras se acercaba detrás de ella.

—aun así perdimos— Laura apuntó.

—Pero no perdimos por mucho gracias a ti— Comenzaron a caminar hacia el


banco de las Airhearts. —Ve el lado bueno de las cosas, finalmente pudiste
traspasar al Bloque de Hielo. Ese es motivo de celebración, —¿No lo crees?

Laura se detuvo y miro a Jenny. —¿Cualquier excusa es buena para ira


Ameilia's, hmm?—

—De hecho yo no puedo ir. Te lo dije, tengo que ir a ver a Mamá esta noche

—Bien entonces, probablemente yo también vaya a casa a ponerme a


escribir algo. No es divertido ir sola—En lo que se acercaban a las demás,
Laura se dirigió a hablar con Crystal.

—Lo hiciste genial— la rubia dijo cuando su compañera se acerco. —Por un


momento creí que lo lograrían chicas—

—Sí, lo hice—Laura admitió. —Fue un buen juego, aunque nos vencieron las
Abejasotra vez— Ella recogió su guante y su bate. —¿Puedes traerte la
nevera?—

—Seguro, ya esta bastante vacía que cuando la trajimos. El agua del hielo ya
la tire—

Caminaron por el estacionamiento, haciendo una pausa para que Laura


intercambiara unas palabras con sus compañeras de equipo. Crystal se apoyó
contra el Jeep en espera de su compañeramientras varias
Airheartshablaban sobre el juego. Después de probar abrir la puerta dos
veces, la rubia se dio por vencida y miró alrededor. Un brillante anuncio
atrapó su atención. Ella miró a Laura, encontrándola todavía atrapada en un
mar de uniformes azules y blancos. Curiosa, camino hacia el anuncio para
leerlo.

—No, de verdad. Tengo que ir a casa y lograr escribir algo—Laura se


disculpó. —En otra ocasión me encantaría salir con ustedes— Caminando
hacia su coche, notó la nevera sobre el suelo y no vio a su compañera por allí.
Divisó a Crystal parada cerca de un cobertizo. Despacio caminó hacia ella,
Laura leyó un anuncio sobre la pared promocionando una feria local. —¿Lista
para irnos?— Ella preguntó, causándole a Crystal dar un salto por la
inesperada voz.

—Oh, sí, supongo que sí—

—¿Te gustan las ferias?—

—Sí,fui un par de veces cuándo era niña— Crystal dio la vuelta y se


encaminaron hacia el Jeep.

—Deberías ir— Laura dijo. —Tienen esas promociones de pagar tu entrada,


y obtienes todos los juegos mecánicos gratis—

—Naw, no es divertido ir sola— Crystal esperó a que quitara los seguros de


las puertas, y luego colocó la nevera en la parte trasera. —Además, no creo
que mi preciado coche logre subir la colina Azul—

Inclinando la cabeza, Laura entró en el lado del conductor y metió la llave en


el encendido. Una rápida mirada de reojo le mostró algo de polvo a un lado
de la cara de Crystal, sin duda causada por todo el polvo provocado por el
juego. —En la guantera hay algunas toallitas húmedas, deberías limpiarte tu
labio. No queremos que se infecte— Ella observó como Crystal abría el
paquete cuidadosamente paso una toallita por el área cortada y amoratada.
No. Tengo que ir a casa y terminar esa escena, Laura pensó para sus
adentros mientras el Jeep encendía. No tengo tiempo para ir a subirme a
todos esos juegos y pasearme en el barco pirata y.....

—¿ Sabes qué? Ese fue un gran golpe que di hoy en el juego—

—Oh sí— Crystal estuvo de acuerdo. —Yo estaba segura de que darías un
buen golpe. Nadahubiera sido peor que te sacaran teniendo todas las bases
llenas—

—Estás en lo correcto. Pienso que hay que celebrarlo. ¿Te sientes con
ánimos para ir a la feria? ¿Aunque sea solo un rato?—
—¿Quieres decir contigo?—

—Por supuesto. No he ido a la feriaen años. Apuesto que será divertido—


Tomando la decisión, Laura dio vuelta a la izquierda en lugar de la derecha
saliendo del estacionamiento y conduciendo el Jeep rumbo a la colina Azul.
Solo tendré que desvelarme hasta tarde y me pondré al corriente, ella se
dijo a sí misma.

***

—Mira todo ese tráfico—Crystal dijo mientras tomaban la carretera que


conducía hacia la feria.

—Es probable que sea el último sábado que este aquí y continúen su ruta o
como sea que le llamen hacia otro lugar. Laura presionó el botón arriba de la
direccional, enviando chorros de líquido azul sobre el parabrisas. —No puedo
creer qué polvorienta es esta carretera. Voy a tener que lavar el coche
cuando lleguemos a casa—

—Un poco de suciedad no le hace daño a un coche. Yo dejo que la lluvialave


mi coche por mí—

—Pues por eso el mío tiene una brillante pintura y el tuyo esta todo
descolorido— Lauracontestó, pisando el freno fuertemente cuando la
camioneta de adelante se paró de pronto. —No había ido a la feria en años.
Olvidé lo problemático que es estacionarse—

—Si quieres olvidémoslo y vayamos a casa—Crystal ofreció, para sorpresa


de Laura.

—¿Es lo que quieres?—

—No lo sé—se encogió de hombros. —No me imaginaba que teníamos que


esperar tanto tiempo sólo para estacionarnos. Probablemente esté todo
lleno— Miró con anhelo la rueda de la fortuna (noria) a lo lejos.

—Oh— Laura volteó su cabeza hacia la ventanilla del conductor,


sonriéndose. Ella sabía que su compañera le estaba dando la oportunidad de
zafarse del compromiso. —Naw ya no estamos tan lejos de cualquier manera.
Una vez que nos estacionemos y entremos todo estará bien, estoy segura—
El tráfico avanzó ligeramente. —Ves, ya nos estamos moviendo de nuevo—
Tomó otros quince minutos antes de que finalmente llegaran al área del
estacionamiento. Los ojos de Laura se ensancharon al ver el cartelón que
indicaba cuatro dólares por estacionarse pero fue Crystal la que habló.

—No lo puedo creer. Eso es ridículo. Es tan solo un campo polvoriento.


¿Cómo pueden cobrar eso por estacionarse aquí?—

—Porque saben que vamos a pagarlo en lugar de conducir hasta arriba de la


colina y bajar caminando de nuevo— la escritora dijo, metiendo la mano en el
bolsillo y sacando varios billetes.

—Toma, déjame pagar esto— Crystal dijo, ofreciéndole un billete de cinco


dólares.

—¿Qué tal si nos lo dividimos?— Laura sugirió, sosteniendo tres


dólares.Minutos más tarde el Jeep fue estacionado debajo de la sombra de
un árbol. Crystal dio un salto fuera rápidamente, deseando fumarse un
cigarrillo después del largo paseo. Después de cerrar el Jeep y meter las
llaves en su pequeña mochila, Laura camino a su lado. —Mira, hay una enorme
carpa. Tal vez haya un circo también—

—Eso explicaría el olor— La rubia arrugó su nariz. —Mínimo un pequeño


zoológico—

—Tendremos que asegurarnos de quedar opuestas contra el viento de ellos—


Caminaron hacia la entrada, quejándose la una a la otra por el precio de
admisión. Sin querer, Laura notó quea Crystal sólo le quedaron cinco dólares
después de pagar el exorbitante precio. Pasaron por un quiosco.

—Oye, ven acá— Crystal llamó, ya encaminándose hacia el puesto en forma


de barril de cerveza. —¿De cual te gusta tomar?—

—Oh, no gracias— Laura contestó. —Yo conduzco, ¿recuerdas?—

—Vinimos a divertirnos. Una cerveza no te matará— La rubia volteó hacia el


vendedor. —Dos Millers*—

—De verdad, yo no.......— Laura protestó cuandovio el líquido ámbar llenando


el vaso de plástico. El fuerte sol cayendo sobre su cabezatampoco ayudaba
mucho. —Bueno, supongo que una no me matará—

—Oh, por favor— Crystal comenzó a rodar sus ojos en broma y tomó un
trago de su bebida mientras le daba la suya aLaura. Estuvieron paradas por
un rato, sorbiendo sus cervezas y volteando a mirar los diferentesjuegos
ante ellas.

Eljuego más cercano atrapó la atención deLaura. —Hey, ¿quieres probar en


ese?—

—Nunca lo he jugado antes— Crystal dijo mientrastiraba su vaso vacío en un


contenedor de basura cercano. —¿Cómo se juega?—

—¿Ves la pistola de agua? Debes de apuntar a la boca del payaso y eso hace
que el coche suba por ese tubo. El primero en llegar a la parte superior gana
— Mientras ella hablaba, Laura guiaba a Crystal hacia el puesto donde
estaba el juego. Abrió su cartera y saco varios billetes. —Yo invitoel primer
juego—

—No tienes que hacer eso, tengo dinero— la stripper protestó, metiendo la
mano en el bolsillo.

—Tú comprastela cerveza. Déjeme invitar este juego, —¿Ok?—

Crystal dudó por un momento antes de asentir con la cabeza y tomó asiento
en el banquillo cercano. Laura sonrió y después de limpiarel asiento con su
mano, se sentó en el banquillo al lado de ella, dándole el dinero a la
encargada. La joven chica tomó el dinero y presionó algo detrás del estante
con su pie.

—Dispárenle sólo al blanco. No inclinen la pistola— En la parte superior


tienen el botón para disparar. El que logre llegar a la cima tiene derecho a
un premio— La chica dijo las indicaciones repetidas veces mientras pasaba a
lo largo de la fila tomando el dinero. —Cuando la campana suene, apunten al
centro de la boca del payaso. Buena suerte—

Brrringgg. Laura logró conseguir avanzar un poco mientras que aCrystal le


tomó algunos preciosos segundos corregir su puntería. Los coches subieron
por los tubos, el azul iba delante del rojo. Subieron alto y más altohasta que
la campana sonó otra vez. El globo numerado arriba del coche de Laura
parpadeabarápidamente, anunciándola como la ganadora.

—Felicidades— Crystal dijo mientras ella regresaba su pistola de agua de


nuevo a su lugar. La joven encargada bajó y se paró enfrente de Laura.

—Escoja cualquier cosa del estante de abajo—


El estante más bajo contenía trolls de plástico pequeños con un arco iris de
colores de pelo. —El verde—ella se decidió. Tomó su premio y lo guardó en
su pequeña mochila, Laura camino alejándose deljuego, Crystal caminaba a la
derecha de ella. —¿Que te gustaría hacer ahora?— Laura preguntó,
deteniéndose para terminarse la cerveza que ya se estaba poniendo tibia.

¿Te has paseado alguna vez en el barco pirata?— Laura preguntó, señalando
el enorme barco que se balanceaba como un péndulo.

—No—

—¿Quieres probar?

—No lo sé— Crystal se encogió de hombros y miró la cabina de boletos. —


¿Cuánto cuesta subirse allí?—

Laura enganchó su dedo bajo la pulsera plástica verde en la muñeca de la


joven mujer. —Nada. Todos los paseos son gratis con las pulseras—

—Oh— Crystal se le quedó mirando al enorme barco por un momento. —¿Tú


te has subido a eso antes?—

—Hace algunos años. Jenny y yo solíamos sentarnos hasta el final del barco.
Es más divertido de ese modo. Mira, la fila no es tan larga—

—No he probado algo así nunca, cuando yo estaba en quinto grado lo más
emocionante que hice fue ir a un paseo al campo— Ella continuó observando
el juego mecánico, escuchando los felices gritos de las personas que se
mecían en el largo barco, yendo en forma casi vertical antes de ir de
regreso a ochenta grados hacia la otra dirección.

—Es realmente muy seguro. Y divertido—Laura agrego. —Te diré algo.


Súbete conmigo al barco pirata y prometo subirme a cualquier juego que tú
elijas—

—¿ Podemos sentarnos a la mitad? En esa parte no toma demasiada altura—

—Si esa es la condición para subirte conmigo, está bien— Elbarco


continuaba meciéndose, aunque era más lento ahora y ya no iba a gran
altura, señalando el final del paseo. Mirando la fila, la escritora se dio
cuenta que si se apresuraban aun podrían lograr subirse en la siguiente
tanda. Extendió la mano y agarró la muñeca de Crystal. —Venga, será
divertido. Te obligaré a sentarte en uno de los extremos la próxima vez, ella
pensó para sus adentros mientras se colocaban al final de la fila.

Aun estaban demasiado atrás en la fila como para alcanzar a subirse en el


próximo paseo, cuando avanzo la fila quedaron justo al frente el juego
mecánico. Quedando demasiadocerca, el sonido de los motores y los gritos
de la gente era ensordecedor, haciendo imposible una conversación.
Decidiendo que el barandal estaba demasiado sucio para apoyarse, Laura
permaneció parada y dividió su tiempo entre observar el juego mecánico y
observar a Crystal. Le costaba trabajo imaginar a la mujer que fumaba con
deseo la marihuana, que bebía cerveza como si fuera agua, o la personalidad
tan áspera y dura, con la mujer que tenia parada justo delante de ella. De
pronto, pensó algo. Ella no ha estado en un lugar como ésta desde que
estaba en quinto grado. Ella tendría qué, ¿cerca de diez años más o menos?
Ella probablemente aun no podría probar con algo así. No me extrañaría que
se asustara. Tal vez deberíamos probar algo más fácil, como la rueda de la
fortuna (noria). Amablemente, Laura se aproximó al hombro del Crystal. —Si
prefieres probar algo diferente y regresar más tarde a este juego, está
bien—

—No, ya nos va a tocar en el siguiente turno. Mientras no me hagas sentar


hasta el extremo del barco, creo que estaré bien— A pesar de su aparente
valentía, las palabras de Crystal sonaban nerviosas. Sin pensarlo, Lauradio
suavemente unas palmadas en la espalda de su compañera.

—Estaré justo a un lado de ti. Prometo que será divertido—

El paseo se terminó y las personas regresaron. Después de una rápida


inspección alos asientos y las barras de seguridad, el asistente tiro su
cigarrillo al suelo y abrió la puerta de entrada. —Aseguren bien sus
pertenencias que traigan sueltas. Conserve sus manos y sus piernas dentro
del barco todo el tiempo— La línea se movió hacia adelante y las escaleras
se acomodaron en la zona de abordar. Laura siguió a Crystal hasta el asiento
más cercano justo en el centro del barco, fueron empujadas por los
adolescentes que intentaban llegar a los codiciados asientos traseros.
Crystal se metió primero, moviéndose hacia aun lado del acolchonado asiento
para hace un campo a Laura.

—No hay cinturones de seguridad—la rubia señaló nerviosa.


—No se necesitan— Laura señaló la barra de metal que estaba actualmente
enposición levantada. —Antes de que el paseo comience bajarán la barra.
Eso será suficiente para mantenernos en nuestros asientos—

Crystal estiró su brazo y tocó el grueso cojincillo negro que rodeaba la


barra de seguridad. —No estoy segura—

Laura se acercó aun más, sus caderas estaban casi tocándose. —Confía en
mí, esto será divertido—

—No soy una miedosa— dijo ella, cerrando el botón del bolsillo de su blusa
para mantener los cigarrillos en su sitio. —Cuando era pequeña me subí al
scrambler* y a la montaña rusa. Fue muy divertido—

—Bien ahora solo piensa lo divertido que será este gran paseo— la escritora
argumentó. Una serie de sonoros ruidos se escucharon cuando las barras de
seguridad fueron bajadas a su lugar. —Ah, aquí vamos. Es casi la hora—

—Oye, aun puedo moverme detrás de esta barra—Crystal dijo. —No me


sujeta lo suficiente—

—Se supone que así debe de ser. Laura alcanzó y palmeó su mano agarrada
fuertemente alrededor de la barra acolchada. —Disfrútalo Crystal. Confía
en mí, ¿Ok?—

—Confió en ti. En lo que no confió es en esto—

Pero ya era muy tarde para las protestas pues el barco entró en movimiento.
—Aquí vamos— Laura dijo, casualmente apoyando sus muñecas sobre la
barra de seguridad. El largo barco estaba suspendido por grandes vigas que
servían de soportea los extremos.

—Oh Dios— Crystal dijo mientras el barco empezaba a ganar velocidad,


atrás y hacia adelante incrementando el movimiento gradualmente. El viento
movía su pelo para atrás y de regreso, momentáneamente tapándole aLaura
la vista de la cara de su amiga.

—Espera, va a ir más alto— ella dijo con una sonrisa. En la siguiente mecida,
el largo barco subió aun más alto, causándoles cosquilleos en sus estómagos.
Crystal rió nerviosamente ante la nueva sensación, una sonrisa se estaba
formandoen su cara.

—Esto se siente chistoso—


—Yeah— Laura estuvo de acuerdo. —Levantemos nuestros brazos cuando
vaya de bajada—

—Por nada en la vida— la joven mujer dijo firmemente, intensificando su


agarre en la barra de seguridad.

—Wuss— La escritora levantó sus brazos al igual que muchos otros. —


Wheeee— ella gritó mientras descendían, bajándolos cuando iban en
ascenso. —Venga levanta los brazos, es divertido—

—Uh huh— Crystal dijo dudosamente, rehusándose a soltar su agarre. Pero


todavía una sonrisa estaba en su cara mientras se mecían devuelta y de
regreso. El barco tomaba una posición casi vertical antes de regresar abajo.

—Whee— gritaron al unísono. Uno de los adolescentes que había peleado por
ganar un asiento en la parte trasera se le olvido seguir las instrucciones del
asistente de conservar sus pertenencias seguras. Su gorra azul de béisbol
salió volando, revoloteando hasta el suelo. Crystal se rió de él ante el
frenético intento de querer atraparla y por la emoción de lagran velocidad
del paseo. Demasiado pronto para el gusto deLaura, el juego mecánico fue
desacelerando, el vaivén disminuyó, y pronto se encontraron quedándose
quietas en espera de que la barra de seguridad se levantara. Las compañeras
se separaron por un instante mientras salían del juego mecánico,
reuniéndose nuevamente al bajar. Las primeras palabras que salieron de la
boca de Crystal fueron—Eso fue divertido. ¿Lo podemos hacer nuevamente?

Laura no pudo contener su risa. —Te dije que lo disfrutarías una vez que lo
probaras—

—Oh cielos, no puedo creer lo rápido que va esa cosa— Crystal dijo, usando
sus dedos para colocar el pelo detrás de su oreja. —Es una suerte que no
hayamos comido nada aun—

—El barco pirata es un peligro para el estómago— Laura estuvo de acuerdo,


de manera similar colocando su pelo en su lugar. —Pero así es más divertido

—Oh sí. Hagámoslo nuevamente—

La vacilación inicial de ya tener veinticinco años de edad se esfumó,


reemplazada por un entusiasmo casi adolescente. Fueron de nuevo hacia el
juego mecánico, esta vez Laura duró un rato convenciéndola de sentarse un
par de asientos más hacia el extremo. Crystal todavía conservó sus manos
en la barra de seguridad pero eso no impidió que disfrutara del paseo.
Después de que decidieron pasar algo de tiempo caminando, iban mirando los
diferentes juegos mecánicosy algunos de habilidades.

—Ese se ve bastante fácil—Crystal dijo. —Todo lo quetienes que hacer es


derribar las botellas con una pelota de béisbol—

—El truco es que tienes que derribarlos completamente para poder ganar—
Aunque, eso aun parece bastante fácil, Laura pensó para sus adentros. Un
dólar porlanzar. Pues bien, supongo que no se pierde nada intentar. —
¿Quieres intentar un lanzamiento?—

—¿Yo? Diablos no—la joven mujer se burló. —No podría pegarle ni a un


enorme árbol. Tú eres la experta en lanzamientos—

Laura ya estaba abriendo el cierre de su mochila en busca de algunos


billetes. Una botella fue apilada encima de otras dos y le entregaron una
pelota. Ella puso atención a las instrucciones y levantó la pelota con su mano
izquierda. Su primer lanzamiento fue alto, derribando la botella de arriba
pero dejando las otras dos en su posición. Inmediatamente Laura sacó otro
billete. Puedo hacer esto. Las botellas fueron colocadas de nuevo.

—Venga, Laura. Tu puedes hacerlo—Crystal la animaba. El siguiente


lanzamiento golpeó las botellas pero sólodos rodaron al suelo. Los siguientes
dos lanzamientos resultaron ser igualmente infructíferos pero en el
quintosaltó con deleite cuando las tres botellas cayeron al suelo.

—Escoge, lo que sea del ultimo estante— el asistente dijo.

—Escógelo tú—Laura dijo a su compañera.

—Naw, tú eres quien lo ganó—

—En serio. Tú escógelo—

—Ok... —Crystal miro los diversos rechonchos osos. —El rojo—Media casi
treinta centímetros de altura, demasiado grande como para meterlo en la
mochila de Laura. —Lo cargare por ti— ella ofreció.

—¿Cargarlo por mí? No, Crystal. Es tuyo. Tú lo escogiste—

—¿Estas segura?—
—Segura— Ella extendió la mano y tomó el oso, comprobando que las
costurasno estuvieran rotas como tantos de los juguetes que había ganado
en otras ferias. Satisfecha de que no estuviera defectuoso, ella se lo
devolvió a Crystal. —Tendrás que ganar algo para mi más tarde—

—¿Que tal si te invito otra cerveza en lugar de eso? Te lo dije, no traigo


mucho dinero—

—Te diré que. Compraré esta ronda y tú escoge el siguiente juego— Una
cerveza más no me hará daño. Vamos a andar por aquí por algunas horas más
todavía. Caminaron hacia la carreta de cerveza. —¿De cual quieres?—

—Millar, si tienen—

—¿Fue de la que tomamos la última vez?—

—Sí—

—Esa está bien—Laura volteó hacia el hombre. —Dos Millers—

Continuaron caminando, pasando por el puesto de algodones de azúcar y el


de palomitas de maíz. El sol ya comenzaba a ponerse enviando resplandores
con una variedad de colores. —¡Oh, mira eso!— Crystal dijo emocionada,
señalando hacia una carpa donde se jugaban juegos de mesa. —Apuesto a
que tienen el juego de blackjack—

—¿Tienen juegos de azar en una feria?—

—Si, mira. Hay un juego de dados. Vamos a mirar—

A Laura no le quedó más remedio que seguir a Crystal, rápidamente cruzó la


distancia y entró a la carpa. Ciertamente el lugar eraun mini casino, con
blackjack, póker,dados, y diversos juegos de azar. Crystal colocó su cerveza
en la mesa cubierta de fieltro y jalo una silla. —Soy muy buena en el
blackjack— ella dijo. Laura observó como sacaba dos dólares de su bolsillo y
los colocaba sobre la mesa. —Estoy dentro— Crystal dijo al repartidor. Él
vestía de una manera típica, camisa blanca con chaleco negro, una visera
plástica verde en su cabeza. Él inclinó la cabeza y miró a Laura
interrogativamente.

Dándose cuenta de que ella tendría que jugar para poder


permanecersentada a un lado de Crystal,Laura saco dos dólares y de igual
manera los coloco sobre la mesa. Se recargó lentamente y dijo a su
compañera—Vas a tener que ayudarme con esto—

—No hay problema— Crystal dijo, tomando su cerveza. —Paty y yo solíamos


jugar este juegotodo el tiempo— El repartidor rápidamente distribuyó la
baraja dando a Crystal dos Jacks y a Laura un siete y un cuatro. El
repartidor mostró un siete,la otra carta estaba boca abajo sobre el tapete.
—Oh— la rubia dijo emocionada. —Dobla la apuesta—

—¿Qué?—

—Pon dos dólares más. Tienes la oportunidad de que la otra carta sea un
cuatro y ganaras—

—Y si no, habré perdido cuatro dólares—

—Ganarás, confía en mí— Crystal miró al repartidor. —Me quedaré—

Una hora más tarde la necesidad de otra cerveza y de relajarse hizo decidir
a Crystal que era suficiente. Laura también compró otra cerveza. —¿Y
cuánto lograste ganar?— Le preguntó señalando hacia la carpa de juegos.

—Gané casi cuarenta dólares— Crystal le dijo felizmente, palmeándose el


bolsillo del lado derecho.

—Creo que yo sólo me gané como treinta dólares. No lo hice tan bien como
tú—Ya había oscurecido afuera, las luces de la feria iluminaban todo
alrededor. —Me está dando hambre. ¿Crees que vendan algo de comida
saludable por aquí?—

—No a menos que consideres un perro caliente saludable— Crystal bromeó,


señalando hacia varios puestos de comida, donde varias mesas estaban
colocadas en semicírculo. —veamos que encontramos para comer—

Laura no confiabaen nada que llevara mayonesa después de un día bastante


caluroso y tampocoen cualquier cosa que estuviera freída en aceite. Crystal
felizmente ordenó para ella un queso hamburguesa y papas fritas junto con
otra cerveza. Esperando que no fuera demasiado grasosa, la escritora se
decidió por una rebanada de pizza y una botella de agua. Siguió a su
compañera hacia una mesa plástica blanca. —Espera—— ella dijo, colocando
su plato y su agua en una mesa cercana. —Déjeme darle una limpiada a esto

—Ah, tan solo son algunas migajas—Crystal dijo, limpiando con la mano su
lado.

—Hay salsa de tomate y algo pegajoso también—Laura dijo, usando un


chorrito de su agua para humedecer una servilleta. —sólo tomará un minuto
— Laura le pasó una servilleta a toda la parte superior y a los lados de la
mesa antes de mover su silla y darle una buena limpiada también. Crystal ya
se había sentado y ya iba a la mitad de su hamburguesa cuándo Laura
decidió que ya estaba lo suficientemente limpio para poner su comida.

—Te preocupas de las cosas más de lo debido— Crystal se quejó con cierta
naturalidad. —Un asiento sucio no te matará. ¿Quévas a hacer cuando te
den ganas de ir?Aquí solo hay baños portátiles ¿Te pondrás en cuclillas?—

—Definitivamente— Laura se estremecióvisiblemente ante el pensamiento


de tener que usar un baño maloliente. Ella limpió con una servilleta la parte
superior de su queso, absorbiendo el aceite excedente. —¿cómo esta la
hamburguesa?—

—Buena. Deberías probar las papas fritas con chile. Es algo fuera de este
mundo— La sonrisa que había estadopresente alo largo de todala tarde aun
estaba allí entre mordiscos.

Laura se sonrió y subió la rebanada a sus labios. No tenía la menor duda de


que Crystal estaba teniendo una de las mejores noches de su vida en mucho
tiempo, si es que alguna vez había tenido alguna. Aun el haber tenido que
respirar elhumo del cigarrillo mientras jugaba blackjack valió la pena.
Pensando sobre eldinero en su cartera, sonrió dándose cuenta que ella
también se había divertido mucho, más de lo usual. El entusiasmo de Crystal
la contagiaba completamente, explicando porque se pasó cerca de una hora
apostando en los juegos de azar, algo que su padre bautista habría visto
como un pecado y que era estrictamente prohibido. Lo más cercano que
recordaba es haber jugado por patatas fritas con Jenny y los chicos.

—Hey, ¿estás escuchándome?—Crystal preguntó, chasqueando sus dedos


ante la divagación de Laura.

—Oh, lo siento—

—Dije quedeberías probar las papas fritas con chile— Ella empujó el plato
hacia el otro lado de la mesa. —Venga, vive peligrosamente—

—No, de verdad. No creo… —


—Yo tampoco creí que podría subirme a ese barco pirata pero lo hice. Una
papa enchilada no te matará—

—Ok, es lo justo. Laura encajó el tenedor en una papa con chile y comió un
bocado. —Oh, esto esta picante—ella habló entre dientes con la comida en
la boca mientras alcanzaba el agua.

—Yeah, eso es lo que lo hace tan bueno— Crystal dijo. —La cerveza surte
mejor efecto que el agua—

—Prefiero el agua, gracias—ella contestó, reduciendo drásticamente


mediabotella en un intento para enfriar el infierno que estaba sintiendo en
su lengua. —¿Y, qué quieres hacer después de esto?—

—Podemos volver a la carpa de los juegos— Crystal se reclinó en su silla,


descansando su tobillo en su rodilla opuesta. —¿No tendrás un broche para
el pelo entre tus cosas?— Ella preguntó, señalando la mochila.

—No pero creo que lo vi por alguna parte— Ella se incorporó y miró
alrededor. —Creo que vi uno entre los premios de las máquinas con manivela

—¿En serio?— Crystal pasó sus dedos por su pelo que le llegaba casi al
hombro y lo sacudió un poco. —debería haber traído uno—

—Esos juegos son un desperdicio de dinero. Se requiere un milagro para


ganar—

—Pues bien, tengo algunas monedas, estoy dispuesta a hacer elintento si eso
significa conservar mi pelo fuera de la parte trasera de mi cuello—

Laura le pasóuna servilleta. —Mejor asegúrate de mantener esa herida


limpia—

—Gracias. No me ha estado doliendo y me olvidé por completo—

No has tenido tiempo de pensar en esas cosas malas hoy, ¿no es así? —¡Oh!
— Ellaabrió su mochila. —Sabes que…tengo... — moviendo las
cosas,finalmente localizó lo queandaba buscando. —Aquí esta— Ella sacó una
banda elástica negra y la sostuvo en lo alto para que Crystal la viera. —No
estaba pensando cuando me preguntaste por un broche para el pelo. He
tenido esta diadema conmigo todo el tiempo—
La rubia agarró rápidamente la diadema. —Sí, es perfecta—

—¿Necesitas ayuda?—

—Naw, está bien. Lo puedo hacer— Retorciendo la banda por la mitad,


Crystal recogió su pelo y lo sujetó en una pequeña cola de caballo, dejando el
aire refrescante pasar por la parte trasera de su cuello. —Oh, eso está
mucho mejor. Ella redujo drásticamente su cerveza y colocó el vaso vacío
sobre su plato. —¿Estás lista?—

—¿Lista para qué? Aun no me dices que es lo que quieres hacer y ni se te


ocurra en sugerir ir a la carpa de juegos otra vez—

—¿Está bien, qué tal otro paseo?—

—Seguro— Laura se levanto y recogió la basura de la mesa. —¿A cuál?—

—¿Qué tal las tazas de té? A menos que te mareé dar vueltas—

—¿ Yo? Eres tú quién me preocupa. No quiero ver esa queso hamburguesa


otra vez—

—Oh, por favor— Crystal rió con fuerza. —Después de todo este vicio de la
bebida, no creo que un inocente juego para niños o algo como las tazas de té
debería preocuparme—

—No lo sé. Te he visto después de una de esas parrandas, ¿recuerdas?—


Laura le sonrió a Crystal mientras esta cubría su cara con sus manos. —No
te preocupes por eso. Estoy segura de que estarás bien—

El juego mecánico detazas de té era un grupo de doce tazas con ruedas. En


la mitad de lastazas de té estaba una rueda que los pasajeros podían usar
para hacerse girar ellos mismos.No había una fila tan larga para este juego,
dándoles la oportunidad de tomar una taza sólo para ellas dos. Sentándose
una enfrente de la otra, esperaron impacientemente para que el paseo
comenzara.Crystal colocó al robusto oso rojoentre ella y el asiento,
esperando que no saliera volando una vez que el paseo comenzara. —Sabes—
Laura comenzó, —Si ambas comenzamos a tirar fuertemente de la rueda,
apuesto a que podemos comenzar a dar vueltas—

—Si tú giras yo giro— Crystal contestó, situando en lo alto de la rueda sus


manos. Al estar frente a frente, Laura tuvo que recorrer un poco los brazos
de su compañera para poder colocar sus manos. —¿la giramos al sentido de
las manecillas del reloj o al contrario?—

—Contrarreloj—

—Ok— Empezó despacio y requirió un poco de esfuerzo pero pronto


mantuvieron un constante ritmo y la taza de té comenzó a dar vueltas en
círculos, haciendo que todo se viera como manchas de luz y color. Con un
movimiento fuerte el juego comenzó a girar. La velocidad que fueron
capaces de generar no era para nada igual de veloz que el mismo juego. En
menos de un minuto estaban girandoen círculos, la fuerza provocó a
Crystalperder el agarre de la rueda. Se dejó recargar contra el cabecero
acolchonado y rió nerviosamente. Laura dejó de girar la rueda y se relajó
igualmente, cerrando los ojos y sintiendo el movimiento giratorio con todo
su cuerpo.

—Esto es tan bueno como la marihuana— Crystal dijo sin pensar. —Quiero
decir... bueno... —

Con los ojos aun cerrados, Laura sonrió. —Sé lo que quieres decir—

—Es divertido de esta manera también, sólo que es diferente—

—Estoy segura que lo es— ella dijo, abriendo los ojos y tratando de alcanzar
la rueda. —Veamos si podemos hacer que gire más rápido— Poniendo sus
manos en posición,siguió la velocidad actual mientras esperaba que Crystal le
ayudara. Juntas comenzaron a deslizar la rueda entre los dedos hasta que el
juego comenzó a bajar la velocidad. Trabajando hombro a hombro como un
equipo, sacudieron con fuerza la rueda, enviando la taza de té en otro giro
acelerado. Sus manos constantemente se enmarañaban, ambas atacadas de
la risa. Ambas sonreían y reían nerviosamente como si fueran colegialas, no
había necesidad de hablar y pedir explicaciones. —Más rápido— Laura
animó.

—¡Sí, más rápido!— Crystalestuvo de acuerdo, adquiriendo gran velocidad


por sus tirones a la rueda. En un momento ambas tuvieron que reclinarse y
cerrar sus ojos, el paseo y su propia velocidad hacía que todo girara con una
increíble intensidad.

—Oh cielos, esto podría ser demasiado rápido— Crystal gimió, apoyando su
mano sobre su estomago.
Oh no, no te atrevas a vomitar ahora. Deslizándose a través del asiento,
Laura se colocó al lado de ella. —¿Te duele o sientes nauseas?—

—duele—

—Tengo una idea. Colocándose entre Crystal y el asiento, ella usó sus dedos
para golpear rítmicamente la espalda de la joven mujer. —Intenta eructar—
Un giro rápido la envió con fuerza contra el asiento pero eso resolvió el
problema. Crystal dejó salir un eructo bastante impropio para una dama.

—Lo siento—

—Está bien. Es probablemente por toda esa cerveza— Sintiendo que el


juego bajaba la velocidad, Laura se deslizó de regreso hacia su lado del
asiento.

—Hablando de necesidades— Crystal dijo, enderezándoseen su asiento. —


Será mejor que busquemos los baños después de esto—

—Buena idea— Laura estuvo de acuerdo, sintiendo su propia vejiga


protestar. Cuando el juego paró ella cortésmente sujetó la rueda con sus
manos para evitar quela taza se moviera mientrasCrystal recogía el
rechoncho osoy salíafuera. El asistente sostuvo la taza por Laura,
libremente mirándolo de arriba a abajo. Tuvo lagran tentación de hacerle un
comentario al grasiento asistente pero decidió no hacerlo, esperando
alejarse lo más pronto posible del cuerpo maloliente.

Crystal la estaba esperando fuera del área del juego. —Creo que están por
aquí— ella dijo, refiriéndose a los inodoros portátiles. Caminaron más alláde
los juegos y cabinas de juegos,topándose con una pequeña pendiente donde
se observaban las siluetas de los inodoros. Mientras se acercaban, el sonido
de hombres riendo llegó hasta ellas. Laura hechó una mirada y vio los
contornos oscuros de tiendas de campaña y los campamentos de los
trabajadores de la feria. Tal vez fue el clima o el miedo lo que hizo a Crystal
moverse más cerca de ella, Laura no lo sabía con seguridad. —Um, ¿quieres
que nos turnemos y nos hagamos guardia una a la otra?—Ella preguntó.

—Oh, si eso sería una buena idea— Crystal contestó quedamente, sus ojos
mirando haciala oscuridad por cualquier movimiento. Decidiendo que la
segunda suposición era la razón de surepentino acercamiento, Laura estaba
contenta de que su amiga aceptara su oferta. Después de percibir el olor a
marihuana y de otra cosa que no podía identificar, Laura estaba segura de
que ella tampoco quería quedarse sola.
La ida a los inodoros afortunadamente pasó sin incidentes, ambas mujeres
hicieron lo que tenían que hacer y rápidamente regresaron al corazón de la
feria. Poco antes deque llegaran al centro de ésta, Crystal levantó su brazo
y colocó su mano en el antebrazo de Laura, deteniéndola. —Um... —La luz
cercana iluminó esa área en particular, apenas lo suficientementepara verla
cara de Crystal.—Um... —La rubia intento de nuevo.—Gracias por lo de hace
un momento. Sé que lo hiciste por mí— Ella miró alrededor, aun nerviosa de
las sombras en la oscuridad.

—Hey... — Laura levantó su mano, tomó la barbilla de la stripper y ladeo su


cabeza a manera que sus ojos se encontraran. —Sé que te da miedo estar en
la oscuridad—

Crystal inclinó la cabeza y comenzó lentamente caminar de regreso a la


feria, Laura rápidamente cogiendo el paso al lado de ella. —Pero me estoy
divirtiendo— la joven dijo firmemente. —No voy apermitir que esto me
asuste— Ella le dio a Laura un codazo juguetón. —Venga, vamos a encontrar
un juego donde te pueda patear el trasero y ganar un premio para ti—
Crystal sostuvo en lo alto el osito de peluche para mostrárselo. —Tal
vezpueda ganar uno más grande que este—

Laura contuvo una protesta. Seguramente ella podría encontrar un espacio


en su recámara para el animal si Crystal quería ganar un premio para ella. —
Seguro, suena divertido. Vayamos a ver que juegos tienen los mejores
premios—

Mientras buscaban el oso de peluche más grande en la feria, se detuvieron


para que Crystal comprara otra cerveza y una botella de agua. Mientras
esperaba, Laura dejó a sus ojos vagar por los alrededores, captando los
sonidos y formas de la feria anual. Había personas de todas las edades,niños
pequeños siendo llevados por sus padres, parejas de viejitos esforzándose
por no ser atropellados por los adolescentes. Un centelleo brillante atrapó
la atención de Laura moviéndose más cerca de la fuente.

Perfecto, ella pensó cuándo vioel brillante símbolo. El colgante de cristal. Lo


que había provocado su atención fueron varios cristales que colgaban de una
cuerda plástica delgada. Eran del tamaño perfecto para colocarlo en su
espejo retrovisor y eso había sido algo que Laura siempre había querido
comprar pero nunca antes había encontrado uno de este tipo. Ella estudió de
que trataba el juego, intentando resolver el truco para ganar.
Desafortunadamente no había realmente alguna manera fácil de ganar. Era
una mesa plana grande situada a la mitad de la cabina. Varios recipientes
estaban colocados pegados unos con otros, cada recipiente de diferente
color. El área del juego estaba cercada con una soga y una apenas inflada
pelota para ser usada. Los posibles ganadores eran aquellosque colocaban su
dinero al color que apostaran logrando obtener así el premio
correspondiente. Laura rápidamente hizo las matemáticas. Había muchos
recipientes cafés, seguidos por rojos, verdes, amarillos, y negros. El
recipiente plateado era el que sobresalía y era allí donde la pelota tenía que
aterrizar para poder ganar el colgante de cristales. De otra manera el
jugador se ganaría un regalo que correspondiera con el color donde
aterrizara la pelota. No hay duda deque son cristales de verdady no de
plástico corriente, ella pensó para sus adentros mientrasle dabala espalda a
la cabina. Laura dio sólo un paso antes de encontrarse cara a cara con
Crystal.

—Aquí no tienen ositos de peluche—, Crystal dijo, mirando la cabina de


donde venia Laura.

—Estaba viendo los colgantes de cristales pero es imposible ganar. Venga,


vamos a seguir buscando—

—No, espera un minuto— Crystal caminó hacia la cabina y se apoyó contra el


riel, observando y aprendiendo cómo se jugaba el juego. Metiendo la mano
en el bolsillo, saco un cuarto de dólar apostando al color plateado. El
asistente continuaballamando a personas para que seintegraran al grupo y se
ganaran un premio pero cuando ya ningún otro se aproximó, él se vio obligado
a darle la pelota a ella. —Échala adentro del hoyo. Si tu dinero está en el
color al que le atines, ganaras el premio que corresponda a ese color—

Crystal tiró la pelota, frunció el ceño cuando aterrizó en un recipiente café.


Laura puso su mano en el hombro de la rubia. —Vamos, encontraremos alguna
otra cosa parajugar—

—¿Qué harías si me lo ganara?—

—Siempre he pensado que sería agradable tener un colgante para mi espejo


retrovisor—, Laura dijo, regresando su mano a su costado. —Pero no puedes
ganar este. Es un truco. Hay sólo un recipiente plateado en toda la mesa y
esta justo en la esquina. Eso es imposible de conseguir— El asistente
escuchó sin intención la queja de la morena mujer y bufó, ajustando los
recipientes para otro juego.
—¿Ustedva a seguir jugando o a seguir intentando ahuyentar a mis clientes?
— El asistente se quejó.

—¿Realmente lo colgarías en tu espejo retrovisor si lo gano? Crystal


preguntó, colocando otro cuarto de dólar sobre el color plateado.

—Por supuesto que lo haría. ¿Por qué supones que no lo haría?—

—No lo sé. Usualmente las personas allí cuelgan cosas que son importantes
para ellos, como borlas de graduación o cosas como esas. De un amigo o algo
— Dándose cuenta de cómo sonó, Crystal tomó la pelota y la lanzó en el hoyo
antes de sacar sus cigarrillos del bolsillo y encender uno.

—Exactamente porque lo pondría allí—Laura dijo quedamente. —Siempre


exhibo los regalos que me dan mis amigos—Ella devolvió la sonrisa que vio en
la cara de Crystal. Esto va a tomar tiempo, ella pensó para sus adentros,
convencida que la linda rubia gastaríahasta su último dólar para ganarse un
colgante.

No fue solo un dólar, fueron diez dólares y tres cervezas más tarde antes
de que Crystal finalmente hiciera que cayera la pelota en el recipiente
plateado. —¡ Bien!— Ella gritó antes de ser absorbida en un abrazo de oso
de Laura.

—¡Lohiciste!—La escritora dijo excitada mientras daba un paso atrás. El


asistente, habiendo obtenido más dinero del que había esperado, sonrió
también y recogió la percha de los colgantes para que la mujer morena
escogiera uno. Laura escogió un octogonal multifacético con un diseño de
copos de nieve. —Oh, es muy bonito— ella susurró, levantándolo haciala luz y
moviéndolo en varias direcciones para ver el arco iris de colores que se
reflejaban en todas direcciones. No queriendo meterlo en su
mochila,comprobó lo largo del nailon adjunto y lo colgó alrededor de su
cuello. Crystal simplemente se apoyó contra la cabina y sonrió, terminando lo
último de su cerveza.

—Me alegro que te haya gustado—ella dijo, peleando contraun bostezo.

—Me gusta, muchísimo— Laura le aseguró, señalando con el dedo el colgante.


—Gracias—

—No fue nada. ¿Qué quieres hacer ahora?—


Habiendo visto el bostezo reprimido, Laura decidió que ya era hora de dar
fin al paseo. Eran ya después de las nueve y ella todavía tenia que intentar
escribir algo. —¿Por qué no vamos a uno o dos juegos mas y después nos
retiramos? Aun tenemos algo de lo que ganamos en el blackjack—

—Si creo que ya es tarde— Crystal dijo. —Pero demos algunos paseos
primero—

—Seguro. Tú escoge, y nos pondremos en camino, — Laura estuvo de


acuerdo.

Una enorme sonrisa cruzó la cara de la stripper. —Tejuego unas carreras


hasta el barco pirata—

—¿Y nos sentaremos hasta el extremoesta vez?— Laura preguntó


esperanzadamente.

—¿Qué te parece a la mitad entre el centro y el extremo esta vez? Y para


la próxima veznos sentamos en la parte extrema—

—Hecho—dijo ella, siguiendo a Crystal a través dela feria hacia el barco


pirata.

NOTAS:

Bola: Lanzamiento que hace la pitcher de manera errónea, y que no cuenta


como strike.

Miller: Marca de cerveza reconocida en Estados Unidos.

Scrambler: Juego mecánico.

PARTE SEXTA

Crystal sonrió frente al estacionamiento del edificio. Una mirada rápida a su


reloj de pulsera le indicó que tenía menos de cinco minutos para
estacionarse y llegar hasta el consultorio de Jenny para su sesión. Después
de aparcar el coche, cruzó a través de la puerta giratoria del edificio.

—Buenos días, Señorita Sheridan— Catherine dijo, mirando en la libreta de


citas de Crystal—La Señorita Foster la atenderá en un momento—

Ella asintió y dio un leve gruñido de aceptación antes de tomar asiento en


una de las sillas cercanas a la pared. Necesito más café, pensó para sus
adentros, deseando haber dormido otros veinte minutos esta mañana. Por
supuesto que tenía que aceptar una cita temprano debido a la regla de
Jenny de no beber o fumar marihuana antes de la sesión. Supongo que no
puedo quejarme. Ante el sonido de una puerta abriéndose, levantó la mirada
y vio a Jenny.

—Buenos días, Crystal. ¿Comenzamos?—

—Siéntate donde quieras— dijo Jenny mientras cerraba la puerta detrás de


ellas. Las elecciones de Crystal eran las mismas de la cita anterior, el sofá,
la silla o las bolsas acojinadas. Sin pensarlo, escogió la silla, recogiendo sus
piernas debajo de ella en el cojín grueso de piel—¿Y cómo estás esta
mañana?— La terapeuta preguntó mientras tomaba asiento en el sofá, con
un portapapeles en su regazo.

—Bien—, Crystal limpió sus manos sudorosas sobre sus piernas, sorprendida
por el aumento de temperatura de su cuerpo. Era un sentimiento que ella no
había experimentado desde que una vez fue llevada a la oficina del director
en la escuela secundaria—Sólo necesito un poco de café, supongo—

—Adelante, toma el que quieras. Hay una cafetera sobre la mesa justo en
aquella esquina— Dijo Jenny—Si lo prefieres, puedes traer una taza grande
sólo para tu uso—

—Naw, gracias de cualquier manera, Doc— Se puso de pie y camino hasta la


máquina de café tomando un vaso blanco de unicel—No estoy acostumbrada
a usar mucho las tazas. Además, la mayor parte de las que tenía, se
quemaron en el incendio—

—No tiene nada de malo tener una taza favorita para el café, Crystal. Algo
especial para ti. ¿Tuviste alguna cosa especial cuando eras niña?—

Crystal dejó de echar crema a su café y miro abajo viendo como se


mezclaba el café de moca con la crema—No tuve nada especial cuando era
niña, Doc. Solo tuve a Paty— Lanzando el agitador plástico a la basura, volvió
a su silla y miró a su amiga/terapeuta—¿Es por eso que estoy tan
jodidamente mal? ¿Porque jamás tuve una taza especial para mí?—

—Preferiría que no pensaras en ti misma como si fueras un objeto dañado,


Crystal— Jenny amonesto amablemente—Hablando de daño. Hablemos sobre
esa horrible herida en tu cara—

—Te dije el Sábado en el juego que no fue nada—


—Y creo que te dije lo que pensaba de esa respuesta. No evites las
responsabilidades, Crystal, ¿recuerdas? Así que dime quién te golpeó y por
qué—

—Fue un estúpido universitario que alardeaba con sus amigos. Él quiso algo
más que sólo mirar y cuando intenté escaparme él me golpeó—

—¿Cómo te hizo sentir eso?—

Oh genial. Aquí vamos con las preguntas escabrosas—¿Cómo piensas que me


hizo sentir?— Contestó ella, cruzando sus brazos sobre el pecho y clavando
los ojos en los diplomas de la pared. Estaban demasiado alejados como para
poder leerlos pero era mejor que estar mirando a Jenny a los ojos.

—Preferiría que me lo dijeras en lugar de intentar adivinar— Jenny


argumentó—Hagamos la pregunta aun más fácil. Olvídate de ese incidente.
¿Cómo te hace sentir el desnudarte en general?—

Ella se encogió de hombros—Es un trabajo—

—Así como lo es ser terapeuta—

Crystal captó un movimiento por el rabillo de su ojo y giró su cabeza para


ver a la mujer castaña escribir algo—¿Qué?—

—¿Hmm?—

—¿Qué estas escribiendo?

—Sólo escribo una nota, Crystal. Hay muchas cosas que se hablan a veces y
hago notas para recordar algún tema en particular—

—¿Y qué es lo que escribes?— Ella se sorprendió cuando la terapeuta le


entregó el portapapeles.

—Mira por ti misma. No hay nada allí que sea un secreto para ti, — dijo
Jenny—Todo lo escrito allí es solo para ayudarte, y no para lastimarte—

Crystal tomó el portapapeles y miró el papel sobresaliente. Una línea


mostraba la fecha de hoy y varias palabras escritas con letra no muy claras
por la escritura a mano de Jenny. Ella se encogió de miedo por una palabra
rodeada con tinta azul. El cuaderno de apuntes—Um, yo uh…olvidé lo del
cuaderno de apuntes. No voy mucho a la tienda—
—Esto no va a funcionar— dijo Jenny mientras se levantaba del sofá y se
dirigía a su escritorio—No puedo trabajar así. Tienes que querer cambiar lo
suficiente como para hacer las cosas que necesitas hacer— Ella abrió una
gaveta y sacó un cuaderno de apuntes—Toma. Tráelo cada vez que vengas.
No tienes que mostrarme lo que escribes si no quieres pero espero que
escribas diario en él—

Tomando el cuaderno de apuntes, Crystal lo abrió y pasó algunas páginas. No


había nada escrito solo eran hojas blancas con delgadas líneas azules—Yo…
no soy buena escribiendo— Cerró el cuaderno y lo colocó al lado del café.

—Piensa que es como un diario—

—Los diarios son estúpidos. ¿Por qué escribir todos tus secretos justo para
que alguien pueda descubrirlos?—

—¿Es a lo que le temes? Jenny regresó a su posición casual en el sofá—


¿Que alguien pueda usar tus palabras contra ti?—

—Ni siquiera sabría sobre que escribir—

—Escribe acerca de cualquier cosa que te venga a la mente de la manera que


quieras. Puede ser poesía, prosa, una carta para un viejo amigo, cualquier
cosa—

—Yeah, bien— dijo ella, resignada garabateando algo en el cuaderno.


Sintiendo una pausa en la conversación, levantó la taza de café y bebió un
sorbo.

—¿Estás cómoda?—, preguntó Jenny. Crystal colocó sobre el suelo la taza y


cruzó sus brazos antes de asentir con la cabeza—Bien— la terapeuta
continuó—¿Has estado leyendo tus meditaciones matutinas?— Otra
inclinación de cabeza—El tema de hoy es acerca de saber de donde viene la
culpa—

Uh oh. Crystal se tensó, cruzando sus piernas al estilo indio. El sentimiento


de estar en la oficina del director regreso con fuerza renovada—Sé de
donde viene la culpa— dijo ella suavemente, fijando de nuevo su mirada a los
diplomas de la pared.

—¿De dónde?—

—De él—
—Dime su nombre—

—Él. El inútil marido de mi madre—

—Tu padre—

Crystal gruñó y tomó una aspiración profunda.

—¿Cómo lo llamabas?

—¿Te refieres aparte de llamarlo hijo de puta?— Ella cambió de posición


otra vez, deseando tener permiso de fumar en la oficina de la terapeuta.

—Aparte de eso— Jenny dijo con una sonrisa ya conocida.

—Le llamábamos...— Le tomó algo de esfuerzo decir las palabras—...Papi—


Crystal no hizo el menor esfuerzo para ocultar el veneno en su voz—Él no
merecía que lo llamáramos así. Odio al bastardo—

—¿Por qué?—

—Tú sabes por qué. Te dije que nos lastimó a Paty y a mí —

—Hay muchas formas de lastimar a alguien, Crystal. ¿Qué hizo él?—

Su pie se contrajo nerviosamente—No lo sé, de todo, creo—

—Tú lo sabes bien. No acepto un no lo sé—

Crystal se giró y miró a la terapeuta—Él nos pegaba— dijo coléricamente—


Él pensaba que por ser nuestro padre le daba el maldito derecho de
pegarnos cada vez que se le antojaba. ¿Eso es suficiente?— Ella regresó la
mirada hacia los diplomas, esperando la reacción por su despliegue
emocional.

—Tú dímelo— Jenny dijo serenamente—¿Tus pesadillas son sobre tu padre


golpeándote a ti y a Paty?—

—Son sobre un montón de cosas— ella se encogió de hombros, su cólera


disminuyó algo por el tono suave de la terapeuta—Algunas veces—

—¿Sobre qué son tus pesadillas la mayoría de las veces?—


Comenzó a mover el pie nerviosamente—Diferentes cosas— Sólo dilo, una
pequeña voz gritaba en su cabeza. Vamos. Dile como el solía meterse dentro
de tu cama por las noches. Cuéntale la pequeña sucia niña que eras. La
respiración del Crystal aumentó, las grandes paredes de la oficina parecían
cerrarse hacia ella—Y-yo tengo que irme— dijo repentinamente,
levantándose de su silla.

—Crystal, espera— Jenny se levantoó igualmente, el portapapeles cayó al


suelo desde el sofá.

—No, me tengo que ir—

—Puedes terminar una sesión en el momento que tú quieras pero no quiero


que salgas huyendo sólo por que tienes miedo de afrontar los sentimientos
que surgen de pronto— Ella alcanzó a Crystal y recogió el cuaderno de
apuntes—Recuerda que cualquier cosa que digas en esta habitación,
cualquier cosa que escribas en este cuaderno, se queda aquí. Nadie va a
usarlo en tu contra o juzgarte por eso— Dando el cuaderno de apuntes a
Crystal, ella agregó —además, tengo el presentimiento de que tú ya te
juzgas lo suficiente por eso—

Mientras las paredes parecían dejar de acercarse, la joven aun se encontró


incapaz de mirar de frente a Jenny, escogiendo en lugar de eso mirar la
cobertura blanca y negra del cuaderno de apuntes—¿eso crees, huh Doc?
——

—Yeah, eso creo— Jenny dijo suavemente. Crystal intentó no sobresaltarse


cuando sintió la suave presión de la mano de la terapeuta presionando su
hombro—Vamos a trabajar en eso— Soltando el agarre, Jenny dio un paso
hacia atrás—Muy bien, puedo ver al conejo atrapado mirar a través de tus
ojos. Lee tus meditaciones, escribe en tu cuaderno de apuntes, y lo más
importante de todo, haz algo agradable por ti misma cada día—

Crystal comenzó a rodar sus ojos. Oh si, hacer algo agradable por mi cada
día. Sigue viviendo en las nubes, Doc. Para Jenny ella dijo —Yeah, Ok Doc.
Te veré la semana próxima—

***

¡Screeeech! Crystal presionó ambos pies en el pedal del freno para evitar
golpear por detrás al camión delante de ella. Un segundo más tarde se dio
cuenta de la razón por la que paró en seco, había un enorme
congestionamiento—Oh, odio conducir en el centro— dijo en voz alta. Al
Omni no le funcionaba el aire acondicionado, algo muy necesario para el
caluroso mes de Julio, obligándola a dejar las ventanillas abajo con la
esperanza de alguna brisa pasajera. Rodeada por varios grandes edificios,
esa esperanza rápidamente se desvaneció.

A medida que avanzaba a la siguiente cuadra vio un espacio libre para


estacionarse, el primero en diez minutos. Crystal tomó un paño para secarse
el sudor de la cara—Ah demonios— Rodeado por hierba pulcramente cortada
estaba una bomba para incendios, revelando el por que ese espacio estaba
desocupado. Decidiendo correr el riesgo, aceleró con fuerza el coche y se
estacionó en el espacio. Estirándose en el asiento, subió las ventanillas
dejando un espacio pequeño abierto, esperando que fuera suficiente para
prevenir que el interior del coche se convirtiera en un sauna.

Un gran letrero situado junto con una larga cadena rodeando el edificio
anunciaba que era otro proyecto de construcción de M. Swenson. Ahora el
problema será encontrar a Michael, ella pensó abriendo el portón y entrando
al área de la construcción. Los montones de escombros estaban en todos
lados, pulcramente organizados según el tipo de material. Observó a los
trabajadores moviéndose de un lado a otro, acarreando pedazos de madera
quemada y retorcidos metales. Él debe estar dentro en alguna parte—
Disculpe señorita, esta es un área peligrosa. No puede andar caminando de
un lado para otro sin un casco—

Ella giro y vio a un hombre alto llevando puesto un casco amarillo de


protección que caminaba hacia ella—Señorita, estamos tirando cosas por las
ventanas y desde el techo. Usted no debería estar aquí—

—Ando buscando a Michael Swenson—

—Él está dentro pero usted no puede entrar sin un casco de protección— Él
señaló una bóveda dentro del edificio—Espere allí. Para que no corra el
riesgo de que algo pueda caer sobre usted. En un momento regreso— Él salió
corriendo del edificio, regresando momentos más tarde con un casco
protector en su mano—Tenga. La oficina de Michael está en la parte de
atrás. Vaya hacia abajo y doble a la derecha. No está difícil de llegar—

—Gracias—

Michael estaba hablando por teléfono cuando ella entró—Espera un minuto,


Peter, ¿Ok?— Él colocó el teléfono en su pecho—Hey, Hola Señorita
Sheridan. Estaré en un momento con usted— Regreso el teléfono a su oreja
—¿Peter? Te llamo luego. Alguien acaba de llegar. Ok, bien. Bye— Colocando
el teléfono en su lugar, el enorme hombre rubio sonrió y rodeó el escritorio
—¿Cómo estás?—

—Muy bien gracias y por favor llámame Crystal—

—Bien, y dime ¿qué te trae por aquí?—

—Mencionaste la semana pasada en la cena que estabas buscando ayuda—

—Sí pero sólo en trabajo de demolición. Tú sabes, trabajo duro— Él la miró


escéptico—No creo que sea un trabajo adecuado para ti—

Crystal se quitó el casco protector, confiada en que nada le caería sobre la


cabeza mientras estuviera en la oficina—Es sólo sacar cosas afuera,
¿correcto? ¿Muebles viejos y cosas? Laura dijo que ya la habías contratado
antes—

—Bueno, sí la he contratado pero, de hecho, este es un trabajo muy duro y


de gran esfuerzo, Crystal. No estoy seguro si te conviene este tipo de
trabajo— Él se apoyó contra su escritorio—Por favor, toma asiento. ¿Por
qué querrías hacer algo como esto? Y lo más importante, ¿Qué le pasó a tu
cara?—

—Fue un borracho en el club— ella dijo, contestando la última pregunta


primero—Y necesito el dinero. No puedo trabajar en el club así como estoy

Michael caminó hacia el archivo y recogió uno de los portapapeles que


estaban encima —supongo que es justo darte una oportunidad— dijo él.
Llena esto y necesito una copia de tu tarjeta de seguro social y licencia— Él
le dio el portapapeles, que contenía varias formas para empleo—Contrato
por día, pago por semana. El día de paga es el lunes después de una semana
trabajada. Diez dólares por hora, el almuerzo es de media hora y diez
minutos de descanso cada hora. Te proporcionaré un par de guantes y un
casco pero tendrás que conseguir tus botas. Me temo que esos zapatos de
piel no funcionan aquí—

—Está bien. Puedo conseguirme las botas hoy— Ella rellenó las diversas
líneas de información requerida mientras hablaban—¿A qué hora?—
—Abro el portón a las siete y lo cierro a las seis— Él señaló el reloj que
estaba en la pared—Los últimos seis dígitos de tu número de seguro social
serán tu código—

—Um....— Crystal hizo una pausa en la pregunta siete de la forma—¿Qué


pasa si no tengo la respuesta para cada pregunta?—

—Entonces deja ese espacio vacío. Son las preguntas resaltadas las que si
son requeridas— dijo él, tomando la cafetera—¿Gustas algo de café?—

—Por favor… y no tengo respuesta para una pregunta requerida—

—¿Crema y azúcar? ¿Cuál pregunta?—

—Ambos por favor y es la pregunta acerca de a quién contactar en caso de


emergencia. ¿No puedo dejar ese espacio vacío?—

—¿No tienes familia por aquí?—

—No—

Michael se encogió de hombros—No lo sé. Yo suelo poner a Peter. ¿Por qué


no pones a Laura?— Él abrió una pequeña alacena y sacó el café y la crema—
Quiero decir, yo sé que ustedes no son amantes o algo así pero son amigas,
¿correcto? Estoy seguro que si algo te ocurriera a ella le gustaría saberlo—
Él le dio la taza de café—Espero que no haya quedado muy dulce—

Crystal tomó un sorbo y negó con la cabeza—No, está bien. ¿Y cuándo puedo
empezar?—

—Tan pronto como consigas tus botas de trabajo. Mi seguro no te deja


trabajar sin ellas— Él miró su reloj de pulsera—Es casi mediodía. Debes
trabajar un mínimo de cuatro horas diarias así que si puedes regresar a las
2pm, puedes comenzar hoy. De otra manera será hasta mañana— Él tomó
una tarjeta de presentación—Toma— dijo él, escribió algo en la parte
trasera de la tarjeta—Si tomas la avenida cincuenta y seis hacia el
aeropuerto, hay una tienda que ofrece precios bajos cerca de la vieja
fabrica de Miller’s— Le entregó la tarjeta—Este chico te dará un trato
realmente bueno, sólo muéstrale la tarjeta—

—¿Es amigo tuyo?—


—Un ex-amante de hecho pero le hace descuentos a las personas que yo le
mando— Él observo el portapapeles—¿Ya tenemos todo?—

—Sí, ya casi— Ella sacó su cartera fuera de su bolsillo—Aquí esta mi


licencia… y aquí está la tarjeta del seguro social—

—Bien— Michael llevó las tarjetas a la máquina fotofotocopiadora de la


esquina—Espero que al menos me dures unos días antes de que renuncies—

—Oh, seguro. No me iría así nada más, — ella aseguró.

—Bien, no hagas promesas hasta que hayas probado el trabajo— Él le


devolvió las tarjetas—He perdido la cuenta de todos los hombres que han
tomado este trabajo y lo abandonan en un día— Él negó con la cabeza—
Supongo que a algunas personas les da miedo el trabajo duro. Bueno, tengo
que arreglar algunas cosas— Él se colocó su casco protector y tomó un
aparato transmisor-receptor del cargador—Disfruta tu café y quizá te vea
esta tarde—

***

Como Michael había prometido, el dueño de la tienda le hizo descuento a


Crystal en sus botas para el trabajo. Saliendo de la tienda después de hacer
su compra, se sorprendió cuando alguien la llamaba por su nombre—Crystal,
¿Eres tú?—

—Hey Steph, ¿Cómo te ha ido?—

—Oh lo usual. Tom sigue siendo un imbécil y los niños son unos pequeños
monstruos, nada nuevo— La pelirroja señaló el bulto que se marcaba en la
blusa de Crystal—¿Tienes un cigarrillo extra?—

—Seguro. Y dime ¿qué andas haciendo por aquí?— Ella preguntó mientras le
entregaba un cigarrillo y su encendedor—Creí que ustedes vivían en un
trailer park en Ohio—

—Si vivimos allí, pero Tom tuvo un problema con el idiota propietario del
trailer park y tuvimos que mudarnos. Ahora estamos en Essex—

—Qué mal—

—Sí bueno, este dueño es un imbécil también pero al menos pudimos


mudarnos sin referencias— la pelirroja dijo, dando un largo golpe al
cigarrillo—Tom me mandó a comprar algo de cerveza. ¿Quieres
acompañarnos?— Ella se acercó un poco—Acabamos de comprar un kilo de la
cosa más maravillosa— Ella colocó la punta de sus dedos sobre sus labios—
Deliciosa y es algo fuera de este mundo. En verdad te digo, Crys, esa bolsa
es realmente suprema. Con un solo porro estarás elevada por horas—

—Oh, me encantaría pero tengo que ir a trabajar. ¿Tienes teléfono todavía?


—No, maldita compañía de teléfono. Tengo que pagar un gran adeudo que
tengo y aparte pagar la renta nueva para que me den uno nuevo. ¿Oye tú nos
podrías prestar tu nombre para…?—

—No, también tengo una vieja deuda con la compañía— Crystal mintió.

—Demonios, es una lástima. Ya hemos utilizado los nombres de Ricky y de


Marci. Oh bueno. ¿Oye, por qué no vienes cuando hayas terminando tu
trabajo? Es el remolque blanco con adornos amarillos a poco metros
entrando al trailer park—

—Bien. Creo que terminaré alrededor de la seis más o menos. Te veré


después—

—Genial. Oye, si puedes eres libre de traerte unos dos packs de cervezas.
Nosotros tenemos hierba mala de sobra—

—Trato— Crystal sacó las llaves de su bolsillo—Tengo que irme ya. Te veré
más tarde. Y fue un gusto verte, Steph—

—Igualmente, Crys. Nos vemos mas tarde—

Crystal caminó hacia su coche, asombrada por el encuentro casual. Ella no


había visto a Stephanie por casi un año. Le daba flojera el ir y que tal vez no
los encontrara o quizá Tom no estuviera de buen humor. Pero si estuviesen
en casa, estaba segura de que obtendría buena marihuana. Así no tendré que
usar la mía esta noche, Crystal pensó quitando los seguros al Omni.

Regresando al centro, se alegró de encontrar un lugar para estacionarse no


muy lejos del edificio. Empujando su asiento hacia atrás, Crystal se quitó
sus zapatos de lona para ponerse las botas beiges de trabajo. ¿Acaso estoy
loca? No soy una mujer hecha para trabajos de construcción, soy una artista
de striptease. Aunque el trabajo parece fácil y la paga será buena como
para ignorarlo. Bueno, como dijo él antes, si no me gusta, sólo habré hecho el
gasto de las botas. Y me serán útiles en el invierno de cualquier manera.

Ella encontró a Michael en la oficina. El gran hombre sonrió cuando la vio—


Estoy muy contento de que hayas vuelto. Ya metí tus datos en el ordenador
por si acaso— Él miró los pies de Crystal—Veo que encontraste un buen par
a tu medida. Perfecto. Pasemos tu tarjeta dentro del reloj y entonces te
diré donde estarás trabajando— Él caminó hacia un gabinete cerca de la
fotocopiadora y lo abrió, sacó un casco completamente nuevo y unos guantes
de cuero—Son tallas para hombres, así que creo que los de talla pequeña se
ajustarán más a ti—

Después de mostrarle cómo usar el reloj registrador, Michael condujo a


Crystal al tercer piso—El servicio de elevador funciona pero no lo uses a
menos que tengas una gran carga para bajar. No es la gran cosa y no
queremos usarlo mas de lo necesario— Entraron por un portal abierto hacia
un vestíbulo que estaba arruinado por el incendio. —Comenzarás aquí fuera—
Michael le dijo gritando debido al gran ruido que había en el lugar—El
supervisor viste un casco rojo así que será fácil de reconocer— Crystal
asintió entendiendo—Los chicos derriban y acarrean todo el escombro hacia
el vestíbulo. ¿Ves esa ventana abierta allá abajo? Hay un tobogán que llega
hasta un contenedor. Tu trabajo será tomar todos esos montones de
escombros que los chicos traen y tirarlos a través del tobogán,
¿Entendiste?—

—Sí, entendí— ella contestó.

—Bien. Te dejo para que comiences—

No había puertas en ninguna de las oficinas, dando facilidad para que los
chicos tiraran toda la basura y pedazos de pared de los cuartos. Genial con
la suerte que tengo terminare siendo arrojada como basura y escombro
también. Recogiendo la pala se apoyo contra la pared, Crystal la deslizó bajo
varios pedazos de escombro e intentó levantarlo.

—Jamás lograras levantar nada si lo haces de ese modo— dijo una voz de
hombre. Crystal se giro para ver a un hombre bajito que vestía un casco de
protección rojo parado junto a ella—Soy Josh Thompson. Michael acaba de
decirme que estarías aquí—
—Y dígame si no se usa la pala, ¿cómo lo hacen para tirar todas esas cosas
allá abajo?— Ella preguntó. Josh sonrió y levantó varios pedazos de
escombro con sus brazos.

—Utilice un poco de energía y músculos, señorita— dijo él, dándole el


montón a ella—Para eso son los guantes. De otra manera sus manos se
ampollarían todas— Él miró su reloj de pulsera—Está bien, será mejor que
ya comience. Le haré saber cuándo sea hora del descanso— Él se giró y
entró en uno de los cuartos.

Utilice un poco de energía y un poco de músculo, ella se quejó. Le mostraré


lo que es usar energía y músculo, hijo de puta. ¿Por qué no se ponen ustedes
fuertes chicos grandes a hacer esto? Tomó varios pedazos de escombro
cuanto pudo con sus brazos, Crystal pasó por encima de varia pilas de
escombro para tirarlas por el tobogán. La enorme ventana no tenía vidrio, se
había quebrado durante el incendio y se dejó el espacio para colocar el
tobogán. Crystal deslizó la primera tanda, apoyándose para observar como
se deslizaba a través del robusto tubo. No estuvo mal. Puedo hacer esto.
Sonriendo, la rubia regresó por otro montón.

Ya para las 4 en punto, el optimismo que tenía había desaparecido a las 2pm,
remplazado por un gran dolor en sus brazos. Descubrió que la pala era sólo
para recoger los diminutos pedazos después de que los más grandes fueran
removidos. Los hombres la ignoraron la mayor parte del tiempo,
concentrándose en su trabajo y corriendo escaleras abajo en el momento
que el descanso fue anunciado. Crystal pasó su descanso sola, apoyada
contra el marco de la ventana mirando hacia abajo de la calle. Llevo veinte
dólares ya, ella mentalmente calculó. Dos horas más y habré recuperado lo
que gasté en las botas. Ella dio un último golpe al cigarrillo y lo tiró por la
ventana. Se giro y miró los montones de escombro mostrándose
amenazadoramente ante ella. Pues bien… no se van a mover por sí solos.

Cinco minutos antes de las 6pm, Crystal ya había encontrado una manera
más fácil de mover el escombro, usando la pala para empujar los pedazos
hacia el vestíbulo, luego fue tarea fácil recoger con la pala los pedazos y
arrojarlos por la ventana. Hizo avanzar su trabajo más deprisa a pesar de
que su espalda gritaba por el cansancio—Señorita Sheridan— Crystal giro
para ver a Josh y Michael parados allí—Usted ya cumplió con su parte hoy—
dijo el supervisor. Michael asintió con la cabeza en acuerdo.

—Por supuesto que cumplió. No puedo contar el numero de hombres que


abandonaron el trabajo llevando apenas una hora—
—Eso es porque nadie tiene ética de trabajo en estos días— Josh agregó. Él
miró a Crystal—Para ser honesto, señorita, no pensé que usted duraría toda
la tarde—

Pues jódete, lo hice hoy. Y lo haré mañana también—¿A qué hora empezamos
mañana?—

—Recuerdo que te dije que abrimos el portón desde las 7am y cerramos a
las 6pm. Puedes cambiar tu horario las veces que quieras. Sólo sé
responsable. Nada me irrita más que alguien que no venga a trabajar—

—Estaré aquí— Crystal le aseguró.

—Tu preséntate a trabajar a la hora que quieras y te compraré tu primera


taza de café— Michael ofreció—Ahora ve y marca tu hora de salida y que
pases buena noche. Salúdame a Laura—

***

El Omni se dirigió por la calle Essex, Crystal instintivamente miró a su


alrededor y cerró todas las puertas de su coche. Una calle sin salida
conducía a uno de los más viejos trailer park del condado, Essex era un
refugio para personas que operaban fuera de la ley. Era común ver los
esqueletos de autos hurtados tirados en los lotes vacíos y a los niños
jugando sin zapatos en la calle. Crystal evitó el contacto visual con las
personas que estaban sentadas en sus porches o apoyados contra los autos
mientras ella manejaba el coche por el trailer park. Divisó el remolque
blanco y amarillo de inmediato y se estacionó delante de él, el camino de
acceso estaba siendo obstruido por una vieja camioneta roja. La música de
Heavy metal sonaba con gran estruendo detrás de las ventanas cerradas.
Veo que sigues siendo el mismo imbécil de siempre, ¿eh Tom?

—Hey Crystal, me alegro que hayas podido venir— Stephanie dijo mientras
abría la puerta—Oh perfecto, recordaste comprar algo de cerveza. Entra,
Tom acaba de preparar uno—

—Genial, me vendría muy bien después del día que tuve— Entrando, el olor a
cigarrillo y el humo de la marihuana asaltaron sus sentidos. Demonios Steph,
abre aunque sea una maldita ventana, o al menos enciende el abanico. Tom
estaba sentado en un sillón reclinable, el mueble de la televisión estaba
cubierto por periódicos y latas vacías de cerveza. El brazo del sillón
sujetaba el cenicero desbordado de cenizas.
—Hola Crystal, ¿cómo diablos te encuentras?— Él preguntó—Estoy a punto
de encender uno. Toma asiento—

—Hola Tom—

—Meteré esto en el refrigerador— Stephanie dijo, tomando los dos packs


de cerveza de Crystal.

—Antes de que te las lleves déjame una de esas a mí— su marido exigió.

Crystal se sentó en el sofá y sacó sus cigarrillos de su bolsillo—Tomaré una


también—

—¿Entonces para que me molesto en meterlas al refrigerador?— La


pelirroja dijo, dejándose caer en el sofá a un lado de ella y abriendo el pack
de cervezas—Tom, ya déjate de pendejadas y prende esa cosa—

—Lo estoy prendiendo, lo estoy prendiendo. Joder, no te comportes como


una perra sólo por que tu amiga está aquí. Realmente te va a gustar esta
mierda, Crystal. Un solo golpe es maravilloso. Me fumé uno yo solo esta
mañana y me golpeó el trasero por horas—

—Por eso es que tuve que ir por la cerveza temprano. Él se despertó antes
que yo y no me permitió fumar ninguno hasta que le consiguiera la cerveza—

—Esa es la única forma en que la puedo obligar a hacer cualquier cosa— Tom
dijo.

Oh coño, ya comenzaron, Crystal gimió interiormente. Eso es, dale un golpe y


deja de ser un imbécil. Ella tomó el porro ansiosa de las manos de Tom y lo
llevó a sus labios. Oh yeah, esto sí que sabe bien—Demonios, ¿dónde
consiguen esta buena mierda?—

—Mi primo tiene una granja aproximadamente a tres horas al norte de aquí.
Él la cultiva en su granero— Tom dijo con orgullo—Hombre, él siempre tiene
las mejores jodidas cosas que van saliendo— Él levanto firmemente un bolso
para emparedados que estaba lleno hasta la mitad de hierba mala—Las
malditas mejores cosas. No como esa mierda que venden en la calle—

Crystal dio otro golpe antes de pasar el porro a Stephanie—Oh yeah, esto
es muy agradable—
—¿Y por qué traes esas pateadoras de mierda?— La pelirroja preguntó,
señalando las botas de Crystal.

—Oh, conseguí un trabajo limpiando desechos de un edificio viejo de la unión


de crédito que esta sobre la Avenida Exchange—

—¿Te refieres a ese lugar que se incendio?—

—Deja de hablar y dale ya el maldito golpe— Tom expreso con un gruñido,


inclinándose hacia adelante para alcanzar el porro.

—Yeah— Crystal contestó la pregunta de Stephanie, . Deja ya de ser un


idiota, Tom—La paga es muy buena. Diez por hora y el horario es flexible—

—¿Escuchaste eso?— La pelirroja le dijo a su marido—Diez dólares por


hora. ¿Aún están contratando?—

—Creo que sí. Acabo de ser contratada hoy— Crystal levantó su mano para
tomar el porro de Tom, quién le dio al menos tres golpes antes de pasarlo.

—No trabajo por menos de doce— dijo él, tratando de alcanzar su cerveza—
¿Y cómo es que ya no trabajas en el Tom Cat?—

—Esto es sólo temporal mientras mi labio se cura. Me lastimé en una pelea


en el bar la semana pasada—

—Oh— Dió varios tragos de la lata—Como siempre he dicho, con un trasero


como el tuyo es mejor que trabajes en algo que te haga ganar dinero de
verdad y no haciendo el trabajo de perras gordas que solo ellas pueden
hacer— Él extendió la mano para tomar el porro de la mano de Stephanie—
No como esta vaca por la que nadie pagaría por quitarse la ropa—

—Vete al diablo— la pelirroja le contestó. Sigue jodiendo y entonces


dormirás en la maldita casa de tu madre esta noche—

—Al menos su casa no es una maldita porqueriza como este lugar— dijo él,
pasándole el porro a Crystal—Ella no trabaja en todo el día. ¿Puedes creer
que no es capaz de pasar la jodida escoba aunque sea una vez, de vez en
cuando?—

Oh diablos, por favor no peleen esta noche, Crystal imploró silenciosamente.


Tan sólo quiero una buena elevada y marcharme.
—Así como tú te levantas para ir a trabajar cada mañana, ¿Verdad?—

—Oh jódete, Steph— Él tomo la bolsa con marihuana y sus cigarrillos y se


puso de pie—No tengo por que quedarme sentado aquí y escuchar toda esa
mierda—

—Muy bien, vete con Mark o con quien te de la gana. Me importa un carajo lo
que hagas—

—Bien—

—Sólo déjame algo de hierba, ¿ok?—

—Vete al infierno. Consíguete la tuya— Él salió por la puerta, no


molestándose en cerrarla.

—¿A dónde va?— Crystal preguntó, tomando ventaja del pleito para dar otro
par de golpes de marihuana.

—Que se joda. Sabia que no me dejaría nada— Ella entró en el cuarto de


baño y regresó con una lata de rociador para el pelo.

—Aquí tienes. Ya no queda mucha—

—No te preocupes por eso, Crys— Stephanie tomó el asiento desocupado de


Tom y tomó el porro que quedaba—Gracias— Ella inhaló profundamente.
Devolviéndolo, ella exhaló lentamente para evitar ahogarse—Oh esto esta
bueno. Toma— La pelirroja sujetó la lata del rociador para el pelo en ambas
manos y giro la tapa. En el fondo del tubo había un pequeño tubo de metal—
Tom no sabe de esto. Cada vez que él consigue una buena cantidad de hierba
buena, después de que se queda dormido voy afuera y tomo algunas
porciones para mí. Él cree que me castiga no dándome hierba, es un baboso
estúpido— Ella abrió el tubo metálico y vació el bulto de marihuana que
estaba escondido dentro—¿Te sientes bastante consciente cómo para
preparar un buen porro? Odio hacerlo con el maldito periódico—

—Claro, no hay problema— Crystal contestó—Así es que tú y Tom están


obviamente juntos de nuevo. ¿Ya no estás trabajando?—

—No, maldita sea. Tenía un empleo entregando pizzas pero el camión se


averió y no pude darme el lujo de repararlo. El idiota de mi jefe no me
dejaba usar el coche de la compañía porque tuve un pequeño incidente con el
vehículo el invierno pasado—
—Eso apesta— No te prestaría mi coche tampoco. Sé cómo conduces.
Crystal tomó el porro y trató de alcanzar su encendedor—¿Dónde están los
niños?—

—Marci se esta quedando con mi madre hasta la audiencia de la semana


próxima. No me dirán donde esta Ricky— Stephanie tomó el porro—Tom y
yo estábamos peleando y los malditos vecinos llamaron a la policía. Pues, ya
sabes como son esas cosas. Entraron y vieron la droga nos agarraron y se
llevaron a los niños—

—Oh no. ¿Y ahora que pasará?—

Stephanie se encogió de hombros y prendió el porro—No lo sé—

—Y bueno, ¿Ya pediste ayuda legal?—

—¿Para qué molestarme? Me devolverán a los niños de todas maneras. Tom


acordó entrar en un grupo de ayuda por treinta días y obtendremos
beneficios mientras él este allí. Eso ya ha ocurrido antes. Toma—

Crystal tomó el porro e inhaló duro. ¿Cómo puedes sentarte allí y qué no te
importe donde están tus hijos y qué estén haciendo? ¿Qué estás haciendo
viviendo con ese imbécil? Finalmente la molestia dentro de ella fue
demasiado—Steph, ¿Por qué sigues con él?—

—Oh, tú sabes cómo es esto, Crys. Él dice que no lo hará nuevamente y yo le


creo. La misma mierda de siempre—

—Pero tú sigues volviendo con él. ¿Por qué? Por lo menos yo fui lo
suficientemente inteligente para apartarme de esa mierda—

—Lo sé, lo sé— La pelirroja dijo—Él es un perdedor y siempre lo será pero,


¿qué puedo hacer? Él es su padre—

—¿Y qué? Él no es un buen padre de todos modos pues no es capaz de traer


dinero a casa. Steph, tú mereces algo mejor que él. Los niños también—
¡Dios mío! ella gritó por dentro. Ella está actuando justo como mi madre—
¿Piensas que a Marci le gusta despertarse asustada por culpa de sus
arrebatos?—

—Aun así él es su padre— Ella se encogió de hombros—No creo que le


moleste a ella demasiado— Ella le tendió el porro—Toma, dale otro golpe—
Tienes que estar bromeando. En su mente Crystal vio a su madre sentada
sobre un sofá similar, bebiendo hasta la inconsciencia e ignorando al animal
que aterrorizaba a sus niñas. Crystal dejó el encendedor sobre el tazón y
presionó el porro contra sus labios. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué
estoy sentada con la reencarnación de mi madre? Exhalando, otro
pensamiento llegó a ella. ¿Cómo carajos voy a irme a casa? —Steph, quédate
con las cervezas pero ya debo irme—

—¿Estás segura? Vamos, siéntate y toma otra cerveza. Puedes tomarte


otra, ¿oh no?—

—Por supuesto que puedo pero realmente debo irme ya. Olvidé que prometí
a mi compañera de apartamento que la ayudaría con algo esta noche—
Crystal tomó sus cigarrillos y su encendedor, guardándolos en su bolsillo.

—¿Tienes una compañera de apartamento? ¿Desde cuándo?—

—Mi apartamento se incendio hace unas semanas. Escucha, en verdad debo


irme— Crystal se puso de pie sólo para volver a sentarse de nuevo—Whoa—
La marihuana me pegó fuerte, hizo un esfuerzo para mantener sus ojos
abiertos.

—Oye, recuéstate y relájate— Stephanie le ofreció el porro—Venga, uno


más no te hará daño. Nunca tengo compañía—

De ninguna manera, ¿quién querría acompañarte? —No, realmente debo


llegar a casa. Ok Crystal, tú puedes hacer esto, ella se dijo a sí misma.
Simplemente ponte de pie. Otra vez se levantó pero esta vez logró quedarse
en posición vertical—¿Sabes mi número del bíper verdad? Llámame cuando
tengas teléfono—

—Bueno, ahora sabes donde vivo. No eres una desconocida. Tal vez
aprovechando que los niños no están aquí Tom y yo hagamos una fiesta el fin
de semana o algo por el estilo. Estas invitada—

—Yeah, tal vez venga— Crystal trató de alcanzar la manija de la puerta,


apoyando su peso contra ella—Gracias por la hierba—

—Cuando quieras, Crys. Visítanos pronto—

Girando la manija, sin caer Crystal intento seguir sus propias instrucciones
pero dar los pasos resultó todo un reto. Tropezó accidentalmente,
terminando sentada sobre la tierra. Carajo. Miró para ver si Stephanie se
había dado cuenta pero el porche estaba vacío. Te importó una mierda
esperar lo suficiente para asegurarte de que llegara bien al coche ¿verdad?.
Colocándose sobre sus rodillas, Crystal se obligó a enfocar y ponerse de pie.
Oh mierda creo que fumé demasiado. Apoyando su mano contra el lado del
remolque, ella se abrió paso adelante. Tom no estaba bromeando cuando dijo
que esto te golpea de maravilla. Mierda, apenas puedo ponerme de pie. Ella
caminó tropezando con sus pies desde la casa de Stephanie hasta el Omni.

Ábrete. Carajo, primero debes quitar los seguros, pendeja. Requirió de tres
intentos para lograr abrir la puerta, luego fue otro reto meter la llave en el
encendido. Oh mierda, ¿cómo se supone que conduciré? No voy a poder ver
la maldita carretera. Crystal se apoyó contra el cabecero. Vamos, Crys,
tienes que salir de aquí. Apuntando ciegamente hacia el encendido
finalmente logró meter la llave. Oh cielos, no debería estar haciendo esto.
Agarrando volante, se colocó en posición vertical y echó a andar el motor.

Bajó el vidrio de la ventanilla pero no fue de gran ayuda. El Omni viró de un


lado a otro en su lento andar sobre la calle Essex. Un gran pitido la sacó de
su trance en el momento que evitó golpear un vehículo que venía. Mierda, no
puedo hacer esto. Girando el volante, Crystal se estacionó en una esquina
junto a un parque. En la esquina había una cabina telefónica azul y blanca.
Yeah, es lo que necesito. Llamaré a alguien para que venga por mí. Luego
surgió otro problema cuando miró sus bolsillos, sólo traía un penique.
Apuesto que dejé caer un cuarto en alguna parte de aquí. Por supuesto no
tendría ni la más mínima oportunidad de ponerme a buscar. Probablemente
me desmayaría.

***

Laura miraba incrédula la pantalla. ¿Tres meses? La respuesta del publicista


había sido rápida. Al perder su fecha tope, la fecha de impresión para el
libro fue puesta para dentro de tres meses, colocándolo más adelante de las
ferias de otoño y arruinando cualquier posibilidad de adquirir buenas ventas
de esos días festivos. El cambio de fecha implicaba muchas cosas pero lo
más importante era el efecto que tendría en sus ingresos. Sus obras previas
le proveían lo suficiente para pagar las cuentas mensuales pero la renta y los
gastos diarios eran cosa aparte. El teléfono timbró pero ella no hizo el
esfuerzo por descolgarlo. Probablemente es otro vendedor al teléfono.
Suspirando, cerró el correo electrónico y cargó su navegador de Internet.
El teléfono continúo sonando hasta que la máquina contestadora respondió.
¿Lo ves? Ningún mensaje. Sabía que no era importante. Segundos más tarde
el teléfono sonó de nuevo. Decidiendo que tal vez no sería un vendedor,
caminó hacia la mesita de noche y descolgó el teléfono—¿Hola?—

—Habla la operadora. ¿Acepta usted una llamada a cobro revertido de


Crystal Sheridan?—

—Sí—

—Gracias. Adelante— Hubo un chasquido audible seguido por una suave


estática.

—¿Crystal?—

—¿Laura, eres tú?—

—Sí, soy yo. Habla más fuerte , Crystal. Apenas te puedo escuchar—

—¿Me puedes escuchar ahora?—

—Sí—

—¿Estás ocupada?—

—¿Crystal, te pasa algo?

—Bueno.... ¿puedes venir por mi y llevarme a casa?—

—Traerte a casa… sí, por supuesto que puedo. ¿Se descompuso de nuevo tu
coche?—

—No. Es sólo que no puedo conducir— El sonido de un camión que pasaba


distorsiono las últimas palabras.

—¿Qué? ¿Por qué no puedes conducir? ¿Sufriste algún accidente?—


Mientras hablaba, Laura tomo sus zapatos y comenzó a ponérselos—¿Dónde
estas?—

—Estoy sobre la calle Essex cerca del aeropuerto—

—¿Tu coche esta en condiciones de manejarse?—

—Sí pero creo que no puedo conducirlo, Laura— Una risa nerviosa se
escuchó a través de la mala conexión—¿Puedes venir a recogerme?—
—Sí Crystal, iré a recogerte. Dime de nuevo donde estas ¿Pasando el
aeropuerto?—

—En la cabina telefónica de la esquina—

—Bien. Escúchame. Regresa a tu coche y cierra todas las puertas. Estaré allí
tan rápido como pueda—

—¿Laura?—

—¿Qué?—

—¿Vas a venir a recogerme? ¿De verdad?— Laura escuchó un golpe seco


seguido por un grito agudo de Crystal—Ay. Me golpeé la cabeza contra el
teléfono—

Ella está realmente borracha. La calle Essex no es una buena zona de la


ciudad por muchas razones—¿Crystal? ¿Crystal sigues allí?—

—Yeah, estoy aquí—

—¿Me escuchaste? Quiero que vayas al coche y me esperes allí y cierra


todas las puestas con seguro hasta que yo llegue, ¿Ok?—

—Ok, ¿Laura?—

—¿Qué?—

—Realmente no puedo conducir—

Oh genial, ahora esta divagando—No, no puedes, Crystal. Entra al coche y


quédate allí—

—¿Estás enojada conmigo?—

—No. Me alegro de que me hayas llamado en lugar de intentar manejar hasta


la casa en ese estado. ¿Has estado bebiendo?—

—Sólo me tomé una cerveza—

—Así que estas drogada, ¿correcto?—

—Oh yeah. Bastante drogada— Crystal río nerviosamente—Aterrada, de


hecho—
—Uh huh. Quédate allí. Estoy en camino—

—¿Laura?—

—¿Qué?— La escritora trató de mantener su irritación creciente fuera del


tono de su voz.

—¿Estás segura de que no estás enojada conmigo?—

Laura suspiró—No, no estoy enojada contigo—

—Ok. No quiero que estés enojada conmigo—

—No estoy enojada contigo. Ahora cuelga el teléfono para que ya pueda ir
por ti—

—¿Estás segura?—

—Sí, estoy segura—

—Bueno, porque no quiero que estés enojada conmigo—

—¡Crystal! ¡Por ultima vez, no estoy enojada contigo así que cuelga el
teléfono!— Laura presionó el botón de colgar. Está drogada. Está drogada
fuera de sí en medio de la nada. Presionando el botón, escuchó el tono de
marcar y presionó unos ya conocidos dígitos.

—¿Hola?—

—¿Jen? Es Laura. ¿Me puede acompañar a recoger a Crystal y su coche? Te


explico en el camino—

Para cuando Laura estacionó el Jeep, Jenny había sido informada de lo que
había pasado. Como esperaba el Omni gris estaba parado cerca de la caseta
telefónica—Allí está— Laura estacionó su vehículo—¿Vas a manejar su carro
o el mío de regreso?—

—Conduciré el de ella— Jenny dijo. Veamos con quien prefiere irse ella—

Caminaron hacia el coche de Crystal y se pararon junto a la puerta del


conductor. Laura extendió la mano y golpeó ligeramente la ventanilla—
¿Crystal? Crystal, despierta. Ya estamos aquí—

—¿Hmm?—
—Despierta. Soy Laura. Jenny está conmigo. Hemos venido para llevarte a
casa— Trató de abrir la puerta—¿Crystal? Oye— Golpeó el vidrio con sus
nudillos—Quítale el seguro a la puerta.

—Hola Laura— la drogada mujer habló entre dientes.

—Quita el seguro de la puerta— Tan pronto como escuchó el chasquido,


Laura cogió la manija. La puerta se abrió y gracias a los reflejos rápidos de
Jenny evitó que Crystal cayera hacia el suelo.

—Tranquila— Una vez que sostuvieron a la semi-inconciente mujer la


regresaron al asiento, la terapeuta tomo el control—¿Crystal? Crystal,
mírame—

—¿Hmm?—

—¿Cuanto has bebido esta noche?— Crystal con orgullo levantó ondeando un
dedo—¿Una qué? ¿Una cerveza?—

—Yeah, sólo una— la rubia masculló, su cabeza rodando con indiferencia de


un lado para otro—Estoy drogada—

—Sí, ya veo— Jenny miro a Laura—¿Alguna sugerencias de como lo haremos


para pasarla al asiento del pasajero?—

—No tengo idea— Laura contestó.

—Yo diría que la cogieramos hacia el asiento pero la palanca de cambios esta
de por medio.

—Este coche realmente no tiene nada de espacio—

—No mucho— Jenny golpeó ligeramente la mejilla de Crystal—Crystal…


Crystal despierta. Tenemos que moverte—

—¿Mm? Estoy despierta. ¿Qu.. ?—

—Uh huh, vamos a moverte, compañerita— Laura miró a Jenny—Creo que


nuestra mejor opción es cogerla por encima de la palanca de cambios. Si la
sacamos fuera y cae al suelo no habrá manera de que podamos moverla—

—Estoy de acuerdo. La sujetaré mientras tú das la vuelta y te vas del lado


del asiento del pasajero— Jenny dijo.
—Dame las llaves. Estoy segura que ese lado también está cerrado— Laura
dio la vuelta y abrió la puerta del pasajero—¿Qué es esto?— Preguntó,
sosteniendo un cuaderno de apuntes.

—Ponlo en el asiento trasero—— Jenny contestó, no revelando que había


visto a Crystal ese día.

Les tomo hacer algunas maniobras para lograr colocar a la drogada mujer en
el asiento del pasajero. Crystal forcejeó y se retorció, riendo
nerviosamente y hablando incoherentemente entre dientes.

—Estate quieta— Laura reprendió—No te puedo colocar el cinturón de


seguridad—

—Hola Lauraaa—

—Hola Crystal. Quédate quieta y déjame ponerte el cinturón de seguridad,


¿Ok?—

—Ok— La rubia cerró sus ojos y comenzó a girar su cabeza para un lado—
Estoy realmente drogada, ¿sabes?—

—Lo se, créeme— Laura sonrió cuando sintió el chasquido del cinturón de
seguridad—Listo. Jen, ¿Puedes conducir tú?—

—Seguro. Nos vemos en tu casa—

—No-o-o— Crystal lloriqueó, moviéndose nerviosamente en su asiento—¿Por


qué no me puedes llevar tú?—

Laura sonrió a la cara irritable ante ella—Porque tengo que llevar mi coche,
por eso— Poniéndose de pie, cerró la puerta del pasajero y rodeó el coche.
Dando las llaves a Jenny, Laura se inclinó para mirar a través del vidrio a
Crystal—Esta realmente fuera de sí—

—Ya la escuchaste. Esta muy drogada con la mente totalmente perdida.


Dudo que sepa siquiera quien es ella realmente—

—¿Por qué se hace esto así misma?— Laura se enderezó y negó con la
cabeza—Simplemente no lo comprendo—

—¿Alguna vez le has preguntado?—

—¿Qué?—
Jenny tomó la mano de Laura y giró su palma—Ella te pidió que la llevaras a
casa— Colocando las llaves en la mano abierta, se giró y caminó hacia el Jeep
—Me parece que es una oportunidad perfecta para que se lo preguntes—

—No te pases ningún alto con mi coche— Laura gritó, recibiendo un gesto
del brazo de Jenny. Sé que lo harás, silenciosamente se quejó. Cerrando sus
dedos alrededor de las llaves, tomó la manija de la puerta—Muy bien
Crystal, te llevare a casa—

—Hola Laura—

—Hola— Laura cerró la puerta y buscó a tientas el encendido.

—Estás enojada conmigo, ¿verdad?—

—Ya te dije que no— Encontrando el encendido, Laura metió la llave y echó a
andar el motor—¿Crees que vendría por ti si estuviera enojada contigo?—

—No lo sé— Crystal se encogió de hombros—No estaba segura de que


vendrías—

—Por supuesto que vendría— Laura contestó, siguiendo a Jenny fuera del
parque y tomando la avenida principal—Nunca te dejaría aquí sola, no
importa en que condiciones estés— Bajó la velocidad para hacer alto en el
semáforo—¿Y dime que estabas haciendo por estos rumbos?—

—Estaba visitando a alguien que conozco—

—¿Ese alguien fue con quién te drogaste?—

—Yeah, no sabía que estuviera tan fuerte— Crystal apoyó su cabeza contra
la ventanilla—No pensé que no podría conducir de regreso a casa—

Laura la recorrió con la mirada antes de devolver su atención al tráfico—Sin


lugar a dudas, no podrías mover ni siquiera una rueda— Laura condujo varias
cuadras antes de que una suave voz hablara.

—Por eso es que te llamé—

Flexionando sus dedos en el volante, Laura mantuvo sus ojos mirando al


frente—Pues bien…me alegro de que lo hayas hecho—

—Nunca había hecho eso antes—


—¿Hacer qué?—

—Llamar a alguien para que me recogiera— Crystal se restregó los ojos con
sus nudillos—Wow esas luces sí que son brillantes—

—Estoy sorprendida de que puedas ver cualquier cosa a través de esas dos
rayas—

—Mis ojos están bien abiertos— la drogada mujer protestó—Puedo ver todo

—Uh huh— Laura dijo dudosamente—¿Y estuviste con tus amigos todo el día
drogándote?—

—Fui después del trabajo—

—¿Del trabajo?—

—¡Oooh!— La cara de Crystal se iluminó y se retorció en su asiento—


Conseguí un trabajo hoy— dijo emocionada.

—¿En serio? ¿Dónde?—

—Trabajando para Michael. Tire escombro toda la tarde—

—¿En realidad estas trabajando para Michael?— Laura miró a su compañera


—Felicitaciones—

—Es sólo hasta que mi labio sane—

—Podrías trabajar por mucho más tiempo si quieres. Creo que Michael dijo
él que habría suficiente trabajo por varios meses más—

—¿Y luego qué?— Crystal levantó su mano pero luego la dejo caer sobre su
regazo—Ah no tiene importancia—

La luz de los postes de alumbrado traspasaba a través del parabrisas,


permitiéndole a Laura vislumbrar el rostro de su compañera—¿Qué no tiene
importancia?—

—Todo— Crystal sacudió de nuevo su mano—Una vez que el lugar este limpio
él no me necesitará más y yo estaré de regreso en el club— Ella se encogió
de hombros—Probablemente al lugar donde pertenezco—
—Crees que no hay otra cosa mejor para ti que quitarte la ropa, ¿verdad?—
Pero si tú obtienes experiencia tal vez Michael podría ayudarte a encontrar
alguna otra cosa que hacer— Laura conservó su atención dividida entre la
carretera delante de ella y Crystal—Y dime, ¿qué estuviste haciendo
después del trabajo aparte de drogarte?—

—¿Hmm?— Los ojos de Crystal se cerraron, sus labios se tornaron en una


sonrisa perezosa—Oh, visitando a alguien—

—¿Alguien con quién trabajas?

La rubia bufó—Difícilmente. Steph es sólo alguien que conocí en fiestas y


esas cosas— Sus manos buscaron a tientas sus cigarrillos por los bolsillos de
la blusa—Su marido es un verdadero imbécil—

—¿Él estaba allí?—

—Sólo por un rato, después se comportó como un imbécil se enojó y se largó


— El encendedor se zafó de sus dedos sobre su regazo.

—¿Estás segura de que puedes sostener el cigarrillo? No quiero que lo dejes


caer sobre ti o en cualquier otro lado. Tal vez no deberías fumar—

—Es mi coche— Crystal prendió el cigarrillo y guardó el encendedor en su


bolsillo.

—Al menos abre la ventana. No quiero inhalar tu humo— Crystal se sintió


cuestionada pero en unos segundos el humo estaba siendo lanzado hacia el
aire nocturno—Y bien— Laura continuó, —¿Así que él se enojó y se fue?—

—Yeah, es un imbécil—

—Ya mencionaste eso antes—

—Ella es una idiota—

No mencionaste eso antes—¿Y por qué ella es una idiota?—

—Ella es. Ella es igual que mi madre— Crystal dio una gran inhalación a su
cigarrillo—No defiende a sus hijos, deja que él la trate como una mierda. Es
una estúpida— Crystal dio un golpecito tirando la ceniza fuera de la
ventanilla—Aw, ¿sabes? Ella le tiene tanto miedo a él que deja que la trate
como a un perro. Él bebe y lo jode todo y cuando regresa a casa ella no hace
ninguna maldita cosa al respecto— El coche siguió al Jeep por la carretera
de circunvalación, dejando las luces de la ciudad y entrando a la oscuridad
de la carretera. Crystal exhaló otra corriente de humo gris—Simplemente
siempre cede ante él— dijo quedamente—Siempre permitiéndole hacer
cualquier maldita cosa que le de la gana. No le importa que le pegue a sus
hijos, no le importa que se gaste el dinero de toda la semana, simplemente
no le importa un coño— La mitad del cigarrillo salió volando por la ventanilla
—Nunca le ha importado— Crystal susurró, mirando fijamente a través del
vidrio a la oscuridad.

Laura rápidamente se dio cuenta que Crystal ya no hablaba de sus amigos


sino de sus padres. Abrió su boca para hablar pero se encontró dudosa de
qué decir. Finalmente dijo lo único que se le vino a la mente—Desearía que le
hubiera importado—

Hubo un largo silencio antes de que Crystal hablase—Yo también desearía


que le hubiera importado—

Sin pensarlo, Laura tocó el hombro de su compañera y comenzó a frotarlo—


Lo sé—

—Ella solía tomar mucho, sabes— Crystal continúo mirando por la ventanilla
—Se enfurecía sin razón. Todo el tiempo— Sintiendo el encogimiento de
hombros, Laura quitó su mano, colocándola sobre la palanca de cambios
entre los asientos—Él la hacía enojar por las mañanas antes de irse al
trabajo y ella se desquitaba con nosotras cuando llegábamos de la escuela—
Crystal sacudió su cabeza—Pero nosotras no hacíamos nada malo— Ella dejó
caer su cabeza hacia atrás en contra del cabecero—¿Alguna vez fuiste
castigada por algo que no hiciste?—

—Pocas veces— Laura admitió.

—Esto apesta— Inclinándose hacia adelante, Crystal tocó nerviosamente la


apertura de la guantera.

—¿qué estas buscando?—

—Solo quiero un toque— Abierta la guantera, sacó un tubo de película y una


pequeña pipa de metal.

—Uh, no, no mientras este yo en el coche. Y creo que ya has tenido


demasiado. Apenas puedes mantener los ojos abiertos— La actividad
delante de ella desvió su atención. Jenny aparentemente parecía molesta
con el coche de delante de ella y comenzó a acelerar el Jeep mucho más
rápido que Laura—¿Jen, qué estas haciendo?— Ella dijo, pisando más el
acelerador. Un áspero olor invadió el coche—¡Crystal!—

La pipa de metal llena de marihuana fue arrojada de nuevo a la guantera—


Dije que solo quería un toque— la rubia dijo juguetonamente.

—Es suficiente— Usando su mano izquierda para bajar la ventanilla, Laura


giró a su derecha, bajando la velocidad del Omni y parándose a la orilla de la
carretera.

—¿Pero que dem....?—

Laura la ignoró y apagó el coche. Llevó su mano hacia la guantera y la cerró—


Dije que no mientras estés conmigo en el coche— Laura amonestó—¿Sabes
en el problema en que me metería si la policía nos detiene y huele eso?—
Forzando la llave en el encendido, Laura continuó con su sermoneada—Si
quieres arruinar tu vida con drogas, esa es tu elección. No puedo controlar
lo que haces pero no es justo que me involucres a mí. Ya es lo
suficientemente malo que traigas eso a la casa— Encendiendo el motor,
hecho una mirada al espejo retrovisor antes de dar reversa y volver a la
carretera—Maldición, Crystal, ¿no puedes detenerte aunque sea un poco y
pensar?— No recibiendo respuesta, pensó que quizá la drogada mujer se
había quedado dormida. Mejor. No quiero pelearme con ella esta noche,
pensó para sus adentros. Mirando la carretera, notó que el Jeep no se veía
por ningún lado. Mas te vale que no te infraccionen por exceso de velocidad,
Jen. Dándose cuenta que el olor de marihuana se había ido, Laura subió la
ventanilla.

—Lo siento— Crystal dijo con voz suave. ¿Estás enojada conmigo?—

—¿Por qué no te recuestas y te relajas hasta que lleguemos a casa?—

—No quiero que estés enojada conmigo—

—No estoy enojada. Un poco molesta, pero no enojada— Laura respondió,


accionando el intermitente cuando se aproximaba a una desviación.

Crystal desabrochó su cinturón de seguridad y se volteo de costado en el


asiento cuando el Omni diola vuelta hacia la rampa de salida. Demasiado
drogada para controlar su balance, se fue hacia su izquierda, golpeando su
cabeza contra el hombro de Laura—Ouch—
—¿Qué estás haciendo? Ponte el cinturón de seguridad— Dijo frotando el
hombro de Crystal—¿Y por qué dices ouch? Tienes una cabeza bastante
dura, Sheridan—

—¿Laura?—

La droga había hecho que los ojos de la rubia estuvieran aun más cerrados
evitándole enfocar difícilmente los ojos. Laura esperó pacientemente a que
Crystal continuara pero la drogada mujer parecía haber olvidado lo que iba a
decir—¿Sí?— Laura incito.

—¿Qué?—

—Me ibas a preguntar algo. ¿Cuál era la pregunta?—

—¿Qué pregunta?—

—Olvídalo, estás demasiado perdida para saber lo que estás diciendo—


Estirando su brazo, Laura ajustó el cinturón de seguridad—Esta vez
déjatelo puesto, ¿ok?—

—Ok… ¿Laura?—

—¿Qué?—

—No quiero que estés enojada conmigo—

—Crystal, no estoy enojada contigo— Oh por favor no comiences con esto


de nuevo—Mira, solo vayamos a casa. Jenny va a estar preguntándose que
habrá pasado con nosotras— Laura echó a andar el coche—Podemos hablar
de esto por la mañana— Guió el coche por la calle. Manejó en silencio por
varias cuadras antes de que Crystal hablara otra vez.

—¿Me prometes que no estás enojada conmigo?—

Me voy a enojar si sigues con eso—No cariño, no estoy enojada contigo—


Levantó la mano y apretó el hombro de Crystal—¿Somos amigas, verdad?—
Ella esperaba que sus palabras hicieran sonreír a la drogada mujer pero
Laura se desconcertó cuando la vio derramar lágrimas—Hey, ¿qué te pasa?—

Crystal sacudió su cabeza vigorosamente y se restregó la cara con sus


manos—Nada— hablo con voy temblorosa, tomando aliento—Es sólo que......—
Negó con la cabeza otra vez—No lo sé—
Laura sabía que se estaba conteniendo pero le dio su tiempo,
concentrándose en manejar el coche a través de las calles y entrando por la
puerta principal del complejo. Como esperaba, su Jeep estaba estacionado
en su espacio privado, varias luces brillaban a través de las ventanas del
edificio departamental. Jenny ya esta aquí, pensó mientras estacionaba el
Omni en su espacio privado. Removiendo las llaves del encendido, colocó su
mano en el brazo de Crystal—Espera, antes de que entremos… quiero saber
por qué estás tan molesta—

—No lo sé— Crystal sacudió con fuerza la agarradera, forzando la puerta


para que abriera—Laura, por favor— Dijo sintiendo la mano firme sobre su
brazo—No puedo—

Laura juraría haber escuchado la voz entrecortada de su compañera.


Soltándola, observó como Crystal salía del coche. La marihuana había hecho
un buen trabajo entorpeciendo su sentido del balance, provocando que
cayera sobre el pavimento. Crystal intentó ponerse de pie pero volvió a caer
por segunda vez antes de que Laura llegara a su lado—Ven aquí, coloca tu
brazo sobre mis hombros. Te ayudaré a entrar—

—No, sólo déjame. Lo hare poco a poco—

Laura agarró la mano de Crystal y la puso sobre sus hombros—No lo creo,


compañerita. ¿Qué pensarán los vecinos?— Con un gruñido se elevó a la
altura de sus pies, levantando a Crystal con ella. Para su alivio, Jenny debió
haber escuchado el coche estacionarse—¿Quieres echarme una mano con
ella?—

—¿Adónde fueron?— Jenny preguntó mientras bajaba al área del


estacionamiento—Mire por el espejo retrovisor y ya no las vi—

—Tuve que detenerme un par de veces— Laura dijo—Crystal, Jenny esta


aquí. Vamos a meterte al apartamento, ¿Ok?— Ella asintió a su ex-amante—
Sostenla por el otro lado. Esta demasiado drogada como para caminar—

—¿Cómo estuvo el camino a casa?—

—Perturbante. Ella no se callaba. Para alguien que no habla mucho que


digamos, dijo demasiado esta noche. Me preguntó por lo menos como
cincuenta veces que si estaba enojada con ella—
—Y me dijiste que no— Crystal hizo pucheros, sus ojos repararon en sus
pies en un intento para moverlos en la misma dirección sin pisar a Laura o los
dedos de Jenny—Lo dijiste—

—Sí, lo dije. No estoy enojada contigo— Laura miró a Jenny—¿Ves lo que


tuve que soportar?—

—Suena como un poco molesto—

—Sólo un poquito. Cuidado, Crystal. Estamos subiendo ahora—

—Puedo caminar por mí misma— la rubia protestó, débilmente intentando


soltar sus brazos de los hombros de las otras mujeres.

—De todas maneras creo que es mejor que te ayudemos un poco— Jenny
dijo.

—Oh, hola Doc— Crystal prácticamente gritó—¿Cómo diablos te encuentras


esta noche?—

—Aparentemente no tan bien como tú. Laura, sostenla mientras abro la


puerta—

—Yo le agrado— la drogada mujer continuó—No estaba realmente segura


pero… sí. ¿Lo sabías?—

—¿Saber qué?— Jenny preguntó, no poniendo mucha atención a las


divagaciones.

—Le agrado a Laura— Crystal dijo con naturalidad, tambaleándose sobre sus
piernas—Me dijo que éramos amigas—

—Sí lo dije, ahora entra, ¿Ok?— Laura dijo, guiando su inestable carga a
través de la puerta principal.

—Ok— Crystal estuvo de acuerdo, con torpeza cruzó la puerta, seguida de


Jenny llevándola a tropezones hasta la sala de estar.

Una vez dentro, Crystal logró llegar a tropezones hasta el reclinable. Laura
colgó las llaves del Omni en el portallaves, frunció el ceño cuando vio sus
llaves sobre el mostrador—¿Crees que podamos llevarla arriba?— Laura
preguntó, recogiendo sus llaves y colgándolas en el portallaves.
—Puedo subir yo sola— la atontada rubia contestó, empujándose con
trabajos sobre sus pies sólo para caer sentada nuevamente—Tal vez, no—
Sus manos buscaron a tientas por su blusa.

—Nada de fumar en la sala de estar, ¿recuerdas?—, Laura le recordó.

—Hey Doc, te conté que conseguí trabajo con Michael?— Crystal dejó de
buscar sus cigarrillos y colocó una pierna sobre el brazo del asiento
reclinable.

—No, no me habías contado— Dijo Jenny mientras se sentaba en el sofá—


¿Cuándo comenzaras a trabajar?—

—Ya lo hice. Trabajé esta tarde—

—¿En serio?—

—Yeah, lo hice después de salir de tu consultorio—

Los ojos de Laura se abrieron sorprendidos—¿Tu consultorio?—

—Um— Jenny miró a su ex-amante y después a Crystal y de nuevo a Laura—


Tienes que preguntarle a ella— contestó.

—¿Crystal?—

—Doc me dijo que podía— Se restregó su cara y bostezó—Oh cielos, estoy


cansada—

—O algo por el estilo— Laura dijo—Vamos a llevarte arriba. Jen, ¿Podrías


ayudarme?—

Juntas ayudaron a Crystal a subir. Una vez dentro de su habitación, la rubia


torpemente se liberó de las manos de sus amigas y se dejó caer encima de la
cama—Jen, baja y prepara algo de té— dijo Laura—Bajaré en un minuto—

—Tal vez debería irme a casa... —Jenny comenzó.

—Ni siquiera lo pienses— Laura advirtió—Necesitamos hablar— Esperó


hasta que su ex-amante saliese del cuarto antes de sentarse en la cama al
lado de Crystal—¿Aun estás despierta?—

—¿Hm?— La suave almohada rápidamente absorbió cualquier energía que


Crystal pudiera tener.
—Tienes que quitarte las botas. ¿Quieres que te ayude?—

—¿ Hm? Naw, está bien— Los ojos de Crystal permanecieron cerrados.

—Te las quitaré— dijo Laura, jalando un pie encima de su regazo—Sabes que
hablaba sinceramente cuando te dije que no estaba enojada contigo— le
dijo, desamarrando el cordón café de las botas—Aun si lo hubiera estado,
no haría nada para lastimarte— Usando sus dedos, aflojó los cordones de los
orificios y los ganchos, permitiéndole quitar la bota—Cuando tenía
aproximadamente trece años de edad, Papá fue situado en Fort Bragg*—
Laura quitó el calcetín blanco del pie de Crystal—Estuvimos allí cerca de un
mes o un poco más cuando el Capitán Brewster fue transferido allí. Él tenía
una hija de mi edad. Dame tu otro pie— No recibiendo respuesta, Laura
tomó la otra pierna de Crystal y la jaló encima de ella—En fin— continuó—
Candice siempre solía tener moretones en sus brazos y cara. Al principio le
creí cuando me contó que había tenido un accidente en su bicicleta— La otra
bota y calcetín fueron quitados, Laura tenía los pies desnudos de Crystal
sobre su regazo. Sin pensarlo comenzó a darles masaje—Después de que
descubrí la verdad, no podía ni siquiera mirar a su padre— Su agarre
aumentó ante el viejo recuerdo—Lo odié por lo que le hacia a ella. No podía
comprender por qué alguien querría lastimar a alguien de esa manera—
Dándose cuenta de que Crystal se había quedado dormida, Laura continuó
dejando que sus manos recorrieran amablemente los pies de la rubia—¿Por
qué te molestaste esta noche cuando te dije que éramos amigas?— Su
pulgar izquierdo se movió de acá para allá en un movimiento suave sobre el
arco de Crystal—Claro, yo sé que puedes ser un verdadero dolor en el
trasero y está también esa cortina de baño transparente que aún me
disgusta pero.......— Dándose cuenta de lo que estaban haciendo sus manos,
Laura gentilmente colocó los pies de Crystal sobre la cama y se puso de pie
—No creo que necesitemos pequeños pedacitos de tabaco sobre la cama—
Laura dijo, tomando el paquete de cigarrillos del bolsillo de su blusa.
Tomando la colcha, la colocó sobre la mujer dormida. Mientras hacia unos
dobleces alrededor de los hombros de Crystal, se apoyó cerca de ella y le
susurró, —Lamento tanto que te hagas daño a ti misma. Hay una hermosa
mujer escondida detrás de esa actitud dura y esas drogas, sé que la hay—
Laura se puso de pie y apagó la lámpara—Dulces sueños—

PARTE SÉPTIMA

Laura encontró a Jenny sentada desayunando, hojeando el periódico. —¿Ya


lo leíste?—
—Se me hizo tarde esta mañana y sólo tuve tiempo de mirar cómo iban los
Mets*. Tu té está servido en la taza del café— El viento que había entrado
por la ventanilla abierta cuando venían de recoger a Crystal había
despeinado el pelo de Jenny convirtiéndolo en una maraña de cabellos. Laura
metió la mano en su bolsillo trasero y sacó un peine.

—Toma, pareces una marmota que metió la pata en el enchufe de la luz—


Caminó hacia el mostrador y tomo la taza grande. —¿Cuándo me ibas a decir
que veías a Crystal?—Sacó la bolsita de té del agua y lo tiró a la basura. —
Pudiste habérmelo dicho antes—

—Yo no podía— Jenny protestó, pasando el peine sin cuidado por su pelo. —
No es mi decisión decirtelo. Era decisión de Crystal—

—¿Y qué pasó hoy? ¿Te dijo que se iba a ir con sus amigos drogadictos?—
Laura cruzó el cuarto y empujó la silla a un lado de Jenny. —¿No pudiste
haberla hecho cambiar de opinión?—

—Laura, no puedo hablar contigo acerca de lo que ocurre en mi consultorio


con ella. Tienes que aceptar que no puedes preguntarme sobre ella— Jenny
tomó un sorbo de su té. —Además, me conoces. ¿Honestamente crees que no
intentaría disuadir a un paciente de ponerse en una situación potencialmente
peligrosa si lo supiera?— extendiendo el brazo Jenny tomóla mano de Laura
en la de ella. —Tengo que tener mucho cuidado con esto.Crystal debe tener
confianza en mí y que esté segura de que mantengo a salvo sus confidencias

—¿Quieres decir que ella no es un tema del que podamos hablar?—

—Con el hecho de ser tu compañera de apartamento para mí es suficiente


para aplicar mi ética profesional. De hecho no debería de pasarle consulta—

—¿Entonces por qué lo haces?— Laura preguntó. —Me conoces a mí también,


Jen. Y sabes que eres la única a la que recurro cuando necesito hablar.
¿Cómo se supone que debo censurar lo que hablo?—

—¿No crees que lo pensé mucho antes de tomar esta decisión?— Jenny
chasqueó. —¿Crees que me agrada la idea de tener mucho cuidado de lo que
hablo contigo?No estoy muy de acuerdo con la idea tampoco, Laura,
perotienes quecomprender lo que soy—

—¿Y quién eres? No tengo la intención de sonar egoísta pero después de


compartir mi alma contigo los últimos siete años, no es fácil de aceptar—
—No toda tu alma la compartiste conmigo, Laura— Jenny dijo en un tono de
advertencia. —Hay una razón por la que vivimos en direcciones diferentes
ahora, ¿recuerdas?—

Mirando hacia abajosu taza, Laura encontró como se le escapaban las


palabras. —Pensé que ya no íbamos a hablar de eso— finalmente dijo.

—Preferiría no hablar de eso esta noche tampoco— la terapeuta admitió,


acercando su mano y reduciendo drásticamente su taza de té. —Me voya
casa, Laura. Sabes que siempre puedes hablar conmigo de tus sentimientos y
de lo que piensas pero no podemos discutir sobre Crystal. No será fácil pero
así tiene que ser—

—¿Por qué te tienes que ir a tu casa? Puedes quedarte aquí— Mirando los
ojos de Jenny, ella agregó,—realmente me gustaría mucho poder abrazarte
esta noche—

—No esta noche— Inclinándose, besó la mejilla de Laura. —Te veré este fin
de semana para el juego—

Viendo a Jenny levantarse, Laura se puso de pie igualmente. —Por favor,


quédate otro poco más, prometo que no intentar hacer nada. Sólo necesito
hablar— Vamos, Jen. Laura silenciosamente suplicó.

—¿Sobre qué quieres hablar?—

Ahora que le había concedido el tiempo, la escritora encontró difícil revelar


el problema que la había estado atormentando por casi toda la tarde. —Yo
um… recibí un email del editor—

—Porcomo luce tu cara apuesto que no fue una buena noticia, ¿verdad?—

—No realmente— Laura se sentó de nuevo, apoyando sus codos sobre la


mesa mientras su barbilla descansaba sobre sus manos. Jenny volvió a
sentarse igualmente. La miradade Laura miraba decidida a tomar el paño
para limpiar —Tú sabes lo preocupada que he estado por la fecha tope de
entrega, ¿no es así?—

—¿Sí?—

—La perdí—

—¿Qué hicieron?—
—Movieron la fecha de impresión tres meses. Esto va a ocasionar que me
termine lo ultimo que tengo de dinero que me dejo mi papá— Laura negó con
la cabeza. —Pensé en la idea de buscarme otro trabajo perosi hago eso no
tendré tiempo para trabajar en la historia—

—No vas a trabajar cada minuto de tu día, cariño— Jenny dijo. —Voy a
hacer más té. ¿Quieresotro?—

—No, gracias— Laura observó a su ex-amante caminar hacia la tetera. —


Jen, ya no sé qué hacer. Me presionan para que logre terminar el libro y no
soy capaz de decidir a donde ira Alexandra después de que es rescatada del
almacén—

—¿El síndrome del bloqueo de los escritores no te deja crear ideas, hm?—

—Ni siquiera unas pocas— Laura suspiró. —¿Recuerdas cuando me pasaba


sentada escribiendo por horas y tú me traías café?—

—Lo recuerdo. Habíanoches que no lograba meterte en la cama—

—Los personajes se metían en mi cabeza y no dejaba ir las ideas hasta que


no terminara la escena. Me sentía tan bien cuando lograba hacer eso—

—¿Y ahora?—

—¿ Ahora? Ya te dije, ahora no séqué puedo hacer con Alexandra—

—No, no te estoy preguntando como va la historia, sino como te sientes tú—


Jenny dio un paso detrás de ella y frotó su espalda. —No eres precisamente
la mejor cuando hay que manejar el estrés. Estoy sorprendida de que no
estés limpiando frenéticamente el apartamento—

—Lo haré en cuanto te vayas—Laura dijo, mostrando una pequeña sonrisa. —


Me conoces demasiado bien, Jen—

—Contesta la pregunta—

—¿Cómo me siento por el hecho de que ellos me presionen con retrasarmi


libro tres meses?—

—No, ¿cómo te sientes al saber que perdiste la fecha tope?— Jenny se


deslizó en su asiento. —Te conozco, ¿recuerdas? Recuerdo aquella historia
en la que trabajaste por meses y la borraste del disco duro cuando te entró
la frustración—

—No iba hacia ninguna parte, justo como esta historia—

—Sí estaba bien. Llevabas por lo menos tres cuartas partes de la historia
terminada y al final te estresaste también. Esa misma noche vaciaste todos
los gabinetes y los limpiaste todos si mal no recuerdo—

—Esa es mi naturaleza, supongo— Laura suspiró. —Cuando tenía una arruga


la cama, Papáno me permitía quitar la arruga. Él arrancaba de un tirón todas
las colchas y sábanas de la cama y me hacia comenzar de nuevo—

—Hay una diferencia entre hacer la cama ytirar a la basura tres meses de
duro trabajo—Jenny señaló. —Tú eres la que decidió ser escritora. No
puedes culpar anadie pero si a ti misma por perder la fecha tope y el no
poder regresar el tiempo y cambiar lo que pasó— El silbido de la tetera hizo
a Jenny ponerse de pie. —Sabes la respuesta a tu pregunta, Laura—
Removiendo la tetera de la estufa, vertió el líquido lleno de vapor en su
taza. Colocando la tetera en un quemador para que se enfriara,añadió azúcar
a su tazay regresó a la mesa. —¿Y? ¿Lo has resuelto ya?—

—Juegas a la terapeuta otra vez, Jen—

—Ya sé que harás. Vas a tener un ataque de frustración y a destruir la


historia, arruinando cualquier oportunidad de publicarla y hacer algo de
dinero que te pueda dar cierta ventaja de obtener tiempo extra y sentarte
y escribir la historia lo mejor que puedas—

—No es tan fácil— Laura se restregó su cara. ¿Por qué comienzo estas
discusiones con ella? Siempre pierdo. —Si las ideas no surgen, no puedo
forzarlas para terminar la historia—

—Entonces tal vez deberías ponerte a pensar que te inspira para que te
surjan las ideas—Jenny dijo, soplando sobre su té antes de beber un sorbo.

—Es sólo que parece que no puedo concentrarme en la historia. Alexandra


parece que… no lo sé …se desvanece supongo—

—¿Cómo así?—

—No lo sé. Tal vez sólo sea yo. Estoy muy distraída, supongo— Los dedos de
Laura trazaban el borde de su taza. —¿Sabes que ella se alteró cuando le
dije que éramos amigas? No creo que tenga muchos amigos. ¿Cómo pudo vivir
con un padre como el de ella?—

—Laura, no podemos hablar sobre ese tema— Jenny dijo suavemente.

—¿Cómo alguien puede hacerle eso a sus propias hijas?— Ella continuó,
ignorando la advertencia.

—No hay una buena razón, cariño, tú sabes eso. Pero yo creo que cualquier
persona que haya pasado por ese horror merece todo el apoyo que se le
pueda dar, ¿no lo crees?—

—Lo odio, Jen. Nunca he conocido a ese hombre y lo odio por lo que le hizo a
ella—

—No podemos habl... —

—No hablo de ella—Laura dijo firmemente. —Hablo de mí, de cómo me


siento— Ella apartó con fuerza la taza, asegurándose que quedara sobre el
posavasos. —¿Cómo se supone que debo apoyarla y escucharla cuando todo lo
que deseo es que algunos de los amigos militares de mi padre vayan a él y lo
manden al infierno a golpes?—

—¿Piensas que combatir la violencia con más violencia resolverá el


problema?—

—No juegues a ser terapeuta, Jen. —No quiero saber todas las respuestas
que tienen que ser correctas— Laura empujó su silla y se puso de pie.

—Nunca las quieres saber— Jenny colocó sobre la mesa su taza de té y


palmeó la silla vacía al lado de ella. —Ven siéntate—

—No, no puedo. Tengo cosas que hacer— Caminando hacia el fregadero,


Laura abrió el gabinete inferior y saco la fregona. —Este piso está hecho un
asco—

—El piso está bien y estoy segura de que ya lo has limpiado al menos una vez
en las ultimas veinticuatro horas. Vamos, Laura. Siéntate y habla conmigo—

—Necesito terminar esto, Jen—Laura dijo, probando la temperatura del


agua con sus dedos. Una vez que estaba lo suficientemente caliente, Laura
llenó la cubeta antes de agregar una gran cantidad de limpiador. Cuando
regresó por la fregona, se sorprendió al encontrarse que Jenny se había
levantado de la mesa y ahora estaba delante de ella.

—Bien, si ya no necesitas hablar más, entonces no necesito quedarme más


tiempo. Ya es demasiado tarde. Sé que por más que lo intente no te podré
hacer cambiar de opinión. ¿Hazme un favor, quieres?— Jenny la cogió y le
dio un fuerte abrazo. —Deja de castigarte por haber perdido la fecha tope
— le susurró en el oído. —No te hace ser una mala escritora o una mala
persona, a pesar de lo que pienses—

—No tienes que irte—

Palmeando la espalda de Laura, Jenny contestó —Sí, tengo que irme. No


estoy de humor como para pelear contigo, pulpo—

—Oye—

—Ni siquiera lo pienses. Te conozco demasiado bien, Laura Taylor. Si piensas


que voy a creer que vas a comportarte esta noche entonces yo soy la reina
de Inglaterra— Inclinándose, Jenny le dio a su ex-amante un beso amistoso
en la mejilla. —Te llamaré mañana—

Una hora más tarde el suelo de la cocina había sido limpiado, quedando
brillante y los muebles del mostrador también reflejaban el mismo acabado.
Laura aprovecho su frenesí limpiador por todo el apartamento. Limpiando
todo a su paso. Una vez terminado el trabajo decidió echarle un ojo a su
caprichosa compañera de apartamento.

Laura quedamente abrió la puerta de la habitación de Crystal. La lamparilla


de noche le proveía bastante iluminaciónpara quese abriera paso por encima
de la cama sin tropezarse con algo. —¿Estás despierta?— Preguntó
suavemente. —Sólo vine a ver cómo estabas— No recibiendo respuesta,
Laura se agachó y dobló los bordes de la colcha alrededor de la mujer
dormida. —En verdad desearía que no te hicieras tanto daño todo el tiempo
— susurró. —No necesitas las drogas—

—¿Hmm?— Vino una voz atontada.

—Shh, soy yo— Laura contestó, haciendo su cuerpo un poco hacia atrás para
no estar demasiado cerca del de Crystal. —Solamente estaba viendo si
estabas bien—

—Oh— Crystal rodó sobre su espalda. —¿Qué hora es?—


—Casi las diez. ¿A qué hora tienes que estar en el trabajo mañana?—

—Alrededor de las sietemás o menos— la mujer medio dormida habló entre


dientes.

—Bien date la vuelta y duerme un poco. Va a ser un largo día mañana—Laura


se puso de pie y camino hacia la puerta. —Que tengas un buen día si no te
veo por la mañana— Casi llegaba a la puerta cuando escuchó que Crystal la
llamaba.

—¿Laura?—

—¿Hmm?— Pasaron varios segundos antes de que escuchara una voz suave.

—Gracias por no estar enojada conmigo—

Laura se volvió caminando hacia la cama y se arrodilló, apoyando sus


antebrazos sobre lasuave colcha. —Oye, para eso son las amigas, ¿correcto?
¿Se ayudan cuando lo necesitan?— Con su brazo, echó la colcha arriba sobre
el hombro expuesto de Crystal. —Ya te lo dije, antes prefiero que me llames
e ir por ti a que conduzcas en ese estado. Ahora duerme un poco—

Después de dejar la habitación de Cystal, Laura se fue a la suya, la cama la


llamaba tentadoramente pero la computadora también,Laura se encontró
observando los logotipos de arranque a través de la pantalla. Tal vez algo
venga a mí, pensó esperanzadamente, revisando las notas escritas a mano
que tenía a un lado del ordenador. Su personaje principal, Bobbi, acababa de
salvar a una familia de ser asesinada en un almacén y hasta allí había
quedado la creatividad de Laura. ¿Y ahora qué? ¿La familia le agradece a
Bobbi y ella se enamora de la hija mayor? De alguna manera la ideaparecía
ser buena cuando Laura comenzó a escribir la novela pero ahora sentía que
era muy trillada y era el típico cliché. ¿Por qué debería sentirse atraída por
la hija del dueño de la tienda de muebles? Laura se restregó su cara. —Esto
no esta funcionando— Laura dijo una hora más tarde cuando ninguna palabra
nuevas había sido escrita en la pantalla. El sonido de una puerta abriéndose
captó su atención sacándola de sus frustrantes personajes. Laura escuchó
como Crystal se dirigía hacia el baño. Un golpe seguido por una maldición la
hizo levantarse de su silla.—¿Crystal? ¿Te encuentras bien?—

—Yeah, solo me tropecé con algo— vino la respuesta. Laura devolvió su


atención hacia la pantalla. Esto no tiene sentido. ¿La familia completa esta
ahí así que como es que Bobbi se fija en Julie y no presta la más mínima
atención al padre de esta? ¿Qué es el dueño de todo el dinero? No es que
Julieluzca toda desaliñada y esté cubierta de suciedad. Laura luchaba
contra el problema hasta que escuchó un golpe suave en su puerta. —Entra—

La puerta se abrió y Crystal asomó su cabeza. —Parece que aún estás


levantada—

—Lo estoy— Laura señaló el monitor. —Estoy trabajando en mi historia pero


parece que no quiere cooperar esta noche—

—Es tu historia. ¿No sabes qué es lo que ocurrirá después?—Crystal dio un


paso dentro y miró la pantalla. —No veo nada mas que una pantalla verde—

—La minimicé— Laura extendió la mano y dio un click sobre el mouse. La


pantalla desplegó el texto. —Hice que Bobbi rescatara al dueño de la tienda
de muebles y a su familia del incendiario que intentó quemarlos dentro del
almacén. Ahora Bobbi conoce a la hija del dueño Julie por primera vez y no
puedo resolver cómo o por qué se fija en ella—

—¿Y estas intentandojuntar a las dos mujeres?—

—Pues si, es una novela lésbica, Crystal— Laura dijo, una sonrisa se formó
en sus labios. —La idea es que Bobbi y Julie se conviertan en amantes y
vivan felices para siempre. Por supuesto que tienen que experimentar toda
clase de retos y todas clase de pruebas antes de que eso ocurra. Pero nada
va a pasar si no puedo resolver que es lo que pasará después— Se recargó,
permitiéndole a Crystal más espacio para que mirara la pantalla. —Mira,
ahora mismo el padre de Julie va a darle a Bobbi las gracias por rescatarlos
y después la policía llegará. No puedo resolver cómo hacer que ella y Julie se
hablen o incluso de que puedan hablar—

—Tal vez seaBobbi la que provoque el acercamiento, ella fue la heroína,


¿correcto?—

—Yeah, ella es la investigadora privada que logra llegar justo en el último


momento para salvarlos de la bomba. Ven,puedes sentarte en el gabinete si
quieres— Laura señaló el pequeño mueble al lado del escritorio. Crystal
aceptó la sugerencia, recargando su espalda contra la pared. El pelo rubio lo
traía suelto, su blusa y sus pantalones estaban arrugados de haber estado
acostada. Laura notó el brillo rojo que adornaba las uñas de sus dedos
descubiertos. La superficie medio despintada le hizo a Laura suponer que
Crystal no se había molestado en pintarlas desde la última vez que trabajo
en el Tom Cat Club. En un principio Laura se dio cuenta que no había
escuchado lo que Crystal le había dicho. —Lo siento, ¿qué?—
—Dices que Bobbi los rescató del fuego, ¿correcto?—

—Así es, el pirómano le prende fuego al almacén que esta lleno de productos
químicos inflamables con la familia atrapada dentro—

—¿Y que te parece si esta chica como se llame, se quema y va a dar al


hospital? Y después Bobbi puede ir a visitarla—

—Bueno, no creo que quiera desfigurar a uno de mis personajes principales.


No es exactamente la imagen que llame la atención de los lectores—

—No tienes que desfigurarla, solo provócale unas pequeñas quemaduras,


como en su brazo o algo por el estilo—Crystal tomó una pelota esponjosa del
escritorio y la apretó. —¿Qué es esto?—

—Una pelota para el estrés— Laura contestó. Mirando sus notas


pulcramente escritas. —Supongo que podría poner unas cuantas quemaduras
en el personaje. Está de vacaciones de la universidad supongo que Julie no
tendría que preocuparse por llevar libros o cualquier cosa. Podría hacer que
visitara la oficina de Bobbi para darle las gracias por salvar su vida—
Recogiendo su pluma, Laura rápidamente garabateó algunas notas en los
márgenes del papel.—Entoncessi Julie va a la oficina de Bobbiella verá los
libros en el estante y sospechará sobre la homosexualidadde Bobbi y eso
llevaría a tener una posible relación en la próxima escena— La voz de Laura
iba diciendo mientras hojeaba las páginas de su cuaderno y seguía poniendo
notas adicionales. Por el rabillo de su ojo vio a Crystal apretando la pelota
para el estrés. —Jenny me la dio. Ella me dijo que me ayudaría cuando me
estresara—

—¿Hace eso?—

—No lo sé, no la utilizo mucho, supongo que lo hace. Usualmente, yo prefiero


usar la aspiradora para limpiar—

—Entonces si que no la utilizas mucho— Crystal dijo, lanzando la pelota


hacia atrás del escritorio. Laura sonrió suavemente y colocó la pluma sobre
el escritorio.

—Por cierto, ¿qué estás haciendo levantada? Apenas te dejé hace una hora
y estabas básicamente desconectada del mundo—
—No lo sé— Crystal se encogió de hombros. —Demasiados años trabajando
de noche, supongo. Me levante para orinar y ahora me siento completamente
despierta—

—¿Aún estás drogada?—

—Me siento un poco atontada pero no me siento tan drogada como antes—
Negó con la cabeza. —Podría trabajar ahora mismo si tuviera que hacerlo—

—Pues bien, aun tienes bastantes horas antes de que eso pase—Laura dijo.
—¿Recuerdas acerca de lo qué hablamos en el coche esta noche?—

—No, no mucho. Realmente estaba fuera de mí— Crystalmiró hacia su


regazo y se sonrojó ligeramente. —Sé que estuve preguntándote si estabas
enojada conmigo— Crystal dijo tímidamente.

—Oh sí, como una vez o dos veces…cada minuto—Laura sonrió. —Está bien,
de verdad— contestó, extendiendo la mano y dándole al pie del Crystal un
rápido apretón. —Te dije que no había problema y lo dije en serio. Y oye, en
verdad aprecio que me hayas ayudado con Bobbi y Julie. Estoy segura que
puedo hacer que esto funcione—

—¿En serio?—

—En serio. Algunas veces sólo necesito que alguien ponga en marcha mi
creatividad— Laura sonrió y retiró su mano del pie de Crystal. —Tú sabes...
— Tomando el cuaderno de apuntes, Laura hojeaba a través de las notas
pulcramente escritas. —Sí, creo que funcionará…no he contado nada acerca
de su pasado todavía pero...— La pluma regresó a su mano y más notas
fueron añadidas a los márgenes. —¿Por qué no pensé esto antes? Julie
podría ser perfectamente una adolescente que se preocupa de todo—Laura
sacó la bandeja del teclado y comenzó a mecanografiar rápidamente. —Oh,
eso sería perfecto— dijo para sí misma mientras las palabras comenzaron a
aparecer en la pantalla. El muro que estaba conteniendo su talento se había
derrumbado de golpe y ahora nada importaba más que tomar ventaja de eso.
Estaba tan enfocada en ordenar las ideas de su mente sobre la pantalla,
queLaura no se dio cuenta cuándo le habló Crystal. Un interminable tecleo
llenó la habitación mientras seguía mecanografiando, la historia iba
creciendo más y más en cada palabra que escribía. Inconscientemente,
escuchó el chasquido de la puerta cuando su Crystal salió pero Laura estaba
demasiado concentrada en la historia para poner cualquier atención. Hacia
mucho rato que se había olvidado que su compañera estaba en el mismo
cuarto. Todo lo que importaba era la escena desarrollándose en la pantalla
entre Bobbi y Julie. Por primera vez en semanas, Laura tuvo el sentido de la
orientación que tomaría su historia. La fiebre por escribir se había
apoderado de ella, provocándole a su mente internarse en un mundo de
fantasía y en la pantalla ante sus ojos.

El tiempo perdió todo significado mientras continuaba escribiendo. Horas


más tarde, ni siquiera la salida del sol iluminando el cielo captó su atención.
La alarma del reloj de Crystal que sonó a través de las paredes fue sólo otro
sonido que no captó la mente de Laura. Finalmente el sonido de la regadera
rompió su concentración y la escritora miro hacia el reloj. ¿Seis quince? No
creyendo lo que sus ojos veían, Laura giró para mirar su reloj despertador.
Los números rojos confirmaron lo que la computadora le había informado.
Toda la noche había estado escribiendo y los números de páginas se lo
confirmaban, había sido una nochemuy productiva.

Estirando los brazospor encima de su cabeza, Laura dio un gran bostezoy se


puso de pie. Ahora su vejiga que había estado tranquila toda la noche se
despertaba con apuro, haciendo evidente que era su primera prioridad.

—Oof— Laura gruñó cuando su cuerpo entro en contacto con la puerta que
estaba cerrada. La urgencia que tenía causó que a Laura se le olvidara que
Crystal estaba en el cuarto de baño y estaba cerrada con seguro. —
¿Crystal?— Laura golpeó fuertemente la puerta. —¿Ya casi terminas?—

—Dame un minuto— vino la respuesta.

—Puedo usar el baño de abajo si aun vas a estar un rato—

—No, ya terminé— Crystal dijo justo cuando abría la puerta. La rubia fue
suavemente empujada por Laura ante su urgencia por entrar al baño.

—Lo siento— Laura dijomientras miraba a Crystal y cerraba la puerta. —No


me di cuenta de mi urgencia—

—Está bien, ya había terminado— Crystal dijo a través de la puerta cerrada.


—Pondré algo de café—

—OK. Bajaré en un minuto— Laura miró ceñudamente la toalla hecha bola


encima del cesto. Esa es la forma más rápida para hacer que este baño huela
a humedad, pensó para sus adentros. Cuando Laura terminó, la toalla fue
colgada pulcramente sobre la barra de la regadera y la cortina fue limpiada
totalmente.
—Perdón por meterte prisa para salir del baño de esa manera— Laura dijo
entrando a la cocina. Crystal estaba en la mesa, el periódico en su mano.
Laura caminó haciala cafetera y miró ceñudamente que aun no salía el café.
—Un día de éstos voy a tener que sacrificarme y comprar una de esas
nuevas cafeteras. Odio esperar por el café—Laura fue incapaz de detener
un bostezo. —Oh cielos, prácticamente me estoy durmiendo de pie—

—¿Estuviste despierta toda la noche?— Crystal preguntó.

—Sí— Laura dijo con orgullo mientras se sentaba a la mesa. —Una vez que
empiezo a escribir, nada más me importa. Creoque logré terminar diez
páginas anoche—

—Bien por ti—

—¿Sabes cuánto tiempo ha pasado ya desde que fui capaz de sentarme y


escribir diez páginas sin parar?— Laura sacó una silla y se sentó. —No puedo
creerlo. Es como si alguien abriera un grifo en mi cerebro y todas las ideas
simplemente fluyeran— Bostezando,miró la cafetera.

—Tal vez deberías olvidarte del café y mejor irte a la cama— Crystal dijo.

—Oh no, ¿estás bromeando? Estoy inspirada. Algo de café será suficiente
para despertarme y estaré como nueva— Poniéndose de pie, Laura caminó
hacia las alacenas. —Crema y azúcar, ¿correcto?—

—Correcto—

Otro bostezo salió de los labios de Laura mientras tomaba las tazas. —¿Y a
qué hora vendrás a casa esta noche?—

—No lo sé. El tiempo que me tome terminar el trabajo, supongo—

—¿Quieres que prepare algo de cenar para las dos o prefieres traer algo de
la calle para ti?—

—¿Me estás ofreciendo comida de verdad o de conejo?— Crystal bromeo.

—Te gustó mi pollo con limón y no hay nada de malo en comer verduras—
Llenando las tazas de café, Laura hizo un rápido inventario mental de lo que
había en el refrigerador. —Podríamos tener lingüine con salsa de almejas—
Se relamió los labios. —No he comido eso en mucho tiempo—
—¿Almejas? Uf —

—¿Qué tal algo vegetariano con chile? No he usado la olla de barro en


mucho tiempo—

—Paso del chile también— dijo Crystal. —Supongo que será mejor que traiga
alguna hamburguesa—

—Las hamburguesas no son saludables. ¿No leeslos reportes sobre salud?—


Laura puso la tapa en la azucarera y giro para ver la cara de Crystal.

—¿Yo? ¿Leer el reporte sobre salud ?— La rubia dio un bufido. —Por favor—

—¿Tienes idea de lo que le hace eso a tu cuerpo?— Laura colocó sobre la


mesa las tazas y volvió a sentarse.

—Mira con quien estas hablando— Crystal dijo. —¿Crees realmente que una
hamburguesa me va a hacer mas daño que fumar y beber?—

Incapaz de resistirse, Laura se inclinó hacia adelante y sonrió burlonamente.


—Podrías dejar esos vicios también—

—Bueno, no será hoy, Laura. Toma— Crystal sonrió y empujó las secciones
dobladas del periódico al otro lado de la mesa.

—Gracias— Ambas leyeron en silencio durante varios minutos hasta que


Laura se asomó por encima de su periódico.

—¿Que tal algo de pollo asado y puerros*?—

—¿Qué es un puerro?—

—No debes de tener miedo es solo un vegetal—

—Naw—

—¿Entonces que te gustaría?—

—No lo sé. No te preocupes por mí. Compraré algo—

—Bien, sicambias de idea, llámeme y prepararé algo—

—Sabes, puedo pasar por el Tom Cat Club yrecoger mi cheque. Podríamos
pedir pizza— Crystal colocó sobre la mesa el periódico y trató de alcanzar
su taza. —Puedo ser considerada y pedir que pongan algo de champiñones en
la pizza—

Laurasonrió ante el gesto pero negó con la cabeza. —Puedo hacer una
docena de pizzas por el precio de una. Tengo algo de masa en el congelador y
no me cuesta nada salir y…— Fue incapaz de reprimir un bostezo. —Oh lo
siento. Decía que no me cuesta nada salir y comprar algo de queso y salsa—

—Naw, quédate en casa— Crystal dijo. —Necesitas dormir un poco— Se


puso de pie y recogió su taza ahora vacía.—Ya me tengo que ir. Te veo más
tarde—

—Crystal, ¿me haces un favor?

—Seguro, ¿qué?—

—Si vas a llegar tarde, llámame, ¿ok?—

—No tienes por que preocuparte por mi, no voy a ir con Steph o a otro lado

—Sé que no debo depreocuparme pero de cualquier manera me preocupo.


Sólo llama si vas a llegar tarde, ¿ok ?—

—Bien. Si por alguna razón voy a llegar tarde, te llamaré. ¿Alguna otra cosa,
Mamá?— Crystal le dio la taza vacía a Laura. —Te veré esta noche—

***

—¿Señorita Sheridan? La Señorita Foster le verá ahora, — la secretaria de


Jenny dijo al colgar el teléfono. Crystal asintió con la cabeza y entró a la
oficina de la terapeuta.

—Buenas tardes, Crystal. No esperaba verte otra vez esta semana— Jenny
tomó asiento en el sofá mientras Crystal se sentó en el reclinable.

—Sí bueno, no lo sé— Crystal miraba a todas partes excepto a Jenny. La


incomodidad que sentía cuando estaba en esa habitación ahora era más
fuerte. —Solo pensé que ya que tenías una hora disponible yo....... no me
gustó la meditación del hoy—
—¿Y qué fue lo que no te gustó?— Jenny se contrarió. —El tema de hoy es
sobre ver de quien es la culpa, es decir sobre el abusador y no sobre la niña
afectada—

—Es estúpido. Por supuesto que toda la culpa es de él— Crystal se movió en
su asiento, finalmente encontrándose con los ojos de Jenny. —Él es el
bastardo que no podía mantener sus manos lejos de sus niñas— Sus dedos
fueron a un pedazo de hilo que colgaba del reclinable y comenzó a tirar
fuertemente de él mientras apartaba la vista de la terapeuta. Esperó por
una respuesta pero Jenny simplemente continuaba mirándola. —¿No vas a
decir algo?

—¿Qué quieres que diga, Crystal?—

—No lo sé, algo—

—Bien. ¿Qué es lo que puedes decirme acerca de ese tema que te tiene tan
irritada el día de hoy?—

—No quiero hablar de eso. Es estúpido—

—Tus sentimientos no son estúpidos— Jenny dijo amablemente. —Pueden


ser difíciles de entender. Pueden incluso ser demasiado dolorosos como para
poder manejarlos pero no son estúpidos—

—Fácil para ti decirlo, Doc— Crystal dijo con un bufido. —Tú no viviste con
ese bastardo— Cambio de posición encogiendo sus rodillas apoyando su
barbilla sobre ellas envolviéndolas con sus brazos fuertemente, Crystal dejó
caer su mirada hacia el suelo. —Tú no tuviste que soportar que arrojara tu
cena contra la pared sólo por que se había quedado sin cerveza.No tuviste
que aguantar todos los gritos de súplica y todos los golpes— Mientras
hablaba, la voz del Crystal se iba agitando más y su agarre era aun más
fuerte. —Tú no tuviste que esconderte debajo de las colchas rezando para
que se muriera. No tuviste que escucharle.…— Sintiendo que se le cerraba la
garganta,Crystal sacudió su cabeza y apretó con fuerza su mandíbula.

—Tienes razón,Crystal— Jenny dijo. —No estaba allí. No conozco todo el


horror que has sufrido. Sólo puedes decirme como se siente. Prueba usar
'Yo' —

—Tú no..—

—Usa, 'Yo',Crystal—
—Yo— La estrechez en su garganta la hacia sentir como una prensa que
cortaba sus palabras. —Yo… lo odio— Tirando fuertemente del hilo suelto,
Crystal finalmente rompió parte del asiento reclinable.

—Por favor, no destruyas mi mobiliario— Jenny dijo, colocando sus pies en


el suelo se inclino hacia adelante poniendo sus antebrazos sobre sus muslos.
—Si te sientes con ganas de destruir algo, tengo un muñeco para golpear y
eliminar todo el estrés—

—No me siento destructiva— Crystal se quejó, cruzo sus brazos para


mantener sus dedos lejos de otro pedazo de hilo suelto.

—Bien es bueno saberlo. ¿Entonces por qué no me cuentas por que me


llamaste a la hora del almuerzo para solicitar una cita? Algo debe estar
molestándote—

Crystal permaneció en silencio por un momento, tratando de encontrar las


palabras para expresar elenfurecimiento creciendo dentro de ella.
Finalmente, ella barbulló —¿Por qué me haces leer ese maldito libro? Lo odio

—¿Por qué?—

—¡Porque me hace recordar!—Crystal gritó, empuñando sus manos. —Leí esa


maldita cosa antes de ir a trabajar esta mañana y es en lo único que me la
he pasado pensando todo el día— Ella trató de sacar sus cigarrillos.

—¿Qué te parece mejor un pedazo de caramelo en lugar de eso?— Jenny


ofreció, señalando haciael plato lleno de caramelos al lado de la cafetera.

—Necesito un cigarrillo, no un dulce— Crystal masculló, metiendo de nuevo


el paquete a su bolsillo. Levantándose,cruzó el cuarto y tomoun vaso de
unicel de la pila al lado de la cafetera. —Sabes, el tirar toda esa mierda por
la ventana no requiere tener una gran capacidad mental—Crystal dijo sobre
su hombro mientras preparaba su café. —Me la pase dando vueltas por todo
el vestíbulo hablando sola— En lugar de regresar a su asiento, Crystal
caminó hacia la ventana y se quedó mirando fijamente hacia afuera. —
Escuché diferentes estaciones de radio y no conseguía distraerme, sabes—
Continuó adelanteen espera de una respuesta. —No lo sé. Solo no podía
sacar esas cosas de mi mente. Es … eso simplemente … — Crystal sacudió su
cabeza con frustración. Las palabras que quería decir eran demasiado
peligrosas para poder expresarlas pero nada salió. —Olvídalo—
—Lo sabes, no voy a dejarte ir tan fácilmente— Jenny dijo. —Dijiste que te
había hecho recordar— Crystal se tensó, dando un gran trago de su café
antes de encontrarse con la mirada de Jenny. —¿Qué te hace recordar?—

—Todo— Crystal redujo rápidamenteel contenido del vaso y lo lanzó al


basurero. Miro el asiento reclinable pero en lugar de eso optó por dejar una
distancia entre ella y la terapeuta. Se sentó sobre uno de los cojines,
apoyando las muñecas sobre sus rodillas.

—¿Te hace recordar cómo te sentiste?— Jenny preguntó amablemente.

—Me hace sentir enojo— contestó, decidió enfocar su atención en una


pelota colorida de espuma.

—¿Qué más?—

—Molestia, enojo…¿Qué más quieres que te diga?

—El enojo enmascara emociones que tenemos mucho miedo de afrontar—


Jenny cambió de posición aun más cercana. —¿Qué estás pensando justo
ahora?—

—Nada—Crytal contestó rápidamente, sabiendo por la mirada de Jenny que


esa respuesta no era aceptable. —Sólo recordaba, eso es todo—

—Compártelo conmigo—

—Ah, no es una bonita historia, Doc—

—Cuéntame— Jenny insistió más firmemente.

—Es como una película que se repite una y otra vez en mi mente—
Crystalcomenzó, su mirada fija aun en el piso. —Estoy en mi cama ypuedo
escuchar cuando llega a casa y entra en la sala— Crystal apretó la pelota
hasta que sus nudillos estaban blancos antes de soltarla.

—Ha de haber sido espantoso para ti, sabiendo lo que iba a ocurrir y ser
incapaz de impedirlo— Jenny dijo provocando.

—Debí hacer algo— Crystal dijo, aumentando el ritmo de losapretones. —


Debí haberme escapado desde antes ohaber asegurado la puerta o algo—
—Intentaste escapar varias veces si mal no recuerdo. ¿En lo que respecta a
asegurar tu puerta, qué piensasque tu padre hubieras hecho si la hubieses
asegurado?—

—Yo la aseguré una vez—La mano soltó un golpe sobre el cojín rojo. —Él
golpeo fuertemente la puerta. Y no se pudo cerrar de nuevo— Una sonrisa
sardónica se asomó en los labios de Crystal y levantó su cuello para mirar a
la terapeuta. —Él me golpeo esa noche, Doc— Encontrando la miradaseria de
Jenny, Crystal desvió la mirada. —Creo que paso sólo un mes o poco más,
después de que finalmente me apartara de ese bastardo— Negó con la
cabeza. —Nop, no hay mas que coraje ahí, Doc. Soy demasiado insensible
para sentir cualquier otra cosa—

Jenny señaló hacia el cojín rojo. —¿Me permites?— Crystal a regañadientes


asintió con la cabeza y observó a la terapeuta acomodarse en una posición
más cómoda. —Crystal, me gustaría hacer algo por ti, ¿Ok? Primero,
descruza tus piernas y ponte cómoda—

Crystal levantó una ceja y estiró sus piernas.

—Bien, ahora cierra tus ojos—

—¿Tratas de hipnotizarme, Doc? No me voy a poner a cloquear como una


gallina—

—Sabía que había un gran sentido del humor escondido dentro en alguna
parte— Jenny dijo con una sonrisa. —Prometo que no voy a
intentarhipnotizarte. Ahora, cierra tusojos— Crystal hizo lo que le ordenó.
—Bien— escuchó a Jenny decir. —Ahora quiero quepienses en la película que
siempre está en tu mente— Inmediatamente se visualizó sobre su cama
escuchando el sonido de los fuertes pasos de su padre entrando a la sala y
todo esto llenó sus sentidos. —Piensa cuidadosamente— Jenny continuó, su
voz sonaba baja y suave. —Piensa como se siente la temperatura del cuarto,
los sonidos que se escuchanalrededor de ti, siente el cuarto alrededor de ti.
Quiero que te concentres en los detalles— Las borrosas imágenes iban
tomando forma.

—lo veo— Crystal dijo.

—Bien. Ahora Cystal, quiero que te concentres. ¿Cómo luces?—

—¿Qué?—
—Cierra tus ojos. Así es mejor. Te pregunté cómo luces en tu mente.
Descríbete tú misma para mí. Qué estas vistiendo, qué tan alta eres, y este
tipo de cosas—

—No lo sé— Crystal dudó, su frente se arrugó ante el pensamiento. —


Realmente no me veo, sólo me siento donde se supone que estoy—

—Concéntrate más. ¿Cómo es que luces?—

—Era pequeña de estatura para mi edad. Realmente no me desarrollé hasta


que tuve dieciséis años y para entonces ya había huido de allí así que
probablemente media alrededor de 1.20 m más o menos. —

—¿Eras una chica fuerte?—

—Fui buena en deportes pero no sobresalí ni nada por el estilo—

—Así que tienes unos catorce años de edad—

—Sí, supongo que sí— Crystal dijo, la imagen en su mente iba tomando forma
pero aun era algo borrosa. —No puedo verme mi cara, sin embargo—

—¿Tienesalgunas fotos viejas de cuándo eras pequeña?—

—No. No se me ocurrió empacar ese tipo de cosas cuando me escapé, Doc—


Crystal dijo sarcásticamente. —Supongo que cuando pienso en como luce mi
cara me veo justo como soy ahora—

—Quiero que pienses cuando tenías catorce años. Piensa acerca del pelo, los
granos, la ropa, todo lo que puedas— El estímulo de Jenny trajo el recuerdo
de una cara más clara del rostro de niña que tenía Crystal. —Ahora— Jenny
dijo gentilmente. —¿Ahora te puedes ver mejor?—

—Sí, creo que sí— Crystal contestó.

—Muy bien, piensa sobre que tan pequeña eras en comparación con tu padre

Crystal se sobresaltó ante la mención de su padre y frunció el ceño,


sabiendo que Jenny observaba sus movimientos también. —¿Sí?—

—Quiero que pienses en otra cosa. Guarda esa imagen en tu mente— Crystal
mantuvo sus ojos cerrados, siguiendo las indicaciones de Jenny. —¿Quién
decidía a que hora te levantaras por la mañana?—
—Mis padres—

—¿Y la hora para ir a la cama?—

—También ellos—

—¿Quiéndecidía que desayunabas? ¿Qué cenabas? ¿Qué vestir para la


escuela?—

—Ellos—

—Suena como que no tenias mucho poder de opinión allí— Jenny dijo.

—Escogía mi ropa interior— Crystal contestó coléricamente, sentimientos


viejos saliendo hacia la superficie.

—¿Cómo esperas que tú, como una adolescente con tanta confusión y caos
alrededor de ti sea capaz de defenderse contra alguien más poderoso? —

Incapaz para pensar una respuesta rápida, Crystal abrió susojos y miró a su
terapeuta.

—¿Nunca has pensado sobre eso, verdad? Jenny continuo, inclinándose hacia
adelante a sólo unos centímetros de Crystal. —Cuandopiensas acerca del
pasado, esperas que esa niña sea capaz de pensar y actuar como lo haces
ahora como adulta—

—No— Crystal protestó, abrazando sus rodillas más cercanas a su pecho.

—Mira dentro de ti— Jenny insistió. —Continuas diciéndote, si tan solo


hubiera tenido un mejor seguro la puerta, si tan solo hubiera hecho esto o
aquello. Eras una niña, Crystal. Una niñita a merced de alguien mucho más
grande y más fuerte que tú—

Si Jenny dijo algo más, Crystal no la escuchó. Sus pensamientos la alejaron


de la realidad, entrando en otro tiempo y lugar, donde los monstruos eran
reales y la persona que debíaprotegerla resultó ser su peor pesadilla.
Crystal probó ponerse firme, poner su actitud ruda, pero se sentía como en
un vacío. Bajando bruscamente sus hombros,dejó caer su cabeza hacia
adelante. Los recuerdos dolorosos y los sentimientos que habían estado
saliendo a flote todo el día finalmente quebrantaron su fuerza y la
atravesaron. Parpadeando repetidas veces no pudo evitar sentir sus ojos
llorosos y Crystal supo que la batalla estaba perdida. Enterrando su cara en
sus brazos, sintiólas lágrimas salir. Su respiración temblorosa amenazaba
con provocarle comenzar a sollozar pero los años de auto conservación la
ayudaron rápidamente a controlar las riendas de la situación. Limpiándose la
cara mojada con las mangas de su blusa, se puso de pie y caminó hacia la
ventana. Mirando a través del cristal los diversos autos y camiones que
caminaban por la calle. Tomando varias respiraciones profundas, Crystal
comenzó a hablar, no muy segura de ser capaz de controlar sus emociones.
—Yo … creo que es suficiente por hoy, Doc—

—No puedes huir de ti misma— Jenny dijo quedamente, su voz viniendo


detrás del hombro de Crystal. —Sé que te gusta pensar que eres como una
mujer que es capaz de existir sin el cariño humano pero no es así—

—Lo puedo controlar— Crystal dijo firmemente, rehusándose a apartar la


vista de la ventana mientras otra lágrima rodaba por su cara.

—Claro que puedes, Jane Wayne*. Lo haces montada en tu caballo y con un


revólver en la mano justo para matar a quien se logre acercar, ¿no es así?—
Una mano amigable tocó el hombro de Crystal. —Tienes un millón de
sentimientos traspasándote ahora mismo y no tienes idea de cómo
acomodarlos. Creí que por eso habías venido aquí, y no a salir huyendo en el
momento que las cosas se pusieran difíciles—

Crystal sorbió su nariz y se limpió sus ojos, aun rehusándose a darse la


vuelta. —Odio esto— dijo quedamente.—Yo….— Observó una furgoneta que
bajaba por la calle mientras ordenaba sus pensamientos. —Odio sentirme de
esta manera—

—¿De qué manera?— La suave voz detrás de ella preguntó.

—No lo sé— Encogiéndose de hombros, Crystal se movió, manteniéndose de


espaldas a Jenny. Regresando hacia el cojín azul, se dejo caer en él, dejando
salir un profundo suspiro cuando finalmente recuperó el control de sus
conductos lagrimales que eran raramente usados.Observó a Jenny ir hacia
ella.

—Lo sabes, sólo que no quieres admitirlo— Jenny dijo. —Ya te dije que no
acepto que te despor vencida— El sonido lejano de la campana de una iglesia
hizo que mirara su reloj. —Pero te dejaré en paz esta noche. Se está
haciendo tarde. Mírame— Esperó hasta tener la completaatención de
Crystal antes de continuar. —Quiero que vayas a casa y escribas esta noche
— Ignorando el gemido de Crystal, continuó. —Quiero queescribas sobre el
sueño que siempre tienes. Trata de ponerlo lo más detallado posible. No
olvides que las personas en tu vida en tu presente no son las mismas de tu
pasado. Estás rodeada por personas que se preocupan por ti.No olvides
buscar ayuda si la necesitas—

—No quiero escribir esta noche— Crystal dijo, restregándose los ojos y
poniéndose de pie. —Sólo tengo deseos de drogarme—

—Drogarte no hará que el dolor desaparezca— Jenny contestó cuando se


ponía de pie. —La definición de la locura o insanidad es hacer lo mismo una y
otra vez y esperar diferentes resultados. Prueba hacer algo diferente para
cambiar. Te garantizo que no te despertarás con una resaca—

—Esta ha sido una noche realmente dura para mí justo para merecer una
resaca, Doc. Puedo obtener algo de licor—

—Yeah, si de eso no me cabe la menor duda— Jenny sonrió burlonamente. —


No acepto tonterías tampoco, Jane Wayne. Ve a casa y acuérdate de que
eres una mujer, no un tanque de guerra—

—¿Y eso qué significa?—

—Significa que te lo tomes con tranquilidad— Jenny dijo. —Eres una mujer
que necesita cariño de vez en cuando. No tengas miedo de tomarlo, ¿ok?—

—Te veré el sábado en el softbol, Doc—Crystal contestó, tomando sus


llaves.

—Hey, regla numero veintiséis— Jenny estaba enfrente de ella y extendió


la mano. —Creo que todo el mundo necesita al menos cinco abrazos al día. Tu
estás muy atrasada en cuanto a eso, estoy segura—

—Estás bromeando— De pronto se encontró envuelta en un cálido abrazo,


Crystal supo la respuesta. —Sí, sí está bien, me has dado un abrazo. ¿Puedo
irme ya? —

—Lee tus meditaciones, escribe en tu cuaderno y no olvides establecer


contacto con las personas que se preocupan por t—Jenny dijo mientras
soltaba el abrazo. —Te veré el sábado—

NOTAS:

Mets: Equipo de Beisbol de Nueva York.


Puerro: Planta herbácea anual, de la familia de las Liliáceas, con cebolla
alargada y sencilla, tallo de seis a ocho decímetros, hojas planas, largas,
estrechas y enteras, y flores en umbela, con pétalos de color blanco rojizo.
El bulbo de su raíz es comestible.

Jane Wayne: Tendencia que tienen algunas mujeres a jugar a ser rudas.

PARTE OCTAVA

El estacionamiento de la licorería estaba oscuro, la luz de la lámpara estaba


quebrada desde tiempo atrás gracias a unos vándalos y nunca se reparó.
Crystal estacionó su coche cerca de la puerta principal, buscando toda la luz
alrededor de ella tanto como fuera posible ahora que la noche había caído.
Saliendo de la tienda con una bolsa de papel café en su mano, miró alrededor
del estacionamiento oscuro cuidadosamente antes de quitar el seguro de la
puerta de su coche. Una vez dentro del pequeño Omni, Crystal cerró su
puerta y colocó la botella en el asiento del pasajero. No puedo hacer esto,
es demasiado difícil, pensaba para sus adentros, extendiendo la mano para
encender el motor. Lo único que he estado pensando es en ese maldito lugar
y toda la mierda que pasó. Dirigiéndose hacia la calle, Crystal presionó con
fuerza el acelerador, rápidamente pasando por alto el límite de velocidad.

Al menos cuando estoy borracha no pienso nada de eso. La botella que


estaba sobre el asiento pedía a gritos ser sacada de la bolsa de papel, pero
Crystal sabía que si comenzaba a beber estando en ese estado de ánimo, se
tomaría la mitad de la botella antes de que pudiera llegar a casa, si es que
lograba llegar a casa. —Ah, a quien le importa de cualquier manera— dijo en
voz alta, tratando de alcanzar la botella. Sus dedos apenas se estaban
cerrando alrededor de la bolsa cuando vio unas luces azules que brillaban
intermitentemente por su espejo retrovisor. —Oh mierda— dijo, soltando la
bolsa y tratando de colocarse su cinturón de seguridad. Oh mierda, ¿traeré
algo de hierba mala en el coche? Crystal intentó acordarse mientras
apartaba el coche hacia la orilla del camino.

Revisando entre los asientos y deteniendo el coche, apagó el motor y bajó la


ventanilla. ¿Metí la nueva tarjeta del seguro en la guantera? Crystal miró el
espejo retrovisor, nada contenta al ver el coche de la policía estacionándose
detrás de ella. Las luces azules continuaban brillando en cada segundo que
pasaba. ¿Qué estás haciendo, mirando mi matrícula? Por favor, sólo ven aquí
y levántame la infracción y vete. Crystal definitivamente estaba dudosa de
si había algo de marihuana en su guantera. Los documentos están ahí dentro.
¿Qué tal si ve algo cuando este buscando mi licencia de conducir? Tal vez la
debería sacar ahora mismo, por si acaso. Pero por otra parte, si me ve
revisando ahí dentro, podría sospechar y podría querer registrar el coche.
Esa no sería una buena idea. Una semana antes había dejado caer un tubo
para la marihuana y en ese momento simplemente lo había pateado bajo el
asiento delantero. El sonido cercano de una puerta de coche cerrándose
tomó la decisión por ella. No hacer nada y ver que pasaba.

El corazón del Crystal comenzó a latir con fuerza en lo que se iba acercando
el oficial uniformado a su coche. Mirando a través de su espejo, los ojos de
Crystal se ensancharon cuando el policía hizo una parada en su parachoques
trasero y pareció ver algo. No me digas que tengo una luz trasera quebrada
o algo por el estilo. Maldición, ¿cuándo fue la ultima vez que lleve mi coche a
la inspección? Pasando un paño sobre el sudor de su labio superior,
nerviosamente asomó su cabeza fuera de la ventanilla. —Um, ¿algo está mal,
oficial?—

—Permanezca en el vehículo, Señorita.— la profunda voz femenina dijo con


autoridad. Crystal se sentó y miró hacia adelante, ambas manos agarrando la
parte superior del volante. ¿Qué pasara si se le ocurre registrarme de
arriba a abajo? Crystal sabía que traía algunos rollitos de periódico en el
bolsillo trasero de su pantalón. Si daba con eso seguramente la mujer policía
examinaría todo el coche. Maldición, maldición, esto no está nada bien.
Escuchó su nombre sonar desde la radio y la oficial respondió antes de
acercarse hacia la puerta. —Su licencia, registro y tarjeta de seguro, por
favor—

—Uh…seguro— Crystal se inclinó en su asiento para tratar de alcanzar su


cartera, en todo momento nerviosa en lo que la oficial iluminaba con su
linterna a lo largo del interior del coche. —Um, aquí está mi licencia. El
seguro y el registro están en la guantera—

—¿Trae alguna arma o drogas ilegales en este vehículo, Señorita Sheridan?


— La voz de la oficial sonó algo familiar a Crystal pero no sabía de donde
exactamente.

—No— Inclinándose y notando que la luz de la linterna seguía sus manos,


Crystal metió la mano en el compartimiento y quitó el frágil plástico que
sujetaba los papeles del coche. Sacando el registro y la tarjeta del seguro,
se los entregó.

—¿Esta es su dirección actual?—


—Um, no. Vivo en las Terrazas— Crystal observó como la oficial levantaba la
licencia y garabateó algo en su libreta.

—Esta obligada a notificar al apartamento de vehículos en un periodo de


diez días cualquier cambio de domicilio y marcarlo claramente en el reverso
de su licencia— dijo la oficial, su linterna todavía iluminando a todo lo largo
del interior del coche. —¿Está tomando alguna bebida alcohólica?—

—No, sólo me dirijo a casa— Crystal contestó.

—Mm hmm— la oficial contestó. Algunas notas más fueron garabateadas


antes de que bajara su libreta y dio un paso hacia el coche. —Salga del
vehículo, por favor—

Oh mierda. Aspirando profundamente, Crystal desabrochó el cinturón de


seguridad y abrió la puerta. Por favor, que el tubo haya quedado muy abajo
del asiento. Trataba de recordar el nombre de un abogado cuando la oficial
de policía habló.

—¿No eres la nueva compañera de apartamento de Laura Taylor?— Parada


bajo el poste de alumbrado eléctrico, Crystal ahora sabía porque la voz le
parecía tan familiar. Era Alex Duncan, la mediocampista del equipo de las
Halcones de softbol.

—Sí— Crystal dijo felizmente. Las probabilidades de necesitar a un abogado


habían disminuido considerablemente. Alex estaba sonriendo y apoyándose
contra la puerta abierta. —No sabía que eras policía—

—Yeah, es mi trabajo mantener las calles seguras en la noche— Alex


contestó. —Hablando del diablo, no es una buena idea ir conduciendo a tan
alta velocidad—

—Oh, yeah …lo siento— Demasiado como para ganarse una multa.

—¿Me juras que no has estado bebiendo?—

—Ni una gota— Crystal pensó sobre la botella que tenía sobre el asiento
delantero. —De hecho, acabo de comprar algo para beber en casa— Señaló
el asiento del pasajero, cosa que no había sido visible para los ojos de Alex
antes, la botella de whisky envuelta en una bolsa café de papel.

—A propósito, tienes una luz rota en la parte trasera— Alex dijo en lo que
se reclinaba dentro y removía la botella de whisky de la bolsa. —Muy bien, el
sello de la botella no está roto. Habría tenido que darte un cargo por llevar
un envase abierto— Alex devolvió la botella al asiento y devolvió los
documentos a Crystal. —Supongo que puedo dejarte ir con sólo una
advertencia por exceso de velocidad esta vez pero tengo que darte un
ticket por la luz rota— Abrió su libreta y escribió con su pluma. —Ya había
comenzado a escribirlo. No pagarás ninguna multa si lo reemplazas por un
ticket firmado por un mecánico autorizado y lo entregas en la estación de
policía para comprobarlo antes de la tarde de mañana— La oficial Duncan
tendió la libreta y la pluma. —Firmar no es una admisión de culpabilidad, sólo
de que recibiste tu ticket. ¿Así que vas saliendo del trabajo e ibas rumbo a
casa para tomar algunas bebidas, hm?—

Crystal firmó el ticket y devolvió la libreta a Alex. —Sí, bueno ...—

—Qué lástima estoy trabajando hasta media noche— Alex se apartó de la


puerta, haciéndole saber a Crystal que estaba todo bien y que regresara al
coche. —Me gustaría invitarte una copa algún día— la oficial dijo
suavemente mientras Crystal entraba en el asiento del conductor.

—Oh, um sí— Ahora que el peligro de una búsqueda se había ido, Crystal le
sonrió coquetamente a la policía.

—Sé el número de Laura. ¿Te puedo llamar un día de estos entonces?—

—Eso suena genial— Crystal dijo, usando el mismo tono que muchas veces
antes había acostumbrado a usar con hombres calenturientos que le pedían
su número de teléfono. —Te diré qué. No estoy nunca en casa. ¿Por qué
mejor no te llamo yo en alguna ocasión?— Asegurándose de abrochar su
cinturón de seguridad, Crystal lanzó la licencia y los otros documentos en el
asiento del pasajero y echó a andar el motor.

—Hay un detector de velocidad arriba, cerca de la salida seis—

—Gracias por la advertencia. Buenas noches— Crystal comenzó a subir la


ventanilla tan pronto como Alex se hizo hacia atrás. Oh Dios mío, logré salir
de esta. Mirando por su espejo retrovisor, Crystal esperó hasta que la
oficial de policía estuviera de regreso en su unidad antes de ponerse en
marcha sobre la autopista. Eso es todo. Mañana voy a limpiar el coche. El
alumbrado público iluminó el blanco brillante del ticket sobre el asiento. —
Supongo que iré a una tienda de autopartes también—

***
—¿Oh, qué es ese horrible ruido?— Crystal gritó entrando al apartamento.
La música venía del dormitorio de Laura y como la stripper ya la había
escuchado en otros bares, la reconoció como una de las canciones de los
Carpenters.* Encontrando la puerta de Laura abierta, Crystal dio
ligeramente un golpe en la puerta y dio un paso adentro. —¿Por qué estas
escuchando esa música tan deprimente?—

—No es deprimente, me sirve de inspiración— la escritora defendió


mientras cerraba la grabadora.

—Seguro, si estás pensando en matarte— Crystal caminó hacia el pequeño


archivador y se sentó encima de él. —¿Cómo vas?—

—Hola también a ti, y voy bien— Laura señaló el monitor. —Creo que llevo
hechas como quince páginas. Ha sido un día muy productivo—

—Bien por ti—

—¿Qué es eso? ¿Estás surtiendo tu suministro?—

—Sí bueno ...— Crystal colocó la botella de whisky en el piso, fuera de la


vista de Laura.

—Sí— Laura dejó el tema de lado. —¿Y cómo estuvo tu día? Luces como si
hubieras estado jugando en un montón de suciedad. Asegúrate de poner a
remojar en detergente tus calcetas para remover esas manchas antes de
meterlas en mi lavadora—

—Eres la única persona que conozco que se preocupa por mantener su


lavadora limpia— Mirando a su compañera, Crystal notó los ojos hinchados
de Laura. —¿No has tomado ninguna siesta?—

—No tuve tiempo. Esas ideas que me diste ayer eran justo lo que necesitaba
para juntar a Bobbi y Julie— Laura se desperezó en su asiento, comenzando
a rodar su cabeza de un lado para otro hasta que escuchó un satisfactorio
crujido. —Estoy casi lista para hacer que ellas tengan su primer beso—

—Oh sí, metámoslas en la cama lo más pronto posible— Crystal dijo en


broma. —Creo que necesitas un descanso. Te diré que, haré la cena esta
noche—

—¿Sabes cómo cocinar?—


—Púdrete— Crystal contestó, saltando fuera del archivo y tomando su
botella de su escondite. —Venga, necesitas apartarte de esta música
deprimente—

Mientras bajaban las escaleras, Laura continuó defendiendo sus gustos


musicales. —Los Carpenters no son deprimentes. Y la música melancólica es
perfecta para la escena en la que estoy trabajando—

—Espero que no sea una escena de amor— Crystal dijo sarcásticamente


mientras entraba a la cocina. —¿Qué te apetece? No conozco nada que se
parezca a una comida verdadera— Abrió el refrigerador y recorrió con la
mirada el contenido de cada estante. Oh, no sabía que tenías escondidas
aceitunas verdes aquí dentro, Crystal pensó para sus adentros, haciendo una
nota mental en bajar más tarde y tomar unas cuantas. —¿Qué es esta cosa
que se parece a una hamburguesa?—

—Es una hamburguesa vegetariana—

—¿Cómo las cocinas? ¿Igual que las normales?—

—Así es. Le agrego algo de queso y cebollas fritas para condimentar—

—Suena bien. Tengo un pedazo de bistec por aquí en alguna parte…— Crystal
movió de un lado para otro jarras de brebajes no identificables pero su
carne no se encontraba por ninguna parte. —¿Dónde esta?—

—Lo aparté de mis sobrantes de rigatoni*. Mira en el estante más bajo en la


parte trasera—

—¿Por supuesto, por qué no lo vi antes?— Crystal dijo sarcásticamente,


moviendo las canastas de moras fuera de su camino y alcanzando el bistec.
—¿Tienes cebollas y queso?—

—El queso está en el compartimiento de los lácteos en la puerta y las


cebollas están en la gaveta más baja—

Crystal encontró los ingredientes y los colocó en el mueble mostrador.


Abriendo varias gavetas hasta encontrar los cuchillos de corte. Laura se
había enfrascado en el periódico, dejando a la rubia con sus propios
pensamientos. Como había hecho muchas veces durante el día, la mente de
Crystal se remontó al pasado. No debería doler tanto. Tomando el cuchillo,
comenzó a cortar en rodajas la cebolla. Sé lo que quiere Jenny. Quiere que
rompa a llorar y le diga lo que él hizo como si eso hiciera alguna diferencia.
La fuerza del cuchillo a través de la cebolla aumentaba y Crystal pronto
sintió algunas lágrimas que se asomaban por sus ojos. De espaldas a Laura y
sus dedos cubiertos con jugo de cebolla, dejó caer las lágrimas, sabiendo
que sería peor si intentaba restregarse los ojos. Apuesto que esto la haría
feliz, verme llorar de esta manera. Inhalando por la nariz y restregándose
las mejillas en contra de las mangas superiores de su blusa, Crystal apartó
el cuchillo e introdujo las rebanadas de cebolla en la sartén. Te extraño
Paty. En verdad necesito un abrazo. Un sollozo pequeño se libró de sus
labios, ya no podía culpar a las cebollas por las lágrimas.

—¿Estás bien?— Laura preguntó desde la mesa.

Crystal sorbió por la nariz y aminoró la temperatura del quemador. —Uh sí,
esta fuerte la cebolla, supongo— Todo lo demás podía esperar algunos
minutos. —Voy afuera a fumar— Agachando la cabeza y apartando la vista
de Laura, Crystal rápidamente se abrió paso hacia la cubierta.

La luna estaba todavía debajo del límite de la línea de los árboles, lanzando
muy poca luz en la cubierta. Agarrando el barandal con ambas manos,
Crystal miró la oscuridad, incapaz de detener las lágrimas que caían. El
coraje que fácilmente venía a ella no podía contra las fuertes emociones, el
dolor. Los recuerdos de ser una niña solitaria sin nadie a quien recurrir se
rehusaban a irse y Crystal sintió volver a esa época dolorosa. No escuchó la
puerta corrediza abrirse permitiéndole a Laura salir a la cubierta. Crystal
brincó al sentir una cariñosa mano sobre su espalda.

—Hey— Laura habló bajo. —Ven aquí— Antes de que pudiese reaccionar,
Crystal se encontró siendo sujetada dentro de un abrazo cariñoso de Laura.

—Yo ...—

—Shh, está bien— la escritora dijo. Crystal sintió el abrazo aun más fuerte,
su cabeza presionada sobre el hombro de Laura. —De vez en cuando todos
necesitamos sacar lo que traemos dentro—

—Yo n-no puedo detener esto— Crystal sorbió su nariz, torpemente dejando
a sus brazos rodear la espalada de Laura. —E-es...Es que duele tanto—
Incapaz de detenerse, se abrazó más profundo en los brazos de Laura,
sintiendo el calor del cuerpo de Laura a través de la blusa delgada de
algodón. Las lágrimas cayeron libremente por primera vez en muchos años y
Crystal se encontró indefensa para detenerlas. Igual que cuando buscaba
reconfortarse en los brazos de su hermana, de niña, Crystal ahora apretaba
más su agarre alrededor de la espalda de Laura mientras los sollozos
rompían su cuerpo. Mientras sus lágrimas mojaban la blusa de Laura, sintió
una mano frotando amablemente de arriba abajo por su espalda. —Lo siento

—No lo sientas— Crystal sintió el abrazo de Laura hacerse más fuerte. —Ya
te dije, algunas veces todos tenemos que sacar lo que traemos— Las manos
que estaban frotando su espalda y su pelo se detuvieron. —¿Te parece bien
que entremos?— Laura preguntó. Crystal asintió con la cabeza y se dejó
conducir a través de la cocina y se fueron al sofá donde Laura insistió en
sentarse junto a ella.

—L-lo siento— Crystal dijo, limpiando su cara con su manga. —Creí que
habían sido las cebollas pero ...— Miraba para todos lados menos hacia
Laura, avergonzada por el llanto. —Será mejor que regrese a hacer la cena—
Crystal intentó levantarse pero fue sentada de nuevo por una firme mano en
su pecho.

—La cena puede esperar— Laura insistió. —Tú eres más importante—
Mientras hablaba, Laura subió su mano para tomar la barbilla de Crystal,
forzando sus ojos a encontrarse. —Habla conmigo— Crystal se encontró
mirando directamente a los ojos azules de Laura, reflejando en ellos cariño
y preocupación. —Venga, Crystal, habla conmigo— Laura repitió suavemente.

—Es sólo que me la paso pensando en el pasado— Crystal dijo, rompiendo el


contacto con la mirada y enfocando la atención en los cordones del zapato
de Laura. —Mi papá fue un bastardo— Insegura de qué decir, Laura
permaneció callada, dándole a Crystal el tiempo que necesitaba para ordenar
sus pensamientos. El olor de las cebollas fritas comenzó a filtrarse a través
del aire. Laura se dio cuenta de eso pero permaneció ahí, rodeando los
hombros de Crystal con un brazo. El timbre del teléfono interrumpió el
silencio.

—Deja que la máquina conteste— dijo Laura. Tres timbrazos más tarde
escuchó el click ya conocido y la grabación de su propia voz.

—Habla Laura. No puedo atender el teléfono en este momento, así es que


por favor deje un mensaje— Beep.

—Laura, soy Jenny— la voz distorsionada dijo. —Llámame cuando llegues. Se


escuchó otro click y de nuevo la habitación se quedó en silencio.

—La vi hoy— Crystal dijo quedamente.


—¿Creí que usualmente la veías los Lunes?—

Crystal asintió con la cabeza. —Lo hago pero me he estado sintiendo así
todo el día—

—Oh, entonces te vio de nuevo hoy?— Crystal asintió. Laura continuó. —


¿Qué dijo?—

—Dijo que necesito… sacar todo fuera— Crystal se encogió de hombros. —


Que necesito hablar de lo que sucedió— negó con su cabeza. —¿Cómo se
supone que debo de hablar de algo como eso?— Miró a Laura otra vez,
encontrándose aun con esa mirada cariñosa en su cara.

—Justo como lo estás haciendo ahora—

—Fácil para ti decirlo. Siento como si me estuviera partiendo en dos—


Crystal dijo.

—Interesante visualización— dijo Laura. —Tal vez te sientes así porque hay
algo muy duro dentro de ti intentando salir fuera.

—Ahora tú suenas como la Doc— la rubia dijo, provocando que las dos
sonrieran brevemente. —Tal vez— admitió con un asentimiento, la sonrisa
desapareció de su cara.

—Como te dije antes si necesitas hablar, aquí estaré—

Crystal inclinó la cabeza y miró hacia otro lado. —No creo que pueda—

—Sé que puedes hacerlo— Laura dijo firmemente. —Eres fuerte. Puedes
manejarlo—

—¿Fuerte?— Crystal contestó con un bufido. —No lo creo—

—¿Cómo puedes decir eso?— Laura cambió de posición y esperó a que


Crystal la mirara antes de continuar. —¿Alguna vez te sentaste y te pusiste
a pensar en eso, seriamente? No conozco a muchas personas que hayan
sobrevivido a lo que tú viviste. Después de todas las cosas horribles que tu
familia te hizo, todavía fuiste capaz de huir y mantenerte por ti misma
durante todos estos años— Laura negó con la cabeza. —A los quince yo
estaba preocupada por aprobar Biología y de no tener muchos granos en la
cara. No creo que pudiera haber logrado vivir en las calles por mí misma—
Laura hizo una pausa, escogiendo sus palabras cuidadosamente. —
Especialmente si hubiera sido violada— La palabra causó una reacción
inmediata. Crystal se puso rígida y cruzó sus brazos delante de su pecho.
Sus ojos cobraron una apariencia lejana. Las cebollas quemadas no podían
seguir siendo ignoradas. —Ahora regreso— Laura dijo en lo que se ponía de
pie. Fue a la cocina y apagó el quemador, decidiendo que la sartén podía ser
lavado más tarde. Cuando regresó a la sala de estar, encontró a Crystal en la
misma posición, perdida en un pensamiento profundo. —Hey—

Crystal la miró, sus ojos verdes rojizos por el llanto. Laura reprimió el deseo
de coger a Crystal y rodearla en un abrazo, en lugar de eso volvió a sentarse
al lado de la mujer emocionalmente lastimada. Para su sorpresa, Crystal
tomó su muñeca, colocando su mano de vuelta a su anterior posición,
alrededor del cuello de la rubia mujer. Aceptando la invitación, Laura se
acercó más a ella y Crystal recostó su cabeza en su hombro, sus cuerpos
tocándose. —¿Quieres hablar o sólo quieres estar sentada aquí por un rato?
— Preguntó suavemente, dejando a su pulgar moverse a través de la curva
del hombro de Crystal.

—¿Tuviste una bicicleta cuándo eras niña?—

—Um … sí— Laura contestó, recordando la costumbre de Crystal de cambiar


de tema sin previo aviso. Era color púrpura con un asiento blanco floreado y
una canastilla en el frente—

—Yo tuve una bicicleta también. Era de Paty antes de que me la diera a mí—
Crystal continúo dejando descansar su cabeza sobre el hombro de Laura,
cosa que las tenía sorprendidas a ambas. —Era una bicicleta para niño pero
eso no nos importaba. Era una bicicleta. Ella la ganó, sabes—

—¿Paty?—

—Yeah, hubo un concurso en la escuela y ellos le dieron una bicicleta al


ganador. Ella compró una más grande en una venta de garage con algo de
dinero que había ahorrado. Paty era una buena ahorradora, no como yo—

—¿No es una de tus cualidades, hmm?—

—Nunca tuve dinero para ahorrar pero aun cuando conseguía tener algo, me
lo gastaba de inmediato—

—Yo siempre he sido ahorradora— Laura dijo. —Papá me hacía guardar en el


banco la tercera parte de mi dinero de cada semana. Para cuando me gradué
de la escuela secundaria tenía el suficiente dinero para pagar mi propio
coche—

—Después de que Paty comprara su bicicleta de diez velocidades en la venta


de objetos usados, salimos a montar nuestras bicicletas por todas partes.
Por supuesto eso fue antes de que el borracho bastardo las atropellara con
su maldito coche. Nos tomó casi un año de recoger botellas antes de que
pudiéramos comprar unas nuevas— Crystal se inclinó hacia adelante,
apoyando sus codos sobre sus rodillas y frotando sus manos. Cuando los
segundos pasaban sin que Crystal dijera alguna palabra, Laura se preguntó si
este sería el final de la conversación por esta noche pero finalmente su
compañera comenzó a hablar otra vez. —Me encantaba tener una bicicleta—
Crystal dijo. —Me daba libertad. Cuando estaba fuera paseando, nadie podía
tocarme— Crystal parpadeó varias veces. —Él no podía tocarme— agregó en
voz baja.

—Él no puede tocarte aquí tampoco— Laura dijo suavemente, esperando


alentar a Crystal a continuar hablando.

—Por todo lo que sé, el bastardo podría estar muerto. Deseo que lo esté—
Crystal se incorporó y miró a Laura. —En verdad necesito una bebida y algo
de humo—

—¿Cigarrillos o algo más?—

—¿Acaso importa?—

—Depende, si quieres seguir hablando o no. Si quieres un cigarrillo, podemos


salir a la cubierta. Si quieres lo otro, tendrás que subir a tu habitación y yo
no quiero estar oliendo esa cosa— Laura esperaba que no escogiera la opción
equivocada. Parecía que Crystal estaba realmente accesible y Laura
ciertamente no quería hacer nada para impedir eso, pero al mismo tiempo no
quería alentar a que se drogara.

—Supongo que un cigarrillo entonces— Crystal dijo, levantándose. —Pero


está haciendo frío allí afuera con el viento y todo eso. ¿Podemos subir a mi
habitación? Tengo esa silla anaranjada donde te puedes sentar, si quieres—

Laura vaciló, sabía que tenía la marihuana a la mano y estaba segura que
Crystal no se mantendría alejada de eso mucho tiempo en el estado de ánimo
que se encontraba. —Te diré que haremos. ¿Sabes jugar Rummy?—

—Claro, Paty y yo solíamos jugarlo. Siempre le pateaba el trasero—


—Tu encárgate de despejar tu habitación que parece un campo minado y yo
traeré las cartas—

—Hecho—

***

Habían pasado varios días desde la última vez que Laura había visto el
interior de la habitación de Crystal y estaba sorprendida de ver que su
suposición sobre el desorden estaba en lo correcto. La ropa sucia estaba
toda tirada por el piso, sin duda tirada cuando Crystal se cambiaba. La
pequeña papelera cerca de la cama estaba hasta el tope con colillas de
cigarrillo y botellas vacías de whisky. Su botella más reciente estaba ya
sobre la mesita de noche, el vaso al lado de la botella ya estaba lleno del
licor ámbar. Crystal estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas, el
cenicero y el cigarrillo encendido al lado de ella. —¿Cómo encontraste el
camino hasta tu cama?— Laura bromeó mientras cogia la silla anaranjada a
un lado de la cama.

—Bueno, la cama no se mueve. Sé dónde está. Recogeré todo esto cuando


vaya a lavar mi ropa. Vamos, juguemos a las cartas—

—¿Puedes prender uno de esos inciensos antes de que tu cigarrillo me mate?


—Siéntete como en tu habitación. Sabes donde están. Toma—

Laura atrapó el encendedor y tan pronto encendió una varita la colocó en el


porta incienso. Sentándose en su silla, alisó el cubrecama y comenzó a
barajar las cartas. —¿Juego regular o gin?—

—Regular. Odio tener todas esas cartas en mi mano— Crystal dijo. Tomó una
larga inhalación de su cigarrillo antes de recoger sus cartas. —Y bien, tú
siempre estás haciendo que hable sobre mí. Cuéntame acerca de ti, para
variar—

—No hay mucho qué contar— Laura dijo, mientras organizaba sus cartas. —
¿Qué quieres saber?—

—No lo sé— Crystal encogió sus hombros. —¿Cuándo te diste cuenta de que
eras una bollera?—
—Prefiero lesbiana— Laura corrigió. —Y tú vas primero— Esperó a que
Crystal colocara una carta. —Estaba en la universidad tenía como diecinueve
años o veinte más o menos— Colocó sobre la cama tres cartas antes de
lanzar una reina sobre el montón de cartas. —Aunque, creo que me di cuenta
un mes antes de que durmiera con otra mujer—

—¿Cómo lo supiste si no habías ...?—

—Necesitas tirar una carta, y no necesité tener sexo con una mujer para
saber que emocionalmente podía conectar con alguna— Laura recogió una
carta y reacomodó sus cartas, viendo si el jack podía ser usado para alguna
jugada.

—¿Alguna vez te has acostado con un chico?—

—De nuevo, ¿cómo saberlo si no he probado, correcto?— Dándose por


vencida tiró el jack sobre las demás cartas—¿Cuándo pusiste esa carta? No
me fijé— Laura miró a través de sus cartas, debatiéndose acerca de sus dos
posibles huidas para ganarle a las cartas de Crystal. —Y para que lo sepas,
ya he dormido con un chico antes—

—¿Y?—

—Y estuvo bien, pero no es lo que quiero. Una mujer es ... simplemente


diferente, supongo— Colocando una carta de corazones, Laura sonrió por la
jugada. —Será mejor que hagas algo ahí, ya nada más me queda una—

—¿Dónde se fueron todas las malditas cartas de corazones?— Crystal dijo,


dando otra larga inhalación de su cigarrillo. —Necesitaba ese nueve y ¿tú lo
tenías todo este tiempo?—

—No sabía que lo necesitabas—

—Qué graciosa— Crystal lanzó el jack de corazones, no queriendo estar


atrapada por esa carta pues Laura podría poner su última carta y eso la
dejaría fuera.

—¿Y qué hay de ti? ¿Sé que eres heterosexual pero alguna vez tú… ?—

—No. Una vez un hombre viejo me ofreció dinero si lo hacia con su novia
mientras él observaba pero no lo acepté— Los ojos de Crystal se le
iluminaron cuando la carta que sacó de la parte superior del paquete era la
que estaba deseando. —Estoy fuera— anunció, colocando un cinco y tirando
la tarjeta adicional a la pila de cartas.

—Veo que tenías las mejores cartas. ¿Quieres que llevemos un puntaje?—

—Claro. Aunque aquí no tengo papel—

—No te preocupes por eso. Traeré algunas hojas de mi habitación. Y traeré


una botella de agua mientras me aseguro de que todo esté cerrado abajo.
¿Necesitas algo de abajo?—

—No, yo ya tengo lo que necesito— Crystal señaló su botella de whisky.

Tan pronto como Laura salió de la habitación, Crystal se dio vuelta y abrió la
gaveta de la mesita de noche, sacando un tubo negro de película y un tubo
metálico que utilizaba para fumar la droga. Metiendo un poco de marihuana
en un borde, Crystal puso sus labios al otro extremo y lo prendió, inhalando
la cantidad adecuada para llenar sus pulmones pero evitando no asfixiarse.
Mientras contenía el aliento, Crystal metió la mano en la gaveta otra vez y
sacó un tubo del papel higiénico vacío cubierto por un lado por un paño de
papel. Poniendo sus labios en contra del paño de papel, sopló el humo en el
tubo, eficazmente ocultando el olor. Crystal pudo dar tres golpes más antes
de que escuchara a Laura subir las escaleras. Lanzando rápidamente el tubo
de película y el tubo de metal a la gaveta, encendió rápidamente un cigarrillo
cuando su compañera regresó.

Laura no notó los ojos estrechos de inmediato pero su nariz sensitiva notó
un olor fuerte que le recordó a algo parecido a caucho quemado junto con
aromatizante. —¿Prendiste un incienso diferente?—

—Um, no sólo prendí otro cigarrillo—

—Oh, eso debe de ser entonces— Laura quitó algo de basura para hacer
lugar a su botella de agua en la mesita de noche. —Reparte—

—Ok. ¿Quieres jugar al póker en lugar de rummy?—

—Debiste haberme dicho antes cuando baje. Todas las cosas de juegos
están en el armario— Laura se sentó en la silla anaranjada. —Sigamos
jugando rummy. Si bajo la escalera otra vez, entonces traeré las otras
cartas—
—Ok— Crystal comenzó a distribuir las cartas, sonriendo para ella misma.
La sonrisa se convirtió en una risa disimulada.

—¿Qué?—

—Nada— Crystal dijo, una sonrisa silenciosa aun estaba en su cara.

—Venga, compártelo conmigo—

—No es nada—

—Sí, claro, seguramente— Laura dijo dudosa.

—¿En realidad quieres saber?—

—Por supuesto—

—Ok— Crystal hizo una pausa y miró las cartas delante de ellas. —¿Cuántas
se supone que debo repartir?—

—Siete— Laura miró sus manos igualmente. —Repartiste mal las cartas. Yo
tengo ocho y tal parece que tú tienes al menos nueve por allí— Laura le
entregó sus cartas a Crystal y trató de alcanzar su agua. —¿Y dime qué es
tan gracioso?—

Crystal la miró, confundida. —¿Gracioso?—

—Hace dos segundos parecías haber recordado algún chiste muy gracioso—

—Oh, eso— Crystal se encogió de hombros. —No lo sé. No me acuerdo—

—Uh huh— Fue entonces que Laura notó los estrechos ojos verdes. —
¿Fumaste algo de marihuana mientras estaba abajo, verdad?—

—Um— Crystal la miró. —Si te digo que sí, ¿te quedarás de cualquier
manera?—

Laura suspiró y se reclinó en su silla. —En realidad, no me gusta eso pero


supongo que ya es demasiado tarde para hacer algo ahora—

—Ya no fumaré eso— Crystal aseguró. —Sólo necesitaba un poco para


quitarme el malestar, ¿sabes?— Sujetando el paquete de cartas en su mano,
la rubia se encogió de hombros y bajo la mirada a su regazo. —Algunas veces
las cosas me parecen más fáciles de manejar cuando fumo algo de eso—
Dejó caer las cartas en la cama y tomó el vaso de whisky. —Ha sido un
jodido día— Crystal miró la botella que estaba sobre la mesita de noche. —
¿Realmente quieres saber qué es lo gracioso? El idiota de mi padre bebía la
misma marca de whisky— Reduciendo drásticamente el vaso y colocándolo
abajo, Crystal recogió las cartas. —Siete, ¿correcto?—

—Correcto—

Crystal suspiró y repartió las cartas. —Recuerdo una vez, tenía como
diecinueve años más o menos. Tuve un día realmente difícil y todo lo que
quería hacer era ponerme borracha para olvidar. Fui a una licorería y
compré la primera cosa que sabía me pondría borracha hasta las cachas, el
mismo whisky que él bebía— Colocando el resto de las cartas en un montón
entre ellas, lanzó la primera carta. —Debería haber mostrado mi credencial
pero supongo que el tipo de la licorería se dio cuenta de que realmente lo
necesitaba.

—Lo que tú necesitabas era a alguien que cuidara de ti, no esconderte


dentro de una botella—

—Yeah bueno ciertamente no tuve eso ¿verdad?— Crystal contestó


fieramente. —Creo que he hecho un buen trabajo cuidando de mi todo este
tiempo. No soy una drogadicta y no estoy encerrada en la cárcel en algún
lado—

—Eso es muy cierto— Laura dijo, recogiendo una carta y mirándose su mano.
—Y te doy todo el crédito por eso. Sólo desearía que no abusaras de tu
cuerpo con toda esa marihuana y el licor. Tu turno—

Crystal tomó la botella de whisky. —Qué diablos. Ellos abusaron de mi


cuerpo, yo abuso de mi cuerpo. ¿Cuál es la diferencia ?—

—La diferencia es que mereces algo mejor que eso— Laura colocó su carta
abajo y miró a Crystal. —Tal vez ellos no pudieron ver la persona especial
que eres pero yo sí la veo—

—Necesitas que te revisen la vista— Crystal dijo. —No tengo ninguna


maldita cualidad, sólo mi apariencia y eso no durará para siempre.—

—Te estás vendiendo—

—Tal vez. Yo no soy como tú, yo no tengo estudios y una familia que se
preocupa por mí o esas cosas. Soy sólo yo y eso es decir mucho—
Laura apretó con fuerza sus cartas ante las palabras de Crystal. ¿Qué tengo
que hacer para que veas que eres una persona digna? Se preguntó. —Tienes
más que sólo a ti misma. Me tienes a mí y a Jenny y ambas nos preocupamos
por ti—

—Sabes, cuando era niña, cuando creía que las oraciones y los sueños se
podían hacer realidad con sólo desearlo con todas mis fuerzas, solía soñar
que algún día las autoridades venían y nos decían que habían cometido un
terrible error y que Paty y yo no éramos realmente Sheridans. Que habían
venido por nosotras y que nos llevarían con nuestra verdadera familia, una
agradable y amorosa familia que nunca golpeaba a sus hijos—

El dolor en la voz de Crystal tocó el corazón de Laura. —Sabes— la


escritora dijo, extendiendo la mano y poniéndola sobre la rodilla de Crystal.
—Desearía que ese deseo se hiciera realidad para ti—

Crystal colocó las cartas sobre la cama y se recostó sobre su espalda,


entrelazando sus dedos de las manos atrás de su cabeza apoyándose sobre
su almohada. —Paty y yo solíamos hablar de eso. Salíamos corriendo por los
campos y nos quedábamos debajo del sol hablando sobre de como sería la
vida si viviéramos en alguna otra parte—

—¿Hablaban de lo que querían ser cuando crecieran?— Laura preguntó,


metiendo todas las cartas sobre la pila, asumiendo que el juego había
terminado.

—Oh, todo el tiempo— Crystal sonrió y clavó los ojos sobre el techo. —Ella
quería ser doctora o abogada dependiendo de cual serie de TV habíamos
visto una noche antes—

—¿Y tú?—

—¿Yo? Oh, yo quería ser muchas cosas. Quería ser bombero, enfermera,
incluso una detective privada. Me encantaba ver Los ángeles de Charlie—

—Parece como que te gusta ayudar a la gente—

Crystal resopló. —Sí y todo lo que terminé haciendo fue darle a los hombres
algo que mirar y así cuando ellos llegaran a casa se dieran una buena
masturbada— Ella negó con la cabeza. —No importa ahora. Sin un diploma de
bachillerato sólo sirvo para trabajo manual o para desnudarme—

—Sabes que puedes obtener tu GED si trabajas duro—


—¿Para qué?— Crystal levantó su cabeza de la almohada lo suficiente como
para mirar a Laura. —¿Puede ver mi solicitud de empleo? ¿Dónde ha
trabajado usted? Veamos, trabaje en el club de striptease local quitándome
la ropa por dinero y antes de eso trabajé en el callejón cerca de Smith. Me
contratarían de inmediato, ¿no es así?— Su cabeza cayó de regreso a la
almohada y dio un suspiro de derrota. —¿No lo ves, Laura? Simplemente no
puedo comenzar de nuevo. No puedo librarme del pasado—

—Tal vez la meta no es librarte del pasado pero si enfrentarlo y dejarlo en


donde debe estar— Quitándose sus zapatos, Laura colocó sus pies en el
borde de la cama. —Enfréntalo, acéptalo, y sigue adelante—

—Fácil para ti decirlo—

—Sí, lo es— Laura admitió. —Nunca he tenido que pasar por las cosas que tú

Crystal se sentó, presionando su espalda contra el cabecero, perdida en su


pensamiento. Llenó su vaso de whisky y lo redujo drásticamente antes de
hablar finalmente. —Jenny quiere que hable de eso. Dice que me ayudará—

—Ella es la terapeuta— Laura dijo. —Estoy segura de que sabe de que está
hablando. Se que cuando algo me está molestando y hablo de ello, me hace
sentir mejor—

—Nada hará que me sienta mejor— Crystal dijo en desacuerdo. —Está este
dolor profundo dentro de mí que nunca se va— Tomó la botella de whisky
otra vez. —Algunas veces es todo en lo que puedo pensar— Tomó otro trago.
—¿Cómo se supone que debo de hablar de eso?—

—Estás hablando ahora, sólo continúa—

—No estoy hablando de 'eso'. Sólo estoy hablando de cómo se siente—

—Eso es mejor que nada— Sintiendo que Crystal estaba al borde, Laura
escogió sus palabras cuidadosamente.—¿Cómo te sientes ahora?—

—¿Aparte de borracha y drogada?— Crystal sonrió y colocó la botella abajo.


—¿Cómo se supone que me debo de sentir?—

—No me importa cómo se supone que te sientes. Me importa saber cómo te


sientes—
—Me siento como una muñeca rota que ha sido usada y tirada a la basura—
Jalando sus rodillas hacia su pecho, Crystal dobló sus brazos y apoyó su
barbilla sobre ellos. Por mucho rato ninguna habló, ambas perdidas en sus
pensamientos.

Pensando quizá que el muro de piedra había sido golpeado y la conversación


se había terminado por esta noche, Laura envolvió la goma elástica
alrededor de las cartas y acomodó el papel y la pluma que había traído de su
habitación. Estaba a punto de ponerse de pie cuando Crystal comenzó a
hablar en un tono titubeante.

—Tenia catorce años— la rubia comenzó, sus ojos no miraban más arriba del
cubrecama. Laura inmediatamente soltó las cartas y el papel, dando a
Crystal su completa atención. —Sabía lo que le había hecho a Paty pero
jamás pensé que él vendría después por mí—

Acostada en su cama más tarde esa noche, Laura se encontraba incapaz de


poder dormir. El terror vivido que había escuchado relatar a Crystal
martirizaba su mente, rehusándose a dejarla en paz. Se daba una idea de lo
malo que habría sido basándose en por qué Crystal siempre evadía ese tema,
pero después de escuchar el relato detalladamente, Laura se dio cuenta de
que era demasiado difícil de manejar. Dejó a una Crystal exhausta
emocionalmente y regresó a su habitación, esperando poder llegar
arrastrándose a su cama y quedarse dormida. Ahora una hora más tarde, las
sombras de la noche sobre las paredes le hacían compañía a sus ojos
abiertos. Buscando en la oscuridad, encontró el teléfono y marcó un número
ya conocido.

—¿Hola?— La voz atontada contestó.

—¿Jen? Soy Laura—

—¿Qué hora es?—

—No lo sé. Mas de medianoche, estoy segura—

—¿Pasa algo malo?—

—Sólo necesito hablar. Crystal y yo tuvimos una larga conversación esta


noche—

—¿Cómo está ella?— La voz de Jenny era más clara, la pesadez causada por
el sueño rápidamente desapareciendo.
—Bastante bien considerando todo por lo que ha pasado— Laura suspiró y
descansó su cabeza en contra del cabecero. —No sé cómo logró sobrevivir
tanto tiempo. ¿Te ha dado detalles de lo que le hizo su padre?—

—Laur, sabes que no puedo contestar eso—

—Si, lo sé pero es que simplemente no puedo dejar de pensar en eso. Lo


bastardo que fue. Aun si la mitad de lo que me contó es cierto, él era
monstruo que debería haber sido castrado hace mucho tiempo—

—No podemos hablar de Crystal o cualquier cosa acerca de su vida que te


haya contado, no importa que tan malo haya sido, pero te puedo decir esto.
No tengo duda de que si te contó algo de su pasado es seguramente verdad.
Al menos tan verdadero como su memoria le permita recordar— Laura
escuchó el sonido de Jenny moviéndose por su apartamento. —A propósito—
su ex-amante continuó. —Falta un cuarto para la una—

—Siento mucho llamarte tan tarde pero es que no puedo dormir. Sólo me la
paso imaginándola como una adolescente incapaz de protegerse de él—

—No puedes cambiar el pasado—

—Ojalá pudiera— Laura dijo seriamente. —Si hubiera estado allí, yo


habría ...—

—Habrías tenido solo algunos años mas que ella y no podrías haber jugado a
ser la mujer maravillas— Jenny interrumpió. —Si su hermana no pudo
protegerla, ¿qué te hace pensar que tú habrías podido?—

—Pero ...—

—Pero nada. No puedes cambiar lo que le pasó. Todo lo que puedes hacer
ahora es ayudarle a recoger los pedazos y a sanar—

—¿Cómo superas algo como eso? Quiero decir. Conozco personas que han
sido violadas y la mayoría lo supera con el tiempo pero ¿cómo te recuperas
de haber sido atacada noche tras noche?—

—Laura, estás cruzando la línea— Jenny advirtió. —Demonios,


probablemente la hemos cruzado ya. Si el estado se entera que hablo de
esto contigo … —

—Olvídate del estado por un minuto, Jen. Estamos hablando de Crystal—


—No, no estamos hablando de ella, estamos hablando de ti y cómo tienes
que manejar el ser amiga de alguien que es una superviviente— Jenny
suspiró. —Siento si parezco una gruñona pero no puedes despertarme de mi
sueño profundo y esperar que este en la mejor disposición de darte ánimos
por aquí, especialmente cuando quieres presionar esto. ¿No entiendes que si
ella se entera de que hablamos de esto podría arruinar su confianza en mí?

—¿Qué se supone que debo de hacer?— Laura preguntó, pasándose los


dedos por su pelo. —Ok, veámoslo de esta manera. Yo tengo una amiga que
ha sido violada. ¿Qué puedo hacer para ayudarla a superarlo y hacer que
siga adelante con su vida?—

—Lo mejor que puedes hacer es sólo estar ahí para ella y escucharla. No
trates a tu amiga de manera diferente a como lo haces ahora. —Si ella
quiere hablar déjala hacerlo pero no fuerces la conversación—

—¿Y si ella quiere destruirse a sí misma con drogas y alcohol?— Laura


escuchó otro suspiro a través del teléfono. —Vamos, Jen. ¿Cómo se supone
debo evitar que se extralimite con el trago y la marihuana?—

—No puedes. Sólo tienes que asegurarte de no involucrarte demasiado y te


conviertas en un obstáculo que pueda empeorar el problema. Tal vez una
reunión o dos en Al-Anon* sería bueno para ti—

—¿Necesito ir a Al-Anon?—

—¿Y por qué te molesta esa idea tanto?— Jenny preguntó. —Si alguien que
bebe es un problema para ti, entonces acude a Al-Anon—

—No necesito acudir a Al-Anon— Laura dijo inflexiblemente. —Solo quería


saber como ayudar a Crystal—

—Es hora de decir buenas noches, Laura— Jenny dijo. —Tu terquedad se
está saliendo de control y estoy demasiado cansada como para pelearme
contigo por ella. Recuerda que mañana, ella es la misma persona que era ayer
y de un día antes. Si ella no hace lo que tú quieres cuando tú quieres y eso
te molesta, ese es tu problema, no el de ella. Sé su amiga, eso es lo que ella
necesita, no una superhéroe que llegue volando a rescatarla. Ya es muy
tarde para eso—

—Algunas veces me pregunto cuál de nosotras es más terca— Laura dijo


suspirando. —Está bien, está bien. Intentaré de mantener lo que dijiste en
mente pero aun creo que podría hacer algo más que sólo sentarme aquí y
escuchar—

—Prueba ser su amiga—

—Oye, ¿Para que llamaste antes? Estábamos en casa pero estábamos


hablando y no pensé que fuera buena idea levantarme y contestar el
teléfono—

Hubo una pausa antes de que Jenny contestara. —Estaba preocupada y sólo
quería saber si Crystal había llegado bien a casa—

—Uh huh. Veo que estás haciendo un buen trabajo separando la amistad de
la terapia, ¿no es así?—

—Oye, una buena terapeuta puede llamar a la casa de su paciente si está


preocupada—

—¿Cuándo fue la ultima vez que llamaste a la casa de un paciente para


cualquier otra cosa que no haya sido para cambiarle su cita?—

—Mi secretaria se encarga de las citas y no pienso darte explicaciones.


Vete a dormir. Buenas noches Laura—

—Buenas noches Jen. Gracias por escuchar—

Colgando el teléfono, Laura encontró que hablar con Jenny había calmado un
poco su mente. Eso no ayuda. Debe de haber una manera para que ella
supere esto. ¿Pero cómo? Segura de que dormir era caso perdido, Laura se
enderezó y deslizó sus pies en sus zapatos. Tengo que limpiar esa sartén
donde se quemaron las cebollas sino se quedaran pegadas para siempre.
Saliéndose de su habitación, Laura estaba indecisa entre bajar y limpiar o
ver como estaba Crystal. Esto es tonto. Ella duerme ya como un tronco y
está segura. Además, no quiero asustarla o algo así. Como si su mente
actuara por si sola, la mano de Laura tomó la manija de la puerta. No
entraré, sólo abriré la puerta un poco y veré si está durmiendo bien. Podría
tener una pesadilla o algo.

La luz del vestíbulo iluminaba con una pequeña luz la habitación de Crystal
pero la luz de la noche que se reflejaba en la pared le dio suficiente
claridad a Laura para ver a su compañera que ciertamente dormía como un
tronco, un ronquido ligero salió de sus labios. Bien. Satisfecha de que todo
estaba bien, Laura bajó las escaleras para pasar el resto de la noche
limpiando.

Notas:

Carpenters: era un dúo vocal e instrumental, consistía de los hermanos


Karen y Richard Carpenter. Con un estilo de pop melódico.

Rigatoni: es una forma de pasta en forma de tubo con estrías en su


superficie exterior

Al-Anon: Losgrupos de Al-Anon persiguen un sólo propósito: prestar ayuda a


los familiares y amigos de alcohólicos.

PARTE NOVENA

Con la radio encendida a volumen bajo, Laura silenciosamente bajo al primer


piso, haciendo una buena limpieza, moviendo sillas y mesas pasando el
trapeador y desempolvando todos los muebles. Para cuando el sol de la
mañana salió sobre el horizonte, la cocina y la sala estaban inmaculadas.
Escuchando la alarma de Crystal desde el piso de arriba, Laura puso la
sartén en el fuego y sacó una taza grande de café de la alacena.
Considerando que el día anterior había sido duro para su compañera, Laura
había decidido al menos darle a Crystal un buen comienzo para este día.
Cuando la rubia bajó varios minutos más tarde, su pelo aun estaba húmedo
por la ducha, fue recibida con un plato de huevos revueltos, tostadas y una
taza de café humeante. —Pensé que podrías tener un buen desayuno antes
de comenzar un día muy ocupado— Laura dijo mientras colocaba la taza
sobre la mesa.

—Buenos días para ti también— Crystal dijo mientras tomaba su lugar —¿a
qué hora te levantaste?—

—Realmente nunca me dormí. Creo que la lechuza que vive en mi está


tratando de salir— Laura recogió su taza vacía y caminó hacia la cafetera. —
Tuve una época, una vez, cuando estaba escribiendo mi último libro, no pude
dormir por las noches durante casi un mes. ¿A qué hora crees que llegarás a
casa esta noche? Tengo un poco de róbalo fresco que puedo descongelar.
Algo de condimentos con limón y arroz y será una cena digna de un rey—

—Mi labio se ve mejor— Crystal dijo quedamente. —Tengo que ir al club


después del trabajo y ver qué va a pasar—
—Creí que lo único que tenías que hacer era recoger tu cheque— Laura dijo
mientras se sentaba a la mesa.

—Nunca dije que renunciaría, sólo que lo pensaría. Sabes, ganó más dinero
en una hora trabajando en el club que lo que gano trabajando para Michael—
Crystal presionó su tenedor sobre los huevos revueltos. —Tal vez puedo
trabajar en el club medio tiempo y conservar ambos trabajos—

—Nada como tener dos velas encendidas al final. ¿No puedes conseguir otro
trabajo en el club en lugar de quitarte la ropa? ¿No necesitan camareras?—

—No me contrataron para atender mesas, Laura. Mi trabajo allí es salir al


escenario y quitarme la ropa al ritmo de la música—

Laura intentó no mostrar la decepción de su cara. —No creo que trabajar


allí sea buena idea. Mira lo que te pasó. Quién sabe lo que podría ocurrir si
regresas—

—Bueno, no voy a saber que va a pasar hasta que vaya. Por lo que sé, me
reemplazaron y no tengo trabajo para regresar—

Es lo que más deseo, Laura pensó para sus adentros. —Estoy segura de que
Michael te daría horas extras si necesitaras el dinero. Él es buena gente en
cosas como esas—

—Puedo ganar en una noche bailando lo que me paga Michael por tres días de
trabajo. Ese tipo de dinero es difícil de dejarlo pasar— Crystal redujo su
taza de café. —Veremos que pasa—

—¿Qué tal si te bajo el alquiler?— Laura sabía que no podía permitirse


perder ese dinero extra que el alquiler de Crystal le daba pero la idea de
que la rubia se quitara la ropa frente a un montón de hombres
calenturientos le era difícil de aceptar.

—No, el alquiler es más que razonable. Hablando de eso, necesito que me


digas cuanto es por la mitad de los servicios y así poder pagártelos. Estoy
segura de que ya tienes algunos recibos— Crystal metió el último bocado de
comida en su boca. —Esta noche será el mejor momento de que tenga dinero
después de recoger mi cheque. Espera hasta mañana y ya me lo habré
gastado—

—No te preocupes por eso. No creo que tengas que darme mas de cincuenta
dólares más o menos—
—Oh, por favor. Está la luz y el cable por no mencionar el teléfono también.
Estoy segura de que hice que el recibo del agua aumentara también—

—El complejo se encarga de las cuentas de agua y tú nunca usas el teléfono


—Soy aun responsable por la mitad de la cuenta telefónica la use o no—


Crystal dijo, bajando su tenedor y haciendo a un lado el plato. —Estuvo muy
rico, gracias—

—De nada— Laura tomó un sorbo de su café, intentando con todas sus
fuerzas no volver con el tema del Tom Cat Club otra vez. Finalmente fue
Crystal la que no aguantó estar en silencio por más tiempo.

—Mira, sé que no te gusta la idea de que me desnude...—

—No, no me gusta— Laura afirmó.

—Pero es lo que hacía antes de que me conocieras y que probablemente


continúe haciendo. No puedo enorgullecerme de eso, incluso no me agrada,
pero no puedo dejar ir el buen dinero que gano por ello—

—Tiene que haber un punto donde el dinero no sea suficiente para seguir
degradándote de esa manera—

—Bueno, si lo hay, no lo he encontrado todavía— Crystal dijo firmemente. —


Es legal y jodidamente mejor que trabajar en el callejón detrás del club, eso
es seguro—

—Estoy de acuerdo contigo en eso— Laura admitió. —¿Puedes al menos


prometerme que no harás eso, no importa lo duro que puedan estar las
cosas?— Esta vez Laura se ganó al menos una pequeña sonrisa de Crystal.

—No he hecho eso en años y no tengo la intención de hacerlo nuevamente.


Esos días se quedaron atrás—

—Y tal vez algún día el desnudarte quedará atrás también—

—Tal vez. Ahora mismo tengo que terminar de prepararme para el trabajo y
escribir en mi cuaderno antes de que la Doc quiera mi cabeza— Para
sorpresa de Laura, Crystal tomó sus manos entre las suyas. —Escucha,
acerca de lo de anoche...— La mano se retiró y la rubia miró su plato vacío.
—Gracias por escuchar. Yo…yo nunca le había contado todo esto a nadie—
—Cada vez que quieras hablar, aquí estaré—

—Creí que estarías en shock y asqueada por todo lo que te conté—

Laura extendió su mano y tomó la barbilla de Crystal, forzando a los ojos


verdes a ver los suyos. —Sí, la mayor parte de lo que me contaste me dejó
en shock pero la parte en que me sentí asqueada, tiene que ver con tu padre
y no contigo— Soltó la barbilla de Crystal, contenta de que la joven mujer no
girara su cabeza y evadiera su mirada. —Se requiere de mucho coraje para
sobrevivir a algo como eso y mucho más valor el ser capaz de compartir lo
que pasó con alguien—

—No te conté todo, sabes. Creí que si te contaba todo de una sola vez
saldrías gritando de la habitación—

—Eso no pasaría— Laura aseguró. —Cualquier cosa que quieras contarme, la


escucharé—

—Sabes, algunas veces me recuerdas a Paty. Ella era realmente paciente


conmigo—

—Estoy segura de que si conociera a Paty me agradaría también— Laura


miró su reloj de pulsera. —Pero tienes razón, necesitas apurarte si quieres
llegar a tiempo al trabajo. Más te vale no haber dejado un desorden en el
baño—

—Tu definición de desorden y la mía son completamente diferentes pero me


aseguré de recoger las toallas y de secar lo mojado del piso.

—Casi perfecto. Lo limpiaré más tarde— Laura observó a Crystal ponerse de


pie. —¿Puedes al menos llamarme y dejarme saber a qué hora vendrás a casa
esta noche?—

—Seguro— Trató de alcanzar su plato pero Laura la detuvo.

—Yo lo recogeré. Tú vístete—

***

El estacionamiento del Tom Cat Club estaba vacío cuando Crystal llegó.
Después de un rápido vistazo por el espejo retrovisor para asegurarse de
que todo estaba tranquilo en el lugar, caminó hacia la puerta lateral y
presionó el timbre de la puerta. Con tres horas antes de la primera función,
Crystal estaba segura que encontraría a Rick en su oficina.

¡—Crystal!— El corpulento hombre dijo por la sorpresa cuándo abrió la


puerta.

—Hola Randy. ¿Se encuentra Rick?—

—Yeah, está en la barra platicando con alguien. Entra— El musculoso hombre


la invitó a entrar ondeando su mano. —¿Y cuándo piensas regresar?—

—No estoy segura. Tengo que hablar con Rick primero—

—Bueno, sé amable. Realmente ha estado de pésimo humor las últimas dos


semanas. Sara y Mónica renunciaron y acaba de enterarse de que alguien se
está robando el licor—

—Oh genial— ella gimió. Rick se ponía muy difícil cuando las cosas iban
viento en popa. Cuando iban mal, era imposible razonar con él.

—Sólo utiliza tu encanto— Randy dijo. —Después de la semana que ha


tenido, verte le alegrará el día—

—Ya lo veremos— Crystal dijo nerviosamente mientras se dirigía abajo al


vestíbulo.

Rick no estaba en la barra sino en su oficina para cuando Crystal lo


encontró. Su puerta estaba ligeramente entreabierta, revisando los libros
mayores del club. Bueno aquí voy. —¿Rick?— Ella llamó, tocando ligeramente
la puerta.

—Crystal, qué sorpresa tan agradable— él dijo, señalando hacia una silla. —
Entra y toma asiento. Esperaba que vinieras. Te llamé un par de veces pero
nunca me devolviste las llamadas. Comenzaba a pensar que nunca te veríamos
otra vez—

—Te dije que estaría de regreso después de que mi labio sanara— dijo
mientras tomaba asiento.

—Pues luces genial. Tal vez con un kilito o dos de más pero puedes bajarlos
sin ningún problema, estoy seguro. Después de todo, no se pueden esconder
debajo de una tanga, ¿verdad?—
—Um, no supongo que no. Rick, acerca de regresar a trabajar …—

—Oh diablos, no tienes idea de lo difícil que ha sido esto últimamente— él


continuó, sacando un cigarrillo de su paquete y prendiéndolo. —Primero Sara
me dijo que su novio no la dejaría trabajar más y luego Mónica tuvo uno de
sus pequeños desplantes y renunció. Y por eso te digo, eres un regalo
enviado del cielo—

Oh genial. Ya puedes parar de hablar Rick. Decidiendo que si dejaba que


Rick continuara hablando la tendría en el escenario en diez minutos, Crystal
aspiró profundamente y practicó las palabras que había ensayado
cuidadosamente en su mente una vez más.

—Es algo tarde pero creo que te puedo dar esta noche una presentación o
dos—

—De hecho, de eso es de lo que quiero hablar contigo—

—Bien ¿cómo qué? ¿Viniste para decirme que ya estabas lista para regresar
a trabajar o no?— La amabilidad que él había mostrado cuando ella entró a
su oficina iba desapareciendo rápidamente.

—No estoy segura si quiero hacer el show más—

—¿No estás segura? ¿De qué diablos estás hablando?— Rick se inclinó hacia
adelante, haciendo más pequeño el espacio entre los dos. —¿Y qué es lo que
vas a hacer?—

—¿Qué tal de camarera? ¿O incluso ayudando detrás de la barra?—

—Los hombres no pagan buen dinero para ver tu trasero detrás de la barra,
pagan por verte arriba en el escenario desnudándote para ellos—

—Bien, tal vez estoy cansada de desnudarme para ellos, tal vez quiero hacer
algo más—

—Crystal Crystal Crystal— dijo en el tono más condescendiente que ella


alguna vez le había escuchado. —Mira, si estás tratando de presionarme
para que te dé más dinero no va a surtir efecto—

—No se trata de dinero—


—¿Bien, entonces de qué se trata todo esto?— El gerente preguntó
coléricamente. —No necesito otra camarera u otra bartender. Lo que
necesito y para lo que te contraté es para que pongas tu trasero sobre el
escenario y muevas ese coño a quien quiera colocarte un gran billete, ¿lo
entiendes?—

—Sí, lo entiendo, Rick— ella contestó tan coléricamente como él. —Pero tú
no eres el que esta allá arriba. No tienes que soportar a todos esos
estudiantes y hombres tratando de tocar tu cuerpo. Estoy harta de eso—

—¿Entonces qué carajos estas haciendo aquí, huh? ¿Encontraste un nuevo


novio o algo así y te esta presionando con esto?— Rick sonrió, pensando que
estaba en lo cierto. —Te voy a decir una cosa. Le puedes decir a tu novio que
estás sirviendo mesas si eso te hace sentir mejor—

—No tengo novio. No es por eso que estoy haciendo esto— Crystal insistió,
prendiendo un cigarrillo. —Sólo estoy cansada de desnudarme—

Rick dejó salir un largo suspiro y se reclinó en su silla. —Cuando viniste aquí
por primera vez, no tenías ni un maldito centavo ni un nombre. Incluso no
tenías un coche— Él negó con la cabeza. —No lo sé. Sólo estoy tratando de
ayudarte. Tienes suerte de tener un trabajo como este. ¿Sabes a cuántas
mujeres les encantaría tener la oportunidad de ser la estrella del show?—
Con un suspiro fuerte, Rick abrió su gaveta del escritorio y sacó una carpeta
de papel manila. —Iba a guardar esto para más tarde pero desde que
pediste el permiso de ausentarte no hubo otra elección...¿recuerdas que
quería hablar contigo después del show aquella noche?—

—¿Sí?—

—Iba a ofrecerte la oportunidad de hacer dinero de verdad. No dinero de


uno o cinco que ganas aquí, sino de treintas y cincuentas—

Sólo hay una manera de ganar ese tipo de dinero, Crystal pensó para sus
adentros.

—No tengo planes de trabajar aquí para siempre, estoy en tratos con una
empresa grande en Nueva York. Tengo este otro trabajo funcionando y
estaba planeando en darte a ti una oportunidad de hacer dinero de verdad
con esto—

—Rick, tú sabes que yo no...—


—Relájate, bebé. Estoy hablando de algunas fiestas privadas, no de estar
parada en las esquinas. Y oye, si quieres ganar algo extra yo no me meto en
eso, yo estaré conforme siempre y cuando el cliente quede satisfecho—

Sintió que las paredes comenzaron a acercarse y Crystal rápidamente volteó


su cabeza para ver que la puerta seguía entreabierta. Sabiendo que escapar
era fácil, se obligó a permanecer en su asiento. —No puedo hacer eso Rick.
Tú sabes cómo resultan al final todas esas cosas y no caeré en viejos trucos
sólo por ti—

—Bebé, no estamos hablando de trucos, simplemente de algunas fiestas


privadas. Estás haciendo esto muy grande— Regresó la carpeta de nuevo a
su escritorio. —Pero si quieres desperdiciar el resto de tu vida trabajando
en el club, adelante. Seis meses a partir de ahora y podré renunciar a este
lugar y ser un hombre de negocios por mi cuenta. Si quieres unirte a los
triunfadores eres bienvenida pero no creas ni por un momento que vas a
hacer lo que eres aquí— Rick se puso de pie, su metro ochenta elevándose
desde su posición. —Así que, tú tienes la última palabra cariño. Mete tu
trasero en un traje y sal a trabajar o jódete en las calles. La elección es
tuya—

Ahora la oficina le parecía definitivamente muy pequeña para su comodidad.


Crystal había esperado regresar y sólo trabajar medio tiempo si no podía
conseguir otro trabajo pero Rick dejó claro que esa no era una opción.
También sabía que si regresaba a trabajar con Rick nunca la dejaría en paz
hasta que estuviera trabajando en sus fiestas privadas, entreteniendo a
hombres de negocios. Pues bien Laura, creo que tú deseo se va a cumplir. —
Sólo dame mi ultimo cheque y me iré de aquí—

—Debí haber sabido que tomarías esa estúpida elección— Rick dijo,
caminando hasta el archivero. —No vas a encontrar a nadie que te pague lo
que yo te pago por mover esas tetas. No puedo creer que desaproveches
esta oportunidad— Sacó un sobre del archivero y lo tiró sobre el escritorio.
—Y ni pienses que te voy a dar una carta de recomendación—

—No te preocupes, no la necesito— Crystal se levantó y tomó el sobre que


contenía su último cheque. Cuando se dio la vuelta, su cara se encontró
contra el pecho del intimidante gerente.

—¿Sabes? de todas las chicas que he visto ir y venir de este lugar tú fuiste
la única con la que pude haber hecho algo realmente bueno, pero siempre te
creíste superior, ¿no es así? Mira, pero no toques ¿verdad Crystal?— Él se
acercó aún más, obligándola a dar un paso atrás hasta que sintió la dureza
del escritorio de madera detrás de ella. —Alguien te debería haber domado
hace mucho tiempo y enseñado buenos modales—

—Déjame ir, Rick— ella dijo, intentando caminar hacia un lado. El molesto
hombre rápidamente se interpuso en su camino.

—Tal vez nunca tuviste a un hombre que te enseñara como comportarte, ¿no
es así?—

—Rick, por favor, sólo déjame ir— El corazón del Crystal latía furiosamente
en su pecho.

—Hey Rick— Randy empujó la puerta abriéndola completamente. —El tipo de


la entrega exige el pago antes de que baje la carga. Algo sobre nuestra
cuenta que ya era demasiado alta. Lo siento, no sabía que estabas ocupado—

—Ya iba de salida— Crystal dijo, moviendo a Rick para abrirse paso y
empujando prácticamente a Randy por su prisa de escapar. Sintió un gran
alivio cuando llegó al vestíbulo que daba a la puerta lateral. ¿Cree que soy
una estúpida o algo por el estilo? De ninguna maldita manera voy a volver a
trabajar para él, jamás. Fui una idiota al pensar que él haría algo para
intentar ayudarme. Empujó la puerta de emergencia y fue recibida por el
sombrío estacionamiento. Llegando a su coche, Crystal se dio cuenta que sus
manos temblaban mientras intentaba meter la llave al cerrojo. No ayudaba
mucho que estuviera constantemente volteando hacia la puerta, temiendo
que Rick saliera en cualquier momento. Para cuando ya estuvo dentro de su
coche, Crystal sintió lágrimas cayendo por sus mejillas que no podía explicar.
Tengo que largarme de aquí. Tengo que llegar a casa. No molestándose en
limpiarse las lágrimas, Crystal encendió el coche y se fue rápidamente del
estacionamiento.

***

El departamento estaba oscuro cuando llego Crystal, excepto por la bombilla


que iluminaba la puerta principal. Dio una rápida mirada y vio que no se
encontraba el Jeep de Laura. Me pregunto a dónde habrá ido, Crystal pensó
mientras caminaba por el pequeño camino hacia la puerta.

Lanzando sus llaves sobre la mesa, Crystal caminó hacia la cocina, buscando
en la oscuridad a tientas el apagador. Mirando la puerta del refrigerador,
frunció el ceño cuando no vio ninguna nota para ella. —Probablemente estará
de regreso en un momento— dijo para el cuarto vacío. ¿Qué dijo que quería
para la cena? Alguna clase de pez. Arrugando su nariz ante el pensamiento,
Crystal abrió el congelador y sacó una pizza congelada. Qué diablos, al
menos es comestible. Algunos minutos más tarde la pizza estaba en el horno
y Crystal estaba en el sofá. Con el control remoto de la televisión en la
mano, comenzó a pasar los canales. Aburrido, sin interés, aburrido, oh Dios,
no los Waltons. No, no, naw, Oh por favor, eso es tan falso. ¿Quién diantres
va a creer que dos tipos pueden vencer al infierno salir de allí y seguir de
pie? Sesenta canales y no hay nada interesante. Dejándolo en un show de
juegos, lanzó el control remoto a la mesita de café y se miró su reloj de
pulsera. ¿Dónde diablos estás? Pensé que ibas a quedarte en casa esta
noche.

Dos horas más tarde la pizza se había terminado y Crystal se encontró


sentada en la silenciosa sala de estar mirando el reloj de la pared. La
televisión había sido apagada para poner la radio, pero tampoco resultó muy
entretenido y fue apagado también. ¿Vamos Laura, dónde estás? Su
pregunta fue contestada cuando escuchó el sonido de una llave siendo
metida en el cerrojo de la puerta principal. Crystal se levantó de un salto y
abrió la puerta. —¿Dónde diablos has estado?— Crystal exigió.

—Hola. No esperaba que estuvieras en casa todavía— Laura dijo, sus brazos
llenos de bolsas plásticas blancas de la tienda de comestibles. —Creí que
debería comprar algunas cosas. Casi ya no teníamos nada—

Crystal siguió a su compañera hasta la cocina. —¿Cuánto tiempo te puede


tomar eso? He estado en casa desde las siete—

Laura colocó las bolsas sobre el mostrador y comenzó a guardar los


abarrotes en la alacena. —Voy al centro comercial que esta cerca de la
interestatal. Tienen los mejores precios, por eso usualmente esta lleno de
gente. Me tomó casi media hora sólo para llegar a la línea de cajas— Laura
miró con atención en el bolso. —Espero que te gusten las naranjas. Estaban
de oferta, así que compré dos bolsas—

—Olvida las naranjas por un minuto— Crystal dijo. —¿No me pudiste haber
dejado una nota? No tenía ni idea de dónde estabas— Tomando la jarra de
aceitunas, abrió el refrigerador y descuidadamente las lanzó en el estante.
—A mí me estás jodiendo de que me asegure de dejarte saber a que hora
vendré a casa ¿pero tú no puedes tomarte dos segundos para dejarme una
nota?—
—Lo siento, pero no pensé que estarías en casa hasta más tarde. Dijiste que
irías al Tom Cat Club y supuse que como no llegaste a las seis ibas a llegar
más tarde— Laura dijo, doblando pulcramente las bolsas vacías.

—Sí bueno, he estado aquí mirando las paredes por lo menos dos horas
preguntándome dónde diablos estabas. Dame eso— Tomando las bolsas de
las naranjas, se volvió caminando hacia el refrigerador. —Estarás feliz de
saber que ya no trabajaré más en el Tom Cat— dijo Crystal, empujando las
naranjas dentro de las gavetas de abajo.

—Sí, estoy feliz de escuchar eso y cuidado con esas. Quiero naranjas, no
jugo de naranja—

—Tuve un día pésimo en el trabajo y juro que si un retrasado más insiste en


poner su maldita música de rap, le voy a empujar esa maldita gaveta del
refrigerador en la garganta. Luego me voy a ver a Rick y se comporta como
un verdadero imbécil entonces vengo a casa y tú no estas por ningún lado—
Crystal le quitó de un tirón la mantequilla de la mano a Laura. Para molestia
de Crystal, su compañera sonreía burlonamente. —¿Qué demonios es tan
gracioso?—

—Es agradable saber que te preocupas— Laura dijo, entregándole la botella


de leche. —¿Ya comiste?—

—Hice una pizza pero sabía más a la caja en la que venía. ¿Y tú?—

—Todavía no. Es muy tarde ahora. Sólo comeré un bocadillo—

—Pensé que ibas a preparar un pescado y arroz o algo parecido—

—Robalo y arroz. Lo haré mañana por la noche. El pescado se puede guardar


— Laura entregó los últimos abarrotes y separó las bolsas. —Así es que,
dime qué pasó en el Tom Cat—

—Oh Rick se comportó como un cabrón. Lo jodió. Odiaba trabajar para él,
de cualquier manera. Tiene demasiada mala fama— Crystal metió la lata de
sopa en la alacena antes de dirigirse hacia la puerta corrediza. —Voy a salir
a fumar—

El otoño estaba definitivamente en camino. La temperatura estaba


descendiendo rápidamente, haciendo de las tardes usualmente templadas
algo pasado. Un particular viento frío, provocó a Crystal que temblara y tuvo
que ahuecar su mano delante del encendedor para que no se apagara la flama
antes de prender su cigarrillo. Estaré bien jodida si salgo aquí en el invierno.
Supongo que tendré que hacerlo en mi habitación, si quiero fumar algo de
ahora en adelante. Ah maldición, qué día. Sentándose bruscamente en la silla
plástica, levantó sus pies hacia arriba del barandal de hierro, cruzando sus
tobillos y apoyando sólo las dos patas traseras sobre la cubierta. Estaba
demasiado oscuro como para ver algo excepto las sombras oscuras
provocadas por la luz de la cocina. Crystal aprovechó la oscuridad para
meditar sobre los acontecimientos del día. Mañana terminaremos el séptimo
piso luego no sé qué me pondrá a hacer Michael. Carajo, ¿qué pasara si ya no
me necesita? Naw, él tendrá algo. Él sabe que necesito el trabajo y siempre
me sonríe cuando me ve. Encontrará alguna otra cosa que yo pueda hacer.
Volteo la cabeza ante el sonido del corrimiento de la puerta, Crystal
observó a Laura salir hacia la cubierta.

—¿Te importaría algo de compañía?— Laura se sentó sin esperar respuesta.


—¿Estás segura que no quieres algo más de cenar?—

—Naw, estoy bien así. Realmente, no estoy hambrienta de cualquier manera


— Crystal levantó su mano libre y frotó su brazo superior. —Diablos, se está
poniendo frío aquí afuera—

—Eso es lo que ocurre cuando vives en el noroeste. El verano se va, el otoño


llega y antes de que te des cuenta la nieve te llega hasta las caderas—

—Oh, no menciones la nieve. Esa es la última cosa en que quiero pensar. Ese
oxidado coche mío, no me da prácticamente nada de calor. Puedo dejar la
calefacción encendida media hora en la mañana y no lograría ni despejar el
parabrisas entero— Crystal buscó en la oscuridad, sintiendo el cenicero que
estaba en la mesa. —Supongo que no puedo pedir mucho por quinientos
dólares. Tengo suerte de que se mueva—

—Jenny compro la 'cosa' por quinientos dólares también— dijo Laura. —Fue
su proyecto alrededor de un año. Cada día se la pasaba jugando a ser
Señorita Mecánica. Puedo pensar en cerca de doce o más coches
interesantes para restaurar que esa monstruosidad anaranjada—

—¿Debo tomar eso como que no te agrada esa calabaza cuadrada con
ruedas?—

—Es más que sólo el coche. Me he acostumbrado a eso ya, pero cuando
recién lo compró tuvimos problemas, Jenny usaba el fregadero de la cocina
para limpiar sus partes del motor y las herramientas no mejoraban la
situación—

—¿Alguna vez me contarás qué pasó entre ustedes dos o va a permanecer


como un oscuro secreto?— Crystal preguntó, retirando sus pies del barandal
de hierro y poniéndose derecha en su asiento. Su curiosidad era demasiada
y desde que Laura lo había mencionado no pensaba dejar pasar ese tema.

—Ciertamente no es un secreto pero no es algo de lo que me gusta hablar—


Laura dijo. —¿Terminaste ya tu cigarrillo? Preferiría hablar adentro en un
lugar más agradable y caliente—

Después de una visita rápida al baño, Laura y Crystal se sentaron en los


lados opuestos del sofá, ambas usando el brazo del sofá como respaldo. —
Ok, ¿qué fue lo que pasó?— Crystal preguntó con urgencia.

—Pues bien...— Laura se restregó la cara con sus manos, tomándose algunos
segundos para enfocar sus pensamientos. —Tienes que entender que eso
pasó hace cuatro años y medio. Para ambas, era nuestra primera relación
larga y seria y pensábamos que estaríamos juntas pasara lo que pasara.
Acababa de lanzar mi tercer libro y lo estaba haciendo bien en el círculo
lésbico. Incluso se publicaron algunos escritos míos en las revistas
principales de lesbianas. Obtenía un gran número de correos de fans y dejé
que mi nueva fama se interpusiera en mi relación. El rompimiento fue mi
culpa, completamente— Laura apartó la mirada.

—¿Qué es lo que hiciste? La Doc parece que es de las que perdonan


cualquier cosa—

—Jenny es una mujer muy misericordiosa y comprensiva pero no soportó que


traicionara su confianza y eso fue lo que hice— Laura contempló a Crystal.
—Esto no es algo fácil de contar para mí. Amé a Jenny muchísimo y todavía
lo hago. Si pudiera regresar el tiempo y cambiar lo que pasó, lo haría en un
segundo— La cara de Laura reflejó la culpabilidad que sentía en su corazón.
—Pero el tiempo no es algo que yo pueda ser capaz de cambiar y una vez que
la confianza se destroza no puede ser restaurada—

—No lo entiendo— Crystal dijo. —Tú y Jenny parecen ser de ese tipo de
personas que tienen esa conexión especial de sentimientos. ¿Ustedes no
trabajaron duro para solucionar las cosas y superarlo?—

—Aparentemente, no— la escritora dijo tristemente. —Intentamos por


alrededor de seis meses, pero simplemente no pudimos dejarlo atrás. Jenny
esperó hasta después de la Navidad para finalmente tomar la decisión y
mudarse— Laura negó con la cabeza tristemente. —Ya estaba bastante
acabado de cualquier manera. Jenny pasaba las noches en la habitación de
invitados para ese entonces—

—Joder, en verdad la cagaste—

—La infidelidad hace eso— Laura dijo. —Tuve un desliz con una fan mientras
estaba en Colorado en un festival de escritoras lesbianas—

—¿Y pensaste que la Doc no lo descubriría?—

—No planeé que pasara. Bueno, supongo que en mi interior, tal vez lo hice.
Sabía que Lisa estaba interesada en mí, ella me había dejado claro más de
una vez que no le importaba que yo tuviera pareja. Sabía que ella iba a estar
allí y no le dije una palabra a Jenny sobre ella—

—Así que cuando el gato no está en casa los ratones hacen fiesta—

—No fue así— Laura protestó. —Me sobraron oportunidades antes de estar
con otras mujeres y nunca acepté ninguna oferta— La escritora se reclinó y
pasó sus dedos por su pelo oscuro. —Esto te va a sonar un poco tonto, pero
me deje conquistar por todas las atenciones y adulaciones que Lisa me daba.
Trabajé por un año y medio en Los Misterios del Rayo Lunar y ahora estaba
siendo recompensada por todo ese duro trabajo. Estaba en las listas de los
libros más recomendables y cuando estuve en esa convención me sentí como
una celebridad. Eso nunca me había ocurrido antes. Para cuando llegue al
hotel Lisa estaba a mi lado, sirviéndome bebidas, sentándose a un lado de mi
en cada taller, siguiéndome como un perrito—

—Suena más a una zorra que a un perrito— dijo Crystal. —Así que ella quería
a la gran escritora y lo logró, ¿hmm?—

—No le abrí la puerta de mi hotel y le quité toda la ropa. Estuvimos allí por
cinco días y no pasó nada hasta la última noche—

—¿Y cómo lo descubrió la Doc? ¿Fue tu conciencia culpable?—

—No. Eso es probablemente lo que le dolió más. Ella se enteró por


accidente. Después de que llegué a casa de la convención, Lisa no dejaba de
enviarme mails. Le dije que sólo había sido cosa de una vez y que no pasaría
de nuevo, que estaba enamorada de Jenny, y todo eso. Algunas veces, tenía
más de cuatro mails de ella en un día. Finalmente dejé de contestarlos
esperando que entendiera el mensaje—

—¿Y no lo entendió, ¿verdad?—

—Oh, sí lo entendió bien. Lisa se enojó cuando no contesté sus mails y


comenzó a llamar por teléfono aquí. Incluso llamé a la compañía de teléfono
para cambiar mi número, pero antes de que ellos pudieran hacerlo Lisa había
llamado mientras estaba fuera y dejó un mensaje muy detallado de lo que
había pasado en Colorado en el contestador. Jenny llegó a casa antes que yo

—Oh, cielos— Crystal dijo, sacudiendo su cabeza. —Realmente la cagaste y


bien—

—Con toda seguridad lo hice, aunque no usaría esas mismas palabras para
describirlo—

—Por supuesto que no, Mary Poppins pero eso fue lo que hiciste—

—Sí, así es. Lo jodí todo horriblemente. Debí haber sabido que algo pasaba
cuando llegué a casa y de lo único que quería hablar Jenny era acerca de la
convención. Había pasado ya un mes desde eso y no entendía por qué ahora
quería saberlo.

—Así que pretendiste que nada había pasado, ¿verdad?—

—Exactamente. Entonces Jenny puso el mensaje de la máquina y yo sólo


quería morirme. Después de mentirle no había manera de poder minimizar el
daño que había causado el mensaje. Creo que después de que Jenny pasó
todo su tiempo libre trabajando en la 'cosa' y yo me la pasé en el dormitorio
escribiendo, nos distanciamos y ya no nos íbamos a la cama al mismo tiempo
— Laura apartó la mirada tristemente y se limpió las lágrimas. —Pero la
noche en que Jenny pasó la noche en la habitación de invitados en lugar de
venir a la cama conmigo, entonces supe que se había terminado—

—Eso realmente apesta— Crystal dijo quedamente. —No sé qué decir—

—Realmente, nunca había hablado de esto con nadie. Peter y Michael


supieron que tuvimos problemas pero ellos marcaron una línea para no
meterse e involucrarse. Aun ahora, Peter sólo sabe algunos detalles de lo
que sucedió— Laura negó con la cabeza. —Pero supongo que eso ya es una
cosa que quedó en el pasado. Vivo aquí y Jenny vive en otro lado. Supongo
que todo se solucionó de la mejor manera posible. Aun estamos muy unidas
como puedes ver—

—¿Quieres que regrese?— Crystal preguntó, necesitando satisfacer su


curiosidad.

—Lo intenté por un tiempo después de que se mudó pero ahora creo que las
cosas están mejor de esta manera. Creo que la soltería me sienta bien— La
morena escritora se recargó, hundiéndose más en los cojines del sofá. —Al
menos eso es lo que mi lista de citas me dice—

—Yeah, tampoco veo grandes romances en mi futuro— Crystal se lamentó. —


¿Recuerdas esos cubos de colores cuando éramos pequeñas? ¿Los que tenían
diferentes colores de cada lado y que tenías que colocar los mismos colores
en un solo lado?—

—El cubo de Rubik— dijo Laura. —Sí, los recuerdo—

—Algunas veces me siento como uno. Como si estuviera toda enredada y


nunca volveré a estar en orden otra vez— Una sonrisa traviesa apareció en
sus labios. —Solía desarmar el cubo en pedazos y poner los colores
correctamente—

—Yo compré el libro de como armar el cubo— Laura admitió.

—Apuesto también que se lo mostraste a todos tus amigos—

—¿Yo?— Laura fingió inocencia. —No necesite la aprobación de nadie— La


cara inocente apenas duró unos segundos antes de que se convirtiera en una
sonrisa. —Todos los que tenían uno y no lo podían armar me lo traían a mí.
Podía armar esos y los de la serpiente también—

—Imagínate. Mis amigos me buscaban por los cigarrillos— Crystal dijo con
orgullo. —Paty me enseñó como obtenerlos. En el boliche tenían una máquina
de cigarros en la misma habitación que los videojuegos. Compraba un
paquete por tres dólares y se los daba a mis amigos a veinticinco centavos
por cigarrillo. De esa manera Paty yo teníamos dinero para gastar—

—Ah, tú eras ese tipo de niña del que mi madre me advirtió que no me
juntara— Laura dijo con una sonrisa. —Ella pensaba que manteniéndome
alejada de todo lo malo llegaría a ser una correcta y estirada esposa militar
como ella. Su mejor opción para tener nietos y resulté ser una escritora de
novelas de misterio lesbiana con ninguna intención de ser madre—
—Estoy segura que el álbum de fotos era abierto en las reuniones de
madres, ¿no es así?— Crystal dijo con una sonrisa sardónica. Se enderezó
fingiendo abrir un álbum. —Aquí está tu madre mostrando las fotos de tu
graduación del bachillerato— La rubia fingió volver la página. —Aquí estás
graduándote de la universidad. Oh, qué orgullo. Inteligencia y belleza.
Apuesto que ella estaba pensando en las fotos sobre tu boda en las
siguientes páginas—

—Y hasta en el color de liguero y el orden de las canciones— Laura afirmó,


asumiendo la misma posición y abriendo un álbum imaginario de ella. —Tenía
todo planeado por años. Lo único que no predijo, fue el joven chico militar
elegante para casarse conmigo. Lo mejor que pudo obtener fue una
ceremonia de bendición que Jenny y yo tuvimos aquí en el jardín trasero y
creo que estaba molesta porque no la dejé planear con quién me iba a
comprometer. Ella vino a la ceremonia pero no tomó fotos. Debe haberse
quejado de mis centros de mesa que no estaban simétricamente colocados—

—Yeah, ¿No es horrible cómo no estamos de acuerdo con nuestras madres?


— Crystal preguntó, pasando la página imaginaria. —La mía ni siquiera se
graduó del bachillerato. Me imagino lo que ella pondría en el mío— Crystal
cambió de posición ligeramente y fingió ser su madre abriendo un álbum. —
Oh mira, aquí están mi Patty y Crystal con el oficial de policía
inmediatamente después de que fueron atrapadas robando dulces de la
farmacia de Coulson. Oh, y aquí están mis pequeños angelitos con otro
agradable oficial de policía después de que tenían prohibido entrar a otra
tienda por robar—

—Por lo menos eras constante— Laura bromeó.

—Yeah, probablemente creyó que estaríamos presas para cuando fuéramos


adultas— Crystal dijo con un tono de amargura en su voz. —En la cárcel o
viviendo con un borracho y con un par de niños como ella—

—Eso es lo más maravilloso de ser una adulta— Laura dijo quedamente. —No
tenemos que darnos la gran vida, o vivir mal según sea el caso, según las
expectativas de nuestros padres. Les guste o no, estaremos en desacuerdo
con nuestras madres ya sea en una cosa u otra. Mírame, probablemente no
este en la misma posición que tú, pero ciertamente no soy una devota esposa
de un militar como mi madre quería. ¿Crees que estaría orgullosa por
presumirme con sus amistades?— Laura negó con la cabeza. —Créeme, Mamá
habla de la graduación de Bobby y a cual universidad irá pero ella evita
mencionarme a mí ante sus amigos—
—¿Por qué? Es decir, tú tienes una licenciatura. Y eres una escritora y todo
eso—

—Una escritora de novelas lesbianas de misterio— Laura aclaró. —Si ella


menciona que soy una escritora, ellos querrán ir a comprar mis libros y eso
es la ultima cosa que ella quiere que pase. Tienes que recordar que mis
padres son republicanos. Ellos todavía son de los que te dicen no preguntes,
esa es la regla—

—Pero la vi aquí ese día. Ella parecía feliz contigo—

—Oh, lo es la mayor parte— Laura dijo. —Simplemente, hay ciertas cosas de


mi vida que a ella no le gustan, mi sexualidad es la número uno por supuesto.
Pero no es sólo eso. A mamá le gusta el teatro, a mí no. A ella le gustan los
recorridos largos y aburridos por los museos y galerías de arte. Yo prefiero
ir a los bolos o jugar softbol. No soy la hija que ella imaginó que sería y eso
no es siempre tan fácil para un padre de manejar. Hubo un tiempo, que ella
encontraba cualquier excusa para no venir cuando Jenny y yo estábamos
juntas, pero eso fue hace mucho tiempo. Pero ya lo ha superado y me ha
aceptado como soy, con diferencias y todo lo demás—

—Debe ser agradable— dijo Crystal, moviéndose en una posición más


confortable en el sofá. —No creo que mi madre pudiera aceptarme—
Pasando sus dedos por su pelo rubio rápidamente, agregó. —¿Sabes algo? Es
agradable saber que tu vida tampoco es tan perfecta —

Laura rió. —Ni mucho menos, Crystal. Tengo problemas como todos, sólo que
yo tuve un escenario diferente. No somos tan diferentes—

—Como la noche y el día, tú eres una maniática de la limpieza—

—Tienes toda la razón en eso, chimenea con patas—, la escritora le regresó


la broma. —Pero creo que me quedo contigo, de cualquier manera— El
comentario le ganó a Laura una sonrisa completa de su compañera. —Ahora
habrá algo que me gusta ver—

—Yeah bueno no te acostumbres— Crystal gruñó en broma. —No quiero que


te la pases a mi alrededor y arruines mi reputación—

Laura tomó el control remoto de la mesita de café y encendió la televisión.


—Creo que hay un juego de basquetbol esta noche. ¿Te gusta el baloncesto
universitario de mujeres?—
—No soy aficionada de ningún deporte pero creo que si lo veo podría verlo
de vez en cuando— dijo Crystal, observando los canales que iba pasando
Laura al presionar repetidamente el botón. Cuando la revoltura de imágenes
se detuvo, ya estaba el juego. —Voy por algo de beber. ¿Quieres algo?—
Laura preguntó mientras se levantaba.

—Cerveza pero creo que ya no tengo. ¿Tienes algún refresco de cola?—

—Acabo de comprar algunos. ¿Lo quieres solo o lo quieres para preparar tu


bebida?—

Crystal brincó fuera del sofá y se dirigió hacia las escaleras. —Me gustan
mis bebidas con algo fuerte— ella dijo. —Solo tráeme un vaso, me encargaré
de mezclarlo—

Mientras Crystal estaba arriba, Laura fue a la cocina. ¿Cuánto puede beber
a esta hora? No más de un par de bebidas, estoy segura. Tiene que trabajar
en la mañana. Canturreando una melodía para a sí misma, Laura abrió la
alacena y saco dos vasos. Así que estabas preocupada por mí, ¿hmm?
Apuesto que es algo que no habías hecho en mucho tiempo. Laura estaba
segura de que los muros que Crystal se habían levantado, se estaban
desmoronando rápidamente. Cuando no tenía la intención de revelar las
razones que había detrás de su rompimiento con Jenny, Laura se dio cuenta
que era importante para ella ser capaz de revelarle ese secreto a Crystal si
es que quería que su compañera continuara compartiendo sus cosas
personales. Un vaso colorido brillante, casi escondido en la parte trasera de
la alacena capto su atención. Me había olvidado completamente de este,
pensó mientras lo sacaba y lo miraba detenidamente. Perfecto. Esto tiene
que hacerla sonreír. Retirando el vaso que ella originalmente había escogido
para Crystal, Laura llenó ambos vasos con hielo y acababa de abrir la soda
cuando su compañera bajo las escaleras.

—Lo siento, me tomó un minuto para encontrarlo— la rubia dijo, entrando en


la cocina y destornillando la parte superior de su botella. El olor conocido
que notó, le dijo a Laura la verdadera razón de por qué se había tardado
tanto tiempo.

—No hay problema. Estoy sorprendida de que puedas encontrar cualquier


cosa en esa área de desastre. Te diste un par de golpes de marihuana
cuando estabas arriba, ¿verdad? Un día de estos, no necesitaras de eso
para sentirte protegida. Yo no te lastimaré. Así que, ¿qué clase de bebida va
a ser esa? ¿Un poco de sabor de grano o es un licor asesino que tenías
debajo de la mesa?—

Crystal rió y comenzó a echar el whisky en el vaso. —Ésta es una buena


manera de terminar el día, recostarse y tomar una bebida relajante—

—Oh, ¿tres partes de whisky y una parte de soda?—

—No te olvides el hielo, eso tiene que contar también— Crystal dijo.

—Sí, tienes razón. Tres partes de Whisky, una parte soda, un parte hielo.
¿Mejor?—

—Ahora lo entendiste. En realidad Crystal sólo vertió el equivalente de un


trago de licor en su bebida, dándole apenas un color oscuro por el refresco
de cola. Laura se preguntó si la bebida habría sido más fuerte si no hubiera
bromeado con Crystal pero decidió que eso no tenía importancia. Iban a
descansar sobre el sofá y observar un emocionante juego de baloncesto
juntas.

—Lindo vaso—

—¿Te gusta?—

—Es bonito. Crystal sostuvo en alto el vaso amarillo y miró las palabras
brillantemente coloridas proclamando que ella debería sonreír porque
alguien la quería. —Cursi, pero bonito—

—Bueno, pues es verdad— Laura dijo, tomando la soda. —Te guste o no te


guste, hay personas que te quieren y se preocupan por ti—

—Uh huh— Crystal dijo dudosamente, tomando el vaso de Laura. —Llevaré


estos a la sala—

—Asegúrate de usar un posavasos—

Crystal fingió estar en shock. —Ni en sueños se me hubiera olvidado eso—


ella dijo.

—Sí claro, te creo— dijo Laura. —Te creo tanto como si me dijeras que
tienes un pantano en venta en la Florida—

—Y barato también— Crystal contestó. —Te haré una oferta que no podrás
rehusar—
Una hora más tarde, los dos vasos vacíos yacían en posavasos sobre la
mesita de café, el hielo ya hacia rato que se había derretido. El resultado
favorecía hacia un equipo, las visitantes tomaron ventaja sobre el equipo de
casa. Laura concentraba su atención muy a menudo en algo más importante
que la televisión. El pelo de Crystal estaba algo despeinado. La mirada de
Laura se movió hacia abajo, estudiando la curva delicada de la nariz de
Crystal y los labios suaves y carnosos. No había duda que su compañera era
hermosa pero Laura ahora se encontraba mirando a Crystal de una manera
diferente que antes. Para con eso, Laura, se amonestó a sí misma. Ella es
heterosexual y no está interesada. Tiene demasiado equipaje, ¿recuerdas?
En ese momento el pitazo sonó deteniendo el juego y la televisión mandó a
un anuncio publicitario. De reojo, Laura se dio cuenta de que era un anuncio
de servicio público que promovía acerca de ayudar a prevenir el abuso de
menores. Los ojos de Crystal nunca dejaron de mirar la pantalla pero aun de
perfil su rostro mostraba todos sus sentimientos. Laura observó como la
mandíbula de Crystal se tensaba con fuerza y sus labios se contraían. Aun
estás intentando proteger a la pequeña niña que vive en ti, ¿no es así? El
deseo de abrazar a Crystal crecía dentro de Laura pero la escritora
permaneció quieta en su asiento. Lo más seguro es que se vaya corriendo
hacia arriba. Y probablemente pensaría que le estás haciendo insinuaciones
amorosas. Cuando el anuncio publicitario terminó el juego fue reanudado,
Laura miró contenta que la tristeza en el rostro de Crystal desaparecía. Eso
es, sólo olvídate de todo eso y disfruta el juego. —¿La chica de las
Henderson es buena, ¿no te parece?— Laura preguntó.

—Ella sabe jugar basquetbol, eso es seguro— Crystal contestó. —No puedo
creer que haya hecho ese tiro—

—¿El que se quedó girando en el aro algunos segundos antes de entrar?—

—Sí—

—Ese fue un buen tiro— Laura estuvo de acuerdo. —Ella estaba a pocos
segundos del pitazo cuando hizo el tiro—

—No van a ganar a estas alturas. Quedan sólo dos minutos de juego—

—Estás en lo cierto. Estoy segura que Peter va a estar decepcionado. Él


siempre les apuesta a ellas— Laura se inclinó hacia adelante y tomó el
control remoto. —¿Y que quieres hacer ahora? Creo que dan una película a
las diez—
—Tengo que irme a la cama— Crystal dijo antes de dar un largo bostezo. —
Espero que Michael tenga algo mas de trabajo para mí. Ya casi hemos
terminado con la demolición—

—Seguro que sí tendrá algo— Laura dijo, presionando el botón rojo y


apagando la televisión. —No me había dado cuenta lo tarde que era. Vas a
estar arrastrándote de sueño mañana—

—Naw, estoy acostumbrada a acostarme tarde y a tener que trabajar sin


haber dormido mucho— Crystal se puso de pie y se estiró como un gato,
subiendo sus manos por encima de su cabeza. —¿No te vas a acostar?—

—No tengo que levantarme temprano. No, probablemente encenderé la


computadora y regresaré a trabajar en mi historia sin fin— Laura se puso
de pie y caminó hacia el apagador. —Necesito hacer un poco de investigación
en línea para la siguiente parte—

—¿Crees que mañana puedas mostrarme ese sitio del GED que mencionaste?

—Seguro. Lo buscaré esta noche y lo marcare en mis favoritos para tenerlo


listo para ti—

—¿Qué harás qué?— Crystal sacudió su cabeza. —No importa. Debe ser tu
idioma computadorsense o algo así—

Laura presionó dos interruptores, apagando las luces del cuarto y


encendiendo los únicos sobre las escaleras. —Un día de éstos te mostraré,
así ya no le tendrás miedo a las computadoras—

—Sí, claro— Crystal dijo dudosamente. —Justo después de que me gane la


lotería—

Laura comenzó a subir las escaleras detrás de ella. —He escuchado que eso
puede pasar si compras un boleto de vez en cuando— Cuando llegaron a la
parte de arriba extendió su mano y tocó el brazo de Crystal. —Espera un
minuto— Laura terminó de subir las escaleras y se paró cara a cara con su
compañera. —Sólo quería darte las buenas noches— ella comenzó,
deteniéndose para escoger sus palabras. —Sabes que si alguna vez quieres
venir y ver la televisión conmigo, eres más que bienvenida—

—Gracias— Crystal miró hacia otro lado incómoda, luego miró hacia atrás. —
No quiero...—
—No te preocupes por eso— Laura dijo, alejándose de la joven mujer. —
Eres buena compañía y tuvimos una plática agradable— Seriamente, dudó
que Crystal alguna vez haya tenido una amiga íntima con la que se pudiera
relajar y solo poder hablar de todo y de nada. Probablemente a nadie más
que su hermana, Laura meditó. —Buscaré el sitio del GED y lo revisaremos
mañana juntas en la noche— Le dio a Crystal un apretón cariñoso en el
brazo. —No te preocupes. Te haremos pasar tus estudios con éxito, lo
prometo. Solía darles tutorías a mis amigos cuando estaba en la escuela y
les ayudaba a subir de calificaciones— No soltando su agarre del brazo de
Crystal, Laura dio un paso adelante hasta quedar a sólo centímetros de ella.
—¿Te parecería bien un abrazo de buenas noches?— Sintiendo a Crystal
dudar, Laura tomó la iniciativa, rodeó con sus brazos a la joven mujer. A
diferencia de la primera vez que se habían abrazado, esta vez para Laura
fue diferente, sintió el cuerpo femenino presionado contra su cuerpo.
Crystal se sentía cálida y suave, su blusa olía ligeramente a cigarrillo. —
Dulces sueños— susurró suavemente, sonriendo cuando sintió los brazos de
Crystal rodeándola para corresponder al abrazo ¿Ves? Está bien poder
abrirse a alguien, Laura pensó, dando un último apretón antes de dar un paso
atrás. —Duerme bien—

—Tú también— Crystal dijo, alcanzando la manija de la puerta. No te


acuestes tan tarde—

—No lo haré— Laura prometió. —Sólo tengo que encargarme de unas cosas y
después me iré a la cama—

Las 'cosas' de las que se tenía que encargar no eran sólo encontrar el sitio
del GED sino también imprimir las diferentes pruebas de cada tema.
Mientras esperaba a que cada página se imprimiera, Laura examinó las
diferentes preguntas. Oh, esta fácil. Todo el mundo sabe que un triángulo
con todos sus lados iguales es un equilátero. Esto será fácil para ella. Otra
prueba salió de la impresora. Uf. Me olvidé de historia. No podría recordar
todas esas fechas. Miró la lista impresa de las fechas de los exámenes de la
localidad y sentía que Crystal podría ser capaz de pasar el examen para
Primavera. Hmm, ¿seis meses para aprender tres años de bachillerato? Tal
vez para el verano. La impresora hizo la última impresión antes de anunciar
que el trabajo había terminado y la última hoja salió de la bandeja. Laura
tomó su taza vacía y clavó los ojos en ella. Oh vaya, es demasiado tarde
como para hacer otro poco de té, pensó, bajando la taza y mirando la
pantalla. Ok Laura, has pasado las dos últimas horas imprimiendo todo lo
posible que se encuentra en ese sitio. Miró el casi medio fajo de hojas
pulcramente apiladas al lado de la impresora. Mejor no le muestro toda esa
pila de hojas a Crystal de una sola vez, sino saldrá gritando fuera de aquí.
Carajo, si yo viese una pila como esta que tuviera que estudiar también
saldría huyendo. Distraídamente, dio un clic sobre el icono de búsqueda,
abriendo su buscador favorito. Había otra cosa que tenía que ver con su
compañera que podía ser solucionada por internet y a pesar de la hora,
Laura se sintió dispuesta a iniciar esa búsqueda.

—Ok, veamos cuánta información hay por aquí— dijo mientras tecleaba las
palabras 'Encontrar a personas perdidas' y dio un click sobre el botón
buscar.

Continuará………

PARTE DIEZ

—Me alegro de verte —dijo Jenny mientras sujetaba la puerta. Crystal la


atravesó, entrando en la oficina de la terapeuta.

—¿Cómo te va, Doc? — preguntó, encaminándose hacia el sillón reclinable.

—Todo bien, Crystal. Parecías estar disfrutando en el partido del sábado.


¿Dónde quieres que me siente?

—Em… —Crystal echó un vistazo al sofá y después a los puffs—. No sé. —


Mirando a la terapeuta, se encogió de hombros—. Donde tú quieras, supongo.

—No te gusta tomar decisiones, ¿verdad?

Crystal vio cómo Jenny se acomodaba en el sofá con su eterna carpeta


sobre las rodillas.

—¿Y de qué vamos a hablar hoy?

—¿Hay algo de lo que necesites hablar? —preguntó Jenny—. La semana


pasada me dijiste que no estabas segura de lo que ibas a hacer con tu
trabajo en el club de strip tease. ¿Has tomado alguna decisión al respecto?

El rostro de Crystal mostró una sonrisa triunfante.

—Oh, sí —afirmó—. No voy a volver, y Michael me ha enseñado a aplicar


cemento y me ha dicho que me capacitará para usar un spray de pintura
dentro de poco.
—Parece que confía en tu habilidad para adaptarte a los cambios y aprender
cosas nuevas—. La sonrisa de Jenny hizo que Crystal frunciera el ceño.
Odiaba esa expresión, porque sabía lo que significaba.

—No sé. Supongo que sí.

—A mí me lo parece. Eres buena para adaptarte, ¿no?

—Dímelo tú, Doc —contestó Crystal con tono aburrido. A continuación,


empezó a mirarse las uñas—. Necesito el trabajo, así que tengo que
aprender a hacer las cosas. No es para tanto. —Sintiéndose tensa de
repente, Crystal se levantó del sillón y se dejó caer en el sueño, con la
espalda contra el puff rojo—. Hago lo que tengo que hacer.

—Esa es una de tus técnicas de supervivencia —puntualizó Jenny,


inclinándose hacia delante hasta quedar sentada al borde del sofá—. Has
aprendido a adaptarte al medio en el que te encuentras.

—Ya, lo que tú digas —contestó Crystal, mirando al techo—. Hice lo


necesario para salir adelante, aunque esta vez sirve para algo. Podré
solicitar un empleo diciendo que sé cómo usar una pistola de clavos. Siempre
es mejor que lo de que soy stripper.

—Eso es cierto, pero has adquirido habilidades de todas tus experiencias,


las buenas y las malas.

—Todo va de lo mismo, ¿verdad, Doc? —Venga, dame un respiro. Crystal


dejó a sus ojos vagar por el dentado patrón de los azulejos—. Cualquier cosa
de la que hablamos nos lleva a mi sórdida niñez y a toda la mierda que me
ocurrió.

—Esta vez no he mencionado tu infancia para nada —señaló Jenny—. ¿Sabes


lo que me dice eso? Me dice que traes algo en la cabeza.

—Yo qué sé.

—Ya te dije que nada de excusas ni estupideces aquí dentro—. Dejando la


carpeta sobre el sofá, la terapeuta acercó el puff azul y se acomodó en él—.
Puedes estarte mirando al techo toda la noche, si quieres.

Genial, pensó Crystal para sí. Eres un auténtico coñazo, Doc. De acuerdo.
—Se lo conté a Laura. —Sabía que Jenny esperaba una mejor explicación—.
Le… le conté lo que me pasó cuando era niña.

—¿Y cómo te hizo sentir eso?

Crystal no necesitó girar la cabeza para sentir los ojos de la terapeuta


colgados de ella. En lugar de eso, siguió mirando al techo. Con un
encogimiento de hombros, utilizó su defensa habitual.

—No lo sé.

—"No lo sé" no es una respuesta. Inténtalo otra vez. Cuando empezaste a


contárselo, ¿cómo te sentiste?

—Nerviosa —admitió Crystal, estirándose para colocar sus manos detrás de


la cabeza—. Cuando empecé, tenía miedo de que se asustara y no volviera a
hablarme o algo así.

—Y cuando te diste cuenta de que eso no iba a pasar…

Crystal tragó saliva, deseando haberse preparado algo de beber al llegar.

—Me sentí… no sé, bien, supongo. No me miró de forma rara ni nada. Al


menos, eso creo. En realidad no la miré mucho mientras hablaba. —En ese
momento, dirigió la vista hacia Jenny, recordando lo que Laura le había
contado de su ruptura—. Ella también me contó cosas. —Crystal se detuvo
por un momento—. Supongo que eso también me hizo sentir bien.

—¿Cómo te sentiste al compartir tu historia con otra persona?

Crystal miró al techo una vez más.

—Al principio me dio miedo. El corazón me latía muy deprisa, como si me


preocupara que él fuera a entrar en la habitación y a sorprenderme
hablando del tema con otra persona. —Aspirando profundamente, intentó
ordenar sus pensamientos—. Ella simplemente me dejó hablar y hablar, sin
importarle lo estúpida que pudiera parecer. ¿Sabes qué fue lo mejor?

—¿Qué?

—Que me creyó. —Crystal se desperezó de nuevo, apoyando el codo en el


puff sin dejar de mirar a Jenny—. Laura me creyó, sin importar lo que le
dije o cómo lo dije.
—A medida que empieces a llenar tu vida de gente buena, descubrirás que
hay muchos en quienes puedes confiar. Amigos que creerán cualquier cosa
que les digas y no te juzgarán nunca. Esos son los que necesitas. No gente
tóxica.

—Quieres decir mis viejos amigos.

—Los amigos cambian a medida que creces, y crecer no es algo que ocurre
cuando cumples dieciocho y te conviertes en un adulto legal. A lo largo de tu
vida, descubrirás qué son lo que yo llamo los amigos especiales.

—Como Laura —dijo Crystal—. Después de nuestra charla, siento que puedo
contarle casi cualquier cosa.

—Es bueno construir una confianza en otra persona, ¿verdad? —le preguntó
Jenny.

—Estuvo bien eso de decir la verdad sobre lo que sucedió. —Lo único que
deseaba Crystal era ofrecer un poco de sí y sintió que las palabras acerca
de la confianza acudían a su mente. Para su sorpresa, Jenny tenía otra idea.

—Y cada vez que cuentas tu historia a otra persona, te quitas un poco de


peso de los hombros. Disminuyes el poder que tiene sobre ti.

—No tiene ningún poder sobre mí. Yo estoy al mando —protestó Crystal.

—Eso crees, ¿verdad? —Una mueca de asombro fue su única respuesta—.


¿Cuándo fue la última vez que te subiste en un ascensor con un hombre sin
sufrir un ataque de pánico? ¿Cuándo fue la última vez que dormiste bien sin
emborracharte o drogarte antes? Ni siquiera hemos empezado a estudiar si
sufres alguna disfunción sexual. —Esas palabras golpearon a Crystal y supo
que lo estaba reflejando en su rostro. Frunció el ceño y apartó la mirada,
pero su terapeuta y amiga no pareció darse por aludida—. No has estado al
mando de nada, excepto de aislar tus sentimientos a toda costa. Tanto si lo
admites como si no, actúas y reaccionas en base a tus experiencias y no
podrás seguir adelante hasta que superes tu pasado. Crystal, quería
proponerte que te unas a un grupo que viene aquí los martes por la tarde.

—¿Un grupo? —¿De qué coño me estás hablando? Incorporándose hasta


quedar cara a cara con Jenny, Crystal otorgó a la terapeuta toda su
atención.
—Hay un grupo de mujeres que se reúnen aquí todas las semanas para hablar
acerca de sus sentimientos y experiencias. Es para supervivientes de
violaciones y abusos sexuales.

—Estás de coña. ¿Sentarme en una habitación con un montón de extrañas


para contarles lo que me pasó? —Crystal meneó la cabeza enérgicamente—.
Ni hablar.

—¿Qué es lo que te da miedo? —le preguntó Jenny—. Cada una de ellas es


una superviviente, igual que tú.

—Sería más probable encontrar una bola de nieve en el infierno, Doc. No


pienso hacerlo.

—Podrías simplemente sentarte y escuchar. No estás obligada a decir nada.


Lo único que debes saber es que el grupo tiene las mismas reglas que
nuestras sesiones. Nada de drogas ni alcohol antes de ir. Muchas de esas
mujeres están también en fase de desintoxicación. —Jenny se levantó y fue
hasta el sofá, recogiendo su carpeta antes de sentarse sobre un almohadón
de cuero. Los ojos de Crystal no se despegaron de ella ni un momento al
tiempo que se preguntaba qué es lo que se proponía la terapeuta con todo
aquello. Acto seguido, obtuvo su respuesta—. ¿Te acuerdas de lo que
escribiste en tu diario… —Jenny echó un vistazo al cuaderno y comprobó la
fecha— … el viernes por la noche?

Los ojos de Crystal se abrieron como platos al intentar recordar. El diario


se había convertido en su ritual nocturno mientras se fumaba el último
cigarrillo antes de irse a la cama. A menudo olvidaba que, eventualmente,
Jenny iba a leerlo y dejó vagar su mente por los pensamientos y
sentimientos transcritos al papel por su propia mano.

—Yo em… intento no pensar que vas a leer lo que escribo.

—Soy consciente de eso —dijo Jenny—. Aquí dices cosas muy intensas, pero
lo que entresaco una y otra vez de tus palabras es tu necesidad de sentir
que formas parte de algo.

—¿Qué? —Sin pensarlo, Crystal se incorporó hasta tomar el lugar que Jenny
había ocupado antes en el puff azul, cerca del sofá—. Yo nunca he dicho eso.

—¿Ah, no? —Jenny señaló un punto de la hoja con el dedo—. Justo aquí, y
cito textualmente: “Siento que estoy de visita en este mundo y luego vuelvo
al mío…" —Unas páginas más adelante—. Este día escribiste bastante. Deja
que lo encuentre… ah, sí, aquí está. Dices que “siento que estoy
desmoronándome y que nadie puede volver a juntar todas las piezas. Nadie
me entiende". —Lo único que Crystal pudo hacer fue asentir ante la gran
verdad que reflejaban sus palabras—. Quiero que des el siguiente paso,
Crystal —afirmó Jenny en voz baja.

—Lo pensaré —respondió ella, acodándose sobre sus propias rodillas—.


También estoy estudiando para el GED por las noches, así que ya veré.

—¿En serio? No me lo habías contado. ¿Cuándo empezaste?

—Laura encontró una página web con toda la información y esas cosas. Me
imprimió los cuestionarios y me ha obligado a hacerlos para que podamos
hacernos una idea de lo que necesito aprender —dijo Crystal con evidente
emoción—. Me va mejor de lo que ella creía.

—¿Laura te está ayudando?

—Sí. Hace de profesora, corrigiéndome los exámenes y eso. —Crystal


intentó descubrir el significado de la expresión de Jenny, pero antes de
lograrlo la terapeuta se levantó y ocupó el puff que quedaba vacante.

—Eso está muy bien —dijo Jenny—. Es un paso en la dirección correcta.


Deberías considerar escribir sobre ello en tu diario nocturno. Hasta ahora
no habías mencionado nada.

—Lo escribí al principio de la noche pasada, pero aún no has tenido


oportunidad de leerlo —dijo Crystal—. Estaba cabreada porque no era capaz
de recordar todas las fórmulas que Laura insiste en meterme en la cabeza.
—Meneó la cabeza y continuó—. No sé, Doc. Unas veces creo que puedo
hacerlo y otras que soy una idiota incapaz de aprender una palabra.

—Es muy común tener dudas acerca de uno mismo, especialmente con algo
que supone una meta tan difícil. Yo también dudaba de mí cuando estaba en
la escuela.

—¿En serio?

—Pues claro. Todo el mundo tiene dudas, Crystal. El objetivo es


enfrentarlas y seguir adelante. Si fallas una vez, no des por hecho que
siempre lo harás. ¿Te acuerdas de cuando hablamos acerca de aprender de
las experiencias pasadas? ¿De los fracasos además de de los éxitos?
—Sí, lo recuerdo —admitió Crystal a regañadientes—. Siento como si fuera
en veinte direcciones diferentes y no supiera cuál escoger.

—Y cuando te sientes así, ¿qué haces?

—¿Aparte de buscar el bar más cercano o mi pipa? —bromeó Crystal, aunque


sólo a medias—. No sé. Supongo que hablo contigo o con Laura.

—Te sugiero que hagas menos lo primero y más lo último.

—Creía que no ibas a martirizarme con lo de mi afición por la bebida —


aventuró Crystal al tiempo que se preparaba mentalmente para el sermón.

—Y no voy a hacerlo… aún —afirmó Jenny—. Era sólo una sugerencia, como lo
del grupo de los martes.

—No. Lo que menos necesito es sentarme con un montón de mujeres que lo


único que hacen es hablar de sus desgracias personales.

—Estoy casi segura de que no te matará —dijo Jenny—. Te prometo que no


tienes que decir nada si no quieres, pero de verdad te recomiendo que
vayas, al menos una vez. Tan sólo inténtalo.

Crystal farfulló algo para sus adentros deseando dejar el tema de una vez,
pero sin parecer que había sido derrotada.—Dejemos el tema por ahora. ¿Te
apetece hablar de tu diario?

—En realidad no, pero me da que lo que yo quiera no importa, ¿no? —dijo
Crystal, arrellanándose en el puff hasta encontrar una posición cómoda.

—Esa es la actitud que a mí me gusta —respondió Jenny sarcásticamente—.


A ver, el jueves te extendiste de lo lindo con tu décimo cumpleaños. ¿Por
qué no empezamos por ahí?

***

Al volver a casa, Crystal se encontró a Laura en la cocina, rodeada de olores


que le hicieron la boca agua.

—Hola. Eso huele genial —afirmó al tiempo que colgaba sus llaves en el
ganchito adecuado. No hacía mucho que habían tenido otra charla acerca del
uso apropiado que debe darse a la mesita de un recibidor. A continuación,
entró en la cocina balanceando su bolsa con una mano.
—Dame otros cinco minutos y estará todo listo —respondió Laura cerrando
la puerta del horno—. He pensado que el pan de ajo sería más apropiado que
las galletas.

—Por mí no hay problema. —Crystal puso su bolsa encima del mostrador y


rebuscó dentro, sacando una botella de cerveza—. Chica, menudo día. Me
llevó horas descubrir dónde estaban los cargadores de los taladros
inalámbricos y he tenido una sesión infernal con Jenny hace un rato.

—¿Cómo te ha ido? —Laura alargó la mano para tirar la chapa de la botella y


señaló la mesa de la cocina—. Vamos a sentarnos mientras esperamos.

—Ha sido brutal —afirmó Crystal con un suspiro, acomodándose en la silla


acolchada—. Quiere que me una a un grupo de mujeres que van, se sientan y
hablan sobre lo que les ha pasado en la vida.

—Bueno, si ella piensa que podría ayudarte…

—¿Cómo va a ayudarme eso? Con escucharlas sólo conseguiré acordarme de


lo mío y, ¿qué tiene eso de bueno? —Negando con la cabeza, Crystal se llevó
la botella a los labios—. Estoy intentando olvidar lo que me pasó, no revivirlo
—dijo antes de echar tres o cuatro tragos—. Y eso no es lo peor. No dejó de
hablar de algunas cosas que escribí en mi diario—. Al levantar la vista,
advirtió la mirada paciente de Laura—. A veces, cuando escribo, se me olvida
que alguien va a leerlo. Puse un montón de cosas acerca de cómo me sentía
cuando era una cría y quiso repasarlo a conciencia.

—Quiso que tú lo repasaras a conciencia, querrás decir —afirmó Laura.


Crystal asintió, sorprendiéndose cuando su compañera de piso le agarró la
mano que tenía sobre la mesa—. No bromea cuando dice que hablar sobre
ello te ayudará a sentirte mejor.

Crystal siguió con los ojos clavados en la mano que cubría la suya.

—Tal vez, pero no es algo con lo que me sienta cómoda, ¿sabes? —En ese
momento, apartó la mano y rodeó el cuello de su botella con los dedos—. En
un momento dado, casi me ha hecho llorar. Incluso agarré una de esas
pelotas de esponja y la tiré contra la pared, ¿te lo puedes creer? —
Meneando la cabeza una vez más, Crystal tomó otro trago—. La próxima vez
me pondrá a darle puñetazos a un saco de boxeo y querrá hablar con “la niña
que hay dentro de mí" o alguna estupidez semejante.
Laura se levantó y se inclinó hasta que sus labios casi rozaron la oreja de
Crystal.

—Si algo ayuda, no es una estupidez —dijo—. Voy a echarle un vistazo al


pollo.

La escritora dio media vuelta y fue hasta el horno, dejando a Crystal a solas
con sus pensamientos.

Si algo ayuda, no es una estupidez, ¿eh? Bonito, Laura, muy bonito. ¿Sabes
que a veces hablas como ella? Crystal miró a la mujer que le daba la espalda.
A veces, y otras eres simplemente como una vieja amiga a la que puedo
contar cualquier cosa con confianza. Crystal estaba tan perdida en su
interior que ni siquiera escuchó el primer timbrazo del teléfono.

—¿Puedes cogerlo? —dijo Laura—. Yo estoy con el pan tostado.

—Claro. —A pesar de que nunca había usado el teléfono, sólo le llevó un


segundo localizar de dónde venía el sonido y contestar—. ¿Hola?

—¿Laur?

—Em… no… soy su compañera de piso. —Crystal apenas era capaz de oír la
voz masculina entre todo el ruido de fondo—. ¿Quién es?

—¿Está ahí? Soy su hermano Bobby. Necesito hablar con ella en seguida. —
En ese momento, Crystal se dio cuenta de que el ruido de fondo era el del
sistema de intercomunicación de un hospital.

—Sí, espera un segundo —exclamó cerca del auricular—. Laura, creo que es
tu hermano. Será mejor que te pongas.

Laura depositó el pan tostado en la rejilla para que se enfriara y se limpió


las manos con un trapo de cocina.

—¿Es Bobby?

—Creo que sí. —Al entregarle el teléfono, Crystal se vio invadida por una
sensación de temor. Lo único que podía hacer era contemplar con impotencia
cómo Laura contestaba la llamada.

—¿Sí? ¿Bobby? Habla más alto, no te oigo bien. ¿Dónde estás? —La súbita
palidez del rostro de Laura confirmó las sospechas de Crystal—. ¿Qué ha
pasado? ¿Qué? Espera, no te oigo. —Tan sólo hubo una pausa momentánea—.
Bobby, quédate ahí. Yo voy de camino. No, no llames a la familia. Yo lo haré
si es necesario. Sí, tú quédate donde estás. Ya voy.

Laura dejó el teléfono sobre la mesa y se agarró con ambas manos al borde
del mostrador.

—¿Es tu madre? —preguntó Crystal.

Laura asintió, haciendo grandes esfuerzos por mantener la compostura.

—Yo em… ella… mi hermano no está seguro de lo que ha pasado. —Acto


seguido, sacudió la cabeza—. Tengo que irme.

—¿Quieres que te lleve? —se ofreció Crystal colocando el auricular del


teléfono en su lugar—. No creo que debas conducir estando así.

—Están en el Centro Médico.

—Cerca de la circunvalación. Ya sé dónde es. —Crystal echó un vistazo al


horno para asegurarse de que estaba apagado—. Cogeré las llaves.

—Espera. —Laura se enderezó y agarró sus propias llaves del gancho—.


Vamos en el Jeep.

—Buena idea, al menos ése es legal —dijo Crystal quitándole las llaves a
Laura de las manos. Joder, su madre está enferma. ¿Qué se supone que
debo hacer? Rodeando con vacilación la espalda de Laura con su brazo, le dio
un leve apretón de ánimo—. Todo irá bien, Laura.

Para su sorpresa, se vio de repente enterrada en un firme abrazo, con los


brazos de Laura rodeando su cuerpo.

—No sé qué hacer. —Las palabras de la angustiada mujer surgieron apenas


como un susurro—. Cuando papá… mamá se ocupó de todo.

—Shhh… Vayamos allí y a ver qué está pasando, ¿vale? —Crystal guió a Laura
hacia la puerta. Llamaré a Jenny desde el hospital. Ella sabrá qué hacer. Yo
no soy buena en esto de consolar a la gente. Pero Jenny no estaba allí en
aquel momento. Sólo ella y Laura. No puedo dejar que pase por esto ella sola.
Sin saber bien qué decir, Crystal permaneció en silencio hasta que llegaron
al Jeep. Una vez que Laura ocupó el asiento del copiloto, Crystal se puso al
volante—. Bueno, esto va a ser interesante. Nunca había conducido un coche
como este.

—¿Crystal?

—¿Sí?

—No me importa si corres esta vez —afirmó Laura en voz baja.

—Te llevaré allí lo más deprisa que pueda —le prometió Crystal, haciendo
girar la llave y sonriendo cuando el motor rugió lleno de vida. Debe estar
bien eso de no preocuparse de si el maldito cacharro querrá arrancar cada
vez que te subes, pensó para sí mientras sacaba el Jeep del aparcamiento y
tomaba rumbo hacia el Centro Médico.

A Crystal le llevó unos minutos maniobrar entre el tráfico para alcanzar la


rampa de entrada a la carretera de circunvalación.

—Si vamos por aquí, nos ahorraremos al menos diez minutos por el tráfico —
anunció, esperando una respuesta de Laura que nunca llegó. Bueno, supongo
que puedo ir por la autopista, ya que no hay objeciones. A medida que hacían
la curva de la carretera, Crystal pisó con más fuerza el acelerador,
extrañándose de la velocidad que aquel modelo antiguo era capaz de
alcanzar—. ¿Quieres que ponga la radio? —Apartó la vista de la carretera a
tiempo de ver el gesto negativo de Laura—. ¿Quieres hablar?

—¿Sobre qué?

—Cualquier cosa —dijo Crystal encogiéndose de hombros—. No importa. El


tema que te apetezca.

—Ahora mismo sólo puedo pensar en mi madre.

—Genial. Cuéntame una historia sobre tu madre y tú. —Crystal echó un


vistazo al retrovisor lateral antes de invadir el carril izquierdo y adelantar a
una caravana—. La que sea.

—Me acuerdo de cuando me caí de la bici y me rompí un brazo. Llegué a casa


y mamá, sólo con echarme un vistazo, supo que algo iba mal. No tuve que
decir ni una palabra. —Laura sorbió por la nariz y se sacó un pañuelo del
bolsillo—. Siempre sabía cuándo uno de nosotros se había hecho daño.
—¿En serio? —Eso es, Laura. Sigue hablando. No pienses sobre lo que vas a
encontrarte en ese hospital. Crystal sólo escuchaba a medias, dirigiendo la
mayor parte de su atención al tráfico que las rodeaba. Iba por lo menos a 30
kilómetros por hora sobre el límite de velocidad, pero su salida estaba aún
muy lejos. Rezando en silencio para que los polis estuvieran más interesados
en los donuts que en los infractores, Crystal asumió el riesgo y aplastó el
pedal con más fuerza.

Por suerte para todos, los policías no advirtieron el Jeep. Crystal se las
arregló incluso para encontrar un hueco cerca de la entrada de emergencias
del hospital. Apenas había apagado el motor cuando Laura saltó del vehículo
y corrió hacia la puerta.

—¡Eh, espérame! —gritó Crystal, liberándose del cinturón de seguridad y


echando a correr detrás de Laura.

Bobby Taylor, de dieciocho años de edad, estaba sentado en una de las sillas
naranjas de la sala de espera, contemplando el suelo con aire taciturno.
Llevaba el cabello rubio alborotado y, cuando levantó la vista y vio a su
hermana, Crystal advirtió que tenía los ojos enrojecidos. Mierda, eso no es
buena señal, pensó para sí, apartándose cuando los hermanos se fundieron
en un abrazo.

—¿Qué ha pasado? —dijo Laura, sin soltar para nada al chico—. ¿Ha tenido
un infarto?

—No lo sé. Los médicos están dentro con ella. No puedo creer que esto esté
pasando —dijo—. Hemos desayunado juntos y todo parecía ir bien. Bueno,
estaba un poco cansada, pero nada fuera de lo normal. —Bobby volvió a
sentarse. Laura, por su parte, se acomodó junto a él e indicó a Crystal que
ocupara el asiento libre junto a ella.

—¿Te pidió ella que la trajeras aquí?

Bobby negó con la cabeza.

—No. Pensé llevarla a Saint Thomas, pero el tipo de la ambulancia dijo que el
Centro Médico estaba más cerca. Me alegro de que estés aquí, hermanita.
No sé contestar ni a la mitad de las preguntas de los formularios.

—No te preocupes por eso. Yo me encargo —le aseguró Laura—. Sigue


contándome. ¿qué pasó?
—Dijo que estaba cansada y que quería echarse un rato antes de que
empezaran las noticias. Fui a despertarla a las seis más o menos y la vi…
como desmoronada en la cama. No entendía lo que decía, así que llamé a
Emergencias.

—Lo hiciste muy bien —dijo Laura rodeando los hombros del joven con su
brazo—. ¿Ha dicho algo el médico?

—Me preguntó que si yo era el único familiar, me hizo firmar unos


formularios y volvió a entrar. Le dije que venías de camino.

En ese momento, Crystal vio una oportunidad de ayudar.

—Laura, ¿quieres que le diga al médico que estás aquí?

—Será mejor que vaya yo —respondió la escritora poniéndose en pie—.


¿Puedes quedarte aquí con Bobby?

—Claro —dijo Crystal—. ¿Seguro que quieres hacerlo? ¿Quieres que llame a
Jenny?

—No hasta que sepa qué está pasando —dijo Laura—. Volveré enseguida.

Cuando Laura abandonó la habitación, Crystal se levantó.

—Voy a salir un momento.

—Voy contigo —afirmó Bobby—. Ya llevo dos horas metido aquí. Me vendrá
bien un poco de aire fresco. —Al levantarse, quedó patente que era como
diez centímetros más alto que ella.

—El aire fresco no sé, pero yo voy a fumarme un cigarrillo —dijo.

—¿Te sobra alguno? —preguntó él—. Me he dejado los míos en casa y te


juro que ahora mismo me apetece mucho.

—¿Sabe Laura que fumas?

—No. Y mamá tampoco, a no ser que no me lo haya dicho. —Presionó el botón


para abrir las puertas corredizas—. Por favor, dime que fumas mentolados.

—Mentolado Light. —Laura rebuscó en su bolsillo y sacó un paquete


arrugado. Laura sabe que fumas, lo creas o no, pensó para sí, acordándose
de la conversación que había tenido con la escritora el día de la fiesta de
graduación de Bobby. Qué demonios. Tiene dieciocho años. Si quiere fumar,
esto no se lo va a impedir—. Sírvete —le dijo, alargándole el paquete.

Bobby agarró el cigarrillo y se sacó un mechero del bolsillo.

—Gracias. —Chasqueó el encendedor y esperó a que Crystal encendiese el


suyo antes de imitarla—. Oh, eso está mejor —dijo mientras exhalaba—.
Estaba a punto de volverme loco ahí dentro yo solo.

—Me lo imagino. Hace un par de años unas amigas y yo íbamos de bares y el


tío que conducía tuvo un accidente. Estuvimos en el hospital como seis horas.
—Aquella había sido la única experiencia adulta de Crystal con los
hospitales, y en su mayor parte la recordaba tras una nube de alcohol—.
Sólo se rompió una muñeca.

—Debí haber traído el bolso de mamá —dijo mientras se dirigía hacia el


muro decorativo que delineaba el jardín del hospital. Crystal le siguió y se
sentó a pocos centímetros de él.

—En momentos como ese, uno no se acuerda de esas cosas.

—En cualquier caso, debí hacerlo. —Bobby se quedó con la mirada perdida
hacia el aparcamiento—. Cuando llegué, querían su tarjeta del seguro y
también saber si era alérgica a algo. Yo no sé nada de eso. —Dio una calada
larga, encendiendo el extremo de su cigarrillo de un naranja brillante—. Soy
el hombre de la familia y no tengo ni idea de qué hacer.

—¿Ya había ocurrido algo así antes?

Bobby negó con la cabeza. Las lámparas de sodio apenas dejaban entrever
su perfil.

—Cuando papá tuvo el infarto no había nadie en casa. Laura estaba en la


Universidad y yo en la escuela. Mamá nos dijo que ella llegó de la compra y
se lo encontró en la silla. —Bobby siguió con la mirada fija en la nada—.
Laura ya estaba en camino para cuando yo me enteré de lo que pasaba. Entre
las dos se ocuparon de todo.

—En esa época tú eras muy joven, ¿no? —le preguntó la chica.

—Tenía once años. Pero estaba tan cabreado que me pasé la mayor parte del
tiempo llorando. —Lanzó el cigarrillo a medio consumir describiendo una
parábola hacia la oscuridad—. Supongo que me hice a la idea de que ellas dos
siempre estarían ahí para hacerse cargo de todo. Mírame. Mi madre se está
muriendo y yo tengo que pedir ayuda a mi hermana por teléfono.

—Tú no sabes si se está muriendo —dijo Crystal, aunque por lo poco que
sabía, el chico no iba desencaminado—. Y sí te ocupaste de tu madre. Fuiste
tú quien llamó a la ambulancia. —Escuchó un sollozo ahogado e
instintivamente se acercó un poco más a Bobby—. ¿Y si no hubieras estado
allí? —Lo único que Crystal recibió como respuesta fue otro sollozo—. Yo sé
lo que es tener una hermana mayor.

—¿Ah, sí?

—Sí. —Crystal arrojó su cigarrillo al suelo y contempló cómo se quemaba


lentamente—. Solía depender siempre de ella en todo, pero un día se marchó
y tuve que cuidar de mí misma. Sé lo que se siente. —¿Por qué le estoy
contando todo esto? Al echar un vistazo al muchacho, Crystal obtuvo su
respuesta. Porque sé cómo se siente en este momento y es el hermano de
Laura. Cuando ella se había sentido sola y asustada, no había nadie para
echarle una mano—. Te comprendo —dijo en voz baja—. ¿Quieres otro?

—Ahora no, gracias —contestó alejándose del muro. Crystal hizo lo mismo y
comenzó a caminar con él de vuelta al hospital. Tanteando su bolsillo, calculó
mentalmente cuántos cigarrillos le quedaban. Como medio paquete. Tomó la
determinación de que seguramente él no fumaba mucho más que ella, sacó
cuatro cigarrillos y se los alargó—. Toma. Por si te apetece uno más tarde.
—Sonrió al ver que él no despreciaba la oferta—. Pero no le digas a tu
hermana que te los he dado yo —añadió.

—Ni de coña —dijo, metiéndose los cigarrillos en el bolsillo de la camisa—.


Gracias.

Crystal asintió y fue tras él recorriendo el pasillo de entrada. Al girar en la


esquina, vio que Laura estaba en el recibidor hablando con un hombre que,
asumió, era el médico. Cuando Bobby les vio, recorrió el resto del camino a la
carrera para alcanzarles. Será mejor que espere aquí, pensó la chica para sí,
deteniéndose junto a la puerta de la sala que habían ocupado antes. Estaba a
punto de entrar cuando vio que Laura y Bobby iban hacia ella. Espero que
tengan buenas noticias.

—¿Cómo está?

—La van a ingresar —dijo Laura—. Vamos a hablar aquí dentro.


Los tres se sentaron en una de las esquinas de la sala de espera, colocando
sus sillas en forma de triángulo. En cuanto se sentó, Crystal pudo advertir
cómo se producía un cambio en Laura. La mujer de pelo oscuro se sentó muy
erguida y su rostro no dejaba entrever emoción alguna. Cuando habló, lo hizo
con un tono perfectamente controlado.

—Van a llamar a un cardiólogo.

—¿Ha tenido un infarto? —preguntó Bobby, inclinándose hacia delante.

—No —contestó su hermana—. El doctor Stevens dice que ha sido un edema


pulmonar. Estaba llena de líquido. La tienen en Vigilancia Intensiva y me ha
dicho que deberá quedarse unos días. —Laura echó un vistazo a su alrededor
y después miró a Bobby—. ¿Has traído el bolso de mamá?

—No —dijo él—. No se me ocurrió. El único número que me sé de memoria es


el tuyo.

Laura se levantó y fue hasta la mesita cubierta de revistas.

—Tenemos que llamar a la tía Elaine y al médico de mamá. Seguro que tiene
su nombre y su número en la agenda. —A medida que hablaba, las manos de
Laura iban acomodando perfectamente la montaña de revistas—. Necesito
sus papeles. Están en el cajón de arriba del mueble del estudio. Ahí es
donde guarda mamá todo lo del seguro y la documentación importante.

—Iré a buscarlos —dijo Bobby—. ¿Me puedo llevar tu coche? He venido en


la ambulancia con mamá.

—¿Estás seguro de que serás capaz? —preguntó Crystal, atreviéndose a


hablar por primera vez en un buen rato—. Puedo llevarte yo, si te es más
cómodo.

Laura cesó sus movimientos compulsivos un momento y les miró a los dos.

—Buena idea. Bobby, así podrás traer el coche de mamá y Crystal te seguirá
con el mío. Te haré una lista de las cosas que tienes que traer. —Volvió a
echar un vistazo a su alrededor—. Necesito papel… Crystal, hay una agenda
en mi guantera. ¿Te importa traérmela, por favor?

—Claro. —Con tal de resultar útil… Crystal se levantó y palpó su bolsillo para
asegurarse de que las llaves seguían allí—. En seguida vuelvo.
Salir a la calle permitió a Crystal el tan necesitado tiempo que requería para
pensar. A pesar de que no sabía gran cosa sobre lo que le pasaba a la madre
de Laura, suponía que era algo serio y que los siguientes días serían una
auténtica locura. Seguramente querrá llamar a Jenny para que esté con ella.
Es mucho mejor que yo para estas cosas. Cuando llegó al coche, Crystal
abrió los seguros y encontró rápidamente la agenda. Será mejor que me
asegure de que tiene un boli, por si necesita escribir algo. Abrió el broche y
abrió la agenda, para descubrir que allí había tanto un lápiz como un
bolígrafo, cada uno en su compartimiento. Debí haberlo supuesto,
tratándose de ella. Cuando iba a cerrar la guantera, descubrió un rollo de
monedas pequeñas. Podría necesitarlas para el teléfono o para sacar café de
la máquina. Tras meterse el rollo en el bolsillo, Crystal cerró el coche y
emprendió el camino de regreso al hospital.

Al llegar, encontró a Laura y Bobby en la sala de espera. Con un vistazo


rápido, vio que todas las revistas de la sala estaban en pilas perfectamente
distribuidas y colocadas en varias de las mesas.

—Ya la tengo —dijo, mostrando la agenda—. También te he traído unas


monedas que tenías ahí por si las necesitas.

—Buena idea —convino Laura alcanzando la agenda y el cambio. La escritora


abrió el cuadernillo inmediatamente y empezó a pasar páginas—. Tengo que
llamar a la hermana de mamá y contarle lo que ha pasado. También debería ir
a cancelar la entrega del periódico mientras ella esté aquí. —Se detuvo un
momento para frotarse los ojos—. Hay mucho que hacer. Alguien debe
encargarse de Bobby y de la casa.

—Yo puedo cuidarme solo —protestó el adolescente—. Puedo recoger el


periódico por las mañanas y también el correo.

—Déjale ayudar —imploró Crystal en voz baja—. Tú ya tienes bastantes


cosas que hacer.

—No, él no debería hacerlo. Yo puedo encargarme de todo —dijo Laura,


encontrando la página que andaba buscando—. Será mejor que empiece a
hacer llamadas.

—Le llevaré a casa y volveremos lo antes posible, ¿de acuerdo? —preguntó


Crystal. ¿O quieres que nos quedemos hasta que llegue Jenny?

—No, iros ya. Yo estaré bien.


A pesar de la confianza que mostraba la voz de Laura, Crystal no le daba
plena credibilidad. Pensó insistir por un momento, pero al final asintió con la
cabeza.

—Como quieras. No tardaremos mucho.

El trío caminó hasta el recibidor, deteniéndose en el momento en que Laura


alcanzaba el teléfono de monedas. Sin estar muy segura del por qué, Crystal
alargó la mano y dio un leve apretón al hombro de Laura. A continuación de
acercó a ella y susurró al oído de la escritora.

—No tardaremos.

Entonces, sintió una mano aferrando la suya.

—Gracias —dijo Laura—. Muchas gracias.

—No me las des. Para eso están los amigos, ¿no? —preguntó Crystal,
apretándole el hombro una última vez antes de dirigirle un gesto a Bobby—.
¿Estás listo?

—Sí. Oh, espera. —Se tanteó los bolsillos y frunció el ceño—. Con las prisas
se me olvidó coger las llaves.

—La del anillo verde es la de la entrada —dijo Laura—. Nunca devolví mi


llave cuando salí de la escuela. —La mujer de cabello oscuro se giró y
empezó a echar monedas en el teléfono—. Que no se os olviden los papeles
del cajón.

—Tranquila —dijo Crystal, dándose media vuelta y echando a andar por el


pasillo detrás de Bobby.

***

El paseo hasta el aparcamiento fue silencioso, excepto en el momento en que


Crystal indicó dónde estaba el Jeep. Una vez dentro y con el motor en
marcha, sacó un cigarrillo y lo encendió.

—Parece que el otoño ha llegado pronto este año, ¿eh?

—Así es —contestó Bobby—. Será mejor que saque mi chaqueta de deportes


lo antes posible.
—¿En qué deporte te la dieron? —preguntó, sin perder de vista el tráfico,
mientras salían del aparcamiento—. ¿Por dónde voy?

—A la izquierda. Fue en atletismo, igual que Laura.

Crystal fue hacia donde él le había indicado y pronto se encontraron


rodeados de coches.

—No sabía que le gustaban los deportes.

—La verdad es que no creo que le importara mucho entrar en el equipo


universitario. Es una de esas cosas que hizo porque sus amigas también lo
hacían.

—¿Y tú también lo hiciste por eso?

—Pues… no soy un genio como Laura. Ella sacaba sobresalientes todo el


tiempo. Yo me conformaba con que me dieran una beca de atletismo. Pasé
sin pena ni gloria. ¿Y tú?

Al ver las gotas que empezaban a formarse en el cristal, Crystal puso en


marcha los limpiaparabrisas.

—Em… yo no terminé el instituto.

—Oh —dijo él—. No lo sabía. Un coñazo mayúsculo, ¿no?

—Algo así —contestó ella antes de darle una buena calada a su cigarrillo—.
Nunca fui del tipo de gente que sigue las reglas.

Bobby soltó una risotada.

—Tiene gracia que te lleves tan bien con mi hermana.

—Ya… —Crystal no estaba segura de cuánto sabía el chico sobre la vida de


su hermana—. Sólo somos compañeras de piso.

—¿Sabes? Así es como mamá solía llamarlas cuando yo era pequeño. Como si
no fuera capaz de entender que mi hermana es gay. —Bobby rió de nuevo—.
Me quería hacer creer que tan sólo vivían juntas y que la traía a casa cada
vez que venía. Fue más o menos cuando tenía quince años… las vi pelearse y
les dije que se besaran e hicieran las paces. Parecía que Laura se había
tragado un chile y Jenny simplemente se empezó a reír a carcajadas de ella.
—Suspiró y apoyó la cabeza contra la ventanilla—. A veces creo que Laura
todavía me ve como a un crío.

En ese momento, rebuscó en su bolsillo y sacó uno de los cigarrillos que


Crystal le había dado antes. Ella, por su parte, empezó a plantearse la idea
de corregirle una vez más acerca de la naturaleza de su relación con Laura,
pero decidió que, por el momento, no tenía mayor importancia.

—¿Tengo que girar en algún sitio?

—Pasa otras tres farolas y a la derecha. —Dirigiéndose a un lado de la


carretera, Crystal siguió las indicaciones, girando y girando hasta que Bobby
señaló una de las casas en lo más alto de la colina—. Esa es. Puedes aparcar
en el camino de acceso, pero no tapes el garaje. Mi coche necesita un
embrague nuevo, pero el de mamá va bien.

Tras entregarle las llaves a Bobby, Crystal le siguió al interior de la vieja


casona. Se detuvo justo en la entrada, echando un vistazo a la multitud de
fotografías enmarcadas que cubrían las paredes. En lo que supuso era un
retrato de la escuela, contempló a una Joven Laura con coletas y tirantes
sonriéndole. Pasó de una foto a otra, viendo, conforme pasaban los años,
cómo Laura se transformaba de una jovencita marimacho a una auténtica
belleza de instituto, para terminar como graduada universitaria. En la pared
opuesta, Crystal descubrió un espacio similar para las fotos de Bobby, quien
en ese momento estaba abriendo un par de puertas correderas.

—Éste es el estudio —dijo—. El cajón del escritorio está abierto. Yo voy a


por el bolso y las llaves de mamá.

—Vale. Yo cojo los papeles.

Crystal le vio subir las escaleras antes de entrar en el estudio y ponerse al


frente del escritorio de madera. Tal y como le había dicho, el cajón no
estaba cerrado con llave, lleno a rebosar de gruesas carpetas. Sin estar muy
segura de cuál era la que necesitaba, Crystal las sacó todas.

Vale, a ver cómo me llevo todo esto, pensó para sí. Una rápida mirada en
derredor le hizo descubrir una cartera desgastada cerca del escritorio.
Tras varios intentos, consiguió acomodar dentro las carpetas. Listo. Al
menos sé que tengo la que necesitan. Tras escuchar que Bobby seguía
ocupado en el piso de arriba, Crystal se tomó un minuto para inspeccionar la
habitación. Un armario iluminado en la esquina dejaba ver una gran variedad
de orlas y trofeos. Al mirar con más detenimiento, se dio cuenta de que la
mayoría eran del padre de Laura, pero uno de los estantes soportaba una
hilera de trofeos perfectamente organizados que proclamaban a Laura
Taylor como campeona de un torneo tras otro.

Me pregunto si mi madre guardó alguna de las cosas que hicimos en la


escuela. En la pared contigua al armario de trofeos, todos los diplomas del
periodo de instituto y de la universidad de Laura lucían orgullosamente en
sus marcos ornamentados. A su alrededor, estaban otros premios que Laura
había ganado a medida que crecía. Crystal se inclinó hacia delante y rozó con
los dedos el marco del título del instituto. Mira lo orgullosos que están de ti,
Laura. Aunque ya no vives aquí, siguen teniendo todas estas cosas a la vista.
Seguro que tienen un papel con el contorno de tu mano por ahí en alguna
caja. Allí sola en el estudio, Crystal juró que podía sentir el amor del
matrimonio Taylor por sus hijos. Sois muy afortunados, pensó la rubia. En
ese momento, oyó que Bobby bajaba las escaleras, así que agarró el maletín
y apagó la lámpara.

—¿Los has encontrado? —le preguntó el muchacho al llegar al último


peldaño.

—Creo que sí. Sencillamente he cogido todas las carpetas del cajón de
arriba.

Crystal le mostró el maletín.

—Bien pensado. Creo que ese era el maletín de papá.

—Oh, no lo sabía —se disculpó Crystal.

—Tranquila. No es como que lo usemos demasiado —dijo él—. Había pensado


llevármelo a la universidad si mamá no me compraba uno nuevo. Tráetelo. Tal
vez a Laura le guste ver algo de mi padre.

Cuando llegaron de nuevo al hospital, Laura estaba sentada en la sala de


espera inclinada sobre la agenda.

—Ya estamos aquí —dijo Bobby para anunciar su llegada. Acto seguido, fue
hasta una de las sillas y se dejó caer sobre ella, emocionalmente exhausto
por los acontecimientos del día.

—Bien.
Laura levantó la vista, sorprendida al ver el maletín en la mano de su
compañera de piso.

—No sabía qué carpeta querías, así que he traído todas las que encontré —le
explicó Crystal alargándole su carga. Laura dejó el maletín sobre la mesa y
lo abrió.

—Podrías haberlas mirado para ver qué tenían —dijo la escritora mientras
empezaba a hacer eso mismo—. Esta tiene toda mi documentación
importante y apuesto a que ésta es la de Bobby. —Un rápido vistazo
confirmó su sospecha.

—Ya, bueno… supuse que sería mejor que lo hicieras tú —dijo Crystal al
tiempo que se acercaba una silla. No me corresponde a mí cotillear el las
pertenencias personales de tu familia. Laura abrió una de las carpetas más
grandes y hojeó lo que contenía—. ¿Quieres un chocolate caliente o un café
de la máquina? —le preguntó, más que nada por sentirse útil mientras
esperaban.

—No, ahora no, pero gracias —dijo Laura sin levantar la vista de lo que
estaba haciendo.

—¿Has podido ver a tu madre?

—Sólo un momento. Está descansando. —Laura se detuvo y miró a Crystal—.


Ahora sé por qué Bobby estaba tan preocupado. Parece haber engordado
casi 10 kilos. El médico me ha dicho que es por el líquido que recorre su
organismo.

—Pero podrán solucionarlo, ¿no?

—Creen que sí. Dijo que depende de cómo responda a la medicación que le
están dando. —Laura intentaba hablar con confianza, pero había algo en su
voz que hizo pensar a Crystal que su compañera de piso ocultaba algo.

—¿Has llamado ya a Jenny?

Laura negó con la cabeza.

—He llamado a los familiares, pero les he pedido que no vengan hasta saber
algo más. Supuse que llamaría a Jen sólo si las cosas empeoraban. Vas a
quedarte conmigo un poco más, ¿verdad?
Crystal asintió, complacida secretamente de que Laura la quisiese allí.

—Me quedaré todo el tiempo que quieras.

Se sorprendió al sentir la mano de la escritora tocándole la rodilla.

—Gracias —dijo Laura—. Me alegro de que estés aquí. —Acto seguido,


devolvió su atención a los papeles y lanzó un sonoro suspiro—. Será mejor
que siga con esto. Por suerte, mamá lo tenía todo organizado. Estos de aquí
son los documentos del seguro. Los de la bolsa son todo lo del abogado y la
casa.

Apartó varias hojas y las dejó a un lado.

—Oye, ¿por qué no te relajas unos minutos? —propuso Crystal.

Laura negó con la cabeza.

—No puedo. Tengo que encargarme de todo. —Echó un vistazo a su hermano


por encima del hombro—. No puedo pedirle a él que lo haga.

—Ya no es un niño, ¿sabes? —le recordó la joven—. En unas semanas entrará


a la Universidad.

—Así es —afirmó Laura—. ¿Cómo me las voy a arreglar? Alguien tiene que
quedarse con ella ahora. —Comenzó nuevamente a mirar los papeles—. ¿El
seguro cubre la asistencia a domicilio?

En ese momento, Crystal se sintió extrañamente fuera de lugar. Los


hospitales eran sitios que uno visita muy de vez en cuando, y lidiar con la
posible pérdida de un familiar no era algo de lo que tuviera que preocuparse.
Por un instante, dejó vagar su mente, preguntándose si sus padres seguirían
con vida. Esa idea derivó de forma natural en su hermana mayor y Crystal se
perdió en otra época hasta que Laura llamó su atención.

—Perdona, ¿qué decías?

—Te preguntaba si no te importaría traernos algo de la máquina. Creo que


me vendría bien algo fuerte en este momento.

—¿Chocolate caliente o café?

—Mmmm… cafeína y azúcar o chocolate con cafeína y azúcar. Mejor el


chocolate.
—Vale —dijo Crystal, incorporándose—. Bobby, ¿quieres algo?

—Café con leche y azúcar, por favor —respondió él.

—Enseguida vuelvo —susurró a Laura, recogiendo el puñado de monedas que


ella le alargaba. Será mejor que yo también me tome un café. Me da que nos
espera una noche muy larga.

***

Crystal no se equivocaba en su apreciación de la noche que tenían por


delante. Ya eran más de las dos, y Laura no mostraba signos de querer
abandonar el hospital. En varias ocasiones, los hermanos Taylor entraron a
ver a su madre mientras ella se quedaba vigilando sus pertenencias en la
sala de espera. En aquel momento, Bobby estaba profundamente dormido,
tumbado sobre varias sillas, y Laura seguía inspeccionando la documentación
familiar.

—A lo mejor deberías dormir un poco —dijo Crystal al ver a su compañera


de piso ahogar otro bostezo.

—No. Quiero estar aquí por si mamá se despierta.

—Han dicho que seguramente eso no ocurrirá hasta mañana.

—Ya se han equivocado antes. No quiero que se despierte ahí sola —


contestó Laura con severidad.

—Por lo menos date un respiro con todo eso de los papeles. —Alargó una
taza de humeante chocolate a Laura—. La última se te quedó fría antes de
que dieras un sorbo. Recuéstate un minuto y bébete esto. Visto que la
sutilidad no estaba dando resultados, Crystal levantó la taza y la puso en la
mano de su compañera—. Bebe.

—Yo no…

—Bebe —repitió Crystal con voz firme. Su persistencia dio fruto y Laura
agarró por fin el vaso, vaciando la mitad del contenido de un solo trago y
dejándola sobre la mesa.

—¿Contenta?
—Sí. —Y en realidad, Crystal estaba contenta de que Laura le hiciese caso.
No era el rol que la rubia jugaba normalmente y esperaba ser capaz de
apoyar a su amiga Laura en todo lo necesario. Tras echar un vistazo al
adolescente que descansaba al otro lado de la sala, Crystal recordó la charla
que habían tenido en el coche—. Laura, Bobby puede hacerse cargo de las
cosas de la casa de tu madre mientras ella esté aquí.

—Yo me encargo de eso —afirmó la mujer de pelo oscuro sin levantar la


vista de la pila de papeles—. Él ya tiene bastante con prepararse para la
Universidad.

—¿Qué le falta por hacer? Ya se ha graduado del instituto y le han


aceptado donde quiera que vaya a ir.

—En Union. Le han aceptado en Union.

—Pues en Union. Así que, ¿de qué más tiene que ocuparse? ¿De meter en la
maleta las cosas que necesita llevarse a la residencia? Eso no le impedirá
recoger el periódico y el correo por las mañanas. Estoy segura de que, de
hecho, ya lo hacía con tu madre en casa. Ya no es un crío.

—No le corresponde ocuparse de esas cosas. —Laura cogió el bolígrafo y


garabateó una nota en su agenda—. Lo tengo todo controlado.

—Como quieras. —Tras dejar escapar un suspiro, Crystal se dio por vencida
y se recostó en la silla. Eres demasiado cabezota para mí.

—¿Dónde está…? —Laura rebuscó entre los papeles—. No la encuentro.

—¿Qué no encuentras?

—La otra póliza de mamá. Debe tener un seguro adicional que cubra los
servicios que no entran en los del Ejército. No la encuentro, pero tiene que
estar por aquí.

—¿Estás segura de que la tiene?

—Pues claro. Cuando papá se jubiló, las contrató él mismo. A lo mejor están
en la carpeta de su documentación. —Laura abrió el maletín y sacó la
carpeta grande de color Manila—. Por eso Bobby no puede hacerse cargo de
estas cosas. Él jamás habría pensado en los seguros adicionales.

—A mí tampoco se me habría ocurrido, la verdad —admitió Crystal.


—Ya, bueno, yo debí haber caído en la cuenta antes, pero… ah, aquí está. En
la carpeta de papá. —Laura meneó la cabeza—. No puedo creer que a mamá
no se le ocurriera ponerla en la suya.

Yo no puedo creer que alguien tenga una carpeta, pensó Crystal. No pudo
ocultar su sorpresa cuando Laura dejó el bolígrafo sobre la mesa y se
recostó en la silla, ya que esperaba que su compañera de piso pasara toda la
noche enterrada bajo aquella montaña de documentos.

—Bueno, ya está. Sólo tengo que llevar los números de la póliza a la oficina
de pagos y mamá podrá estar tranquila hasta que esto acabe.

—¿Quieres entrar a verla otra vez? Si quieres, yo me quedo a vigilar tus


cosas.

Laura no pudo contener a tiempo un bostezo.

—Oh, perdona. ¿Qué hora es?

—Casi las dos y media.

—Por suerte, mañana empieza el fin de semana. Me sentiría tremendamente


culpable si tuvieras que levantarte mañana temprano y trabajar todo el día
con Michael.

—Lo haría, en caso necesario —dijo Crystal—. Ve, anda. Si se despierta tu


hermano, le diré dónde estás.

Laura le dirigió una sonrisa de agradecimiento.

—Gracias. No tardaré mucho.

—Tarda todo lo que quieras.

Crystal vio a su compañera de piso abandonar la sala de espera y recorrer el


pasillo antes de subir los pies a la mesa y buscar una posición lo más cómoda
posible en su silla de plástico.

Otro motivo por el que detesto las salas de espera. Estas sillas son una
mierda. Crystal bostezó y se frotó los ojos. Podría quedarme dormida en
este mismo momento. No puedo creer lo cansada que estoy. Sólo voy a
cerrar los ojos un momento mientras ella no está. Minutos después, estaba
profundamente dormida.
Crystal se despertó de golpe al sentir que alguien le tocaba el hombro.

—¿Crystal? Crystal, despierta.

—¿Qué? —Incorporándose, la joven rubia se frotó los ojos y se tomó unos


segundos para recordar dónde estaba—. Oh, Laura, lo siento. Me he
quedado frita.

—Ya lo suponía. He tardado casi una hora en volver.

Crystal apartó las piernas para que Laura pudiera ocupar su asiento.

—¿Qué tal está? —preguntó, intentando todavía despertarse


completamente.

—Se ha despertado un poco. —Laura dirigió una mirada a su hermano, quien


aún estaba dormido—. Parece tan débil… y no podía dejar de toser. El
médico ha dicho que es buena señal.

—¿Qué? ¿Qué se le vayan a salir los pulmones por la boca?

—De hecho, sí. Me ha dicho que eso quiere decir que la medicina que le han
dado está haciendo efecto. El líquido está saliendo de los pulmones y por eso
tose.

—Y eso es bueno, ¿no?

—Eso dicen. —Laura suspiró y negó con la cabeza—. Mi mamá me ha dicho


que se siente demasiado mal como para soportar las pruebas y las preguntas
de los médicos. Dentro de un rato la van a llevar a la UCC.

—¿La UCC?

—Es la Unidad de Cuidados Cardiacos. Quieren tenerla allí unos días hasta
que expulse el líquido y al parecer va a haber un cardiólogo vigilándola. —
Entonces, echó un vistazo a su hermano—. Él era sólo un niño cuando papá
murió.

—Ahora ya no es un niño —dijo Crystal—. Es consciente de lo que está


pasando.

—Lo sé —convino Laura. Una tosecilla educada les hizo girar la cabeza hacia
un hombre alto que llevaba una impoluta bata blanca de laboratorio—.
Enseguida vengo. —Laura salió al pasillo y habló un rato con el hombre.
Minutos después, volvió a entrar en la sala—. Dicen que lo mejor es que nos
vayamos a casa y regresemos mañana. Será mejor que le despierte. Puede
dormir en el sofá.

—¿Quieres decir que vas a traértelo a casa?

—Lo más probable es que no quiera estar solo —razonó Laura—. En


momentos como éste, la familia deber permanecer unida.

Yo no sé nada de eso de permanecer unidos, pensó Crystal con pesadumbre.


Pero supongo que así se comportan las familias normales.

—¿Entonces nos vamos a casa y tú vuelves mañana?

—En cuanto me despierte. No quiero que mamá esté aquí sola mucho tiempo.
—Laura se arrellanó en la silla y exhaló lentamente—. No puedo creer que
esté pasando esto. —Sus dedos atraparon con rapidez una lágrima que
empezaba a recorrer su mejilla—. S… sólo tiene cincuenta y cuatro años.

Crystal se dio cuenta en seguida que el control que Laura había estado
manteniendo toda la noche amenazaba con desmoronarse. Sin saber qué otra
cosa hacer, abrió los brazos y dejó que la inestable mujer se abrazara a ella.

—Todo saldrá bien —susurró, recorriendo lentamente la espalda de Laura


con su mano. Sintió que el cuerpo que sostenía empezaba a temblar a medida
que las lágrimas fluían. Oh, no, ahora sí que está llorando de verdad—. Shhh,
Laura, venga. Todo va bien. Tu madre se va a curar. Shhh… —Crystal no
estaba segura de cuál de las dos empezó a mecerse, pero tampoco hizo nada
por detener el tranquilizador movimiento. Empleó su mano derecha para
cubrir la cabeza que descansaba sobre su pecho mientras que seguía
acariciando la espalda de Laura con la izquierda—. Todo irá bien. —Crystal
sabía cómo manejar la ira, pero la tristeza era algo diferente. Y dado que
quien estaba triste era una de sus mejores amigas, se sintió todavía más
indefensa—. No sé qué más puedo hacer —susurró, dejando descansar su
mejilla contra la frente de Laura. Sintió la humedad de las lágrimas
traspasar su camiseta y la presión casi dolorosa de las manos de Laura en su
espalda. ¿Qué coño puedo decirle? Los minutos pasaron y ella siguió
abrazando a su amiga. Al advertir un movimiento por el rabillo del ojo,
Crystal alzó la vista cuando Bobby se incorporaba frotándose los ojos. A
continuación, miró a su hermana con gesto preocupado—. Tranquilo, ella está
bien —informó Crystal al joven para tranquilizarle—. ¿Laura? —susurró—.
¿Laura? Bobby se ha despertado. —Tal y como esperaba, la escritora se
apartó de ella y se irguió en la silla, haciendo enormes esfuerzos para
recuperar la compostura.

—Lo siento —dijo Laura, rebuscando en uno de sus bolsillos hasta dar con el
pañuelo—. Supongo que necesitaba una buena llorera. —Se secó los ojos y
miró a su hermano—. Van a llevar a mamá a la UCC y nos han sugerido que
nos vayamos a descansar y volvamos mañana.

Bobby bostezó y se levantó, desperezándose aparatosamente para


desentumecer los músculos tras estar tanto rato tumbado sobre las sillas.

—Ahh… pensaba que no me iba a dormir.

—No te preocupes por eso —dijo Crystal—. Yo también me he desconectado


un rato. —Echó un rápido vistazo a los cercos de lágrimas que decoraban la
parte delantera de su camiseta y miró a Laura—. ¿Nos vamos?

—Sí —dijo Laura, devolviendo la mayoría de los documentos al maletín antes


de cerrarlo—. Voy un momento a recepción para darles los datos del seguro
de mamá y listo. Bobby, ¿quieres pasar por casa y recoger algo de ropa o
prefieres esperar hasta mañana?

—¿Recoger mi ropa? Puedo quedarme en casa mientras mamá está aquí —


dijo con firmeza y mirando a Crystal en busca de ayuda.

—Em… Laura, ¿puedo hablar contigo un momento? —Tirandosuavemente del


codo de la escritora, Crystal se dirigió al otro extremo de la sala—. Él no
quiere quedarse con nosotras —dijo en voz baja—. ¿Por qué no le dejas
quedarse solo?

—Es demasiado jo… —Laura se detuvo, contemplando el rastro de barba que


cubría parte del rostro de su hermano.

—No es demasiado joven —le recordó Crystal.

Laura suspiró y asintió a regañadientes.

—Vale. —Acto seguido, se volvió hacia Bobby—. Entonces nos vemos mañana.
Asegúrate de cerrar con llave todas las puertas y que nadie que no sea de la
familia sepa que estás solo en casa.

Bobby inclinó la cabeza y miró a su hermana.


—No tengo doce años, ¿sabes?

—Lo sé. —Laura fue hasta él, le puso las manos sobre los hombros y sonrió
con aire pensativo—. Pero por muchos años que cumplas, siempre serás mi
hermanito pequeño y me preocuparé por ti, ¿vale? —preguntó, alborotándole
el ya de por sí rubio cabello—. Tú ganas. Nos vemos mañana. Conduce con
cuidado.

—Siempre lo hago.

—Por eso tienes ya una multa por exceso de velocidad. A mí no me pusieron


una hasta que pasé los veinte.

—¿Qué puedo decir, hermanita? —dijo él sonriendo—. Supongo que me he


desarrollado antes que tú. —Se sacó las llaves del bolsillo—. Mañana traeré
la colcha de mamá.

—Buena idea. Seguro que le alegrará tener algo suyo aquí. —Laura le dio un
golpecito en el brazo y miró a su hermano mientras éste abandonaba la sala
de espera. Después se giró hacia Crystal y, con un gesto, le indicó que ellas
también debían irse ya a casa.

***

La luz del amanecer empezaba a teñir el cielo y a colarse en el dormitorio de


Crystal, como desafiando a la joven a despertar. Con un gruñido molesto, se
giró en la cama y extendió el brazo hacia el cenicero y los cigarrillos que
estaban en su mesita de noche.

Será mejor que lo vaya dejando, pensó con aire apesadumbrado llevándose
un cigarrillo a los labios y encendiéndolo. Después de llegar del hospital,
Crystal se había pasado casi una hora sentada en el sofá mientras Laura
recorría la sala de arriba abajo, limpiando cosas que en realidad no estaban
sucias y hablando sin parar sobre su madre.

Menos mal que no ha dejado el hábito de la limpieza, porque si no esto sería


una leonera. Yo nunca malgastaría mi tiempo en sacarle brillo a las patas de
la mesa de café. Con tanta actividad, es imposible que el polvo vaya a
posarse en ningún sitio. A pesar de la falta de sueño, Crystal se sentía
extrañamente a gusto. La madre de Laura estaba enferma y, a pesar de que
la cosa iba en serio, los médicos parecían mostrarse optimistas y capaces de
controlar la situación.
Tras una larga calada, Crystal contempló la pintura abstracta que decoraba
una de sus paredes. Todavía no entiendo qué le ve Laura a esa cosa. El
cuadro no mostraba más que unos cuantos brochazos de color brillante que
formaban un patrón regular. Hasta un crío de cinco años podría hacerlo.
Crystal siguió mirando el cuadro mientras se consumía su cigarrillo,
reflexionando sobre lo ocurrido la noche anterior. Comprendió que había
tenido que llevar a Laura al hospital, puesto que ella se encontraba
demasiado afectada para conducir, pero no comprendía por qué no había
llamado a Jenny. Había dado por hecho que Laura telefonearía de inmediato
a su ex – amante para que la ayudara. En realidad, yo no he servido de
mucho. Sólo estuve… allí.

Crystal se encogió de hombros, incapaz de determinar en qué momento


había hecho algo útil por Laura. Aun así, le agradaba pensar que al menos
había sido capaz de consolar un poco a su compañera de piso.

Tras estrujar la colilla en el cenicero, Crystal salió de la cama y se encaminó


al cuarto de baño. Si no puedo dormir, será mejor que me vaya arreglando. A
medida que se acercaba a la ducha, se preguntó con curiosidad si Laura
recordaría que tenía un partido de softball. Claro que no vamos a ir. Me
pregunto a qué hora querrá irse al hospital. En ese momento, la idea de que
quizá Laura no iba a necesitarla cruzó por su mente. Tras silenciar la
necesidad más apremiante de la mañana, sin duda debido a la gran cantidad
de café y chocolate que había ingerido el día anterior, Crystal se aseguró de
que la puerta estaba cerrada y se metió en la ducha. Corriendo la cortina
transparente, se maravilló otra vez de que nunca tuviera restos de jabón.
Seguro que la limpia a conciencia después de ducharse todos los días, pensó
dejándose empapar por la cascada de agua caliente.

Consciente de que Laura estaba aún profundamente dormida y de que


probablemente quería seguir en ese estado un poco más, Crystal se premió
con una sesión extra larga de ducha, dejando que las cálidas gotas
recorrieran su cuerpo. A pesar de que lo estaba disfrutando de lo lindo, de
pronto sintió curiosidad por la perilla multifunción. Un rápido giro y el agua
cambió de caer suavemente a un chorro concentrado de mayor potencia.

—Ohhh… —exclamó, cubriéndose los pechos por la fuerza del agua—. Es la


última vez que hago estas cosas. —Girándose para que el agua le masajease
la espalda, Crystal se dio el lujo de pasar allí unos minutos más antes de
cerrar la llave y salir, situándose sobre la esponjada alfombrilla azul. La
ducha había resultado vigorizante, pero aprendió la lección y decidió no
jugar con la perilla de ahí en adelante… o al menos, no cuando ésta apuntaba
a zonas sensibles de su cuerpo—. Mierda…

No tuvo necesidad de echar un vistazo al baño para asegurarse de que se le


había olvidado traerse la ropa limpia. La ropa interior que había traído
descansaba ahora, empapada, sobre la barra de la cortina. Por lo menos,
Laura sigue dormida. Tras arrojar la toalla sobre la barra, empezó a pasarse
el cepillo por el pelo, estudiando su imagen en el espejo y advirtiendo, no sin
pesadumbre, que sus pechos parecían algo más caídos de lo que normalmente
estaban. Genial, tengo veinticinco años y ya me estoy arrugando, pensó para
sí.

Aunque es lógico, las tengo demasiado grandes como para que se queden ahí
arriba toda la vida. Inclinándose hacia delante, estudió su reflejo con
detenimiento en busca de arrugas en su frente y alrededor de los ojos. Al
no encontrar ninguna, y sintiéndose bastante estúpida por lo que acababa de
hacer, Crystal terminó de peinarse y se lavó los dientes. Cuando iba a dejar
otra vez el cepillo en el soporte, su mirada cayó sobre la bandeja del jabón.

—Joder —murmuró. De alguna forma, se las había arreglado para dejarla


llena de agua y los jabones literalmente flotaban en ella. Alcanzando la
toalla, secó a conciencia la bandeja y los jabones, acomodándolos después de
forma que no se notara demasiado el desastre.

¿Para qué demonios tiene esos jabones en el baño si nadie los puede usar?
Para que huela bien, basta con poner un ambientador. Aquélla era sólo una
más de las muchas molestias tolerables de su compañera de piso. A Laura no
le gustaba la cortina de la ducha ni que Crystal utilizara la barra como
tendedero de su ropa interior y a ella no le gustaban los jabones que “no se
pueden usar", la funda de pelo de la taza ni el papel, duro y reseco, que su
amiga insistía en comprar.

Tú tienes tus caprichos y yo los míos, pensó Crystal colocando el último


jaboncito en su lugar. Simplemente, los míos no son tan molestos. Tras
arrojar la toalla húmeda otra vez sobre la barra, abrió la puerta y miró
hacia la izquierda para asegurarse de que la habitación de Laura estaba
cerrada antes de echar a andar, totalmente desnuda, hacia la suya.

PARTE ONCE

Exhausta por la desvelada de la noche anterior, sin mencionar el miedo que


había pasado por lo de su madre, Laura no se sorprendió demasiado cuando
abrió por fin los ojos y comprobó que era casi mediodía. Intentando
despejar el sueño que aún le nublaba la vista, se levantó y caminó hacia el
baño con aire desganado. Casi por inercia, tiró de la toalla que estaba
colgada en la barra de la cortina de la ducha y quitó la ropa interior que la
acompañaba y dejó ambas cosas sobre el borde del lavabo, cosa que ya
formaba parte de su rutina mañanera, puesto que Crystal era quien
normalmente se levantaba primero. Girando las llaves de paso hasta lograr la
temperatura adecuada, Laura cayó en la cuenta del chorro que caía con
fuerza y lo miró pensativamente, advirtiendo quién lo había cambiado.

Es la primera vez que lo hace. Una idea terriblemente lasciva cruzó su


mente en aquel preciso instante. ¿Qué estaría haciendo aquí dentro?
Cambiando la perilla de nuevo, Laura se metió bajo el agua y agarró el jabón
con una sonrisa pícara en los labios.

Media hora más tarde, bajaba las escaleras. No se había preocupado de


secarse el pelo, que le caía libremente hasta la altura de la mandíbula por
delante y a la altura del cuello por detrás. Un agradable olor se las arregló
en aquel momento para colarse en sus fosas nasales y sonrió.

—Mmmm… ¿qué huele tan bien? —preguntó, sabiendo que Crystal estaba en
la cocina. Inmediatamente, le contestó una voz clara y animada.

—He encontrado una caja de tortitas y las instrucciones venían en el lateral


—dijo Crystal regalándole a Laura una sonrisa—. He oído la ducha y pensé
que tendrías hambre.

—Muchas gracias —contestó Laura, contemplando la torre de tortitas que


había en un plato y sintiendo cómo su estómago rechinaba—. Ya se me ha
olvidado la última vez que alguien me hizo el desayuno. —Después de
pensarlo un momento, se dio cuenta, con cierta pesadumbre, de que Jenny
había sido la última persona que había pasado la noche con ella y la había
sorprendido de esa forma. De aquello hacía casi tres años, y Laura se
preguntó a dónde había pasado todo ese tiempo. Encerrada arriba frente al
ordenador y sin parar de escribir, contestó una voz en su interior.

—Tu vida sexual es tan aburrida como la mía, ¿eh? —dijo Crystal con una
mueca irónica, sacando a Laura de sus pensamientos—. No me lo explico, con
todas esas mujeres pululando a tu alrededor. —Crystal le dio la espalda para
retirar la siguiente tanda de tortitas de la plancha.

Laura, por su parte, la miró con aire pensativo.


—Supongo que llevo un tiempo sin ocuparme de eso. —Acodándose en el
mostrador, alcanzó la cafetera y vertió el líquido humeante en una de las
tazas que había cerca—. En realidad, tampoco lo había pensado. —Perdida en
sí misma, Laura no se dio cuenta del momento en que Crystal fue hasta la
nevera y le acercó el cartón de leche—. Oh, gracias —dijo en ese momento,
alargándole la taza—. Así está bien.

—Tú siéntate y relájate. —Crystal señaló en dirección a la mesa—. Yo me


encargo de esto. Tengo la receta.

Laura asintió, se dejó caer en una silla y se llevó la taza a los labios.
Hipnotizada por el vapor que se elevaba frente a sus ojos, Laura dejó que
sus pensamientos vagaran con libertad mientras contemplaba a la mujer que
iba y venía en la cocina. Después de todo el tiempo que habían vivido juntas,
iba comprendiendo cada vez un poco más a su hermosa pero conflictiva
compañera.

Ahora entendía que Crystal era poco menos que un alma solitaria que sufría
profundamente por ello. Cuando se había mudado, Laura podía captar el
inquebrantable escudo de una mujer criada en las calles. El tiempo, sin
embargo, le había mostrado lo que había bajo ese escudo. En ocasiones
Laura lograba entrever a la adolescente confusa pidiendo a gritos que la
protegieran de aquellos que debían haberla protegido y sentía encogérsele
el corazón al pensar en la joven que jamás había recibido el amor que con
tanta desesperación necesitaba. Pero la noche anterior y esa misma mañana
le estaban mostrando otra parte de Crystal.

Laura sintió el cariño en la forma en que la había abrazado durante su


ataque de llanto, los cálidos abrazos que llegaban justo cuando más los
necesitaba, el café y las tortitas esperándola al despertar. Cuando Crystal
dejó sobre la mesa el plato y el sirope, Laura se levantó y envolvió a la joven
con sus brazos.

—Muchas gracias por haber estado conmigo ayer —susurró Laura con la
boca enterrada en el rubio cabello de su amiga—. Fue muy duro para mí y
sólo quiero que sepas que te lo agradezco. —Retrocediendo levemente, pero
aún sin soltarla del todo, Laura miró con intensidad sus ojos verdes—. No
cualquiera se pasaría toda una noche sentada en la sala de espera de un
hospital sólo para dar apoyo moral a una amiga.

La media sonrisa de Crystal parecía forzada y Laura se dio cuenta de que la


joven era incapaz de mantener el contacto visual.
—Ya, bueno… —dijo la rubia antes de apartarse de ella—. Tú también me has
apoyado. Es lo menos que podía hacer. Será mejor que comas algo antes de
que se enfríe.

Captando la incomodidad de su amiga, Laura dirigió una última mirada a


Crystal antes de volver a sentarse. La escritora apenas había dado el primer
bocado a su desayuno cuando cerró los ojos y dejó escapar un gruñido de
satisfacción.

—Oh, está buenísimo. —Otro bocado—. No me había dado cuenta del


hambre que tenía.

—Bueno, ayer no cenaste nada —indicó Crystal, negando con la cabeza


cuando Laura le señaló la torre de tortitas—. No, gracias. Me he levantado
temprano y ya he comido. Ah, por cierto, te han llamado por teléfono.

—¿Ah, sí? —Laura cortó con el tenedor otro pedazo de tortita—. ¿Quién
era?

—Tu tía Helen.

El tenedor de Laura se detuvo a medio camino entre el plato y su boca y


miró a su compañera como si acabara de decir que los de Hacienda querían
pedirle audiencia.

—Y… ¿qué ha dicho? —preguntó con turbación. La mención de la excéntrica


hermana de su madre nunca era buena señal. Laura aún se acordaba de las
muchas ocasiones en que sus padres se habían encerrado tras una reunión
familiar para discutir acerca de algo que Helen había dicho o hecho.

—Que llegará al aeropuerto a las cuatro y veinte. Te he apuntado el número


de vuelo. ¿Por qué pones esa cara?

Laura había cerrado los ojos y arrugado la nariz, completamente segura de


que estaría sufriendo un horrible dolor de cabeza antes de acabar el día.

—¿Te ha dicho cuánto se va a quedar?

—No. Había mucho jaleo y su acento es algo extraño.

—Es de Boston —dijo Laura, abriendo los ojos y contemplando la tortita


mientras la empujaba por el plato—. Vaya mierda —susurró.
—¿No es uno de tus parientes más queridos? —aventuró Crystal.

—La soporto —convino Laura con tono de fastidio—. Es un poco… es del tipo
de personas que “lo que ves, es lo que hay”. La tía Helen no se calla nada y
opina de todo. —Tras varios tragos de café, destinados más a ordenar sus
ideas que a saciar la sed, Laura continuó—. No sería tan horrible si no
pensara automáticamente lo contrario que mis padres sobre cada cosa.

—¿Se lleva bien con tu madre? —preguntó Crystal.

—Si hace tiempo que no se ven, la cosa no va tan mal durante un rato. Se
ponen al día de sus respectivas vidas y cotillean sobre el resto de la familia.

—No suena tan mal.

Laura levantó la cabeza.

—No, esa es la parte buena. Luego mi madre empieza a fastidiarla con su


costumbre de beber o fumar o el sinfín de novios que tiene o su vida
descarriada. —Laura encerró esas últimas palabras entre comillas con los
dedos—. Entonces empieza lo bueno. Cuando papá vivía, los tres se
enfrascaban en unos profundos debates sobre todos los temas de este
mundo y más. La última vez que vino de visita le dijo a mamá que se negaba a
quedarse bajo el mismo techo que ella. —En ese punto, sus ojos se abrieron
desmesuradamente ante una idea—. Oh, Dios, espero que ya se le haya
olvidado. No quiero que se quede aquí. Voy a buscarle un hotel.

—Vaya, debe ser horrible, ¿eh? —Crystal negó con la cabeza—. Y yo


pensando que te trizaba los nervios. Parece ser una buena pieza, si puede
superar a tu infernal compañera de piso. —Tomada por sorpresa por el
comentario, Laura vio a su amiga encogiéndose de hombros—. Te oí una vez
hablando por teléfono —confesó Crystal.

—Yo… —Laura bajó la vista hacia el plato, lamentando en serio que la joven
hubiese escuchado aquellas palabras saliendo de su boca—. Hace mucho que
no lo digo. Por lo menos estas últimas semanas.

Crystal meneó la cabeza quitándole importancia.

—No te preocupes. Tenías todo el derecho. Debe ser difícil vivir con alguien
tan…

—¿Vago? —aventuró Laura, provocando una media sonrisa de su compañera.


—Iba a decir alguien tan diferente a ti —concluyó Crystal, mirándola
fijamente—. Tampoco es fácil convivir con la señorita Trapo y Fregona, pero
oye, no nos va mal.

No parecía estar tan molesta por el comentario anterior como Laura había
supuesto y la escritora decidió que Crystal ya debía haberla perdonado.

—Así es —convino Laura, al menos por ahora—. Alguien me dijo una vez que,
con tolerancia y paciencia, no hay nada que no se pueda solucionar si la gente
implicada está dispuesta a esforzarse para ello. Quién sabe, a lo mejor un
día acabamos siendo buenas amigas.

—Mejor no adelantar acontecimientos —le advirtió Crystal con un deje de


ironía y pareciendo mucho más relajada y amigable de lo normal—. Sigo
pensando que eres un coñazo con todo eso de limpiar y lavar. —Acto seguido,
se puso en pie y se tanteó el bolsillo del pantalón—. Hora de fumar. Volveré
en un par de minutos y, si quieres, iré contigo al hospital. Bobby ha llamado y
ha dicho que se reunirá contigo allí.

—Parece que he sido la última en caerme de la cama esta mañana —dijo


Laura—. Y sí, puedes venirte si quieres, aunque luego tendrás que llevarme al
aeropuerto para recoger a mi tía.

—No hay problema. Por lo que he oído de ella hasta ahora, será divertido.
Ahora vengo. —Así, Crystal abrió la puerta corredera y salió a fumar.

Laura devolvió su atención al plato de tortitas que tenía delante, a pesar de


que su apetito parecía haberse calmado al oír mencionar a su problemática
tía. Tenía la esperanza de que Helen estuviera más preocupada por el estado
de salud de su hermana que por traer a colación los seis mil tópicos que,
invariablemente, terminaban convirtiéndose en una auténtica batalla
dialéctica. ¿Quién la habrá llamado?, se preguntó. Seguro que la abuela
Betty.

Helen había sido una de las personas que no consiguió localizar en la primera
ronda de llamadas, frustrada cuando el buzón de voz le indicó que no
quedaba espacio en la cintapara dejar mensajes. Laura se hizo una nota
mental para no recordarle a su tía la discusión que había terminado con su
negativa a quedarse en la casa y evitar así que quisiera alojarse con ellas.
Para consternación de Laura, sintió una punzada en la sien anunciándole el
dolor de cabeza que estaba por llegar, y empezó a dudar de que aquel día
fuera a resultar bien.
***

Bobby había estado esperándolas en el hospital y una mueca contrariada


decoraba su joven rostro.

—Ya era hora. Mamá pensaba que no ibas a venir.

—¿Está despierta? —preguntó Laura a medida que se aproximaban. Su


hermano estaba en el pasillo, frente a la puerta de la habitación de su
madre.

—Sí, estoy despierta —gritó la mujer desde dentro. Laura compartió una
mirada con Crystal antes de entrar, saludando de inmediato a su madre y
disculpándose por no haber llegado antes. Con pesadumbre, comprobó que su
hermano y Crystal no la habían acompañado dentro, obligándola a lidiar con
su siempre alerta y, a juzgar por la expresión de su cara, nerviosa madre.

—¿Cómo te sientes? Nos has dado un buen susto.

Gail Taylor agitó su mano con desgana, sin preocuparse por las vías
inyectadas en su brazo.

—No os podréis librar de mí tan fácilmente. Tengo toda la intención de


hacerte la vida imposible un poco más. —A pesar de la valentía que
demostraba, Laura estaba segura de que su madre no había pasado un buen
rato precisamente.

—¿Ha venido ya a verte el médico?

—Oh, sí, uno detrás de otro. Las enfermeras me han estado despertando
cada hora para tomarme la presión y he conocido a un médico de cada área
de este hospital. —La mujer extendió la mano, dejando ver una señal
dentada en la base de su dedo anular—. Han tenido que romper los anillos
por la hinchazón —dijo Gail con solemnidad—. Nunca me los había quitado
desde que tu padre me los puso hace treinta años.

—Seguro que se pueden arreglar —aventuró Laura.

—No se trata de eso —afirmó su madre con tono cortante—. El doctor


Stevens me ha dicho que esto podría volver a pasar. Quiere que lleve uno de
esos botones de pánico alrededor del cuello para avisar a una ambulancia.
La idea de que su madre necesitara uno de esos chismes asustó a Laura más
de lo que estaba dispuesta a admitir. Ya era suficiente con que su madre
pareciera tan hinchada, puesto que apenas podía distinguir sus pómulos. Que
algo así pudiera pasar otra vez sin previo aviso la aterrorizaba.

—Mamá… —Laura aspiró profundamente.

—Ah, no, de eso nada. —Gail negó enérgicamente con la cabeza—. Por muy
serio que pueda resultar esto, no pienso tener una enfermera en casa.

—No iba a decir eso —respondió Laura, a pesar de que la idea había cruzado
por su mente—. Pero tal vez deberías considerar tener a alguien que te eche
una mano. No quiero que te esfuerces tanto.

—Tonterías. Tú estás sólo a una llamada de distancia y me sé de memoria el


número de emergencias.

—¿Y si te caes y no puedes llegar al teléfono?

—Me estás hablando como a una abuela. No soy inútil, Laura. — El cansancio
comenzaba a aparecer en el rostro de Gail—. Dejémoslo por ahora. Los
médicos dicen que saldré de aquí a finales de semana. Ya veremos cómo van
las cosas.

Laura asintió, ya que no quería molestar a su madre y tampoco estaba de


humor para meterse en una discusión interminable.

—Otra opción es que me quede contigo hasta que te sientas mejor, si


quieres. —Para cualquier otra persona, eso sería una oferta de lo más
natural, pero en el caso de las determinadas mujeres Taylor, era magnánima
en extremo. Laura amaba profundamente a su madre y el sentimiento era
mutuo, pero hacía mucho que no se sentían cómodas la una con la otra. Esa
idea le recordó de golpe al familiar que en aquel momento sobrevolaba sus
cabezas en algún lugar—. Mamá… ¿te ha dicho Bobby quién va a venir?

—Helen no, ¿verdad? —preguntó la mujer con un deje esperanzado. Laura


asintió, deseando para sí que su hermano dejara de escabullirse para fumar
con su compañera de piso y entrara en la habitación—. Pues en mi casa no se
queda —afirmó Gail rotundamente—. Estoy demasiado cansada como para
aguantarla.

—No te van a dar el alta hasta dentro de una semana, ¿no?


—Y cuando salga de aquí no quiero tener que aguantarla —insistió su madre
—. La ciudad está plagada de hoteles. Que se quede en uno. —Gail gruñó algo
incoherente y su rostro mostró los esfuerzos que estaba haciendo por
mantenerse calmada. Al verlo, Laura alargó la mano hacia el botón de auxilio,
pero la mujer la detuvo—. No, no hace falta. Es que últimamente me canso
mucho.

Aliviada, pero no sin preocupación, Laura retrocedió y dejó caer su mano


hasta uno de los barrotes que rodeaban la cama.

—Vale —dijo al fin, no queriendo alterar más a su madre—. Le buscaré


dónde quedarse. —A continuación, fue hasta la cabecera y acomodó una de
las almohadas que su madre tenía detrás de la cabeza—. ¿Mejor?

—Mucho mejor —aseguró Gail a su hija con una sonrisa aprobatoria que
pareció extraña en su rostro hinchado por el edema—. Siempre fuiste una
buena chica.

—Porque tuve unos padres geniales —afirmó Laura palmeando el hombro de


su madre antes de colocarse donde pudiesen mirarse a los ojos—. A lo mejor
no has estado de acuerdo con todo lo que he hecho, pero me has apoyado y
me has querido. —Para sorpresa de Laura, se encontró pensando en Crystal
y la recorrió una oleada de empatía, deseando que su compañera de piso
hubiese podido crecer con unos padres tan buenos como los suyos—. Te
quiero, mamá —dijo, apretando la mano de su madre.

—Bueno, ya vale de ñoñerías —dijo Bobby mientras entraba en la habitación.


Tras él, Laura pudo entrever a Crystal en el pasillo con aire de indecisión y
le indicó que pasara también.

—Ya era hora de que volvieras —reprendió la mujer al chico antes de mirar
a Crystal—. ¿Cómo estás?

—Bien —respondió ella educadamente—. Espero que ya se encuentre mejor.

—Sí, mucho mejor —respondió Gail antes de tomarse un momento para


respirar profundamente. Laura decidió en ese instante que su madre
necesitaba descansar… y que ella tenía que enfrentarse con el familiar que
pronto llegaría a la ciudad.

—Mamá, nos vamos a ir ya para que descanses —dijo ella, cubriendo los
hombros de la mujer con la manta—. Relájate un poco. Volveré más tarde.
—Supongo que vas a traer a Helen —dijo su madre con tono de fastidio al
tiempo que se recostaba sobre las almohadas.

—¿Te crees que tengo elección, mamá? —le preguntó antes de terminar de
ajustar bien la ropa de cama sobre el cuerpo de su madre y enderezándose
—. Nos vemos luego.

Laura se inclinó para besar a su madre en la frente antes de hacerse a un


lado para que Bobby pudiera despedirse también.

***

Los alrededores del aeropuerto estaban atascados de furgonetas y coches


en constante batalla por ganar un hueco en el aparcamiento mientras una
miríada de taxis trataban de colarse entre ellos.

—Odio venir aquí —dijo Laura cuando otro taxi metió el morro en el escaso
metro de distancia de seguridad que las separaba del coche de delante.

—Me sorprende que no nos haya rozado —afirmó Crystal, mirando con
desprecio al conductor—. ¿Quién fue el imbécil que diseñó este sitio?

—No creo que la responsabilidad sea de ningún imbécil. —Echando un vistazo


a la señal de aparcamiento limitado, Laura comprobó el retrovisor y se metió
en el carril izquierdo—. Estoy segura de que es cosa de un comité.

—De un comité hasta arriba de mierda —comentó Crystal—. Mira, allí hay un
sitio.

—No, está demasiado cerca de la puerta. Debe ser para discapacitados. —Al
aproximarse, el dibujo azul en el suelo confirmó las sospechas de la
escritora. Les llevó tres vueltas más y, por tanto, volver a ver tres veces la
señal de aparcamiento limitado, el que Crystal viera un coche salir en ese
preciso momento y ocupar el lugar vacante.

—Esto es de locos —refunfuñó la rubia—. Ya sabía yo que debía haber una


buena razón para no ir volando a ningún sitio. No por el avión, sino por el
maldito aeropuerto.

—Y hasta aquí ha sido la parte fácil —dijo Laura, haciendo girar la llave y
activando elsistema de alarma del coche—. Tenemos que ver por qué puerta
va a salir. Sólo me dijo el número de vuelo. —Se abrieron paso entre los
vehículos aparcados, aunque sólo para verse detenidas de nuevo por una
doble hilera de coches que no parecían dispuestos a frenar lo suficiente
como para que ellas pudieran cruzar. Tras asistir pacientemente al
tremendo repertorio de frases coloristas de su compañera de piso, Laura
aprovechó un espacio y se lanzó como una flecha hacia la Terminal principal.

Los brillantes carteles de señalización y el fluir constante de personas


creaban una abigarrada colección de colores y sonidos. Laura se detuvo ante
uno de los mapas el tiempo suficiente para orientarse, decepcionada al
comprobar que la puerta a la que tenían que ir estaba justo en el otro
extremo de la Terminal. El temperamento de Crystal estaba ligeramente
sensible aquel día, hasta el punto de que Laura se vio temiendo que, si algún
transeúnte le daba un golpecito por accidente, iban a intercambiar algo más
que insultos y gestos obscenos. Para cuando llegaron a la puerta, Crystal
estaba claramente nerviosa y sin darse cuenta sacó su paquete de
cigarrillos.

—Cierto —dijo con tono frustrado—. Aquí dentro no se puede fumar.

Tras dejar escapar un suspiro de fastidio, Crystal se dejó caer en la silla


baja de plástico. Laura se sentó junto a ella y observó que la zona empezaba
a llenarse de gente que también esperaba el vuelo.

—Me temo que no —afirmó Laura con delicadeza. Sin pensarlo, levantó una
mano y la posó sobre el hombro de Crystal, un poco dolida al sentir un
estremecimiento bajo sus dedos. Planteándose por un momento si apartarse
o no, la escritora dejó que su mano resbalara hacia abajo, masajeando con
suavidad la parte alta de la espalda de la joven. Dado que ésta no hizo nada
por apartarla, Laura alteró el movimiento, formando pequeños arcos con sus
dedos hasta que sintió que la tensión y la tirantez de los músculos empezar
a ceder—. Hemos llegado quince minutos antes —dijo sin cesar de aplicar el
agradable masaje en la espalda de Crystal. Era cierto que había sentido
cierto rechazo al principio, pero Laura sospechaba que se había debido más
a la reticencia automática de la joven mujer a que la tocaran.

—Me da que, cuando se vaya, la vas a tener que traer tú sola —dijo Crystal,
aunque su tono era definitivamente menos agitado que antes—. Yo no pienso
volver a pasar por todo este rollo.

—¿Y cómo esperas que salgamos de aquí? —la interrogó Laura con aire
irónico—. Dudo que el coche quiera venir a recogernos aquí. —Crystal
pareció reflexionar sobre el problema y frunció el ceño aún más. Laura, por
su parte, hizo todo lo posible por no sonreír, pero la mueca de su compañera
de piso era demasiado mona como para evitarlo.

—Buen punto —farfulló Crystal.

—Sólo expongo los hechos, amiga mía. Y no olvides que Helen va a llegar con
tres o cuatro maletas como mínimo.

—¿Es que piensa mudarse aquí o qué?

Laura sonrió al escuchar eso, puesto que su tía se caracterizaba, entre


otras cosas, por llevar siempre consigo una cantidad de equipaje mayor a la
que cualquier otra persona necesitaría incluso para dar la vuelta al mundo.

—Esperemos que no quiera quedarse más que unos días. Si no, vamos a
necesitar uno de esos cochecitos portaequipajes.

—¿Cómo que vamos? —preguntó la rubia con tono cortante—. Es pariente


tuya, no mía.

—Vale. Pues tú te vas con ella y que te dé la brasa hasta que se te caigan las
orejas. A mí me da igual.

—Me da que voy a arrepentirme de haber querido pasar el día contigo —


afirmó Crystal con cautela, como dejando una puerta abierta a la esperanza.

Cuando por fin aterrizó el avión y los pasajeros comenzaron a salir en tropel
por la puerta, Crystal no tuvo ninguna duda de quién era Helen. Ataviada con
sedas de brillantes colores y un sombrero a juego, Helen Chick sobresalía
entre la multitud. Laura corroboró las sospechas de Crystal con un
movimiento de cabeza y empezó a gesticular para atraer la atención de la
rimbombante mujer.

—¡Ooh, Laura Elizabeth! —exclamó Helen, con una voz que pareció ahogar el
jaleo que las separaba. Saludando efusivamente, se abrió paso entre los
demás viajeros y envolvió a Laura en lo que a Crystal le pareció un abrazo de
oso.

—Hola tía, ¿cómo estás? —preguntó Laura cuando consiguió recuperar el


aliento.

—Ah, como siempre, calabacita. Ocupada, ocupada, ocupada.


Crystal enarcó las cejas al escuchar el apodo cariñoso de su compañera de
piso y haciéndose una nota mental para vacilarle después con eso. Al darse
cuenta de que de repente era el centro de atención, alargó su mano.

—Yo soy Crystal, la compañera de piso de Laura.

—¡Por supuesto que sí! —exclamó Helen alegremente, abrazando a la joven


con fuerza—. Eres una monería de chica. —Demasiado sorprendida como
para resistirse, Crystal no se resistió al cariñoso gesto. A esa distancia, fue
capaz de ver más claramente a la tía de Laura. Bajo el pomposo sombrero,
una masa de cabello plateado rodeaba el rostro que, sospechaba, rara vez
salía a la luz del sol sin una buena capa de maquillaje. De hecho, casi podían
adivinarse varias capas de base y sombra de ojos que constituían la imagen
pública de Helen Chick.

—Ah… gracias —farfulló Crystal, pidiendo ayuda a Laura en silencio.

—Tía Helen, no es… —comenzó a decir Laura.

—Salgamos de aquí antes de que nos quedemos copadas una hora —dijo
Helen, cortando sin miramientos a su sobrina—. Aborrezco este aeropuerto.

Crystal no estaba segura del auténtico alcance de la palabra aborrecer,


pero a juzgar por la cara de asco de Helen, no debía ser bueno. Claro que
otra idea le rondaba la cabeza a raíz del comentario anterior a ese. Helen
pensaba que entre ellas había algo más que amistad. En cualquier caso, dado
que ya se dirigían hacia la zona de equipajes y que Helen había pasado a
enumerar las múltiples cosas que funcionaban mal en el aeropuerto local,
Crystal decidió dejar para después las aclaraciones pertinentes acerca de
ese punto.

El brazo de Helen sostenía un bolso de cuero con ribetes dorados. La joven


suspiró profundamente al ver la miríada de bolsas de viaje que daban
vueltas en la cinta transportadora. Estaba segura de que no iban a caber en
el Jeep y se preguntó si Laura habría traído cuerdas para el portaequipajes
del coche. Sin embargo, una vez retirada la primera maleta, Crystal pasó a
preocuparse por el hecho de que su espalda fuera a sobrevivir al esfuerzo
de meter los bultos en el maletero.

Al parecer, Helen empacaba cada accesorio de la cocina cuando viajaba,


pero no le preocupaba demasiado tener que cargarlos, puesto que en ese
momento de limitaba a señalar con el dedo qué maletas eran las suyas e
indicando a Laura el orden preciso en que debían ser colocadas en el carrito.
En cuando salieron al cálido aire de agosto, Crystal echó mano de sus
cigarrillos. Sin embargo, antes de encenderlo, una nube de humo la rodeó, ya
que al parecer Helen era más rápida en lo que a utilización de mecheros se
refería. Crystal terminó de encender el suyo y, antes de guardar el
encendedor, se vio sorprendida por una voz jovial.

—¿Tú también fumas? —Lo cual hizo que se ganara una palmada en la
espalda.

Joder, qué fuerza tiene.

—Sí —respondió Crystal medio tosiendo.

—Pues en mi coche no se fuma —dijo Laura con firmeza, deteniendo el


carrito justo detrás del Jeep—. ¿Prefieres un hotel en concreto?

—No hay motivo para enriquecer a esos antros… y menos en este pueblo —
dijo Helen—. A tu madre le sobra espacio en esa casucha que tiene.

Crystal, que en ese momento intentaba acomodar dos maletas en el coche


mientras mantenía su cigarrillo en precario equilibrio entre los dientes,
sintió que Laura se estremecía.

—Mamá quiere que te quedes en un hotel. Supongo que no se le ha olvidado


lo que dijiste la última vez que estuviste de visita.

—Chorradas. ¿Recorro no sé cuántos kilómetros para verla y no tiene la


decencia de abrirme las puertas de su casa? No, calabacita, hay que poner la
más grande abajo.

—Pensaba que ésta era la más grande —refunfuñó Laura, volviendo a sacar
la maleta del Jeep y echando un vistazo a la que Crystal empujaba hacia ella
—. No te puedes quedar en casa de mamá —repitió.

—Joder, vale. —Helen se cruzó de brazos mientras su cigarrillo arrojaba


volutas de humo a la atmósfera—. Si va a estar en ese plan, por mí no hay
problema. Al menos tú no eres tan maleducada como para dejar a un familiar
en la calle.

Crystal estaba haciendo enormes esfuerzos para no entrar en la


conversación, pero se vio incapaz de no dar un respingo al escuchar esa
última frase. No había que ser físico nuclear para suponer a dónde quería
llegar Helen.
—Em… ¿Laura?

—¿Sigues teniendo esa casa junto al lago? —prosiguió Helen, ignorando las
miradas que se dirigían las dos jóvenes—. Debe tener una vista genial ahora
que empieza el otoño.

—Tía Helen, no tenemos cuarto de invitados.

—Bah, haremos como cuando tú venías de visita en verano —dijo Helen con
un gesto casual—. Vamos a cargar todo esto para ver qué se ha hecho Gail
esta vez. Por tu estado de ánimo, supongo que no es grave.

—Necesita tiempo y medicación —comenzó a decir Laura—. Pero oye, no te


puedes quedar con nosotras.

—Venga, Laurita —dijo Helen como si estuviera hablando con un niño—. ¿Ya
no te acuerdas de cuando vine a veros y tuvimos esa agradable y prolongada
charla sobre tu “compañera de piso”? No tienes de qué avergonzarte.

—No soy esa clase de “compañera” —afirmó Crystal por fin—. Tengo mi
propia habitación.

—Oh. —Helen frunció el ceño y Crystal prácticamente daba por zanjado el


tema cuando la estrambótica mujer encontró la solución perfecta—. A lo
mejor tendrás un sofá, ¿no? —A continuación, rió con ganas—. Te prometo
que no apareceré con ningún jovencito.

Crystal miró a Laura a tiempo de captar su característica caída de hombros


en señal de derrota. Supongo que vamos a tener compañía unos días.
Contemplando la montaña de equipaje que esperaba ser acomodado en el
interior de Jeep, lo único que pudo pensar con claridad fue que al menos se
tratara de días, y no de meses.

Al final, Laura decidió que ella se iría al sofá mientras su tía ocupaba su
cuarto, ya que sus modales le impedían hacer menos por un invitado, sin
importar lo desquiciante que fuera. Helen ocupó el asiento del copiloto y
automáticamente se hizo dueña de la radio durante todo el trayecto. Los
altavoces comenzaron a escupir música discotequera mientras Helen
destripaba las vidas de sus familiares más cercanos. Intentando por todos
los medios alejarse el altavoz de su puerta, Crystal, en medio del asiento
trasero, no podía evitar captar ráfagas de la conversación. En realidad, no
era difícil, porque Helen insistía en hablar por encima de la música en vez de
bajar el volumen, digamos hasta el umbral de tolerancia humana. La imagen
de la familia de Laura, tan perfecta e impoluta, empezó a desvanecerse de
la mente de Crystal a medida que su tía hablaba.

—Y el idiota lo habría conseguido si no hubiera estornudado cuando estaba


escondido en la alcantarilla —dijo la tía de Laura, dando por terminada la
historia de uno de sus primos—. Tuvo suerte de que sólo le pusieran en
periodo de prueba.

—Ahá —dijo Laura con aire ausente, prestando más atención a la carretera.
En ese momento, Helen se volvió hacia Crystal.

—Y dime, ¿sigue mi sobrina con esa obsesión por mantener la casa como los
chorros del oro?

—Em… —Dándose cuenta de lo comprometido de su situación, Crystal aspiró


profundamente y se rindió a la evidencia—. Sí.

—Lo que le hace falta es soltarse el pelo y vivir un poco —continuó la mujer
—. Es demasiado estirada. A lo mejor podemos sacarla del cascarón
mientras yo esté aquí. ¿Qué te parece?

Oh, por favor, que alguien me saque de aquí, imploró en silencio Crystal
cuando una batería de imágenes de bingos y museos cruzó por su mente.

—Pues no sé, depende de lo que quiera hacer Laura —dijo por fin—. Yo
trabajo bastante, así que no creo que pueda ir con vosotras. —Por favor,
haced planes entre semana. Espero que Michael tenga un montón de horas
extra.

—Chorradas —contestó Helen—. Ya buscaremos tiempo.

Crystal frunció el ceño al darse cuenta de que Helen era el tipo de persona
que nunca acepta un no por respuesta.

—¿Cuánto vas a quedarte?

—Supongo que una semana o así. Ya veremos. No me gusta poner fechas


exactas.

La respuesta no ayudó a que Crystal se sintiera mejor.

***
—Me está volviendo loca —refunfuñó Crystal, dejándose caer en el puff—.
¿Conoces a esa petarda?

Jenny, que se había pasado la mayor parte de la semana hablando con Laura
por teléfono sobre su tía, su libertad de espíritu y cómo le había puesto la
casa patas arriba, esperaba recibir algún tipo de queja por parte de Crystal,
pero no aquélla. Apenas la había saludado antes de empezar a despotricar de
la mujer.

—¿Y concretamente qué es lo que te molesta de ella?

—Todo —farfulló Crystal, pasándose los dedos por el pelo—. Yo pensaba que
Laura era un fastidio a veces, pero esta mujer me saca de quicio. ¿Sabes
que Laura siempre tiene respuesta para cada jodida pregunta de cada jodido
juego?

Jenny asintió, familiarizada con la situación.

—¿Y eso te incomoda?

—No tanto como cuando Helen, la enciclopedia andante, lo hace. La pregunta


era qué presa era, no cuándo se construyó y toda la historia. Pues Laura va y
dice Hoover y Helen salta con cómo eso dio lugar a Boulder City y así un
buen rato. —Crystal se estaba disparando, por lo que interrumpirla quedaba
fuera de lugar—. Dijera lo que dijera Laura, ella empezaba a hablar hasta
que la conversación no tenía nada que ver con lo que era al principio. Va a
volverla loca. —Crystal miró de soslayo a Jenny—. Sí, lo sé, no podemos
hablar de Laura.

Jenny asintió y abrió el cuaderno de la joven.

—Por lo que veo, ha sido una semana muy intensa.

—En casa, en el trabajo, en todo. —Arrellanándose para adaptar la forma


del puff a su cuerpo, Crystal entrelazó los dedos detrás de su cabeza y dejó
la mirada perdida—. Como si no tuviera ya bastante con lo de su madre, que
por cierto cada día que tiene que estar en el hospital se vuelve más zorra…
—A pesar de que la regla de no hablar de Laura parecía haberse evadido
nuevamente, Jenny dudó si interrumpir a la joven, ya que aquella era una de
las líneas de pensamiento más largas que Crystal había compartido con ella
hasta la fecha—.
―Apuesto a que ni siquiera ha escrito una página desde que llegó ella… y eso
que se ha bajado el ordenador a la sala. Está justo debajo de mi cuarto,
pero todavía no la he oído teclear. —La rabia y el nerviosismo presentes en
la voz de Crystal en el momento de entrar parecían estar disipándose,
reemplazados por un tono mucho más suave y reflexivo—. ¿Sabes que nunca
lo había pensado? —Sonrió—. El baño está entre medias de nuestras
habitaciones, pero cuando las dos abrimos las puertas del balcón, puedo oír
cómo escribe.

—¿Y por qué crees que te gusta escucharla? —aventuró Jenny.

—No sé… —Crystal se encogió de hombros con su aire habitual—. Supongo


que me recuerda que está ahí al lado.

—¿Al igual que estaba tu hermana cuando eras pequeña?

—Algo así. —La joven estiró las piernas y las cruzó a la altura de los tobillos
—. Es diferente a cuando escuchaba a Patty. No sé cómo explicarlo.

Jenny, tras hojear una o dos páginas mientras Crystal hablaba, levantó la
vista.

—¿Quieres hablar sobre este sueño?

Una expresión de sorpresa cruzó el rostro de Crystal, quien inmediatamente


frunció el ceño.

—La verdad, no. Ni sé para qué me molesté en escribirlo. Es una tontería.

—Es la primera vez que mencionas haber tenido un sueño erótico —apuntó la
terapeuta—. Además, creo que es importante el hecho de que te
despertaras durante los juegos preliminares. ¿Habías soñado cosas así
antes?

—No pienso discutir mi vida sexual, o la falta de ella, contigo —dijo Crystal
con firmeza, apretando la mandíbula y cruzándose de brazos—. Hablemos de
otra cosa.

—Buscando un tema más seguro, ¿eh? Vale. ¿Fuiste a la reunión del martes
por la noche? —La falta de respuesta y la mueca de Crystal fueron
significativas—. Ya veo. Esas sesiones están ahí para ayudarte, Crystal. No
te las recomendaría si pensara que no van a servirte de nada.
—A mí no me hace falta sentarme a escuchar las desgracias de nadie —
manifestó la chica—. Además, estaba ocupada con Laura y la chalada de su
tía.

Jenny dejó pasar el comentario, rehusando morder el anzuelo y regresar así


al tema tabú.

—Nunca deberías estar lo bastante ocupada como para cuidar de ti, y eso es
para lo que sirven esas reuniones. No puedo obligarte a asistir, pero sí te lo
sugiero.

—Vale, mamá —surgió la irónica respuesta, seguida de un resoplido—. De


hecho, si tú fueras mi madre, estarías demasiado borracha como para saber
lo que hago o dejo de hacer. —Hubo un largo silencio antes de que Crystal
siguiese hablando—. A Patty tampoco es que le hiciese mucho más caso, pero
siempre que íbamos a enseñarle algo de la escuela o algo así, nos ignoraba.

—No daba importancia a las mismas cosas que vosotras —dijo Jenny—. ¿Y
cómo te hacía sentir eso?

—Patty y yo lo odiábamos, claro.

—No. No te he preguntado cómo se sentía Patty. ¿Qué sentías tú cuando


llegabas a casa con algo que querías que tu madre admirara y no lo hacía?

Crystal pensó en ello un momento, abriendo la boca para decir algo y


cerrándola de nuevo. Una leve sonrisa curvó la comisura de sus labios.

—Iba a decir que jodidamente mal, pero creo que en realidad me sentía
herida. —Volvió a ponerse las manos detrás de la cabeza—. Dolía pensar que
todos los demás niños se iban a casa con madres que les querían y les
prestaban atención y la mía no era igual. —Crystal tomó aire profundamente
—. No sé por qué. —Las palabras, tanto tiempo guardadas en su interior,
salieron por fin de forma tenue mientras que ella rehusaba dejar de mirar
el techo—. Llegué a casa con el primer lugar en clase de arte y ella lo tiró a
la basura. Cuando saqué noventa y cinco en una de las pruebas preliminares,
Laura lo pegó con un imán a la nevera. —Los ojos de Crystal parpadearon con
rapidez en un vano intento por eliminar las lágrimas que empezaban a
formarse en ellos—. ¿Has oído eso de que uno nunca sabe lo que tiene hasta
que lo pierde?

—Sí.
Crystal aspiró profundamente.

—Supongo que es igual de cierto que uno no sabe lo que se ha estado


perdiendo hasta que lo tiene.

—¿O sea? —inquirió Jenny.

—O sea que… —Incorporándose, Crystal levantó las rodillas y apoyó en ellas


los brazos—. Desde que Patty desapareció, nadie se había preocupado por
mí. —Las emociones empezaban a traducirse en el rostro de Crystal a
medida que intentaba poner orden en sus pensamientos—. He tenido amigas,
pero ninguna tan cercana, no como Laura. —La joven lanzó una leve
carcajada y miró a Jenny—. Ya se me había olvidado lo que se siente cuando
le importas a alguien. Cuando le interesa lo que pasa en su vida. Cuando…

—Cuando alguien pega tu examen con un imán a la nevera —concluyó Jenny.

—¿No te parece estúpido? —le preguntó Crystal—. Me pongo en plan ñoño


sólo con que Laura haya hecho eso. —Se limpió los ojos para impedir que las
lágrimas empezaran a caer.

—Hace mucho tiempo que nadie se ha dado cuenta de tus habilidades y


logros. —Jenny dejó el cuaderno a un lado y se inclinó hacia delante—. Hace
mucho tiempo que no permites que nadie se acerque a ti lo suficiente como
para que le importes. Te escondes en tu caparazón intentando aislarte de
todo, pero muy dentro de ti eres consciente de que ese caparazón es un
lugar muy frío.

—Ahí dentro nadie puede hacerme daño —afirmó Crystal sin demasiado
entusiasmo.

—Si no corres el riesgo de que te hieran, vas a perderte el placer de que te


amen. Es lo que implica vivir, en lugar de sólo existir.

—¿Cómo coño me has metido ese topicazo? —gruñó Crystal—. Estábamos


hablando de la insoportable tía de Laura.

—Y tú estabas cabreada cuando has entrado por la puerta. Ahora estás


tranquila. Es sorprendente lo que ocurre cuando te abres con alguien, ¿no?
—Jenny sonrió, ignorando la mirada de impotencia que la joven le dirigía—.
Bueno, así que quieres hablar de tu inquilina temporal.
—Inquilina del demonio —aclaró Crystal, recordando el hecho de que Laura
solía llamarla así cuando empezaron a vivir juntas—. Ya sabes que Laura es
una obsesa del orden. Pues comparada con Helen, yo también. Te juro que es
imposible entrar a una habitación sin que parezca que acaba de pasar un
huracán. Por lo menos, con Laura sé dónde están las cosas. ¿Sabes que está
usando mi taza?

—¿Quién está usando tu taza?

—Helen. —Crystal se sentó y miró a Jenny—. Nadie usa esa taza excepto yo.

—¿Y sabía que era tuya?

—¿Cómo no lo iba a saber? —respondió ella. El que otra persona hubiese


usado su taza era visto por Crystal como una afrenta personal y la calma con
que Jenny se tomaba el asunto ya le estaba fastidiando—. Es la única que
lleva mi nombre.

—No recuerdo haberla visto por allí —señaló Jenny.

—Laura me la compró la semana pasada —dijo Crystal—. ¿No te lo contó?

—Casi no hablamos desde lo de su madre. —Tomando consciencia de dónde


estaba, Jenny se enderezó y se aclaró la garganta—. Has vuelto a meterte
en el tema, Crystal.

—Ya, bueno, es que es difícil no hablar de la persona con la que paso la


mayor parte del tiempo —se quejó la rubia. Considerando que había dejado
clara su postura, volvió al tema que en realidad le importaba—. Pues eso, que
le importa un pito mi taza, e incluso muchas cosas de Laura. Utilizó esos
jaboncitos con forma de flor del baño porque dijo que lo le gustaba cómo
olía el normal. —En este punto, negó con la cabeza—. Hace un montón de
ruido y le importa un carajo lo que diga su sobrina.

—¿Sabes qué? —Esta vez, la terapeuta no fue capaz de contener una


sonrisa—. Creo recordar que hace como dos semanas tú estabas echando
pestes por la boca sobre esos… y cito textualmente… putos jabones de
Laura.

Crystal se sonrojó levemente y bajó la cabeza en gesto de derrota.

—Ya, bueno, es que eso fue antes de que Laura me dijera dónde los había
comprado y lo bien que se sentía al entrar al baño y olerlos.
En este punto, Jenny sonrió con deferencia, tal y como hacía siempre que
Crystal llegaba por sí misma al punto que ella quería.

—La tolerancia y la comprensión marcan la diferencia. Tú eras incapaz de


soportar ciertas cosas de convivir con otra persona, pero con el tiempo no
sólo has aprendido a aceptar las diferencias, sino también a apreciarlas.

Crystal no hizo ninguna objeción al respecto y se limitó a encogerse de


hombros.

—Ella no está tan mal. Una vez que superas lo de la limpieza compulsiva, al
menos. Hay que conocerla, eso es todo.

—Me da que mucha de la gente de ahí fuera cae en la misma categoría —dijo
Jenny—. Hay personas que merecen la pena, si te tomas la molestia de abrir
los ojos.

El rostro de Crystal adquirió una mirada ausente y Jenny esperó algunos


segundos antes de aclararse la garganta con educación.

—Oh, perdona —dijo la rubia—. Estaba pensando en algo.

—Cuéntamelo —la animó Jenny, abandonando el sofá y ocupando uno de los


puffs para estar más cómoda, con las piernas en el suelo y la espalda
recargada—. A juzgar por tu cara, no era malo.

—Me estaba acordando de una vez, como hace tres años, en que salí a
conducir por una carretera secundaria. Me paré en un mercadillo de esos
que montan en los garajes. Parecía que habían sacado todo aquello de un
vertedero. —La cara de Crystal empezó a animarse a medida que se
incorporaba para seguir con la historia—. Tenían ventanas con los cristales
rotos, lámparas que no funcionaban y cosas así. Si parecía basura, allí
estaba. Así que empecé a echar un vistazo. No sé por qué. Nunca compro
cosas de esas.

—Me gustan las ventas de garaje —dijo Jenny—. Uno nunca sabe qué se va a
encontrar.

—Exacto —afirmó Crystal con entusiasmo—. Bueno, pues detrás de todos


esos chismes inútiles encontré una caja con un reloj, una navaja y varias
herramientas. Estaba todo a cinco pavos y me dio buena espina, así que la
compré. Fui llevando cada cosa a un montón de tiendas de antigüedades y me
saqué casi cien pavos. Todavía conservaba algunas baratijas de madera
hasta lo del incendio.

—Y la moraleja del cuento es… —preguntó Jenny con tono juguetón.

—Que incluso la basura merece que le echen un segundo vistazo.

—Nunca se sabe dónde vas a encontrar un tesoro —concluyó la terapeuta.


Tras mirar el reloj, Jenny frunció el ceño—. Bueno, ya vale de hablar de
todo lo que se mueve sobre la Tierra. Creo que es hora de jugar un poco,
¿qué te parece?

—Lo mismo que la última vez —respondió Crystal, adoptando en seguida su


faceta más desafiante. Tras recostarse contra el puff, se cruzó de brazos
—. Me parece una estupidez fingir algo que nunca sucederá.

—De eso se trata el fingir —explicó Jenny con calma—. Uno encuentra
seguridad en poder gritarle a alguien con quien estás cabreado sin
preocuparse de las repercusiones físicas. —Aquella era una batalla eterna
con Crystal: el conseguir que se sintiera lo bastante segura como para
abrirse y dejar salir un poco de la rabia y el dolor que tenía dentro. A pesar
de la actitud que mostraba en ese momento, Jenny juzgó que valía la pena
intentarlo.

—A mí me parece una estupidez. —Refunfuñando al volumen exacto como


para que Jenny la oyera, Crystal fue hasta la colchoneta que había en una
esquina de la estancia, justo detrás de los puffs—. Vale, ¿a cuál de mis
padres quieres que ponga a parir esta vez?

—¿A cuál te apetece gritarle? —replanteó la terapeuta, a tan solo unos


pasos de su paciente.

—A ninguno, la verdad —dijo Crystal con tono aburrido—. No se merecen ni


el esfuerzo.

—¿A ninguno?

Crystal asintió.

—Me importan una mierda los dos. Que se vayan al infierno.

—¿Por qué?
—Ya sabes por qué. Por lo que me hicieron. —Crystal comenzó a ponerse
nerviosa y empezó a darle pataditas al borde de la colchoneta con la
mandíbula apretada—. Ella era una inútil.

—¿Por qué crees que tu madre era una inútil para ti? —Jenny mantuvo la
distancia, pero se colocó en un punto en que pudiera mirar de frente a la
joven—. Díselo, Crystal.

—No le importaba nada.

—¿Por qué? Díselo —la urgió Jenny, manteniendo un tono calmado—. Yo soy
tu madre, Crystal. Dime qué hice para molestarte tanto.

La respiración de Crystal pareció crisparse, al igual que sus movimientos, y


empezó a caminar de un lado a otro.

—No nos esperaba en la parada del autobús como hacían otras madres. No
nos hacía el almuerzo y teníamos que comernos el que daban gratis en la
escuela. Todos sabían que era para niños pobres.

—¿Qué más?

Un gemido ahogado escapó de los labios de Crystal.

—¿Qué más? ¿De verdad quieres saberlo? —Fue hasta Jenny hasta quedar
cara a cara con ella, sintiendo que la mujer retrocedía levemente—. ¿Qué te
parece no ocuparse de coserme la ropa antes de ir a la escuela? ¿Y no
hacernos una cena que no viniese en una bandeja de metal? ¡La odiaba! —
exclamó antes de dar media vuelta e ir hasta donde colgaba el saco de
boxeo, de espaldas a Jenny—. ¿Tanto te costaba hacer una puta comida
decente de vez en cuando? —El puño derecho de Crystal impactó con fuerza
contra el saco—. ¿Tanto te costaba aparecer en una reunión del colegio? —
Un golpe seco reverberó en la habitación cuando Crystal golpeó de nuevo—.
¿Por qué no le abandonaste? ¿Tan poco te importábamos?

Jenny se sentó con las piernas cruzadas sobre la colchoneta, dejando que
Crystal desfogara a gusto toda su frustración y sus demandas sobre el saco.
Estremeciéndose tras un golpe particularmente fuerte, se hizo una nota
mental de ofrecerle los guantes para la siguiente sesión. La joven, cuyo
derecho a ser oída le había sido negado tanto tiempo, rugía su venganza,
contando a gritos las injusticias que había sufrido a cualquiera que quisiera
escuchar. El ataque de ira de Crystal duró aún un buen rato, tras el cual se
dejó caer de rodillas agarrándose la cabeza. Jenny cogió varios pañuelos de
papel y cruzó la colchoneta a toda prisa, alcanzando a la chica justo cuando
comenzaba a llorar.

—¿Por qué? —Crystal se sorbió la nariz, abrazándose con indefensión—. No


entiendo por qué.

Jenny puso sus manos sobre los hombros de Crystal y los apretó levemente.

—Tal vez nunca entiendas por qué tu madre hizo lo que hizo, Crystal, pero
en un momento dado tendrás que aceptar que no puedes cambiar lo que pasó.

—No puedo hacerlo, ¿verdad? —susurró la joven al tiempo que cogía un


pañuelo y se limpiaba la cara—. Pero eso no implica que duela menos.

—Es cierto. No lo hace —dijo Jenny con suavidad—. Pero cuando uno
aprende a aceptarlo y sigue adelante, el dolor va desapareciendo. Tú eres
una mujer fuerte, Crystal. Puedes superar esto.

—A mí no me lo parece —dijo Crystal con un hilo de voz—. Yo… siento que el


dolor nunca desaparecerá. —Las lágrimas y los sollozos comenzaron a ceder
levemente. Avergonzada por semejante despliegue de emociones, Crystal
tomó otro pañuelo y miró cara a cara a la mujer—. ¿Así es como sabes que la
cosa funciona, Doc?

—Los psicólogos tienen que cubrir una cuota diaria de pacientes a los que
deben hacer llorar —bromeó Jenny—. ¿Qué puedo decir? Iba con retraso.

—El espectáculo que te acabo de montar debería valerte para varias


semanas —respondió Crystal, respaldando el comentario con una leve
sonrisa. Ya confiando en controlar sus sentimientos, se levantó y fue hacia
el sillón reclinable.

Jenny, por su parte, permaneció sobre la colchoneta y se giró para quedar


cara a cara con la paciente.

—¿Qué sientes en este momento?

—Estoy bien —contestó Crystal automáticamente.

—No te he preguntado que cómo te sientes. Te he preguntado qué sientes.


Lo de “bien” no cuela. Inténtalo otra vez.
Crystal traspasó a la terapeuta con la mirada, pero el efecto se vio
mermado por el enrojecimiento de sus ojos y su aire demacrado.
Encogiéndose de hombros, trató de encontrar las palabras que se
arremolinaban en su interior.

—No sé. Vacía, supongo.

—No lo dudo —dijo Jenny con dulzura—. Pero me da que ahí dentro debe
haber algo más de lo que dices.

Asintiendo con renuencia, Crystal le dirigió una media sonrisa.

—Supongo que por eso eres la terapeuta, ¿eh, Doc? —Con un suspiro,
intentó aclarar un poco más sus ideas—. A veces me pregunto qué estará
haciendo, si es que no le abandonó. Cuando era pequeña, siempre pensaba
que entonces todo iría bien. —Ahogó una carcajada—. Sueños de niños.

—Ya no eres una niña.

—Todo esto es absurdo. ¿Cómo puede ser? ¿Por qué la odio en un momento y
luego me pregunto cómo estará?

—A lo mejor no es odio lo que sentías. La gente va a decepcionarte. Eso es


un hecho. Cuando lo hace un amigo o un conocido es una cosa, pero cuando se
trata de alguien más cercano, resulta muy difícil de aceptar.

Crystal miró a Jenny con aire pensativo y asintió.

—Esto no va a ser fácil, Doc.

—Ya te he dicho que crecer no es fácil —dijo Jenny—. Y te guste o no, vas a
tener que recorrer el camino con ayuda. No tengas miedo de pedirla cuando
lo necesites.

—Eh, oye —dijo Crystal mirando el reloj—. Nos hemos pasado de hora.

—A veces pasa —contestó Jenny poniéndose en pie—. Esta vida no siempre


se ajusta a los horarios. —Crystal iba a levantarse también, pero se detuvo
al ver el gesto negativo de la terapeuta—. Aún no. Hay que cerrar la sesión
antes de que te vayas.

—Ah, genial —dijo Crystal sin demasiado entusiasmo—. Me encanta eso de


los cierres.
—Lo sé —afirmó Jenny volviendo al sofá—. Es tu parte preferida después
de lo del abrazo, ¿a que sí?

—Sí, no puedo decidirme entre las dos —afirmó Crystal con acritud—. Y
después de esto voy a tener que ir a la tienda a comprar crema, porque a
Helen no le gusta el café con leche.

—Considerando cómo estabas cuando has entrado por la puerta, seguro que
se alegrará que hayas venido aquí primero.

—Ya, bueno… —Crystal se encogió de hombros—. Me las arreglaré.

—Tolerancia y paciencia, Crystal. Recuérdalo. —Jenny se recostó y agarró


su carpeta—. Bueno, vamos a cerrar esto para irnos a casa.

***

A Crystal no le hizo falta abrir la puerta para identificar la música que


aporreaba las paredes. El hecho de que el Jeep no estuviera aparcado fuera
sólo podía significar una cosa: Helen estaba sola en casa y Crystal tenía que
entretenerla hasta que Laura regresara. Con un profundo suspiro, giró el
pomo y entró.

Laura parecía llevar fuera un buen rato a juzgar por el escenario, digno de
un desastre natural, que se le presentó. Helen estaba tirada sobre el sofá
con el mando a distancia en una mano y el teléfono en la otra. La mesita del
café estaba enterrada bajo un montón de envolturas de chicle y otros
papeles. Al verlo, Crystal se fue directamente a la cocina para no oír la
conversación telefónica de la mujer.

Seguro que es de larga distancia, pensó mientras metía la crema en la


nevera. Una caja de seis cervezas casi vacía captó su atención. Espera,
espera… yo tenía cuatro de esas cuando me fui a trabajar esta mañana. Con
renovado mal humor, agarró la botella que quedaba y cerró la puerta con
fuerza.

—Ah, ahí estás —esclamó Helen desde la puerta—. Te he visto entrar, pero
estaba al teléfono. ¿Te has acordado de traerme la crema?

—Está en la nevera —respondió Crystal acodándose en el mostrador y


llevándose la botella a los labios—. Y por cierto, la cerveza que te has
bebido era mía.
—¿En serio? Vaya, perdona por no preguntarte. Di por hecho que me la podía
tomar. —Sin el sombrero, el cabello plateado de Helen se erguía casi de
forma vertical sobre su cabeza y Crystal se preguntó para sí si le habría
llevado una foto de Phyllis Diller al peluquero.

—Supongo que no podías saberlo si nadie te lo dice —convino Crystal a


regañadientes—. Casi todo lo que hay en la nevera es comunitario, excepto
la cerveza y esas cosas de nueces que le gustan a Laura.

—Y dime, ¿qué tal te ha ido hoy? —preguntó Helen, cruzando la habitación y


acomodándose frente a la mesa de la cocina.

—Normal. Ya hemos terminado con los muros del segundo piso.

—Me vas a perdonar, pero creo que estás demasiado buena como para andar
jugando a Rosie la Remachadora. Podrías ser modelo.

Crystal echó otro trago sin ninguna intención de abandonar el mostrador.

—La belleza se acaba tarde o temprano. Además, yo no remacho nada. Le


pongo cemento a las estructuras. Toda una habilidad en la industria de la
construcción.

—A mí me parece un poco de marimacho.

No te he pedido tu opinión, pensó Crystal para sí.

—En fin… ¿Dónde ha ido Laura?

—A ver a su madre. Yo estuve esta mañana, pero Gail tenía esa actitud post
menopáusica tan suya que le impide mantener una conversación normal.

—Por lo menos se encuentra mejor y has podido entrar a verla otra vez.

—Bah. —Helen hizo un gesto despreciativo con la mano—. No va a enterrar


el hacha de guerra tan fácilmente, y yo tampoco. Debí haber llamado
simplemente para ver cómo estaba, pero me apetecía tomarme unas
vacaciones.

—Bueno, estoy segura de que tu hermana te agradece el que hayas venido a


verla desde tan lejos.

Levantando la botella una vez más, se sorprendió al encontrarla vacía. Sabía


que tenía que comprar más en la tienda.
—¿Agradecérmelo? Por favor. —Helen hizo una mueca de disgusto—. Esa
mujer no me ha dado las gracias por nada en su vida.

—Yo no conozco a la Sra. Taylor lo suficiente como para decir nada, pero
daría mi brazo derecho por saber dónde está mi hermana ahora mismo. —
Dándose cuenta de que había hablado de más, Crystal dejó la botella en el
mostrador y abrió la nevera—. Será mejor que vaya haciendo la cena.

—¿No sabes dónde está tu hermana? —preguntó Helen—. ¿Os habéis


peleado o algo así?

Crystal negó con la cabeza.

—No. Patty se escapó de casa cuando era adolescente. No la he visto desde


entonces. —Tras sacar las sobras de pollo y dejarlas en la encimera, Crystal
se quedó pensativa un momento antes de volverse hacia Helen—. Oye, ya sé
que no es asunto mío, pero la Sra. Taylor es tu hermana. ¿Es que no te
importa cómo esté?

—Pues claro que sí —dijo Helen con tono cortante—. Esa no es la cuestión.

—¿Y cuál es la cuestión? —preguntó Crystal suspirando—. ¿Tan importante


es si no ha terminado de pagar la casa o que sus ideas políticas no sean las
mismas que las tuyas? Tú elegiste una vida de fiestas y multitudes. Viajar es
tu mundo. Ella eligió una familia y ese es su mundo. ¿Es que no puedes
aceptar que sois diferentes y ya está? —Sacó una sartén del estante bajo el
mostrador y la soltó con un fuerte golpe—. ¿Crees que no tiene miedo de
estar en ese hospital sabiendo que se habría muerto si su hijo no hubiera
estado en casa ese día? —La bandeja y el pollo fueron a dar sobre el fogón
sin demasiados miramientos—. ¿Te parece que Laura no está preocupada por
su madre? Lo que menos necesita ahora es llegar a casa y oírte machacar los
mismos temas una y otra vez. ¿Qué coño importa quién lleva o no lleva
razón?

—No sabía que te afectara tanto —dijo Helen, con una voz un poco más
sumisa—. Normalmente saludas a Laura y te vas arriba.

—Ya, bueno, yo no soy de la familia e intento mantenerme al margen a no ser


que Laura necesite hablar.

—Por no mencionar cierto olor a hierba que sale de tu habitación.

Crystal se sonrojó levemente.


—Ah, ya… bueno…

—Había pensado preguntarte sobre eso. Se me olvidó echar la mía en la


maleta cuando vine.

—Oh. —Captando la indirecta, Crystal asintió—. Sólo puedo fumar hierba en


mi habitación. Con los cigarrillos no hay problema. A Laura le preocupa que
los vecinos me vean encendiendo un porro.

—Pues es una buena forma de trabar amistad con los vecinos —dijo la mujer
—. Los míos suelen venir para que les dé un poco.

—Nunca me hubiera imaginado que fumas —dijo Crystal sintiendo que la


rabia de antes empezaba a disiparse. Se inclinó contra el mostrador,
resistiéndose a la tentación de ir a sentarse con la tía de Laura en la mesa.

—Si me comparas con mi sobrina, supongo que soy lo que se dice una
rebelde. Iba mucho a las discotecas en los setenta, pero estoy segura de
que Laura no lo sabe. Su madre la aislaba de aquel “sórdido” modo de vida,
como solía llamarlo. —Helen le quitó importancia al asunto con un ademán—.
Ven a sentarte conmigo. No me gusta hablarle a las paredes. —Crystal dudó
un momento y luego cedió, colocándose justo al otro lado de la mujer—. Eso
está mejor. Tengo que admitir que no te pareces nada a las otras novias de
Laura.

—No somos novias —le recordó la rubia.

—Bueno, digamos amigas mujeres, no de amantes lesbianas —aclaró Helen—.


Aunque tengo que admitir que Laura debió echarle muchos cojones cuando
salió del armario con su madre.

—Laura es muy valiente —convino Crystal.

—Nunca se lo dije, pero me siento orgullosa de que se mantuviera firme en


ese aspecto y no dejara que su madre la llevara a un psicólogo. —Una sonrisa
malévola cruzó los labios de la mujer—. Debo confesar que yo he estado
tentada de cruzarme de acera una o dos veces. ¿Te acuerdas de la serie
aquella que se llamaba Wagon Wheel? Podría contarte un par de cosas de la
actriz que hacía de Carol.

La referencia se abrió paso en la mente de Crystal. Aunque sólo recordaba


la serie vagamente de cuando era pequeña, el significado estaba claro.
—¿Entonces eres bisexual?

—Supongo. Llevo muchos años sin estar con una mujer, pero nunca es tarde.
¿Y tú qué?

—Yo soy hetero —contestó Crystal.

—Ya veo. ¿Hay algún hombre en tu vida? Conozco a un chicarrón que está
como un queso y se moriría por andar con un bombón rubio como tú.

Crystal rió con ganas y negó con la cabeza.

—Creo que paso. Ahora mismo no busco una relación.

—Lástima. ¿Por una ruptura fea?

—No. —Como era su costumbre, Crystal bajó la vista hacia la mesa para
hablar sobre sí misma—. Nunca he tenido una relación estable.

—Una auténtica lástima. Eres joven, pero, ¿no te parece que ya es hora de ir
buscando a alguien con quien compartir tu vida? —Helen extendió la mano y
palmeó la de Crystal—. Hazle caso a este carcamal, querida. No hay cosa
más triste que no tener a nadie a quien amar cuando vuelves a casa.
Personalmente, creo que te estás limitando con eso de no buscar en el otro
lado de la valla. Mi sobrina es una joya, ¿sabes? Escritora de éxito, con
carrera… y no está nada mal, ¿eh?

Crystal advirtió el gesto de complicidad de Helen y sonrió.

—No, para nada. Laura es una persona muy agradable, pero no hay nada de
eso entre nosotras. Además, no soy su tipo.

—Pues no sé qué decirte, querida. Mi sobrinita parece pensar otra cosa.

—¿Qué ha dicho sobre mí?

—Ah, tienes curiosidad, ¿eh? —preguntó Helen con aire interesante—. Te


diré lo que vamos a hacer. Aún quedan como veinte minutos para la cena,
¿no?

—Sí, por lo menos.

—Si me das una calada o dos, a lo mejor me animo a revelarte cierta


información confidencial.
Crystal no necesitó que se lo repitiera.

—Vamos.

PARTE 12

Laura se sentía agotada para cuando apagó el motor, aunque ver el ya


familiar Omni allí aparcado le levantó un poco el ánimo. Eso significaba que
Crystal estaba en casa y, probablemente, que su tía habría decidido irse a
dormir temprano. Recordando la bolsa colmada de productos de limpieza que
llevaba en el asiento trasero, la cogió y se dirigió a la puerta.

Tras dejar la bolsa en la mesa de la entrada, advirtió con cierta extrañeza


que ninguna de las dos estaba en el piso de abajo. Lo que no le sorprendió
tanto, por desgracia, fue el desbarajuste que reinaba en la sala de estar. La
cocina tenía mejor aspecto. Los platos estaban limpios y secándose, aunque
juzgó que la autora de tan magnánimo gesto había sido su compañera de
piso, puesto que el colador yacía en el extremo opuesto del fregadero. Laura
se dio unos minutos para reacomodar todos los utensilios de cocina antes de
subir la escalera.

—¿Hola? —exclamó Laura al oír voces a medio camino del piso superior.

—Estamos aquí —respondió Crystal.

Laura no pudo evitar enarcar las cejas ante este nuevo cambio de rutina. Su
tía Helen y Crystal estaban juntas en la misma habitación y, a juzgar por los
sonidos que provenían del interior, se lo estaban pasando bien. El aroma
dulzón que salía de debajo de la puerta le aclaró el motivo. Al abrir, lo
primero que vio fue una montaña de ropa sucia, unos vaqueros arrojados sin
ningún cuidado en el respaldo de la silla naranja y las botas de trabajo de
Crystal tal cual habían caído al quitárselas de dos patadas. Crystal estaba
cómodamente tumbada en la cama y Helen ocupaba la silla con los pies en
alto.

—Hola —dijo Crystal—. ¿Cómo está tu madre?

—Hola, calabacita —saludó a su vez Helen—. Ven a sentarte y nos cuentas.

—No te preocupes por la ropa —le advirtió la joven—. Pasa por encima y ya
está.
—O también podría alquilar una excavadora —respondió Laura con acritud.
Evitó pisar la ropa sucia y fue hasta la cama, sentándose con las piernas
cruzadas en la esquina más cercana a la puerta del balcón. Entonces, dirigió
una mirada a su tía y luego a Crystal—. Ya veo que habéis encontrado algo en
común —afirmó con un tono que no dejaba lugar a dudas sobre lo que
opinaba al respecto.

—Te pareces demasiado a tu madre. —Helen frunció el ceño y tomó la pipa


de las manos de Crystal—. Y bien, ¿cómo está?

—Cien veces mejor que cuando la ingresaron —dijo Laura—. Si todo va bien
esta noche, a lo mejor le dan el alta mañana por la mañana.

—¿A qué hora vas a ir a verla? —preguntó Helen.

—Quiero llegar allí como a las nueve o las diez.

—Voy contigo —dijo Helen, extendiendo la mano para que Crystal le diera el
encendedor.

Laura observó cómo su tía de cincuenta años le daba una calada a la pipa y
pensó para sí que debía haberla poseído algún bicho de la Dimensión
Desconocida. Laura aún se sentía incómoda al ver a Crystal fumando, pero lo
de su tía era harina de otro costal.

—Em… ¿Tía Helen?

—Dime, calabacita. —Helen parecía estar viéndola, pero tenía los ojos
levemente cerrados. Al parecer, llevaba ya un buen rato en aquella
habitación.

—¿Te importaría no fumar… eso delante de mí? Se me hace un poco raro.

—Tengo una idea —dijo Crystal recogiendo su pipa y dejándola sobre el


cenicero—. Voy a por un cigarrillo. ¿Por qué no salimos al balcón? Laura se va
a asfixiar aquí dentro.

—Excelente, querida. —Helen se puso en pie un tanto precariamente, se


enderezó y fue hacia la puerta corredera.

—¿Y de qué habéis estado hablando? —preguntó Laura a Crystal,


procurando quedarse atrás.
—Ah, toda clase de cosas —le respondió la joven—. De hermanas, familias,
libertad… y de ti, claro.

—¿De mí?

—Bueno… —Los ojos de Crystal adquirieron un brillo travieso—. Tú eres lo


principal que tenemos en común. Y por cierto, ¿lo de saltar barriles con la
bicicleta? Mala idea.

—¿Te ha contado eso? —Laura estaba conmocionada puesto que esa era una
de las anécdotas que más la avergonzaban, en especial cuando el comandante
de la base llamó a su padre para contarle que ella había estado jugando en
un área no autorizada.

—Me ha contado un montón de cosas —dijo Crystal con tono juguetón. Helen
no había tardado mucho en entonarse, regalándole una tremenda retahíla de
los momentos más embarazosos de la niñez de Laura—. Como esa vez que
fuiste a visitarla y te perdiste en el metro.

—Fue ella la que me dijo que me quedara en la línea roja —refunfuñó Laura
mientras salían al balcón—. Así que ahora tienes por hobby hablar de mí,
¿eh?

—Tienes suerte de que se me olvidara echar los álbumes de fotos a la


maleta —dijo Helen—. ¿Te acuerdas de aquel verano que fuimos de
acampada? ¿Cuándo vinieron tus primos?

En ese momento, Laura sintió un gran alivio de que la oscuridad que les
rodeaba ocultara el rubor que sin duda teñía su rostro.

—Sí, me acuerdo. ¿Podemos cambiar de tema?

—Ah, es mucho más divertido meternos contigo —dijo Crystal recostándose


en su silla y apoyando los pies sobre el barandal—. A ver, Helen, me estabas
contando la primera vez que Laura se emborrachó.

—Oh, no —gruñó el sujeto en cuestión—. ¿Y todavía te preguntas por qué no


suelo beber? Basta con que una tía te lleve a tu primera borrachera.

—Te pasaste todo el rato abrazada a una diosa de porcelana, ¿no? —la picó
Crystal.
—Fue su mejor amiga aquella noche —añadió Helen con todo divertido—. Y
también a la mañana siguiente.

—Pero apuesto a que tú tienes más confianza con esa diosa en particular que
yo —dijo Laura devolviéndole la broma.

—Ahí me has pillado, colega. —La única bombilla del muelle trasero aportaba
escasa iluminación, pero lo bastante como para que Laura viera la pantomima
de Crystal como de haber recibido un disparo en el pecho—. Sin embargo, yo
nunca he intentado bajar a gatas unas escaleras.

—No se te olvida nada, ¿verdad, tía Helen?

—De hecho, casi nada, calabacita —contestó Helen, disfrutando de lo lindo.


Crystal y ella tenían unos cigarrillos encendidos y la mujer le dio al suyo una
buena calada antes de seguir vacilando a su sobrina—.Tendrías que haberla
visto, Crystal. No paraba de hablar con la barandilla.

La amigable charla siguió durante más o menos una hora, aunque Laura dejó
de sentirse avergonzada después de aquella última anécdota. Por fin, tras
varios bostezos, quedó patente la necesidad de dar por terminada la velada
y Helen se retiró a la habitación de Laura, misma que ocupaba desde que
llegó. Laura siguió a Crystal adentro, sorteando unos pantalones cortos que
había tirados junto a la puerta.

—¿Cómo puedes vivir en medio de este desastre? —preguntó Laura.

—Sé perfectamente dónde está cada cosa. Es un desastre organizado —dijo


Crystal dejándose caer en la cama y apoyando la espalda contra el cabecero
—. Y dime, ¿ya te has hartado o te sientes de humor para hacerme una
visita de vez en cuando?

Desde la llegada de Helen, había pasado la mayor parte de las tardes en el


piso de abajo, por lo que las dos amigas no habían tenido muchas ocasiones
de sentarse a charlar, y Laura se descubrió echando de menos esos ratos.

—Vale, pero si me prometes que sólo fumarás cigarrillos.

—Trato hecho —convino alegremente Crystal al tiempo que daba un golpe en


el brazo de su silla naranja—. Siéntate y relájate.

—Veo que esta noche estás de buen humor —apuntó la escritora,


sentándose a continuación—. Todavía no me puedo creer que tú y mi tía
Helen hayáis hecho buenas migas, y menos que hayáis estado fumando
hierba.

—La verdad es que me dejó pasmada cuando me preguntó si tenía —dijo


Crystal ahuecando una almohada antes de ponérsela en la espalda—. Pero
una vez que se me pasó el cabreo, me di cuenta de que no está tan mal. Un
poco rara, pero simpática.

—No te ha contado su teoría sobre los alienígenas y los laboratorios


secretos que tienen escondidos en el desierto, según veo.

—Ah, lo estoy deseando. Me ha dicho lo de su primo, el que tiene un


espectáculo de travestis en Nueva York.

—Ya te habrás dado cuenta de que no todos a los que llama primos lo son en
realidad —le explicó Laura—. Creo que la mayoría son hijos de sus amigos, y
a ella le encanta jugar a la tía rica con ellos.

—Ya… A mí no me hubiera importado tener una tía rica cuando era pequeña.

—Bueno, no estaba mal, pero nunca me interesó su dinero. Ir a verla era


como estar en un parque de atracciones gigante. Nunca se sabía lo que iba a
hacer, pero era divertido. —Sin pensarlo, Laura se quito las zapatillas y
subió los pies a la cama de Crystal—. Créeme, hay un límite para lo que una
persona puede divertirse en cierto tiempo, dejando aparte el bajar
gateando una escalera. —Se inclinó hacia delante y le dio a Crystal una
palmada en la pierna—. Eh, me ha llegado un cheque esta mañana. ¿Qué te
parece si salimos a cenar después de que salgas del trabajo mañana?

—¿Y qué hacemos con Helen?

—Se la apalancaré a Bobby. Seguro que le encantará contarle todos sus


chismorreos. —La mente creativa de la escritora trabajó durante un
momento antes de idear el escenario perfecto para su plan—. Le comeré el
tarro con el rollo de que a mi hermano le encantaría pasar la tarde con ella
antes de irse a la Universidad.

—Estoy segura de que le va a encantar —dijo Crystal.

—¿Sabes que fue ella quien me compró mi primer coche cuando acabé el
instituto? Era de segunda mano, pero no estaba oxidado y llevaba pocos
kilómetros. Un "cinco puertas" muy útil para moverme por el campus.
—Mi primer coche es el mismo que tengo ahora —dijo Crystal haciendo un
gesto hacia el aparcamiento—. Fui tirando de lo que me devolvía Hacienda e
hice pagos trimestrales para conseguir ese montón de chatarra. Lo tengo
desde hace casi un año.

—Y seguro que lo valoras más de lo que yo valoraba mi Ford. No llevar


cadenas en mitad de una tormenta y mi falta de experiencia lo llevaron al
desguace en menos de cuatro meses.

—Oh, vaya mierda.

Laura sonrió al escuchar la frase malsonante de su amiga, pero al final


asintió.

—Supongo que depende de cómo lo mires. El seguro me dio el dinero que


necesitaba para comprarme los libros, así que no tuve que pedirles prestado
a papá y a mamá cuando quedaba tan poco para Navidad. En cualquier caso,
ahorré lo que me sobró y empecé a dar clases particulares para comprarme
otro coche.

—Apuesto a que tuviste más cuidado con ese —aventuró Crystal.

—Pues sí —admitió laura por su parte—. Me duró hasta el último año de


carrera. —Acto seguido, frunció el ceño tratando de recordar cómo se
habían desviado tanto del tema. Claro que, con Crystal, cualquier
conversación era una montaña rusa—. Ah, la cena.

—Sí. ¿Adónde habías pensado ir? Hay uno muy barato como a kilómetro y
medio del hospital. Ya sabes, ése con los cristales ahumados.

Laura hizo una mueca.

—¿Y si vamos a un sitio donde la mitad del plato no sea grasa?

—¿Estás de coña? Es el mejor sitio. Hacen unas costillas buenísim… —


Crystal pareció replantearse la idea un momento—. Ah, cierto, que tú no
comes carne roja. Pero también tienen marisco.

—Sin duda empanado y nadando en aceite —respondió Laura—. Hay un


italiano cerca del centro comercial.

—¿Y comida china? —propuso Crystal ignorando el comentario de su


compañera de piso.
—Siempre me atasco cuando voy a un chino. ¿Qué tal el sitio nuevo de la
Quinta?

—Demasiado caro. Michael sólo ha podido darme unas cuantas horas extra
esta semana. —Crystal suspiró y alcanzó sus cigarrillos—. Es como cuando
empezamos a vivir juntas. No nos ponemos de acuerdo en nada.

Laura no pudo evitar sonreír.

—Ya… Pero hemos mejorado mucho desde entonces. Llevo semanas sin
recoger la toalla del suelo del baño. Y hablando del baño…

—Yo no he sido —afirmó Crystal antes de oír el final de la frase.

—Mala conciencia, ¿eh? —bromeó Laura—. Ya sé que tía Helen usó mis
jabones, pero me ha dicho que no ha comprado los nuevos. Así que, ¿de
dónde han salido?

—¿El hada del jabón?

—Me da que soy un poco mayor para creer en hadas, Crystal. Sin embargo, sí
creo que hay por aquí una compañera de piso que ha tenido un detalle
maravilloso.

Crystal sonrió al escuchar palabras como aquellas, a las que definitivamente


no estaba acostumbrada.

—Es que echaba de menos el olor.

—Para eso existen los ambientadores —puntualizó Laura—. A mí no me la


das. Te lo agradezco mucho. Son incluso más bonitos que los que tenía antes.

La rubia sonrió de nuevo y apagó su cigarrillo.

—¿Cómo hemos acabado hablando de esto? Estábamos con la cena.

—Yo he sugerido el restaurante de la Quinta —retomó Laura.

—Y yo he dicho que es demasiado caro.

—La mayoría de las cenas cuestan menos de veinte dólares, Crystal.


Además, voy a invitar yo porque el cheque ha sido de un poco más de lo que
esperaba. ¿O es que te creías que iba a invitarte a cenar y dejarte pagar
después? —Laura negó con la cabeza—. No soy tan mala en las citas.
—Ya, bueno, es que la última vez que alguien quiso pagarme la cena lo hizo
esperando algo a cambio. —Crystal sonrió—. Pero dado que no tienes nada
que hacer conmigo, acepto.

—Oh, por favor. Veros a ti y a tía Helen llevándoos tan bien vale más que
una simple cena. ¿De qué habéis estado hablando aquí dentro?

En ese momento, Laura se puso a recoger un poco de ceniza que había caído
sobre la mesita de noche, así como un montón de paquetes de tabaco
arrugados.

Crystal, por su parte, le lanzó una sonrisa traviesa.

—¿Aparte de intentar decidir qué es mejor, si el papel o la pipa? —Su cara


cambió de pronto al darse cuenta de lo que Laura pretendía hacer—. Oye,
deja mi basura en paz. —Laura abrió las manos para que la joven le quitara lo
que había estado recogiendo.

—Sólo quería ayudar —dijo la mujer de pelo oscuro.

—Ya, ayudar a limpiar —afirmó Crystal tirando los paquetes y todo lo demás
a la papelera, ya de por sí llena a rebosar—. Esta es mi habitación. Puedo
tenerla tan sucia como quiera.

—Hay una diferencia entre el desorden y que parezca una zona de guerra.

—Pero es mi zona de guerra —puntualizó la rubia con orgullo—. Si yo no voy


a ponerte tu cuarto hecho un desastre, tú no puedes venir a limpiar el mío.
Me porto bien en el resto de la casa.

Laura se sacudió las manos en los pantalones antes de entrelazarlas para


resistirse a la tentación de recoger el paquete que había caído fuera de la
papelera.

—Tienes razón.

—No es que esté estropeando las paredes o la alfombra. Sólo está…

—Desordenada —aventuró la escritora.

—Desordenada, sí, eso suena bien. —Crystal sonrió—. Claro que decir que yo
soy un poco desordenada es como decir que en Maine sólo nieva un poco en
invierno.
Ambas mujeres se echaron a reír, continuando las bromas sobre sus
respectivas manías un poco más.

—Entonces, aparte de qué es mejor, si el papel o la pipa… y no, no quiero


saber la respuesta… —dijo Laura—, ¿de qué más habéis estado hablando?

—De hermanas —afirmó Crystal encogiéndose de hombros—. Le he dicho


que debería preocuparse más por el estado de salud de su hermana y menos
por si ha terminado de pagar las letras de la casa.

—¿Le has hablado de Patty?

—Un poco. Le he dicho que llevamos mucho tiempo separadas y que aunque
estuviera viviendo en una caja, querría verla y pasar tiempo con ella.

—Así que por eso ha dicho que quiere ir a ver a mamá mañana —dijo Laura—.
Me tenía intrigada con semejante cambio de idea. —A continuación, miró a
Crystal con aire pensativo—. Supongo que algunas veces todos necesitamos
que nos recuerden qué es lo verdaderamente importante.

—No sé. Supongo. —Crystal se encogió de hombros y levantó las rodillas,


dejando descansar allí sus brazos, sin dejar de recostarse contra el
cabecero de la cama. Una triste mirada melancólica cruzó su rostro en ese
momento.

—¿Cómo te ha ido hoy con Jenny? —le preguntó Laura al darse cuenta del
día que era. Crystal solía ponerse en plan solitario después de sus sesiones y
Laura pensó que tal vez aquélla sería otra de esas noches en que su
compañera necesitaba quedarse despierta y hablar.

—Bien, supongo. —Crystal meneó la cabeza, como dándose cuenta del


aspecto que debía tener en aquel momento, y aplastó su cigarrillo contra el
cenicero—. No es nada.

—¿Seguro? A mí me parece algo.

—Estuvimos hablando un rato sobre mi madre. —Crystal bajó la mirada—. Y


te aseguro que no ha sido uno de mis mejores momentos en esa oficina. —
Laura permaneció en silencio, a sabiendas de que su papel era escuchar sin
interrupciones—. Doc me metió en ese juego estúpido en el que se supone
que le gritas a tus padres. —Laura asintió, comprendiendo de qué hablaba
aunque nunca hubiera estado presente. Entonces, Crystal siguió hablando
con la mirada perdida—. ¿Sabes qué es lo más raro? Que por mucho que
pienso que la odio, una parte de mí sigue preocupándose por ella. —Alargó la
mano como para agarrar una pelusa imaginaria encima de la manta—. ¿Te
acuerdas de lo mal que estabas cuando te llamaron para decirte que tu
madre estaba enferma? Yo quisiera que la mía me hubiera importado lo
suficiente como para reaccionar igual, pero adivina qué. —Crystal lanzó una
leve carcajada y meneó la cabeza—. Si recibiera esa llamada hoy mismo…
iría.

—Me da que esta conversación se merece una taza de té —dijo Laura,


consciente de que aquello era lo suficientemente serio como para atajarlo—.
Vamos a bajar al sofá, poner la tele de fondo y hablar.

—Laura… ¿Crees que es posible querer y odiar a alguien al mismo tiempo?

Tras aspirar profundamente, Laura se planteó la respuesta con seriedad.

—Creo que podemos odiar las cosas que ha hecho una persona a la que
amamos. Y creo que hay gente a la que nunca se podrá amar —dijo, pensando
en el padre de Crystal—. Lo mejor que podemos hacer es que nos sean
indiferentes. No me gusta gastar mi energía en odiar a alguien. Si me han
herido hasta el punto de que no puedo perdonarles o volver a confiar en
ellos, les borro de mi vida y sigo adelante. —Laura se puso en pie y extendió
su mano—. Venga, vamos abajo. Si te portas bien, a lo mejor me acuerdo de
dónde tenía escondida una caja de malvaviscos y el chocolate —aventuró,
sabiendo de antemano que Crystal no era muy afecta al té.

Con el transcurso de las horas y la conversación, ninguna de las dos se dio


cuenta del momento en que la puerta de la habitación de Laura se abrió a
medias o de cómo la acústica de la casa transportaba sus voces hasta el piso
de arriba. Si alguna se hubiera molestado en mirar, hubieran visto a Helen
sentada junto a la puerta, con la luz de la luna reflejándose en su cabello
plateado.

***

—¿Dónde tiene la bandeja de servir? —preguntó Laura antes de abrir uno


de los estantes y cerrarlo de nuevo. Al parecer, su madre había
reacomodado la cocina después de que ella se fuera de casa.

—Creo que está en el de encima de la nevera —dijo Bobby, reclinándose


sobre la barra americana que separaba la cocina de la sala. A continuación,
cogió un trozo de queso y se lo llevó a la boca.
—Deja ya de comer —le amonestó Laura—. Se me había olvidado que
pareces un ratón.

—¿Qué puedo decir? Adoro el queso —dijo, comiéndose otro pedazo.

—Pues a los demás también, y me gustaría que quedara algo cuando nos
sentemos a la mesa. —Laura encontró la bandeja sobre la nevera y acomodó
encima las tazas y la tetera—. ¿Me puedo fiar de que saques eso sin comer
nada más?

—No —afirmó él con tono divertido, antes de echarse otro trozo a la boca y
encaminarse hacia la otra habitación. Laura meneó la cabeza y volvió a
comprobar el equilibrio de la bandeja. La porcelana china de su madre, esa
que nunca abandonaba el armario, lucía esplendorosamente en sus manos y lo
último que Laura deseaba era cuartear o romper alguna pieza. Asegurándose
de que las tazas estaban seguras, levantó la bandeja con sumo cuidado y
cruzó la puerta abatible.

—Aquí viene el té —anunció.

—Excelente, cariño —dijo la madre de Laura—. Déjalo aquí.

Gail Taylor estaba sentada en una silla de terciopelo rojo mientras su


hermana ocupaba otra igual, de espaldas al fuego de la chimenea. Bobby
permaneció de pie junto a una de las mesas laterales, disfrutando de lo lindo
con el queso y las galletas. Laura, por su parte, dejó la bandeja y empezó a
llenar las delicadas tazas de color blanco y dorado.

—Y bien, ¿qué te dijo el médico? —preguntó Gail a Helen, reiniciando la


conversación que tenían antes de que Laura llegara con el té.

—Que madre debía quedarse bajo techo y no estar con nadie que tuviera la
gripe. Ya ves tú, en un asilo de ancianos.

—Pero si ha tenido una mala reacción a la gripe, ¿qué otra cosa pueden
hacer? —preguntó Helen, tomando la taza de té y el plato que Laura le
alargaba.

—Siempre podemos traérnosla a casa —dijo Helen. Laura, que había estado
atenta a la conversación, enarcó las cejas y meneó la cabeza.

—¿Y dónde piensas ponerla? La abuela no puede quedarse aquí. No hay nadie
que la cuide.
Laura se dio cuenta de su error al recibir una mirada taladrante por parte
de su madre.

—Me las apañé perfectamente contigo y con tu hermano desde que llevabais
pañales. Si contratamos a una enfermera, no veo por qué no podría quedarse
aquí mi madre, por lo menos durante un tiempo. —Gail miró entonces a su
hermana—. Helen, ¿acabas de oír a mi hija?

Laura, sintiéndose como una niña, alargó otra taza a su tía y se sentó,
dirigiéndole una mirada de soslayo a su hermano. Bobby, por su parte, se la
devolvió con aire cómplice, a sabiendas de lo que le esperaba a continuación.

—No puedes culpar a las nuevas generaciones de no tener ni idea de qué es


lo que realmente importa —dijo Helen tomando un sorbito de té y dejando
parte de su pintalabios en la porcelana china.

—Helen, ¿te acuerdas de cuando le robamos el coche a Papá Edsel? —


preguntó Gail. Su hermana sonrió inmediatamente.

—Oh, querida. Llevaba años sin pensar en eso. Nos cayó una buena cuando
vio la abolladura.

—Esa fue la última vez que lo hicimos. A veces me pregunto si Robert y yo


no fuimos demasiado blandos —dijo Gail, mirando con determinación a su
hija—. A ti ni se te ocurra meterme en un asilo, ¿entendido, jovencita?

Laura adoptó un aire ofendido.

—Ni en sueños, madre —dijo la joven—. Bobby, deja ya de comerte todo el


queso.

—Y ahora no la pagues con él —volvió a amonestarla Gail antes de dirigirse


de nuevo a su hermana—. ¿Cuánto piensas quedarte?

—No tengo nada que hacer hasta mediados de mes. —Helen tomó otro
sorbito de té—. Hay una inauguración en el Met y no puedo faltar. Ya sabes
lo mucho que apoyo el arte.

—O sea, que aún nos quedan cinco días —dijo Gail—. No hay necesidad de
que Laura te esté trayendo y llevando constantemente. Hija, tráete las
cosas de tu tía esta noche. Puede quedarse en tu antigua habitación.
La escritora hizo sus mejores esfuerzos por no ahogarse con el té que tenía
en la boca.

—Em… por supuesto, mamá. Tengo que ir a casa a recoger a Crystal en una
hora más o menos. Dejaré aquí las maletas antes de ir a cenar.

Laura advirtió la sonrisita sabihonda de su tía, pero no quiso indagar sobre


la causa enfrente de su madre.

—Y supongo que pagar unos precios exorbitantes por cenar es lo que tú


llamas un modo apropiado de gastar el dinero. Sería más lógico que vinieseis
aquí. Bobby, ¿has puesto a descongelar el asado como te dije?

—Sí, mamá.

—Pues arreglado —dijo Gail felizmente al tiempo que se alisaba los pliegues
de la falda—. Os quedáis a cenar. No pasas tanto tiempo con tu familia como
deberías y quién sabe cuándo volverá a visitarnos tu tía.

—Em… —A pesar de que normalmente pensaba rápido, Laura encontró


dificultades para dar con una excusa que les librara de aquélla sin ofender a
su madre—. Yo no como carne roja.

—¿Y cuándo he dicho que era asado de carne roja? —Gail meneó con la
cabeza y miró a su hermana—. Te lo juro, Helen, no sé qué les pasa a estos
críos. A lo mejor la idea de papá de meternos en cintura con una vara de
nogal no era tan mala después de todo. Laura, llevas sin comer carne roja
desde que eras adolescente. ¿Te crees que se me ha olvidado? Tal vez no
estoy al 100%, pero tampoco estoy senil.

Laura sólo pudo asentir, deseando que se la tragara la tierra.

—Seguro que disfrutarás un guiso de pollo casero con patatas asadas y tal
vez un poco del suflé de tu tía Helen.

Bobby y Laura intercambiaron miradas. El suflé de Helen equivalía a los


pasteles de frutas de otras familias. Un mal necesario que tuvieron que
sufrir año tras año durante su infancia. Tal vez eso de que las dos hermanas
no se hablasen tenía sus ventajas, después de todo.

—Lo consultaré con Crystal.

—No, llámala ahora mismo y pregúntale —la urgió Gail.


—Está en el trabajo, mamá. Sólo puedo llamarla por cosas importantes.

—¿Y el hecho de que vaya a cocinar para cuatro o cinco personas no es


importante?

Bobby alargó el teléfono inalámbrico a Laura, consciente de quién acababa


de ganar la batalla.

***

—Muy bien, Sheridan. Vamos a terminar esta habitación y empezamos a


limpiar —dijo Josh Thompson, el supervisor de Crystal—. Ya son más de las
cinco.

—Vale, ya voy —le contestó Crystal sin mirarle.

Acababa de empezar a asegurar las tachuelas de esta sección y había por lo


menos otros cuatro ángulos que necesitaban fijarse para mantener el
revestimiento temporalmente fijado. Con tiempo y práctica, la rubia se
había vuelto muy eficiente con la pistola de clavos. Ya no rompía la capa
superficial y era tan rápida como cualquiera de los hombres que hacían el
mismo trabajo en las otras secciones del edificio. Aun así, el día había sido
largo y el brazo empezaba a dolerle por el esfuerzo incesante. La limpieza,
lo más fastidioso de la jornada, todavía estaba pendiente, y a juzgar por el
barullo de trozos de revestimiento que cubrían todo el suelo de la sala,
calculó que le llevaría como una hora más. Tras limpiarse el sudor con la
manga de la camisa, Crystal volvió a levantar la pistola de clavos e insertó un
cargador nuevo.

—Eh, rubiales, al teléfono —le gritó uno de los trabajadores.

—Voy —contestó ella ajustándose la herramienta al cinturón de trabajo


antes de salir de la oficina e ir a buscar el teléfono. A medida que iban
subiendo pisos, Michael había instalado extensiones para la línea telefónica
para minimizar el tiempo que sus empleados estaban lejos de los puestos.
Entró en la primera habitación junto a las escaleras, vio el teléfono en una
de las sillas y otra más, vacía, junto a la primera. Éste mostraba varias
lucecitas encendidas, señal de que no era la única que estaba esperando una
llamada. Con la intriga de quién estaría llamándola al trabajo y no al busca,
Crystal levantó el auricular y presionó el botón.

—Crystal al aparato.
—Crystal, soy Laura. Perdona que te moleste en el trabajo, pero mi madre
quiere hacer una cena en casa esta noche.

—Ah, no hay problema. Podemos salir cualquier otro día —dijo Crystal,
malinterpretando las palabras de Laura sin darse por invitada—. Me
ofreceré voluntaria para trabajar hasta tarde hoy. Hay mucho que hacer, te
lo aseguro.

—O sea, ¿qué no quieres venir?

—¿Qué? ¿No has dicho que tu madre quiere que cenes con ella esta noche?

—Claro, pero nos ha invitado a las dos, no sólo a mí. Venga, no me puedes
dejar aquí sola. Tienes que venir.

—Oh, perdona. Te he entendido que querías cancelar lo nuestro para ir allí.


—Crystal se sentó en la silla vacía—. Tengo que pasar por casa a ducharme y
cambiarme de ropa. Hace un calor de mil demonios y estoy agotada.

—No hay problema —dijo Laura—. Yo tengo que ir a por las cosas de tía
Helen, así que hay tiempo de sobra para que te arregles. Helen se va a
quedar con mamá a partir de ahora.

—Genial. Estaría bien entrar en el baño y no tener que oler ese condenado
perfume que usa por todas partes. —A su alrededor, Crystal podía oír el
barullo de las herramientas de construcción—. Oye, Laura, tengo que seguir
trabajando. Creo que llegaré sobre las seis y media o así.

—Vale. Nos vemos en casa y podemos ir en mi coche. Oh, y Crystal…

—¿Sí?

—Jamás cancelaría una cita contigo, fuera cual fuese el otro plan —dijo
Laura con firmeza—. Te veo como en una hora y media.

Crystal se despidió rápidamente y colgó el teléfono, pero se quedó


mirándolo durante un momento.

¿Cenar con su familia?

De pronto, la idea de limpiar la obra no le pareció tan mala.

***
La impresión de Crystal de que aquello iba a ser algo casual quedó eliminada
en el mismo momento en que entró en casa de Gail y vio la mesa de la sala
decorada con un mantel y un centro de mesa.

—Ah, ya estáis aquí —dijo Gail, saliendo de la cocina.

—Mamá, Bobby y yo podemos encargarnos de la cena. Tú deberías sentarte


a descansar —protestó Laura, indicando silenciosamente a Crystal que
ocupara el sofá.

—Tonterías. Estoy cansada, pero aún soy capaz de pelar patatas —


argumentó su madre al tiempo que se limpiaba las manos en el delantal—. Me
alegra volver a verte, Crystal. Bienvenida a mi hogar.

—Gracias, Sra. Taylor —respondió Crystal—. ¿Le puedo ayudar en algo?

—De hecho, sí. Los platos están en el armario de la sala. Sé buena chica y
pon la mesa. Voy a decirle a Bobby que traiga la vajilla de plata y las
servilletas. —Gail se quitó el delantal y se lo alargó a su hija—. Y dado que
piensas que estoy inválida o algo así, ve a la cocina y ayuda a tu hermano con
la salsa. ¡Helen! —exclamó—. Los niños van a terminar la cena. Vamos al
porche a ver la puesta de sol.

—Te sigo —dijo Helen traspasando las puertas abatibles de la cocina—.


Laura, mira bajo el mostrador a ver si hay algo para prepararme un daiquiri,
¿quieres, cielo?

—Estoy segura de que sí —convino Gail—. Laura, la batidora está al lado del
horno y ya sabes dónde encontrar hielo. Pero yo no quiero. El médico dijo
que nada de alcohol mientras esté con la medicación. Tomaré un té helado. Y
ponle algo a nuestra invitada.

Laura, aún preguntándose cómo había pasado de tener veintiocho años a


tener quince en un segundo, asintió y dirigió una mirada a Crystal antes de
entrar en la cocina.

Aterrada ante la idea de ir a cargarse alguna pieza de la vajilla china,


Crystal sacó los platos, las tazas y los platillos de té del armario uno por
uno, depositándolos con sumo cuidado sobre la mesa. Bobby, por su parte,
entró en la sala con una enorme caja de madera.

—Hola, Crystal.
—Hola, Bobby, ¿qué tal?

—Me da la impresión de que he sido vendido como esclavo, pero aún no estoy
seguro —bromeó el chico—. Mamá y tía Helen no me han dejado parar en
toda la tarde. —Dejó la caja sobre la mesa—. No entiendo por qué tanto lío
para una simple cena. Sólo sois tú, tía Helen y Laura. Mamá no había sacado
la cubertería buena desde la última vez que vino la abuela. —Abriendo la
caja, más o menos el doble de gruesa que de larga, dejó ver su interior de
terciopelo rojo y un montón de utensilios brillantes perfectamente
acomodados en su interior—. Bien —dijo él—. Por lo menos no tengo que
sacarles brillo.

El juego constaba de tenedores, cucharas y cuchillos, junto con varios


cubiertos de servir más largos. Bobby distribuyó la cubertería rápidamente
por la mesa de modo que cada lugar tuvo dos tenedores, tres cucharas y un
cuchillo de untar mantequilla. Acto seguido, devolvió la caja al armario de la
vajilla y sacó los cuchillos para la carne de uno de los cajones.

—Se te ha olvidado sacar los cuencos para la sopa.

—Oh. —Crystal fue hasta el armario de nuevo, alargando las manos hacia
unos cuencos pequeños que descansaban sobre el estante superior.

—No, esos son de postre. —El muchacho fue hasta ella y señaló una pila de
cuencos en la parte de atrás—. Créeme, te encantará la sopa y el pollo de
mamá. Voy a ver si Laura necesita algo.

A medio camino de la puerta, Bobby se detuvo y frunció el ceño mirando a la


mesa. Crystal supo inmediatamente que debía haber hecho algo mal, pero
para alivio suyo todo lo que hizo el hermano de Laura fue cambiar el orden
de un par de cucharas antes de salir.

Por suerte yo no suelo dar cenas así. Rodeando la mesa para observar la
corrección, Crystal sonrió ante el gesto meticuloso de Bobby. Igual que su
hermana, pensó. Tras terminar de poner la mesa, decidió ir a ver cómo iban
las cosas en la cocina.

—Ya sé cómo se hace —decía Laura en el preciso momento en que Crystal


atravesaba las puertas abatibles.

—Es que no es así. Mamá utiliza la perilla, no la brocha —objetó Bobby, con
la susodicha perilla en la mano.
—Pues yo prefiero la brocha —afirmó Laura con tranquilidad, sumergiéndole
en la salsa y embadurnando la parte superior del pollo.

—Pero es el pollo de mamá.

—Bobby, ¿de verdad crees que va a saber si he usado la brocha o la perilla?


—En ese momento, advirtió que Crystal estaba allí—. Hola. ¿Ya está la mesa?

—Sí. —Crystal miró a Bobby y le dio las gracias en silencio.

—Bien —dijo Laura—. Al pollo le quedan como quince minutos y, para


entonces, estará todo listo.

—Genial, entonces me da tiempo a fumarme un cigarrillo.

—Eh, espera que vaya a por los míos. No tardo nada —dijo Bobby saliendo de
la cocina y subiendo la escalera en tres zancadas. Un par de minutos
después, estaba de vuelta con una cajetilla azul en la mano—. Listo.

—Pues vamos —dijo Crystal.

—Espera, vamos a la entrada. La tía Helen no sabe que fumo y a mamá no le


gusta que lo haga delante de ella —afirmó el chico, sosteniendo la puerta.
Crystal asintió y le siguió.

El hormigón y los escalones enmarcados por ladrillo rojo estaban fríos, ya


que el sol pegaba en la parte de atrás de la casa por la tarde. Tras tomar
asiento, Crystal le alargó el mechero a Bobby después de encender su
cigarrillo.

—Gracias por ayudarme antes —dijo ella recuperando el mechero.

—Tranquila —dijo él, exhalando una gran cantidad de humo—. Yo sólo lo sé


porque mamá nos enseñó a Laura y a mí hace algunos años.

—Mi madre prefería cenar delante de la tele —dijo Crystal recorriendo con
la mirada el caminito que llevaba hasta la calle—. Es un barrio genial.

Bobby rió con ironía.

—Está lleno de pijos. Yo prefiero ir con los chavales de la Segunda.

Consciente de en qué parte de la ciudad se encontraba esa calle, Crystal


miró a Bobby.
—¿Sabe tu madre que vas por ahí?

Una abierta risotada surgió como respuesta.

—¿Estás de coña? Le daría un infarto si pensara que ando tomando drogas o


algo así —dijo él—. Le digo que me voy al centro comercial y se queda tan
feliz.

—¿Y lo haces? —preguntó Crystal. Cuando no contestó de inmediato, ella


asintió y volvió a mirar la calle—. Ya veo. Pues ten cuidado.

—Yo no he dicho…

—No hace falta —le interrumpió—. Yo no crecí en una zona residencial,


Bobby. Sé de qué va el rollo. Uno no va a la Segunda a no ser que consuma o
trafique. —Insegura de hasta dónde llegar con el tema, Crystal suavizó el
tono y miró al muchacho con seriedad—. ¿Conoces el edificio en ruinas cerca
de la tienda de lencería?

—Sí.

Crystal aspiró profundamente.

—Hace cinco años más o menos yo iba mucho por ahí. De hecho, solía ir a
drogarme al segundo piso.

—No recuerdo haber visto ese sitio abierto —dijo él.

—Ya —convino la joven—. Pero unos cuantos clavos no impiden que la gente
entre a un edificio abandonado para siempre. —Acto seguido, se encogió de
hombros—. Quedaba cerca de donde yo trabajaba y también de mi camello.
—Crystal se preguntó por un momento cuánto habría contado Laura a Bobby
acerca de su pasado, pero decidió correr el riesgo—. No era la única que iba
por allí. Había como otros veinte o treinta que se quedaban normalmente.

—Vaya —exclamó él no sin sorpresa, intentando reconciliar la imagen de la


mujer con la que estaba en ese momento y la de aquella otra de la que
estaba oyendo hablar—. ¿No te daba miedo?

Crystal se planteó la pregunta un momento.


—Creo que no. Pero en aquel momento había pocas cosas que me importaran.
Lo único que quería era colocarme y trabajar un poco para poder pillar más
coca.

—¿Te pinchaste alguna vez? —preguntó él. Crystal pensó por un momento
que aquélla era una pregunta un tanto extraña, pero negó con la cabeza.

—No. Había oído hablar del SIDA y no me fiaba de nadie. ¿Y tú?

Bobby negó también.

—No, pero me han dicho que es un viaje alucinante.

—Saltar de un avión sin paracaídas también es alucinante, pero no te lo


recomiendo. Crystal miró profundamente los ojos azules del chico—. Es
como jugar a la ruleta rusa, Bobby. A la menor oportunidad, te matará sin
dudarlo. Lo he visto.

—¿Has visto morir a alguien?

—Dos veces —admitió—. La primera fue una chica, Lisa, por sobredosis de
crack. Creo que le pegó demasiado rápido. Ya estaba muerta cuando llegó la
ambulancia. El otro fue un chaval que no conocía. Me despertó un disparo,
pero no era tan imbécil como para ir a ver qué pasaba. Encontraron su
cuerpo a la mañana siguiente, en el pasillo.

—Oh, Dios, es horrible — dijo él.

—Eso es lo que hacen las drogas duras. Probablemente mataron al chico por
no pagar. Ocurre todo el tiempo. Bobby, tú lo tienes todo. Eres joven, guapo,
inteligente, te han dado una beca para la Universidad… Puedes conseguir
todo lo que te propongas. No lo eches a perder por meterte en la coca. —Por
cómo se estremeció él, Crystal supuso que había dado en el clavo.

Bobby, por su parte, apagó el extremo de su cigarrillo y se guardó el filtro


en el bolsillo.

—Sólo han sido un par de veces. Normalmente comparto un porro con los
amigos.

—¿Los mismos que te dan la coca?

—Sí, Tyrone trajo un poco un día.


Crystal asintió.

—Y apuesto a que ni siquiera te pidieron dinero por ser tu primera vez, ¿no?
Un regalo entre colegas.

—Sí, así es como funciona.

—Por ahora. Cuando te tenga enganchado, se acabarán los regalitos. —


Crystal era consciente de que estaba yendo demasiado lejos, pero el caso lo
requería—. Mira Bobby, yo no soy una joya. —A continuación, soltó una
risotada—. En realidad, he hecho cosas de las que me avergüenzo, cosas que
preferiría que la gente no supiera, pero sé de lo que hablo. Fumarse uno o
dos porros para relajarse de vez en cuando es una cosa, pero meterse en el
tipo de mierda que dices no tiene nada que ver. —En ese momento, bajó la
vista—. Si pudiera dar marcha atrás hasta cuando tenía tu edad, cambiaría
mucho de lo que he hecho en mi vida, empezando por los dos años que me
pasé al borde de la muerte. —Crystal imitó a Bobby con lo del cigarrillo,
sospechando que a la Sra. Taylor no iba a hacerle gracia encontrar una
colilla en su patio—. Recuerda que la única persona que va a preocuparse por
ti eres tú mismo.

Bobby tragó saliva y se miró las manos.

—No irás a contarle a mamá o a Laura lo que hemos hablado, ¿verdad?

—Claro que no. Es tu vida y tu decisión.

Crystal se levantó y agarró el pomo de la puerta.

—Mi amigo Mike jugaba de central en nuestro equipo el año pasado —


comenzó Bobby, levantándose también—. Dio positivo en un control aleatorio
antidrogas y perdió la beca. La necesitaba de verdad. Si consigue pasar con
honores, tal vez pueda ir a la Universidad local.

—¿No te alegras de que no saliera tu número aquel día? —preguntó ella.

—De hecho, sí —admitió el chico—. Sudaba a chorros cuando el entrenador


dijo los nombres de los que tenían que llenar el vaso. —Se encogió de
hombros al recordar el momento—. Podría haber terminado como Mike.

—Dudo que alguien hubiera querido eso, mucho menos tú —afirmó Crystal en
voz baja—. Venga, entremos antes de que empiecen a buscarnos.
—Sí —convino él—. Crystal…

—Dime.

—Gracias por hablar conmigo —dijo el chico al tiempo que la sorprendía con
un breve abrazo—. Aunque no seas la novia de Laura, me alegra que estés
aquí.

—Em… —Crystal se encontró de pronto nerviosa, sin saber qué responder.


Finalmente, a falta de algo mejor, le devolvió el cumplido y entró en la casa.

La mesa rectangular cerrada daba lugar para seis comensales. Helen y Gail
se situaron en los extremos, Laura y Bobby a ambos lados de su madre y
Crystal junto a su compañera de piso. Cuando la familia Taylor alargó las
manos hacia quien tenían más cerca, la joven se vio con la guardia baja.
Bobby deslizó la silla para acercarse más a su tía y poder darle la mano. Eso
de dar gracias no era algo a lo que Crystal estuviera acostumbrada, y
tampoco había visto a Laura hacerlo en casa. Aun así, tomó con cierta
inseguridad su mano y la de Helen, que quedaba a su derecha. Había una
diferencia evidente entre las dos, tal y como pudo advertir. La piel de Laura
era suave y sus dedos se entrelazaron mientras la escritora le acariciaba el
dorso de la mano con el pulgar. Helen, por su parte, la agarraba con firmeza
y su piel era más áspera. Al ver que todos los demás habían inclinado la
cabeza, los imitó, ahogando un suspiro de alivio cuando oyó hablar a Gail, ya
que temía que tuvieran que rezar algo que ella no se supiera.

—Te damos gracias, Señor, por los bienes que vamos a recibir y por haber
reunido a mi familia esta noche —comenzó Gail—. Gracias por traer a mi
hermana conmigo y haberme devuelto la salud. Bendice a la familia que no ha
podido estar aquí hoy y vela por ellos así como velas por nosotros. Estamos
felices de tener a Crystal hoy y te pedimos que la cuides a ella también.

Sorprendida, Crystal levantó la cabeza y sintió un leve apretón de


complicidad en su mano izquierda. Después, Gail terminó de dar gracias y
todo el mundo se soltó las manos. A pesar de que sintió alivio cuando los
huesudos dedos de Helen se apartaron de los suyos, encontró un frío
desagradable en la mano que antes había entrelazado con la de Laura. Para
ser alguien que odiaba eso de que la tocaran y lo evitaba a toda costa, le
desconcertó la idea de que parecía no importarle que fuese Laura quien lo
hiciera. De hecho, al imitar los movimientos de los que la rodeaban, pasando
platos y recipientes por toda la mesa para servirse, Crystal se encontró
echando furtivos vistazos hacia su izquierda y mirando a Laura por el rabillo
del ojo.

La escritora se encontraba interrogando a Bobby en aquel preciso instante


sobre qué asignaturas pensaba coger para el primer semestre, permitiendo
que la rubia la mirara sin que nadie se diera cuenta… aparentemente. Si
hubiera echado un vistazo a su derecha, hubiera descubierto los ojos de
halcón de Helen captando cada movimiento y cada mirada. Laura llevaba el
cabello un poco más largo de lo habitual y las puntas empezaban a ondularse
a la altura de su cuello. Debido a la multitud de botes de champú que había
en el cuarto de baño, Crystal sabía que el pelo de Laura tendía a volverse
quebradizo. Se le ocurrió entonces que su amiga no era la única que
necesitaba hacerle una visita al peluquero, ya que sus áureos mechones
empezaban a rebelarse contra su voluntad, y se planteó probar un corte más
radical. Seguramente le facilitaría las cosas en el trabajo, ya que no tendría
que preocuparse de hacerse colas de caballo todos los días.

Dejando a un lado ese asunto, siguió adelante con el tema… Las cejas de
Laura, que mostraban una tendencia imbatible a juntársele por encima de la
nariz y justificaban la eterna presencia de un par de pinzas junto a los
cepillos de dientes. Un ligero abombamiento en el puente delataban la idea
de Laura, tiempo atrás, de desafiar las leyes de la física y lanzarse a lomos
de su bici cuesta abajo sin ni siquiera poner la mano en los frenos. Crystal
sabía además que su compañera de piso había salido de aquella con una
muñeca rota, aunque no le habían quedado secuelas.

Dándose cuenta de que había pasado de lanzar miradas furtivas a mirarla


fijamente, Crystal se sonrojó y devolvió su atención al plato que tenía
delante. A continuación alabó la comida, sin dirigirse a nadie en particular, y
advirtió felizmente las sonrisas de Gail, Bobby y Laura, responsables del
delicioso producto culinario que estaban disfrutando.

—Y dime, Crystal —comenzó Helen—. ¿Ya sabes por quién vas a votar?

—Pues… no, todavía no —mintió la chica a sabiendas de que se refería a las


próximas elecciones. Tenía pensado votar por los demócratas, pero dado que
la madre de Laura era republicana no estaba por la labor de suscitar una
interminable discusión sobre el tema.

—Tía Helen, ya sabes que política y religión no suelen terminar en


conversaciones agradables —dijo Laura con tono de fastidio. Crystal
sospechaba que la escritora estaba intentando por todos los medios evitar
temas que fueran a causar controversia entre las dos hermanas.

—Mis amigos y yo solemos hablar de política y no pasa nada —protestó


Helen antes de suspirar—. Pero supongo que se puede encontrar un tema
menos problemático. ¿Creéis que los Yankees tienen algo que hacer este
año?

Bobby pareció dar un bote en su silla.

—¿Estás de coña? Con el jugador en corto que tienen seguro que se meten
en las eliminatorias. No se le pasa ni una.

—Pero no puede atrapar las que van por encima de la valla, y me da que los
Mets son el único equipo de Nueva York que veremos en la post temporada
—dijo Laura—. Tienen a siete en la alineación inicial con más de trescientos
bateos y casi estamos en septiembre.

—Eso es porque están en la Liga Nacional, y ahí no hay buenos lanzadores —


contraatacó él, acuchillando un pedazo de pollo—. Los Bronx Bombers van a
subir, ya verás.

—Nunca podré entender cómo es posible que mis hijos hayan crecido en un
hogar que adora a los Red Sox y sean fanáticos de los equipos neoyorquinos
—afirmó Gail con aire frustrado. Acto seguido, miró a Crystal—. Deberías
haberla visto en el ochenta y seis —dijo, refiriéndose a Laura—. Su padre
aún vivía y estábamos viendo el sexto juego. —Sus ojos parecieron perderse
en la nada a medida que recordaba la anécdota—. Deberías haberla visto.
Los Mets estaban a punto de perderlo todo, era el último out y su padre
estaba en éxtasis. Laura se quedó allí sentada poniéndose y quitándose su
gorra de los estúpidos Mets.

—Pero ese año ganaron, ¿no? —preguntó Crystal.

—Sí, pero sólo porque el primera base de los Red Sox dejó que la pelota le
pasara entre las piernas —afirmó Bobby. Al mirar a su izquierda, Crystal
advirtió la sonrisa de Laura.

—En el amor, la guerra y las ligas mundiales todo vale —dijo ésta—. Papá se
pilló un buen cabreo. No le había visto soltar tantos tacos en mi vida, pero
yo me pasé un buen rato pegando botes por la sala.
—Y a tu padre no le hizo gracia que le quitaras el periódico a la mañana
siguiente y le obligaras a leer el titular de la sección de deportes —dijo Gail
con un tono de reproche en su voz.

—Era adolescente, mamá —se defendió Laura al tiempo que su sonrisa se


borraba en un segundo.

—Pues claro que sí, calabacita —dijo Helen—. ¿Y tú qué, Crystal? ¿Qué
equipo te gusta?

Crystal sospechó que a nadie le importaba realmente qué equipo le gustaba o


le dejaba de gustar, pero Helen tan sólo estaba intentando meterla en la
conversación. Dejó el tenedor a un lado y se tomó un segundo para limpiarse
los labios con la servilleta.

—La verdad es que no soy muy aficionada al béisbol.

—Te sugiero que adoptes a los Mets si no quieres salir malparada —dijo
Bobby—. Sobre todo porque van primeros y sólo quedan diez partidos para
la temporada regular. Si llegan a las eliminatorias, te juro que mi hermana no
se despegará de la televisión mientras estén jugando. —Con un guiño
burlesco, miró de soslayo a su hermana antes de seguir hablando—. En
cualquier caso, si te pones a animar a cualquier equipo que juegue contra
ellos, verás cómo se pone Laura.

—No le des ideas, hermanito —le advirtió Laura.

—¿Y por qué no? —bromeó él—. Necesitas a alguien que te toque un poco las
narices ahora que no voy a estar yo. —Sonrió con aire triunfal, recibiendo
otra de su hermana.

—Tú sigue así y te mandaré un virus por mail —le amenazó Laura.

—Y yo escribiré tu teléfono en todos los lavabos de la facultad —


contraatacó él con aire divertido.

—Vale, dejadlo ya —les amonestó su madre—. Te juro que es como cuando


eran pequeños —le dijo a Helen, quien asintió reconociéndolo.

—¿Por qué crees que nunca los invitaba a los dos juntos a visitarme? —
preguntó Helen—. No soy tan tonta.
Crystal escuchó la conversación que se desarrollaba ante ella. No era capaz
de recordar una cena tranquila con su propia familia, puesto que solían ser
frente a la televisión de la sala, con Patty, mientras su madre dormía la
borrachera. En ocasiones especiales, como Acción de Gracias o Navidad, su
padre acababa soltando gritos disparatados al miembro de la familia que
hubieran ido a visitar y terminaba con una discusión acalorada entre sus
padres cuando llegaban a casa. Crystal tenía serias dudas de que Laura
hubiera experimentado algo así alguna vez y se preguntó si la invitarían a
otra cena cuando llegaran las vacaciones. Para su sorpresa, se encontró
deseando que así fuera.

Después de cenar, Bobby se ofreció para limpiar la mesa mientras Laura


hacía el café y Helen y Gail se retiraban a la sala. Sin estar muy segura de
qué hacer, Crystal se disculpó y salió a fumar. Había asumido que las dos
hermanas compartirían una agradable charla, y se sorprendió cuando Helen
salió tras ella con su pitillera en la mano.

—¿Te importa que me quede contigo?

—Para nada —dijo Crystal, indicándole una silla vacía. El porche estaba
enmarcado en ladrillo rojo y contrastaba agradablemente con los muebles
color crema y el verdor del césped del jardín—. Esto es muy bonito —
comentó.

—Gail pagó una fortuna cuando se lo hicieron —le explicó Helen—. Recuerdo
que había un roble horroroso justo en medio del patio. Los chicos se lo
pasaban en grande subiendo y bajando, pero echaba a perder el diseño. —La
mujer dio una calada a su cigarrillo dejando el filtro rojo por el carmín—. Y
dime, ¿qué te ha parecido la cena?

—Ha estado genial. Estoy que reviento —afirmó Crystal, mostrándose


confundida cuando Helen negó con la cabeza sonriendo.

—No me refería a la comida —le explicó ésta—. Me da que no estás


acostumbrada a las multitudes. Te has pasado la noche intentando
mantenerte al margen de las conversaciones, a menos que te preguntáramos
directamente.

Crystal parpadeó y le dio una larga calada a su cigarrillo, sorprendida de que


alguien hubiera advertido su silencio.

—Supongo que no soy una persona sociable. Nunca sé qué decir.


Helen se echó a reír.

—Cielo, esto no ha sido un evento social. Sólo la familia cenando.

—Yo no soy de la familia —puntualizó la rubia.

—Bueno, la familia más uno —se corrigió Helen—. Parecías tan incómoda que
pensé que ibas a salir corriendo cuando te cogí la mano para dar gracias.

—Es que no estoy acostumbrada —dijo Crystal—. Mi familia nunca lo hacía.

Helen asintió y se quedó callada un minuto.

—¿Sabes? Si pasara algo entre tú y mi sobrina, no me importaría. —Crystal


la miró rápidamente y abrió la boca para protestar, pero la mujer alzó una
mano para detenerla—. Ya sé lo que decís las dos, y a juzgar por el aspecto
de vuestras habitaciones así parece ser, pero me he dado cuenta de cómo
actuáis cuando estáis juntas. —Aplastó el cigarrillo a medio fumar en la
maceta que hacía las veces de cenicero y continuó—. Personalmente, creo
que no estáis viendo lo que tenéis frente a las narices.

—Yo no soy gay —dijo Crystal, preguntándose cuáles eran esas "señales que
Helen había visto. ¿La forma en que Laura le había acariciado la mano
durante la oración? ¿Las palmaditas amigables en su hombro?

—Eso dices tú —afirmó Helen sin mucho convencimiento—. El otro día me


dijiste que no habías tenido ninguna relación seria hasta ahora, así que,
¿cómo lo sabes?

—Yo… —Bloqueada, Crystal trató de dar con una respuesta. Ella era hetero,
¿no? Después de todo, nunca había estado con una mujer si había visto a
ninguna como posible pareja sexual. El hecho de que se sintiera más cerca
de Laura que de ninguna otra persona en aquel momento no significaba que
quisiera mantener una relación lésbica con ella. No, Laura era sólo una buena
amiga que la abrazaba cuando lloraba, que le hacía la cena todas las noches y
se tomaba la molestia de escucharla cuando necesitaba hablar. Sólo estaban
tan unidas porque vivían juntas, ¿verdad?—. Yo… —Crystal tragó saliva y
volvió a intentarlo—. Nunca lo había pensado. —Dio una última calada a su
cigarrillo y lo apagó en el cenicero.

—Pues tal vez deberías —afirmó Helen con dulzura recorriendo con los
dedos un mechón de su plateado cabello alborotado por la brisa—. Yo soy
una romántica empedernida, pero sé que el amor surge a veces en los sitios
más inesperados. No deberías cerrarte puertas sin al menos echar un
vistazo a lo que hay dentro.

En ese instante, Laura asomó la cabeza desde el interior.

—Eh, acabo de encontrar las cintas viejas y Bobby ha subido al desván a por
la pantalla. Crystal, ¿te apetece ver un par de pelis caseras?

—Oh —dijo Helen entusiasmada al tiempo que se levantaba de la silla—.


Hace años que no veo una de esas. Eras una cría tan mona…

—Claro, parece divertido —convino Crystal levantándose también. Los


retratos y las fotos que decoraban las paredes de la casa le habían dado una
idea de cómo era Laura de niña, pero verla en una película le serviría para
dar vida a las imágenes. Además, así se acababa aquella maldita charla con
Helen. La mujer entró primero en la casa y Crystal advirtió que la escritora
sostenía la puerta para ella y que le rozaba el hombro al pasar.

—¿Qué? —preguntó Laura, con lo que Crystal cayó en la cuenta de que se la


había quedado mirando fijamente.

—Ah, nada, pensaba en mis cosas —respondió la rubia sin demasiada


convicción, aunque con la esperanza de que Laura no encontrara su
respuesta tan estúpida como le parecía a ella.

La sala de estar constaba de dos sillones y un sofá bajo, y Bobby había


reacomodado los muebles de forma que todos quedaran frente a la pantalla
portátil. Él tomó asiento a la derecha de la misma mientras Gail y Helen
ocupaban los sillones. Sintiendo que sería una bobada sentarse en el suelo
cuando había sitio de sobra en el sofá, Crystal ocupó el lado izquierdo
dejando el centro a Laura, quien estaba demasiado ocupada metiendo la
película en el proyector. Cuando por fin se sentó, a Crystal le dio la
impresión de que, de hecho, el sofá no era tan amplio como parecía. Su
cuerpo estaba pegado al de Laura desde el hombro hasta la cadera. En ese
momento, empezó la película, y pudo ver a una desgarbada niña de diez años
y a un bebé vestido de azul sentados en el césped delantero de una casa.

—Voy a apagar las luces —dijo Bobby levantándose. Crystal dirigió una
mirada a Helen y se sorprendió al encontrar una sonrisa pícara en su rostro.
Deseaba poder fruncir el ceño, pero encontró que sería un gesto
inapropiado, ya que era la invitada, así que volvió a prestar atención a la
pantalla, que ahora mostraba a la madre de Laura junto a un hombre fornido
de pelo corto y canoso, al cual identificó como el padre de Laura. Crystal se
paralizó al sentir un aliento cálido en su oreja.

—Hay algunas partes muy divertidas —susurró Laura—. Como cuando Bobby
mete la mano en la pecera de papá intentando agarrar su querido Pez Ángel.
Mamá le pilló y le grabó antes de que mi padre llegara a casa.

—Ahá —murmuró Crystal esperando que Laura volviese a mirar al frente y


con la convicción de que Helen era capaz de ver en la oscuridad y de que en
aquel momento sonreía ampliamente.

***

—No ha estado tan mal —dijo Laura dando marcha atrás al Jeep.

—A mí me ha gustado. Tu familia es muy agradable —afirmó Crystal mirando


a través de su ventanilla a medida que la casa de los Taylor se perdía de
vista.

—Pero no había necesidad de que mamá sacara los álbumes de fotos, sobre
todo el de cuando éramos bebés.

—Eran muy bonitas, sobre todo las de cuando os bañaban —dijo Crystal,
aunque el predecible tono irónico de su voz no apareció.

—¿Estás preocupada por algo? —aventuró Laura.

—No, es que tengo muchas cosas en la cabeza —surgió la evasiva respuesta.


Por supuesto, aquello no satisfizo a la escritora en absoluto, sobre todo
cuando advirtió que Crystal tenía la mirada perdida.

—Hablar ayuda, ¿sabes?

—Ya, no, sólo necesito aclarar algunas cosas.

Estaba claro que Crystal no quería compartir aquello. Laura intentó iniciar
una conversación dos veces durante el trayecto, pero desistió al no sacar a
la joven más que un par de monosílabos. Al legar a casa, Crystal le dio las
buenas noches y desapareció en el interior de su habitación, dejando a
Laura con la intriga de qué es lo que habría pasado en casa de su madre
como para haber afectado hasta tal punto el humor de su amiga.

***
R-r-r-rrrr, click. R-r-r-r-rrrr, click.

―Maldita sea, ¿Por qué no arrancas?,― apretando sus manos contra el


volante, Crystal giró la llave para devoloverla a la posición de apagado y
volvió a intentarlo. En ésta ocasión el Omni arrancó, no sin un gran
estruendo y una nube de humo. Había sido un buen día en el trabajo, pero
salir y pasar diez minutos intentando arrancar el coche había hecho que a
Crystal le cambiara el humor considerablemente. Cuando estuvo finalmente
segura de que su chatarra seguiría encendida, puso la marcha y salió del
aparcamiento. Las manzanas iban pasando mientras la rubia pensaba en los
acontecimientos del día. Depués de seis semanas de sudor, los trabajos de
restauración del edificio estaban casi terminados. Cuando Michael la había
mandado llamar a su oficina antes del final de la jornada, Crystal temió que
fuera a decirle que ya no había más trabajo para ella. Para su sorpresa, la
había llamado para asegurarse de que quería trabajar con él en el próximo
proyecto de restauración de una vieja escuela situada en unos apartamentos
de renta baja. En compensación le aumentó en un dólar la hora por su
flexibilidad y buena voluntad a la hora de aprender nuevos trabajos
minimizando el tiempo laboral. Para algunas personas cuarenta dólares extra
a la semana no era mucho, pero para Crystal significaba que podía
permitirse pagar sus sesiones de terapia sin tener que pasar por encima de
otras facturas o tener que trabajar demasiadas horas fuera de su horario
habitual.

Y esas sesiones con Jenny Foster se habían vuelto más importantes con
cada semana que pasaba. Crystal todavía rehusaba asistir al grupo de ayuda
a las mujeres de los martes por la noche, pero se encontraba más
predispuesta a hablar de sus sentimientos con la terapeuta. Hablar sobre el
papel jugado por su padre era todavía difícil, y a menudo terminaba con
Crystal intentando controlar su enfado o, en raras ocasiones, sus lágrimas
bajo control. Aún entonces, aquello siempre significaba una larga noche para
Laura y Crystal, hablando con su mejor amiga de lo que había ocurrido en la
sesión de terapia. A Laura no parecía que le importaran las largas
conversaciones, llegando incluso a preguntarle a Crystal por ellas cuando
sabía que había tenido una ese día. Para las dos mujeres se había convertido
en un hábito y solían sentarse cada una a un extremo del sofá con sus pies
compartiendo el espacio libre del centro. Esto lo hacía más fácil para
Crystal, dándole el espacio que necesitaba pero estando lo suficientemente
cerca en caso de necesitar un abrazo cuando el dolor era demasiado grande.

Conduciendo por la autopista, Crystal dejó a sus pensamientos derivar en la


relación que ella y Laura compartían. Desde que su conversación con Helen le
abriera los ojos, Crystal se encontró a sí misma muy interesada en la
presencia y acciones de su compañera de piso. Nunca había algo sexual o
romántico en la forma en que Laura la trataba, pero Crystal era consciente
de la afección y cercanía que se había construido entre ambas. Sabía que
eran las pequeñas cosas. Una caricia casual sobre su hombro cuando la
escritora pasaba por su lado, la cena preparada para ella cada noche, las
tardes juntas en el sofá viendo la televisión, o sentadas en el escritorio
trabajando en los exámenes para el GED. Crystal incluso podía jurar haber
sentido una vez los labios de Laura besarle la cabeza durante la intensa
charla de una de sus sesiones donde había buscado la seguridad del abrazo
de la escritora para dejar escapar las lágrimas, que de otro modo se
negaban a caer.

Lejos de sentirse molesta por la creciente cercanía, Crystal se encontró a sí


misma sintiéndose de acuerdo con ésta. Disfrutaba de los partidos de
baseball y de los inevitables viajes al bar después de éstos. Cuando Bobby
se marchó a la universidad, Crystal fue con Laura para desearle buena
suerte, aceptando incluso un abrazo del joven y revolviéndole el pelo como si
fuera su propio hermano pequeño. Desde que tenía que comenzar a trabajar
muy pronto por las mañanas, ella era normalmente la primera en levantarse y
de asegurarse de tener listo café recién hecho para cuando Laura se
despertase. Por supuesto, estaba también la forma en la que habían llegado
a un acuerdo sobre sus vastas diferencias y costumbres en cuanto a
limpieza y orden. Crystal se aseguraba de volver a dejar el periódico más o
menos en orden y Laura se aseguraba de no hacer ningún comentario a cerca
de las bragas que colgaban todos los días de la barra de la ducha para
secarse.

Hoy era una noche especial y Crystal solo hacía que sonreir y mirar el
paquete brillantemente envuelto en papel de regalo que había en el asiento
del copiloto. Era el cumpleaños de Laura y a pesar de lo ajustada de su
economía, Crystal estaba determinada a darle a su amiga el mejor regalo. Le
había llevado varios viajes a diversos centros comerciales antes de pasar
por delante de un quiosco en medio de la alameda y ver el regalo perfecto
descansando en lo alto de una estantería. Pensando un poco en el coste, lo
encargó, pagando extra por los artículos añadidos que también quería y
esperando cerca de dos semanas a recibirlo. Crystal quería elegir una bonita
tarjeta, pero después de mirar más de una docena de ellas, no pudo
encontrar ninguna que expresara cómo se sentía a cerca de Laura. Al final
se dio por vencida, decidiendo que un regalo siempre se apreciaba más que
una tarjeta de felicitación. Ahora, finalmente había llegado el momento de
salir del coche y de dárselo a su amiga y, Crystal se encontró sintiéndose
bastante nerviosa mientras se acercaba al complejo residencial. ¿Le
gustaría realmente a Laura?. ¿Sería mejor un cheque regalo?. Sacudiéndose
esos pensamientos de la cabeza, Crystal guió el Omni al aparcamiento y
apagó el motor, encuchando enfadada mientras éste continuaba haciendo
ruido y echando humo durante unos segundos antes de, finalmente, quedarse
en silencio.

Cuando entró en casa, Crystal se extrañó de no ver a Laura esperándola


abajo como venía haciendo durante las últimas semanas. El débil sonido de la
ducha llegó hasta sus oídos indicándole dónde estaba y Crystal rápidamente
escondió el regalo entre el sofá y la biblioteca planeando dárselo después de
la cena. Caminado hacia la cocina se sorprendió de que la cena no estuviese
ni en el horno ni que hubiera signos de que Laura hubiera cocinado nada.
Confundida, Crystal se sentó en el sofá. Laura no le había dicho nada sobre
cenar fuera. Escuchando apagarse la ducha, Crystal asomó la cabeza por las
escaleras.

―¡Estoy en casa!,― dijo cuando Laura salió del baño.

―¡Estaré abajo en unos segundos!,― respondió antes de que la puerta de su


habitación se cerrara.

Cuando Laura bajó unos minutos después, Crystal se sorprendió de verla


vestir unos pantalones de deporte y una camiseta color lavanda con el doble
símbolo de mujer dibujados en ella. Ciertamente no era lo apropiado para
llevar si iban a cenar fuera.

―¿Qué tal el trabajo?,― preguntó Laura.

―Ocupada. Estamos intentando terminarlo todo para la primera semana de


octubre y creo que vamos un poco ajustados. ¿Tienes planes para la cena?.

―Sí, pizza vegetariana del Coloso,― dijo Laura y tomó su asiento habitual en
el sofa apoyando sus pies descalzos en el centro y sonriendo por la cara que
puso Crystal ante la propuesta.― Te ordené una suprema, sin anchoas, con
peperoni y champiñones, además ordené una de queso también. Estarán aquí
sobre las siete.

―¿Por qué tanta pizza?.― Ahora Crystal estaba realmente confusa.

―Los chicos van a vernir, y Jenny también. ¿No te lo comenté?.

―No.
Siempre tenemos un pizza-fiesta para mi cumpleaños. Lo siento, debí olvidar
mencionarlo.

―Oh, está bien. Solo pensé… bueno, no importa lo que pensé,― dijo
Crystal.― Feliz cumpleaños de todas formas.

―Gracias. Jenny debería estar aquí en unos minutos y Peter llamó. Llegarán
tarde, pero estarán aquí alrededor de las siete y media. Recalentaremos la
pizza si es necesario.

―Suena divertido.― Crystal intentó que su voz sonara agradable, pero por
dentro estaba incluso más nerviosa que antes. Una cosa era darle su regalo a
Laura estando solas, y otra muy distinta abrirlo en frente de todo el mundo.
“¿Por qué no compraría un cheque regalo?”. ― Si están a punto de llegar,
será mejor que me cambie.― Iba a levantarse cuando fue parada por la
mano de Laura sobre su muslo.

―Espera un minuto. ¿Estás bien?. Parece que algo te está preocupando.

―No,― mintió― Probablemente solo estoy cansada por el trabajo. Me daré


una ducha y me cambiaré. Bajaré en seguida.

―Hey, ¿Crystal?.

―¿Sip?.

―¿Un nuevo color de pelo?,― dijo Laura sonriendo.― No creo que el blanco y
el rubio sea una buena combinación.

―¿Qué?,― Crytal miró hacia arriba estando más que segura de que
encontraría varias manchas de pintura blanca del trabajo.― Debió de
ocurrir cuando estaba haciendo el canto del techo. Tenía la brocha por
encima de la cabeza la mayor parte del tiempo.― Consciente de la hora que
era, se levantó y pasó a toda prisa por delante de Laura en su camino hacia
las escaleras.― ¿Me has dejado algo de agua caliente?.

―Mejor si tomas una ducha rápida, me temo,― dijo Laura con tono de
disculpa.― He tenido que esperar a que terminara el lavaplatos para tomar
la mía.

Crystal asintió con la cabeza, sabiendo que tendría que lavar su pelo antes
de que se terminara el agua caliente o no podría quietarse los restos de
pintura. Lo último que quería era tener que mirar a la cara a sus mutuos
amigos con restos de pintura blanca en el pelo. Mientras subía las escaleras,
Crystal levantó su brazo y aspiró suavemente, decidiendo que había algo
definitivamente más ofensivo con lo que no quería enfrentarse a sus amigos.
Solo esperaba que el agua caliente durara lo suficiente.

Crystal terminó su ducha y justamente bajó las escaleras cuando el timbre


de la pueta sonó.

―Yo iré,― dijo Laura.

―¡Feliz veintinueve cumpleaños!,- dijo Jenny cuando se abrió la puerta,


dándole a su ex amante un beso en la mejilla y abrazándola con un brazo
mientras que con el otro sostenía el regalo de Laura.

―Gracias, cariño.― Laura dejó el regalo en la mesa auxiliar y señaló el


sofá.― ¿Quieres algo de beber?. La pizza no estará aquí hasta dentro de
quince minutos más o menos.

―Sabes lo que me gusta,― dijo Jenny― Hola Crystal.

―Hola Doc.

―Siéntate,― dijo Laura.― Crystal ¿puedo traerte algo?.

―Estoy bien,― dijo sentándose en su habitual sitio en el sofá. Con una


rápida mirada por el rabillo del ojo vió que su regalo todavía seguía
escondido de la vista. Jenny se sentó al otro extremo del sofá y lanzó los
zapatos bajo la mesa.

―¿Van a venir los chicos?,― preguntó Jenny.

―Tarde, pero han dicho que vendrían. Jen, ¿zumo de naranja o refresco?.

―Zumo de naranja suena bien. Va bien con la pizza peperoni.― Jenny se


inclinó hacia delante bajando la voz de modo que no la oyeran desde la
cocina.― Bueno, ¿qué le compraste?.

Crystal se movía inquieta.

―Bien, um…solo algo pequeño. ¿Qué le compraste tú?.

―Uh,uh, si tu no lo dices yo tampoco.― Jenny sonrió y se irguió antes de


que Laura apareciera por la puerta con dos vasos altos de soda en sus
manos. Frunciendo el ceño, Crystal miró hacia la mesa auxiliar donde había
una caja de camisa plana y rectangular envuelta en papel rojo e intentó
imaginar qué habría dentro.

―Aquí tienes,― dijo la escritora ofreciéndole un vaso a Jenny y quedándose


ella con el otro, sentándose en una silla.― Adivina quién llamó hoy.

―¿Quién?.

―Usa un posavasos, por favor.

Jenny rodó sus ojos y cogió un posavasos.

―¿Mejor?, ahora, ¿quién llamó?.

―Shelly,- dijo Laura con una sonrisa.

―¿Shelly?, ¿qué es de ella?.

―Va a casarse…con un pescador de Alaska.

Jenny dejó escapar un chillido y palmeó las manos.

―No puedo creerlo. ¿Doña moreno perfecto va a irse a vivir al congelado


norte?.

―Eso es lo que ella dice.― Laura tomó un sorbo de su bebida. Le doy un año
antes de que empiece a artarse de los esquis y busque un lugar más cálido.

―Nunca se sabe. Podría ser amor verdadero. Cosas más raras han sucedido.

Crystal, que no sabía de quién estaban hablando, silenciosamente las veía


conversar, mientras ella seguía temerosa por su elección del regalo. Perdida
en sus inseguridades, no se dio cuenta cuando Jenny se dirigió a ella.

―Lo siento, ¿qué?.

―¿Cuándo?,- Jenny la golpeó en el hombro.- ¿En qué planeta estabas?.

―No es nada.― dijo Crystal levantándose abruptamente.― ¿Alguien


necesita algo de la cocina?.― La respuesta era obvia por los vasos llenos que
Jenny y Laura sostenían.― Supongo que no. Ahora vuelvo.

La cocina le ofreció a Crystal el alivio en la botella de cerveza que


rápidamente cogió de la nevera. El timbre de la puerta sonó, anunciando la
llegada de Peter y de Michael. Crystal, vacilante, salió de la cocina, más que
un poco preocupada porque su regalo no pudiera compararse con la gran caja
que cargaba Michael en sus brazos.

La pizza llegó poco después, dándole a Crystal un respiro antes de que el


momento llegara y Laura se sentó en su sitio en el sofá. Michael se sentó en
la silla mientras que Peter se sentó en el apoyabrazos. Crystal se sentó
donde habitualmente lo hacía, al extremo del sofá, su regalo todavía
escondido a un lado de la biblioteca. Jenny se sentó en el apoyabrazos al
lado de Laura, dejando el centro libre para poner los regalos.

Laura abrió el regalo de Jenny primero, mirando con sorpresa y sacando de


la caja la gruesa bata de felpa. Era de color crema, cosa que Crystal
encontró muy bonita en contraste con el pelo oscuro de Laura. Esta le
agradeció efusivamente el regalo, estando de acuerdo en que una bata de
felpa era bienvenida de cara al invierno que se aproximaba.

―Nuestro turno,― dijo Peter cogiendo la gran caja de donde estaba y


poniéndola sobre la mesa de café. Ahora, antes de que te excites por el
tamaño de la caja, tienes que saber que lo de dentro no es tan grande.
¡Vamos!, ábrela.

― El señor Remilgado y el señor Correcto aquí presentes, se han arruinado


su manicura buscando éste regalo,― dijo Michael levantando su mano y
pasándosela por su rubio pelo para ordenarlo un poco.

Crystal miraba mientras Laura ignoraba el enorme lazo que lo envolvía y


tiraba del precinto que cerraba la caja. A la escritora le tomó unos segundos
encontrar el regalo escondido entre las bolas de papel de periódico. Cuando
lo hizo, Crystal se sorprendió de verla sostener un par de antiguas lámparas
de pared.

―Oh, son perfectas,― dijo Laura dejándo una para poder examinar la otra
más detenidamente. Personalmente Crystal pensaba que eran horrorosas y
decidió que su compañera de piso tenía un extraño sentido de lo perfecto.―
¿Dónde diablos las habéis encontrado?.

―Bien, cuando te puse esas sencillas lámparas en la terraza, sabía que no te


gustaba el estilo,― comenzó Michael.

―Y los grifos son un bonito detalle, ¿no crees?,― preguntó Peter,


obviamente orgulloso de su elección.― Vi un conjunto de lámparas en hierro
forjado para poner junto al sofá, pero estaban muy vistas. Imagina mi
sorpresa cuando las encontré en el fondo de una caja de un agente de una
sala de exposiciones.

―Por supuesto te las instalaré antes de que venga el frío,― prometió


Michael.

Laura parecía realmente encantada con su regalo y, reticentemente, lo


devolvió a la caja antes de que todos los ojos se posaran sobre Crystal
expectantes.

―Oh,― dándose cuenta de que era su turno, la rubia miró por encima del
apoyabrazos y recogió su regalo acercándoselo tímidamente a Laura y
deseando más que ninguna otra cosa haber comprado en su lugar el cheque
regalo.― No sabía qué comprarte,― dijo a modo de defensa mientras Laura
con mucho cuidado pasó el dedo por el pliegue del papel de regalo y lo quitó.
Ya no había donde esconderse, el regalo en madera y latón salió de la caja
para ser sostenído entre las manos de Laura.

Tallado en madera de cerezo, la sólida base sostenía las cuvadas letras del
nombre de Laura sobre ella. Cogida a ambos lados del nombre había una
pluma a la izquierda y un tintero a la derecha. Un discreto saliente en latón
dejaba espacio para poner el lápiz y el bolígrafo.

―Es precioso,― dijo Laura honestamente y visiblemente conmovida por los


sentimientos.

Crystal se encogió de hombros, segura de que su compañera de piso estaba


siendo solo cortés.

―Bien, tu eres una escritoria de misterio…lo ví y pensé que te gustaría.

―Me encanta,― dijo Laura, acercándose y atrayendo a Crystal para


abrazarla.― Es un regalo realmente precioso. Muchas gracias.

―De nada,― murmuró la rubia, todavía insegura a cerca de la sinceridad de


sus palabras.

―Es muy bonito,― dijo Jenny, y los chicos asintieron en adición a sus
palabras. Uno por uno tomó el saliente de latón destinado al lápiz y al
bolígrafo para estar de acuerdo en que era el regalo perfecto para su
escritora de novelas de misterio favorita.
―Qué noche,― dijo Laura despidiendo a los chicos desde la puerta. Miró a
su alrededor considerando seriamente esperar a la mañana siguiente para
pasar la aspiradora. La caja donde venía la bata fue cuidadosamente cerrada
y puesta con las otras cajas en el armario. Una nunca sabía cuándo
necesitaría una caja. El regalo de Peter y Michael fue guardado en su propia
caja, dejada a un lado y a la espera de que el constructor tuvira tiempo para
instalar las luces. Con la bata plegada sobre su brazo, y el accesorio de
escritorio en sus manos, Laura le ofreció otra sonrisa a su compañera de
piso.― Es realmente precioso,- dijó señalando el regalo de Crystal.― ¿Qué
te hizo pensar en ello?.

Crystal se alzó de hombros.

―Realmente no sabía qué iba a regalarte. Vi uno de esos en la alameda y


pensé que te gustaría.

―Nunca he visto uno con pluma y éste precioso tintero. Es único. Voy a
ponerlo ahora mismo sobre mi escritorio y así podré mirarlo cuando esté
escribiendo.― Antes de que Crystal pudiera reaccionar, Laura usó su mano
libre para acercarla y volverla a abrazar.― Es muy especial y me encanta.
Gracias.

Crystal estaba sintiendose mejor en cuanto al regalo y sonrió cuando Laura


la soltó.

―Estoy muy contenta de que te guste.

―Sí, mucho,― añadió la escritora, sonriendo por el sonoro bostezo de su


compañera, y gopeó suavemente a Crystal en el hombro.― Venga, es tarde.

―Suena como si fuera un plan,― estuvo de acuerdo la rubia.

*******

―Así que dime otra vez, ¿por qué estamos haciendo esto?,― preguntó
Crystal mientras levantaba otro montón de ramas secas y las dejaba en la
carretilla.

―La hoguera necesita leña,- dijo Laura dejando caer su montón de ramas.-
Además es una forma estupenda para que Carmen traiga a todos sus amigos
y limpien esto.
―Eso es lo que pensaba,― dijo la rubia con una sonrisa.― Al menos tienen un
montón de cerveza.

―Es cierto. ¿Sabes que hay dos barriles más a parte del que hay en el
porche?.

―Ah, una recompensa por todo nuestro duro trabajo,- añadió Crystal.― Al
menos contigo ayundándome no tendré que pelear con las indirectas de la
Don Juan Cubana.

―Es cierto, solo quédate pegada a mí,― dijo la escritora.― Protegeré tu


virtud.

Hubo un escandaloso bufido y se volvieron para ver a Alex caminando por la


maleza.

―Eso es un paso, si no he escuchado mal, Taylor,- se burló dejando caer las


ramas que sostenía sobre la carretilla.― No te preocupes, Crytal,― dijo
palmeando el hombro de la joven― Soy policía, puedes confiar en mí para
guardar el secreto

Crystal sonrió.

―No se si puedo confiar en una mujer que lleva las esposas con ella todo el
tiempo,―dijo.

―Ah, ningún sentido de la aventrura,― dijo Alex, haciendo como si le


atravesara una flecha el corazón.― Vale, vale, os dejaré solas pajarillos
enamorados. Mejor si os dais prisa. La comida está casi lista y Carmen ya ha
abierto el segundo barril.― La policía desapareció por entre la maleza,
dejándolas a solas una vez más.

Laura sacudió su cabeza.

―Le he dicho antes que no éramos amantes.

―Yo ya me he dado por vencida intentándolo,― dijo Crytal.― Además, si


creen que estoy contigo no se meterán demasiado conmigo.

―Con algunas de mis amigas siendo tan cariñosas, eres una tentación. A
Wendy le encanta ir detrás de alguien que tenga una relación. Creo que es el
desafío lo que la atrae.
―Pues no debo ser su tipo,― dijo la rubia parándose para liberar una rama
de entre las hojas y cubierta por tierra.― Es una de las pocas que pasa de
mí.

Las prefiere pelirrojas y morenas, creo que estás a salvo. ¿Necesitas ayuda
con eso?.

Crystal intentó liberar el tozudo tronco, exhalando fuertemente cuando no


lo consiguió.

―Si no te importa.

Juntas liberaron el tronco, decepcionadas cuando encontraron la parte baja


cubierta de insectos.

―Tanto esfuerzo para esto,― dijo dejando su parte en el suelo.

―Bueno, tampoco es como si no hubieran ramas o troncos por aquí,― dijo


Laura quitándose su jersey y sacudiéndose las manos.― De hecho,― dijo
mirando la carretilla llena― creo que tenemos más que suficiente.

―Voto por volvernos antes de que se acabe la cerveza,― dijo Crystal usando
sus vaqueros como si fueran una toalla para sus mugrientas manos antes de
coger las asideras de la carretilla.

―Yo puedo hacerlo,― se ofreció Laura.

―Naw, es bastante ligero,― dijo. Cuando unos meses atrás el carro lleno
hubiera sido demasiado pesado para ella de llevar, dos meses recogiendo
escombros de paredes y maderas, habían esculpido sus músculos lo
suficiente para que Crystal pudiera sostener el peso.― Te diré algo, ¿por
qué no vas y traes unas cervezas mientras yo llevo esto al montón de leña?.

―Eso parece un plan,― dijo Laura. Te espero allí.― Se giró y se dirigió hacia
la casa mientras Crystal seguía las marcas dejadas en la hierba por las otras
carretillas hasta que llegó a donde harían la hoguera. “Se podrá ver la
hoguera desde el espacio” pensó mirando la montaña de madera.

―Estábamos a punto de enviar una expedición en vuestra búsqueda,― dijo


Jenny mientras se aproximaba con una botella de cerveza en la mano.―
¿Dónde está Laura?.
―Fue a la casa a traerme una cerveza y quién sabe qué para ella,― dijo
Crystal.― Ayúdame a descargar esto, ¿quieres?.

Dejando su cerveza en el suelo, la castaña mujer comenzó a ayudar a Crystal


moviendo las ramas desde la carretilla hasta la pila de madera.

―Así que, ¿te vas a quedar esta noche o te llevará Laura a casa?.

―Planea volver a casa más tarde, pero puso la tienda de campaña en el jeep
por si acaso,―dijo Crystal.― Supongo que veremos cómo van las cosas.

―Te ofrecería llevarte, pero planeo no estar en condiciones de conducir


para cuando anochezca,― dijo la terapeuta.― Rara vez vuelvo a casa antes
de la mañana siguiente de cuando vengo a recoger leña a casa de Carmen.

―¿Qué están haciendo?,― preguntó Crystal señalando donde varias mujeres


estaban apiñadas juntas en medio de un prado cubierto de hierba.

―Están intentando poner la red de voleibol,― contestó Jenny quitando las


últimas ramas de la carretilla y volviendo a coger su cerveza.― Todavía
tenemos un par de horas antes de que Carmen encienda su hoguera y veinte
mujeres necesitan hacer algo que las mantenga ocupadas.

Crystal sonrió.

―Estoy segura que Carmen podría encontrar algo para mantenerla ocupada
en las próximas horas si pudiese encontrar una compañera servicial.

―¿Te ofreces voluntaria?

La rubia bufó y sacudió la cabeza.

―No es mi tipo, ya lo sabes,― dijo, sus ojos mirando a Laura trayendo un


par de tazas de plástico llenas de cerveza en sus manos.― Oh sí.―
Encontrándose con su compañera a mitad de camino, Crystal cogió una de las
tazas y dio varios tragos.― Mi héroe,― bromeó.

―Veo que te las has arreglado para encontrar a alguien que te ayude a
vaciar la carretilla,― dijo Laura tomando un sorbo de su cerveza.―
¿Queréis ir a ver a las chicas jugar a voleibol?.

―¿Y tú?.
―Claro,― dijo la escritora mientras Jenny se les acercaba.― Puede que me
una a ellas para jugar un partido o dos.

―Mejor si te quedas mirando,― dijo Jenny― Es brutal cuando se trata de


golpear el balón.

―Suena como si quisiera a alguien en mi equipo,― dijo Crystal mientras se


dirigían a la zona de voleibol, insegura de la extraña mirada que le dio su
terapeuta.

En pocos minutos los equipos estaban hechos, Laura y Crystal en el lado de


Carmen y Jenny se unió al grupo de Alex. El blanco balón voló sobre la red y
el partido comenzó. Si las chicas jugaban duro sobre el campo de baseball,
no era diferente en el de voleibol. Cada punto era difícil de ganar, con
gruñidos y maldiciones y no pocos fueron discutidos y repetidos. Siendo una
novata en el juego, Crystal se encontró en total desventaja cuando tuvieron
que rodar y ella quedó frente a la red. Incapaz de defender contra los
fuertes remates de Alex, permitió dos puntos antes de que rodaran y
cambiaran de posición otra vez, poniendo a Laura a su lado izquierdo.

―No le tengas miedo al balón,― dijo la escritora, balanceando su peso hacia


atrás y saltando sobre sus pies cuando estuvo lista para el próximo saque.―
Estaré aquí mismo si me necesitas.

Crystal asintió con la cabeza, rezando para que la pelota no le volviera a ella
otra vez. Para su consternación el golpe lanzado por Carmen fue a parar
donde Alex estaba. Preparándose para otro lanzamiento, Crystal era
consciente de una presencia moviéndose detrás de ella. Cuando el balón se
aproximó, lo lanzó hacia arriba enviándolo suavemente al aire. Era todo lo
que Laura necesitaba mientras le lanzaba a Alex un autoritario balonazo que
golpeó a la policía en el hombro y luego en la hierba.

―Tuviste suerte,― dijo Alex recuperando el balón y pasándoselo


suavemente a Carmen.

Laura se movió más cerca de su compañera y le susurró en la oreja…

―La próxima ver que el balón caiga cerca de ti, trata de lanzarlo recto hacia
arriba, yo me haré cargo del resto, ¿vale?.― Golpeó suavemente el hombro
de Crystal antes de volver a su posición.

El juego mejoró después del punto. Crystal se dedicó a recoger los balones
que le llegaban y a lanzarlos hacia arriba para que Laura los rematara con
sus devastadores golpes. La estrategia funcionó permitiendo a su equipo
ganar definitivamente el partido. Aunque Crystal no fue capaz de hacer
ningún remate, aún así disfrutó el juego y muy pronto estuvo lista para
participar en un partido de baloncesto en medio del camino, con una canasta
portátil mientras Laura se unía a Carmen y a Jenny para calentar las
parrillas de la barbacoa.

Crystal hizo un amago hacia la izquierda antes de pasar por la derecha y


birlar a una determinada Alex encestando limpiamente.

―Eso fue suerte,― dijo la policía.

―Y una mierda,― protestó Crystal, restregándose la mano sobre su


sudorosa frente.― Entró limpia. Tengo que traer algo.― Los coches estaban
aparcados en la hierba a ambos lados del camino y tan solo le tomó unos
segundos llegar al coche de Laura. Después de mirar inútilmente la parte de
delante y de detrás de los asientos, abrió detrás y echó un vistazo.
Aplastado entre el saco de dormir y la parte de atrás de los asientos,
estaba la bolsa de softball de Laura. Crystal la abrió y sacó la sudadera azul
para la cabeza. Decidiendo que a Laura no le importaría, la cogió y se la puso,
esperando que la protegiera tanto del sudor como del pelo que le caía por la
cara y no la dejaba ver.

―Aw, maldita sea,- bromeó Alex cuando se acercó Crystal.- Nos estábamos
preguntando si te ibas a quitar la camiseta otra vez.

Crystal se rió con las demás, recordando cuando hizo eso en uno de los
partidos de softball.

―Lo siento, no hay nada más debajo de esto que un sujetador.

―Está bien,- dijo la policía mientras coreaba un cacareo con las otras
mujeres.

―De acuerdo, me la quitaré tan pronto como lo hagas tú,― devolvió Crystal
esperando totalmente convencida que la otra mujer se echara atrás. Para su
sorpresa Alex comenzó a sacarse la camiseta de sus pantalones cortos.―
No, no espera. Estaba solo bromeando.

―Tarada,― dijo Alex burlona.

―Zorra,―contestó con una sonrisa mientras todo el mundo se ponía en


posición. El balón se puso en movimiento y Crystal sonrió con regocijo
mientras pasaba por detrás de Alex, cogía el pase, lo lanzaba para que
rebotase en el tableo y encestara. Relajada y cómoda con las amigas de
Laura y, ahora las suyas también, Crystal dio unos pasos atrás mientras
esperaba que Wendy recuperara el balón que había rodado y se había colado
debajo de un coche. Alguien pensó en llevar unas cervezas y ella agradecida
tomó una ofrecida por Alex. El balón fue encontrado y el partido se
reanudó. Para cuando terminaron, con el equipo de Alex ganando por tres
puntos, todo el mundo estaba más que listo para la sabrosa carne y las
cervezas frías esperando por ellas cerca de la barbacoa.

La música sonaba desde los altavoces situados sobre unas de las mesas de
picnic. Había seis mesas, todas hechas con la pieza de un solo tronco sobre
dos tocones de madera y a ambos lados sendos bancos. Además, se entre
mezclaban las sillas de plástico para poder proveer de asiento a todas la
mujeres. Crystal estaba encantada de ver que Laura ya había llenado dos
platos y la reclamaba al final de una de las mesas.

―Huele estupendamente,― dijo cuando se acercó.

―Me imaginé que estarías hambrienta después de todo lo que has corrido,―
dijo Laura atrayendo las sillas que había junto a ellas. Crystal cogió una
costilla y la mordió, esparciendo la salsa por toda su cara.

―Qué desastre.

Laura se rió.

―Espera,― dijo, usando un pañuelo para quitarle la sala.― Vale, ahora no


pareces una niña pequeña.

―¿Es eso todo lo que vas a tomar?, ¿una mazorca de maíz y un poco de
ensalada de patata?.

―Sabes que no como carne roja,― dijo la escritora cogiendo el maíz y


frunciendo el ceño cuando unas gotas de mantequilla cayeron sobre sus
pantalones.― El pollo se está aún cocinando.

―Te lo traeré cuando esté listo,― dijo Crystal, su boca otra vez manchada
de salsa.

―Yo puedo hacerlo.


―No hay problema. Probablemente estaré lista para comer algo más para
cuando esté preparado. Hey, de todas formas, ¿qué tal está esa ensalada de
patata?.

―Aquí, pruébala,― cogiendo un poco con su tenedor, Laura lo aguantó para


que la probara. Crystal dudó por un momento antes de abrir la boca.

―Oh, mira, ahora se dan de comer la una a la otra,― bromeó Alex que
estaba sentada en la misma mesa. Las otras mujeres al oírla se rieron
haciendo que Crystal se pusiera colorada.

―Solo estás celosa,― dijo Laura, pinchando con su tenedor la ensalada de


pasta de Crystal y comiendo un poco.

―Maldita sea, es cierto,― contestó Alex provocando más risas. Alguien


anunció que el pollo estaba listo y Crystal saltó de su asiento.

― Dame tu plato,― dijo― ¿cuántos trozos quieres?.

―Una pechuga es suficiente,― dijo Laura aguantando el plato― y un poco


más de ensalada de pasta y de patata si todavía queda, por favor.

―Claro, no hay problema,― Crystal desapareció en la barbacoa y a los pocos


minutos volvió con el plato de Laura y dos cervezas más.― Pensé que podías
tener sed,― explicó mientras lo dejaba todo sobre la mesa.

―Nunca bebo tanto,― dijo Laura cogiendo la lata de cerveza y bebiendo un


sorbo.― Ya me he tomado tres.

―Yo he tomado unas cuantas más,― admitió Crystal tomando un buen trago
de la suya antes de dirigir su tenedor hacia la ensalada de pasta de Laura.―
Así que, ¿qué haremos cuando terminemos de comer?. Todavía hay
demasiada claridad para encender la hoguera.

―Probablemente jugaremos otro partido de voleibol.

―¿Estás descansada para eso?

―Probablemente no,― dijo agitando la cabeza― ¿Por qué?, ¿lo estás tú?

―No si tú no vas a jugar,― dijo Crystal ignorando un risita de Alex.


Sintiéndose con la necesidad de explicarse añadió― no soy muy buena.
―Te diré qué. Si realmente quieres jugar, yo lo haré también,― dijo Laura
echándole una rápida mirada a Alex antes de que la policía tuviera la
oportunidad de hacer comentarios sobre su conversación privada.

Como se esperaba, una vez estuvieron todas llenas, alguien sugirió un


partido de voleibol. Crystal agitó su cabeza, alegando que quería dejar a su
estómago que se asentara antes de jugar otra vez. Laura llevó sus platos
vacíos a la basura mientras ella terminaba su cerveza. Dándose cuenta de
que algunas de las mujeres se deslizaban dentro de uno de los graneros, la
rubia sonrió, se excusó de la mesa y se unió a ellas, sabiendo muy bien lo que
estaban haciendo.

Cuando Crystal volvió varios minutos después, sus ojos estaban totalmente
entornados. Laura le echó un rápido vistazo y sacudió su cabeza.

―Debía haber sabido que encontrarías a las fumadoras de hierba,― dijo.―


Bueno, ¿estás completamente colocada ahora?.

―No, solo me siento como si flotara,― dijo Crystal.― ¿Te molesta?.

Laura dudó antes de contestar.

―Me importa cuando lo utilizas para esconderte de la realidad, pero si es


solo para relajarte con unas amigas, no, no me molesta.― A pesar de que
nadie prestaba atención, bajó la voz antes de añadir― Me preocupo por ti,
lo sabes. No me gusta verte haciéndote daño.

―Lo se,― dijo Crystal poniendo su mano en el hombro de Laura.― A mí no


me gusta cuando te matas despierta toda la noche escribiendo para luego
borrarlo, así que estamos empatadas. Venga, ¿te sientes con ganas de
patear algunos culos ahora jugando a voleibol?.

―¿Estás segura de que puedes jugar?. Quiero decir, estando colocada y


todo.

―Claro, puede que viendo la bola venir más despacio pueda lanzarla hacia
arriba.― dijo Crystal apretando suavemente el hombro de Laura.

―De todas formas tampoco jugaremos demasiado tiempo,― dijo Laura


mientras se acercaba al área de voleibol.― Está anocheciendo. Carmen no
tardará mucho en encender la hoguera.
La predicción de Laura se hizo realidad cuando en menos de una hora
después la hoguera estaba encendida y cada una reclamaba su sitio
alrededor. Crystal tomó asiento a un lado de la escritora mientras Jenny se
sentó al otro. Alex se dejó caer a la derecha de la rubia, pasando cervezas
de la nevera que había arrastrado hasta allí mientras otras volvían a llenar
sus tazas de plástico con los barriles del porche.

―¿Cuál es esa, la número cinco?,― preguntó Crystal mientras Laura se


llevaba la taza de plástico a sus labios.

―Eso creo,― contestó la escritora.― Me parece que no vamos a ir a ningún


lado esta noche.

―Bueno, trajiste la tienda de campaña por si acaso,― dijo Crystal.― ¿Es


suficientemente grande para las dos?.

―Es una tienda para dos personas y el saco de dormir es de tamaño doble,
así que debería haber suficiente espacio,― dijo Laura.― No serás de las que
se sacude y no para de moverse en toda la noche, ¿verdad?. Porque si es así
dormirás en la hierba.

―Seré buena, lo prometo,― dijo Crystal sacando sus cigarrillos del bolsillo y
encendiendo uno.― Además estaré tan ciega por la cerveza que cerraré los
ojos y ni te enterarás.

―Solo asegúrate de que aguantas hasta ayudarme a montar la tienda,―


advirtió Laura mientras arrugaba la nariz cuando el viento le traía el humo
del tabaco.― Jenny puede dar fe de que esa tienda es un fastidio de
montar.

―Sería más sencillo reclinar los asientos traseros del jeep y dormir allí,―
dijo Jenny cuando oyó mencionar su nombre.― Lleva cerca de una hora
montar todo ese monstruo. No he bebido tanto, si queréis puedo llevaros en
coche a casa,― ofreció.

―¿En esa trampa mortal que conduces?,― preguntó Laura.― Una cosa es ser
sacudido por todas parte en el coche estando sobrio, pero otra muy distinta
cuando se tiene la barriga llena de cerveza.

―Eso es cierto,― dijo Jenny.― La verdad es que no me gustaría que


arruinárais mis asientos vomitando o algo así.
―Eso probablemente sería lo mejor, Doc,― bromeó Crystal. ¿Cuándo vas a
deshacerte de ese trasto y comprarte un coche nuevo?.

―El día en que nuestra Laura pueda pasar por al lado de un desorden sin
pararse a limpiarlo.

―Supongo que eso quiere decir que tendrás esa Cosa hasta que se caiga a
pedazos.

―Hey,― dijo Laura, haciendo lo posible para parecer ofendida― ¿cómo es


que me habéis metido a mí en medio de todo esto?.

―Pues porque estás sentada en medio, por eso,― dijo Crystal dándole un
flojito codazo.

―Así que, Laura,― dijo Alex.― Cuéntanos algo sobre la historia que estás
escribiendo. ¿Es otra de Bobbie la detective?.

Laura terminó de sorber un trago de cerveza antes de asentir con la


cabeza.

―Sí, será la tercera historia de Bobbie.

―¿Vas a dejarla tener una novia finalmente?.

―Eso creo. Por lo menos he dejado que sienta una fuerte atracción. Si eso
se convierte en amor o no todavía no lo he decidido.

―Oh, tienes que hacerlo,- dijo Crystal.― Con mucho romance y pasión.

―Sip, especialmente pasión,― dijo Alex.- Quiero al menos tres buenas


escenas de sexo.

―Escenas de amor,― corrigió Laura.― Y todavía no lo he decidido. Ya


veremos cómo se desarrolla la historia. He oído que estuviste envuelta en
esa persecución a toda velocidad la semana pasada.

―Oh sí,― dijo la policía.― Fue de lo más extraño. Verás, encendí las luces
traseras del coche patrulla para hacer que se detuviera un camión que
transportaba…- Alex continuó con su explicación hasta que alguien tomó el
relevo y continuó hablando de otra cosa.

Crystal no estaba segura de cómo había sucedido, pero en algún momento de


la tarde se había movido un poco más cerca de Laura y ahora sus rodillas se
tocaban. Se debatía entre moverse o no, pero decidió seguir apoyada
intentando no pensar en el contacto. En lugar de ello se concentró en la
conversación de alrededor. Laura estaba hablando con Jenny, permitiendo a
Crystal tener la oportunidad de estudiarl los perfiles de sus amigas a la luz
del fuego. Se reflejaba una luz naranja sobre la cara de Laura haciéndola
parecer más resplandeciente. Crystal le dio un trago a su cerveza y miró a
su alrededor observando que Carmen había encontrado aparentemente
compañía para la noche, si la forma en que se besaban las mujeres era una
indicación de ello. Crystal se dio cuenta que, aparentemente, la nueva
conquista de Carmen era Wendy, quien, por el momento, estaba intentando
saber hasta donde podía llegar su lengua en la garganta de la presentadora.
Incapaz de apartar sus ojos del espectáculo, Crystal miró a las dos mujeres
continuar con el intenso beso. “¿Cómo diablos pueden respirar?”. De
repente, una imagen de ella siendo besada con la misma pasión y deseo como
la que estaba viendo unos pies más allá, le vino a la cabeza. Pero lo que más
le sorprendió fue la cara de su imaginaria compañera.

Como si pudiera sentir los pensamientos de Crystal, Laura se giró y la miró,


ofreciéndole a la rubia una agradable sonrisa.

―¿Estás bien?.

―¿Hummm?, oh, sí,― dijo, sabiendo que todo el calor que sentía en la cara
no era por la hoguera,― supongo que me quedé pensando en mis cosas
durante unos minutos.

―Parece que Wendy no va a dormir en una tienda sola ésta noche,― dijo
Laura señalando con su barbilla en dirección a donde estaban besándose las
mujeres.

―Si es que van adentro,― contestó Crystal, acercándose por detrás de


Alex a la nevera y cogiendo otra cerveza.― Realmente no necesitan la
hoguera para entrar en calor.

―Ya veo,― dijo Laura depositando su mano sobre la rodilla de Crystal.― ¿Te
molesta?,― le preguntó en voz baja para que nadie la escuchara.

Sacudiendo su cabeza, Crystal intentó quitarse de la cabeza la imagen de


ella siendo besada apasionadamente por la mujer que tenía al lado.

―No. Ya he visto a tus amigas besarse antes. Lo hacen todo el tiempo en el


campo de juego. “Por supuesto, nunca había pensado en ser besada por ti
antes”, pensó ofreciéndole una pequeña sonrisa antes de volver a mirar el
fuego. “Debe de ser porque estoy con ella casi todo el tiempo. Pensé en
Laura besándome porque es mi amiga y le tengo mucho afecto, eso es todo” .
Y aunque pensara eso, Crystal se encontró a sí misma mirando la mano que
descansaba sobre su rodilla tan familiarmente y luchando por la urgencia de
cubrirla con la suya para mantenerla ahí.

****************

La zona de voleibol les sirvió a la docena de mujeres más o menos, para


plantar sus tiendas de campaña. Desgraciadamente estaban tan lejos del
fuego, que ver lo que estaban haciendo era un problema y Crystal tuvo que
aguantar una linterna mientras Laura se peleaba con la maldita tienda. Las
otras tuvieron el mismo problema, así que cuando Laura terminó de montar
la tienda, Crystal fue a ayudar con la linterna a las demás chicas hasta que
las montaran todas. Al final había siete tiendas formando un círculo. Ayudó
a Laura a desplegar el saco de dormir sobre el suelo de la tienda antes de ir
a la casa para utilizar el baño. Le llevó más tiempo del que pensaba ya que al
parecer todas habían tenido la misma idea. Por supuesto, toda aquella
cantidad de cerveza que habían consumido, garantizaba que el baño de
Carmen estaría ocupado la mayor parte de la noche si, en lugar de eso, las
mujeres de las tiendas no decidían visitar los arbustos.

Después de quitarse las zapatillas, Crystal se arrastró dentro de la tienda.


Estaba oscuro, pero Crystal podía ver por dónde moverse, localizando la
cremallera y abriendo el saco de dormir. Rápidamente se quitó sus vaqueros
y metió las manos bajo su camiseta para quitarse el sujetador y hacer con
este y los vaqueros, una bola a modo de almohada. Se debatió entre
quedarse sin nada arriba, pero decidió que no, no sintiéndose tan cómoda
como en casa, por no mencionar que estaba compartiendo el saco de dormir
con Laura.

Frotándose las manos contra los desnudos muslos, Crystal se preguntó si


podría volverse a colocar sus vaqueros, pero el sonido de la puerta siendo
abierta por la cremallera finalizó sus pensamientos.

―¿Laura?.

―Sí, ¿en qué lado estás?.

―El derecho….a menos que lo quieras tú.


―No, el lado izquierdo está bien para mí. Probablemente sea mejor que te
quedes en el lado de la cremallera en caso de que necesites levantarte para
ir al baño. Tú has bebido más que yo.

―Síp, estoy segura de que tendré que salir al menos una vez durante la
noche.― Crystal sintió cómo el saco de dormir se abría y acurrucó los pies
hasta que Laura se arrastrara hacia dentro del caliente y cómodo saco de
franela y le volviera a cubrir su cuerpo.

―¿Tienes suficiente espacio?,― preguntó Laura.

Crystal, que estaba pegada tan al canto del saco de dormir que podía sentir
el frío de la cremallera, asintió con la cabeza antes de acordarse de que no
la podía ver en la oscuridad.

―Síp. ¿Y tú?.

―Más que suficiente. Puedes acercarte si quieres, hay espacio.

―No quiero aplastarte,― dijo Crystal.

―No lo harás, y si lo hicieras no sería un problema,― Laura dio un largo


bostezo.―Vamos, colócate bien y así estarás más cómoda y podremos
dormir las dos.

Reticente, Crystal se separó de la cremallera, asumiendo una posición fetal


sin mirar a Laura, pero muy consciente del calor que despedía el cuerpo que
se encontraba a unas pulgadas de ella. Era una sensación extraña, no
habiendo dormido con nadie desde que era una niña pero al mismo tiempo
sentía la sensación de seguridad teniendo a Laura cerca de ella, ya que no
había cerrojo para cerrar la puerta de la tienda. No era que Crystal no se
fiara de las mujeres instaladas en sus propias tiendas, pero el miedo
inculcado estaba todavía allí.

―¿Mejor?,― preguntó Laura en voz baja.

―Sí. ¿Estás segura de que no te estoy agobiando?.

―No, para nada. Todavía hay más espacio si lo necesitas.

―No, estoy bien,― dijo Crystal ajustando su improvisada almohada.―


Buenas noches Laura.
―Buenas noches, cariño,― contestó la escritora acercándose en la
oscuridad para apretar el hombro de Crystal.

Su intento por dormir fue interrumpido muy pronto cuando un claro gemido
surcó el aire seguido por las risitas de las otras tiendas.

―Suena como si alguien lo estuviera pasando bien,― dijo Crystal sonriendo


en la oscuridad.

―Mmmm,― contestó la adormilada Laura.― Espero que se estén quietas.

―Pues no lo creo,― dijo Crystal después de un gemido más fuerte que cortó
la noche.― ¿Quién crees que es?.

―No lo sé. No estaba prestando atención a quién estaba en las tiendas de


alrededor nuestra.― Esta vez la mujer hizo algo mezclado entre grito y
sollozo, y otra voz susurró…

―Parece Alex.

―¿Tú crees?,― Crystal rodó hasta que quedó frente a Laura, entonces se
alzó sobre un codo. Escuchó otra vez.― Puede. Suena demasiado profundo
para ser ella.

―Oh, Alex, siiii

―Me parece que tienes razón,― dijo.― ¿Con quién crees que está?. No la he
visto con nadie esta noche.

―Probablemente con Donna. He oído que es algo….vocal cuando está así,―


dijo Laura.

―Hey Duncan,- una voz desde otra tienda gritó,― bajad la voz. Algunas de
nosotras queremos dormir.

―Sí, no quiero tener que hacer algo con mis propias manos aquí,― gritó
alguien provocando más risitas desde las otras tiendas.

―Yo creía que hacías algo con tus propias manos cada noche,― esta vez
reconocieron la voz de Jenny.

―Jódete tú y al caballo que montas, Foster,― respondió la voz de forma


juguetona.
―¿Es eso una oferta o un insulto?.

―Como quieras tomártelo, Jenny. Mi tienda es suficientemente grande.

―No vamos a poder dormir.,- se quejó Laura.

―Bueno, por lo menos alguien se está divirtiendo,― dijo Crystal volviendo a


acostarse.

―Solo deseo que lo hagan en silencio.

―O plantar su tienda más lejos.

―Creo que podrían estar acampadas al otro lado de la casa y aún así
podríamos escucharlas,― dijo Laura antes de dar otro gran bostezo.―
Debería haber traído tapones para los oídos.

―Bueno, tienen que dejarlo en algún momento ¿no?.

La escritora se rió.

―Cariño estás hablando de lesbianas. Son como el anuncio del conejito: y


duran, y duran, y duran…

―Oh, maravilloso,― dijo Crystal sarcásticamente golpeando su


“almohada”.― Supongo que debería estar agradecida de que no tengas novia
o no conseguiría dormir en casa.

Laura rió.

―De hecho soy bastante silenciosa,― de detuvo cuando otra serie de


gemidos surcó el aire.― Definitivamente, Donna.

Crystal sacudió su cabeza y cerró los ojos, intentando con todas sus fuerza
no pensar en las imágenes que los sonidos traían a su mente.

***********

Crystal se despertó inmediatamente por el contacto. Le tomó unos segundos


recordar dónde estaba y quién dormía junto a ella en la oscuridad, o mejor
dicho, quién dormía contra ella. El brazo de Laura la envolvía
protectóramente el estómago. Había sido ese contacto el que la había
despertado. Era medianoche, los únicos sonidos que se oían eran los
ronquidos de las tiendas de alrededor y el ocasional crepitar de la hoguera.
Dándose cuenta de que Laura sonaba dormida, Crystal se debatía en quitar
el cálido brazo que se apretaba contra ella, sin querer despertar a su
compañera de piso. Permaneció así acostada durante varios minutos,
escuchando la profunda respiración al lado de ella, lo suficientemente cerca
como para sentir el cálido aliento sobre su nuca. Cuando sintió la comodidad
de los ocasionales abrazos de Laura, se encontró a sí misma sintiendo la
misma comodidad en un inconsciente abrazo. Relajada siendo sostenida, se
volvió a quedar durmiendo.

Laura parpadeó y miró a su alrededor, el sol de la mañana iluminando el


interior de la amarilla tienda. Para su sorpresa se encontró enroscada
alrededor de Crystal. “Debía habérmelo imaginado”, pensó “siempre me
enrosco”. Pero se sentía demasiado bien como para apartarse. Inhaló el
aroma del champú de Crystal y tuvo que aguantarse las ganas de tocar el
suave pelo rubio. “¿A quién estoy engañando?”alzándose un poco para mirar
la durmiente silueta, Laura se admitió a sí misma que deliberadamente había
obviado el impulso de enroscarse con Crystal por ésta razón. Era demasiado
agradable sostener a la joven mujer entre sus brazos, sentir la suave
calidez contra ella. Laura se quedó acostada así durante varios minutos,
únicamente disfrutando la sensación. Cuando escuchó los ruidos de las otras
despertándose en las tiendas de alrededor, reticentemente se movió hacia
su lado del saco de dormir. Por mucho que le agradase el abrazo, sabía que
debía volver a su sitio para cuando Crystal despertase. “Probablemente
pensaría que intentaba aprovecharme de ella”. Hubo un pequeño movimiento
en la tienda.

―Laura, ¿estás despierta?.

―Buenos días Jen,― dijo en voz baja.― Crystal está todavía durmiendo.

―Carmen tiene café preparado.

―Muy bien, saldré en un minuto.― Ahora tenía que enfrentarse con el


problema de salir del saco de dormir sin despertar a Crystal, quien estaba
en el lado de la cremallera. Laura intentó alcanzarla.

―¿Hmmm?.

―Shh, soy yo,― dijo moviendo su cuerpo fuera del saco de dormir.― Vuelve
a dormirte, es pronto.

―¿Qué hora es?,― murmuró Crystal rodando sobre su espalda y entornando


los ojos.
―Probablemente alrededor de las siete,― encontró su reloj dentro de la
zapatilla.― Son las siete y veinte. Voy adentro a por una taza de café.
¿Quieres que te traiga una?.

―No, yo me levantaré. Además, tengo que usar el baño.― Crystal se sentó


mostrándole a Laura algo que no sabía la noche pasada cuando los desnudos
muslos fueron revelados. Fue solo entonces cuando la escritora se dio
cuenta de que los pantalones los había utilizado como almohada.

“Oh, gracias Dios, que no sabía nada de esto anoche”,- pensó Laura dándose
cuenta también de los dos puntos gemelos que presionaban contra la
camiseta de Crystal.

―Saldré y así podrás vestirte,― dijo, arrastrándose por la tienda y


levantando la cremallera.

―Estaré allí en unos minutos.― Escuchó cuando puso un pie en la húmeda


hierba y parpadeó con la luz brillante del sol.

―Vale.― Laura se puso sus deportivos y se dirigió hacia la casa.

Carmen, Wendy, Jenny y otras, estaban en la cocina cuando Laura llegó.

―Buenos días,― dijo, cogiendo dos tazas vacías de la alacena y caminando


hacia la jarra de café. Acababa de llenar las dos tazas cuando Crystal entró,
su pelo revuelto de dormir.

―Oh, gracias,― dijo Crystal mientras cogía la taza con la mano.

―Pensé que podríamos parar a desayunar de camino a casa,― dijo


apoyándose en la encimera e ignorando la caja de donuts. Hay un bonito y
limpio bistro tan solo a unos minutos de aquí.

―Suena bien,― dijo la rubia dejando su café y dirigiéndose hacia el baño


cuando Alex salía de él.

―Hay donuts ahí,― dijo Jenny.

―No me apetece nada dulce,― dijo.― Además, huevos benedictine suena


genial ahora mismo.

―¿Qué es esto?,― dijo Carmen.― ¿Os marcháis tan temprano?. Pensé que
todo el mundo se quedaría un poco más.
―Tengo cosas que hacer hoy,― dijo Laura disculpándose, totalmente segura
de que se le notaba la mentira en la cara. A no ser que escribiera, no había
nada más que pudiera hacer hoy.― Además, Crystal nunca ha desayunado en
Ruby´s. Y estoy segura de que le encantará.

―Oh, sí, solas las dos para disfrutar la una de la otra,― bromeó Alex

―Compórtate,― dijo Laura. Ansiamos un buen desayuno después de haber


sido mantenidas despiertas por ti y por Donna media noche.

―Hey, no es culpa mía que tú no hicieras nada anoche,― dijo la policía con
una sonrisa satisfecha mientras se volvía a llenar la taza de café e
intercambiaba una sonrisa con Donna.― Así que, ¿cómo va el libro?.

―El final está a la vista, pero estoy intentando finalizar las últimas
cincuenta páginas,― dijo Laura.― Sabes lo difícil que es para mí entrelazar
las cosas.

―Sí, por eso es por lo que tus tres libros tienen más de cien páginas,― dijo
Carmen.― Oh, pero esas escenas de amor son suficientes para hacerme
sentar sobre un bloque de hielo. Tendrás al menos una , ¿no?.

―¿No las tengo siempre?,- contestó Laura, llevándose la taza a los labios y
saboreando el fuerte líquido.― Es una forma de mantener a los personajes
juntos.― Se dio cuenta de que Crystal salía del baño y se preguntó a sí
misma por qué la vida no era tan fácil como las historias de ficción. ¿Por qué
se encontraba lamentándose por lo que no podía tener y al mismo tiempo
verse incapaz de darse la vuelta o detener su corazón de sentirse cada vez
más atraída por la preciosa mujer que compartía su casa?.― Tengo que
desmontar la tienda. Volveré en unos minutos.― Dejando su taza sobre la
encimera, Laura apretó el brazo de Jenny cuando pasó por delante de ella y
salió al aire libre de la mañana.

Estaba a punto de plegar el nailon de la tienda cuando Crystal se acercó.

―¿Quieres un poco de ayuda?.

―No,- dijo.- Casi he terminado.

Crystal se arrodilló en el suelo y puso su mano sobre la bolsa de la tienda,


previniendo el intento de Laura de quitarla de ahí.
―Hey,― la palabra pronunciada tan suavemente hizo que unos ojos azules se
alzaran consternados.― ¿Estás bien?.

Tomando una profunda inhalación asintió con la cabeza.

―Estoy bien. Tan solo estaré cansada o algo así.

―¿Estás segura?. Parece que algo te incomoda.

Laura se preguntó cuándo Crystal había aprendido a leerla tan bien, y


esperaba que su cara no revelara su secreto.

―Estoy bien, de verdad. Te diré qué, ¿por qué no llevas el saco de dormir al
jeep?, yo estaré allí en unos minutos y luego podemos ir a desayunar.

―Si no te apetece podemos solamente ir directamente a casa y tomar algo


allí,― ofreció Crystal.

―No. Realmente creo que te encantará Ruby´s y no tomamos éste camino


tan a menudo.― Un pensamiento cruzó por su cabeza.― A menos que no
quieras ir.

―Oh, quiero ir. Si es un sitio donde sirven comida real y a ti te gusta,


entonces quiero ir. Porque sirven comida real ¿no?. No esos brotes de soja y
hierba que te gusta y con lo que pretendes convertirte en un conejo.

―Comida real, lo prometo,― dijo con una sonrisa.― Estoy segura que puedes
pedir un plato extra de grasa si lo deseas.

―Graciosa. Vamos, estoy hambrienta y ya le he dicho adios a todo el


mundo.― Crystal le cogió la tienda y la metió el la bolsa de nailon
estropeando todo el trabajo que Laura había gastado plegándola. Sopesando
la urgencia de volver a sacarla y plegarla correctamente, se quedó de pie y
siguió a Crystal hasta el coche, agradecida de librarse de los ojos de sus
amigas. Laura entendió por qué sus amigas se metían tanto con ella sobre
Crystal, porque si la forzaban a admitirlo, sus comentarios jocosos e
indirectas la hubieran llevado a casa. Qué duro había sido la pasada noche
estar acostada allí y tratar de dormir con Crystal a su lado, especialmente
con los sonidos vocales viniendo de la tienda de Alex. Laura estaba
agradecida de que hubiera sido solo una noche y no toda una semana. Dos
noches iguales y no estaba segura de que hubiera podido resistir la
tentación.
**********

Crystal bufó y rodó sobre su espalda buscando la lámpara en la oscuridad.


“Esto es ridículo”. Se había ido hacía dos horas a la cama y todavía no le
había vencido el sueño. Sentándose, tomó el libro de redacción y un
bolígrafo y comenzó a escribir.

“Son casi las dos y no puedo dormir. ¿Por qué?. ¿Por qué me siento así?. Lo
que estoy sintiendo es real o es solo mi imaginación haciendo que ésta
relación sea algo más que una amistad?. Me abraza mucho, pero nunca se me
adelanta, así que ¿por qué sigo sintiéndome así?. Nunca he besado a una
mujer, pero a veces es tan duro cuando me sostiene tan cerca de ella.
Quiero hacerlo. ¿Me devolvería el beso?. Lo dudo. Probablemente se
sentaría y me diría en ese tono suyo por qué ella nunca estaría interesada
en una basura del parque como yo. Soy solo una amiga, una compañera de
piso. Le importo, eso lo sé, pero ¿podría haber incluso más?. ¿Y si decide
volver a vivir sola otra vez?. ¿Y si encuentra a otra amante?.

Tengo frío. La calefacción está encendida, puedo oírla, pero lo que quiero
que me mantenga caliente está al otro lado del hall. Quiero que me sostenga
como lo hizo la pasada noche. Me pregunto si se dio cuenta de lo que hizo.
Me sentía tan bien entre sus brazos, como cuando estoy triste y me
sostiene. Ojalá supiera todas las respuestas. Nunca había pensado en estar
con una mujer antes, y no creo que pudiera a menos que fuera Laura. No
quiero solo una mujer, la quiero a ella.

¿Por qué no puede mi vida ser como la de sus libros donde la heroína se
queda con la chica al final y corren hacia la puesta de sol?.

¿Por qué no puedo ser la chica para ella?”.

***********

―No pensé que lo leerías cuando lo escribí,― dijo Crystal con aire sombrío
mientras picoteaba ausentemente con las manos los cojines del suelo.

―Lo creo,― dijo Jenny cerrando el libro de notas y sentándose con ella en
el suelo.― Necesitamos hablar de esto.

―No hay nada de lo que hablar,― dijo encogiéndose.― Ella no está


interesada en mí de esa manera.
―Eso no hace que tus sentimientos sean menos reales,― dijo Jenny.― ¿Has
estado enamorada antes?.

―¿Con la gente de la que me solía rodear, Doc?,― Crystal negó con la


cabeza.― Me fui con algunos chicos a la cama aquí y allí, pero nunca he
tenido una verdadera relación romántica.

―¿Has pensado en la posibilidad de que esto no sea más que una reacción
por pasar mucho tiempo con Laura?. Por lo que me has contado, no le has
permitido a nadie que se acerque a ti desde tu hermana.

―¿Así es que piensas que porque Laura es mi amiga y una lesbiana, estoy
pensando que a lo mejor yo también lo soy?.

―Tú eres la que escribió que nunca había estado interesada en ninguna
chica,― dijo la terapeuta.― Y lo que yo crea no importa. ¿Cómo te sientes?.

Crystal bufó.

―Tu misma lo has leído, Doc,― hizo una pausa― ¿crees que estoy
confundiendo amistad con amor?.

―Creo que esa es una pregusta que tienes que contestarte tú misma,― dijo
Jenny suavemente.― Sobre lo que a una relación romántica se refiere, no
creo que estés preparada en estos momentos. Estás comenzando a lidiar con
los abusos de tu padre. Añadir un romance novato a ello es como ganar un
boleto para un desastre emocional.

―En otras palabras, estoy demasiado jodida para ser la novia de nadie,―
dijo en un tono auto despreciante.

―En otras palabras, necesitas tiempo para quererte a ti misma primero


antes de aprender a amar a alguien más, quienquiera que sea,― corrigió
Jenny.― Todavía utilizas el alcohol y las drogas para nublar tus
sentimientos, no importa los progresos que hayas hecho aquí. Y los has
hecho. No importa lo duro que sean a veces los sentimientos, sabes que te
sientes mejor cuando le plantas cara al dolor y pasas por encima de él.―
Miró su reloj.― Desgraciadamente estás fuera de tiempo hoy.

―No voy a decirle nada de esto a Laura,― le advirtió Crystal.― No necesito


estar buscando otro sitio en el que vivir además de todo esto.
―¿Realmente piensas que si le contaras cómo te sientes te echaría?,―
preguntó Jenny.― Yo no.

―No, probablemente me dejaría quedarme,― admitió― pero no podría


hacerlo.― Le ofreció a la terapeuta una tímida sonrisa.― Sabes lo buena que
soy desapareciendo.

―El único problema es que no puedes esconderte de ti misma,― dijo Jenny


plantándose sobre sus pies. Crystal cogió su libreta y se levantó también.

―No es sobre Laura sobre quien tienes que preocuparte, Crystal. Es sobre
ti misma. Mi consejo es que sigas escribiendo a cerca de cómo te sientes y,
por encima de todo, sé honesta contigo misma.― Sostuvo sus brazos en el
aire.― Te veo la semana que viene.

―Estaré aquí,- dijo Crystal mientras aceptaba el obligado abrazo.- Y, ¿Doc?.

―¿Sí?.

―No me has servido en absoluto de ayuda con esto ¿sabes?. Estoy más
confusa sobre lo que siento por ella ahora que antes de venir aquí.

Jenny sonrió.

―Ya lo sé. Es mi trabajo.

Crystal salió a la oficina de recepción. Esperando que la secretaria


terminara con una llamada telefónica, pudo escuchar su próxima cita. En la
pared, cerca de la puerta, había un tablón lleno de panfletos. Mirándolos
ausente mientras pasaba el tiempo, los ojos de Crystal se fijaron en un
folleto azul con las palabras ¿necesitas ayuda?. Cogiendo uno del tablón, lo
abrió y se encontró que eran los horarios de las reuniones de Alcoholicos
Anónimos.

―¿Señorita Sheridan?. ¿El próximo martes a las cinco y media?.

―¿Qué?, oh sí, está bien, dijo guardándose el folleto en el bolsillo y


cogiendo la tarjeta que le ofrecía la mujer de mediana edad.― Le veo la
próxima semana.

Minutos más tarde, sentada en su coche y esperando a que éste se


calentara, Crystal se encontró mirando el folleto. Una reunión para mujeres
comenzaba en tan solo una hora en una vieja iglesia en un complejo de casas
de la ciudad. Revisando el contenido, encontró que era una reunión abierta,
lo cual quería decir que cualquiera podía asistir tanto si se consideraba un
alcohólico como no. “Puedo ir solo a ver cómo es”, pensó para sí misma, “no
es como si tuviera que dejar de beber o admitir que soy alcohólica o algo
así”.

La zona de aparcamiento estaba llena de coches, algunos viejos cacharros


oxidados como el suyo y otros como si solo hubieran pisado el suelo de
exposiciones. Sentada en su coche, Crystal miraba mientras las mujeres
sonreían y charlaban las unas con las otras antes de dirigirse al interior.
“¿Qué diablos estoy haciendo yo aquí?”. Ciertamente estaba cometiendo un
error, Crystal bajó del coche y fue adentro.

***************

―Ahí estás,― dijo Laura cuando Crystal volvió tarde a casa.― Estaba
empezando a preocuparme.― Secándose las manos en el trapo de secar los
platos, la escritora caminó hacia ella.― ¿Ha ido todo bien en tu sesión con
Jenny?.

―Síp,― dijo sin querer entrar en detalles.― Solo tenía que parar y hacer
algo de camino a casa. ¿Qué hay para cenar?.

―Pensé que pollo salteado con verduras y arroz estaría bien. Los playoffs
son ésta noche. ¿Te apetece ver a los Mets contra los Braves?.

―Suena bien,― dijo.― Justamente iba a trabajar un poco esta noche con el
GED de todas formas. Puedo estudiar y ver el partido al mismo tiempo.

―Oh,- Laura se dirigió hacia las escaleras.― Casi lo olvido. Te he hecho un


montón de tarjetas para ayudarte a recordar esas fórmulas con las que
estás teniendo problemas. Ahora mismo vuelvo. Las verduras salteadas son
para mí.

―Todavía no entiendo para qué nadie necesita saber geometría y álgebra en


el mundo real,― dijo Crystal mientras entraba en la cocina. Removió la
comida con una cuchara de madera unos minutos antes de abrir la nevera y
automáticamente buscar una cerveza. Con la puerta abierta y la fría lata de
aluminio en la mano, se detuvo. “Día a día. Hacen que suene tan fácil”. Con
una mirada resignada, dejó la cerveza en su sitio y cogió en su lugar una
soda light.

Laura volvió con el montón de cartas cortadas de un cuaderno manila.


―Puse el resultado a un lado y la fórmula al otro, así puedes estudiar
ambos,- dijo poniendo las cartas sobre la encimera. Podemos repasarlas
entre los lanzamientos.

―¿Vamos a comer aquí o ahí afuera esta noche?,― preguntó Crystal


mientras habría la alacena y cogía dos platos.

―Donde prefieras. El prepartido comenzará en cinco minutos.

―El salón está bien,― dijo recogiendo las servilletas y los cubiertos.― Creo
que me apetece quitarme las botas y relajarme esta noche.

―¿Un día largo?.

―Demasiado largo,― Crystal sonrió por el confortable apretón sobre su


hombro.― Ya sabes cómo estoy después de una sesión con Jenny.

―Sabía que algo te estaba molestando,― dijo Laura gentilmente. ¿Quieres


hablar sobre ello?.

Crystal miró hacia la lata que había sobre la encimera.

―Todavía no,― dijo suavemente.― Déjame ver cómo van las cosas primero.

Cuanto más intentaba Crystal no pensar en beber, más fuerte era la


urgencia por tener una bebida. Los viajes a la cómoda a por sus cigarrillos
eran más frecuentes y silenciosamente maldijo la hora en que ayer había
decidido dejar de fumar hierba. Los Mets estaban perdiendo, lo cual se
añadía a su agravamiento. Cuando el mejor bateador lanzó la bola claramente
fuera de la zona de strike, siendo eliminado y acabando las carreras por las
bases, ella ya había tenido suficiente.

―Voy fuera a fumar,- anunció.

―No hace ni siquiera quince minutos que has salido,― dijo Laura señalando
con el dedo hacia fuera.― ¿Por qué estás tan nerviosa?. Solo pierden por
dos. Pueden recuperarse.

―No es eso,― dijo Crytal desde la puerta entre el salón y la cocina.― Solo
tengo un montón de cosas en mi cabeza. Necesito algo de aire.― Abrió la
puerta corrediza y salió fuera, sacando enfadada el arrugado paquete de
cigarrillos y encendiendo uno. “Esto no debería ser tan endemoniadamente
difícil. No puedo estar tan enganchada a la bebida como aquel viejo lo
estaba. No puedo”. Mirando hacia las siluetas de los árboles, no vió a Laura
venir por detrás, solo el suave tacto de sus manos sobre sus hombros.

―Cuéntame lo que te sucede,― pidió la escritora.

Crystal se agarró a la barandilla de metal con fuerza, estrujando el


cigarrillo en el proceso.

―Odio sentirme tan….inútil.

―¿Inútil sobre qué?.

―Las cosas que no deberían tener control sobre mí,― dijo crípticamente,
sacudiendo su cabeza.― Tengo que ser suficientemente fuerte para luchar
contra esto y temo que no pueda hacerlo.

―¿Tiene esto algo que ver con que no has tomado ninguna cerveza esta
noche?,― preguntó Laura.

―No pensaba que prestabas tanta atención en lo que yo bebía o dejaba de


beber,― dijo Crystal girándose para encarar a su compañera de piso.

―No es normal que no tomes una cerveza cenando. Que pases tres horas sin
ninguna cuando hay un paquete entero de seis latas en la nevera, es
extrañísimo.― Laura le sonrió y le apretó el brazo. ¿Vas a dejar de beber?.

Crystal se volvió otra vez.

―No lo sé.

Unos brazos gentiles la rodearon por detrás y Laura apoyó su barbilla sobre
el hombro izquierdo.

―¿Sabes cual es tu problema?. No te das suficiente crédito a ti misma.

―¿Crédito por qué?,― preguntó.― ¿Por cargarme mi vida completamente?.


Laura, tengo veinticinco años, y voy a acabar siendo una alcohólica como mis
padres.

El agradable grito de un mochuelo cortó el aire de la noche haciendo que


Crytal perdiera también sus pensamientos.

―Estás equivocada,― dijo Laura después de un minuto en silencio.


―¿Sobre qué?,― preguntó sin girarse.

―Sobre acabar como tus padres,― Laura aflojó el gentil abrazo, dejando su
mano derecha apoyada contra la pequeña espalda de Crystal.― No lo harás.

―¿Y cómo lo sabes?.

Laura se apoyó contra la barandilla metálica también, sus codos rozándose el


uno contra el otro.

―Porque tú tienes la voluntad de cambiar. Ellos no. Admitiste que tenías un


problema con lo que pasó cuando eras niña y buscaste ayuda para ello. Te
diste cuenta de que tenías un problema con el alcohol y estás haciendo un
esfuerzo para cambiar eso también.

Crystal bufó.

―No vayas elogiándome ni nada de eso. No es como si hubiera echo algo


emocionante. Fui a una reunión e intenté no beber por una tarde. No puedo
creer lo duro que es esto,―dijo suavemente.

―¿Sabes por qué estoy tan segura de que tú no vas a acabar como tus
padres?,― preguntó Laura cariñosamente.

―¿Por qué?

―Porque me tienes a mí y yo no voy a darme por vencida contigo,― dijo


Laura firmemente.― Ahora, ¿vas a seguir torturando a tus pulmones un poco
más o podemos volver ahí adentro y ver si los Mets pueden meterse en el
partido otra vez?.

********

―Lo siento, llego tarde,― dijo mientras se dejaba caer en el suelo sobre los
cojines, no muy cómoda con el escrutinio que Jenny le estaba haciendo.―
¿Qué?.

―¿No hay libreta ésta semana?,― preguntó la terapeuta dejándose caer a


su vez sobre los cojines de enfrente.

―La olvidé ésta mañana. He estado llegando tarde a todas partes.― Crystal
se restregó sus sucias manos en su igualmente sucio pantalón.― Ha sido un
infierno de semana.
―¿Cómo es eso?.

―Hoy es la primera noche que no he tenido que trabajar hasta por lo menos
las seis, y para la hora que llegué a casa era tan tarde que Laura ya había
comido por no mencionar que el examen del GED es este sábado. Si me lo
pierdo, tendré que esperar dos meses más.

―¿Crees que estás preparada para el examen?,― preguntó Jenny.

―Con algunas partes sí.― La rubia se encogió de hombros.― Pero las


matemáticas todavía me traen de cabeza. Laura ha estado ayudándome con
la fórmulas, pero maldita sea, hay tantas que no puedo retenerlas ordenadas
en mi cabeza. Solo sé que voy a comenzar y se me va a olvidar todo.

―Prueba esto. Tómate éste examen como si solo fuera una práctica. No
importa si apruebas o suspendes. Si apruebas, estupendo. Si no, puedes
tomarlo como parte de tu estudio y volver a intentarlo dentro de dos meses.

―La verdad es que si suspendes tienes que esperar seis meses,― dijo
Crystal.― Y no quiero perder el tiempo. Hemos estado trabajando
demasiado duro.― Si Jenny se había dado cuenta de que usaba el “hemos”,
no dijo nada al respecto.― Realmente quiero poder enseñarle a Laura el
diploma.

―Deberías estar haciendo esto por ti, no por alguien más,― dijo la
terapeuta.― Es tu GED.

―Pero ni siquiera hubiera intentado sacármelo si no hubiera sido por toda la


ayuda que Laura me ha prestado. Ella es la que hizo posible que entendiera
la maldita álgebra y no habría podido analizar una frase sin ella.― Crystal
agitó su cabeza.― No habría podido soportar la última semana sin ella. De
ningún modo.

―¿Qué es lo que era tan difícil la semana pasada?,― preguntó Jenny.

―Yo… yo no he bebido nada en tres días. Los ojos de Crystal cayeron al


suelo.― Aguanté dos días primero pero….no sé. Fue demasiado duro.

―¿Quieres decir que estuviste seca dos días, entonces bebiste, y ahora no
has bebido durante tres días?,― peguntó la otra mujer para aclararlo.

―Sip,― miró hacia arriba a Jenny.― No recuerdo cuándo fue la última vez
que pasé tres días sin beber.
―¿Qué hay de la marihuana?.

―No me tientes,― dijo Crystal secamente.― Todavía fumo cigarrillos y ni si


quiera pienses en apartarlos de mí.

―No tiene sentido que te animes por fracasar intentando marcar tus goles
en una liga superior.

―No dije que también había dejado la marihuna, Doc,― se quejó Crystal.―
Solo he estado demasiado ocupada para hacer una llamada, eso es todo.
Además, tampoco he tenido tiempo para fumar desde que Laura y yo
estamos despiertas la mitad de la noche preparándome para el maldito
examen.

―Lo que sea mientras te mantenga ocupada todo el día,― dijo la terapeuta
con toda su seriedad.― ¿Has ido a alguna reunión?.

Crytal asintió con la cabeza.

―Hay diferentes reuniones para mujeres todos los días a las seis. He
llagado tarde por el trabajo, pero he ido allí la mitad del tiempo. Hay una los
Sábados también, pero estábamos demasiado ocupadas así que no he fui.―
Cruzando sus brazos miró a Jenny desafiante.― Sé que dicen que hay que ir
todos los días y que los hay que no hacen otra cosa que ir de reunión en
reunión, pero si estoy haciendo algo con Laura no voy a tirarlo todo porque
haya una reunión.― Frunció el ceño por la creciente sonrisita de Jenny.―
¿Qué?.

―Nunca dije que tuvieras que ir todos los días,― contestó la terapeuta.―
Me sorprende que vayas tan a menudo como lo haces. Encantada, pero
sorprendida. Si te sientes cómoda saltándote una sesión aquí o una reunión
allá, porque estás haciendo algo saludable, hazlo. Solo no dejes que se
convierta en una excusa para no ir en absoluto, o te encontrarás a ti misma
mirando una botella vacía tan pronto como puedas decir recaída.― Jenny
empujó sus rodillas hacia arriba, contra su pecho y envolvió sus piernas con
los brazos.― ¿Cómo te sientes físicamente?.

―No lo sé.― La postura de Crystal imitaba la de la terapeuta.- Mi estómago


se cierra de vez en cuando y estoy harta de tanta soda light, pero a parte
de eso estoy bien, creo.

―¿Estás comiendo regularmente?.


―Vivo con Laura,- dijo Crystal sécamente.― Se levanta para el desayuno y
tiene una bolsa marrón preparada para que me lleve, y la cena está lista casi
todas las noches para la hora a la que llego.― Apoyándose con su codo hacia
un lado, frunció el ceño.― Peso diez libras más que cuando trabajaba en el
Tom Cat. Si continúa así no podré ni pasar por la puerta.

―Estoy segura de que una buena parte de ello es músculo de tu trabajo en


la construcción,― dijo la terapeuta mientras se levantaba. Fue a su
escritorio y cogió dos videos del cajón de abajo.― Aquí. Puedes cogerlos
para verlos en casa. Uno es sobre los efectos del alcohol en el cuerpo y el
otro es para la gente que se está recuperando y qué obstáculos se puede
encontrar y cómo solventarlos. Son un poco viejos, pero si puedes no fijarte
en la ropa de los ochenta, estarás bien.

―Gracias, Doc,― dijo Crystal. Dándose cuenta de la hora que era, se puso
también de pie y le cogió las cintas a Jenny.― Justo lo que necesito, más
deberes.

―Bien, ya que no has traído tu libro de notas, tengo que salir con algo,
¿verdad?,― bromeó la terapeuta.

―Cierto,― estuvo de acuerdo la rubia.― Debemos mirarlo por el lado bueno.


Podíamos haber pasado la hora entera hablando de cómo me siento a cerca
de Laura.

―Te las arreglas bastante bien para tenerla cerca,― dijo Jenny.― ¿Lo tomo
como que no le has contado nada sobre tus sentimientos?.

―No,― dijo Crystal.― Yo…todavía no estoy segura.

―Entonces te sugiero que continúes escribiendo en tu cuaderno sobre tus


sentimientos hasta que estés segura,― dijo Jenny.― Mientras tanto, ves a
las reuniones de alcohólicos anónimos tan a menudo como puedas y buena
suerte con tu examen de GED. Estoy segura de que lo aprobarás con nota.

********

―Voy a suspender,― dijo Crystal miserablemente cuando llegaron al enorme


edificio de piedra.

―No vas a suspender,― insistió Laura acercándose para frotar la espalda de


su compañera de piso. Estaban de pie en el parking, muchos eran del
instituto, otros eran adultos arremolinados mientras fumaban y charlaban.
―Es muy fácil para ti decirlo,― gimió la rubia.

―Debería de ser fácil para ti también,― dijo Laura.― Hiciste los dos
exámenes de prácticas y te sabes las fórmulas del derecho y del revés.
Puedes hacerlo, Crystal. Sé que puedes.― Depositó los bolígrafos en la mano
de joven mujer.― Venga, están abriendo las puertas.

Crystal tomó aire profundamente y se quedó mirando el edificio, todas sus


dudas y miedos viniendo a su cabeza.

―Tal vez debería esperar y estudiar un poco más.

―No. Ya has estudiado suficiente. Solo estás nerviosa.

Incapaz de detenerse a sí misma, Crystal envolvió a Laura y la abrazó


fuertemente.

―Deséame suerte.

―Buena suerte, cariño,- susurró Laura en su oreja cuando le devolvió el


abrazo.- Lo harás sencillamente bien y después de que hayas terminado, te
voy a comprar el bol de palomitas más grande que jamás hayas visto.

Me concentraré en las palomitas del microondas y una película de alquiler.-


Crystal, todavía temerosa miró sus bolígrafos. ¿De verdad crees que puedo
hacer esto?.

No lo creo,- corrigió Laura. Lo sé. Ya he elegido el sitio en la pared donde


vamos a colgar tu diploma. Ahora entra allí y patéales el culo.

**********

Crystal estaba demasiado excitada como para darse cuenta de las hojas
caídas que levantaba mientras caminaba. Finalmente había llegado un sobre
de la Comisión Estatal de Educación. Cuando llamó a casa en su descanso de
la tarde, y Laura le había dicho que había un gran sobre blanco esperándola,
Crystal estuvo a punto de preguntar a Michael si podía salir más temprano.
Cuando terminó, condujo pasando por delante de la iglesia donde tenía lugar
la reunión de alcohólicos anónimos yendo directamente a casa. Ahora, en
unos segundos sabría si había aprobado el examen que hizo tres semanas
atrás.
Justo cuando se acercaba al pomo de la puerta, ésta se abrió para revelar a
Laura, allí de pie con el sobre en la mano.

―¿Estás buscando esto?,― dijo la escritora con una sonrisa.

―No puedo creerlo,― dijo Crystal muy excitada, cogiendo el sobre y


entrando en la casa.― Tiene que ser mi diploma. No habrían enviado un
sobre tan grande como éste solo para decirme que he suspendido, ¿verdad?.

―Ábrelo y averígualo,― dijo Laura.

Nerviosamente, Crystal tiró de la solapa del sobre y sacó los dos papeles de
dentro. Uno era una carta que rápidamente ignoró en favor del diploma
oficial con su nombre grabado en él.

―Lo hice,― susurró.

―Sí, lo hiciste,― dijo Laura.

Crystal continuó compartiendo la vista del diploma.

―No puedo creer que lo hiciera.― Unas manos confortables descansando


sobre sus hombros.― Aprobé. Conseguí mi GED. Nunca más tendré que
admitir que nunca terminé el instituto. Puedo decir que tengo el GED. Lo
hice.

―Sabía que podrías.― dijo Laura amablemente.

―Nunca podría haberlo hecho sin ti. Dejando el papel encima de la mesa se
giró para mirar a Laura. Todas las semanas de estudio, de esfuerzo para
recordar las fórmulas y fechas, de dedicarle más tiempo para que Laura
estuviera contenta cuando ella lo único que quería era tirarlo todo a la
basura y dejarlo estar….ahora todo eso había terminado. El nítido papel
blanco declaraba que el error que Crystal había cometido siendo
adolescente pronto sería un fantasma para ella. Mirando a Laura, Crystal
sabía de dónde había sacado la fortaleza para hacer que lo que antes era
tan solo un sueño para ella, ahora se había convertido en realidad.

―Gracias,― dijo suavemente, parpadeando por las lágrimas que sentía


agolparse en sus ojos.

―Yo solo te ayudé a estudiar. Fuiste tú quien…


Crystal cortó la protesta de su compañera atrayéndo a la mujer más mayor
en un fiero abrazo.

―No. Ni siquiera lo habría intentado si no fuera por ti, Laura.― Su voz sonó
amortiguada por el cuello de la escritora.― Eres la que me ha dado el
coraje, la que me ha enseñado los trucos para recordar el orden de cómo
sucedieron las cosas y esas malditas tarjetas recordatorias.― Sonrió y
apretó más a Laura.― Gracias,― susurró otra vez.

―De nada.- permanecieron así por unos momentos más antes de que Laura
finalmente deshiciera el abrazo.― Ahora creo que esto se merece una
celebración.

―¿Cómo qué?,― preguntó Crystal mientras se giraba para secarse las


lágrimas que imaginaba que Laura habría visto.

―¿Cena y una película?,― ofreció Laura.― Lo que quieras, será un placer.

―En todas partes están haciendo esas películas de asesinos de adolescentes


que cortan en pedacitos,― dijo Crystal.

―Es la temporada,― dijo la escritora.― Después de todo Halloween está a


la vuelta de la esquina. Siempre podemos acercarnos al videoclub y alquilar
una comedia si lo prefieres.

―Naw. No estoy de humor para una película.

―Podríamos llamar a Jenny y a los chicos y ver si quieren cenar con


nosotras en el restaurante chino,― dijo Laura.

―¿Qué tal pizza?,― preguntó la rubia.― El maratón es esta noche.

―Por mí está bien,― dijo Laura― ¿Pero estás segura de que quieres
quedarte en casa ésta noche?.

―Totalmente,― dijo Crystal― No me apetece celebrarlo con todo el mundo.


Déjame que me cambie ésta ropa y que llame a Jenny para darle las buenas
noticias, después decidiremos dónde pedir la pizza y nos relajaremos en
casa ésta noche.

************
―Coge pepinillos cuando vayas, ¿vale?,― dijo Crystal mirando sobre la
inmaculada lista de la compra.

―¿Enteros o a rodajas?.

―Enteros y asegúrate que son en vinagre,― respondió la rubia sin levantar


la vista de la lista.- La otra vez me trajiste del otro tipo. No me gustan.

―¿Es por eso por lo que no has tocado el bote?. Podías habérmelo dicho,―
Laura cogió el bote correcto de pepinillos y lo puso con mucho cuidado en el
carro de la compra.

―Te molestaste en comprármelos,- dijo Crystal.― Me imaginé que ya se


irían comiendo.

―Podríamos llevarlos a casa de mi madre ésta noche,― dijo Laura.― Estoy


segura de que ella les encontrará algún uso.

―No te olvides que tenemos que parar en algún sitio antes y comprar un
nuevo marco para tu foto ya que pusiste mi diploma del GED en él.― Crystal
lanzó un paquete de galletas de chocolate dentro del carro.― Hey, no nos
olvidemos de coger un bote de esas galletas de mantequilla.

―¿Solo uno?. Puedo comerme yo sola uno de esos,― bromeó Laura.―


Cogeremos un par. Oh, coge un par de bolsas de mashmallows, ¿quieres?. Me
gustaría hacer una hornada de esos para enviar a Bobby para Halloween.

―Claro, los he visto por algún lado por aquí.― Crystal se movió hasta el final
del pasillo encontrando las bolsas en la estantería de abajo.

Una mujer más mayor que se debatía entre qué bolsa de chucherías comprar
permaneció de pie en su camino.

―Disculpe.

La vieja mujer se giró, sus ojos encontrándose. Todavía en shock, Crystal


tragó fuertemente contra su garganta.

―No puede ser,― dijo, su voz poco más alta que un susurro. Los años se
habían llevado su juventud. Líneas y arrugas surcaban ahora lo que
anteriormente fue una preciosa cara, el pelo rubio era ahora gris y las gafas
eran más gruesas, pero no había error en los ojos que le devolvían la mirada
con confusión, con reconocimiento.
―¿C-Crystal?,― preguntó la mujer cuidadosamente.

―¿Crytal? ¿Encontraste los marshmallows?,― preguntó Laura cuando llegó


hasta ellas.

―Yo, hum….sí.― señaló las bolsas en la estantería de abajo sin dejar de


mirar a los ojos de la otra mujer. Insegura de qué decir después de tantos
años, Crytal permaneció allí algo turbada.

―No puedo creer que seas realmente tú,― dijo la mujer emocionada,
posando su mano sobre la cara de Crystal.

―Um…sí.,- susurró Crystal, dando un paso atrás para acercarse un poco más
a Laura.

―Estás viva.― continuó la mujer metiendo su temblorosa mano en el bolso y


sacando un pañuelo.

―¿Crystal?,- preguntó Laura preocupada por la pálida cara de la rubia.

―Laura ésta es…― Crystal se detuvo sobre sus palabras.― Margarette


Sheridan. Ella es mi… madre.

Con la palabra, Margaret Sheridan medio sollozó y se acercó para estrechar


a Crystal en un abrazo.

―No puedo creerlo,― sollozó.― Mi niñita está viva. Mi Crystal está a salvo.

Crystal la empujó para liberarse y se movió cerca de Laura, tomando la mano


de la escritora y sintiéndose reconfortada por el gentil apretón.

―¿Has oído alguna vez algo sobre Patty?

―Hay tanto que contarte,― dijo Margarete, lágrimas todavía rodando por
sus mejillas.― Te has vuelto tan bonita. Siempre supe que lo serías.

Crystal no protestó cuando Laura la envolvió con protector brazo por


detrás.

―¿Qué hay sobre Patty?,― insistió la rubia.

Margarete le dio una triste mirada.


―Volvió a casa seis meses después de que tú te marcharas. Intentamos tan
duramente encontrarte.

―Seis…¿dónde puedo encontrarla?. ¿Tiene un número de teléfono?. ¿Dónde


vive?.― Las preguntas salieron rápidamente de la boca de Crystal y
estrechó su agarre por detrás de la camiseta de Laura.

―Patricia vive conmigo,― dijo su madre.― También Jessica y Thomas, tu


sobrina y sobrino.― Metió la mano en su bolso y lo revolvió.― Tengo fotos.

Crystal comenzó a sentir que le faltaba el aire.

―Necesito salir de aquí,― dijo en voz baja. Laura apretó sus llaves contra
su mano.

―Te veré en el coche,― prometió la escritora. Le dio una rápida mirada a la


madre de Crystal antes de deshacer el abrazo con la joven mujer.―
Intentaré averiguar por ti.

Crystal le dio una larga mirada a su madre viendo solo amor y consternación
en sus ojos. Insegura de qué decir e incluso de si su voz le permitiría hablar,
Crystal se giró y se dirigió a la salida más cercana sin detenerse hasta que
hubo llegado al jeep y se encerró dentro. Bajando la ventanilla hasta la
mitad, encendió un cigarrillo, sorpendida de cómo le temblaban las manos.
“Patty está viva” pensó mientras veía la punta del cigarrillo quemarse. “Está
viva y tengo un sobrino y una sobrina. Me pregunto qué edad tendrán. ¿Patty
vive con mamá?. ¿Cómo puede ser eso?. Ella nunca viviría en la misma casa
que papá otra vez. Sé que no lo haría. ¿Lo echaría mamá?. ¿Moriría
finalmente el cabrón?. Estas y otra docena de preguntas pasaban por su
cabeza mientras los minutos corrían. Se sorprendió por el sueve golpeteo en
el cristal del copiloto que le indicaba que Laura había llegado. Crytal quitó el
pestillo del coche, sosteniéndole las llaves para que supuestamente su
compañera de piso pudiera abrir la parte de atrás y guardar los comestibles.
En lugar de eso se abrió la puerta y Laura la apretó en un fuerte abrazo.

―Sé que esto ha tenido que haber sido muy duro para ti,― dijo la escritora
suavemente.

Crytal solo pudo asentir con la cabeza, agradecida por los confortables
brazos que la rodeaban. Temblando, ajustó el abrazo alrededor del cuello de
Laura y cerró los ojos. Sus respiraciones se convirtieron en irregulares
sollozos, el nudo en su garganta sintiéndose cada vez más grande. Separó
sus labios para hablar, pero no le salieron las palabras, solo ininteligibles
gemidos. No estaba segura de cómo Laura entendía lo que necesitaba, pero
por unos minutos permanecieron así, Crytal estirada a través del asiento
delantero mientras la escritora estaba de pie con la puerta del conductor
abierta, la parte de arriba de su cuerpo inclinada hacia el interior.

―Vayámonos a casa,― dijo Laura con voz suave.― Crystal soltó varios
entrecortados suspiros antes de asentir con la cabeza y apartándose del
tan necesitado abrazo. Se irguió para secarse las lágrimas, pero Laura fue
más rápida y sus pulgares quitaron los restos de maquillaje.― De todos los
días para venir a comprar conmigo…¿hmm?.

―El destino es un cabrón,― refunfuñó Crystal, sorprendida cuando sintió


los dedos de la escritora acariciar su labio inferior antes de apartarse.

―A veces lo es,― dijo Laura. Crystal cogió el pañuelo que le ofrecía y se


secó los ojos mientras los comestibles eran guardados, sintiéndose mejor
para cuando Laura subió al coche y lo puso en marcha.

―Todavía no puedo creerlo,― dijo Crystal enrollando el húmedo pañuelo y


sujetándolo en su puño.― Mi madre, he visto a mi madre.― Finalmente se dio
cuenta de que habían salido del parking y que ahora circulaban por la
autopista.― Y en el supermercado. ¿Vive por aquí cerca?.

Laura levantó un trozo de papel con el importante número de teléfono.

―Tiene el prefijo cinco, dos, siete. Eso no empieza hasta el otro lado de la
vía del tren en la otra punta de la ciudad, así que no vive por aquí. Puede que
algo la trajera hasta aquí y decidiera aprovechar y hacer sus compras.
Maldita coincidencia ¿hmm?.

―Sí.― contestó Crystal mientras encendía un cigarrillo. Hay un parque de


caravanas por allá. Puede que viva allí.― Tomando una buena calada, posó sus
ojos en el tráfico que pasaba.― Es más bajita de lo que recordaba.

Probablemente porque tú eres más alta,― dijo Laura.

―Y Patty vive con ella. Volvió a casa.― Crystal tomó aire profundamente
para mantener las lágrimas a raya.― La hecho tanto de menos.

―Lo sé cariño,― dijo Laura con un gentil golpecito en su pierna.― Y en un


par de horas podrás hablar con ella.

***********
Crystal miró su reloj, frunciendo el cejo por lo lento que pasaba el tiempo.

―Necesito un cigarrillo,― anunció mientras abría la puerta corredera.

Laura se levantó de su silla e interceptó a la nerviosa mujer.

―Te fumaste un cigarrillo hace diez minutos,― le recordó.― Tal vez


deberías llamar a Jenny.

―Naw,― dijo Crystal sintiéndose cómoda con la mano que descansaba en su


hombro.― Probablemente estará con alguien o de camino a casa. No podría
cogerla.

―Entonces siéntate e intenta relajarte,― insistió la escritora.

Reticentemente, Crystal se dejó llevar hacia la mesa.

―Tal vez debería llamar ahora. Puede que Patty esté en casa pronto.

―Todavía tienes media hora,― dijo Laura de pie detrás de Crystal y


descansando sus manos sobre los hombros de la rubia mujer.― Sé lo que te
hará relajarte.

Los ojos de Crystal parpadearon cuando sintió unos fuertes dedos


masajeando su cuello y los músculos de sus hombros. La cocina estaba en
silencio excepto por los ocasionales gemidos cuando los dedos de Laura
masajeaban los tensos músculos. Once años de preguntas corrían por la
cabeza de Crystal, todas compitiendo por ser la primera en ser respondida,
cuando llegó la hora de llamar. Laura tenía razón, pensó Crystal para sí
misma cuando el bip del reloj la avisó de la hora. El masaje la había relajado,
ayudando a que los minutos pasaran mucho más rápidos que si hubiera
estado caminando por la cocina.

―¿Estás lista?,― preguntó Laura haciéndose un paso atrás dándose cuenta


también de la hora que era.

―Eso creo,― dijo Crystal nerviosamente.― Maldita sea, desearía tener una
bebida.

―Estoy segura de ello,― contestó Laura.― Pero puedes aguantarlo sin eso.
Sé que puedes. Yo tengo fe en ti.

Crystal bufó y descolgó el teléfono.


―Me agrada saber que al menos alguien lo piensa.― Tomando aire
profundamente, marcó el número que había escrito en el trozo de papel.―
Está sonando.― Laura no dijo nada, pero la mano que descansaba en el
hombro de Crystal hablaba por sí sola.

―¿Hola?.

―¿Patty?.

―¿Crystal?. ¿Eres realmente tú?.

―Pensé que nunca te volvería a ver,― dijo Crystal apretando más el


teléfono.― No puedo creer que esté realmente hablando contigo.― Se giró
un momento para indicarle a Laura.― Es realmente ella.

―Hay tanto de lo que hablar. ¿Dónde fuiste cuando te escapaste?. Intenté


buscarte durante años.

―Intenté buscarte también,― contestó Crystal sonriendo cuando un


paquete de pañuelos apareció sobre la mesa.― Tenemos mucho de qué
hablar tú y yo.

―Bien, ahora que nos hemos encontrado tenemos todo el tiempo del mundo.

―Comencemos por el principio,― dijo Crystal descansando sus codos sobre


la mesa, visiblemente más relajada.― Bien, así que te subiste al autobús…
―A pesar de la atención prestada a su largo tiempo perdida hermana,
Crystal era sin embargo consciente de que Laura había salido de la
habitación. Una rápida mirada al salón y los canales de la televisión siendo
pasados rápidamente, le dijo que la escritora estaba allí. Las dos horas
siguientes fueron más emocionales que su más intensa sesión de terapia.

********

Laura miró hacia arriba cuando escuchó que el teléfono era vuelto a poner
sobre su base. El contorno de los ojos de Crystal estaba irritado y un
pañuelo arrugado secaba las lágrimas que se derramaban de ellos.

―Ven aquí,― dijo la escritora despacio apagando la televisión y


recolocándose en el sofá. Cuando Crystal se sentó, Laura se movió más
cerca, poniéndole el brazo izquierdo alrededor de sus hombros y
atrayéndola más hacia ella.― ¿Cómo te sientes?.― Sintió encogerse a
Crystal antes de contestar.
―No lo sé,― dijo Crystal.― Ocurrieron tantas cosas poco después de que
me marchara. Si hubiera permanecido allí, las cosas habrían sido tan
diferentes.

―No puedes volver atrás y cambiar las cosas,― dijo Laura, sus dedos
frotando suavemente el brazo de Crystal.

―Mi padre tuvo un ataque al corazón dos meses después de que me


marchara,― dijo Crystal inclinándose sobre la parte superior del pecho de
Laura.― Y Patty volvió a casa cuatro meses después de eso. Si me hubiera
quedado por allí, no habría tenido que largarme.

Laura tomó aire profundamente pensando en lo que sabía sobre Crystal


cuando se marchó.

―Volvió a casa embarazada,― continuó la mujer entre sus brazos.― Patty


podría haberme necesitado realmente y yo no estaba allí. Mamá dejó de
beber y encontró un trabajo. Patty dice que mamá es tan diferente a cuando
éramos niñas. Cuida de Jessica y de Thomas cuando Patty está
trabajando,― Crystal sacudió su cabeza.― No puedo creerlo. Mamá dejó de
beber, Patty volvió a casa, tengo un sobrino y una sobrina y ¡yo me lo he
perdido todo!.

―Cariño, tú no podías saber lo que estaba pasando,― dijo Laura.― Dijiste


que tus padres no tenían un teléfono al que llamarlos.

―Nunca imaginé que Patty volviera a casa y mucho menos que aquel cabrón
moriría tan pronto. Tenía que haber pensado en eso. Tenía que haber sido
más fuerte.

―Hey,― alzando la barbilla de Crystal con sus dedo, Laura la miró a los
ojos.― No puedes culparte por lo que deberías o no deberías haber hecho
hace tantísimo tiempo. No tenías ninguna forma de saber lo que ocurriría.
Hiciste lo que tenías que hacer para alejarte de ese monstruo. Cuando las
personas que se supone que deben protegerte son las que te hieren, ¿qué
más podrías haber hecho?.

―Pero…

―No hay peros,― dijo Laura firmemente relajando sus dedos en la barbilla
que sostenía y dejando a sus dedos trazar la garganta antes de retirarlos.―
Tenías que alejarte de tu padre.― Esperó al afirmativo cabeceo antes de
continuar.― Lo importante ahora es que tienes de vuelta a Patty. ¿Cuándo
vas a ir a visitarla?.

―El sábado,― dijo Crystal apoyando su cabeza en el hombro de Laura.― Es


más fácil para mí ir a verla a que ella tenga que coger a los niños, meterlos
en el coche y venir hasta aquí.― Se detuvo un momento antes de
preguntar.― ¿Vendrás conmigo a verla?.

Laura, que se había distraído momentáneamente por la esencia del pelo


rubio debajo de su nariz, inclinó su cabeza para mirar a su compañera.

―¿Quieres que vaya?.

Crystal asintió con la cabeza.

―Sip.

―Si me quieres allí,― dijo Laura tranquilamente― allí estaré.― Sin


pensarlo, dejó a sus dedos acariciar el hombro de Crystal hacia delante y
hacia atrás, una sonrisa cruzó sus labios.― Será interesante cuando me
presentes.

Crystal le sonrió.

―Solo les diré que eres un escritora de libros de misterio lesbiana y que
vivimos juntas. Estoy segura de que lo tomarán a bien.

―Tienes un lado travieso, cariño,― dijo Laura.― Vas a hacer que piensen
que somos amantes.

Para su sorpresa, Crystal simplemente se encogió sin darle importancia.

―¿Y qué?,― dijo la rubia.― A Patty no le importaría, estoy segura de eso.―


Se sentó derecha y miró a Laura.― ¿Te molestaría a ti?,― preguntó con
toda seriedad.― ¿Si la gente pensara que somos amantes?.

Laura tomó aire profundamente, esperando que los sentimientos que


normalmente mantenía guardados no fueran evidentes en su cara.

―No, no me molestaría para nada. Eres una mujer preciosa y aunque te


guste demostrar a la gente que eres una mujer dura, yo sé que por dentro
eres temerosa y adorable. Cualquier mujer sería afortunada de poder
tenerte. De todas formas, la mitad de nuestras amigas piensan que somos
amantes.

―Más de la mitad, diría yo,― confirmó Crystal volviendo a relajarse contra


el cuerpo de Laura.― Por supuesto que hacer cosas como éstas…― gesticuló
a su íntima posición― no ayuda.

―Sí, pero tampoco nos abrazamos así delante de los demás,― señaló la
escritora.― Ellas no ven ésta parte de nuestra relación.

―No, lo sé,― dijo Crystal tranquilamente, sus ojos fijos en la oscura


televisión.― Supongo que es solo porque vivimos juntas.

―Debe de ser eso,― dijo Laura, sabiendo en lo más profundo de su corazón


que esa no era la verdad.

―Entonces, otra vez, deben de ver algo que nosotras no vemos.

El primer pensamiento de Laura fue negarlo, debatir la verdad de las


palabras de Crystal, pero su corazón no se lo permitió. Asintiendo con la
cabeza reticentemente, la escritora se atrevió a nadar en aguas peligrosas.

―Puede ser,- dijo en un tono tan bajo que al principio pensó que ni siquiera
Crystal la había oído, pero cuando la joven mujer se levanto para sentarse
recta y mirar profundamente los ojos de Laura, la escritora supo que sus
palabras le habías llegado.

―¿Laura?.

Laura escuchó las preguntas no pronunciadas, los miedos y tal vez, la


anticipación en la voz de Crystal. Sintiendo su propio corazón golpear contra
su pecho, levantó su mano derecha para apoyarla contra la mejilla de
Crystal.

―A veces te veo dolida y lo único que quiero es cogerte entre mis brazos y
no dejarte ir.― Inclinándose un poco más hacia delante mantuvo sus ojos
fijos en los de Crystal.― Otras veces eres tan autodestructiva que me
gustaría remover algo de sentido común en ti, pero tengo que mantenerme a
un lado y esperar a que vengas a mí cuando estés lista.― Laura bajó un poco
la mano, sus dedos rozando a penas el labio inferior de Crystal.― Pero por
encima de todo soy feliz por formar parte de tu vida tanto como me lo
permitas, porque detrás de esas espinas, estoy segura que hay una rosa
esperando florecer y ser amada.― Sintiendo que de algún modo no iba a ser
rechazada, Laura cruzó la restante distancia que las separaba y sintió la
suavidad de los labios de Crystal contra los suyos. Fue un breve y efímero
beso, pero para Laura fue perfecto.― Tú me afectas,― dijo mientras se
alejaba, sus labios todavía temblando por el breve contacto.

Crystal bajó su cabeza, y miró sus manos.

―Cuando me mudé aquí, estaba segura que no funcionaría. ¿Qué diablos


tenía en común una striper borracha que ni siquiera había ido al instituto
con una escritora lesbiana con un título?. Miró hacia arriba a Laura. Por no
mencionar que eres la reina del mocho.

―Y tu eres el proverbial Oscar Madison,― dijo Laura suavemente,


contestando a la sonrisa de Crystal con la suya propia.

―Y una pirada. Pero de alguna manera nos las arreglamos para que
funcionara.― Bajó su cabeza otra vez.― No sé cuándo sucedió. Qué diablos,
es algo que ni siquiera me había planteado con nadie más. Al principio pensé
que era porque me relacionaba tan solo contigo y con tus amigas, pero no es
algo que se pegue como una enfermedad contagiosa,― se encogió de
hombros.― Supongo que dejé de pensar en ti como una lesbiana y comencé a
pensar en ti como amiga…y entonces como algo más que una amiga.―
Levantando su cabeza, miró los labios de Laura, aparentemente incapaz de
hacer contacto visual.― Tú…tú me afectas también.

―¿Y ahora qué hacemos?,― preguntó Laura usando sus dedos para levantar
la cabeza de Crystal.

―No lo sé,― contestó Crystal cansada.― Me siento sobrepasada por todo lo


que me sucedió hoy.

―Apuesto a que sí,― dijo Laura usando sus brazos para acercar a la joven
mujer contra ella.― Relájate. No es algo que tengas que decidir en éste
momento.― Incapaz de resistirse, se inclinó y depositó un beso en la rubia
cabeza.― Nada tiene que cambiar. Cuando sea el momento, lo sabrás.

―¿Hasta cuando tendré que esperar?,― preguntó Crystal, su voz


amortiguada contra el pecho de Laura.― ¿Y si te cansas de esperar o
aparece alguien mejor?. ¿Y si no soy capaz de superar todas esas cosas de
mi pasado y no puedo…?.― Dejó la frase a medio terminar.

―Te preocupas demasiado, ¿lo sabes?,― dijo Laura haciendo una mueca por
su exasperación mientras la abrazaba más fuerte. Entendió la implicación de
las palabras no pronunciadas y en su interior el corazón de la escritora se
encendió con renovado enfado hacia el hombre que había causado tanto daño
a la joven mujer.― Te lo dije, cuando sea el momento, lo sabrás. Y, para que
lo sepas,― añadió en voz baja― no estoy buscando a nadie,― sintió cómo se
apretaba el abrazo de Crystal― y no voy a ir a ningún sitio.

―¿Te ha dicho alguien que eres una charlatana dulcísima?,― preguntó


Crystal sentándose derecha torpemente.

―Paso la mayor parte del tiempo intentando plasmar ideas con las
palabras,― dijo Laura. Reticente a deshacer el abrazo con Crystal, se alejó
un poco dejando algo de espacio entre ellas.― Estoy intentando asegurarme
de que sepas cómo me siento.― Decidiendo no forzarla mucho, Laura cambió
de tema.― Ahora cuéntame más sobre Patty y tu sobrino y sobrina. Estoy
segura que lo sabes todo sobre ellos, incluso el color de pelo.― Laura apoyó
su espalda contra el sofá para escuchar a Crystal hablar, sumergiéndose en
sus propias palabras, la mente de la escritora retrocedió a los
acontecimientos acaecidos esa tarde…y lo que sigificarian para el futuro.

El aire era frío, lo suficiente como para que Crystal renunciase a ponerse su
habitual camiseta y en lugar de ello vistiese una sudadera con unos
pantalones de deporte antes de salir al balcón para fumar un cigarrillo en la
noche. Sus pensamientos competían con la idea de dormir, aunque se sentía
cansada. El humo del tabaco flotaba en el aire mientras silenciosamente
escuchaba a lo lejos cantar al mochuelo e, incluso más a lo lejos el tráfico de
la autopista. Por un breve instante, parte de ella deseaba estar en esa
autopista, conduciendo lo más lejos que pudiera del torbellino que era su
vida. Ahora estaba totalmente segura de que Laura quería ser su amante, y,
aunque de alguna forma, sabía que su interés era recíproco, al mismo
tiempo la asustaba también. Escribir en su diario durante dos horas después
de retirarse a su habitación, le había sido de algo de ayuda, permitiéndole
organizar sus pensamientos y expresar sus miedos, pero no fue suficiente.
Chasqueando la ceniza al viento, Crystal suspiró y pensó en lo que le
depararía el mañana.

―¿No puedes dormir?,― preguntó Laura antes de abrir la puerta corredera


y salir al balcón.

―Demasiadas cosas en la cabeza,― contestó Crystal.― Ya sabes, ver a


Patty el sábado y todo eso,― sus labios se curvaron formando una pequeña
sonrisa― por no mencionar lo que pasó ahí abajo antes.
―¿Quieres hablar sobre ello?,― preguntó la escritora empujando una silla y
sentándose en ella.

Crystal tomó otra calada antes de contestar a la pregunta con otra propia.

―¿Y tú?.

―Creo que deberíamos hacerlo ya que ninguna de las dos puede dormir,―
dijo Laura.

―Sabes, desearía tener algo para beber ahora mismo,― dijo Crystal.―
Tengo todo arremolinándose en mi cabeza y parte de mí desearía tan solo
salir corriendo.― sonrió de forma auto despreciativa.― Cuando las cosas
comienzan a ir bien, busco la forma de echarlas a perder.― Apagó el
cigarrillo en el cenicero mientras intentaba organizar sus pensamientos.
Dándose cuenta de que era un esfuerzo inútil, volvió a su silla para encarar a
Laura y apoyó sus codos en las rodillas.― No sé qué diablos ves en mí,― dijo
mirando hacia abajo a ninguna parte.

―Eso es porque no miras a través de mis ojos,― dijo Laura suavemente


acercándose para tocar a Crystal en el brazo.

―Desearía hacerlo,― admitió.― Desearía ver lo que tú ves. ¿Laura?. Antes,


cuando estábamos en el sofá,― se le puso la piel de gallina y Crystal sabía
que no tenía nada que ver con el aire de la noche.― ¿Cuándo tú…cuando
nosotras….nos besamos?,― tomando aire profundamente, se forzó a sí
misma a mirar hacia arriba y hacer la pregunta que le preocupaba toda la
noche.― ¿Te…te gustó?.

―Me gusto,- dijo Laura seriamente.― ¿No te diste cuenta?.

―Creo que sí, pero quiero decir…no es que sea la primera mujer a la que
besas,― bajó su voz otra vez.― Supongo que no estaba segura,― hizo una
pausa.― No dijiste nada.― Sintió las manos de Laura dejar las suyas y unos
dedos insistentes empujar su barbilla hacia arriba.

―Crystal…― inspiró profundamente.― Me gustó. Mucho.

Arrastrándose hasta el canto de la silla y poniendo las piernas entre las de


Laura, Crystal se acercó un poco más, el tejido de sus pantalones rozando
las rodillas de la mujer mayor.― ¿Puedo preguntarte alto?, dijo secamente.

―Lo que sea.


―Yo…― se detuvo, sus inseguridades apoderándose del momento. Las
palabras que quería decir no le salían. Tomó las manos de Laura con las suyas
encantada de sentir el tranquilizante apretón.― Yo…― probó otra vez.―
Antes, cuando me levanté y te dije que me iba a la cama...

―¿Sí?.

―Bien…- sintió los pulgares de Laura acariciar la parte posterior de sus


manos y antes de que se diera cuenta, eran sus manos las que eran
sostenidas.― Esperaba que tú…bien…ya sabes…como un beso de buenas
noches.

―Pensé en ello,― admitió Laura, sus pulgares moviéndose en perezosos


círculos sobre las sensibles palmas y provocando que Crystal se distrajera.―
Quería hacerlo, pero después de que te apartaras, pensé que tal vez te
estaba forzando demasiado. No quería asustarte. No esta segura de si
querías.

―Quería,― dijo Crystal suavemente.― Fue…- sacudió su cabeza incapaz de


describir lo que ese tierno beso le había hecho sentir. Había miedo, por
supuesto, pero no el miedo a ser herida, si no a lo desconocido. Gentil, sin
exigir o siquiera pedir, ofreciendo únicamente la expresión táctil de los más
sorprendentes sentimientos, abrumante por su intensidad, Crystal sintió la
pérdida cuando terminó.― Yo no soy tan buena con las palabras como tú,
pero si…― miró a Laura a los ojos, viendo lo que las sobras de la noche no
podían ocultar― si quisieras hacerlo otra vez…no me importaría.― Incapaz
de dar el primer paso, confió en la mujer más mayor para hacerlo.

―Me gustaría…― dijo Laura suavemente.― Mucho.

Crystal intentó pensar, hacer desaparecer las sensaciones de su memoria


mientras Laura se inclinaba y recorría el espacio restante entre ellas, pero
no hubo más pensamientos una vez que sus labios se tocaron, solo
sentimientos. No fue únicamente un beso, si no muchos pequeños que
buscaron tanto su boca como la de Laura. No se resistió cuando unas manos
la atrajeron más cerca, ignorando el duro borde de la silla de Laura contra
su rodilla. Nada le importaba a Crystal excepto el torbellino en el que
estaba dispuesta a sumergirse. El mundo giraba tan solo por ella y por
Laura, envueltas en un abrazo la una con la otra. Necesitando más, Crystal
se movió de su silla y presionó su cuerpo contra Laura, la fina seda
permitiéndole sentir el calor del cuerpo de Laura. Crytal sitió subir el deseo
en ella, su cuerpo pidiendo más que una serie de besos. Cuando se atrevió a
abrir su boca y permitir a la punta de su lengua acariciar el labio inferior de
Laura, estuvo encantada de escuchar un suave gemido. Entonces sintió a
Laura responder, el beso se profundizó y se hizo mucho más intenso, más
erótico y más lleno de amor que ninguno que hubiera sentido antes.

La lengua de Laura exploró suavemente su boca, provocándole leves gemidos


mientras se entregaba a los sentimientos que se arremolinaban en ella.
Enredando sus dedos entre el pelo negro, hizo su propia exploración. Usando
la punta de su lengua trazó suavemente el borde de los dientes de Laura
para sentir sensaciones más fuertes que las que había conocido antes.
Cuando el beso finalmente terminó, Crystal se encontraba prácticamente en
el regazo de Laura y fue gracias a esos brazos que la sujetaban
fuertemente para no dejarla marchar, que no se había caído al suelo. Sintió
las rápidas subidas y bajadas del pecho de Laura a pesar de estar luchando
con su propia respiración para calmarla. Cuando habló, fue entre jadeos.

―Eso….si….que ha sido….un beso.

Laura se río y la empujó más cerca.

―Me alegra que te gustara.

Crystal sonrió contra su pecho e inhaló profundamente.

―Sí, me gustó. Nunca…me habían besado así.― El mochuelo cantaba desde la


rama de su árbol.― Caramba, canta bastante fuerte ésta noche ¿no?.

―Puede que esté buscando a su compañera,― ofreció Laura.― Se intentó


mover,― Supongo que estas sillas no se hicieron para dos personas.

―Puede,― dijo Crystal refiriéndose al mochuelo, pensando para sí misma


que más bien se trataba de un grito de soledad. Reticente, se soltó del
enredo de brazos y piernas y se volvió a su silla, asegurándose de
permanecer lo suficientemente cerca para mantener la cercanía,
permitiendo a sus descalzos pies frotarse contra las zapatillas de Laura.
Buscando los cigarrillos, encendió uno y tomó varias caladas antes de hablar
otra vez.― ¿Y ahora qué?,― preguntó despacio, medio temerosa de una
respuesta.

―Depende de ti,― contestó Laura. Crystal de dio cuenta de que era una
respuesta calculada, dejándole todo, incluso cuándo dar el próximo paso, en
sus manos.
―¿Qué hay si no estoy segura?.

―Entonces creo que lo mejor para ti es esperar hasta que lo estés.― dijo
Laura presionando sus dedos contra los labios de Crystal para acallar su
protesta.― Te dije que no hay prisa. No me iré a ninguna parte.―
Inclinándose, Laura sustituyó los dedos por sus labios.― Ahora apaga eso y
ve a dormir,― dijo mientras se hacía para atrás y se levantaba.― Yo iré a
ver si puedo escribir algo. Ya sabes, siempre luchando con esas líneas
muertas.

Crystal apagó el cigarrillo y se plantó también, girándose hasta estar cara a


cara.

―¿Por qué no te creo?,― preguntó.― No estuviste escribiendo antes. Te


hubiera oído teclear.

―¿Puedes oírme desde tu habitación?.

―Si las dos tenemos las puertas corredizas abiertas, sí.― Estaban
plantadas tan cerca que parecía natural en Crystal que pasara sus brazos
alrededor de la cintura de Laura.― Te oigo a veces.― Cerrando sus ojos,
inclinó su cabeza contra el hombro cubierto por la suave seda.― Tu silla
chirría un poco, ¿sabes?,― susurró como si revelara un gran secreto.―
Puedo adivinar cuándo estás releyendo algo que acabas de escribir o si te
estás tomando un respiro. Puedo saber cuándo estás inspirada tecleando
como una loca o cuándo estás luchando para escribir tan solo una frase. Pero
ésta noche, en absoluto, estabas trabajando en tu historia.

―¿Quieres saber lo que estaba haciendo?,― preguntó Laura imitando la


posición de Crystal acercándola más con sus brazos.― Estaba tumbada en mi
cama escuchándote moverte alrededor.― Tomó aire profundamente antes
de continuar.― Estaba preocupada por ti. Normalmente no estás tan
inquieta.

―Tenía muchas cosas en la cabeza,― contestó Crystal.― Seguro que tú


también.

―No tantas,― corrigió la escritora.― Solo una.― Eso era todo lo que tenía
que decir. Crystal lo entendió y se preguntó cual de las dos estaba más
sorprendida cuando se inclinó e inició el beso. Ciertamente Laura se había
sorprendido por su movimiento descarado, pero para el crédito de la mujer
más mayor, se recuperó rápidamente y en seguida fue Crystal quien se
encontró a sí misma abrumada por una boca más experimentada e insistente.
Sintió el duro borde de la mesa presionar contra la parte de atrás de sus
muslos, pero Crystal lo ignoró, concentrándose más en lo que ocurría delante
de ella. Donde las experiencias de su vida anterior habían sido duras e
implacables, el cuerpo de Laura era suave, acomodándose, moldeándose al
suyo propio. Una boca que daba a la vez que tomaba, unas manos que vagaban
pero no conquistaban, tocando su cuello, manteniendo su cabeza hacia atrás,
haciéndola sentir deseo y deleite al mismo tiempo.

―Oh,― jadeando, a penas se había dado cuenta que la boca de Laura había
dejado la suya antes de sentir la eléctrica sensación de esos labios
recorriendo su garganta―….tanto.― es todo lo que pudo entender,
amortiguado contra su piel. Sus propios dedos se encontraron enredándose
en el negro pelo, sujetando a Laura más cerca. Sintió la mano de Laura
recorrer un lento camino por su costado, parándose en el espacio en que su
sudadera se había levantado levemente. Ahí los dedos se detuvieron,
haciendo que se erizara la carne allí expuesta, pero sin intentar ir más lejos.
Cuando alcanzó los hombros de Laura, los labios que estaban ardiendo sobre
su piel se pararon e inmediatamente sintió la pérdida de ese cálido peso
contra la parte superior de su cuerpo.

―Crystal…

Crystal no necesitaba de ninguna experiencia con una mujer para reconocer


el timbre de la voz de Laura. El significado estaba claro. Anticipación,
deseo, e incluso los nervios que la atravesaban. Las noches de preguntarse
cómo sería estaban a punto de responderse. Solo ahora, dándose cuenta de
que estaba sentada encima de la mesa, Crystal se levantó y se acercó a los
brazos abiertos de Laura. Tomando una profunda inhalación, miró hacia
abajo y entrelazaron sus dedos.

―Sí,― susurró buscando los labios de Laura otra vez.

Empezó a caminar hacia atrás confiando en que Laura no dejaría que se


golpeara con ningún mueble o pared. Hubo una pausa mientras Laura
alargaba el brazo y Crystal oyó el sonido de la puerta corrediza abrirse,
entonces dió un cuidadoso paso hacia atrás sobre los raíles de la puerta y
entró a la inmaculada habitación.

No había ropa sucia que apartar y en segundos Crystal sintió la suavidad de


la cama contra la parte de atrás de sus piernas. Entonces tomó aire
mientras Laura encendía la lamparita cerca de la cama. Antes de salir de la
oscuridad de la noche, Crystal tuvo que parpadear durante varios segundos
antes de que la luz no le pareciera tan brillante.

―Hey…― la visión de Crystal estaba llena con la más tierna mirada de


Laura.― Quiero que esto salga bien,― susurró la escritora,― dime si
necesitas parar, ¿vale?.

Crystal asintió con la cabeza, entonces sintió un estremecimiento recorrerla


cuando las manos de Laura tomaron sus mejillas. Se dejó atraer hacia aquel
beso, permitiendo a sus manos moverse sobre la seda azul para sentir el
calor permanente de los hombros de Laura. Durante varios minutos
permanecieron así cerca de la cama, besándose y abrazándose la una a la
otra pero sin llegar a intentar ir más allá. Sospechando que tenía que ser
ella quien diera el siguiente paso, Crystal, perezosamente finalizó el beso y
dio un paso atrás, fijando sus ojos en los de Laura.

―Tengo miedo,― admitió suavemente bajando la mirada y enganchando sus


dedos con el borde de su sudadera.― Pensarías que no me importaría,― dijo,
soltando una corta carcajada.― Después de todo, mira lo que hacía hace seis
meses.

―Lo sé,― dijo Laura dando un paso adelante y moviendo sus manos arriba y
abajo sobre los hombros de Crystal reconfortándola.― Pero eso era
entonces y esto es ahora. Esto no es un escenario con docenas de hombres
mirándote. Somos solamente tú y yo haciendo el amor. Nos lo tomaremos
con calma, y no haremos nada con lo que te sientas incómoda, ¿de acuerdo?.

Inhalando profundamente, Crystal asintió con la cabeza y nerviosamente se


sacó la sudadera cerrando los ojos cuando la verde prenda pasaba por su
cabeza. Dejándola caer sobre el suelo se acercó, sintiendo la suavidad de la
seda de Laura contra su pecho mientras sus labios se encontraban. Gimió
cuando las manos de Laura se deslizaron a lo largo de su desnuda espalda, el
liviano roce causando una poderosa reacción en su cuerpo.

―Es tan agradable,― murmuró.

―No tanto como lo es para mí,― contestó Laura en el mismo tono bajo, sus
labios mordiendo la oreja de Crystal. Dos protuberancias se marcaron
contra la azul seda, dando fe de las palabras de la escritora.

Crystal se colocó entre ellas, sus dedos acercándose al primer botón del
pijama de Laura.
―Ya veo, dijo, desabrochando el primer botón. Antes de que se diera cuenta
ya tenía todos los botones desabrochados, la azul seda colgando abierta
mostrando una fina línea de carne desnuda. Levantó los brazos para
quitársela de los hombros a Laura, pero las manos que descansaban a los
lados se alzaron para interceptar el movimiento.

―Yo lo haré,― dijo Laura, encogiendo sus hombros, haciendo que se


deslizara la prenda y cogiéndola al vuelo con su mano izquierda.

Crystal dio un paso atrás viendo a Laura plegando no solo la prenda de seda,
si no su sudadera también. Cuando la escritora se inclinó para dejarlas sobre
el baúl, Crystal vino por detrás y recorrió sus dedos suavemente por la
espalda de Laura formando círculos arriba y abajo.

―¿Estás nerviosa?,― preguntó haciendo los círculos más grandes y con


ambas manos ahora.

―Probablemente tanto como tú,― dijo Laura todavía sin hacer ningún
intento por moverse excepto al presionar contra los suaves dedos de
Crystal.

―Me alegra que no sea solamente yo,― dijo Crystal acercándose y cogiendo
con sus manos la cintura de Laura. Cerrando los ojos, presionó sus labios
contra la espalda de Laura sintiendo los músculos que cubrían sus huesos
contra su pecho, la seda que cubría las caderas contra su barriga.
Envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Laura, Crystal deslizó sus
manos hacia arriba, sus pulgares acercándose peligrosamente a la turgencia
de sus firmes pechos.

Laura inhaló entrecortadamente y se irguió.

―No, no eres solamente tú, créeme,― dijo volviéndose entre los brazos de
Crystal hasta estar cara a cara.

Crystal estrechó su abrazo, disfrutando por primera vez de la sensación de


suavidad de unos pechos contra los suyos. Mientras se besaban, las manos
que habían estado acariciando suavemente los hombros de Crystal, se
movían ahora arriba y abajo por sus brazos.

―¿Confías en mí, Crystal?,― susurró la cálida voz en su oreja.

―Sí,― contestó. Le tomó tan solo un segundo entender la intención de


Laura, se reclinó contra la cama, la parte baja de sus piernas colgando por
un lado de la cama. El edredón contra su espalda estaba helado comparado
con el cálido tacto del cuerpo que la envolvía por delante.

―Hmmm,― dejó escapar Laura entre beso y beso.- Ojalá pudiera estar así
siempre.― Crystal soltó y gemido de placer, sus párpados cerrados cuando
sintió unos labios húmedos recorrer su esternón. Su cuerpo se arqueó por su
propia voluntad, presionando su pecho derecho contra la boca de Laura que
se acercaba.― Despacio,― dijo Laura suavemente,― tenemos todo el tiempo
del mundo.

―Es fácil para ti decirlo,― gruñó, enredando sus dedos entre el oscuro
cabello de Laura. Se sorprendió cuando Laura se arrastró hacia arriba y le
robó un rápido beso.

―No, no lo es,― dijo la escritora,― he estado deseando esto durante tanto


tiempo…― los errantes labios encontraron la oreja derecha de Crystal.―
Voy a mostrarte cuánto,― dijo antes de cerrar su boca sobre un rosado
pezón previamente excitado.

La danzarina lengua encontró su lugar con agradable exactitud, provocando


sonidos que Crystal se creía incapaz de producir. A pesar de ser
comprensibles o no, Laura pareció entenderlos, moviéndose de un pecho al
otro y luego de vuelta otra vez, prodigando más atención amorosa. Alzando
su pierna izquierda, Crystal apoyó el talón en el borde de la cama y presionó
hacia arriba, su necesidad quemándola fuertemente y pidiendo alivio. Las
manos y boca de Laura se movieron hacia abajo, los suaves dedos
enganchándose con la banda elástica de los pantalones.

―Sí,― susurró, alzando las caderas y respondiendo a la pregunta ante la


indecisión de Laura. Se le puso la piel de gallina en la nueva parte de carne
expuesta, tanto si era por la sensación de los dedos de Laura en su piel o
por el frío aire en su piel sobrecalentada, Crystal no podía estar segura.
Todo lo que sabía era que nunca, absolutamente nunca se había sentido tan
bien como ahora. Miró tolerante mientras Laura doblaba los pantalones y los
depositaba encima de la otra ropa.

―Ven aquí,― susurró, necesitando sentir el cuerpo de Laura contra el suyo.


Buscando esos maravillosos labios, Crystal usó su fuerza para rodar sus
cuerpos y no solo para ponerse encima, si no también en diagonal a la cama.
Su posición le daba a Laura un acceso limitado a otra cosa que no fuera la
espalda de Crystal pero la escritora no malgastó el tiempo y exploró lo que
pudo.

―Se siente bien,― dijo Crystal meciéndose suavemente contra las manos
que frotaban sus nalgas.

―Bien,― dijo Laura dándole un suave apretón.― Todo lo que quiero es que te
sientas bien,― comenzó a bajar pero fue detenida.

―Espera,― Crystal se sentó, descansando sus manos en la parte alta del


pecho de Laura.― Yo solo,― comenzó, echando un vistazo al cuerpo sobre el
que estaba a horcajadas. Tragando pesadamente, despacio fue bajando las
manos, las yemas de sus dedos moviéndose por la parte superior de los
pechos de Laura, deteniéndose tímidamente sobre los oscuros y erectos
pezones.― Eres preciosa,― susurró.― Yo no…― Su voz se quebró y tuvo que
comenzar otra vez.― No sé lo que te gusta.

―Lo estás haciendo bien,― le aseguró Laura, tomando una de las manos de
Crystal y besando su palma. Sus ojos se encontraron, Crystal dejó que su
mano fuera guiada de vuelta al pecho, la cálida mano de Laura presionando la
suya contra su suave piel. Nerviosamente Crystal cerró sus dedos, sintiendo
la dura punta siendo tiernamente estrujada entre ellos. Laura gimió e hizo
su cabeza hacia atrás.― Sí, Crystal,― susurró,― es agradable,― Crystal
hizo lo mismo con la otra mano y recibió otro sonido de placer de los labios
de Laura. Sus acciones también provocaron que la cadera por debajo de ella
se levantara, presionando su centro contra la suave barriga de Laura.
Crystal podía sentir su propia humedad y estaba segura de que en los
últimos balanceos la escritora se había asegurado de ello. Las manos de
Laura, que habían estado moviéndose inquietas arriba y abajo de su espalda,
ahora la envolvían mientras intercambiaban las posiciones, Crystal ahora
descansando su espalda sobre la cama y mirando hacia la mujer que estaba a
punto de hacerle el amor.

―Laura,― susurró, tocando los muslos cubiertos por la seda. El calor contra
su bajo abdomen confirmó el creciente deseo de Laura.― Por favor… quítate
esto.― Como una voiyeur, Crystal se encontró a sí misma incapaz de quitarle
la vista de encima a Laura mientras se plantaba y arrastraba la prenda por
sus caderas. A diferencia del pelo en la cabeza de Laura, el oscuro triángulo
estaba formado por otros apretadamente rizados y los más cercanos a sus
pliegues brillaban por su evidente humedad. El pantalón del pijama se unió a
las demás prendas, entonces Crystal disfrutó el calor de Laura contra ella,
su cuerpo cosquilleando con el renovado contacto. Sintió la humedad
presionar contra su muslo cuando sus labios se encontraron, sabía que la
suya propia se restregaba contra la piel de Laura mientras sus cuerpos se
movían el uno contra el otro.

Crystal tomó aire cuando Laura se alzó hacia un lado, los labios cerrándose
sobre su pezón mientras una errante mano se movía sobre su cadera,
formando círculos cada vez más próximos a sus propios rizos. Los sentidos
de Crystal estaban abarrotados intentando asimilar todas las sensaciones al
mismo tiempo. La suave y atenta boca moviéndose sobres sus pechos, el
cálido cuerpo presionando contra el suyo, los dedos suplicándole rendirse
con la promesa de la última recompensa.

Dando un salto de fe, tanto en ella como en Laura, Crystal separó sus muslos
ofreciéndole a la escritora acceso completo. Y entonces ahí estaba el
mágico momento, cuando un solo dedo se movió entre sus resbaladizos
pliegues y frotó su bulto de nervios.

―¡Ungh, oh Laura!,― lloriqueó, balanceando sus caderas para repetir el


movimiento. En una ocasión Crystal se había preguntado si podría se capaz
de llegar al orgasmo con una mujer, ahora estaba preocupada de que
sucediera demasiado rápido. Había pasado tanto tiempo desde la última vez
que le había permitido a alguien tocarla y nunca antes había sido tan suave,
tierno y cuidadoso. Laura parecía saber exactamente cómo y cuanto tiempo
tocarla, nunca quedándose demasiado tiempo en un sitio antes de moverse,
los escurridizos dedos aprendiendo rápidamente todos los secretos de
Crystal. Los gemidos eran ahora firmes, mezclados con lloriqueos que
vagamente se parecían al nombre de Laura mientras el tsunami crecía en
ella. Agarrándose fuertemente a los hombros de Laura, Crystal se sostuvo
mientras la oleada se hacía más y más grande, sus muslos temblando
impotentemente. Gimió fuertemente cuando la ola la atravesó anulando sus
sentidos mientras se aferraba desesperadamente al ancla en su tormenta.

La suave voz de Laura llenó sus oídos susurrando palabras sin sentido para
confortarla mientras el muslo de la escritora reemplazaba a sus dedos
contra el centro de Crystal. Unos temblores más pequeños le siguieron
mientras sentía la seguridad y comodidad en los brazos de Laura.

―¿Estás bien?,― preguntó Laura con suave voz después de un momento,


dándole a Crystal el tiempo para recuperar el aliento.

Crystal asintió con la cabeza, besando la piel cercana a sus labios.


―No puedo creerlo…― sacudiendo su cabeza se rió nerviosamente.―
Normalmente no soy tan ruidosa.

―Lo tomaré como un cumplido,― dijo Laura moviendo la cabeza de Crystal


hacia arriba lo suficiente como para poder besar a la avergonzada mujer.―
Me encantó oírte gritar mi nombre.― Su mano se movió por el costado de
Crystal hacia abajo.― Me encantaría oírtelo gritar otra vez.

Crystal sonrió y detuvo la errante mano.

―No se si podría hacerlo otra vez. Además,― continuó acariciando


suavemente a Laura en su espalda,― ¿no quieres que yo…bueno, ya sabes, me
encargue de ti?,― Se inclinó hacia delante y besó el cuello de Laura.―
Quiero hacerlo,― susurró continuando sus besos hacia abajo. Cerrando sus
ojos sintió tanto como escuchó la brusca inhalación mientras recorría su
camino con besos hasta llegar a la excitada protuberancia. Había cierto
nerviosismo, pero Crystal lo ignoró, reconfortada al sentir la mano de Laura
detrás de su cabeza. Escuchando los gemidos de placer que salían de los
labios de Laura, concentró su lengua sobre los turgentes pezones, probando
por primera vez los pechos de una mujer. Crystal mordió una de las veces
demasiado fuerte por el entusiasmo, pero rápidamente aprendió los límites y
muy pronto estuvo disfrutando los sonidos de su nombre siendo repetido
una y otra vez en la más ronca vibración desde la boca de Laura. Necesitaba
tocarla por todas partes, aprenderse el cuerpo que tenía debajo.

Y Crystal lo hizo. Desde las cosquillas situadas por debajo de las costillas
hasta la línea libre de pelo por debajo del ombligo que se erizaba cuando la
recorrió con su lengua, lo aprendió todo. Los secretos de Laura le fueron
revelados mientras la hacía llegar más y más alto. Aprendió a usar la
cantidad necesaria de presión, el ritmo necesario para atender las
demandas del cuerpo de su amante. Se sintió sobrecogida por el poder
emocional al sentir los músculos íntimos de Laura apretarse contra sus
dedos, y sentir sus temblores atravesar a su amante. Hicieron el amor otra
vez, compartiendo suaves palabras y tiernas caricias antes de quedarse
dormidas la una en los brazos de la otra. No hubo pesadillas para Crystal, el
cálido cuerpo a su lado la protegía de los demonios del sueño como los
antiguos caballeros protegían a sus doncellas. En los brazos de Laura no
había peligro, solo la seguridad y confort de ser amada.

*************
Acostada de lado en la cama, Laura miraba en silencio mientras Crystal
dormía. La sábana apenas cubría las caderas de la rubia, mostrándole a la
escritora una inmejorable vista de las delicadas líneas y curvas, curvas que
ya había explorado en detalle tan solo unas horas antes. Incapaz de
resistirse, se acercó más a Crystal y comenzó una serie de suaves besos a lo
largo de la desnuda espalda.

―Buenos días,― susurró sintiendo cómo se despertaba su amante. Se


sorprendió al notar el cuerpo de Crystal tensarse. Sospechando que su
proximidad era la causa, Laura se volvió a su lado de la cama.

―Buenos días.― Crystal se giró, entornando los ojos por la luz del sol.―
¿Qué hora es?.

―Cerca de las tres.― Laura mantuvo la distancia insegura de si el contacto


físico sería bien recibido.― Yo um…podría preparar algo para comer,― se
ofreció dándole a Crystal una salida si la quería.

―Si quieres,― dijo Crystal mirando de las sábanas arrugadas a Laura y de


vuelta otra vez.- ¿Ni si quiera un beso de buenos días?,― preguntó
tímidamente, con un toque de inseguridad enroscado en su voz.

Laura se movió rápidamente, no iba a negarle nada a la mujer que había


capturado su corazón. Volcó todos sus sentimientos en ese beso, intentando
con todas sus fuerzas disipar cualquier duda o miedo que Crystal pudiera
tener. Cubriendo las mejillas de la joven mujer con sus manos, le dio un
pequeño mordisco en su labio inferior antes de hacerse hacia atrás.

―Probemos esto otra vez. Buenos días.

―Buenos días a ti también,- dijo Crystal aprovechándose de la postura de


Laura para apoyarse en ella.

―Mmm, qué bien. Tal vez me vuelva a dormir.

―No me importaría,― dijo Laura. Me encanta sostenerte.― Hizo una pausa.


Lo siento si te asusté antes.

Crystal asintió con la cabeza ofreciéndole una avergonzada sonrisa.

―Lo siento. Supongo que no estoy acostumbrada a despertarme con alguien


tocándome,― dijo, acurrucándose más cerca y escondiendo se cara en el
cuello de Laura.― Quiero decir, me gusta cuando me tocas. Solo que me
tomó unos segundos darme cuenta que eras tú.

Laura movió su mano arriba y abajo a lo largo de la espalda expuesta.

―Lo entiendo. Llevará un tiempo.― Besó la cabeza de Crystal.― Y tenemos


más que de sobra.

La cabeza de Crystal se alzó.

―No, no lo tenemos,― dijo con los ojos bien abiertos.― Es sábado ¿verdad?.

―Verdad.

―¡Pues tenemos que estar en casa de Patty a las seis!,― exclamó intentando
apartar las sábanas de una patada.― Tenemos que prepararnos.

Empujando a Crystal de vuelta, Laura le besó el lóbulo de la oreja.

―En un minuto,― susurró mientras hacía círculos con su mano derecha


sobre la espalda de la joven.― Solo me gustaría sostenerte un poco más
¿vale?.― Sintió cómo Crystal asentía. Les tomó tan solo unos segundos
encontrar una posición más cómoda en la cama. La espalda de Laura apoyada
sobre las almohadas mientras que la cabeza de la rubia descansaba contra el
pecho de la escritora.― Eso está mejor,― dijo Laura.

―Oh,― exclamó Crystal mirando hacia arriba con los ojos de par en par.―
¿Hice yo eso?.

Laura miró hacia abajo viendo los morados ovalados en su brazo donde los
dedos de Crystal la habían agarrado un poco más fuerte durante un
momento de pasión la pasada noche.

―Eso creo,― dijo sin darle importancia.― Me salen morados fácilmente. No


te preocupes.

Pero Cystal estaba triste por los morados, el dolor era evidente en su cara.

―No quería hacerlo,― dijo besando cada marca a modo de disculpa.― Lo


siento.

―No hay nada que sentir,― dijo Laura.― Desaparecerán.― Viendo que sus
palabras no funcionaban, la escritora intentó otra aproximación.― Crystal,
no me hiciste daño, lo juro. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaban
ahí hasta que tú me lo has dicho.

―No lo volveré a hacer,― prometió Crystal, sus ojos brillantes mirando los
morados con evidente vergüenza y timidez reflejada en su cara.

―Fue un accidente,― dijo Laura suave pero firmemente inclinando su cara


sobre la de ella.― Sé que jamás querrías hacerme daño.

―Nunca,― contestó Crystal.

―Igual que yo nunca te lastimaría deliberadamente.,― la escritora continuó,


permitiendo a su mano cubrir la mejilla de Crystal.― Significas demasiado
para mí.― Inclinándose, juntó sus bocas permitiendo que su beso hablara
por ella. Sintiendo abrirse los labios de Crystal, introdujo la lengua en su
boca. Sintió su propio cuerpo responder a las sensaciones de la piel desnuda
de Crystal apretándose contra ella. Laura quería más que nada perderse en
la suavidad de los pechos de su amante para escuchar a Crystal gritar su
nombre, para simplemente amarla. Cuando sintió una pierna entre las suyas,
supo que no saldrían de la cama durante un tiempo. Dejando que el deseo la
invadiera, Laura rompió el asfixiante beso y se movió hacia abajo probando
la suavidad del cuello de Crystal.

―Te quiero a ti,― susurró empujando para juntar su caderas.

―Sí,― gimió Crystal.

Animada por unas manos urgentes que la empujaban hacia abajo, Laura fue
dejando un camino húmedo hasta llegar al pecho de Crystal, donde capturó
un pezón endurecido entre sus labios y comenzó a torturarlo con su lengua y
dientes. No pasó mucho antes de que unas caderas se alzaran por debajo de
ella demandando más. Usando su pierna para abrir los muslos de Crystal,
Laura se movió hacia el pecho derecho para excitarlo con su atención antes
de cubrir ambos con sus manos y sus dedos apretar rítmicamente las
endurecidas puntas rosadas.

Manteniendo las manos donde las tenía, Laura movió el resto de su cuerpo
hacia abajo, besando el plano estómago y los húmedos rizos antes de
situarse entre las piernas de Crystal. Cerrando sus ojos, Laura besó los
húmedos pliegues, sonriendo para sí misma por el temblor que su acción
había causado.
―¿Te gusta esto?,― preguntó con conocimiento, besando la sensible carne
otra vez.

―Oh sí,― sollozó Crystal, sus piernas abriéndose más.

―Lo sabía,― murmuró Laura abriendo los pliegues con la lengua y probando
el dulzor allí escondido. Incapaz de resistirse, buscó el endurecido clítoris,
y le dio toda su atención, disfrutando los sonidos de placer que venían de la
boca de Crystal. No pasó mucho antes de que tuviera que abandonar los
pechos de Crystal, necesitando sus manos para sostener sus encabritadas
caderas. Sus gritos se convirtieron en jadeos, mientras unos fuertes muslos
se apretaban contra la cabeza de Laura manteniéndola en el sitio. Sintiendo
los temblores contra sus labios, supo que Crystal estaba cerca.
Incrementando la presión y la intensidad de su lengua, los esfuerzos de
Laura fueron rápidamente recompensados mientras sentía el cuerpo de
Crystal tensarse seguido de una suave embestida hacia arriba. Suavizó su
tacto oral acompañando al clímax hasta que la joven rubia volviera en sí.
Laura se apartó un poco y besó la parte interna de los muslos de Crystal.

―Te quiero,― susurró con la voz demasiado baja como para oírla.

―Oh, Dios,― dejó salir Crystal.

Laura se apoyó sobre uno de sus codos, todavía acomodada entre los muslos
de su amante. Mostrando una coqueta sonrisa, miró hacia abajo a Crystal.

―¿Tan bueno, hummm?.

Llegando a sus rodillas, Laura utilizó su mano derecha para sostenerse


mientras permitía que la izquierda vagara perezosamente sobre los muslos
de Crystal.

―Me alegra que te gustara.― Sonrió cuando siguió la mirada de Crystal


hacia abajo donde sus dedos danzaban peligrosamente cerca de la zona
íntima. Volvió a mirar a Crystal a la cara sin ver un solo rastro de miedo o
duda, solo afecto y deseo. La penetró primero con un dedo, luego dos,
deslizándose por el suave interior con infinita ternura, sin querer hacer
nada que asustara o atemorizara a su amante. Respondió a las urgentes
embestidas de Crystal y bajó su cuerpo hasta estar mitad en la cama y la
otra mitad sobre el cuerpo de la joven mujer. La pierna izquierda de Laura
fue empujada por la derecha de Crystal, dándole a la escritora acceso total
al tesoro que estaba explorando.
―Eres tan suave,― susurró besando a Crystal profundamente.― Me encanta
tocarte.

―Yo…yo…― Crystal intentó contestar pero aparentemente las acciones de


Laura hicieron de ello una tarea imposible.

―Shhh, relájate y disfrútalo,― dijo Laura presionando un poco más


adentro.― Sí, eso es …así.― Sintió la presión de los músculos alrededor de
sus dedos mojados y cuidadosamente añadió un tercer dedo, mirando la cara
de Crystal todo el tiempo ante cualquier signo de incomodidad. En lugar de
eso fue contestada por unas caderas que se alzaban para encontrarse con
sus dedos, forzándolos a ir más rápido de lo que pretendía. Los ojos de
Crystal se cerraron, su cabeza se apretó hacia atrás contra la almohada,
sonidos incoherentes venían de sus labios. Laura cerró los labios sobre el
pezón derecho de Crystal y comenzó a mover sus dedos adentro y afuera.
Los gritos que deseaba oír llenaron sus oídos haciendo que Laura se animara.
En un momento sintió los preciosos músculos contraerse, atrapando sus
dedos dentro. Aunque le supuso un pequeño esfuerzo, Laura pudo curvar sus
dedos hacia arriba y encontrar el suave punto que buscaba. Crystal gritó
cuando sintió el orgasmo, sus dedos enganchados como garras al brazo
derecho de Laura, casualmente bastante cerca de donde se encontraban
localizados los morados de la noche anterior. Después, Laura la sostuvo
felizmente, encontrando el placer en ella misma con el simple roce de
Crystal antes de que el reloj les anunciara que su día en la cama había
finalizado.

*********

Crystal miraba las señales de la carretera nerviosamente.

―¡Allí!,― señaló con el dedo.― Coge la próxima salida.― Así lo hizo Laura y
muy pronto estuvieron viajando a través de una carretera llena de baches
delineada por postes y cuyas cunetas estaba resquebrajadas. Montañas de
basuras y latas aboyadas se acumulaban en las curvas y en dos ocasiones
Laura tuvo que apretar los frenos hasta el fondo para no atropellar a los
perros sueltos.― Vale,― dijo Crystal volviendo a leer las indicaciones
escritas a mano.― Allá, donde está la señal de stop, gira hacia la izquierda,
continúa dos manzanas más y gira a la derecha.― Plegó las instrucciones y
las metió dentro del bolsillo de su camisa.― Se supone que el parque está a
la derecha.
Para sorpresa de Crystal, el parque de caravanas no estaba en tan malas
condiciones como esperaba. La mayoría eran casas bastante grandes
comparadas con las que había en el parque donde se crió. Las carreteras
estaban en buen estado, los bordes estaban rodeados de árboles y césped y
las casas alejadas de los caminos. Parecían bastante nuevas también,
tejados puntiagudos y salientes ventanas se veían por todas partes. Claras
señales indicaban los cruces haciendo muy fácil que Crystal encontrara Pine
Line y desde allí, la casa pintada de azul y blanco con un jardín delante lleno
de juguetes de niños y un par de bicicletas tiradas en el suelo.

―¡Allí es!,― dijo excitada, buscando ya la manivela de la puerta. Laura se


apartó a un lado parando detrás de un viejo Toyota. Crystal apenas estaba
saliendo del coche cuando la puerta se abrió más y la mujer que, sin lugar a
dudas era su hermana, se paró frente a ella.― ¡Patty!.

―¡Crystal!,― se abrazaron fuertemente.

―¡No puedo creerlo!,― dijo Crystal, aferrándose a la realidad que pensaba


que jamás tendría.― ¡Oh, Dios, te he echado tanto de menos!.

Patty se hizo hacia atrás entornando un poco los ojos.

―Yo casi me caigo de la silla donde estaba sentada cuando mamá me dijo
que te había visto en el supermercado. Pensé…bueno, no importa lo que
pensara. Estás aquí. Patty se dio cuenta de que Laura estaba de pie junto al
coche.― Y ésta debe de ser tu compañera de piso Laura.― Crystal las miró
mientras se estrechaban las manos.

―Encantada de conocerte,― dijo Laura quedándose detrás de Crystal.

Crystal observó lo que había cambiado su hermana con el tiempo. La joven


piel había dado paso a finas arrugas junto a sus ojos y el pelo que antes era
rubio como el sol, ahora se veía casi gris cenizo. Patty también lucía un
cuerpo que había tenido dos embarazos y no practicaba mucho ejercicio.
Pero aún así había una vitalidad en ella que el sobrepeso o las arrugas no
podían ocultar. Todavía era la misma hermana con la que Crystal había
pasado horas jugando al Monopoly, compartido miedos y secretos y echado
terriblemente de menos.

―Vayamos adentro,― dijo Patty, gesticulando hacia el modesto porche.

No había duda de que dos niños vivían allí, pensó Crystal mientras rodeaba el
juguete de un robot y una muñeca en su camino hacia el sofá donde se le
unió Patty, mientras que Laura tomó asiento en una mecedora, enderezando
de inmediato una pila de revistas y papeles tirados sobre la mesa.

―Así que, ¿dónde está todo el mundo?,― preguntó Crystal.

―Mamá se llevó a Jessica y a Thomas a cenar al Happy Mary´s. Tienen una


sala de juegos y yo quería estar algún tiempo contigo a solas sin nadie que
nos molestase.

Crystal asintió con la cabeza, pensando que era una buena idea,
especialmente cuando miró a Laura, acordándose que necesitaba contarle a
su hermana la verdad sobre su relación.

―¿Patty?, hay algo que tengo que contarte.― Era un tema del que nunca
habían hablado cuando eran niñas, y a pesar de se bravuconería en casa de
Laura, muy dentro de ella existía el miedo a que su hermana no lo
aprobara.― No te lo conté todo la otra noche por teléfono.

―No bromees,― dijo Patty cogiendo los cigarrillos y el encendedor de


encima de la mesa de café.― Tenemos que ponernos al día de once años. Yo
también tengo un montón de cosas que contarte.― Encendió un cigarrillo,
tomando una calada antes de continuar.― Así que cuéntame.

Nerviosa, Crystal miró a Laura, viendo su mirada devuelta con valentía.

―Laura y yo…somos más que compañeras de piso,― terminó de un tirón, sus


ojos sin separarse ni un instante de los de la escritora.

La mano de Patty se paró a mitad de camino del cenicero y miró a Laura,


después a Crystal.

―¿Eres feliz?,― preguntó.

No hubo dudas.

―Sí,― dijo Crystal,― quiero decir, es todo muy nuevo, pero sí, muy feliz.

―Entonces eso es todo lo que importa,-― dijo Patty golpeando las cenizas
contra el cenicero de plástico. No es algo que yo pueda decir que no he
probado,― dijo encogiéndose de hombros.― Chica, eso volvió loca a mamá.

―¿Quieres decir que lo supo?,― dijo Crystal con asombro.


―Oh, sí,― dijo su hermana.― Pero la cuestión es que este sitio es mío y ella
no puede permitirse un sitio tan bonito con lo que gana al mes, por no
mencionar el dinero extra que le doy por ayudarme con los críos. No fue
nada serio. Era más curiosidad que otra cosa después de toda esa mierda.
He estado con hombres. Ahora mismo tengo demasiadas cosas por las que
preocuparme con los niños que estar buscando al Señor Perfecto en algún
lado. Oh Crystal, espera a conocerlos. Las fotos de Jessie de primer grado
se parecen muchísimo a ti.― Dejó el cigarrillo sobre el cenicero y se
levantó.― Tienes que verlas. Traeré el álbum de fotos. Ahora mismo vuelvo.

Una vez que su hermana salió de la habitación, Crystal encontró a Laura


arrodillada al lado de ella.

―Ha ido bien,― dijo en voz baja, sin querer que la oyeran desde el hall.

―Sí, así es,― estuvo de acuerdo Laura. ¿Qué tal estás?.

―Bien,― dijo, relajada ahora que su mayor temor había sido vencido.― Es
tan extraño volver a verla después de tanto tiempo, pero todavía es la
misma Patty con la que crecí, solo un poco más mayor, supongo que todavía
puedo contarle cualquier cosa.

Laura sonrió y la besó en la mejilla.

―Me alegra de que puedas.― Ambas cabeza se giraron con el ruido de la


puertas de un coche al abrirse y cerrarse.― Parece que han vuelto más
pronto.

―No puedo encontrar las de Jessie cuando era un bebé, pero tengo el
resto,― dijo Patty, volviendo con varios álbumes en sus manos. Laura volvió a
sentarse en su mecedora justo antes de que se abriera la puerta principal,
permitiendo entrar a dos rayos de energía en una habitación tranquila.

―¡Mami, mami el Happy Mary´s se ha quemado!. Dijo Jessica excitada,


dejando caer su chaqueta rosa en el suelo justo cuando entraba.

―Sí y había camiones de bomberos y todo eso por todas partes,― dijo el
niño de seis años, Thomas, imitando el gesto de su hermana mayor con la
chaqueta.― Hacían mucho ruido.

―Colgad vuestras chaquetas donde corresponde,―dijo Patty.― Hay alguien


a quien quiero que conozcáis.
Crystal se puso rígida cuando vio a su madre entrar despacio en la casa.
Cuando estuvieron de pie en el supermercado, no se dio cuenta de la ligera
cojera en el caminar de la anciana mujer o los dedos aquejados de artritis
que intentaban sostener los brillantes las mochilas que los niños le habían
dado. Las imágenes de una mujer borracha sentada a la mesa pasaron por su
mente, trayendo con ellas el viejo enfado y dolor. Cuando sus ojos se
encontraron, hubo primero una mirada de placer y luego de tristeza en la
cara de Margaret Sheridan.

―Jess, Thomas, esta es vuestra tía Crystal,― dijo Patty,― y ésta es su


amiga Laura.

―Yo también me llamo Crystal,― dijo Jessie orgullosa, empujando a su


hermano fuera de su camino en un intento de estar más cerca de su tocaya.

―¿Tú también?,― preguntó Crystal con sorpresa.

―Síp, Mi nombre es Jessica Crystal Sheridan. Mami dice que los cristales
son especiales. Tengo una colección entera en mi habitación, ¿quieres
verla?,― preguntó la rubia niña acercándose para coger la mano de Crystal.

―Luego Jessica,― dijo Patty.― La tía Crystal acaba de llegar. Puedes


enseñarle todas tus cosas más tarde.― Miró a su madre.― Así es que ¿qué
ocurrió?.

―No lo sé pero vimos el fuego dos manzanas antes de llegar,― dijo


Margaret, echándole una rápida mirada a Crystal ante de girarse.― Será
mejor que prepare algo de cenar para esos dos. ¿Estáis hambrientas,
chicas?.

―No,― dijo Crystal rápidamente.― Laura y yo comimos tarde,― mintió

―Gracias de todas formas,― dijo Laura, enviándole de repente una mirada


interrogativa a Crystal.

La ignoró concentrada en la mesa de café hasta que escuchó las puertas


abatibles golpear la una contra la otra indicando que su madre ya no estaba
en la habitación.

―Tía Crystal, tía Crystal,― dijo Thomas urgentemente pasando por delante
de su hermana.― Había camiones de bomberos, tres. Y hacían muchísimo
ruido. Me tapé las orejas así, pero todavía hacía ruido.― Al contrario que su
hermana que había heredado el pelo rubio y la complexión ligera de las
Sheridan, Thomas se debía parecer al padre quien, suponía Crystal, sería de
origen hispano. El pelo del niño era marrón oscuro, haciendo juego con sus
ojos, su tono de piel bastante más oscuro que el de ella. Sin dudarlo se subió
a su regazo, obligando a Crystal a poner sus brazos alrededor para evitar
que se cayera.― La abuela no nos dejaba acercarnos pero yo vi un bombero
poner la manguera en la boca de incendios.

―¿De veras?

Thomas sacudió su cabeza arriba y abajo.

―Síp, y había mucha gente corriendo alrededor, y Jessica me empujó y casi


me caigo.

―Jessica,― dijo Patty con voz suave pero desaprobatoria.― ¿Qué te he


dicho sobre lo de empujar a tu hermano?,― dejó los álbumes de fotos sobre
la mesa de café y se arrodilló en frente de su hija.― Lo sabes muy bien.
¿Quieres que te quite la bicicleta durante toda una semana?.

―No mami, pero es que si no, no se habría quitado de en medio,― protestó


Jessica.

―Esa tampoco es razón para empujarlo. Se podía haber golpeado con la


acera y hacerse daño.― Patty sacudió su cabeza y miró a su hermana.― A
veces no se qué hacer con éstos dos. Nosotras no éramos así.

―¿Bromeas?,― preguntó Crystal.― ¿No recuerdas cuando me empujaste por


aquella mugrienta colina?.

―Tú me empujaste primero,― protestó Patty.― No sabía que caerías


rodando colina abajo.

Thomas abrió los ojos de par en par, revolviéndose en los brazos de Crystal.

―Mamá empujó a tía Crystal colina abajo,- dijo con su voz de niño.

―Y no vayas tu tomando ideas, jovencito,― dijo Patty con el inconfundible


tono de madre.― Ahora cambiaros y poneros la ropa para jugar. Podéis
montar en vuestras bicicletas hasta la hora de cenar.― Bajó a Thomas del
regazo de Crystal y señaló con el dedo en dirección al dormitorio.― Deprisa.
Y ponte tus deportivos viejos también. Quiero mantener esos limpios para ir
a la escuela.
―Vale mami,― dijo.― Jess, ¿una carrera?.

―No corráis,― dijo Patty, pero ya era demasiado tarde, mientras los niños
salían corriendo por el pasillo, sus risas y pisadas retumbaban por la casa.―
Los dos tornados volverán en tan solo unos minutos,― dijo mientras volvía su
antigua posición sobre el sofá.― Ni si quiera creo que conozcan el
significado de la palabra caminar.

―Son estupendos,― dijo Crystal volviéndose hacia su hermana.― Parecen


realmente felices.

―Lo son,― dijo su hermana más mayor.― A veces dan mucho trabajo, pero
mamá realmente es una ayuda cuando eso sucede.

Crystal metió su mano en el bolsillo buscando sus cigarrillos.

―Todavía no puedo creer que vivas con ella,― dijo encendiendo uno.― De
ninguna maldita manera yo podría hacerlo.

―Ella ha cambiado,― dijo Patty.― Está mucho mejor ahora que no bebe.―
Crystal sitió el brazo de su hermana rodearle los hombros.― Dale una
oportunidad y verás. Realmente te ha echado de menos,― añadió bajando la
voz.

Crystal dio una larga calada a su cigarrillo mirando a Laura.

―Maldita sea esto es demasiado duro.

―Si esto es demasiado para ti,― comenzó Laura, pero Crystal sacudió su
cabeza.

―No, puedo hacerlo,― dijo mirando a su hermana.― No puedo aceptarla


como una madre amantísima, pero puedo ser civilizada.

―De verdad que ha cambiado,― dijo Patty mirando hacia el hall cuando oyó
abrirse la puerta.― Los niños realmente la adoran,― añadió.

―Sip,― dijo, entendiendo el mensaje no dicho con palabras , “no seas hostil
en frente de los niños”.― Voy a mantener esto apartado.― dijo apagando el
cigarrillo.― No quiero fumar con ellos alrededor.

―Tía Crystal,―dijo Jessica mientras corría por el hall,― ¿quieres verme


hacer el caballito con mi bicicleta?.
―Ponte el casco,― dijo Patty,― Mrs. Catcher me dijo que te vio yendo en
bicicleta sin él.

―Claro,― dijo Crystal.― Estaba a punto de salir a fuera de todas formas.

Minutos más tarde Crystal y Patty estaban sentadas alrededor de la mesa


de picnic, en el jardín frontal. Laura estaba sentada en la acera viendo a
Jessica y a Thomas paseando en sus bicicletas arriba y abajo. El sol estaba
bajando.

―Entonces, ¿cuánto tiempo lleváis juntas?,― preguntó Patty.

―No mucho,― dijo Crystal.― De hecho, umm…anoche fue nuestra primera


vez.

―¿Qué?, bromeas,― dijo Patty empujando a Crystal con el hombro.― Qué


suerte. Pero ¿habéis estado viviendo juntas durante un tiempo, no?.

―Unos cuatro meses,― dijo saludando con la mano a Jessica que pasaba con
su bicicleta.― Laura es escritora. Escribe novelas de misterio lesbianas. Y
también es una estupenda cocinera,― añadió.

―Bien, me alegro que seas feliz,― dijo Patty.― Todos estos años me
preguntaba dónde estarías, cómo estarías. Ni si quiera sabía si todavía
estabas viva.― Sacudió su cabeza.― Incluso llegué a pensar en contratar a
un detective privado, pero nunca me lo pude permitir.

―Yo estaba igual de preocupada por ti,― dijo Crystal.― Lo divertido es que
nunca me marché del condado. Tan solo me fui a la ciudad y supongo que me
perdí allí. No te conté esto por teléfono pero…trabajé en clubs de
striptease durante mucho tiempo.

Patty encendió un cigarrillo y miró en dirección a donde Laura y los niños


estaban.

―Cuando por fin salí del autobús pensé que sería fácil encontrar un sitio
donde vivir y trabajar. Bastante estúpido para una chica de diecisiete años.
Me quedé sin dinero en tres días.

Crystal asintó dando una larga calada a su propio cigarrillo. No tenía que
preguntar cómo su hermana mayor había sobrevivido. Solo había una forma
de que una chica joven pudiera hacer dinero rápidamente en las calles. Aún
así, sintió tristeza por la confirmación de lo que sospechaba hacía ya tiempo.
―Me alegro de que no estuvieras fuera durante mucho tiempo,― dijo.

―Lo suficiente como para quedarme embarazada de Jessica,― dijo Patty.―


Su padre era otro John que no traía un condón con él. Y no era como que yo
pudiera tomarme la píldora o algo así, por lo tanto era probable que
sucediera.

―Supongo que yo tuve suerte,― murmuró Crystal con el cigarrillo en la


boca.― Nunca me quedé embarazada.― Exhalando lentamente, miró la línea
blanca de humo deshacerse en el aire.― Era tan desastre que tampoco lo
habría hecho bien como madre.― Señaló con su barbilla en dirección a donde
los niños jugaban.― Parece que tú lo has hecho bastante bien con esos dos.

―Gracias,― dijo Patty.― Es importante para mí ser una buena madre para
ellos.

―Dándoles todo lo que nosotras no tuvimos,― dijo Crystal echándole una


rápida mirada a la ventana de la cocina.

Patty tiró su cigarrillo al suelo y lo apagó pisándolo con el pie.

―Tienes razón sobre eso,― dijo.― Le llevó un tiempo después de que él


muriera el someterse a un tratamiento y aprender cómo ser una madre,
aunque fuera demasiado tarde para nosotras. Quiere a esos niños y haría
cualquier cosa por ellos.

Crystal sintió la rabia aflorar dentro de ella y apretó el cigarrillo


fuertemente rompiendo el filtro.

―Se solía sentar en la mesa y no hacía nada mientras aquél bestia


descargaba su mierda contra nosotras ¿o no lo recuerdas?.

―Lo recuerdo,― dijo Patty.― Créeme, lo recuerdo. Pero ella ha cambiado.


Acude a sus reuniones, ve a su consejero y no ha bebido en años. Ha sido
muy duro para ella no saber qué había pasado contigo.

―Pues yo no lo siento por ella,― dijo Crystal.― Vivíamos en el infierno y le


permitía a él cualquier cosa. Tú no sabes cómo era él después de que tú te
marcharas. Perdónala si es lo que quieres. Yo prefiero no tener nada que ver
con ella.― Cerrando sus ojos, Crystal tomó aire profundamente, intentando
que su cuerpo se calmara un poco, sus dedos rígidos por la tensión. Sintió la
mano de Patty apretarle el hombro.
―Si necesitas odiarla, entonces hazlo,― dijo su hermana mayor.― Pero
hemos perdido demasiados años. ¿No es ya hora de dejar el pasado a un lado
y seguir adelante?. No quiero volver a perderte, Crystal.

―No vas a perderme,― dijo, alzando la cabeza para mirar a Patty. Ya me


encargaré yo de eso.― Sacudiendo su cabeza, Crystal sonrió y buscó sus
cigarrillos.― Con razón estoy en terapia ¿hmmm?.

Patty sonrió y le volvió a apretar el hombro.

―Creo que todo el mundo necesita terapia.

Crystal bufó y encendió otro cigarrillo.

―Pobre Jenny. Ella es mi terapeuta. Va a ser un demonio de sesión cuando la


vea el martes,― sacudió su cabeza.― Todavía no me puedo creer que esté
aquí sentada hablando contigo.

―Lo mismo que yo,― dijo Patty.― Eres más alta de lo que pensé que serías.
Eras mucho más baja que yo.

―Solo porque tú eras mucho más mayor, pero aunque fuera más baja podía
competir contigo, ¿no es así?,― preguntó Crystal.

―Sí, es cierto,― admitió su hermana.― Esos dos no son diferentes,― dijo


mirando en dirección a los niños.― Thomas está siempre intentando retar a
Jessica en todo lo que hacen.

―Como nosotras,― dijo Crystal forzando a la seria expresión de su cara a


irse cuando vio al trío dirigirse hacia ellas.

―¿Viste mi caballito, tía Cystal?.

―Sí Jessica, lo ví,― dijo, agradecida de la distracción para cambiar de


conversación.― Así que…¿es alguno de vosotros bueno jugando al Monopoly?.

La niña sacudió la cabeza.

―Yo tengo el juego de Twiddles the Caterpillar en el ordenador. Soy buena


con él.

―Oh, no creo que Laura tenga ese en su ordenador,- dijo mirando a su


amante.
―No, creo que nunca lo he visto,― dijo Laura.

―Mami, ¿puedo enseñarle a Laura y a la tía Crystal mi juego?,― dijo


Jessica.

―¿Es seguro entrar a tu habitación?,― preguntó Patty.

―Estoy segura de que no puede ser peor que la de tu hermana,― dijo Laura.

―¡Hey!,― Crystal de dio un empujoncito. La sonrisa se borró de su cara


cuando notó movimiento por la ventana de la cocina.― Vamos Jess,
enséñanos tu juego,― dijo cogiendo las manos de los niños. No tenía que
mirar a ninguna de ellas para saber que vieron lo mismo que ella. “Puedo
hacer esto”, se dijo para sí misma mientras seguía a Jessica por las
escaleras. Decidió que aguantaría estar con su única hermana y con los niños
en la misma habitación que su madre. “Después de todo ahora soy adulta.
¿Qué podría hacerme?”. Mientras se movían a través del hall, Crystal
intentó mantener los ojos apartados de la cocina.

**********

Después de que los niños terminaran de cenar, se sentaron en el suelo del


salón mientras Patty y Crystal se acomodaron en el sofá y Laura ocupó la
mecedora. Cuando Margaret salió de la cocina, Laura se levantó para
ofrecer la silla a la anciana mujer, pero la madre de Crystal levantó la mano
y despacio cruzó el salón.

―Estoy cansada. Me voy a la cama ya,- dijo Margaret.

Crystal no dijo nada, sus ojos miraban a todas partes menos a su madre
mientras los niños se levantaban y le daban a su abuela un abrazo de buenas
noches.

―Te veré por la mañana,― dijo Patty, aguantando el álbum de fotos sobre
su regazo. Le dio a Crystal un amistoso codazo en el costado, pero fue
ignorado. Solo cuando Crystal oyó la puerta del dormitorio cerrarse, alzó la
cabeza.― Sabes que lo hizo por ti.

Alzándose de hombros, Crystal cogió el álbum de fotos.

―Lo sé,― dijo.― Venga, veamos las fotos.


El resto de la tarde transcurrió calmadamente, los años de separación
fueron apartados mientras compartían fotografías y vivencias. Thomas, que
tenía muy poco interés en mirar las fotos, mantuvo a Laura ocupada
mostrándole su destreza con su modesta colección de video juegos. Jessica
iba alternando las actividades de arriba abajo, ayudando a su madre a
contar alguna historia o explicándole a Laura cómo jugar con un juego
determinado. Ignorando intencionadamente cualquier referencia hecha por
su hermana o su sobrina, fue fácil para Crystal relajarse e ignorar que su
madre ni siquiera vivía allí. Cuando se hizo más tarde, se encontró a sí misma
reticente a marcharse, queriendo pasar unas horas más con su querida
hermana. Fue con los ojos llenos de lágrimas y con fuertes abrazos que,
finalmente se marcharon, prometiendo que se llamarían la una a la otra y que
se volverían a ver pronto. Laura incluso recibió los abrazos de los cariñosos
Jessica y Thomas que querían que volviera y jugara con ellos a sus
videojuegos. Una rápida maniobra para esquivar el coche de Margaret y la
visita terminó.

―¿Quieres hablar?,― dijo Laura mientras conducía el Jeep entre las calles
para salir del parque de caravanas, yendo muy despacio para minimizar el
golpe de los baches de la carretera.

―No,― dijo Crystal cogiendo los cigarrillos.― Gracias por venir conmigo. Me
alegra que estuvieras allí incluso aunque pasara la mayor parte del tiempo
con Patty y te dejara manteniendo a los niños ocupados.

―No me importó,― dijo Laura,― además, viniste para poder pasar el tiempo
con tu hermana. Me encantó ayudar con los niños.

Crystal miró los trazos de humo iluminados por las luces de las farolas de
las calles.

―Sabes, no entiendo por qué actúa como si nunca hubiera pasado nada,―
dijo.

―¿Quieres decir Patty?,― aclaró Laura.

―Sip,― dijo.― Sé que quiere que haga las paces con ella, pero no lo haré. No
tengo que perdonarla por lo que pasó.― Los ojos de Crystal captaron la
brillante luz amarilla de la valla publicitaria que exaltaba el agradable sabor
de un whiskey conocido.― Eso estaría bien ahora,― susurró.

―¿Qué?.
―La valla publicitaria de ahí detrás,― sonrió entre dientes y dio una calada
a su cigarrillo.― No importa.― Se asustó con la repentina caricia de la mano
de Laura sobre su muslo y tuvo que cogérsela rápidamente para evitar que la
retirara del todo.― No, está bien,― dijo, volviendo a poner la mano donde
estaba.― Supongo que tengo demasiadas cosas en la cabeza.

―¿Te ayudaría el compartirlas?,- se ofreció Laura.

―¿Por dónde empezar?.―Crystal no conseguía aclarar sus propios


pensamientos para entenderlos y mucho menos para explicárselos a otra
persona. ¿Cuán enfadada estaba de ver a su madre ser tan agradable con los
hijos de Patty?. ¿Cuánto le molestaba que Patty se mostrara consternada
por la mujer que había permitido que aquella bestia las golpeara y las
aterrorizara?. ¿Cómo dos malditos meses significaban la diferencia entre
haber vivido con su hermana Patty o vivir en las calles?. ¿Cómo podía llorar
todavía una niña que en lo más profundo de ella misma sabía que su madre
nunca estaría allí?. Las razones se arremolinaban en su cabeza, pero el
resultado era el mismo, un odio intenso la recorría y se negaba dejarla en
paz.

―No puedo explicarlo,― dijo finalmente, apretando los dedos de Laura con
los suyos propios.― Solo quiero volver a casa.

―Estaremos en la autopista pronto,― dijo Laura desenredando sus dedos de


los de Crystal cuando llegaron a la entrada de la autopista.― ¿Te apetece
ver una película en la televisión?.

Crystal mantuvo la mirada en la oscuridad de la noche.

―Síp, suena bien,― dijo sin ningún entusiasmo.

―¿Estás segura de que no quieres hablar de ello?

Crystal permaneció mirando a través de la ventana durante varios segundos


antes de contestar.

―Es solo que no lo entiendo,― dijo.― ¿Cómo diablos ha olvidado lo que


pasó?.― Las emociones seguían agitándose en ella, subiendo más y más cerca
de la superficie. Cruzando sus brazos sobre el pecho, cerró sus manos
formando apretados puños.― ¿Cómo puede soportar tener a esa mujer
alrededor?. ¿Permitirle estar cerca de los niños?.― Se irguió sobre su
asiento, golpeando el suelo del coche con fuerza.― ¿Sabes lo que me dijo?.
Me dijo que era hora de dejar a un lado el pasado y seguir adelante. ¿Puedes
creerlo?. Perdonar a esa….esa zorra.― Negó con la cabeza firmemente.― De
ninguna manera. No después de toda la mierda que tuve que tragar. Si Patty
quiere perdonarla, bien. Pero yo no.

―No tienes que hacerlo,― dijo Laura.― Si es demasiado para ti verla,


arréglalo con Patty para que en su lugar venga ella a nuestra casa.― Laura
volvió a descansar la mano sobre el muslo de Crystal.― Haz lo que tengas
que hacer para ser feliz.

Sintiendo a su enfado desaparecer, Crystal entrelazó sus dedos con los de


Laura y se los llevó a sus labios.

―Gracias por estar conmigo esta noche,― dijo besando los nudillos de la
escritora. Sonrió cuando sintió sus manos unidas ser empujadas hacia los
labios de Laura. Mirando alrededor, Crystal reconoció el tramo de autopista
por el que estaban pasando.― Si tomas la primera salida y giras a la derecha
en el primer semáforo verás que hay un parque a un cuarto de milla más o
menos. ¿Te apetece un paseo a la luz de la Luna?.

―¿Estás segura que no es peligroso?,― preguntó Laura mientras tomaba la


salida que le había indicado Crystal y giraba a la derecha.

―El paseo está bastante iluminado y las patrullas de policía pasan por allí
muy a menudo,― dijo Crystal.― Estaremos bien. Venga, hace una noche
preciosa.

Las hojas de los árboles caídas crujían bajo sus pies mientras caminaban
lada a lado por el paseo de adoquines. Había relativamente poca gente
teniendo en cuenta la suave temperatura, permitiendo a Crystal la
privacidad que esperaba. Laura tan solo protestó una vez más antes de
pasar su brazo por la espalda de Crystal, estando de acuerdo en que las
hojas secas las avisarían si se les acercaba alguien por detrás. El camino
giraba alrededor del lago de los patos, donde había poca luz, llevando a la
pareja hacia la oscuridad y tranquilidad que deseaba la recién encontrada
vena romántica de Crystal.

―Ven aquí,― dijo sacando a Laura del camino.

―Esto no es seguro,― advirtió Laura antes de que la boca de Crystal


cubriera la suya.

―Suficientemente seguro,― contestó entre besos.― Incluso si alguien


caminara por aquí, no nos vería aquí atrás. Apretando a Laura entre ella y el
tronco del árbol, Crystal disfrutó la sensación de los brazos abrazándola
cariñosamente, mientras los sonidos provenientes del lago de los patos
daban vida a la noche.― Me gusta esto,― admitió estrechando el abrazo
contra la cintura de Laura. Escondió su cara en el cuello de la escritora
inhalando la esencia a pino de un árbol de los alrededores mezclada con el
olor natural de Laura.― De alguna forma el estar juntas en el coche no era
suficiente.― Sonrió cuando el abrazo de Laura se hizo más fuerte,
atrayéndola incluso más cerca.― Supongo que solo necesitaba ser abrazada,
eso es todo.

―Bien, entonces eso es una buena cosa porque me encanta abrazarte, ¿no es
así?,― susurró Laura en su oreja.― De hecho, si estás interesada, la oferta
se mantiene para toda la noche.

―¿Vas a volver a plegar mi ropa otra vez?,― bromeó.

―Eso depende,― dijo Laura,― de si te la vas a quitar o no.

Crystal quitó su cara del cuello de Laura y miró hacia arriba mientras
mantenía el abrazo alrededor del cuerpo de su amante.

―¿Y si quisiera dormir contigo pero no me sintiera como para hacer nada
más?,― preguntó.

Entonces me enroscaría alrededor tuyo y te abrazaría hasta la mañana


siguiente si eso es lo que quieres,― dijo Laura inclinándose tomando las
mejillas de Crystal.

Crystal sonrió y posó sus labios sobre los de Laura.

―¿Por qué eres tan buena conmigo?,― preguntó disfrutando la calidez de


los dedos de la escritora contra sus mejillas.

―Porque,― dijo Laura ahora trazando con su dedo la mandíbula de Crystal,―


te quiero.

Cerrando los ojos, Crystal dejó que las palabras la envolvieran, deseando
creerlas con cada una de las fibras de su ser.

―Yo…yo nunca…― Su voz atorada en su garganta, tuvo que tragar


pesadamente y empezar otra vez.― Nunca creí que nadie pudiera nunca
amarme, sobre todo si sabía la verdad sobre mí.― Sintiendo que las manos
de Laura se movían para abajo hacia sus caderas, subió las suyas para
rodear el cuello de la escritora.― Y tú la sabes.

―Sí, la sé.,― dijo Laura suavemente.― Sé que eres incapaz de volver a


poner el periódico en orden después de haberlo leído. Sé que aprietas el
tubo de pasta de dientes por el centro y que eres alérgica a poner el rollo
de papel higiénico en el portarrollos. Sé que tu desorden me lleva loca, y
también sé que te amo.

―A pesar de todo eso ¿eh?,- se burló Crystal, luchando contra el escozor de


sus ojos.

―Tal vez por todo eso,― susurró la escritora.― Dicen que los polos
opuestos se atraen.

―No puede haber mucha gente más opuesta que nosotras.

―No, no mucha,― estuvo de acuerdo Laura.

―Yo también te quiero,― dijo Crystal rápidamente temerosa de que las


palabras se le trabaran si las decía más despacio.― Tiene que ser amor.
Nunca he sentido esto antes. Trayendo de nuevo su mano izquierda, Crystal
posó su dedo pulgar sobre el labio inferior de Laura.― Nunca me ha gustado
besar a alguien antes, pero…― Incapaz de resistirse, se inclinó y pasó su
lengua sobre la suave boca.― Dios, besas tan bien.

―Mmm, tú también,― murmuró Laura.

Crystal sintió la aspereza de la corteza del árbol en sus nudillos y sabía que
tenía que ser incómodo para la espalda de Laura, pero cada vez que
intentaba apartarse, se encontraba abrazada más fuerte. La confusión de la
tarde desapareció y fue reemplazada por la seguridad de que ningún daño la
alcanzaría entre aquellos brazos.

―¿De qué estábamos hablando?,― preguntó algo confusa cuando sus labios
se separaron.

―Estabas diciendo que me querías,― dijo Laura manteniendo a Crystal


firmemente sujeta contra ella.― Y yo te estaba diciendo que te quería.
Nada más importa, no ésta noche.

Y después de un último beso en la oscuridad, la pareja tomó el camino y


relajadamente volvió a la zona de parking. Mientras la reunión con su familia
le había causado un torbellino de emociones, pasear con Laura cogida de la
mano a la luz de la Luna le dio a Crystal la tranquilidad que necesitaba
después de la tormenta.

********

―Bueno, ¿qué es lo que ocurre?,― preguntó Jenny mientras cerraba la


puerta.― No es propio de ti pedir una cita de improvisto.

―Fue un infierno de fin de semana, Doc,― dijo Ctystal mientras se dejaba


caer sobre el puff. Vi a Patty.

―¿Tu hermana?. ¿Cómo es eso?.

Crystal brevemente le dio los detalles llevando cuidado de omitir su relación


con Laura. Le habló de sus recién encontrados sobrino y sobrina, de cómo
todavía reconocía a la Patty que ella conocía en la cara ahora adulta de su
hermana, y una docena de otros detalles que se arremolinaban en su cabeza.
Cuando terminó, levantó la vista para ver a Jenny muy ocupada tomando
notas.

―¿Intentando retener los nombres, Doc?.

―Oh, sé quién es quién,― contestó Jenny.― Hay un par de cosas sobre las
que me gustaría volver.

―¿Cómo qué?,― Crystal la miró y cruzó sus brazos desafiantemente


sabiendo muy bien hacia dónde su terapeuta querría ir.

―¿Cómo te sentiste al ver a tu madre otra vez?.

―¿Cómo crees que me sentí?,― dijo Crystal, los músculos de su mandíbula


tensos.― No podía creer estar de pie en el supermercado y que ella
apareciera como si fuera una pesadilla o algo así, actuando como si estuviera
triste y como si me hubiera estado echando de menos y esas cosas.

―¿No crees que te echara de menos?.

Levantando sus hombros, Crystal miró a la nada.

―Lo dudo. ¿Por qué debería?.― No me prestó atención cuando estaba allí.―
Empezó a balancear su pie adelante y atrás.― Deberías haber visto la forma
en la que actuaba, toda agradable - agradable, haciéndole la cena a los niños
y todo.

―¿Te molesta que tu madre esté haciendo cosas por sus nietos que no hizo
en su día por sus propias hijas?,― preguntó Jenny.

―Todo es una actuación,― dijo Crystal enfadada, el ritmo de su pie


aumentó,― como cuando me miró antes de retirarse a su habitación.

―¿Cómo te miró?

―Como si estuviera toda dolida porque yo no le hablara,― dijo.― Vale que


Patty la perdone, pero yo no.― Sintiendo demasiada energía como para
quedarse quieta, Crystal se levantó y caminó hacia la ventana.― No sé cómo
puede hacerlo. Yo no puedo soportar estar en la misma habitación que esa
mujer y mucho menos vivir con ella.― Sus dedos agarraron el marco de
madera de la ventana.― Después de todas las cosas que mi madre nos hizo,
que permitió que nos hicieran. ¿Cómo diablos puede Patty haberla
perdonado?.

―¿Se lo preguntaste?,― preguntó Jenny.

―Sí, sí, por supuesto que se lo pregunté. Dijo que nuestra madre ha
cambiado, que ya no es la inútil borracha que era. A lo mejor es que se
supone que me debo de sentir mal por su decrepitud por la artritis o lo que
diablos sea que tenga.― Girándose, Crystal fijó su vista en el saco para
golpear de la pared del fondo.― Tantas noches…tantas veces deseé que
viniera a protegerme, que le plantara cara a él por sus niñas, que hiciera
algo, lo que fuera para demostrarme que me quería. ¿Por qué no lo haría?,―
necesitaba dejar salir su enfado, atravesó la habitación como un rayo y de
dio un puñetazo al saco con su puño izquierdo.― ¿Por qué?, ¿qué diablos
tenía yo de malo para que ella no pudiera hacer esa pequeña cosa?.― El saco
de golpear se sacudió ante otra descarga de sentimientos.― ¿y piensa que
voy a perdonarla?,―golpe― ¿solo por que ella lo quiera?,―golpe― ¿Por qué
Patty lo quiera?―golpe― No―golpe― No tengo que hacerlo ―golpe― No lo
haré ―golpe― no lo haré ―golpe― No pueden obligarme ―golpe― Ya soy
adulta ―golpe― Si Patty quiere vivir con ella y pretender que todo es
perfecto, bien. No me importa ―golpe― Ella no sabe lo que pasó cuando se
marchó. Sus nudillos dolían por los repetidos puñetazos al saco, Crystal se
dejó caer al suelo sobre la colchoneta y subió sus rodillas hasta su pecho
cogiéndoselas fuertemente con sus brazos mientras veía a Jenny acercarse,
la terapeuta ahora sentada a tan solo unos pies de la colchoneta.― No lo
sabe,― repitió. La lucha fue lentamente apaciguándose en el cuerpo de
Crystal y con ella el tono de sus palabras.― Ella ya no estaba allí para
protegerme de él. Eso me dejó solo con mi madre y ella no levantó un solo
dedo para ayudarme, así que ¿por qué debería hacer yo algo para ayudarla?.
No me importa dejar que piense por el resto de sus días que su hija la odia.

―Lo opuesto al amor no es el odio, es la indiferencia,― dijo Jenny.― Ella es


tu madre, Crystal. Ella era la que se suponía que debía quererte y
protegerte y lo que sientes es el dolor de no haber tenido eso. Ya hemos
hablado de esto antes.

―Sí, muchas veces, Doc. Lo sé,― dijo Crystal. Pero una cosa es no verla, no
saber dónde está o no saber qué ha sido de ella y, otra muy distinta saber
que está viviendo con Patty y cuidando la familia que nunca tuvimos.―
Haciendo su cabeza hacia atrás, Crystal tomó aire profundamente.― Es
como si el hecho de que me marchara hubiera servido para que las cosas les
fueran mejor. Al cabrón le dio un ataque al corazón, Patty volvió a casa, y
entonces mi madre decide que ya es hora de dejar de ser una borracha.―
Sacudiendo su cabeza cerró los ojos fuertemente e inhaló.― Cuando la
necesitaba para que fuera mi madre, no pudo hacerlo. Ahora que quiere
serlo, yo no la necesito…o no quiero.

―¿Y qué hay del enfado contra tu hermana?,― preguntó Jenny haciendo que
Crystal irguiera la cabeza.

―¿Enfado?. ¿Con Patty?. De ningún modo, Doc. ¿No estuviste escuchado?.


Odio a mi madre, no a mi hermana.― Estirando sus rodillas, Crystal cruzó los
brazos sobre su pecho, usando la pared para apoyar su espalda.

―No he dicho odio,― dijo Jenny― he dicho enfado. Es obvio que estás
enfadada con Patty.

―¿Y por qué debería estar enfadad con la hermana que llevo más de una
década intentando encontrar?,― dijo Crystal levantándose y poniendo algo
de distancia entre la terapeuta y ella.― ¿Sabes cuantas veces pensé que
estaría muerta?. Todo éste tiempo tan solo ha estado a una llamada local de
distancia, viviendo con nuestra madre.― Plantándose detrás del reclinable,
Crystal apretó el respaldo de piel.― Todo este tiempo ha estado viviendo la
vida que debíamos haber tenido. Tiene un buen trabajo, dos niños preciosos
que están sanos y un lugar en el que vivir. Yo soy la que cada día tiene que
esforzarse en pasar el día sin caer al suelo medio borracha, la que solía
quitarse la ropa para ganar dinero,― bufó y gesticuló ante Jenny-―diablos,
yo soy la que necesita ver a una terapeuta porque está bien jodida. ¿Y yo?.
Yo voy y elijo a la única terapeuta que no puede hablar conmigo sobre las
cosas que más necesito.― Sacudió su cabeza.― ¿Podría hacer mi vida un
poco más complicada?.

―Crystal, sabías que si hacíamos esto, no podríamos hablara sobre Laura,―


dijo Jenny levantándose de la colchoneta y acercándose al reclinable.

―Pero yo no sabía lo que sentiría por ella,― dijo Crystal.― Entonces yo no


sabía que nosotras…― al darse cuenta de lo que iba a decir, puso cara de
sorpresa, entonces se figuró que la terapeuta ya se lo había imaginado por
ella misma.― No sabía que acabaría amándola,― dijo tranquilamente viendo
el dolor interior en la mirada de la terapeuta.

Cuando Jenny habló, fue en un tono cuidadoso sin ningún intento de reflejar
sus propios sentimientos.

―Entonces tú y Laura….¿sois amantes?.

―Sí,― dijo Crystal encontrándose a sí misma incapaz de aguantarle la


mirada a la ex amante de Laura.

Hubo una larga pausa antes de que Jenny hablara.

―Nuestro tiempo casi ha terminado,― dijo a pesar de faltar alrededor de


quince minutos.

―Doc,― comenzó Crystal.

―Asegúrate de continuar con tus reuniones y de escribir en tu diario,― dijo


Jenny.― Te veré el viernes.

―Espera,―Crystal se acercó y agarró el hombro de Jenny.― Estás triste,―


juzgó correctamente.

―Si quieres explorar una relación con alguien no es mi problema,― dijo


Jenny.― Por favor, Crystal, tengo papeleo que hacer antes de que llegue mi
siguiente paciente.

―Creo que dijiste que no se permitían gilipolleces en ésa oficina, Doc,― dijo
Crystal retirando su mano.― Tienes razón en lo de que necesito saber por
qué estoy enfadada con Patty. No me había dado cuenta de que lo estaba
hasta que tú me lo señalaste. Tal vez por eso es por lo que te necesito
tanto, para ayudarme a ver lo que es obvio cuando yo misma no puedo.―
Poniendo sus dedos alrededor de la manivela de la puerta, Crystal hizo una
pausa y miró a Jenny.― Así que déjame decirte lo que veo ahora, Doc. Veo a
alguien que todavía siente algo por Laura. Puedes esconderte detrás de
todas esas guías éticas todo lo que quieras, pero esto es algo de lo que
vamos a tener que hablar.― Abrió la puerta.― Nos vemos el viernes
¿verdad?,― esperó a que Jenny asintiera para cerrar la puerta, las
emociones arremolinándose como siempre ocurría después de una intensa
sesión.

************

No queriendo volver directamente a casa, Crystal giró por la autopista


dirección sur. Con las indicaciones aprendidas en su cabeza, siguió las
señales hasta llegar al camino plagado de baches que llevaba al parque de
trailers donde vivía Patty. Para su decepción el único coche que había allí
aparcado era el que reconoció como el que conducía su madre. Pensó en dar
la vuelta y marcharse, pero entonces la puerta de la casa se abrió y Jessica
salió corriendo. Sabiendo que había sido descubierta, Crystal aparcó el
coche a un lado y apagó el motor, armándose de valor por si veía a la mujer
que tanto despreciaba.

―Tía Crystal, tía Crystal,― gritó la niña de nueve años mientras bajaba a
trompicones los escalones y corría hacia ella.

―Hola cariño,― dijo, ahora deseando haber parado por el camino para
haberles comprado a su sobrino y sobrina algún juguete. Después de todo
ella era su única tía y había un montón de cumpleaños y vacaciones que
compensar.― ¿Cómo te fue en la escuela?.

―La Sra. Trudelau me riñó.

―¿Oh sí?,― Crystal cogió en brazos a su sobrina y la puso encima de la mesa


de picnic.― ¿Por qué?.

―Porque le pegué a Melisa Goldman en el brazo durante el almuerzo.

―¿Y por qué hiciste eso?.

―Ella me pegó primero,― se defendió la niña.

―¿Se lo dijiste a la profesora?


Jessica asintió con la cabeza.

―Uh, uh. Nos riñó a las dos y tuvimos que quedarnos allí durante el recreo.―
La cabeza de la niña se giró al escuchar el ruido de la puerta abrirse.―
Abuela, tía Crystal está aquí.― La sonrisa que había permanecido en la cara
de Crystal rápidamente desapareció al ver a su madre salir por la puerta.

―Jessica, ve a cambiarte y ponte tus ropas para jugar si vas a estar por
aquí fuera,― dijo Margaret Sheridan.

―¿Tengo que hacerlo?,― se quejó la niña― no me mancharé.

―Sabes lo que dijo tu madre a cerca de jugar con la ropa de ir a la


escuela,― le recordó la mujer de pelo gris. Jessica hizo una mueca de
decepción, pero se bajó de la mesa y entró en la casa.

Crystal se puso de pie y se dirigió hacia su coche metiendo la mano por la


ventanilla abierta para alcanzar los cigarrillos que estaban en su guantera.

―No tengo nada que decirte,― dijo sintiendo la mirada de la vieja mujer
sobre ella. Enfadada, encendió el cigarrillo, guardó el encendedor en su
bolsillo y se inclinó sobre el coche dándole la espalda a la mujer.

―Crystal…

―No quiero oírlo. Tuviste tu oportunidad hace años.― Se llevó el cigarrillo a


sus labios sorprendida de lo mucho que le temblaban las manos. “Cálmate”,
pensó para sí misma sabiendo que Jessica volvería en cualquier momento.

―Te he echado de menos,― dijo Margaret tristemente.

―¿Sí?,― bufó Crystal.― Qué divertido, porque yo no te he echado de menos


ni un poco.― Saboreando el veneno en su boca, tomó su oportunidad para
dejarlo ir.― Lo que yo he echado de menos es algo que no fuiste y que nunca
serás.― Escuchó un sollozo y entonces la puerta abrirse y cerrarse.―
Bien,― susurró regocijándose en el placer de saber que había herido a la
otra mujer. Ahora sola, caminó hacia la mesa de picni y retomó su asiento.

Jessica salió unos minutos después, vestida ahora con unos vaqueros
gastados y unos deportivos que no serían blancos nunca más. En su mano
había un papel, la “A” escrita claramente en rojo.

―Tía Crystal, ¿quieres saber la nota que he tenido en mi exámen?.


―Déjame ver, muy bien,― dijo, intentando esconder en su tono de voz el
enfado que todavía le quedaba.― ¿A qué hora viene mami a casa?.

―Mami vuelve a casa a las seis,― dijo Jessica subiéndose al reposabrazos.―


¿Vas a quedarte a cenar?.

―No lo creo,― dijo Crystal.― Tengo que volver a casa pronto.― Laura se
preguntará dónde estoy.

―Puedes llamarla,― sugirió Jessica.― La abuela te dejará usar el teléfono.

―Tal vez otro día,― dijo.― ¿Dónde está Thomas?.

―En su clase de natación. ¿Puedo ir a tu casa algún día?,― Jessica le


ofreció a su tía su mejor mueca de “por favor”, pero todo lo que Crystal
pudo ver fueron las sombras de su hermana una generación anterior. El pelo
de la niña era del mismo tono de rubio y su nariz era, sin lugar a dudas, un
regalo de los genes de Patty.

―Claro,― dijo Crystal sabiendo que ella sería una de esas tías que se lo
consentiría todo a su sobrino y sobrina.― Puede que hasta encontremos una
película para ver.

―Oh,― dijo Jessica excitada.― Quiero ver Dragones y Mazmorras.

―¿Esa no es una de sangre y esas cosas?,― preguntó Crystal arrugando su


nariz al recordar los trailers pasados por la televisión.― Además, creo que
esa película está clasificada para adultos.

―Yo he visto películas para adultos antes,― dijo Jessica.

―¿Qué tal si le preguntamos a tu madre?,― sonrió Crystal por la cara que


puso su sobrina al saber exactamente cuál sería la reacción de Patty ante
tal sugerencia.― Uh, uh, eso pensaba. Intentabas meter en un lío a tu tía
Crystal, ¿no es así?.- Jessica sonrió mientras Crystal se le acercaba y
comenzaba a hacerle cosquillas.― Lo sabía, eres como tu madre cuando tenía
tu edad.

La pareja estaba todavía charlando cuando el coche de Patty llegó y aparcó


detrás de la chatarra de Crystal. La puerta del copiloto se abrió y un metro
con veinte de energía salió chillando.

―¡Tía Crystal!.
―Hola Thomas,― dijo girándose con los brazos abiertos para coger al vuelo
al niño que se lanzaba hasta ella dando un salto.― ¿Te has divertido
nadando?.

―Sí,― dijo con una sonrisa.― El señor Sherman hasta me dejó tirarme por
el trampolín una vez.

Patty se acercó a ellos cargando una brillante mochila azul.

―Thomas, dale a la abuela tu bañador y la toalla y así te las podrá lavar para
el miércoles,― dijo.

―Vale mami.

Crystal se levantó y aceptó el abrazo de su hermana.

―Hola.

―Qué bueno verte otra vez,― dijo Patty.― Entra y quédate a cenar. ¿Has
traído a Laura?.

―Laura está en casa,― dijo.― Estaba conduciendo y pensé en parar unos


minutos. No puedo quedarme.

―Bueno, de todos modos me alegro de verte,― dijo su hermana apartándose


pero dejando una mano sobre el hombro de Crystal.― Por lo menos ven
adentro unos minutos.

―No puedo,― dijo dando un paso hacia su coche.― Ya sabes por qué.

Patty inclinó su cabeza hacia la casa, luego hacia su hija.

―Jess, ve adentro y ayuda a la abuela con la cena, por favor.

―Vale mami. ¿Puedo volver aquí afuera cuando termine?.

―¿Has hecho tus deberes?,― preguntó Patty.

―Casi todos.

―Entonces ya sabes lo que harás después de la cena ¿no es así?.

Crystal tuvo que sonreír por la cara de fastidio de su sobrina.


―Volveré pronto a visitaros,― prometió agachándose para abrazar a la niña
que venía corriendo hacia ella.

―Adios tía Crystal.

―Adios cariño.

Las hermanas permanecieron quietas hasta que la puerta se hubo cerrado,


cada una encendiendo su cigarrillo. Patty habló primero.

―Desearía que intentaras estar a solas con ella.

―De ningún modo,― dijo Crystal.― Si quieres pretender que nada sucedió y
que era la madre del año, adelante, hazlo.

―Mira, sé que la culpas por parte de lo que nos sucedió, pero Crys, eso fue
hace años.

―Oh, ¿y eso hace que todo esté bien?,― Crystal caminó hacia su coche y se
apoyó sobre él, forzando a Patty a seguirla o que hablara lo bastante alto
como para que la oyeran a través de la ventana abierta de la cocina.― Ella
era lo único que había entre él y nosotras y no hizo nada, ni una maldita cosa
para ayudarnos.

―Está bien, pero fue él, no ella. Si quieres odiar a alguien ódialo a él,― dijo
Patty enfadada.― Él es a quién yo odio.

―Lo odio demasiado, pero no puedes pretender que ella es inocente de todo
aquello,― dijo Crystal alzando la voz para acallar la de Patty.― Ella es tan
culpable y no puedo imaginarme por qué tú no lo puedes ver.― Sacándose las
llaves del bolsillo, Crystal caminó por delante del coche hacia la puerta del
conductor.― Me gustaría verte a ti y a los niños,― dijo― pero no voy a
hacerlo con ella alrededor.

―Esta es su casa también,― dijo Patty.― No voy a pedirle que desaparezca


cuando tu quieras venir por aquí.

Sujetando la puerta abierta, Crystal alzó los hombros.

―Bien, entonces ven a mi casa, porque nada va a hacer que haga las paces
con ella.― Puso el coche en marcha y comenzó a ir hacia atrás al segundo de
que Patty se apartara.
Crystal no se preocupó de la velocidad mientras recorría las calles camino
hacia la autopista. Una vez estuvo en carretera abierta, se movió hacia la
izquierda y mantuvo el coche a la velocidad indicada. En la intersección de la
salida, Crystal se detuvo por completo, había llegado la hora de tomar su
decisión. A la derecha estaban los bares que le prometían olvido, el escape a
su enfado y al dolor que se arremolinaba en su interior. A la izquierda la
imagen del complejo urbanístico y Laura. Tomando su decisión, Crystal giró y
paró en la gasolinera.

********

Laura estaba esperando impaciente en el salón cuando oyó llegar el coche de


Crystal.

―Ya era hora,― dijo mientras se dirigía hacia la puerta abriéndola justo
cuando Crystal salía del coche.― ¿Dónde estabas?. Llamé hace rato a
Michael y me dijo que te habías tomado la tarde libre.

―Fui a ver a Jenny y luego a casa de Patty,― dijo Crystal encontrándose a


Laura a mitad de camino.― Y no estoy segura si debería haberlo hecho.

―¿Qué ocurrió?.

Crystal sonrió y se apoyó contra ella.

―Ambas son una larga historia.

―De acuerdo, vayamos dentro y podrás contármelo todo,― dijo Laura


poniendo su brazo alrededor de la cintura de Crystal.― Lo siento si parecí
algo agitada. No es propio de ti dejar el trabajo en mitad del día.

―No podía concentrarme en el trabajo,― dijo Crystal mientras entraban en


casa.― Pensé que si hablaba con Jenny podría darle algo de sentido pero
solo sirvió para agravar el problema.

―Espera un momento. Estoy algo confusa. ¿Cómo es que hablando con Jenny
agravaría el problema que tienes con Patty?.

―No es eso,― dijo Crystal dejando sus llaves en la mesita auxiliar.― Pero
como es habitual en Doc, me dio un montón de cosas en las que pensar.―
Agitó su cabeza.― No sé cómo explicarlo.
―¿Qué tal si vamos al sofá y te abrazo mientras tú intentas encontrar la
forma de hacerlo?,― sugirió Laura posando las manos en sus hombros y
dirigiéndola hacia donde quería.

―¿Por qué todo en mi vida siempre termina yéndose a la mierda?,― dijo


Crystal mientras se sentaba en el sofá.― Es como si tuviera gafada o algo
así.

Sabiendo que Crystal lo explicaría a su manera, Laura se sentó y comenzó a


acariciarle la espalda, esperando pacientemente durante un largo momento
antes de que la joven volviera a hablar.

―Fui a ver a Patty y volvimos a tocar el tema de la vieja,― dijo Crystal.―


Otra vez.― No sé ni si quiera por qué se molesta en intentarlo. No va a
cambiar la forma en la que siento. Le dije que desde ahora si quería verme
tendría que venir con los niños hasta aquí en lugar de que yo fuera allá.

―¿Estuvo de acuerdo contigo?,― preguntó Laura.

Crystal levantó sus hombros.

―No lo sé. Para entonces estaba tan cabreada que me metí en el coche y me
largué.― Sacudió su cabeza.― Supongo que Doc tenía razón cuando me dijo
que estaba enfadada con Patty porque defiende a la vieja.― Metió la mano
en su bolsillo buscando el paquete medio vacío de cigarrillos.― Necesito
fumar.― dijo.― ¿Podemos ir afuera?.

―Claro,― dijo Laura levantándose y buscando la mano de Crystal. Juntas


caminaron a través de la cocina hasta la terraza. Se sentaron en las sillas,
Laura sin decir nada, mientras Crystal encendía su cigarrillo y le daba varias
caladas.

―Le conté a Jenny lo nuestro,― dijo Crystal rompiendo el silencio. Miró


abajo hacia sus manos.― No está contenta sobre eso.

―¿Por qué se lo contaste?,― preguntó Laura.

―El modo en que reaccionó cuando supo que éramos amantes…― Crystal
tomó una larga calada.― Tal vez deberías hablar con ella.

Acercando un poco más la silla, Laura pasó su brazo alrededor de ella y


presionó sus labios contra la frente de Crystal.
―¿Estaba enfadada?.

―No enfadada,― dijo Crystal,― creo que más bien dolida.

―Oh,― dijo Laura, acariciando la espalda de su amante y pensando en cómo


solucionar el problema. Mientras que su ruptura con Jenny había sido
extremadamente dolorosa para las dos, pensaba que todo formaba parte del
pasado.― Hablaré con ella si quieres que lo haga,― dijo trazando con su
dedo el contorno de la oreja de Crystal.― Pero quiero que sepas algo.―
Moviendo la cara de Crystal hacia la de ella, Laura ladeó su cabeza y juntó
sus labios.― Lo que Jenny y yo tuvimos está en el pasado. Somos muy amigas
y ojalá lo sigamos siendo, pero nunca podríamos volver a ser amantes. Tú
eres a la única que quiero, la única a la que amo.― Todavía vió la sombra de
la duda en sus ojos.― ¿Qué?.

―¿Y si Jenny quiere que vuelvas?,― preguntó Crystal en voz baja, dejando
al descubierto sus inseguridades.― Tienes que admitir que ella es mejor.

―No,― dijo Laura rápidamente, presionando sus dedos contra los labios de
Crystal.― No hagas eso. No quiero volver con Jenny. Te quiero a ti. Si no
crees en nada más, al menos cree esto. No importa lo que Jenny diga o haga,
no va a cambiar lo que siento por ti.

**************

Minutos después de que Crystal se marchara a trabajar, Laura se montó en


su Jeep y condujo atravesando la ciudad. Como había esperado, la Cosa
naranja estaba todavía aparcada cuando entró al complejo de apartamentos
de Jenny. Era un encuentro que Laura no quería tener, pero por el bien de
Crystal, sabía que debía hacerlo. Deseando lo mejor, caminó hasta la puerta
de Jenny y llamó. Segundos después, la puerta se abrió mostrando a Jenny
todavía con su camiseta y pantalones de dormir.

―Buenos días,― dijo Jenny dando un paso atrás para dejar pasar a Laura.―
¿Qué haces aquí?.

―Tenemos que hablar,― dijo Laura.

―¿Sobre?,― dijo Jenny sin entusiasmo a la vez que señalaba el sofá.

―Ya sabes sobre qué,― dijo Laura.― Crystal y yo. Comprendo que no
estuvieras especialmente contenta cuando te enteraste.
―Como me sienta a cerca de eso es irrelevante,― dijo Jenny, cruzando sus
brazos y apoyándose sobre el marco que separaba el salón de la cocina.

―No cuando afecta a Crystal,― dijo Laura inclinándose hacia delante y


apoyando los antebrazos sobre sus rodillas.― Cree que todavía tienes
sentimientos hacia mí.

Jenny pasó sus dedos por su pelo castaño corto y se giró.

―Tu no quieres llegar ahí, Laura,― le advirtió.

―¿Por qué?,― preguntó Laura, aunque sospechaba lo que irritaba tanto a


Jenny.

―Oh, no juegues a eso conmigo,― dijo Jenny peinándose el pelo con los
dedos.― ¿Cómo pudiste?.

Tres años de vivir y amar a la mujer que ahora estaba de pie delante de ella
enseñó a Laura muy bien que, en éste momento en particular, ella y Jenny
iban a tener una discusión.

―Haces que suene como si hubiera desvirgado a una ven doncella,- dijo
cruzando sus brazos sobre su pecho y reclinándose hacia atrás.― Fue con
consentimiento mutuo.

―¿Y tú no hiciste nada para provocarla como a aquella puta de Colorado,


verdad?,― dijo Jenny estallando mientras cruzaba el salón hasta la
chimenea donde había una foto de ella y Laura.― Justo otro trofeo en tu
colección, ¿verdad?.

―Crystal significa mucho más para mí y tu lo sabes,― dijo Laura


defendiéndose.― La amo.

―Una vez también me dijiste a mí que me amabas,― dijo Jenny todavía de


cara a la foto e intentando evitar mirar a su ex amante.― ¿Cuánto tiempo
pasará antes de que vuelvas a acostarte con otra de tus zorras fans?.

―No lo haré,― dijo Laura alzándose sobre sus pies.


―Como si una promesa de fidelidad viniendo de ti significara algo,― se burló
Jenny.― ¿O es esa una promesa que sólo me hiciste a mí?.

―¿De qué va esto, Jen?. ¿Del hecho de que Crystal y yo somos amantes y de
que tú y yo no lo somos?,― preguntó Laura.― Intenté que volviéramos
durante casi cuatro años y tú me rechazaste todas las veces. Lo único que
podía esperar era un polvo ocasional.

―¿Cómo podría confiar en ti otra vez?,― preguntó Jenny.― ¿Crees que fue
fácil para mí darle la espalda a tres años de mi vida?.

―Pareció bastante fácil por lo que estuve viendo,― dijo Laura, intentando
con todas sus fuerzas mantener su tono de voz tranquilo ante el aumento de
tensión. Se plantó detrás de Jenny poniendo sus manos sobre los hombros
de la terapeuta.― Sé que fue culpa mía, pero me dolió enormemente cuando
te largaste,― admitió.

―Sí, bueno, también me dolió a mí enormemente cuando volví a casa y


encontré ese mensaje en el contestador,― dijo Jenny sacudiéndose de
encima las manos y dirigiéndose al sofá.

―Lo sé,― dijo Laura despacio. Siguiendo los pasos de Jenny, se sentó en una
silla cerca de ella.― Jen, ésta no es la primera vez que estoy con alguien
desde que rompimos. ¿Por qué ahora?.

―No te tomabas en serio a las otras mujeres,― dijo Jenn.― Solías salir
unas cuantas veces con ellas, contarme todos sus defectos y por qué no
podías mantener ningún tipo de relación con ellas antes de ir hacia la
próxima conquista.

―Y ahora no me muevo a ningún sitio,― terminó por ella.

―Recuerdo cuando solías llamarme prácticamente gritando como una loca


por tu compañera de piso,― dijo Jenny.― Creí que ibais a tener un grave
“accidente” con la cortina de baño.

―Lo recuerdo,― dijo inclinándose hacia delante de modo que sus codos se
apoyaran en las rodillas.― Recuerdo que llegué a amenazar a Peter con un
martillo por habérmela enviado.
―¿Entonces por qué?.― Jenny bajó su mirada a la alfombra.― ¿Por qué ella
por encima de las otras?.

―Yo misma me he hecho la misma pregunta,― admitió Laura― y he


intentado relacionarlo con un montón de cosas, desde la soledad hasta algún
tipo de complejo de protección fuera de lugar.― Eligió cuidadosamente sus
próximas palabras, sabiendo que podía dañar a Jenny con ellas y queriendo
minimizar eso lo más posible.― Pero la simple verdad es que la amo. Yo no
planeé que ocurriera, pero pasó y no puedo cambiar la forma en que me
siento.

―No planeaste dormir con aquella chica de Colorado, pero lo hiciste,―


señaló Jenny enfadada, sus ojos brillantes.― ¿Sabe algo Crystal sobre tus
deslices o te has guardado ese tipo de información para ti?.

Laura saltó ante el tono acusador.

―Se lo conté,-―dijo firmemente.― Y no es lo mismo. No sentía nada por


Lisa. Amo a Crystal.

Jenny bufó suavemente y miró hacia otro lado.

―Ahí vas otra vez, Laura. ¿No entiendes que hay mucho más en una relación
que amor?.

―Lo sé,― contestó Laura a la defensiva.― Pero creo que es un importante


factor ¿no es así?.

Jenny se giró hacia ella.

―¿Y qué hay de la confianza?.

―Nunca me perdonarás por eso, ¿verdad?,― dijo Laura reclinándose sobre


la silla.― Jen si pudiera volver en el tiempo y cambiar lo que pasó, lo haría.

―¿Y si hubieras vuelto a casa antes que yo, habrías eliminado el mensaje?.―
Jenny se pasó los dedos por su pelo castaño.― ¿No lo entiendes?. Después
de lo que sucedió, la confianza entre nosotras desapareció, y sin confianza
no podía haber relación. Siempre me preguntaré si me habrías contado la
verdad o habrías intentado ocultarme otra aventura. No podía vivir con eso.
―Jen, nunca quise hacerte daño.

―Sí, pero lo hiciste,― dijo Jenny despacio.

Laura asintió con la cabeza y se movió hasta el sofá poniendo su brazo


alrededor de los hombros de Jenny.

―Lo hice,― admitió.― Y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo. Soy
muy afortunada porque decidieras que siguiéramos siendo amigas. Estoy
segura de que muchas exs no lo harían.― Sintió a Jenny apoyarse contra
ella.― Eres muy importante para mí, nunca lo dudes.

―Eso va por las dos,― dijo Jenny.― No quiero perderte en la vida.

―Y no vas a hacerlo,― dijo Laura.― El estar con Crystal no va a cambiar


eso. Todavía eres mi mejor amiga.― El reloj de Jenny sonó alertándola de la
hora.― Será mejor que te deje para que te prepares para ir a trabajar.

―No me había dado cuenta de que era tan tarde,― dijo Jenny mirando su
reloj.― Mi primera cita viene a las nueve.

―¿Estamos bien?,― preguntó Laura.

Jenny asintió.

―Sí, estamos bien,― dijo.― Solo hay algunas cosas que debo aclararme a mí
misma, eso es todo.

―¿Vendrás mañana a cenar?,― ofreció Laura.― Llamaré a los chicos y


podemos hacer algo así como una cena-fiesta.

―Suena bien,― dijo Jenny.― Ahora coge y lárgate de aquí.― Tengo que
darme una ducha.

Laura la atrajo en un rápido abrazo.

―Te veré entonces,― dijo.

―Sé buena.― susurró Jenny antes de apartarse.


―Lo seré,―prometió Laura, sabiendo que se refería a Crystal.― Te veré
mañana.

***********

Crystal llegó a casa después del trabajo para encontrarse a Laura en la


cocina preparando la cena.

―Hummm, huele bien,― dijo mientras se quitaba las botas de trabajar de


una patada y dejaba las llaves encima de la mesita auxiliar.― ¿Qué tenemos
ahí?.

―Una de las recetas favoritas de mi madre,― dijo Laura acercándose a la


puerta.― Crema de pollo y arroz salteado.

―Espero que hayas hecho bastante,― dijo Crystal mientras entraba a la


cocina.― Mi pistola de clavos se atascó a primera hora de la mañana y me
llevó al menos media hora el desatascarla. Tuve que saltarme el almuerzo
para adelantar el trabajo.― Se acercó y sonrió cuando vio a Laura con los
brazos abiertos para abrazarla.― Ha sido un día muy largo.

―Bien, entonces ve a sentarte y a relajarte,― dijo Laura.― Esto no estará


listo en al menos quince minutos.

―¿Tengo que hacerlo?,― preguntó Crystal, disfrutando por la sensación del


cuerpo de Laura contra el suyo.― Estoy muy cómoda aquí mismo,―
descansando su cabeza sobre el hombro de Laura inhaló la suave esencia de
su perfume.― Sí, así estoy muy bien.― Sintió cómo los brazos que la
rodeaban la apretaban más.

―Esto me lo pone muy difícil para echarle un vistazo a la cena,― bromeó


Laura.

―Uh, uh,― dijo Crystal desliando sus manos hacia abajo hasta las caderas
de Laura.― Dijiste que teníamos quince minutos.

―Y eso no es suficiente tiempo para lo que estás pensando,― dijo Laura


mientras sus propias manos comenzaban a acariciar la espalda de Crystal.

―¿Qué te hace creer que estoy pensando en algo?,― se irguió


aprovechándose de su posición para besar el cuello de Laura. Después de
creer durante años que carecía de apetito sexual, Crystal se sorprendió por
la fuerza de su deseo. Moviendo sus manos entre los dos cuerpos, buscó el
primer botón de la camisa de Laura.

―¿El hecho de que estás intentando meterte dentro de mi camisa?,― dijo


Laura, aunque sin hacer ningún intento de detener las manos de Crystal.

―Hace calor aquí,― dijo Crystal mientras el botón era abierto y revelaba la
desnuda piel. Escuchó la brusca inhalación de Laura y se sonrió a sí misma
sabiendo que sus traviesas manos eran la causa.― Te quiero.― susurró y
desabrochó el siguiente botón besando la nueva piel expuesta. Trazando el
borde del sujetador de Laura con los labios, dejó salir su lengua para probar
la piel ligeramente salada.

―Yo también te quiero, dijo Laura, su voz más ronca de lo habitual. Su


agarre se hizo más estrecho, empujando las caderas de Crystal contra las
suyas.― Y tú eres la razón por la que hace calor aquí.

―¿Quieres que pare?,― preguntó Crystal liberando la camisa de los


vaqueros de Laura. Fue contestada por la boca de Laura contra la suya, el
beso añadiendo más leña al fuego que ya les ardía por dentro.

―No,― murmuró Laura entre besos.― No pares.

―¿Qué....que hay de la cena?,― pregunto mientras sus manos se deslizaban


por la espalda de Laura hasta el cierre del sujetador.

―Mantén lo que estás haciendo y no cenaremos hasta por lo menos las


diez,― dijo Laura mientras sus propias manos se deslizaban dentro de la
camisa de Crystal.

Cerrando los ojos mientras recibía otro de los maravillosos besos de Laura,
Crystal usó sus dedos para abrir los dos ganchos que mantenían el sujetador
cerrado. Ahora, sin nada para impedir su progreso, movió sus manos hacia
delante cubriendo cuidadosamente los pechos de Laura, sus pulgares
moviéndose suavemente arriba y abajo sobre los endurecidos pezones.
Respondió al gemido de su amante con el suyo propio cuando sintió se
sujetador ser desabrochado. Reticentemente, rompió el beso.

―El sofá,― sugirió.


―El sofá,― estuvo de acuerdo Laura guiando suavemente a Crystal por el
salón.

Crystal estuvo agradecida por los brazos que la agarraban cuando la parte
de atrás de sus piernas chocaron contra el sofá. Levantando los brazos,
permitió a Laura que le quitara el sujetador y la camisa a la vez, sonriendo
tolerantemente cuando la escritora las plegó y las dejó en una silla cercana.

―Sabes,― dijo mientras deslizaba la camisa por los hombros de Laura,―


tienes la maldita costumbre de preocuparte demasiado por el orden.

―Lo sé,― dijo Laura mientras plegaba su propia camisa y sujetador


poniéndolos encima de la otra ropa antes de volver a envolver a Crystal
entre sus brazos.― Es uno de mis pequeños defectos.

Crystal deslizó los dedos por la cinturilla de los vaqueros de Laura


atrayéndola más cerca.― Supongo que ya que eres tan insistente en plegar
nuestras ropas, deberíamos deshacernos de todas ellas y quitárnoslas de en
medio.

―Me gusta la idea,― dijo Laura dirigiendo sus dedos hacia el botón de los
vaqueros de Crystal.

―A mí también,― dijo Crystal sintiendo que el botón de su pantalón se


habría y que los labios de Laura buscaban los suyos. Gimió suavemente
cuando sintió sus vaqueros siendo bajados por sus caderas junto con su ropa
interior. Las manos de Laura le apretaron el trasero socavando toda la
fortaleza de sus piernas.― No...podré permanecer de pie mucho más,― se
las arregló para decir mientras cogía aire entre beso y beso. Permanecieron
juntas mientras Laura las bajaba hasta el sofá, el cálido cuerpo de la
escritora cubriendo el suyo propio. Sus piernas todavía atrapadas por los
vaqueros a medio camino entre sus muslos. Crystal comenzó a retorcerse
intentando empujarlos hacia abajo.

―Vas a tirarme del sofá,― advirtió Laura.

―No puedo evitarlo,― dijo Crystal.― No soporto sentirme atrapada.

―Lo siento,― dijo Laura rodando y tirando de la cinturilla del pantalón.―


Déjame.
Crystal se sintió vulnerable cuando la última de sus prendas fue quitada y
estaba tumbada en el sofá, desnuda a la luz del día. Laura volvió de plegar la
ropa y se arrodilló junto al sofá. Mirándola de frente, Crystal sabía ahora
por qué su necesidad de tocar y ser tocada había sido tan fuerte. Era más
que simple deseo, era el querer, no, la necesidad de conectar de una manera
íntima con la persona que tenía su corazón.

―Te quiero,― susurró mostrando sus emociones en sus ojos. Alzándose un


poco, cubrió la mejilla de Laura y la guió hasta que sus labios estuvieron a
tan solo unos milímetros. No hizo falta nada más para que Laura tomara el
control y recorriera la distancia que las separaba.

El miedo de estar indefensa y expuesta se desvaneció ante el tierno beso.


Crystal sintió el suave roce de unos dedos recorrerle el abdomen,
moviéndose en crecientes círculos mientras los besos de Laura la dejan sin
respiración.

―Mmm,― murmuró Laura cuando se movió de la boca de Crystal a su


mandíbula.― Eres tan bonita....― Crystal tan solo pudo arquearse ante las
suaves series de besos por su garganta, su cuerpo temblando al darse
cuenta hacia dónde se dirigían esos labios.
Gimió y estrujó el trasero cubierto por los vaqueros cuando los dedos de
Laura encontraron perezosamente su triángulo de rizos.― Tan
suave...―continuó la escritora, acariciando el pezón de Crystal con la punta
de su lengua.

Crystal tan solo podía gemir y estrujar el trasero de Laura fuertemente


mientras que con su otra mano acercaba la boca de su amante a su pecho.

―Oh, Dios....es tan agradable,― dijo.

―Mn hmm,― estuvo de acuerdo Laura moviéndose hacia el otro pecho. En el


proceso, su propio pecho quedó al alcance de la boca de Crystal y la joven
mujer felizmente abrió sus labios para aceptar el regalo que le ofrecían. Con
los ojos cerrados, Crystal succionó fuertemente, su lengua agitándose entre
sus dientes sobre el endurecido pezón y casando rítmicamente con las
sensaciones en su propio pecho producidas por la boca de Laura. Sintiendo
que la mano de Laura se apretaba contra ella, abrió las piernas dejando a su
pierna derecha descansar sobre el suelo.
Alzando sus caderas para incitar a Laura, se sorprendió al sentir que el
pecho que había estado lamiendo se apartaba de su boca. Su protesta murió
en sus labios cuando sintió la mano de Laura sobre la rodilla derecha
abriéndole más las piernas.

―Oh Laura, sí,― dijo cuando la escritora se movió entre sus muslos y se dio
cuenta de lo que su amante intentaba. Unos suaves besos depositados en la
parte interior de los muslos la hizo temblar brevemente antes de que los
labios de Laura se ocuparan de su centro. Se sacudió con el primer roce de
la lengua de Laura entre sus húmedos pliegues, sabiendo que iba a ser
llevada más alto que ninguna otra droga jamás podría hacer. Parecía que
Laura la tocaba por todas partes, conocedoras manos moviéndose por sus
muslos, caderas y pechos, labios y lengua moviéndose a un paso
desesperante sobre su zona íntima. La lengua de Laura estaba fría al
principio en comparación a su sobrecalentado centro. La cabeza de Crystal
se movía de lado a lado y enganchó su pierna por detrás de la cabeza de
Laura mientras los dedos de la escritora comenzaron a excitar y atormentar
sus pezones, estrujándolos a un ritmo que casaba con los lametones de la
lengua contra su clítoris.

Por minutos interminables Laura la fue llevando en espirales a donde Crystal


estaba segura que no podría llegar más alto. La mano de Laura dejó su pecho
y se movió hacia abajo, alrededor de su cadera y luego de vuelta a su muslo.
Dos dedos se deslizaron suavemente dentro, robándole la respiración a
Crystal antes de encontrarse a sí misma llevada todavía más alto. Cuando
por fin su mundo colapsó en una ola de placer, Crystal gritó el nombre de
Laura aferrándose en vano mientras las repeticiones vibraban a través de
ella.

―Shh…está bien…te tengo,― murmuró Laura en su oído. Hubo otras


palabras, pero Crystal encontró muy difícil concentrarse en mucho más que
en la calidez y comodidad del cuerpo de Laura contra el suyo. Era como
estar en un cielo del que no tenía intención de marcharse. La primera vez
que Laura intentó retirarse, la agarró más fuerte, expresando
silenciosamente su necesidad. Su mano se movió por la espalda de Laura,
encontrando una vez más la cinturilla de los vaqueros.

―No puedo creer que todavía los lleves puestos,― dijo, moviéndose
lentamente del abrazo de Laura y quedando en posición sentada.
―Estaba un poco ocupada,― dijo Laura, moviéndose para darle un rápido
beso.― Oh, mis rodillas me están matando.

―¿Tal vez debería besarlas y hacer que mejoraran?,― ofreció Crystal,


poniendo sus manos en los codos y levantándose, trayendo a la escritora con
ella.― Por supuesto que no puedo hacerlo con eso puesto,― dijo tirando de
la cinturilla.― Hay que sacártelos.― Deslizando su mano entre la tela
vaquera y el algodón, empujó los pantalones por las caderas de Laura.

―Oh, hay que hacerlo ¿verdad?,― preguntó Laura con las manos
descansando sobre la espalda y hombros de Crystal.― ¿Y qué hay si todavía
no he terminado contigo?.

Crystal apretó el trasero de Laura cubierto por las bragas de algodón y


descansó su frente sobre su hombro.

―Maldita sea mujer,― se quejó.― Vas a matarme.

―No puedo evitarlo,― dijo Laura envolviendo a Crystal en sus brazos y


haciendo que sus pechos se apretaran.― Me encanta tocarte,― dijo,
inclinándose sobre la cabeza de Crystal para besar su frente.

Aprovechándose de su posición, Crystal comenzó a besar la garganta de


Laura, entonces fue bajando hacia su pecho.

―A mí también me encanta tocarte,― dijo mientras bajaba y se ponía de


rodillas.- Y ahora mismo planeo tocarte hasta que no puedas más.― Empujó
los vaqueros por las nalgas de Laura, entonces le ofreció sus hombros a su
amante para que se apoyara en un pie y luego en el otro.― Me encantan las
blancas de algodón, pero tengo que quitártelas también,― dijo, besando la
mata de pelo a través de las bragas antes de quitárselas y unirse a los
vaqueros en el suelo. Un suave empujón y Laura estaba tumbada sobre el
sofá.

―La ropa,― dijo Laura acercándose a la pila de ropa cerca de las rodillas de
Crystal.

―Déjala,― dijo Crystal separando las rodillas de Laura.

―Pero…
―Pero nada. En un minuto no te va a importar un carajo dónde está la
ropa,― dijo Crystal. Empeñada en ganar ésta pequeña batalla comenzó a
recorrer con la yema de los dedos la parte interna de los muslos de Laura.―
Por una vez, no te preocupes de eso. Solo túmbate y siente.- Entonces
Crystal se concentró en darle a Laura el mayor placer usando sus dedos,
labios, todo lo que tenía a su disposición para enviar a su amante a la cúspide
una y otra vez, olvidando el montón de ropa arrugada.

*******

―Hey, Doc,― dijo Crystal cuando abrió la puerta.― Venga entra, Laura está
en la cocina.― Dio un paso atrás para dejar pasar a Jenny.― ¿Puede hacer
más frío ahí afuera?.

―Espero que eso no signifique que vamos a tener un invierno brutal,― dijo
Jenny sacándose la chaqueta y colgándola en el perchero junto a la puerta.―
Vas a tener que cambiarte esa chaqueta vaquera tuya por otra algo más
caliente.

―¿Sabes lo que cuesta una chaqueta nueva?,― dijo Crystal acercándose.―


Hazme un favor ¿quieres?,― susurró.― No le digas nada de eso a Laura.

―Y ¿por cuánto tiempo crees que Laura te va a dejar salir allí fuera con esa
cosa tan fina?,― preguntó Jenny con el mismo tono bajo de voz.

―Con suerte, dos semanas más. No voy a ganar dinero extra hasta entonces.

―Hey, ¿de qué estáis hablando vosotras dos ahí?,― gritó Laura desde la
cocina.

―No te preocupes, no voy a contarle todos tus secretos,― dijo Jenny,―


Además creo que ya sabe todas las malas costumbres que tienes.

―Y sobre eso,― dijo Laura moviéndose por la puerta que separaba la cocina
y el salón.― Quién sabe, puede que algún día ella me quite una o dos. Es
sabido que los milagros ocurren.

―¿Quieres decir que algún día me pararé y encontraré una pelusilla de polvo
bajo el sofá?,― preguntó Jenny.
―Bueno, no presiones tanto,― dijo Laura poniendo sus brazos en jarra
sobre sus caderas.― Pero me he convencido que no es un crimen dejar la
ropa sin plegar después de habérmela quitado.

Jenny miró de Laura a Crystal.

―Estás bromeando.

―Nop,― contestó Crystal orgullosa.

―Me pilló en un momento de debilidad,― añadió Laura en su defensa.

―Debe de haber sido “el” momento,― dijo Jenny golpeando a Crystal en el


hombro.― Ahora intenta llevártela a la cama dejando un plato sucio en el
fregadero.

―Nunca ha pasado,― dijo Laura confidencialmente.

―Ah, ah, ah,― Jenny alzó su dedo índice,― Lo has olvidado ¿no?.

Laura le ofreció una confusa mirada por unos instantes antes de que su
memoria recordara.

―Oh.

―Como dije, te levantaste en mitad de la noche y los lavaste, pero aún así lo
consideré una victoria,― dijo Jenny, su postura cómoda y relajada sin que su
cuerpo se agitara por las emociones que Crystal había visto al final de su
última sesión con la terapeuta. Había preguntado, pero Laura había dicho
muy poco de la conversación que tuvo con Jenny, solo que pensaba que había
ido bien. Si el cambio de Jenny era alguna indicación, su encuentro había
sido un éxito total, como podía ver Crystal. Todavía había preguntas que
debían ser contestadas antes de que se convenciera totalmente de que las
cosas estaban completamente bien entre las tres.

―Hey Doc, voy a fumarme un cigarrillo antes de que lleguen los chicos.
¿Vienes a hacerme compañía?,― dijo Crystal mientras deslizaba la puerta
corrediza esperando por un respuesta. Como había supuesto, Jenny la siguió
fuera a la terraza cerrando la puerta detrás de ella.

―¿Sí?,― preguntó Jenny expectante.


Crystal sacó los cigarrillos del bolsillo y encendió uno.

―Así que,― dijo moviéndose para que el humos flotara lejos de donde
estaba Jenny― ¿todavía tendremos nuestras sesiones regulares?.

―Por supuesto,― contestó Jenny.

―Bien,― Crystal se giró y se concentró en la línea de humo azul que salía de


la punta de su cigarrillo.― Estaba preocupada, ¿sabes?.

―¿Sobre qué?,― preguntó Jenny.

―Estaba preocupada de que ya no quisieras ayudarme nunca más porque


estoy liada con Laura,― dijo Crystal ladeando la cabeza.― Diablos, por un
momento estaba incluso preocupada de que intentaras que volviera contigo.

―Nunca haría eso,― dijo Jenny apoyándose en la barandilla y aspirando el


aroma de las hojas de los árboles mezclada con la de los pinos.― Laura y yo
tan sólo teníamos unos cuantos temas sin resolver, eso es todo.

―Uh, uh,― dijo Crystal.― Y están completamente resueltos ahora,


¿verdad?.

―La mayor parte de ellos,― dijo Jenny.

―Tú eres la que está siempre diciéndome que los cambios no suceden de la
noche a la mañana,― dijo Crystal tomando otra calada de su cigarrillo.

Jenny se giró y le ofreció una sonrisa conocedora.

―Sabes que odio cuando mis propias palabras se vuelven contra mí.― Hizo
una pausa.― Pero es cierto. Laura y yo tenemos una relación muy especial y
es muy duro para mí verla con alguien más.― Se movió más cerca de
Crystal.-―Pero también quiero que sea feliz y lo tiene bien claro que eso es
estando contigo.

―¿Crees que tenemos una oportunidad?,― preguntó Crystal sacudiendo


nerviosamente la ceniza al aire.

―No importa lo que yo piense,― dijo Jenny.


―Me importa a mí,― dijo Crystal firmemente, caminando hacia la mesa y
apagando en cigarrillo en el cenicero.

―¿Qué si creo que vosotras dos tenéis una oportunidad de que vuestra
relación funcione?. Totalmente,― dijo Jenny.― ¿Qué si creo que va a ser
fácil?. No. Os tomará muchos sacrificios y compromisos hacer que funcione,
pero si os amáis la una a la otra, funcionará. ¿Ahora podemos ir adentro?.
Está helando aquí fuera.

―Sí,― dijo Crystal. Dio un paso hacia la puerta y luego de detuvo.― Hey,
¿Doc?.

―¿Sí?.

―Sabes...pensé que estaba tan jodida que nadie jamás estaría conmigo y,
mucho menos que se enamoraría de mí.― Crystal miró hacia abajo tratando
de encontrar las palabras adecuadas.― Pero...ahora veo las cosas de
diferente manera a como las veía hace cuatro meses. He....he...

―¿Madurado?,― ofreció Jenny.

Crystal alzó los hombros.

―Eso creo. Lo que estoy intentando decir es que esto no habría pasado si no
fuera por ti.

Jenny se acercó.

―Fuiste tú, amiga mía,― dijo empujando suavemente a Crystal con el dedo
índice.― Yo no soy la razón de tu cambio, solamente soy la que te ayudó a
que vieras que el cambio era posible. Recuerda, fuiste tú la que vino a mí a
pedirme ayuda. Tú diste el primer paso. Ahora...― puso sus manos sobre los
hombros de Crystal.― Vámonos antes de que me muera de frío aquí.

―Gracias,― dijo Crystal― por todo.

―De nada,― dijo Jenny empujándola para un abrazo.― Y por si ayuda,


espero que vosotras dos seais muy felices juntas.

Crystal estrechó el abrazo.


―Ayuda muchísimo,― dijo suavemente.

―Muy bien, ya es suficiente,― dijo Jenny mientras se separaban.―


Vayamos adentro.

***********

―Maldita sea,― dijo Crystal mientras Laura aparcaba el Jeep delante de


casa de Patty.― No puedo creer que estuviera de acuerdo con esto.

―Podías haberlo cancelado,― dijo Laura.

―¿Y decir qué?. ¿Lo siento y no puedo asistir a la fiesta de cumpleaños de


tu hijo?. ¿Cómo va Thomas a entenderlo?,― Dijo Crystal guardando sus
gafas de sol en la guantera.― No, no puedo hacerle esto. Tengo que ir.―
Agitó su cabeza y buscó la manivela de la puerta.-―Simplemente tendré que
manejar esto.

―No olvides su regalo,― dijo Laura justo cuando la puerta de la casa se


abría y el sobrino de siete años venía corriendo seguido de su hermana
mayor.

―Tía Crystal, tía Crystal, ¿me has traido un regalo por mi cumpleaños?,―
preguntó.

―Mami ha dicho que se supone que no debes preguntar por los regalos,―
dijo Jessica con su mejor tono de reprimenda cuando los dos llegaron hasta
Crystal.― Tia Crystal, me han puesto una A en mi exámen.

―Oh, muy bien,― dijo Crystal.― Y sí Thomas, te hemos traído un regalo.

―¿Ves?,― dirigiéndose a Jessica.― Te dije que me traerían un regalo.

Jessica cruzó sus brazos y balbuceó.

―Yo no tuve un regalo en mi cumpleaños.

En esos momentos Crystal agradeció la sugerencia de Laura cuando estaban


en la tienda de juguetes.
―Jess,― dijo, llamando la atención de la niña.― Creo que si miras en el
asiento trasero del coche encontrarás un tradío regalo de cumpleaños.

Los ojos de Jessica se abrieron en la misma proporción que su sonrisa.

―Un regalo....¿para mí?.

―Sip,― dijo Crystal mirando por encima de la cabeza de la niña para


compartir una sonrisa con Laura.― Uno para ti y otro para tu hermano.

Laura retuvo a Thomas cuando intentaba abrir la puerta del coche.

―Espera, chaval. Yo lo haré,― dijo, moviendo cuidadosamente al niño a un


lado y abriendo la puerta.― El tuyo es el de la caja grande y plana. Yo
cogeré el de Jessica.

―Hey, su caja es más grande que la mía,― dijo con voz de niño mimado.

Laura se arrodilló cerca de él.

―Pero el tuyo tiene más piezas,― dijo.― Créeme, te gustará. Ahora, no


curiosees en la bolsa hasta que hayamos entrado, ¿de acuerdo?.

―Vale,― dijo, sacando su regalo del coche e inmediatamente intentando


levantar la solapa del papel en el que estaba envuelto.

―Muy bien,― dijo Laura, quitándole el paquete sus manos.― Te diré una
cosa. Tú vas a decirle a tu madre que estamos aquí y tu tía Crystal y yo
llevaremos los regalos adentro.

La coloreada decoración atrapó la mirada de Crystal cuando entraron al


salón. Cintas azules y blancas estaban colgadas cruzando el techo mientras
los globos de colores brillantes se agrupaban en las esquinas. La mesilla de
café en frente del sofá estaba cubierta por papel de regalo desgarrrado.
Patty, que había estado sentada en la mecedora leyendo las instrucciones
del nuevo video juego de Thomas, se levantó cuando entró Crystal
recibiéndola a medio camino con un abrazo.

―Estoy encantada de que hayas venido,― dijo la hermana mayor cogiendo el


regalo de las manos de Crystal y dejándolo encima de la mesita de café.
―No podemos quedarnos mucho tiempo,― dijo Crystal mirando alrededor
buscando a la mujer que intentaba evitar.― ¿Dónde está ella?.

―En la cocina, adornando la tarta,― dijo Patty.― No te preocupes, no va a


decirte nada.

―No estaba...― dijo Crystal con fingida indiferencia.

―Quiero abrir el regalo de tía Crystal,― dijo Thomas cogiendo el regalo.

Patty hizo una pausa tan solo unos segundo y lo dejó estar.

―Muy bien, pero tendrás que esperar hasta después de tu tarta y del
helado para abrir los otros regalos.

Thomas asintió y comenzó a abrir la bolsa donde estaban los regalos.

―Vale.― La bolsa negra no fue un problema para el niño de siete años,


abriéndola para mostrarle un circuito de coches de carreras.― Oh vaya,
gracias tía Crystal.

―Es de parte de Laura y mía,― dijo Crystal mientras se agachaba para


recibir el abrazo ofrecido.

Thomas se apartó de su cuello y se dirigió a Laura.

―Gracias tía Laura,― dijo. Crystal intercambió una sonrisa con su amante
mientras Laura se agachaba para otro abrazo.

―Yo también quiero abrir mi regalo ahora,― dijo Jessica abriendo


rápidamente la caja y empujando el plastico de su interior.― Es una caja con
joyas y el centro de maquillaje de la cantante Suzy,― dijo abriendo
inmediatamente la caja.― Gracias.

―¿Puedo yo también jugar con el mío ahora, mami?,― preguntó Thomas.

―Primero tienes que montar el circuito de carreras,― dijo Pattty.― Y creo


que algo así debe estar en tu habitación y no aquí fuera donde cualquiera
pueda tropezar. Jessica, creo que deberías dejar el tuyo en tu habitación
también.
Jessica seguía intentando abrir la caja.

―Quiero enseñárselo a la abuela primero. Hey abuela,― la llamó en voz alta.

―¿Qué te he dicho sobre chillar?,― dijo Patty justo cuando su madre


asomaba por la puerta de la cocina.

―Abuela, mira lo que la tía Crystal me trajo,― dijo la niña excitada alzando
la caja.

Thomas se alzó y se dirigió a ella.

―Yo también,― dijo.

Sin querer, Crystal se encontró con los ojos de su madre, y por un momento,
se encontró incapaz de desviar la mirada de la cara de tristeza de la vieja
mujer. En esa fracción de tiempo, Crystal recordó la mañana de unas
Navidades muchos años atrás cuando su madre le entregó felizmente un
regalo. No podía recordar qué regalo era o dónde estaba su padre o su
hermana, pero sí recordó ser abrazada por su madre, sostenida por esos
brazos y por un breve instante sintiéndose especial. Ese flash de su
memoria desapareció devolviéndola a la realidad y, para su sorpresa, un
sentimiento diferente al enfado hacia la persona que le había dado la vida.

Jessica insistió en llamar la atención de su abuela, haciendo que las mujeres


rompieran el contacto visual. Crystal miró a Laura, preguntándose si su
amante podía ver la confusión en su cara. Quería marcharse, alejarse de esa
mezcla de emociones arremolinándose en su interior, pero antes de que la
urgencia por huir la moviera, Jessica se le acercó pidiéndole ayuda a
ponerse los anillos y collares de su nuevo joyero. Agradecida por el escape,
siguió a su sobrina hasta su habitación.

―Parece que vamos a tener que desenmarañar esto antes de que podamos
ponértelo,― dijo Crystal mientras miraba la pila de collares en el vestidor
de Jessica.― ¿Necesitas ayuda para hacerlo?,― preguntó de espaldas a su
sobrina.

―No, yo puedo,― dijo Jessica dejando la caja sobre la cama y quitando las
piezas de plástico rosa. ¿Tuviste un estuche de maquillaje como este cuando
eras pequeña?.
Crystal continuó fijando su atención en la pila de collares enredados.

―No. Tenía un árbol de plástico en el que colgaba mis pendientes de aro,


pero no recuerdo haber tenido ningún joyero o estuche de maquillaje.

―Oh.― La niña de pelo rubio continuó sacando de la caja varias piezas de su


nuevo regalo.― ¿Tía Crystal?.

―¿Hmm?.

―¿Por qué no te gusta la abuela?

Los dedos de Crystal se detuvieron mientras registraba las palabras.

―¿Por qué preguntas eso?

―He escuchado a mamá y a la abuela hablando,― dijo Jessica.― La abuela


estaba llorando y diciendo que tú la odiabas.

Crystal dejó los collares y se dio la vuelta.

―¿Qué dijo tu madre?.

Con el regalo olvidado por un momento, Jessica miró a su tía firmemente.

―Mami dijo que ella no creía que tú odiaras a la abuela, pero que hablaría
contigo otra vez, y la abuela dijo que no, porque entendía por qué la
odiabas.― La niña ladeó la cabeza, un gesto muy típico de su madre.― ¿Qué
te hizo la abuela para que la odies, tía Crystal?.

―Um...― Crystal se revolvió para encontrar las palabras adecuadas para


evitar la pregunta.― No creo que debieras cotillear las conversaciones de
los adultos.

―Dijo que lo sentía,― dijo Jessica.― Cuando lloraba. Le dijo a mamá que lo
sentía muchísimo.

Crystal se volvió y continuó desliando los collares.

―Realmente has enrollado esto,― dijo intentando no pensar en lo que su


sobrina le estaba contando.
―Una vez mi amiga Katie y yo nos peleamos porque me empujó demasiado
fuerte y me caí y me corté en la rodilla y mami dijo que porque Katie lo
sentía yo tenía que perdonarla, y lo hice, y ahora somos amigas otra vez.
¿Vas a perdonar a al abuela?.

Crystal se giró para mirarla.

―No lo sé,― dijo.― Lo que pasó entre tu abuela y yo es diferente,―


Moviéndose hacia la cama, se sentó encima y comenzó a quitarle el precinto
que venía en el estuche de maquillaje.― Las cosas entre los adultos no son
sencillas como las de los niños. Ahora, montemos esto para que podamos
salir y comernos el pastel y el helado.― Rápidamente cogió dos piezas y las
unió esperando así distraer a Jessica. Mirando el dibujo de la caja, Jessica
cogió la pieza siguiente y se la pasó a Crystal.― Bien. ¿ves?. Habremos
terminado en un momento.

A pesar de haber hecho que Jessica dejara el tema, Crystal se encontró


incapaz de dejar de pensar en ello. Sentada en el salón más tarde, miró a su
madre por el rabillo del ojo lo suficientemente a menudo para que Laura se
diera cuenta y le lanzara una mirada interrogativa. Crystal agitó su cabeza
como para decir que todo iba bien y bajó la vista a su plato. En los minutos
que le siguieron, Crystal se concentó en mirar a todas partes menos al sofá
donde estaban su hermana y su madre. Toqueteó su helado por todo el plato
hasta que no fue más que una mezcla deshecha antes de dejar el plato sobre
la mesita de café.

―Aquí, dame eso,― dijo Patty alzándose sobre sus pies y cogiendo el
plato.― Thomas, si has terminado el tuyo, dame el plato, lávate las manos y
entonces podrás abrir el resto de tus regalos.

―Están limpias,― protestó.

―No, no lo están,― dijo Patty en su inconfundible tono de madre.― Venga.


Jess, las tuyas también podrían con un poco de jabón y agua.

―Ayudaré a limpiar,― dijo Laura mientras los niños desaparecían por el


pasillo.

Crystal pensó en ayudar, pero sabía que Laura lo tenía todo bajo control
mientras la cubertería desaparecia de encima de la mesa. Tenía la sensación
de ser observada y giró su cabeza para cazar a su madre mirándola. La
mujer mayor miró a otro lado rápidamente pero no antes de que Crystal
viera la tristeza en su cara.

Para cuando empezaba a oscurecer, Crystal se había vuelto progresivamente


más callada, dando una o dos palabras como respuesta. Ella y su madre
continuaban esquivándose las miradas siendo descubiertas, no tanto por
Patty y Laura como la una por la la otra. La tensión fue creciendo dentro de
ella y Crystal se encontró a sí misma luchando por mantenerla bajo control.
Las preguntas que podían ser contestadas por una sola persona se repetían
una y otra vez en su cabeza. Cada vez sonaban más y más fuertes hasta que
Crystal supo que era hora de darles voz. Tomando aire profundamente, se
preparó para lo que tendría que venir y se levantó con la mirada firme sobre
su madre.

―Quiero hablar contigo.

La habitación se quedó en completo silencio a excepción del sonido del nuevo


videojuego de Thomas. Incluso Jessica entendió el grado de magnitud del
momento y miró a las adultas intensamente. Patty fue la primera en romper
el silencio, levantándose y situándose protectoramente entre su hermana y
su madre.

―Crystal, ¿puedo hablar contigo un minuto en la cocina?

Laura se levantó y se situó cerca de Crystal también.

―¿Estás segura?,― preguntó en voz baja.

Crystal quería decir que no, que lo había reconsiderado, pero era demasiado
tarde. Reticentemente asintió.

―Estoy segura,― dijo.

―Patty,― dijo Margaret levantando su mano.― Ayúdame a levantarme.

―Tal vez la cocina sea un buen lugar para charlar,― sugirió Laura haciendo
un gesto con su cabeza en dirección a los niños.
―No creo que sea un buen momento para esto, independientemente de la
habitación en la que sea,- protestó Patty mientras ayudaba a levantarse a su
madre.

Tensando la mandíbula para no decirle algún improperio a su hermana, cruzó


el salón como un rayo hacia la cocina, golpeando con la palma de su mano la
puerta para abrirla. Su enfado por la sobreprotección de Patty hacia su
madre fue rápidamente reemplazada por los nervios al darse cuenta de lo
que estaba a punto de pasar.

La puerta de la cocina fue abierta tras ella para revelar a Patty y a


Margaret. Por detrás de Patty, una preocupada Laura miró adentro.

―Quiero hablar con ella a solas,― dijo cuando Patty siguió a su madre por la
cocina.

―Me quedo,― dijo firmemente Patty, guiando a su madre hacia la silla más
cercana.

―No,― dijo Crystal,― esto es entre nosotras.― Se movió hasta el lugar más
alejado de la mesa queriendo poner la mayor distancia posible entre ella y su
madre.

―Está bien,― dijo Margaret a su hija más mayor,― quédate con los niños.

Crystal levantó los hombros casualmente ante la mirada de advertencia de


su hermana contestándole ella con otra rebelde y desafiante. Patty iba a
protestar otra vez, pero finalmente se giró y entró en el salón.

Incapaz de hacer salir las palabras, Crystal oyó la voz de Laura y luego la de
Patty a través de la puerta cerrada. Sintiendo que el suelo se agitaba, le
tomó un segundo imaginarse que los niños andarían corriendo por el pasillo.
Hizo una nota mental para preguntarle a su amante sobre ello más tarde,
entonces se giró y volvió a centrar su atención en la mujer que tenía
delante. Inhalando profundamente, levantó los ojos para encontrarse con los
de su madre, viendo la misma mirada que presenció antes. Las rabiosas
palabras que habían estado esperando tanto tiempo para salir, estaban
atascadas en su garganta sin querer salir en el momento en el que podían
hacer más daño.
―Maldita seas, Doc,― susurró, girándose y caminando hacia la ventana.
Parte de ella deseaba tanto azotar verbalmente a su madre y hacerla
pedazos. Después de todo le vino bien enumerar en sus sesiones de terapia
con Jenny todos los defectos de su madre. ¿Qué peso aguantaban sus
espaldas ahora?.

―¿Sabes cuantas veces he deseado no haber nacido?,― preguntó todavía de


cara a la ventana. ¿No tener que vivir éste infierno que era mi vida?,―
girándose reveló una mirada acusadora hacia su madre.― ¿Nunca se te
ocurrió durante todas esas noches que mientras tú te emborrachabas con el
wishkey tus hijas podrían necesitarte, ni si quiera un poco?.

―Crystal, sé que os fallé a ti y a tu hermana...

―Oh, tienes razón,― dijo cortando a su madre.― ¿Sabes lo que me pasó


después de que me largara?.

Margaret dejó caer la cabeza, sus ojos parpadeando.

―Tu hermana me lo contó,― dijo muy despacio.

―¿Te contó cómo tuve que acostarme con hombres para poder ganar
suficiente dinero?,― parte de ella tomó una sensación de orgullo con la
aflicción de su madre, pero al mismo tiempo otra parte la hizo sentir hueca,
un doloroso vacío que todas las palabras de odio del mundo no podrían jamás
llenar. Dándole una patada a la silla, la empujó y se sentó sobre el asiento de
vinilo.― Hice lo que tenía que hacer.― dijo suavemente.― No podía volver al
infierno.― Cruzando los brazos por delante, se inclinó sobre la mesa.― Solía
soñar que algún día tú vendrías y que nos alejarías de él, que dejarías de
beber y que serías una madre para nosotras como la que tenían los demás.
Una que se preocupara por sus hijos, que se asegurara de llevar a sus hijos
al colegio con la ropa limpia, que les hiciera la cena en lugar de hacerles
preparársela ellos mismos.― Ignorando la presión en su pecho, Crystal
continuó presionando, bajando su mirada hacia la nada.― ¿Por qué?,―
Tragando con dificultad subió la cabeza para mirar a su madre.― ¿Por qué
no podías ser como las otras madres? ¿Por qué no te podías haber
preocupado por nosotras como te preocupabas del maldito wishkey?.

Margaret sacó un pañuelo de su bolsillo y se secó los ojos con él.


―Lo siento,― dijo, su voz desgarrándose.― Siento haberme casado con tu
padre, siento no haberos alejado de él cuando érais unos bebés. Y siento no
haber podido darme cuenta de lo mucho que la bebida estaba destrozándolo
todo a mi alrededor.― Se secó los ojos otras vez y esnifó.― Siento no
haber sido la madre que debías haber tenido.

Crystal quería dudar de la sinceridad de la mujer que tenía delante, de


pasar los temblorosos labios y lágrimas como un intento desesperado de
ganar su simpatía, pero no podía negar que había arrepentimiento de
corazón y dolor en la voz de su madre.

―Yo también,― dijo sacando un cigarrillo y encendiéndolo.― Yo también,―


repitió suavemente. Sus oídos captaron el sonido de Patty y Laura hablando
en el salón, más bien acaloradamente si el creciente volumen era una
indicación de ello. Intentó escuchar pero solo cogió una palabra o dos a la
vez que las voces volvían a bajar. Mirando su cigarrillo, Crystal dejó que los
segundos se convirtieran en minutos, el silencio únicamente roto por el
tic-tac del reloj de la cocina y de las pisadas de los niños al correr por el
pasillo. Estaba cansada. Cansada de todo el enfado, todas las lágrimas, todo
el dolor. Nada iba a cambiar la pesadilla que fue su infancia. Era hora, si no
de perdonar el pasado, vivir con el presente. Tomando aire fuertemente,
levantó la cabeza y miró fijamente a los ojos brillantes de su madre.― No
puedo perdonarte por lo que pasó,― dijo.― Pero no te odio.― Levantándose,
apagó su cigarrillo.― Supongo que solo quería que lo supieras,― dijo
volviendo a colocar la silla en su sitio.― Laura y yo nos vamos a marchar
ahora,― dijo caminando hacia la puerta.

―¿Crystal?

Se paró delante de la puerta y se giró para mirar a su madre.

―¿Sí?.

Margaret se levantó descansando sus manos en la mesa para ayudarse.

―Gracias,― dijo, permitiendo que rodara una lágrima por su mejilla.

Crystal la miró incómoda.

―Sí, bueno…― puso su mano en la puerta.― Lo hice por mí.― Empujó la


puerta y salió antes de que Margaret pudiera decir nada.
Jessica saltó desde su asiento en el suelo tan pronto como Crystal entró en
la habitación.

―¿Discutisteis tú y la abuela?.

―No Jess, no discutimos.― dijo Crystal mientras veía a su sobrino sentado


en frente de la televisión totalmente concentrado en un videojuego de
carreras.― Estuvimos hablando y se está haciendo tarde, así que Laura y yo
tenemos que volver a casa.― Escuchó el gruñido de la puerta de la cocina al
abrirse detrás de ella. Moviéndose a un lado vió a Patty ayudando a su
madre a sentarse en el sofá.― Te llamaré mañana,― dijo cuando pasaba
junto a su hermana. Patty asintió pero no dijo nada.― Bien, lo que sea.―
Agachándose para abrazar a Jessica,― Sé buena, ¿vale?.

―Vale, tía Crystal. ¿Cuándo vas a volver?.

―Pronto,― dijo.― O tú puedes venir a mi casa.

Los ojos de Jessica brillaron.

―¿Cuándo?

Poniéndose en duda, miró directamente a Laura.

―Uh…no lo sé.

―¿Qué hay la semana que viene?,― sugirió Laura.― Eso me dará tiempo para
prepararlo todo.

Crystal sabía que a lo que se refería su amante era a esconder todo lo


rompible de las manos curiosas de los niños.

―Si, la semana que viene está bien si a tu madre le parece,― le dijo a su


sobrina.

Patty asintió.

―Tan pronto como tengas esa habitación limpia y ordenada,― dijo.


―¿Puedo ir yo también?,― preguntó Thomas desviando su atención del
videojuego por unos segundos.

―Sí, tú también puedes venir,― dijo Crystal.

―Os acompañaré al coche,― dijo Patty.― Thomas, tus juguetes están


esparcidos por todas partes. Recógelos y ponlos a un lado, por favor.

―Vale mamá.

―Yo le ayudaré,― añadió Jessica, arrodillándose y recogiéndolo todo.


Crystal se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta, Laura y Patty detrás de
ella.

―¿Qué?,― preguntó Crystal tan pronto estuvieron fuera.

―¿Qué le dijiste?,― preguntó Patty.

―Um, iré a encender el motor para que vaya calentándose,― ofreció Laura,
aunque no hacía tanto frío como para eso.

―Solo hablamos,― le dijo Crystal a Patty mientras Laura se alejaba.― Nada


de lo que tengas que preocuparte.

―Bien, me preocupo,― dijo Patty.― Tú eres mi hermana y ella es mi


madre.― Te pasaste la mitad de la noche lanzándole miradas y no le has
dicho una sola palabra agradable desde que volviste.― ¿Y se supone que no
debo preocuparme?.

Crystal sacó los cigarrillos de su bolsillo y le ofreció uno a su hermana.

―No puedes esperar que todo vaya maravillosamente bien entre nosotras,―
dijo mientras cogía uno para ella misma y lo encendía.― Y nunca voy a ser
tan agradable con ella como lo eres tú, así que no lo esperes.

―¿Pero…?

Inhalando profundamente, Crystal dio una gran calada de su cigarrillo antes


de contestar.
―Pero si no intenta actuar como la madre del año o como si se preocupara
por mí, creo que podemos llegar a comportarnos civilizadamente la una con la
otra.

―Y quién sabe lo que puede pasar a partir de ahí,― dijo Patty, añadiendo su
humo a la nube que ya les rodeaba.

―No presiones tanto,― advirtió Crystal,― Estoy segura que Doc y yo


tendremos una endemoniada sesión sobre esto. Bueno, y ¿de qué hablabais
Laura y tú?.

―De qué va a ser,― dijo Patty,― de ti, pero le dejaré a ella que te lo
cuente.

―Dímelo.

―Dime tú lo que le dijiste a mamá,― contestó Patty mosqueándo más a


Crystal.― ¿Ves?, así que pregúntale a tu novia y yo le preguntaré a mamá y
así ambas lo sabremos.

―Eres como un grano en el culo, ¿lo sabías?,― dijo Crystal golpeando a su


hermana con el codo.― Siempre lo fuiste.

―Tú también,― dijo Patty.― Jessica se parece mucho a ti. Vas a pasarlo
muy bien con ella la semana que viene. Se mete en todo.

Crystal dejó caer su cigarrillo al suelo y lo apagó pisándolo con su zapatilla.

―Estoy segura que puedo arreglármelas con ella durante unas horas.

―¿Horas?. No, te la vas a quedar todo el fin de semana.

―Uh, uh para todo el fin de semana, no,- dijo agitando la cabeza.― De


ninguna manera.

―¿Qué hay de una noche?.

―Si no hay elección.

―Entonces supongo que durante las vacaciones de verano está fuera de


discusión ¿uh?,― bromeó Patty.― Ah, no hay problema. Escucha, mejor te
dejo y así vosotras dos podréis llegar a casa pronto. Dile a Laura que le
deseo buenas noches, ¿vale?.

―Claro, hasta luego.― Crystal se giró para marcharse cuando se encontró


detenida por Patty que la cogía para abrazarla.

―No irías a marcharte sin darle un abrazo a tu hermana más grander,


¿verdad?.

―Ya no eres exactamente mi hermana más grande,― dijo Crystal.

―Cierto, por el pecho.- dijo Patty apartándose.― Venga, hablaré contigo


mañana.

―Bueno, ¿y de qué hablasteis vosotras dos?,― preguntó Crystal mientras


cerraba la puerta del coche.

―De nada importante,― dijo Laura poniendo la directa y apartándose de la


acera.― ¿Qué tal tú y tu madre?.

―Creo que hemos llegado a un entendimiento,― dijo Crystal,― pero no


esperes que vaya a buscarle algún regalo para Navidad o algo así.

―¿Estás bien?.

Crystal estuvo mirando a través de la ventana durante unos segundos antes


de contestar.

―Sí, eso creo.― Sonrió cuando sintió que Laura le apretaba la rodilla
reconfortántemente.― Estaré bien, de verdad. Es solo…no sé, el
cansancio.― Entrelazó sus dedos con los de Laura.― Te quiero.

―Yo también te quiero,― dijo Laura apretando sus manos unidas.―


¿Quieres que paremos en el parque antes de ir a casa?. Hace un poco de
frío, pero podemos caminar un poco por el paseo si quieres.

―No, solo quiero ir a casa,― dijo Crystal apretando su frente contra el frío
cristal.― Ir a casa y meterme bajo una bonita y gruesa manta contigo.
―Suena bien, sabes que me encanta enroscarme contigo,― dijo Laura
bajando la velocidad para incorporarse a la autopista.

―Sí, y entonces puedes contarme de lo que hablasteis Patty y tú.

―¿Realmente quieres saberlo?,― dijo Laura. Está bien. Le dije que pensaba
que estaba siendo injusta contigo y que debía dejaros que arreglaseis
vuestras cosas solas.

Crystal bajó la ventanilla unos centímetros y sacó un cigarrillo.

―¿Y qué dijo ella? Oí cómo levantabais las voces un par de veces.

―Primero envió a los niños a que se pusieran sus pijamas. Me alegro de que
lo hiciera, porque no quería discutir con ella en frente de los niños.

―Sí, suena como una buena idea,― dijo Crystal― ¿Y?.

―Así que primero intentó decirme que se trataba de un asunto familiar y


que debía permanecer al margen y yo le dije que cuando tenía que ver
contigo, también era mi problema porque te amo,― dijo Laura.― Le señalé a
Patty que mientras ella había tenido alrededor de diez años para aclarar sus
sentimientos sobre vuestra madre, tú tan solo comenzabas a lidiar con ellos
y que debería ser más comprensiva.

―¿Oh,si?,― Crystal le dio una larga calada a su cigarrillo.― Parece que se lo


dejaste claro, mi héroe,― se inclinó hacia un lado y presionó sus labios
contra el hombro de Laura.― Me alegra de que estuvieras allí conmigo.

―Siempre,― prometió Laura.

********

―Brrrrrr, ¿apagaste la calefacción antes de irnos?,― preguntó Crystal


cuando entraron en el apartamento.― Casi estamos en Noviembre, ¿sabes?.

―Haces que suene como si viviéramos al norte de Canadá,― dijo Laura


mientras Crystal subía el termostato unos grados.― No puede haber menos
de 5 grados ahí afuera.
―Aún así hace frío,― refunfuñó Crystal mientras se quitaba su chaqueta y
la ponía en el armario junto con la de Laura. Sus deportivos fueron los
siguientes, ésta vez guardados ordenadamente en el baúl cerca de la puerta.

―Bueno, puedo sugerir algo para mantenernos calientes,― dijo Laura


deslizando sus brazos alrededor de la cintura de Crystal.

―¿Oh, si?. ¿Cómo qué?,― preguntó Crystal inclinándose hacia atrás sobre el
cálido cuerpo de su amante.

―Estaba pensando en nosotras, desnudas,― Laura bajó su voz hasta


convertirse en un ronco susurro.― Un baño humeante con muchas burbujas.
Todavía no hemos tomado un baño o una ducha juntas. Puede ser divertido.―
Acariciando la oreja de Crystal con su nariz, inhaló el aroma del champú
mezclado con el humo del tabaco.― Te relajará.

Crystal soltó un bufido juguetón.

―No creo que relax sea precisamente lo que tienes en mente.

―Tienes razón, susurró Laura moviendo sus manos perezosamente por las
costillas de Crystal. Llegando al primer botón, lo abrió lentamente.― Tú, yo…
― otro botón abierto revelando un pedazo de piel.― Agua caliente con
mucho jabón que hace que todo esté más resbaladizo y agradable.― Unos
rápidos tirones más y la camisa de Crystal fue liberada, los restantes
botones abiertos con facilidad. Sus dedos llegaron a los ganchos de la
espalda del sujetador mientras sus labios se acercaban a los de Crystal.

Ese era todo el ánimo que necesitaba Crystal para seguirla escaleras arriba
hacia el baño. Después de poner el tapón para llenar la bañera, Laura abrió
los grifos de agua fría y caliente, ajustando sus intensidades hasta que la
tuvo a la temperatura adecuada.

―¿Quieres burbujas?,― preguntó.

―Claro, si tú quieres,― dijo Cristal de pie en medio del baño todavía


completamente vestida.

Laura cortó el agua y se puso de pie.


―Hey,― dijo pasando sus brazos alrededor de la cintura de Crystal.―
¿Necesitas ayuda?,― fue contestada por los labios de Crystal moviéndose
contra los suyos. Tomándolo como un sí, profundizó el beso y con sus manos
deslizó la camisa de Crystal por sus hombros. Antes de que intentara
doblarla, como siempre, se la quitaron de las manos y fue lanzada contra la
puerta, sujetador incluido.

―No tienes elección,― susurró Crystal contra sus labios, sus mano
moviéndose entre sus cuerpos y deslizándose por debajo de la gruesa
sudadera.

Laura se estremeció mientras unos dedos juguetones subían por su torso y


danzaban sobre sus pechos cubiertos por el sujetador.

―Sigue haciendo eso y no nos meteremos nunca en la bañera,― dijo dando


un paso atrás y quitádose su sudadera y sujetador.― Sonrió
indulgentemente cuando Crystal se los cogió para añadirlos a la pila de ropa
junto a la puerta.― No puedo creer que te deje hacer eso,― dijo empujando
a Crystal más cerca.

―Lo próximo sabes que será dejar los platos sucios en el fregadero durante
toda la noche,― dijo Crystal.

―Nunca,― dijoLaura, gimiendo suavemente por la cálida sensación del


cuerpo de su amante contra el suyo.― Se está calentando esto,― dijo en
tono lascivo.

―Lo sé,― dijo Crystal cerrando los ojos mientras sus manos se deslizaban
por la nuca de Laura.― El espejo está todo empañado.

―Oh, ¿es así cómo lo sabes?,― preguntó Laura, su sonrisa burlona haciendo
juego con la de su amante. Enganchando los dedos por dentro de la cinturilla
de los vaqueros de Crystal, desabrochó el botón suavemente y bajó la
cremallera.― ¿Crees que es a causa del agua caliente?.

―No,― dijo Crystal.

Laura empujó los pantalones por las caderas de Crystal.

―¿Crees que es porque subiste el termostato cuando vinimos a casa?.


―No.

―Hmmm.― Laura hizo una mueca pensativa mientras guiaba despacio a


Crystal para apoyarla contra la pared.― Bien,― dijo mientras se arrodillaba
para terminar de bajar los pantalones y sacarlos primero por un pie y
después por el otro.― Debe ser entonces porque estamos medio desnudas y
a punto de hacer el amor.

Crystal sonrió y asintió.

―Sí, debe de ser eso.

Incapaz de resistirse a los suaves muslos que tenía a tan solo unas pulgadas
de ella, Laura se inclinó hacia delante y besó la cremosa piel.

―Eres tan preciosa,― dijo mientras sus manos subían y bajaban por sus
piernas.

―¿Quién es ahora la que está manteniéndonos alejadas de la bañera?,―


preguntó Crystal mientras su pecho se alzaba y bajaba notablemente.

Encantada con el efecto que sus caricias estaban provocando, Laura se dio a
sí misma una satisfecha sonrisa y finalizó su tarea, plantándose solo cuando
Crystal estuvo completamente desnuda. Presionando sus cuerpos juntos,
Laura le dio un largo y pasional beso.

―¿Podrías abrir el agua otra vez y añadir las sales de baño?.

―Claro,― dijo Crystal sin darse cuenta, girándose inmediatamente, dándole


la espalda a Laura e inclinándose para llegar a los grifos.

―Bonita vista,― dijo Laura quitándose la ropa que le quedaba.― Sabes, si te


quedas justamente así…

Crystal miró el borde de la bañera y gimió ante la sugerencia.

―No puedo creer lo fácil que es para ti hacerme sentir así.

―Tú tienes el mismo efecto en mí,― dijo Laura, moviéndose directamente


detrás de Crystal y pasando sus manos suavemente a lo largo de la espalda
desnuda de la mujer.― A veces tan solo me miras y estoy lista, si sabes a lo
que me refiero.― Escuchó y sintió la risa de Crystal entendiendo lo que
decía.― En serio,― dijo haciendo que Crystal se irguiera y girándola
quedandose cara a cara.― Es más que algo meramente físico.― Se detuvo
para juntar sus labios mientras sus dedos recorrían la parte superior de la
espalda de Crystal.― Cuando me miras, puedo sentir tu amor dentro de mí.

Crystal sonrió tímidamente.

―¿Vas a empezar a hablarme tiernamente otra vez?.

―¿Si queres que lo haga?,― dijo Laura mientras empujaba la cortina para
descorrerla.― O podemos meternos en la bañera y demostrártelo.

―No parece que haya mucha agua.― dijo Crystal mientras se ayudaban la
una a la otra a entrar.

―No te preocupes por eso,― dijo Laura mientras se sentaba y se movía lo


más hacia atrás que podía. Somos dos aquí adentro. Confía en mí, hay más
que suficiente agua.― Sus cuerpos se acomodaron juntos mientras hacían
espacio para las piernas y brazos. Envolviendo sus brazos alrededor del
torso de Crystal, empujó a su amante más cerca y le besó el hombro.― Te
quiero.

―Mmm, yo también te quiero.― dijo Crystal moviendo sus manos arriba y


abajo sobre los muslos de Laura.― Nunca he hecho esto. Tomar un baño con
alguien, quiero decir. Bueno, excepto con Patty cuando éramos pequeñas,
pero es no cuenta.

―No, no cuenta,― estuvo de acuerdo Laura, moviendo sus pulgares en un


perezoso arco sobre la parte baja de los pechos enjabonados de Crystal.―
Olvidé contarte ciertas ventajas de ser la que está detrás.

―Ya veo,― dijo Crystal reclinándose, de modo que la nuca de Crystal


descansaba sobre el hombro de Laura.― Entonces estar delante también
tiene sus propias ventajas.

Recogiendo pilas de burbujas con sus manos, Laura juguetonamente cubrió


los pechos de Crystal.

―Agradable,― susurró sintiendo los endurecidos pezones presionar contra


las palmas de sus manos.
―Qué gusto,― murmuró Crystal. Sus ojos estaban cerrados y una suave
sonrisa cruzaba sus labios.-―Obviamente ésta no es tu primera vez en una
bañera.

Laura sonrió.

―No es como si hubiera tenido una lista interminable de mujeres entrando y


saliendo,― dijo.― Pero digamos que sé lo que hago.

―No tengo quejas,― dijo Crystal.

―Uh huh,― dijo Laura con recelo, frotando sus pulgares adelante y atrás
sobre los erectos pezones.― Eso no es lo que dijiste anoche. Si lo recuerdo
correctamente, me llamaste zorra.

―Estabas torturádome,― señaló Crystal.― Si hubieras esperado mucho


más, habría tenido que bajar y hacérmelo yo misma.

Laura rió, recordando cómo había probado la paciencia de su amante de


forma juguetona.

―Pero tienes que admitir que la espera valió la pena. No tengo la intención
de acelerar las cosas ésta noche tampoco,― advirtió. Crystal gimió y se
arqueó con sus caricias, haciendo que el agua pasara entre sus cuerpos.―
Agradable y lento,― dijo Laura en tono seductor moviendo sus manos hacia
abajo por el cuerpo de Crystal hasta que se hundieron bajo el agua,
entonces subiéndolas otra vez para volver a capturar los duros pechos.―
Agradable y lento― repitió otra vez con un susurro lascibo antes de
recorrer con su lengua el camino desde el cuello de Crystal hasta su oreja.

―Vas a volverme loca,― dijo Crystal mientras los ocupados dedos de Laura
pellizcaban y apretaban sus pezones.

―¿Ves lo que ayuda el jabón?,― preguntó Laura mientras volvía a acariciar


los pechos antes de que sus pellizcos fueran dolorosos.― Tal vez debería
quedarme por aquí arriba un rato.― Abriendo sus dedos cubrió los pechos
de Crystal y los apretó.― Para asegurarme de que están limpios,― dijo a
modo de explicación.
―Estaba equivocada,― dijo Cystal mirando hacia arriba a Laura.― Eres una
grandísima zorra.

―Una grandísima zorra que te ama,― dijo Laura, moviendo sus manos por
debajo del agua otra vez, ésta vez llegando hasta la cuva de las piernas de
su amante y abriéndose paso suavemente por entre los rizos rubios.― Podría
pasarme todo el día tocándote,― confesó, disfrutando la manera en que las
caderas de Cystal se alzaron en respuesta a sus gentiles caricias. Viendo las
espesas burbujas tapando totalmente los pechos de Crystal, sintió la
necesidad de volver a visitarlos, pero cuando comenzó a subir sus manos,
notó sus muñecas sujetas en un firme agarre.

―Ya está bien,― dijo Crystal retorciendo su cuerpo hasta que estuvieron
cara a cara. Antes de que Laura pudiera reaccionar, se encontró a sí misma
aplastada contra la pared de la bañera.― ¿Piensas que eres la única que
puede torturar?,― le preguntó mientras un insistente muslo presionaba
entre sus piernas.― Recuerda que yo fui streaper. Y cuando se trata de
torurar, soy una experta.

―Oh, es tan agradable,― señaló Laura, rindiéndose felizmente a lo que su


amante tuviera en mente.

―Creo que me gusta ésta idea de la bañera,― dijo Crystal deslizándose


hacia abajo para frotar su mejilla contra el pecho de Laura.

―Me alegro,― dijo Laura envolviendo a Crystal con sus brazos para
acercarla.

―Es endiabladamente pequeña,― dijo Crystal mientras intentaba retorcer


su mano entre sus cuerpos.― Necesitamos una bañera más grande para
hacer esto.

―Realmente no,― dijo Laura irguiéndose para darle más espacio a su


amante.― Únicamente necesitamos aprender nuevas posiciones.

―¿Antes o después de que me ahogue?,― preguntó Crystal deslizándose


hacia abajo y acariciando con sus labios el suave estómago de Laura
mientras sus dedos jugaban ociosamente sobre los pechos de la escritora.

―Tal vez el baño no era tan buena idea, después de todo,― dijo Laura
bajando sus brazos y subiendo a Crystal para besarla.
―¿Por qué?,- preguntó Crystal con fingida inocencia mientras sus dedos
apretaban los pezones de Laura.― ¿Hay algo que querías?.

―Sí, algo que tú haces muy bien,― dijo Laura.

―¿Creí que lo que dijiste era que tan solo teníamos que aprender nuevas
posturas?,― contestó Crystal moviendo su mano izquierda entre sus cuerpos
y deslizándose por debajo del agua.

―No creo que haya una postura que sea cómoda para las dos para lo que
quiero hacer aquí adentro,― dijo Laura levantando su rodilla para darle un
mayor acceso a su amante. Jadeó cuando los dedos de Crystal encontraron
su objetivo.

―¿Crees que ya estamos suficientemente limpias?,― preguntó Crystal


mientras sus dedos frotaban suavemente adelante y atrás el lugar más
sensible de Laura.

―Oh, sí,― silbó Laura dajando caer su cabeza hacia atrás contra la pared y
cerrando los ojos mientras sus caderas se movían por voluntad propia.

―¿Quieres que salgamos?,― preguntó Crystal moviendo sus dedos


tentativamente hacia abajo hasta situarse justo en la entrada de Laura.

―Quiero….oooh,― comenzó Laura cuando sus caderas se alzaron mientras


unos dedos la llenaban.― Oh Dios, no pares, cariño, por favor no pares.― El
calor la consumía subiendo en espiral hacia arriba hasta que Laura sintió
comenzar las palpitaciones. En ese momento de absoluta vulnerabilidad,
ciegamente se inclinó y atrajo la boca de Crystal a la suya. Crystal se
mantuvo allí, presionando profunda y fuertemente intentando hacerlo lo
mejor posible para prolongar el placer de su amante. No había otro mundo,
ni familia ni amigos. Todo lo que existía eran sus corazones y almas
compartidas, declaraciones de amor y devoción expresadas con sus cuerpos
en lugar de con sus voces. Cuando finalmente trató de hablar, le salió apenas
un chirrido, y Laura tuvo que tragar y comenzar de nuevo.― No me puedo
mover,― dijo.

Crystal sonrió con autosatisfacción, recorriendo con su dedo las clavículas


de Laura.
―Algo así como lo que me haces tú a mí, ¿eh?.

―Eso es diferente,-― jadeó Laura con su respiración todavía sin


normalizarse.― Normalmente tú puedes funcionar después de todo. Yo no
puedo mover un solo músculo.

―Entonces tendremos que quedarnos aquí,― dijo Crystal haciendo una


mueca.

Laura la miró y frunció el ceño.

―Estás completamente encantada contigo misma,― dijo atrayéndola para


besarla.― Te quiero.

―Yo también te quiero,― dijo Crystal acomodándose de manera que su


cabeza descansara sobre la curva del cuello de Laura.

Pasaron minutos interminables mientras se abrazaban la una a la otra en el


agua fría hasta que Laura se estremeció y se le puso la piel de gallina.

―El agua está fría,― dijo despacio.

―¿Va siempre a ser así?,― murmuró Crystal sin levantar la cabeza de su


suave almohada.

―¿Quieres decir si voy a responder siempre así contigo?,― preguntó Laura.

Crystal agitó su cabeza.

―Quiero decir…- hizo una pausa para asegurarse de cómo expresar sus
pensamientos con palabras.― ¿Sentirás siempre lo mismo que sientes ahora
por mí?.

Ignorando el frío por un momento, Laura miró hacia abajo y levantó la


barbilla de Crystal.

―No puedo imaginar no sentirme de este modo contigo,― dijo


suavemente.― Lo significas todo para mí y el pensamiento de que no estés
aquí conmigo duele demasiado como para pensar en ello. Te quiero, Crystal.
Sé que suena egoísta, pero quiero todo lo que puedas darme y más. Quiero
ser la única a la que toques haciendo el amor y yo ser la única que te toque.
Quiero que seas lo primero que vea por las mañanas al despertarme y lo
último cuando me vaya a dormir. Quiero abrazarte cuando llores y reirme
contigo cuando estés contenta. Quiero ser tu caballero andante cuando
necesites protección y tu damisela cuando seas tú la que necesite proteger
a alguien. No quiero tan solo una relación contigo,― dijo moviendo sus dedos
para trazar el contorno de los labios de Crystal,― Quiero una vida contigo.―
Al principio se alarmó cuando vió aparecer las lágrimas en los ojos de su
amante, pero rápidamente Laura se dio cuenta de que eran lágrimas de
felicidad y abrazó a Crystal incluso más fuerte.― Te quiero,― dijo
besándole la cabeza.― Y no me iré a ninguna parte.

―Yo también te quiero,― dijo Crystal, esnifando mientras volvía a estar


bajo control. Suavemente acarició el brazo de Laura.

―Hey ¿A qué vino eso?,― dijo Laura con fingida indignación.

―Ya sabes lo que me haces cuando me hablas de esa forma,― dijo Crystal
provocando la risa de Laura.

―Haces que me ablande tanto como el suavizante de la ropa,― dijo Laura.


Sintió los labios de Crystal en su cuello, la suave lengua deslizándose para
probar su sabor. Gimió, sabiendo que no podría resistir las caricias de su
amante como no podía resistir sin respirar.- Hay una bonita y caliente cama
en la habitación de al lado,― intentó.

―Uh huh,― murmuró Crystal moviéndose hacia abajo para capturar el pecho
izquierdo de Laura con su boca mientras su mano le hacía compañía a su otro
pecho.

―Crystal,― llamó Laura, abriendo automáticamente las piernas a pesar de


su deseo de cambiar la acción a otro sitio.

―¿Realmente quieres malgastar el tiempo con las toallas?,― preguntó


Crystal con la boca llena de cane.

―No,― estuvo de acuerdo Laura, importándole un poco el hecho de lo


mojadas que acabarían las sábanas.

―¿Entonces qué te detiene?,― bromeó Crystal mientras torturaba el pezón


con sus dientes.
―¿Quién está siendo ahora la zorra?,― preguntó Laura mientras acariciaba
la espalda de su amante.― Vas a ser mi muerte.

―No antes de que salgamos de aquí y nos metamos bajo las mantas,― dijo
Crystal mientras se levantaba y las burbujas se escurrían por su cuerpo.―
Hace frío aquí.

Laura se rió y buscó la mano de Crystal, sabiendo que no dormirían hasta


dentro de un rato.

****************

―¿Estás segura que éste es de la clase que no pierde las agujas?,―


preguntó Laura mientras cargaban el enorme árbol para meterlo en casa.

―¿Cómo puedo saberlo?,― dijo Crystal.― Espera, tengo que girar por aquí.

―¿Estás segura de que ese pie es suficientemente grande?. No quiero que


sobresalga.

―No va a sobresalir y el pie es lo suficientemente grande,― dijo Crystal


mientras reculaba hacia la esquina destinada al Árbol de Navidad.― ¿Cuánto
tiempo tenemos hasta que tengamos que salir hacia el aeropuerto?.

―El avión de tía Helen se supone que llega a las 16:30,― dijo Laura.― Estás
junto a la pared.

―Lo sé, aguanta, voy a ponerlo sobre el pie y sujétalo mientras te vas
acercando y levantándolo. Entonces lo sujetaré con los tornillos y estará
listo,― dijo Crystal mientras se agachaba.― ¿Crees que podemos decorar
ésta cosa en las próximas dos horas?.

―Eso espero, de otro modo vamos a obtener la ayuda no solicitada de tía


Helen,― dijo Laura.― ¿Estás bien ahí abajo?.

―Sí, solo intenta ir acercándote despacio,― dijo Crystal.― Todavía digo que
las luces tienen que ser intermitentes. De otro modo, ¿por qué molestarse
en ponerlas?.

―Luces multicolores parpadeando,― dijo Laura desaprobadoramente.― ¿Por


qué no ponemos un Santa y un muñeco de nieve luminosos en el césped?.
―Me gustan los Santa luminosos,― protentó Crystal.― Vale, aguántalo ahí.
Voy a sujetarlo al suelo.

―Son comerciales y feos,― dijo Laura.

―Es Navidad, Mrs. Scrooge,― dijo Crystal mientras se apartaba de debajo


del árbol y se plantaba.― Suéltalo.― Se quedó allí de pie pasando el brazo
alrededor de la cintura de Laura.― Nuestro primer árbol de Navidad.

―Es más grande de lo que parecía en la tienda de árboles,― dijo Laura.

―¿Es ese “más grande” bueno o malo?,― preguntó Crystal.― Dijiste que
podía elegirlo y pensé que éste tamaño estaría bien.

―Es un buen tamaño,― dijo Laura de forma tranquilizadora.― Solo que no


sé si tendremos suficientes adornos para cubrirlo. Madre solo me dio un par
de cajas de adornos y luces.

―No puedo creer que nunca antes te molestaras en poner un árbol de


Navidad,― dijo Crystal descansando su cabeza sobre la parte superior del
pecho de Laura.

―Cuando era como Jessie pasábamos los días de una casa en otra. No tenía
sentido preocuparse en poner un árbol en una casa donde posiblemente no
estaríamos. Laura dio un paso atrás y abrió una de las cajas que había
encima de la mesita de café.― Y, por supuesto, nosotras no vamos a estar la
mayor parte del día aquí.― Escrutó el árbol.― ¿Cómo se puede saber si es el
tipo de árbol que pierde las agujas?.

―¿Cuando un montón de ellas estén sobre la alfombra.?,― dijo Crystal.― No


lo sé, llama a alguien y pregúntale.

―Peter lo sabrá,― dijo Laura.― Espera a ver lo que hace en Navidad.

―Michael dijo que se podría ver su casa desde el espacio,― dijo Crystal
mientras le cogía a Laura el cordón de luces. ¿Cuántos tienes de éstos?.

Laura miró la caja.


―Hay dos más como ese en la caja y otro con bombillas blancas grandes. En
la otra caja están las cintas y el resto de adornos.

―Necesitamos más luces,― dijo Crystal convencida mientras colocaba una


tira de luces entre las ramas más bajas.― Tal vez podamos ir a compralas
después de recoger a Helen,― dijo esperanzada. Laura le ofreció esa mirada
indulgente que significaba que ella ganaba.― Estupendo, prometo no
pasarme.

―Tu definición de pasarte y mi definición de pasarse son dos cosas muy


diferentes, estoy segura,― dijo Laura mientras desenredaba una tira de
luces.― ¿No deberíamos encenderlas y probar si funcionan primero?.

―Sí, eso tiene sentido,― dijo Crystal agachándose para enchufarlas. Luces
rojas, verdes, azules y naranjas comenzaron a brillar sobre las verdes
ramas.― Ésta funciona.― La desenchufó y cogió la que sostenía Laura.―
Ésta también funciona pero no parpadea.

―Eso no es el fin del mundo,― dijo Laura mientras seguía desaciendo los
nudos.― Además, creo que tienes que dejar que se calienten un poco antes
de que comiencen a parpadear.― Se agachó y rodeó los hombros de Crystal
con su brazo.― Y si no parpadean podemos comprar unas nuevas.

―Me estoy comportando como una cría con esto ¿eh?.

―Un poquito,― dijo Laura con una sonrisa.- Pero está bien. Creo que es muy
mono.― Besó la punta de la nariz de Crystal y se puso de pie.― Para ser
honesta, no he estado tan excitada por la Navidad en años. El árbol fue una
buena idea.

Crystal se plantó también. Conectando el final de una de las tiras de luces


con el principio de otra.

―¿Te das cuenta que van a ser las primeras Navidades desde que era niña
que no voy a estar borracha?.

―O colocada,― añadió Laura.

―Te diste cuenta, ¿verdad?,― miró hacia abajo a la tira de luces que
sostenía, inconsciente de la sonrisa que cruzaba por sus labios.― No dijiste
nada.
―Tú tampoco dijiste nada,― dijo la mujer de pelo negro.― Al principio no
sabía si lo habías dejado o solo apartado de momento. Creo que no lo has
hecho en al menos dos semanas.

―Veinte días,― dijo Crystal.― Y no lo aparté. Yo solo…― se alzó de


hombros.― No sé.

―Lo cierto es que no me estoy quejando,― dijo Laura.

―Esperaba que lo notaras sin tener que decírtelo,― sonrió abiertamente.―


Oh venga, nunca terminaremos con éste árbol.― Golpeando las manos de
Laura dijo,― suéltame y así podré terminar esto e irnos a la cama.― Una vez
libre del abrazo de su amante, rodeó el árbol con las luces.― Ya está.
Probablemente no sea tan bonito como el de tu madre o el de Peter, pero
servirá.

―No tiene que ser tan bonito como el de mi madre o el de Peter,― dijo
Laura.― No es una competición.

***********

―Pensé que dijiste que no era una competición,― dijo Crystal desde su
posición recostada sobre el sofá.

―Y no lo es,― dijo Laura mientras movía los adornos púrpura…..otra vez.

―¿Entonces por qué estuviste levantada toda la noche?.

―Porque el árbol no está simétrico,― dijo Laura dando un paso atrás.―


¿Ves?, todavía hay demasiado verde en ésta zona.

―Lo sé, y demasiado rojo en la parte de arriba,― señaló Crystal habiendo


escuchado a su amante señalar todas las imperfecciones de su árbol desde
que se levantara y la encontrara junto a él.― ¿A quién le importa?.

Laura cuidadosamente sacó una bola verde del árbol y la dejó en la caja.

―Ahora sabes la verdadera razón por la que Jenny y yo nunca tuvimos un


árbol.
―Te obsesionas demasiado, ¿lo sabías?,― se quejó Crystal mientras se
erguía y estiraba.― Nadie se va a dar cuenta.

―Casi he terminado,― dijo Laura.― Solo necesito mover algunos de los de la


punta a éste lado e incluso quitar adornos. Tampoco creo que sea una buena
clase de árbol. Encontré varias agujas en el suelo.

―¿Y qué esperabas si no paras de mover las cosas de un lado para otro?,―
dijo Crystal.― Sé que el botón de esa tira de luces no está donde la dejé
ayer.

―Estaban demasiado bajas,― explicó Laura mientras colgaba un adorno en


la rama.― Además, ahora está mejor.

―El próximo año vas a adornar el árbol tú solita,― dijo Crystal mientras se
levantaba y se dirigía hacia la cocina.― No creas que no os he oido hablar a
ti y a tu madre sobre…― hizo comillas con los dedos― el árbol perfecto.―
¿Quieres café?.

―Suena bien, gracias,― dijo Laura poniendo el último adorno y encendiendo


las luces.― Ahí está. Perfecto,― dijo haciéndose hacia atrás para
inspeccionar su trabajo manual.

Crystal volvió de la cocina llevando dos tazas de café.

―Está muy bonito,― dijo, aunque pensó que no había nada malo en la forma
que estaba adornado la noche anterior.― Bonito e incluso…ah…

―¿Ves como hay un equilibrio en los colores?,― dijo Laura orgullosa


mientras cogía la taza de café.― Es simétrico y estéticamente agradable a
la vista.

―Está precioso,―dijo Crystal.― El mejor árbol que jamás he visto.

―¿Estás siendo sarcástica?.

Cogiéndole la taza de café, Crystal dejó ambas sobre la mesita auxiliar y


atrajo a su amante para abrazarla.

―Es nuestro primer árbol.― ¿Cómo podría ser algo menos que el mejor?.
―Te das cuenta que me estás dejando como una compulsiva.― señaló Laura.

―Lo sé―, admitió Crystal.― Pero es nuestro árbol y, obviamente te hizo


feliz pasarte toda la noche trabajando con él.

―Lo hizo,― dijo Laura juntando sus labios.― Me alegro de que me


convencieras de traer un árbol éste año.

―Yo también me alegro,― dijo Crystal disfrutando la sensación de sus


cuerpos pegados.― Tendremos que hacer de esto una tradición anual.

―Creo que ya lo hemos hecho,― dijo Laura. Te quiero.

―Yo también te quiero,― dijo Crystal abrazándola más fuerte.― Gracias


por mi regalo.

Confusa, Laura se inclinó hacia atrás y la miró.

―Pero si Navidad no es hasta dentro de dos días y escondí tu regalo en casa


de Jenny. ¿Cómo sabes lo que es?.

Poniendo sus brazos alrededor del cuello de Laura para traerla más cerca,
Crystal dijo…

―No me refería a ese regalo, pero gracias por decírmelo, así puedo dejar de
buscarlo por aquí.

―Entonces, ¿a qué te refieres?.

―A éste regalo, dijo besando la barbilla de Laura.- Tú. Tu amor.Hace seis


meses tan solo existía y ahora…- la abrazó más fuerte.- Ahora siento por
primera vez que vivo.

―Todo lo que hice fue apoyarte.― dijo Laura suavemente,― sonrió.― Yo


únicamente iba moviéndome hasta que tú te mudaste y lo volviste todo patas
abajo. A mi tranquilo, organizado y pequeño mundo entró ésta endemoniada
rubia quien, pesar de mis esfuerzos, robó mi corazón. Tengo tanta suerte
de que te hayas enamorado de mí como que yo me haya enamorado de ti.

Crystal le sonrió alegremente y descansó su cabeza sobre el pecho de Laura


mientras las brillantes luces del árbol llenaban su visión.
―Entonces supongo que ambas tenemos suerte,― dijo.― Te quiero.

―Yo también te quiero,― dijo Laura.― Siempre.

Y juntas estuvieron de pie bajo las parpadeantes luces de su primer árbol


de Navidad, sabiendo que habría obstáculos que vencer, problemas que
resolver, pero sobre todas las cosas, se tenían la una a la otra para
hacerles frente.

Siempre.

FIN

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